Alto Texto

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PRÓLOGO O PRESENTACIÓN xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx xxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx


¿QUIÉNES SOMOS? Venir a alto del Carmen después de un poco mas de 10 años con el sueño cumpliéndose, ha sido una de las experiencias más hermosas que he vivido. El pueblo del sol y de abrazos petrificados como grandes montañas que rodean los valles, nos invita a hacer la pregunta: ¿Dónde está el texto del pueblo? Así que, por medio de la gestión del Departamento de cultura, el trabajo de la diseñadora y la colaboración de escritores, estudiantes y profesoras se ha logrado sacar esta bella revista literaria en la cual convergen escritores del calibre de don Jorge Hopp, Mirna Campillay, Paula Carvajal, Margarita Araya y nuestros niños de 3er y 4to año básico de la escuela Ricardo Campillay Contreras quienes llenos de entusiasmo escribieron cuentos inspirados en la lectura de un fragmento de una novela histórica juvenil. Por lo tanto, escribir ha sido un espacio de encuentros y magia que nos recuerda cuestiones básicas sobre ¿Quiénes somos? Ya que, los cuentos escritos por nuestros niños y niñas no fueron modificados, solo editados en relación a algunas palabras, dada la calidad de estos a su temprana edad (felicitaciones a las profesoras que lograron tan valioso mérito). Por su parte, los escritores y escritoras que se sumaron a esta experiencia buscaron entre sus publicaciones y escritos cuentos y poemas que les representaran mayormente; pensando en que la escritura es un espacio de encuentro y conocimiento de las comunidades, De esta manera, podremos ver la conexión de quienes viven (habitan) el valle con los colores, su historia y ahora su literatura. Karen Pesenti Miranda Magister en Literatura Latinoamericana


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El monstruo debajo de la cama Autora KATALEYA URRUT IA

Había una vez un niño, él era muy feliz, pero un día en la noche despertó por un gran ruido, ¡Plaff! El niño asustado salió de la cama y se agachó, vio a su pequeño hermano y dijo —¿Qué haces aquí?, le preguntó. Él le respondió asustado, vi un niño en el armario, y me paré y le dije —tranquilo. Caminé hasta el armario y lo abrí, ¡y ahí estaba mi hermano! Él me dijo, —hay un niño en la cama, yo lo vi, me puse a llorar. Y en mi mente me dije, —quién era ese niño-. Miré debajo de la cama, pero no había nadie.

El monstruo del lago Ness Autora CELESTE GALVÉZ CAST ILLO

Había una vez un niño que fue al lago y escuchó ruidos por las ramas. Él se asomó, pero no vio nada, entonces se devolvió a su casa. Un día preguntó a su papá si había alguna leyenda y el papá le dijo, sí. Le dijo en este lago había un monstruo que se llamaba monstruo del Lago Ness. Entonces el niño fue a buscar el monstruo, él se asomó y vio un extraño animal. La criatura no estaba con nadie entonces lo agarró y empezaron a jugar y entretenerse. Un día el niño se despertó y la criatura había muerto.

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El viaje a Saturno Había una vez una niña llamada Sol y un día fue a la casa de sus abuelos y Sol le dijo a sus abuelos, ¿puedo ir a jugar al patio? y empezó a sonar el ático y Sol dijo, —¿qué estará sonando en el ático? Y fue a ver que había y vio un monstruo y salió corriendo, y el monstruo le dijo, —ven y Sol se escondió y el monstruo llevó a Sol a Saturno. Sol dijo, ¡Saturno! Y Sol gritó como burro, —no tengas miedo, dijo y Sol le puso Chop y fueron mejores amigas por siempre.

Autora FRANCISCA TAPIA MUÑOZ

Kimberly Loaiza Había una vez una niña que quería conocer a Kimberly Loaiza, ella siempre veía sus videos y ella fue a su país a conocerla y tocó la puerta de su casa y había una señora que era su empleada y le dijo —no, ella no está— y ella le preguntó ¿a dónde está? Y ella le dijo —fue a su concierto— y la niña contestó —okey, me iré. A la mañana siguiente despertó y dijo ir a tomar desayuno y después dijo, — iré a ver mi cartera. Ah no, no tengo dinero. No la podré ir a ver y después llegó su mamá y dijo —somos millonarias y ella se puso tan contenta y fue a su concierto y finalmente la abrazó y se conocieron.

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Autora DEYANIRA SAAVEDRA ANT IQUERA


Badbuddy Autora MÍA MELINAO

Habían dos vecinos que se odiaban mucho porque sus padres eran enemigos. Ellos se llamaban Pat y Prat. Un día el amigo de Prat que siempre pelea con los de ingeniería, que tienen como una pandilla o un grupo en esa pandilla estaba Pat. Ellos eran amigos en secreto antes de que sus papas supieran. Ellos estaban en una banda de música, los papas de Prat lo fueron a escuchar al concurso de navidad, ese día cuando el amigo de Prat, Punn. Prat y Pat se volvieron a ver después de 3 años, ellos vivían en el dormitorio de la universidad, pero osea son vecinos. Después pasaron 2 años. Prat es un empresario.

La historia del Inter de Miami y USA Autor MATEO CAMPILLAY

Había una vez yo y Messi. Yo un día de vacaciones y mi papá y le dije que si vamos a USA y dijo que sí, y fuimos a Inter de Miami y conocí a Messi y vamos campeón Messi, que tú ganaste el mundo y ganaste la copa del mundo y yo te conocí, y jugamos fútbol y me regalaste una pelota y me ganaste y después me fui. Y esta fue la historia de Messi y yo.

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Las sirenas y el mar profundo y los ángeles Había una vez. Yo estaba buceando en el mar profundo y ví una cola y pensé que era un pez —¿Qué es eso? dije , y también vi una mano con escamas y me acerqué y lo toqué y grité ¡me atraparon¡ Y me desmayé mientras veía un barco, y me di cuenta que desperté y me salvaron dos niñas, pero no cualquier niña, eran dos ángeles con alas negras, pero me di cuenta que eran los cómplices del diablo y lo ví y empecé a correr y me salvé y se pelearon por mí y ganó una ballena.

Autora AMANDA CAMPILLAY ARDILES

La niña gata Había una vez una niña que se llamaba Adhara. Un día Adhara se tropezó y se encontró a una niña llamada Melissa —ajajajaja— se ríe Adhara, es casi como Merlina. —Ah, ¿qué te pasa y por qué? Se queda en silencio. — No, es que así se llama mi gata —¿ah sí? En la noche no puedo dormir cerraré los ojos—o.o.o —Soy una gata peluda— llora, ¡ay! no va a llegar mi mamá, qué hago— vuelve a llorar. Ya no quiero ser una gata mejor. voy a ver por la ventana, a es tenis y su perro —a a Adhara— qué haces gata — no mates a mi perro —¡y si me lo matas te mato… ¡a a a! llegó mamá.

