Presente y futuro de las políticas públicas sobre drogas

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Presente y futuro de las polĂ­ticas pĂşblicas sobre drogas Un libro para pensar, debatir y actuar ante los nuevos escenarios





Presente y futuro de las polĂ­ticas pĂşblicas sobre drogas Un libro para pensar, debatir y actuar ante los nuevos escenarios


Compilación y coordinación editorial: Esteban Wood Diseño: Daniel Menchini

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Contenido 10

María de las Mercedes Aranguren Nuevos escenarios, nuevos desafíos

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Eduardo Amadeo Mucho por hacer

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Raquel Barros Del concepto de enfermo al de recurso participativo

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Julio Calzada Mazzei El tránsito de las políticas de drogas en Uruguay

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Roberto Canay Ampliar la perspectiva e integrar las miradas

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Fabián Chiosso Políticas públicas sobre drogas y el futuro inmediato

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Carlos Damín Una sociedad intoxicada

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Rafael Franzini Batlle La evidencia y la duda como base de políticas públicas

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Juan Carlos Gorlero Algunas consideraciones clínicas sobre la adicción

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Santiago López Medrano Un compromiso indeleble entre el Estado y la sociedad civil

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Juan Carlos Mansilla Claroscuros en la política pública nacional sobre el consumo de drogas

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Javier Martín Nieto Construyendo ciudadanía

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Roberto Moro La necesidad de políticas públicas proactivas

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José María Di Paola No desentendernos de un problema de todos

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Esteban Wood Discurso, ideologías y políticas públicas sobre drogas


María de las Mercedes Aranguren Licenciada en Psicología. Presidente de Fundación Convivir. Vicepresidente 2da del Foro del Sector Social. Integrante de la comisión directiva de la ONG Aportes de Gestión.

Nuevos escenarios, nuevos desafíos La participación es de gran relevancia para el desarrollo de las políticas sobre drogas. Para poder organizarse y trabajar en red con los distintos actores presentes en la comunidad y dar respuestas asertivas a las demandas que se presentan, es necesario desarrollar la capacidad de anticipar, de promover acciones y procesos que generen sinergias y colaboración entre estos actores, reconociendo los recursos existentes y promoviendo su participación. El esfuerzo que realizan las organizaciones especializadas desde los distintos abordajes clínicos, comunitarios y académicos para lograr la integración social de las personas que tienen problemas con el consumo de sustancias psicoactivas, puede verse entorpecido por la dificultad de lograr una coordinación real y efectiva entre los distintos actores involucrados, principalmente entre el gobierno y la sociedad civil. 10


Hoy, la desigualdad ha colocado en el centro del debate público y académico un enfoque multidimensional con conceptos como exclusión social, pobreza, bienestar y condiciones de vida, principalmente de las poblaciones en condiciones de vulnerabilidad social. Podemos considerar dos planos posibles sobre este fenómeno: por un lado las consecuencias de la desigualdad para la sociedad en general y, por el otro, para aquellas personas que la sufren en forma directa y personal. Dice José Luis Pardo: “El malestar comienza cuando el Estado deja de ofrecer refugio contra la desigualdad, porque se pudre el vínculo social y cada vecino se convierte en un competidor que hay que abatir o en una carga de la que hay que desprenderse”. Es entonces cuando la sociedad civil, a través de las organizaciones de distinto grado, asume una participación de incidencia en su capacidad de articulación y desarrollo de diálogo entre la sociedad y el gobierno, tornándose en el principal instrumento de agregación de intereses, dando un contenido real al concepto de representación. Por ello, aparece como una prioridad el desarrollo de contextos que posibiliten a las personas recuperar sus derechos vulnerados y una mejor calidad de vida, revertir el “ciclo corto” de la vida de los más pobres que resalta el vivir más o menos tiempo según sus condiciones de vida. En este proceso en tránsito, los gobiernos y la sociedad civil tienen una responsabilidad de trabajo colectivo en la formulación de políticas sociales, en la construcción de sistemas de protección y en la atención de las personas con problemas 11


vinculados al consumo de sustancias psicoactivas y a sus familias, temas de nuestro especial interés. Las políticas públicas representan un instrumento valioso, disponible en la actualidad para enfrentar a la comunidad y a las personas con sus verdaderos intereses, opciones y valores. Por lo tanto, es nuestra responsabilidad proveer medios institucionales para el reconocimiento y la aceptación de los Aparece como una grupos de excluidos e incidir en el prioridad el desarrollo de desarrollo de políticas diferenciacontextos que posibiliten a das para satisfacer necesidades las personas recuperar sus particulares de los diversos grupos derechos vulnerados y una sociales, transformando una política mejor calidad de vida, revertir de adherencia y obediencia a una el “ciclo corto” de la vida de política de alianza y protagonismo, los más pobres. para que puedan ser incluidas en las comunidades de acuerdo con sus necesidades. Las prioridades serían poner la salud pública de las personas en primer lugar; facilitar y adecuar la accesibilidad a los tratamientos con los recursos necesarios; asegurar el acceso a los medicamentos esenciales; desarrollar un plan nacional respetando las culturas regionales; reorientar las medidas de represión del narcotráfico hacia las organizaciones criminales y regular el mercado de la droga, para que los gobiernos realmente asuman el control, entre otras. Pensar los nuevos escenarios con relación al consumo de sustancias psicoactivas, ubica a la persona y su contexto en el centro de la cuestión. Dejar de focalizar la mirada y la preocupación en las sustancias y otras conductas asociadas, nos permite ver las situaciones de riesgo que conllevan a comportamientos problemáticos, que generan procesos de exclusión y que dificultan la integración social. 12


Asimismo es necesario pensar en red. Habitamos una sociedad global e interconectada, en la cual las necesidades de unos son cubiertas por las habilidades de otros, y viceversa. Continuamente establecemos relaciones de reciprocidad. Todos somos parte de alguna red, y a su vez estas redes están todas interconectadas entre sí, en una gran matriz que da sentido a una comunidad a partir del sistema de interconexiones sociales. Conectar con el prójimo resulta ser una parte natural y necesaria de nuestra vida, y constituye tanto potencia inclusiva como también fuente de vulnerabilidad. De esta manera, las redes sociales son las mediaciones a través de las cuales es posible entender e incidir en el proceso de salud/enfermedad o bienestar/malestar. E s así como cada sujeto se encuentra en conexión con otros, según cierta modalidad de relación con las redes, y es en las interacciones y en la construcción de vínculos donde pueden darse las acciones de prevención. Los actores y los grupos sociales, en todos los niveles de relación, se controlan, intercambian sus verdades o no, se connotan, se definen.

Es nuestra responsabilidad proveer medios institucionales para el reconocimiento y la aceptación de los grupos de excluidos e incidir en el desarrollo de políticas diferenciadas para satisfacer necesidades particulares de los diversos grupos sociales.

Con relación a la “problemática del consumo de sustancias psicoactivas”, se hace necesario incorporar en su análisis no solo a las personas que se ven afectadas por el consumo, sino también al espacio social en el que se desarrollan, la cultura del contexto al que pertenecen, las distintas modalidades de tratamientos, las políticas públicas, los organismos de control y todas aquellas variables que influyen en su avance. 13


La necesidad de plantear un entendimiento integral de la problemática nos lleva a trabajar en la búsqueda de nuevas metodologías de abordaje y de una nueva conceptualización del “problema de las sustancias psicoactivas”, a partir del trabajo sobre el campo de las conexiones y de las redes de relacionamiento. Trabajar en una red para la prevención, para el tratamiento de problemas de consumos y otras situaciones de sufrimiento social implica que la atención debería ubicarse no tanto en lo sujetos de una red, sino en las conexiones e interconexiones que se producen entre nodos.

Trabajar en una red para la prevención, para el tratamiento de problemas de consumos y otras situaciones de sufrimiento social implica que la atención debería ubicarse no tanto en lo sujetos de una red, sino en las conexiones e interconexiones que se producen entre esos nodos. Nuestro trabajo en la red debe tener como objeto cada una de las conexiones que se producen y no quedar focalizados en las terminales. Implica evidenciar la ubicación de cada individuo en la complejidad de relaciones existentes en una red, explicitarla, comprender su funcionamiento. Por otro lado, exige ayudar a la persona a entender cómo establece y utiliza esa relación con su red de pertenencia para poder iniciar un proceso de salud/bienestar. Las personas consumidoras de sustancias deberían participar de esa visibilización de los distintos elementos que intervienen en el proceso salud/enfermedad en general, y en el consumo de sustancias en particular, para que se comprenda cómo los grupos sociales explican la enfermedad y cómo imaginan y conceptualizan el problema. La red puede ser un elemento extremadamente poderoso, capaz de producir tanto sufrimiento como bienestar. Al fortalecer su capa-

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cidad positiva, se invita a los sujetos que la constituyen a que se conecten, desconecten y reconecten mediante nuevos significados, nuevas posibilidades, nuevas subjetividades, nuevas estructuras y nuevas relaciones materiales/simbólicas que les brinde seguridad… pero también nos insta a resignificar permanentemente las prácticas y estrategias de nuestro trabajo cotidiano. Para lograrlo debemos superar las propias representaciones mentales sobre cómo funcionan nuestras organizaciones, buscando mejorar nuestra capacidad de articulación e identidad institucional; gestionar el conocimiento entre pares e interdisciplinariamente, promoviendo la incidencia colaborativa. Fundación Convivir fue creada el 27 de junio de 1985. Luego de una trayectoria tan extensa en la que hemos crecido y adquirido una especialización significativa, consideramos propicia la conmemoración de estos 30 años para editar este libro que compila textos de especialistas en la temática que nos convoca. Anhelamos que nuestra publicación se constituya en un espacio para pensar, debatir y actuar ante los desafíos que nos plantean los nuevos escenarios, y que sirva para reflexionar, desde diversas ópticas, sobre la efectividad de las políticas públicas sobre drogas frente al aumento de la demanda.

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Eduardo Amadeo Licenciado en Economía. Responsable de Políticas Sociales de la Fundación Pensar. Ex secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR).

Mucho por hacer El maestro Hugo Miguez desarrolló hace algunos años un modelo teórico que permite analizar el problema de las adicciones con una perspectiva sistémica. Miguez usa para ello la imagen de una pirámide en cuyas puntas ubica tres variables: facilidad de acceso / disponibilidad, tolerancia social y vulnerabilidad individual 1.

Dependencia o adicción

Abuso No consumo o consumo moderado

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1. “Abuso de sustancias psicoactivas: sobre la prevención” Hugo A. Míguez Acta Psiquiatrica y Psicológica de América Latina.

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Un seguimiento de estas dimensiones permite entender qué ha sucedido, pero sobre todo que es lo que hay que hacer para reducir una situación que a todas luces aparece como cada vez más grave y compleja. En otros trabajos de esta edición se hace referencia a las cifras contundentes sobre el aumento de consumo de las sustancias y sus implicancias sociales. La Argentina ya se halla en un camino en el que las múltiples dimensiones del fenómeno “droga” se expresan con plenitud. La discusión La discusión mediática sobre “país de paso” o de “producción” pierden relevancia frente a la evidencia de la penetración de las sustancias en la vida cotidiana de crecientes franjas de la sociedad, pero con una concentración dramática por sus efectos en los más pobres; y en el impacto también creciente en el sistema institucional responsable de su control y represión.

mediática sobre “país de paso” o de “producción” pierden relevancia frente a la evidencia de la penetración de las sustancias en la vida cotidiana de crecientes franjas de la sociedad, pero con una concentración dramática por sus efectos en los más pobres.

Aún cuando las primeras cifras de medición sistemática comienzan con la encuesta desarrollada en 1999 en la SEDRONAR, es posible afirmar – utilizando comparaciones internacionalesque es la primera década de este siglo el momento en el que se disparan tanto el consumo cuanto la instalación de las actividades delictivas y su impacto sobre la estructura institucional. Y que- conociendo la experiencia internacional – esa penetración tiene características de expansión acelerada en la medida en que se demoran las acciones sistémicas que permitan ponerle freno. Veamos entonces- usando la pirámide de Miguez- qué ha sucedido y qué puede esperarse.

Disponibilidad El evento central que explica la expansión de la oferta en la Argentina es la política de tolerancia al lavado de dinero, que se corona en los blanqueos aprobados por las leyes 26.476, 26.860 y sus prórrogas; así como por numerosas disposiciones de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y 17


la Unidad de Información Financiera (UIF), que establecieron un régimen laxo de control de esta herramienta esencial para la instalación de las estructuras narco en nuestro país. Estas decisiones- que además fueron antecedidas por acciones de tolerancia asociadas a la necesidad de blanquear y ocultar fondos provenientes de la corrupción- pusieron a la Argentina al borde de la expulsión del sistema internacional de control de lavado de activos y otras sanciones similares.

Hemos asistido a una creciente presencia de los mensajes que reducen las barreras sociales al consumo de sustancias, sin que en nuestro país se haya podido diseñar y desarrollar una campaña sistemática de prevención a todos los niveles.

Las numerosas resoluciones judiciales que cuestionaron la laxitud de la acción de la UIF, desnudan el nacimiento de un sistema inédito en nuestro país del que será muy difícil desprenderse, por la facilidad que ha generado para que los capitales asociados al delito puedan instalarse y operar aquí.

El blanqueo aparece además en un momento en el que el aumento de los controles internacionales forzó a los narco-capitales a encontrar nuevos espacios de tolerancia, por lo que Argentina apareció como un destino especialmente atractivo. Asimismo, toda la información disponible muestra la ruptura de los lazos de inteligencia sobre el tráfico de drogas entre la Argentina y los países principales del mundo, expresado en el abandono de los oficiales de enlace de las embajadas mas importantes, lo que ha dificultado enormemente el seguimiento de los flujos internacionales de droga. Se han generado de tal manera nuevos canales de tránsito y distribución que han ido distribuyendo a su paso enormes cantidades de droga, con su secuela de corrupción, muy difícil de erradicar. La expresión más impactante de esta historia está en la aparición de formas delictivas inéditas, como el sicariato de alta profesionalidad, y las guerras abiertas entre bandas que caracterizan ya a Rosario y despuntan en otros lugares de nuestro país. Por ello, la reversión de esta punta de la pirámide exige una acción decidida

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en todos los frentes mencionados, con intensa cooperación internacional y la colocación del tema entre los fundamentales de una agenda política de consenso entre las fuerzas políticas.

Tolerancia social Las últimas décadas han asistido a una generalizada discusión acerca del paradigma sobre los efectos de las sustancias en la vida de las personas y la actitud que el poder político debe tener con los consumidores. Bajo la forma de la propuesta básica de despenalización/legalización, asistimos a un camino aun incompleto de búsqueda de nuevas respuestas, que va desde propuestas creativas hasta el límite de la absoluta tolerancia. Con el argumento del fracaso de la estrategia represiva tradicional, se plantea la búsqueda de otros caminos cuyo análisis excede las posibilidades de este artículo. Cabe señalar, sin embargo, que las primeras evidencias provenientes de casos emblemáticos- como el de Colorado (EE.UU.) y otros Estados- muestran como la liberalización ha aumentado dramáticamente el impacto sobre la salud pública y la vida cotidiana de las perLa SEDRONAR ha sonas, cambiando por tanto el eje de perdido la capacidad de ser guía la discusión. Pero en términos del componente “tolerancia social”, hemos asistido a una creciente presencia de los mensajes que reducen las barreras sociales al consumo de sustancias, sin que en nuestro país se haya podido diseñar y desarrollar una campaña sistemática de prevención a todos los niveles.

y actor. Y en un tema en el que se necesita influir sobre tantas dimensiones de la vida social y política, su flaqueza es una puerta abierta al fracaso de cualquier iniciativa propia o ajena.

Ni en el espacio comunicacional, ni a través del trabajo con las organizaciones sociales- cuya capilaridad las hace una herramienta esencial de la prevención- encontramos una barrera al aumento de la tolerancia social al consumo. Encuestas que demuestran cómo ha crecido la sensación de “no daño” en el consumo de marihuana entre los jóvenes, están linealmente asociadas al incremento efectivo de ese consumo. 19


Algunos líderes sociales- como los curas villeros- son una voz menor si las medimos en términos de su acceso a las redes sociales, frente a quienes generan mensajes que inducen al consumo . Tampoco se han desarrollado en estos años, campañas sistemáticas de prevención en las escuelas, sea por falta de una autoridad con capacidad de implementarlas, sea por el desborde social que sufre el sistema educativo. Este punto nos lleva necesariamente a plantear el vacío institucional que hemos sufrido, por la falta de una autoridad con fuerza política y recursos para instalar paradigmas, impulsar acciones transversales y financiar campañas de todo tipo. La SEDRONAR, con mucho tiempo sin conducción En nuestro alguna, ha perdido la capacidad de ser guía y país no hay una tarea actor. Y en un tema en el que se necesita influir sistemática de promoción sobre tantas dimensiones de la vida social y de la estabilidad familiar. política, su flaqueza es una puerta abierta al fracaso de cualquier iniciativa propia o ajena. Lo poco que se hace, es

resultado de la iniciativa de las organizaciones sociales, con pocos recursos.

Vulnerabilidad individual

No es necesario abundar en las evidencias teóricas y cuantitativas que relacionan el consumo de sustancias con las carencias afectivas y de perspectiva vital de las personas. Baste sólo mencionar las encuestas en las que surge evidente que jóvenes que no se sienten queridos; que no tienen espacios de diálogo; que muestran soledad, tienen una propensión clarísima al consumo de sustancias2. Pero esta evidencia debe conectarse con otra que muestra el nivel de deterioro de la estructura familiar, no solo en nuestro país. Las “familias líquidas” pasan cada vez más a ser la forma de la convivencia. Embarazo adolescente, hijos no buscados, cambio frecuente de pareja, implican una reducción dramática de las posibilidades de contención para los hijos y, por tanto, un aumento de la vulnerabilidad frente al uso de las sustancias. Si agregamos la persistencia de una situación de pobreza crónica que castiga a millones de personas desde hace décadas, y que se reproduce a través de la 2. Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos Aires (2004). Encuesta Provincial sobre Adicciones. Subsecretaría de Atención a las Adicciones

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marginación de los jóvenes, la cuestión muestra su gravedad y dificultad de superación. No se trata de una cuestión moral o religiosa. Se trata de la necesidad de existencia de espacios afectivos en los que las personas puedan desarrollar su proyecto de vida, compartiéndolos de modo estable y ordenado con un ámbito de afecto. Y no es un tema que haya tenido soluciones en otras partes del mundo. Por el contrario. Recientes estudios concluyen que en EE.UU3. está surgiendo una nueva clase social: la de los hijos no buscados de madres adolescentes no casadas, que significan más del 30% de los partos anuales. Esos chicos nacen con un handicap que les dificulta tener una trayectoria educativa, laboral o afectiva normal y que les hace vulnerables a la droga. En nuestro país, toda la información disponible demuestra que esta tendencia también existe; y que no hay una tarea sistemática de promoción de la estabilidad familiar. Lo poco que se hace, es resultado de la iniciativa de las organizaciones sociales, con pocos recursos.

Encuestas que demuestran cómo ha crecido la sensación de “no daño” en el consumo de marihuana entre los jóvenes, están linealmente asociadas al incremento efectivo de ese consumo.

El desarrollo negativo de todas estas dimensiones durante esta última década se ha potenciado – como dijimos- por la carencia de instituciones públicas que expresen al problema de las adicciones como una cuestión de máxima prioridad dentro de la agenda política. Por el contrario, desde los repetidos blanqueos hasta las carencias presupuestarias y operativas de la SEDRONAR, se muestra lo contrario.

