Diario de un médico loco

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Diario de un médico loco

la desesperación? En ninguna parte, en ninguna parte. ¡Oh! querida, querida niñita, ¿por qué mis ensangrentadas manos se tienden hacia ti?, pues también tú eres humana e insignificante, y estás sometida a la muerte. No sé si yo me querello contra ti, o bien si quiero que tú te querelles contra mí, pero me hubiera gustado ocultarme, como detrás de un baluarte, detrás de tu cuerpecillo frágil, para huir del vacío desesperado del tiempo y del espacio. Pero no, no, todo es mentira. Yo les pido que me hagan un grande, un inmenso servicio, señores peritos, y si tienen algo de humanos, no rechacen mi ruego. Confío en que nos habremos mutuamente comprendido lo bastante para no creernos unos y otros. Y, si les pido que declaren ante el Tribunal que estoy en mi sano juicio, no puedo obligarme a creer en sus palabras. Para mí, nadie resolverá nunca este problema. ¿He fingido la locura para matar, o he matado porque estaba loco? Pero los jueces, ellos, les creerán y darán lo 125


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