SUSPIRO DE ARTEMISA

Page 1




Edita Detorres Editores R. Manolete, 5 14520 Fernán Núñez - Córdoba. www.detorreseditores.es detorreseditores@gmail.com

Dirección Calixto Torres © Autores Diseño y maquetación Detorres Editores

PUBLICACIÓN BIANUAL

Índice

Corazón rojo - Pablo García Baena El viento me dijo adiós por los cantiles - Ginés Liébana Juan Bernier - Enrique Barrero Rodríguez Los brazos - Julián Cañizares Mata La sed de la ceniza - Jorge de Arco P atria - Manuel G ahete La Belleza es reina de la Naturaleza - Catalina Jaén Marzo - José Lupiáñez Aquella actriz - José Manuel Martín Portales Arqueología interior - Francisco Onieva Todos eran camino - Raf ael Pérez Castells A Juan Bernier - Juan Pérez Cubillo Te verde - Carlos Rivera Aquellos oscuros años - Federico Roca de Torres Simas de un sinuoso paisaje - Antonio Rodríguez Jiménez Sub terram - Ramón Rodríguez Pére z Ars dudandi - Maria Rosal Onírico para Juan Bernier - Pilar Sanabria Recordando al poeta Juan Bernier - Fernando Sánchez Mayo P or tierras de Ulía - Fernando Serrano Te deshiciste del miedo - Calixto Torres

ISSN: 2171-4169 Dep. Legal: CO 231-2010

A la memoria de… Juan B ernier

Fotografías aportadas por Ginés Liébana Imprime: Vectorial, S.L.

Edición Numerada Tirada de 500 ejemplares

N.º 2 - Año II Primavera 2011

Impreso en España.

Las colaboraciones que componen Suspiro de Artemisa son rigurosamente inéditas.

Precio: 6 €

5 7 9 10 11 12 14 15 16 17 18 20 21 22 23 24 25 26 27 28 30

32


M

ientras se derraman algunas bocanadas de savia que alientan desmesuradamente la inspiración más furtiva y penetrante del poeta inquieto... Inconscientemente, se apresuran los días presagiando el resurgir de esos brotes que la naturaleza vierte a su antojo. Nosotros, colmados de poesía, regresamos con nuestros designios. Portando esa fragancia nativa e inconfundible, ese incansable latido que el sentimiento más puro discretamente ampara en su interior. En esta ocasión, nuestros amigos poetas, impregnados en la esencia más innegable de su sentir, iluminan nuestras páginas encauzando algunos de sus versos hacia los recuerdos, vivencias o admiración que conservan o sienten por nuestro admirado poeta del Grupo Cántico, Juan Bernier, al que homenajeamos en el centenario de su nacimiento, avivando la llama que encendió para bien de todos los que amamos la poesía.

Ni mármol duro y eterno, ni música ni pintura, sino palabra en el tiempo. Antonio Machado.


No quiero vivir más y no quiero morir. ¡Amar! Tan sólo amar cuando la luz salpica los caminos fulmíneos o cuando entra en la noche como animal cansado en establo sombrío. (…) “Recitativo a tres voces” A Juan Bernier Ricardo Molina.


A Juan Bernier, por su poema Corazón.

CORAZÓN ROJO El rojo corazón enamorado, ese que el joven graba de iniciales en el tronco del olmo, con puñales o de buidas flechas traspasado. Corazón del deseo apresurado y del adiós en tardes otoñales. Corazón junto a otros, desiguales y unidos en feliz, dulce reinado.

Si generoso saltas, libre un día no olvides la gentil idolatría que me diste de amar, placer sufriendo. Vuela al nido nobel, ave de oro. Cante la sangre su tic tac sonoro, corazón del amor, siempre latiendo.

5

Pablo GARCÍA BAENA


Para mí la palabra, para ti la caricia; para mí la sonrisa y el arco de tus cejas, para mí el fruncimiento de tu labio rosado, superior, tibio, altivo, carnal, condescendiente. (…) “Al filo de las noches” Julio Aumente.


A Juan Bernier, primera rama del árbol de Cántico.

