Evangelizar 084 - Diciembre 2020

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ISSN 2590-8359 | No. 84 Diciembre 2020

“Es tiempo de real fraternidad y unidad, de acogida solidaria y compasiva con todos; es tiempo de superar diferencias y desprecios; con la luz del reciĂŠn nacido, otro mundo es posibleâ€?.


Cuando oigamos hablar del nacimiento de Cristo, guardemos silencio y dejemos que ese Niño nos hable; grabemos en nuestro corazón sus palabras sin apartar la mirada de su rostro. Si lo tomamos en brazos y dejamos que nos abrace, nos dará la paz del corazón que no conoce ocaso.


Por: Delegación de Movimientos Eclesiales

San Nicolás de Bari o de Mira

Obispo 6 de diciembre Año 345

SANTO DEL MES

Tenía un tío que era obispo y este lo consagró como sacerdote. Al morir sus padres, atendiendo a los enfermos en una epidemia, él quedó heredero de una inmensa fortuna. Entonces repartió sus riquezas entre los pobres y se fue de monje a un monasterio. Después quiso visitar la Tierra Santa donde vivió y murió Jesús, y al volver de allá llegó a la ciudad de Mira (en Turquía) donde los obispos y sacerdotes estaban en el templo discutiendo a quién deberían elegir como nuevo obispo de la ciudad, porque el anterior se había muerto. Al fin dijeron: "elegiremos al próximo sacerdote que entre al templo". Y en ese momento sin saber esto, entró Nicolás y por aclamación de todos fue elegido obispo. Por eso se le llama San Nicolás de Mira.

Su nombre significa "Protector y defensor de pueblos". Patrono de la Catedral de Rionegro. ste santo fue tan popular en la antigüedad, que se han consagrado en el mundo más de dos mil templos en su nombre. Era invocado en los peligros, en los naufragios, en los incendios y cuando la situación económica se ponía difícil, y la gente conseguía, por su intercesión, favores admirables. Por haber sido tan amigo de la niñez, en su fiesta se reparten dulces y regalos a los niños, y prácticamente con esta fecha se empezaban las festividades de diciembre. Como en alemán se llama "San Nikolaus", lo empezaron a llamar Santa Claus, y lo pintan como un anciano vestido de rojo, con una barba muy blanca, que pasaba de casa en casa repartiendo regalos y dulces a los niños (entre nosotros lo llamaron Papá Noel). De san Nicolás escribieron muy hermosamente san Juan Crisóstomo y otros grandes santos. Su biografía la escribió san Metodio, arzobispo de Constantinopla, y de ella sacamos los siguientes datos curiosos. Nació en Licia, Turquía, de padres muy ricos. Desde niño se caracterizó porque todo lo que conseguía lo repartía entre los pobres. Decía a sus padres: "sería un pecado no repartir mucho, siendo que Dios nos ha dado tanto". Asesor General Mons. Fidel León Cadavid Marín

Coordinador General Vicaría de Pastoral

Director Pbro. Javier Otálvaro Álvarez

Fotografía y Correción de Estilo Javier Ocampo Zuluaga

Consejo Editorial Delegados de Pastoral

Diseño y Diagramación Cristina Giraldo Giraldo

Luego apareció la herejía de Arrio que decía que Jesucristo no es Dios. San Nicolás se opuso con toda su sabiduría y con su gran ascendiente y no permitió que los arrianos entraran a su ciudad de Mira. El santo murió el 6 de diciembre del año 345. En oriente lo llaman Nicolás de Mira, por la ciudad donde estuvo de obispo, pero en occidente se le llama Nicolás de Bari, porque cuando los mahometanos invadieron a Turquía, un grupo de católicos sacó de allí en secreto las reliquias del santo y se las llevó a la ciudad de Bari, en Italia. En esa ciudad se obtuvieron tan admirables milagros al rezarle a este gran santo, que su culto llegó a ser sumamente popular en toda Europa. Es Patrono de Rusia, de Grecia y de Turquía. En Roma, ya en el año 550, le habían construido un templo en su honor.

Impresión Publicaciones San Antonio Oranización COREDI Sugerencias diseno@diosonrio.org.co vipastoral@diosonrio.org.co

Dirección Diócesis de Sonsón Rionegro Curia Episcopal: Calle 51 No. 47 - 31 PBX: 531 52 52

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https://www.ewtn.com/spanish/Saints/Nicol%E1s.htm

La especialidad de este santo fueron los milagros tan numerosos que logró conseguir de Dios. Lo pintaban con unos niños, porque los antiguos contaban que un criminal hirió a cuchillo a varios niñitos, y el santo al rezar por ellos obtuvo su curación instantánea.


FORMACIÓN BÍBLICA

Por: Pbro. Juan Bautista Álzate Arias

El Vía Crucis

del apóstol Pablo

por predicar el Evangelio a vida suele ser difícil, y más si se asume un gran ideal. La vida de san Pablo no es la excepción, es más, se trata de uno de los personajes más destacados, al menos en occidente, y eso que no se trata de un rey o un gran conquistador. La vida de alguien así se traduce en célebres iniciativas, y también en dificultades y retos enormes, como bien lo narran las dos fuentes principales por las que conocemos la vida de Pablo: sus propias cartas y los Hechos de los Apóstoles. San Lucas, en Hechos, narra las preocupaciones y peligros que debió afrontar Pablo en su misión apostólica; los cuenta como quien tiene la visión ya elaborada y terminada del gran personaje, del héroe digno de admiración: contrariedades con los de la propia raza (Hch 17,5 sg.) en una época en la que resultaba fundamental la vinculación al propio grupo familiar; desencuentros con otros predicadores (Hch 15,39), hostilidad en nuevos ambientes (Hch 19,23-24), sus relaciones problemáticas con las autoridades religiosas de su pueblo y las imperiales (Hch 22,30 / 23,23 sg.) que desembocaron en la prisión; los peligros propios de los viajes en su tiempo (Hch 27,9 sg.). Este detallado elenco supone, sin embargo, motivos de gloria para el Apóstol, ya que, a pesar de todo, sale bien librado, lo cual funge como acreditación. En las propias cartas es donde descubrimos el ‘vía crucis’ de Pablo en su sentido profundo. El paso más agotador de su vía crucis es la preocupación por todas las iglesias; y eso sin negar las dificultades externas del apostolado, coincidentes en gran medida con las enumeradas en Hechos: desencuentros con los de su raza, comparecencia ante las autoridades públicas, los peligros de los viajes y otros detalles ricamente narrados en 2Cor 11,23-28. Este elenco completo no responde a un interés por su propia persona, sino al desgaste y riesgo que implica la predicación evangélica. No son tampoco desconocidas las dificultades de relación entre Pablo y algunas de las iglesias por él fundadas, cuyo ápice se alcanza con los gálatas y los corintios. De todos modos, el conocimiento que tenemos de la personalidad de Pablo pide que no excluyamos que parte del vía crucis también era su modo de relacionarse, reactivo y combativo; también él como santo evangelizador debió generar a otros no pocos viacrucis.

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Por: Hna. Claudia Toloza, aci. | Delegada para la Catequesis

FORMACIÓN CATEQUÉTICA

EUCARISTÍA: FUENTE DE COMUNIÓN El ser conducidos “Las palabras de Jesús: ‘Tomad y comed’ corresponden a la aspiración del corazón humano, necesitado de satisfacer la multitud de formas de hambre que marcan la peregrinación terrena: hambre de alimento, de bienes esenciales para vivir, hambre de justicia y de libertad, hambre de amor y de esperanza. En el pan y el vino Dios da al hombre no solo el alimento que lo nutre, sino también el sacramento que lo renueva, para que nunca le falte este apoyo del cuerpo y del espíritu.

