El Taller, la crónica de la Tadeo - Edición 10

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No. 10 - PRIMER PERÍODO DE 2015 • UNIVERSIDAD JORGE TADEO LOZANO • PROGRAMA DE COMUNICACIÓN SOCIAL - PERIODISMO - BOGOTÁ

Los fantasmas del

Fotografía de JoséFoto Álvarez por: Victoria Flórez Vellojín. Foto de archivo

Salto del Tequendama

El Salto del Tequendama es una cascada ubicada en Cundinamarca, a menos de dos horas de la capital del país. En la antigüedad esta zona se caracterizaba por tener una amplia variedad de flora y fauna, pero debido a la contaminación del río Bogotá, todo esto se ha perdido.

Por: VICTORIA FLÓREZ VELLOJÍN

S

on muchas las historias que se cuentan acerca del Salto del Tequendama. Unos dicen que allí están las almas en pena de aquellos que se han suicidado saltando desde lo alto de la cascada y que vagan por los alrededores del lugar, otros dicen que el Hotel del Salto fue abandonado porque se encuentra embrujado, y que supuestamente en ocasiones en esta edificación es posible ver apariciones y escuchar los gritos de los espíritus. Incluso la formación del Salto es atribuida a un mito indígena que dice que el

salto se formó por obra divina para evacuar las aguas que inundaban a Bogotá. Y entonces se pregunta uno, ¿cómo fue que un lugar tan popular en el siglo XX, que se distinguía por sus lujos y por hospedar a personas de dinero y prestigio, pasó a convertirse en el objeto de muchas historias de terror? Al llegar al Salto lo primero que se ve es una edificación de paredes blancas y techo rojo, con muchas ventanas y balcones, adornada por columnas talladas, y una bandera de Colombia ondeando en la entrada. Hoy se conoce como la Casa

Foto por: Victoria Flórez Vellojín.

Foto por: Victoria Flórez Vellojín.

La Casa del Salto funcionó a sus inicios como la estación terminal sur del Ferrocarril de la Sabana.

La Fundación Granja Ecológica el Porvenir es una organización sin ánimo de lucro que, desde hace más de quince años, ha trabajado por la recuperación del patrimonio ambiental, cultural e histórico de la región del Salto de Tequendama. (Sigue Pág. 3)

1 Fotografía de Viviana Avendaño


EL TALLER, LA CRÓNICA DE LA TADEO

Editorial N o . 9 - S E G U N D O P E R ÈO D O D E 2 0 1 4 • U N IV E R S ID A D J O R G E TA D E O L O Z A N O • P R O G R A M A D E C O M U N IC A C IÌ N S O C IA L - P E R IO D IS M O - B O G O T Ê

Medios de comunicación

y conflicto armado en Colombia

6 IDEAS PARA PENSAR EL POSCONFLICTO Por: ÓSCAR DURÁN IBATÁ

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rimero, que los medios de comunicación son parte de la guerra: no hay conflicto, no hay guerra, donde los medios de comunicación no jueguen un papel fundamental como parte de la misma. La gente en general deben tener clarísimo que uno no gana la guerra solamente acabando con el enemigo, sino ganando el corazón de la gente, y eso es una cosa que las fuerzas militares tiene muy clara; y los medios de comunicación son fundamentales para ganar la emocionalidad y el afecto de la gente.

Hace relativamente muy poco, aquí en Colombia, El Espectador dio un gran ejemplo cuando no quiso poner en primera página una foto de un ataque guerrillero que hubo en el Cauca, y puso un letrero gigantesco en la primera página que decía "no más terrorismo", refiriéndose a que no van a participar de la esquizofrenia de construir las imágenes violentas. En un conflicto, si un guerrero no pasa por los medios automáticamente piensa que su acción bélica no tuvo sentido.

Segundo, las guerras para nosotros los periodistas son muy importantes: sin guerra no tendríamos tantos estudiantes en la carrera de periodismo. En las películas, siempre que se representa un periodista en la guerra es lo máximo, es buena gente, entra a buscar la verdad, se opone a los malos, hace parte de la salvación del mundo; hemos creado la figura del periodista como una figura cinematográficamente maravillosa, de hecho, yo mismo en la clases de periodismo muestro imágenes de superhéroes que tienen su alter ego detrás de una máscara o algún poder sobrenatural. Y esto es porque somos independientes y vivimos el mundo totalmente exclusivo, no tenemos mujer, no tenemos casa, andamos perdidos, buscamos y pensamos en la paz y en la verdad de los Derechos Humanos, ¿pero y lo otro? Esto ha construido el mito de que sin guerra los periodistas serían corruptos que cubren el poder; la guerra ha creado el mito del periodismo. El mito del poder. Y es que todo periodista sueña con tumbar a un presidente, porque lo que demostró el caso Watergate es que detrás de un periodista hay un gran poder, y todo gran poder, lo sabemos por Spiderman, conlleva una gran responsabilidad, que con el tiempo demostramos que no supimos administrar. La guerra ha ayudado a construir el mito del buen periodista. Tercero, una investigación que hizo la universidad Javeriana en el 2012, encontró cómo El Tiempo cubría el conflicto, llegó a muchas conclusiones. Los medios de comunicación cubren la guerra pero no lo cuentan, lo que significa que los medios de comunicación sí registran el conflicto pero nunca lo cuentan ni lo explican. A mí me llama la atención de algunos directores de medios que siente una idolatría, casi sublime, por estar en el lugar de los hechos, por cubrir un evento, y miden su capacidad de penetración en la audiencia o en la recepción por el número de eventos que cubren, pero qué tanto lo cuentan o lo narran. Los medios de comunicación deberían contar el conflicto y no cubrirlo. Y no existe una forma distinta de contar algo que narrándolo y describiéndolo. Y eso sólo se puede lograr cuando se encuentran las historias y sus personajes. En esta misma investigación se encontraron cinco pecados del periodismo, que reconozco que el profesor Raúl Acosta en Manejo de Fuentes repite como una lora, pero que espero que algún día estas generaciones empiecen a erradicar: 1) se cuenta solamente en forma de noticia, no hay crónica, reportaje, ni perfil, no hay ningún otro género periodístico; 2) se informa todo basado en una fuente, casi siempre la fuente oficial, y el periodismo debe tener múltiples fuentes; 3) se informa sin contexto, uno no sabe por qué pasan las cosas; 4) no ofrece marcos de comprensión y 5) está mal contado en marco del lenguaje. Por eso cuando se dice que no se cuenta, sino simplemente se cubre, es que no se está haciendo el periodismo diversificado como debería ser. Cuarto, en el tema del conflicto vemos el tema del clasismo en los medios de comunicación. Casi siempre que se hacen análisis de medios, se hacen de la prensa, de las revistas, de lo escrito, lo demás no importa; es como si la verdad pasara siempre por lo escritural, como si esto fuese lo fundamental y no lo otro. Porque la prensa escrita está dirigida a la élite, a quienes toman decisiones, a quienes gobiernan y a la comunidad intelectual, pero no está dirigida a la comunidad común y corriente. Recuerden ustedes el famoso fenómeno de la ola verde, que no fue más que eso, un fenómeno que nunca se hizo realidad. Quinto. Periodismo, academia y ONG cometen el mismo error: les gusta el dolor de la gente. Nos la pasamos criticando cuando el periodista va y le dice al familiar del que acaban de matar "¿qué sintió cuando mataron a su tío?", todos nos burlamos de esto, pero ¿cuál es la pregunta que hace la gente buena de la academia cuando van a donde las víctimas del conflicto?: "cuénteme ¿cómo le pasó el conflicto?" Es lo mismo. De pronto estamos en un periodismo amarillo en todas partes. Entonces lo que hay que buscar es que no nos recarguemos tanto con el dolor, porque entonces todos lloramos y nos sentimos súper comprometidos, pero luego salimos a tomar café con gafas oscuras; entonces necesitamos un periodismo y una sociedad que piense distinto, y por eso tenemos que comenzar a pensar que las historias del conflicto tienen que venir de las historias de la dignidad de la gente, no de las historias del dolor, en donde la gente se sienta digna y competente para construir un país. Y sexto es la despolitización. En este tema del conflicto la guerrilla nos ha hecho mucho daño, y esta es una idea que se la escuché a Ómar Rincón. La guerrilla nos hizo mucho daño, no solo porque haya matado o secuestrado, sino porque la guerrilla logró una cosa muy complicada: no podemos ser activistas sociales, no podemos disentir, no podemos tener memoria porque todo eso es nombrado guerrillero. Se hizo moda el calificativo de "medios serviles del terrorismo", como el que utilizó el senador Uribe contra Canal Capital. Entonces ya se acabó el disenso social, porque no está permitido protestar en este país, no está permitido hacer absolutamente nada porque el disenso lo mató la guerrilla. La sociedad colombiana es muy conflictiva y muy violenta porque tenemos muy poquito espacio para disentir.

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Revista de los estudiantes del Programa de Comunicación Social - Periodismo Facultad de Ciencias Sociales Universidad Jorge Tadeo Lozano Carrera 4 No. 22 - 61 Módulo 7 Oficina 703 Teléfono: 2427030 - Ext. 1630 / 1636 comunicacionsocial@utadeo.edu.co

Decana Programa de Comunicación Social-Periodismo: Vera Schütz Cuerpo Docente: Raúl Acosta Andrés Barrios Consuelo Fajardo Daniel Pineda Juan Carlos Córdoba Nelson Nieto Augusto Ventín Director: Óscar Durán Edición: Mónica Lozano Textos y Fotografías: Victoria Flórez Katherine Vega Paola Vargas Alejandra Pantoja Leidy Ospina Estudiantes de la asignatura de Redacción de Prensa II.

Diseño: Mila Muñoz Desales

Mila M.S.

ISSN: 2248-5511 Bogotá - Febrero de 2015


EL TALLER, LA CRÓNICA DE LA TADEO

Foto por: Victoria Flórez Vellojín.

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Para lograr el objetivo de concientizar a la gente, la Fundación desarrolla jornadas de educación ambiental con niños, jóvenes y adultos.

Museo Salto del Tequendama, que funciona como un museo dirigido por la Fundación Granja Ecológica El Porvenir, con el apoyo de la Universidad Nacional. Con el propósito de cambiarle la imagen a al lugar, esta organización adquirió la casa, a la cabeza de María Victoria Blanco y Carlos Cuervo, ya que la fundación lleva varios años trabajando por la recuperación del patrimonio ambiental, cultural e histórico de esa región. La casa pertenecía antes a Roberto Arias, el fundador de Colsubsidio.

Posteriormente, el recorrido prosiguió en el nivel superior de la casa, donde el espacio era rápidamente ocupado por los turistas y por los obreros que trabajan en la reconstrucción del lugar. Esta parte de la casa es muy amplia y con mucha iluminación, adornada con columnas talladas en yeso, de una meticulosidad bastante llamativa, y que encierran el ambiente republicano de la estructura original. Los pisos son de madera bastante vieja, y al pisarlos hacen un sonido agudo que indica que hay que tener cuidado al caminar sobre ellos. Al fondo de este nivel se encuentra una puerta que conduce a un balcón, desde donde se puede admirar a lo lejos el Salto, las montañas que lo rodean, y el abismo adornado de verde y gris por las plantas y las formaciones rocosas del lugar. El tour continuó en el exterior de la casa, en la planta inferior en donde se encuentra un mirador, desde el que se hace más evidente la ubicación de la edificación sobre una roca que mide 1.472 metros cuadrados. A lo largo del tour no podía evitar preguntarme qué es de este histórico lugar lo que despierta tantas historias de misterio, así que cuando se finalizó el recorrido me acerqué al guía para preguntarle sobre el lugar, y casi como un reflejo natural, Luis Carlos Cárdenas se apresuró a aclararme que las historias que se cuentan sobre la casa y el Salto no son reales. "Todo el mundo dice que acá asustan, porque es muy cierto

La edificación de arquitectura francesa y estilo republicano, que se encuentra establecida totalmente sobre roca, se empezó a construir en 1923, basada en la construcción de la muralla de Cartagena, por la posición y amarre que tiene la roca; para después empezar a funcionar en 1927 como una estación del Ferrocarril de la Sabana, de la que todavía es posible apreciar un pequeño tramo de la estructura hecha en bloques de cemento, que se intenta esconder tras los frondosos árboles de la montaña. En 1930 la casa pasó a utilizarse como un hotel, que contaba con cuatro niveles más una suite presidencial. En el primer nivel estaban las albercas y los lavaderos, en el segundo nivel se encontraban las habitaciones de segunda clase, el tercer nivel era el salón central y en el cuarto nivel estaban las habitaciones de primera clase. Actualmente, los turistas pueden acceder a los dos últimos niveles de la casa, entre el polvo y el olor a pintura que se desprende del proceso de reconstrucción del lugar.

En el primer nivel de la casa, de paredes blancas y columnas muy similares a las que se encuentran afuera, hay una exposición con fotografías e infografías que hablan sobre el Río Bogotá. Después, el guía con su distintiva chaqueta roja de la fundación, nos dirigió a un pequeño cuarto donde se mostraba un video que hablaba acerca de la contaminación del río.

Foto por: Victoria Flórez Vellojín.

El ingreso a la Casa Museo tiene un valor de cuatro mil pesos para los adultos. Se entra por el lado izquierdo de la casa, y se accede al interior de esta por la puerta principal que tiene forma de arco y está adornada por unas columnas de yeso finamente talladas. En la parte superior de la puerta está una escultura del escudo de armas del Distrito Capital de Bogotá, que muestra al águila negra rampante, pero sus alas se encuentran un poco recogidas, lo que me explicó Luis Carlos Cárdenas, guía de la Casa Museo, es para "expresar la significación de la opresión española".

El salto del Tequendama es muy conocido por que en el siglo XX, era un sitio predilecto para los suicidas, quienes saltaban de la cascada y caían al vacío.

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El río Bogotá nace en el municipio de Villa Pinzón, y atraviesa varios lugares de Cundinamarca, entre ellos el Salto del Tequendama, en donde el tramo del río es considerado como un río muerto, pues no hay ningún tipo de vida en él.

que la gente se botaba al vacío, debido a esto ha habido rumores que dicen que el Salto está embrujado y que en la Casa del Salto hay fantasmas -dijo el guía-, pero una cosa es que le cuenten a la gente esas historias, y otra cosa es verdaderamente lo que el lugar suscita; este es un lugar artístico, ambiental, histórico y cultural".

