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Hoy en día la cultura de los objetos y sus signos ha alcanzado un grado de estetización muy alta. Lo estético es uno de los problemas distintivos de disciplinas como el Diseño, a pesar de esto la separación entre forma y función ha vuelto a la estética un tema difícil de tratar. Apropósito de este y otros asuntos la autora Anna Calvera publicó la colección de ensayos “De lo bello de las cosas”. Esta entrevista surge de este libro y recorre temas como: la propiedad intelectual e industrial en el diseño en relación con la separación entre forma y función, la estetización de lo cotidiano y la innovación en el diseño español y chileno. Esta entrevista fue realizada en Barcelona en el mes de Febrero de 2010. The culture of objects and its signs have reached in the present day a very high degree of aestheticization. Aesthetics is one of the distinctive problems of disciplines like Design; in spite of this the separation between form and function has made aesthetics a difficult subject to deal with. Concerning this and other matters, author Anna Calvera published the collection of essays “about the beauty of things”. This interview springs from this book and reviews subjects like: intellectual and industrial copyright in design in relation to the separation of function and form, the aestheticization of everyday things and innovation in Spanish and Chilean Design. This interview was carried out in Barcelona in February, 2010. Innovación _ propiedad industrial _ propiedad intelectual estética Innovation _ industrial copyright _ intellectual copyright aesthetics

En la actualidad, existe una enorme variedad de bienes y servicios que se conciben, desarrollan y comercializan como productos culturales mediante la utilización de signos generadores de significados y asociaciones con determinados estilos de vida. Ya sean cuentas bancarias, café en grano, aparatos eléctricos, cosméticos o ergonómicos pañales de guagua, el contenido simbólico del producto y el significado que se le asigna se tornan fundamentales. Ello ha generado una estetización de todos los aspectos de la vida cotidiana y, por cierto, de la cultura, que inicialmente podríamos definir como “todo aquello que no es necesario hacer”. Comer es necesario, pero no lo son la alta cocina, el Whopper de Burger King o un carpaccio de salmón a las finas hierbas.

Entrevista con

Anna Calvera Conversaciones sobre estética, propiedad intelectual, innovación y finalmente diseño

Es imprescindible cubrir nuestro cuerpo para protegernos del clima, pero no lo es

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DISEÑA

ENTREVISTA

preocuparnos como solemos por ponernos unos zapatos Camper o una casaca The North Face. Es necesario moverse sobre la superficie terrestre, pero no es obli-

Pedro Álvarez _ Diseñador y Posgrado en Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile _ Profesor e Investigador Escuela de Diseño, Pontificia Universidad Católica de Chile.

gatorio bailar. Para aclarar un poco más este punto podemos citar al músico Brian Eno: “Yo llamo funcionales a las actividades ‘necesarias’ (tomar agua, mudar una guagua) y estéticas a las ‘no necesarias’ (ir a un concierto de música, tomar un vodka Absolut mandarina en la barra de un bar lounge). Por ‘estéticas’ entiendo que la base principal sobre la que elegimos entre ellas son sus diferencias de estilo”.1

1 Citado en: Cooper, Rachel y Mike Press, El diseño como experiencia. El papel del diseñador y los diseñadores en el siglo XXI.Editorial Gustavo Gili, Barcelona, 2009, p. 23.

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La verdad es que de verse, se ve poco. Y esto se relaciona con varias cuestiones. Lo primero es que la legislación europea permitió que se reconociera la propiedad intelectual del diseño industrial mediante una ley de protección. De esto ya existía un precedente en Inglaterra con la ley del copyright. Pero el hecho de reconocer al diseño como propiedad intelectual en lugar de reconocer la propiedad industrial de las patentes y marcas introduce un nuevo debate. Sobre todo, porque los diseñadores tienen una cierta guerra contra los empresarios respecto a “quién” pertenece la propiedad de las cosas que se hacen en equipo. Esta legislación introduce la propiedad intelectual sin poner en duda la propiedad industrial. Y otra cuestión muy distinta es cuando lees la ley de propiedad intelectual y te das cuenta de que hay determinados temas sumamente resbaladizos donde ni la propia ley aclara bien los puntos. Que tiene que ver con la separación de la forma y la función… Centro Cultural Contemporáneo de Barcelona, Fotos Trinidad Marsh.

