Guía para el Maestro. Educación Básica. Secundaria. Tutoría.

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Lineamientos para la formación y atención de los adolescentes 2011 / Guía para el Maestro Secundaria / Tutoría ORIENTACIONES PARA LA CONVIVENCIA EN EL AULA Y EN LA ESCUELA

El siguiente testimonio es un ejemplo de cómo pueden llegar a experimentar los estudiantes los ambientes adversos para el aprendizaje, la importancia de la asertividad y lo relevante de Tutoría para escuchar y conocer las inquietudes de los estudiantes (SEP, 2006: 20): “El maestro que me bronquea todo el tiempo está por llegar al salón y cuando entre por esa puerta y me mire con sus ojos enemigos, desearé que me trague la tierra. ¡Dios mío! ¡Qué largo se me hacen los 50 minutos de clase y qué tragedia cuando me hace una pregunta que no sé contestar aunque haya estudiado, porque su mirada hace que todo se me olvide! Ya sé todo lo que me dirá: - Fulano, qué es lo que tienes en el cerebro, un loco contestaría mejor que tú... Ojalá que tenga una junta, o se haya quedado dormido y no aparezca por lo menos hoy.” Vivencia de un alumno de secundaria.

Lo

que implementa Tutoría junto con sus alumnos con respecto a la creación de ambientes

cálidos y democráticos, tiene un efecto formativo que impactará su vida más allá del aula, y es que, como se ha venido analizando, impulsar en la vida escolar la cultura democrática fundada en la igualdad y el respeto a las personas, el reconocimiento de la pluralidad, la tolerancia y la construcción de espacios incluyentes y dialógicos, es la base para una auténtica formación en el campo formativo de Tutoría. Para ello resulta primordial evitar uno de los errores comunes en el tema de la democracia en el aula, que considera que ésta significa atentar contra la autoridad del educador y relajar la vigilancia y administración de la disciplina en el aula y la escuela. Por el contrario, la democracia no sólo no está peleada con la figura de la autoridad ni con la disciplina, sino que ambos son requisitos indispensables e irrenunciables para la gestión de los ambientes de convivencia. Lo que sí pretende es desterrar el autoritarismo y aquella concepción de la disciplina que –mal entendida desde luego– humilla, lastima u ofende a la persona: disciplinar deriva de disciplinare: enseñar; mientras que castigar se asocia con lastimar –física, emocional o psicológicamente– a la persona. Por ello es posible aspirar a una disciplina democrática, en la que las normas se valoran y respetan por la legitimidad que les brinda su discusión y construcción colectivas, por su fundamentación moral que deriva de la comprensión y la reflexión crítica sobre la importancia de favorecer todo aquello que contribuye con la convivencia y el aprendizaje, y desterrar prácticas y visiones que les son antagónicas. El educador o educadora requiere por ello desarrollar para sí y sus alumnos, capacidades comunicativas y de resolución de conflictos en donde la disciplina formativa/democrática, la asertividad y la autorregulación sean recursos y objetos del aprendizaje y la práctica permanente en el trabajo cotidiano del aula.

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