Salvador Schelotto :ciudad formal y ciudad informal en América Latina

Page 1

1

XXV Encuentro y X Congreso ARQUISUR “Arquitectura y ciudad. Visiones contemporáneas” conferencia arq. Salvador Schelotto :

ciudad formal y ciudad informal en América Latina: proyecto, conflicto y articulación En el contexto del XXV Encuentro y X Congreso de ARQUISUR, dedicados a las relaciones entre arquitectura y ciudad desde una óptica contemporánea, abordaré, el tema de las relaciones entre ciudad formal y ciudad informal en América Latina, intentando poner el foco en las conflictivas y complejas relaciones que se plantean entre estas dos realidades urbanas que componen facetas de una misma realidad, y finalizaré presentando algunas propuestas que abordan este problema desde el punto de vista del proyecto; es decir, desde una visión dirigida hacia el futuro, hacia adelante, hacia la transformación superadora. Primero que nada, una precisión en torno a la definición de lo latinoamericano. A mi entender, la referencia al contexto latinoamericano, hace no a una delimitación geográfica, sino a un complejo de determinaciones: a un pasado y a un patrimonio comunes, a una problemática actual compartida y al compromiso de construir un futuro también en común; dentro de ese contexto, que ciertamente comparte con el ámbito mayor iberoamericano, una preocupación central de nuestro presente es la cuestión de la ciudad, o más precisamente, de las ciudades. La ciudad es idea y a la vez es realidad tangible. Abordaremos pues a la ciudad en tanto concepto y en tanto materialidad, a la ciudad en tanto territorio simbólico y en tanto espacio de realizaciones y de proyectos. Considero que la ciudad es uno de los principales patrimonios de la humanidad; en tanto tal, se trata del artefacto más rico y complejo que una civilización puede levantar o construir, el objeto sobre el cual –y en el cualconvergen múltiples prácticas sociales y todas las disciplinas de la ciencia, la técnica y la creatividad. Propondremos pues, una mirada incluyente, diversa, compleja, y por ello necesariamente influida y contaminada por múltiples influencias y aportes de diversos autores y disciplinas. Una mirada desde el presente, desde la contemporaneidad.


2 Se ha sostenido por parte de algunos autores que en la ciudad contemporánea la centralidad de los espacios ha sido desplazada por la centralidad de los flujos y en consecuencia las nociones de distancia y aún de espacio han sido definitivamente alteradas. El pensamiento urbanístico actual intenta reconocer estos cambios, procurando comprender los mismos y atender los nuevos problemas que la urbe expresa. Fernando de Terán, al ingresar a la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, realizó un repaso del último medio siglo de pensamiento urbanístico, abogando por una “heterogeneidad discontinua”, en respuesta a la disolución urbana planteada por algunos pensadores. Afirma de Terán que frente a “la no ciudad que invade el territorio, lo surca de infraestructuras, consume el paisaje natural y deteriora el medio ambiente en una loca espiral de desarrollo no sostenible”, se propone como futuro más verosímil para nuestros ámbitos urbanos la heterogeneidad discontinua que implica la existencia de piezas yuxtapuestas de ciudad compacta y ciudad dispersa; ello implica el reto de abordar la existencia de esa ciudad dispersa, respecto a la cual se cuenta con un pensamiento menos formado1. Las profecías sobre antinomias entre estructuras territoriales de alta complejidad, que suponen modelos de “archipiélago” en contraposición a los modelos de “continente”, han sido largamente superadas por la sola evolución de las circunstancias2. Probablemente las proyecciones se han quedado cortas con relación a la magnitud de las transformaciones operadas en los últimos veinte años, así como también resultaron extremadamente catastróficas las que pregonaron el “fin de la ciudad”, derivando hacia sistemas ajerárquicos3. En las últimas décadas se ha discutido ampliamente sobre el modelo de la ciudad difusa a que se refería de Terán, determinada en forma compleja por contraposición o por complementación de la ciudad compacta. De esa discusión está emergiendo un nuevo pensamiento sobre la ciudad que conduce a pensar en nuevos esquemas estructurales, sustentados en redes, que soporten y articulen sistemas urbanos continuos, de gran extensión territorial. El dilema de nuestro tiempo es asumir esa complejidad nueva de la ciudad actual y desarrollar, dentro de ella, la capacidad de optar por alternativas que se orienten una superación de visiones simplificadoras.