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Autora TANIA ARANCIBIA


La niña del bosque Autora EMILY GÓMEZ FUENTES

Erase una vez una niña llamada Camila, que iba por el bosque y se encontró un pokemon, lo tomó y lo tiró y salió un Llastay y se asustó mucho después. Siguió caminando después de un rato vio una cueva y se metió y vio a la llorona, se asustó por la palabra que decía —¡Ay mis hijos! —y la niña gritó ¡ayuda!, pero nadie la escuchó por la noche. Se fue a dormir, después al final se fue a la cueva que había dormido y no encontró nada para comer. No ha comido nada desde la noche hasta hoy. Despues había una niña que fue a pasear a su perro, Camila lo vio y le dijo -¿cómo te llamas? y la niña responde, —me llamo Flora y Camila le dijo, —¿quieres pasear conmigo? y Flora responde, —sí, entonces se fueron.

Luli y los patos de papel Autora ANTONIA ARAOS

Había una vez una niña que se llamaba Luli, tenía una hermana que se llamaba luz. Su hermana Luli le tomó una hoja e hizo un pato de papel y el pato se llama Cami y se lo llevó al colegio, pero un día un niño se lo rompió y Luli se puso a llorar porque el niño le rompió su pato, pero su hermana le dijo que eso no se hace y lo retaron.

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Mi amiga y yo perdidas Había una vez, mi amiga y yo estábamos jugando a la pelota y después era de noche y en la mañana los despertamos y nos aparecíamos en una isla solitaria y nos encontramos unos bichos y una cruz. Excavamos y encontramos un tesoro lleno de joyas y plata y los encontramos y los boté y nos fuimos a casa.

Autora BRENDA PAREDES

El teketeke la sangre cortada Yo andaba caminando por la calle y escuché un sonido ¡TEKE TEKE! Yo estaba solo y ese momento estaba una mujer sin piernas y corrió hacia mí yo corrí, pero el TEKETEKE corría más rápido. Me escondí en mi casa y la presencia de fue en paz.

Autor DARÍO OLIVARES ROJAS

La llorona y yo Había una vez que yo vivía en el bosque en una cabaña. Una noche salí a caminar en el bosque y escuché unos llantos, entonces fui a ver quién estaba llorando y vi una señora y me agarró y me llevó a un mar y me dijo —métete ahí, y yo le dije que no, pero ella me dijo la historia de por qué quería que yo me metiera ahí. Yo le dije me voy a mi casa.

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Autora CELESTE GALVÉZ CAST ILLO


Mi amigo desaparecido Autor AGUST ÍN IRIBARREN

Autora EVOLET PORT ILLA

Había una vez un amigo. Un día desapareció y yo creí que se lo había llevado un monstruo y andaba muy triste, pero una noche se escuchó un ruido muy extraño, fui a la ventana y vi un perro que estaba sobre dos patas. Yo estaba muy asustado y el perro cambió de forma y me di cuenta que era el diablo junto a mi amigo y después le grité, —¡¿amigo?! ¿eres tú?, —Cuidado estas al lado del diablo, no es mi perro entrenado. Yo estaba en la casa de mi abuelo.

La niña que no hacía caso Había una vez una niña que le gustaba hacer bromas y un día no le hicieron caso. Fin.

La llorona Autora MARTA ROJAS BORDONES

En un pueblo llamado México vivía una madre con sus dos hijos llamados Sofía y Hansel. La madre con su esposo se separon por una pelea. La madre de lo triste que estaba llevó a sus hijos a un río y se desmayó. Al recuperar la conciencia empezó a buscar a sus hijos y llorar gritando ¡Mis Hijos! Y habría entendido que no los volvería a ver. Desde esa noche por las calles de México llora en busca de nuevos hijos para reemplazar a los que habría perdido.

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La soledad Hola ranita te cuento un cuento, se trata de una linda luna que terminó muy mal. Así una vez había una linda luna que le gustaba una estrella, pero a él no le gustaba, pero un día la luna escuchó que la estrella estaba diciendo que ella era muy fea y la luna lloró y lloró y no pudo mas así que se apagó y nunca más se iba a enamorar.

Autora CATALINA ARAYA

El rasguño del diablo Yo estaba durmiendo y me dolía la espalda y invité a mi amiga y me dijo que es un rasguño del diablo y se encendían y se apagaban las luces y sonaba una música y se caían los platos y los vasos y las tazas y llegó el diablo y me puse a llorar y mi amiga empezó a gritar y empezó a salir el sol y el diablo se fue.

Autora AMANDA CAMPILLAY

Un día en la playa Había una vez una niña que se llamaba Luna que estaba en la playa con su familia y se estaban divirtiendo mucho y después de unos minutos la niña quería ir a caminar por toda la playa y estaba muy feliz. Y se encontró un tesoro que tenía muchas monedas. Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

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Autora CATALINA CONTRERAS BUGUEÑO


La familia feliz Autora DEYANIRA SAAVEDRA

Había una vez una niña llamada Kimberly Loaiza, ella era muy linda, tenía un novio, ella era una adolescente y tenían hijos una se llamaba Kima y el otro Juanito y un día fueron a comprar todos juntos y Kima tenía miedo porque habían animales y tenía miedo, pero ya habían pagado y dijeron —¿Qué podemos hacer? A Kima le gustan los dulces y se les ocurrió darle dulces. —¡Que rico!, dijo Kima.

La niña hermosa Autora VALLOLET SERRANO

Había una niña llamada Nicole, era la niña más hermosa, era una tía de mi escuela Ricardo Campillay y esa tía la quiero mucho, era la mejor tía.

El silbón Autor FRANCO ALCAYAGA

Era una noche de Halloween, todos los niños estaban pidiendo dulces, pero unos los reto que fueran al cementerio y el silbón estaba silbando y estaba recogiendo los huesos de las personas, pero estaba escondido en un arbusto. El silbón estaba atrás de Alex y Juan y nunca fueron al cementerio y nunca hicieron ritos extraños y salieron para Halloween..

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El planeta desconocido Había una vez un niño que se llamaba Aaron y soñó que estaba en un planeta muy lejano y estaba con su amigo Andrés y encontraron muchos marcianos y se los llevaron a otro planeta y se no se podía despertar y el planeta era en otra galaxia y Andrés se encontró dos pistolas láser y le paso una a Aaron y lucharon y se escaparon y pensaron que nunca más iban a despertar y vieron algo extraño y despertaron y vieron a sus familiares

Autor AMARO IRIBARREN

Una historia Había una vez un niño jugando con su primo a un juego desconocido. Un día se abrió una puerta su primo hipnotizado se metió, en cambio el otro niño no le grito y nada. Un rato después salió su primo muy herido y el portal desapareció y el primo murió.