Volver a la fuente Constantemente, por nuestra condición de hijos de Dios, estamos invitados a volver a la fuente de la vida espiritual: la Eucaristía, y poner en el corazón de nuestra vida y misión la celebración eucarística y significar este misterio de vida y fe que celebramos. Volver a la fuente nos sumerge en la comunión, como expresión de quien sintiéndose habitado por la fuerza eucarística, crea lazos de relación con los demás, con el medio, con Dios y consigo mismo. Es una comunión que traspasa todo orden y lugar, para ubicarse como el eje que moviliza hacía lo que será una comunión eclesial. Al referirnos a la Eucaristía como Comunión, estamos proclamando la unión entre todos los cristianos y nuestra adhesión a la Iglesia con Jesús. Por ello, la Eucaristía es sacramento de unidad de la Iglesia, y su celebración solo es posible donde hay una comunidad de creyentes. “La Eucaristía crea comunión y educa para la comunión”. (EE, N° 40). Volver a la fuente es volver a recuperar el sentido de encuentro, que implica acogida, tolerancia, aceptación; volver la mirada para reconocer al Señor que hace camino con nosotros y sentir cómo el corazón vuelve a arder por esa presencia silenciosa pero efectiva que ha estado y sigue estando con nosotros. (Lc 24,30-32)

La palabra Eucaristía significa, literalmente, “acción de gracias”. Una vida eucarística necesita ser vivida con agradecimiento. El agradecimiento necesita ser descubierto y vivido con gran finura interior. Y es que nuestras pérdidas, nuestras experiencias de rechazo y abandono y nuestros muchos momentos de desilusión no dejan de arrastrarnos a la frustración, la amargura y el resentimiento. Jesús nos dio la Eucaristía para que pudiéramos optar por el agradecimiento. En la Eucaristía nos invita a mirar nuestra vida de un modo totalmente nuevo, desde arriba, donde Dios nos ofrece su gloria. Por ella, nuestras pequeñas vidas se hacen grandes, y ello forma parte del misterioso trabajo de salvación de Dios.

Hacia el misterio de nuestra fe Nuestra iglesia diocesana se pone en marcha para comenzar el año dedicado a profundizar en el misterio de nuestra fe, la Eucaristía. Estamos invitados a poner en el corazón de nuestro proyecto diocesano la celebración eucarística, fuente de la gracia y cumbre de toda actividad de la Iglesia, manifestación del amor hasta el extremo. La eucaristía es un don para la Iglesia, para nuestra iglesia. Acojámoslo y hagámoslo vida en nuestras comunidades.

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FORMACIÓN LITÚRGICA

Por: Pbro. Jairo de Jesús Ramírez | Delegado de Liturgia

CONTENIDOS Y LITURGIA DE LA NAVIDAD Este mes quiero ofrecer algunas líneas generales sobre el contenido y liturgia de la Navidad. Para esto, hemos tomado como base un artículo del padre Jesús de las Heras Muela, publicado el año 2003 en la Revista Ecclesia número 10. En su artículo, el autor explica que la Navidad es la celebración, memoria y actualización del acontecimiento salvífico histórico del nacimiento de Jesucristo, de la manifestación de la salvación de Dios en Jesús de Nazaret. Más adelante, el padre Jesús prosigue exponiendo que el centro de la Navidad lo constituye el alumbramiento de Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, en Belén de Judá. Es el insondable misterio de un Dios nacido en la carne. El que ha nacido de la Virgen es Hijo de Dios e Hijo de hombre. Afirmamos las dos realidades juntas, sin merma de ninguna de ellas, sin deterioro, sin que deje de ser realmente Dios y realmente hombre. Navidad es adentrarse en el misterio de la encarnación del Hijo de Dios. La fe descubre, sin escándalo, a la Majestad divina humillada; a la Omnipotencia, débil; a la Eternidad, mortal; al Impasible, padeciendo; al Bendito, maldecido; al Santo, hecho pecado por nosotros; al Rico, empobrecido para enriquecernos; al Señor, tomando forma de siervo para liberarnos de la esclavitud. La Navidad, con toda su sencillez y ternura, con su misterio y su gracia, es mucho más que un tiempo ingenuo o explotado por la sociedad de consumo. Es el tiempo de Dios y el tiempo del hombre. El clima creado por la liturgia de estos días pretende provocar la fe en la manifestación divina, la apertura a la gracia, la necesidad del amor y del seguimiento a Jesucristo. Una vez ha explicado, someramente, el contenido de la Navidad, el autor, pasa enseñar cómo se dividen las fiestas Navideñas: “la liturgia de la Iglesia prolonga el tiempo de Navidad hasta la Epifanía, que se fija en el sentido y significado de este acontecimiento”. Navidad es la eclosión de la luz y la luz es para alumbrar, para calentar, para guiar. La liturgia de Navidad y Epifanía se subdivide, a su vez, en la semana dentro de la Navidad, la semana de la octava y las ferias de los días de Epifanía hasta la celebración de la festividad del Bautismo del Señor. Durante toda la octava de la Navidad se debe rezar o cantar el Gloria, en la Eucaristía y, el Te Deum, en el oficio de lectura de la Liturgia de las Horas. Igualmente, se recomienda cantar el Aleluya, previo a la proclamación del Evangelio, en la Misa, o, en la Liturgia de las Horas, donde se prescriba como responsorio breve.

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La liturgia de Navidad y Epifanía, desde el Nacimiento hasta el Bautismo en el Jordán, va desgranando las primeras manifestaciones de la salvación de Dios en Jesús: a los pastores, a los magos, en el templo, a los discípulos en Caná de Galilea. Desde las celebraciones vespertinas de la Navidad (tarde del 24 de diciembre) hasta la festividad del Bautismo del Señor (para el año 2021, el domingo 10 de enero) discurre el tiempo litúrgico de Navidad y Epifanía (3 de enero). Su color litúrgico es el blanco. La alegría, el gozo y la celebración de la Natividad y de la Manifestación de Jesucristo son sus características principales. Dentro de la octava de la Navidad hay otras dos grandes fiestas: la Sagrada Familia y Santa María Madre de Dios. El domingo, dentro de la octava de la Navidad, es la festividad de la Sagrada Familia. Este año es el día 27 de diciembre. En el día de la octava de la Navidad (1 de enero), toda la Iglesia Católica celebra la solemnidad de la Maternidad divina de la Virgen María. Desde 1968, por disposición del papa Pablo VI, es también el día de la Jornada Mundial de oración por la paz, que conlleva siempre mensaje papal. La Epifanía es una fiesta más conceptual. Celebra el mismo misterio de la Navidad, pero va más directamente a su significación salvadora. Palabras claves de este tiempo son: iluminación, manifestación, aparición, desvelamiento. El día 6 de enero la Iglesia celebra la Epifanía del Señor (en Colombia se traslada al domingo más cercano). Este misterio complementa al de Navidad. El evangelio de esta solemnidad litúrgica es precisamente la adoración de los magos de oriente.


Por: Delegación de Pastoral Mariana

RELIGIOSIDAD POPULAR

¿De dónde viene la tradicional

Novena de Aguinaldos ? ¿Dónde más se celebra la Novena de Aguinaldos? Aparte de Colombia, la tradicional Novena de Aguinaldos también es celebrada en Ecuador (de donde procedía su autor original, Fray Fernando de Jesús Larrea) y en varias partes de Venezuela. Estos países pueden presumir que tiene la celebración navideña más larga del mundo, ya que a diferencia de otros países en donde solo se conmemora el 24 de diciembre, los países donde se reza la Novena de Aguinaldos, realizan una celebración de nueve días. Países con tradiciones similares

Una de las costumbres que ha acompañado a las familias colombianas durante la época decembrina es la tradicional Novena de Aguinaldos; nueve días de oración, reflexión y un preludio para la llegada de Jesús el 24 de diciembre. Sin embargo, muy pocos conocen el origen de esta tradición tan arraigada a la cultura colombiana. La novena fue creada originalmente por el monje franciscano Fray Fernando de Jesús Larrea, nacido en Quito en 1700 y quien predicó en su país de origen, Ecuador, y también en Colombia. A petición de Clemencia Gertrudis de Jesús Caicedo Vélez Ladrón de Guevara de Aróstegui y Escoto, fundadora del Colegio de La Enseñanza en Bogotá, Fray Fernando escribió la primera edición de la Novena de Aguinaldos. En 1743 y con ayuda de una imprenta ubicada en Santa Fe, 10 ejemplares de esta primera edición vieron la luz. Un siglo después, la madre María Ignacia (cuyo verdadero nombre era Bertilda Samper Acosta) realizó una serie de modificaciones, entre las cuales se encuentran: Adaptación de algunas oraciones a un lenguaje más moderno, adición de los gozos y la suma de la Oración al Niño Jesús, que fue traducido del francés.