2 . Las ciudades latinoamericanas Las ciudades presentan problemáticas particulares, específicas, en América Latina, un continente que vivió un siglo de urbanización continua, como lo señalaba hace ya tiempo Jorge E. Hardoy, que es al mismo tiempo, un continente en permanente transición. Y desde esa mirada queremos abordar una realidad particular. 1

Diario “El País”, Madrid, 18 de febrero 2002. Ver, entre otros: Quero, Damián: “Crecimiento y regeneración de la periferia metropolitana”, en: “La gestión de la ciudad, conferencias del V Congreso Iberoamericano de Urbanismo”, Valencia, 1993. 3 Zaera Polo, Alejandro, “La organización material del capitalismo avanzado”, en: revista Domino n° 2, Montevideo, 1996 (publicado originalmente en Architectural Design vol. 64 n° 3-4, 1994). 2


3 ¿De cuál ciudad o de cuáles ciudades estaremos hablando? De aquella ciudad latinoamericana estudiada por los historiadores y descrita por ensayistas como Angel Rama, que se proyecta desde sus raíces coloniales a la actualidad. De las ciudades latinoamericanas de hoy, aquellos ámbitos que inocultablemente en el presente constituyen, para los más, para las grandes mayorías sociales, el territorio del horror y de la violencia, el territorio de la privación y de la pobreza, del encierro, de la fragmentación social y espacial, de la exclusión social, de la marginalidad y la discriminación. De la ciudad latinoamericana en sus infinitas variantes, de las ciudades latinoamericanas, ciudades que pueden ser también –y son a la vez- el territorio del despilfarro, de la frivolidad y del lujo y el lugar de la ostentación el poder económico y cultural, de la autocomplacencia de minorías privilegiadas, de los negociados y la corrupción, del consumo desenfrenado y la agresión al ambiente y de la despreocupación con relación al patrimonio natural y cultural. Sin embargo, y a la vez, la ciudad latinoamericana es, lo son las ciudades latinoamericanas todas (y cada una de ellas) en su diversidad y en su complejidad, el territorio de la pasión transformadora, de la rebeldía y de la belleza, el espacio de la magia y de la poesía, el fermento en el que crece la lucha democrática, la plataforma para el desarrollo económico y social, el escenario en el cual es posible construir los cimientos de la solidaridad y de la justicia. Las ciudades latinoamericanas, nuestras ciudades, surgidas y desarrolladas en este intenso y dilatado itinerario histórico transitado a lo largo de más de cinco siglos, fueron desde su origen, desde siempre, protagonistas principales y a la vez testigos privilegiados de la peripecia continental. Ciudades testigos y a la vez protagonistas del “descubrimiento”, sometimiento y colonización de un continente de desmesuras, de la conquista y de la dominación colonial y neocolonial; protagonistas y testigos a la vez de las luchas de independencia y de liberación nacional, de las aspiraciones de igualdad social y de los sueños revolucionarios del siglo XX, de los genocidios, del terrorismo de Estado y de las dictaduras militares, de la emergencia protagónica de las masas populares y de los populismos; testigos y protagonistas de enfrentamientos y de conflictos, de convergencias, encuentros y desencuentros, de las aportaciones culturales innovadoras en el campo del pensamiento, de la literatura, del arte, de la ciencia, la técnica, y de la invención creativa en sus más diversas expresiones. En el escenario urbano actual, con características que presentan aspectos comunes a nivel planetario, la ciudad latinoamericana contemporánea contempla un amplio y variado registro de situaciones y problemáticas específicas, propias de la dinámica urbana del continente. Ciudad latinoamericana, que se conforma y desarrolla en diversidad de latitudes y de climas, de emplazamientos geográficos y de escalas, pero que aún hoy y pese a ello mantiene, en su diversidad, una unidad esencial. La gran megalópolis de nuestro tiempo, multicultural y diversa, ingobernable e inmanejable, es, en su esencia, una ciudad latinoamericana.


