Dossier

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MALVINAS


Hoy reposo en el recuerdo de esos años confusos, y me veo enmarañado en regocijos ilusos. Como explicar mi mirada ante discursos tan necios, la que buscaba con ansias ser participe del “cuento”. Siendo tan niño no supe; diferenciar espejismos que bestias “llenas de nada” mostraban por su dominio. Mi memoria se encapricha con trenes cargados de sueños, que pitaban “a lo loco” para anunciar el destierro. Como olvidar sus sonrisas mezcladas entre guitarras; manoteando chocolates, cartas, puchos y esperanzas. La ventanilla, era el marco de caras frescas y tibias. Manos buscando el abrazo, irrenunciable en esos días. Esa carta fue de mi puño; quimera llena de dicha. Fue aliada de mi pupitre, para que llegue a las Islas. Quizás llego a su destino…tal vez no tuvo partida. Se manoseo la inocencia sin cortesía a la vista… Este reposo en el tiempo recordando aquellos días, me estremece la conciencia sin espejismos vigías, enalteciendo el coraje de los “Pibes de Malvinas”. Marina Ivana Medina


Malvinas, 2010


En 1982 dos gobiernos se jugaban vidas ajenas para intentar fortalecer su imagen hacia adentro de cada nación. En Argentina el General Galtieri, tercer presidente de facto de la última dictatura dscidió tomar por asalto las Islas Malvinas el 2 de Abril, movilizando unos 14.000 soldados, la mayoría de ellos jóvenes de entre 18 y 20 años que realizaban el servicio militar obligatorio, sin vocación ni instrucción militar. Margaret Thatcher, la Primera Ministra de Gran Bretaña decidió recuperar la posesión de las islas que habían sido usurpadas por Inglaterra en 1833 y duplicó en número las tropas enviadas por Argentina. Después de casi dos meses y medio de conflicto, las tropas argentinas se rindieron el 14 de Junio. 258 muertos ingleses y 649 muertos argentinos. A 27 años se logró la primera visita masiva de familiares de caídos argentinos con motivo de la inauguración de un cenotafio dentro del cementerio argentino en las islas. Este monumento homenajea a todos los muertos y desaparecidos en la guerra de Malvinas, incluyendo a 323 de los tripulantes del buque Gral. Belgrano, la mayoría jamás identificados. En la casa de veteranos ingleses, ex militares británicos hablan con mucho respeto de sus ex adversarios y

de sus amigos los veteranos argentinos: “códigos de la guerra”, señalan. Un ex combatiente argentino que viajó solo a las islas para poder cerrar su historia me explicaba sobre la banda roja o amarilla conque se pintaban los aviones de guerra para ser reconocidos: “códigos de la guerra” me decía mientras yo fotografiaba los destos de un avión y un helicóptero argentinos derribados. “Códigos de la guerra” me respondieron cuando pregunté cómo se obtenían los planos que identificaban los campos en los que militares argentinos plantaron más de treinta mil minas antipersonales. “Guerras”, digo yo sin que eso me de respuestas acerca de las vidas que quedaron cortadas o marcadas para siempre, mientras recorro el bosque memorial y el monumento a los caídos británicos en Puerto Argentino y cuando llego a Darwin, al cementerio argentino, a esperar la llegada de los familiares.




















gerardodelloro@yahoo.com.ar



















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El destino de las coberturas fotográficas que realizo es totalmente aleatorio, no me avergüenza decirlo, soy una trabajadora de prensa, pero este fue uno de los pocos donde convergieron las circunstancias y mi deseo de llegar hasta allí con la cámara. Malvinas. Como un eco resonaron los recuerdos dolorosos del país lacerado por la dictadura. Viaje en un vuelo extrañojunto a 200 familiares de soldados fallecidos en la guerra, periodistas y un equipo de contención humanitaria. Los familiares, personas simples, provenientes desde todo el país, humildes, trabajadoras;ancianos, madres y padres; jóvenes, hijos,nietos y hermanos. Arribando a la isla Soledad, el mar es profundamente turquesa, bellísimo,salvaje, austral, aguas tan transparentes que desde el cielo puede verse la plataforma submarina y hasta se distinguen grupos de ballenas. La emoción irrumpe apenas el avión toca suelo malvinense, estaremos,dos horas, más cerca de ellos por primera vez desde el fin de la guerra. El piloto de aerolínea chilena duda en nombrar el destino, le sale mitad Falkla…mitad Malvi…pero finalmente por no herir a pasajeros argentinos o ingleses omite el protocolo y dice “llegamos a destino”… Por imposición británica ni una insignia patria podemosllevarse en esta visita, y bajo un estricto organigrama militar británico nos transportan, a campo traviesa, evitando el contacto con los isleños, hasta el cementerio Darwin, a gentes pacificas cuyo propósito es estar cerca de la tumba donde se encuentran ellos, los soldados hijos, hermanos, padres, abuelos, compatriotas. En el trayecto los de la armada británica hablan y a medio ingles medio castellano dicen algo entre ellos “podrían llevarlos a su país así podrían visitarlos mas seguido y no tendrían que viajar tanto”. No puedo con mi genio y con la misma media lengua les digo “nosotros vivimos en un país muy grande, estamos acostumbrados a viajar, no nos molesta venir hasta acáporque nuestros soldados descansan en nuestro país” un colega me da un codazo, me dice “callate Paula, a ver si nos bajan acá!” pero ellos con su diplomacia solo emiten un tenso silencio… El viento sopla fuerte, te mueve constantemente.

