MANUAL URGENTE PARA RADIALISTAS APASIONADAS Y APASIONADOS

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ridículos. En cuanto a los efectos, también pueden caricaturizarse. Si un personaje cómico resbala por la escalera, el ruido parecerá como si se lo tragara la tierra. Los bebés llorarán a mares y los caballos relincharán con hipo. Toda esta composición artística desproporcionada es la que permitirá decodificar rápidamente el género. El oyente tiene derecho a saber si está ante un programa cómico o dramático. Nada peor, como dice García Márquez, que una comedia involuntaria, proponerse un libreto serio y obtener carcajadas del público.39 ¿Qué formatos se pueden hacer con humor? Un montón: escenas de la vida cotidiana, cuentos con doble sentido, sátiras, imitación de políticos, personificaciones… En Nicaragua hicieron el micrófono indiscreto con esta pregunta confusa:40

—¿Se relacionaría usted con un homo sapiens? —¡Ni quiera Dios! En mi familia somos de buenas costumbres.

Ya se sabe que el humor no consiste en contar chistes. El humor, como su nombre indica, es un estado de ánimo, una corriente sanguínea, un guiño de ojos. Podemos imprimir buen humor a la mayoría de nuestros espacios. Naturalmente, el Viernes Santo hablaremos de otra manera. Y la noticia de los muertos en el terremoto la leeremos con la emoción que corresponde. Pero el tono general de nuestra comunicación será alto, risueño, sabroso. Tendremos sketches y concursos, juegos y picardías. La gente nos identificará como una emisora alegre y que alegra. Que falte todo en nuestra programación, menos la risa.41

Érase que se era… ¿Quién no se durmió oyendo un cuento? ¿Quién no despertó pidiendo otro cuento y otro más? Duendes y fantasmas, soldaditos de plomo, bosques encantados, casas de chocolate… Los cuentos fueron el mejor regalo de nuestra niñez. Y todavía hoy, basta que un amigo, en una reunión social, comience a relatar una historia, las demás conversaciones se opacan, se congelan. El cuento conquista. Las narraciones reinan en nuestra imaginación. ¿Qué es un cuento? Definirlo es más difícil que atrapar un gnomo en el bosque. Y sin embargo, todo niño sabe reconocerlo. Porque el cuento, ante todo, es una seducción del lenguaje. El arte de contar es tan importante como el cuento mismo. Parientes próximos del contador de cuentos son las nanas indias y los griots africanos. Cuento viene de contar, de llevar la cuenta de algo, de dejar constancia de un hecho que vale la pena recordar. Los cuentos son relatos para no olvidar y repetir. Para pasar de boca en boca y de generación en generación.42 Por eso, son breves, compactos, directos. Entran en acción, no se desvían del argumento, igual que una flecha buscando diana.43 Hay cuentos para dar y tomar. Los infantiles, los fantásticos, son tal vez los primeros que nos vienen a la memoria. Pero luego están los de la tradición oral. Y los cuentos de terror, para orinarnos de miedo antes de dormir. Y los cuentos de amor, de aventuras, los históricos, los humorísticos, los 39 40 41

Gabriel García Márquez, Cómo se Cuenta un Cuento. Voluntad, Bogotá, 1995, pág. 82.

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En Centroamérica se les llama pasadas. Son famosas las de Tío Conejo y Tío Coyote.

Programa La Cámara Matizona, de la TELEVISIÓN sandinista, Nicaragua.

Y si falta, invite a José Ordóñez, el genial locutor colombiano que estuvo hace poco en Quito batiendo su propio récord de chistes. El 20 de marzo de 1997 completó 60 horas seguidas contando más de 17 mil chistes, uno tras otro.

Juan Bosch, Apuntes sobre el arte de escribir cuentos. Santo Domingo, 1970.


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