4 Ciudades como ciudad de México, Lima, Sao Paulo, Rio de Janeiro, Buenos Aires, Santiago, Caracas, Bogotá. La ciudad capital en el Estado-nación, manteniendo y ejerciendo antiguos roles, perdiendo o transmutando algunos y asumiendo otros nuevos, permanece vigente en tanto se ha transformado como lo han hecho Montevideo, Quito, o La Habana. Las capitales estaduales o provinciales, las ciudades puerto, las ciudades productoras, las ciudades oasis o las nuevas constelaciones metropolitanas como Salvador de Bahía, Santa Cruz de la Sierra, Guatemala, Rosario, entre tantas que podrían señalarse como ejemplo. Las ciudades intermedias y de pequeño porte, los centros de áreas territoriales más o menos extensas y dilatadas, desplegadas a lo largo y ancho del continente, en la margen de los ríos, mares y océanos, en las pampas, altiplanos y cordilleras, en los trópicos y en las tierras australes. ¿Qué de común hay en ellas y entre ellas? ¿Qué las diferencia, qué las asemeja? La ciudad latinoamericana ha dejado ya de ser en ésta, la primer década del siglo XXI, como fuera en el pasado siglo XX, el escenario privilegiado de las élites dominantes, el ámbito de acogida de oleadas de inmigrantes, la cuna de un numeroso proletariado industrial, el cinturón de pobreza en el que residen los campesinos pobres expulsados del mundo rural. La ciudad latinoamericana ciertamente ha dejado de ser lo que fuera hasta hace muy poco tiempo atrás, pero al mismo tiempo es inequívocamente siempre ella misma: en su conflictiva historicidad, siempre la misma y siempre diferente. En la actualidad, en nuestras ciudades habitan crecientes contingentes de pobres urbanos; son no una sino varias ya las generaciones de ciudadanos nacidas y arraigadas en los centros históricos en decadencia, en los barrios tradicionales descaecidos, en las antiguas barriadas obreras abandonadas, en las nuevas periferias desestructuradas, anónimas y anómicas. El suburbio pauperizado, en continua transformación y expansión, constituye un paisaje reiterado, recurrente, soslayado en el discurso del poder y al mismo tiempo inquietante. El espacio productivo abandonado y saqueado es el testimonio del proceso de reestructuración productiva y desindustrialización, de una economía y de un sistema productivo desmantelados por obra de mandatos externos. Las tradicionales centralidades urbanas, debilitadas, acosadas y jaqueadas expresan las contradicciones más agudas de una sociedad en acelerada transformación. Las nuevas centralidades, ciertamente funcionales a nuevas formas del dominio, destinadas al gerenciamiento de negocios, el consumo y el entretenimiento, profundamente segmentadas según los grupos sociales, evidencian las rupturas en los anteriores pactos de convivencia y la creciente fragmentación e incomunicación de las diferentes culturas urbanas4.

4

García Canclini, Néstor: “Diferentes, desiguales y desconectados”; Gedisa, Barcelona 2004. Ver también: “Culturas Híbridas”; Paidós, Buenos Aires 2001 (nueva edición).


5 3 . La ciudad fragmentada Una de las claras evidencias de las transformaciones recientes es la fragmentación socio espacial. Sociedades duales producen ciudades en las que la fragmentación se evidencia en el espacio. La fractura, la fragmentación, impacta no sólo en relación con la dimensión social y espacial sino también y principalmente en el campo de lo simbólico, en el terreno de los imaginarios, en las múltiples capas o estratos, que los componen, constituye un rasgo o marca estructural que caracteriza a las ciudades latinoamericanas de hoy, nuestras ciudades. Este proceso es tanto social como espacial y evidencia fracturas tanto en la base material como en la base simbólica de las estructuras urbanas, así como también en las referencias y estructuras mentales que sustentan la sociedad urbana y las formas de convivencia que la caracterizan. Detengámonos momentáneamente en este punto. Esta realidad viene sido analizada y estudiada desde hace ya algún tiempo5 por parte de especialistas en diversas disciplinas. La “ciudad fragmentada” en América Latina es la cara “otra” de la imagen de una ciudad de oportunidades, integradora, equilibrada, orgánica, que fuera constituida y conformada por extraordinarios espacios de integración y promoción social; aquella que, entre los años cuarenta y sesenta, representó un imaginario integrado, de una sociedad homogénea y de proximidades, de alternativas de movilidad social. La ciudad fragmentada sustituye al anterior modelo por un nuevo modelo urbano-territorial, más disperso y menos jerárquico, acorde con fenómenos de transformación territorial de alcance global. Un nuevo modelo urbano-territorial dominado por el signo de la pobreza bajo nuevas categorías y marcado por el cambio de situación de las capas medias y la segregación socioespacial6. Ello ocurre en un contexto en el que la denominada “nueva economía” introdujo factores de mayor incertidumbre en relación con la robustez de los procesos de crecimiento económico y puso en cuestión la permanencia y la localización o deslocalización de actividades económicas y productivas. La pérdida de la centralidad del trabajo en el colectivo social y su incidencia desestructuradora de la vida comunitaria, las nuevas formas de socialización, generan modalidades de relacionamiento entre los individuos y entre grupos sociales que determinan nuevos vínculos con el espacio y la destrucción de antiguas redes sociales. Ello introdujo fuertes cambios las sociedades latinoamericanas contemporáneas, en la medida en que se redujeron drásticamente los ingresos fijos de las familias, particularmente de los sectores populares, lo cual ha vuelto crecientemente dificultoso el acceso o la permanencia y continuidad en el circuito formal de la vivienda.