El viento me dijo adiós por los cantiles. Y el amante longinos, con su lanza sacrílega, te hizo sueño en el copo de la flor cortada. El enigma se vale de otra intensidad. La estrella de agua, maestra en divagar, se hunde en el cauce estancado de la alberca. Del compás se separa la llama y para sentir tu caricioso lateral preciso lentitud.

7

Ginés LIÉBANA


Seres y cosas. Enraizadas viñas cuyos pámpanos guardan el secreto de pretéritos siglos ya enterrados, sus esculpidos mármoles remotos (…) “Soneto a Juan Bernier” Mario López.


JUAN BERNIER Hondo, fino, introvertido en la voz con que murmura. Poeta de la espesura humana de lo vivido. Verso que arranca al olvido del Cรกntico la promesa. Guadalquivir que regresa con oscuro cauce quieto para alumbrar el secreto de la tierra cordobesa.

9

Enrique BARRERO RODRร GUEZ


LO S BRAZOS Había una multitud en la playa. Una mujer vestida de operario estaba en el paseo marítimo. Miró hacia la multitud, y levantó las manos, que movió de izquierda a derecha, un rato. Permaneció en ese punto hasta que de la multitud surgió una mujer joven con un niño muy pequeño en brazos. Había un montón de metros, pero la mujer vestida de operario avanzó por la plataforma de madera, y la mujer con el niño muy pequeño en brazos también. Paso a paso, centímetro a centímetro, con la multitud, con la respiración del heladero por allí cerca, el apartamento veinteañero, el mar calmado, sin viento, las olas seguidas y seguidas, la arena sin enterarse de nada, la vegetación en la montaña, los continentes en su sitio, igual que las rocas consentidas, las duchas en su instalación, la leche dentro de sus cajas. Aquellos dos movimientos iban a un encuentro, libres, deseados, llenos de voluntad. Acercándose un montón, acercándose cada vez más, más próximos, casi ya, casi tocándose, casi a punto de juntarse únicamente. Entonces, en un instante exacto, la mujer vestida de operario estiró los brazos hacia el niño, y lo cogió.

10

Julián CAÑIZARES MATA


LA SED DE LA CENIZA

Mi mente ensombrecida tiene sed, Juan Bernier.

Esta tela amarilla que va cubriendo la sola desmesura que codicia la edad, es tan sólo un letargo de quietud, la nublazón primera que presagia la amura del ciprés. Como el labio solícito que se va derramando fruto de un vendaval, me dispongo a la sed de la ceniza, ahora que las voraces cicatrices no pretenden mis sombras ni mis playas. No quedan melodías para el frío talud de un epitafio, ni tan siquiera el ávido esplendor de la antigua ebriedad. La memoria es un mar de fuego que se extingue en las turbias aristas del ayer. Amarilla es mi muerte. Y su luz, amarilla. 11

Jorge DE ARCO


PATRIA

Mirar arriba, más allá de los soles encendidos en su pálido estertor agonizante Juan Bernier.

Patria, mira mi mal, deja que estalle esta ruina interior yerta en el alma, súplica agraz, la voz de este delirio, tanta fe, tanta sal, tanta luz negra. Patria, libra mi mal, vuelve a las leyes escritas de la sangre, a la amazona rabia de los héroes, a la vibrante lira de la música, al libro sacro de la mansedumbre. Patria, mi mal, el golpe rudo hiriendo el corazón. Golpe, no sé, casi sin luz, sin ruido, sin veneno, sin dios, sin esperanza. Golpe en la herida que no deja huella, invisible en el cuerpo y en la sombra, traidor como el oscuro designio de la muerte. 12


Patria, mira este sol que abrasa el fuego, que pisa al padre bajo la arrogancia y a la mujer en un charco de niebla. Sol que redime al exhumado en oro y maldice al nacido en piedra dura. Sol que se olvida de las lluvias hondas y del amigo que quebr贸 su vida. Sol que ha ofuscado la palabra justa con un acento hueco de libertad gastada. Patria, mira mi mal, porque te miro y me ciega los ojos tu desprecio.

13

Manuel GAHETE


La Belleza es reina de la Naturaleza. Es sólida en el paisaje. Es líquida en el color del pincel. Gaseosa, cuando es nube, aire, luz… Infinito horizonte donde habitas tú. La Belleza está en este enérgico deseo Que me acerca hipnótica y brevemente a ti.

