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tales que juegan en contra, como por ejemplo, la calidad del aire, que de cumplirse los plazos y las promesas de descontaminación, el 2010 deberíamos tener un Santiago con el cielo limpio. Ampliando su pregunta ¿está el territorio de Chile en condiciones de competir con otros de Latinoamérica para acoger inversiones? Si bien la capital es sólo un valor agregado a considerar, nuevamente mi respuesta es SÍ. Chile tiene un nivel de infraestructura competitivo y puede y debe proponerse como territorio alternativo de inversiones y de hecho, lo es. Lo que pasa con la minería, la acuicultura, las

El crecimiento económico no se refleja necesariamente en “mejor calidad de vida” para todos o la mayoría de los habitantes, porque crecimiento económico no implica necesariamente desarrollo económico porque son dos situaciones distintas. Y sucede que tanto el crecimiento como el desarrollo no se distribuyen equitativamente. Más aun, este es un modelo de desarrollo excluyente, que postula “el chorreo” como método distributivo y que al observar su funcionamiento, verificamos que es insuficiente e injusto. Como la tendencia del libre mercado es que la riqueza atrae a la riqueza y la pobreza a la pobreza, se crea el círculo vicioso

La segregación de los polos productivos desvinculados de los centros comerciales y de las áreas habitacionales, replica la centralización del país a escala urbana. actividades forestales, la agricultura, el turismo y todos los servicios anexos a estas y otras actividades, representan una alternativa atractiva en la región. Pero no nos engañemos, hay factores que pueden ayudar o no a la competitividad que van más allá de las condiciones de infraestructura física, como es la complejidad burocrática o las reglas de tributación, por ejemplo. Si el crecimiento económico se ve reflejado en la calidad de vida al interior de las ciudades, en su opinión ¿por qué se da un “crecimiento” tan dispar entre comunas del gran Santiago?

de la disparidad, de la exclusión y de la segregación visible e irritante en todas nuestras ciudades. La permisividad y falta de regulación por parte de las autoridades de gobierno, han permitido el enclaustramiento en guetos de pobres y ricos donde el común denominador es la desconfianza y el rencor. Esta política, implantada en los años de la dictadura, no ha sido posible de corregir en democracia porque permanecen poderosos e influyentes intereses en que esta situación se mantenga. La segregación de los polos productivos desvinculados de los centros comerciales y de las áreas habitacionales, replica la cen-

tralización del país a escala urbana. La ciudad debiera volver a ser funcional a las necesidades de las personas y sus costumbres. El crecimiento económico debe transformarse en desarrollo económico y éste debe reflejarse en igualdad de oportunidades para toda la población, a lo largo y ancho de todo el país. Considerando que Santiago tiene un índice de 3,2 m2 de áreas verdes por habitante (la OMS recomienda como mínimo 9 m2 por habitante), y que se da la paradoja de comunas como Vitacura que tienen 20 m2 por habitante, mientras otras tienen menos de 1 m2 ¿Que importancia atribuye al desarrollo de áreas verdes y cómo enfrentaría las diferencias entre comunas? Desde el punto de vista cuantitativo los indicadores establecen un desafío pendiente. Es importante considerar los estándares mínimos que propone la OMS como una meta a alcanzar, pero esto no basta. También es importante definir en términos cualitativos los desafíos pendientes en cuanto a “áreas verdes”, ya que no es lo mismo un pastizal que un bosque. Santiago no tiene los mismos requerimientos que Concepción, ni Arica que Valparaíso ni tampoco Punta Arenas como Iquique. Gran parte de las áreas verdes son superficies asociadas a proyectos viales, barreras para la integración urbana. Es necesario crear zonas verdes que actúen como nodos para la integración espacial y social de la comunidad, como oferta alternativa a los espacios privados.