Anna Calvera publicó una interesante colección de ensayos titulada De lo bello de las cosas, donde invitó a un grupo de diseñadores a reflexionar sobre lo estético, considerando que a pesar de ser uno de los factores de identidad más llamativos del diseño, siempre ha sido difícil de tratar.

A propósito de lo anteriormente señalado, el año 2007 Anna Calvera publicó una interesante colección de ensayos titulada De lo bello de las cosas, donde invitó a un grupo de diseñadores a reflexionar sobre lo estético, considerando que a pesar de ser uno de los factores de identidad más llamativos del diseño, siempre ha sido difícil de tratar. Ello ha generado un largo debate respecto al tema, ya que en muchos países (incluido el nuestro) sigue primando la vieja separación entre forma y función, siendo lo “objetivo” en la labor del diseño la “apariencia” o la “innovación formal” del producto. De ahí que las leyes de protección jurídica del diseño industrial tiendan a remitir la tarea del diseño a cuestiones propias de la apariencia de los objetos, y no a los aspectos técnicos, estableciéndose un distanciamien-

to de la actividad respecto de la innovación tecnológica. De estos y otros temas relacionados surgió la conversación con Anna. La entrevista se llevó a cabo en el bar del Centro Cultural Contemporáneo de Barcelona, frente a la Universidad del mismo nombre, al compás de un vino tinto español bastante razonable. Valga mencionar que Anna Calvera es profesora de Historia y Teoría del Diseño en la Universidad de Barcelona, Doctora en Filosofía y graduada en Diseño Gráfico por Elisava y Llotja, y autora de los libros La formación del pensamiento de William Morris (1992), Historia del diseño gráfico en Cataluña (1997), y editora de Arte ¿? Diseño (2003) y De lo bello de las cosas. Materiales para una estética del diseño (2007), publicados por la Editorial Gustavo Gili.

Que tiene que ver con la forma y la función que es la manera tradicional de explicar la relación entre estética y tecnología. Tradicionalmente la propiedad intelectual de las funciones compete a los ingenieros, sobre todo si estas funciones tienen variables tecnológicas. ¡Qué le queda entonces a la propiedad intelectual

de los diseñadores! La estética vacía de contenido no interesa a los diseñadores, y en buen diseño tanto lo que es propio de la estética como la función y el universo tecnológico van de la mano, no se pueden separar. Igual que en la estética tradicional, en la literatura no se pueden escindir forma y contenido. El contenido es la forma, y la forma es el contenido, y esa es una vieja discusión de la modernidad. Al revisar las legislaciones europeas que los distintos países han adoptado, es interesante ver cómo, al cabo de algunos años, la definición de diseño ha llegado a un punto que los abogados la entienden y la ponen por escrito. Esto, claro, permite una dinámica económica que abre la puerta a la innovación estética, pero evidentemente no la define. Otro aspecto que me parece relevante, y que abordas en el libro De lo bello de las cosas, tiene que ver con el fenómeno de la estetización de todos los ámbitos de la vida cotidiana, situación que pone en relieve la valorización del diseño como un agente estratégico. ¿Por qué razón lo estético, tan propio del dominio de las bellas artes, se ha desplazado hacia el ámbito del diseño y la moda, relegando al arte a un segundo plano? Esto lo podemos observar incluso en el ámbito académico, donde las escuelas de diseño están teniendo más protagonismo y exposición que las escuelas de arte.

Bueno, supongo que hay cuestiones históricas, y es que el arte tal como lo entendemos está vinculado al arco de la modernidad. El arte es un invento del siglo XVIII, como podríamos decir, atomizado a lo largo del XIX y XX y hay especialistas en estética que están analizando cuál es la situación del arte en las sociedades contemporáneas. A mí me gustan las paradojas y

La entrevista se llevó a cabo en el bar del Centro Cultural Contemporáneo de Barcelona, frente a la Universidad del mismo nombre.