5

Ziccardi, Alicia, y Reyes Luján, Sergio (comp.): “Ciudades latinoamericanas. Modernización y pobreza”; ediciones PUEC, México DF, 1998. 6 Prevôt, Marie-France: “La ciudad fragmentada”, en: Revista de Occidente n° 230-231, Madrid, 2000


6 Motivos por los cuales el hábitat precario se ha generalizado7, situación que compromete e interpela las tradicionales visiones en materia de políticas de vivienda social. En ese contexto de sociedades crecientemente duales, de fragmentación socio espacial, la ciudad informal adquiere mayor visibilidad, presencia y protagonismo. En consecuencia ciudad formal y ciudad informal coexisten, interactúan y se contraponen, no sólo en términos de las antiguas antinomias centro/periferia, ciudad rica/ciudad pobre; esta radical dualidad permite leer e interpretar el conjunto de las realidades urbanas y las atraviesa a todas ellas. Pero el panorama es aún más diverso, menos claro y evidente: sectores de altos ingresos, aparentemente “ricos”, se han pasado, en los hechos, a la informalización, en algunos casos a través de su desplazamiento hacia urbanizaciones cerradas, o bien privatizando las áreas y estructuras circulatorias anteriormente de acceso abierto; una suerte de paranoica retracción a las modalidades introvertidas de convivencia que implican formas de creciente incomunicación social a través del desarrollo de “estrategias de evitamiento” de las que habla Giandoménico Améndola8, debilitando en forma creciente la esfera de lo público, esencial e inherente a la ciudad tal cual la hemos conocido hasta el momento9. La “ciudad blindada” se presenta recurrentemente, en la escena local, en cada acto conciente o reflejo de retracción con respecto a la esfera pública. Las nuevas áreas residenciales de los sectores de altos ingresos -cerradas y vigiladas- revelan el encierro no sólo de los pobres sino también de los ricos, quienes sobrellevan una forma de vida signada por el encierro y la paranoia, enclaustrada en seudo espacios urbanos, en el aislamiento y en la incultura. El “asalto al espacio público”10 y la pérdida de centralidad del modelo de ciudad pública constituyen muestras de las crecientes dificultades que deben enfrentarse para mantener la vigencia de la ciudad democrática y la aspiración a construir sociedades integradas, aquélla que ha permitido la coexistencia de sectores sociales diversos y albergado la multiculturalidad. La fragmentación urbana así generada ha puesto en cuestión la ciudad pública, expresada en el “modelo europeo de ciudad” adaptado en su momento al continente americano y desarrollado en él de forma notable a la vez que original11. El Estado, tanto a nivel de gobiernos locales como de Estado nacional, ha estado prácticamente ausente del proceso o se ha colocado en una posición de espectador; frente a esta situación, los procesos urbanos parecen ocurrir en forma “natural” al margen de las decisiones colectivas.

7

Rodríguez, Alfredo y Sugranyes, Ana (comp.): “Los con techo. Un desafío para la política de vivienda social"; ediciones Sur, Santiago, 2005. 8 Améndola, Giandoménico, “La ciudad postmoderna”, Celeste ediciones, Madrid, 2000. 9 Muxí, Zaida,: “La arquitectura de la ciudad global”; Barcelona, Gustavo Gili, 2004. 10 Remedi, Gustavo: “La ciudad latinoamericana S.A.”, en: revista Escenario2, n° 1, Montevideo, mayo 2000. 11 Ver la Revista de Occidente 230-231 dedicada a esta temática.