Fotografía de José Álvarez

llegué a la conclusión de que la han debido poner ahí por las personas que solían saltar desde ese punto; también se encuentra una gran roca puntuda que mide más de dos metros de alto y que tiene un par de nombres escritos en ella; se ve una curiosa formación rocosa antes del punto en donde cae el agua, las rocas allí se ven desgastadas, su superficie es irregular y cada roca tiene una forma distinta a las otras, casi como si estuvieran hechas de plastilina; el agua se ve de un color café turbio y en algunas partes hay basura adherida a las rocas; pero lo que me pareció más curioso es la espuma que se forma entre las rocas, esa espuma que se eleva por momentos debido al flujo del agua y al viento, y que después cae como lo hace el agua, formando en el río una capa blanca parecida al icopor. Desde ese punto se puede observar todo el paisaje, a lo lejos se observa la Casa Museo, y para los que no le temen a las alturas, se pueden inclinar un poco para ver el abismo de ciento cincuenta metros de alto y la manera como cae el agua. A pesar de lo que dice la gente, la cascada no olía mal, en realidad no olía a nada gracias al avance que se ha realizado en el proceso de descontaminación del río. Lo que sí podía sentirse era la humedad y un cambio leve de temperatura. Después de admirar este paisaje me retiré por el mismo camino por el que llegué, evitando a las bolas de espuma que se levantan por el aire y caían muy cerca de mí. Me dirigí de nuevo a la Casa Museo.

Foto por: Victoria Flórez Vellojín.

Foto por: Victoria Flórez Vellojín.

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*** Al salir de la Casa Museo decidí ir al lugar en cuestión, la cascada. Así que caminé un par de minutos por la orilla de la carretera hasta una cerca de alambre de púas, por la que no se puede cruzar. Para llegar a la parte superior del Salto es necesario saltarse el muro que separa la carretera de la zona verde. Después toca caminar cuidadosamente y muy despacio para no caerse, unos cuantos minutos más cuesta abajo, entre los árboles y las plantas, por un camino que no tiene más de unos centímetro de ancho, y que se nota ha sido formado a la fuerza por las personas que como yo, quieren llegar a la caída del agua. Al llegar allí, varios elementos llamaron mi atención: una figura de la Virgen María que se encuentra de frente a la cascada, es de un tono azul que contrasta con el fondo verde de las plantas, y debido a su localización

Foto por: Victoria Flórez Vellojín.

Se dice que la piedra de los suicidas era desde donde algunos de los saltadores se lanzaban hacia el vacío.

El río Bogotá desemboca en el río Magdalena, y a pesar de que cuando llega ahí está menos contaminado, se considera la principal causa de la contaminación de la más importante arteria fluvial de Colombia.

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*** Al lado de la Casa Museo, entre la carretera y el abismo, se encuentran unas casetas donde se venden productos a los turistas que llegan a conocer el Salto, desde aguas aromáticas hasta almuerzos. La caseta que está más cerca de la casa, a lado de un pequeño parqueadero que hay allí, se ve bien arreglada, con un techo sostenido por columnas blancas de yeso y un barandal del mismo estilo de las columnas. Esta caseta conserva la armonía con la apariencia de la casa museo, a diferencia de las otras que se encuentran un par de metros más lejos, e inclusive tiene dos pequeños jardines, uno en cada lado de la entrada. Las demás casetas son mucho más rústicas, elaboradas con tablas de madera que se han teñido de un color negruzco por el humo del carbón con el que cocinan ahí. Yo tenía entendido que existe una disputa entre la Fundación Granja Ecológica El Porvenir, y las personas que se dedican a vender en estas casetas, así que me acerqué a la caseta de columnas blancas en donde


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Ramírez me hablaba, el señor, su esposo, también comentaba sobre la situación. "Cuando estaba el doctor Arias, el antiguo dueño de la casa, él nunca molestó acá por las casetas, y después le vendió el hotel a la Fundación y ahora el nuevo dueño se quiere apropiar de todo esto".

Foto por: Victoria Flórez Vellojín.

Durante la conversación, la señora Ramírez me ofreció un agua aromática y seguimos conversando. Me contó que para adecuar la caseta así como está, con las columnas de yeso y el barandal, ella y su sobrina tuvieron que sacar un préstamo en el banco, porque su intención es que su puesto se vea bien para que los turistas se sientan más cómodos. A medida que hablábamos me di cuenta que se iba formando rápidamente una capa de neblina, hasta el punto en que era imposible vislumbrar el salto, las montañas o las rocas, como podía hacerse unas horas antes. Lo único que podía verse era lo que estaba cerca, porque incluso la Casa Museo se veía bastante opaca por la neblina. Pensé de nuevo en las historias de fantasmas que cuentan acerca del lugar, y que esa neblina tan espesa no ayuda mucho a desmentir las historias, de hecho le da un toque de misterio a la casa. Hice caso omiso a ese pensamiento y continúe hablando con la señora Ramírez mientras me terminaba de tomar el agua aromática.

El río Bogotá llegó al nivel ocho, que es el mayor grado de contaminación, siendo los principales contaminantes el cadmio, cromo, mercurio, zinc, arsénico y plomo.

"Casualmente, el presidente de la Junta de Acción Comunal hizo una carta para enviársela a la Fundación para que habláramos con el hotel, y de una vez nosotros aprovecháramos para ver cuál era el inconveniente, y por qué nos quieren sacar de acá -continuó la señora Ramírez con su relato-, nosotros dijimos que íbamos a hablar todos con ellos para llegar a un acuerdo para que nos dejen adecuar el sitio bien bonito. Nos decía un doctor de la Alcaldía que podemos unirnos en un comité, y la Alcaldía en eso nos podía ayudar. Todo eso lo estamos haciendo ahorita. Nosotros ya sacamos el carné de alimentos y todo. Nos duele que nos digan 'es que ellos los quieren sacar'. Nosotros queremos sentarnos a hablar con ellos. A los empleados de la casa los regañan porque no pueden venir ni a tomarse una aromática ni a comer algo", aseguró la señora Ramírez mientras organizaba algunas cosas de la caseta. Agradecí a la señora Ramírez y a su esposo por su tiempo y por el agua aromática, y me dirigí a la carretera a esperar un bus que me llevara hasta un lugar que le dicen la Virgen, para tomar otro bus hasta San Antonio del Tequendama.

"Ellos nos dicen a cada rato que nos va a sacar porque van a colocar una reserva natural -sostuvo Carmenza Ramírez refiriéndose a Carlos Cuervo y María Victoria Blanco, los dueños de la casa-, pero nosotros toda la vida hemos trabajado acá y no queremos problemas de ninguna clase, solo queremos adecuar nuestro puesto. El puesto de allá era de mi mamá -dijo señalando la caseta de al lado-, y ella nos lo dejó a nosotras, y este de acá es de mi sobrina y mío. En el primer puesto trabajamos como cuatro o cinco, nos turnamos cada semana. Nosotros vivimos aquí mismo, aquí a la vueltecita. Acá se han ido como tres personas a vivir a Soacha, pero todos somos de acá". Mientras la señora

Foto por: Victoria Flórez Vellojín.

estaban dos personas, un hombre de edad un poco avanzada y una mujer de baja estatura, ambos tenían una expresión amable. Solo estaban ellos dos en esa caseta, así que asumí que ellos atendían allí, entonces les conté lo que había escuchado acerca del problema que tienen con la fundación y les pregunté si era cierto. La señora, Carmenza Ramírez, me ofreció una silla para que me sentara y enseguida me comenzó a relatar lo sucedido.

Gracias a un fallo de la Corte Constitucional, se inició el proceso de descontaminación del río con un proyecto de 446 millones de dólares provenientes del Banco Mundial.

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Foto por: Victoria Flórez Vellojín.

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Algunas de las familias que venden productos en las cacetas que están ubicadas en las cercanías de la Casa del Salto han estado allí cerca de cincuenta años.

*** Después de transitar por una carretera compuesta en gran parte por curvas, llegué a San Antonio del Tequendama. El bus me dejó en la plaza principal del pueblo. Allí se sentía un ambiente muy tranquilo, no había mucha gente en la plaza, entonces me di cuenta que casi todas las personas estaban en la iglesia y le pregunté a una señora en una tienda que si a esa hora era la misa y me dijo que no, que la gente estaba en un funeral. Decidí esperar a que la gente saliera de la iglesia para poder hablar con un par de personas, mientras tanto me fui a almorzar en un restaurante cerca a la plaza. Al acabarse el funeral, la gente salió de la iglesia y se dispersaron, unos se fueron por diferentes caminos que llevan de la plaza a las casas del pueblo, y otros se quedaron allí. Hablé con un par de personas acerca del Salto del Tequendama, en su mayoría no estaban muy informados de la labor que cumple la Casa Museo ni sobre el proceso de descontaminación del río, parecía que ese tema no les interesara mucho. En lo que todos con quienes hablé coincidían, era en decir que existen historias de fantasmas en el salto, pero eso no quiere decir que ellos crean que las historias son ciertas, solamente las conocen porque viven en esa región y las han escuchado. Permanecí unos treinta minutos más en la plaza mientras esperaba que llegara el bus que me llevaría de vuelta a Bogotá. En el camino de

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regreso volví a pasar por las cacetas, por la Casa Museo y por el Salto. La neblina ya se había disipado y era posible ver con claridad la cascada una vez más. Al final me di cuenta de que en el Salto sí hay fantasmas, pero no son los espíritus terroríficos que cuentan las historias de miedo para asustar a la gente; los fantasmas del Salto son diferentes. Pienso en el fantasma que es el recuerdo de lo que el río Bogotá fue una vez, antes de que toda la contaminación lo convirtiera en un pozo de suciedad y desechos, cuando este pasaba por el Salto del Tequendama y se convertía en una majestuosa caída de agua. Pienso en el fantasma de una tradición familiar de esas personas que venden productos en sus cacetas a la orilla de la carretera; como antes no les ponían problemas por hacer su trabajo y ganarse la vida, pero ahora les quieren quitar la única fuente de ingresos que tienen. Pienso en el fantasma del recuerdo de la casa del Salto, que comenzó como estación del tren y luego pasó a ser un hotel, para tiempo después convertirse en una edificación abandonada a causa de la contaminación del río y que ahora es un museo que sirve como punto de inicio para concientizar a las personas del daño ecológico que le hemos hecho a esta zona durante décadas. A decir verdad, los fantasmas del Salto no son almas en pena, son el recuerdo de algo que hemos perdido y que esperamos no sea muy tarde para recuperarlo.


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El viejo Foto familiar

Foto familiar

Nariz Larga

Elvia Castaño, Leonardo Posada y Enrique Posada. Hotel de la Amistad. Años 60.

Elvia Castaño, Enrique Posada, acompañados de Fernando Grana y un portugués llamado Sócrates. Años 60.

Por: KATHERINE VEGA

C

on los codos en la mesa, los ojos bien abiertos, y esperando mis preguntas, Enrique Posada da a entender que debo apresurarme porque su tiempo vale oro. En el computador se ve su correo abierto, un tablero le recuerda que tiene una lista de compromisos por cumplir,

y detrás de los vidrios de su oficina, los funcionarios del Instituto Confucio caminan, hablan y ajustan los detalles del próximo evento que realizarán. -¿Cómo se llamaban sus padres?

Los ojos abiertos y la concentración de Posada se pierden. -¡Ahh!, ¿para qué? -¿No? - Vamos a lo importante. - Se recuesta en el espaldar de la silla - ¡Están muertos! - ¿Cuál es su poema favorito de César Vallejo? Se queda en silencio unos segundos. - ¡Ese sí es un dato importante! Se sienta erguido, mira hacia arriba, vuelve a estar en silencio y empieza a recitar: Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé! Golpes como del odio de Dios; Como si ante ellos, la resaca de todo lo sufrido se empozara en el alma… Son pocos; pero son… Abren Zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte. Serán tal vez potros de bárbaros Atilas; o los heraldos negros que nos manda la muerte. Son caídas hondas de los Cristos del alma, de alguna fe adorable que el destino blasfema. Esos golpes sangrientos son las crepitaciones de algún pan que en la puerta del horno se nos quema. Y el hombre… pobre… ¡pobre!

Vuelve los ojos, como cuando por sobre el hombro nos llama una palmada; vuelve los ojos locos, y todo lo vivido se empoza, como charco de culpa, en la mirada. Hay golpes en la vida, tan fuertes… ¡Yo no sé!

… Un hombre alto, siempre elegante, de trajes oscuros y corbatas rojas. Un hombre, al que los años le han dejado cicatrices de experiencia y le han quitado algunos de sus cabellos, ya blancos. Ese es Enrique Posada. Muchos lo conocen, pero otros ni se inmutan al oír su nombre. Quizás, dice su hijo Fernando, porque no se quedó quieto, porque la vida de escritor necesita un poco de estabilidad, de dedicarse solo a eso. Pero el problema, es y fue, que la estabilidad de Enrique está dividida por 15.516 kilómetros. Y es esa distancia la causa de que su corazón se lea en dos idiomas: en mandarín y en español. Enrique abre la puerta de aquel apartamento del piso trece en el noroccidente de Bogotá. En su mano izquierda tiene el teléfono y habla con alguien que trabaja en la revista 'Amigos de China'. Una publicación que existe hace trece años y de la que él es el director. Sus ediciones se crean en una organización sin ánimo de lucro que trabaja para unir la cultura de Colombia y la de China, la Asociación de la Amistad Colombo-China. "A Enriquito lo conozco por allá desde los años 70 y algo. Tal vez estuve en la lectura de uno de sus cuentos: 'Los guerrilleros no bajan a la ciudad'. Después, supe que se había ido para China… Él ha estado en la Asociación por etapas, pero desde el 95 para acá, todo el tiempo.", dice el señor Jaime Moreno, el presidente de la asociación. Posada sonríe y me invita a seguir. Lo primero que se ve es la sala, un conjunto de sofás blancos acompañados de porcelanas, cuadros, y pequeños objetos, que en su mayoría son de China; algunos cuelgan de la pared y otros están sobre diferentes muebles. Cada objeto tiene el espacio indicado, y los tonos pasteles y claros hacen que la luz de la tarde se vea más brillante. "¿No se puede cambiar el tamaño?", pregunta Enrique a la persona que

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-¿Cuál es su canción favorita de Agustín Lara? Foto familiar

-Noche de ronda. Es casi un poema. "Agustín Lara es -para decirlo con palabras que podrían ser suyas- una de las esencias del alma mexicana. Su pecado fue (…) la cursilería.", dice Ricardo Garibay, escritor mexicano que conoció de cerca al dueño de la voz que muchas veces escuchó Posada. Una voz que se dejó llevar por las notas musicales de un piano para transportar a todos aquellos románticos de la época. Con escuchar una vez 'Noche de ronda' en Youtube, es fácil imaginar a Enrique Posada abandonando su seriedad, dejándose llevar por la música y seguir, sin equivocarse, la letra de la canción que él mismo define como poesía: Noche de ronda/ qué triste pasa/ qué triste cruza/ por mi balcón /noche de ronda/ cómo me hiere /cómo lastima /mi corazón.

está al otro lado del teléfono mientras camina apoyado de su bastón. Sí, un bastón, porque hace 10 años sufrió una caída enseñándole a montar bicicleta a su nieta, quedó cojo. Gira y señala la mesita de centro, "Ahí están los libros para que los vayas mirando". 'Los guerrilleros no bajan a la ciudad' publicado en 1963, es el libro que encabeza el abanico de textos que reúnen su trabajo literario. 'Antologías del cuento antioqueño', 'Tarde llega el alba', 'China a life twice lived', 'En China dos veces la vida', son los que siguen por orden de publicación. Debajo de todos ellos, siete en total, 'Testigo de China', su nuevo libro. El ánimo de Enrique es diferente. Cuando está en la oficina del Instituto Confucio es serio, permanece sentado, arqueando la espalda frente al computador y nunca se quita el saco. Esta vez, en la comodidad de su casa, no tiene el abrigo del traje que usa, sino un saco más informal, de un tono rojo. Al terminar la llamada se sienta en el sillón que acompaña el sofá principal. Toma el primer libro y dice: -Lo primero que publiqué fueron traducciones. Yo perdía matemáticas por estar metido en la biblioteca de la Universidad de Antioquia. Empecé a estudiar idiomas; primero italiano, después francés, después inglés. Posada es de Medellín, de una familia numerosa. Su padre fue comerciante y su madre modista. Nació y creció en el barrio La Mansión. Estudió en el Liceo de la Universidad de Antioquía en donde Gonzalo Arango, fundador del Nadaismo -corriente literaria-, fue su profesor.