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poner en evidencia las contradicciones… Por ejemplo, el arte fue el objeto oficial de la estética filosófica a partir sólo del siglo XIX, de Hegel para adelante. Antes los filósofos hablaban de todo, de mobiliario, de estilo, de gastronomía, y de hecho, el sentido del gusto y no el de la vista sirvió de base para razonar sobre el juicio estético. A partir del XIX la estética comenzó a ocuparse del arte, para fundamentarlo, y se olvidó de las otras prácticas, en gran medida porque la belleza está definida como “lo inútil”. Desde Kant en adelante, la belleza será la finalidad sin fin, legando a la arquitectura problemas contextuales profundos a lo largo de toda la modernidad. De hecho, se han pasado 200 años intentando explicar por qué siendo útiles, las obras arquitectónicas también son una bella arte, pero ese es otro tema. En el pensamiento posmoderno, momento en que se empieza a hablar de la estetización de la vida cotidiana, y de lo difusa que es la estética, filósofos, historiadores del arte, artistas y diseñadores lo verán como un problema. Incluso, como algo contra lo que había que arremeter. Theodor Adorno ya había advertido que las industrias culturales eran una falsificación del arte, lo que nos lleva a pensar que la experiencia estética en el mundo contemporáneo podría llegar a ser casi un sufrimiento. A partir de todo esto pensé que podía haber una estética de lo agradable, que te hiciera la vida más feliz, pero no necesariamente vinculada a una dimensión estética pura, artística, trascendente… sin que ello implique que te diluyas en algo sin ningún tipo de sabor. A mí me parece que son dos lógicas en paralelo, donde la calidad de un buen diseño no necesariamente es pintura descafeinada, ni es cultura descafeinada; son dos lógicas distintas y con dos criterios diferentes.

ENTREVISTA CON ANNA CALVERA

Hola, Anna, quisiera iniciar esta conversación con una pregunta referida a las políticas I+D+I (Investigación, Desarrollo e Innovación), tema que abordas en la introducción del libro De lo bello de las cosas. ¿Cómo ha podido ingresar el valor estético del diseño en la legislación española y en las directrices económicas relativas a las políticas I+D+I? ¿Cómo se ve en la práctica en la legislación española?

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Pero el hecho de reconocer al diseño como propiedad intelectual en lugar de reconocer la propiedad industrial de las patentes y marcas introduce un nuevo debate.

Sin pretender transformar al diseño en un dilema ontológico, me acordé de un comentario del diseñador y tipógrafo argentino Rubén Fontana publicado en un libro de la Editorial Gustavo Gili del cual fuiste editora. Puntualmente señalaba, desde una posición muy pragmática, que el diseño no tiene demasiada trascendencia…

Estoy de acuerdo con él en una cuestión: un buen diseño, aquel vaso que nos parece muy bonito y atractivo, no hace falta que sea la Venus de Milo y que te pases el día contemplándolo porque deja de ser un vaso. Para mí el diseño, sin que tenga que ser ni muy barroco, ni muy trascendente, ni muy pagado de sí mismo, puede hacer cosas importantísimas. Pero importantísimas en su sencillez, y en su humildad. Es decir, utilizar un vaso de pretexto para construir un discurso sobre el futuro del bien y del mal, me parece un poco absurdo; eso está bien para una película. Creo que el diseño debe adaptarse a la situación, a la gente, al momento, y a resolver ciertos problemas de la vida cotidiana. Con eso ya es suficiente, no es necesario buscar una trascendencia que me parece más propia de las preocupaciones artísticas del arte con “mayúscula”.

En el mismo libro se destaca a una serie de personajes como Sócrates, Diderot, Ortega y Gasset, Derrida, Merleau-Ponty y algunos diseñadores contemporáneos, todos mayoritariamente europeos, y en menor medida norteamericanos. ¿Por qué en la portada del libro pusieron unos rústicos peines japoneses y no una silla de Alessandro Mendini, una lámpara Tolomeo, una cafetera Braun o un par de zapatos Camper?