Autor AGUST ÍN IBARBE

La llorona y sus hijos Hace mucho tiempo había una mujer con dos hijos, un día llegó a su casa y estaba en llamas, ella los dejó en un bote para apagar las llamas y cuando volvió vio a su amiga, llorando le dijo que a sus hijos se los llevó el chupacabras y se murió de pena y sus hijos también y ahora, sus hijos buscan a su madre y su madre a ellos.

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Autora ANTONELLA SÁEZ PÁEZ


¡El tue-tue! Autora KENDRA TORRES

Había una vez un pájaro que se llamaba tuetue y un día apareció en mis pies cuando estaba durmiendo y había pensado que era mi gato y no y sentí en el comedor que decían, ven acá ven soy el tue-tue fui a ver y no había nada y se convirtió en un brujo, pero me dijo si me das a tu gato para matarlo no te molesto. Mi gato arranco y él se fue volando.

El Llastay Autor BRAULIO PAREDES

Erase una vez unos niños que querían ver unos guanacos y unos cazadores de guanacos y los niños estaban montando uno y estaban cansados y vieron una cabaña y pidieron agua y apareció un señor vestido con ropa de guanaco y les dio agua y ellos se asustaron y corrieron porque supieron que era el Llastay.

El diablo cambia formas Autora JOSEFA SEPÚLVEDA CONTRERAS

En un pueblo muy lejano cada día a las 7:00 pm todos se tenían que encerrar, porque se soltaba el diablo. Una niña que estaba en su casa sola esperando a su papá que no llegó antes de las 7:00, tuvo que encerrarse y por la ventana escuchó a la voz de la abuela y le abrió, pero era el diablo que había tomado su forma y entró, y la destrozó al momento que llegaba su papá, que la encontró.

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Heidi la niña de las montañas Heidi una niña que vivía con su tía, su tía no tenía con quien dejarla porque ella buscó empleo en una casa rica su tía Dete la dejó con su abuelo en las montañas. Heidi tuvo una vida feliz hasta que su tía la fue a buscar ha las montañas, Heidi en la casa rica la pasó mal, no podía hacer nada, extrañaba sus montañas le dio fiebre hasta que dejaron que Heidi se fuera a las montañas y Heidi volvía a ser feliz con su abuelo.

Autora TRINIDAD BUSTAMANTE MACAYA

El silbón Se trata de un hombre que tenía hambre. Le dijo a su madre si tenía carne, ella le respondió —no tengo carne. Anda a cazar con tu padre. Pero no cazaron nada. El hombre pensó en algo impensado, mato a su padre.

Autor SEBAST IÁN GARCÍA

El nahual Los nahuales son brujos que hacen sacrificios con animales y se los dan al diablo para así convertirse en el animal, pero cuando se convierten son agresivos, pero no toman la forma exacta. Se meten en las casas que tienen patio para así entrar y hacerles daño, pero no son como los skinwalker, ellos toman la forma exacta haciendo que la gente se acerque e igual les hacen daño.

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Autor JEFFERSON DÍAZ


Mi primo odioso Autor DIEGO ARAOS RIVERA

Una vez estaba en mi casa e invité a mi primo a jugar al escondite en mi casa y después vino mi tío a conversar con mi mamá y trajo a mi primo odioso y dijo, puedo jugar a los escondites con ustedes. Le dijimos que sin problemas. Mi prima las estaba cantando, —yo, ¡libre! y mi primo se enojó conmigo y me pegó. Yo me defendí y le pegué y nos empezamos a pelear.

La Llorona Autora ISABELLA CORNEJO

Es una mujer cuyo marido se fue a la guerra; al cabo de un tiempo, dieron por muerto a este. Afligida y abrumada, se dedicó al modismo para evitar morir de hambre, en ese tiempo, se le presenta un soldado del cual se enamora locamente, quedando embarazada, poco después, regresa su marido y, ella despavorida, huye con su bebe en brazos en una noche de tormenta. La mujer y su hijo son arrastrados por las corrientes del rio, y no sobreviven. Desde entonces, se escucha el lamento de una mujer que llora, buscando a sus hijos.

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Relato del Toro Quisiera contar la historia de donde yo vivo, se llama El Toro, ya que hay una piedra con la forma de la cabeza de un Toro, que se ve desde la curva de la carretera.

Autora EVOLETTE PEREIRA

Mi abuela me cuenta que en la noche de San Juan aparece una niña muy hermosa que se ha subido a los autos que pasan por el sector, dicen que la roca del toro es mágica, ya que antiguamente se abría y conectaba con la cueva de salamanca. abuela.

Estas son historias que me relata mi

Mi Familia Diaguita Fomentamos la cultura diaguita en nuestra escuela, ya que fueron los primeros en llegar a nuestro valle, muchas familias continúan su legado a través de la agricultura, la artesanía en cántaros y la elaboración de tejidos con lana de llama y oveja. Me siento muy agradecido de formar parte de este hermoso valle y su cultura.

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Autor AGUST ÍN DONOSO


La espada legendaria Autor MART IN CAMPILLAY

Había una vez una espada legendaria de la que nadie era digno de poseer hasta hoy. Un día, mientras paseaba, un individuo llamado Martín se encontró caminando en un bosque. Durante su paseo, divisó algo brillante y se acercó para investigar. Para llegar a la espada, tuvo que sortear trampas fáciles, y finalmente llego a su destino. Al ver la espada, la agarró, logrando extraerla, lo que lo llevó a vivir más aventuras.

Kiwi pasea por el mundo Autora LÍA OLMEDO

Había una vez un gato llamado Kiwi. Su pelaje era de color amarillo con blanco, y sus ojos tenían un tono café. Siempre vestía una polera de rayos negra. A Kiwi le encantaba jugar y pasear. Había nacido en Vallenar, un lugar grande y soleado ubicado en el norte chico. Un día, algo terrible sucedió en su cumpleaños. Le prepararon una torta de comida para gatos, pero le sentó mal. Por este motivo, se vio obligado a dirigirse a Vallenar para ir al veterinario y ponerse una vacuna, aunque le daba miedo. Entonces, a Kiwi se le ocurrió una gran idea: cerrar los ojos para no sentir tanto miedo. Así, Kiwi logró superar su temor.

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La vida de Javiera Había una vez, una niña llamada Javiera que tenía una hermana con la que eran muy unidas, un día cuando ya estaban más grandes encontraron un tesoro, este era un collar mágico, que pertenecía a la princesa del cerro donde está la cruz quedando muy sorprendidas, ya que se decía que solo las personas de corazones puro podían encontrar este collar para que este les cumpliera deseos.