--"Que le publiquen a uno da ánimo" dice sonriendo. Timbran, y Enrique se pone de pie, "Debe ser la mujer". Al abrir la puerta, una joven lo saluda amablemente y él pregunta preocupado "¿qué pasó?” -Me la encontré abajo, y la bolsa está muy pesada. -¿Pero por qué n… - No, no pasó nada -lo interrumpe su esposa-. Me la encontré, la saludé y me acompañó. Se despiden cordialmente y Elvia Castaño ingresa a su casa diciendo que está cansada. Su voz es fuerte, su tono ronco, pero su forma de expresarse advierte la ternura de la mujer que ha acompañado a Posada por más de cincuenta años. Saluda y se sienta en el otro sofá. -¿Por qué no terminó su carrera de economía en la Universidad de Antioquia? - Fundé el Cine Club Universitario de Medellín. Era el auge de los cineclubes. Íbamos a proyectar una película y yo ya había contratado el teatro María Victoria. Ese día fui al periódico El Colombiano, donde yo escribía, a que publicaran la noticia de que se iba a presentar la película. Pero el obispo dijo que no, que eso no se podía mostrar en Medellín. Tenía escenas que hoy hacen reír a los adolescentes. ¡Mueren de la risa! Escenas de amor, de desnudos. Pero todos ya habían pagado la boleta, eran más de trescientos. Elvia escucha un rato nuestra conversación, saca unas agujas de crochet y empieza a tejer. Foto familiar

Visita a la casa donde nació Mao Zedong. Elvira Castaño, Leonardo Posada, Enrique Posada, en compañía de compañeros del Instituto de Lenguas Extranjeras No. 2 y un profesor hondureño. Años 60.

-Él era amante de la poesía de César Vallejo, nos la recitaba. Pero no solo nos hizo conocer a Vallejo, también a García Lorca, Rubén Darío, a los poetas grandes. Entonces, empecé traduciendo cuentos. Traduje Alberto Moravia, el italiano que estaba de moda en ese momento, lo mandé a una revista en Bogotá que se llamaba Estampa, dirigida por Jaime Tello y lo publicó. En una entrevista para el periódico El Tiempo, Enrique dijo que se separó de su profesor, "…porque él se vino a Bogotá. Cuando quemó libros me separé de él; escribí contra el nadaísmo". A los 16 años, Posada le hizo una nota a Agustín Lara -el Flaco de oro-, su primer artículo, que terminó publicado en El Colombiano. Gracias a su escritura le dieron espacio para una columna de opinión. La tituló 'Poetas de Antioquia'.

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Junto al Presidente Wu Langfu de la Asamblea Nacional Popular China. Años 90.


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Foto familiar

-¿Que, qué pensaste cuando te dije que nos fuéramos a China?, dice Posada subiendo la voz.

Equipo del Buró de traducciones y publicaciones dependientes del Consejo de Estado de Mao Zedong. Enrique Posada es el que está fumando. Años 60

-¿Entonces? - La gente estaba citada a las 6:30 de la tarde y el teatro estaba cerrado con reja. No pude entrar a la administración y pensé: Hay que decir quién es el culpable. Me paré e hice el primer discurso de mi vida sonríe-, les dije: Este es un feudo, aquí manda el obispo y la prohibió -se queda en silencio y vuelve a sonreír- ¡Porque si no les decía, me linchaban a mí! En ese momento era 1962, el pacto de los partidos tradicionales llevaba cinco años. Desde 1958 la izquierda se había tomado las universidades, porque, "El Frente Nacional hizo que se le quitara importancia a los partidos. Todos estaban proponiendo más o menos lo mismo.", cuenta el historiador y decano de la facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, Jorge Orlando Melo.

- ¡Ahhh! Sí claro. ¡Yo no sabía ni qué era, pero quería irme!, dice, mientras vuelve a tejer . Luego de trabajar en el periódico El Espectador como redactor político, Hernán Toro Agudelo, Ministro de agricultura, le dijo a Enrique que trabajara con él. El interés de Posada para ese entonces era la reforma agraria. Sin embargo, por ser parte de una delegación que viajó a Cuba para entrevistar al 'Che' Guevara, tuvo la oportunidad de hablar con el Embajador de China de ese país, y fue el diplomático el que le dijo que se fuera con su familia a Asia. ---El idioma, la comida, el clima, su hogar, sus vecinos, sus conocidos, todo lo dejaron, hasta la misma m ú s i c a e m p e z ó a c a m b i a r. Cuando llegaron al gigante asiático

conocieron el Himno de los Voluntarios. Una canción que Posada califica como "bella":

起来 !不 愿 做 奴隶 的 人们 ! 把 我们 的 血肉 , 筑 成 我们 新 的 长城 ! 中华 民族 到 了 最 危险 的 时候 , 每 个 人 被迫 着 发出 最后 的 吼声 。

-¿Qué dijeron las personas que esperaban la película? -"Nos sentamos en la avenida", y paralizaron el tráfico. El Secretario del Gobierno, hermano de un condiscípulo mío, le dijo a la policía, cambia la voz- "Pase por encima". ¡Un bruto!,- dice molesto- ¡un facho! En realidad era para intimidar, sabía que la policía no iba a hacer eso. Pero, -se queda pensando- ¡bruto! Se los llevaron a todos y yo moví palancas para sacarlos. Enrique decidió vivir en Bogotá y terminar su carrera de economista en la Universidad Nacional. Fue en esa institución en donde conoció a Elvia, cuando estudiaba sociología, la misma a la que con un verso le dicó su libro 'En China dos veces la vida': "Juntos, besando por primera vez la rosada y blanca peonía; juntos volviendo al momento del despertar de la flor de hierro. -¿Usted qué pensó cuando Enrique le dijo que se fueran a China?, le pregunté a Elvia. -¡¿Qué?! -Sube el todo de voz y sale de la posición cómoda en la que estaba tejiendo.

起来! 起来 ! 起来 ! … -¿Cuando viajaron por primera vez a China, tenían hijos? - Sí, dos. Fernando y Leonardo. Leonardo vive en China, y según Enrique "es directo y lacónico". Solo, a través de la fría plataforma de un correo respondió mis preguntas. "Su mayor defecto es ser romántico y su mayor cualidad es ser romántico", escribe, cuando le pregunto sobre su padre. "Yo sé a qué se refiere Leo. Es la utopía más que el romanticismo. Cuando uno cree en algo, quiere realizarlo. Por eso coincidimos. Yo creo que Enrique es consecuente, pues hace lo que se propone. ¡Si él cree en algo, ahí se mete!" dice Fernando, el hijo mayor. Los dos hermanos son diferentes. Leonardo es "más chino que colombiano" y Fernando es más colombiano que chino. Leonardo es economista, vive en China, se ha dedicado a los negocios y es

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coleccionista de arte. Fernando estudió filosofía, es profesor de periodismo audiovisual, y él ha vivido más en Bogotá. Sin embargo, los cuatro, Elvia, Enrique, Fernando y Leonardo son muy unidos y coinciden en que la mejor época que vivieron fue en el Hotel de la Amistad. -¿Qué era el Hotel de la Amistad? - Un lugar donde vivían los extranjeros, uno tenía de todo. Era cómodo, seguro, no se pagaba impuestos, vivienda, ni educación, y nos daban un salario para la comida. Era grato, uno no estaba presionado a comprar nada. Yo era feliz. Ahí fue a donde llegaron en su primer viaje, a "una ciudadela construida para tres mil expertos rusos ya idos", dice Enrique en 'Testigo de China'. Y fue 1965 el año en el que inició la saga de viajes hacia el Grande asiático. Saga, porque allá vivieron por periodos de cuatro a tres años, que sumados dan como resultado diecisiete años viviendo como extranjeros, en palabras de los chinos, como "Narices largas". "Los regresos de ellos tuvieron dificultades económicas. Se trataba de volver a recuperar al pasado. Yo admiro a Enrique por eso, porque comenzar vida cada tres o dos años es muy difícil", dice Fernando, quién admira y siempre resalta el trabajo periodístico de Enrique. Es él, el que cuenta las anécdotas periodísticas, como cuando Enrique fue a hacer la crónica sobre las monjas de clausura y cuando él, de niño, tomaba las fotos para ayudar a Enrique. . ¿Cuándo se devolvió en 1969, sus hijos se querían quedar? -El mayor tuvo que volver pronto para entrar a la secundaria y las escuelas se cerraban. Tienes que hacerte a la imagen exacta de que yo llegué e inmediatamente inició la revolución cultural: protestas, manifestaciones permanentes, el caos. Las escuelas se cerraban, las universidades también. Y toda la gente estaba en las calles manifestando para el regreso de Mao al poder. El menor no tenía problema porque tenía 3 años y tuvo que aprender chino directamente. Fue su lengua materna.

… Tiempo después de su estadía en China, Enrique preguntó qué significaba el Himno de los Voluntarios. La emblemática canción se convirtió en el Himno de la República China, cuenta Enrique. ¡Levantaos, aquellos que rehúsan ser esclavos! / ¡Con nuestra carne y sangre alcemos una nueva Gran Muralla! / La Nación china ha llegado a su más crítico momento. / ¡Que cada uno lance su pungente último clamor/ ¡Levantaos! ¡Levantaos! ¡Levantaos! …

En la segunda temporada, de 1973 a 1979, Mao Zedong muere y con él, la revolución cultural. Deng Xiaoping, derriba el poder izquierdista, conocida como la "Caída de los cuatro" y establece la "economía de mercado socialista". Además, la ciudad de Tangshan fue epicentro de uno de los peores terremotos de China, que con 7,8° en la escala de Richter dejó, dejó 55 mil muertos. Por esa misma época, en Colombia nace el M-19, se impulsa la reforma urbana con la unidad de poder adquisitivo constante (UPAC). La inflación alcanza el índice más alto, y se produce el paro del Seguro Social. Al mismo tiempo, la Asociación de Amistad Colombo- China se empieza a consolidar. “Los fundadores fueron personajes muy importantes de la vida nacional. Jorge Cárdenas Gutiérrez, quien fue presidente de la Federación Nacional de Cafeteros; Francisco Ortega, expresidente del Banco de la República; el doctor Luis Villas Borda, Pepe Gómez, entre otros. Fuimos alrededor de treinta personas, pero en esa época, ser amigo de China era como ser subversivo." Cuenta Jaime Moreno, el presidente de la asociación. Su periodo más corto fue de 1983 a 1985. Enrique fue a ocupar un cargo como diplomático en la Embajada de Colombia. Zhao Ziyang, por invitación de Belisario Betancur, viene al país, gracias a que en 1980 se establecieron relaciones diplomáticas formales. En 1985, en Colombia, hace erupción el volcán el Nevado del Ruiz, que duró setenta y nueve años inactivo, pero que el 13 de noviembre de ese año dio a conocer su fuerza y poder sepultando al pueblo de Armero, donde murieron más de 20.000 habitantes. Fue en ese año cuando el país vio morir una niña de tan solo 13 años, Omayra Sanchéz, quien duró tres días atrapada entre tierra, barro y restos de su pueblo, hasta que murió. Y en su último periodo, de 1991 a 1995, China fue reconocida como una de las primeras potencias mundiales. Enrique fue llamado al servicio del Buró de Traducciones y Publicaciones dependientes de Consejo de Estado. En Colombia, se hizo la Constitución que sigue vigente, se creó el Ministerio de Comercio Exterior y el Sisbén, y se dio a conocer el escándalo del proceso 8.000.

Foto familiar

"Si él no hubiera viajado a China, él sería famosísimo, pero estuvo por fuera diecisiete años. Hasta hace diez años se volvió a instalar, y empezó a ser reconocido. Esos cambios son muy buenos y son admirables, pero también tienen sus consecuencias.", agrega Fernando con voz pausada.

"Para los muchachos de 20 años, China era como un paraíso. Acá había un periódico que se repartía, se llama 'Pekín Informa', y otro era 'China Reconstruye', que fascinaba a algunos" recuerda Jorge Orlando Melo.

La primera temporada en China fue de 1965 a 1969. Enrique se fue a traducir las obras de Mao Zedong. Allá iniciaba la revolución cultural, el país estaba aislado, y se recuperaba de dos años de hambruna. En esa misma época, empiezan a surgir guerrillas en Colombia como el EPL, que era Familia de Leonardo Posada, familia de Fernando Molina, junto a Elvia Castaño y Enrique Posada. prochina, y el ELN que era procubano. Colombia, La Calera.

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Foto familiar

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explicarme con ayuda del mapa de China que tiene en su oficina, dónde queda la provincia.- Tiene 150 millones de habitantes. Como un país. La capital tiene 30 millones. Ahí, se come la comida más picante, más picante que la mexicana. Así como él conoce dónde queda cualquier provincia, en qué años sucedieron los eventos que hicieron que China dejara de ser la "enferma de Asia" y se convirtiera en una potencia mundial. China sabe de él, lo dice Embajador de ese país en Colombia Wang Xiaoyuan.

Elvia Castaño y Enrique Posada con sus cuatro nietas. Colombia, La Calera.