Ilustración Xaviera López

La verdad es que deberíamos haber puesto un Gin Tonic (risas)… porque el libro salió a partir de muchos debates muy placenteros alrededor de un Gin Tonic con Yves Zimmermann. Pero volviendo a tu pregunta, si poníamos un producto Braun o una silla de Mendini en la cubierta, concretábamos demasiado, era una línea de diseño, era una propuesta ideológica. Finalmente, acordamos usar estos objetos japoneses porque si bien son muy simples y rústicos, están muy bien elaborados. A diferencia de los productos de uso cotidiano en Occidente, cuando estos peines se desgastan o rompen no se botan a la basura; es costumbre enterrarlos con una pequeña ceremonia como ocurre con los pinceles de los calígrafos y otros objetos que han sido útiles durante varios años. Es allí donde pensamos que entraba perfectamente la idea del valor de las cosas, visto que íbamos desde Sócrates hasta la posmodernidad y que teníamos que buscar un elemento intemporal.

La estética vacía de contenido no interesa a los diseñadores, y en buen diseño tanto lo que es propio de

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Me parece que la valoración estética implica un enjuiciamiento claro sobre la calidad de un determinado diseño. Por otro lado, y como bien mencionas en De lo bello de las cosas, la innovación de un producto, si es de gran magnitud, tiende a persistir mucho más que las innovaciones de procesos, dado que éstas son más fácilmente imitables por la competencia. Considerando la reciente incorporación del diseño como un factor de innovación en la economía de un país, al parecer se está abriendo un marco nuevo de trabajo para el diseño en todas sus modalidades…

Si revisas la última versión del Manual de Oslo (2007),2 que busca medir la innovación a lo largo de todo el proceso productivo de las empresas, verás que se remarcan dos grandes aspectos: por un lado, el énfasis en la innovación tecnológica que busca producir un nuevo aparato para no se

sabe qué, pero que finalmente es una innovación que no se había hecho nunca antes, y por el otro, todo lo referido al proceso, que normalmente afecta al marketing y a la gestión empresarial. Innovación de procesos no es sólo reducir costes, lo que es muy importante, sino también saber valorar quién te hace bien las cosas, teniendo en cuenta que los buenos empresarios nunca habían derrochado el dinero, es decir, que no pagaban cosas que no necesitaban. En todo esto podemos ver una serie de innovaciones, como la “fregona”,3 que supuso la dignificación del trabajo doméstico… El hecho de no tener que arrodillarse para recoger el agua o algún desperdicio se transforma en una innovación de hondo calado porque supone una mejora en la dignidad, en todos estos valores culturales que hay alrededor de esa cosa tan simple que es fregar el suelo. Además del evidente ahorro de tiempo, hay una cuestión sanitaria, aunque, claro, este tipo de producto nunca estará en un museo. Que es lo que pasó con las lavadoras eléctricas y los detergentes que alivianaron el trabajo de las dueñas de casa…

Ahora que estaba en la India, he visto a los lavanderos profesionales que lavan en el río a golpes. Y son mayoritariamente hombres porque hay que fregar muy fuerte y ves lo que es el trabajo, el viejo trabajo de lavar, restregar, almidonar, secar… Obviamente estamos en la dinámica de los sistemas de trabajo que responde al ideario de la mecanización, de acuerdo. Pero hay productos que cambian las costumbres, una operación como la de Bulthaup, que es una marca alemana de mobiliario y equipamiento, transformó el diseño de cocinas de tal manera que la lumbre, en lugar de ponerse de cara a la pared, se comenzó a ubicar en el centro de la cocina para que se pudiera conversar con quienes estaban en el comedor, para que el hecho de cocinar fuese un acto familiar. Y se trata de una innovación que surgió a partir de los comentarios de la propia gente, que estaba harta de cocinar de cara a la pared…

A propósito de buen diseño, en Chile conocemos algunos profesionales canónicos e indispensables como Mariscal, Daniel Gil, Alberto Corazón, Yves Zimmermann, y otros más nuevos, como Vasava, Domestika, Andreu Balius, Alex Trochut, etc. Sin embargo, no logramos distinguir muchos productos innovadores y marcas españolas fuertemente asociadas al diseño. Bueno, Zara, por supuesto, pero los productos Zara duran una semana; entonces voy a dejar a esta empresa fuera de la lista.