En algunos países de Centroamérica como México, Costa Rica, Nicaragua, Guatemala, El Salvador, Honduras, y Panamá, se celebra una tradición similar a las Novenas de Aguinaldos. Estas se denominan "Las Posadas” y consiste en imitar la travesía que tuvieron que afrontar La Virgen María y San José buscando un lugar donde refugiarse antes del nacimiento del Niño Jesús. Al igual que la Novena de Aguinaldos, esta celebración se da del 16 al 24 de diciembre y entre las costumbres que se realizan se encuentran: acoger a vecinos, rezar el Rosario, entonar villancicos, romper una piñata mientras se realiza la petición de Posada. Así lo explica la Arquidiócesis de México: “Dentro de la casa permanecen los anfitriones y fuera de ella los demás participantes. Cada uno de los grupos canta sus correspondientes versos, al término de los cuales se abren las puertas de la casa para que ingresen los Peregrinos. La alegría y el júbilo deben ser notorios, porque una familia ha abierto las puertas de su hogar a José y María”. Ambas costumbres rememoran las dificultades que tuvieron María y José para el nacimiento del Niño Jesús. Con el pasar de los años, la Novena de Aguinaldos ha variado en su lenguaje, pero sigue manteniendo la esencia de la conmemoración solemne que ha acompañado a los colombianos y los ecuatorianos a partir de cada 16 de diciembre. Reunámonos en Familia, para continuar con esta hermosa devoción que nos ayuda a fortalecer la verdadera espiritualidad de la Navidad.

https://www.colombia.com/navidad/noticias/de-donde-viene-la-tradicional-novena-de-aguinaldos-213917

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TRIBUNAL ECLESIÁSTICO

Por: Diácono Permanente José Guillermo Castro Londoño Notario Judicial Eclesiástico.

El expediente matrimonial: ¿Formalismo o herramienta de pastoral?

Hoy hablaremos del último paso o examen final de la preparación remota, próxima e inmediata al matrimonio. El canon 1066 manifiesta: “antes de que se celebre el matrimonio, debe constar que nada se opone a su celebración válida y lícita”. Para ayudar en esta tarea, mediante el canon 1067 se delega a las Conferencias Episcopales para que establezcan “normas sobre el examen a los contrayentes, así como sobre las proclamas matrimoniales”. Es así como el llamado “expediente matrimonial”, surge como herramienta para este cometido. No obstante, ante la cantidad de fracasos matrimoniales y solicitudes de nulidad, es válido preguntarse sobre la eficacia de la investigación previa. Como ya hemos mencionado en publicaciones anteriores, la mayoría de nulidades que declaran los tribunales eclesiásticos se refieren a vicios del consentimiento o a la capacidad para consentir y, entre estos, al “grave defecto de discreción de juicio acerca de los derechos y deberes esenciales del matrimonio que mutuamente se han de dar y aceptar” y/o “la incapacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio por causas de naturaleza síquica”, consagrados en los cánones 1095 § 2 y § 3, respectivamente. A simple vista, se pudiera concluir que el expediente matrimonial es eficaz para detectar impedimentos, evitar errores documentales o de forma canónica, pero no para detectar la incapacidad para consentir o los vicios de consentimiento. Frente a esta realidad, debemos concientizarnos que la nulidad matrimonial no es un tema que

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deba interesar solamente a los canonistas, sino a toda la comunidad eclesial y muy particularmente a los párrocos, sobre los que recae la acción pastoral en su comunidad. Con toda razón, el papa Benedicto XVI en su alocución a la Rota Romana de 2011, expresó que: “entre los medios para asegurar que el proyecto de los contrayentes sea realmente conyugal, se destaca el examen prematrimonial, el cual tiene un contenido jurídico al servicio de la pastoral, que no quiere decir formalista, como si fuese un trámite burocrático consistente en rellenar un módulo sobre la base de preguntas rituales”. Muchos argumentan que, de hacer a conciencia esta investigación, se podría afectar el ius connubii -derecho natural de los novios a contraer matrimonio-, pero debemos aclarar que el ius connubii, de hecho, se refiere al derecho de celebrar un auténtico matrimonio. En este sentido, no se está negando donde no se dan las premisas para su ejercicio. Por ello, los pastores deben realizar las investigaciones necesarias para asegurar la validez del matrimonio que pretenden celebrar los contrayentes. La consecuencia lógica de una buena investigación sería que el párroco, cuantas veces sea necesario, rechace la petición de casarse a aquellos novios que presentan inmadurez psicológica, falta de discreción de juicio o vicios de consentimiento y esto no atenta contra el carácter pastoral ni contra el ius connubii. Por el contrario, apuntaría a permitir el matrimonio a “aquellos a quienes el derecho no se lo prohíbe” en consonancia con el canon 1058.


Por: Pastoral Bíblica | Con el apoyo del Pbro. Hernán Darío Cardona S.D.B

EL EVANGELIO DEL DOMINGO

Primera lectura: Isaías 40, 1-5.9-11 Salmo 84: “Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación” Segunda lectura: Segunda carta del apóstol san Pedro 3, 8-14 Evangelio: San Marcos, 1, 1-8

DOMINGO 6 DE DICIEMBRE

SEGUNDO DOMIGO DE ADVIENTO “Pueblo de Sión, mira que el Señor vendrá para salvar a los pueblos” Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Como está escrito en el profeta Isaías: «Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: “Preparen el camino del Señor, allanen sus senderos”». Apareció Juan el Bautista en el desierto, predicando un bautismo de conversión para el perdón de los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán.

Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: — «Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo los he bautizado a ustedes con agua, pero Él los bautizará con Espíritu Santo». Palabra del Señor

PAUTAS DE REFLEXIÓN El inicio del evangelio es una excelente noticia, ya la relación con Dios no depende de la ley, sino del vínculo con una persona: Jesús de Nazaret. El Evangelio es Jesús Cristo (Mesías) sin artículo, porque no es el mesías de la tradición judía, un liberador por medio de la violencia, sino un mesías diverso, no violento, compasivo y propagador del amor universal del Padre. Tampoco es el hijo de David, sino Hijo de Dios, para inaugurar el reino del Padre marcado por el amor de servicio. Ahora, el evangelista mezcla textos del libro del Éxodo y de la profecía de Isaías, para traer a la memoria dos éxodos o exilios que aporrearon a Israel: el éxodo en Egipto y el exilio en Babilonia. En este contexto, Jesús será el liberador del pueblo. La tierra donde ahora están los judíos es una tierra de esclavitud con los vicios del Templo de Jerusalén y la opresión romana. Dios envía a su mensajero (Ex 23,20) y preparará el camino (Malaquías). Los atributos de Dios en el Antiguo Testamento ahora son de Jesús. Él es el camino de Dios. La preparación del camino del Señor cuenta con todos los seres humanos y el enviado de Dios no procede ni del templo, de las escuelas rabínicas judías, viene del desierto, un espacio dispuesto para una nueva creación. El Evangelio presenta a Juan Bautista, quien anuncia a “uno más fuerte”. El signo de desatar la sandalia, con base en textos del Génesis, del libro de Rut y del Deuteronomio, alude a la ley del levirato. Levir en hebreo significa “cuñado”. Cuando una mujer quedaba viuda y sin hijos, el hermano del esposo (cuñado de la mujer), debía concebir con la viuda y el niño nacido de esa relación llevaba el nombre del marido difunto, para continuar la descendencia de la primera familia. Si el cuñado rechazaba el derecho, quien seguía en la lista se quitaba la sandalia para reclamar el derecho delante del primero o del juez. Juan Bautista hace una afirmación profunda: Israel, por causa de sus líderes ha perdido el rumbo, es como una mujer viuda. Juan no es el Mesías, quien debe fecundar y dar vida nueva al pueblo es Jesús, él tiene el derecho y nadie se lo quitará. Empieza una nueva relación con Dios. Es la esperanza del adviento.