7 Mientras ello ocurre, los mercados atienden con sus propias reglas estos procesos y estas situaciones urbanas caracterizadas precedentemente, reforzando, a través de diversos mecanismos, la tendencia a la dualización, a la fragmentación, a la formación de comportamientos diferenciados y de enclaves, a la informalización de muchas actividades, entre ellas de la producción social de hábitat. Algunos de los fenómenos descritos son nuevos. Otros, apenas constituyen variaciones actuales de tendencias históricas de larga duración. Es posible sostener que la informalidad urbana constituye una dimensión estructural en nuestras ciudades a la vez que es una invariante de la historia urbana de Latinoamérica a lo largo de los siglos. Dimensión estructural e invariante que reconoce momentos y períodos de mayor intensificación. La fragmentación y segregación sociourbana emerge con fuerza en su origen como consecuencias de la revolución industrial y de la dinámica de crecimiento de la ciudad del siglo XIX; y recibe un nuevo empuje como consecuencia de los nuevos problemas generados por la transición demográfica y como consecuencia de la migración campo-ciudad; los procesos expansivos y de metropolización generalizados a partir de los años 50 y la expansión ilimitada del suelo urbanizado de los 60 y 70. Complementariamente se reconocen otros fenómenos simultáneos: la tugurización y descaecimiento de las áreas centrales; el crecimiento incesante de las periferias pobres; el surgimiento del suburbio especializado de los ricos y el suburbio de los pobres. La apertura de las economías latinoamericanas, agudizada a partir de los años 70, aceleró y profundizó estos procesos, junto la reconversión productiva y la consecuente y radical desindustrialización; la deserción del Estado de las actividades productivas, de la regulación y de las políticas sociales; conjuntamente con ello, la pérdida de centralidad del empleo y del trabajo en la convivencia social. La idea de ciudad neoliberal de los 90 –en alguna medida aún vigente- se fundó en la desregulación y el desmontaje de las políticas sociales y los dispositivos del Estado de Bienestar, apostó al éxito de las llamadas “reformas estructurales” y en consecuencia a la implementación en términos de política urbana, de las políticas “reformadas” y focalizadas para enfrentar la pobreza concentrada, impulsadas, entre otros centros de iniciativa, desde los centros de generación de pensamiento en los países centrales y desde el puesto de comando que representan los organismos multilaterales de crédito.

4 . Los fragmentos de ciudad global Apoyándonos en las definciones de Saskia Sassen12, se puede afirmar que la ciudad global (o las ciudades globales), constituyen escenarios, áreas o ámbitos de privilegio segmentados o fragmentados, con fuerte

12

Sassen, Saskia, “La ciudad global”; Buenos Aires, EUDEBA, 1999.


8 internacionalización, presentes en los grandes centros de poder mundial, articulados en redes con nodos en todo el planeta. En América Latina se reconocen algunos episodios urbanos que en cierto modo aluden, directa o indirectamente a los procesos del capitalismo global. Edificios corporativos, centros financieros y de prestación de servicios avanzados, entre otros componentes de estructuras urbanas nuevas, ayudan a conformar esos episodios de ciudad global, cada vez más presentes. La amenaza de virtual extinción del espacio público democrático, el ya referido asalto al espacio público, expresan una creciente tendencia a la privatización de la vida urbana y social. Este proceso, asociado a la depredación del patrimonio común, el desprecio por los valores e identidades culturales, los empujes en apariencia irresistibles de una uniformización “globalizada” amenazan no sólo a las formas urbanas tradicionales y su expresión física, sino por sobre todo a las relaciones sociales, a los intangibles y por ello comprometen la viabilidad de los proyectos colectivos, integradores. Por ejemplo, la incidencia en el pensamiento urbanístico reciente, de algunas corrientes alineadas con centros internacionales de poder, es una expresión clara de tales influencias13 Frente a esos episodios o fragmentos de globalización o internacionalización uniformizada, la ciudad de la pobreza emerge con la natural evidencia de ser su complemento y a la vez su explicación. Al referirse a los imaginarios urbanos, García Canclini14 nos habla de la ciudad contemporánea como “videoclip”, dados el vértigo de su dinámica transformación y el caleidoscopio de imágenes sobrepuestas y simultáneas que conlleva. Ello alude a la preeminencia de lo comunicacional, a lo visual, a la sensibilidad y a la estética contemporáneas, con expresiones claramente visibles en el paisaje de nuestras ciudades.

5 - La intervención en la ciudad existente : hacer ciudad en la ciudad Frente a estas realidades se han ensayado algunas respuestas. Entre ellas, las que apuntan a la recuperación de la ciudad existente, con diversidad de propuestas y de intervenciones unidas bajo un concepto que se podría resumir en “hacer ciudad en la ciudad”. La cuestión de la revitalización de los cascos antiguos y de las áreas centrales consolidadas, ha sido ampliamente considerada y debatida en América Latina, al menos desde los años 60 y con mayor energía desde los años 80. En cierto modo, la preocupación por la defensa, recuperación y puesta en valor del patrimonio cultural se mantiene presente, en la medida en que los problemas e insuficiencias entonces detectados se mantienen, o aún se ven agravados. El concepto de “patrimonio” que originalmente disparó esta preocupación, se ha visto enriquecido; ha sido asumido y apropiado en forma más extendida por la comunidad, trascendiendo la mera referencia al “monumento” o la obra aislada para referirse a entornos urbanos, ámbitos paisajísticos caracterizados 13 14

Arantes, Otilia, et. Al.: “A cidade do pensamiento único”; Petrópolis, Vozes, 2002, 3ª. ed. García Canclini, Néstor: “Imaginarios urbanos”; México DF, 1999.


