La Reconciliación

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2. DOLOR DE LOS PECADOS Y PROPOSITO DE NO VOLVER A COMETERLOS El acto esencial de la Penitencia, por parte del penitente, es la contrición, o sea, un rechazo claro y decidido del pecado cometido. Por el amor que se le tiene a Dios. ACTO DE CONTRICIÓN Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, me pesa de todo corazón de haber pecado, porque te ofendí a ti, que eres tan bueno y que tanto me amas, y a quien yo quiero amar sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, enmendarme y alejarme de las ocasiones de pecar, confesarme y cumplir la penitencia. Confío en que me perdonarás por tu infinita misericordia. Amén

3. CONFESIÓN INDIVIDUAL La acusación de los pecados es el gesto del hijo pródigo que vuelve al Padre y es acogido por Él con el beso de la paz. Hecho el examen de conciencia y el acto de contrición, acércate al confesionario, arrodíllate y saluda al sacerdote. El sacerdote te dirá: Ave María Purísima. Y tú contestarás: Sin pecado concebida. Tú dirás tus pecados de la siguiente manera: Hace (tantos) días (semanas, meses o años) que no me he confesado: sí cumplí (o no) la penitencia anterior; me acuso… (dices tus pecados al confesor de forma clara y sincera, determinando el número y la clase de pecados) El sacerdote te da los consejos oportunos y te indica la penitencia. Te invita a manifestar la contrición. Y tú puedes decir por ejemplo: Recuerda, Señor, que tu ternura y tu misericordia son eternas. No te acuerdes de mis pecados y maldades, acuérdate de mí con misericordia, por tu bondad, Señor.

4. ABSOLUCIÓN DEL SACERDOTE La fe te puede asegurar que en este momento todo pecado te es perdonado y te devuelve la gracia que habías perdido. Entonces el padre te da la absolución diciéndote: “Dios Padre misericordioso, que reconcilió al mundo consigo por la muerte y la resurrección de su Hijo y envió al Espíritu Santo para el perdón de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y YO TE ABSULVO DE TUS PECADOS, EN EL NOMBRE DEL PADRE, Y DEL HIJO, Y DEL ESPÍRITU SANTO”. Tu respondes: Amén.

Parroquia DIVINA PROVIDENCIA

El sacerdote me dice: “La Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, la intercesión de la Santísima Virgen María y de todos los santos, tus buenas obras y tus sufrimientos, te sirvan para remedio de tus pecados, aumento de gracia y recompensa de vida eterna”. “Vete en paz, y no vuelvas a pecar”.

5. CUMPLIR LA PENITENCIA Es el acto final que corona el signo sacramental… Las obras de satisfacción son el signo del propósito que el cristiano ha asumido ante Dios de comenzar una nueva vida. Sales del confesionario y rezas las oraciones o te dispones a realizar las buenas obras que te haya indicado de penitencia el sacerdote. Dale gracias a Dios por su bondad y misericordia, por haber perdonado tus pecados, por haberte dado la gracia, por haberte dado su paz y la alegría a tu corazón. “En este consolador Sacramento –la Iglesia– conduce a cada uno de los fieles a Cristo; y, a través del ministerio de la Iglesia, Cristo mismo nos ofrece perdón, fortaleza y misericordia. Mediante este Sacramento, altamente personal, Cristo continúa encontrándose con los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Restaura la unidad donde hay división, derrama su luz donde hay oscuridad, y concede una esperanza y una alegría que el mundo nunca podría dar. Mediante este Sacramento la Iglesia proclama al mundo las infinitas riquezas de la Misericordia de Dios. Esa Misericordia que ha derrumbado las barreras que nos separaban de Dios y de los demás” (Beato Juan Pablo II)

Parroquia: DIVINA PROVIDENCIA Mariano Matamoros No. 114 Ezequiel Montes, Qro. C. P. 76650 Tel. (441) 2-77-04-94. Pbro. Fco. Javier Jiménez López PARROCO Pbro. Héctor Méndez Bueno Vicario Parroquial

Pbro. Fco. Mancilla Álvarez Adscrito

A L A R A P A Í U G N Ó I C A I L I C N O REC a buena Para hacer un

confesión

“Confiésense unos a otros sus p e c a d o s, y o re n u n o s p o r o tr o s para ser sanados” (St. 5, 16) “ L a p e r s o n a q ue s a b e c o n f e s a r la v e r d a d d e l a c u l pa y pid e p e r d ó n a C r i s t o, ac r ec ie n ta l a p r o p i a d i g n i da d h u m a na y d a m u e s t r a s d e g r a n d ez a e s pi r it u al ” ( B e a t o J u a n P a bl o II )

“Sopló sobre ellos y les dijo: Reciban al Espíritu Santo. A quienes les perdonen los pecados les quedarán perdonados; a quienes se los retengan, les quedarán retenidos” (Jn. 20, 22-23)


El Sacramento de la Confesión La confesión es el sacramento en el cual por medio de la absolución del sacerdote, recibimos el perdón de nuestros pecados si nos confesamos arrepentidos. Con la confesión se obtienen tres gracias o favores especiales: 1o. Nos devuelve o nos aumenta la gracia santificante, la amistad con Dios. 2o. Nos da fuerzas especiales para rechazar el pecado y las tentaciones. 3o. Nos da asco y antipatía por todo lo que sea ofender a Dios. Partes que componen el signo sacramental del perdón de los pecados y de la reconciliación con Dios y los hermanos.