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EL EVANGELIO DEL DOMINGO

Por: Pastoral Bíblica | Con el apoyo del Pbro. Hernán Darío Cardona S.D.B

Primera lectura: Génesis 3, 9-15.20 Salmo 97: “El poderoso ha hecho obras grandes en mí” Segunda lectura: Primera carta de san Pablo a los Efesios 1, 3-6.11-12 Evangelio: San Lucas 1, 26-38

MARTES 8 DE DICIEMBRE

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN “El poderoso ha hecho obras grandes en mí” En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María. Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo. El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia. Palabra del Señor

PAUTAS DE REFLEXIÓN El mensajero del Señor va a una aldea sencilla en Galilea, una región despreciada, así como la llama el profeta Isaías 8,23: galil en hebreo significa el distrito de los paganos, pero algunos hacían derivar la palabra de ga`al (detestar, sentir asco) y de ga`a (alborotarse, ser violento). Los habitantes de Nazaret vivían en grandes grutas y eran considerados belicosos. Según el historiador judío, Flavio Josefo, los galileos eran problemáticos desde pequeños. Y allí llega el mensajero de Dios para hablarle a una mujer de nombre María, un nombre mal visto por algunos en la tradición antigua por qué María era el nombre de la hermana de Moisés, una mujer ambiciosa y castigada por Dios con la lepra y desde aquella ocasión el nombre de María no aparecía en la Biblia. Para muchos rabinos judíos era un nombre de desventura. Nazaret es una pequeña aldea jamás citada en la Biblia, y el mensajero se dirige a una joven virgen comprometida en el matrimonio. El matrimonio hebreo se desarrollaba en dos etapas: en primer lugar, los esponsales cuándo las familias del joven varón y de la joven establecían el pago de la dote a la familia de la muchacha por sacarla de la casa. Cada uno regresaba a su casa hasta el pago de la prenda. En ese momento la joven era llevada a la casa del esposo, era la boda, y comenzaba la convivencia. Asoma un dato de ruptura. El mensajero habla del hijo de Santa María. Su hijo será grande y llamado hijo del altísimo, por lo tanto, José, está excluido del anuncio porque el padre transmitía no solo la vida física y biológica sino también la tradición y la espiritualidad, pero en Jesús hay una nueva creación, Él es el hijo de

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Dios, Él seguirá a su padre (Abba), Jesús estará lleno de las promesas de Dios para el pueblo de Israel y tendrá un Reino sin fin. Santa María acepta el anuncio, pero pregunta el modo, porque ella no conoce a ningún hombre. Aún no ha celebrado la segunda fase del matrimonio. El Ángel responde qué será una acción de Espíritu Santo. María es una mujer abierta a la acción del Espíritu desde su primera aparición en la obra lucana (Evangelio y Hechos de Apóstoles), hasta la última escena (Hch 1,13-15). El signo que se le ofrece a santa María es la acción de Dios en una pariente cercana. Isabel era una mujer anciana y estéril y, sin embargo, la acción de Dios puede realizar en ella su proyecto, porque nada hay imposible para Dios. La fuerza creadora de Dios no tiene límites, pero cuenta con la colaboración de las personas cuando escuchan y confían en la palabra eficaz de Dios. Santa María confía en la acción de Dios y dice: He aquí la esclava del Señor. No dice una sierva sino la servidora. En la Biblia hebrea, el pueblo de Israel es llamado “servidor del Señor”, como asoma en los cánticos de la profecía de Isaías, ahora santa María se identifica con quienes confían en el Señor, en el pueblo de Israel del Señor. Según el texto de Lucas, nada es imposible para Dios y esta es la clave de lectura, no solo de este pasaje, sino de todo el Evangelio. En santa María desciende el Espíritu, como al inicio de la creación, para indicar que nace una realidad nueva. Santa María se fía de Dios, del Dios de sus padres y espera el cumplimiento más difícil: acoger y aceptar al Dios padre revelado por Jesús, su Hijo.


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EL EVANGELIO DEL DOMINGO

Primera Lectura: Libro de Isaías 61, 1-2ª.10-11 Salmo Lucas 1, 46-54: “Desbordo de alegría con el Señor, mi Dios” Segunda Lectura: Primera carta a los Tesalonicenses 5, 16-24 Evangelio: San Juan 1, 6-8.19-28

DOMINGO 13 DE DICIEMBRE

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO “Estén siempre alegres en el Señor, se lo repito, estén alegres. El señor está cerca” Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Y éste fue el testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le preguntaran: — «¿Tú quién eres?» Él confesó sin reservas: — «Yo no soy el Mesías». Le preguntaron: — «¿Entonces, qué? ¿Eres tú Elías?» Él dijo: — «No lo soy». — «¿Eres tú el Profeta?» Respondió: — «No». Y le dijeron: — «¿Quién eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué dices

de ti mismo?» Él contestó: — «Yo soy la voz que grita en el desierto: “Allanen el camino del Señor”, como dijo el profeta Isaías». Entre los enviados había fariseos y le preguntaron: — «Entonces, ¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el Profeta?» Juan les respondió: — «Yo bautizo con agua; pero en medio de ustedes hay uno que no conocen, que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa de su sandalia». Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde estaba Juan bautizando. Palabra del Señor

PAUTAS DE REFLEXIÓN Los levitas, pertenecientes a la tribu de Leví, ejercían la función de vigilancia y de policía en el Templo de Jerusalén, y estaban a disposición del Sanedrín, en cuyo nombre podían arrestar a las personas y ejecutar los castigos. Su presencia es señal evidente de que están dispuestos a arrestar al bautizador. Con un tono amenazador, los sacerdotes y los levitas se dirigen al desconocido: “Tú, ¿quién eres?”. El interrogado no responde, no dice quién es, sino quién no es: “Yo no soy el Mesías” (Jn 1,20). El sospechoso es Juan, del cual el evangelista no ofrece otra indicación, “es un hombre enviado por Dios” (Jn 1,6). Cuando Dios desea manifestar su voluntad, evita con cuidado a las personas que pertenecen al ámbito del mundo religioso en el siglo de Jesús, porque, de ordinario, son refractarias y hostiles a cualquier anuncio novedoso capaz de turbar sus seguridades, y elige simplemente a “un ser humano”, sin ningún otro título a no ser el de pertenecer a la humanidad. Juan es el hombre llamado a ser testigo de la luz que estaba por derramarse sobre el mundo “para que todos creyeran por medio de él” (Jn 1,7). El mandato recibido es para despertar en los hombres, entorpecidos y narcotizados por la religión del siglo I, el deseo de plenitud de vida, preparando de ese modo el pueblo al Mesías. A pesar de la deriva a la cual sus dirigentes habían arrastrado al pueblo (Ez 34,5), el Señor había garantizado que una parte del pueblo siempre le sería fiel: “Yo dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, un resto de Israel que confiará en el nombre de Yahvé” (Sof 3,12-13). Este “resto” sabrá acoger a Jesús, el cual, sin embargo, no restringirá su acción a Israel, sino que la extenderá a toda la humanidad, manifestándose como “Luz del mundo” (Jn 8,12), desplegando su acción liberadora a todos aquellos que se encuentran privados de libertad (“Tengo también otras ovejas que no son de este redil; también a esas las debo conducir”, Jn 10,16). He aquí el motivo por el cual suena la alarma en el Sanedrín.

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EL EVANGELIO DEL DOMINGO

Por: Pastoral Bíblica | Con el apoyo del Pbro. Hernán Darío Cardona S.D.B

Primera Lectura: Del segundo libro de Samuel 7, 1-5.8b-12.14ª.16 Salmo 88: “Cantaré eternamente tus misericordias, Señor.” Segunda Lectura: De la carta del Apóstol San Pablo a los Romanos 16, 25-27 Evangelio: San Lucas 1, 26-38

DOMINGO 20 DE DICIEMBRE

CUARTO DOMINGO DE ADVIENTO “Destilen, el roció, y que la nubes lluevan al justo” En aquel tiempo, el Ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El Ángel, entrando en su presencia, dijo: — «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo». Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El Ángel le dijo: — «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la descendencia de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin».

Y María dijo al Ángel: — «¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?». El Ángel le contestó: — «El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible». María contestó: — «Aquí está la sierva del Señor; hágase en mí según tu palabra». Y la dejó el Ángel. Palabra del Señor

PAUTAS DE REFLEXIÓN El Evangelio de Lucas se abre con el anuncio de dos nacimientos: el de Juan Bautista y el de Jesús. Son nacimientos que indican el cumplimiento de las promesas de Dios, aunque parecen acciones imposibles. En el primer caso, los padres son ancianos y la madre es estéril, en el segundo se trata de una joven, desposada, pero aún no vive su marido. La mención del sexto mes recuerda el sexto día de Génesis 1, cuando Dios completa la creación. El mensajero de Dios tiene por nombre Gabriel, es decir, la fuerza de Dios y la misión del mensajero divino comienza en Jerusalén, en el santuario, en el momento más importante en la vida de un sacerdote. Zacarías pertenece a una de las clases más prestigiosas del sacerdocio; pero allí, el enviado de Dios encuentra la incredulidad, porque el sacerdote no escucha, no comprende, ni acepta la Palabra y tampoco la comunica al pueblo. El mensajero llega a una joven, virgen, desposada. El matrimonio judío tenía dos momentos. La primera etapa se llama los esponsales y la segunda la boda como tal, por lo tanto, el mensajero de Dios encuentra a una joven comprometida, pero todavía no convive con su esposo. El saludo llena de gracia no constata las virtudes de María de Nazaret, sino la plenitud de la gracia de Dios en ella. Es el saludo de los grandes personajes que han cumplido acciones importantes en la historia del pueblo de Dios, como por ejemplo en el caso de Gedeón. María se conmueve ante el anuncio porque, en esta cultura, era impensable que Dios se