Un análisis cuidadoso de estas evidencias refleja un camino a seguir, que debe asentarse además en la potenciación de la energía social, como una herramienta de acceso y cercanía a la realidad de marginación que sufren tantos hermanos nuestros. Pero no podremos tener éxito si no logramos que haya una decisión política compartida, sistemática y permanente de resolver estos problemas, con recursos e instituciones. Por ello es que debemos juntar voluntades y expresarnos con fuerza, utilizando las herramientas que nos brinda la democracia. 3. Véanse los trabajos de Isabel Sawhill en Brookings Institution, EE.UU

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Raquel Barros Licenciada en Psicología. Fundadora y presidente de la ONG Lua Nova (Brasil). Coordinadora regional de la Red Americana de Intervención en Situaciones de Sufrimiento Social (RAISSS).

Del concepto de enfermo al de recurso participativo El escenario mundial relacionado al tema del uso de drogas nos invita a repensar la cuestión, propiciando el surgimiento de nuevas propuestas y visiones que superan, en su mayoría, aquellas en las cuales la guerra contra las drogas es un objetivo fundamental. Este eje contra la sustancia, conforme afirma Sbalzo (2012), ha sido ineficiente y contraproducente: “…la orientación de combatir a las drogas por la prohibición, represión, sanción y punición no ha resuelto el problema, y generó conflictos nuevos y más graves…”. Según la autora, “la guerra contra las drogas, genera violencia, miedo, tabú y estigma, los cuales empeorarán los sentimientos del usuario.” En la búsqueda de posiciones más participativas se destacan la Estrategia Hemisférica sobre Drogas (EHD, 2010), aprobada por la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD), que recomienda la ampliación de acciones de inclusión (integración) social y participación de la sociedad civil de manera activa en la reducción de la demanda del uso de droga. 22


Sumando esfuerzos junto a los organismos multilaterales, surgen tanto organizaciones públicas como organizaciones de la sociedad civil que se articulan para pensar posibles escenarios para los cambios de las leyes de drogas en algunos países de América Latina, y proponer prácticas de mayor impacto. El informe 2011 de la Junta Internacional Fiscalizadora de Estupefacientes llama la atención sobre la importancia de la cohesión social como factor de protección en el abordaje de los temas relacionados al uso de drogas. Sus autores consideran que El informe el parámetro para evaluar la salud de 2011 de la Junta Internacional una comunidad es el grado de coheFiscalizadora de Estupefacientes sión social de la misma, y nombran los problemas que la amenazan: la llama la atención sobre la desigualdad social persistente; la importancia de la cohesión migración; las transformaciones polítisocial como factor de protección cas y económicas; la cultura del exceso; en el abordaje de los temas el individualismo y el consumismo; el relacionados al uso de drogas. cambio en los valores tradicionales; las sociedades en conflicto o pos-conflicto; la urbanización rápida. Es necesario entonces una propuesta que se basa en el cambio de postura con relación al usuario de drogas, transformándolo de enfermo con problemas, a un recurso con quien se puede contar antes, durante y después del proceso a través de las relaciones, las redes, los intercambios de experiencias y de saberes, y en la participación del mismo como el principal instrumento de intervención. Nery Filho (2010) focaliza su explicación sobre el mito de Adán y Eva y la horda primitiva, y concluye que los humanos usan drogas para poder ser humanos, y entonces hace del tema de las drogas una cuestión humana. 23


Afirma el autor: “No son las drogas que hacen los humanos – más, son los humanos que hacen las drogas…”. Las relaciones humanas han sido estudiadas en varios campos demostrando su fuerza e impacto en la vida de las personas. Bowlby desarrolla la teoría del comportamiento de apego, definida como “cualquier forma de comportamiento que resulta en una persona alcanzar y mantener proximidad con otro individuo, considerado más apto manejar el mundo” (1989). Tal comportamiento promueve la seguridad y la comodidad, favoreciendo las posibilidades del ser en formación de explorar el resto del mundo. Vygotsky ha reformulado la psicología afirmando que el individuo aprende por medio de su inserción en la sociedad, de su interacción con otros individuos. El contexto social es el lugar donde se da la construcción del conocimiento mediado.

Es necesario una propuesta que se basa en el cambio de postura con relación al usuario de drogas, transformándolo de enfermo con problemas, a un recurso con quien se puede contar antes, durante y después del proceso.

Bronferbrenner, a través de su perspectiva ecológica del desarrollo humano, af irma que cada niño crece en un ambiente social complejo – una ecología social – con un distinto elenco de personajes insertos en un sistema social más amplio con el cual se va relacionando (trabajo, vecindad, escuela, etc.), valorizando la relación mutua entre los elementos de este complejo sistema.

A partir de esta pequeña contextualización acerca de la dimensión y complejidad del tema relacional, se nota que para que la relación con la droga se establezca, es necesario un humano, activo, participante. Por lo tanto, para que ésta fragilice, el mismo humano debe ser participativo, actor y no receptor. El foco entonces debe estar en las relaciones de las personas, y no en las relaciones de las personas con las drogas. Estas sólo son posibles si los usuarios son vistos y vividos como recurso, con potencial para relacionarse, decidir, asumir y responder.

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Esa visión que enfoca en relación, favoreciendo intercambios entre usuario y equipo de trabajo, rompe una línea encontrada en los procesos tradicionales de tratamiento e inclusión del usuario, basado en modelos médicos de ayuda, enfocados en la ayuda de “arriba hacia abajo”. A este propósito cabe citar a Ferro (1995), psicoanalista contemporáneo que en sus escritos refuerza el hecho de que “el analista no trabaja solo y que el proceso… es una consecuencia del vínculo, o mejor es consecuencia del campo analítico cuando dos personas se disponen a hacer el análisis: el paciente y el analista”. Continúa: “la verdad es justamente algo del encuentro, y que tiene que ser, en ese sentido, realmente construido juntos”.

El foco debe estar en las relaciones de las personas, y no en las relaciones de las personas con las drogas. Estas sólo son posibles si los usuarios son vistos y vividos como recurso, con potencial para relacionarse, decidir, asumir y responder.

Es necesario que las intervenciones creadas y desarrolladas se constituyan en instrumentos facilitadores de relaciones en su base. Significa planificar la acción, para que tenga sentido tanto para el usuario como para quien está actuando con él, inclusive incluyendo la participación del usuario en este proceso. Lo importante es ofrecer espacios abiertos para que la persona escoja y pueda, de manera autónoma, decidir su camino con relación al uso de drogas. Entender nuestro límite, aliarnos a otros recursos y a los recursos del propio usuario y, de esta manera, crear un sistema que abra las puertas y amplíe los espacios de protección. Las estrategias de atención al usuario de drogas deben facilitar procesos de socialización y de relación de individuos y de estos, con instituciones formales y no formales. Esto implica una redimensión de las prácticas institucionales, y una articulación entre las diferentes instituciones por las cuales estos usuarios transitan. En la perspectiva de la relación, las intervenciones que provocan el aislamiento de las personas, su exclusión, reclusión, y su pasividad con relación a este tema, empobrecen su red social. Fragilizan su estado relacional y lo dejan en situación de vulnerabilidad. 25


Tratamiento comunitario: caminos posibles Algunas respuestas a las cuestiones previamente citadas vienen siendo construidas a través de la experiencia del tratamiento con base comunitario, propuesto por Efrem Milanese (2012) y basado en el Modelo Eco2 (Epistemología de la Complejidad, Ética y Comunitaria). En el tratamiento comunitario se reconoce que todos los actores constituyen problemas/soluciones, amenazas/posibilidades y las estrategias de integración (participación) son las que realmente proporcionan seguridad, la cual se forma a través de relación y no a través El tratamiento de una acción externa.

comunitario posibilita el encuentro entre la demanda social (de abajo hacia arriba) y las ofertas de las políticas públicas (de arriba hacia abajo), por medio de la articulación de redes.

El tratamiento comunitario se construyó a partir del cambio de concepciones y prácticas, mediante un movimiento que surge en la comunidad. Este movimiento posibilita el encuentro entre la demanda social (de abajo hacia arriba) y las ofertas de las políticas públicas (de arriba hacia abajo), por medio de la articulación de redes y de los procesos de construcción del conocimiento producido por la investigación en la acción territorial. La idea central es transformar evolutivamente un paradigma por otro. Por ejemplo: De beneficiario a participante (parcero): la persona no es vista como un sujeto pasivo. Es considerada con sus potencialidades y recursos relacionales, competencias y habilidades, pasando a actuar como colaborador de las acciones y participante de su proceso de cambio. De servicio a dispositivo comunitario: la idea de servicio está asociada a beneficiar a la persona por las intervenciones profesionales (servir). En el servicio hay un servidor competente y un receptor vulnerable (usuario del servicio). El dispositivo comunitario ofrece la oportunidad de visibilizar el potencial relacional y sus competencias en la producción de protección social. De atención a vínculación: en el paradigma del servicio se presta “atención”, que no es suficiente para potenciar la participación del sujeto

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atendido. La idea en el tratamiento comunitario es que el proceso de intervención se da a partir de la construcción de vínculos que permitan el fortalecimiento de una relación entre un profesional que da y recibe, y un beneficiario que asume el mismo papel de servidor y de receptor. De caso/profesional a sujeto social/red operativa: el modelo clásico de intervención en el paradigma de atención coloca al individuo en la condición de un caso a ser solucionado por el profesional. El cambio propuesto se debe dar en el sentido de trazar acciones de vinculación, y actuar en la estructura relacional de ese individuo (sujeto social) en relación con una red operacional que La persona puede actuar en el contexto donde no es vista como un sujeto él vive, a partir de los recursos que pasivo. Es considerada con dispone. De protocolo a accesibilidad: es común que los profesionales actúen bajo la directriz de los protocolos (anamnesis, flujos, organigramas, misiones institucionales, requisitos de entrada…). El movimiento de cambio se da por la superación de las barreras formales y el favorecimiento al acceso.

sus potencialidades y recursos relacionales, competencias y habilidades, pasando a actuar como colaborador de las acciones y participante de su proceso de cambio.

De vulnerabilidad a potencialidad: la intervención ocurre en la medida que el dispositivo comunitario es capaz de visibilizar y promover las potencialidades, al contrario de la atención enfocada en las vulnerabilidades. De reinserción social a participación social: la reinserción social considera el proceso de adaptación del individuo a los patrones de un grupo social. Las acciones del tratamiento comunitario deben ser capaces de promover la participación social a través del fortalecimiento de las potencialidades de ese sujeto. Se trata de considerar lo que él tiene para ofrecer al contexto comunitario, y cuánto de esto es aplicable en la transformación de esta realidad, que se da al vincularse con otros. Asimismo, el proceso ayudará en la construcción de otros papeles sociales para el sujeto, que no tienen estigma. 27


Julio Calzada Mazzei Licenciado en Sociología. Ex secretario General de la Junta Nacional de Drogas de la República Oriental del Uruguay.

El tránsito de las políticas de drogas en Uruguay La transición en tránsito Uruguay, como sociedad, está recorriendo diversos caminos en diferentes ámbitos. Lo primero a señalar es que no es posible ver la política del cannabis fuera del ámbito de las políticas de drogas, y no es posible ver las políticas de drogas por fuera de las políticas y de los cambios que se han producido en el campo de la producción de bienes y servicios, de la calidad de vida de la población, de la transparencia y la ética pública, de la formalización de la economía, de las libertades individuales. Decimos todo esto no para sostener la idea del país modelo, sino para sustentar la idea de que la nuestra es una sociedad en tránsito. Uruguay vive un proceso de profundas transformaciones sociales, culturales, económicas, políticas; está en un proceso de acompañamiento de los cambios que se producen en la sociedad de la aldea global. Uruguay está en tránsito desde “un mundo” de tiempos largos y recorridos cortos, que dominó la dinámica social, económica y política hasta principios del siglo XXI, a “un mundo” de tiempos cortos y largos recorridos, en el que está inmerso desde hace una década. 28


En estos “tiempos cortos” se realizó una profunda reforma tributaria que posibilitó la generación de un espacio fiscal en función del cual se implementaron un conjunto de políticas públicas, tanto productivas como sociales. En “tiempos cortos” Uruguay redujo la pobreza, que pasó del 40 % en 2004 al 11,5 % en 2014. Prácticamente eliminó la indigencia, que estando en 4,7% en 2004, en 2014 estaba en 0,3 %. La brecha de la pobreza pasó de 10,1% en 2004 a 2,2% en 2012, dando lugar a que el índice de Gini pasara de 0,452% en 2004 a 0,379% en 2012.

126%

Es el porcentaje de crecimiento del uso de cannabis en Uruguay entre 2006 y 2012.

Tiempos cortos en los que se realiza la reforma de la salud, diseñando e implementando el Sistema Nacional Integrado de Salud, la re-instalación de los Consejos de Salarios y, por ende, la negociación tripartita en donde el Estado jugará un papel determinante en la distribución del ingreso. Se aprueban leyes significativas en el proceso de construcción del estado de bienestar, como las leyes que establecen el reconocimiento de la jornada laboral de 8 horas para el trabajador rural y la formalización del trabajo doméstico.

A partir del año 2008 se invierten los flujos migratorios. Uruguay, que durante más de 60 años venía expulsando población, comienza a ser receptor de uruguayos que retornan, pero también receptor de migración regional que se localiza en los más diversos espacios de la cadena productiva. Los uruguayos ven, a finales de la primera década del siglo XXI, el futuro desde una perspectiva auspiciosa; como hacía al menos cinco décadas que no lo veían. Las políticas de drogas se construyen sobre un conjunto de factores, sociales, culturales, políticos, económicos, sanitarios, que trascienden las propias políticas sobre drogas. Las políticas de drogas en el Uruguay se construyen sobre esta realidad social, económica, política y de conocimientos.

Otra política de drogas es posible El país está en tránsito, y las políticas en materia de drogas han acompañado este tránsito. 29


La primera fase de esta transición reciente se produjo hace ya varios años, cuando la academia, las organizaciones de la sociedad civil, ONGs, movimientos sociales, redes de usuarios y luego, progresivamente, sectores cada vez más importantes del sistema político, fueron cambiando la mirada sobre el tema de los usos de drogas.

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muertes violentas relacionadas con el tráfico ilegal de drogas se produjeron en Uruguay en 2012.

Este cambio de mirada se constituye en el acto más importante de un largo proceso de transición. Decía Marcel Proust: “El verdadero viaje de descubrimiento
no consiste en descubrir nuevos paisajes sino en mirar con nuevos ojos”. Este proceso de “cambio de foco, de mirada” dio lugar al desarrollo de un constructo teórico, conceptual, que entiende que el uso de drogas es un tema cultural con profundas implicancias sociales, económicas, políticas y sanitarias. Es así que para comprender todo lo relacionado al uso de drogas es necesario mirarlo desde la cultura, la economía, la salud, la sociedad y la política, entre otros aspectos.

La investigación científica en el siglo XXI no admite las omni-miradas. Por el contrario, busca, avala y promueve el desarrollo de redes de enfoque, de pensamientos diversos e integrados, de propuestas múltiples. Este proceso implicó la necesidad de imbricar lo local con lo global. Este andar constructivo no fue un proceso aislado, se dio en el contexto de desarrollo de procesos locales, nacionales y globales de elaboración de nuevas miradas, de desarrollo de nuevos paradigmas, de construcción de nuevos consensos, convergencias dinámicas y diversas, algo similar a lo que en el lenguaje pre-digital del siglo XX llamaríamos “nuevas hegemonías”. Es muy claro hoy que lo que suceda en el campo de las ideas será clave para lo que sucederá en los próximos años en el campo de práctica de las políticas de drogas. Y las prácticas que se realicen en lo futuro serán fundamentales para refrendar y corregir las ideas que hoy están alumbrando el camino que estamos recorriendo.

Los usos de drogas en el Uruguay del siglo XXI En materia de drogas, entre 2006 y 2012 el uso de cannabis creció un 126 % en el país. El consumo de pasta base de estabiliza y entra, a partir de 2008, en una fase de meseta descendente que continúa hasta la actualidad. 30


Las incautaciones de cannabis crecen sistemáticamente, y en los años 2011, 2012 y 2013 se estabilizan en las 2 toneladas, en el entorno de un 10 % del consumo estimado. Mientras el país mantiene altas tasas de crecimiento y el mismo no se detiene (incluso en el período de la mayor crisis del capitalismo global entre 2008 y 2012), la tasa de criminalidad, medida en términos de muertes violentas cada 100.000 habitantes, pasó de 5,3% a 7,9%. Una tasa baja comparada con las medias de otros países de América Latina y con la media del continente, que es de 23 muertes violentas cada 100.000 habitantes. Pero para Uruguay representó un crecimiento de más del 50 %.

Este cambio de mirada se constituye en el acto más importante de un largo proceso de transición. Decía Marcel Proust: “El verdadero viaje de descubrimiento
no consiste en descubrir nuevos paisajes sino en mirar con nuevos ojos”.

Estos datos interpelan en varios aspectos a investigadores, académicos y fundamentalmente, a las fuerzas de izquierda, que durante un largo proceso lideraron la construcción de un gran frente social y cultural cuyas bases de sustentación fueron la equidad, la solidaridad, la protección e inclusión de las poblaciones más vulnerables. El presidente de la república se pregunta. El gobierno, la fuerza política que lidera el rumbo del estado en los últimos 10 años, se interroga a sí misma. La hipótesis de que la mejora de la calidad de vida de la población, la caída de la pobreza y la marginalidad, traería consigo “naturalmente” mejoras en lo que hace a la violencia y la criminalidad no era correcta. El análisis de la realidad nos señala que las políticas de control del comercio ilícito de drogas generan más daños que el propio uso de drogas. En el año 2012 se producen 82 muertes violentas relacionadas con el tráfico ilegal de drogas, y no se conocen muertes directamente asociadas al uso de marihuana. El gobierno se plantea un cambio de óptica, un cambio de rumbo. Propone introducir cambios normativos, que desde un enfoque de salud pública y desde la perspectiva de los derechos humanos, ponga a “las personas y 31


sus circunstancias”, como decía Ortega y Gaset, como centro las políticas públicas en materia de drogas. Es así que se lleva adelante una profunda reflexión sobre un conjunto de políticas. En particular, las políticas sobre seguridad y convivencia ciudadana, las políticas sobre drogas, y sobre la gestión de un conjunto de servicios públicos en el ámbito policial, municipal, de la salud y de infraestructuras urbanas, que según los estudios realizados impactan de manera significativa en la realidad concreta y en los aspectos subjetivos de la misma.

5.3%

Variación de la tasa de criminalidad en Uruguay.

7.9%

Este proceso de reflexión identifica entre otros aspectos que: [ 1 ] El descenso de la pobreza, la mejora del empleo y la calidad de vida del conjunto de la población, no es condición suficiente para modificar sustancialmente los patrones de los usos de drogas en general y de ciertos usos problemáticos en particular.

[ 2 ] La despenalización de las drogas, por sí sola, no cambia significativamente los aspectos sustanciales que dan lugar a la criminalización simbólica que la sociedad hace del uso de drogas, y se mantienen los efectos que la misma provoca desde el punto de vista social, sanitario, cultural y, muy en particular, de la actuación del sistema de justicia. [ 3 ] La mejora de las estrategias y medidas de control de la oferta, aún aquellas centradas en los aspectos medulares relacionados con el desarrollo del crimen organizado, como lo son las políticas y estrategias para la prevención y la persecución del lavado de activos, el control del desvío de precursores químicos y productos farmacéuticos para usos no médicos, tampoco tienen como resultado inmediato y a mediano plazo, la desarticulación del narcotráfico y sus aspectos colaterales. Ninguno de estos tres grandes ejes es condición suficiente para mejorar los aspectos sociales, sanitarios, de convivencia y de seguridad relacionados con el uso de drogas, y particularmente en lo relativo al tráfico ilegal de sustancias controladas. 32


Como corolario de esta reflexión y de estas hipótesis, el Poder Ejecutivo propone el 20 de junio de 2012 la “Estrategia por la Vida y la Convivencia”, un documento de análisis y propuestas de acción que a grandes rasgos identifica cuatro grandes aspectos para la acción política, social y de seguridad del gobierno. [ I ] Intervenciones urbanas inclusivas en aquellas zonas donde las ciudades se han fracturado en lo social, en lo económico, en lo cultural y que se han segmentado residencialmente. [ II ] Regulación de la difusión de situaciones de violencia y criminalidad en los medios masivos de comunicación, ampliando el horario de protección al menor e incluyendo dentro del mismo a los eventos deportivos y los informativos.