Soy una mujer, la mujer que recuerda, Que abraza lo vivido; lo amamanta; Lo hace grande, lo guarda, lo cría… Y cuando puede sin pudor lo salva. Tú, el hombre, un hombre común, Que diseña aventuras, las contagia, Las disfruta, las aplasta y olvida… Y cuando quiere huye con su deriva.

14

Catalina JAÉN


MARZO Nacer en Marzo, con la primavera, qué hermoso privilegio de la vida, cuando todo despierta y nos convida a una gloria que es siempre verdadera. El sol de Marzo, tibio, persevera y una ilusión dorada va escondida en el aire secreto. Ya se olvida el invierno, que atrás se desespera. En Marzo es cuando nace la belleza. Las mujeres de Marzo son hermosas; Marzo tiene la miel de sus miradas. Marzo, gentil, que así se despereza, en un jardín de indeclinables rosas para rondar a las enamoradas.

15

José LUPIÁÑEZ


AQUELLA ACTRIZ No hace mucho murió, con más de noventa años, pero un día estuvo ante el espejo, en perfecta soledad, con un rostro impecablemente ordenado. Se llamaba Marianne Hoppe. Hace algunos años la conocí en un párrafo perdido de una especie de autobiografía de Günter Grass. Debo confesar que el deseo también merodeó por mi interior, tal vez como en aquel tiempo de la guerra. De hecho, él tuvo que escribir algo para que apareciera su nombre. Y yo he tenido que hacer lo mismo. Esto fue antes de que Elsabe, la chica que ordeñaba en una granja del Bajo Rin, le ordenara soltar una docena de poemas que garabateó sin dificultad. 16

Incluso antes de que Igne lo llevara de la mano a un montón de heno en la linde de un bosque. Todavía quedan algunas palabras de todo aquello, y tal vez persistan por algún tiempo. La memoria nos dice que ya hemos muerto, pero tampoco hay que ponerle las cosas fáciles al olvido.

José Manuel MARTÍN PORTALES


ARQUEOLOGÍA INTERIOR Es un hombre cualquiera quien excava bajo la frágil roca del invierno. Ha aprendido el lenguaje de lo inerte y encuentra aquí en la tierra un pozo donde cobijar las dudas y los deseos, hecho de la materia con que se hacen los dioses.

17

Francisco ONIEVA


TODOS ERAN CAM INO

18

Escucha, esto no era lo pactado. La vida me salió por peteneras, su letra no ritmaba con mis sueños. Rompí su partitura en minúsculas partículas que volaron: espíritus nonatos atraídos por la luz de las estrellas. Me había liberado del destino. Haría mi acrobacia en solitario y volaría ¡sí!, hasta el territorio de la nube. Mas cuando me dispuse a descansar sobre su húmedo vientre, la horrible partitura estaba allí, unidos sus pedazos con artes invisibles. Miré hacia arriba, donde el negro espacio refugia a los arcángeles. Miré a derecha e izquierda buscando algún espíritu bufón. Miré abajo esperando la risa de un vampiro. Nadie. Nadie. Quise gritar que quería vivir a mi manera y componer mi propia melodía. Pero, ¡ay!, no tenía una canción. Y me sentí vacío. Deseé refugiarme en una sombra, sin llamar la atención de arcángel o vampiro. Era en vano, al menos uno de ellos ya habitaba en mis venas, deteniendo mis pasos, alejando el futuro.


La noche era propicia y me ofreció una estaca de espino blanco. Atravesé mi pecho. ¡Te buscaba vampiro! Y sólo logré sangrar en abundancia. No, la vida no escribe partituras, tampoco los espíritus, sólo escucha su música. Sin salida, aullé como un lobo y gemí como lobezno. Y así caí dormido. envuelto por la roja crisálida. Desperté. Escuché una canción. No prometía nada, era hermosa, llena de amanecer y espesas brumas. El canto de una ninfa que alzada en lianas de ébano, bendecía los múltiples caminos nacidos con el día. Cualquiera que eligiera me ofrecía horizontes extensos y siniestros bosques deshabitados por las meigas. Cualquiera era camino por el que andar silbando tu propia melodía.