Cuando Posada se fue por primera vez, salió de un país en el que existían dos partidos y un pacto. Cuando regresó, había nueva constitución y el azul y el rojo, el partido Conservador y el Liberal, ya no eran tan fuertes como antes. Paralelamente, cuando llegó a China, el país era considerado 'el enfermo de Asia'; cuando salió, China empezaba a ser llamado 'el gigante asiático', y los 'Narices Largas', los extranjeros, eran muchos más. … Antes de 1980 el pasaporte de Enrique y Elvia no existía, era solo "un papel aparte", como él mismo lo cuenta. Ellos fueron testigos de los grandes cambios de China, dividieron su vida en dos culturas y son sus hijos la prueba viviente de ello. Llevan cincuenta años juntos, pasando las duras y las maduras como se dice en Colombia, desde la enfermedad que puso al borde de la muerte a Fernando en su primera visita a China, hasta las alegrías que les ha traído los diferentes logros de Enrique. "Yo creo que Enrique y mi mamá han sido una llave completamente sólida. Ellos dos, con los problemas que hayan tenido, se necesitan. Todo lo hablan, todo lo comentan, se colaboran, se ayudan. Además, tienen un espíritu paisa aventurero, entonces venga lo que venga, no hay problema", dice Fernando. Parece imposible que Enrique Posada deje o decida vivir en Colombia sin tener que ver algo con China. Su familia, especialmente su hijo Leonardo y ahora sus nietas viven en ese país. Un lugar que definitivamente lo emociona. Incluso, parece que ama más al Grande Asiático que a su país de origen. No lo dice, no lo menciona, pero es fácil de percibir. -¿Qué comida colombiana le gusta? - ¿A mí? - pregunta, moviendo las manos y haciendo una mueca que me da a entender que mi pregunta le parece absurda -. ¿Qué comida?, no, no tengo ninguna. -¿Y de China? - Toda. Toda la comida me gusta. Me gusta agridulce, del sur. El picante del norte, pero no demasiado picante, porque hay una comida de la provincia de Sichuan que es muy picante. -Se pone de pie, y empieza a

"Es un viejo amigo de China, yo lo conozco desde los años ochenta cuando trabajaba en la Embajada de Colombia en China. Él se encargó de ella durante un tiempo y después trabajó como un especialista para la traducción de los documentos importantes en China…Él es un viejo amigo y un conocedor de China.” -¿Por qué no se quedó allá? -No me quedé en China porque pasaría el resto de mi vida como un extranjero en el suelo de Confucio, porque para ingresar y ascender en la escala burocrática de ese país no me ayudan ni los ojos, que no son rasgados, ni la forma de la nariz, ni la estatura, nada. A pesar de no quedarse en China, Enrique encontró la manera de estar en contacto con ese país, además de representarlo, visitarlo, presentarlo y enseñar sobre él. En el 2003 se abrió el Observatorio virtual de Asía Pacífico, una ventana para todos los que quieren conocer Asia, oportunidades de trabajo, posibilidades de estudio y para toda la comunidad académica. Enrique es el director. Pero también, en el 2013 se abrió las puertas del Instituto Confucio. Este Instituto tiene como objetivo enseñar la cultura y el idioma de China. En el mundo, existen alrededor de 282 institutos que cumplen el mismo objetivo. El Instituto Confucio UJTL es el segundo que se abre en la ciudad de Bogotá. "Enrique sigue en contacto con China, es gracias a esos contactos que él logró la apertura de un segundo Instituto Confucio en Bogotá. Siempre hay un solo Confucio por ciudad. Entonces esa relación con China, a pesar de que no está viviendo allá, sigue vigente.", dice Lina Álvarez, economista, docente y compañera de trabajo de investigación de Enrique. En la carrera 4 # 22-61 está la Universidad Jorge Tadeo Lozano, y allí, el Instituto Confucio UJTL, donde Enrique Posada pasa las mañanas de lunes a viernes y donde la gente que trabaja con él no tiene problema en mencionar el respeto y la admiración que le tienen. Fue ahí donde conocí su historia y después de una calurosa bienvenida y vario tiempo conociéndolo pude entender lo que las personas que lo conocen entienden: que ese Instituto es la frontera que parece eliminar esos 15.516 kilómetros entre Colombia y China. El Instituto es su frontera favorita. "Bienvenida al Instituto, espero te enamores, porque no es difícil enamorarse de Confucio."

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La reina del desierto

de la Tatacoa

Por: PAOLA ANDREA VARGAS LEAL

Foto por: Paola Vargas

N

o se sabe, pero no importa. Que si fue un periodista de tantos que la visitó o fue el grupo de Caracol Noticias quienes la apodaron por primera vez como Reina del Desierto. No se sabe, pero no importa.

Que si fueron los astrónomos japoneses que llegaron al desierto a ver el eclipse de sol en 1991, quienes la apodaron por primera vez como la Reina del Desierto. No se sabe, pero no importa. Que si fueron "los gringos" (unos de los treinta mil visitantes, entre ellos extranjeros) que fueron al desierto a ver el eclipse de Sol quienes la nombraron por primera vez Reina del Desierto. No se sabe, pero no importa. Que si fueron hombres "vestidos de costal" (con trajes muy elegantes) quienes fueron buenos con ella y le pidieron permiso para trabajar en su territorio por ser anfitriona y la sabia del lugar, quienes finalmente la nombraron Reina del Desierto. No se sabe, pero no importa. Y no importa porque -Por ahí hay otra que dice que quiere ser la reina, pero no, yo soy la reina- recuerda Javier Rúa, el astrónomo del Observatorio, escucharle decir a Rosalina Martínez de Cleves. ***** La historia de Rosalina ha involucrado a muchas personas, desde sus doce hijos, sus setenta y seis nietos y docientos bisnietos, (según lo identifican algunos medios de comunicación que han intentado hacer el rastreo como el periódico El Mundo), más todos los turistas y astrónomos que la conocieron, han hecho que varios fragmentos de su vida tengan vacíos como el enigma del nombramiento mencionado.

Foto por: Paola Vargas

Lo mismo le pasa al Desierto de la Tatacoa, casualmente en el mismo aspecto, el conocimiento de los responsables de bautizar con distintos nombres al lugar. Pues realmente de lo único que se tiene certeza y concuerdan todas las fuentes humanas que habitan el desierto y

Moisés Martínez de Cleves, nieto de Rosalina, apodado El Turre, es el administrador del Hostal Turístico Noches de Saturno. En él construyó una piscina natural y un campo de tejo gracias a los consejos que Rosalina le dio.

Villavieja, es que en 1.538 Gonzalo Jiménez de Quesada llegó a conquistar el lugar y al ver el terreno infértil lo nombró El Valle de las Tristezas, tal como lo documenta el Museo Paleontológico de Villavieja, su institución histórica, cultural y educativa. En cuanto a datos como: quién certifica que los indígenas Pijaos, Totoyoes y Doches, fueron quienes nombraron a toda la región como Yararaca, no se sabe, o qué certifica quiénes fueron responsables de denominar al Valle de las Tristezas como el Desierto de la Tatacoa. Solo se tiene información sobre el término Tatacoa, que era el nombre de una serpiente parecida a la cascabel que se extinguió hace miles de años, pero de la cual se preserva el nombre porque mucha información ha sido transmitida por tradición oral pero ha coincidido en lo mismo. Tal vez esta sea una de las razones por las que Rosalina desarrolló su creatividad para apodar a sus conocidos. Como lo decía Moisés Martínez de Cleves, nieto, o El Turre, como la reina lo apodó, "ella era una artista para ponerle remoquete a otro". Con apodos como El Pisco, El Toro, La Lechuza y muchos más, todos sus hijos, esposo y nietos fueron apodados con nombres de animales según alguna característica destacable de los mismos. En el caso de Moisés nieto y bisnieto, se trata de su contextura física, sus cachetes redondos y sonrojados junto a los ojos pequeños y brillantes que se asocian fácilmente con los turrones dulces que Rosalina solía comer. *******

Marisa Martínez de Cleves, apodada por Rosalina como la Lechuza, es la administradora del Mirador Turístico del Desierto de la Tatacoa, y construyó su casa junto a la de Rosalina.

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A 38 kilómetros de Neiva, la capital del Departamento del Huila donde se ubica el Desierto de la Tatacoa y a 10 Kilómetros de Natagaima, pueblo del vecino departamento del Tolima, se conforman los límites de 330 kilómetros de zona árida, catalogada como la segunda zona desértica más extensa de todo el país, después de la península de la Guajira, lo reconocen los guías turísticos de sitios de información turística nacional como Colombia Travel o Colombia.com.


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El Desierto de la Tatacoa también es un libro de historia natural abierto para más de un científico e historiador. Gracias a las capas o eras geológicas que se pueden ver y diferenciar en 110 kilómetros dedicados a la investigación paleontológica y geológica, sitios del desierto como Los Laberintos (el terreno rojizo) o los Hoyos (el terreno gris) del desierto, arqueólogos, geólogos, antropólogos, historiadores, biólogos y toda clase de investigadores son atraídos por la posibilidad de indagar la identidad de fósiles milenarios como el Megaterio (del cual se tiene una réplica a tamaño real en la plaza central de Villavieja), así como el Gliptodonte, el Stirtonia tatacoensis o el Ammonites. Todos habitantes de la tierra hace 340 millones de años y otras eras geológicas más recientes, hoy memorables en el museo Paleontológico de Villavieja.

El nombre "Tatacoa" en las lenguas nativas significaba serpiente brava y peligrosa, esta era asociada con la culebra cascabel. Actualmente el nombre nativo es asociado a una culebra negra, pequeña e inofensiva.

El Desierto de la Tatacoa no es solo una extensión de territorio, se podría decir que ese lugar es lo que cada visitante quiere que sea. Al ser uno de los escenarios visualmente destacados del país por contar con zonas de tierra gris y ocre, más algunas pinceladas del matiz de verdes que dan pequeños pastizales secos y los cactus del lugar, se convirtió actualmente en el escenario perfecto tanto para turistas como para artistas que han encontrado en él una belleza inusual y una mística imposible de desaprovechar.

El cambiante clima y tipo de terreno que se encuentra en este particular desierto, también es motivo de reflexión, no solo porque técnicamente hablando, es un bosque seco tropical, "muy seco tropical", como lo indica el aviso de bienvenida que se encuentra ubicado en la entrada del Desierto que conecta a Villavieja; sino, porque históricamente hablando era un inmenso y extinto mar que fluyó en la misma época en que habitaron las mencionadas especies prehistóricos y que hoy en día es un terreno cada vez más seco y árido debido al calentamiento global. Martha Eugenia López, escritora del libro Las Estampas del Huila, habla sobre Rosalina y su similitud con el desierto precisamente desde esta perspectiva, "Tenía el desierto marcado en su piel. En la de sus manos y piernas se veían trazados los surcos y el color cobrizo de algunas de esas tierras. En esa sequía, en la que ella misma se fue disecando". ***** La lista de razones por las que el desierto continuará renovando su importancia seguirán creciendo, pues desde el 11 de Julio de 1991, fecha en la que un eclipse de Sol realizó su última aparición, el Desierto

Javier Fernando Rúa Restrepo, Director del Observatorio Astronómico del Huila, es astrónomo autodidacta, fue nombrado como profesional en la Universidad Surcolombiana (Neiva-Huila) de la cual ahora es docente y también es miembro actual de la Red de Astronomía de Colombia.

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Foto por: Paola Vargas

Foto por: Paola Vargas

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La primera vez que el astrónomo Javier Rúa acampó en la casa de Rosalina, fue en el espacio abierto del lado izquierdo de la casa, el motivo fue una tormenta que inundó parte de la casa de Elvira (una de las hijas de Rosalina).

Rosalina Martínez de Cleves murió en un día de equinoxio. El 21 de marzo de 2010. En la foto, la canoa que atraviesa el río Magdalena para transportar a viajeros de Aipe a Villavieja.

de la Tatacoa fue reconocido mundialmente por ser uno de los lugares privilegiados para hacer observación del espacio celeste, por ende astrónomos de todo el mundo viajaron hasta este desierto con gran cantidad de aparatos de última tecnología del momento para avistar, fotografiar, grabar y escribir en todos los medios posibles los cuatro minutos del fenómeno de luz que perdurarían en la memoria de miles de personas de todo el mundo para siempre. Momento que cambió la vida del Desierto ya que obtuvo reconocimiento internacional y el nombramiento de su primera y única reina.

Y claro, si se es hijo o nieto de Rosalina, indiscutiblemente recordará su carácter, pues tanto nietos como bisnietos les gustaba hacerle bromas: "Cuando la encontraba de mal genio era mejor alejarse, porque a ella no le importaba coger un perrero y meterle un juetazo a uno - dice Moisés, el bisnieto- a mí me cogió cuando la arremedé porque ella siempre decía 'primenton' en vez de pimentón, entonces yo le decía, ¿Qué qué abuela, que le traiga el primentón?, y ella decía, ¡hay este guevón se me está burlando!".

Cada quien resalta y enaltece el desierto por lo que ha experimentado de él, si es turista recuerda los cambiantes colores de las montañas que brillan de colores según la luz del sol y la luna que pintan el paisaje todos los días y noches; si es biólogo recordará la diversidad de cactus, sus espinas, curvas y frutos rojos producidos a cuatro metros de altura en la punta de las ramas, de igual forma que recordará los caballos, las cabras, las vacas, toros, burros y las pequeñas lagartijas que mueven las matas a toda velocidad ambientando el sonido natural del lugar. Pero si se es astrónomo recordará infinidad de información que esconden en las ochenta y ocho constelaciones que la bóveda celeste del desierto le deja ver la mayoría de sus noches. Y si es Javier Fernando Rúa, el astrónomo oficial del observatorio Astronómico del Desierto de la Tatacoa, -un hombre moreno, de 1.65 metros de alto de contextura media y una cálida y cadenciosa voz, muy agradable de escuchar, como la de todo un maestro-, recordará la personalidad de Rosalina y la entenderá como al desierto mismo. "Ella tenía un carácter tenaz, muy duro de entrada y con los nietos más", decía Javier, sin embargo, fue el mismo quién entendió que esta solo era la primera impresión, pues en el desierto, el clima en las noches se siente como la brisa del mar, aunque este no esté propiamente ahí, su viento no es fuerte ni gélido, tan solo templa la temperatura a un punto en que el viento mese las plantas como si bailaran en una fiesta y su bola disco no fuera otra cosa que la luna misma. Así era ella, "una persona muy noble, hablaba desde la experiencia y deducía cosas muy acertadas -decía Javier- para muchos ella era muy jodida, pero conmigo nunca lo fue". Él recuerda claramente que ella dormía en un cuarto sin ventanas, en el que al apagar su vela todo quedaba en un negro total, "tanto así que es de las oscuridades más profundas que yo he visto", dice el astrónomo.