La investigación científica en el siglo XXI no admite las omni-miradas. Por el contrario, busca, avala y promueve el desarrollo de redes de enfoque, de pensamientos diversos e integrados, de propuestas múltiples.

[ III ] Modificaciones legales y administrativas que penalizan los actos de corrupción de los funcionarios públicos, y en particular de los funcionarios policiales. [ IV ] Modificación y profundización de las políticas preventivas, asistenciales, de inserción social y regulatorias en materia de drogas, donde se incluye la ley de regulación y control de toda la cadena de la plantación, producción, dispensación y adquisición del cannabis. Se trata de que a una economía ilegal, transnacionalizada, se le oponga un mercado legal conformado por auto-cultivadores, clubes cannábicos y dispensación generalizada a través del sistema de farmacias. A una economía ilegal se le opone una economía legal. El presidente José Mujica expone ante en la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC): “Nosotros no tenemos ninguna receta mágica, lo que constatamos es que la represión sola no resuelve este problema y lo que tratamos de experimentar es un camino que procure robarle el mercado al narcotráfico”. 33


Roberto Canay Licenciado en Psicología. Magíster en Salud Mental Comunitaria. Director del Observatorio de Políticas Sociales del Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Ampliar la perspectiva e integrar las miradas El problema de las drogas es, desde hace un tiempo, un tema de debate que generalmente suele enfocarse sesgadamente en los adolescentes, ya de por sí estigmatizados. Si bien las prevalencias de consumo de drogas son más altas en la adolescencia, y las edades de inicio rondan, en promedio, los 14 o los16 años, es importante situar el problema de la droga en su contexto político, económico y, sobre todo, social, para comprenderlo mejor y poder así comprometer a toda la sociedad. Son pocos los debates que escapan de lógicas reduccionistas e incluyen a todo el entramado social. A veces es como si “la adolescencia” o “los jóvenes” crearan el problema independientemente de toda una estructura que produce, provee y comercializa las sustancias definidas como drogas ilegales dentro de un contexto social cada vez más tolerante al consumo. Abordar el problema desde una perspectiva más amplia nos obliga también a revisar, desde nuestros valores como sociedad, hasta la acepción misma del término “droga”. 34


El problema de las adicciones es un fenómeno multidimensional y pluricausal, por lo tanto no es un problema sólo de “drogas”. Es un problema personal, lo es también familiar, social, de salud, afecta la vida laboral, impacta en el sistema sanitario, impacta también en la productividad de un país; pero por sobre todas las cosas, es un problema de todos como sociedad.

28%

Es el porcentual de accidentes de tránsito asociado con el consumo de alcohol.

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, alrededor del 20% de la población, entre los 12 y 65 años, consumió alguna vez en la vida drogas ilegales. El mayor consumo se verifica entre los 19 y los 34 años, especialmente en los varones. Pero las prevalencias se registran en todas las franjas etarias, sólo cambian las formas y las sustancias prevalentes. Hablar de una perspectiva amplia es reconocer que es un problema de todos. La marihuana es la droga ilegal con mayor prevalencia de consumo alguna vez en la vida, con una prevalencia del 20%. No obstante, la mayor parte de los accidentes y las situaciones de violencia se asocian al consumo de alcohol y de psicofármacos.

60%

Es el porcentual de situaciones de violencia asociado con el consumo de alcohol.

El consumo abusivo de alcohol es en todo el territorio nacional la problemática relacionada al consumo de sustancias psicoactivas de mayor magnitud y menor visibilidad. Pero más allá de la magnitud, el problema actual del abuso de bebidas alcohólicas se destaca por la tolerancia social, el escaso registro de daños asociados y por su modalidad de consumo (modalidad que en muchas ocasiones genera una forma de relación con las sustancias). En las últimas décadas, el tradicional modelo de consumo mediterráneo, de ingestión cotidiana de vino y vinculado a la alimentación, cedió a la genera35


lización de un consumo episódico o intermitente de fin de semana (cerveza, destilados y mezclas), por fuera del marco de la alimentación y del contexto familiar. Las pautas asociadas a las culturas de influencia anglosajona, con una ingestión patológica cercana al bebedor gamma o al alfa de Jelinek, introdujeron la problemática del alcoholómano que busca modificar vivencias o tensiones emocionales. Esta modalidad de consumo pauta una relación con las sustancias sobre la que es importante reflexionar, y por sobre todo, contextualizar.

20%

En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, alrededor del 20% de la población, entre los 12 y 65 años, consumió alguna vez en la vida drogas ilegales.

Son muchos los ejes que puede tomar el estudio del alcohol y su consumo nocivo. Tanto es así, que actualmente el alcohol es la sustancia que posiblemente aglutine la mayor cantidad de trabajos científicos desde muy diversos ángulos. De todas maneras, esto no implica que socialmente se perciba el uso nocivo de alcohol como uno de los problemas más importantes en materia sustancias psicoactivas.

La sociedad argentina diferencia con dificultad el abuso de alcohol del consumo de bebidas alcohólicas en general. El problema del abuso se desarrolla dentro de un ambiente tolerante, siempre y cuando la dependencia no lo haga visible socialmente. Representa un campo de problemas ocultos al no ser generalmente visualizados como Abordar tales. Así, mientras el foco de la atención el problema desde una social está puesto en la temática del alcoperspectiva más amplia nos hólico (con sintomatología de adicto), el campo del abuso representa un espacio obliga también a revisar, invisible justo en la puerta de entrada del desde nuestros valores como problema de las sustancias psicoactivas. sociedad, hasta la acepción

misma del término “droga”.

La mirada social se escandaliza frente a las manifestaciones del alcohólico o el adicto, pero es tolerante frente al abuso. Dado que es una droga legal, el nivel de alarma social hacia el consumo del alcohol es bajo, y los adultos generalmente son indiferentes a prácticas de consumo de niños, niñas y adolescentes que los perjudican.

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El consumo episódico de fin de semana, a partir de la década del ´70 se extendió especialmente entre los adolescentes. Según los estudios del Observatorio de Políticas Sociales del Ministerio de Desarrollo Social de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, La mirada social el abuso de alcohol es la problemática se escandaliza frente a las sociosanitaria que mayor impacto tiene manifestaciones del alcohólico en la morbimortalidad de la Ciudad de o el adicto, pero es tolerante Buenos Aires. Su abordaje debe, por lo tanto, contemplar estrategias de interfrente al abuso. Dado que es vención temprana, especialmente desde una droga legal, el nivel de los centros de atención primaria. El 28% alarma social hacia el consumo de los accidentes de tránsito y el 60% del alcohol es bajo. de las situaciones de violencia, están asociadas con el consumo/abuso de alcohol. Hablar de una perspectiva amplia es no hacer sólo el foco en las sustancias ilegales, ni la sintomatología de la dependencia. En consecuencia, la atención de las adicciones debe abordarse desde una perspectiva que contemple las modalidades y las representaciones sociales de los consumos, los contextos y los sentidos; y que nos interpele a todos como sociedad. Las políticas públicas deben tener abordajes conjuntos y articulados entre los organismos estatales (salud, educación, trabajo, desarrollo social, etc.), la sociedad civil y la comunidad; un camino que en nuestro país se ha comenzado a transitar a cuenta gotas, pero del cual queda mucho por recorrer. Enfocando a las adicciones desde esta perspectiva más amplia, será en la participación, la articulación y el trabajo conjunto donde deberán gestarse las respuestas y alternativas de tratamiento de las adicciones. Desde este punto de vista es donde adquiere cada vez mayor importancia la prevención. Una prevención basada en la evidencia y con instancias de participación comunitaria/territorial. Basados en la evidencia para no andar a ciegas, y facilitando la participación comunitaria para no andar a solas. Hablar de una perspectiva amplia es trabajar en los territorios y de forma articulada, integrando evidencias y saberes populares. 37


Fabián Chiosso Licenciado en Sociología. Presidente de la Federación de Organizaciones no Gubernamentales de la Argentina para la Prevención y el Tratamiento del Abuso de Drogas (FONGA). Secretario de la Federación Latinoamericana de Comunidades Terapéuticas (FLACT) y de la Red Iberoamericana de Organizaciones que trabajan en Drogodependencias (RIOD).

Políticas públicas sobre drogas y el futuro inmediato Desde las organizaciones de la sociedad civil (OSC) que trabajan en el campo de las problemáticas relacionadas con el consumo de sustancias venimos elaborando una mirada integral sobre el llamado “problema de las drogas”. Como actores de gran importancia en el escenario que presenta esta problemática, tenemos la responsabilidad de reflexionar tanto sobre nuestras cuestiones institucionales y nuestras prácticas, como sobre la elaboración y desarrollo de las políticas públicas relacionadas. Esta última dimensión es de la que nos ocuparemos en este artículo.

Un breve panorama El escenario que presenta el consumo de sustancias psicoactivas tanto legales como ilegales en nuestro país tiene una dinámica similar a la mayoría de los países de América Latina. Tomando las cifras que presenta el Observatorio Argentino de Drogas para 2011 vemos que las sustancias de mayor prevalencia, tanto en población general como en estudiantes de nivel medio, son las 38


de carácter legal: alcohol y tabaco. Entre las sustancias controladas, la marihuana es la de mayor consumo y la única en la que se observa un crecimiento sostenido. Luego la siguen la cocaína y la pasta base, con un nivel de relativa estabilidad en el período estudiado. Llama la atención el crecimiento sostenido del consumo de marihuana en estudiantes de nivel medio (3,5% en 2001; 10,4 % en 2011) y el crecimiento constante del abuso de alcohol también en esta población. Mientras que el consumo de alcohol presenta cierta estabilidad en toda la década considerada (50,3% en 2001; 49,7% En la Argentina en 2011), el abuso de alcohol crece del actual coexisten a nivel del 29,7 % en 2001 al 63,4 % en 2011.

Estado nacional dos perspectivas

Los estudios dados a conocer en claramente diferenciadas acerca marzo del 2015 por el Observatorio de cómo definir el problema de de Políticas Sociales en Adicciones las drogas y cómo plantear su de la Ciudad Autónoma de Buenos abordaje. Aires muestran una continuidad en el crecimiento del consumo de alcohol y marihuana en los estudiantes de escuelas medias de la Ciudad ente 2011 y 2014, y detecta una tendencia creciente del consumo de éxtasis, lo cual podría indicar un proceso de cambios significativos en algunos de los patrones de consumo habituales. El uso de las llamadas “drogas de diseño” comienza a instalarse entre los adolescentes como una práctica habitual en algunos espacios de diversión.

Políticas públicas En la Argentina actual coexisten a nivel del Estado nacional dos perspectivas claramente diferenciadas acerca de cómo definir el problema de las drogas y cómo plantear su abordaje. Por una parte, el Ministerio de Salud a través de su Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones, define a las adicciones como un problema de salud mental que debe ser abordado desde el sistema público de salud. El hospital general es la institución de referencia para el abordaje, y la Atención Primaria de la Salud (APS) y los dispositivos ambulatorios y comunitarios, las estrategias privilegiadas. En este contexto, las adicciones no presentan una especificidad que las 39


diferencie de cualquier otra enfermedad mental, por lo cual no requiere su atención en instituciones “especializadas” por fuera del sistema público de salud1 y de la atención profesional. Este modelo convoca a las OSC que nuclean a usuarios de servicios de salud mental, promueven los derechos humanos de los pacientes, o bien a las que reúnen a los usuarios de drogas. En algunos ámbitos que acuerdan con esta perspectiva, las OSC que trabajan en prevención y tratamiento de problemas relacionados con el consumo de sustancias son fuertemente cuestionadas2.

El proceso de empoderamiento de los miembros de la comunidad es uno de los factores centrales en el mejoramiento de sus condiciones de salud.

La figura de la monovalencia equipara a las organizaciones que trabajan con modelos residenciales de comunidad terapéutica a los hospitales psiquiátricos –las vinculan casi automáticamente a prácticas manicomiales que violan derechos humanos- y se promueve su cierre definitivo para 2020, según una particular lectura de la Declaración de Caracas de 1990. La Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657 es el instrumento legal que refleja en términos generales esta posición.

Por otra parte, la SEDRONAR se encuentra desarrollando un modelo de abordaje territorial para los problemas relacionados con el consumo de sustancias que parte de principios y consideraciones diferentes y, en algunos casos, contradictorias con el modelo descripto. El consumo de sustancias es un problema de salud social, donde las condiciones de vida de la población son las variables más importantes para explicar las prácticas de consumo de sustancias y las demás prácticas de riesgo asociadas (violencia, delito, etc.). Si bien no se descartan los aspectos de salud que están involucrados en las adicciones, el eje de comprensión y abordaje está puesto en la relación del sujeto con su entorno comunitario y el territorio en el que habita. Los dispositivos y estrategias acordes con esta mirada tienen una fuerte impronta territorial y comunitaria, y promueven la reconstrucción de los lazos

1. La existencia de organizaciones “especializadas “ por fuera del sector público –tanto en el sector privado como en el tercer sector- corresponden a un proceso de “mercantilización de la salud”. 2. Consideradas organizaciones del ámbito “privado”, desconociendo las características propias del denominado Tercer Sector y sus diferencias sustanciales con el ámbito de lo privado. Quedan vinculadas a la “mercantilización de la salud” mencionada anteriormente.

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sociales de contención, pertenencia e inclusión social que se encuentran deteriorados, particularmente en los sectores sociales de mayor vulnerabilidad. La estrategia articula una fuerte presencia territorial del Estado con el papel de las organizaciones comunitarias: los Centros de Prevención de las Adicciones (CEPLA), los Puntos de Encuentro Comunitario (PEC) y la Casas Educativas Terapéuticas (CET) son las instituciones de referencia donde se articula la participación de todos los actores. El proceso de empoderamiento de los miembros de la comunidad es uno de los factores centrales en el mejoramiento de sus condiciones de salud. El primero de estos modelos tuvo mayor peso hasta fines de 2013, cuando asume la gestión del sacerdote Juan Carlos Molina en la SEDRONAR, y el modelo de la salud social y el abordaje territorial se transforma en una política pública prioritaria.

3,5% 10,4%

Esta “dualidad” que describimos respecto a los enfoques de políticas públicas referidas al problema de las drogas, puede ser abordada desde varios puntos. En principio, propone un espacio de debate muy profundo y necesario de cara al futuro. ¿Se pueden articular los aspectos más operativos y valiosos de cada posición en función de una política de estado superadora? Eso está por verse. Mientras tanto, de cara al escenario de inminentes cambios institucionales, se impone la necesidad de establecer unos criterios mínimos de acción que nos eviten volver a comenzar una vez más desde cero en lo que a políticas públicas se refiere. Creo conveniente para este cometido tomar en cuenta algunos de los linea-

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EN 2011

Apuntes sobre política de drogas en el hemisferio

EN 2001

A nivel de las provincias, la diversidad es enorme. Baste señalar que el abanico de realidades va desde provincias con una importante estructura de prevención y asistencia de las adicciones, que articulan tanto el trabajo institucional como el comunitario, a provincias que directamente no tienen prácticamente ningún ámbito público dedicado al abordaje este tema. Consumo de marihuana en estudiantes de nivel medio:


mientos que se han venido desarrollando en organismos internacionales en cuanto a las políticas públicas sobre drogas, como aportes a la discusión sobre el futuro inmediato. La Organización de los Estados Americanos (OEA) presentó en el Cuadragésimo Tercer período Ordinario de Sesiones en La Antigua, Guatemala, a mediados de 2013, el “Informe Analítico sobre el Problema de las Drogas en las Américas y el Informe sobre Escenarios”. Allí se define al consumo de drogas como un problema de salud que debe ser abordado desde un enfoque integral, posición que se ve refrendada por todos los países participantes de la Asamblea en la declaración de La Antigua, Guatemala (2013). Estos principios y sugerencias se encuentran ya presentes en la Estrategia Hemisférica 2011-2015 de la Comisión Interamericana Contra el Abuso de Drogas (CICAD/OEA), que en su punto 20 define a la drogodependencia como una enfermedad crónica que obedece a múltiples determinaciones y debe ser tratada como cualquier otra enfermedad crónica.

EN 2011

EN 2001

El eje central de estos documentos –presente también en las recomendaciones a la Asamblea de OEA elaboradas por el 10° Foro Hemisférico de la Sociedad Civil y Actores Sociales y en la Estrategia sobre Drogas y Salud Pública de la Organización El abuso de alcohol en Panamericana de la Salud (OPS) entre otros- pasa estudiantes de nivel medio: por definir a la drogodependencia como un problema de salud y considerar para su abordaje el enfoque de salud pública.

29,7% 63,4%

Algunos acuerdos básicos

Estos documentos han generado un contexto amplio de discusión en varios niveles. Y si bien persisten diferencias en relación a mucho aspectos de las políticas de drogas –el marco jurídico es uno de ellos- , hay también acuerdo sobre algunos temas básicos que vale la pena detallar. [ • ] El enfoque de derechos humanos y la perspectiva de género deben ser elementos constitutivos de cualquier política de drogas. [ • ] El sistema público de salud debe incorporar la atención de los problemas relacionados con las drogas, garantizando el acceso de todos los ciudadanos a

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una amplia variedad de dispositivos y niveles de complejidad en la atención. [ • ] Las OSC deben formar parte del sistema de salud, y junto a la comunidad en general deben ser partícipes de la elaboración de la políticas públicas. [ • ] El problema de las drogas no afecta a todos los ciudadanos de la misma manera. Existen diferentes niveles de vulnerabilidad frente a las drogas y diferencias en cuanto a las exposición a los riesgos vinculados con el consumo. Variables como género, edad, educación, posibilidades de acceso a la salud o a la justicia, son factores que cuestionan la peligrosidad atribuida a las sustancias en sí mismas, y ponen La figura de el foco en las condiciones sociales en la monovalencia equipara a las las que se desarrollan las prácticas de organizaciones que trabajan consumo. [ • ] Si bien de manera incipiente, hay una serie de estudios que validan científicamente estrategias y dispositivos preventivos y de tratamiento. [ • ] Los Estados nacionales deben garantizar una apropiada asignación de recursos para las políticas públicas sobre drogas.

con modelos residenciales de comunidad terapéutica a los hospitales psiquiátricos, y las vinculan casi automáticamente a prácticas manicomiales que violan derechos humanos.

[ • ] La investigación es una herramienta fundamental para la elaboración de políticas públicas.

A manera de conclusión Deberíamos agregar a la lista de acuerdos que las ONGs que trabajan en prevención y asistencia de problemas relacionados con las drogas deben ser integradas formalmente en el sistema público de salud, y que el modelo de comunidad terapéutica debe ser reconocido como ún dispositivo multivalente, de eficacia probada de acuerdo a la evidencia científica, tal como lo señalan varios de los documentos mencionados. Sobre estas bases es posible avanzar en una discusión sobre la conformación de un modelo de abordaje integrador, que de cuenta de los desafíos y complejidades que ya nos propone propone el futuro.

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Carlos Damín Doctor en Medicina, especialista en Toxicología. Jefe de Toxicología del Hospital Fernández. Presidente de FundarTox.