Rafael PÉREZ CASTELLS

19


A JUAN BERNIER Conociste las entrañas de la tierra en busca de pasados más gratos, lejos de aquella postal veneciana y recuerdos lejanos de Alvariño y Carreño. Fue ese febrero traidor del ochenta y siete sentados que estábamos en una mesa del Potro al provisional calor de Canciones Morenas y del poeta José María muerto para siempre. No tuve el aviso de la calandria ni cornejas que volaran a la siniestra, aquella noche percibí tristemente el principio de un recuerdo. Sentías el frío en los huesos infeliz admonitorio del fin presentido, y hoy te recuerdo en las mañanas de Siroco al calor de Pepe Jiménez.

20

Juan PÉREZ CUBILLO


TE VERDE

A la memoria de Juan Bernier.

Sólo debe quedar el polvo azul entre harapos de música y nubes de té verde sobre espejos en llamas las hojas del verano de la canción del álamo concluyen los estíos en Brahms de alguna pianola fenecida sus ojos ya cubiertos de gotas de lluvia se asemejan al arcoíris sentado en la lentísima mecedora sus ojos crecen como la hiedra sus palomas se llevaron las casas encendidas los balcones en sombras los pasos de un borracho por las calles de luna y albahaca. Postrero ya, sumido en nubes de té verde sus recuerdos alcanzan la primavera y cantan cantan sus ojos se alimentan de harapos de música té verde de la poesía que lo reemplaza todo que viene como un sueño de las rosas del mar y que impávida cumbre de la sabiduría quiere alcanzarlo todo quiere ignorarlo todo cuando la noche azula su corazón en astros vivos.

Carlos RIVERA

21


Aquellos oscuros años estuvieron abatidos por lágrimas negras. Alguien dibujo un poema en el aire y vistió de azul la luz de la tarde. La palabra hecha verso derribó el fusil, y la espada asustada se escondió en el último rincón del odio, de la venganza. Alguien tenía que abrir la puerta de la esperanza... y al reunir una tropilla de miradas jóvenes comenzó a caminar con ellas, brazo a brazo, codo a codo, en una búsqueda incesante de esa libertad perdida, rota… de un horizonte, sin cadenas, aún lejano. Alguien que se llamaba Juan. 22

Federico ROCA DE TORRES


SIM AS DE UN SINUOSO PAISAJE Volé por los montes, crucé ríos, alcancé con mis dedos los pedestales de las estatuas más altas. Toqué con mis labios el rocío depositado en las hojas de los ápices. Bebí cuanto pude. Dejé mi sed en los vitrales de las viejas catedrales europeas y rocé los alminares de las mezquitas marroquíes. La llamada a la oración llenó mis oídos. Deposité las babuchas en la puerta, recé junto al muro y caminé por entre las viejas columnas de arcos de ladrillo rojo y blanco como una tormenta del pasado. Vi las palmeras, los dátiles maduros, las castañas calientes, los caquis bermellones, las ciruelas, las manzanas, las montañas de azafranes de colores amarillos, rojos, incendio de los cañaverales. Y luego, entre el bullicio de la gente y un vendedor de agua que pasaba pidiendo unos dirhams, vi tus ojos prendidos en unas telas de terciopelo negro. Tus labios eran gajos de fruta. Tu cuello, una palmera engalanada con sedas y perlas preciosas. Tu cintura, una duna suave que exhala fragancias de verano. Tus muslos, sábanas de satén rosado. Tu pubis, la selva anhelada en un desierto a modo de espejismo. Tú, el sueño imposible que maneja una maga o una bruja. Yo, sólo el deseo, la locura, la pasión que huye de sí misma tras un largo periplo por las simas más tenebrosas del infierno.