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****** A Rosalina se puede describir de muchas maneras, como dice Martha López, "una señora observadora, atenta, de carácter fuerte, sonrisa fácil, mirada profunda y precisa en su hablar", como dice Moisés el nieto "una mujer con temple de macho, toda una verraca, de esas personas secas pero con un corazoncito lindo", como dice Abel Martínez de Cleves, el hijo mayor: " Ella y las hermanas fueron amachadas, criadas en el trabajo de hombres, ella no le veía problema a nada, ensillaba su burro, cortaba su leña y la cargaba. Eso sí, todos le ayudábamos porque o si no ella nos decía flojos, acá había que trabajar." o como dice Javier Rúa, "ella era una mujer sin pelos en la lengua, fuerte, independiente y muy educada a pesar de no haber estudiado". Rosalina se puede describir como una mujer que no era vanidosa pero sí guardaba su feminidad, Marisa Martínez la nieta preferida de Rosalina, una mujer de cachetes sonrojados y pronunciados, cabello rosado y sonrisa radiante y Abel, recuerdan las batas blancas o de colores fuertes que siempre usaba y contrastaban con la piel ocre como el desierto que ella lucía, el vestido morado de flores que se ponía para las entrevistas que le hacían y lo que Javier también recuerda, eran las espinas de los cactus que partía por la mitad y se acomodaba en las perforaciones de las orejas para que no se le cerraran. Con o sin regaños todos la respetaban, si alguien se ponía bravo la rabia se pasaba trabajando, -decía Abel- porque eso les enseñó ella, a trabajar la tierra, a entender la naturaleza para cultivarla, a no desperdiciar el agua de su poceta y a respetar a los mayores como a sus misas radiales trasmitidas de siete a nueve de la mañana en la emisora HJ doble K, pues quien las interrumpiera lo pagaría muy caro. Pero eso sí, todo bajo los valores del respeto, la prudencia, la amplitud y la generosidad que la caracterizaban.


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Rosalina Martínez le avisaba a las cinco en punto al astrónomo, únicamente la salida la estrella de la aurora del oriente, pues le recordaba una canción de Antonio Aguilar que ella escuchaba.

****** Uno de los objetos preciados de Rosalina era su baúl, cuenta Martha López, "allí guardaba siempre con celo el mercado, una olla vieja, tiznada y achicharrada en la que había un pitico de carne de chivo, secada al humo. Solo permitía que Marisa o Elvira lo abrieran para sacar algo, pero al afianzar con ella mi amistad, me permitió guardar en el baúl lo que le llevaba. Por lo general estaba semi-vacío o con chocolate, café, arroz, sal y panela que era lo que procuraba nunca le faltara", pues precisa Martha que como buena mujer colombiana que era Rosalina, siempre esperaba tener unida a su familia a través del alimento y reclamando que la visitaran, aspecto que también recuerda Javier Rúa. Tanto Abel como Javier, Moisés el bisnieto y Marisa, recuerdan claramente el famoso tinto con panela que ella hacía a las cuatro de la mañana cuando se despertaba, luego de sobremesa del almuerzo y como presente a sus visitas, incluidos los turistas frecuentemente. Abel particularmente aprendió que al turista "únicamente no le regalamos plata porque no hay, pero uno comparte. Es como si fuéramos amigos, así uno no conozca a la persona porque así todos se van contentos". ******* Martha López dice que alguna vez le preguntó a Rosalina si extrañaba a su esposo y ella le respondió: "Desde que él murió comencé a vivir mejor, dejé de sufrir y pude construir esta casa". Marisa, dice que sueña con su abuela cada vez que se va a presentar un conflicto entre los hermanos por la casa, pues desde que Sebastián, uno de los hijos comenzó a comprarles a todos las partes de la casa, los ruidos extraños volvieron, posiblemente porque quiere volverla un hostal más para los turistas y ella no está de acuerdo. Abel recuerda que el lugar favorito de todo el desierto para Rosalina era su casa, por eso quiere que la gente conozca cómo vivía ella, cómo eran sus cosas, aunque desde que murió cada uno de los hijos ha cogido algo de las pertenencias que ella tenía, la silla mecedora de hierro acolchada con mangueras de plástico que tenía, la piedra donde lavaba la ropa y el baúl. Ahora solo han dejado el mesón de cemento rodeado de

guadua donde hay dos tinajas, la cama de hierro y un catre de palo forrado en lona color blanco mugre que se nombran en el libro de Las Estampas del Huila de Martha López, pero que los turistas no pueden ver, sino está Sebastián para que les abra. De la máquina de moler no se sabe nada, afirma Marisa, quien aún es la más interesada en hacer algo parecido a un museo para honrar a su abuela. Martha López dice que "en vida, en más de una ocasión doña Rosa dijo que si era verdad que una persona después de muerta aparecía y espantaba, ella lo haría, que le jalaría las patas a Camilo - otro hijo- y lo sacaría corriendo porque desde que él puso casa y negocio, tapó la de ella y ya los turistas no vienen a visitarla y a comprarle gaseosa". Moisés el nieto dice

que a veces la escucha en la cocina mover su tinaja pero no le da miedo. Eso sí, todos recuerdan la vez que una sacerdotisa de la India se quedó en la casa para recolectar unas muestras de plantas para una investigación que ella estaba haciendo y de paso hizo una limpieza energética del lugar con unos cuencos tibetanos para que los ruidos no causaran miedo, sin embargo Moisés el nieto afirma que también la sacerdotisa le dijo que ella seguiría ahí viviendo con ellos. Y entonces, Javier Rúa recordó: "Ese día era un lunes de Semana Santa, yo siempre le llevaba cositas a Rosita, y como empiezo la charla a las 6:45 de la tarde, desde las 5:30 comienzo a sacar telescopios. Entonces esa vez fui a las 4 de la tarde a visitarla. Ahí estaba don Abel, afuera de la casa acampaba un grupo de la universidad de los Andes. Yo entré, saludé a Abel quien me indicó que ella estaba despierta, cuando yo entré la vi mal. Yo no sé si es que ellos no se habían dado cuenta, pero ella casi ni me reconoció. Yo le dije "Rosita soy Javier". Ese día le llevé cuatro Gatorade de varios sabores como le gustaba. Entonces salí y le dije a Abel -ella está como mal-, le pregunté cuándo la habían llevado al médico y me dijo que ayer la habían traído del hospital de Villavieja, aun así me fui pensativo para el observatorio porque la había visto muy mal, cuando llegué a dar la clase llegaron corriendo a avisarme, había acabado de morir. Entonces ese día hice mi charla en memoria de Rosita. ****** - Mucho gusto, Luis Carlos (Nieto de Rosalina) - Quiero saber algunas cosas de Rosalina, estoy escribiendo una crónica sobre ella - Tuvo que haber venido con más tiempo, va a ser muy difícil resumirle en una rato cien años de historia - Entonces solo cuénteme qué piensa de lo que Sebastián quiere hacer con la casa de Rosalina - Pues es muy grave, quiere olvidar cien años de historia del Desierto de la Tatacoa

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La travesía

Pedro Briceño (54 años), se levanta desde temprano para ofrecer sus productos en las pequeñas ferias que se hacen en la ciudad de Bogotá, en promoción hacia el consumo de alimentos orgánicos.

Foto por: Maira Alejandra Pantoja

Foto por: Maira Alejandra Pantoja

de Pedro Briceño

Funcener es una fundación donde apoyan las buenas prácticas agrícolas, en sus instalaciones se encuentra un vivero donde el aire puro da la sensación de estar muy lejos de la ciudad.

Por: ALEJANDRA PANTOJA

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oco había escuchado yo de Ventaquemada Boyacá, las referencias más cercanas que llegaban hacía a mí, tenían que ver con las variedades de sus productos gastronómicos, como las típicas arepas dulzonas, y almojábanas: una combinación infalible de la tradición precolombina y las influencias europeas de nuestros colonizadores, o la comida salada, siendo la más popular de todas los embutidos preparados por manos diestras y bien entrenadas. Entre estos alimentos, del que había oído más recientemente era un nuevo tipo de papa que, al parecer, se ha estado comercializando en el país. Se trata de una variedad llamada Papa Nativa, de la cual oí por primera vez mientras leía un encabezado acerca del señor Pedro Briceño, un campesino de aproximadamente 58 años que, con la producción de esos tubérculos de colores y formas llamativos en la zona, busca una alternativa para enfrentar el TLC.

Con la conmoción que causó el implemento del mismo, varias fueron las preocupaciones de los productores de papa, como la posibilidad de sobresalir en el mercado. Al mismo tiempo, se disiparon muchas expectativas de comercio que tenían los productores de papa y bajo la esperanza de aumentar su capacidad de producción, muchos aceptaron las semillas transgénicas traídas por Monsanto. Sin embargo, no contaban con la llegada de un rival gigantesco: La masiva industria de producción agrícola estadounidense, y el gremio papero sufrió las secuelas de lo que parecía ser una lucha que no podían ganar, a la que se sumaban la falta de apoyo del gobierno y las olas invernales que los azotaron en el 2013. Tras la inquietud por conocer la forma en que este papero se ha organizado para abrirse paso en la gastronomía colombiana -no sólo en las casas, sino en restaurantes también-, decidí buscarlo para conocer su historia.

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En la feria Contacté a Pedro Briceño, por teléfono un jueves a las cuatro de la tarde. La comunicación estaba inestable y hablaba rápido, pero le interesó que yo quisiera saber más acerca de esta iniciativa. "Voy a estar en una feria de Semilla Andina el sábado, veámonos allá" me dijo, junto a la hora y la dirección. Su plan era salir de Boyacá en las horas de la madrugada y llegar antes de las siete a la feria. Una vez ahí, vi que en la entrada estaban unas personas con chaleco verde con el slogan de una fundación y pantalón de jean: los organizadores de la feria, que se realizaba en una casa estilo colonial con rejas de color blanco, y garaje con baldosín de cerámica café rojizo, en su interior había diferentes stands antes de la puerta de lo que sería la casa y una gran variedad de plantas en las paredes. -Hola, ¿cómo puedo acceder a la feria? Estoy buscando al señor Pedro Briceño. -La entrada es gratis -contestó el organizador- siga, por favor, ya se lo llamo. No pasaron cinco minutos, cuando del interior de la casa, salió un señor de cabello negro con un ligero rastro de canas, bigote arreglado, camisa blanca, pantalón de jean y zapatos de cuero recién lustrados. Nos presentamos con el formalismo característico de un apretón de manos y me invitó a seguir, ansioso por mostrar el producto que nos había llevado a los dos a ese lugar. El camino era estrecho, con puestos a cada lado y un corredor en el centro donde la gente que miraba con curiosidad los productos exóticos que adornaban el lugar, reducían el espacio a más de la mitad. El stand de Pedro estaba en la mitad del pasillo, frente a una mujer mayor que vendía yacón y panes de frutos rojos.


Foto por: Maira Alejandra Pantoja

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Pedro Briceño pasa de ser el gerente ejecutivo de COPABOY, a un campesino como cualquier otro, el cual se levanta diariamente a llevar el alimento de su huerta, a la casa.

Milagros, su esposa, estaba sentada esperando por él, organizando pacientemente en una caja, servilletas en forma de triángulo, que entregaba junto a la compra de arepas boyacenses, a mil pesos la unidad. Las arepas estaban arrinconadas humildemente en el extremo inferior izquierdo de la mesa, el espacio que quedaba, estaba todo reservado para el invitado de honor: la imponente papa nativa de Ventaquemada, totalmente lavada y sin un ápice de tierra. En el centro de los costales, había una papa abierta por la mitad, el interior tenía un color beige que estaba adornado por angostas vetas moradas. Nunca había visto nada igual en un mercado de Bogotá. Había dos tipos de costales en la mesa: de dos libra y de diez, a dos mil y diez mil pesos, respectivamente. Los años de experiencia de aquel hombre en el campo de este alimento ancestral, lo habían llevado a determinar que una familia colombiana en promedio, consumía cinco kilos de papa semanales. El bulto más pequeño era, en cambio, para esas personas que vivieran solas o quisieran conocer el producto sin compromiso.

Durante el tiempo que observé y recorrí las llamativas instalaciones, con el fin de conocer cómo se organiza una huerta urbana, don Pedro asistía a una conferencia en la que se explicaban los perjuicios a los que las personas que consumían vegetales cultivados con los métodos comunes: utilizando agroquímicos, estaban expuestos. Las personas allí presentes, afirmaban que era sumamente nocivo consumir este tipo de productos dada la gran cantidad de pesticidas -entre otros- que utilizaban para obtenerlos, pero no siempre fue así. "La vasta participación de la industria química dentro de los procesos agrícolas que antes se realizaban en su mayoría con productos naturales, tuvo lugar un poco después de la Segunda Guerra Mundial explica Marián Torres, directora ejecutiva de Semilla Andina a los allí presentes-, se encontró que con la utilización de una serie de productos de origen artificial y que en algunos casos eran altamente nocivos, se podía incrementar el ritmo de producción o maximizar ganancias y minimizar pérdidas por plagas dentro de los cultivos". La implementación de esas nuevas prácticas llegó a Colombia en la década de los cincuenta y desde entonces, la mayoría de productores la utilizan, incluyendo a los pequeños productores campesinos. Según 'Ciencia, tecnología y ambiente en la agricultura colombiana', un estudio realizado por Tomás León y Liliana Rodriguez, los efectos negativos de dichos cultivos se ha vuelto tan evidentes, que cada vez se unen más campesinos y académicos de diferentes áreas a la investigación y producción de métodos alternativos y más saludables. "No fue sino hasta finales de siglo, casi cincuenta años después, que la gente comenzó a darse cuenta de que estos productos estaban altamente contaminados -prosigue con su explicación- y decidió retornar los métodos ancestrales o al menos, disminuir tanto como fuese posible la utilización de agroquímicos". Todos los productores reunidos en la feria ese día, eran detractores del esquema de la revolución verde y utilizaban buenas prácticas agrícolas (10% de los químicos utilizados normalmente) o tenían producción orgánica (100% libre de dichos químicos)

Después del corredor donde estaban acomodados los doce cubículos de agricultores reunidos de diferentes municipios cercanos a Bogotá, cada uno ofreciendo productos únicos, cosechados con buenas prácticas agrícolas o de forma orgánica, estaba un patio que abría las puertas a un imponente jardín hecho casi en su mayoría en guadua, amarilla y brillante. La estructura tenía tres pisos, en cada uno de ellos estaban sembrados diferentes tipos de plantas, al igual que en la entrada de la casa. Los corredores estaban hechos de guadua, también; y de no ser por una malla metálica de tres pies de ancho que dejaba algunos espacios vacíos hacia los bordes, los espacios abiertos entre la madera, era casi tan grande como un pie. En el centro había un acuario de piedra en el cual nadaban dos peces y varios canales de circulación de agua que creaban una cascada.

Foto por: Maira Alejandra Pantoja

La feria llevaba no más de dos horas de haber empezado y había poca gente en el lugar; antes de comenzar a hablar acerca de su producto, era importante saber con qué expectativas había llegado a Bogotá: "Pues vamos a ver qué pasa. Lo que no se venda acá, ya tengo un cliente en la tienda Aurora, donde venden productos orgánicos... porque si me sobran los costalitos esos, yo se los llevo y allá los venden", respondió con una sonrisa.

Marisol Castro, su esposa, es la fiel compañera de Pedro Briceño, ella ayuda a su esposo en las juntas, en los viajes que realiza alrededor de los departamentos, ofreciendo sus productos, o recolectando semillas.

