Directo Bogotá # 48

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Andr茅s Palpati

Fuera de Colecci贸n

Fotoensayo


Edición

48

Marzo 2015

Directo Bogotá Revista escrita por los estudiantes de la carrera de Comunicación Social Fundada en 2002

Directora Maryluz Vallejo Asistente editorial Helena Murcia Calle Reporteros en esta edición Julián David Rojas, Ángel Batista, Katherine Benitez, Ana María Peñuela, Diego Cuesta, Manuela Martínez, Santiago Triana, Álvaro Pabón, Juanita Rodríguez, Sergio Rosas, Alexandra Pineda, Camila Monroy, Cynthia Rankin, Theo González, Miguel Pineda, Santiago Llano, Laura Dulce, Angie Sierra, Érika Chávez, Andrés Palpati, Helena Calle Portada y Contraportada Fotos: Theo González Centro de Acogida de Animales Silvestres Diseño y diagramación Angélica Ospina angelikaos@gmail.com Corrección de estilo Gustavo Patiño correctordeestilo@gmail.com Impresión Javegraf Decana Académica Marisol Cano Busquets Directora de la Carrera de Comunicación Social Mónica Salazar Director del Departamento de Comunicación Mario Morales Informes y distribución Transversal 4ª No. 42-00, piso 6 Teléfono: 3 20 83 20, ext 4587 Escríbanos a: directobogota@gmail.com Consulte nuestro archivo digital en la página: http://issuu.com/directobogota

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Cabos Sueltos Estampas Urbanas

Un matrimonio traído de las ramas Estación Central

Paseo sin amo Colectivo

Los antivecinos Oficios

El filatelista chapetón Tendencias

Rebaño de lobos Estación Central

Delito de lesa animalidad Medio Ambiente

Bogotá esFucha el río Oficios

El toque sabrosito Libros

Un relato edificante Patrimonio

La segunda muerte de Gaitán en Teusaquillo Especial Colonias

El Manneken Pis apunta a Bogotá Especial Colonias

Restaurante croata a falta de embajada Especial Colonias

La pequeña Indonesia bogotana Deportes

Las rompedoras de huesos Libros

Bogotá All Stars Libros

Aprendices de cronistas Web

Susana y Elvira pa’rato


02 Cabos Sueltos

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De ¡Pacifista! y otros gritos “El náufrago que sobrevive algo trae de ese naufragio”, dice el fotógrafo Juan Manuel Echavarría en la primera entrega de ¡Pacifista!, un proyecto de Vice Colombia compuesto por una serie de relatos audiovisuales que, según ellos, buscan reflejar liderazgos y proyectos que nacen en el centro del conflicto colombiano, pero que están encaminados hacia la paz. Ahí se quedaron cortos. Esta plataforma —en permanente convocatoria— es una apuesta por mover la fibra que ha visto pasar muerto tras muerto en televisión, radio y prensa durante más años de los que quisiéramos admitir. En Colombia se han publicado cinco informes que intentan explicar la guerra: “La Violencia en Colombia” (1964), “Colombia: violencia y democracia” (1987); “Pacificar la paz” (1992), “¡Basta

Obreros ATM… Y es que Bogotá va ATM… a toda marcha, sí señores; el progresismo se siente en el aire que respiramos a diario en esta Bogotá Humana y con Basura Cero. Basta con ver los titulares que dictan “Velocidad de buses duales por la carrera séptima aumentó de 9,05 a 14,32 kilómetros por hora”. ¡Uff… estamos yendo a una velocidad exorbitante! Un ejemplo de esta arrolladora mentalidad que no improvisa lo encontramos sobre la transversal 4ª entre calles 42 y 43. Los obreros trabajan ATM… a toda máquina, sin descanso alguno. Están desde el 15 de diciembre bloqueando la vía y esperan, si la fatiga se los permite, entregar a finales de abril. La obra estaba proyectada para entregar en poco más

ya!” (2014) y el reciente informe de la Comisión Histórica Gobierno-Farc sobre los orígenes del conflicto. Todos los anteriores tratan de explicar el porqué de la violencia. Ahora hay que contarla, gritarle para sacarla corriendo. El naufragio que ha sido hasta ahora la paz nos permite recoger los retazos de memoria en el arte, la literatura, afiches publicitarios, tweets, cuerpos, monumentos o cualquier mensaje, para convertirlo en un grito de paz. Eso es ¡Pacifista!, la apuesta que desgarra, la necesaria. La que tiene que sacudir a los jóvenes. Eso pensó la Oficina del Alto Comisionado para la Paz que apoya el proyecto. Sígalo en: http://www.vice.com/es_co/series/pacifista Helena M. Calle helenitam.calle@gmail.com de un mes, pero los incansables contratistas decidieron tomarse más tiempo para dejar las cosas bien hechas, intervenir a fondo. No como la Tapahuecos, que apenas reparchea. El problema no es solo que bloquearon el “parqueadero” alternativo de la Javeriana y dejaron prácticamente en la calle a los tres cuidadores de carros que se dividían la calzada, sino que la obra ha afectado a los habitantes del sector para poder entrar y salir de sus casas. A lo largo de los escasos 100 metros de la obra, bordeada por una polisombra verde, se ven unos cuatro obreros que dormitan a la luz del sol; en el mismo estado se encuentran las máquinas: apagadas. Como en el cuento de la Bella Durmiente, cuando aparece el ingeniero-jefe, los obreros se ponen a trabajar ATM… a toda mecha. Pero más cumplido que el ingeniero que controla a los obreros es el operario del camión que viene a limpiar el baño portátil instalado. Llega todos los días con su manguera y se queda mínimo dos horas pegado al baño, obstaculizando el tráfico y distrayendo a los obreros. ¿De dónde le sale tanto material a ese baño para llenar semejante camión? En esa obra pareciera que no avanzan, pero realmente sí lo hacen, esos obreros van ATM… a toda mierd… Andrés Palpati apalpati@javeriana.edu.co


Ha muerto el bus, viva el tranvía En la Bogotá de los cachachos, el tranvía –fundado en la Navidad de 1884– recorría desde La Candelaria hasta Chapinero, llevando a sus habitantes por dos centavos, mientras Antoñín, el Bobo del Tranvía, vigilaba que no hubiera sobrecupo y que todo niño ocupara puesto y pagara pasaje. Tras el Bogotazo, cuando incendiaron varios carros del tranvía, este medio de transporte entró en desuso, hasta que en 1951 El Tiempo publicó este obituario: “Ha muerto el Tranvía, que viva el bus: Sin protestas, con una resignación franciscana, han desaparecido los tranvías de las calles bogotanas. La última línea –Pensilvania-20 de Julio– resistió hasta el sábado último después de sobrevivir algunos meses a la muerte de sus hermanas. Pero esta línea postrera sufrió todos los desprecios de una ancianidad pobre, marginada de las zonas más populosas y sometida al sarcástico atrevimiento de los demás vehículos, de las ‘nuevas generaciones’ del transporte urbano”. Por la misma época, se comenzaron a hacer los estudios para la construcción del metro por la avenida Caracas o por la Séptima, que le han costado a la ciudad casi tres billones y medio de pesos. Impulsado por el afán de recuperar la memoria de Bogotá, el historiador Felipe Acosta resucitó el tranvía a finales de 2014, ya no como medio de transporte formal, sino como servicio turístico. Pagando $15.000, los turistas recorren con un guía el Eje Ambiental, el Chorro de Quevedo y las calles de La Candelaria a un ritmo lento y silencioso, pues este proyecto –apoyado por Colciencias– es una réplica del tranvía original. Helena Calle helenitam.calle@gmail.com

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De Beijing a Bogotá Después de pasar seis meses en Beijing –una ciudad que puede ser caótica y hostil–, Bogotá me recibió con un trancón de dos horas y media desde el aeropuerto hasta la autopista con calle 80. Este recorrido de 16 kilómetros, según Google Maps, demora 35 minutos, pero en las oficinas de Google en Mountain View, California, no están muy bien informados de la realidad bogotana. En agosto de 2010 China obtuvo el título por el trancón más demorado del mundo en la autopista 110 que conecta a Beijing con la región del Tíbet. Este atasco se extendió a lo largo de 100 kilómetros y demoró 12 días en descongestionarse; pero no es nada comparado con el trancón de Bogotá, que lleva ocho años y dos administraciones. Pocos días después de llegar tomé el tramo de la carrera 11 que atraviesa el Cantón Norte, con su puente peatonal, que cuando me fui seguía en construcción. Ese tramo de la 11, que desde que se construyó el puente sobre la calle 106 prometía descongestionar el tráfico, echó por tierra las ilusiones de los ciudadanos cuando el peatonal se vino abajo. El problema no es que la estructura se cayera, aunque los puentes no deberían desplomarse, el problema, es que no pasa nada. Se investigará el caso, el seguro actuará según los términos pactados y al final se reabrirá la vía. Pero de sanciones, nada. Cuando se hundió el ferri en Corea del Sur en abril de 2014, que dejó 300 muertos, el primer ministro Chung Hong-won renunció. No digo que ambos casos se puedan comparar, pero la diferencia es que en Corea del Sur pasaron cosas. Como admitió Chung, “el accidente era motivo de vergüenza pública”. Daniel Canal Franco dan_canal2@hotmail.com •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

03


Un matrimonio

04

traído de las ramas

Estampas Urbanas

Texto: Andrés Palpati apalpati@javeriana.edu.co

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Fotos: Galería del artista ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

La peculiar ceremonia en el Parque Nacional.

Un artista peruano llegó a Bogotá con la intención de casarse con un árbol. Parece una noticia traída directamente del portal Actualidad Panamericana, pero no es así. El hecho, aunque insólito y, para muchos, ridículo, es real. La pareja se conoció en el Parque Nacional y, por ende, la ceremonia se llevó a cabo allí un domingo de noviembre de 2014. No solo se trató de un casamiento, sino también de un acto simbólico, de un performance con tintes ambientalistas. Entre los distinguidos invitados, que por cierto eran de todos los colores, fueron varias personas relacionadas

con el mundo del arte que se reunieron a cantar canciones alusivas a la naturaleza. Entre ellos, Greenman, un superhéroe urbano ambiental que se viste y se pinta de verde y recorre toda Bogotá en bicicleta para impulsar su uso y otras actividades para proteger el medio ambiente. También sirvió de testigo Ana Martha de Pizarro, la directora del Festival Iberoamericano de Teatro, con el color del cielo en su pelo. Richard Torres, el novio, de traje blanco como símbolo de pureza, contrajo este matrimonio para incentivar el compromiso del ser humano con la naturaleza. Pero este no es el único acto de performance que ha llevado a cabo Torres. Él ha viajado por varias partes del continente y se ha casado con varios árboles. En México, Perú y Argentina celebró nupcias con el respectivo árbol nacional. “Polígamo” —o como se le quiera decir—, a cada árbol lo dejó sin luna miel, porque después del matrimonio Richard parte a otro país con las mismas intenciones. Su proyecto simbólico lo califica como una “locura chévere”. Mientras se abraza a su pareja de madera, la envuelve con una bandera de Colombia y la besa. Su mensaje es de amor y de paz, pero, sobre todas las cosas, de pasión por la naturaleza. Incomprensible este acto para catalogarlo como arte, pero cuestionar el performance es no comprender. La obra no pide ser entendida, pide que se crea que es arte; allá cada quién con la fe que le ponga. Decir a las personas que no entienden la obra es marginarlas, haciendo que el artista evada las consecuencias de sus actos. La obra no es infalible y mucho menos perfecta. Se presenta como una manifestación que para algunos puede ser traída de los cabellos. Pero, entiéndase como se entienda, Torres ya dejó su amor plantado en Bogotá.


Paseo

05 sin amo

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Estación central

Texto: Cynthia Rankin cynthi_0126@hotmail.com

Fotos: Cynthia Rankin y Helena M. Calle

Ser paseador de perros no es una labor cualquiera. Se trata de un oficio que exige preparación y conocimiento sobre su campo de acción. Y aunque ya hay una normativa para regularlo, todavía no se aplica.

Mariana encontró en Pumba (un husky siberiano) y Frida (una cocker americana) su mejor compañía para las frías noches de Bogotá. Claro que su rutina es un poco ajetreada entre el trabajo, las labores domésticas y sus ‘dos hijos’. Un día encontró la solución a su problema, pues en la portería de su edificio, en el barrio Chicó, dejaron un volante en el que ofrecían pasear perros. Confiada, llamó y al otro día esperó a que sus dos pequeños fueran recogidos a las 6:30 de la mañana, como quien espera el bus escolar. El primer mes todo parecía perfecto: logró el equilibrio entre su trabajo y sus perros, y ellos tenían ese momento de esparcimiento que tanta falta les hacía. Sin embargo, al segundo mes, Frida ya no era la misma, no corría y cuando se acercaba la hora de ponerle el collar, se escondía, lloraba y salía a rastras del apartamento. Mariana pensó que sería algo pasajero y no le prestó mucha atención a los síntomas de alerta. Dos semanas después, ya preocupada, resolvió seguirle el rastro al paseador contratado, Manuel, un

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* 337

Acuerdo

de 2014 para la capacitación de los paseadores

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hombre musculoso, joven y aparentemente muy cariñoso con los animales. Todo parecía normal, ya se había cumplido la mitad del tiempo de la caminata, que acordaron sería de 90 minutos, con clases de obediencia y derecho a agua para los perritos, que además no serían más de seis por recorrido. Se acercaron al Parque de El Virrey, donde, sorpresivamente, Manuel intercambió los seis perros con ocho que le entregó un hombre, y salió del parque. Mariana, los siguió unas cuantas cuadras hasta llegar a un lugar poco transitado del sector. Cada perro fue amarrado a un árbol y parecía que las clases

de obediencia se llevarían a cabo. Lo que Mariana nunca imaginó fue que sus mascotas serían golpeadas y maltratadas con un objeto que, al hacer contacto con la piel de los animales, pasaba una descarga eléctrica. Furibunda, tomó un taxi hasta su apartamento, donde esperó ansiosa la llegada de Pumba y Frida. Se sentía mal por haberle depositado sus mascotas a un completo extraño, del cual solo tenía un teléfono y aquel volante que había dejado en su portería. ¿A quién podría ella recurrir? ¿Cuál es la entidad encargada de proteger los animales de este tipo de abusos?

Acuerdo en la letra Pues, en principio, Mariana no podía recurrir a nadie. En 2011, el Concejo de Bogotá presentó el Proyecto de Acuerdo # 146 “por medio del cual se dictan lineamientos para la actividad de paseadores de perros en el Distrito Capital”. El proyecto se dividía en ocho artículos en los cuales se promovía el bienestar de las mascotas de compañía y la capacitación de cualquiera que quisiera ser paseador para instruirlos en el manejo de desechos, la ocupación de espacio público, el manejo de animales y la responsabilidad cívica. Se daría prioridad a las localidades con más densidad canina, como Chapinero, Usaquén, Teusaquillo, Fontibón y Suba. Tres años después, en 2014, se aprobó el Acuerdo # 337, que encargó a la Secretaría Distrital de Ambiente el censo y capacitación de los paseadores. Sumando este lineamiento a la Política de Protección animal —en cabeza de la Subdirección de Silvicultura y Fauna Silvestre—, se van a establecer protocolos no solo para paseadores, sino también para celadores y seguridad privada con perros, policía canina y cualquier otro oficio que incluya trabajo animal, “para garantizar horario de trabajo fijo, manejo adecuado de los desechos y el buen trato”. No obstante, no se ha puesto en marcha ni se hace seguimiento a estas actividades, pues hasta hace poco se establecieron los protocolos, de carácter “reservado” por el momento. Las medidas punitivas para quienes trabajan con mascotas no son todavía claras, solamente el Código de Policía, que regula la disposición de basuras, anuncia una multa de $205.333 por no recoger los desechos de las mascotas.

06


¿Trabajar o pasear? Hoy, con la falta de oportunidades para un empleo formal, miles de familias viven del rebusque, y ser paseador de perros es un empleo que permite llevar pan a la mesa. Así lo revela la crónica realizada por el periodista Ricardo Rondón sobre el paseador Liberto Deaza. Se trata de un hombre con 21 años en este oficio, que le ha permitido mantener a sus tres hijos. Por la experiencia, el reconocimiento, la responsabilidad y el respeto por los animales, Liberto gana paseando perros de lunes a viernes aproximadamente $5.000.000 mensuales, es decir, $250.000 diarios por sacar y educar a cerca de 20 perros que están a su cargo (http:// laplumalaherida.blogspot.com). No obstante, para muchos perros este paseo no es como el que sus amos se imaginan: un espacio de relajación, ejercicio y juego. En un gran número de casos, los perros son amarrados a los árboles o a postes para cumplir el tiempo acordado de la caminata. Quedan a merced de las condiciones climáticas, y mientras sus ‘cuidadores’ descansan, los perros se angustian, lo que resulta en problemas de salud a largo plazo. Así mismo, el número de perros por cada paseador afecta la tranquilidad de los animales, pues si una persona pasea más de siete perros, se ve afectada la movilidad. Se estrellan, golpean y terminan en peleas. Algunos paseadores tampoco cargan agua para dar a los animales mientras llegan a los bebederos públicos, por lo que los perros se deshidratan. Así lo afirma Carlos Felipe

Tapias, médico veterinario egresado de la Universidad de Nariño. Lastimosamente, la ignorancia sobre el comportamiento de los animales según su raza lleva a los paseadores a cometer abusos y atentar contra su bienestar. Cabe resaltar que existen razas más delicadas que otras. Este es escenario común para Carlos Felipe Tapia, quien recibió en su consultorio un bulldog víctima de un paro respiratorio porque lo sacaron a caminar a pleno sol del mediodía, un alto riesgo por las características fisionómicas de esta raza: nariz chata —que dificulta la respiración—, peso y cantidad de grasa corporal. De igual manera, pasear un perro requiere entender el respeto por los demás y por los espacios compartidos. Son pocos los paseadores –y en general los propietarios de mascotas–, que recogen los desechos. Para muchos paseadores, la bolsa no hace parte de su material de trabajo porque no tienen esa costumbre. A pesar de estas normas, el oficio aún no requiere una certificación para ejercerlo, ni los usuarios lo exigen a la hora de contratar un paseador.