9 y aún a la ciudad, globalmente considerada, en armónica conjunción con su territorio. Conceptualización que ha trascendido el interés por la mera conservación, valorando su pertinente adaptación a las exigencias contemporáneas. A su vez, lo patrimonial también ha trascendido la exclusiva atención hacia la configuración física, para englobar lo intangible, estableciendo una sinergia entre marco físico y comunidad. Así, la valorización en forma conjunta del espacio de lo construido y del espacio de lo simbólico, se vuelve el diferencial que permite avanzar en las ventajas competitivas, por cuanto la calidad de las relaciones sociales, el margen de inclusión o exclusión social de las comunidades urbanas, es y será un aspecto particularmente jerarquizado. La lucha por la reconquista de la centralidad En el contexto descrito, se han desarrollado algunas experiencias interesantes en las últimas décadas. Éstas reconocen el denominador común de la recuperación de algunos valores de la ciudad tradicional; en particular del valor de centralidad. Centralidad entendida como referencia colectiva, como catalizadora de interacciones. En los últimos años, el pensamiento y la experimentación han apuntado en esa dirección, parece retomarse el camino de recuperación de la ciudad histórica a través de una lectura en clave contemporánea del casco antiguo y las áreas centrales en relación con la estructura urbana en su conjunto. Esto refiere tanto a la lectura simbólica de la ciudad, como a la reinterpretación de su complejo papel funcional y al rescate de sus valores arquitectónicos y urbanísticos. Propuestas e iniciativas diversas, que atienden a andamiajes o sustentos doctrinarios también diversos, que ha resultado en éxitos parciales y no pocas dificultades o fracasos. Ello nos lleva a cuestionar, no los objetivos en sí, las intenciones de revitalización y recuperación de la ciudad existente, histórica, tradicional, o ciudad pública, sino la pertinencia o eficacia de las estrategias aplicadas y la calidad de los instrumentos disponibles, y nos lleva a plantear la imperiosa necesidad de imaginar nuevas y más audaces modalidades de actuación. Estas conllevan, además de las intenciones históricamente ya incorporadas, renovadas preocupaciones: la preocupación por la identidad, por el respeto para con el medio ambiente y por la participación ciudadana más amplia en procura de la inclusión social. Entre una propuesta de ciudad seudo histórica, a modo de “parque temático” y la ciudad tradicional resignificada y revitalizada, oscilan los términos de una demanda creciente de espacios caracterizados, donde los valores de identidad y de escala siguen estando presentes, junto con otros modos de valoración y de disfrute, que obedecen a las reglas impuestas por los mercados. Demanda de espacios urbanos “historizados”, atendida con instrumentos supuestamente transgresores, o bien de áreas patrimoniales banalizadas, presentadas muchas veces –unos u otras- como atractivo turístico15.

15

Ver, entre otros, Filgueiras Gomes, Marco Aurelio: “Historia, cultura y turismo en la ciudad contemporánea: algunas reflexiones sobre la rehabilitación del Pelourinho”, en: revista Medio Ambiente y Urbanización n° 55, Buenos Aires, 2000