Una sociedad intoxicada Hemos medicalizado nuestra vida. Como sociedad, ¿en qué momento comenzamos a no darnos cuenta de que estábamos utilizando una sustancia para sortear cada una de las situaciones que debemos afrontar? Y el alcohol... Si estamos tristes, bebemos para superarlo; si estamos contentos, para festejar, o para conciliar el sueño, o con cafeína para no dormirnos, y para desinhibirnos, o para tranquilizarnos si estamos nerviosos, o para conocer a alguien. Algunos jóvenes que consumen presentan inconvenientes para cumplir con los horarios en la escuela, dificultades para prestar atención en clase, ausencia de motivaciones para estudiar y también pueden estar pidiéndonos ayuda sin decirlo. Todos los años vemos con preocupación y casi sin reacción, cómo aumenta el número de intoxicaciones agudas por drogas lícitas e ilícitas en nuestros hospitales. Y también vemos cómo nuestra sociedad fomenta el consumo de sustancias a través de la publicidad de bebidas alcohólicas y de medicamentos como si éstos fueran objetos de consumo que como tal se compran en los kioscos o supermercados. O simplemente con las prácticas de automedicación que los hijos asimilan de sus padres. 44


Las causas de ingreso a los dispositivos sanitarios de urgencia son múltiples: intoxicación aguda, pérdida de conocimiento, estados de inconciencia, alteración de la conducta, agitación psicomotriz, lesiones por caídas, lesiones por riña, accidentes de tránsito; todas situaciones de gran riesgo personal y graves implicancias médicas. Asistimos pasivamente a la banalización del consumo entre adolescentes, tolerado y solventado desde sus mismos hogares, así como a la promoción de malos hábitos alimentarios, extensamente publicitados, para aumentar las ventas de algún medicamento que supuestamente contrarresta los efectos displacenteros de una ingesta inapropiada. Las sustancias están entre nosotros y pareciera que la sociedad no puede vivir sin ellas. Es importante aclarar por qué es más adecuado hablar de “sustancias psicoactivas” y no de “drogas”. Al hablar de sustancias psicoactivas estamos hablando de todas aquellas sustancias que, incorporadas al organismo, producen algún tipo de alteración del estado psíquico y del estado de conciencia. Y sucede que al hablar de “drogas”, la gente solamente piensa en las ilegales como la cocaína, marihuana, éxtasis o el paco. Cuando se habla de las drogas legales, normalmente hablamos de sustancias que tienen una tolerancia social y una aceptación cuyas consecuencias no están en el caldero de la discusión. Hoy, pensar que el alcohol es una droga es algo no fácilmente aceptado; y sin embargo, junto con los psicofármacos, son las sustancias que más problemas nos generan.

Las sustancias psicoactivas Las sustancias psicoactivas producen sensaciones psíquicas además de efectos físicos, dependiendo de su pertenencia a distintos grupos: Psicoanalépticos (estimulantes): Estimula la actividad mental y ner45


viosa, aumenta los niveles de actividad motriz y cognitiva, refuerza la vigilia, el estado de alerta y la atención. En este grupo se encuentran las anfetaminas, las metanfetaminas, los derivados metanfetamínicos, la cocaína, el “paco”. Psicolépticos (depresores): Sustancias que determinan relajación y depresión de la actividad mental. Incluyen los derivados naturales y sintéticos del opio, los hipnóticos, sedantes o ansiolíticos, los neurolépticos o antipsicóticos, los solventes volátiles (usados en pegamentos) y el alcohol. Psicodislépticos (alucinógenos): Sustancias químicas capaces de producir fenómenos mentales no ordinarios, como alteraciones de la sensopercepción, del humor y de la conciencia. Incluyen el cornezuelo del centeno y sus respectivos alcaloides (LSD, mezcalina, psilocina y psilocibina) la ayahuasca, el peyote y los hongos psicoactivos. Entre los alucinógenos propiamente dichos se encuentran las solanáceas psicoactivas: la belladona, el beleño, Muy frecuentemente la mandrágora, el toloache y las tiende a identificarse al brugmansias (floripondio).

consumidor de sustancias como “adicto” y sin embargo hay diferentes tipos de vínculos de las personas con las sustancias sin ser todos ellos adicciones, ni necesariamente consumos problemáticos.

Cannabinoides: Presente en las plantas cannabináceas con capacidad estimulante, depresora y alucinógena. Están contenidos en la marihuana y el hachís.

Todas poseen además propiedades de refuerzo, entendidas como la capacidad de producir efectos que despiertan, en el que las utiliza, el deseo imperioso de consumirlas otra vez, en la búsqueda de efectos similares. Las sustancias psicoactivas modifican la síntesis, la degradación, o la liberación de neurotransmisores y neuropéptidos cerebrales. Son sustancias químicamente muy diversas, que se unen a distintos sitios iniciales en el cerebro y la periferia, generando una combinación diferente de efectos fisiológicos y conductuales luego de su administración.

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A pesar de estar involucrados distintos mecanismos de acción y efectos toxicológicos, todas poseen ciertos efectos en común. Promueven la reexperimentación de la gratificación (reward) y en sujetos vulnerables con contextos facilitadores, conducen a la adicción. Todas producen luego de su retiro, estados emocionales negativos. La adicción se relaciona con los fenómenos de neuroplasticidad de los mecanismos celulares, de la organización sináptica. Es importante

De usuarios y de adictos La drogadependencia no está definida por la dependencia física, sino por el “comportamiento de búsqueda de la droga”, o sea, el uso que le da el sujeto.

destacar que si bien la presencia de una sustancia o más es indispensable para que haya consumo, es claro que la ausencia de ella no soluciona el problema ni lo limita, ya que será otra la que ocupe su lugar.

Muy frecuentemente tiende a identificarse al consumidor de sustancias como “adicto” y sin embargo hay diferentes tipos de vínculos de las personas con las sustancias sin ser todos ellos adicciones, ni necesariamente consumos problemáticos. Del universo de personas que consumen sustancias, una inmensa mayoría no incurrirá en consumos problemáticos. Por el contrario, en un grupo relativamente pequeño en proporción al universo de consumidores el uso adquiere características problemáticas. Por ello es muy importante hacer una diferenciación entre lo que es el uso – que incluye el uso recreativo, el peligroso – el abuso y la dependencia a sustancias psicoactivas, considerándose a los dos últimos conceptos como patológicos (consumo problemático), aunque aún no se da por concluida la delimitación precisa de ellos. Se puede definir el uso de una sustancia como un consumo aislado, episódico, ocasional, sin tolerancia ni dependencia. Claro está que un único episodio de consumo puede ser fatal, en caso de intoxicación aguda, o dañino, cuando una mujer embarazada consume alcohol, o peligroso, cuando se consume marihuana y luego se conduce un vehículo. El abuso es un uso inadecuado por su cuantía, frecuencia o finalidad. Conlleva un deterioro clínico significativo, que da lugar al incumplimiento 47


de las tareas habituales y/o alteraciones en las relaciones interpersonales sean sociales o familiares. Incluye tomar un medicamento no recetado o en dosis superiores a las indicadas, intoxicación etílica, usar drogas de diseño para bailar, entre otras.

Inmersos en una sociedad de consumo, establecemos el mismo vínculo con las sustancias. Y en torno de los adolescentes, en etapa de experimentación propia de su desarrollo hacia la vida adulta, la tolerancia o aceptación social sostiene y avala ese consumo desmedido.

Existe dependencia de una sustancia cuando se tiene la necesidad inevitable de consumirla y se depende física y/o psíquicamente de ella. Aparece una necesidad de cantidades marcadamente crecientes de la misma para conseguir el efecto deseado (tolerancia), consumiendo en muchos casos para aliviar o evitar los síntomas de abstinencia.

Ahora, claramente se puede aseverar que no existe una causa única a la que pueda responsabilizarse por el consumo, sino que son tres los ámbitos concurrentes, necesarios y “obligatorios” para que pueda desarrollarse el consumo problemático: un contexto social, una persona con disposición (genética, biológica, psicológica) y una o más sustancias. Pero es importante destacar que si bien la presencia de una sustancia o más es indispensable para que haya consumo, es claro que la ausencia de ella no soluciona el problema ni lo limita, ya que será otra la que ocupe su lugar. Conocer las sustancias, sus mecanismos de acción, sus efectos, de qué manera impactan en la salud, y tratar las intoxicaciones es tarea de los médicos toxicólogos. Pero pretender que ellas son exclusivamente las responsables de la enfermedad, es subestimar la influencia del entorno y la capacidad de una persona de enfermarse o no. ¿Por qué? Inmersos en una sociedad de consumo, establecemos el mismo vínculo con las sustancias. Y en torno de los adolescentes, en etapa de experimentación propia de su desarrollo hacia la vida adulta, la tolerancia o aceptación social sostiene y avala ese consumo desmedido. Consumo dirigido hacia la pérdida del control y amparado en la búsqueda de la diversión.

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Nos corresponde a los adultos plantearnos qué hacemos nosotros para cambiar esta realidad. ¿De qué manera cuidamos nuestra salud para ser el ejemplo de nuestros jóvenes? Necesitamos compartir más tiempo con nuestros chicos. En actividades que incluyan hábitos más saludables y que los incluyan. Con límites y consignas precisas, y donde los padres asuman su rol como tales y no el de pares o amigos, para otorgarles la contención que de alguna manera reclaman con sus actitudes y los hace menos vulnerables y más fuertes. Los profesionales de la Salud tienen dentro de los ámbitos concurrentes que determinan la toxicodependencia, incumbencia directa con la asistencia de la persona o sujeto que manifiesta dicho trastorno. En la mayoría de los casos dicha atención se circunscribe, al daño ya instalado. En los últimos años y frente al fracaso de las políticas de corte prohibicionista, fueron adquiriendo mayor vigencia las estrategias de intervención denominadas de reducción de daño, que tienen por objetivo la prevención de los daños potenciales relacionados En los últimos con el uso de sustancias y ponen énfaaños y frente al fracaso sis en facilitar el acceso de los usuarios de las políticas de corte a los servicios de salud. prohibicionista, fueron

adquiriendo mayor vigencia La dimensión de este problema exige las estrategias de intervención conductas y acciones más creativas: la denominadas de reducción difusión científica y seria, la prevención de daño. a nivel comunitario, el compromiso frente al paciente y su entorno, el estímulo de formas de desenvolvimiento social más sanas y menos peligrosas, etc. Es prioritario trabajar sobre la promoción de la salud, destacando la importancia y los beneficios de una vida con hábitos más sanos en todos los niveles sociales y grupos etarios. La articulación estrecha de conocimientos con otras ciencias y saberes, es el camino adecuado, y probablemente el único, que puede contribuir a comprender y abordar este paradigma en el contexto real en el que se desarrolla, para poder así elaborar y construir las estrategias más convenientes. 49


Rafael Franzini Batlle Abogado. Magíster en Administración Pública. Representante de la Oficina de Enlace y Partenariado de la Organización de Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito (ONUDD) en Brasil. Ex secretario ejecutivo adjunto de la Comisión Interamericana Contra el Abuso de Drogas (CICAD-OEA).

La evidencia y la duda como base de políticas públicas El problema mundial de las drogas, ya sea considerado desde la perspectiva multilateral global, regional, nacional y hasta local, ha sido objeto de continua consideración en las últimas tres décadas. Si quisiéramos darle un contexto político a ese tiempo, podríamos enmarcarlo con la vigencia de la Convención de Viena de 1988, y referirlo a las soluciones que ésta ha pretendido dar a una problemática por demás compleja. Y, naturalmente, junto con la consideración del tema, tanto el sector público —los gobiernos, y la sociedad civil en general— como el privado —institutos de conocimiento, empresas preocupadas con las aristas científicas o sociales del tema— realizaron análisis, propusieron hipótesis, elaboraron críticas, hicieron propuestas, generaron debates y, por qué no decirlo, cometieron errores y obtuvieron logros positivos. Sin embargo, sólo con algunos cambios anunciados y producidos en los últimos dos o tres años, se ha notado la evolución profunda del tema, lo que ha contribuido a generar una percepción sólo 50


parcial del asunto. Y a mi juicio, aún cuando la evolución general y sostenida en el problema felizmente ha traído consigo aspectos positivos, la visión sólo referida o detenida en los cambios más recientes no ayuda ni a una buena comprensión del tema, ni al desarrollo de políticas públicas realistas y sostenibles.

El problema de las drogas no se reduce a la mera perspectiva personal: impacta a la comunidad, se proyecta a la vida nacional, y adquiere connotaciones universales. Por lo tanto, su abordaje requiere el desarrollo de políticas públicas integrales.

Me explico: probablemente si preguntásemos al ciudadano común qué es lo que ha escuchado sobre el punto en los últimos meses y cuál es su visión sobre la realidad que le rodea, y que él mismo ayuda a crear, obtendríamos respuestas tales como “se han legalizado las drogas”, “la violencia crece por causa de las drogas”, “la legalización va a terminar con la violencia”, “gracias a la legalización el consumo se va a incrementar” y otras aseveraciones parciales, que no atienden ni a las múltiples dimensiones de la cuestión, ni a los matices que existen dentro de la misma. Por ende, contribuyen a una visión restringida, estrecha, —cuando no maniquea— del problema. Por eso estimo que para lograr una mejor comprensión del tema es necesario aceptar algunas ideas clave en torno al mismo. Estamos frente a un problema que tiene muchas aristas —desde su impacto en la salud, su contribución a la violencia, su influencia en la productividad del individuo, su asociación al delito, hasta sus consecuencias en la gobernanza— con diversas consecuencias según desde dónde lo analicemos. Pero como problema que es, nos impone la búsqueda de explicaciones y la propuesta de soluciones.

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Ahora bien, dichas soluciones, por la complejidad misma del asunto, no pueden quedar limitadas al ámbito de lo privado. El problema de las drogas no se reduce a la mera perspectiva personal: impacta a la comunidad, se proyecta a la vida nacional, y adquiere connotaciones universales. Por lo tanto, su abordaje requiere el desarrollo de políticas públicas integrales que cubran los distinto ámbitos afectados Para aceptar que en sus diversas materias: el personal, el un adicto problemático debe comunitario, el nacional, el global, sean ser sujeto de derecho de salud, éstos en aspectos sanitarios, económino de derecho criminal, hubo cos, de desarrollo, de seguridad o de gobernanza. que generar conocimiento

sobre qué cosa es la adicción a las drogas, sin pre conceptos basados en ideologías.

Aceptado lo anterior, y por haber aceptado un punto de partida individual en el asunto, no se podría (o no se debería) proponer ninguna solución si la misma no está en plena conformidad con los derechos humanos, ya sea en lo que tiene que ver con derechos básicos en el ámbito de lo privado, pasando por aquellos que refieren a la salud, hasta llegar a las garantías observables en el proceso penal. En pocas palabras, en el problema de las drogas, es el individuo, y no las sustancias, quien ocupa el centro de la cuestión. Y ese no es un tema menor. Por lo pronto, es el individuo quien consume. Es el individuo quien, sea por circunstancias psíquicas o sociales, deviene consumidor problemático. Es el individuo a quien hay que tratar. Es el individuo a quien hay que recuperar para insertarlo en la sociedad. Así, es con acciones dirigidas a la persona que pretendemos que ésta retrase el inicio del consumo o, mejor, no consuma. Es la persona quien debería beneficiarse de las intervenciones que garanticen su acceso a las condiciones de seguridad humana (educación, salud, vivienda, trabajo, etc). Es la persona quien tiene derecho a tratamiento por su adicción a las drogas (una enfermedad crónica y tratable). Es, en fin, la persona quien debe beneficiarse de acciones sociales de inserción que contribuyan a evitar tanto el consumo de drogas como su involucramiento en transgresiones a la ley. Y la mera enumeración de las circunstancias o acciones mencionadas en el párrafo anterior nos llevan al inicio. ¿Qué tanto se sabe de todo lo que

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ha sido o es necesario discutir, desarrollar, implementar, para encarar soluciones como las que venimos de referir? ¿Se ha tomado conciencia de que las acciones de prevención de uso de drogas no pueden estar basadas en propuestas voluntaristas y que debemos recurrir a la evidencia para su diseño? ¿Sabemos o admitimos que si hablamos de un consumidor problemático será con acciones sanitarias, y no con medidas penales, que habremos de tratarlo? O al momento de buscar medidas de rehabilitación de adictos transgresores de la ley, ¿tomamos en consideración las actuales condiciones de los sistemas de prisión? ¿Consideramos otras medidas alternativas al encierro? Plantearnos estas preguntas es respondernos algunas cuestiones previas al diseño de políticas de drogas. Porque, bien que se mire, para admitir que la prevención se debe basar en evidencia, hubo que plantearse hipótesis, medir impactos, saber más y mejor. Para aceptar que un adicto problemático es o debe ser sujeto de derecho de salud, no de derecho criminal, hubo que generar conocimiento sobre qué cosa es la adicción a las drogas, sin pre conceptos basados en ideologías. Y para buscar alternativas al encierro de adictos problemáticos que transgredieron la ley por causa de su adicción, hubo que ir a lo profundo de las realidades biológicas y sociales de esas personas, analizar las posibilidades reales de rehabilitación ¿Sabemos o que ofrece el sistema carcelario, medir el admitimos que si hablamos consumo en población carcelaria, conocer las de un consumidor elevadas tasas de prevalencia de consumiproblemático será con dores de sustancias con VIH-SIDA, así como de población carcelaria con tal dolencia. De acciones sanitarias, y no la misma forma, también hubo que producir con medidas penales, que datos sobre las tasas de reincidencia de uso habremos de tratarlo? de drogas y comisión de delitos de quienes se beneficiaron con medidas alternativas a la privación de libertad, respecto a aquellos que fueron directamente a los sistemas tradicionales de justicia y prisión. Reitero, plantearnos la pregunta es una buena base para encarar el futuro de las políticas públicas de drogas. La cuestión, creo, no pasa simplemente por adoptar una determinada política de drogas o una solución específica dentro de ésta. Se trata del proceso previo. ¿Estuvieron todas las partes pertinentes convocadas a su diseño? ¿Cuál fue el grado de debate o —para 53


ir al centro del asunto— hubo debate? ¿Qué información se utilizó, cómo se generó esa información? ¿Participó la sociedad civil en el proceso? ¿Y la academia, estuvo involucrada? Los datos que contesten estos interrogantes y las acciones que corrijan situaciones negativas serán fundamentales de cara a la Sesión Especial de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) del 2016.

Plantearnos la pregunta es una buena base para encarar el futuro de las políticas públicas de drogas. La cuestión no pasa simplemente por adoptar una determinada política de drogas o una solución específica dentro de ésta. Se trata del proceso previo.

Seguramente, si nos atrevemos a formular algunas preguntas, encontremos respuestas muy importantes a la luz de las políticas que buscamos moldear. Por ejemplo, ¿es una hipótesis válida que la violencia ciudadana va a disminuir por la legalización de una sustancia dada? ¿Cuál ha sido el comportamiento de una sociedad determinada ante el endurecimiento o flexibilización de una ley relativa al consumo? ¿Los resultados de tal endurecimiento o flexibilización han sido constantes en el tiempo? En términos de salud pública, ¿qué es más eficiente, el encarcelamiento o el tratamiento ambulatorio? ¿Cuáles son los resultados del tratamiento obligatorio? A veces, cuando reflexiono por unos instantes a pensar en nuestro trabajo, en todo lo que hemos visto, en los procesos en los cuales estuvimos involucrados, en los productos y soluciones que se plantearon y se intentaron, en sus resultados, llego a la conclusión, una y otra vez, que en este tema tan espinoso las dudas y la evidencia nos van poniendo en el camino correcto. Y me reafirmo en que difícilmente progresemos si no abrimos el espacio al debate, donde tanto las convicciones como las dudas puedan ser discutidas a la luz de lo que conocemos.

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Juan Carlos Gorlero Médico. Psicoanalista. Magíster en Psiconeurofarmacología. Director médico del programa terapéutico “Las cuatro estaciones” de Fundación Convivir.

