De Largo Aliento núm. 5 julio 2014

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JULIO 2014

Cómo escribir poesía infantil

El mundo es un teatro Tan no es sencillo escribir poesía para los niños que casi ninguna editorial tiene una colección de ese género en México. Como hacer teatro, también. Vaya complejidades. Elizabeth Cruz Madrid

Un buen poema no lo vas a sentir, comprender y disfrutar en una sola lectura. Te va a acompañar durante mucho tiempo. A veces toda la vida. Eso quiere decir que tanto para el adulto como para los niños la lectura de poesía es compleja, mas no complicada. Es profunda. No es una cosa que se absorbe como tomar un refresco, porque la poesía posee sabores, texturas y una sutileza que le permiten respirar y vivir en el mundo de la palabra literaria. Cualquier poema, salvo que tuviera un tema pornográfico o cosas extremas, puede llegar a un niño”, expresa Jorge Luján, quien bajo esta creencia se dio a la tarea hace más de 30 años de iniciar un taller para acercar la poesía a los infantes. La experiencia fue tan grata que esta actividad se prolongó hasta que los niños se convirtieron en adolescentes. Una de las niñas que asistió al taller de Luján fue la directora de teatro Haydée Boetto, quien ha crecido acompañada por la poesía y ha cavado tan hondo en ella que actualmente se distingue por adaptar textos poéticos a la acción dramática. Una tarea que suena casi imposible, pero que ha logrado en puestas en escena como Pato, muerte y tulipán, que sigue representándose en el interior de la República, y Palabras al vuelo, que el 11 de mayo terminó su temporada en el Teatro El Galeón del Centro Cultural del Bosque. Pato, muerte y tulipán está basada en un cuento de Wolf Erlbruch sobre el fin de la vida, mientras que Palabras al vuelo se inspira en un libro de Luján: Palabras manzana (Editorial Anaya, 2003). Boetto expresa que le interesó poner en escena los poemas del escritor argentino porque “uno de los objetivos de este último espectáculo es acercar la poesía al público joven. A los que la poesía les parece aburrida, ajena, solemne. Quisimos quitarle todo eso y mostrarla de una manera lúdica, muy juguetona, desenfadada y casi sin mencionar nunca la palabra poesía. Quisimos dejar una puerta abierta al espectador”. Y Boetto confía en que lo han logrado, porque, además de la temporada en El Galeón, han dado “40 funciones para secundarias públicas, y los adolescentes —refiere— reaccionaban maravillosamente. Entraban desde el primer momento en la obra, porque los niños de por sí son metáfora pura; los adolescentes están a flor de piel, sienten, se ríen muchísimo, todo les afecta. La fuerza de las palabras, y más como las ha puesto Jorge Luján en sus poemas, tiene una potencia que nadie se espera”. Boetto comenta que adapta textos poéticos porque le “gusta tocar fibras, esos lugares esenciales que tiene la poesía. Quitar la paja para que quede la esencia pura de lo que uno quiere decir”. —¿Cómo logra convertir en acción dramática los poemas y las disertaciones filosóficas? —Es un trabajo de equipo, aunque yo trazo una primera ruta. Por ejemplo, en Palabras al

Fotos de Leonardo Soqui.

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Escenas de Pato, muerte y tulipán.

Y cabe justo en el dibujo poemas de Jorge Luján Tumba, tumba, retumba No es contra el mundo que embiste el rinoceronte sino contra esos cuernos que por nada se quitan de en medio de sus ojos. Tarde de invierno Juega mi dedo en el vidrio empañado y dibuja una luna y dentro de ella a mi madre que viene por la calle y cabe justo en el dibujo que voy agrandando a medida que se va acercando hasta darme este abrazo que cabe exactamente detrás del vidrio del portarretrato.

vuelo hice la selección de los poemas que me parecían más escenificables y después empecé junto con mi equipo a investigar qué nos daba cada uno, qué nos movía, qué significaba, cuál era su esencia. Luego nos preguntamos a qué material se parecen las palabras de cada poema y qué historia encierra. Así fuimos construyendo; improvisando con los actores y los objetos hasta encontrar un universo para cada uno de los textos. En esta obra hay siete pequeñas obras, porque se basa en siete poemas, y cada uno tiene sus reglas y sus técnicas de manipulación de títeres. Además, agrega la también actriz, “la poesía se puede ver, sentir, escuchar. Sí son textos difíciles de adaptar porque uno tiene que ir de la mano de ellos. No puedes pelearte ni imponerte. Si vas a adaptar o tomar como inspiración un texto, primero debes respetar lo que quiere decir, para lo que fue escrito, la sensación que provoca”. El libro de Jorge Luján en el que se inspiró la obra de Boetto no siempre es fácil de conseguir. A pesar de que la editorial tiene distribución en México, no todo su catálogo está disponible. Eso nos lleva a otra reflexión: ¿por qué si la poesía es tan importante hay tan poca oferta de textos poéticos, sobre todo para niños? A propósito, la escritora María Baranda, que es de las pocas que se ha adentrado en el género, comenta: “Hay muy pocos editores que apuestan por la poesía, como si los niños fueran incapaces de recibirla. Nada más échale un ojito a los catálogos de las grandes editoriales, como Fondo de Cultura Económica (que sólo publica el premio de la Fundación para las Letras Mexicanas, lo cual quiere decir que no ejerce un criterio editorial, y que jamás ha incluido en A la orilla del viento un solo título de poesía), SM, Alfaguara, Castillo, etcétera”. Baranda es autora de Digo de noche un gato y otros poemas, el único título que la SEP ha comprado a Ediciones El Naranjo para las bibliotecas de aula. Esto llama la atención a su directora, Ana Laura Delgado, porque otros libros de poesía que ha publicado sí han recibido reconocimientos de instituciones y los han comprado en otros países. Por ejemplo, el Premio White Ravens por Tigre callado escribe poesía, de Monique Zepeda, y el Premio al Arte Editorial Caniem para Diente de león, también de Baranda. “En Chile —precisa Delgado— nos han comprado 800 libros de Tres veces tres la mar de Pedro Villar Sánchez y dos mil 12 ejemplares de Sol de los amigos, de Baranda. Esos son los paradigmas, no sabes porqué los especialistas de literatura juvenil consideran bueno un libro y en México no”. Se puede concluir que en México hace falta más cultura de la poesía y por ello debería promoverse más en los niños, ¿pero sí hay autores trabajando en ello? La Fundación para las Letras Mexicanas sacó el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños que ha motivado esta labor. Preguntamos a Luján, quien ha formado parte de este jurado, qué carencias ha visto en las participaciones: —Carencias tenemos todos —responde—. La poesía para niños no tiene la historia que la poesía para adultos; sin embargo, al escribir para niños uno se debe hacer responsable de todo lo que ocurrió antes en la poesía. Poesía para niños tiene dos sustantivos, dos temas a resolver: saber qué es un niño, que es muy difícil, y saber qué es poesía. Son dos universos importantísimos que ambos tienen que ser tratados y estudiados a fondo para que el resultado sea valioso. De otra manera, las cosas quedan cojas.


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