Paseadores uniformados Pero poco a poco se va profesionalizando el oficio. En el barrio Colina Campestre, al norte de la capital, opera una empresa de paseadores de perros que trabaja con la seriedad y responsabilidad del caso a la hora de pasear perros. Ellos son Mireya Ramírez y Néstor

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07


* 300 Una manada de

perros con 4 paseadores ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Bernal, esposos y fundadores de Alegría Canina, una iniciativa que se creó hace cinco años. Después de haber trabajado un tiempo en colegios caninos, pensaron en entretener a los perros, a sabiendas de que sus espacios suelen estar restringidos y no logran liberar el estrés y la ansiedad de estar encerrados y lejos de sus dueños. Entre las 7:00 y 7:30 de la mañana empiezan a hacer “ruta” para recoger los perros en una camioneta blanca con el logo de Alegría Canina. El recorrido es diverso y se divide en varias etapas. Una vez se encuentra la manada de unos 30 perros, salen a caminar en compañía de sus cuatro paseadores, los cuales están uniformados con sudadera negra o jean, saco rojo, chaleco azul y gorra roja con el logo. La primera etapa del paseo consta de una caminata que dura alrededor de una hora y media, llegan a un parque y los sueltan, les dan

agua y el desayuno que cada amo les empacó. Terminada esta etapa, los perros interactúan entre ellos, juegan y corren a gusto. Después los devuelven a sus casas, ejercitados y tranquilos. El recorrido no siempre es el mismo, hay desde caminatas ecológicas, hasta recorridos a diferentes parques de la ciudad. Deben hacer ejercicio para liberar el exceso de energía, así se portan mejor y viven más felices. No obstante, hay que tener en cuenta que los perros tienen distintas conductas, lo que toman en cuenta estos paseadores “con garra” a la hora de preparar la logística. Antes de hacer parte del grupo, el perro es analizado por los expertos. Si es nervioso, bravo o agresivo, le hacen una terapia previa para integrarlo al grupo. Entre semana, el Parque El Virrey se convierte en un espacio de recreación y distracción para los perros del norte de la ciudad. Seis paseadores entre las 8:00 y 10:00 de la mañana, uniformados y arrastrados por perros juguetones, cuidan a los animales, los ponen a correr y enaltecen su trabajo. Como ‘Alegría Canina’ hay otras cuatro empresas. Todas operan en el norte de la ciudad, desde la calle 65 con carrera 5ª hasta la calle 170 con avenida Boyacá. ‘Huellas y huellitas’ son un grupo de veterinarios y paseadores que cobran $5.000 por dos horas de paseo y $10.000 por toda la mañana. También hay servicios más personalizados, como ‘Donkey Pets’, que recoge al perro en su casa y lo atiende de manera exclusiva mediante un ‘vínculo amistoso’ con el animal. Claro que la opción más utilizada sigue siendo la de los paseadores informales, menos costosos, aunque más riesgosos.

08


09

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Los antivecinos

Colectivo

1

Infierno y paraíso en Monserrate Texto y fotos: Ángel Batista batistangel3@gmail.com

Si Dante Alighieri decidiera subir a pie a Monserrate podría reescribir su Divina comedia: el ascenso al infierno tras más de 1.100 escalones; un purgatorio con camisetas de recordatorio, manillas y cajitas con té de coca, y un paraíso gastronómico… o tal vez dos. En este infierno, el nivel de padecimiento de los caminantes, en lugar de ser consecuencia

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de los pecados cometidos, dependerá de su estado físico, y de la comodidad de su atuendo y calzado. Sin embargo, la llegada al santuario no significa el arribo al paraíso. Las eucaristías se celebran cada hora y media, por lo que los caminantes —o penitentes— alcanzan a disfrutar de Monserrate en todo su esplendor, si no es que deciden visitar los comercios que se encuentran en la parte posterior de la iglesia. Lo más cercano a un purgatorio del regateo. Y si luego de padecer y maravillarse con nuestras versiones del infierno y el purgatorio, Dante sintiera hambre, encontraría lo inefable del paraíso a 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar: picadas de gallina, tamales, sopas de raíz, de papa, de arroz o de pajarilla son algunos de los platos que le ofrecerían al poeta una experiencia gastronómica celestial. En este primer paraíso, tal vez no encuentre a su Beatriz, pero encontrará en la coquetería de las criollas —que lo llamarán “papito”— igual inspiración. Si por el contrario, los gustos del poeta están en el disfrute de un lugar más chic, Monserrate le ofrecería el restaurante Casa San Isidro. Tal vez no tenga en su fachada el grasoso esplendor de una gallina criolla, pero cuenta con un jardín de flores amarillas, arcos naturales y una casa señorial que fue construida en 1924 en el pueblo de Usaquén, y luego trasladada al Cerro de Monserrate en 1979. Allí podrá degustar la cuidadosa preparación de las sopas o de los frutos de mar. A falta de uno, Monserrate tiene dos paraísos. Y si un día sube, ya sea como feligrés, turista o poeta, no puede dejar de probarlos.


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8 años de vecindad

10

2

El bendito pollo de Las Nieves Texto y fotos: Ana María Peñuela G anapenuela.g@gmail.com

3

Nazarenos rumberos Texto y fotos: Diego Cuesta diegocuestac@gmail.com Dirección: Calle 24 C # 75-13

Dirección: Calle 20 # 7-10 En lo que antes era el despacho parroquial, la Iglesia de Las Nieves lleva ocho años con una pollería anclada a su estructura, Super Broaster, que vende como bendecida por el mismísimo cielo. Según los vecinos, el entonces párroco arrendó el lugar con el fin de obtener más dinero. Pero el nuevo no está de acuerdo con la vecindad del negocio de comida. Sin embargo, el pleito va para largo porque el actual arrendatario no desea devolverlo, y quién lo culpa, si los feligreses se sienten tentados con las provocativas presas.

Ubicado en el barrio Modelia se encuentra El Comer —apócope de El Comercio— una 'zona rosa' al occidente de la ciudad que cuenta con bares, discotecas y restaurantes. El sonido de la música, las luces de las discotecas y los ‘impulsadores’, que no dejan de insistir para que los caminantes entren a consumir a sus locales, se mezclan con ceremonias cristianas y lecciones de sociales, biología y matemáticas, pues en medio de El Comer se encuentra el Instituto Nazareno. Por las mañanas, los cuartos de la casa son salones de clase; al acabar la jornada se convierten en un centro de apoyo religioso, y por las noches es nicho ceremonial de una comunidad cristiana. Podríamos conjeturar que los alumnos nazarenos se forman y educan dentro de la tentación. Así, el pecador está más cerca del perdón, y los creyentes, más cerca de la tentación.


4

¡Salud!... renal Texto y fotos: Santiago Triana Santiago.triana@hotmail.com Dirección: Calle 63 con carrera 19

Este es uno de los lugares más seguros para ir a tomar cerveza en Bogotá. No es solo por la cantidad de gente que llega cada fin de semana a departir con los amigos, o a mirar los partidos de fútbol de la Liga española que alternan con los del rentado nacional, o por la seguridad privada. No. Es por el apoyo que tiene a su lado: una Clínica de Salud Renal. Si en medio de su recreación, el cliente debe ir varias veces al baño, todo indica que puede estar tranquilo. Si, por el contrario, toma y toma y no siente la necesidad de evacuar, no debe alarmarse: tiene la solución a los problemas de riñón a tres pasos. No hay quién se resista.

5

Mugre que mata no engorda Texto y fotos: Manuela Martínez manumartibel@gmail.com Dirección: Calle 69 con Avenida Caracas

Problemas de salubridad, gérmenes, plagas y cualquier otro tipo de microbios o bichos perturbadores no serán una preocupación para aquellos que quieran disfrutar de una empanada o cualquier otra comida rápida. ¿Será que este almacén de control de plagas puede garantizar que cualquier comida que compre ahí habrá sido analizada para prevenir riesgos biológicos?

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12

7

El Quijote perdido Texto y fotos: Santiago Triana Santiago.triana@hotmail.com Dirección: Calle 43 con Avenida Caracas

Su doncella, Dulcinea, y su fiel corcel, Rocinante, parecen desubicados. Nadie sabe adónde se fue el Quijote. Se habrán quedado quietos, esperando que regresara de quién sabe dónde. Con tanto caos ¿andará perdido por la calle 26? Pero, como dice el dicho, la esperanza es lo último que se pierde. Y Rocinante y Dulcinea lo saben bien, por eso le reservan un espacio para que regrese cuando haya dejado de luchar contra molinos. Porque la papelería El Quijote existió allí, en medio de los dos. No fue un sueño cervantino.

8

Que se acabe el amor, pero no el negocio Texto y fotos: Álvaro Pabón alvarojp_30@hotmail.com Dirección: Calle 45, entre carreras 8ª y 13

Siempre se ha dicho que no se debe mezclar el amor con los negocios, pero ¿si el amor lleva a los negocios? La pizzería El Vecino era propiedad de una pareja, que entre masa y corazón montó su negocio. Pero, tal como la masa, el amor se acaba, y la pareja se separó. Ambos cocineros, con todo y recetas compartidas, decidieron no hacerle daño al corazón ni al bolsillo. Fruto del acuerdo civilizado nació Pizzería La Vecina, que ofrece los mismos productos, del mismo estilo, la misma calidad e incluso las mismas especialidades que la pizzería inicial, ¡y en la misma calle! Como pasa con los amigos de las parejas separadas, la clientela escoge con cuál quedarse.


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Hidratación o rehabilitación

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Dos lugares para el amor

Texto y fotos: Juanita Rodríguez juanita.rleon@gmail.com

Texto y fotos: Sergio Rosas sergiorosas06@hotmail.com

Dirección: Carrera 15 con calle 85

Dirección: Calle 166 con carrera 7ª

La locación de las reuniones de Alcohólicos Anónimos parece desafiar a las personas en tratamiento. Basta bajar un piso para encontrar en el mismo edificio un local que ofrece descuentos especiales en el consumo de cerveza. Unos pasos hacia el sur se encuentra una enorme licorera en toda la esquina, y tan solo unos metros más allá, está Carulla, punto de hidratación obligado para quienes pasan la noche bailando en los bares del sector, rehabilitándose de una larga semana.

Puede que un buen día, alguna estudiante curiosa del Colegio María Inmaculada gire su cabeza hacia el norte, sobre la carrera 7ª, y vea dos corazones que encierran las palabras “La Cita”. Quizás intuya que ahí se puede vivir otro tipo de amor, diferente al filial y al divino. Quizás le pregunte a la madre superiora sobre ese lugar que linda con el patio de recreo. La monja, rubicunda y con escozor, le dirá que funciona —como su nombre lo indica— como “casa de citas”. Le explicará que allí, el amor se tiene que vivir de manera clandestina, transaccional y fugazmente. La niña no entenderá muy bien cómo funciona la cuestión, pero la monja le pedirá que no insista más en el asunto, que sea juiciosa y rece un par de avemarías. La niña correrá a la capilla del colegio, donde intentará rezar en silencio, pues a veces uno que otro grito proveniente del edificio vecino rompe el recogimiento.

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El filatelista 14 chapetón

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Oficios

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Texto y fotos: Laura Dulce Romero lauradulce2@hotmail.com

En el edificio Colseguros -bien de interés cultural despreciado por la Contraloría- ubicado en la carrera 7ª con calle 17, un letrero de neón colgado en el segundo piso enreda la lengua y encandila los ojos de dos jovencitas.

El arte de coleccionar estampillas comenzó a morir

—¿Numismática?

con la irrupción del correo virtual. Sin embargo,

—Es el arte de coleccionar monedas y billetes

hay quienes conservan la tradición de las cartas.

—contestó un español de unos 80 años. —Y ¿filatelia?

La cronista rescata las anécdotas de un filatelista

Con diccionario en mano, Leonidas Temprano leyó:

español que abandonó su oficio de abogado para

—Arte de coleccionar estampillas.

dedicarse a su pasión por los sellos postales, que lo

—Y ¿para qué sirven las estampillas?

han vuelto un experto en su país de adopción.

—¡Es que vosotras no habéis escrito o recibido alguna carta! ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••


Probablemente no, pero ellas, quizá por pena, prefirieron decir que sí. No juzgo a las ilustres visitantes porque, aunque él no lo recuerde, la primera vez que lo vi, le pregunté exactamente lo mismo. Ya debe estar acostumbrado, pues en Colombia poco o nada se sabe sobre el oficio al que le ha dedicado toda su vida, desde muy pequeño, cuando cursaba párvulos en Salamanca (España), de donde es oriundo. Allí, su profesora les pedía que tomaran prestados los sobres de las cartas que sus padres recibían para llevarlas a la escuela y mostrárselas a todo el grupo. Desde ese momento, Leo Temprano empezó a coleccionar estampillas. Para adentrarnos en la vida y el oficio de este hombre de 82 años, conviene saber que la afición de la filatelia nació Inglaterra en 1840, cuando se emitieron las primeras estampillas de correos, sin las cuales no podían enviarse las cartas. A Colombia llegó en 1859, en el gobierno de Mariano Ospina Rodríguez, con la ley de los Correos Nacionales. Esta historia fue investigada y escrita por Leo en su libro Estampillas de Colombia, que alcanza las 46 ediciones. En este catálogo de 95 páginas se observan convenciones y abreviaturas para identificar las estampillas, como cuál fue el primer día de circulación, si era de correo aéreo o las anulaciones; también incluye anécdotas del filatelista con sus clientes.

coloridos papelitos que ratificaban los pagos de porte para sus cartas. En Barranquilla duró dos meses, de los tres que le eran permitidos para turismo. Allí conoció un club filatélico donde “todos quedaron sorprendidos de que

un chapetón, recién desembarcado coleccionara estampillas de Colombia. Y bueno, y ¿por qué no? Pues tengo un amigo en Cúcuta y otro en Bucaramanga, con los cuales he intercambiado estampillas por correo”, les decía. A Leonidas Temprano le encantaba intercambiar cartas con corresponsales que tenía alrededor del mundo: Colombia, Hungría, Argentina. Pero ¿cómo los contactaba? A través de revistas de estampillas. En esa época, las cartas duraban en llegar, según él, seis días; mientras que hoy, paradójicamente, se demoran un mes o más. A Bogotá llegó un lunes 9 de enero de 1962, a las 9:00 de mañana. Y aunque solo venía a la capital por las ganas de conocer, terminó quedándose con la propuesta de un sacerdote a quien conoció en una visita a una filatelia llamada Misional, cuyo dueño era el cura.

—Y ¿cómo?, ¿tú eres aficionado? —le preguntó el sacerdote.

—Sí, sí claro —respondió Leonidas.

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Del libro Estampillas de Colombia, de 95 páginas, han salido

46

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Leo Temprano, quien descubrió a Colombia por los sellos postales, enseña sus tesoros.

Por ejemplo, cuenta que una señora que colecciona estampillas hace 30 años llevó a su hijo a una exposición internacional en la Biblioteca Luis Ángel Arango hace tres años. “Su hijo,

que ya tiene como 22 o 23 años, le preguntó: ‘Mami y ¿esos stickers para qué sirven?’”. De inmediato, el hombre suelta la risa.

Su descubrimiento en América Leo Temprano llegó a Colombia sin intenciones de quedarse. A los 29 años, sus padres le regalaron un crucero que empezaba en las costas de Italia, pasaba por las islas Canarias y terminaba en América, específicamente, en el puerto venezolano de Maracaibo. Tenía dos meses para pasear en este continente, así que decidió visitar a unos amigos colombianos con los que intercambiaba cartas desde hace algunos años. Solo conocía a Colombia por los

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La filatelia llegó a Colombia en

1859 con la Ley de los Correos Nacionales ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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—Ya ves, yo colecciono estampillas y ¿qué vas a hacer acá? —En tres días me tengo que ir porque se me acaba el permiso. —No, ¿quieres trabajar conmigo? —Es que yo no puedo trabajar. —No, eso lo arreglamos pronto. —Y ¿cómo es el arreglo? —Yo te hago un contrato de trabajo, tú vas a Cúcuta, pasas a Venezuela, vuelves a entrar, que te sellen el pasaporte y ya está listo. —Probemos, a ver qué pasa —decidió Leonidas, dejándose llevar por la intuición. Realizó el trámite, incluyendo lo que él llama “la importación de la novia”, Elvira, con quien luego contrajo matrimonio a través de un poder. En Bogotá trabajó primero en la Filatelia Misional, pero luego validó su título de abogacía de la Universidad de Salamanca. De esta manera logró tener un despacho de abogados en la carrera 8ª con avenida Jiménez. En este lugar, casó y separó múltiples matrimonios cuando eso no estaba permitido. Con las ganancias de su profesión, compró varias propiedades, entre ellas, el local ubicado en el Edificio Colseguros, donde montó la tienda de filatelia hace más de cuatro décadas. Con su afición hecha negocio, cambió el derecho por las estampillas.