Algunas consideraciones clínicas sobre la adicción Los agrupamientos Para poder entender la clínica es necesario un breve recorrido acerca de las nominaciones y los agrupamientos. Poder pensar, por ejemplo, la manera en que se conforma un grupo terapéutico, y cuáles son los efectos subjetivos y objetivos del acto de agrupar que se juegan no solo en la clínica, sino también en la historia singular y social de los pacientes que consultan y se tratan en nuestro centro “Las cuatro estaciones”. Hay agrupamientos; es decir, multiplicidades que forman Uno. Ahora, de la multiplicidad al Uno hay varias formas de pasaje. En este trabajo, analizaremos tres fundamentales, aunque hay otras. Freud llamaba “juicio de atribución” a la posibilidad de agrupar varios términos en una sola clase sobre la base de una propiedad. Lo común, entonces, se arma a través de la predicación de esta propiedad. Y de ahí que podamos pensar que el todo se agrupa por tener todos los miembros de una clase la misma propiedad. 55


Ahora bien, cuando se hace diagnóstico, por ejemplo, se olvida que dentro de ese Uno hay una multiplicidad. Es decir, que hay dispersión dentro de un mismo conjunto. Que este Uno así reunido se dispersa en la multiplicidad porque la clase no tiene un solo miembro. Por otra parte, al límite a este todo así constituido puede oponerse la figura de lo que no tiene esa propiedad, o sea un conjunto complementario, que contiene la posibilidad de que esa propiedad no le sea atribuida. De esta manera se construyen los todos y los no todos. Por ejemplo, “No todos los hombres son adictos” (aquellos a los que la propiedad no les es atribuida), y “todos los adictos poseen tales características” (para el caso de los que la propiedad les compete). El momento esencial constituyente de la unidad es el juicio de atribución, diciendo “x es P”.

Los descubrimientos de la neurociencia permiten comprobar que las sustancias de abuso producen cadenas de señales trasmitidas de neurona en neurona, a partir de la literalización del código genético por la puesta en relación analógica entre los genes y las secuencias literales.

En nuestro caso, adjudicar la propiedad o hacer el diagnóstico “Trastorno por abuso de sustancias” es aplicar una serie de conocimientos fundamentados y demostrados por la neurociencia.

Los descubrimientos de la neurociencia, gracias a un sinnúmero de investigadores entre los cuales destacamos a Nestler y Koob, permiten comprobar que las sustancias de abuso producen cadenas de señales trasmitidas de neurona en neurona, a partir de la literalización del código genético por la puesta en relación analógica entre los genes y las secuencias literales. Estas cadenas tienen como blanco final la apertura o cierre de determinados genes, que producen como resultado una transformación neuroplástica del cerebro en determinadas zonas: en el circuito límbico, circuito de la recompensa, área septal, amígdala ampliada, corteza prefrontal. Esta transformación neuroplástica explicaría la búsqueda compulsiva que en la persona que padece una adicción se observa, por inhibición de la

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inhibición, como el anhelo de un placer superlativo advenido como un imperativo al goce. Dicho goce, por razones farmacocinéticas, es mayor a cualquier placer producido por acontecimientos del mundo, debido a una sobreexcitación del circuito de la recompensa. Este goce mayor que el esperado, que inunda el aparato psíquico, muestra el desinterés posterior de la persona por los placeres del mundo. Y el mundo le parece, de esta manera, sin incentivos, aburrido, chato, indeseable; términos que resuenan en la clínica Describimos en una y otra vez. El desinterés se agrava la adicción un nombre que es cuando se retira la droga, proceso que un conjunto de propiedades de recibe el nombre de abstinencia. Entonpropiedades que se sostienen ces sobreviene una nihilización del por sí mismas antes de ser mundo que genera una rebeldía que, predicadas a cualquier sujeto, como toda rebeldía, es sin contenido, lo que demuestra que un porque solamente desea un cambio sujeto puede recibir o no esta negándose a pensar una respuesta transformadora que revolucione el predicación. mundo. Esta nihilización, o disforia, es producida por la abstinencia. Otro fenómeno que ocurre cuando la adicción está instalada es la necesidad de aumentar la cantidad de consumo para conseguir aquel placer de las primeras dosis, imposible de volver a obtener debido al efecto de transformaciones neuroplásticas defensivas, porque para el cerebro no es biológicamente útil tanta excitabilidad, y se produce la llamada tolerancia. Como vemos, describimos en la adicción un nombre que es un conjunto de propiedades de propiedades que se sostienen por sí mismas antes de ser predicadas a cualquier sujeto, lo que demuestra que un sujeto puede recibir o no esta predicación; se dirá de él o no que es un adicto. Pero este conjunto de propiedades no existe a partir de que se lo predica, sino que tiene existencia propia. Preexiste y se sostiene por sí mismo antes del acto de atribución. Y lo mismo puede decirse de cualquier atribución construida, en este caso por la cienca médica; por ejemplo, la hepatitis. La atribución puede ser planteada independientemente del acto de atribuirla. Porque plantearse sólo de manera aislada un sujeto nada determina si será o no será P, en todo caso el sujeto es soporte de atribuciones, y ninguna le compete a priori. Por lo cual, el juicio de atribución tiene la posibilidad, como 57


ya hemos visto, del juicio negativo; es decir, que determinada propiedad no le sea atribuible. Este ordenamiento es innegable y está demostrado: si alguien es impulsivo en la búsqueda de la sustancia, se aísla socialmente, necesita aumentar las dosis de la sustancia, y tiene efectos disfóricos graves al retirarse la misma. Entonces a esa persona le cabe el diagnóstico de Una investigación adicción como determinación de encontró que la mayor parte un saber objetivo. Pero además, este acto tiene efectos subjetivos de la cobertura periodística importantes: ya que si bien no hay sobre drogas asocia el abuso de un absoluto consenso, la evidencia sustancias con el crimen u otros científica parece apoyar la idea de problemas sociales, mientras que que la adicción debe ser comprenel tratamiento y la recuperación dida, como lo que estuvimos viendo, reciben poca atención. como una patología, en tanto posee bases neuronales, es heredable en algún caso como ser el alcoholismo, responde al tratamiento y tiene un progreso clínico característico (MpcLellan y Cols, 2000). Sin embargo, la comprensión pública del fenómeno de dependencia no ha evolucionado a la misma velocidad. Así, algunos estudios indican que mucha gente continúa pensando la adicción como una desviación moral (Miller, 1991). Asimismo, existen evidencias de que los medios de comunicación refuerzan este estigma. Por ejemplo, una investigación financiada por la Robert Word Johnson Foundation, encontró que la mayor parte de la cobertura periodística sobre drogas asocia el abuso de sustancias con el crimen u otros problemas sociales, mientras que el tratamiento y la recuperación reciben poca atención. Estas visiones peyorativas hacia las personas con problemas de dependencia se extienden entre distintos actores sociales y contribuyen a políticas que serían inaceptables si se aplicaran a desórdenes médicos “reales” (Dackis y O’Brien, 2005). El estigma social y las visiones equivocadas acerca de las adicciones hacen que, en lugar de ser tratados como pacientes, los individuos afectados sean culpados, discriminados y criminalizados. Esto 58


contribuye a que el tratamiento especializado sea considerado innecesario (¿por qué no simplemente decir “no” a las drogas?) o percibido como inefectivo. Por lo tanto, en la mayoría de los casos sólo acceden al tratamiento aquellas personas que están en un estado muy avanzado del proceso adictivo o son obligados por la justicia al haber cometido algún acto delictivo. Este hecho no sólo sigue reforzando una idea distorsionada de la persona con problemas de dependencia, sino que también impide la detección precoz de personas que están en riesgo. En este caso, el diagnóstico que dice que es una enfermedad médica sirve para desestigmatizar a los pacientes. Pero también puede generar el efecto subjetivo de desresponsabilización, como ocurre cuando no hay ninguna asunción subjetiva del padecimiento. Este efecto se lee cuando las personas dicen, por ejemplo: “estoy enfermo, cúrenme” o “estoy enfermo, no se puede esperar de mí otra cosa más que el consumo”. Pero si nos dejamos guiar por estos trabajos, vemos que hay otra manera de construir un agrupamiento donde el efecto de construcción del Uno a partir de la multiplicidad es por efecto del significante; es decir, un efecto creador de verdad por el acto mismo de enunciación del significante. “Son unos inmorales”, “no valen la pena, son antisociales.” Este significante no preexiste a su enunciación, ni tampoco se deduce de la manera que estuvimos viendo en la construcción del saber científico, sino que se realiza por engendramiento propio y no independientemente del acto de su proferimiento. Es decir, frases dichas con el objeto de ser repetidas para formar una masividad simple y condicionar las decisiones políticas de salud, en este caso, generando una segregación oprobiosa de la persona que padece.

En la mayoría de los casos sólo acceden al tratamiento aquellas personas que están en un estado muy avanzado del proceso adictivo o son obligados por la justicia al haber cometido algún acto delictivo.

Este procedimiento no solamente aparece por vía de la opinión pública o funcionarios, sino en los discursos autoproferidos o escuchados familiarmente: “sos un incapaz”, “un tonto”, “un bueno para nada”. Enunciaciones que si acceden al consentimiento del sujeto – lo que generalmente lla59


mamos alienación – resultan en su petrificación en esta significación. Es decir, el insulto proferido en segunda persona, “vos sos tal cosa”, lo hace responder “yo soy tal cosa”. Lo mismo puede suceder con los dichos de la ciencia: un sujeto puede decir “sí, se que todo esto me hace mal”, “se que no debo hacerlo, pero lo hago igual”. Aquí el efecto es una desmentida que solamente se sostiene por efecto del significante, es decir que no se sostiene en lo real.

Nuestra clínica A través de todos estos años pudimos comprender la necesidad de escuchar lo que está por detrás de estos grandes agrupamientos; es decir, la singularidad que se hace escuchar en los miembros de estas clases. Por ejemplo, poder escuchar que el sujeto no acepte predicaciones que lo nombran de manera conveniente “vos sos esto”, “tenés un problema de adicción”, “robaste dinero”, “no podés parar de jugar”, frases que no tendrían la condición de un insulto porque, de algún A través de modo, lo nominan en algo que le cabe y negarlo sería colocarse en una situatodos estos años pudimos ción inadecuada para su supervivencia, comprender la necesidad ya que lo llevan a su propia destrucde escuchar lo que está por ción por acción de lo ilimitado (lo que detrás de estos grandes venimos nombrando como goce). Pero agrupamientos, la singularidad respetando su decisión, singular y perque se hace escuchar en los sonal, de negarse a esta predicación y miembros de estas clases. por lo tanto entregarse, en nuestro caso, a la adicción; en ese caso, nuestra tarea es la reducción de daños y acompañar al sujeto en su decisión propia. En otros momentos o en otros casos, nuestra intervención está dirigida al significante proferido de manera insultante. El “vos sos esto” es inapropiado, y nuestra tarea, en este caso, es desarmar este efecto de verdad producido por la creación significante para que el sujeto nuevamente pueda estar enfrentado en la construcción de una salida que le sea propia. Como vemos, de esta manera, hay una tercera forma de agrupamiento que es la construcción de una clase donde los sujetos se juntan por lo que no 60


tienen de semejantes. O sea, por ningún uso de un predicado extensional que los agrupe o por el proferimiento de un discurso que los aliena. Ese saber, construido de esta manera, muestra que hay tantas formas de llevar adelante la adicción como pacientes hay. Y recuerda el aforismo hipocrático de que no hay enfermedades sino enfermos. Construyendo un universal complejo, que incluya en lo general las diferencias singulares. Este saber, proferido por nuestros pacientes, se encuentra organizado y testimoniado en nuestros historiales clínicos sin que armemos con esto un perfil, porque caeríamos nuevamente en una predicación extensional entrando en contradicción con nuestra clínica misma. El deshacer los saberes establecidos ya sea por generalización simple, o por acción preformativa (siguiendo la escuela de Austin), no es una nihilizacion del saber o un escepticismo. Es la apuesta a un saber en más, un más allá de todos los saberes producidos. Es llevar al sujeto a la producción de un saber propio todavía no proferido que escapa a las determinaciones generales, o sea, a la política. Es dar la oportunidad a la creación de un saber propio donde el sujeto es acompañado a que realice su propio trayecto, aunque sea llevado por su terquedad a la cual, incluso, también acompañamos. Esta es nuestra ética.

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Santiago López Medrano Subsecretario de Fortalecimiento Familiar y Comunitario del Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Un compromiso indeleble entre el Estado y la sociedad civil “Drogas, ¿para qué?” se preguntaban Fleco y Male al unísono, los dos personajes adolescentes que protagonizaban una recordada campaña de prevención de adicciones a mediados de los años noventa. Más allá de la opinión sobre la campaña y algunas polémicas que generó en aquel momento, lo llamativo es que, después de dos décadas, siga siendo recordada, posiblemente porque no hubo después de esa ninguna otra con semejante impacto y difusión pública. Por el contrario, nuestra sociedad y aquellos que tuvieron y tienen responsabilidades en la materia, se entreveraron en una extraña y, seguramente, no casual, mezcla de falsos debates entre legalización versus prohibición, relativismo, banalización y, en algunos casos, exaltación del consumo de drogas. Por supuesto, las personas continúan con sus vidas. Como pueden, como las dejan. Y mientras la inacción y la ausencia de políti62


cas públicas en la materia eran moneda corriente, el consumo aumentaba y también la marginalidad de los consumidores, la falta de asistencia desde el Estado y el mirar para otro lado lograron que el narcotráfico, con todas sus consecuencias, dejara de ser una película que tenía lugar en otros países de la región como Colombia, México o Brasil, para convertirse en un actor principal con todas sus ramificaciones sociales, políticas, económicas, financieras y mediáticas.

Entre tanta desolación y frente a ese panorama sombrío, la sociedad ha formado sus anticuerpos, sus defensas, sus antídotos. Y se fue organizando, complementando, armando redes.

“Drogas, ¿para qué?” Las respuestas que surgen pueden ser variadas. Sólo citaré algunas que escuche de boca de personas con problemas graves de adicción a drogas legales e ilegales, porque cabe aclarar que ya sean producidas en un laboratorio farmacéutico o en una elegante destilería, el abuso de las drogas legales también destruye vidas y familias. Para aliviar el dolor; para evadirse de una realidad cruda; para ser aceptado; para soportar la violencia y el abuso; para vivir al día; para darse coraje y salir “de caño”; para llenar vacíos… La lista podría continuar. Eso sí, hay un denominador común en todos ellos: la falta de proyecto de vida. La idea de que no hay un futuro ni una proyección, de que no hay mañana. Todo es ya. Doble clic. Las pantallas ponen el mundo ideal en cualquier lugar al instante, un delivery de la felicidad absoluta, pero cuando la queremos tomar se produce el choque violento contra el cristal. Ahí viene la frustración, la angustia. Entonces hay que mirar alrededor buscando modelos, contención, apoyo, guía. Y varias décadas de destrucción de la familia, aquella célula básica de la sociedad que nos enseñaban en el 63


colegio, tienen su efecto directo: no hay tal cosa. Y los jóvenes pidiendo a gritos límites. Pero tampoco hay, al menos no a tiempo. Entre tanta desolación y frente a ese panorama sombrío, la sociedad ha formado sus anticuerpos, sus defensas, sus antídotos. Y se fue organizando, complementando, armando redes. Las primeras ONG se fueron constituyendo en protagonistas de las políticas públicas. Participando de su diseño, implementación y evaluación. Reclamando desde la acción concreta en el terreno. Volviéndose referentes y transmisores de comunidades que veían al Estado entre distante y ausente. Construyendo los tan necesarios puentes entre orillas cada vez más distantes y extrañas entre sí. Y esa tarea se fue profesionalizando. Hoy los equipos de intervención social poseen gran cantidad de técnicos y profesionales que permiten no sólo abordar la problemática de las drogas con un enfoque interdisciplinario, sino también formar a cientos de personas y a otros equipos para poder trabajar en coordinación permanente.

Han sido las organizaciones de la sociedad civil las primeras en llevar adelante el tan mentado “trabajo en red” que se pregona desde hace décadas en todos los ámbitos, frente al agotamiento de las tradicionales estructuras piramidales.

Han sido las organizaciones de la sociedad civil las primeras en llevar adelante el tan mentado “trabajo en red” que se pregona desde hace décadas en todos los ámbitos, frente al agotamiento de las tradicionales estructuras piramidales. Esas redes, junto a la formación de formadores de manera continua y sostenida en el tiempo, han permitido consolidar el rol de las ONG como figuras centrales en el proceso de las políticas sociales.

Es por ello que la gestión asociada entre sociedad civil y Estado debe ser la herramienta indispensable para el abordaje de cuestiones tan sensibles y delicadas como las adicciones. Un Estado fuerte y consciente de su papel como principal responsable de las políticas públicas. Un tercer sector que corresponda esa labor con compromiso y profesio64


nalismo, aportando las distintas miradas y posibilitando el permanente rediseño de programas y proyectos. Finalmente, y a modo de conclusión, sólo podremos encarar con posibilidades de éxito el arduo desafío que tenemos como sociedad por delante en materia de lucha contra el drama de las drogas, si lo entendemos como parte de un todo mucho más amplio que implica una política social a largo plazo, con objetivos concretos y transparentes de cara a la sociedad. Ello será posible poniendo los problemas y su diagnóstico en el eje del debate público, y sellando la relación entre Estado y sociedad civil con un compromiso indeleble entre ambos en pos de una Argentina mejor.

La gestión asociada entre sociedad civil y Estado debe ser la herramienta indispensable para el abordaje de cuestiones tan sensibles y delicadas como las adicciones.

Ojalá Fleco y Male pasen al olvido porque cada vez hayan más y mejores campañas de prevención, con alto impacto, acompañando un esquema de políticas sociales integrales que conformen una verdadera red de contención, asistencia y promoción de nuestras familias.

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Juan Carlos Mansilla Licenciado en Psicología. Subsecretario de Prevención de Adicciones del Ministerio de Desarrollo Social del Gobierno de la provincia de Córdoba.

Claroscuros en la política pública nacional sobre el consumo de drogas La época de Alfonsín Fundación Convivir nace en 1985, durante la presidencia de Raúl Alfonsín, cuando se crea la Comisión Coordinadora para el Control del Narcotráfico y Abuso de Drogas, que avanzó hacia una perspectiva educativo-sanitaria sobre el tema del consumo de drogas, apartándose del enfoque de control social que caracterizó a la dictadura militar. La Comisión trabajó sobre la prevención y modalidades de tratamiento, y en la construcción de una mirada no punitiva sobre la tenencia de drogas para uso personal, aunque sin modificar las leyes penales. La nueva democracia se esforzaba en visibilizar al adicto como un ciudadano con derechos y con problemas sobre los que el Estado debía intervenir. Se venía de tiempos en que el estereotipo del consumidor era el del joven-adicto-subversivo. 66


A sí, la visión alternativa que se desarrolló fue la del joven-adicto-desviado (o enfermo), a quien se debía tratar con estrategias de internación, para protegerlo de él mismo, ya que se lo definía como un “enfermo con características autodestructivas”. Por eso el interés de la década del ´80 se centró en las respuestas asistenciales. La discusión era qué tipo de internación era mejor, si la de las instituciones psiquiátricas, o el modelo de comunidad terapéutica. Los temas que la dictadura se encargó de invisibilizar salían a luz, y muchos endosaban a la democracia los “males” que ahora se podían ver. Un término que definió la cultura de aquel entonces fue el “destape”.

El consumidor de drogas ha sido un sujeto estigmatizado en el sentido que se ha puesto sobre el/ella una mirada prejuiciosa y negativa. El enfoque de derechos implica una mirada en la cual el acto de consumo por sí mismo no invalida a la persona ni la encasilla en esas definiciones.