Malvinas tiene aroma a hiervas patagónicas, a mar austral y el cielo es intensamente celeste y blanco. El cementerio es una pequeña comarca en una loma, cruces blancas, muy cuidado ahora. Los familiares entre las tumbas buscan el nombre de cada uno de ellos. El silencio propio del lugar se rompe en el encuentro, sueltan los gemidos yllantos llorados por 27 años que provienen secos o con torrentes de lágrimasdesde el útero, desde el alma, desde el corazón, desde los recuerdos y añoranzas, desde la perdida irreparable. Algunos sacan rosarios de sus bolsillos, y como un acto de rebeldía colocan dos en cada cruz, uno celeste y el otro blanco. Se aferran a las cruces, se recuestan sobre la tumba, les leen cartas, les hablan, arañan las piedras, se desploman, se quedan inmóviles, los besan, los acarician, los llenan de flores y fotografías familiares…se rencuentran. De entre muchas imágenes que tome bajo control y pautas impuestas por los británicos, elegí compartir esta fotografía, porque a mi me conmovió profundamente esta mujer “ querida, ya tengo 70 años, ví por última vez a mi hijo cuando se fue a cumplir con el servicio militar, que entonces era obligatorio. El poncho me lo prestó mi vecina porque dijo que haría mucho frio en Malvinas, yo no tengo dinero para venir hasta aquí ni para comprarme ropa de tanto abrigo, así que todos en el barrio me prestaron algo para venir. Mi hermana, mi última familia, murió el año pasado, la extraño mucho, soy la última que queda, venir hasta la tumba de mi hijo es lo quería hacer aunque sea una vez en la vida, se lo agradezco tanto a Cristina, ahora siento que ya puedo irme en paz a reunirme con mi hijo y mi hermana”. El gobierno de Cristina Fernández de Kirchner logró que por primera vez en la historia los familiares de los caídos en la guerra pudieran llegar hasta el cementerio Darwin, se realizaron dos vuelos en 2009, quedaron pendientes otros dos de 400 familiares mas, el gobierno británico los canceló.




pauladanielaribas@yahoo.com.ar








Hay hermano si supieras, cuanto duele estar tan lejos. Cuando el mar abruma el pecho; de impasibles sufrimientos. Que impetuoso se ve el cielo desde abajo de la tierra. Me recuerda esos rojizos. Yo los sueño en mi trinchera. Cuando el frío te atraviesa bien profundo hasta las venas, hace nido en el recuerdo…no se olvida …punza y quema. Hay hermano si supieras, del murmullo en mis oídos. Ese viento torturante… mezcla de burla y hastío. Relampaguea entre sombras el fusil del enemigo; que desconoce mi historia, mis sueños de “loco lindo”. ¡Me quiero volver a casa! ¡Tengo hambre! ¡Tengo frío! Que pena, nadie me escucha…Somos tantos, un mismo grito. Hay hermano si supieras cuan valioso es mi jarrito, mis medias secas, mis cartas ,mi chocolate argentino. Tanta angustia, tanto llanto…en el medio de la nada, me aferra fuerte al Rosario que alguien quiso que llevara.. Hay hermano si supieras de la muerte acá en Malvinas; tan cercana a mis pisadas, tan tirana en mis pupilas. A pesar de la distancia y la inocencia perdida… De pie lo grito con honra: en Malvinas… ¡Argentina! Marina Ivana Medina:”Calida Templanza” 25-03-12

viverodenativas@bariloche.com.ar Centro de Ex -Soldados Combatientes de Malvinas en Bariloche