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dirigiera a una mujer. La mujer era considerada lejana de Dios, por ello, el mensajero le dice: no temas, María, por qué has encontrado gracia ante Dios, es decir, el amor de Dios ha arropado a esta mujer. Luego se le anuncia que será madre de un hijo a quien ella debe poner un nombre y esta es una de las primeras transgresiones de la tradición en el Evangelio, porque de ordinario quien coloca el nombre es el padre para perpetuar su descendencia. Aquí se inicia la ruptura de la tradición. Decir “Espíritu Santo” significa que en Jesús se manifiesta la verdadera, la nueva y la definitiva creación de Dios. Como consagrado será el Mesías y la garantía para Santa María de este anuncio es la acción de Dios en su pariente Isabel, la esposa de Zacarías y madre de Juan el Bautista. El mensajero de Dios constata la dificultad de la acción de Dios en la casa del sacerdote, pero con la colaboración de la mujer se cumple la promesa. La mención de Isabel recuerda las palabras de Dios a Sara en el libro del Génesis, porque Sara y Abraham no creían en la posibilidad de engendrar un hijo a edad avanzada y el mensajero del Señor confirma que nada es imposible para Dios. Esta es otra transgresión con la cual se cierra el texto de Lucas. Santa María dice: hágase en mí según tu palabra. Ella no consulta ni a su padre ni a su esposo, toma la decisión por sí misma con absoluta libertad. Ella dará el nombre a su hijo y acepta el proyecto de Dios sin consultar a los varones de su casa. Esta es la novedad del Espíritu Santo, según el Evangelio de San Lucas, para que inicie una nueva creación.


Por: Pastoral Bíblica | Con el apoyo del Pbro. Hernán Darío Cardona S.D.B

EL EVANGELIO DEL DOMINGO

Primera Lectura: Libro del libro del profeta Isaías 52, 7-10 Salmo 97: “La tierra entera ha contemplado la bondad de nuestro Dios” Segunda Lectura: De la carta a los Hebreos 1, 1-6 Evangelio: San Juan 1, 1-18 o San Juan 1,1-5.9-14 (forma corta)

VIERNES 25 DE DICIEMBRE

SOLEMNIDAD DEL NACIMIENTO DEL SEÑOR “Salta de alegría, hija de Sión; canta, hija de Jerusalén; mira, ya llega tu Rey” En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de

Dios, si creen en su nombre. Éstos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios. Y la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de él y grita diciendo: - «Este es de quien dije: "El que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo."» Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia. Porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer. . Palabra del Señor

PAUTAS DE REFLEXIÓN El evangelio en esta solemnidad comienza así: “En el principio estaba [ya] la Palabra” (Jn 1,1). Con el término griego logos (palabra, verbo) usado por Juan, y traducido como Palabra, se indica la fuerza de la Palabra creadora que debía realizar la obra de Dios (“Dios dijo: «Haya luz» y hubo luz”, Gen 1,3), guiada por la Sabiduría divina que existía aun antes de la creación: “Fui establecida desde la eternidad, desde el principio, antes de que la tierra existiese” (Pr 8,23). El evangelista presenta la creación por una sola Palabra, la única revelación de la voluntad divina. Con la reivindicación de la unicidad de la Palabra, el evangelista comienza su obra desencadenando una serie de sustituciones de los pilares de la antigua alianza con la persona de Jesús y su anuncio testimonial: “la Ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesús el Cristo” (Jn 1,17). Cuando se conoce la Palabra, todas las otras palabras pierden su fuerza, y las diez palabras de Moisés, que se basaban en una relación con Dios fundada en la obediencia a su Ley, son substituidas por una nueva relación con el Padre, basada en la acogida de su amor. En la relación entre los hijos e hijas con su Padre. En el pesebre está el hijo de Dios hecho humanidad. Por medio de Jesús, el Padre manifiesta a la humanidad un amor que no nace de la necesidad del hombre, sino que lo precede, un amor que será formulado en un único mandamiento: “Les doy un mandamiento nuevo: que se amen unos a otros como yo los he amado” (Jn 13,34). Esta única Palabra, que contenía y formulaba el proyecto que Dios tenía sobre la humanidad aun antes de la creación, sobrepasa toda posibilidad de imaginación por parte del ser humano: “Y [un] Dios era la Palabra” (Jn 1,1). Juan afirma que el proyecto de Dios consiste en elevar al hombre al mismo nivel de Dios y concederle la condición divina. La importancia de este proyecto es tal que toda la creación se orienta hacia su realización, todo fue creado por medio de esta Palabra y sin ella “nada de cuanto existe fue hecho” (Jn 1,3). La creación, por lo tanto, no es un rival contra el cual el hombre debe luchar continuamente, un adversario que deba subyugar y dominar (Gen 1,28), sino un aliado precioso con el cual colaborar en el proceso que conducirá a la plena realización de la humanidad. Para Juan, el relato de la creación del libro del Génesis (Gen 1-3) no es la descripción de un paraíso perdido, sino la profecía del mundo que será, en cuya construcción el hombre es llamado a colaborar (Jn 5,17).

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EL EVANGELIO DEL DOMINGO

Por: Pastoral Bíblica | Con el apoyo del Pbro. Hernán Darío Cardona S.D.B

Primera Lectura: Del libro del Eclesiástico 3, 2-6.12-14 Salmo 127: “Dichosos los que viven en tu casa Señor” Segunda Lectura: De la carta del Apóstol San Pablo a los Colosenses 3, 12-21 Evangelio: San Lucas 2, 22-40

DOMINGO 27 DE DICIEMBRE

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA DE JESÚS, MARÍA Y JOSÉ “Los Pastores fueron corriendo y encontraron a María y a José y al niño recostado en un pesebre” Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones.» Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo: - «Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.» Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía

del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre: - «Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.» Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén. Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.

Palabra del Señor

PAUTAS DE REFLEXIÓN Los padres de Jesús han vivido una intensa experiencia de Espíritu Santo, en especial Santa María (Lc 1,26-38), sin embargo, asumir la novedad del Espíritu es todo un proceso. Ellos vienen de una tradición centrada en la observancia y la obediencia de la ley, para establecer una buena relación con Dios. El texto de hoy refleja la dificultad que encontrará Jesús para relacionarse con su pueblo, cuando quiera mostrarles un Dios de bondad, compasión y misericordia. Ahora el nexo con Dios, según Jesús, supera la ley para abrir espacio a la acogida del Espíritu y su amor universal. En este relato, el evangelista nos muestra el encuentro de dos comitivas: un grupo lo integran los padres y el niño Jesús, quienes llegan al templo para cumplir una prescripción de la ley judía, para “hacerlo hijo de Abraham” con la circuncisión y la imposición del nombre. A los padres se les olvida que Jesús es Hijo de Dios (Abba). Por esta razón, en sentido estricto no necesitan este rito. El otro grupo lo integran un anciano, Simeón, hombre lleno de Espíritu Santo, y luego, una profetisa, Ana. Simeón les muestra a los padres de Jesús otro camino. La purificación de la madre en el judaísmo, por el nacimiento de un bebé, implicaba presentar una ofrenda, José y María entregan la ofrenda de los pobres, un par de tórtolas o dos pichones, y pagar el rescate del hijo con veinte días de trabajo o su equivalente de cinco ciclos de plata. El nombre Simeón significa en hebreo “El Señor ha escuchado”, toma en sus brazos al niño Jesús, y mientras los padres del niño quieren avanzar en los ritos de la ley, el anciano, lleno del Espíritu del Señor, pronuncia una profecía desconcertante para los parientes. Jesús será la gloria de su pueblo Israel. José y María conocían el oficio del mesías, del hijo de Dios, pero ahora surge una novedad “luz para las naciones”, es decir, para los pueblos gentiles, para los

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paganos, una realidad inaceptable para los judíos. Ellos no se mezclan con otros pueblos. Simeón anuncia el amor universal del Dios de Jesús, no para un solo pueblo, para un grupo elegido, sino para la entera humanidad. Por lo tanto, los enemigos de Israel, los “otros” pueblos no deben ser dominados, sino acogidos como hermanos y hermanas. Después Simeón bendice a la madre de una manera un tanto extraña. Jesús será una piedra, podrá ser la piedra de ángulo en una construcción, pero también una piedra de tropiezo, un obstáculo para muchos, para la caída o la resurrección de numerosas personas en Israel. Un signo de contradicción. Y a la madre, a santa María, una espada le traspasará “la vida” (psiché, en griego). Tanto en la biblia hebrea como en el Nuevo Testamento, la espada es una figura de la “Palabra de Dios” (Heb 4,12; Ef 6,17). A Santa María, al pueblo de Israel, a todos los pueblos, la Palabra del Hijo de Dios los confrontará en lo más profundo de su corazón, de su conciencia, para ajustarse a la voluntad de Dios, y las decisiones, por lo tanto, serán dolorosas porque implican la conversión. Este anuncio tendrá su primera manifestación en el siguiente relato, cuando Jesús tome distancia de sus padres en el templo de Jerusalén para dedicarse solo a su Abba-Padre (Lc 2,41-52). Este proceso de conversión y aceptación del proyecto de Dios Padre es un largo camino y un sendero constante que exige cada vez nuevas opciones. Por ejemplo, santa María deberá comprender que de madre del Hijo de Dios deberá transformarse en discípula de Jesús. Una travesía llena de numerosos episodios, así como la espada penetra lo más hondo de cada conciencia. Esta es una propuesta novedosa nacida del evangelio para las familias creyentes.