Bueno, Zara es una empresa logística, no de diseño… Una marca que últimamente nos ha llamado la atención es Camper, la empresa de Mallorca. Aunque para el mercado latino fabriquen productos caros, hay que reconocer que sus zapatos son muy cómodos y proponen un diseño innovador. Además han sabido dotarse inteligentemente de una cierta “aura” de autenticidad, de calzado noble, ecológico. También han coqueteado con la oferta de comida slowfood —aunque no con mucho éxito— invitando sutilmente a no ser parte del universo Just do it de Nike. Y ahora se han inventado un nuevo servicio para ofrecer la filosofía de la marca: el Hotel Camper. ¿Cómo ves en esta marca española el tema de la valorización estratégica del diseño?

Inicialmente, Camper tuvo como principio clave que nadie supiera que la marca era española, que no tuviera ninguna asociación local. Por otro lado, es una marca que ha sido muy coherente con una línea, con un planteamiento, y que ha trabajado con equipos de diseño internacionales y siempre desde perspectivas y maneras de hacer diferentes. Camper compite con Vialis, que es la otra gran marca de zapatos, también muy basada en el diseño, pero no tan fuerte como Camper. Menos “discursiva” que Camper.

Son marcas con un alto contenido de diseño como Santa & Cole, una empresa de diseño de objetos cotidianos y elementos vegetales como árboles, que también publica libros, y que

la estética como la función y el universo tecnológico van de la mano, no se pueden separar.

2 El Manual de Oslo es la principal fuente internacional de directrices para el análisis de información relativa a innovación. En su última versión, el Manual se adentra por primera vez en el área de innovación no tecnológica, producto de la necesidad de medir los factores de innovación que no están directamente relacionados con la I+D, como, por ejemplo, las innovaciones en marketing. Esto último confirma la tendencia generalizada a nivel mundial en la que la medición de los intangibles y el capital intelectual están ganando creciente importancia. 3 Se trata de un elemental instrumento de limpieza diseñado en 1956 por el ingeniero español Manuel Jalón Corominas, quien decidió probar fortuna aplicando un palo de escoba a un penacho de tiras de algodón que se escurría en un cubo con unos rodillos accionados por un pedal. Inicialmente llamado fregasuelos, a partir de 1965, el industrial lo fabricó en plástico con la apariencia que ahora conocemos y bajo la marca Rodex, para luego venderlo a la multinacional holandesa Curver BV.

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Aquí volvemos a un enrevesado tema que comentábamos hace un rato, el de la propiedad intelectual…

Y el de la elegancia entre colegas… Bueno, qué le vamos a hacer. Las burguesías y los fabricantes locales copian, eso pasa en todo el mundo, aquí en España, en Italia, en todas partes, y todos confían en todos ¡No digamos en la India, China y Japón, que es otra cosa! Lo importante es saber copiar con una cierta dignidad y también saber cuándo lo puedes hacer, sobre todo si quieres apuntar al mercado internacional; no puedes copiar sólo por la opción de lo barato… Lamentablemente, sólo se habla de diseño en un país cuando se piensa en el mercado internacional. Cuando no se dirige la mirada hacia el exterior, nadie habla de diseño. Ya que mencionas a Alessi y su “poca elegancia” en la apropiación de un diseño que suele remitirse y a veces confundirse con una producción de objetos vernaculares muy innovadores como la tradicional silla de playa, el “perrito” para colgar la ropa o el matamoscas, ¿qué piensas del actual momento del diseño desde una dimensión temporal o histórica? Te lo pregunto porque Alessi, que ahora fabrica portapreservativos y quitapelusas, entre otras novedades, es un referente del diseño posmoderno asociado a los años 80 y 90, y a productos de alto contenido simbólico como el sacacorchos Ana de Alessandro Mendini o el exprimidor que no exprime de Philippe Starck.