Un negocio rentable El día que lo visité, no apareció ningún comprador. Solo recibió la llamada de un señor de Armenia que desde 1992 dejó de coleccionar estampillas y necesita todas las ediciones de Colombia desde ese año hasta hoy. Y aunque por un momento pensé que el negocio no era rentable porque era la única visitante, él me explicó que con esa llamada ya ganaría una buena suma. En las paredes están pegadas múltiples estampillas y, debajo de ellas, algunas figuras precolombinas, que también colecciona. Las estampillas tienen diferentes precios y eso depende de la cantidad de ediciones que haya. Si hay solo una, pues cuesta mucho más. Hay estampillas que pueden valer incluso $4 millones y otras, como las que me mostró, que valen solo $800. Rodrigo Uribe, coleccionista del Club Filatélico de Bogotá, cuenta que el año pasado se vendió un sello postal muy costoso: “La primera estampilla del mundo

salió de Inglaterra el 6 de mayo 1840, pero la imprimieron el 1 de mayo del mismo año. Resulta que en un pueblito de Inglaterra circulaba una carta del 2 de mayo de 1840 [de la que no se tenía rastro] y acaban de venderla el año pasado en US$4 millones porque es única”. Este español empezó a comprar estampillas cuando costaban 10 centavos y se le valorizaron con el tiempo. No desaprovecha un momento para decirme: “Mira las oportunidades


que has perdido por no coleccionar estampillas”. Pero su costo también depende de qué tan antiguas sean. Leo tiene algunas que todavía conservan la palabra “franca” en su colección, es decir, que pueden tener más de 60 años. Y, por último, también es importante el porte que va a servir la estampilla, es decir, si es de correo nacional o local. Algunas de sus estampillas las consigue en el Ministerio de Comunicaciones. Hoy se llama 4-72 el servicio de correo nacional e internacional. Allí las crean y venden en varios locales en todo el país. Pero esta es una parte de sus funciones, pues todavía se envían paquetes y, de vez en cuando, cartas.

Colección de filatelistas A Leo lo conocen bien en el gremio, pues asiste con cierta frecuencia al Club Filatélico de Bogotá, ubicado en la carrera 7C # 123-24. Este club nació el 17 de junio de 1948 y, actualmente sus socios se reúnen dos veces a la semana en la casa que –según Leo– está mejor que antes porque la sede es bastante amplia.

“Allí hay un lugar donde solamente se reúnen los bebedores; hay otros sitios donde puedes sentarte a ver cuestiones de las bibliotecas, y hay otro lugar donde puedes hablar de la filatelia con otro grupo, pero de todas formas los grupos no pasan de tres personas cada uno, no creas que asiste mucha gente”. También se encuentra con otros filatelistas en las exposiciones internacionales, donde ha sido jurado en varias ocasiones. Carlos Valenzuela, presidente del Club Filatélico de Bogotá, explica que en estos encuentros no solo se califican las estampillas de manera individual, sino la colección entera; y que si alguien quiere participar para representar a Colombia “primero debe exhibir a nivel nacio-

Fachada del clásico edificio Colseguros, sede del negocio. // Foto: Andrés Palpati

nal. Debe obtener un premio equivalente a un vermeil (aleación). Los premios son: bronce, plata, vermeil, oro y oro grande”. Rodrigo Uribe, quien también vende sellos postales, asegura que las temáticas son muy importantes para estos concursos y, en general, para todo aquel que le interese el tema, pues con esta afición se desarrollan los gustos:

“Hace ocho días a un almacén llegó un señor

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a preguntar por estampillas de personajes y le sacaron un poco, pero él dijo: ‘No, que sean personajes que tengan gafas’. Hay otra señora

que hizo parte del club que coleccionaba mariposas y la llamaban Madame Butterfly. Es que esto se presta para escoger la temática que uno quiera”. Y todas se pueden encontrar en las tres casas filatélicas que hay en Bogotá: la de Leo Temprano, la de Álvaro Barriga y la de José Benavides. Sin embargo, también existen otros vendedores que comercializan las estampillas, pero no están inscritos oficialmente ni tienen un local.

Cartografía postal Pueblos remotos de Antioquia, Santander y Cundinamarca, entre otros departamentos, hacen parte de la oferta del negocio de Temprano. Ha viajado por Colombia no solo a través de sus caminos, sino también de sus estampillas. En este país, según él, “vivió Adán y Eva”, pues Colombia “es un paraíso auténti-

co, solamente, con agacharte o alzar el brazo tienes suficiente para mantener el cuerpo”. —¿Sabes dónde queda Guapotá? —No, ni idea. —Es un pueblo de Santander. Fue a través de las estampillas como estas poblaciones se hicieron visibles. Lee. Este era el lugar de descanso de los indios guanes. Su nombre se remonta a la época de los conquistadores, que bautizaron ese territorio como el lugar de “las guapotas”, o sea, de las mujeres. En 1819, al conocer la historia, el general Francisco de Paula Santander decidió llamarlo Guapotá. Esto lo supo Leonidas gracias a las anulaciones que tenía una estampilla. Lo cierto es que la filatelia va más allá de una llamativa afición, como diría Leo: “Es que no es

solo coleccionar estampillas, también es por fomentar la nacionalidad”, dice este español que da cátedra de geografía colombiana. Y eso porque las estampillas no necesitan visa o certificados para entrar a los países o a la vida de las personas. Tal vez por eso cuando le pregunto si cree que algún día se va a extinguir su oficio, él me replica: “¿Cómo se te ocurre a ti

eso? La filatelia no se va a acabar. Siempre va a haber locos que van a seguir coleccionando y comprando, pero en vez de mil va haber diez”.

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Rebaño

19 de lobos

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Tendencias

Texto: Katherine Benítez katebenitez92@hotmail.com Fotos: Cortesía de Chak García

En un templo cristiano del Siete de Agosto los ‘chicos malos’ se liberan de los estereotipos con los que los juzga la sociedad para vivir una experiencia espiritual al ritmo del metal.

Un viernes a las siete de la noche, cuando el plan de muchos jóvenes es consumir alcohol, para Cristian, de 25 años, eso ya no es una tentación porque desde hace seis meses habla con Dios a esa hora. Sus amigos creen que está loco. ¿A quién se le ocurre ir a una iglesia un viernes en la noche? Solo a él y a los más de 200 feligreses que se reúnen en el barrio Siete de Agosto, en la localidad de Barrios Unidos, para escuchar la palabra de Dios al mejor estilo de un toque, uno de esos tantos que se dan en la escena musical underground de Bogotá.


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El pastor estampando su firma.

En la entrada está el personal de logística que, a diferencia de sus colegas en los conciertos (los cuales estarían revisando si hay presencia de elementos cortopunzantes o alcohol), recibe a nuevos y conocidos con una sonrisa de bienvenida y los invita a seguir a la iglesia. Es fácil distinguirlos: tienen un chaleco azul y son los más cercanos al pastor. Pareciera que el templo se encuentra en el sitio equivocado, pues a su alrededor no hay más que talleres de mecánica y bodegas. Al ingresar, el frío de la noche armoniza con el color negro y azul que prima en el lugar. Solo se ven las pantallas gigantes en las que proyectan las letras de las canciones, las sombras de los creyentes y las luces que acompañan a la banda telonera, cuya voz principal es una mujer.

En el momento de la alabanza, Cristian se conecta con el ambiente de la iglesia. A su alrededor, todo el mundo canta con pasión “para el señor no hay nada imposible, todo lo puedo en Cristo” con los ojos cerrados y las manos levantadas. Esta iglesia invierte en la música, pues es lo que la diferencia de más de 5.000 iglesias registradas en el Ministerio del Interior. No contratan a cualquier grupito con una organeta. No. Rebaño de Lobos tiene su propia banda, aunque sin nombre. Cuentan con guitarrista, bajista y el baterista, que causa sensación: es el único que se arriesga a hacer un solo con el que los feligreses pueden “mover la peluca”; por eso es el más ovacionado, después de Dios, claro. Esta banda está permanentemente en construcción. No siempre cuenta con los mismos artistas, pues solo aceptan “lobos” que hayan aceptado a Cristo, que pertenezcan a la iglesia y que, por supuesto, tengan habilidades para la música. Como dice Camilo Ortegón, estudiante de música de la Universidad Distrital y uno de los líderes del ministerio: “Somos un equipo de

personas con ciertas capacidades y pasión por servir. La banda está programada para darles la oportunidad a personas que quieran servir en la iglesia”.

Lobos en acción

Fieles escuchando la palabra de Dios.

Estos ‘lobos’ tienen pieles diferentes. Unos lucen de jean y camiseta, otros se van un poco más elegantes y hasta usan tacones. Algunos usan chaqueta de cuero, pantalones entubados y visten completamente de negro —la típica imagen del metalero— y otros visten pantalones anchos y camisetas largas de rapero. Algunos tienen rastas o el pelo muy largo y varios tatuajes. La mayoría son jóvenes, pero nunca faltan los de más experiencia, como Cecilia Chávez, de 62 años, quien quedó maravillada con el mensaje del pastor desde el Viernes Santo de 2013, cuando se animó a ir después de tanta insistencia por parte de su hijo.

“No estamos tratando de competir con nadie, sencillamente estamos cumpliendo con el llamado que el Señor nos dejó: ir a alcanzar a los jóvenes, a los padres. Somos jóvenes acompañados por sus padres, somos padres ocupados en sus hijos”, dice Camilo.

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Por eso Rebaño de Lobos no puede limitarse a ser llamada una iglesia joven, sino que en realidad es una iglesia familiar donde hay espacio para todos. Sin embargo, su objetivo máximo se cumple cuando logran que padre e hijo estén juntos en un mismo escenario alabando a Dios, cuando los jóvenes se apropian de un lugar en el que se pueden vestir como quieren y escuchan la música que les gusta “en santidad”. La música es el tiquete de ingreso para conectarse con Dios. Por eso, en la presentación final de la banda de la iglesia se entregan los sobres con las peticiones de cada fiel y va rotando el balde de las ofrendas (o sea, el diezmo), el cual servirá para fortalecer la iglesia y así atraer más ‘lobos’, que es, al fin y al cabo, la misión que les encargó Dios.

El líder de la manada “Siempre distinguí al pastor Chak porque él ha

sido un poco polémico en el círculo cristiano por su aspecto físico, por eso me daba curiosidad conocerlo personalmente”, comenta Camilo. Tal vez en esto radica el éxito del líder de esta manada: es igual a sus fieles y les habla como cualquier amigo, fuerte, claro y conciso. Chak viste de negro, su pelo le cae en los hombros, tiene pírsines, se le alcanzan a ver los tatuajes y habla con las manos en los bolsillos. Pero, al mismo tiempo, su imagen es un arma de doble filo, puesto que, como narra Camilo, “hay cierto estigma por el aspecto del

que conozca al Señor, y ahora, por ejemplo, un grafitero, hará un grafiti para el Señor”. Chak es el centro de atención. Les da la bienvenida a los que visitan la iglesia por primera vez, pide apagar el celular e invita a rezar por los que vienen en camino. De esta manera, empieza el plan Biblia, “el alimento para los hermanos”, el cual está en manos de todos y delata a los nuevos en el lugar.

—¿Qué les han dicho a ustedes por ser cristianos? ―pregunta Chak mientras actualiza a los fieles del sufrimiento que viven creyentes de otros países a causa de su fe. Según él, han matado más cristianos en estos tiempos que hace 50 años y llega a una reflexión: al lado de eso, las luchas de los ‘lobos’ aquí presentes no son tan duras. Muchos han logrado vencer: han renunciado a su trabajo, han cambiado el horario laboral de su empresa o de las clases para poder recibir la palabra los viernes por la noche, un espacio de dos horas para estar con Dios. Es innegable el poder de oratoria de este pastor: las ideas clave de su discurso quedan plasmadas en las pantallas, los asistentes toman apuntes, logra expresar la palabra en términos coloquiales y hasta por medio de

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El "rebaño" de compras.

pastor. Al verlo mechudo, tatuado, entonces piensan que toda la gente que viene es así o tiene que gustarle la música del pastor y eso no es así. Acá son todos bienvenidos: metachos, skins, reggaetoneros, entre otros”. A Chak le gusta la música ‘pesada’; de hecho, una de las agrupaciones musicales que más admira es Slipknot (metal alternativo). Actualmente, es el vocalista de KarComa, una banda de nu metal, y desde 2004 se ordenó como pastor en el Centro de Entrenamiento Bíblico (Rhema). En 2010 nació la idea del Ministerio Rebaño de Lobos, gracias a una visión que, según dice, le dio Dios: acercar por medio de las artes a los jóvenes que son considerados peligrosos por su conducta. “Nosotros no le quitamos los

dientes al lobo, sino que lo adiestramos, para

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Espacios de promoción de la iglesia para la comunidad cristiana.

chistes. Si se identifican con lo que él dice —si están ahí, como dice Chak— repiten “Amén” (es infinito el número de veces que se puede llegar a escuchar esta palabra durante el sermón). Así, cualquiera entiende el porqué de uno de sus principales lemas: “Hablamos

igual, pero no decimos lo mismo”.

‘Lobos’ que cambian de bando “No se puede ser amigo de alguien que no quiere a Cristo. Los amigos son quienes tienen un pacto; el resto son conocidos”, afirma Chak. “Creer en Jesús es decirlo y mostrarlo”. En medio de su discurso, se escucha en la parte trasera la voz de un borracho que repite sus palabras en ese silencio de la congregación. Todos lo voltean a mirar, incómodos, pero Chak no hace más que tomarlo como chiste: “¡Traemos perdidos y llegó un borracho!”, lo que desata risas entre los asistentes. No obstante, aterriza a sus fieles de este momento de distracción invitándolos a retomar la oración. Después de compartir varios apartes de la palabra de Dios, de dar su prédica a lo largo de una hora, es el momento del “rito de iniciación” para los nuevos ‘lobos’ que quieren pertenecer a este rebaño. “Los que quieren

que Jesús sea su salvador pasen al frente”, dice Chak. Pasan tres chicos que parecían ser amigos y una mamá con su hija para sellar el seguimiento. El pastor hace una oración para darles la bienvenida al ministerio y después todos los asistentes levantan su brazo derecho para bendecir a los novatos. Posteriormente, estos nuevos cinco integrantes pertenecerán a una “célula”: así como la iglesia primitiva se reunía en las casas para alimentarse de la palabra de Dios, estas son un mecanismo para acompañar a cada uno de los creyentes. De esta manera se da fin al encuentro con Cristo del viernes por la noche y la música retoma su protagonismo. Aunque no hay un encore (una interpretación adicional de la banda pedida por el público) como es normal en cualquier concierto, hay un estallido de aplausos y un grito final sinónimo de agradecimiento a Dios, a Chak y a los artistas. Una bendición original. Los asistentes parecen salir renovados. Algunos buscan a Chak para saludarlo, otros para recibir más bendiciones, otros aprovechan para mirar y comprar mercancía de la iglesia (calcomanías, diseños, afiches, placas) y otros más aprovechan para comer empanada con jugo en la cafetería improvisada porque esta iglesia también tiene su mercado de bienes espirituales de consumo.

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Delito de lesa

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Estación central

Texto: Theo González tgc_777@hotmail.com

Detrás del tráfico de animales silvestres en Bogotá hay una mafia que ha sido denunciada en los últimos años por diferentes entidades públicas y asociaciones animalistas. Y aunque reintegrar a los animales en sus hábitats es una política distrital, en plazas de mercado se pueden conseguir tortugas icoteas desde $25.000 y monos titi grises por $100.000.

“Animalito que usted necesite, aquí se lo conseguimos”, dice Martha, de unos 30 años, con tono firme de voz. El ofrecimiento tiene lugar en la plaza de mercado del Restrepo, en la localidad de Antonio Nariño, al sur de Bogotá, donde además de avena, lechona y frutas, el tráfico de especies de animales silvestres —muchas en peligro de extinción— tiene un enorme movimiento.

“Aquí adelante tenemos perritos, gaticos y pájaros, pero yo le consigo tortugas, si quiere, o un mico. Eso sí, tenemos que mirar el precio, depende de la mascota”, agrega la vendedora, ahora en medio de los susurros, como si fuera consciente de la ilegalidad de su ofrecimiento; y agrega que todos los animales vienen vacunados y están muy bien cuidados. Sin embargo,


* 328 El artículo

del Código Penal establece penas de cárcel entre los 32 y los 90 meses, y multas hasta de 15.000 salarios mínimos por estos delitos •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Centro de Acogida de animales silvestres de la Secretaría de Ambiente y Hábitat, en la localidad de Engativá.

el hacinamiento y el lamentable estado de las jaulas donde reposan los cientos de especies evidencian lo contrario. A primera vista es posible percibir desnutrición, infecciones y un estado anímico bajo en muchos de los ejemplares ofrecidos. Decenas de hámsteres se agolpan en cubículos de vidrio; algunos patos y gansos no pueden moverse por el poco espacio de las jaulas metálicas e incluso se ven pequeños gatos y perros con su piel lacerada.

en etología —rama de la biología encargada del comportamiento natural de los animales y sus alteraciones—, es un acto cruel comprar y mantener este tipo ejemplares como si fueran una mascota. “Las implicaciones que

Ante la pregunta por las posibilidades de supervivencia de una tortuga en una casa en Bogotá, Martha dice que la han tenido ahí en la plaza por más de tres meses y no le ha pasado nada. “Pa’que vea que sí sobreviven, le voy vender una

ga que los animales recién capturados pierden a su madre y a la manada con la que conviven.

icotea chiquitica lo más de bonita y juguetona”. La icotea es especialmente asediada por cazadores en Semana Santa, cuando se acostumbra consumir esta carne, lo que pone en peligro esta especie.

