Diario de un médico loco

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Diario de un médico loco

De nuevo me miró ella fijamente en los ojos, pero no respondió. En aquel momento yo no me acordaba de que hacía mucho tiempo ella se había reído, y no experimentaba ningún sentimiento en contra suya: lo que yo hacía me parecía inútil y extraño. Era aquello una reacción, muy natural, después de la fuerte excitación de los días anteriores; mas duro sólo un instante. –Pero ¿se puede tener confianza en usted?– preguntó Tatiana Nicolaïevna , después de un largo silencio. –Habrá que decir que no –respondí yo riendo, mientras se encendía en mí la llama que estuvo a punto de apagarse. Sentí crecer en mí la fuerza, el atrevimiento, la decisión del que ante nada se detiene. Satisfecho del éxito ya obtenido, resolví lanzarme audazmente hacia adelante–. La lucha es la única alegría de la vida. El segundo ataque tuvo lugar un mes después del primero. Esta vez no estuvo tan bien estudiado; además, era innecesario, puesto que yo tenía un plan general. No tenía la intención de volver a comenzar aquella noche; pero pues57


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