Observando lo que ha ocurrido con las últimas tendencias en el diseño y la cultura en estos primeros años del siglo XXI, algo que sin lugar a dudas caracteriza el momento presente es su carácter fugaz. En vista de la proliferación de tantos discursos relativos al diseño, el surgimiento del eco-diseño, el minimal o el activismo gráfico presente en muchos proyectos con una voluntad de ser alternativos, nos lleva a pensar que estamos viviendo una condición post-posmoderna. Creo que la posmodernidad en el mundo del diseño terminó en el momento en que la tecnología digital transformó radicalmente el panorama de su práctica. Es decir, el diseño basado en la vieja dinámica de la división técnica del trabajo del sector industrial, se rompió con la irrupción del mundo digital, donde, claro, ya llevamos unos 10 o 15 años. Pienso que hay un libro clave para entender este proceso que es La materia de la invención de Enzio Manzini, donde se plantea que tanto la actividad del diseño asistida por un computador como la producción mediante máquinas, al ser gestionadas por determinados softwares que

Gentileza _ Roca _ www.grupochc.cl 36 DISEÑA PROYECTOS

preceden a las diferentes operaciones, tienden a configurarse como los nuevos estándares –ya no materiales sino informacionales– del proceso de diseño y producción. De esta manera, el producto final portaría una suerte de código genético determinado por la unidad de los estándares informacionales que han hecho posible su producción. Por otro lado, está el modelo de sociedad basado en el consumo que considera la opción posmoderna como la última experiencia del consumismo… en un mundo del ahorro, de la no malversación de fondos, de la distribución del ahorro de energía, hay otras problemáticas a tratar, y eso nos permite saber a “qué” es lo que hay que renunciar. Desde una perspectiva ecológica me parecería tristísimo que decidiéramos que no se pueden utilizar los fregaplatos 4 porque eso es volver a recuperar el trabajo esclavista y qué quieres que te diga. Manuel Castells propuso la primera definición de la sociedad post en positivo, no en negativo. Ya no será esto, sino una nueva sociedad de los flujos, no hay centros, no hay periferias. Hay nodos, hay redes de comunicaciones que hay que trabajar; por lo tanto, ya empiezas a tener definiciones positivas más claras de lo que ha pasado en estos últimos tiempos. Creo que, por ejemplo, a partir del 11 de septiembre, y me gusta citar el 11 de septiembre porque es una fecha que compartimos catalanes, chilenos y norteamericanos (en nuestro país la derrota de 1914, el bombardeo del Palacio de la Moneda en 1973 y el atentado a las Torres Gemelas el 2001). A partir del 11 de septiembre, digamos que el diseño ya no debate tendencias, formas ni estilos. Se está hablando de otras cosas y se está trabajando mucho más en términos de líneas de investigación. A partir del momento en que dispones de las tecnologías del Do it yourself o puedes desarrollar técnicas para

diseñar conjuntamente con los usuarios, entonces puedes constatar que se están renovando las cosas. Es lo que ha pasado con los diseñadores gráficos en relación con el uso de determinados softwares y la web. Ahora todos los problemas de definición del diseño gráfico están online y en ciertos programas, y por lo tanto la sabiduría de tu disciplina es pública, que es lo que va a pasar también con el diseño industrial. Termino la entrevista con la pregunta “chauvinista” de rigor. En Chile la enseñanza y práctica profesional del diseño como disciplina proyectual reconoce un período de cuatro décadas. Se supone que ya abandonamos la adolescencia y entramos a un período de adultez signado por un proceso de construcción de relaciones de más largo plazo con áreas de innegable desarrollo como la vitivinicultura, la minería, la salmonicultura o el turismo. Por otro lado, el desafío y tal vez la urgencia de participar de mercados menos tradicionales en este escenario de capitalismo desorganizado. ¿Qué sabes o qué impresión tienes del diseño chileno?