Era el 5 de abril de 1982, cuando nos comunicaron que íbamos a Malvinas, el conflicto ya se había iniciado tres días atrás, salté de alegría, para mi era un honor, después de oír hablar de ellas, durante tanto tiempo tener el privilegio de ser nosotros los que íbamos a tocar nuestras queridas islas, sentí un orgullo enorme, sabía que íbamos a formar parte de la historia de nuestro país. En ese momento me encontraba haciendo el servicio militar en el BIM 5 , en Río Grande,Tierra del Fuego; nuestro destino durante el conflicto fue el monte Tumbledown, éramos solo chicos sin experiencia, pero el clima y la adversidad nos hicieron hombres, después de tantos días de combate, lucha y sufrimiento, llego la rendición. El 20 de junio de 1982, día en que nos embarcamos en el rompe hielos, Almirante Irízar de regreso al continente, antes de subir pensé, algún día voy a volver y le rendiré homenaje a mis compañeros caídos, que quedaron allí y dieron su sangre por la Patria, Gracias a Dios lo pude hacer después de 28 años, mi sueño de volver a Malvinas se hizo realidad, lo hice como reportero gráfico, representando a la Agencia de Noticias Télam, al pisar el suelo malvinense son muchas las cosas que se me cruzaron por la cabeza en ese momento, alegría, tristeza, y a mi alrededor el contorno de las islas, el dolor de ver madres entristecidas, llorando a sus hijos. La guerra deja eso, dolor y marcas que no se borran nunca más, las heridas mentales no se ven, se sienten y se aprende a convivir con ellas, son invisibles, silenciosas, pero ahí están. Desde el lugar donde se encuentra el cementerio, Darwin, diviso el Monte Tumbledown, donde estuve durante 75 días, e imagino las caras de mis compañeros, sonrientes, tristes, asustados, pero con el espíritu alto y pensando en un pronto regreso a casa. En aquellas tres horas que estuve, en las islas comprendí que Malvinas son un pedazo de mi, y que un día me arrancaron, agradezco a la Virgen de Lujan, quien siempre me acompañó, finalmente haber podido cumplir lo que aquel día pensé, rendirles mi humilde homenaje , a aquellos hermanos que no pudieron volver. “Simplemente Gloria a los Soldados Argentinos que ofrendaron su vida por la patria”. (Sergio Omar Quinteros ex combatiente de Malvinas)








sergio2206@yahoo.com



Veteranos de guerra


Quiénes son los hombres que fueron a las Malvinas? Esta fue la pregunta disparadora para realizar este trabajo: ponerle cara y nombre a quienes sufrieron en carne propia esta guerra. Poder dimensionar a través de sus testimonios, de sus expresiones marcadas por el horror, qué significa haber sobrevivido a la guerra de Malvinas. Intentar comprender en sus miradas de qué manera este acontecimiento representó un momento bisagra en sus vidas y cómo todo lo que vino después se vivió a la luz de esta experiencia oscura. El ensayo indaga en las historias de distintos protagonistas con sus vivencias específicas: desde soldados conscriptos hasta oficiales y civiles. Sus visiones particulares están atravesadas por diferencias de rango, pero también de origen y clase social. 30 años después, la vigencia de este episodio nos permite pensar en sus historias entrecruzadas con la propia historia del país.


Martin Barzilai / Sub.Coop Jorge Rey, 50 años, funcionario de justicia. soldado conscripto “Nuestra generación no estaba preparada. Me pusieron a utilizar un mortero que nunca había visto. Disparaba de manera mecánica sin darme cuenta de las consecuencias. Cuando se rompió y pare me sentí muy mal. Por otro lado, pude salvar a compañeros heridos y eso me hizo bien. Tenia 19 años y perdí 8 kilos. Cuando los ingleses llegaron por fin pudimos comer y lavarnos.”


Martin Barzilai / Sub.Coop Norberto Jorge Flores 49 años, jubilado funcionario del poder judicial, soldado conscripto “ para mi la guerra fue sobrevivir. Ya era flaco como hoy. Veía a mis compañeros adelgazar. Yo no me lo podía permitir. Así que todo se resumió en buscar comida.”


