Cartilla Barrio El Picacho: Comuna 06

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El Picachito 6



CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL TERRITORIO EN LAS LADERAS DE MEDELLÍN DESDE LAS PRÁCTICAS COMUNITARIAS EN LA DEFENSA DEL TERRITORIO (1995-2005)

BARRIO EL PICACHITO, COMUNA 6 Facultad de Ciencias Sociales I.U. Colegio Mayor de Antioquia Mesa Interbarrial de Desconectados Corporación Jurídica Libertad

INVESTIGADORES COMUNITARIOS: Juan José Cañas Carlos Bedoya AUXILIAR DE INVESTIGACIÓN: Jennifer Acevedo CO-INVESTIGADOR: Javier Sánchez INVESTIGADOR PRINCIPAL: Carlos Velásquez

Medellín, 2019



CONSTRUCCIÓN SOCIAL DEL TERRITORIO EN LAS LADERAS DE MEDELLÍN DESDE LAS PRÁCTICAS COMUNITARIAS EN LA DEFENSA DEL TERRITORIO (1995-2005)

INTRODUCCIÓN El barrio Picachito es tutelado por el Cerro El Picacho, junto a sus barrios vecinos El Triunfo, El Progreso No. 2, El Mirador del 12 y Picacho. Picachito inicia su proceso de poblamiento alrededor del año 1977, bajo la modalidad de loteo pirata, es decir, la venta de los lotes fue promovida por los dueños de las grandes extensiones de tierra, a través de su asociación en la compañía urbanizadora El Picachito Agudelo Muñoz y cía. Ltda. creada en 1976. Estas fincas eran principalmente del señor Domingo Antonio Agudelo, José Echavarría y Gabriel Jaramillo.

Los lotes eran vendidos sin ningún tipo de adecuación urbana, es decir, no contaban con vías de acceso, servicios públicos domiciliarios, alumbrado público, espacios deportivos, instituciones educativas, etc. Lo que tenía valor en ese momento para las familias que allí fueron llegando, era la posibilidad de contar con vivienda propia y esto se facilitaba por el bajo costo del terreno para construir, aún en las condiciones descritas (Cadavid, 2010).

Figura 1. Vista aérea de Picachito. Fotografía: Frank Pulgarín

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EEl barrio, para los habitantes de Picachito, representó sobre todo la posibilidad de desarrollar un proyecto de vida sobre la base de la vivienda propia. Esto significó, además del desarrollo de un arraigo territorial por la permanencia, el mejoramiento de las condiciones materiales de vida y la posibilidad de desarrollar el núcleo familiar en unas condiciones que ofrecían mayor estabilidad económica. Así en El Picachito el periodo de los 80´s se caracteriza por un constante desarrollo tanto del hábitat como de la vivienda. El barrio comienza a densificarse constante y permanentemente, la autoconstrucción por medio de convite, de equipamientos sociales como las vías, las redes de servicios públicos (agua, electricidad y alcantarillado), la escuela, escaleras y senderos. Para la década de los 90´s la intensidad de la autoconstrucción disminuye, debido a que el contexto político y militar sufre un cambio drástico. El cambio político con la constituyente del 1991 y las elecciones de alcaldías municipales mediante elección popular desde 1988. Las relaciones cambian en el sentido de que ya no existía la facilidad de solicitar materiales de construcción y que estos fueran entregados a las Juntas de Acción Comunal –JAC-. El último convite de gran envergadura se presenta en el año 1993 con la construcción de la calle 93B con su respectivo tendido de acueducto y alcantarillado. Y por otra parte a principios de la década y producto de la desmovilización de algunos grupos milicianos en la ciudad, el territorio es copado por los paramilitares y algunas milicias quienes se enfrentan a sangre y fuego produciendo la muerte de muchos jóvenes del barrio (Cadavid, 2016).