Por: Pbro. Sergio Urrego Marulanda | Delegado de infancia y juventud

PASTORAL JUVENIL

JÓVENES SENCILLOS, JÓVENES PROFUNDOS Nuestros jóvenes están llamados a vivir la fe de forma dinámica y comprometida, tomando como ejemplo a Jesús joven, quien en la Eucaristía nos da la mayor enseñanza de cómo debe ser la vida: sencilla y profunda.

Jóvenes sencillos

Jesús era un joven sencillo, no andaba con demasiadas complicaciones, sabía aprovechar lo que tenía a su disposición y disfrutaba de las circunstancias de su vida; no se acostumbró a quejarse demasiado de todo lo que sucedía, era claro en sus posturas sobre la cultura, sobre la sociedad y la religión, sobre las relaciones humanas, sobre la familia y sobre el sentido de la vida; era un joven sencillo y, al mismo tiempo, era un joven profundo.

Libres de vidas ficticias, sin mayores adornos superficiales que oculten la realidad de cada uno, libres de la necesidad de adulación, capaces de ser reconocidos por sus aptitudes y destrezas, sin tener que lamer la Suela de alguien para ser promovidos. Jóvenes que no anden detrás de beneficios sin esfuerzo; jóvenes que no busquen amistades por conveniencia ni se traicionen a sí mismos por sentirse protegidos bajo las alas de alguien “poderoso”; jóvenes de corazón sencillo y libre.

Así como es Él, así son sus propuestas. El estilo de vida que Jesús lanzó a la humanidad tiene todo, menos complejidad. Su propuesta no es más que la vida en sus fundamentos. Ideas tan sencillas como Jóvenes profundos aprender a reconocer nuestro origen, relacionarnos con aquel que nos creó, convivir con los demás seres humanos como verdaderos Capaces de reflexionar con calma hermanos y construir una sociedad basada en el amor y la sobre las cuestiones importantes misericordia; así de sencillo, así de profundo. de la vida; sin la presión de algunos adultos oportunistas que Estas dos características de Jesús joven, la sencillez y la profundidad, solo desean consumir su belleza y se encuentran perfectamente plasmadas en el Sacramento de la su vigor. Capaces de rechazar con Eucaristía; no hay mejor explicación de la personalidad de Jesús que valentía el desenfreno de la su forma de manifestarse en este Sacramento increíble. Nada tan cultura que los acosa y les exige sencillo como un trozo de pan sin levadura, nada tan profundo como resultados; capaces de construir Dios hecho sacramento en el pan consagrado. Nada tan sencillo sin prisa y sin la necesidad de como la Eucaristía, nada tan profundo como la Eucaristía, así es tener que impresionar a los Jesús, desconcertante y práctico. demás. Vamos a iniciar el año de la Eucaristía; el 2021 estará marcado por este sacramento fundamental. Deseamos celebrar un año en el que la pastoral de nuestra diócesis sea igual a lo que celebramos, un año de sencillez pastoral, un año de profundidad pastoral. Vemos cómo estos dos conceptos no se contraponen, pues el ejemplo perfecto es el Supremo de los sacramentos.

Que este 2021 nos regale la alegría de contar con jóvenes sencillos y profundos a ejemplo de Jesús en la Eucaristía.

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PASTORAL SACERDOTAL

Por: Delegación de Pastoral Sacerdotal

De la homilía de Mons. Fidel León Cadavid en la navidad del clero 2018 Con la navidad termina la espera prolongada de la humanidad, fueron siglos de espera para ver en un niño el cumplimiento de las promesas hechas al pueblo elegido. Es un anuncio gozoso, un grito de alegría que debe contagiar a todos, sobre todo a los hombres de buena voluntad. La salvación ha llegado; la salvación viene de nuestro Dios: “nos ha nacido el salvador” (Is 9, 6). Es un anuncio de consuelo porque el abrazo de Dios y su poder han quedado patentes para toda la tierra. Todo es nuevo y no estamos perdidos, Dios actúa a favor de nuestra causa, aunque muchas veces creamos que esa causa está perdida. Dios se ha comunicado de diversas formas, pero la manifestación por excelencia de Dios es su Hijo. En el rostro de Jesús, en su libertad sin temores, en su acción restauradora, se contempla el poder y la gloria salvadora de Dios. El salvador del mundo no nace como fruto del amor de unos esposos que se quieren con intensidad, nace como fruto del amor de Dios a toda la humanidad. Y aunque Jesús es un regalo de José y María, es más un regalo de Dios mismo.

quepa Dios, tan cerrados, tan prevenidos, tan de poca visión, tan de corazón tan empequeñecido y egoísta. Abramos un hueco bien amplio y bien abonado en nosotros, donde el que ha venido a nosotros a acampar, pueda asentarse y se sienta a gusto. Jesús se hace carne no para permanecer en los templos, sino para poner su morada entre los hombres, en la vida de los hombres. Jesús es nuestro, es de la calle, del trabajo, de las relaciones, de las preocupaciones, del rebusque, de las luchas, de las pequeñas alegrías, del crecimiento, de las ilusiones. Él, hace suya nuestra carne; nada le es indiferente, que nada de nosotros tampoco sea indiferente a esa presencia del Señor. Contemplemos la aparición del salvador que nos llama al verdadero sentido y nos llama a contemplar, como María; a admirar gozosos, como los pastores; a cantar armónicamente, como los ángeles. La alegría de la navidad es la que nace de la experiencia profunda por el gozo del nacimiento del Salvador. Por eso, realmente, la noche de navidad es, en su esencia profunda, una noche de paz.

Ese pequeño rey viene a restaurar el mundo roto por la incertidumbre, amenazado de violencia, de descomposición social y desvanecimiento de los valores. Él viene a recuperar la verdadera identidad de la humanidad, a recuperar su bondad y armonía original. El signo de esta presencia bondadosa de Dios y su amor a los más pobres, amor que lo lleva a compartir nuestra condición humana, es tan sencillo como desconcertante: un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre, es el más grande gesto de gratuidad de Dios. Admirable, Dios, el poderoso, se hace pequeño, indefenso, para poder ser acogido por nuestros brazos; Dios, el trascendente, se hace alcanzable y alcanzable para todos. Es el hecho insólito de cómo irrumpe Dios en nuestra historia; y ese es el modo de actuar de Dios que privilegia lo pequeños sobre lo grande, con segundas intenciones. Dios reta permanentemente nuestra racionalidad humana, generalmente, egoísta y arribista, con contrastes que nos abren a la sorpresa; se nos revela la Vida, el Amor, el modo más maravilloso, más humilde, más sencillo. El amor no necesita truenos y centellas, ningún reflejo que deslumbre y descreste. Dios no es un actor de cien o de teatro, y mucho menos un mago, y nunca necesita de aplausos y lambonerías; actúa sencillamente. Al hacerse uno de nosotros, el Redentor se humilla enalteciendo nuestra pobreza, haciendo de su abajamiento un canal por el cual la misericordia de Dios viene a nosotros y por el cual nosotros ascendemos hasta el amor mismo a una vida sobria, santa, religiosa; es el admirable intercambio, se abaja para enaltecernos; se empobrece para enriquecernos; se hace humano, para hacernos divinos. ¿Todavía habrá pequeñeces con las cuales Dios nos sorprenda? Sí, hay signos que nos deberían sorprender. ¿Por qué no nos sorprendemos? Porque a veces tenemos un corazón cerrado que nos hace indiferente a eso más ignorado, desconocido, insignificante. Dios se nos aparece y nosotros en nuestra soberbia y displicencia, lo rechazamos.