Martin Barzilai / Sub.Coop Rodrigo Mariano Paz, 49 años, ex empleado de la American British Tabaco. Soldado conscripto “En una escala de 0 a 4 de síndrome post traumático, a mi me dieron 3,2 según un psiquiatra civil. Los militares ellos siempre dijeron que yo estaba muy bien. Para mi lo mas duro fue la postguerra. Pero por suerte encontré a un psicoanalista que fue como una bisagra en mi vida.”


Martin Barzilai / Sub.Coop Marcelo Olindi, 50 años, auxiliar de escuela primaria, soldado conscripto Trabajé en el deposito de comida pero perdí 35 kilos! Hay que decir que las supuestas raciones eran solamente jabón y papel higiénico”.


Martin Barzilai / Sub.Coop Jorge Tedesco, 50 años, concejal que trabaja sobre la cuestión de los ex combatientes, soldado conscripto “ Cuando me llamaron para la guerra, pasé por todas las sensaciones: como estaba por acabar el servicio militar, pensé que era una macana, después cuando llegamos sentí que estábamos cumpliendo algo para el país. Y en el momento del combate, el que dice que no tuvo miedo es que no estuvo en combate. Cuando fuimos prisioneros de los ingleses fueron los peores días de mi vida: me rompieron las rodillas a culatazos.”


Martin Barzilai / Sub.Coop Miguel Anderfuhrn, 51 años, soldado conscripto “Al principio, aparte del frío, todo iba bien, pero después de 40 días pasamos 5 días sin comer. En un momento que atacaban los ingleses, me acuerdo de nuestro oficial que se fue solo corriendo sin habernos dado en ningún momento la orden de retirarnos. Los 4 primeros muertos de mi regimiento (el 7) fueron por el hambre. Se fueron a buscar comida y se encontraron en un campo de minas. Tuvimos que ir a buscar los cuerpos que estaban en pedazos. Después los oficiales nos castigaron por haberlos dejado abandonar el puesto.”


Martin Barzilai / Sub.Coop Mario Oshiro, 51 años, taxista jubilado, soldado conscripto “Estábamos escapando de la infantería inglesa en un vehículo con otro soldado y un cabo. El compañero y yo bajamos en un momento a ver si había alguien en un búnker de guardia. Estaba vacío. En ese momento un golpe de mortero paso muy cerca. Después nos dimos cuenta que el cabo se había ido con el vehículo. Nos dejó solos y a pie en el medio del campo de batalla. Intentamos correr pero con lo poco que habíamos comido era imposible. Tuvimos mucha suerte de sobrevivir.


Martin Barzilai / Sub.Coop José Mario Mauricio, 70 años Almirante de la Marina, jubilado. En esa época era capitán de corbeta y fui para allá para apoyar el desembarque. Me quedé solo unos días porque fui relevado. Sólo que no tenía cómo volver. Por suerte me encontré con un amigo que me llevo. De alguna forma volví a dedo.”


Martin Barzilai / Sub.Coop Juan Carlos Ianuzzo, 70 años, jubilado de la Marina “Era capitán de corbeta. El barco en donde estaba fue bombardeado pero por suerte la bomba no exploto. Navegamos un tiempo largo con eso a bordo. Fue cuando volvimos al continente que nos dimos cuenta que la bomba era Argentina”.


Martin Barzilai / Sub.Coop Francisco Alisalde, 56 años, vendedor en seguros, civil En esa época trabajaba como radio en un barco que era de la reserva naval. Ese buque no estaba para nada preparado para la guerra. Fuimos atacados el 25 de mayo. Me acuerdo que habían 23 impactos en mi camarote. Después en un bombardeo a tierra, tuve una herida en la mano. Me operaron 5 veces.”


Martin Barzilai / Sub.Coop Jorge Goeing, 72 años, jubilado de las fuerzas aéreas. En esa época ya había ido a las Malvinas. Trabajaba par inteligencia de las fuerzas aéreas. Cuando iba ahí, me quedaba en lo de una uruguaya. Cuando la volví a ver durante la guerra, después de los bombardeos, me decía: pero viviste en mi casa, te dimos hospitalidad y ahora nos haces esto.”