¡No son mascotas! A pesar de la seguridad que transmite la traficante de especies silvestres de la plaza del Restrepo sobre el tema de la supervivencia, para Claudia Rodríguez, medica veterinaria de la Universidad de La Salle y especialista

sufre cualquier especie silvestre, sea un mico o una tortuga, comienzan desde el momento de la captura, pues sufren una alteración de su entorno, lo que produce en ellos procesos de shocks nerviosos”, puntualiza Rodríguez y agre-

“Estos procesos resultan traumáticos para ellos. Los tigrillos son un claro ejemplo, pues son destetados desde cachorros por los traficantes y luego son llevados a un cautiverio en aislamiento total, lo que los convierte en ejemplares ermitaños y en estado de agresividad constante”, dice la etóloga, sin dejar de mencionar otras especies que son objeto de tráfico permanente, como los pericos australianos, las guacamayas y los loros. “Especies como

estas son altamente sociales, por lo que resulta una verdadera tortura el que sean obligadas a vivir en soledad. Además, sufren mutilaciones y maltrato por parte de los captores para crear dependencia y ataduras mentales", agrega. Rodríguez cree que el aislamiento es tan solo una de las consecuencias del tráfico de especies silvestres. Para ella, la gente, en su ignorancia y en su afán de querer una mascota exótica, no es consciente de que ejemplares así no han sido domesticados. Es decir, no están hechos para convivir con los seres humanos y les pueden producir lo que se conoce como zoonosis (cualquier enfermedad transmitida por un animal). Es el caso de los pericos australianos, pues tienen una especie de piojos en sus alas que en algunas ocasiones causan problemas en los bronquios de niños y adultos; o el de las tortugas, que con su saliva pueden llegar a producir una leptospirosis, afección que causa fiebre, hemorragias y dolor muscular.

“Las personas que trafican y compran especies silvestres, por lo general desconocen el hábitat o ambiente del cual provienen. Por ello les resulta imposible reconocer la temperatura adecuada para cada una de ellas; los procesos alimenticios y los ciclos específicos para su correcto desarrollo. Además, no entienden

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su lenguaje, no saben si están expresando dolor, un sentimiento o una necesidad”, dice la médica veterinaria y explica que una especie como la tortuga icotea necesita hábitats de 30 grados centígrados o incluso de mayor temperatura. Por tal razón, adquirir una tortuga o cualquier reptil en Bogotá, una ciudad con un promedio de 14 grados centígrados, es conducirla a una muerte segura o impedirle su correcto crecimiento.

Plazas de tráfico Así como en la plaza del Restrepo, también se pueden conseguir loros, pericos silvestres, guacamayas, serpientes e incluso tigrillos en las plazas del Veinte de Julio, el Siete de Agosto, Paloquemao e incluso Corabastos, principales escenarios de tráfico, según datos de la Secretaría de Ambiente y Hábitat de Bogotá. Cientos de casos como el de las tortugas icoteas del Restrepo se repiten a diario en Bogotá. A pesar de que Ley 84 de 1989, que enmarca la protección animal, busca evitar el tráfico de animales silvestres en Colombia, pues considera “cruel toda privación de aire, luz, alimento, movimiento, espacio suficiente, abrigo, higiene o aseo, tratándose de animal cautivo, confinado, doméstico o no, que le cause daño grave o muerte” y aunque el artículo 328 del Código Penal colombiano establece penas entre los 32 y 90 meses de cárcel y multas hasta de 15 mil salarios mínimos legales mensuales vigentes –lo que equivale a más de $8 millones– para quienes incurran en este delito, la venta y maltrato de miles de animales exóticos no cesa.

Precisamente en Corabastos fue rescatado en mayo de 2014 un tigrillo de monte que estaba en manos de un comerciante, quien aseguró que le fue entregado como parte de pago de una deuda por una persona del Putumayo. Luego de hacer seguimiento al implicado en el delito, a través de las bodegas de este lugar de abastecimiento, y dar con su paradero en una residencia cercana, la Unidad Nacional de Fiscalías para Perseguir Delitos contra Recursos Naturales y el Medio Ambiente, en colaboración con la Policía Ambiental, recuperó el ejemplar, el cual fue entregado al Centro de Recepción y Rehabilitación de Fauna y Flora Silvestre.

* 84 La ley de 1989

busca evitar el tráfico de animales silvestres •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

La tortuga icotea necesita hábitats de 30 grados centígrados, que les brinda el Centro de Acogida del Distrito.

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En el Centro de Acogida se han recuperado más de

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especies

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Más de 60.000 reinsertados Dados los altos índices del tráfico ilegal de especies silvestres en Colombia, y especialmente en Bogotá, desde 1996 la Secretaría de Ambiente y Hábitat creó el Centro de Acogida, con los objetivos de recuperar los animales que han sido sacados de sus hábitats, de velar por su bienestar y fortalecer los procesos de rehabilitación que los conduzcan a una reinserción en sus ecosistemas naturales. Este Centro tienen una hectárea y media de extensión y está ubicado en el barrio El Gaco de la localidad de Engativá, que limita con el Parque La Florida y el Humedal Jaboque. Desde 2007 hasta hoy, en el Centro se han recuperado más de 60.000 especímenes silvestres, entre los que se cuentan tigrillos, micos, tortugas, serpientes, guacamayas, loros, aves de todas las especies y tarántulas. Según Yudy Cárdenas, bióloga especialista en derecho y gestión y ambiental y directora del Centro, “el

trabajo que hemos realizado con especies silvestres que han sido afectadas por el tráfico ilegal ha generado un impacto importante y positivo al reducir en los últimos años esta actividad. Sin embargo, el problema surge al ingresar a las plazas y comprobar que el delito continúa”.

“Todavía nos siguen llegando casos impactantes, como el del tigrillo que se encontró en una bodega de Corabastos. También tenemos un ejemplar hembra de mico fraile que llegó desde Antioquia, víctima del conflicto armado, pues perdió a su madre en un ataque terrorista de las FARC. Allí la rescató un soldado y la llamó Lucas, pensando que era macho. Cuidó de ella y la acostumbró a las mecánicas humanas de vida”, cuenta la directora del Centro, mientras saluda a la alegre mica. Cárdenas lleva siete años en el centro, dirigiendo las políticas de la Secretaría de Ambiente en torno a la recuperación de las especies, y puede asegurar que los animales que llegan no vuelven a recuperar sus características innatas y de ello solo hay un culpable: el ser humano.

“Aquellas personas que los trafican o que los compran les impiden a estos animales desarrollarse normalmente. Alguien por ignorancia, por gusto o por dinero arrancó al animal de su hábitat y lo trajo a la ciudad a sufrir”. “Aquí llegan las especies que decomisan en las plazas de mercado, las terminales de transporte o el aeropuerto, la Policía Ambiental, la Unidad de Delitos Ambientales de la Fiscalía o funcionarios de la Secretaria de


Ambiente, pero cabe resaltar que también acuden personas que por su propia voluntad entregan especies silvestres. Al recibirlas, les hacemos un diagnóstico, luego buscamos recuperarlos física y emocionalmente en un periodo de 90 días en los que permanecen bajo constante observación”, afirma Cárdenas, quien explica así el proceso que viven los animales del centro:

“Son trasladados a unos espacios que simulan su hábitat y luego son puestos en espacios con miembros de su misma especie. Finalmente, buscamos reintroducirlos en hábitats semejantes a los que fueron extraídos, como reservas naturales, humedales e incluso zoológicos donde puedan cumplir labores educativas con el público”. El Centro de Recepción y Rehabilitación cuenta con 19 funcionarios entre biólogos, zootecnistas, médicos veterinarios, operarios y cocineros, que se encargan de cuidar, alimentar y rehabilitar a las especies silvestres que llegan.

Un pacto sin cumplir El 31 de noviembre de 2008 se firmó un compromiso para que en las plazas de mercado no se vendiera fauna ni flora silvestre. Además, se graduaron 60 Formadores de Ambiente de la Policía Metropolitana. El evento tuvo lugar en la plaza de mercado del barrio Restrepo, y estuvieron involucradas las secretarías de Ambiente y Desarrollo Económico, la Policía Metropolitana, el Instituto para la Economía Social (IPES) y los administradores de las 19 plazas de mercado públicas de la ciudad, que buscaban evitar la comercialización ilegal de flora y fauna silvestre. Además, se instalaron unos puntos de información en las plazas de mercado, que buscaban crear conciencia en la gente para prevenir la venta de las especies silvestres. Los ciudadanos podían acercarse allí para pedir información o para denunciar la comercialización de estos animales y de algunas plantas. Sin embargo, en la visita realizada por Directo Bogotá en octubre de 2014 no se encontró ningún punto de información. El pacto simbólico comprometía a los comerciantes a proteger el medio ambiente y la diversidad biológica y, por parte del Distrito, específicamente a la Secretaría de Desarrollo

Económico, a concertar con los vendedores alternativas productivas para desestimular la venta de especies silvestres, un negocio lucrativo. Pero la venta ha continuado en plazas como la del Restrepo. Al respecto, el capitán Nelson Laverde de la Policía Ambiental, encargado del tema de tráfico de animales y flora silvestre, asegura que se realizan los operativos y los controles necesarios contra esta venta ilegal.

“Nosotros hacemos todo lo posible por evitar el tráfico, pero muchas veces la gente continúa haciéndolo de manera clandestina. Es como la venta de drogas. Se hacen los operativos, pero se continúa con el expendio. Es el caso del tráfico de especies silvestres en algunas plazas”. El capitán Laverde asegura que los operativos son realizados por la Policía de cada localidad y que ellos reportan los resultados al mando central: “Nos indican cuántas especies fueron

recuperadas y de qué tipo; también el estado en que se encuentran y los posibles responsables del delito”. Mientras tanto, este continuará siendo un delito silencioso que pone en riesgo la vida de cientos de animales indefensos.

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En 2008 las

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plazas de mercado de la ciudad se comprometieron a no vender fauna ni flora silvestre ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••ç

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Bogotá 28 esFucha el río

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Medio Ambiente

Texto: Santiago Llano Luna sanllano_99@hotmail.com

Fotos: Laura Inés Contreras

El río Fucha recorre más de 20 kilómetros desde su nacimiento en el páramo Cruz Verde, hasta su desembocadura en el río Bogotá. A causa de la contaminación se convirtió en una alcantarilla, pero gracias a las jornadas de limpieza y de recuperación realizadas por los vecinos del barrio San Cristóbal, la cuenca puede salvarse.

El lago San Cristóbal Cuenta Marina, una vecina de unos 80 años, que junto al río, en la esquina de la calle 11 sur con carrera 10ª Este, había un gran lago artificial, obra del hacendado Ernesto González, quien en 1917 represó las aguas del río Fucha. González aprovechó durante muchos años la afluencia de gente en la localidad con un negocio de alquiler de canoas y bicicletas de agua, sobre todo para parejas de enamorados. La gente pasaba el día en el lago, y luego iba a tomar una copa y a comer una picada en el restaurante que había en una isla, en el centro del lago. Ahora, en esta misma esquina, está el conjunto residencial Parques de San Cristóbal, que cuenta con varias torres de seis pisos.


En esa época, el barrio San Cristóbal era un lugar lleno de quintas y haciendas, adonde la gente adinerada acudía a pasar los domingos en familia. Marina cuenta que incluso Alberto Lleras Camargo tenía una casa de recreo, en el mismo lugar en el que Simón Bolívar pasó una noche con su ejército cuando venía del Llano por la antigua vía.

“Nos metíamos al río. Por allí abajito había una piedra como de tres metros desde donde uno se podía clavar, y así pasaba yo los días con mis compañeros. Imagínese, un poco de pelaítos con el río ahí no más…”, recuerda Joel, un vecino de unos 50 años. Pero cuando él tenía 13 años, el río se creció: “Ahí ya no ha-

bía lago, lo habían tapado para construir, pero por el río bajaban vacas, marranos, árboles enteros, gente ahogada, todo el material de las ladrilleras de arribita. En esa esquina, póngale qué había… ¡Un billar!, y el río se llevó el billar, con todo y mesas, y bolas, y clientes. Desde ahí no nos volvimos a meter, y el río se mantiene sucio”, añade.

les permitió cambiar su vida. Tuvieron que empezar de cero, recogiendo la basura del río, acumulada en las orillas desde la mencionada inundación. Asociados con el Jardín Botánico de Bogotá, comenzaron a organizar brigadas para sembrar algunos árboles nativos. No tenían herramientas ni apoyo económico de ningún tipo, solo las ganas de recuperar para la comunidad ese ecosistema perdido. Uno de esos jóvenes, Hamid Martínez, productor, intérprete musical y estudiante de gestión ambiental, consiguió que les abrieran las puertas del Colegio José Félix Restrepo, que queda a la orilla del río, para que los estudiantes de décimo y once prestaran su servicio social limpiando el Fucha. Esto ayudaría a que los niños del barrio y sus padres se involucraran con el río y sintieran la necesidad de cuidarlo.

El río Fucha (portada de la revista Cromos en 1921)

Y desde ahí la historia de San Cristóbal fue cambiando, junto con la del río Fucha, que se convirtió en un botadero de basura, en una alcantarilla, en un caño con piedras, en un atracadero. Y desde ahí sus orillas dejaron de ser el lugar de recreo de los niños del barrio para convertirse en escenario de robos, violaciones y comercio de drogas. El río se convirtió en un lugar prohibido.

Reconexión Fucha Así fue durante décadas, en las que la gente se acostumbró a evadir el Fucha, tomando caminos más largos para llegar a sus casas. Con el tiempo el barrio se fue transformando, pero las nuevas y bonitas urbanizaciones contrastaban con la inseguridad que se vivía en sus calles. El 7 de diciembre de 2011, un grupo de jóvenes del barrio comenzó el proyecto Reconexión Fucha para la recuperación del río. Inicialmente era una banda de reggae, que se convirtió en el Colectivo Planeta Casa Nativa, hoy reconocido por los habitantes del sector. La mayoría de los jóvenes integrantes tuvieron un pasado conflictivo de drogas y pandillas, pero la iniciativa de recuperación del río

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* 2011 En

arrancó el proyecto Reconexión Fucha ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Aunque el proyecto fue tomando fuerza y algunos vecinos sumaron sus esfuerzos, se trató siempre de una iniciativa aislada, intermitente y sujeta al tiempo libre de los miembros del colectivo. Sin embargo, los voluntarios se reúnen los miércoles por la tarde y los sábados por la mañana para realizar las distintas labores de recuperación.

Una red de rescatistas A comienzos de 2014, dos estudiantes bogotanas de la Universidad de Maine, en Estados Unidos, en colaboración con dos jóvenes bogotanos, pasaron una propuesta en el marco de una convocatoria para proyectos de paz en Maine. Tras buscar espacios de riesgo aptos para su proyecto, decidieron poner sus ojos en San Cristóbal y desarrollar allí su iniciativa de ecoagricultura urbana. Así nació el colectivo Citronela, que se vinculó con Casa Nativa para comenzar el proyecto para la recuperación del Fucha, esta vez con la ayuda financiera de la universidad estadounidense.

El trabajo de Citronela fue determinante en cuanto a la apropiación del problema por parte de los habitantes del barrio. Durante la investigación previa, encontraron muchas personas y organizaciones interesadas, por lo que crearon una red en la localidad, articulada con la Mesa de Agricultura urbana de San Cristóbal, un grupo de adultos mayores que se dedica al cultivo de alimentos en sus casas. Además, la Empresa de Acueducto dispuso un terreno a las orillas del Fucha para que lo trabajaran. El Jardín Botánico de Bogotá continuó apoyando con árboles y tierra. Los jóvenes del colegio siguieron trabajando dos veces a la semana en ese terreno y se sumaron personas del Hospital San Cristóbal y del Instituto para Niños Ciegos. Todos se unieron para crear una amplia red de voluntarios que comenzó la recuperación del lugar. Incluso Carlos, un habitante de calle del sector, encontró un uniforme de guardia en la basura, y se autoproclamó jefe de seguridad del terreno. Se tomó tan en serio su trabajo, que tuvo que pasar un par de noches en la estación de


policía por las reacciones violentas que tenía cuando llegaban ladrones, en las noches, a llevarse los materiales. El predio está ubicado sobre la carrera 10ª Este y tiene una extensión de unos 300 metros cuadrados. Antes de intervenirlo, había un gran muro de concreto que lo separaba de la calle, y allí se aglomeraban los vendedores de droga y habitantes de calle ocultos por la pared.

“Los tipos se hacían ahí, y por los huequitos veían cuándo la gente iba pasando. Entonces le salían a usted ahí atrasito con el cuchillo, y listo, se hacían lo del día”, dice Joel, cuya casa colinda con el lugar. Además, este espacio se había convertido en el botadero de basura del barrio durante décadas, con desechos de todo tipo, principalmente material de construcción.

Festival Escucha el río en “La primera vez que vine a trabajar había un chirri cagando. El pasto llegaba más alto que mi cabeza, y a medida que íbamos macheteando encontrábamos solo basura y mierda”, dice Esteban, uno de los integrantes de Citronela. Esa vez llegaron tres, armados de machetes y de esperanzas, con la ilusión de cortar el pasto gigante y comenzar a trabajar. Pronto se dieron cuenta de que no iba a ser tan fácil, y que entre los tres no iban a sacar la basura ni en un año. Se armaron de paciencia y contrataron a un guadañador; posteriormente compraron azadones, palas, picas, machetes y todas las herramientas necesarias para arreglar el espacio. Muchos de los voluntarios no habían cogido un azadón en su vida, y además lo único que encontraban debajo de la tierra era basura. Entonces se dedicaron a recoger basura y a cortar el retamo espinoso, una especie no nativa muy hostil. Estas dos tareas se alternaban con los talleres de los miembros de la Mesa de Agricultura Urbana, que les explicaban a los estudiantes del colegio cómo hacer huecos, cómo saber si la tierra era buena para cultivar, cómo sembrar y cómo recoger agua. Poco a poco se fue creando complicidad entre los diferentes actores del proyecto, y era común encontrar a niños, adultos y jóvenes trabajando juntos mientras charlaban y compartían impresiones. A pesar de las dificultades, trabajaban mínimo dos días de la semana, y al cabo de un mes,

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El 31 de agosto de

2014 se realizó el primer festival Escucha el Río en Tí ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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con la colaboración de decenas de manos, el espacio se veía, y se sentía, completamente diferente. Tras esta limpieza, comenzaron los trabajos de la huerta de plantas medicinales. Los vecinos, algunos de los cuales no estaban muy convencidos del proyecto, comenzaron a pasar por ahí mientras la gente estaba trabajando. Atravesaban el espacio, antes prohibido, para llegar a sus casas más rápido, y muchas veces llegaron con pan y gaseosa para los sudorosos voluntarios. De hecho, algunos de esos vecinos iban sumando sus manos, sus recursos y sus conocimientos al proyecto, que ya no era algo ajeno a la comunidad. Tras algunos meses de trabajo, el 31 de agosto de 2014, Citronela y Casa Nativa realizaron el primer festival Escucha el Río en Ti. Se hizo un llamado a toda la comunidad, a los padres, los abuelos y los hijos de los voluntarios; a los de la pollería, la panadería y la farmacia; a los del Hospital y del Instituto para Niños Ciegos. Los comerciantes del sector, algunos de los cuales

conocían a los habitantes de calle, les avisaron con anticipación para que sacaran su mercancía, escondida detrás del muro, y pasaran a comer sancocho el domingo, gratis.