En un reportaje del 8 de diciembre de 1987 a Silvia Alfonsín, una de las fundadoras de Fundación Convivir, el diario español El País decía: “Son muchos los que achacan la llegada de las libertades al país andino al surgimiento de la droga. Sin embargo Silvia Alfonsín explica que la democracia lo que ha hecho ha sido destapar la olla y resucitar los problemas”. Un aporte significativo de Fundación Convivir fue presentar en 1986 un proyecto en la UBA para la “Inserción de la temática de la drogadicción en el diseño curricular universitario”, lo que ayudó a incorporar el tema de las adicciones en el ámbito académico desde una perspectiva psico-social.

Caracterización de los 90 En julio de 1989 asume la presidencia Carlos Menem y se crea la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR). Este organismo continúa vigente hasta el día de hoy marcando en buena medida la política pública nacional en materia de drogas. A partir de aquí también se desarrollaron con fuerza las ONGs en adicciones, y las políticas públicas provinciales en este tema. 67


Hay cinco aspectos claves que facilitaron estos surgimientos, y le dieron el carácter que tuvieron en esta década: [ 1 ] En 1988 se lleva adelante en Viena la Convención de las Naciones Unidas Contra el Tráfico Ilícito de Estupefacientes y Sustancias Sicotrópicas, a la cual Argentina adhiere en 1992. La Convención reforzó la tendencia a la construcción de una respuesta punitiva y a una mirada jurídico-moral del consumo de sustancias. [ 2 ] Se sancionó la ley 23.737 (Ley de drogas) que colocó al consumidor entre la definición de enfermo (a tratar médicamente o re-educar compulsivamente), o criminal merecedor de sanciones penales por su conducta respecto a las drogas. No dejaba más alternativas. [ 3 ] Se inició un proceso de privatizaciones que implicaron un achicamiento de la calidad y cantidad de los servicios provistos por el Estado. Se tercerizó en ONGs la asistencia a adictos, y no se fortalecieron las respuestas construidas desde el Estado. Las ONGs apoyadas ofrecían casi con exclusividad el servicio de “granjas de rehabilitación”, fortaleciendo el imaginario de que el consumidor debía ser apartado de la vida en sociedad para su cura. [ 4 ] La Corte Suprema de Justicia, a través del fallo “Montalvo”, ubicó nuevamente al consumidor como joven-adicto-delincuente, y difusor del vicio en la sociedad. En ese dictamen se leía, entre otras cosas, “no puede desconocerse que el adicto suele ser un medio de difusión del vicio… a quien no se le puede dar ventajas… el adicto busca a quien comparte sus experiencias.. y… se convierte en cómplice del tráfico”. [ 5 ] Comienza a observarse un fuerte desarrollo del narcotráfico en Argentina. El inicio del tráfico comenzó en la dictadura militar; la tolerancia al consumo apareció en el gobierno de Alfonsín; el ascenso del consumo de drogas y el avance estructural del narcotráfico vinieron con el menemismo; y su desarrolló, complejización y aparición de la venta al menudeo como problema central en nuestro país ocurrió durante el kirchnerismo. Durante el año 1995 se dictó la ley 24.455, en donde se menciona en el Art 1 inc. b que las obras sociales “deberán dar cobertura para tratamientos médicos, psicológicos, y farmacológicos, de las personas que dependan física o psíquicamente del uso de estupefacientes”.

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Esto posibilitó que cualquier centro de salud médico o psiquiátrico encuentre financiamiento para trabajar en adicciones.

Intentos de unificación Ya en el nuevo siglo, con el período kirchnerista, se intentó unificar el disperso discurso de la política pública en adicciones en nuestro país. Estos intentos fueron tres: 1° intento (1996-2013) SEDRONAR-COFEDRO: Estrategia federal. El Consejo Federal sobre Drogas fue una “institución interestadual creada para consensuar las políticas públicas”, en prevención y asistencia. Surgió en 1996 y funcionó hasta el año 2013, cuando SEDRONAR suspendió su convocatoria. Si bien el COFEDRO comenzó en la época del secretario Aráoz, se desarrolló durante la gestión de Granero y de Bielsa. Durante esos años los encuentros entre provincias generaron un intercambio que las fortaleció. De hecho, en sus objetivos aparece explicitado lo de “fortalecer las áreas específicas de cada jurisdicción”. SEDRONAR en ese tiempo entendía que su tarea era la “coordinación”, y asumía su papel rector en políticas públicas a nivel nacional implementando un Plan Federal de Prevención Integral de la Drogadependencia y de Control del Tráfico Ilícito de Drogas. El último plan fue elaborado con la participación de las provincias en el año 2012.

La mirada reformista representa la opción a la prohibicionista. Entre otras cosas entiende que si bien los usos de drogas implican riesgos, no todos esos usos tienen las mismas consecuencias ni significados. No se reconoce al abstencionismo como la única alternativa de salud.

Cuando Rafael Bielsa dejó la SEDRONAR en marzo de 2013, la Secretaría quedó a cargo del subsecretario de Control de Sustancias Psicoactivas, Julio Postiglioni, quien convocó a una reunión del COFEDRO en Buenos Aires. Allí, SEDRONAR se comprometió a asignar fondos a los gobiernos provinciales, para la concreción de objetivos territoriales decididos por el acuerdo Nación-Provincias. Se cerró formalmente la reunión y firmó un acta.

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Sin embargo, tanto el Plan Federal como lo acordado en la última reunión del COFEDRO quedó en la nada al hacerse cargo de la SEDRONAR, a fines del 2013, el sacerdote Molina. La estrategia de generar políticas públicas federales en este tema se suspendió en ese momento. COFEDRO nunca más fue convocado a pesar del compromiso a hacerlo. 2° intento (2010-2013) Salud mental y adicciones: Enfoque de “salud mental”. Este intento de articulación para el armado de una política pública sobre drogas partió de la creación, en el año 2010, de la Dirección de Salud Mental y Adicciones perteneciente al Ministerio de Salud de la Nación. Esta Dirección (DNSMyA) generó una indisimulable tensión con la SEDRONAR, pues sus objetivos resultaban similares en lo referido a la prevención y asistencia, y su discurso progresista descalificaba el enfoque conservador que para el año 2010 sostenía la SEDRONAR. Esta Dirección reclamaba para sí funciones que la SEDRONAR reconocía como parte de su razón de ser. Por ejemplo, la presentación de la DNSMyA en su web define que busca “integrar las políticas de salud mental, y las de tratamiento de las adicciones en particular, en las políticas generales de salud… (promoviendo) la salud mental, así como la prevención de las adicciones”. Las ONGs eran aquí vistas con desconfianza, pues era el Estado quien debía responder ahora a la problemática del consumo y a la prevención desde las instituciones de salud mental. En este marco, se solicitaba a las provincias que sus áreas destinadas a entender en consumo de drogas pertenecieran a salud mental de los Ministerios de Salud. Sin embargo, el tiempo, esfuerzo y dinero puestos en orientar y coordinar las acciones de este enfoque se interrumpieron abruptamente en el 2013. 3° intento (2013-2015) Comunidad y consumos problemáticos: Enfoque de “salud social”. Con la última gestión de la SEDRONAR, la Nación comenzó a caracterizar al consumo de drogas como un problema de “salud social” con la misma convicción que antes lo hacía cuando lo definía como de “salud mental”. Ahora las ONGs tradicionales, antes descalificadas por salud mental por responder al viejo paradigma, tuvieron lugar en el nuevo paradigma de la salud 70


social de la nueva SEDRONAR. A las provincias se les sugería ahora que sus áreas destinadas al consumo de drogas estuvieran en la esfera de los Ministerios de Desarrollo Social. Se presentó un mapa para la apertura en todo el país de 60 Casas Educativo-Terapéuticas (CET) y 150 Centro de Prevención Locales de Adicciones (CEPLA), con una inversión de 1.993 millones de pesos. Sin embargo, esos programas y dispositivos de intervención territorial, La primera gran bajarían desde la “sede central” de Buedivisión en torno al fenómeno nos Aires a las provincias o municipios, sin de las drogas debería ser la relacionarse necesariamente con los orgaseparación de los discursos nismos provinciales afectados a la misma e instituciones públicas temática, y que habían sido promovidos por que trabajan en lo que es el Nación en la época en que se apostaba al problema de la oferta y el COFEDRO.

problema de la demanda.

Debido a ello se generaron, en varias provincias, políticas públicas en paralelo en una misma jurisdicción. El Plan Federal 2012-2017 fue de hecho reemplazado por el Programa Nacional de Abordaje Integral para la Prevención, Capacitación, y Asistencia de las Adicciones (Resolución 172/2014) El cambio no fue menor. Supuso la centralización de la estrategia de intervención nacional desde las oficinas porteñas de la SEDRONAR.

Componentes de política pública en adicciones A la luz de lo relatado, plantearé algunos componentes que debería tener una política pública sobre consumos problemáticos de drogas en nuestro país. 1.- Enfoque de derechos. El consumidor de drogas ha sido un sujeto estigmatizado en el sentido que se ha puesto sobre el/ella una mirada prejuiciosa y negativa. Este hecho contribuyó a entramparlo entre las definiciones de delincuente o de enfermo. El enfoque de derechos implica una mirada en la cual el acto de consumo por sí mismo no invalida a la persona ni la encasilla en esas definiciones. Se trata de desmontar la respuesta del castigo a la adicción, que ha sido la tendencia marcada por acuerdos internacionales y las leyes de drogas, comenzados a ser 71


cuestionados internacionalmente desde fines de la década del 90. A nivel nacional, este fue un enfoque propio de la nueva Ley de Salud Mental. En la SEDRONAR fue promovido por Bielsa y continuado por Molina. 2.- Enfoque reformista. En relación a la política sobre drogas, la mirada reformista representa la opción a la prohibicionista. Entre otras cosas entiende que si bien los usos de drogas implican riesgos, no todos esos usos tienen las mismas consecuencias ni significados. No se reconoce al abstencionismo como la única alternativa de salud, y por lo tanto, las estrategias de acción en prevención, asistencia, y reducción de daños se amplían. La mirada prohibicionista había reaccionado ante las drogas de acuerdo a la categorización consensuada de drogas legales e ilegales, proponiendo acciones sobre las segundas. Esa era la matriz diferencial desde donde se construían las respuestas al problema. El reformismo entiende que el problema de las drogas abarca a todas ellas. En la SEDRONAR, el discurso de Bielsa en la apertura del COFEDRO 2012 responde a este enfoque de un nuevo paradigma. 3.- Separación de oferta y demanda. La primera gran división en torno al fenómeno de las drogas debería ser la separación de los discursos e instituciones públicas que trabajan en lo que es el problema de la oferta y el problema de la demanda. En relación a la oferta, se debería propender a asumir un papel regulador de aquellas sustancias que han penetrado culturalmente en la sociedad y sobre las cuales la prohibición no ha tenido resultados satisfactorios, sino contraproducente por generación de daños asociados. La respuesta a la demanda de drogas debe articularse principalmente con los sectores de gobierno dedicados a la salud, la educación, el desarrollo social y el trabajo. Debe ser una política construida transversalmente a estas áreas temáticas, y también en coordinación con distintos niveles de gobierno. 4.- Universalidad de la política en consumos de drogas. Las políticas sobre consumo de drogas deben ser universales, aunque luego se apliquen programas a poblaciones focalizadas. Ahora bien, toda política focalizada en consumos problemáticos debe incorporarse dentro de una política pública más amplia, que favorezca la inclusión social y la promoción de los derechos. Pero sería minimizar el problema entender que el consumo de drogas se resuelve solo con inclusión. O lo 72


que es lo mismo, decir que la exclusión social genera adicciones. Otra variable de la estigmatización, a fin de cuentas. Incluso hay interesantes estudios que advierten lo engañoso de establecer una relación lineal entre inclusión social y consumo de drogas. 5.- Visión federal. Argentina es un país de diferentes idiosincrasias y expresiones culturales, debido a su historia y a su geografía. De ahí la importancia de consensuar planes federales en política pública en adicciones. Esto no significa que Nación deba renunciar a su papel rector en la determinación de lineamientos de principios geneLas provincias rales propios de una Plan Federal, tienen sus propias áreas dedicadas pero en su tratamiento y aplicaa esta problemática. Muchas ción debe jerarquizarse la mirada aportada por los gobierno locales. desarrollaron sus propios Las provincias tienen sus propias programas, sus dispositivos locales, áreas dedicadas a esta problemácontando con un plan de acción. tica. Muchas desarrollaron sus Debería ser tarea de una política propios programas, sus disposipública nacional el retomar tivos locales, contando con un esas experiencias, valorarlas, e plan de acción. Debería ser tarea integrarlas. de una política pública nacional el retomar esas experiencias, valorarlas, e integrarlas. Nación, provincias, municipios y sociedad civil son los actores principales del diseño de una política pública integral en el tema de los consumos problemáticos. 6.- Enfoque de salud pública. Si sobre algo se ha avanzado y existe amplio consenso en políticas públicas en adicciones es en que éste ha dejado hace tiempo de ser un problema de seguridad, para pasar a ser visto como un problema de salud pública. La salud pública es un enfoque que integra a la salud física, la salud mental y la salud social, haciendo referencia a acciones claves que competen al Estado en su búsqueda por el bienestar común en materia de salud integral. Su alcance es amplio, comprendiendo desde la promoción y prevención, la detección temprana y la atención primaria, para llegar a la rehabilitación, inclusión social, y reducción de daños. 73


Javier Martín Nieto Licenciado en Ciencias de la Información. Magíster en Dirección y Administración de Fundaciones, Asociaciones y otras Entidades no Lucrativas. Director general de la Red Iberoamericana de Organizaciones que trabajan en Drogodependencias (RIOD).

Construyendo ciudadanía La sociedad debería rendir un homenaje a Fundación Convivir y a otras tantas organizaciones de la sociedad civil que llevan décadas construyendo sociedades más inclusivas. Las llamadas ONG llevan décadas, tanto en Argentina como en otros países de América Latina, y de otras regiones del mundo, desarrollando sus actividades de manera anónima, y en muchas ocasiones de forma casi clandestina. El carácter apartidista, que no apolítico, de esas entidades, y sus prioridades centradas en las personas y no en la confrontación política, las ha condenado a ese anonimato, al menos en lo referido a la presencia en los grandes medios de comunicación. Pero no debemos dejarnos engañar por la propaganda y por la visión del mundo que reflejan esos medios de comunicación de masas. Aunque no tienen protagonismo en la prensa, en la radio o en los programas de televisión, podemos afirmar que el mundo es hoy mucho mejor gracias al trabajo constante de estas organizaciones sociales. Las grandes conquistas sociales en materia de derechos, registradas en las últimas décadas, son responsabilidad de estas ONG, que comenzaron reclamando esos derechos, empoderaron a dece74


nas de miles de personas en situación de exclusión social, han puesto en marcha programas de intervención y de transformación social, han sensibilizado a amplias capas de las sociedades, han desarrollado programas de incidencia en políticas públicas, y han demostrado que “sí se puede”. En un mundo justo, la sociedad debería rendir un homenaje a las organizaciones de la sociedad civil. Aunque para eso sería necesario que las personas supieran que sus condiciones de vida son mejores gracias a ellas, y que los medios de comunicación llevan años ocultando esta realidad. Fundación Convivir cumple 30 años. Este texto pretende ser un humilde homenaje a su trabajo constante en la construcción de ciudadanía a través del desarrollo de una sociedad menos excluyente, o si se quiere, más inclusiva. El homenaje es extensivo al resto de organizaciones sociales que componen un mapa de la solidaridad en Buenos Aires, Argentina, América Latina o el mundo.

Los problemas de acceso a la educación o a la salud, o los problemas asociados al consumo de drogas, son problemas de salud pública, problemas de Estado, no de gobierno. Y Estado somos todos.

Aunque el homenaje se lo rendimos a la institución, que es donde se centra la permanencia del trabajo y a través de la cual se garantiza la continuidad del trabajo, es evidente que son las personas que desarrollan su actividad en esas entidades quienes son merecedoras de todos nuestros reconocimientos. A lo largo de las últimas décadas centenares, miles de personas solidarias han dedicado lo mejor de sí mismas a construir un mundo más justo, una sociedad más solidaria, y a defender los derechos para las personas más vulnerables. Fundación Convivir, como otras ONG, no sólo permitieron a esas personas desarrollar sus iniciativas, y coordinar ese trabajo con el de otras personas como ellas, lo que permitió mejorar la eficacia y la eficiencia, sino que alentaron, promovieron y fomentaron ese impulso solidario. Esas personas son héroes anónimos. Reconozcamos una realidad: hoy, a pesar del trabajo de las organizaciones sociales, el mundo sigue siendo injusto, la desigualdad sigue siendo la 75


norma, la vulneración de derechos es cotidiana, y el modelo de sociedad en el que vivimos sigue produciendo exclusión. Pero hoy sabemos que entre nosotros viven personas que, a través de estas ONG, tomarán el relevo y se incorporarán a este enorme ejército solidario. Se trata de una multitud anónima, que trabaja de manera callada, casi clandestina, pero que ya está incidiendo en las políticas públicas y está construyendo un mundo mejor

Responsables de un éxito Escuchar la radio al levantarnos por la mañana mientras desayunamos, leer el periódico compartiendo un café, o ver un informativo en televisión es deprimente: problemas, crímenes, confrontaciones políticas, destrucción del medio ambiente, crisis… Podemos concluir entonces que el mundo va mal, que estamos mal. Pero hace años sabemos que los medios de comunicación no reflejan la realidad. Ese mundo que reflejan existe, no lo inventan, pero solo es una parte del mundo. Aquella en la que ellos han decidido centrar sus cámaras y sus micrófonos, pero existe otra realidad, otras realidades, que no aparecen en los medios, y no están allí de forma deliberada. Los medios de masas transmiten su ideología a través de dos grandes conceptos: el miedo y la insatisfacción. Y no es por casualidad. Con el miedo consiguen que la ciudadanía acepte cuestiones y planteamiento que en otro caso no aceptaría, cuestiones referentes a limitaciones a la libertad y la democracia. Y con la insatisfacción consiguen fomentar la sociedad de consumo. Es evidente que las personas insatisfechas consumen más, y tal y como ha enseñado Jorge Riechmann, “La producción más importante para el capitalismo es la producción de insatisfacción”. Decíamos que seguir los medios de comunicación puede llevarnos a la conclusión de que el mundo va mal. Por eso puede sorprender que en este texto pretendamos hablar de éxito, del éxito de las organizaciones que, como Fundación Convivir y muchas otras, están transformando el mundo desde hace décadas. Es cierto que los niveles de desigualdad son enormes, que la injusticia está muy extendida, que los porcentajes de exclusión son inaceptables, y que los 8 Objetivos de Desarrollo del Milenio de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que este año deberían cumplirse, siguen siendo una utopía. 76


Aceptamos la premisa de que otro mundo no solo es posible sino que es necesario. Pero reconocer que el mundo dista mucho de ser perfecto no significa que no reconozcamos avances y mejoras. Hoy, el acceso a la educación o a la salud no está garantizado para millones de personas, pero se acepta de manera generalizada que es un derecho para todo el mundo y no un privilegio. El hambre y la pobreza extrema siguen matando, pero la lucha contra la pobreza y la erradicación del hambre se ha incluido en la agenda de los organismos internacionales y se están Las organizaciones desarrollando planes en muchos lugares sociales también somos del mundo gracias a que ha dejado de Estado, por eso creemos que ser considerado algo inevitable. Sigue siendo necesario avanzar en la igualdad entre hombres y mujeres, pero avanzamos, muy lentamente eso sí, en la buena dirección. La mortalidad infantil sigue siendo un reto, aunque los datos muestran importantes mejoras.

tenemos no sólo el derecho, sino incluso la obligación de participar en la estrategia de intervención en estos problemas.

