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Modus vivendi de los jóvenes loreños. Jacob Morales León

Modus vivendi Jacob Morales León

“Y tú, ¿vas y vienes todos los días?”

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#E n el reportaje de este año hemos querido realizar un estudio sobre el modus vivendi de los jóvenes que, debido a sus estudios, usan diariamente el transporte público para ir a clase versus los que viven en pisos de estudiantes en el mismo lugar donde estudian. Tras haber realizado una serie de encuestas a jóvenes de un rango de entre 18 y 25 años, hemos podido llegar a conclusiones muy interesantes y con muchos puntos de vista diferentes. En este estudio, no sólo se han hecho encuestas a jóvenes de Lora sino también a otros de pueblos de alrededor para poder marcar algunas diferencias en el abanico de posibilidades que a cada uno se nos ofrece. DESPLAZAMIENTOS DIARIOS A SUS CENTROS DE ESTUDIO Empezaremos analizando las opiniones de aquellos jóvenes, que mientras viven en su domicilio familiar habitual, se desplazan diariamente a la ciudad donde estudian. Como somos estudiantes de letras, antes de empezar este análisis nos gustaría realzar un elemento bastante curioso en nuestro lenguaje que nos ha llamado la atención. Mientras en otras lenguas existen verbos particulares para expresar este fenómeno, como por ejemplo “commute” en inglés, en castellano no hay un verbo específico y aunque en un registro más formal digamos “desplazarse al lugar de estudio”, en el habla del día a día se suele usar la expresión “ir y venir”, algo llamativo pues cuando te preguntan por tus estudios, esto suele ir acompañado de la pregunta: “Y tú, ¿vas y vienes todos los días?”. La mayoría de los entrevistados coinciden en que el principal motivo por el que eligen esta opción es por el ahorro económico. No es únicamente diferente la cuantía (un abono mensual suele costar una tercera parte de lo que vale un alquiler) sino también el dinero necesario para el día a día. Vivir en tu casa familiar te permite ahorrar más pues sueles tener menos gastos. También apuntan que residir en tu casa con tus propias comodidades y con menos implicación en las tareas domésticas es un aspecto a tener en cuenta. Sin embargo, hay un punto en el que hay divergencia de opiniones: mientras muchos estudiantes loreños definen el tren como un medio “cómodo y veloz”, los de otros pueblos señalan que suelen viajar de pie porque en las horas punta hay gran flujo de pasajeros. Lo mismo que puede ocurrir a otros muchos loreños en el itinerario de vuelta. También nos gustaría destacar que los universitarios que tienen buen horario escolar y que encuentran una combinación idónea con el horario de trenes, valoran este medio muchísimo más positivamente que los que tienen horario partido (pasan todo el día fuera de casa), o los que al salir de clase tienen que esperar media hora hasta que pase el siguiente tren. Igualmente, hay una marcada diferencia entre los estudiantes de grados universitarios con buen horario y los estudiantes de ciclos formativos cuyo horario es más cargado (seis horas y media) y por ello tienen que madrugar más y llegan a sus casas más tarde, lo que les obliga a almorzar mucho después y les impide aprovechar las tardes en su plenitud.

E nt re t o d o s e s t o s argumentos positivos, se encuentran otros muchos con connotación negativa. El mayor inconveniente que los entrevistados destacan es la pérdida de tiempo de los trayectos, tiempo que viviendo en un piso de estudiantes podrían aprovechar en estudiar o en realizar otras actividades. Ligado a la pérdida real de tiempo, apuntan que con el devenir de los días y los meses, realizar cada día dos trayectos largos se convierte en una rutina muy monótona que cansa exhaustivamente a casi todos los que la realizan. Otro punto en el que muchos de ellos confluyen es en la limitación que supone llevar esta vida, pues en tu pueblo sueles tener muchas menos opciones culturales y/o de ocio que en la ciudad en la que estudias y, además, te limita no sólo en esto sino también a la hora de quedar con los compañeros de clase para realizar trabajos o prácticas en grupo cuando forman parte del curriculum formativo.

En Lora del Río tenemos la suerte de tener una estación ferroviaria con trenes de cercanías y media distancia todos los días. Pero muchas de las personas entrevistadas no disponen de este medio en su localidad y, en su lugar, tienen autobuses de línea o tienen que usar el coche para ir a una estación ferroviaria en pueblos cercanos. Es importante destacar que la precisión horaria de un tren nunca es la misma que la de un autobús puesto que este último depende por completo del tráfico y sus horarios no son nada rigurosos. Aunque el tren sí se ajusta a horarios precisos, muchos jóvenes comentan que en numerosas ocasiones se producen retrasos y que por la dependencia que tienen de este medio de transporte para absolutamente todo, a veces les impide llegar a clase puntualmente o, directamente, llegar. Y también añaden que viven en un continuo sinvivir por llegar puntuales a coger ese tren, que, llegada la hora de su salida, no espera a nadie.

Haciendo un poco de balance, hay de todo: los que seguirían usando el tren por su horario y sus comodidades en sus propias casas; y otros, con horarios menos favorables, que optarían por cambiar y probar la experiencia de vivir en un piso de estudiantes.