Desde la perspectiva medioambiental, cobra relevancia los bosques o sea, la masa arbórea, la biodiversidad, la selección de especies autóctonas, adaptadas al clima local, compatibles con la realidad urbana desde la perspectiva de la salud y la seguridad. Esto significa crear políticas realistas, aprovechando las condiciones naturales de cada zona, ambientales, de riego, especies apropiadas, con magnitudes posibles de mantener. Por lo demás, existe un plan general llamado “Plan Verde 2011”, presentado por la presidenta Bachelet que no ha sido llevado a cabo por falta de recursos, pero es perfectamente viable con nuestra propuesta de financiamiento prioritario. Además, la paradoja que señalas en la pregunta grafica lo que conversábamos anteriormente respecto a la distribución del crecimiento y el desarrollo. Las comunas que tienen más y mejores áreas verdes comunes son también las que tienen más áreas verdes privadas (jardines, parques, etc.) Es decir, tienen más las que necesitan menos. Esto da una idea de dónde debe ponerse el énfasis y el esfuerzo de políticas públicas, en compensar esta inequidad. Respecto a infraestructura urbana ¿Queremos ser la ciudad de las autopistas, o hay un límite para el crecimiento de estas mega construcciones? No se trata de querer más o menos autopistas. El tema es tratar de equilibrar un conjunto de coordenadas relativas al funcionamiento de las ciu-

dades y sus sistemas de comunicación y transporte. Si queremos ciudades en que la calidad de la vida predomine por sobre las infraestructuras viales, tenemos que pensar en ciudades a escala humana, de tamaños medianos, con densidades apropiadas, con integración entre vivienda, escuela, lugares de trabajo y equipamiento, con requerimientos energéticos menores, incorporación de ciclo vías y desarrollar decididamente el transporte público según corresponda, ya sea el metro, el tranvía y/o el bus. También se puede optimizar el acceso a la información, propiciando el tele trabajo y nuevas prácticas sociales de integración, reorganización y ordenamiento de los horarios de atención en las diversas reparticiones, de modo que se reduzcan los trámites y por lo tanto, los traslados. En cambio, si privilegiamos las autopistas urbanas, aumenta la velocidad del desplazamiento de los automóviles, lo que incentiva su uso y el aumento del parque automotriz. Esto produce un espiral de desplazamiento individual que nos lleva al mediano plazo al mismo punto de partida: la saturación y al colapso vial, pero con una agravante, que ahora es mayor la cantidad de automóviles y en consecuencia, un problema de mayor envergadura. Esto ya sucede en Ciudad de México, Caracas y Los Ángeles. El sistema de autopistas generalmente corresponde a una respuesta reactiva frente a la congestión del tráfico. A la luz de las experiencias, estas soluciones presentan una serie de externalidades negativas y múltiples pro-

blemas. Sólo por nombrar algunos: incentiva la expansión urbana, fragmentación al interior de las ciudades, congestión en las inmediaciones de las autopistas, aumento de accidentes, escaso interés por fiscalización al interior de ellas, etc. Hoy se acepta que a medida que crece el PIB, las ciudades crecen y se expanden inevitablemente (incluso las ciudades europeas) ¿Cuáles son los problemas y desafíos que ve en una ciudad cada día más extensa? Si alguien no sabe por qué las ciudades crecen indefinidamente, que se lo pregunte a los especuladores urbanos y sus agentes. El solo hecho de convertir la tierra agrícola en urbana produce una plusvalía privada extraordinaria y un alto costo público. Y por otro lado está el mercado “cautivo” que necesita terrenos para establecerse, así, la ciudad crece en forma inorgánica. La esperanza de que las grandes concentraciones humanas produzcan una sinergia satisfactoria en lo social, laboral y cultural, no se ha visto cumplida. Los problemas que conlleva una ciudad extensa se magnifican: polución, delincuencia, ocupación de terrenos agrícolas, derroches múltiples. Esto que parece una fatalidad, podría mitigarse. Existen mecanismos de gestión para incentivar inversiones y programas públicos en los diversos territorios del país que, junto con la implementación de políticas de densificación al interior de las ciudades, logren detener la expansión indiscriminada de las grandes ciudades.


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