Minga con sancocho Entonces se realizó una minga a la que asistieron más de 200 personas. La jornada comenzó antes de las ocho de la mañana, y el gesto simbólico que la inauguró fue la destrucción del muro, en la que los estudiantes del colegio participaron entusiasmados con mazos, cinceles y martillos. Desde muy temprano se vieron las sonrisas de los transeúntes, quienes se acercaban a ver la demolición de la pared que tanta inseguridad y temor les había causado durante más de 20 años. Traían gaseosa para los voluntarios, y aseguraban contentos que vendrían a pasar el día con su familia. Además de la acostumbrada labor en la huerta, ese día hubo siembra de árboles nativos, sancocho, música en vivo, grafiteros, trueque,


círculo de palabra y, sobre todo, mucho trabajo. Fue una gran muestra de acción en equipo: mientras unos hacían los huecos, otros traían los árboles y otros los sembraban. Al otro lado del río estaban las señoras preparando el sancocho, y los artistas no se separaron de la pared en todo el día. El trueque fue un éxito, a pesar de que la mayoría no lo había hecho nunca, y en el círculo de la palabra se compartieron experiencias de trabajo.

“Esto antes era una olla, todos lo sabemos. Ahora toca traer ollas para preparar el sancocho. Si usted pasaba por aquí, hace un par de años, seguro le daban cuchillo. Ahora pase, señora, que se le da su cuchillo para que pele las papas”, contó Hamid Martínez en medio de su presentación musical, ya cerrando la jornada. Ese domingo fue inolvidable para todos ellos, porque muchos dudaban de que fuera posible organizar un festival para la comunidad, alrededor del río, sin pagar un peso, para celebrar la recuperación de ese lugar adonde ahora pueden ir a pasar un domingo en familia. Y el proyecto continúa. Ahora hay tres huertas, y se mantiene la siembra periódica de árboles. Citronela terminó su intervención a fines del 2014, con la satisfacción de haber logrado que la comunidad se apropiara del proyecto, y la ilusión de que las entidades públicas y privadas se interesen por estas iniciativas y ayuden a reproducir el modelo en otros predios de la orilla del Fucha, y en las orillas de todos los ríos de Bogotá. Para que se cambien las ollas de droga por las del sancocho dominguero, como dijo Martínez.

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Oficios

El toque

Sabrosito

Texto y fotos: Angie Paola Sierra an.sierraavila@hotmail.com

Doña Ruby, desplazada quince años atrás del Arauca, en lugar de ponerse el vestido de víctima se puso el delantal y montó una microempresa de tamales tolimenses que hoy da empleo a otras seis mujeres víctimas de la violencia en Bosa.

En el barrio San Pablo II, de la localidad de Bosa, hay una cuadra donde todos los días huele a tamal. En una de estas casas vive María Ruby Cerquera, o como todos le dicen, doña Ruby. Ella es la encargada de transportar el vecindario entero al Tolima, de donde trae todos sus conocimientos ancestrales para deleitar los paladares capitalinos. Doña Ruby es la dueña de una unidad productiva de tamales tolimenses El Sabrosito. Es oriunda del Tolima, donde adquirió sus conocimientos culinarios, pero vivió 21 años en Arauca. Allá se desempeñó como educadora y madre comunitaria del Bienestar Familiar en


el área rural durante 17 años. Ella y su familia tenían una finca de nueve hectáreas en la que, en compañía de su esposo y sus dos hijos, se dedicaban al ordeño, la cría de las gallinas y otras labores del campo. En el año 2000 la situación empezó a complicarse por la presencia de diferentes grupos que operaban en el sector, como los frentes 10 y 45 de las FARC, columnas del ELN y el bloque paramilitar Vencedores del Arauca, quienes masacraron a todas las compañeras educadoras que trabajaban con Ruby. El 1º de noviembre de 2006, Ruby tuvo que vivir aún más cerca la violencia, pues fue secuestrada durante cuatro días en territorio boyacense. Al dejarla en libertad la obligaron a abandonar la ciudad. Fue así como salió desplazada de Arauca teniendo que dejar a sus hijos con su hermana en Tauramena, Casanare; llegó a Bogotá en un camión ganadero, sin nada que comer y con la poca ropa, nada adecuada para el frío de la capital, que le cupo en una caja de cartón. Llegó donde su mamá, y la primera semana se contactó con una amiga que le aconsejó ir al Ministerio del Interior para contar lo que le había

sucedido. Como Ruby era líder en su región, se acogió a un programa de protección de víctimas que la ayudó a traer todos sus enseres.

Talento microempresarial En febrero de 2007, el gobierno le empezó a ayudar con unos bonos de $330.000 para alimentos, kits de aseo y colchonetas para que pudiera vivir en mejores condiciones. La Cruz Roja Internacional también le brindó ayuda psicológica, pues la violencia deja secuelas difíciles de borrar. En 2008, los funcionarios de Acción Social encargados de las víctimas le dieron un capital semilla de $1.500.000 con el que empezó a crear su propio negocio. Con la ayuda de la Fundación Minuto de Dios y después de un proceso de capacitación, Ruby decidió emprender su microempresa en el sector de alimentos. Quiso poner en práctica aquellos conocimientos ancestrales que había adquirido de su abuela y se inclinó por la creación de una unidad productiva de tamales. Con el capital semilla compró una estufa de segunda y unas ollas, y comenzó preparando 30 tamales que vendía a sus vecinos. En 2009 llevó

* 2008 En

le dieron un capital semilla de

$1.500.000 para montar su negocio Al comienzo vendía 30 tamales diarios ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

De compras en la plaza de Abastos.

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7 horas le toma la cocción diaria de los tamales Al mes produce

2.500

tamales Este año espera vender 5.000 ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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unas muestras de sus tamales a los Centros Dignificar, y allí empezó empresarialmente. Doña Ruby se levanta a las 4:00 de la mañana y se dirige a la plaza de Abastos, donde debe buscar y seleccionar los mejores ingredientes para la preparación de sus tamales. “Lo

primero que compro son los granos, luego paso a la sección de carnes y voy comprando absolutamente todo y, por último, las hojas donde se envuelven”. La preparación de los tamales toma tiempo, por la cantidad de ingredientes que llevan y por el dispendioso proceso de elaboración, que es todo un arte. “El tamal típico tolimense, El Sabrosito,

tiene unos ingredientes muy específicos que son el arroz, la arveja —que se deja en agua un día antes de su preparación—, también lleva carnes —un trozo de costilla y uno de tocino—, una rodaja de huevo, una rodaja de zanahoria y una rodajita de papa. Se envuelve en un empaque natural, como es el de las hojas de plátano —del plátano topocho— y se pone a cocinar durante siete horas”.

Dos mil quinientos tamales al mes Pero el secreto de los tamales de doña Ruby no está solo en los ingredientes de excelente calidad: “Yo creo que el toque que se le pone a

esos tamales es el buen humor, el amor, como

si esos tamales los fuéramos a comer las que los preparamos y entonces es un tamal fresco; además, es una forma de no desarraigar la cultura y la gastronomía de nuestra región”, dice la microempresaria. Ruby tiene todos los papeles de la empresa en regla y la reinserción económica no fue solo para ella, sino también para otras seis mujeres que emplea, todas víctimas del conflicto, tres de ellas indígenas del cabildo de Bosa. Hoy en día produce 2.500 tamales en el mes, los cuales vende a entidades del Estado, alcaldías y universidades, pero su proyección para 2015 es vender 5.000 unidades en Bogotá y abrir tres puntos más para seguir generando empleo a las mujeres que diariamente llegan desplazadas por la violencia.

“Para sacar adelante la unidad productiva hay que tener constancia, amor y sentido de pertenencia hacia lo que se hace”, afirma Ruby, quien nunca se ha vestido de víctima. Siempre con la cabeza en alto y con la sonrisa en el rostro, les ha demostrado a las demás mujeres desplazadas que es posible salir adelante con lo que ellas saben hacer. Nunca dejó de tocar puertas, no se rindió a la primera adversidad que tuvo, no se quedó con los brazos cruzados esperando la ayuda. Envolvió sus ilusiones en una hoja de bijao y puso manos a la masa.


Un relato

37 edificante Libros

Texto: Maryluz Vallejo directobogota@gmail.com

El edificio Jairo Buitrago y Daniel Rabanal Babel Libros, Bogotá, 2014 ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Aunque todavía es exagerado hablar de un auge de la historieta, los cómics y la novela gráfica en nuestro medio, las editoriales independientes vienen explorando ese mercado con buena fortuna. Incluso Bogotá ha servido de escenario a algunas obras, como Los once, de Miguel Jiménez, primera novela gráfica colombiana, en la cual se narra desde la ficción el holocausto del Palacio de Justicia; o la serie de cómics Bogotá Masacre Zombie, de Juan Pablo Silva. Pero que se recupere la memoria de un barrio patrimonial de Bogotá, como La Favorita, en la localidad de Los Mártires —otrora señorial y pujante, con la vecindad de la Estación de La Sabana— es un acierto editorial generacional porque lectores de todas las edades se sentirán atraídos por esta bella propuesta estética y narrativa que nos refuerza el sentido de pertenencia a una capital multicultural, que tuvo sus épocas de esplendor, aunque ya queden pocas huellas. Y es que esta pequeña historia, protagonizada por Levin —uno de tantos europeos que


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vinieron a establecerse en Bogotá huyendo de la Segunda Guerra Mundial— y por un inquieto niño que, décadas después, llega a vivir al edificio donde Levin tiene su joyería, encierra en ese microcosmos del barrio y del edificio sentimientos y valores no por devaluados menos significativos, como el de la solidaridad y la empatía por el otro. El oficio del joyero es una simbolización del tiempo que transcurre hasta que Levin envejece, mientras la mayoría de los habitantes del

edificio entran y salen en esa segunda mitad del siglo XX. Asimismo, vemos la transformación de la ciudad en su transporte público —de los tranvías a los autobuses—, en los carros, en el vestuario, en los muros que van mostrando las señales de la publicidad y del abandono. Hasta cerrar el libro con las ruinas del Teatro San Jorge, emblemático edificio art déco, como una alegoría del patrimonio perdido en el tradicional sector. Valga agregar, sin pretender extenderme más que el relato reseñado, que el autor, Jairo Buitrago, se inspiró en una serie de crónicas sobre la localidad de Los Mártires, que María Camila Peña, egresada de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Javeriana, realizó como trabajo de grado en el campo de periodismo. Una de ellas sobre “El último combate del Teatro San Jorge”: http://issuu.com/directobogota/docs/_26 Tras este exitoso experimento, queda el lector deseoso de seguir leyendo historias sobre el pasado o el presente de la capital con esta exquisita factura visual y poética. Quizá es más efectivo este género que la literatura institucional o académica que insta a la recuperación del patrimonio cultural y a la memoria urbana.

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La segunda muerte de

Gaitán en

39 Teusaquillo

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Patrimonio

Texto: Érika Chávez erikacha1454@hotmail.com Fotos: Érika Chávez y Paula Natalia Palacio

El complejo cultural que debía preservar la memoria del caudillo Jorge Eliécer Gaitán se encuentra en ruinas y la entidad a cargo, la Universidad Nacional, no puede responder por el proyecto arquitectónico que dejó Rogelio Salmona; solo lo hace, escasamente, por la casa-museo. Este reportaje intenta aclarar por qué ese lote gigantesco quedó reducido a depósito de objetos viejos, orinal público y parqueadero. La tumba del caudillo en el jardín de la casa.

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Tras el magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948, y ante la negativa de su esposa, Amparo Jaramillo, de llevarlo al Capitolio para sus exequias, el gobierno de Mariano Ospina Pérez decidió convertir la casa del líder asesinado en panteón. El 17 de abril del mismo año, la casa ubicada en la calle 42 con carrera 15, en el barrio Santa Teresita, fue declarada monumento nacional; luego, esta propiedad y las dos manzanas que la rodean se transfirieron al Ministerio de Educación para que las convirtiera en museo, con el propósito de exaltar la memoria del caudillo liberal. Rogelio Salmona fue el ganador de la convocatoria realizada por el Ministerio de Obras Públicas para la construcción del museo, rodeado de una plaza para uso público. A finales de 1980, Salmona presentó el proyecto, el cual fue reconocido como Edificio Símbolo de la Arquitectura Latinoamericana en 1984, en Buenos Aires.


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Casa-Museo Jorge Eliécer Gaitán.

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Acogiéndose a lo estipulado en la Ley 34 de 1979, el famoso arquitecto inició la construcción del centro denominado Exploratorio Nacional. Se trataba de un proyecto técnico y científico, basado en las propuestas del candidato presidencial. Rebautizado por varios académicos como Museo de Luchas Populares, pretendía formar política y culturalmente a sus visitantes sobre la realidad colombiana. Pero del fastuoso centro solo quedó el edificio a medio terminar: unas ruinas de ladrillo que afean el paisaje urbano.

Los años de Gloria sin ejecución Desde su creación, el museo ha pasado por varias administraciones y cambios de identidad. El 11 de febrero de 1994 se determinó el cambio del nombre Museo Jorge Eliécer Gaitán por el de Instituto Colombiano de la Participación Jorge Eliécer Gaitán (Colparticipar), que dirigió Gloria Gaitán, única hija del líder. Con este cambio se buscaba regular el desempeño administrativo de la institución, pero estas modificaciones no tuvieron efecto.

Ha sido tal la desventura del Museo Gaitán, que después de 20 años de planeación y ejecución de Colparticipar, el Gobierno expidió la Ley 45 de 1998 -cuando se cumplieron los 50 años del magnicidio– para terminar la construcción del Exploratorio Nacional, cuyo costo sería de $9.000 millones. Pero el proyecto fue abandonado y hoy en día ese lote gigantesco no es más que un depósito de objetos viejos, un orinal público y un parqueadero de la Universidad Nacional. Mientras tanto la casa, que se conserva más o menos intacta, no tiene suficiente espacio para albergar las colecciones ni los programas de capacitación que debería ofrecer el museo. ¿Qué ha pasado con dicha ley y con esos recursos económicos? Hasta ahora, nada. Visitar el museo demuestra que la financiación, los manejos administrativos y el presupuesto de la Ley 34 no fueron suficientes para conservar el legado gaitanista. Su deterioro es evidente, sobre todo para los vecinos.


Hugo Guzmán, quien vive hace más de 45 años en la esquina frente al Museo y se sostiene de la venta de libros usados del desaparecido abogado, asegura que “la ideología de

Gaitán quedó reducida a un billete de mil pesos, mientras los ladrillos y la parte física del museo están desapareciendo”. A ello se suma la falta de voluntad política por parte del Ministerio de Educación para dar marcha al Proyecto de Luchas Populares y terminar la edificación. Durante los ocho años que estuvo al frente de la entidad, Gloria Gaitán “dejó tan solo un parqueadero y un

vagón del tren, que es la escuela. ¡Hágame el favor! Pero, ¿qué pasó con el edificio de luchas populares? Eso es lo que debemos preguntar”, afirma Luis Emiro Valencia, quien conoció de cerca al caudillo porque estuvo casado con su única hija y es el padre de sus dos nietas. Aparte del vínculo familiar, este economista de la Universidad Nacional ayudó a formular las propuestas económicas del candidato presidencial y fue uno de los académicos que diseñaron el proyecto museográfico. Lo único que se sabe es que a su salida de Colparticipar, en 2002, a Gloria Gaitán le abrieron investigaciones por presuntos malos manejos administrativos, pero en su momento la exdirectora aseguró que todo estaba aclarado y que se trataba de una persecución política. En una entrevista con Kien&Ke (17 de enero de 2012) afirmó: “El gobierno de Uribe me sacó del Centro Gaitán, lo convirtieron en un museo de amarillismo que exhibe con morbo el chaleco con el que lo mataron, o la pistola. Todo lo relacionado con su muerte. Tengo la esperanza de que Petro le devolverá su lugar”. Pero no ocurrió así tampoco, y ella sigue esperando que le devuelvan los que considera sus bienes patrimoniales.

Cesión a la Universidad Nacional Ahora bien, si la Universidad Nacional ya tenía problemas de infraestructura con varios edificios del campus que se están cayendo, le llegó un lío colosal en 2004, cuando el gobierno de Álvaro Uribe Vélez decretó la liquidación de Colparticipar y le cedió los derechos sobre la Casa-Museo Jorge Eliécer Gaitán. Desde entonces, la Universidad se comprometió a de-

La puerta original del edificio Agustín Nieto frente a la que cayó abatido el líder.

sarrollar el proyecto arquitectónico que integra la plaza y las edificaciones, entre ellas, diez bellas casas situadas enfrente del Museo que, curiosamente, sí recibieron mantenimiento y fueron adecuadas como sedes administrativas de la institución. La actividad de la Casa-Museo quedó reducida a un simple recorrido histórico, no al proyecto académico que incluía investigaciones y

El librero Hugo Guzmán, vecino desde hace 45 años de la Casa-Museo.