-¿Por qué no hay más personas operando de esta forma, si el otro proceso es tan perjudicial?" pregunté. La respuesta no se hizo esperar y vino de don Pedro, quien dijo que el gobierno no prestaba muchas ayudas para ese tipo de granjas y "si alguien quería un certificado de agricultura orgánica, tenía que vender

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hasta la finca para poder pagarla", dijo con una expresión de amargura en su rostro. -Entonces, ¿a usted quién le ayuda?. -La ayuda que yo he recibido con esta iniciativa, ha venido más que todo de la corporación PBA y de Trias, una ONG de Bélgica que conocí cuando fui a dictar una conferencia en Perú. -Responde, mientras revisa una pequeña agenda argollada con señales de estar con él hace ya varios meses, en la que tiene anotados varios teléfonos. En su interior estaban anotados los números de varias personas a quienes él esperaba en la inauguración de la feria Tierra Viva. El producto que estaba presentando el día de hoy ya llevaba varios años en producción: COPABOY estaba en proceso de siembra y recolección de la papa nativa, al igual que otros tipos de papa autóctona que no eran muy comercializadas en las principales ciudades del país, desde el 2005. Durante ese tiempo, Pedro había conseguido contactos que se habían interesado en su producto, a quienes esperaba el día de hoy en la feria. Muchos de ellos ya habían llegado y la mesa comenzaba a verse más vacía, al igual que las cajas de arepas dulzonas que vendía su esposa.

Foto por: Maira Alejandra Pantoja

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En una improvisada sala de juntas en la mitad de la sala de su casa, se dan las reuniones que son claves para conocer las necesidades y aportes de los paperos al agro.

La feria estaba llegando a su fin y mientras comía una de las arepas dulzonas que ofrecía él mismo en la entrada de la feria, le pregunté a Pedro qué lo había llevado a elegir entre tantas variedades presentes en la región, las pequeñas papas con marcas moradas. Resultó ser que era la variedad que sembraban su papá y su abuelo antes de la llegada de la revolución verde en la década de los cincuenta.

la que se llene más rápido, para salir cuanto antes a recorrer los coloridos paisajes que adornan las carreteras colombianas -y las ventanas de los vehículos-, junto a ellas, estaban ubicados sus conductores, uno de ellos me preguntó a dónde iba. "Ventaquemada" contesté - y él aseguró enérgicamente, que me dejaba a dos cuadras. Convencida, abordé el vehículo con ansiedad de llegar a Boyacá.

Cuando las nuevas prácticas agrícolas tomaron auge en la región, comenzaron a producir la papa que nos resulta tan familiar a todos: diacol capiro. No fue sino hasta la década del 2000 cuando realizaba un recorrido por un municipio, que encontró la variedad que eran tan apreciada por su familia. Desde entonces, la está cultivando y ya logró llegar a un restaurante popular de la zona G, La Bifería, y está en preparativos de comenzar a venderse en Wok, una cadena de comida oriental que tiene sucursales en distintos lugares del país.

Conforme el ruido de la ciudad iba desapareciendo, comenzaba a tomar una presencia más nítida la implacable calma estática de la carretera, donde el único sonido es el de los ocasionales carros que van y que pasan. Unas horas después, estaba en mi destino y hasta el sonido de los carros se volvió lejano. Ventaquemada es un municipio del centro del país, ubicado a 2.630 metros sobre el nivel del mar, perteneciente a Boyacá. Es habitado por 14.000 personas, y tiene una superficie de 159 km cuadrados. En este pequeño lugar, donde se detuvo la flota y sólo yo me bajé, vive la familia Briceño.

Antes de despedirnos con otro apretón de manos, Pedro, con el comportamiento precavido que caracteriza a la gente adulta y midiendo todas sus palabras, me invitó a su casa el martes de la semana siguiente, porque ése día había cosecha lista para retirar. Abandoné el lugar mientras él terminaba de atender a los clientes que habían minutos antes que las rejas se cerraran.

Camino a Ventaquemada Boyacá Lo llamé el lunes en la tarde para confirmar si su oferta seguía en pie. Como la primera vez que nos encontramos, me dio las indicaciones de cómo llegar y no quedaba nada más que seguirlas, para estar en un mundo totalmente diferente a lo que conozco desde pequeña: la ciudad. Me desperté a las cuatro de la mañana del día pactado, con la exaltación de saber que por fin podría visitar el lugar de donde provienen las maravillas gastronómicas de las cuales me habían hablado. De esta forma, me preparé, y salí de mi casa con una chaqueta para abrigarme del famoso frío inexorable del altiplano cundiboyacense, al llegar al portal junto a toda la gente que a diario va a sus trabajos, abordé un B10 con destino al portal norte, al descender, me dirigí hacia el lugar donde reposaban todas las flotas ansiosas por ser

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Pedro me había hecho la petición de que en cuanto llegara, lo llamara, el me daría las instrucciones para llegar a su casa por teléfono nuevamente, sonaba ocupado, así que no cuestioné su petición, y de inmediato obedecí: para llegar a su casa tuve que seguir un camino en tierra y piedra, después de varios minutos caminando y mientras dejaba atrás todas las casas del lugar, estaba la finca más apartada de todas, la casa de Pedro y Milagros. Mientras él me daba instrucciones por celular acerca de cómo llegar hacia su casa. Desde lo lejos divisé una casa de color verde.

La casa, la huerta y la familia Al entrar a la casa me recibieron Pedro y su esposa, con la hospitalidad a flor de piel, no llevaba dos minutos adentro y ya me habían ofrecido desayuno. Mientras Milagros entraba a la cocina a preparar un chocolate negro y espumoso para el frío, yo recorría el lugar. Me llamó la atención particularmente una parte de la sala que estaba vacía a excepción de dos grandes tableros en donde había notas de papel y un organizador de cartulina con varios papeles clavados con cinta. Se trataba de la sala de juntas en la que Pedro discutía asuntos múltiples con los campesinos afiliados a COPABOY.


Foto por: Maira Alejandra Pantoja

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Esmeralda Villalobos (35 años aproximadamente), directora de proyectos de la corporación PBA. Amiga de Pedro Briceño, cuenta que pedro, es un hombre "echao pa´ lante".

“COPABOY está conformada por empresas base de los trece municipios de Boyacá -explica- siendo una de ellas, Coimpaven, ubicada en Ventaquemada". La forma en que él realiza sus labores como gerente está dividida en dos y parece que fuera una persona diferente en cada uno de los casos. En la comodidad de su casa, con sus colegas y otros campesinos, se expresa de una forma descomplicada y clara, de forma que todo el mundo pueda entender, algunos de ellos no tienen una formación académica avanzada y se confunden con algunos tecnicismos, y para dialogar las necesidades sociales, ambientales o económicas que puedan presentar, primero las escriben en ideas cortas en papeles que después ponen en los tableros, de esa forma, todo funciona más fluido, y una idea compleja, se vuelve fácil de entender. Está, por otro lado, el gerente que debe enfrentarse con funcionarios públicos, empresarios y personas que se desenvuelven en el ámbito industrial, para quienes está más que preparado: él conoce bien el lenguaje técnico y se expresa con naturalidad. "La gente que a veces mandan del gobierno no entiende que si le habla a los campesinos con términos complicados o extranjerismos, ellos no van a entender afirma- hasta puede llegar a molestarles que llegue una persona expresándose de esa forma. Es preferible que eso lo hagan cuando estén por allá, pero que cuando vengan acá no se compliquen tanto… a veces ponen unos Power Points con cosas que nada que ver y al campesino no le gusta eso. Allá en la corporación PBA donde nos han dado algunas capacitaciones, lo hacen así como yo les digo, y es que así debería hacerse siempre" -explica mientras nos dirigimos al comedor en busca de una taza de chocolate caliente. La casa de Pedro y Milagros, como la mayoría de casas campesinas, tenía una huerta en la parte trasera, a la cual me invitó después del desayuno.Él pasó primero y sonreía alegremente mientras una citadina trataba de mantenerse en pie mientras descendía por aquel terreno

irregular cubierto por pasto, vestía con ropa de trabajo: tenis desgastados, chaqueta de pana, jeans oscuros y una camiseta tipo polo de color negro. Era día de recolección y él iba a mostrarme cómo se hacía. Una vez sana y salva en tierra firme, me explicó qué tenía él sembrado ahí: varios tipos de papa, zanahoria, cebolla larga y cabezona, arveja y tomate de árbol, lechuga, entre otros. Lo importante es que cada familia siembre lo que le gusta consumir y lo que, en el suelo de la región, crezca fácil. "Lo que sobre, pues se vende. Pero, ¿para qué ir al pueblo a comprar algo lleno de químicos si lo puede cultivar usted en su casa?" dijo mientras alistaba el azadón y comenzaba a sacar de la tierra con agilidad las papas nativas del almuerzo, cogiéndolas por la raíz, inmediatamente después las arrojó al cesto de hortalizas que lo acompañaba. Sin detenerse repitió el proceso cuatro o cinco veces más, era evidente que la práctica le había otorgado la destreza con la que desempeñaba su labor, "un niño campesino aprende a hacer esto desde muy pequeño. Crece rodeado de papas; es algo que me enseñó mi papá como yo les enseñé a mis hijos; lo he hecho toda mi vida" me contó mientras entrábamos a la casa con el cesto de hortalizas lleno. Aunque la familia Briceño ha sabido cómo organizarse para enfrentar los duros cambios que se han presentado antes, durante y después del TLC, no todos han contado con la misma suerte: un estudio realizado por Pedro Pablo Salas, concejal de Tunja y máster en economía, demuestra que respecto década anterior, existe un déficit de producción de casi 400 mil toneladas en Boyacá. Asimismo, casi cuatro mil personas -el 10% de los productores en Boyacáabandonaron la producción de papa en la región, evidenciando la precaria situación en la que se encuentran los sectores productivos y agrícolas en el país. En contraste a esa situación, Pedro se ha encargado de repartir diferentes tipos de semillas a campesinos de toda la región para que puedan tener un cultivo propio de las papas más comerciales o de las exóticas variedades autóctonas.

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Milagros prepara el almuerzo, lava y pela las papas nativas para preparar un puré "nosotros la acogimos en nuestra dieta, comemos papa todos los días", me cuenta mientras alista la ollita en donde las va a cocinar. Pedro y yo la esperamos en la mesa. El tema de discusión: el apoyo del gobierno a los paperos. "La gente que viene acá a hablar del campo, no conoce el campo" -comenta-. Él no piensa que el gobierno no los ayude, su posición es, en cambio, que no saben qué tipo de ayuda necesitan los pequeños productores, y es que muchos campesinos de diferentes sectores de la agricultura, están de acuerdo con que las ayudas del gobierno están mal enfocadas, y los diálogos con ellos no suelen llegar a los mejores términos por la barrera comunicativa que mencionaba más temprano en la mañana. Sin embargo, él, al igual que otros pequeños y medianos productores, ha contado con el apoyo de PBA, quienes además de ayudarlo económicamente, se han encargado de brindar capacitaciones a los campesinos de las diferentes empresas base. La casa es envuelta por el olor que viene de la cocina. Junto a él viene milagros con una muestra más de la hospitalidad boyacense; el almuerzo consistió en arroz amarillo, puré de papa nativa, arveja verde seca y pollo sudado. Para acompañarlo, una taza de agua de panela. Mientras comíamos, me hablaba del día a día que al igual que él, venía en dos presentaciones: generalmente se despierta a las seis de la mañana y trabaja la tierra en su huerta personal a manera de pasatiempo, o en una finca que tiene en sociedad con otro productor en la cual siembran principalmente diacol capiro, en otras ocasiones, debe estar en Tunja encargándose de los asuntos de la empresa; allá se encuentra la sede principal de COPABOY, aunque las reuniones se suelen hacer en su casa. El día acaba temprano para él: después de las siete de la noche ya suele estar durmiendo. Los fines de semana casi nunca son de descanso, él viaja seguido a Bogotá a comercializar en diferentes ferias sus papas nativas. Milagros va con él la mayoría de las veces.

De vuelta en Bogotá

Villalobos era la indicada. Me anotó sus datos en un papel y me acompañó hasta la puerta. El camino de regreso transcurrió con normalidad, ningún choque o derrumbe retrasó mi llegada y en menos de dos horas ya estaba recorriendo el portal. Mientras buscaba un articulado rumbo a la estación de la calle cuarenta y cinco, para encontrarme con la gerente de proyectos, hablaba con ella por teléfono ¡podía atenderme hoy mismo!

Ellos se encargan de enseñarles cómo pueden ser más productivos, de capacitarlos para usar computadores e incluso formas de expresión, para poder entender mejor los acuerdos o convenios que se realizan con otras empresas o con instituciones gubernamentales. Pedro es para la corporación, un líder multiplicador en la zona: se encarga de estar a cargo el proceso, además de brindarle a otros campesinos la experiencia que obtuvo con ellos, para que no tenga que estar presente una organización todo el tiempo. Empieza a trabajar con nosotros para averiguar más, acerca del interés de dicha organización en la iniciativa de papa nativa de Pedro, ella a su vez me explicó que él, es un líder innato. Al hacer esa afirmación, le pregunté por qué lo decía. -¡Porque es un berraco! -respondió- lidera, propone; siempre va diciendo lo que piensa. Además, es un gran negociador, si le da uno papaya... juepucha. Es muy empoderado, es definitivamente uno de nuestros líderes arraigados. -¿Cómo enfrenta el papero el TLC esta propuesta? -Dirigiéndose a mercados pequeños, consumidores de productos orgánicos -responde- son formas de preparación diferentes para cuando llegue todo lo que nos está pasando con el TLC que el colombiano y el consumidor valore lo que tiene el país y no exporte lo que no tiene. Una reunión imprevista llegó a lugar y la visita con Esmeralda tuvo que terminar de manera prematura, se despidió con afán no sin antes decir, que era bienvenida para cualquier consulta adicional que necesitara. Mientras ella se dirigía a la sala de reunión, yo me disponía a volver por tercera vez en un articulado que me dejara en casa antes de acabar el día. Al salir de ahí, los arreboles en el cielo me recordaron el sol que vi salir en la madrugada y la aparatosa congestión característica de la hora pico de la Capital me hizo extrañar la inmutable paz de Ventaquemada Boyacá.

Foto por: Maira Alejandra Pantoja

Habían pasado cuarenta y cinco minutos desde el almuerzo y Pedro debía retomar sus labores. Yo, por mi parte, me dispuse a tomar camino antes que el tráfico en Bogotá se volviera imposible. Les agradecí a Milagros y a él por toda su cordialidad; antes de recorrer de vuelta el largo camino desde la casa más apartada del lugar hacia la carretera, me dijo que si necesitaba hablar con alguien en PBA, Esmeralda

papero de Ventaquemada logró encontrar apoyo en dicha corporación: Esmeralda conoció a Pedro Briceño hace siete años, cuando recorría Ventaquemada buscando nuevas posibilidades de proyecto. Encontró tres: frijol, zanahoria y papa. "Nosotros damos un apoyo económico a partir del proyecto -comentó- pero el proceso que se lleva a cabo con las personas que se vinculan a PBA es principalmente pedagógico".