Autora JAVIERA AGUILAR

Las tres chicas Frutilla y el Mago Había una vez tres amigas muy cercanas. Un día, se encontraron con un mago que les prometió cumplirles tres deseos, uno para cada una. Primero, se acercó la chica frutilla Selena, pero en ese momento escuchó algo que se acercaba. Al mirar, se dieron cuenta de que era un tsunami, así que corrieron hacia el cerro, desde donde pudieron ver la luna y un cometa.

Autora MAT ILDE MEDINA

Después de que el tsunami terminó, todo estaba destruido. El deseo de las tres chicas frutillas fue la reconstrucción de casas para todo el poblado y la creación de nuevas tiendas, justo a tiempo para la llegada de la Navidad. a su fin.

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Colorín colorado, este cuento ha llegado

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MIRNA CAMPILLAY AGUILERA

Escritora n


El misterio de la foto Solía pasear por el parque y me di cuenta que alguien me miraba con mucha atención. Casi a mi lado una señora me sonríe, y sin darme cuenta respondí su sonrisa, con un escalofrío que recorrió mi cuerpo y esa sonrisa me pareció familiar. Luego la música de un organillero me hizo olvidar. Al otro día fui a la casa de mi hermana y grande fue mi sorpresa... quien me abrió la puerta, era la misma señora que vi el día anterior. Me pareció muy raro, ella me saludó como si fuéramos amigas y salió al patio. Yo saludo a mi hermana y le digo —¿Y esa señora, cómo se llama? Y mi hermana dice: —”se llama Misterio”. Pero que nombre más raro, me parece de miedo, —¿y cómo la conociste? Ayer estaba muy atrasada en el aseo y llegó a pedirme un vaso de agua y al verla me pareció conocida, ella tomó el agua y se ofreció a ayudarme y acepté, es super trabajadora. Le digo a mi hermana que yo la vi ayer y también me pareció conocida. Ahora que recuerdo mi abuelo tenía una foto con una mujer igual a ella. — Tienes razón, pero eso hace muchos años ¿y si fuera ella? Y las dos reímos, la señora nos miraba de lejos; kuefi bis, dice —a lo mejor soy yo. No tome importancia a lo que dijo y le preguntamos ¿y usted donde vive? Ella sonrió y dijo —Por ahí y se fue, yo le grito y le digo ¿usted de qué vive? Y sonriente me dijo —de fe— y termina de salir. Miro a mi hermana y le digo ¡cómo puede ser igual a la señora de la foto o a lo mejor son parientes? —Y agregó— convidémosla a la casa de campo y le mostramos la foto, ahí sabremos más de ella. Mi hermana dice —sí, y nos ayudaría a limpiar para que los niños vayan el fin de semana, ¡ya pues salgamos el viernes. Y así fue que salimos el viernes, era como una hora y media de camino, manejando lento, ya oscurecía. Al entrar al salón ella mira una foto de mi abuelo que esta colgada en la pared y sonríe y algo murmulla que nos llama mucho la atención. Luego ella dice quiero ir un rato a

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la piscina, la miro sorprendida y le pregunto ¿Cómo sabe usted que hay una piscina? Me mira confundida y luego dice, bueno una casa como ésta seguro que tiene piscina y subterráneo ¿o no? Luego cenamos, hicimos muchas preguntas, pero no dijo de donde era y donde vivía, pero daba la impresión que conocía muy bien la casa y todo el lugar. Luego salimos afuera y me preguntó para qué trajimos a esta vieja. Me parece medio diabólica, será bruja. Mi hermana dice: —eres mala. Nos hizo todas las cosas de la casa, en eso entra la señora y pregunta cuando llega la familia y de una voz decimos mañana. Ella burlona dice que sorpresa se llevaran. Yo pregunto —¿Qué sorpresa? Mi hermana repite —¡sí, que sorpresa? Y responde que mañana lo sabremos. Yo digo que vamos al subterráneo a buscar el álbum de fotos y ella responde vamos a ver si es cierto que me parezco tanto a la señora de la foto y como sabía ella de la foto. Mi hermana dice que mejor mañana y me dice al oído tengo susto y la señora dice desde lejos —¿susto por qué? Ahí el susto me dio a mí. La cosa se ponía fea y ella dice fueron muy regalonas de su abuelo y respondimos sí, y una lágrima corre por su mejilla, —él también las quiso mucho afirma ella. Ya estábamos en el subterráneo y ella dice que emoción el piano de tu abuelo, lo abre y tocaba como los dioses y puras canciones que el abuelo tocaba, no podíamos creer lo que estábamos escuchando. Digo busquemos el álbum y ella dice —¿esto buscan? Rosa mis manos y estaba muy helada, casi como una muerta. Me alejo y digo —a quien invitamos a nuestra casa, y las dos muertas de miedo. Ella mira y dice del piano mostrando dos bolsitas rojas de terciopelo, lo que dejó el abuelo para sus regalonas, pero lo verán mañana. Me abraza mi hermana y digo —señora, ¿quién es usted? y ella dice —Misterio.

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Abro el álbum, busco la foto ya no podía hablar y ella dice —ánimo niñas, yo soy la señora de la foto y vine a cumplir algo que había prometido a tu abuelo. Fui su amante por años y lo quise mucho, estábamos mudas, temblando... ahora me voy. Yo cumplí lo que tu abuelo quería… suerte. Fueron buenas conmigo. Toma el álbum mira al abuelo y empieza lentamente a reducir su tamaño hasta quedar en la foto, al lado de mi abuelo sonriente y segura. Quisimos correr hacia afuera, todos era inexplicable. Al otro día alguien me tocaba, era mi hijo que me despertaba. Estábamos tiradas en el piso, pero tapadas y ¿quién nos había tapado? Contamos lo de la noche anterior, nuestros hijos ríen y dicen —qué “Misterio” ni que ocho cuartos, media mona que se pegaron anoche y seguieron riendo. Ahí recuerdo lo del piano, corro hacía allí mientras nuestros hijos se burlaban y por lo mejor seremos ricos. Miro el piano lleno de polvo y lleno de telas de arañas, mi hijo todavía riendo dice —mira las bolsitas rojas. Agacho la cabeza, casi con vergüenza y ahí estaban las dos bolsitas rojas llenas de pepitas de oro. No era un sueño, me abrazó mi hermana, eramos ricas. Los hijos miraban asombrados, todavía no entiendo que todo esto fue realidad y me lo entregó doña Misterio, mandada por mi abuelo.