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A sí mismo la organización comunitaria recibe fuertes presiones sobre sus presidentes y asociados. El asentamiento de las milicias en el sector conocido como Rancho de Lata y de los paramilitares en la “parte alta” (carrera 86B) genera tensiones por la gestión comunitaria del territorio del barrio y la movilidad de los representantes de la JAC. Para finales de la década las disputas internas de la JAC y la fuerte presión militar terminan rompiendo los lazos comunitarios construidos durante los 80´s, la confianza en la organización comunitaria se pierde y la dinámica de autoconstrucción disminuye significativamente. Para el periodo 2000-2005 ocurre un nuevo fenómeno de poblamiento en la parte alta del barrio sobre la carrea 86 y en la parte norte del cerro el Picacho conocido actualmente como La Calabria. Este poblamiento presenta características distintas al ocurrido a finales de los 70 y 80. Una nueva venta de lotes atrae a un numeroso número de pobladores quienes construyen sus viviendas rápidamente. El hábitat popular cobra de nuevo el centro de la atención de este nuevo sector del barrio y se gestionan conexiones piratas a las redes de agua y energía de servicios públicos de las EPM.


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1. FORMAS DE OCUPACIÓN DE LA LADERA Bajo la modalidad de loteo pirata (que es una forma ilegal de compra-venta de lotes) se dio el proceso de ocupación del barrio Picachito, modalidad que no responde a las lógicas de la planeación local institucional, sino a otras formas de habitar y construir ciudad desde los sectores populares. Este proceso de ocupación se caracteriza por la venta de los predios sin los mínimos de infraestructura y servicios públicos, son los nuevos pobladores quienes de diversas formas organizativas autoconstruyen las viviendas y el hábitat popular, intentando

dar solución de manera colectiva a sus necesidades familiares y comunitarias. La mayoría de los pobladores del barrio llegan de otros lugares de la ciudad y de municipios de Antioquia. Algunos habitantes llegan al barrio por motivaciones económicas, ya que las condiciones de compra y venta de los predios propiciaron el fácil acceso a ellos, eran asequibles y podían pagarse a cuotas. Otros habitantes llegaron siendo víctimas del desplazamiento forzado a causa de la violencia que vivía el país.

Figura 2. Barrio asentado en las faldas del Cerro El Picacho. Fotografía: Frank Pulgarín

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1.1. Autoconstrucción de la vivienda En Picachito, la autoconstrucción de la vivienda popular es espontánea y autónoma. Las casas se construyen inicialmente con materiales livianos como madera, plástico, tejas de zinc y piso de tierra (PRIMED, 1996, p.92), materiales acordes a las posibilidades económicas de cada familia, pues inicialmente la prioridad es tener un lugar para vivir y esta urgencia les hacía ignorar las condiciones de habitabilidad de sus viviendas. Dicha situación va cambiando progresivamente, se va reconstruyendo la casa a medida que la familia va consiguiendo el recurso para acceder a otro tipo materiales como adobe, concreto, baldosa y se va haciendo el cambio de las tejas por la construcción

de losa de concreto. La autoconstrucción de la vivienda en el barrio puede leerse a la luz de tres modalidades, la primera es la construcción hecha por la propia familia, otra es la contratación de un maestro de obra, y la última es por medio de un convite con familiares y vecinos, hechos especialmente los fines de semana pues en el transcurso de la semana debía atenderse los compromisos laborales. Quienes llegaron a habitar el barrio eran personas que tenían la experticia y la experiencia de trabajar en construcción, albañilería y plomería, lo que facilitó y posibilitó la autoconstrucción de sus viviendas y simultáneamente de los espacios comunitarios.

Figura 3. Vivienda tipo rancho. Fotografía: Frank Pulgarín

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La gestión de los materiales de construcción era propia de cada familia de manera autónoma, pero también hubo una importante contribución de materiales por parte de la JAC para la construcción de la vivienda, que eran excedentes de las obras de construcción del hábitat popular.

La autoconstrucción desarrolla una doble relación. Una dentro del ámbito familiar y la vivienda y otro entre el ámbito social y el hábitat popular. Esta relación tejida por la organización comunitaria permitía que las fuerzas de los habitantes se encontraran en el convite y dieran sentido al espacio por fuera de la vivienda.

