2002 IX CSE, Palma (2 de 2)

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Sociología de la tlocencia y tlel aprendizaje de la sociología

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cada vez se alarga más el tiempo de estudios y se multiplica la oferta de complementos formativos de alto nivel para jerarquizar más el mercado de títulos universitmios, acentuándose los obstáculos para quien invierte menos. No obstante, la Universidad sigue siendo una buena vía instrumental para acceder en mejores condiciones al mercado de trabajo que quienes poseen menos capital escolar, aunque en muchos casos ese acceso no se concreta en los primeros años inmediatamente posteriores a la finalización de los estudios universitarios. (BAUDELOT ET AL., 1981) Pero no todo el mundo llega a la universidad. En los niveles inferiores del sistema escolar se han operado ya potentes mecanismos sociales de selección eficaces sobre todo con la exclusión de los estudiantes con origen familiar de clase obrera y de minorías étnicas, aunque menos eficaces con las mujeres que han encontrado en el sistema escolar el medio más adecuado para experimentar una igualdad negada en otros ámbitos sociales (ANYON, 1981; APPLE, 1982; MART!N CRIADO, 1998; FERNÁNDEZ ENGUllA, 2000). En esos niveles educativos también se ha operado una selección más cualitativa entre todo tipo de estudiantes, abriéndose las compue1tas a la universidad para aquellos que han superado sin lesiones destacables (o sin protestar) las prácticas cotidianas de <<violencia sistémica)'· (represión de los afectos, imposición de ritmos homogéneos de aprendizaje, etc.: Ross Y WATKINSON, 1999). b) Condiciones particulares/directas: 1) Privilegios y poder del profesorado. Flexibilidad de horarios, autonomía en la organización y ejecución de su trabajo, libertad (casi absoluta, sólo mediada por la supervisión departamental casi «de oficio>') de cátedra y de investigación, disposición amplia y arbitraria de recursos públicos (bibliotecas, material audiovisual, viajes, etc.), beneficios individuales por actividades indirectas de colaboración con empresas (derechos de autor y de patentes, etc.) o instituciones (conferencias, asesorías, etc.) a raíz del prestigio socialmente atribuido al profesor universitario, etc. El mayor poder sobre los alumnos reside, obviamente, en la atribución independiente (y difícilmente discutible por elevación de recursos a órganos colegiados superiores) de notas y calificaciones midiendo el rendimiento del «aprendizaje>;. De hecho, «cualquier estlldiante puede considerar que una actitud críticafrellfe al profesor-sea su pesona, su estilo docente, los contenidos de su asignatllra- puede traducirse en una mala calíficacióm;. (FEITO, 2002). El poder del profesorado sobre la institución académica se ha acentuado (y dividido de forma más marcada entre categorías funcionariales y no funcionariales) a partir de la ya vigente LOU (por ejemplo: en una universidad con 500 catedráticos, un rector puede salir elegido por 251 votos de catedráticos aunque otro candidato haya recibido 8.000 votos procedentes de todos los estamentos ... ; las cuotas de representatividad estudiantil y del PAS se han reducido en el marco general, aunque cada «universidad>' -es decir, cada equipo de profesores que elabore sus nuevos estatutos- decidirá si aumenta esos porcentajes). 2) Asimetría entre docencia e investigación. Formación del profesorado «por ensayo y error>'. Mayor escrutinio y valoración práctica (en retribución económica, en tanto que méritos curriculares, etc.) de la investigación (la evaluación de los «sexenios~~), ya que los .:<quinquenios)) de docencia se conceden de forma casi automática: «todos somos buenos docentes; no todos somos buenos investigadores>'. (BÁEZ Y CABRERA, 2001). <<Un p1Vfesor de universidad parece sentirse a gusto con la etiqueta de jurista, botánico o psicólogo e incómodo con la de docellle -no en vano se habla de carga docente para referirse a esta faceta de su trabajm>. (FE!TO, 2002). Imposibilidad de separar ambas actividades o de especialización en una de ellas, para el POI. Además, existe bastante fraude en los proyectos de investigación, avalado tanto por parte de quien los solicita como por parte de quien los concede, al no existir generalmente las horas semanales declaradas para esta dedicación y encubriendo en tales proyectos el trabajo clandestino y precario del personal becario o externo que finalmente realizará una gran parte de las tareas y, probablemente, no figurará su firma en casi ninguna de las publicaciones donde consten los resultados del estudio.


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