Como Adorar A Dios

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Fundamentos de la fe cristiana, Tomo IV, Parte II

la adoración no haya tenido lugar. Es posible que una canción o un sermón nos conmueva y que, no obstante lo cual, no tengamos un genuino reconocimiento de Dios y lo alabemos. La verdadera adoración tiene lugar cuando esa parte de los seres humanos, su espíritu, que está vinculado con la naturaleza divina (Dios es espíritu) se encuentra realmente con Dios y lo alaba por su amor, su sabiduría, su hermosura, su verdad, su santidad, su misericordia, su compasión, su gracia, su poder y todos los demás atributos. William Barclay escribió a este respecto: "La adoración verdadera y genuina tiene lugar cuando el hombre, a través de su espíritu, alcanza la amistad y la intimidad con Dios. La adoración verdadera y genuina no es ir a un lugar determinado; ni pasar por un ritual o una liturgia determinada; no es ni siquiera traer ciertos regalos o dones. La adoración verdadera tiene lugar cuando "el espíritu", esa parte inmortal e invisible del hombre, se encuentra y conversa con Dios, que es inmortal e invisible".3 Adorar a Dios en espíritu tiene también relación con la cuestión de los diversos tipos de liturgias que se utilizan en las iglesias cristianas. Significa que, con la excepción de elementos litúrgicos que sugieren una doctrina equivocada, ninguna liturgia en sí misma sería inherentemente mejor o peor que otra. Para una congregación dada un tipo de servicio religioso puede presumiblemente ser de más valor que otro. Pero las decisiones sobre el tipo de servicio religioso que resultará más valioso no deberían ser tomadas en base a si a uno le gustan más los himnos de fuerte carga emocional o los himnos que no apelan a las emociones, a si las oraciones han de ser leídas o han de ser espontáneas, a si ha de haber respuestas congregacionales o silencio —en resumen, a si uno prefiere las liturgias anglicanas, luteranas, presbiterianas, metodistas, bautistas, congregacionales, o cuáqueras— sino que estas decisiones deberían tomarse preguntándose cuán efectivo resultará el servicio religioso en tanto que la atención de los adoradores no se centre en el propio servicio sino que sea dirigida hacia Dios. Al considerar este tema en particular, C. S. Lewis me ha resultado de mucha ayuda. Lewis pertenecía a la Iglesia Anglicana y estaba acostumbrado a varias formas de servicio religioso que solemos llamar generalmente "liturgias". Sin embargo, Lewis no defendía estas liturgias. Pedía simplemente por uniformidad sobre la base que la "novedad" en el culto de adoración suele dirigir nuestra atención a la novedad, o en el peor de los casos, hacia la persona que está dirigiendo la liturgia. Lewis escribió: "Mientras estemos conscientes de los pasos y debamos contarlos, todavía no estaremos bailando sino sólo aprendiendo a bailar. Un buen zapato es aquel zapato que no se siente. La buena lectura sólo es posible cuando no es necesario pensar conscientemente sobre la mirada, o la luz, o la impresión, o la ortografía. El culto religioso perfecto será aquel que no nos llame la atención; nuestra atención habrá estado sobre Dios".4 Deberíamos orar para que Dios utilice cualquier forma de servicio religioso en la que estamos participando para ese fin. Pero esto no significa que "todo sirve" en la adoración cristiana o que algunos elementos son innecesarios y que otros no son perjudiciales. Cuando Cristo definió la adoración "en verdad" estaba queriendo decir tres cosas. Primero, debemos acercamos a Dios verdaderamente, o sea, con sinceridad y de todo corazón. Jesús dijo sobre las personas de su día: "Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran..." (Mr. 7:6-7). De acuerdo con Jesús, no hay adoración posible si la adoración no está caracterizada por la sinceridad del corazón. Nunca debemos aparentar la adoración. Debemos adorar genuinamente, sabiendo que nuestros corazones son un libro abierto delante de él. Segundo, debemos adorar sobre la base de la revelación bíblica. El versículo anterior continúa condenando a quienes sostienen "mandamientos de hombres" en lugar de la doctrina de las Escrituras. "Tu palabra es verdad" leemos en las Escrituras (Jn. 17:17). Si hemos de adorar en verdad, nuestra adoración debe estar en concordancia con los principios y amonestaciones de la Biblia. Un verdadero sermón es una exposición de las Escrituras. Su propósito es dirigir la atención de los adoradores hacia la verdad de Dios e invitarlos a poner en orden sus vidas en conformidad a ella. La Confesión de Fe de Westminster habla sobre "la lectura de las Escrituras con temor piadoso; la predicación sólida y el escuchar de conciencia la Palabra, en obediencia a Dios, con entendimiento, fe y reverencia" como siendo las partes "ordinarias" de nuestra adoración (capítulo XXI, 5). Cuando comenzó la Reforma Protestante, bajo la guía de Martín Lutero en los albores del siglo dieciséis, la Palabra de Dios ocupó de inmediato un lugar importante en los cultos protestantes. Las Ministerios LOGOI www.logoi.org

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