1.2. Hábitat popular Servicios públicos En el periodo de fundación de Picachito el acceso a los servicios públicos fue auto gestionado. En la carrera 83 había una llave conectada al acueducto de EPM de donde los primeros pobladores tomaban el agua en baldes y la subían a sus casas, esta agua era especialmente para el consumo humano y la preparación de los alimentos. Tomaban de un aljibe que recibía agua de la quebrada La Minita, construido por los primeros pobladores, para el aseo personal, del hogar y otros usos. Luego, gracias a la gestión comunitaria y la participación de las familias autoconstruyen un tanque comunitario, a base de cemento, hierro, gravilla y un entramado de mangueras que se extendía por todo el barrio, y se surtía de los afluentes de la parte alta de la quebrada La Minita. El acueducto fue construido por los habitantes del barrio en convite; se llevaba la cuenta de las horas de trabajo de cada familia en su construcción y según el tiempo dedicado de cada familia le era descontado un porcentaje a la cuenta para la conexión; dinero que era administrado por la JAC, que luego sería invertido, principalmente, en la compra de materiales para los equipamientos comunitarios. Puesto que gran parte de los materiales

de construcción fueron gestionados por la JAC gracias a las relaciones que tenían los líderes con algunos políticos y secretarías de la administración pública. Los habitantes del barrio inicialmente tomaron la luz eléctrica de los contadores de la parte de abajo del barrio que ya contaba con el servicio por parte de EPM. Luego, fruto de una acción colectiva de exigibilidad en la parte alta del barrio, planeada por la JAC que tuvo la iniciativa de realizar un plantón frente a la casa de recreo del alcalde y así lograron que la alcaldía gestionara la llegada del tendido eléctrico al barrio.

Figura 4. Telarañas de cables para acceso a la energía. Fotografía: Frank Pulgarín

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Nosotros comprábamos una cuerda de aluminio en La Minorista y cogíamos de la viva y clavábamos una varilla de cobre y de ahí sacábamos el foquito para alumbrarnos. Un día me di cuenta que el gerente de EPM subía a la parte alta del barrio, a una casa de recreo del entonces alcalde de Medellín, y entonces nos fuimos la Junta Directiva y le dijimos que electrificara el barrio pues ya se había muerto un muchacho manipulando la varilla de cobre. Y efectivamente a finales del 81 nos electrificaron. Conseguimos además que nos instalaran los primeros 6 teléfonos públicos (Joaquín, comunicación personal, septiembre de 2017)..

La Escuela “El Picachito” Se construyó en un terreno donado por Domingo Agudelo y La Junta de Acción Comunal y la Asociación de Padres de Familia en compañía del director Jesús Antonio Duque y la profesora Luz Adíela Zuluaga quienes movilizaron la participación comunitaria y la gestión de los recursos. Por medio de convites los fines de semana se iba construyendo salón por salón, cada uno de ellos representaba un nivel escolar, y al construirlo pedían un nuevo docente a la Secretaría de Educación. Los padres de familia empezaron a ver la necesidad, entonces hacíamos unos convites los fines de semana, otros en semana pero más los fines de semana que los padres podían venir a colaborar; ¿en qué consistían esos convites? las mamás hacían almuerzo y recogíamos tierra, los hombres pico y pala para organizar el terreno, había un señor experto en dinamitar roca, entonces a medida que íbamos necesitando un espacio se iba dinamitando la roca, y se abría el espacio para la construcción; esta planta que tenemos aquí fue construida por todos los padres de la comunidad, como no teníamos dinero entonces hacíamos la marcha del adobe, la marcha del huevo, la marcha de todo lo que en ese momento

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podíamos recolectar y lo íbamos vendiendo (L. Zuluaga, comunicación personal, 16 de agosto de 2017). Como lo menciona la profesora Luz Adíela, para la construcción de la escuela se crearon estrategias como el Plan Ladrillo, que consistía en hacer una cadeneta humana desde la carrera 80 hasta la 83, terreno donde sería construida, para subir ladrillo por ladrillo, pues solo hasta allí subía el carro con los materiales. La Marcha del Huevo consistía en que cada niño del colegio llevaba algunos huevos desde su casa y luego la Asociación de Padres de Familia los vendía para comprar materiales de construcción y La Marcha del Adobe donde cada familia donaba los ladrillos que podía para la construcción de los salones. Además, se hacían rifas, bazares, bingos, reinados y ventas de comidas.