Martin Barzilai / Sub.Coop Alejandro Diego, 50 años, ex ejecutivo de Techint, soldado conscripto Yo crecí en los barrios buenos. Mis viejos consiguieron que yo durante mis servicio militar pueda estar acomodado en el Ministerio de Defensa en la sección Meteorología. Pero el Alto Mando decidió que unos 80 acomodados tenían que ir también a las Malvinas. Mi viejo me dijo que me fuera a Uruguay y que espere ahí que las cosas se calmen. Pero yo quise ir igual. El único trauma que tuve de la guerra fue un sueño recurrente en el cual había de nuevo una guerra, mi viejo me volvía a proponer de irme a Urguay, y yo me iba de nueva la guerra donde sufría los mismos bombardeos horribles como en las Malvinas. Tuve esa pesadilla varias veces y se fue una vez que dentro del sueño elegí hacerle caso a mi viejo e irme a Uruguay.”


Martin Barzilai / Sub.Coop Edgardo A. Dell’Elicine 74 años, jubilado, capitán de la marina mercante, civil Edgardo A. Dell’Elicine 74 años, jubilado, capitán de la marina mercante, civil Yo fui capitán del “Río Carcaraña”. El 16 de mayo, vimos que por primera ves, el tiempo estaba despejado. Les dije que se preparen y que cuando venga el ataque se pongan a estribor, no a babor. Adivine que iban atacar con el sol en la cola de los aviones. A babor el buque pareciera un colador. Por suerte no atravesó del otro lado si no yo no estaría acá. El “Río Carcaraña” fue condecorado. Es absurdo es como condecorar la culata del fusil de un soldado.”

http://www.sub.coop/


Daniel García, por Alba Piazza La mirada toma una dirección, momento en que sintoniza la mente con esa parte sensible que solo al fotógrafo pertenece. Una manifestación, una movilización masiva, personas convocadas por algún reclamo, todas bajo el mismo pedido de justicia, en el mayor de los casos. Un escenario donde la muerte y las armas son partícipes. En este contexto, la mirada busca el foco en un rostro, en un paso, en alguna acción. Las imagenes consiguen así el valor que el fotógrafo supo captar: la indiscutible fuerza documental, testimonio único que podrá trascender tiempos y lugares, con la certeza de que la historia misma será quien lo sabrá valorar. Así es posible considerar a la cámara como el invento que le ha permitido al hombre eternizar el tiempo mecánicamente, tal como los grandes de la fotografía alguna vez afirmaron. Fotografías documentales, construyeron con las secuencias realizadas en determinados hechos, la interpretación del tiempo quieto, instalado en esa ventana a la cual nos transporta ese ojo fotográfico.

Medios y compromiso Daniel Garcia, *(Buenos Aires), es reportero gráfico con experiencia desde épocas en que la cámara mas que nunca, testimoniaba escenas de personajes relacionados con el autoritarismo. Retratos que hablaron de militancia por la libertad y los derechos humanos, y también de política de facto, y siguiendo casi cronolólicamente los hechos de la historia, sabemos que esta época trágica, desemboca en la zona bien al sur de la Argentina, territorio de enfrentamiento con el país británico por las islas. Desde ese tiempo, con la imagen suspendida en la emulsión del revelador, se gestan las imágenes de Malvinas. “Ser intérprete de lo que está sucediendo en ese momento, también nos desafía a integrarnos en la realidad” cuenta Daniel. También atribuye valor a la “actitud” para concebir la foto y así lograr un testimonio, conseguirlo verdaderamente. Daniel supo dar registro y relevancia merecida a las imagenes en cirscunstancias donde ser


partícipe era un desafío, donde la presencia humana en plena acción logra ser el foco, el punto central y la “razón de ser” en esas fotografías. La emoción no puede ser ajena cuando nos enfrentamos a estas imagenes, no solo por las escenas impactantes a las cuales nos convocan, sino porque se trata de una característica propia de este gran fotógrafo. *Sus primeros trabajos de prensa los realizó para la agencia privada Noticias Argentinas (NA) en 1977. A partir de 1982 se desempeñó como fotógrafo y editor fotográfico de la agencia Diarios y Noticias (DyN). En 1985 comenzó sus tareas como jefe regional de fotografía de la agencia France-Presse (AFP) con sede en Buenos Aires Es uno de los creadores de “El Periodismo Gráfico Argentino” en 1981, una muestra de fotografía profesional que se ha exhibido durante años en Argentina, América latina, Estados Unidos y Europa.









Alba Piazza: https://www.facebook.com/alba.piazza Daniel GarcĂ­a: dhg82@yahoo.com


Consulta y envíos de trabajos: bexbariloche@gmail.com - http://www.bexmagazine.com BARILOCHE / PATAGONIA / ARGENTINA Abriendo espacios a la fotografía latinoamericana


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