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Día del libro Cuando yo era pequeñita Un libro destroce Mi padre me alzo en sus brazos Y del libro me habla Me dijo muchas cosas Que no recuerdo, ni se Lo que si recuerdo Que nunca mas un libro destroce Los miraba y los hojeaba Que veía No recuerdo ni se Un dia mi padre me dijo Los libros debes leer Calmada y tranquila Y mucho vas aprender Y si sabia quieres ser Eso bien lo recuerdo

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En la biblia lee El libro de proverbios Asi lo hice Cuanta sabiduría encontré Ha sido guia en mi vida Ojala también lo sea la de usted Luego me regalaron El libro de la pequeña Heidi Con ella a las montañas subi Conocí a su abuelo A pedrito,luego a clarita Ala rottenmeier deteste Vivi la vida con Heidi Y que bien lo pase Sigo amando los libros Leo la blanca nieves La negra mora Leo el patito feo Desde chica hasta ahora


JORGE HOPP HIDALGO Escritor


El Viejo Pablo “Yo recuerdo que Pablo Peñailillo era un tunante de esos que botó la ola, pues hijo. Fíjate, recorría los dos valles, el del Tránsito y el de San Félix, vendiendo a los vecinos toda clase de menjunjes; pa la salú, pal amor, mercaderías, y de un cuanto hay. Se aparecía en un carretón tirado por algo parecido a un caballo. El pobre bruto, máh telenque… ¡una compasión de animal! Se mantenía en pie seguramente por esas grandezas de Dios. ¡Si nunca nadie vio que le diera su ración de alfalfa fresca o seca, nada! La pobre bestia, eso sí, no dejaba trapo colgado a secar por reninguna parte en los sitios por donde pasaba. Con decirte que las comadres, cuando veían acercarse al viejo Pablo y su carretón, corrían hechas un diantre a descolgar las pilchas en las sogas. —Pero, ¿sería cierto, abue, que el viejo podía sanar enfermos, sacar males, quebrar empachos y llamar a los espíritus?, ¿o encontrar agua con una varilla?... —¡Húmm!... Algo así se mentaba por esos días. Claro, yo no vi nunca nada. Es decir, no podría asegurar si hacía tales cosas, buenas o malas. Pero cuando el río suena… Eso sí, lo más seguido del tiempo llegaban por estos lados noticias de sus picardías. Con decirte, Marcelino, que cuando las escuchábamos teníamos material pa reírnos días y días. ¡El hombre era un pinganilla de tomo y lomo! No se andaba con medios días. ¡Se gastaba sus bromas, pues! Todos lo querían remucho, esperaban con ganas que apareciera, y como no dejaba rincón por recorrer, siempre venía con noticias calientitas de lo ocurrido en Vallenar o en el otro valle. No se le conocía enemigos, ni aún aquéllos que eran víctimas de sus bromas. Era, hijo, ni más ni menos, un pillo simpático, y como por aquellos tiempos no había diarios ni arradios como ahora, dejaba a todo el mundo al día con la chorizá de pelambrillos que circulaban.

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Por eso era bien recebido donde llegara. ¡Ja,ja,jaá… tenía tallas muy regüenas!, que si me pusiera a contártelas todas…¡Pufff, florecería la higuera, y todavía me quedaría material pa no sé cuánto, puh guaina! El hombrote se las traía. Espérate, esto merece prender un puchito, y te cuento una que es algo triste y algo alegre. Como too en la vida. El abuelo deja de pelar duraznos, enciende un sinuoso cigarro y corre la banca hacia la sombra, que a esa hora se observa agujereada de manchas amorfas de sol y sombras a través del viejo y retorcido nogal. Marcelino, el nieto, observa el conocido ritual con paciencia, aguardando, adivinando la sabrosa anécdota. —Escucha hijo. Una vez, más abajo, en Alto del Carmen, por el lado del retén de los verdes, venía subiendo al valle, el hombronazo. ¡Tate! ¡Ahí me lo atajaron, miércale! La Tenchita Menares afirmaba que le habían tirado un mal. ¡A un sordo le dijeron! El muy mandinga, ganchito, no la pensó dos veces. No se hizo de rogar ni por cortesía. Después de verle las aguas y hacer gestos negativos con la cabeza, se aprestó pa divertirse en grande y a comer gratis él y su aprendiz de caballo. —“¡Uff…malo, malo! No me gusta naíta lo que veo, Tenchita, —le dijo a la enferma, muy campante y con aires de dotor— Aquí’stá la mano de alguien con el alma máh negra; tal como la de mi suegr, perdón. Es decir, de alguna persona que no la quiere pana. ¡Pucha! ¡Me recondenara si esto no es señal de una rociá que le tiraron paojiarla! ¡Güen dar con la gente pa mala que el diablo echa al mundo! Pero no se le dé na. ¡No!; ¡el viejo Pablo, con la gracia del güen Dios, la va sacar del trance! En unos cuantos días la dejo como tuna y lista pa pegarse unas cuecas de’sas que ni se ve con la polvaera del zapateo. Eso sí, deberá seguir religiosamente, y al pie de la letra cuanto yo le diga. Si no, le digo al tiro; estaríamos gastando maíz en gallina que no pone.

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Escuche: Le voy a dejarle un cigarro Puro, usté, toas las mañanas en ayuna, lo moja bien mojao en orín. Tiene que dibujar una cruz con el pichí en él. ¿Me va entendiendo? Por siete días debe repetir la maniobra, ¿ya? Lo priende y me lo va pitando. Entre chupá y chupá me va diciendo la oración, ésta, tómela y guárdela sin mostrarla a naiden, así no pierde efectividá, ¿ve? Mientras tanto voy de una carrerita pal gallinero a darle el bajo a una gallina negra pa desangrarla. ¿Tiene algunas por ahí? ¿Sí…? ¡Muy bien! Porque voy a ocupar siete. Entonce con la sangre debo formar una cruz y otras cosas de mi conocimiento. Usté comprenderá; no le puedo decir máh, Tenchita, ¿sabe?; hay secretos y secretos. Nosotros, los iniciados en estos misterios, no lohpodimos contar a naiden o perdimos los poderes con que el tata Dios nos agració pa hacerle la cruza al cachúo, ¿mentiende? Tenga ánimo Tenchita, y va ver cómo le degolvimos el mal al de la canallá. ¡Pobre gallo, sea quien sea. No quisiera estar en sus calzoncillos cuando lo deje convertido en sapo! Bueno, basta de chamull…, perdón, digo de palabras, y más acción. ¡Ah, pero antes, casi me le olvida!: Le voy a preparar un cocimiento de yerbas y recuérdelo bien patentito; debe empaparse bien la caeza todas las santas noches, siete veces seguidas, pa refrescar el seso”. —¡Ja,ja,jaá…Toavía me río cuando me acuerdo! ¡Por Dios, con el bendito pa grande! Fíjate hijo, que el viejo Pablo estuvo tomando como una semana, amén del güen bailoteo y cazuelas de gallinas negras. Si hasta su raro caballejo llegaba estar arrebatao de tanto comer. “Es necesidápa sacarle el mal a la Tenchita”, le decía a los familiares, asombrados, ¡qué asombrados; espantados!, veían como el gallinero y las tinajas del pajarete se vaciaban. —Pero, ¿y la señora…? ¿Se le quitó el mal, abue? —¡Esperesé, pues hijo! No se me impaciente y escuche.