1. EXAMÉN DE CONCIENCIA

En oración suplicante pide al Señor: Concédeme la Luz Divina de tu Espíritu Santo para poder reconocer mis pecados y poder confesarlos con la seguridad de que me serán perdonados * Examen de conciencia: Es recordar los pecados co-

metidos después de la última confesión bien hecha. * Dice San Pablo: “Examine cada cual sus propias obras. Porque cada uno responderá por sus pecados” (Gal. 6, 4)

Repasemos los Mandamientos: 1o. Amaras a Dios sobre todas las cosas. ¿Me acuesto sin rezar? ¿Creo, práctico consulto hechiceros ó adivinos? 2o. No tomarás el nombre de Dios en vano. ¿He jurado, pronunciado sin respeto y con falsedad el nombre de Dios? 3o. Santificarás las Fiestas. ¿He faltado a Misa algún domingo o he trabajado sin grave necesidad el día del Señor?

4o. Honrarás a tu padre y a tu madre: ¿He desobedecido a mis padres? ¿ Les he faltado el respeto, los he maltratado? ¿No los ayudo en sus necesidades? “Hijo: debes cuidar a tu padre en su vejes, y aunque su mente se debilite no por eso debes despreciarlo. El que abandona a su padre recibirá males”(Ecl. 3, 12) 5o. No matarás: ¿Les he deseado la muerte o que les vaya mal a los demás? ¿He practicado ó permitido el aborto? ¿He peleado, golpeado, insultado, odiado? ¿He dejado que la ira, los deseos de venganza, la embriaguez, las drogas me dominen? ¿He descuidado mi salud? ¿He maldecido, escandalizado y dado mal ejemplo a los demás? 6o. No cometerás actos impuros: ¿He consentido malos pensamiento ó malos deseos? ¿He visto películas, revistas pornográficas ó programas inmorales por televisión? ¿He dicho u oído chistes colorados? ¿He hecho cosas malas con mi cuerpo o con el de otra persona? “Quien mire a una mujer (ó ha un hombre) con malos deseos, ya cometió pecado en su corazón” (Mt. 5, 27) “Huid de todo pecado de impureza” (1 Cor. 6) “Los impuros no heredarán el Reino de Dios” (Gal. 5) 7o. No robarás: ¿He robado? Es necesario reparar los daños causados, y restituir de algún modo lo que se ha robado (Cat. 2412). ¿He causado daño a los bienes ajenos? “Los ladrones no heredarán el Reino de Dios” (1 Cor. 6) He malgastado mis bienes o derrochado o gastado mi dinero en cosas inútiles? ¿He hecho trampas en los negocios, no he pagado mis deudas, no he devuelto lo prestado, no he pagado a mi trabajador el salario justo? 8o. No darás falso testimonio ni mentirás. ¿He levantado falso testimonio y he mentido? ¿He murmurado y juzgado a mi prójimo? ¿He chismeado y contado los secretos que me han confiado? ¿He calumniado a mi prójimo? San Pablo decía: ¿Quién eres tú para juzgar a tu prójimo? ¿Quién te puso a ti de juez de los demás?

Dejemos el juicio a Dios Nuestro Señor. “El demonio es el padre de la mentira” (Jn. 8, 44) (Cat. 2482) Los que pecan contra el octavo mandamiento tienen la obligación de hablar bien de aquellos contra los que han hablado mal, para así retribuir la honra y la buena fama que les han quitado. 9o. No consentirás pensamientos ni deseos impuros: ¿He deseado la mujer de mi prójimo? ¿He deseado al hombre de mi prójima? El noveno mandamiento habla de la concupiscencia de la carne (Cat. 2514) El corazón es la sede de los deseos. Jesús decía: “Del corazón salen las intenciones malas, los asesinatos, los adulterios, las fornicaciones” (Mt. 15, 9) (Cat. 2517). El libro de la Sabiduría anuncia: “La vista despierta las pasiones de los imprudentes” (Sab. 15, 5) Para tener pureza es necesario tener pudor, el cual consiste en no mostrar lo que debe permanecer oculto. El pudor preserva la intimidad de la persona. El pudor pone orden en las miradas y en los gestos de acuerdo a la dignidad de las personas (Cat. 2521) 10o. No codiciarás los bienes ajenos: “No codiciarás… nada que sea de tu prójimo” (Ex. 20, 17). “No desearás… su casa, su campo, su siervo o su sierva, su buey o su asno: nada que sea de tu prójimo. (Dt. 5, 21) “Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón” (Mt. 6, 21). El décimo mandamiento (mandato) prohíbe la avaricia y el deseo de una apropiación inmoderada de los bienes terrenos. El décimo mandamiento exige que se destierre del corazón humano la envidia. La envidia es un pecado capital. Manifiesta la tristeza experimentada ante el bien del prójimo y el deseo desordenado de poseerlo, aunque sea en forma indebida. Cuando deseas al prójimo un mal grave es un pecado mortal: S. Agustín veía en la envidia el “pecado diabólico por excelencia” (Catch. 4, 8). “De la envidia nacen el odio, la maledicencia, la calumnia, la alegría causada por el mal al prójimo y la tristeza causada por su prosperidad” (San Gregorio Magno, mor. 31, 45).


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