Otra actitud es el silencio. El niño de Belén no se siente cómodo en el mundo del consumo porque ese mundo deshumaniza, ese mundo se cosifica y pierde el sentido de vivir. Prefiere el silencio del establo a la algarabía y al derroche. Jesús inaugura el reino de la alegría y de la esperanza; el humo de la pólvora y de la bulla, no opaque su presencia.

Unas actitudes frente a la navidad: que el corazón se ensanche. Ensanchemos nuestra tienda para acoger al recién nacido. Que no seamos tan estrechos, donde no

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Y una actitud de fe. El don de la fe es creer que la Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros; acoger a Jesús es la experiencia cercana del amor de Dios con la realización de una promesa: los que creen en él y lo acogen de corazón, él les da el poder de ser hijos de Dios (Cfr. Jn 1, 12). Es un acontecimiento sobrenatural para vivirlo en la fe, vivirlo en la familia, vivirlo en la comunidad con encanto espiritual y renovación interior. Si Dios se acerca y rompe distancias, acerca el cielo y la tierra, lo temporal y lo eterno, es tiempo también para que nosotros acortemos distancias, nos reconciliemos con quien hemos tenido diferencias o distanciamientos, acercar; es tiempo de restaurar el daño que causamos con nuestras palabras, con nuestras actitudes, porque esos gestos han herido a otros y los han alejado, por eso es tiempo de poner las cosas en paz. Si Dios humanado acoge a todos los hombres y mujeres, es tiempo de real fraternidad y unidad, de acogida solidaria y compasiva con todos, prefiriendo a los que sufren; es tiempo de superar diferencias y desprecios, y si Dios transforma la realidad porque rompe las cadenas y derrota la tristeza, cuando nuestra condición humana es tocada, bendecida, redimida por la misma gracia de Dios, entonces con esa luz del recién nacido, otro mundo es posible; porque es posible el amor, la solidaridad, la justicia, la unidad, la bondad, la verdad, porque en él recibimos gracias tras gracia. Por eso es posible la santidad, el equilibrio, la armonía y la reconciliación. Para Dios todo es posible. Es posible que esta navidad, traiga aires nuevos, como un niño que recién nace; aires nuevos para nuestra vida personal, nuestra fe y nuestro ministerio. Que esta alegre navidad renovadora nos garantice un año nuevo, pero un año nuevo en el Señor.


“Es la maravillosa transformación que se opera por la acción Diosde en el Familiar interior PASTORAL del creyente… se va Por: Yoni Alexander García Osorio |de Asistente Pastoral FAMILIAR despojando de su orgullo, de su amor propio, de su deseo de gloria humana, y comienzan a desaparecer las obras de la carne y empiezan a florecer los frutos del Espíritu”

ElnoAmor lleva cuentas

del mal

La ley del talión, existente desde la antigüedad y mencionada por Jesús en el Evangelio, “Ojo por ojo, diente por diente” (Cfr Mt 5, 38), permite mirar de entrada la lógica y la concepción de justicia que desde siempre en la esencia de las sociedades se ha forjado. En una dinámica en donde el desquite es regla general y donde hay necesidad de venganza, urge con premura, recordar La Palabra del Señor, circundada por el llamado que Él mismo hace al amor. El término y a la vez la invitación “La civilización del amor”, proferida en su momento por el papa Pablo VI, manifiesta el sueño de Dios para con sus hijos, ir en avanzada construyendo con los más nobles sentimientos que de Él nos vienen, su proyecto que dignifica y es signo de vida. La civilización, en este sentido, no son solo los avances tecnológicos o los adelantos en sentido científico o urbanístico, la verdadera civilización del ser humano, como imagen de Dios, es la construcción personal desde dentro, el reconocimiento de la dignidad como imagen y semejanza de su creador. El llamado que resuena en la contemporaneidad, va en consonancia con recobrar el rumbo, en quitar “las escamas de los ojos” para evidenciar y reconocer el amor primero, la esencia, lo que se es en sentido original, frutos del amor, y este mismo amor, hecho hombre en Jesucristo, nacido para nuestra salvación (Cfr 1 Jn 4,8).

Menciona el papa Francisco en uno de sus escritos: “El verdadero amor no tiene memoria”, en el contexto de su discurso donde el sumo pontífice afirmó la bondad de Dios al perdonar. Un auténtico sentido del amor lleva siempre a reconocer que este es incorrupto, no se deja permear por el mal, siempre es actual, siempre es vigente, siempre es nuevo; como ya lo plasma el apóstol Pablo, el amor no pasará jamás (Cfr 1 Co 13,8). Al permanecer el amor, con su imagen original, el proyecto del ser humano es siempre a perdurar originales, no solo el actuar de manera corriente, pasando por la vida sin dejar huella ni imprenta, sino a personificar, a hacer palpable y presente el amor, que no es más que permanecer “incorruptos” en esencia”. A propósito de la beatificación reciente de Carlo Acutis, es muy pertinente traer a mención una de sus máximas: “Todos nacemos originales y morimos como fotocopias”. Ser y personificar el amor conlleva a permanecer siempre originales y no dejar corromper ni manchar la imagen genuina, desentenderse de la bajeza del mal, perder la cuenta de las ofensas y las faltas con las que se pudo, en algún momento de la vida, sesgar el proyecto original por el rencor o posibles heridas y a permanecer siempre intactos. Aprender a olvidar y a perder la memoria, es la esencia del amor, lo que debemos ser, lo que se debe realizar para no desdibujar la imagen original, pues el amor no lleva cuentas del mal.

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PASTORAL SOCIAL

Por: Oscar González, Seminarista Asociación San Pablo | AFPM Pastoral Social

“Tengan entre ustedes los mismos sentimientos de Cristo Jesús” Flp 2, 5

Cuando san Pablo escribe la carta los filipenses, sabe que ellos tienen un conocimiento previo sobre Jesús, y de manera especial sobre los sentimientos que movieron al Señor a hacer lo que expone el apóstol seguidamente en su carta, que “Cristo no hizo alarde se condición de Dios, sino que se despojó a sí mismo y tomó la condición de esclavo” (Cf. Flp 2,6). Y, ¿qué ha sido eso que ha llevado al mismo Dios a abajarse y asumir la forma de un siervo? ¿por qué se ha despojado de su dignidad y se ha solidarizado con el género humano, sometiéndose a sus limitaciones y sufrimientos? Él mismo da la respuesta: “No hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15,13). Lo que mueve al Señor a olvidarse de sí, a ponerse al mismo nivel del pobre, del débil, del que no cuenta para la sociedad, del marginado, del excluido, y del olvidado por sus hermanos; y a donarse a sí mismo a estos que para el mundo no cuentan, es la caridad, es decir, el amor. Pues ya lo dijo san Juan: “…Dios es amor” (1 Jn 4,8), y se nos recuerda explícitamente en este tiempo festivo de la navidad: Dios que desciende y se hace hombre para que, con su gracia, el hombre pueda volver a la semejanza con Dios, es decir, recupere su dignidad de hijo de Dios. (Cf. CEC 460)

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Este mismo sentimiento, el de Cristo Jesús, es el que debe mover a todo cristiano en su pensar y actuar frente al hermano, con su prójimo, y de manera especial en esta época marcada por la crisis económica y social que ha despertado agudamente la pandemia provocada por el Covid-19. Hemos de dejar a un lado el miedo que “nos priva del deseo y capacidad de encuentro con el otro” (FT 41), pues son muchos los discursos que se han multiplicado en favor de los más vulnerables, de la dignidad y derechos humanos, pero muchas veces nos hemos distanciado y olvidado de la necesidad material del pobre y menesteroso; “seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras” (FT 6), sino que se consolide en acciones efectivas y fácticas, henchidas de afecto y amor fraterno filial que trascienda y divinice el sentido filántropo natural. Sea la caridad de Dios para con el hombre en la navidad un plus, un modelo y motivación para ejercitarnos en la caridad con el prójimo, haciendo omisión de su raza, etnia, nacionalidad, ideología, etc., pues para Dios no hay distinción (Cf. Gal 3,28) y todos le pertenecemos (Cf. 1 Cor 3,23).


