El castillo cubierto por la niebla

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El Castillo cubierto por la niebla

Realizado por: MarĂ­a Pena Contreras

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Hace muchos años, unos hermanos llamados Adelaida y Jerónimo, salieron de su casa para ir al bosque a por setas para la comida. Adelaida tenía seis años y era de estatura normal. Tenía la nariz chata y respingona y sus labios eran muy gorditos. Adelaida tenía el pelo marrón y muy largo. A Adelaida le gustaban las princesas y los principes, los unicornios y los caballos, los elfos y las hadas. Jerónimo tenía diez años y era más bien bajito. Tenía los ojos marrones y profundos. Tenía la nariz gordita. Y su pelo era negro y corto. A Jerónimo le gustaban los dragones, los soldados, los trols y los enanos. Los padres de los niños los dejaban ir al bosque. Al parecer, en el pueblo no había mucho entretenimiento y ellos entendían que se aburrían. El día en que salieron al bosque se les olvidó poner un camino de piedras desde la aldea hasta donde llegasen, y se perdieron. Al seguir caminando, encontraron un camino muy... distinto; setas de mayor tamaño, árboles con muchos agujeros, campos de hierba muy bien cuidada... Los niños estaban extrañados, en su aldea no había nada de eso, y las setas que les habían enseñado a recolectar no se parecían en nada a esas. – “Adelaida, ¿algúna vez habías visto algo así?”- preguntó Jerónimo. – “No, es un poco extraño. Nunca había visto nada igual, el camino ha cambiado completamente en un plis-plas”contestó Adelaida. – “Seguiremos caminando. Tal vez lleguemos a algún sitio”dijo Jerónimo. – “De acuerdo, hermano”- dijo Adelaida.


Siguieron caminando poco a poco y, de repente, escucharon un susurro: – “Quedaos quietos”. Adelaida y Jerónimo se miraron sorprendidos y, exactamente, no sabían de dónde venía el susurro. – “No os mováis, quedaos quietos”. Aún más confusos, los dos hermanos pasaron las manos por las hojas y, de repente, un hada y un pequeño elfo se quejaron: – “¡Ay! No nos des, nos haces daño, ¿es que no te das cuenta?”-dijeron valientes saliendo de su escondite. – “Em...em...”- dijo el hada echándose hacia atrás un poco asustada. – “Hey...no te asustes, no te vamos a hacer daño, ¿puedo cogerte?”-dijo Adelaida. – “Nononononono...a las hadas no se les coge”-dijo el elfo. – “Ya has escuchado pequeña, digo, gigante”- contestó el hada. – “Vale, pero, no hace falta que seáis tan antipáticos”. – “Bueno, bueno, Adelaida, eres una caradura... te crees que a los desconocidos se les puede coger así, porque sí”- dijo Jerónimo a su hermana. – “Jajajajejejejejejajajajejeje”-rieron todos. – “Al parecer sois graciosos”- contestó el elfo.


Los enanos y los elfos les enseñaron su ciudad a los niños separando un montón de ramas y de hojas. Era muy bonita y fantasiosa. Las calles estaban llenas de flores y las casas de los enanos y de los elfos eran setas de maravillosos colores. A Adelaida le encantaron las casitas y el decorado y, a Jerónimo le gustaba la casa grande del centro. Los elfos le contaron que en la casa grande vivía el gran Trol Edwar. Edwar era un gran monstruo que ahora estaba durmiendo, pero era más que antipático y, como se enterase de que estaban allí, se enfadaría mucho y empezaría a dar pisotones y a romper las casas de sus elfos. Las hadas acababan de salir de la disco y habían empezado a formar jaleo. Aunque los elfos les decían que no hicieran ruido, las hadas pasaban y seguían bailando, cantando y gritando. De repente, se escuchó un grito y después un rugido. – “¡¡¡ Oh no... Edwar se ha despertado. Huid chicos, ya nos veréis otro día, os estaremos esperando!!!”. – “No tardaremos, de verdad...”- dijo Adelaida. – “¡¡¡ Corre Adelaida !!!”- dijo Jerónimo cogiendo a Adelaida de la mano. – “Adiooooooooooooooooos”- dijo el elfo metiendo a todos en sus casas corriendo. Cuando los hermanos llevaban mucho camino recorrido y dejaron muy atrás la ciudad, dejaron de correr y empezaron a hablar:


– “En menudo lío nos hemos metido, Jerónimo. Ahora no sabemos dónde esta nuestra casa, nuestros amigos, nuestra familia…” – “Lo sé... Adelaida... ¿tú estas viendo lo mismo que yo?”- le dijo Jerónimo a Adelaida levantándole la cabeza. – “¡¡¡ Ahora sí, Jerónimo !!!, ¿por qué no vamos, eh?”preguntó Adelaida. – “Adelaida... vamos, no perdamos ni un minuto”. Juntos fueron al gran castillo y, cuando llegaron, llamaron a la puerta. – “Toc, toc, toc...” - no contestaba nadie... – “Toc, toc, toc...” - no contestaba nadie... – “Toc, toc, toc...”- volvieron a llamar. Entonces, abrieron la puerta y, de ella, apareció una princesa muy triste. La princesa les invitó a entrar y les sirvió una taza de chocolate, Adelaida le preguntó qué le pasaba y la princesa se echó a llorar y a llorar y a llorar... Los hermanos ya estaban hartos de escucharla llorar y, de repente, un sabio apareció por arte de magia en la habitación. – “¿Qué es lo que le pasa a la Princesa?¿Le habéis echo algo? si es así, lo pagaréis muy caro...” – “No, estás equivocado, no le hemos hecho nada. Solo le hemos preguntado qué le pasa”. – “¡¡¡¡¡¡¡¡¡ NOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!! ¿Por qué le habéis preguntado eso?”. – “Porque la encontrábamos triste”. – “No, no, no, no... a la princesa no se le pregunta eso...” – “De acuerdo... pero, ¿por qué?” – “Porque la princesa ha sufrido mucho...”


– “¿Qué es lo que le ha pasado?” – “A eso voy pequeña, a eso voy...” Un día, la princesa Aurora, esperaba impaciente esperando a su príncipe pero una bruja malvada lo convirtió en un enorme trol y, desde entonces, no lo hemos vuelto a ver. – “Qué historia más triste ¿no?”-dijo Jerónimo. – “Pues sí...”- contestó el Sabio. – “Espera un momento...”- dijo Adelaida. “¿Te acuerdas de la ciudad que hemos visitado?” -dijo, dirigiéndose a su hermano. – “¡¡ Sí !!” - dijo Jerónimo – “¡¡¡ El TROL EDWAR !!!” - dijeron los dos a coro. – “¿Cómo sabéis que se llama Edwar?” -dijo el Sabio. – “¡Sabemos dónde está!” - dijo Jerónimo – “¡¡¡La Princesa se pondrá muy contenta!!!” - dijo el Sabio. “Llevadme donde está Edwar”. – “Pero hay un problema... el príncipe Edwar no es una persona, lo convirtieron en Trol, por eso hemos dicho: Trol Edwar”. – “No hay problema; yo soy un SABIO y sé como se desencantan los hechizos mágicos”. – “Entonces no hay problema”. – “Emprendamos el camino hacia la ciudad”. Todos se fueron veloces a la ciudad y allí pudieron divisar a Edwar, triste y solo. – “Pobre Edwar” - dijo Adelaida en voz alta. Desgraciadamente, Edwar se enteró y salió corriendo... ¡¡¡¡A-BRA-CA-DA-BRA-PA-TA-DE-CA-BRA-QUE-EDWAR-EL-TROL-SE-CON-VIER-TA-EN-PRÍN-CI-PE!!!!


Y, de repente, se convirtió en Príncipe. – “Oh, muchísimas gracias, niños y sabio, deseo ver a mi bellísima princesa, darle la buena noticia y pedirle su mano en matrimonio” - dijo el Príncipe Edwar. – “Pero, Edwar, tu princesa está muy triste, cree que estás muerto”. – “¡¡Entonces no perdamos el tiempo!!” Retomaron el viaje de vuelta y volvieron al castillo. Edwar le pidió la mano y la princesa, contentísima, aceptó la propuesta del príncipe y, al día siguiente, se casaron. Los niños fueron a hablar con el sabio y le dijeron que se lo habían pasado muy bien, pero que querían volver a casa. El sabio dijo de nuevo las palabras mágicas y los niños se encontraron en la puerta de casa. – “Toc, toc, toc...” - abrieron la puerta y... la madre de los niños les dio un abrazo y les preguntó que dónde habían estado y si habían traído setas buenas, que eran muy importantes. Pero, como no las habían llevado, fueron de nuevo al bosque. Allí se acordaron de sus amigos y fueron rápidamente a visitarlos. Cuando llegaron se pusieron muy contentos y les dieron las gracias por haberles salvado del trol. Ellos sonrieron y les dijeron que, cuando necesitasen ayuda, que contaran con ellos. De repente, el príncipe, el sabio y la princesa llegaron, y también les dieron las gracias. Los niños cerraron los ojos y todos los personajes habían desaparecido. Se miraron y se rieron, todo podría haber sido un sueño o podía haber sido de verdad. Los niños volvieron a casa


y allĂ­ juntos cocinaron las setas.

FIN


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