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Se requieren estudios de

300 millones para saber si es viable el proyecto ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Casas aledañas que funcionan como sedes administrativas de la Universidad Nacional.

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eventos para divulgar las ideas gaitanistas, lo cual choca con lo pactado en los acuerdos entre el Ministerio de Educación y la Universidad Nacional. Basta con hacer el recorrido por la casa para darse cuenta de que el guía de turno está poco enterado sobre las causas de la muerte de Gaitán, y que desconoce el propósito de la Casa-Museo. En el primer piso se encuentran la sala y el comedor, y en el costado derecho se puede observar la última puerta que cruzó Gaitán antes de morir, la del edificio Agustín Nieto, que fue trasladada con todo y portón, ladrillo a ladrillo, hace varios años. También se puede observar una especie de urna de cristal que alberga una réplica idéntica del arma que disparó Roa Sierra contra Gaitán. En ese mismo pasillo está la biblioteca, y enseguida debía estar la cocina, pero se derrumbó debido a la humedad. En la planta superior se ubican las habitaciones y el estudio del político, con muebles originales, además de varios objetos personales del líder. Como es sabido, la Universidad Nacional enfrenta el problema de varios edificios de la sede de Bogotá que amenazan con caerse, por lo que terminar la estructura de Salmona no está entre sus prioridades, como lo aseguró el

jefe de Infraestructura de la institución, Leonardo Álvarez, quien precisó que se deben realizar unos estudios previos por valor de $300 millones para saber qué tan viable y seguro es terminar el proyecto. Uno de los riesgos detectados es el nivel freático que afecta el terreno —es decir, la altura a la que se encuentran las aguas subterráneas—; sin embargo, esto podría solucionarse con unas bombas de drenaje que lo conservaran seco y controlaran la humedad. El costo del reforzamiento del edificio sería cercano a los $12.000 millones, es decir, podría costar más intervenirlo que volver a hacerlo, y eso si encuentran los planos detallados, porque solo existen unos planos generales. Álvarez comenta que en varias ocasiones buscó a Salmona para que le entregara los planos o terminara la construcción, pero no obtuvo respuesta. Tras el fallecimiento del arquitecto, en 2007, se perdieron las esperanzas.

Los últimos dolientes El 9 de abril del 2014, en la conmemoración del magnicidio, Luis Emiro Valencia pronunció un discurso para las escasas 20 personas que asistieron al evento. Según él, “el Museo de


Luchas Populares no responde a la pregunta de quién mató a Gaitán, sino por qué lo mataron. En el Museo se mostraría cómo luchó Gaitán por la reforma agraria y la lucha de los campesinos por la tierra; debería tener un propósito educativo”. Como nada de eso se ha cumplido, Valencia ha enviado en los últimos años numerosos derechos de petición a la Universidad Nacional para saber lo que realmente está haciendo para preservar el legado de Gaitán, pero la respuesta es siempre la misma: la Universidad solo se hace cargo de la conservación de la casa y de los objetos personales de la familia, nada más. Uno a uno los seguidores del caudillo han ido desapareciendo con el paso de los años, algunos ya no pueden caminar, oír o ver bien, pero recuerdan con entusiasmo las palabras de Gaitán y se reúnen el 9 de abril de cada año, en la que fue la casa del jefe. Se acercan a su tumba –en el jardín de la propiedad– y dejan rosas rojas, como el color del partido. Valencia dice que la idea que tenía con Rogelio Salmona era hacer una especie de universidad para posgrados de sociología y política, y en la cuadra de enfrente de la Casa-Museo iba a funcionar el campus con un jardín griego, como los del legendario héroe Academo. Sin embargo, según pudo establecerlo Valencia con base en los derechos de petición, de 2005 a 2008, la Universidad invirtió cerca de $700 millones en la recuperación de los inmuebles situados entre las carreras 15 y 16 y la avenida calle 40 y la calle 45, frente al edificio del Centro Gaitán, donde funcionan consultorios jurídicos. En esas casas pintadas y arregladas, “está

despachando la burocracia de la Universidad Nacional”, afirma con evidente molestia. La Universidad también invirtió cerca de $80 millones en la recuperación del traje de Gaitán. Inicialmente fue necesario ponerle valor al vestido que usaba el caudillo cuando fue asesinado, según las declaraciones de Carlos Diazgranados, diseñador gráfico y coordinador de exposiciones del claustro San Agustín. Además, desde la coordinación de museos se asegura que encontraron el vestido “en un estado deplorable y exhibido en un gancho". La Universidad Nacional contrató varios

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La habitación de Gaitán con los muebles originales.

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profesionales en conservación, egresados del Externado de Colombia, que determinaron que era necesario “crearle una atmósfera diferente

al traje y generarle un espacio climático para conservarlo”, por lo que se construyó una cabina para exhibirlo.

"Porque es semilla y no cadáver" Aunque la Casa-Museo figura en la guía de Museos de Bogotá, con horarios de martes a domingo, hay días en que está cerrado porque no hay guías, como lo pudo comprobar la autora de esta nota. Cada semestre se realiza una cátedra sobre temas relacionados con la política de Gaitán; sin embargo, no se puede realizar en la CasaMuseo donde no hay suficiente espacio, sino en las instalaciones de la Universidad. Otro era el propósito del Exploratorio Nacional, que por la Ley de 1998 debería haberse concluido, pero de él solo quedan ruinas y una placa que deja constancia de la fecha en que fue "sembrado" el cuerpo del caudillo liberal en el patio central: el 9 de abril de 1988.


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El Manneken Pis apunta a Bogotá

Especial Colonias

Texto y fotos: Alexandra Pineda alepinedab@gmail.com

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La apertura económica del país ha incentivado la venida de extranjeros de todas las nacionalidades, como la belga, una comunidad que, aunque pequeña, ha hecho aportes a la economía y a la cultura, sobre todo con sus especialidades gastronómicas.

No se sabe con exactitud cuántos belgas residen en Colombia, pues muchos no están registrados en el consulado, pero se calcula que actualmente hay entre 200 a 250 belgas que viven en Bogotá y unos 1.800 colombobelgas. Estas últimas familias no suelen conservar las tradiciones de su país, aunque algunas hablan uno de los tres idiomas oficiales del país –francés, flamenco y alemán– o preparan la comida típica. Según los boletines de Migración Colombia de 2014, del promedio de 200.000 extranjeros que ingresan al país mensualmente, unos 600 son de nacionalidad belga.

Un sabor que invade el paladar Es conocido como “el francés de la G”, aunque no sea francés. Se hizo popular en la televisión capitalina por su participación en los segmentos de recetas de Noticias RCN, y es conocido entre los amantes de la gastronomía por su restaurante La Cigale. Se llama François Cornelis, nació al sur de Lieja y vive en Bogotá hace 20 años. De su país le queda el nombre y el acento afrancesado, pues su español es casi perfecto. François llegó a Colombia en 1994. No era su plan quedarse, pero poco a poco Colombia lo fue envolviendo hasta establecer sus raíces en esta tierra. Aquí despegó, trabajó, aprendió, se casó, se divorció, fundó su negocio y ahora vive como un colombiano más en Bogotá, que, aunque caótica, “ofrece más oportunidades que Europa”, dice. En Bogotá hay otro compatriota suyo que apostó por la gastronomía: Klaas de Meulder, casado con una colombiana, se mudó al país hace cinco años. Habla español fluido, y ya se siente como un “papagayo” en la ciudad. También es chef, y llegó a Colombia en busca de nuevos retos que le permitieran salir de la rutina en la que lo sumía Bélgica.


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Jean Sebastian Lewal, quien montó la franquicia de Bogotá Gofre, en Hacienda Santa Bárbara.

Su restaurante se llama Co. y está en la calle 77A # 12-26, en una acogedora casita blanca, con plantas a la entrada. Allí ofrece comida europea-mediterránea, pero lo particular de este lugar es que todo es originario de Bélgica: desde los muebles hasta las recetas de los diferentes tipos de panes y pastas. Y, por supuesto, unos 20 compatriotas frecuentan este restaurante que les sirve de punto de encuentro.

La masa importada de Lieja También encontramos “la locura de los waffles” —como la llama François—, una tendencia gastronómica que comenzó el año pasado y que han adoptado varios establecimientos, en su mayoría de belgas, que intentan acaparar el mercado de consumidores de gofres o waffles en Bogotá. El olor de los gofres se extiende por el mercado de las pulgas en Usaquén. En un puesto de madera se encuentra Jean Sebastián Lewal, el gofrero de Usaquén. A primera vista sus rasgos delatan su procedencia: alto, delgado, pelo rubio y ojos claros. Es belga, radicado en Bogotá desde hace algunos meses, y de vez en cuando atiende el negocio, que montó con un socio colombiano. El secreto de sus gofres está en la masa importada de Lieja. Al otro lado de la ciudad, en el medio del caos que caracteriza la carrera 13 con calle 62, a la altura del Parque de Lourdes, se encuentra el restaurante Nicole, que abrió sus puertas hace un año y está al mando de María Amparo Gómez, una colombiana enamorada de Bélgica. Chef de profesión, se graduó de la Escuela de Gastronomía de Bruselas. Luego de tres años y medio de creación y perfeccionamiento de la receta de los gofres, abrió Nicole. El lugar maneja una amplia gama de platos belgas, hechos en Colombia: “La producción se hace aquí direc-

tamente y gran parte de los ingredientes son importados”, dice María Amparo. Original Vagabonds Colombia SAS es el nombre de la asociación conformada por tres jóvenes belgas –Quentin Vanbever, Louis Collinet y Hadrien Derème– que dio vida a Joséphine Food & Grocery, en cuyo local del Chicó norte ofrecen una variedad de productos típicos belgas, especialmente chocolates y gofres.

Empresarios que se la olieron… “La mayoría de belgas llegaron a Colombia con los ferrocarriles. En Bélgica, la industria siderúrgica siempre fue muy importante, y no solamente de hierro y de aceros, sino que hacían productos terminados como locomotoras, rieles, vagones. Muchos belgas llegaron con la Fábrica Nacional, que hacía locomotoras y vagones, e instalaron la red férrea. También

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vinieron muchos con Agfa-Gevaert, una compañía belga-alemana de rollos fotográficos. Una de las pocas fábricas de bolas de billar también está en Bélgica”, cuenta el chef de La Cigale. A muchos miembros de esa colonia los giros del destino los trajeron a Bogotá. Es el caso del gofrero de Usaquén: Jean Sebastian trabaja como representante de PriceMatch, una compañía francesa relacionada con el mundo de la hotelería. “Colombia parece ser el próximo polo económico en Latinoamérica”, cree él, que comprueba cómo se ha vuelto un país atractivo para los inversionistas extranjeros. Filip Otten es un empresario belga que lleva cuatro años en Colombia, adonde llegó procedente de Chile. Fue enviado a Bogotá por la empresa belga en la que trabaja, la cual presta servicios a empresas extranjeras que buscan establecer, desarrollar o manejar negocios en América Latina. Otten también es el representante de la organización Vlamingen in de Wereld (VIW, Flamencos en el Mundo), la cual busca reunir la comunidad belga en cada país, pero algunos walones cuestionan la función de la organización, ya que en Bélgica, desde hace más de tres siglos, existe una división lingüística entre francófonos, germanoparlantes y neerlandoparlantes, y una división ideológica entre walones y flamencos. Estos últimos están a favor de la división de Bélgica entre estas dos comunidades. La organización, como su nombre lo indica, fue creada para reunir a los flamencos en el mundo, y aunque Otten convoque a todos los belgas que conoce en Bogotá, normalmente suelen ser reuniones donde predominan los flamencos.

Comenzaron con una escuela en Kennedy, para luego dedicarse al área de salud y a los hospitales. El aporte estrella fue la construcción de la Clínica Propace, una asociación colombiana para niños con parálisis cerebral. Aliadas con el gobierno belga, que aportó el 75 % de los recursos necesarios para la construcción y con la realización de múltiples actividades, lograron construir el centro.

Rendez-vous: la cita Son pocas las reuniones oficiales que lleva a cabo la comunidad belga. Aunque entre ellos suelen mantenerse en contacto, la celebración del Día Nacional de Bélgica, el 21 de julio, es la más significativa. Este día se citan en la Embajada, ubicada en la calle 26 con carrera 4ª, en la famosa Torre KLM, y el embajador preside el coctel de celebración. En 2014, coincidió con el Mundial de Fútbol y la comunidad belga aprovechó para reunirse a ver los partidos en los que jugó su equipo. Bogotá los ha enamorado con sus encantos, y sobre todo por el clima. “En contra está el cos-

to de vida, que en comparación con la calidad de vida es muy alto, el tráfico, la corrupción y la desorganización”, dice Filip. Cuando François llegó le preguntaban si había tenido algún lío con la justicia para haberse venido a vivir a este “infierno”. “Obviamente,

el que nace acá, tiene otra visión. Prefiere vivir en Estados Unidos o en Europa, donde hay

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De los

200.000 extranjeros que ingresan mensualmente a Colombia,

600

son belgas ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

A la izquierda, Katya de Pérez, belga con una buena causa en Colombia. A la derecha, François Cornelis, chef de la Cigale.

Damas de caridad Katya de Pérez es belga de nacimiento y colombiana de corazón. Enamorada de este país, se casó con un colombiano y vino a vivir a Bogotá hace más de cuatro décadas. Septuagenaria, siempre de punta en blanco y de aristocrático porte, se comprometió con las causas sociales en Colombia desde 1971. Actualmente, preside la organización Obra ColomboBelga y junto con otras 12 mujeres belgas o casadas con belgas desarrollan iniciativas para favorecer a los más necesitados.

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Klaas de Meulder en acción.

mejor infraestructura de salud, de educación, vial. Es un hecho, la calidad de vida puede estar mejor allá, pero al tiempo todo está hecho. Este restaurante que logré armar, con poquito, habría sido mucho más complicado montarlo en Europa”, afirma el chef.

Visita real En busca de fortalecer los vínculos entre Colombia y Bélgica por medio de la misión económica y empresarial, la princesa Astrid de Bélgica, hermana del rey Felipe de Bélgica, llegó a Colombia el 18 de octubre de 2014, en una visita que duró tres días. La acompañaron aproximadamente 150 empresarios belgas.

“Lo que buscan es invertir acá para promover la economía. A los empresarios belgas les interesa, no hay duda, porque es un muy buen mercado”, dice Katya de Pérez. Actualmente se encuentran registradas alrededor de 20 empresas belgas que trabajan en el territorio nacional o que representan productos o servicios belgas en el comercio local. Entre estas se destacan el banco BNP Paribas y la importadora de cervezas Premium Beers. La iniciativa de la misión económica es aumentar la inversión y la presencia belga en Colombia, y especialmente en Bogotá, donde el famoso Manneken Pis empezó a competir con el Mono de la Pila, las pequeñas y emblemáticas esculturas de las dos capitales. •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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Otros jóvenes belgas que montaron su negocio en Bogotá.


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Especial Colonias

Restaurante croata

a falta de embajada Texto y fotos: María Camila Monroy Simbaqueba mariamonroy@javeriana.edu.co

Croacia es un país pequeño que a lo largo de su historia ha sufrido invasiones y guerras, lo que ha dejado huellas en la vida de sus habitantes y cierta dificultad para gobernarse. Este mismo problema de organización y descuido diplomático lo enfrentan los croatas que viven en Bogotá, pero ahora tienen un grupo en Facebook y un restaurante como punto de encuentro.

La bukara es un recipiente de roble utilizado en Croacia para servir y beber vino. A Bozo Pavic, dueño del restaurante Bukara, le recuerda aquellos días en que, en las grandes reuniones familiares, mandaban a los niños a la planta baja de la casa para que sacaran de los toneles un poco de vino para servir a los adultos. Más que hacerle recordar lo que para él era una tarea fastidiosa a la que los niños estaban destinados, la bukara le hace sentir nostalgia por su tierra lejana. Bozo Pavic nació en Croacia, pero a los tres años, por asuntos de negocios de su padre, se fue a vivir con su familia a Alemania, donde vivió mucho tiempo, hasta que conoció a una colombiana con la que se casó y se vino a vivir a Bogotá hace diez años. Desde hace cuatro años tienen el único restaurante en Bogotá donde se prepara comida croata. Aquí se encuentran solo dos platos y un postre de Croacia; el resto de la carta responde a la tradicional comida europea, particularmente la alemana. Intentó compartir con sus clientes la experiencia de beber un vino que huele a infancia de la región de Dalmacia y cuyo sabor se mezcla con el de la madera. Sin embargo, por cuestiones


de salubridad, la Secretaría de Salud le impidió que sirviera a sus comensales el vino en la bukara y tuvo que recurrir a las copas de vidrio.

Embajada culinaria

Bozo Pavic.