La lucha contra el VIH-SIDA y otras enfermedades ha incorporado importantes éxitos en su trayectoria. Y la sostenibilidad del medio ambiente sigue siendo una asignatura pendiente, aunque el número de personas e instituciones que reconocen la existencia y las negativas repercusiones del cambio climático no deja de crecer. Buena parte de todos estos éxitos parciales, aunque podríamos decir todos, han sido reivindicados, reclamados, promovidos, e impulsados, por organizaciones de la sociedad civil. Aunque en la foto oficial de los grandes acuerdos o en la de los éxitos, solo aparecen políticos, gobiernos, u organismos internacionales, fueron las organizaciones solidarias las que iniciaron el camino que llegó hasta allí, las que lo impulsaron en los momentos difíciles, las que aportaron argumentos y buenas prácticas, las que formaron a los profesionales, y las que construyeron comunidad y redes para poder avanzar. Reivindicamos nuestra paternidad, compartida con otras instituciones, de muchos de los avances logrados por la humanidad en las últimas décadas 77


Por eso no tenemos pudor en señalar que el mundo sería hoy infinitamente peor sin las organizaciones de la sociedad civil. Y afirmamos que la historia de las ONG como Fundación Convivir es la historia de un éxito. Hoy, muchos gobiernos cuentan con organismos de consulta o coordinación con las organizaciones de la sociedad civil organizada, aunque en muchos casos son más formales que efectivas. Y lo mismo puede decirse de los organismos internacionales. Casi nos atreveríamos a decir que contar con las ONG está de moda. Son numerosos los discursos oficiales que hacen referencia a esta colaboración, y es casi imposible escuchar a un responsable político sin que mencione que para hacer aquello que está exponiendo se ha contado con las entidades sociales. Pero no nos engañemos. A pesar de lo que significa esta mejora, no nos damos por satisfechos. Agradecemos que nos llamen para ver que nos parece un documento, un plan o un programa que han elaborado en los despachos oficiales, pero lo que de verdad queremos es planificarlo y elaborarlo conjuntamente, discutirlo, implemenEl carácter tarlo y evaluarlo. apartidista, que no apolítico,

de las ONG, y sus prioridades centradas en las personas y no en la confrontación política, las ha condenado a ese anonimato, al menos en lo referido a la presencia en los grandes medios de comunicación.

Los problemas de acceso a la educación o a la salud, o los problemas asociados al consumo de drogas, son problemas de salud pública, problemas de Estado, no de gobierno. Y Estado somos todos. Las organizaciones sociales también somos Estado. Por eso creemos que tenemos no sólo el derecho, sino incluso la obligación de participar en la estrategia de interven-

ción en esos problemas. A lo largo de las últimas décadas, mientras los gobiernos menospreciaban e incluso criticaban y combatían a las organizaciones de la sociedad civil, y mientras los organismo internacionales sólo reconocían como interlocutores a los gobernantes y a las empresas multinacionales, millones de personas en situación o riesgo de exclusión social encontraron 78


apoyo en alguna organización social en la que siempre había una mano solidaria. No es políticamente correcto decirlo, pero sí nos parece necesario. Durante décadas, muchos gobiernos se desentendieron de amplias capas de su propia población, a las que Las grandes abandonaron a su suerte. Muchos conquistas sociales en organismos internacionales se materia de derechos, registradas centraron en mejorar las grandes en las últimas décadas, son cuentas oficiales de los países, aunque eso significara dejar en la responsabilidad de las ONG, que cuneta a millones de personas. Y comenzaron reclamando esos en ese tiempo fueron las entidaderechos, empoderaron a decenas des sociales las que centraron su de miles de personas en situación trabajo en esas personas abandode exclusión social, y han puesto en nadas, y lo hicieron en una doble marcha programas de intervención dirección: por una parte, trabajando y de transformación social. con ellas en su empoderamiento; y por otra parte, reivindicando sus derechos. Por eso decimos que las organizaciones de la sociedad civil organizada están construyendo ciudadanía desde hace décadas. A veces hemos tenido enfrente a los gobiernos, a veces simplemente nos han mostrado indiferencia, pero rara vez hemos tenido su apoyo. Algún día descubrirán que trabajar conjuntamente con nosotros es mejor para la ciudadanía. Y será una buena noticia para todos, no solo para nosotros, aunque llegará tarde, como tantas otras cosas, y habremos perdido muchos años. Invitamos desde este espacio a los gobernantes, a las autoridades, a no esperar otros 30 años para homenajearnos, y convocarnos a un trabajo conjuntos, coordinado y cooperativo mañana mismo. Porque las personas, la ciudadanía, no pueden esperar. Y si esas vías de colaboración y cooperación no se ofertan y se impulsan desde los gobiernos y organismo internacionales, la ciudadanía encontrará la manera de hacerlas presentes, de proponerlas, y en caso necesario de imponerlas, porque son una necesidad. 79


Roberto Moro Licenciado en Estadística. Magíster en Prevención y Asistencia de las Drogadependencias. Subsecretario de Abordaje de las Adicciones y Salud Mental del Ministerio de Bienestar Social del Gobierno de la provincia de La Pampa.

La necesidad de políticas públicas proactivas Existe una estrecha relación entre las pautas culturales y el comportamiento sanitario de las personas, en el que inciden tanto costumbres como valores, mitos y creencias. Es decir que cuando observamos las conductas de riesgo en nuestras sociedades, podemos ver de qué manera el contexto cultural puede actuar como factor predisponente asociado a una multicausalidad, condicionante o precipitante de trastornos de conductas. Asimismo, las manifestaciones y el contenido también tendrán relación con la cultura en que se dan. Es por eso que cobra fundamental importancia el diagnóstico científico como una herramienta que aporta tanto a la investigación como a la metodología. Para instrumentar acciones y estrategias de promoción, prevención y asistencia en conductas de riesgo, el conocimiento de la realidad cultural local de la comunidad, contribuye a evitar desaciertos de pre concepto que suelen significar el fracaso de las políticas diseñadas. 80


¿Qué parte le toca a la política social? En las últimas décadas, la aplicación de políticas sociales neoliberales produjo procesos de exclusión que trajeron aparejadas una importante fragmentación social y el aumento de la violencia. Todo esto impactó en las instituciones de la modernidad, como el Estado, la escuela, la familia y en los modos en que los actores sociales se relacionan entre sí. Asimismo, deberemos tener en cuenta el nuevo paradigma de la lectura de la realidad, enmarcado, como lo denomina Edgar Morín, en una visión en donde se lo coloca al sujeto como protagonista de la construcción de su realidad, invitándonos a utilizar el concepto de individuo auto-eco-organizado. El hecho de concebir este problema como fenómeno social emergente del propio desarrollo de la comunidad permite comprometer a la población en la búsqueda de soluciones para sí misma. Este esquema posibilita, a su vez, actuar tanto sobre las causas que originan las conductas del uso indebido, como sobre las consecuencias de tal accionar. De esta manera, la prevención deja de ser un asunto sólo de expertos, para habilitar a toda la comunidad en la tarea preventiva, en la búsqueda constante y en la construcción colectiva del conocimiento, así como en la toma de decisiones.

De lugar sagrado a predilección por un producto El problema de “la droga” reviste innumerables aristas. En tanto acontecimiento humano, se produce en una dimensión histórica: el problema droga se constituyó como tal en la modernidad, cuando lo tradicional y lo divino dejaron de ser los valores dominantes que daban sentido a la existencia. Fue entonces que se produjeron rupturas en las formas de regulación colectiva 81


que pusieron en cuestión la estabilidad de los lazos sociales y permitieron el desarrollo y la valoración de la subjetividad individual. El uso de drogas fue perdiendo así su sentido de “facilitador del vínculo social” o de “vehículo hacia lo sagrado” y se convirtió en una práctica privada que refería a la predilección por un producto.

Deberemos tener en cuenta el nuevo paradigma de la lectura de la realidad, enmarcado, como lo denomina Edgar Morín, en una visión en donde se lo coloca al sujeto como protagonista de la construcción de su realidad, invitándonos a utilizar el concepto de individuo auto-eco-organizado.

En este punto, se constata –a partir de estudios científicos- que se está asistiendo a un cambio en el fenómeno del consumo de drogas en cuanto a patrones culturales de lo mediterráneo a lo anglosajón, la edad de inicio, percepción del riesgo, el consumo abusivo de alcohol los fin de semana, buscando un efecto farmacológico de la sustancia, el aumento de consumo en psicofármacos, la intencionalidad de los consumos y la dependencia a las sustancias en edades cada vez más tempranas.

El rol del Estado Los programas sociales o educativos, como el programa educativo preventivo “Aprendiendo a Crecer” del gobierno pampeano, son medios fundamentales para provocar impactos y lograr resultados, que ayuden a transformar la situación de la población involucrada. Por eso, es importante asegurar que tenga un desempeño efectivo la inversión social que se realice a través de estos programas. Es un deber indelegable del Estado tomar posición e intervención, a través de un conjunto de estrategias en las cuestiones sociales, sanitarias, educativas, de seguridad, económicas, etc. Por lo general, el inicio de una adicción va relacionado con variables complejas que tienen que ver con la edad, hábitos 1. Gerald Caplan desde 1952 a 1964 fue Director del Programa de Salud Mental Comunitaria de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard. Más tarde, en 1964, creó el “Laboratorio de Psiquiatría Comunitaria” en Harvard, inmediatamente después de la aprobación de la Ley de centros de salud mental comunitaria. Este programa fue uno de los primeros en entrenar fellows (post-becados) en salud mental y psiquiatría comunitaria. El mismo año publicó su más famoso trabajo: “Principios de Psiquiatría Preventiva” (1964).

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de vida, entorno familiar, escolar, y contexto social que rodea a la persona. También con los grupos de presión, las alternativas de ocio y tiempo libre, con la disponibilidad de acceder a las sustancias y por supuesto con los recursos personales con los que se desenvuelve el sujeto ante la sociedad para lograr su propia realización. El abordaje de esta problemática debe tener en cuenta dicha complejidad, de modo que las medidas que se adopten formen parte de una amplia política socio-sanitaria que integre todas las acciones tendientes a optimizar los recursos en educación, salud y las condiciones de vida de los ciudadanos.

Cómo prevenir Gerald Caplan1 fue uno de los pioneros en conceptualizar una psiquiatría preventiva, promoviendo un pasaje en su momento revolucionario, del acto médico psiquiátrico individual y organicista, al acto científico social. Creador de los conceptos de prevención primaria, secundaria y terciaria, construyó un modelo de intervención socio-comunitario basado en su teoría de aportes básicos y crisis vitales.

Es un deber indelegable del Estado tomar posición e intervención, a través de un conjunto de estrategias en las cuestiones sociales, sanitarias, educativas, de seguridad, económicas, etc.

Caplan sistematiza una serie de acciones socio-sanitarias e interpersonales que constituyen los pilares de una planificación preventiva comunitaria, integrando a profesionales de la salud, líderes comunitarios en el rol de agentes preventores y funcionarios municipales, en una concepción metodológica integral. Desde aquí surgirán los enfoques ecológicos (Urie Bronfenbrenner2, “Ecología del desarrollo humano”) que distinguirán factores de riesgo y de protección según las condiciones determinantes en las que se desarrolla un sujeto en relación bi-direccional y dinámica con su ambiente (macro-meso-microsistema), a lo largo de su vida. 2. Urie Bronfenbrenner (1917-2005) fue un psicólogo estadounidense que abrió la teoría ecológica sobre el desarrollo y el cambio de conducta en el individuo a través de su teoría de sistemas ambiente que influyen en el sujeto y en su cambio de desarrollo. Su estudio supone una de las teorías más emergentes y aceptadas de la psicología evolutiva actua

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Estos modelos teóricos son algunos de los que han constituido los principales ejes conceptuales-metodológicos para el accionar preventivo también en el campo de las tóxicas dependencias de los últimos tiempos. Escuelas preventivas, ciudades preventivas, representan el ideario de la constitución de un ambiente óptimo para el desarrollo de un sujeto sano en relación a un entorno saludable y posibilitante. Asimismo, es dable mencionar que habitualmente cuando se trata el tema del abuso de sustancias psicoactivas, hay tres grandes fuerzas que son las que lo impulsan y le dan forma. Una tiene que ver con la disponibilidad, otra es la vulnerabilidad, y por último lo que se denomina tolerancia social. Entre la disponibilidad de las sustancias, la vulnerabilidad que tienen los grupos sociales y la mirada social -que puede censurar o aprobar-, toma la forma este problema que es el uso de susCaplan tancias psicoactivas; que no es igual sistematiza una serie de acciones ni es homogéneo; tiene diferentes socio-sanitarias e interpersonales manifestaciones.

que constituyen los pilares de una planificación preventiva comunitaria, integrando a profesionales de la salud, líderes comunitarios y funcionarios municipales, en una concepción metodológica integral.

Por un lado, tiene la manifestación de aquellas poblaciones de alto riesgo, que básicamente han hecho del consumo un consumo regular, que dan la expresión a los problemas más apremiantes, a veces incluso convertidos en los únicos representantes del problema, y que configura lo que técnicamente se denomina prevención indicada. No caben dudas, entonces, que este problema que vemos, que “aflora”, es “la punta del iceberg”, es normalmente la que se identifica con el problema, la que captura la atención y la alarma social. Pero hay que prestar especial atención a lo que transcurre “por debajo” de este “iceberg” y que son las poblaciones de riesgo, porque ya están en el uso experimental o esporádico y que configuran el campo de la prevención selectiva (consumo perjudicial). Como se dijo, esta parte del “témpano” está sumergida, transcurre sin ser objeto de mensaje en los medios o programas masivos, es una parte que no llama la atención porque está inmersa dentro de lo que llamamos tolerancia social, y la tolerancia social es la sociedad; la

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sociedad con aquello que de alguna manera acepta resignadamente, porque piensa que no se puede cambiar. Cuando un adolescente ha incorporado que las situaciones difíciles se resuelven negándolas, hay una problemática de adicción, aun cuando la sustancia no está presente. Esto también es parte del problema y es lo que se denominan estrategias necesarias dentro de la prevención universal: Trabajar sobre el sistema de representaciones que legitiman la introducción de nuevas sustancias, nuevos usos, o La escuela de hoy sigue nuevas asociaciones. Igualmente, siempre se debe sensibilizar a la población en la toma de conciencia que a mayor participación social, menos posibilidades de desarrollo de las adicciones y que el mejor programa de prevención es aquel que no se ocupa de las drogas sino de lo que faltó antes: educación, salud, justicia, trabajo, valores, conciencia social.

influenciada por corrientes vinculadas con el trabajo intelectual y le presta poca atención a la enseñanza de habilidades emocionales.

Una estrategia válida: educación en inteligencia emocional La escuela de hoy sigue influenciada por corrientes vinculadas con el trabajo intelectual y le presta poca atención a la enseñanza de habilidades emocionales. A nadie le extraña que un alumno tenga que hacer muchos ejercicios para resolver aspectos lógicos y matemáticos, sin embargo no se plantea la necesidad de enseñar a los alumnos autocontrol, por ejemplo. El conocimiento de las emociones implica reconocer un sentimiento en el mismo momento en el que aparece. Percibir las propias emociones supone saber prestar atención al propio estado interno. Las emociones determinan cómo responder, comunicarse, comportarse y funcionar en la vida diaria. El término inteligencia emocional es relativamente nuevo. Aparece por primera vez en 1990, en un artículo publicado por Meter Salovey y John Mayer. Pero fue Daniel Goleman (psicólogo y periodista americano) quien puso de moda este concepto en 1995, en su libro “Inteligencia emocional”. 85


“La capacidad de establecer contacto con los propios sentimientos, discernir entre ellos y aprovechar este conocimiento para orientar nuestra conducta y la capacidad de discernir y responder adecuadamente a los estados de ánimo, temperamento, motivaciones y deseos de los demás” (Goleman, 1997:42). Todos sabemos que si un niño manifiesta estrés, depresión, baja autoestima o escasa relación con sus pares, está La cultura asegurado su fracaso escolar. Por eso, escolar es emancipadora sólo desde la educación emocional, resulta si la educación escolar se hace imprescindible abordar aspectos que cargo de un aprendizaje esencial ayuden a los niños y adolescentes a que es el aprendizaje autónomo. enfrentarse al aprendizaje con otro tipo Porque a través de él, un sujeto se de herramientas. Desde esta visión se enfrenta a problemas y se apropia convierte en una forma de prevención de los medios para resolverlos. inespecífica (como ejemplo el programa Aprendiendo a Crecer de la provincia de La Pampa, desde Nivel Inicial) que puede tener efectos positivos en la prevención de la violencia, el consumo de drogas, el estrés, el fracaso escolar. La cultura escolar es emancipadora sólo si la educación escolar se hace cargo de un aprendizaje esencial que es el aprendizaje autónomo. Porque a través de él, un sujeto se enfrenta a problemas y se apropia de los medios para resolverlos.

A modo de síntesis Tomando las ideas de Einstein, que ante una crisis no alcanza el conocimiento, hay que utilizar el ingenio. Estamos ante una epidemia que nos invita permanentemente a adoptar esta actitud. Y también debemos recordar que en este espacio de acción social en el que estamos trabajando, hay cinco parámetros que siempre debemos tener en cuenta: despojarnos de las certezas; tener en claro nuestros prejuicios en este tema; saber cuáles son nuestros valores; tener coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos y por último, mucha pero mucha tolerancia a la frustración.

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José María Di Paola Sacerdote católico. Coordinador de la Comisión Nacional de Drogadependencia de la Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina. Ex vicario episcopal para la Pastoral de Villas de Emergencia del Arzobispado de Buenos Aires.

No desentendernos de un problema de todos Si bien hace ya varios años que la Iglesia argentina trabaja en el campo de la prevención y asistencia de las adicciones, la creación de la Pastoral Nacional de Drogadependencia a fines del 2007, dependiendo de la Pastoral Social de Conferencia Episcopal Argentina, tuvo como propósito integrar los esfuerzos y acciones de toda la Iglesia para dar respuestas concretas a este preocupante mal de nuestro tiempo, denunciado en forma unánime por los Obispos en el documento ”La droga, sinónimo de muerte”. En ese primer escrito, la Iglesia decide recoger el eco doloroso de muchas familias de todo el país, con hijos atrapados por los efectos de la droga y sus secuelas de muerte y destrucción y denuncia que la droga y su comercio de muerte se han instalado en el país, en la escuela, en el club, en la esquina, en los boliches y recitales, en la cancha, en las cárceles y hasta en los lugares de trabajo. “La Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones” (Doc. Aparecida, 422). 87


La Iglesia entiende que todo lo que esté relacionado con la droga es deshumanizante, anula el don de la libertad, sumerge en el fracaso los proyectos de vida y somete a las familias a duras pruebas. Los familiares y amigos de los adictos se enfrentan día a día, con impotencia, a un enemigo de enorme capacidad de mal. Para los sacerdotes que compartimos nuestra vida con los residentes de las villas, hay discusiones de la política de drogas que quedan verdaderamente alejadas de lo que pasa en la realidad. En marzo de 2009, y en pleno debate sobre la reforma del marco normativo de drogas en Argentina, desde el seno del equipo de sacerdotes para las villas de emergencia La Iglesia emitimos nuestro primer documento tituentiende que todo lo que esté lado “La droga en las villas: despenalizada relacionado con la droga es de hecho”.

deshumanizante, anula el don de la libertad, sumerge en el fracaso los proyectos de vida y somete a las familias a duras pruebas.