Antonio RODRÍGUEZ JIMÉNEZ

23


SUB TERRAM

the dancers are all gone under the hill T.S.Eliot

Siempre la claridad viene del suelo: luz y mármol malva y caricia semilla que torna lila más allá de la muerte y del estiércol Debes saberlo, ahí donde entierras tus desdichas y hozan los seres ciegos mil niños entonan su canción muda dormiditos bajo el pábilo de una lucerna apagada Qué felices fueron con su ración de avena con la luz blanca de los veneros con el dolor nocturno, puntual, blando como un arrullo Qué felices, en su paisaje de escombros Debes saberlo, en su boca ya no moran lunas ni soles ni óbolo alguno acaso restos de miedo antiguo y un sueño de fría arcilla 24

pero mirad, aquí están sus huesos gastados de tanta nada aquí están todos los que bailaban, aquí bajo el cerro

Ramón RODRÍGUEZ PÉREZ


ARS DUDANDI La duda existencial asoma por la tarde con su sabor metálico y un gusano de pus en la garganta. Abran mucho los ojos, toquen la mercancía tras el escaparate, sonrían para sí, un punto de ironía mientras vayan dudando –quiero decir viviendo–. Mientras puedan.

25

María ROSAL


ONÍRICO PARA JUAN BERNIER

26

Nada para esta ciencia de belleza, para estos pasillos de vigilia y ni aún así tiene la memoria infancia. Un violín de Stravinski trepana Azahara en esta noche. Todavía será la vida una vez que los dioses nos olviden y sobre Córdoba tomen vino bueno los arcángeles del sonido. Hoy dentro del beso sí que reside alma de labio. Se te puso el corazón sangre abajo resbalando por el sortilegio. Empiezan los versos a ser insaciables, se desmayan encima de braseros de picón en tu casa trasluz y reguero de Tánatos. Es el idioma de otra batalla, Juan, orate perfumada por las piedras de mezquita y persiguen sus ídolos las copas tras el rabel de fiebre de la luna. Tú que incumples esa raya horizontal sabrás ahora que aún con ojos desnudos tuviste paraíso en la mirada. No vacíes, pues, el acento. Sea la palabra un rito de campana oficiado a la ceniza.

Pilar SANABRIA


RECORDANDO AL POETA JUAN BERNIER Recuerdo al poeta deteniendo su mirada en el aire de quien también le observa. Y es como si dijera: “Vengo de enterrar tiempo y ahora solo espero recoger la cosecha. Mirad, miradme aquí sentado, quieto, acariciando una copa de vino con hendidura eterna.” Recuerdo al poeta sentado en la ancha avenida frente al bar Siroco en Ronda de los Tejares con el rostro sereno de quien ya nada espera. Y es como si me hablara con los ojos llenos palabras que me suenan: “Adiós, Fernando. Despídeme de las farolas que alumbran las tinieblas en las noches de Córdoba porque me voy despacio, lentamente, conmigo mismo y con mi lúcida conciencia.”

27

Fernando SÁNCHEZ MAYO


POR TIERRAS DE ULÍA

Con Juan Bernier.

Hace calor. Caminas por arados rastrojos en busca de algún rastro que evidencie que un día Roma estuvo asentada sobre esta tierra nuestra. Tierras de esta campiña donde las verdes lomas son ese mar que sabes soñamos tantas veces. Te detienes y miras y escarbas con las manos y encuentras unos trozos de cerámica. Dejan las chicharras su canto en la cálida tarde. Y volvemos al pueblo. Caminamos despacio por calles silenciosas. Te detienes en cada rincón, en cada esquina, observando la hermosa antigua arquitectura de abandonadas casas donde aprecias la huella de ese mundo perdido y que tú tanto amas.

28


La primera taberna nos llama con la fresca caricia de su patio de cal y de silencio. Hay una gran palmera y un fértil limonero. Y como buen patricio te sirven una copa, y escribes unas notas en tu viejo cuaderno. Callamos. Comprendemos que el silencio y el vino son viejos aliados. Va cayendo la tarde. Un mancebo se acerca y te entrega una carta de Marco Anneo Lucano. Te quedas pensativo mirando el horizonte tras las lomas de Ulía. Hoy comprendo el porqué de esos versos tan duros e íntimos y humanos que un día nos dejaste.

29

Fernando SERRANO


T

“Pero, es legítimo, que cuando un hombre ha sufrido toda su vida el ser distinto de otros, cuando, toda su persona y conducta han estado bajo estos duros complejos, es preciso, digo, que tenga uno una satisfacción, un desahogo y puede ser impelido a escribir el caos profundo de su pensamiento, E DESHICISTE DEL M IEDO de sus actos incomunicables, mudos, secretos... Memorias Juan Bernier.

