Revista Cosas Gourmet Junio 2013

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CInE y gaStronomía

Un homenaje del cine al arte culinario: la magnífica animación “ratatouille”, del director Brad Bird, con su refinado ratón remy.

“Comer, beber, amar”, del director ang Lee.

emblemático”. Esa noche, el cebiche era de corvina, “aliñado con una crema de lulo –una fruta de Ecuador y Centroamérica–, naranja y leche de tigre. El chupe tenía que ir también. Suele ser espeso, muy contundente, pero he refinado la sopa: la he hecho más ligera, con tofu en lugar de queso fresco, con habitas de soja, un pequeño huevo de codorniz, una gamba, y le agrego curry, que le da un sabor especial”. Por el lado japonés, presentó su interpretación del koroke, así como sus gyozas de cerdo, que iban glaceadas con una salsa de mandarina. Entre los chefs que, como Arévalo, fueron llamados a inspirarse de las películas, estaban creativos de varios restaurantes locales, como Xabi Díez y Aizpea Oihaneder del Xarma Jatetxea; Rubén Trincado del Mirador de Ulía; Mikel Gallo del Ni neu, el restaurante del Kursaal, donde tiene lugar el festival; y Mikel Santamaría, del grupo Bokado (encargado además de la fiesta de clausura en el majestuoso Palacio Miramar).

sEnsUalidad y pOdER El cine siempre ha reservado un sitial de honor a los placeres de las papilas, desde que los hermanos Lumière incluyeron “La comida del bebé” en su primera proyección pública en 1895. Esa escena de Auguste Lumière y su familia –visible hoy con un clic en Internet–, reflejaba el rol central de la comida en la vida cotidiana. Ciento doce años después, el savoir-faire de Francia inspiró uno de los más grandes homenajes del cine al arte culinario: la magnífica

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Stéphane audran en el clásico “La fiesta de Babette”.

animación “Ratatouille”, del director Brad Bird, con su refinado ratón Remy. Si hasta las ratas francesas pueden ser finos gourmets, no es de extrañar que la sofisticación acompañe el retrato de su clase dirigente. De hecho Babette, la protagonista del ya clásico “La fiesta de...” (basado en una novela de Karen Blixen y ganador de un Oscar en 1988) había huido del régimen del terror pos revolucionario porque era cocinera de la aristocracia. Más recientemente, Alain Cavalier dedicó un episodio a la exquisitez culinaria en su filme “Pater”, una de las sorpresas de Cannes 2011, en que él mismo interpreta al Presidente de la República, y trata de convencer a Vincent Lindon de sucederlo. Desde un estilo totalmente distinto, esta película hace eco a lo que muestra “Los sabores de palacio”: la relación entre el poder y el refinamiento gastronómico, una característica que han compartido la mayoría de los gobernantes franceses, de cualquier tendencia política. Muchas de las películas de todo el mundo que tratan del tema, incluyendo la mexicana “Como agua para chocolate”, de Alfonso Arau, sobre la novela de Laura Esquivel; o “Comer, beber, amar”, de Ang Lee, expresan a través de los recursos del cine la sensualidad de los alimentos usados para transmitir y provocar emociones. Comer es una necesidad para mantenernos respirando, mientras que deleitarse con la comida es una manera de sentirnos vivos cuando la muerte acecha. Eso parece indicar la escena, filmada por Werner Herzog, del banquete en la plaza del pueblo azotado por la peste en “Nosferatu, vampiro de la noche”: si no queda nada más, que el goce último sea el del paladar. n


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