Al llegar a la estación de la cuarenta y cinco, caminé dos cuadras y llegué a un edificio de ladrillos, en el segundo piso estaba la sede de PBA en donde Esmeralda esperaba mi llegada. Una vez nos presentamos, me invitó a sentarme en una silla de la oficina y comenzó su anécdota de cómo aquél

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Pedro Briceño fue uno de los pocos campesinos que no creyó en la esperanza de aumentar su capacidad de producción, aceptando las semillas transgénicas traídas por Monsanto.


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Una jugada

de la vida

Por: LEIDY OSPINA entender que el fútbol sería lo que quería hacer para toda la vida. Pero ya no será así.

La travesía detrás de una prótesis Foto por: Yady Fernández

Son las 2:00 de la tarde de un 25 de septiembre de 2014, en la sala de espera del hotel del SENA solo se oyen los ruidos de carros que pasan por la avenida NQS y uno que otro murmullo entre las recepcionistas, por lo demás, todo es silencio. El único ascensor del piso se abre; unos golpes suaves, uno tras otro, delatan los pasos de alguien que usa bastones ortopédicos. -Qué pena la demora, pero es que esto de ponerme la prótesis todavía me toma tiempo. El SENA, hace dos días le entregó una prótesis para la pierna izquierda, ahora, ella debe aprender a manejarla sin usar bastones; debe saber cuál es la técnica para lograr ponerse su "nueva pierna" sin tanta demora. Este no será un camino fácil, tampoco corto; pero sabe que el tiempo y su fuerza, le ayudarán a salir adelante. La travesía es larga, es su segundo día de terapia, así que no quiere llegar tarde, entre más tiempo entrene, mejor. Primero debe subir tres pequeños escalones, abrir una puerta que por el chirrido delata su antigüedad, está un poco pegada por lo que debe hacer mucha fuerza para lograr abrirla. Detrás de esa puerta, un sin número de mundos.

Desde pequeña, Yady también practica deportes como el surf, equitación, atletismo, voleibol entre otros.

… ¿Y qué más puedo decir?...son tantas cosas por escribir en esta carta, tantas. ¡Eras mi amiga!, no sabes cuánto me dolió que me dejaras…" Ella quiere ser ciclista. Después de 16 años entregándole la vida a un balón de fútbol, Yady Vanessa Fernández, hoy quiere ser ciclista, no se sabe si hay un plan predestinado para cada ser humano; en todo caso, a Yady la vida le jugó un mal pase; su vida cambió como jamás llegó a pensarlo, cambió para jamás regresar al pasado, cambió para decirle que ahora, quizá, su futuro sea en una cicla y no, en una cancha.

Cocineros con delantales y gorros blancos hablan de una estrategia, se preparan para crear una nueva receta de comida, los de los gorros deben moverse contra la pared para dar espacio a Yady mientras atraviesa un angosto pasillo donde solo caben dos personas de lado. Después de casi cinco minutos entre olores frutales, el pasadizo en forma de laberinto termina en un restaurante totalmente vacío. La luz del sol vuelve a mostrar su cara, ahora el reto para Yady, será bajar una rampa en piedra áspera que llega hasta unas canchas de

Sin importar lo que muchos puedan pensar, en su camino ha visto cómo el fútbol femenino ha sido despreciado; ella tiene y tendrá la plena convicción que no hay deporte más lindo en el mundo, que el balompié. Por esto a los 6 años ya pateaba un balón, tenía un sentimiento en esa parte donde al parecer convergen todas las sensaciones; en su estómago, un corrientazo la llenaba de emoción cada vez que gritaba gol, ese mismo corrientazo que la ayudó a

Foto por: Leidy Ospina

Yady Fernández tiene 22 años, mide 1,62, tez morena. Pelo largo y lacio, ojos grandes y negros, nariz respingada, labios pequeños, es delgada, su cuerpo es torneado. Tiene las medidas casi perfectas para ser considerada la belleza hecha mujer. Tal vez, esa pasión que desde muy pequeña la llevó a practicar diversos deportes, hizo que su cuerpo reflejara la feminidad y sensualidad que representa a la mujer colombiana, a la mujer valluna.

La prótesis va adherida por presión, lo que generará un adelgazamiento en el muñón.

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microfútbol, son aproximadamente seis metros que debe recorrer muy despacio, pues una de las grandes dificultades está en hacer el apoyo a la "nueva pierna". Yady camina siempre observando su prótesis, la mira como queriendo asimilar que es algo nuevo en ella, la mira tratando de decirle que haga las cosas bien, o tal vez la mira, temiendo que vaya a caer. -Ve, estoy caminando como tarada, ¿tú me ves el pie torcido? -No. -¡Miralo!, se me tuerce, qué pasado…

Foto por: Leidy Ospina

Los estudiantes que comen y juegan fútbol, si acaso determinan que alguien está pasando por ahí, ninguno espera a que ella avance sin ningún contratiempo; quizá un balonazo que no pueda esquivar o cabecear. Otra rampa la espera, esta vez de subida, no es tan larga, pero es igual de angosta al pasillo de los cocineros de gorro blanco, al final hay una puerta con dos celadores que hacen control de entrada. -Buenos tardes señorita, ¿cómo va esa recuperación?

Después de un mes de trabajo, Yady, logra flexionar constantemente la rodilla de prótesis.

-Bien, gracias cela. -Me alegra mucho. -¡Vé! qué de buenas sos Leidy, no te pusieron problema para la entrada. Acá solo dejan ingresar a personas autorizadas. Ya faltaba poco para llegar al lugar, solo quince metros más y dos puertas de vidrio separaban a Yady se su terapia. Al lado derecho, dos oficinas, más adelante, piernas y pies en diferentes estilos, tamaños y colores; una vitrina completa que albergaba modelos de prótesis con los que los instructores se guían para trabajar. Otra puerta más, solo una más, para empezar con los ejercicios. Un cuarto totalmente blanco, pequeño, tiene dos pasamanos en el centro, formando un camino no muy largo. Al frente un espejo, a los lados solo sillas y una mesa con un computador. El ambiente es tranquilo y silencioso, no hay estudiantes ni médicos ni profesores. Yady se sienta muy despacio, no necesita ayuda, la rodilla de la prótesis se dobla a medida que ella baja, pues esta tiene ayudas flexoras y extensoras que permiten cumplir la función de flexión, saca su celular y chatea mientras el instructor llega.

Guarda su pantalón, saca una bolsa de tela verde, mira la hora: son las 3:00 de la tarde. Coge el socket, que es la parte superior de la prótesis desde donde se agarra el muñón, o sea, desde la parte de pierna que quedó después del accidente. Lo hala y entonces le pasa su pierna nueva a Jairo. -Mirá Jairo, que me está tallando mucho aquí atrás. -¿Dónde? -En este huesito de nalga. -Es normal, eso con el tiempo lo vamos a trabajar. La idea es que tú salgas sin ninguna molestia de acá.

Han pasado cinco minutos y ese silencio casi sepulcral es irrumpido por ocho hombres que entran riendo a carcajadas por algo que solo ellos entienden, hablan y hablan entre dientes. Yady no les quita la mirada, sonríe constantemente, por momentos intenta decir algo; esta expresión refleja ese interés de participar en la conversación. Muy rápido y sin que los hombres le cuenten de qué hablan, ella se involucra en el tema y entonces empieza a reír a carcajadas también. Finalmente, aparece Jairo Romero, el instructor con el que comenzará la terapia.

Jairo Romero es experto en órtesis y prótesis, ha estado a cargo del proceso de adaptación de Yady a su nueva vida, dice que "las expectativas eran muy bajas, pues, el muñón que le quedó es realmente corto, ¿cómo íbamos a agarrar esa prótesis de su muñón?, era la duda, porque cuando los muñones son muy cortos hay dificultades para enganchar ese segmento". Esto ha generado que el trabajo con el socket sea bastante grande, casi todas las veces que ella va a terapia deben hacer un ajuste nuevo para evitar las molestias. Esa tarde, no fue diferente, uno de los ocho hombres, estudiantes-practicantes, se llevan "la pierna" para hacer los arreglos necesarios; entre tanto, Yady debe permanecer sentada. Nuevamente saca su celular, le muestra a Jairo todas las fotos que ha subido a Facebook, y cuenta que un día alguien hizo un comentario ofensivo hacia su situación.

Manda sus manos hacia la cintura y baja su sudadera. Uno de los ocho hombres que hace poco había entrado, ayuda a sacar el pantalón de la parte del pie de la prótesis.

-Yo subí una foto, y un tipo me escribe algo burlándose. Lo eliminé. ¡Que vaya a burlarse de su abuela!... Jairo, mirá que ayer estuve entrenando en la habitación, ¿querés ver?

-¿Me pasás mi maleta?

-Claro.

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poniendo. Debe halar con fuerza hasta que salga toda la bolsa y cuando esta haya salido, debe ponerle una tapa para sellar el hueco. -¿Cómo la sientes?, pregunta Jairo. -Parece que ahora sí, pero dejame caminar a ver si lo siento. Se agarra de los pasamanos, va y vuelve varias veces, dice no sentir el dolor, pero hay algo que le sigue molestando enormemente. No ha logrado que su pie deje de verse torcido, cada vez que da un paso, este se sale hacia los costados, y pese a que el doctor afirma que es cuestión de tiempo para que eso deje de pasar, ella quiere seguir intentando hasta que deje de suceder. Además, no logra que su rodilla se flexione de manera natural, y aunque es consciente que para doblarla necesita saber y practicar la técnica, no quiere irse hasta que lo logre. Son las 5:40 de la tarde, sus ojos se cierran lentamente por momentos, las risas han desaparecido de su rostro, las preguntas a Jairo se han acabado, su cara muestra ese cansancio de todo un día intentando manejar una prótesis con la que, hasta ahora se está familiarizando. Uno de los hombres le dice, que deje así, que se vaya a descansar, ella de una manera enfática dice "¡no!" y vuelve a caminar de un lado a otro. Por momentos dobla la rodilla, son instantes, solo pequeños instantes donde consigue hacer lo que desea. Foto por: Leidy Ospina

Una pasión por el balón

Yady explica a una niña que sufrió un accidente similar, cómo es el proceso de adaptación con la prótesis.

Reproduce un vídeo. Está ella caminando de un lado a otro, el cuarto es oscuro, solo se ve los reflejos del televisor. Acaba el vídeo y nuevamente todo queda en silencio. Ya ha pasado casi una hora desde que se llevaron la prótesis, ella no ha pronunciado más palabras, solo por instantes ha echado un vistazo a su muñón, lo ha masajeado una y otra vez. -¿Qué hora es? -Las 4:00 -Mi abuelo me daba café en leche de polvo, con queso, siempre a las seis de la tarde. Vuelve a coger su muñón y no dice nada más. Este fue uno más de los extraños comentarios que ella de repente suele dar; no sabe de dónde vienen, posiblemente estaba recordando sus épocas de niñez cuando vivía con sus abuelos, cuando solía ponerse las cosas de ellos y jugar hasta el cansancio. Unos abuelos que siempre la apoyaron en su carrera de futbolista. Pocos minutos después, aparece el hombre que se llevó la prótesis, al parecer el error está corregido. Yady coge esa bolsa verde que había sacado de su maleta, la pone en su muñón y empieza el procedimiento de ponerse su pierna. Primero debe ajustar muy bien su socket, ver que este no deje la pierna torcida. Cuando la prótesis esté en el lugar indicado, por medio de un pequeño hueco que tiene el socket en la parte interna, hala la bolsa verde; esta, solo es una ayuda para que el socket no se desprenda de la pierna fácilmente cuando se está

Yady Fernández nació en Palmira, a los 12 años se fue a vivir a España, allá entró a una escuela de fútbol femenino. Siempre estaba en una categoría inferior, pues, su edad no le permitía jugar con sus amigas; sin embargo, por momentos el profesor de una categoría mayor la llamaba a jugar, al conocer las capacidades que esta delantera tenía en la cancha. -Con unas amigas hicimos un equipo, todas se fueron a la B, yo me quedé en la categoría infantil. Pero yo entrenaba en infantil por las mañanas y de noche había un partido en la categoría B y el entrenador me decía: "estás convocada para esta noche". Y yo feliz, porque me cogía para los dos y más jugaba. Mordió sus labios inferiores, y sonrió. Hablar de sus inicios en el fútbol al parecer le causaba una alegría que reflejaba callando y riendo por momentos. Después de un tiempo en la escuela de fútbol, pasó a jugar al Club Deportivo Achamán. Allí aprendió todo lo que debía saber del deporte rey; creció como mujer y futbolista. Y aunque inicialmente su pasión y diversión era anotar goles, poco a poco ese gusto fue cambiando. España tiene fútbol profesional femenino hace más de 15 años, las ligas se juegan por categorías, y se avanza solo si se gana. Yady empezó en infantil, subió a la B, después ayudó para que su equipo llegara a la Liga Nacional, que es lo más grande que se ve en la Isla Gran Canaria, donde ella vivía. El siguiente paso sería lograr jugar contra los equipos de la península: Barcelona, Atlético de Madrid y Real Madrid. -Recuerdo mucho un partido. Yo estaba en el banquillo, a diez minutos para que se acabara el encuentro, entré y hubo un centro de esquina. Yo me fui al primer palo, cabeceé, fue por toda la escuadra. ¡Un golazo! Y ese gol nos dio la victoria, el desempate, entonces ganamos la liga y fuimos a la Liga Nacional. Yady es considerada por su equipo como una deportista con potencia, velocidad, fuerza, decisiva, "era una jugadora ejemplar -cuenta Nazaret, amiga y compañera en el equipo Achamán-, nunca se quejaba y siempre trabajaba para crecer más". Era la risa, la alegría antes, durante y después de un partido. "Me gustaba reírme mucho de las

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personas, haciéndole sombreros, cualquier cosita así, eso sí me alegraba. Me iba sonriendo después de eso", recuerda Yady. En los últimos años que debutó con su equipo la gustaba la posición de interior. Esta tiene la función de ir corriendo por la banda, cuando se esté cerca de la portería contraria se puede: tirar hacia 'el muñeco' como le llaman en España al portero, o dar un pase al primer o segundo palo, y como última opción dar un pase hacia atrás para que una compañera llegue y remate. "Eso es lo que más me gustaba hacer -dice Yady mientras busca algo en su celular-, siempre me salía todo bien así, sí, sí". En el año 2011, cuando el Director Técnico Ricardo Rozo dirigía la Selección Colombia Femenina, Yady fue preseleccionada. Era la primera vez que Colombia haría presencia en un mundial femenino; Alemania fue la sede donde se llevó a cabo el campeonato, y aunque Yady hizo todo el proceso de concentración con la tricolor, los cupos no alcanzaron para que el profe Rozo la llevara a la competencia. La noche en que todo cambió Eran las 3:00 p.m., de un 16 de febrero. Yady que se encontraba de vacaciones en Ecuador, dormía en la casa de un familiar suyo en Guayaquil. En ese momento un primo llegó, le dijo que se arreglara, que salieran. Ella no quería ir, prefería quedarse en casa; sin embargo, él la convenció.