10 6 - Los discursos emergentes : articulación formal-informal Ninguna de estas situaciones ha escapado al análisis y la reflexión, generándose a lo largo del tiempo múltiples miradas e interpretaciones sobre las mismas. La aparición en la escena urbana de importantes núcleos de pobreza y urbanización informal, llámense estos villas-miserias, favelas, barriadas, callampas, poblaciones, cantegriles, etc., despertó diversas reacciones, interpretaciones y respuestas, al menos desde mediados de los años 50. Tales respuestas han recorrido trayectorias variadas, entre la propuesta higienista, el pintoresquismo y la condena social hacia interpretaciones más complejas y abarcativas y en consecuencia menos prejuiciosas. En alguna medida el pensamiento urbanístico y social recorrió algo así como la brecha estética y el trecho temporal -pero por sobre todo conceptual- que va desde el film “Orfeo Negro”16 a fines de los 50 hasta “Ciudad de Dios” de reciente producción17. En los 60, en el marco del debate intelectual latinoamericano y el pensamiento del dependentismo y los debates entre reforma y revolución el tema de la ciudad estuvo presente casi exclusivamente como una parte de una discusión más general sobre la cuestión de las injusticias estructurales de la sociedad capitalista: ello implicó que se centrara la discusión sobre la cuestión de la “marginalidad” y el papel del lumpenproletariado en los procesos de cambio social. Algunas tendencias emergentes ya desde los años 60, apoyadas en la educación popular, la preocupación de la iglesia progresista posconciliar por los pobres, y más recientemente el papel de las ONGs y el llamado “tercer sector” modificaron en algo la anterior visión, incluyendo en las agendas de la pensamiento progresista y de izquierda estas realidades; esto tuvo un particular desarrollo, al menos en el Cono Sur de América en el período de las dictaduras militares. Por otra parte, la constatación de la generalización y expansión del fenómeno hacia los años 80 llevó a considerar el problema como una parte importante de la administración de la ciudad y una prioridad de la gestión urbana; de esta manera han surgido voces que reclamaron la necesidad de construir una política social de tierra urbana como alternativa levantada desde una posición crítica de la gestión urbana tradicional; esta visión sostiene que la cuestión del acceso de los pobres a la tierra urbana (tanto en las áreas centrales como en las periferias) constituye la clave del problema. También se ha generado un discurso desde el análisis del mercado del suelo, planteando la fuerte lógica inherente a la economía de la ciudad informal desde un análisis de los subsidios y precios más o menos explícitos o más o menos encubiertos que la justifican; en este sentido, se ha llamado la atención sobre el componente económico de la ciudad informal, en varios planos: en términos de mercado de suelo (mediante la apropiación de plusvalías generadas por la nueva urbanización en el mercado informal por parte de propietarios y “urbanizadores” y en términos de economía de la ciudad en cuanto a producción de bienes y de servicios en un sub-mercado informal, asociados con redes económicas y tráficos diversos. 16 17

Francia, 1959; dir.: Alfred Camus Brasil, 2002; dir.: Fernando Meirelles


11 Más recientemente, el impulso del los organismos multilaterales de crédito al financiamiento de ciertos programas en materia de políticas sociales y de corte urbanístico, en particular el BID y el Banco Mundial, ha introducido nuevos componentes y nuevas visiones en el debate, planteando y proponiendo diversas modalidades de intervenciones, muchas de las cuales han mostrado los límites de los enfoques economicistas y de las políticas sociales focalizadas. Algunas de las experiencias promovidas y financiadas en este contexto ideológico terminaron no sólo sin reducir el problema sino además consolidando fortaleciendo y acelerando procesos de informalización y exclusión. Programas como el PROMEBA en la Argentina, Chile Barrio en Chile, Favela-Bairro en Brasil y PIAI en Uruguay son ejemplos de esta tendencia. Algunas otras visiones enfatizan los abordajes desde la complejidad y promueven la participación, incluyendo en la agenda algunos de los temas emergentes en una modernidad descentrada, como la cuestión de los tráficos, la violencia y la droga18, así como una mayor apertura al reconocimiento de las diversidades y de diferentes culturas presentes en el ámbito urbano, apuntalando la necesidad del reconocimiento del “otro” como sujeto de derechos y como interlocutor. Modalidades musicales como la “cumbia villera” o variantes del hip-hop muestran la potencia y la permeabilidad de las manifestaciones culturales de estos ámbitos hacia el conjunto de la sociedad. Algunas alternativas: En este contexto tan diverso de identificación de los problemas, de formas de enfrentarlos y de formas de actuar sobre ellos, el papel de los gobiernos locales ha logrado introducir visiones alternativas más integrales e integradoras. El accionar de algunos gobiernos locales, a partir de los años 90, resulta ilustrativo en una dirección de procurar enfrentar y resolver estos dilemas: Porto Alegre, Rosario, Montevideo, son algunos ejemplos de gobiernos locales liderados por fuerzas políticas de izquierda, que apostaron en alguna medida a la participación social en la gestión y a un despliegue de políticas urbanas y sociales más complejas e integrales; otros casos como México DF, Bogotá o Rio de Janeiro presentan un panorama menos claro, aunque parcialmente mostrando intencionalidades similares. En el caso específico de las intervenciones realizadas a partir de los 90 en la ciudad de Rio de Janeiro es posible encontrar las potencialidades y los límites de un enfoque “urbanístico” para intentar resolver profundos problemas estructurales. La municipalidad ha procurado articular una lectura estructuradora de la ciudad a través de las intervenciones de “Rio Cidade” y a su vez, a lograr una integración o articulación entre ciudad formal y ciudad informal en las actuaciones del programa “Favela-Bairro” (cofinanciado por el BID), entre las cuales destacamos las originales, acertadas y sensibles intervenciones que se deben al arquitecto Jorge Mario Jáuregui. 18

Hopenhayn, Martín: “América Latina, desigual y descentrada”; Buenos Aires, Grupo Editorial Norma, 2005.