En este documento, planteamos la dicotomía que se presenta entre la vida en los barrios obreros y la irrupción de la droga en la villa. Hablamos de un contexto en el que a diario, miles de mujeres y de hombres honrados trabajan para llevar el pan de cada día a la mesa, y miles y miles de niños con sus guardapolvos desfilan por pasillos y calles en ida y vuelta a la escuela. Hablamos también de la fe de la comunidad. La contracara, el lado oscuro de nuestros barrios, es la droga instalada desde el 2001 y despenalizada de hecho. Sostenemos y reafirmamos que el problema no es la villa, sino el narcotráfico. En junio de 2013, a través de un nuevo documento titulado “No criminalicemos al adicto”, la Pastoral Nacional sobre Drogadependencia advirtió acerca de la creciente tolerancia social y disminución de la percepción del riesgo al consumo de estupefacientes. En este sentido, entendemos que más allá de los avances significativos en materia de inclusión social que se realizaron en los últimos tiempos, todavía falta mucho. Percibimos una ausencia histórica y estructural del Estado frente a esta situación. Y no se trata de ningún gobierno en particular, sino de algo que como sociedad no terminamos de asumir, de encontrarle la vuelta. En el centro del problema no están las sustancias, sino el ser humano, nuestros hermanos que sufren por las drogas. El último documento de la Comisión Nacional de Drogadependencia de la Conferencia Episcopal Argentina se presentó en el encuentro realizado a fines de noviembre 88


de 2014 en un sitio emblemático: la parroquia Cristo Obrero de la Villa 31 de la ciudad de Buenos Aires.

“Este es el ayuno que yo amo -oráculo del Señor-: soltar las cadenas injustas, desatar los lazos del yugo, dejar en libertad a los oprimidos y romper todos los yugos; compartir tu pan con el hambriento y albergar a los pobres sin techo; cubrir al que veas desnudo y no despreocuparte de tu propia carne”. (Isaías, 58, 6-7) ¡Cuánto dolor y sufrimiento puede causar el consumo de alcohol o drogas! Cuántas preguntas nos hacemos para entender qué les pasa a nuestros hermanos que quedan entrampados en la adicción. Lo sabemos, no es siempre así: se puede disfrutar un vino en las comidas, una cerveza con amigos o incluso pueden existir otros consumos que no resulten tan dañinos. Pero hay otras veces que el consumo se viste de negro para lastimar toda la vida, llegando incluso a destruir familias enteras. Todos conocemos alguien cuya vida fue arrasada por una adicción. Violencias, depresiones, accidentes de tránsito o de trabajo, suicidios, cárceles, psiquiátricos, abandonos… todo puede pasar bajo los efectos del alcohol o las drogas. ¡Cuánto daño! ¡Cuánta vida destruida! Para los ¡Cuánto dolor!

sacerdotes que compartimos

Desde distintos espacios y enfoques la Iglenuestra vida con los residentes sia acompaña a quienes sufren porque el de las villas, hay discusiones consumo de alcohol y drogas se les volvió el problema central de la vida. El tema es de la política de drogas que una preocupación en nuestras comunidaquedan verdaderamente des. Se han dispuesto grupos para usuarios alejadas de lo que pasa en la de alcohol o de drogas, para padres, para realidad. hijos, para parejas; Granjas, comunidades terapéuticas, centros ambulatorios, casas amigables, centros preventivos, casas de medio camino, asesoramiento de profesionales y especialistas. Muchos proyectos y dispositivos específicos orientados a que quien sufre a causa del consumo de drogas pueda reorganizar la vida y salir adelante. Sin embargo, más allá de estas respuestas específicas, que deben estar, vemos que las dimensiones del problema son mucho mayores, se trata de un asunto de gran complejidad. Estamos convencidos que no hay soluciones lineales para problemas complejos. Porque si el problema son las drogas, entonces la solución es el tratamiento para alejarse de ellas; pero si además de las drogas el problema es la vivienda, el desamparo, una familia disfuncional, la dificultad de encontrar un trabajo, la soledad, las dificultades para permanecer en el sistema educativo, las enfermedades asociadas, la estigmatización sufrida, los conflictos con la ley o lo que sea, entonces es evidente que un tratamiento

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de recuperación no puede alcanzar toda la solución. No basta abandonar el consumo de drogas para que los problemas se resuelvan. No existe una institución capaz de tener adentro todas las respuestas. Resulta evidente entonces que la solución de los problemas que vemos relacionados al consumo de drogas no va a estar solamente en la disposición de dispositivos específicos (comunidades terapéuticas, casas de tratamiento, grupos de autoayuda, etc.). Podemos hacer miles de centros de recuperación con los mejores profesionales, pero si el resto de la sociedad no se compromete, sino acompañamos a resolver todos los problemas que llevaron al consumo o que se siguieron del mismo, el trabajo habrá sido en muchos casos insuficiente. Deben haber centros de tratamiento especializados en el problema, deben haber muchos más de los que hoy hay, pero si la comunidad, si la iglesia toda no acompaña a resolver la vida no habrá demasiado cambio. Si Dios se hizo hombre para compartir todo lo nuestro; como Iglesia nada de lo humano nos puede ser ajeno y mucho menos el sufrimiento de nuestros hermanos. La Iglesia, como casa de todos, como familia grande que no quiere dejar a nadie afuera, busca hacer lugar. Por eso es “Iglesia en salida”: con misericordia primerea, se involucra, acompaña, da fruto y celebra (Cf. EG 24).

Percibimos una ausencia histórica y estructural del Estado frente a esta situación. Y no se trata de ningún gobierno en particular, sino de algo que como sociedad no terminamos de asumir. En el centro del problema no están las sustancias, sino el ser humano, nuestros hermanos que sufren por las drogas.

Gran parte del problema de consumo de drogas está vinculado con la comprensión lineal del asunto y con un tejido social que se fue deshilachando. Las relaciones de colaboración y cuidado entre familiares, amigos, vecinos o compañeros de trabajo se han ido empobreciendo, la conciencia sobre la propia responsabilidad social se fue licuando en nuestras mismas parroquias, así como en la sociedad en general.

Este empobrecimiento del tejido social está directamente relacionado con los valores que enarbola nuestra sociedad de consumo. Dice el Papa Francisco: “Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! (...) La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo. (EG Nº 55) Y luego recuerda: “El individualismo posmoderno y globalizado favorece un estilo de vida que debilita el desarrollo y la estabilidad de los vínculos entre las personas, y que desnaturaliza los vínculos familiares.” (EG Nº67).

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Ricos y pobres, todos nos encontramos atravesados por esta realidad del consumo que exacerba el individualismo, deteriora las relaciones humanas y empobrece el tejido social. Una consecuencia de esto es que resulta muy difícil encontrar gente que quiera hacerse cargo del que está sufriendo. Hoy queremos invitar a pensar que el problema de las drogas es comRicos y pobres, plejo, que toda la sociedad debe ser todos nos encontramos atravesados parte en la respuesta y que compor esta realidad del consumo que prende también una dimensión cultural relacionada con las creenexacerba el individualismo, deteriora cias y valores. Mientras los valores las relaciones humanas y empobrece sean el consumo, la comodidad y el tejido social. Una consecuencia el confort o la salvación individual de esto es que resulta muy difícil no tendremos respuesta frente al sufrimiento que ocasionan ciertos encontrar gente que quiera hacerse consumos de droga. Si seguimos cargo del que está sufriendo. pensando que es un problema que deben enfrentar exclusivamente los especialistas y nos desentendemos, entonces no abrimos las puertas a un verdadero cambio. Tantas veces nos dejamos invadir por un miedo que nos aísla, por un egoísmo que nos separa. Incluso hay veces que nos desentendemos porque no sabemos qué hacer. Creemos que los valores que nos propone el Evangelio son el fundamento para la reconstrucción del tejido social: la confianza, la solidaridad, la hospitalidad, la paciencia, la cercanía, la projimidad, el amor, la renuncia de sí mismo… La gente da lo mejor de sí cuando es mirada con amor, no con desconfianza, no con miedo o prejuicios, cuando es respetada a pesar de las diferencias. El profeta nos llama a no desentendernos de nuestra propia carne. Hay tantas mamás desesperadas que necesitan ser escuchadas y contenidas; tantos pibes que necesitan que alguien los cuide; tantas personas que se complicaron con el alcohol y quisieran ser reconciliados, mirados con amor, ser hallados dignos de confianza. Acompañar a los que sufren por estar su vida comprometida con el consumo de drogas es algo que todos podemos hacer desde donde estemos, nuestra fe nos empuja a hacerlo con amor y organización. Dar confianza, un trabajo, o una oportunidad es tan importante. También desde nuestras comunidades podemos organizar espacios preventivos como los oratorios, exploradores, grupos juveniles, etc. Nadie puede decir: este no es mi problema. Todos: vecinos, empresarios, comunicadores, sacerdotes, docentes, grupos de oración, médicos, abogados, obreros, cada uno desde el lugar que le toca está llamado a colaborar en la solución, a poner su parte en el armado del pesebre de la vida.

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Esteban Wood Licenciado en Comunicación Periodística. Magíster en Políticas Públicas para el Desarrollo con Inclusión Social. Consultor en asuntos públicogubernamentales, especializado en la problemática de las drogas. Ex vocero de la Secretaría de Programación para la Prevención de la Drogadicción y la Lucha contra el Narcotráfico (SEDRONAR).

Discurso, ideologías y políticas públicas sobre drogas El problema mundial de las drogas, incluidos sus costos políticos, económicos, sociales y ambientales, constituye un fenómeno complejo, dinámico y multicausal que impone un desafío a los Estados y a sus gobiernos. Lejos de constituir una preocupación exclusivamente local o regional, este problema exige ser abordado de forma integral, equilibrada y multidisciplinaria y requiere, al hacerlo, la responsabilidad común y compartida de todos los Estados que forman parte de la comunidad internacional. Asimismo, este problema constituye un reto de alcance global que incide negativamente en la salud pública, la seguridad y el bienestar de toda la humanidad. También debilita las bases del desarrollo sostenible, de los sistemas jurídicos, de la estabilidad política y económica, y de las instituciones democráticas, lo que constituye una amenaza para la seguridad, la democracia, la gobernabilidad y el Estado de Derecho. De un tiempo a esta parte, el mundo ha comenzado a debatir un nuevo enfoque para abordar el problema de las drogas. Sin embargo, debajo de este cambio de paradigma subyacen una serie 92


de ideologías , complementarias y/o contrapuestas, que defienden intereses tan disímiles como la salud, los derechos humanos, el libre mercado, el intervencionismo estatal, los valores religiosos, la seguridad, las libertades individuales, lo científico, lo jurídico, el bien común, la moralmente correcto, la cultura, la economía, el progresismo, etc. Ideologías que dificultan y complejizan abordar este fenómeno desde una necesaria perspectiva multidimensional, transversal e integradora.

Prohibir o permitir sintetizan posiciones ciertamente anacrónicas, posiciones antagónicas que, cual placas tectónicas en permanente movimiento, colisionan.

A nivel mundial y local aún subsisten diferencias y visiones contrapuestas acerca del problema que motiva el presente ensayo. Prohibir o permitir sintetizan posiciones ciertamente anacrónicas, posiciones antagónicas que, cual placas tectónicas en permanente movimiento, colisionan. El problema de las drogas puede analizarse y entenderse en base a los modelos de interpretación, es decir, a las formas diferentes y concretas que tienen las personas y los grupos de ver, analizar, interpretar y posicionarnos sobre los valores, las actitudes y los fenómenos con los que conviven una sociedad. Cabe referirse aquí al concepto de ideologías. Para el lingüista Teun A . van Dijk , “las ideologías, entendidas como sistemas de cognición social, son evaluativas y por lo tanto son la base de los juicios que los miembros de un grupo poseen sobre lo bueno/malo, correcto/incorrecto, bello/feo, etc., y proporcionan orientaciones básicas para percibir e interpretar una realidad. En este sentido, la base en la construcción de ideologías son los valores socio-culturales que incluyen conceptos como la verdad, la justicia, el amor, la equidad, la eficiencia, entre otros muchos, y pueden fluir en la sociedad jerarquizándose de una manera particular o ajustándose 93


a la relevancia universal. Como todo sistema cognitivo, las ideologías son un conjunto ordenado de proposiciones evaluativas que estructuran y jerarquizan las relaciones grupales e intergrupales dando lugar a la generación de un esquema complejo, el cual, en principio, puede estar constituido por un conjunto finito de categorías del tipo, identidad y número de miembros, acciones y tareas, metas, normas y valores, posición o rol y recursos”.

Acerca de las ideologías No se pretende en este ensayo volver la mirada al desarrollo histórico y académico del término, ni tampoco abarcar los muchos y muy complejos temas que conciernen a una teoría de la ideología o a una teoría sobre las relaciones entre ideología y discurso. Sí resulta de interés analizar como las ideologías son vehiculizadas y visibilizadas por sus actores, y cómo funcionan en prácticas sociales cotidianas. Para ello, es necesario observar detalladamente sus manifestaciones discursivas, entendiendo que el discurso y sus dimensiones mentales están insertos en situaciones y estructuras sociales. El dominio privilegiado de la ideología, el lugar donde ejerce directamente su función, es en el lenguaje. Desde esta perspectiva, el estudio de la ideología implica estudiar el lenguaje en el mundo social, la manera en que el lenguaje es usado en la vida social cotidiana y los modos en que los múltiples y variados usos del lenguaje se entrecruzan con el poder, alimentándolo, sosteniéndolo y ejecutándolo. Al estudiar la ideología se busca poner en evidencia las maneras en que ciertas relaciones de poder son mantenidas y reproducidas en un conjunto interminable de expresiones que movilizan el sentido en el mundo social. Para van Dijk, el poder es crecientemente ejercido a través de la ideología, y más particularmente mediante el funcionamiento ideológico del lenguaje. Pero para perpetuarse a través del tiempo, las ideas e intereses dominantes, articuladas en discursos hegemónicos, deben encontrar un hogar institucional. Una vez institucionalizado, el discurso hegemónico cristaliza culturas políticas, privilegia ciertos intereses (y excluye otros) y define criterios de justicia y eficacia en ámbitos institucionales. La escuela de análisis del discurso define a las instituciones como discursos sedimentados, es decir, como discursos cuyas relaciones de sentido se han vuelto relativamente estables y permanentes.

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Sobre las políticas públicas Las políticas públicas son el escenario principal en donde un conjunto de decisiones de las instituciones de gobierno, actuando directamente o a través de agentes, influencian de una determinada manera sobre la vida de los ciudadanos. Toda política pública surge a partir de un problema o situación no deseada que se quiere revertir. En los trabajos desarrollados por el politólogo Oscar Oszlak se plantea la vigencia de dos modelos que coexisten para la formulación e implementación de las políticas públicas: la racionalidad técnica y la racionalidad política. Para el primer modelo, las organizaciones piensan la acción como un plan preconcebido, lo que conduce a la implementación de políticas aplicando criterios técnicos. En el segundo modelo, se par te del intercambio propio de la política. Esto implica conflictos, negociaciones y transacciones políticas.

El creciente énfasis que se ha puesto sobre el concepto “formulación de políticas basadas en la evidencia” en el campo del problema de las drogas implica, de cierta forma, el reemplazo de las políticas de impulso ideológico por la toma de decisiones racionales.

El empleo de la evidencia para formar las políticas públicas no es una idea nueva. No obstante, lo que resulta nuevo e innovador es el creciente énfasis que se ha puesto sobre el concepto “formulación de políticas basadas en la evidencia” en el campo del problema de las drogas. Implica, de cierta forma, el reemplazo de las políticas de impulso ideológico por la toma de decisiones racionales. De todos modos, la formulación de políticas públicas nunca es ni objetiva ni neutral: es un proceso intrínsecamente político. Por ello, la formulación de políticas basadas en la evidencia reviste un carácter más normativo que positivo, en cuanto refleja una intencionalidad de “lo que debería ser” frente a lo que verdaderamente sucede. En cierto sentido, la mayoría de los estudios de políticas públicas pretenden buscar explicación al cambio o la estabilidad de las mismas. Es decir, por qué, desde los poderes públicos, se pasa a hacer algo, se sigue haciendo lo

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mismo que se venía haciendo o bien no se toma posición alguna frente a un acontecimiento. El rol de las ideas determina la construcción de imaginarios políticos y sociales desde los cuales se ordena racionalmente el mundo y se estipulan los marcos de interpretación. Lo aceptable, tolerable y justo estará definido por un imaginario político, por las ideas que articulen el deber ser de la política en una sociedad dada.

Pensar el tema drogas como un discurso social implica pensar cómo y en qué condiciones se produce el sentido que se le da al concepto, incluyendo la dimensión significante de los fenómenos sociales.

Uno de los mayores poderes del Estado es el de imponer mediante la violencia simbólica las categorías de percepción con las que se piensa el mundo social y al propio Estado. El Estado puede ser un gran productor de problemas sociales. Las administraciones públicas y sus agentes constituyen e imponen problemas sociales que la ciencia en ocasiones ratifica al asumirlos como problemas propios.

Desde esta perspectiva es posible comprender que el problema de las drogas no es un dato natural, que su irrupción a mediados del siglo XX no se deduce del orden de las cosas, sino por el contrario, es el resultado de un proceso de producción simbólica, donde se articulan saberes expertos, dispositivos disciplinarios y mecanismos represivos. La producción simbólica del consumo de drogas se constituyó a la luz de los avances y acuerdos entre los intereses políticos del Estado, y la conformación de explicaciones científicas. El Estado ha sido el principal actor social en la producción simbólica del concepto “problema de las drogas” y sus diversas categorizaciones. Centrarse en las políticas contemporáneas sobre drogas implica observar sus particularidades desde muchos puntos de vista, pero especialmente en la irresuelta discusión en la cual se contraponen, por una parte, las tesis prohibicionistas que penalizan y condenan los estupefacientes, y por la otra, los planteamientos de quienes abogan por una flexibilización que conduzca a su legalización y despenalización. La importancia y trascendencia de esta controversia es innegable. 96


Sobre el discurso Una política pública no es sólo un andamiaje de lineamientos estratégicos. No bastaría con evaluar promesas y cumplimientos de la agenda de gobierno, o dar cuenta de su efectividad o su fracaso. Investigar política pública desde un enfoque discursivo implica el reconocimiento del campo de relacionamientos y prácticas sociales en la cual esa política se origina, su raíz social e histórica de producción del discurso, y las prácticas públicas que la alimentan y moldean. Asimismo, es necesario comprender cada posición discursiva, así como los objetivos sociales, políticos, ideológicos que pretenden alcanzar y legitimar. El tema drogas es un objeto de discurso, un conjunto de hipótesis sobre un hecho social específico, que tiene su historicidad, y se encuentra bajo relaciones particulares de poder. Pensar el tema drogas como un discurso social implica pensar cómo y en qué condiEl problema de ciones se produce el sentido que se le las drogas no es un dato natural, su da al concepto, incluyendo la dimenirrupción a mediados del siglo XX sión significante de los fenómenos no se deduce del orden de las cosas, sociales. “Estamos considerando que la droga es, básicamente, lo que los conjuntos sociales y sujetos, en sus relaciones de hegemonía-subalternidad hacen con las drogas, y no solo lo que las drogas hacen con los sujetos y grupos”, dice Oriol Romaní en su libro “Las drogas: Sueños y razones”.

sino por el contrario, es el resultado de un proceso de producción simbólica, donde se articulan saberes expertos, dispositivos disciplinarios y mecanismos represivos.

Sin evaluar la coherencia o el valor del argumento, se conoce que la definición de un fenómeno como un problema no es una construcción neutral: la forma, el alcance y el contenido que se le otorgue determinará el rango de opciones posibles para su resolución. En este sentido, y en la pugna por apropiarse del espacio público, algunas definiciones predominan y excluyen a otras. Sincerar el debate y visibilizar las ideologías subyacentes que confluyen en la hechura de las políticas públicas sobre drogas parecen ser el mayor desafío para quienes trabajamos en este campo desde un enfoque comunicacional. 97


Esta edici贸n se termin贸 de imprimir en el mes de junio de 2015 en la Ciudad Aut贸noma de Buenos Aires, Argentina.



Escriben: María de las Mercedes Aranguren, Eduardo Amadeo, Raquel Barros, Julio Calzada Mazzei, Roberto Canay, Fabián Chiosso, Carlos Damín, Rafael Franzini Batlle, Juan Carlos Gorlero, Juan Carlos Mansilla, Javier Martín Nieto, Roberto Moro, José María Di Paola, Esteban Wood.


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