RESIDENCIA EN PISOS DE ESTUDIANTES

Ahora, en segundo lugar, procedemos a explicar los resultados obtenidos de la entrevista a jóvenes que viven en pisos de estudiantes. Aquí son muy numerosos los argumentos positivos, pero también hay bastantes negativos.

Los que se posicionan a favor de este tipo de vida defienden que al salir de tu ámbito, y por ello de tu zona de confort, creces mucho como persona y aprendes cosas nuevas que te harán falta saber en un futuro. Ellos exponen que pasas a responsabilizarte por completo de una casa y de todas sus tareas, tareas que te das cuenta de que como no las hagas tú… no las hace nadie. Por ello, aprendes a cocinar (y pruebas nuevas comidas gracias a tus compañeros), aprendes a limpiar, a organizarte, a convivir con personas que pueden ser o no de tu ámbito, etc. Muchos han apuntado como objetivo destacable que han aprendido a gestionarse el dinero del que disponen, cualidad muy necesaria en el mundo en que vivimos. Aparte de esto, muchos de ellos reconocen haber ganado una independencia y una autonomía para hacer lo que quieran, ir donde quieran, comer lo que quieran, entrar y salir a la hora que quieran, etc. Al no estar controlados, llegan a saber las consecuencias que puede llegar a tener no ir a clase, no madrugar, no tomarse las medicinas…

“El mito se cumple: fiesta y mierda”

Además, consideran que tener un techo en la misma ciudad donde está tu centro educativo ayuda mucho a la hora de quedar con los compañeros para estudiar y en “las horas muertas” de la Universidad cuando tienes horario partido y necesitas descansar. A su vez, refiriéndose al componente de ocio y fiesta, muchos de ellos afirman haber formado vínculo con muchas personas, puesto que conoces a más gente, las invitas a tu piso, conoces a los amigos de tus amigos y, normalmente, te lo pasas muy bien con ellos. Y en este ambiente, salir de fiesta sabiendo que puedes recogerte a la hora que quieras porque tienes una cama cerca, da mucha flexibilidad.

También, sin tener que usar transporte, ellos afirman que ganan horas de sueño, aprovechan mucho el tiempo libre para estudiar, hacer turismo, vida en comunidad, etc.

En contraste a todos estos argumentos positivos, no todo es tan bonito como parece. Convivir con personas distintas a ti a veces es difícil. Hay algunos que aseguran vivir con amigos de toda la vida pero muchos otros se embarcaron en compartir piso con gente a la que no conocían y, en algunos casos, se alegran y en otros… parece ser que no tanto. Una frase que nos llamó mucho la atención de uno de ellos fue: “Cada uno es de un padre y de una madre, y por ello los hábitos son todos distintos”. Tampoco ser amigos de toda la vida es algo positivo, porque admiten que la confianza “da asco” y que se relajan a la hora de cumplir las normas.

Otro de ellos expresaba: “El mito se cumple: fiesta y mierda”. Está refiriéndose, como muchos otros, a que en los pisos de estudiante a veces no se sigue el cuadro de limpieza, se acumulan platos sucios en el fregadero, hay cola para usar el microondas, las bolsas de basura se acumulan en el recibidor, alguno no recoge la mesa, se termina la bombona, … Todo es un poco caótico a veces. Porque, aunque consideran algo positivo el tener más tiempo libre, también nos dicen que cuando tienen mucho que estudiar y también tienen que limpiar, recoger y cocinar, le faltan horas al día para poder hacerlo todo. Bueno, y ni que decir tiene que el gasto de un piso y sus facturas (gas, agua, luz, wifi) es normalmente elevado.

En cuanto a la fiesta, algunos explican que, cuando se organiza una fiesta en el piso, hay veces en las que necesitas estudiar, dormir o, simplemente, no te apetece participar en dicha fiesta, o los integrantes no son de tu agrado. Entonces el ruido llega a ser molesto y quizás no te quede otra que aguantarte.

Y por último, hay algunos que se definen como más melancólicos y que ven como algo negativo no ver con tanta frecuencia a sus familias y a sus amigos del pueblo.

En el tema de los pisos de estudiante, no podemos terminar sin hablar de los propietarios comúnmente conocidos como “caseros”. Algunos tienen buena relación con los inquilinos y estos los satisfacen en la mayoría de sus peticiones. Pero, en cambio, hay otros que no, que no son así y que sólo se interesan por tener el ingreso a principio de mes. Y, obviamente, hay muchos pisos legales y dados de alta con contrato pero también hay otros ilegales en los que el casero viene cada inicio del mes al piso a cobrar el alquiler en metálico y en mano. Una de las entrevistadas nos refirió una divertida anécdota en la que nos contaba que su casera tenía copia de la llave y el día que quedaron con ella para pagarle el alquiler, al levantarse por la mañana se encontraron a “la mujer sentada en la butaca del salón”, hecho que les impactó e hizo que se sintieran intimidadas.

Poniendo en una balanza pros y contras, la mayoría de los que viven en pisos elegirían esta forma de vida una y mil veces más, aunque tuvieran la posibilidad de ir y venir en transporte público.

En conclusión, no hay una fórmula clara para decir qué método de los dos es el mejor pues cada situación personal es distinta y diferente y sólo eso y tu personalidad como ser humano te harán decantarte por una de estas dos formas de vida a la hora de continuar tus estudios en otra ciudad.