Durante más de 35 años hubo en Bogotá un restaurante llamado Dalmacia donde su dueño, Mirko Bencic, preparaba únicamente platos tradicionales croatas. Mirko era un referente importante para la comunidad, ya que nació en Croacia y trajo a Bogotá los sabores, olores y costumbres de un pueblo que necesitaba recuperar sus raíces para contrarrestar los problemas de identidad que le dejaron las grandes migraciones, producto de varias guerras y las divisiones de su territorio. Después de casi 40 años como embajador de la cocina croata, Mirko decidió irse de Bogotá y actualmente vive en Villa de Leyva. Su traslado dejó un sabor amargo en el paladar de la comunidad croata y de la clientela local que le había tomado gusto a la comida croata, pero Bozo Pavic intenta en su restaurante recuperar algunos de los sabores de su país. Y si bien el restaurante es un punto de referencia de la colonia, Bozo dice: “Nunca ha sido

“Lo mínimo que tiene un croata acá es el pasaporte y la cachucha”: Javier Quiza Tomich.

un lugar de reunión para los croatas que viven en Bogotá. De hecho, los croatas somos muy poco unidos; en Croacia hay cuatro millones de habitantes y por fuera del país hay otros

cuatro, así que nunca nos hemos caracterizado por nuestra unión”. Sumado a esto, no existe en Colombia una sede diplomática de Croacia, ni un consulado ni una embajada. Es en Brasil donde se encuentra el consulado más cercano y los colombocroatas reciben una vez al año o cada dos años, la visita del cónsul. “Estas visitas tan esporádi-

cas son un problema para nuestra comunidad porque muchos quieren sacar su pasaporte croata y el trámite se vuelve muy demorado y siempre cuesta dinero porque hay que tener en cuenta los gastos de envío. Además, como ahora Croacia entró a hacer parte de la Unión Europea, hay muchas personas interesadas en tener sus papeles al día”, dice Javier Quiza Tomich, descendiente de inmigrantes croatas. Pero Vesna Tomaskovich tiene una visión más positiva de la colonia: “La solidaridad está en

gestación porque hasta hace poco la gente se está conociendo y aglutinando a través de las visitas consulares y la consecución de ciudadanía y pasaporte croata”. Vesna vive en Bogotá desde hace 56 años y se encarga de representar voluntariamente a la Embajada en Bogotá, facilitar el trabajo consular, ser la traductora y asistente de los cónsules, hacer el censo, un directorio, promover ayudas a la comunidad y celebraciones, entre otras funciones. Ella es, tal vez, la croata que más tiempo ha vivido en esta capital. Llegó con su madre en barco a Buenaventura, después de salir de Yugoslavia, quedar indocumentadas, ser encarceladas durante cuatro meses en Viena y estar en un campo de refugiados. Los croatas la reconocen por su espíritu de liderazgo y por sus aportes a la comunidad.

Grupo en Facebook Javier Quiza Tomich, quien vive en Bogotá desde hace ocho años, es hijo de padre croata y madre colombiana, de quien heredó la piel trigueña y el sentido del humor paisa, pues creció en medio de los paisajes del Quindío. Eso sí, se considera croata de pura cepa y ha intentado transmitirle a su familia el mismo sentimiento. Creó con su hermano un grupo colombo-croata para intentar mantener informada y unida a su comunidad. A través de este

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medio, se comparten datos sobre el origen del pueblo croata y las peculiaridades del idioma, se socializan tradiciones, se enseña cómo preparar platos típicos y se orienta sobre los trámites de visa o pasaporte. Adicionalmente, desde este correo se invita a la colonia a participar en reuniones, actividades o celebraciones. “En el correo tenemos como a 250

personas conectadas, pero la respuesta es baja. Cada vez que proponemos una actividad hay poca participación”, cuenta Javier Quiza. En Colombia, dice Vesna, “hemos censado 540 croatas, y un 80 % está entre Bogotá y Cali”. A pesar de que Bozo no ha tenido la intención de que su restaurante sea centro de reunión para la comunidad, Javier dice: “Cuando

intentamos vernos con las personas de la colonia, proponemos que sea en Bukara y allá cada cual paga lo que quiera consumir, porque al principio proponíamos una cuota por persona, pero la gente se quejaba y no le gustaba participar”. Javier explica que el gobierno croata da una plata para ayudar a los ciudadanos que viven fuera del país, “pero aquí no se ha podido; se

trató de sacar personería jurídica, pero no fue posible porque siempre se cruzan intereses, y se nombró a una persona para que nos representara ante una oficina, pero no hizo nada”. A pesar de estos problemas de organización y de comunicación, se percibe un alto interés por convocar a la comunidad croata que vive en Bogotá y en el resto de Colombia, porque, como dice Vesna: “He visto en la mayoría el lazo afec-

tivo con sus abuelos o padres, quienes siempre trasmitieron el afecto por su tierra natal”. Si bien Colombia es un país donde hay pocos croatas en comparación con Venezuela, Chile o Argentina, en Bogotá “hubo emigrantes por

la Primera Guerra Mundial; otros vinieron por la Segunda Guerra Mundial; también están los que vinieron por la guerra de Independencia de Yugoslavia y hay otros que están acá por amor”, manifiesta Javier después de ojear los libros en croata que tiene en su oficina, junto al recipiente tradicional croata para preparar el café. Porque él comparte con Mirko Bencic y Bozo Pavic la creencia de que los olores y los sabores son una forma de sentirse más cerca de una tierra que está a más de 9.500 kilómetros.

La bukara tradicional para tomar el vino. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

* 540 De los

croatas censados en Colombia, el 80% vive en Bogotá y Cali ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Similitudes entre idiomas Según Vesna Tomaskovich, el idioma croata tiene una afinidad curiosa con el español: muchísimas palabras que se escriben y pronuncian exactamente igual, pero con significado muy diferente por lo cual crea chistosas situaciones, por ejemplo:

Croata

Español

baba

viejita o abuelita

baka

abuela

bola

bebida de vino

brava

cerradura

curva

puta

joda malo

camina pequeño o poquito

mudar

sabio

puta

veces

teta

tía

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Especial Colonias

La pequeña

Indonesia bogotana Texto: Ana María Peñuela G. anapenuela.g@gmail.com

Fotos: Cortesía de la Embajada de Indonesia

Identificar la bandera roja y blanca que ondea en la calle 75 con carrera 11 y en otras 17.508 islas del sureste asiático no es fácil. Sin embargo, la Embajada de Indonesia lleva 25 años en Bogotá representando a tan solo 50 ciudadanos y un mercado que crece a pasos agigantados. Retrato familiar en Bogotá.

Ubicada justo enfrente del Gimnasio Moderno, la Embajada de Indonesia tiene una posición privilegiada por su cercanía al sector financiero de la calle 72. En sus inicios se ubicó en el edificio donde hoy donde funciona el canal de televisión CityTv y después estuvo en varias sedes en el norte. Indonesia, un país de 237 millones de personas, tiene en Colombia menos de 100 representantes, y en Bogotá, de 40 a 50 indonesios itinerantes, entre estudiantes, misioneros, diplomáticos, familiares de paseo o empresarios de petroleras. La ciudad les ha permitido tener una vida que respeta su cultura y, sobre todo, su religión,


pues aunque tienen seis religiones oficiales, el 80 % de su población es musulmana, y la mayoría de ellos asiste a la nueva mezquita de la carrera 30 con calle 80. Si bien la embajada no ha realizado grandes proyectos con el gobierno local, sí se ha dedicado a la difusión de su cultura en universidades y colegios, donde invitan a los bachilleres a participar en simposios de simulación de la ONU y en eventos como Bogotá Internacional. Por otro lado, han presentado talleres de técnicas ancestrales de pintura en tela para estudiantes de la Universidad Nacional, en especial el batik, utilizado para colorear tejidos. Además, se habla también de cooperación con institutos educativos para la enseñanza de su lengua, pero se han dejado atrás proyectos como las lecciones de música y danza que se realizaban en iglesias en el sur de la ciudad, debido al poco tiempo que permanecen los indonesios en el país. Antes de abrir la Embajada en Bogotá, Indonesia contaba con una sede conjunta en Brasil, pero el potencial económico de Colombia los trajo a esta capital. Valga anotar que el año pasado Colombia aumentó en 334 % sus exportaciones al mercado indonesio, por lo que ese país se convirtió en uno de los aliados económicos de Colombia más importantes en Asia.

Para él, la comida es muy parecida a la de su país natal, solo que para algunas de las religiones los platos típicos colombianos que incluyen carne de cerdo no son bien recibidos, debido a sus creencias. Además, el hecho de que los hombres y las mujeres se saluden de beso, que los colombianos tengan una temporalidad –como que “mañana por la mañana” signifique tres días después–, presenta un choque cultural menor que se compensa con la calidad humana de los capitalinos. Debido a la ubicación de la Embajada, se escuchan a menudo las marchas y protestas de los estudiantes de la universidad vecina, la Pedagógica, que les trae como inconveniente el flujo de gases lacrimógenos. Pero su misión es dar a conocer en Bogotá temas como la cultura javanesa en la cual los mayores ocupan el lugar más alto en la jerarquía social. El estilo de vida bogotano en comparación con Yakarta, la capital, es mucho más lento, pero –aunque cueste creerlo– el señor Setyo rescata la posibilidad que tenemos aquí de caminar tranquilamente por un

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* 20

El de mayo, día nacional de Indonesia

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En la Embajada hay 10 empleados colombianos y 12 diplomáticos indonesios, incluida la embajadora Trie Edi Mulyani.

Choque cultural menor Ekalyptha Setyo Cahyono, más conocido como el señor Setyo, es el tercer secretario de la Embajada de Indonesia en Bogotá. Lleva un año en la ciudad y, a pesar de no tener el mejor español, logra comunicarse. Con un saludo cordial y en compañía de su asistente, Verry Listyo Yuliarto —el señor Verry—, se sientan a analizar cada una de las preguntas. Setyo es el encargado de las actividades culturales de la Embajada, como el Día Nacional, que se celebra el 20 de mayo, cuando el gobierno organiza diferentes actos conmemorativos, y se reúnen en la sede diplomática para celebrar y comer platos típicos difíciles de encontrar en Bogotá.

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andén, ya que en su ciudad el respeto por el peatón es nulo. Para que los jóvenes colombianos conozcan qué es y dónde queda Indonesia, la Embajada ofrece becas en varias carreras. Alrededor del mundo son 150 los beneficiarios, pero solo un colombiano ha recibido este privilegio del gobierno indonesio, que paga gran parte de los gastos. Otros indonesios se han aventurado a venir a Colombia en plan de intercambio cultural, como Dinan Muhammad Amiendiartha, de 20

años, que nació en Yakarta pero se residenció en Londres, y en el verano de 2014 vino a recorrer Suramérica. Finalmente, llegó a Bogotá a participar en un proyecto social con la organización AIESEC, donde buscaba ayudar a varias fundaciones de bajos recursos. En la Embajada, Dinan pudo encontrar al grupo de compatriotas que se reunía para celebrar el inicio del Ramadán, la fiesta sagrada musulmana en la que ayunan un mes y en la cual solamente se puede comer antes del amanecer y luego del atardecer. Bogotá le pareció un poco descuidada en comparación con Londres, pero valora la calidez de las personas. Tuvo dificultades con el sistema de transporte integrado, pero con el paso de las semanas se comenzó a familiarizar con él. Debido a su trabajo, recorrió la ciudad durante siete semanas como si estuviera en su ciudad de origen. No la considera una ciudad incómoda, pero resalta la “bipolaridad” de su clima y la constante necesidad de cambiarse de ropa como algo incómodo.

El insulto a lo picante… En cuanto a la comida, Dinan dice que es simple para su gusto, ya que está acostumbrado a gran cantidad de especias y picante. Menciona aquel líquido verde con perejil que llamamos “ají” como un insulto a lo picante, ya que para sus papilas solo sabe a hierbas. Y es que la comida indonesia no es fácil de encontrar en Bogotá. De hecho, lugares especializados en comida asiática, como Wok, no ofrecen un plato completamente indonesio, solo platos fusión. El restaurante Kathmandu, ubicado en Usaquén, es lo más cercano a la comida auténtica de las islas del sureste asiático, donde se puede comer el plato nasi goreng, que consiste en un guisado cuya preparación dura tres días y combina arroz, verduras, pescado y calamares, acompañados de muslitos de pollo, sobre una base oriental y satay de carne (carne ensartada en pinchos de bambú). Familiarizar a los habitantes de Bogotá con estos exóticos usos y costumbres es lo que ha buscado la Embajada indonesia en el último cuarto de siglo.

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Deportes

Las rompedoras

de huesos Texto: Julián David Rojas jrojas.b@javeriana.edu.co

Fotos: Julián David Rojas y archivo de BBB

El roller derby, que llegó a Bogotá hace siete años, no es un juego entre mujeres que se golpean mientras montan en patines. Es una disciplina que combina rudeza y estrategia donde las chicas se la juegan toda por su equipo: las Bogotá Bone Breakers.

El primer contacto con las jóvenes de Bogotá Bone Breakers fue por mensajes. Luego de pedir una entrevista, me contactaron con la encargada de las comunicaciones. Esa fue la primera sorpresa. Mientras Malala no apruebe la entrevista, nadie puede hablar con la prensa, pues quieren saber si mis intenciones son buenas. Lo primero que me advierte la subcapitana 'Esplater' al dejarme entrar a la intimidad del equipo, es no tomar fotos a las colas ni nada de ese tipo. Además, me pide que no escriba nada ridículo ni erróneo, como lo han hechos otros medios. Se han sentido agredidas por los periodistas cuando minimizan el roller derby, vendiéndolo con la imagen de chicas con tatuajes y minifaldas, que se golpean. Aseguran no ser nada parecido a eso. En sus palabras, hacen un deporte, no una pasarela. Alrededor de 30 jóvenes se bloquean unas a otras mientras patinan, chocan con fuerza y constantemente caen al piso. Es difícil contarlas, pues van a toda velocidad y en menos de tres segundos están otra vez paradas dispuestas a recibir y devolver empujones. Según una regla del roller derby, si alguna niña cae en


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El roller derby llegó a Colombia en 2009; hoy hay 19 equipos y unas

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competición y dura más de tres segundos en el piso, se sanciona a su equipo restándole puntos. Por eso, saber caer es una de las prácticas sagradas de los entrenamientos del equipo Bogotá Bone Breakers. Otro pilar del roller derby es el espíritu deportivo. A pesar de que los golpes son fuertes, y las lesiones, inevitables, las groserías y las malas conductas se castigan. Por ser un deporte de contacto, hay roces en entrenamientos y torneos, pero no son muchos, pues la falta de deportividad —por más mínima que sea— tiene castigos tan severos como sacarlas de las competencias nacionales, que reúnen anualmente a equipos de varias ciudades del país para coronar a las más guerreras.

Made in USA El roller derby es un deporte urbano que llegó a Colombia en 2009, cuando dos estadounidenses vinieron a enseñarlo a unas cuantas conocidas. Sin embargo, ha alcanzado un auge importante en Colombia, particularmente en Bogotá, donde hay siete equipos activos que integran gente de todos los estratos sociales. Hoy, esta disciplina cuenta con equipos de Bogotá, Medellín, Manizales, Pereira, Armenia, Cali, Palmira, Ibagué y Bucaramanga, para un total de 19 equipos y unas 500 practicantes. Los Juegos Nacionales enfrentan equipos de las distintas ciudades. También tiene una selección nacional que ya compitió en su primer torneo internacional en Dallas. Intentar comprender el roller derby es todo un lío. Está lleno de reglas y no es ni fácil ni barato. Para comprar un buen equipo —que incluye patines de cuatro ruedas, protector bucal, rodilleras, coderas y casco— se necesitan entre uno y dos millones de pesos. Para las que apenas comienzan, un equipo básico asciende a $300.000. A pesar del alto costo, ninguna Bone Breaker incumple con el uso del equipo. El roller derby se practica en un circuito ovalado, parecido al de un velódromo de ciclismo. El Parque Nacional y el coliseo de Servitá son los lugares de encuentro de las Bone Breakers. Los partidos están separados en dos tiempos de 30 minutos: comienzan jugando solo cinco jugadoras que constantemente se están rotando con las otras 15, que permanecen fuera del juego. Cada equipo tiene cuatro bloqueadoras (tres defendiendo al frente y una atrás, llamada pivot) y una anotadora, conocida como jammer. Las bloqueadores siempre deben permanecer unidas y su trabajo es ayudar a que su jammer sobrepase a las bloqueadoras del equipo contrario y evitar que la jammer contraria sobrepase el paquete, o sea, la línea que forman las bloqueadoras. Este deporte requiere mucha fuerza, flexibilidad e inteligencia para poder trazar las estrategias que llevarán a la victoria. Por eso, la organización interna de un equipo de roller derby, con apenas cuatro años, que jerarquiza las posiciones internas del grupo, incluyendo tesoreras, entrenadores, capitanas,

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subcapitanas, encargada de comunicaciones y representante legal, es una perfecta división del trabajo deportivo y administrativo.

¿Dónde ruedan? En Bogotá pocos espacios se prestan para practicar el deporte. Las Bone Breakers se las ingenian como pueden y actualmente tienen tres sitios, muy alejados el uno del otro. Entrenan los martes y jueves en el frío de la noche del Parque Nacional y luego los sábados y domingos en la mañana en Kennedy y Servitá. La distancia entre uno y otro es de hora y media o más, dependiendo del tráfico. Además, entrenan en horarios difíciles y entre semana. Las integrantes, sin importar dónde viven, deben acudir a los entrenamientos para mantenerse en forma. No hacerlo los

sábados —que es el día obligatorio— supone una multa de $8.000, pero son flexibles cuando se trata de asuntos de fuerza mayor como el estudio o el trabajo. Lo importante, me dice la subcapitana Splater, es que tengan disciplina y que si no pueden ir entre semana, lo hagan los fines de semana o viceversa. El entrenamiento no es ‘recocha’. Desde que llegan hasta que terminan están constantemente moviéndose, dirigidas por entrenadores que, a veces, son las mismas capitanas y reciben un pago mensual por esta labor. El salario sale de la mensualidad de $30.000 que aportan las jugadoras. Los sábados, la primera parte la hace 'Chango'. Trabaja con ellas la parte física y las deja extenuadas; todo el tiempo hacen ejercicios

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En 2012 se celebraron los primeros Juegos de Roller Derby, con 116 patinadoras y

3.000 asistentes •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••

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'Chango Mandril', el entrenador.

para fortalecer las piernas, los brazos, el abdomen y los ligamentos de la rodilla, indispensables para no sufrir daño durante los partidos. 'Chango Mandril' es un hombre de barba negra, que usa gorro de lana y sudadera. Proactivo, siempre está moviéndose y pendiente de que las jugadoras hagan correctamente los ejercicios. 'Chango', que es estudiante de educación física del Sena, se ríe con ellas y las acompaña a los partidos y a algunos entrenamientos. Cualquier lesión que tengan la consultan con él, quien además les ajusta los patines y estira las piernas de las se encalambran. Lleva tres años trabajando en el equipo adonde llegó gracias a su amistad con Natalia —o Ratalia—, una de las pioneras y líderes del equipo. Después de entrenarlas, finaliza con varias posiciones difíciles, pero necesarias para el deporte. No todas son capaces de hacer los ejercicios de la forma correcta. Ni las capitanas ni las ‘pesos pesados’ del equipo se escapan de esa lista, pues un mal movimiento sin la previa preparación puede dañar los músculos.