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La pobre Tenchita Menares untaba el Puro en el pichí, le daba algunas chupadas, como el viejo se lo indicara. No alcanzaba a decir ni la mitá de la oración, y ¡Pum, al suelo se ha dicho! ¡Já, no digo yo! Y ahí llegaba el muy bellaco, medio cucarro y con la lengua como trapo, se ponía a hacer unas mariguansas por aquí, otras por allá, y listo. “Por el momento aquieté al espíritu que se le entró a la pobre”, —explicaba al ruedo de la afligida familia y conocidos, y salía rumbiandopa la enramá a seguir la fiesta— Al rato la Tencha volvía en sí y con tamaños ojos miraba como pidiendo auxilio a los más cercanos. Luego con grandes esfuerzos se daba güeltapa la pared hasta el otro día, sin ganas de discutir con naiden. Pero eso no sería na, pues mijo. ¡No, lo máh pior fue que se le cayó retoo el pelo! ¡Jaá… si parecía un melón tuna! ¡Y tan foronga cuando soltera! Como si ningún hombre fuera digno de ella. A la semana, así con tamañas ojeras, “el meico” viendo la tremenda soledad reinante en el gallinero y de como ululaba el viento en las tinajas vacías, le dio de alta. “Ahora es cosa de esperar dos o tres días, y van a ver como la Tenchita queda como nueva” Y muy campante el granuja se subió al carretón y lo enfiló hacia el camino de la izquierda, pues en el Tránsito tenía varios empachos que quebrar, le escucharon murmurar, incrédulos y enviándole veneno con la mirada los familiares. —El profe dice estar al tanto de casi toda la vida del viejo Pablo. Se lo imagina como un tal Urdemales. Sí, Pedro Urdemales; un aventurero medio chamullento que recorría el campo hace ya mucho tiempo. Al viejo, asegura que no pierde la esperanza de conocerlo, así, de persona a persona, algún día. Cada semana nos cuenta alguna de sus aventuras. Todos en el curso nos reímos. El también, luego se enoja, no con el viejo, sino con la gente tonta que se deja engañar por creer en esas leseras, puhabue. Es un gran pillo, un aprovechador, y deberían denunciarlo, —dice.

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—¡Bah, hijo! Los profesores saben remucho. Ni qué negarlo, pero hay cosas y cosas, y la mayoría no aparecen en los libros. Ponga atención: Cuando llegaron los españoles al Huasco y subieron al valle, lo hicieron solamente por el río de San Félix ¿Ve? Muy poca gente sabe estas cosas. Dispué de algún tiempo y aclimatarse al lugar, ya se preparaban pa hacer lo mesmo por el río del Tránsito, cuando un levantamiento de indios por allá, en el sure, los alejó de estos lares. Pero antes de eso, hombres jóvenes, llenos de energía, y además solteros, ¡pasó lo que había de pasar, pues! ¡Me recondenara!, ¡si las indiecitas atacameñas y diaguitas se pusieron a parir como si juera competencia!. Lo más encacháo de la guarifaifa que se armó fueron los cabritos recién nacidos; ¡rubiecitos como las colas de zorro, ésas de las orilla del río!.. Pa qué decir na de los ojos; verdes, Marcelino. ¡Verdes como brotes de trigo nuevo! Ahí, según dicen, se mezclaron la sangre, las razas, las religiones y las superticiones. Entonce, cuando le’sténegriando el mentón, mi amiguito, péguese una güeltecita, sin apuro, por los dos valles y va ver la media ni diferencia que hay entre las personas de uno y otro lado. ¿Ve hijito, como esto no figura en los libros?. O tal vez sí, en los güenos libros… ¡Vaya!; ahora sólo nos queda el recuerdo, la costumbre, o sea, la tradición conservada por los máh antiguos y con grandes sacrificios, pa que loh vientos modernos no la zumbe, pal otro lado de la cordilera. Por desgracia, vamos quedando pocos, muy pocos… —Tiene razón, abue, pero no se ponga triste, ¿ya? Mire, ¿qué le parece si a la vuelta de vacaciones le cuento al profe eso de las tradiciones? Seguramente se va a interesar. Dice que nació en el sur. No recuerdo dónde, pero que vive enamorado del valle del Huasco. —Hágalo hijo, hágalo. Nunca está demás saber las raíces de uno. ¡Pucha, si los jóvenes de hoy se pusieran la camiseta de

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su terruño, la de cosas lindas y hermosas que veríamos! Le digo esto porque no hace mucho fui a Vallenar, por eso de los víveres, y mientras hacía la hora pa la salida de la micro, la de lohPallauta, me fui a dar una güelta por la plaza. No tenía idea de qué se celebraba. Había un acto con estudiantes, autoridades, gente de corbata, en fin. La cosa es que para poder cantar la canción nacional y se pudiera escuchar algo, ¡se vieron en la obligación de poner un casette o un CD!... ¡Por la remismamiércale! ¡No hay salú, así no llegamos a reninguna parte! ¿Sabe hijo?: ¡Me dio vergüenza ajena! ¡Años que no me ponía colorado de puro apocamiento! Encorvado, no tanto por los años, total, el tiempo es una idea, sino deprimido por la pobre actitud de nuestros jóvenes hacia su himno… Sin poder aguantar máh, me di media güelta, y máh picao, como si me hubiera sentao en un hormiguero, lah endilgué al paraero a esperar la micro, máh mejor, y eso que faltaban como dos horas pal regreso. ¿Ve, mi amigo? ¡Ah, pero antes, casi me olvido!: Tan prontito empiecen las clases, dígale a su profesor, invítelo un fin de semana a conversar pa contarle algunas cositas nuestras de la tradición, y pa demostrarle mi alegría por su interés en nuestro valle. Sí, que se venga el viernes por la tarde, y se va el lunes tempranito a su escuela. Total, no faltará qué echarle a la olla. —Así lo voy a hacer, abue. Seguro, que se va a poner más contento… Igual que como cuando le pagan el sueldo. Pero hay una cosa… —¿Qué será, hijo? ¿No le gustó lo de la canción nacional?... —¡No, no! ¡Si nosotros en la escuela la cantamos a capela y con la mano derecha en el corazón! ¡Es que nos fuimos para el lado de los quesos!...¿ve? Usted, recuerde, me estaba contando del viejo Pablo…