Tengo la impresión de que en el diseño chileno hay mucho talento. Pienso que hay unas ciertas líneas de trabajo como las de Uruguay o la India, que son países emergentes que están ganando mercados. Y es que ciertamente la tecnología digital te permite elaborar servicios de alta sofisticación e invertir dinero donde la tecnología es muy barata, una gran diferencia con la producción industrial anterior. Veo una capacidad de montar empresas que sería más notoria si tuvieran centros financieros de capital de riesgo más implicados, pero el talento está ahí. Además hay profesionales muy bien formados en una dinámica de dificultad que países más avanzados no la tienen. También disponen de una capacidad de adaptación que en poco tiempo, si se le valora en su justa dimensión, les permitirá desarrollarse

Casa Camper, Barcelona.

mucho más que en algunos sectores productivos europeos. Como aspectos a mejorar, creo que todavía están pensando poco en la externalización, en exportar productos a través de las tecnologías digitales, por ejemplo a través del diseño estratégico o de servicios. Y por otro lado, tienen que superar conceptos muy vinculados a lo moderno; en Chile son muy moralistas. Se nota una cierta influencia europea en el puritanismo de muchas reflexiones… De todas maneras es un país con muchas posibilidades, por ejemplo, en la oferta de servicios turísticos. Hace poco estuve en San Pedro de Atacama y me di cuenta de que era exactamente igual que Ibiza en los años 70, en plena época hippie. Pero con internet, electricidad y todo eso. Todo estaba conectado, estaban globalizados, eso es Chile. DNA

En vista de la proliferación de tantos discursos relativos al diseño, el surgimiento del eco-diseño, el minimal o el activismo gráfico presente en muchos proyectos con una voluntad de ser alternativos, nos lleva a pensar que estamos viviendo una condición post-posmoderna.

4 Responsable de la limpieza de la cocina en restaurantes.

ENTREVISTA CON ANNA CALVERA

tiene una filosofía muy coherente de dar ideas y de vender confort. Ahora han montado una estructura de servicios de jardinería, y junto con los bancos y el mobiliario urbano también proveen los árboles. Saben manejar los tiempos, con un criterio propio, como los escandinavos. Las otras grandes marcas españolas tienen una característica muy curiosa y es que son camaleónicas. Una de ellas, por ejemplo, está en toda Latinoamérica, en todo el mundo. Y su línea de productos está muy basada en el diseño y lo identificamos como algo propio de España. Me refiero a Roca, la marca de sanitarios… Hasta tal punto que cuando ibas al baño se decía: “Voy a ver al Sr. Roca”. Se trata de una empresa que ha sido un aporte al diseño desde los años 30, porque empezó haciendo radiadores de fundición de hierro, y se ha mantenido siempre vinculada al diseño, investigando constantemente. Siempre hay una línea de productos Roca que trabaja con los mejores diseñadores españoles y a veces de afuera. Sin embargo, para mí hay dos marcas que, creo, son dos grandes monumentos del diseño español. En Chile no las conocen porque tienen más parquet y todo eso… Para los que vivimos en casas con baldosas hay una marca maravillosa que es Mery, que se transformó en la competencia de las fregonas que te mencioné antes y que hizo que la limpieza se comenzara a hacer de pie y no de rodillas en el suelo. Para mí es la gran aportación de España al diseño junto con otra gran innovación: la batidora, que aquí se llamó Minipimer, y que fue desarrollada por el catalán Gabriel Lluelles, que revolucionó la forma de hacer mayonesa. La licencia de este aparato, más liviano y fácil de limpiar, fue posteriormente vendida a la multinacional alemana Braün que la hizo conocida en todo el mundo. Y es un invento español porque acá hacemos mayonesa, gazpacho, papillas de niños y sopas, y es por eso que necesitamos un “tercer brazo”. Y finalmente también podemos considerar a la aceitera-vinagrera antigoteo diseñada en 1961 por Rafael Marquina, para muchos un objeto de referencia del diseño español. Lamentablemente, los italianos nos están copiando sin pagar derechos, ya que no hace mucho la firma Alessi ha hecho una operación que me parece muy fea: comercializar estas aceiteras antigoteo como si fueran de una tipología artesanal propia, desarrolladas por ellos, sin reconocer mínimamente al diseñador que las inventó en los años 60 y que ha permitido el mantenimiento del sector del cristal en este país.

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