Profesionales en patear traseros Actualmente, las Bone Breakers participan en varias competencias. Los partidos son entre ellas todos los domingos en Servitá, para ver

quiénes van mejorando y pueden lograr el ascenso al equipo titular. Todas las madrugadas y trasnochadas de estas chicas de uniforme verde fosforescente con líneas negras tienen un único propósito: llegar en plenitud física y técnica a los Juegos Nacionales. Es el evento más importante, aunque están en conversaciones con la Federación Mundial de Roller Derby para comenzar a jugar partidos internacionales. Paulatinamente, los juegos han ido creciendo. El primero se celebró en 2012, en Bogotá, con 3.000 asistentes, 25 medios de comunicación, 9 patrocinadores y 116 patinadoras. Un año después, el torneo se realizó en Medellín y para esa ocasión hubo 2.000 asistentes, 7 patrocinadores y 280 patinadoras. Los partidos transmitidos en internet contaron con más de 3.000 visitas en su señal streaming. Las Rock and Roller Queens Bogotá, principales rivales en la pista de las Bogotá Bone Breakers, conquistaron los dos primeros campeonatos nacionales, pero en el último campeonato las Bogotá Bone Breakers llegaron por tercera vez consecutiva a la final y esta vez quedaron campeonas ante las Rock and Roller Queens. A pesar de que en los dos equipos de roller derby de la ciudad las jugadoras se reconocen como amigas, hay una rivalidad extra: a varias les fue mal buscando el ingreso al equipo contrario. Una de las nuevas cuenta que se siente muy bien recibida dentro del grupo. No le pasó lo mismo cuando envió correos y solicitudes de información al equipo de las Rock and Roller Queens. La política de las Bone Breakers es aceptar a todas las tengan ganas de entrenar. Siempre guardan una “caleta” con equipo extra para las nuevas, mientras van consiguiendo los implementos. Hay una fraternidad entre ellas que, en últimas, las llevó a la victoria. Llegado el momento del campeonato nacional, las capitanas y las estrellas del equipo deciden quién entrará en el equipo titular que disputará el torneo en el que todas esperan jugar. Las titulares se preparan para el torneo mientras continúan los trabajos de las demás, quienes van a guerrear un cupo para los Juegos de junio de este año.

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Libros

Texto: Miguel Ángel Pineda miguelpineda93@gmail.com

Fotos: Cortesía El malpensante •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••

¡Fuera zapato viejo! Mario Jursich (ed.) Idartes y El malpensante, 2013, 624 pág.

“¡Fuera con la Bogotá gris y monótona!”, “¡Fuera los prejuicios que abruman el ambiente capitalino!”. Eso podrían corear, después de pasados 40 años, todos los ‘rumberitos’, cantantes y orquestas de salsa que hicieron de la capital un lugar de fiesta, color y sabrosura. ¿Que en esta nevera era posible tocar un son montuno, una charanga o una descarga? La respuesta la tiene ¡Fuera zapato viejo! y sus 36 crónicas y relatos que hablan de una ciudad candente en la que el baile, las congas y la trompeta rompieron los estigmas de la Bogotá clasista, parca y aguafiestas. Este libro, editado y dirigido por Mario Jursich —director de la revista El malpensante— nació para rendir un homenaje a los 15 años del festival Salsa al Parque. Con el tiempo, según Jursich, terminó siendo un gran proyecto en el que no solo se incluyen todos los detalles históricos de este evento, sino innumerables anécdotas y testimonios de cantantes, bandas, coleccionistas, bailarines, melómanos y dueños de bares que encontraron en el Distrito Capital una posibilidad ‘con altura’ para llegar a ser esas estrellas emblemáticas de la salsa colombiana. Lo interesante, además, es que como se pretendía hacer un homenaje a Salsa al Parque, se terminó contando una parte de la historia sociocultural y musical de Bogotá mediante la investigación de sus más grandes exponentes, lo que dio como resultado un volumen bibliográfico de gran calidad narrativa y visual. El festival convoca a más de 60.000 rumberos cada año, que mueven las caderas y los vinilos a ritmo de chan chan. La imagen de la portada de ¡Fuera zapato viejo! es un zapato blanquinegro típico del género, que contrasta con los relieves de impresión que semejan un acetato y fotografías de músicos de la talla de Joe Madrid, Joe Arroyo, Jimmy Salcedo —el de El Show de Jimmy— Eddie Palmieri y el recientemente fallecido Cheo Feliciano. Las primeras páginas con fotografías del paso de


Gustavo García 'El pantera', 2012.

Rubén Blades y La Fania por Bogotá hablan de una ciudad secreta, desconocida pero privilegiada, pues, como el mismo Jursich escribe: “La música caribeña atenuó el racismo, relajó el control religioso, permitió que las mujeres conquistaran la noche, impuso nuevas vestimentas y en general instaló un imaginario caribe en una ciudad profundamente andina”. Así pues, con semejante provocación visual y gráfica de alta calidad, el lector podrá ser cómplice de las desventuras y los surgimientos musicales de, por ejemplo, Aristarco Perea y las primeras agrupaciones del Chocó que se hicieron valer en una metrópoli esquiva, pero profundamente deseosa de ritmo. Por ello no era raro ver a este chocoano por la calle 19, en pleno centro de la ciudad, compartiendo tarima con Jairo Varela, quien no descansó para que ese legado del Pacífico se hiciera tangible con el swing del Grupo Niche, nacido en los recorridos entre el barrio Santa Fe, los bares y clubes de la carrera séptima. La historia salsera también brota del apartamento de Chapinero de una de las antropólogas y congueras más reconocidas de la salsa colombiana, Bertha Quintero, quien fundó las primeras agrupaciónes salseras femeninas en los años ochenta: Yemayá, Siguaraya y Cañabrava. A ellas se suman otros artistas como Washington y sus Latinos, quizá la primera orquesta de peso que se hizo famosa por su aparición no solo en bares como El Scondite y El Palladium, sino también en programas televisivos realizados en Bogotá, como El Show

de las Estrellas. Por las páginas de este libro desfilan Eddy Martínez y su piano; Willie Salcedo y sus congas; César Mora con su doblete de cantante y actor; Senén Mosquera, exarquero de Millonarios y fundador del primer bar de salsa a finales de los años sesenta; César Villegas, apodado ‘César Pagano’ por sus sucursales de El Goce Pagano; la vida de barman del escritor Tomás González en El Goce; bailarines legendarios como Chucho Bombombum y Mamboloco; melómanos, DJs y coleccionistas que supieron prender las rumbas en las discotecas más importantes de la ciudad situadas en el centro y el sur de Bogotá, como

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es el caso de Álvaro ‘Chocolate’ Quintero y Benicio, DJ de El Palladium. Todos estos lugares y personajes componen una radiografía de la música latina y su instalación en la capital colombiana que había permanecido inédita hasta la publicación de este libro. Inéditas también eran muchas fotografías que entran en un diálogo con un pasado mágico, inconcebible. Y si el lector es de esos salseros apasionados, sentirá la añoranza de una historia en clave de son, una clave 3-2 al estilo colombiano.

Lo único que la historia no puede dejar pasar —y así lo podrán seguir coreando los ‘rumberitos’ y cantantes de la época— es que, sin quererlo, encontraron en Bogotá un proyecto de recorrido de calles, búsquedas musicales, fundaciones de emblemáticos lugares, fiestas, giras y crisis económicas. Todo es revelado en ¡Fuera zapato viejo!, libro que podría haberse titulado Bogotá All Stars.

Colombia all Stars, 1980. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• ••••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••••

Banda de salsa femenina, Yemayá, a finales de los años 80.

Pero son quizás las rítmicas plumas de autores como Daniel Samper Pizano, Alberto Salcedo Ramos y Juan Manuel Roca, entre otros, las que nos permiten imaginar aquellos cuadros dorados de las costumbres salseras capitalinas del siglo pasado. Este es el libro que se lee, literalmente, con salsa, sabor y gusto. Si La Fania All Stars llegó a Bogotá en 1980 (historia también contada en este volumen bíblico de la salsa bogotana) no fue una casualidad; tampoco lo fue que después de ese año nuestros artistas colombianos, venidos casi todos del Caribe y del Pacífico, quisieran replicar esa agrupación con todas las estrellas locales: eso fue el efímero y fracasado Colombia All Stars.

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Libros Texto: Directo Bogotá •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••

Aprendiz de cronista Periodismo narrativo universitario en Colombia 1999-2013 Carlos Mario Correa Soto (prólogo y selección) Fondo Editorial Universidad Eafit, 2014, 481 páginas. •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••• •••••••••••••••••••••••••••••••••••

Aprendices

de cronistas

El profesor Carlos Mario Correa vio un objeto de estudio interesante donde otros apenas habrían visto ejercicios más o menos afortunados de estudiantes de periodismo de distintas universidades del país. Y de su zambullida en una veintena de periódicos y revistas salió con una potente selección de periodismo narrativo que demuestra la importancia de estos medios como laboratorios de reportería y de escritura. Para el exreportero de El Espectador, quien vivió las épocas oscuras de la persecución del narcotráfico en Medellín y dejó testimonio en el libro Las llaves del periódico (2008), la práctica que realizan los estudiantes de periodismo en esos medios es ante todo “cronística”, en tanto la crónica es el género que los pone a recorrer las calles con los sentidos avivados por la curiosidad de encontrar historias. Por eso el primer capítulo se enfoca en este género, al que el autor dedicó un libro previo La crónica reina sin corona (2011). “Esta crónica estudiantil universitaria –y se trata de una de nuestras hipótesis de investigación− lleva en su sangre el mismo factor Rh+ (erre hache positivo) de la narrativa periodística latinoamericana contemporánea de los denominados Nuevos Cronistas de Indias", afirma en el prólogo.

La revista Ciudad Vaga, otro de los referentes importantes del periodismo narrativo universitario, de la Universidad del Valle, hizo la apuesta por el reportaje, “la modalidad de escritura más rica que tiene el periodismo”, según los profesores-fundadores, Patricia Alzate y Hernán Toro. El lema de esa bella revista con fotografías en blanco y negro de gran formato, es “un viaje por la ciudad difusa”. El profesor-editor del libro comenzó con una preselección de 300 crónicas –de por lo menos 700 publicadas en 35 medios universitarios− y terminó con 66 piezas de una veintena de publicaciones. Encontró que en medio de la pluralidad de temáticas, la violencia es el tema recurrente (tanto la violencia armada como la estructural), pero propone una clasificación en la que caben las crónicas del rebusque, anécdotas, animales, géneros musicales, deportes, tinta roja, paisajes y naturalezas, pero sobre todo la ciudad como escenario de historias que terminan pareciéndose en las distintas ciudades.

De Directo Bogotá, por ejemplo, Correa Soto cita una frase del editorial del número 38, bajo el título “Diez años con el relatómetro puesto”, donde se subraya el protagonismo de la crónica: “Nuestros aprendices de cronistas, hijos de una rica tradición en Bogotá, resurgen como microhistoriadores que renuevan las fórmulas narrativas y los temas tomados del paisaje urbano: no por pequeños y anodinos menos fascinantes”.

De Directo Bogotá, fundada en 2002, escogió nueve crónicas, representativas de las distintas miradas que ha dado esta publicación a la capital del país, como las siguientes: “Sobrevivimos hasta a los hippies” (sobre las librerías tradicionales de Bogotá) de Julia Londoño Bozzi; “Carne de res a la pasarela (sobre el reconocido restaurante) de Marcela Riomalo; “En Bellavista los niños juegan a coger las nubes” de Jorge Andrade Blanco; “El pintor de la bala en la cabeza” de Diego Montoya; “Ricardo Rondón: cronista purasangre” de Juanita Restrepo; “La dama de los Caballero” (perfil de Beatriz Caballero) de David Franco; “Los tres pasados de Johan” de Emma Jaramillo Bernat; “Huéspedes más o menos ilustres” (sobre el Hotel Tequendama) de Angélica Murcia Piraquive; “La cárcel le puede tocar a cualquiera” de Santiago Ruiz.

Por su parte, De La Urbe de la Universidad de Antioquia, que cumplió 15 años en 2014, señaló en su editorial de las 50 ediciones, “así como lo hace el Flâneur, el periódico ha hecho de la ciudad un espacio para ser leído, interpretado y entendido con perfiles, crónicas, reportajes, entrevistas e imágenes, que la han hecho visible”.

Esta antología se suma a las numerosas que existen de periodismo narrativo en Colombia e Hispanoamérica, que le han dado un nuevo estatus al género de la crónica, pero con la particularidad de reunir voces de jóvenes, más irreverentes y atrevidas en su forma de escrutar la vida cotidiana.


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Web Fotos: Cortesía de Susana y Elvira

Susana y Elvira

pa’rato

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Texto: Valeria Angarita Alzate valeria.angarita13@gmail.com Cuando uno está enamorado cree que encontró a su one. Pero, eventualmente, la relación termina y ahí viene la tusa. Estando entusado dice que se va a enguarichar y sale con sus amigos en plan de levante, se emborracha y se mete con la primera persona que se le atraviese. Esa persona puede convertirse en su fuck buddy, un tipo al que solo busca para tener sexo casual. Su ex para entonces es un neardental: un machista e insensible. Pero usted, que sigue tragada, no puede

evitar stalkiarlo y revisa su Facebook, Twitter e Instagram cada minuto. Esta es una escena cotidiana para Susana y Elvira, dos amigas que después de haber pasado por las duras y las maduras deciden escribir un blog en 2008 contando sus experiencias con los hombres, el amor, el sexo, la soltería, las crisis laborales… sobre la vida cotidiana en general. Pero lo que empezó como un pasatiempo se convirtió en una serie web


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La serie tiene más de

50.000

seguidores en Twitter y cerca de

37.000 suscriptores en Youtube

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en el año 2012 y a finales de 2014 en un libro digital, Consejos viscerales para casos reales, y otro impreso, Lo entendimos todo mal. La serie, protagonizada por Manuela González y Mabel Moreno, estrenó su tercera temporada el 6 de abril del 2014. Susana y Elvira son las voces de mujeres independientes, sensibles y liberadas, que hablan –y escriben– en un lenguaje coloquial, lleno de extranjerismos, groserías y referencias a la cultura popular, especialmente las chick-flicks. Esto le da naturalidad a la serie y es fácil identificarse con ellas, pues sus dramas se asemejan a la cotidianidad de las relaciones actuales, sus historias son divertidas y en algunos capítulos hasta se encuentran consejos, como lo que no hay que hacer en una primera cita. Una producción refrescante que dista mucho de los contenidos de la televisión colombiana.

Pero la serie se volvió tan exitosa que a partir de la tercera temporada empezaron a cobrar una suscripción de $8.900 mensuales para poderla ver. Los seguidores no tardaron en quejarse y presionaron para que la serie volviera a su formato original. Y lo lograron. Gracias al apoyo de los patrocinadores, Susana y Elvira volvió a ser gratuita. El problema ahora es que la pauta se atraviesa en medio de las escenas, lo que rompe con la espontaneidad de los diálogos y la naturalidad de las actuaciones. Sin embargo, Susana y Elvira sigue siendo un éxito. Tienen 50.535 seguidores en Twitter y 19.730 en Instagram; 36.892 suscriptores en Youtube; 48.342 ‘me gusta’ en Facebook y su libro Lo entendimos todo mal fue best seller (va por la tercera edición). A finales del año pasado las verdaderas blogueras salieron del anonimato (“del clóset”, aclararon) para presentar su obra. Se trata de María Fernanda Moreno (Susana) y Marcela Peláez (Elvira). Las amigas advirtieron con su blog que muchas mujeres, y hasta hombres, se identificaron con sus cuentos durante seis años, tiempo en el que nunca agotaron tema y por eso se le midieron a escribir el libro.

Lo entendimos todo mal no pretende ser un

A la izquierda, Marcela Peláez y a la derecha, María Fernanda Moreno, egresada de esta Facultad de Comunicación.

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ensayo académico, pero sí busca reentender el valor del feminismo, hacer una observación al machismo y a los mitos del rol de la mujer. En cuatro capítulos las autoras hablan sobre las “premisas que nos jodieron la vida”, buscan decodificar a los hombres –entender qué piensan y qué quieren–, explicar por qué la liberación femenina, una vez más, nos jodió a las mujeres y reivindicar a las feministas. El libro es interactivo y tiene códigos QR que al ser escaneados con un dispositivo móvil llevan al lector a un vídeo o un podcast que complementan el texto y hacen más dinámica la lectura. María Fernanda y Marcela están preparando una tercera entrega de Susana y Elvira. Aún no se sabe exactamente que será, pero tienen el éxito asegurado, pues su discurso es mucho más realista que el que propone Hollywood, las novelas de Jane Austen o las telenovelas de las tardes. Y por eso Susana y Elvira gusta tanto, porque es más lo que verdaderamente somos que lo que esperan que seamos.


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Fuera de Colecci贸n

Christina G贸mez Echavarr铆a



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