opinión
¿Es irreconciliable la relación sindicato – empresa? Jaime Cuzquén Carnero Abogado laboralista Estudio Echecopar
A partir de nuestra experiencia profesional en temas de sindicalización y negociación colectiva hemos aprendido que nuestra posición como abogados no sólo es estar al lado de nuestros clientes, las empresas; asesorándolos y negociando con ellos, sino, también, y especialmente, nos debería colocar en una ubicación con perspectiva respecto a la posición propia del empresario – empleador. Esta última permitirá ver el contexto más allá del propio conflicto. Es decir, podremos analizar la situación de la empresa y del conflicto en el contexto de la actividad económica en que se desarrolla, de la región en que se ubica y de la situación del país en general. Tener la posibilidad de ubicarnos en ambas posiciones nos permite brindar una asesoría integral y eficaz cuando se produce el conflicto colectivo e, inclusive, para prevenir el mismo. Sin embargo, en la realidad hay momentos en que es irremediable que ese conflicto se presente, a pesar que constitucional y legalmente la libertad sindical está protegida, y las empresas actualmente reconocen que los sindicatos ejercen una libertad que debe ser respetada, pero dentro de los límites que el ordenamiento jurídico ha establecido. Lo paradójico, en ese escenario, es que cada vez que se forma un sindicato o se presenta un pliego de reclamos, la empresa siente que existe un abuso en la posición sindical, que existe un movimiento desestabilizador y una acción desleal y, en general, que existe una restricción a su libertad, protegida también constitucionalmente. Esta última sensación de los empresarios es la generadora del conflicto, pues suelen tener la percepción de que el sindicato es una limitación y hasta una intromisión en sus facultades organizadoras del negocio. Lo que resulta evidente es que de ambos lados, empresa y sindicato, hay una desconfianza que difícilmente se resolverá en el camino. La situación se reduce a lo siguiente: para la empresa, el sindicato se crea aprovechando un contexto proteccionista, apoyado por organizaciones con interés político y no laboral, y cuyo objetivo es exigir beneficios
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económicos que le restan competividad. Para el sindicato, sin perjuicio que son posibles otros objetivos, su finalidad es recuperar el poder adquisitivo de sus afiliados, quienes, presumen, no han percibido en los últimos años los resultados de su trabajo debido a la ausencia de una organización que los defienda. Como puede apreciarse, mientras el sindicato nace y siente que su motivo es recuperar el tiempo perdido exigiendo más y más a la empresa, y por lo tanto mantiene una posición ofensiva dentro de las relaciones colectivas; el empresario, por su lado, percibe que esa visión del sindicato no coincide con la de la empresa y, por tanto, mantiene una posición defensiva. Como se ve, la situación nace conflictiva y es probable que se mantenga así mientras no exista un cambio de posiciones. En nuestra opinión, lo que debería cambiar es la estructura de las relaciones colectivas que se quieran aplicar en la empresa, considerando como parte de ésta tanto al empleador como al sindicato. Al respecto sugerimos algunas ideas: • De parte de la empresa es vital que se reconozca que los reclamos siempre se producen cuando se percibe un incumplimiento, una mala gestión o una desmotivación debido a la falta de integración a la empresa. Esta percepción negativa de la organización de la empresa propicia la formación del sindicato. Ante ello, la empresa debería realizar un análisis interno para mejorar lo que se deba y, evidentemente, prepararse para adecuar su sistema de gestión de recursos humanos para afrontar un nuevo escenario. • Es importante reconocer que la libertad sindical es un derecho protegido y especialmente fiscalizado, pero tener claro que también tiene límites. Por lo tanto, se deben