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2. LA ORGANIZACIÓN COMUNITARIA La organización comunitaria se puede comprender como un grupo de sujetos que viendo necesidades en común se articulan para solucionarlas de manera colectiva, esto genera una organización de las acciones sustentada en el interés colectivo. Uno de los principales actores en cuanto a organización comunitaria que se pudo identificar en Picachito fue la Asociación de Padres de Familia que junto con la Junta de Acción Comunal se consideran fundamentales para la construcción y gradual mejoramiento de algunos de los equipamientos más importantes del barrio. La gestión de estas organizaciones consistía en conseguir recursos y materiales, y generar las condiciones físicas y sociales para el trabajo comunitario, los convites y todo lo que estuviera relacionado con la mejora del barrio, un ejemplo de cómo sucedían las cosas, y los actores que participaban de ellas es lo que nos cuenta don Conrado: Este alcantarillado ya lo reformo empresas públicas, pero inicialmente todos los alcantarillados de esta esquina hacia arriba, se hizo a base de comunidad y revolviéndole a eso político pa que nos dieran los materiales, es decir por qué la comunidad pone el trabajo, pero los materiales había que conseguirlos con los amigos de las secretarias públicas (Conrado, comunicación personal, 27 de agosto de 2017). Sobresale que para que la mejora barrial se pudiera realizar había que recurrir a diferentes capacidades y potencias organizativas, tanto desde lo comunitario

como desde lo institucional. La presencia institucional en el territorio de alguna manera se veía filtrada, o dependía de la capacidad de los líderes de generar preocupaciones en los funcionarios públicos para que los recursos que se necesitaban pudieran llegar. Don Javier señala que: La acción comunal empezó a gestionar con los políticos, cuando eso en esa época los políticos tenían un auxilio parlamentario, no sé cómo era entonces, uno iba a una secretaria o donde un concejal, donde quien fuera y le pedía una ayuda y le daban plata para materiales (J, Madrid, comunicación personal, 14 de julio de 2017).

2.1 Las prácticas organizativas y el convite La práctica central de la organización comunitaria para la transformación del espacio es el convite, pero para que este se fraguara debía acompañarse primero con una serie de actividades que generaran las condiciones materiales y sociales para que esta actividad fuera lo más efectiva posible, era necesario pues contar con recursos y con capacidad organizativa de trabajo. Para que esto se diera en Picachito se realizaban diferentes actividades, las asambleas informativas y organizativas, ollas comunitarias, bazares y bingos, ventas de licores y comestibles, marchas del huevo y del adobe, estas actividades se daban por la articulación principalmente de la asociación de padres de familia, líderes de la JAC y los profesores.

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Si bien las organizaciones comunitarias de El Picachito realizaban diversas actividades económicas y de movilización para poder materializar sus anhelos en

el territorio, estas iban encaminadas a una gran actividad central, el convite, que es por excelencia la forma colectiva para transformar el espacio.

Figura 5. La comunidad en convite. Fotografía: Frank Pulgarín

En Picachito el convite permitió la construcción del acueducto, el alcantarillado, la escuela, algunas vías y algunos senderos peatonales; la mayoría de las veces cuando la JAC o algún líder gestionaba recursos para el barrio, era responsabilidad de la comunidad poner la mano de obra para la realización de lo que se fuese a construir. Así, para la profesora Luz Adíela, Un convite es una organización que está luchando por un bien común, el bien común o la meta en ese momento era la construcción del colegio y lo lograron porque realmente

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hubo unos líderes con compromiso, con mucha responsabilidad, con un sentido de pertenencia (L.A, Zuluaga, comunicación personal, 16 de agosto de 2017). La realización de los convites remitía a la creatividad e ingenio organizativo de los líderes, era necesario que las personas de la comunidad fueran conscientes de sus necesidades colectivas, y que así mismo las debían solucionar, cada quien aportaba desde sus saberes y capacidades y esto se retribuía también de alguna manera, por ejemplo para la realización del alcantarillado, se contaban las horas de trabajo que


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aportaba cada vivienda, existiendo la posibilidad de descuentos al momento de la instalación a partir del tiempo de trabajo invertido en el alcantarillado general. En el convite por lo general hay olla comunitaria, al compartirse los alimentos en este contexto se demarca un momento de un simbolismo particular que remite a valores colectivistas en detrimento

del beneficio meramente individual, las actividades que se desarrollan en este contexto hacen que se comparta el trabajo y además contribuye a que la subsistencia física no sea tan dura pues se cuenta con el apoyo mutuo y la solidaridad de las personas que comparten un territorio y que quieren mejorar sus condiciones de vida en el mismo.