Por: Yady Fernández

Yady se arregló, se puso unos Converse blancos, su primo le dijo que mejor se pusiera unas botas, y así fue. Ya estaba todo listo, Yady y su primo, un médico cirujano de 37 años, subieron a la motocicleta y tomaron rumbo hacia el balneario de Montañita, en el norte de Santa Elena. Lo que nadie jamás imaginó, fue que esa noche la vida les cambiaría radicalmente.

Con el Club Deportivo Achamán de España, Yady jugó alrededor de 500 partidos.

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Según un informe del 2013 de la (OMS), Organización Mundial de la Salud, Ecuador es el segundo país con más muertes por accidentes de tránsito en América Latina. Yady y su primo no escaparon de estas cifras. En la autopista que lleva de Guayaquil a Montañita, un carro conducido por un integrante de la Fuerza Aérea de ese país, invadió el carril contrario; de frente se encontró con una motocicleta. El militar que al parecer estaba alcoholizado acabó con las esperanzas, los sueños, la vida de dos seres. Yady y su primo, fueron arrollados esa noche por alguien que huyó sin contemplación. Ese preciso momento, fue el final de una vida, quizás, el reinicio de otra. El médico murió desangrado. Yady seguía ahí, tirada en el suelo, ante la mirada de muchas personas ociosas que solo tomaban fotografías y vídeos para subir a internet. Yady no tiene muchos recuerdos del hecho, solo sabe, que al llegar al hospital dio su nombre y los números telefónicos de la casa. Selene Bravo, madre de Yady, cuenta que estaba en la casa, en Guayaquil, cuando recibió una llamada; era un amigo de su primo. Él le dijo que tanto el médico como Yady habían muerto en un accidente de tránsito. "Me quedé en shock, nunca reaccioné. Mi hermana estaba conmigo, si no hubiese sido por ella, no sé que habría sido de mí. Ha sido lo más duro de mi vida, lo más duro. Yo no supe actuar. Yady es lo único que yo tengo, es mi única hija. Es lo peor, lo peor que ha pasado en mi vida", expresa Selene. Yady no había muerto, estaba desangrándose por la pérdida de su pierna. En el colapso, dos o tres centímetros más arriba de la rodilla, su pierna izquierda se cercenó. La sangre no paraba, la infección crecía, solo un hombre "de buen corazón" como dice Selene, fue quien le


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Como Yady pasó más de treinta minutos en el piso donde tuvo el accidente, la infección fue subiendo. El torniquete que el señor le hizo, no evitó que tuvieran que amputarle la pierna más arriba, donde empieza el muslo, el torniquete no evitó que Yady perdiera casi dieciocho litros de sangre, probablemente, si la ambulancia no hubiera demorado tanto, entonces sí se hubiera evitado muchas cosas. Fueron ocho días en el Hospital de Santa Elena, ocho días que pasaron como 8 años para Yady. Luego de algunas intervenciones quirúrgicas, ella volvió a retomar conciencia de su alrededor. Recuerda el dolor en sus brazos tras cada chuzada, recuerda los problemas para lograr ser atendida como un ser humano. -Mirá que tuve…eso que se te hincha la mano…celulitis, entonces de tanto que me metían inyecciones en el brazo, se me bajó el hierro, y el hierro tiene unas cosas que son muy duras y eso obstruye las venas. Pues se me dañaron las venas y me salió una celulitis grandísima, y venían las enfermeras a chuzarme nuevamente ahí. Un día ya no aguanté y les dije: no más, chucen el otro, este brazo ya no me lo tocan. Estas palabras las pronuncia casi seis meses después del incidente, y aún en su brazo izquierdo se ve las secuelas: una especie de mancha arrugada que no es otra cosa que una de las marcas del accidente que no ha querido borrarse de su piel.

Por: Yady Fernández.

-En otra ocasión el problema fue con el catéter. Los glóbulos de sangre se meten en la aguja, entonces se tapona. Las enfermeras tienen un líquido, lo presionan para que la sangre salga de ahí. Un día uno va y me hace duro, me da un corrientazo en el brazo; de verdad me dolió mucho. Un primo que estaba ahí, se peleó con el tipo y le dijo que no fuera tan bruto para tratarme.

A pesar de vivir fuera del país, siempre siguió a su equipo del alma: América de Cali.

colocó una venda y le hizo un torniquete para evitar mayor infección. Pero ya era tarde. El amigo del médico, quien dio la noticia a Selene, llamó a los bomberos y a la policía, preguntó en qué parte había sido el accidente, dónde estaba, si era verdad que habían muerto. La respuesta que obtuvo no fue alentadora. La muerte del médico fue confirmada. De Yady por su parte, se decía que estaba muy grave, en coma, en el Hospital de Santa Elena. "Cuando llegué al hospital, los médicos lo primero que me pasaron fue la pierna de mi hija, y eso para mí, fue mortal", la voz de Selene se entrecorta, pasa unos segundos en silencio y vuelve a decir: "No me dijeron mucho, que estaba grave, que estaba en cirugía. Los médicos de Ecuador son sin alma y sin corazón, no me dijeron nada, solo me entregaron la pierna".

Después de esto, vendrían más grandes y peores inconvenientes. La familia de Yady no tiene muchos recursos económicos, solo lo justo para vivir bien. Selene es madre soltera, su esposo murió cuando Yady tenía 6 años. Esa situación obligó a Selene a abandonar su país (Colombia) para irse a trabajar a un lugar que le ofrecía mejores oportunidades. En la Madre Patria estaba su lugar de residencia, por lo que, el estar en un país extraño hacía que sus condiciones fueran más complicadas. -Cuando el hospital vio que no había dinero no me iban a operar, me iban a dejar el muñón abierto, solo que el Consulado colombiano fue y alegó: "trátenme a la niña bien", y pues, la jugada salió bien en ese sentido. Lo operaron, me lo cerraron y lo dejaron bien. Las negligencias médicas no paraban ahí. Yady pasó de un accidente a una odisea por salvar su vida; una lucha contra los médicos. Cada día las esperanzas parecían acortarse, y su condición no le permitía ser traslada de hospital. Selene era una de las personas que más padecía todo esto -¿cómo ayudar a su hija?-, era uno de los tantos cuestionamientos en su cabeza. Selene no hablaba con nadie, ni los calmantes la lograban sacar del desespero en que se encontraba. En su rostro, una mirada sin rumbo, una mirada vacía cada vez que habla del tema, en ella se refleja el dolor de madre al recordar por todo lo que ha tenido que pasar su hija. -A mi niña me le colocaron una sangre que no era. La niña entró en un paro cardiorrespiratorio y la iban a entubar. Yady tenía tres días del accidente cuando le colocaron esa sangre que no era, porque había perdido mucha. En ese momento mi familia intervino, no la dejaron entubar porque ella tenía un líquido en el pulmón izquierdo. Tenía el páncreas y el hígado inflamado. Entonces mi hermana llamó al director del hospital, habló con él y pues con la careta esa de oxigeno, fue

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saliendo adelante. También con muchas oraciones y fe de que todo iba a estar bien. Pero si la hubiesen entubado, todo sería diferente. De regreso al deporte Días después de la llegada de Yady a Colombia, las visitas y palabras de apoyo, no se hicieron esperar. El 23 de mayo cuando cientos de colombianos gritaban de emoción, despidiendo a la Selección Colombia rumbo a Brasil 2014, Yady era homenajeada en el protocolo preliminar a la celebración, era el momento preciso para que las entidades deportivas del país entregaran el apoyo que esta deportista necesitaba. Una fotografía con el Presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Luis Bedoya, parecía ser la muestra de una reunión, donde tal vez, le ofrecerían ayuda. No fue así, "ese señor me dijo que no me iba a dar nada", afirma Yady.

-Nosotros viajamos en comisión hasta Palmira, para hacer una valoración de Yady, fue la primera vez que nos vimos con ella. En ese entonces determinamos que todavía necesitaba terapia física. Necesitaba una consolidación de las fracturas, la condición del muñón no era el adecuado, por eso se dio un tiempo de espera para iniciarse el tratamiento-, cuenta Jairo. Nunca la abandonaron. Cuando Yady estaba lista para recibir su nueva pierna, fue traída a la ciudad de Bogotá, donde se empezó todo el proceso de adaptación y manejo de la prótesis. Fue un arduo trabajo de parte y parte, para que en dos meses la deportista saliera adelante.

Por: Federación Colombiana de Ciclismo

De igual manera, pasó con Andrés Botero, Director de Coldeportes, entidad encargada de apoyar a los deportistas colombianos: "Andrés me dijo frente a las cámaras que me iba ayudar, pero nada, -cuenta Yady con un poco de tristeza en su voz-, la única que verdaderamente me cumplió fue Gina Parody".

El Centro de Diseño y Metrología del SENA, ha sido el encargado de ensamblar la prótesis, cada una de las piezas de la misma son traídas de ciertas partes, en la Escuela de órtesis y prótesis se hace todos los ajustes necesarios. La idea de ayudar a Yady, salió de la Ministra de Educación, antes Directora del SENA, Gina Parody, quien tras escuchar en una emisora lo que le había pasado a la deportista colombiana, decidió pedir a Jairo Romero que se encargara de todo, era un compromiso que ellos querían adquirir desde la institución.

El paracycling es un deporte que tiene ciertas exigencias físicas a las cuales se debe adaptar Yady.

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Síndrome del miembro fantasma: Yady percibe sensaciones en la pierna amputada.

La prótesis entregada por el SENA oscila entre los curenta millones, tomando en cuenta materiales y mano de obra. Además está diseñada para el diario vivir de una persona, por lo que Yady no podrá practicar ningún deporte con esta porque corre el riesgo que se dañe. Yady ha iniciado una serie de campañas para recoger el dinero que necesita para comprar una prótesis semibiónica, que estará conectada con su cerebro y permitirá que las órdenes que ella mande desde su cabeza la pierna las reciba directamente, además corregirá esos problemas que no ha logrado con la entregada por el SENA. Si al dar un paso, lo da torcido, la prótesis automáticamente se mueve hasta el punto correcto. Además es una prótesis que cumple las funciones de alto rendimiento, lo que ayudaría a Yady a ingresar a un nuevo deporte. En su caso, el ciclismo. Ella quiere ser ciclista. 174 millones es el valor de la prótesis semibiónica; 174 millones que Yady no tiene. Aun cuando Andrés Botero dijo que la ayudaría, hasta el sol de la mañana del 29 de septiembre, ella no ha visto nada. Botero por su parte asegura haber estado en todo el proceso de recuperación de la deportista: "Hemos brindado apoyo desde el principio. A ella no se le podía poner una prótesis hasta que no le cicatrizara la pierna. En la última visita le ofrecimos la prótesis que ella está requiriendo, ya nos pasaron la cotización, es bastante costosa; pero está el compromiso de por medio. Y a través de unos recursos que le vamos a dar al Comité Paralímpico le vamos a conseguir esa prótesis para que pueda tener una vida normal y pueda ingresar al ciclismo. Con la Federación Colombiana de Ciclismo la estaremos apoyando", afirma.

Por: Informe

Foto por: Leidy Ospina

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Yady tenía problemas de clavícula, pelvis y algunas afecciones respiratorias.

En todo caso, Yady dice solo haber recibido la visita de José Castro, entrenador de la Federación Colombiana de Ciclismo, él la capacitará para que esta se reintegre a la vida deportiva. Además necesita la bicicleta especial, que podrá manejar de dos formas: primero pedalear con la prótesis, esta tendría en la parte final una zapatilla de competencia con un dispositivo que se une al pedal y que queda fijo, lo que hará que se pueda hacer el empuje y la tracción en el pedaleo. Otra manera, es con una cicla donde pueda poner su muñón y pedalear solo con su pierna derecha. Para lograr todo esto, Yady debe comprar la prótesis con sus propios recursos; como no los tiene, ha realizado un banquete simbólico con el valor de 100 mil pesos, recolección de tapas plásticas, partidos benéficos, eventos que permitan recoger el dinero que "las entidades deportivas no han entregado", dice Yady. "Me extraña mucho que ella esté haciendo eso, porque hace unos días hablamos, estaba muy contenta, solo estoy esperando que esta semana me trasladen unos recursos del Ministerio de Hacienda. Se mandan para el Comité Paralímpico y se pueda hacer la consecución de la bicicleta", expresa Botero. El último adiós Yady siempre sonríe. Tiene una gran facilidad de no dejar caer su ánimo por ninguna situación. Su accidente jamás ha sido un impedimento para terminar con sus sueños, y esas ganas de verse nuevamente bien, le han ayudado a avanzar a pasos agigantados en su recuperación física y psicológica.

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Después de dos meses entre agujas, exámenes, procedimientos erróneos en Ecuador, Yady es trasladada a su país, a su tierra. El 8 de abril, el alcalde de Palmira, José Ritter López, junto a Carolina Franco, psicóloga, y un grupo de danza recibían a Yady en el aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón. Desde ese día la alcaldía de Palmira le ofreció su ayuda incondicional, por eso Carolina Franco inició con ella un proceso de recuperación psicológico, no muy largo, según cuenta: "Yady es una mujer valiente, la verdad que como psicóloga me ha generado sorpresa, porque es muy difícil encontrar pacientes con el ánimo de ella ante una amputación. Sin embargo, lo normal y como cualquier otra persona tiene momentos de tristeza, pero no es una mujer que se lamenta".

-Cuando escribí esta carta lloré mucho, cada gota de lágrima le caía encima. Al final con Carolina quemamos la carta, desde ahí me sentí muchísimo mejor. Desde ese entonces creo que con mi psicóloga no hablo más de esos temas. "Fueron tantos los momentos vividos. Entre risas y llantos pasábamos nuestros días. Fueron muchas las situaciones que disfrutamos. Una compañera en la cancha, en cada una de mis jugadas. Te agradezco todo lo bueno y lo malo que me hiciste vivir. Jamás, jamás imaginé que te fueras a ir, ¿y qué más puedo decir?...son tantas cosas por escribir en esta carta, tantas. ¡Eras mi amiga!, no sabes cuánto me dolió que me dejaras. Adiós pierna".

Foto por: Yady Fernández

Foto por: Yady Fernández

Hubo una terapia, tan solo una que dice Yady, "la hizo llorar", Carolina le propuso escribir una carta. La carta del último adiós.

Este tipo de prótesis tiene duración acorde al uso, aproximadamente 20 años de vida útil.

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La prótesis será tatuada con una imagen creada a partir de los gustos de Yady.


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