Parte 9

Por: Mons. Gilberto Muñoz Ospina

ANÁLISIS DE LA REALIDAD

EL TRABAJO: DON Y OBRA DE DIOS DONADO AL SER HUMANO En la Doctrina Social de la Iglesia Católica

La Quadragesimo anno del papa Pío XI, es sobre la restauración del orden social en conformidad con la ley evangélica, al celebrarse los 40 años de la R.N. de León XIII. El sujeto del trabajo es fundamental, porque la finalidad el trabajo es siempre el ser humano. La finalidad de cualquier trabajo sigue siendo siempre el ser humano mismo. La grandeza del trabajo y los bienes por la voluntad de Dios: “Los inmensos bienes que forman la riqueza de los seres humanos, brotan directamente de los trabajadores por medio de los conocimientos, tierras, instrumentos y máquinas que aumentan la eficacia de manera tan admirable. Los pueblos no han labrado su fortuna sino por medio del inmenso trabajo acumulado por tantos ciudadanos, trabajo de los directores y trabajo de los ejecutores. Todos esos esfuerzos ni se hubieran podido comenzar sin la bondad del creador de todas las cosas Dios. Porque el trabajo es no solo el empleo, sino el ejercicio de las fuerzas del alma y del cuerpo en los bienes materiales” (Q.A. 53). “En el trabajo debe considerarse el aspecto personal y social, porque la actividad humana no puede producir sus frutos si no queda en pie un cuerpo verdaderamente social, y un orden jurídico y social que garanticen el trabajo en las diferentes profesiones” (Q.A. 69). “En nuestros días, según están las cosas sobre el mercado del trabajo la oferta y la demanda, separan a los hombres en dos clases, como en dos ejércitos y transforma el mercado como un campo de batalla. Por eso urge poner ante todo un remedio: es preciso que se fomenten miembros del cuerpo social bien organizados, leyes, órdenes y profesiones en que se una la humanidad, no según el cargo que tienen en el trabajo y en el mercado, sino las diversas leyes y funciones para que cada uno ejecute” (Q.A. 83) La Mater et Magistra de Juan XXIII: Gracias a Dios son muy conocidos los principios básicos expuestos por este Papa y con inmensa autoridad expresa que lo que debe construirse y reconstruirse por el trabajo con respecto al sector económico-social, es la que hace la humana convivencia.

“Todo el trabajo tiene que ser valorado y tratado no como una mercancía, sino como una expresión de toda persona humana. Por él se obtienen los medios de subsistencia, los salarios, los bienes necesarios de los demás por el logro de la justicia y la equidad. El Estado no puede permanecer ausente del mundo económico, sino promover las oportunidades de producción, tutelar los derechos de los ciudadanos sobre todo de los más débiles y contribuir al mejoramiento de las condiciones de los obreros. Empresarios y obreros deben regular sus relaciones inspirándose en el principio de solidaridad humana y de fraternidad cristiana, pues los creyentes deben dar vida a muchas iniciativas, según el querer de Dios y movidos por las exigencias de la naturaleza y de los seres humanos”. (M. et M. 6). “Creemos que es deber nuestro afirmar que la retribución del trabajo tiene ser respecto a la ley del mercado, de la justicia y la equidad. Esto exige que a los trabajadores les corresponda una retribución conforme a sus necesidades, y a las condiciones económicas de la empresa, a las exigencias del bien común, a las leyes estatales” (M.et.M.20). “La justicia ha de ser respetada en las leyes, en los trabajos, en la distribución de los bienes y las riquezas y en cuanto a la estructura de las empresas en que se cumple bien la actividad productiva. Por tanto, si todo lo anterior compromete la dignidad humana, el sistema económico es injusto, aunque la riqueza producida logre el alcance de altos niveles” (M. et M. 23). “En el plano mundial, aunque progresa la economía, disminuyen las fuerzas de trabajo agrícola, mientras crece el porcentaje de las industrias: por eso muchos campesinos tienen que huir de su ambiente considerado estrecho y sin expectativas. En muchas partes es un sector deprimido, sea por lo tocante al índice de productividad de las fuerzas del trabajo, sea respecto al tenor de vida de las poblaciones agrícolas-rurales” (M. et M. 34).

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PASTORAL EDUCATIVA

Por: Seminarista Wilmar Quiroga

"Es hora de mirar hacia adelante con valentía y esperanza. Que nos sostenga la convicción de que en la educación se encuentra la semilla de la esperanza: una esperanza de paz y de justicia. Una esperanza de belleza, de bondad; una esperanza de armonía social" Francisco.

PACTO EDUCATIVO GLOBAL Con motivo de la firma del pacto educativo global, iniciativa a la cual ha venido apostándole el papa Francisco, el pasado 15 de octubre, en el encuentro sobre dicho pacto en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma, el sumo pontífice realizó un llamado a todos los entes de la sociedad mundial a unirse a este pacto. Esta iniciativa nace de la plena convicción de que la educación es el camino, el instrumento para cambiar efectivamente la realidad social y económica que se vive actualmente a nivel mundial. En esta invitación a unirnos al pacto educativo global, el Papa resalta una situación que marca el contexto actual: la catástrofe educativa que en gran cantidad de países y regiones del mundo que ha hecho que millones de niños (cerca de doscientos cincuenta millones) en edad escolar no estén recibiendo ningún tipo de educación y formación escolar, anexando aquellos que debido a la crisis del coronavirus tendrán que abandonar la escuela. Para ello, el Papa hace un llamado especial “a todas las partes del mundo, a los hombres y mujeres de la cultura, la ciencia y el deporte, a los artistas y a los trabajadores de los medios de comunicación, para que también ellos firmen este pacto y, a través de su testimonio y su trabajo, promuevan los valores de cuidado, paz, justicia, bondad, belleza, aceptación de los demás y hermandad”, y en general a todos nosotros, teniendo en cuenta que todos debemos

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ser copartícipes de esta gran responsabilidad de la educación en el mundo, iniciando y generando nuevos procesos e iniciativas de transformación. Para ello, el Papa indica que es necesario dar una vuelta al modelo de desarrollo, para construir uno basado en la solidaridad y en la necesidad de la educación como herramienta para responder a los diferentes desafíos que nos presenta el mundo contemporáneo y para comprender y encontrar soluciones a las necesidades de cada generación. Esto se puede lograr solo si se llega a la adquisición de un compromiso personal y conjunto que permita crear armonía en la construcción de una sociedad mejor; para lo cual, se hace necesario dar una mirada especial hacia la niñez y su educación, a la dignidad de ser humano, la importancia de la familia como principal educador, a la apertura hacia los más vulnerables y marginados y el cuidado de la casa común, protegiéndola de la explotación de sus recursos y buscando estilos de vida más acordes para favorecer su preservación. En este llamado, el santo Padre nos incluye a todos recordándonos que todos somos “corresponsables” de los destinos del mundo, de nuestras naciones y de nuestras localidades. Todos podemos aportar en la construcción de este “Pacto Educativo Global” desde nuestra propia realidad, empezando por nuestros hogares, con nuestro empeño, cuidado y testimonio.


Al hacerse uno de nosotros, el Redentor se humilla enalteciendo nuestra pobreza, haciendo de su abajamiento un canal por el cual la misericordia de Dios viene a nosotros y por el cual nosotros ascendemos hasta el amor mismo a una vida sobria, santa, religiosa; es el admirable intercambio, se abaja para enaltecernos; se empobrece para enriquecernos; se hace humano, para hacernos divinos.


Iluminación Doctrinal “Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado, instituyó el Sacrificio Eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria futura” (CEC 1323)

“… Sus ojos fueron abiertos y lo reconocieron…” Lc 24,31a

Los ojos y el reconocimiento hacen parte la misma realidad. Es la manera como se establece una relación con el otro. Los discípulos de Emaús una vez que Jesús partió el pan y lo distribuyó entre ellos (Cfr. 24,30) sus ojos les fueron abiertos, no por sí mismos, sino que fue el mismo Jesús quien lo hizo. Además, lo reconocieron, que según la tradición bíblica, este reconocer va más allá de un conocimiento o saber teórico; se trata en el fondo de la creación de una relación íntima entre dos personas, basada muchas veces en el amor. Por eso el texto en el versículo siguiente dice: “¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?” (Cfr. Lc 24,32). A través de la Eucaristía, que también es la fracción del Pan, Jesús abre nuestros ojos para que lo reconozcamos, pero no de una manera superficial y vacía, sino que entabla con nosotros una relación íntima, que hace arder el corazón de amor como lo hizo con los discípulos de Emaús.


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