3. LA ACCIÓN COLECTIVA Las labores de adecuación, primero del terreno para la construcción de la vivienda y luego del terreno colindante, fueron las que permitieron la aparición de una identidad barrial construida alrededor de la JAC y sus liderazgos. El proceso de trasformación del terreno en territorio se debe a la acción que sobre la naturaleza agreste del cerro El Picacho, con sus empinadas pendientes y su suelo de roca, realizaron los habitantes del barrio. Esta transformación operó en modo positivo sobre la mentalidad de los autoconstructores quienes transformaron la naturaleza y la adecuaron a las necesidades de la comunidad que se estaba conformando. Sobre ese terreno agreste cada habitante y auto constructor fue dejando una marca personal que ligó su historia a la historia del barrio. Por ejemplo, la construcción de la circunvalar que posibilitó la entrada de vehículos al barrio se facilitó gracias a la Secretaría de Desarrollo Comunitario quien aportó parte de los materiales y la asesoría técnica de la obra. Estos apoyos actuaban como estímulos de la organización que ganaba prestigio y legitimidad gracias a la construcción del hábitat popular. Además de la gestión con Desarrollo Comunitario,

la JAC realizó acercamientos con otras entidades como el SENA o el Ejército colombiano: Yo organice una brigada militar que venía con toda la ingeniería y la maquinaria para hacer la carrera 86. Nosotros ya constituidos teníamos la facilidad de que nos llegaban emisarios. El ejército quería ganarse la comunidad y pues nosotros sabíamos eso y aprovechamos para que nos dieran apoyos (Joaquín, Entrevista personal, septiembre de 2017). A medida que se consolida la organización comunitaria del barrio los recursos disponibles aumentan, las relaciones con las instituciones se fortalecen y se crean canales de gestión que hacen parte del repertorio de oportunidades de la organización. Estas alianzas fortalecen los procesos de movilización que tienden a consolidar el barrio, lo que se traduce a largo plazo en una acción de defensa del territorio. Recordemos aquí que el terreno donde comenzó El Picachito era un “potrero”, se encontraba por fuera del perímetro urbano y no contaba con equipamientos sociales adecuados para la vida de una comunidad.

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organización comunitaria, la participación efectiva de la comunidad y la disposición de recursos de la más variada índole, desde materiales y saberes técnicos hasta la solidaridad, la confianza y el carisma. El periodo de mayor auge de la acción colectiva en el barrio El Picachito está situado en la década de los 80´s y 90´s seguido de un periodo de declive en la década del 2000. La acción colectiva está ligada a organización comunitaria, en este caso la JAC. Sus destinos están unidos principalmente por que la una no puede desarrollarse sin la otra creando una interacción entre un núcleo barrial organizado que guía la acción comunitaria de los habitantes que no participan frecuentemente de las labores organizativas. Así la organización puede contar con el apoyo de una gran parte de la comunidad en una acción, pero no en las labores organizativas de la misma. Figura 6. La olla comunitaria. Fotografía: Frank Pulgarín

La acción colectiva en el barrio Picachito está fundamentada en procesos de movilización social por la defensa del territorio enfocados en la construcción de hábitat mediante la puesta en marcha de diferentes recursos entre los que pueden contarse las relaciones con el directorio liberal, la secretaria de obras públicas, la secretaria de desarrollo comunitario, el ejército de Colombia entre otras que mediante la organización comunitaria de la JAC pudieron dirigir sus recursos técnicos, de materiales y de maquinaria hacia la construcción de equipamiento colectivos necesarios para la vida barrial. La acción colectiva no es posible sin la

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Cadavid, C. (2016). Palmo a palmo construyendo barrio, memorias de resistencias en la construcción de los barrios El Picachito y el Triunfo 1970-2015. (Tesis de pregrado) Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Cadavid, J. (2010). Servicios públicos de agua potable y saneamiento en la consolidación urbanística de asentamientos informales. (Tesis de maestría en Estudios Urbano-Regionales). Escuela de Planeación Urbano Regional. Facultad de Arquitectura Universidad Nacional de Colombia. Medellín. Giraldo, L. (2012). Dimensión política del conflicto armado urbano en Medellín 2007 2011. Universidad de Antioquia. Hidalgo, J. (2004). Hábitat, redes locales y los lugares para el habitar urbano. El barrio tras los lugares urbanos para habitar y vivir la ciudad. Caso del barrio Doce de octubre en la ciudad de Medellín. (Tesis de maestría en hábitat). Escuela de hábitat, CEHAP. Universidad Nacional Medellín. PRIMED (1996). Una experiencia exitosa en la Intervención Urbana. Medellín. Multigráficas Ltda.

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