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años…

—¡Pucha, de veras, pues Marcelino! Esto de juntar años y

—Abue, recién dijo que el tiempo es una idea… ¡Uff se está poniendo casi tan chamullento como el viejo! Pero entonces, ¿qué fue de él?, ¿vive todavía en el valle?, ¿se le quitó lo tramposo?, ¿se murió?... —¿Morirse? ¡Já… la mala hierba no muere, hijo! Mentanque’stá vivo y más arrugao, pero quitársele lo embaucaor… ¡Húmm! Aunque no faltan quienes aseguran haberlo visto como más tranquilo y que hasta se habría casado. —¿Usted sabe dónde lo puedo encontrar, abue? Yo no sé, pero le tengo cariño. No debe haber sido tan malo como dicen. —¡No hijo, no. Si no era malo, no! Le gustaba hacer rabiar a la gente. Vivía de esa manera. Él nació chicharra, así de fácil. Claro, eso sí, un día la vio con tongo. Tengo patentito el recuerdo. Se encontraba pegando en la pera, como siempre, en la casa de una de sus tantas amistades, cuando del Terrón, que’stá algo más arribita de Alto del Carmen, lo fueron a buscar pero en forma urgente. La hijita del Teo Villegas y de la Emelinda Pérez, se moría. Del hospital ya la habían mandado pa la casa. Debían esperar no máh. El viejo Pablo tragó saliva tan pronto entró a la pieza y la vio. El dolor de la familia era muy redesesperante como pa salir con una broma, pues. Tampoco podía largarse y dejar al angelito así como así no máh, ¡no! Además, aunque cueste creerlo, estaba en juego el prestigio de sanador que tenía el hombrote. Lo de pícaro, bueno; pase. Pero arrancar no figuraba en sus planes. Pidió un cigarro, porque entre otras cosas, nunca compraba. Salió y se sentó en una banca del patio. Terminado el tabaco, se puso de pie, y sin decir una palabra a naiden, lo vieron subir a patita no más

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a un cerro. El más alto. Se rumorea que desde la punta de él, en noche en vela, parado y mirando fijo pal cielo y rezando las oraciones que el mesmo inventaba. Aún no cantaban las diucas, cuando lo vieron bajar. ¡Pucha, venía más empalidecido, como un muerto! —comentaban— Pidió otro cigarro y un tacho con té, pa calentar la tripa y se sentó en la banca del patio. Luego con gesto decidido y calmoso entró en la habitación de la moribunda. La familia y vecinos presentes se quedaron helados de verlo tan pálido, ¡qué tan pálido; blanco! y guardaron silencio, pero este silencio, ¿me creerás?, quedó vibrando en la pieza, igualito al campanilleo de un cristal. Se podía dibujar, —creo— en el humo de sahumerio de tan espeso que’staba. El viejo con todo cuidado tomó en brazos a la pequeña y la paseó en cruz por encima de uno de los braceros en que se quemaba incienso. Luego, con el mismo cuidado la dejó en el lecho. Se sentó en una de las pocas bancas desocupadas, y metiendo la mano derecha por debajo del poncho, a la altura del corazón, se agarró de algo, y agachando la cabeza se puso a murmurar oraciones reextrañas, ninguno de los presentes las comprendía pana. Como a los quince minutos terminó las plegarias, se paró y puso ahora la mano derecha en la frente de la enfermita, la izquierda la había abierto con la palma pal techo. Levantó la cabeza. Todos quedaron como encogidos de asombro al ver que la tenía bañada de traspiración. “¡Listo!” —recuerdo que dijo—, y tan pálido como llegó, se fue. —Le ofrecieron el oro y el moro los padres cuando lo mandaron buscar, al ver como la regalona, al día siguiente, abría los bracitos contenta y juguetona. ¿Me creerás, Marcelino? ¡la niñita quedó como si nunca hubiera tenido ni siquiera un refrío! Pero todo fue inútil. El viejo Pablo sólo aceptó un almuerzo bien regao. Luego, derecho como una estaca y ondeando las crenchas al viento, lo vieron partir al trote lento de su raro caballo.

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—Tranquilizado. O, por lo menos, que hacía bellaquerías más inocentes. Y, ¿qué me dices, cabrito, lo de la enfermita sería un milagro, una coincidencia?. ¡Sepa uno los designios de Dios!, ¿no? Pero yo me la juego por el milagro. Usté sabrá bien que la fe de unos pocos es la esperanza de muchos, como escuché por allí. No recuerdo cuándo. ¿Y, cuál es tu parecer, Memo? —No tengo ni la más lejana idea, abue. Pero pa no pelear con nadie, digamos que fue miti y miti. Pero entonces, ¿sería cierto que el viejo usaba un amuleto; una cruz de piedra de volcán como collar?... ¿sabe, por más que pienso y pienso, no veo qué poder pueda tener una piedra de ésas. Hay tantas que… —Me parece…estee… Bueno, sí, algo parecido se comentaba muchazo por aquellos días. Aunque uno nunca sabe qué clase de fuerzas pueda tener un elemento de ésos. No se olvide el muy sabandija que, una piedra así debe haber estado sus güenos millones de años por allá, en el centro de la Tierra, recibiendo energías y quizás que máh. Usté sabrá, pues mijo, que tamañas lejanías son un misterio harto grandazopa nosotros, pues. Y, bueno, volviendo al tema, el viejo, seguramente que no la mostró a naiden nunca. Esa vez, al salvar a la hijita del Teo Villegas, por debajo de la manta se la tocó. Tal vez de ahí pueda haber recebido algo potente pa facilitárselo a la enfermita, ¿no? También podría ser que al subir al cerro más alto para orar, estando tan cerca del cielo, se le concediera la ernergía necesaria para algo tan noble. Así las cosas, yo creo lo siguiente, cabrito: Nunca es motivo de sobra el sentirse tan cerquita del cielo, ¿no es verdá?, ¿cierto?. Tarea pa los entendidos no máh. En fin… güeno pues chiquillo, parece que por hoy queda hasta aquí la cháchara y la pela de duraznos. ¡Pucha, el sol está dando justo en el quisco blanco! Mah mejor, póngase la tetera. Ya la micro debe venir por Punta Negra. Debemos tenerle listo el mate a la patrona, que si no…