12

La visión y la propuesta de Jáuregui, así como su obra, procura informarse de la realidad multidimensional de la ciudad informal, reconocer su existencia y su carácter de componente estructural del todo urbano y apunta poner de manifiesto sus valores, sus reglas de construcción y de transformación, su estructura social, sus códigos, sus relaciones con la ciudad formal y a partir de ellas interpretar su estructura, imaginar, proponer y concretar su transformación. Las ideas de Jáuregui y sus obras, han sido reconocidas y premiadas en numerosos foros internacionales y fueron destacadas en publicaciones y eventos académicos, en los que fueron encuadradas por algún crítico de la arquitectura en el terreno del “realismo mágico” latinoamericano. En su peculiar metodología de lectura e interpretación de la ciudad, Jáuregui incluye una lectura sutil, atenta e inteligente de la realidad, con metodologías de aproximación y elementos tomados de las ciencias sociales aplicadas y del psicoanálisis, combinados con lecturas perceptivas de la imagen urbana al modo del norteamericano Kevin Lynch. El concepto de articulación formal-informal constituye la clave de la propuesta arquitectónica, urbana y social de Jáuregui, cuyo trabajo se destaca no sólo en el plano del abordaje teórico sino también en la calidad y en la pertinencia de sus propuestas arquitectónicas, urbanísticas y de gestión, muchas de ellas ya concretadas. En ellas se conjuga la calidad arquitectónica con la participación ciudadana, la ciudad informal con la formal, la gestión con el diseño, la intervención física con la dinámica cultural, social y económica de la comunidad. La palabra clave en la propuesta de Jáuregui es pues “articulación”: articulación interna de la favela a través del viario, el espacio público y el equipamiento y articulación entre ciudad formal e informal. Entre sus muy diversas realizaciones y proyectos, se destaca, por su ambición y envergadura, la planteada en el reciente concurso para intervenir en la Favela “Rocinha”, una de las mayores y más tradicionales de la ciudad de Rio de Janeiro.

7 - A modo de conclusión: los desafíos y el proyecto Algunos de los desafíos centrales de nuestro tiempo, encuentran en el espacio de las ciudades su interpelación esencial. El desafío de la inclusión social. El desafío de la identidad cultural. El desafío de la diversidad y de la tolerancia. El desafío de la igualdad de oportunidades. El desafío de la incorporación a la sociedad del conocimiento. El desafío de conjugar calidad arquitectónica, urbana y ambiental con desarrollo y equidad social. El desafío de conjugar la formalidad de la democracia política con democracia económica y social.


13 La arquitectura y el urbanismo latinoamericanos tuvieron en las ciudades su espacio de desarrollo y verificación; allí oscilaron entre la respuestas automáticas, empobrecedoras del análisis, acríticas y funcionales a las élites dominadoras y el fértil cuestionamiento al estatu quo, asumiendo a la vez la proposición de alternativas superadoras y originales. Los materiales para la transformación están dados: ellos se presentan en la ciudad. La posibilidad de reunirlos, organizarlos y dinamizarlos reside en la capacidad innovadora del proyecto. A lo largo de todo el siglo XX en la fábrica y en la escuela, en el ámbito portuario y en la Universidad, en el entorno barrial y en el centro urbano, en el encuentro plural y diverso de múltiples perfiles sociales, culturales y étnicos, en la confrontación de ideas y de proyectos, se forjó, en la mezcla, en la contaminación recíproca, en una matriz ideológica ecléctica, en el sustrato de una sociedad aluvional, la identidad singular de la ciudad latinoamericana. En ella, conjuntamente con la intelectualidad vanguardista se forjó en los sindicatos y organizaciones obreras y estudiantiles la conciencia de un posible destino colectivo. En ella emergió la Reforma Universitaria. En ella coexistieron, fecundos, el mundo del trabajo y el de la cultura, el mundo de la ciencia y de la creación artística, la construcción democrática y el sueño revolucionario. La sociedades latinoamericanas, en este siglo XXI, convulsionado, violento, contradictorio, pero también auspicioso, aún hoy siguen siendo espacios de construcción; un lugar para construir auténticas ciudades, para cultivar la utopía y para ejercitar empecinadamente la esperanza. La ciudad latinoamericana será, como profetizó hace más de treinta años atrás, en medio de la tragedia, el Presidente Allende, aquél lugar en el cual, mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pasará el hombre libre para construir una sociedad mejor. Muchas gracias.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.