Lincoln es un huérfano criado por las prostitutas de un Saloon, y está enfadado con el mundo. Es odioso, mal intencionado y con mala uva, por lo que el pueblo ha acabado odiándolo y marginándolo. Vagando por las rutas del oeste americano tiene un encuentro que le cambiará la vida. Conoce a Dios en persona, que se propone la difícil tarea de cambiar a Lincoln. Tras firmar un pacto a cambio de la inmortalidad, nos encontramos con una pareja cómica y cínica como nunca se ha visto.
978-84-92902-49-1 PVP: 16€
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¿Sería por algún motivo concreto?
¿Sería que sí?
¿Lo sabré algún día?
Nada desde que salí del vientre de mi desconocida madre el 12 de junio de 1887, un día sin cielo y sin historia, habría podido hacer pensar que mi vida futura sería la que ha acabado siendo.
Ni en el cielo se vieron señales maravillosas o premonitorias, ni yo cargaba con un equipaje hereditario especialmente alentador. Más bien todo lo contrario, con una progenitora de reconocido pasado alcohólico y una intervención paterna limitada a la expulsión apresurada de una dudosa simiente a cambio de un puñado de dólares.
No os cuento esto para que os echéis unas lagrimitas, no soy digno de compasión. Admito que igual fue un pasaje obligado, una especie de rito de iniciación a la vida algo violento.
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de hecho, me cabreo sólo con hacer esta presentación.
Pasé mi infancia de mala leche y creo que mis primeras palabras fueron:
¡Joder!
¡Mierda! ¡Puta!
Basta con decir que las escasas personas que se molestaron en ocuparse de mí, solían hacerlo para encerrarme en el sótano.
Comprenderán que eso contribuyó poco a enmendarme.
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Con lo que no contaron esos paletos era que el cráneo de ese muchacho socialmente marginado pudiera albergar un cerebro bastante bien amueblado.
Creo que eso era lo que más les cabreaba. Siempre les replicaba y siempre buscaba subvertir el orden establecido.
Pocas cosas cabrean más que un niñato que se da importancia desde la altura de sus quince años con un aplomo insolente y un lenguaje que haría palidecer a un vaquero. ¡Más vale que dejes de cagarte en los pantalones si quieres cargarte a ese cabrón!
Pero, ¿cómo sabes tú eso? ¡¡Vuestro dios no es más que el consuelo de los cobardes!!
Lo cual hizo que apenas me dejaran abrir la boca hasta que cumplí 19 años.
Momento en el que se me pidió amablemente que saliera a ver mundo, con sólo dos o tres billetes y una patada en el culo por todo equipaje.
Por cierto, me llamo Lincoln. No es mi verdadero nombre, pero es que nunca he sabido cuál era y siempre me han llamado Duro de mollera. Lo de Lincoln lo elegí yo porque en cuanto ese abría la boca los demás cerraban la suya. incluso llegaron a cargárselo para que se callara...
¡igual es eso lo que me espera!
¡Allá os jodan a todos!
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ยกJoder!
Pschh...
Mierda...
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Ya voy, ya voy...
Bienvenido a la casa de Dios. Normalmente no permitimos armas de fuego dentro del recinto del monasterio...
¿Sí?
¡Grumpf! ...pero, pase a entrar en calor en la cocina...
Tome, con esto podrá recuperar las fuerzas...
Aquí estará usted bien...
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ยกArriba, gordo!
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