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El abuelo se pone de pie con crujido seco de articulaciones. Manos a la espalda, a modo de palanca, se endereza. Leve convulsión le bate la barbilla. Por el rabillo del ojo observa al nieto, esboza un gesto como si quisiera agregar algo, sin embargo, inclina la cabeza y se interna en la casa. Marcelino remueve las brasas del horno y acomoda el tiznado tiesto. Piensa con pena, tensos los intestinos, en los pocos días restantes de vacaciones, y quiere, anhela enterarse, conocer más relatos del viejo Pablo, al que espera conocer sea como sea. Esa noche, como en tantas ocasiones escuchadas de las dificultades del buen anciano para conciliar el sueño, decide ir hasta su dormitorio para seguir conversando del tema que le obsesiona. Eso sí, con la promesa de hacerlo en voz baja para no turbar el descanso de la “abue”, que llegara extenuada y ploma de tierra. Sigiloso entra en la habitación. Apesadumbrado, pues, estando ya al lado del hombre añoso, observa que éste duerme plácido. Situación extraña en él, pues asegura, al que tenga más cerca, “no dormir sino apenas unas pestañaditas cada noche”. Siente pesar, pero no puede evitarlo. Debe despertarle. Sí, quizás mañana sea tarde. El abuelo tiene que ir a Chiguinto a buscar un pajarete, que según él, <está como para los ángeles> Tal vez si conversaran aunque fuera en la cocina… Con mirar afligido, entre queriendo y no queriendo, decide dejar para el día siguiente la charla perturbadora y fascinante. Se apresta a salir con el mismo sigilo con que entrara, mas, un rayo de luna filtrándose por la ventana abierta, le llama poderosamente la atención. Es decir, no el rayo en sí. No, desde luego. Es un objeto. Un extraño objeto que titila al darle de lleno el haz selénico. Se inclina para observar mejor. Y, se amedrenta al experimentar el vívido palpitar de la sangre, como espirales infinitas, tibias.Tiene un corazón frenético en cada dedo, en cada milímetro del organismo, batiendo el torrente, que le recuerda la última crecida del río como si quisiera

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sacarlo de madre. A punto de gritar, despavorido sale huyendo y temblando del cuarto. Tal vez, debido al nerviosismo creciente, no repara en que el buen viejo con los ojos semicerrados, le observa. Menos aún repara en la sonrisa dorada y paternal jugueteándole en las comisuras. Sea por el calor de la estación, o por simple descuido, que la pechera del pijama del abuelo está abierta. ¡Ahí está, fulgurando en la magia de la luna llena, la cruz de piedra volcánica!


PAULA CARVAJAL BÓRQUEZ Escritora n


El río tiene miedo El río tiene miedo Desde que la montaña lo pare Desde que sale de los vientres agua Que hoy llamamos Glaciares. El río tiene miedo de nacer De abandonar su refugio milenario en la cordillera, Sin embargo, se asoma tímido, sutil, pequeño del corazón de la montaña e inicia su camino. El río tiene miedo de hacer la travesía, De una estrepitosa carrera montaña abajo. No sabe lo que va a encontrar en su recorrido Solo sabe que es inevitable. El río tiene miedo de bajar de Los Andes Pero en el camino se le unen más cursos de agua Que, al igual que él, han sublimado de los Glaciares Para ser parte del río Guasco. El río tiene miedo que lo agredan, Que lo ensucien con basura, Que lo contaminen con metales pesados, Que lo usen sin respeto, ni conciencia. El río tiene miedo que lo represen, Que destruyan el humedal que alberga, Que no dejen anidar a las aves en sus orillas, Que lo denigren nombrándolo recurso.

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El río tiene miedo de seguir avanzando El camino se vuelve doloroso, tanto que, Partes de su esencia se escapa por las napas subterráneas Otras se esconden en los pozos (pero no por mucho tiempo). El Mop canalizó el río sin pedirle permiso Las abuelas totoras fueron mutiladas Las lamas cambiaron de color Después que echaron las aguas servidas al lecho del río El río está guardando penas en sus memorias Pero, sigue serpenteando como Yakumama A lo lejos ve el fin del camino, el Océano Pacífico, El río tiene miedo de desaparecer para siempre No quiere perder su dulzura No quiere abandonar todo aquello que dio vida Atrás quedan gentes y sus culturas, Nuevas generaciones de aves, sapos, camarones, zancudos. El río llora porque perdió su sacralidad, pero llegó hasta el fin de su recorrido. Es hora de dejar de ser río de agua dulce y cristalina. Al entregar su existencia entrando al mar Deja de ser río para convertirse en Océano, Nuevas especies de animales lo reciben alegres La sal lo envuelve y termina de transformarse Ya no está cansado, está revitalizado. El río ya no tiene miedo, el rio ya es océano Va y viene con las olas entre orilla y alta mar. Su alma se convierte en vapor Y se eleva junto a la divina Kamanchaka El río ahora viaja en forma de nubes Por los cielos de la frontera sur del desierto El río ya no tiene miedo

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MARGARITA TAPIA ARAYA Escritora n

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El huerto y sus rostros Este huerto es muy especial, Sus aromas y flores saludan al llegar. Gracias se le dice al amigo Por bendecido lugar, el huerto especial. Si, especial por sus personajes El amigo al llegar a trabajar. Aquí, a este maravilloso lugar, Que nos abraza con sus lindas flores. Las aves nos brindan su cantar, Agradecida de cada rostro especial. Somos seres llenos de pasión, De amor a la vida que a veces nos derriba. No dejemos nunca de soñar, Valoremos las cosas simples. Gracias huerto y sus rostros, Ahora a disfrutar.

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Huerto Sensorial Inclusivo de Alto del Carmen, ubicado en el Sector La Huerta S/N, es un espacio terapéutico que ha sido creado para apoyar la participación social y desarrollar experiencias sociolaborales para las Personas con Discapacidad de la comuna de Alto del Carmen. Es una iniciativa que lleva adelante la Oficina Municipal de la Discapacidad junto a la Agrupación de Personas con Discapacidad Huascoaltinos.


Ilustre Municipalidad de Alto del Carmen Región de Atacama

Proyecto financiado con el Concurso FNDR 8%, glosa cultura año 2023 del Gobierno Regional de Atacama ©Ilustre municipalidad de Alto del Carmen https://www.munialtodelcarmen.cl/ Oficina de Cultura Instagram: @cultura.altodelcarmen Alcalde de la Comuna Cristian Olivares Iriarte Director de Desarrollo Comunitario David Donoso Carvajal Encargado de Cultura / Encargado General de Proyecto Camilo Arriagada Segura Coordinación con Escuela / Revisión de textos Masiel Alcota Alcota Asesora Literaria / Tallerista Karen Pesenti Miranda Textos Estudiantes 3° y 4° básico, Escuela Ricardo Campillay Contreras Paula Carvajal Bórquez Mirna Campillay Aguilera Margarita Tapia Araya Jorge Hopp Hidalgo Diseño, ilustraciones y diagramación Editorial ContraHuella contrahuella.estudio@gmail.com Dirección Editorial ContraHuella Ruth Guerrero Paredes “Se autoriza la reproducción parcial citando la fuente correspondiente”


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