Subiste a lo más alto de la vida por mirar a alguna parte. Sin cerrar los ojos, como aquellos que hasta el último segundo disimulan siempre todo, saboreaste el aliento febril de un beso sofocado. Y desgajaste otra fruta prohibida amparando en tus manos un racimo de esperanzas furtivas. Una mirada oculta y aciaga, incapaz de descorrer el burka de la pasión, empuñaba la lanza de la agonía. La claridad nunca se esconde. Hoy el viento musita que tu alma fue sólo cicatriz por intentar, si acaso, ser caricia. Subiste a lo más alto

30

y desde allí, intuyendo que la sombra no te dejaba solo, te deshiciste del miedo.

Calixto TORRES


(…) En el aditamento cereal de la arcilla, en sus versos. Sólo ahí y en las piedras, sólo en tu maga solución de cristal que bulle y casi muge. Sólo en mí, que te canto esta tarde igual que un incensario de piedad y de música. Poema cristalográfico a Juan Bernier Vicente Núñez.


A la memoria de… Juan Bernier Luque, (La Carlota 1911, Córdoba 1989). Estudia Magisterio y Derecho en Sevilla y Granada y se dedica a la enseñanza en la escuela pública y la Universidad. En tiempos de Guerra Civil su pluma se mantuvo al margen de ideologías que pudiesen denotar inclinaciones hacia alguno de los bandos habidos. Acudía habitualmente a la Academia de la Gramola, tertulia poética y auspiciada por el profesor Carlos López de Rozas. Fue cofundador de la revista Ardor, en la que colaboraba Ricardo Molina, uno de los miembros fundadores que junto a Pablo García Baena y él, en 1947, dan vida a la revista Cántico, que compartía la idea de otorgar como primacía la estética antes que al «mensaje». Escribió un duro y claramente autobiográfico Diario, entregado aún en vida a su amigo Antonio Ramos Espejo, por entonces director de Diario Córdoba donde se publicaron algunos fragmentos. En 1986 fue nombrado Hijo Predilecto de la provincia y en ese mismo año recibe la Medalla de Oro de la ciudad de Córdoba. Han sido instituidos dos premios con su nombre, el Premio de Poesía Juan Bernier, que otorga el Ateneo de Córdoba desde 1985, y el Premio Juan Bernier de Arte, Arqueología e Historia, impulsado por la Asociación de Arte, Arqueología e Historia. Su localidad natal, La Carlota, le homenajea dando su nombre al museo local y al patronato municipal de cultura. Sus poemas se caracterizan por la riqueza expresiva y sensorial. Menos conocida, pero no menos importante, fue su labor como arqueólogo, en la que sobresale su papel en el descubrimiento de las ciudades prerromanas de Carbula. Nos encontramos con uno de los poetas andaluces más puros, más descontaminados y más sinceros de la posguerra española. Su poesía nunca se cumple en sí misma sino como expresión de una forma de ver el mundo y de situarse frente a la realidad. El Sur como raíz y vocación está en su obra, junto a un amor telúrico por el hombre y su entorno social. El poeta más social del grupo Cántico mezcló un paganismo iberorromano a una cierta y contenida intención social más que política. Contrario a todo sistema y a toda norma. Entre su obra poética, no muy extensa pero sí intensa, vieron la luz: Aquí en el tierra (1948), Poesía en seis tiempos (1977), selección ampliada de su obra, y Los muertos (1986).

SONETO A CÓRDOBA Amarillo perfil de arquitectura de cúpulas y torres coronado, torso de duro mármol cincelado, estatua de ciudad. Córdoba pura. 32

Abres al valle virginal figura a la que el Betis besa enamorado y en tu más alta torre reflejado el oro de tu Arcángel te fulgura. Arena y cal, olivo, serranía, enhiesto pino, palmeral ardiente ciñen tu delicada argentería. Relicario de siglos donde Oriente engarza en vesperal policromía tu albo destello ¡oh perla de Occidente!

Centenario de su nacimiento 14 de diciembre de 1911

Juan BERNIER


Edici贸n Numerada Este ejemplar se corresponde con el

xxxxxxxxxxxxxxx perteneciente a la publicaci贸n n.潞 2 de la revista de poes铆a



Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.