El espacio público una mirada desde las juventudes.

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El espacio público una mirada desde las juventudes1 El espacio social no es una cosa entre otras cosas, o un producto entre otros productos, es el resultado de una secuencia y un conjunto de operaciones. Es el resultado de acciones pasadas que permite que nuevas acciones se produzcan. Henri Lefebvre

Víctor Mendoza O. y Emmanuel Enríquez A.2

El presente ensayo se propone reflexionar sobre cómo se vinculan las juventudes con el espacio público y de qué forma ellos y ellas están haciendo uso, goce y disfrute de este. Para llevar a cabo tal empresa, el lector encontrará definiciones sobre el espacio público dirigidas a reconocer la importancia del ejercicio de la cuidadanía en la producción de la ciudad. Es así, que una aportación de este texto será conocer los principios de la “Carta del derechos la ciudad” que nos lleve a repensar la importancia de las nuevas prácticas realizadas por las juventudes en el uso y transformación de su entorno frente a contextos adversos de violencia social que actualmente enfrenta el país. I. Introducción Este texto está escrito con el objetivo de motivar a seguir con la articulación de redes de sociedad civil, nacionales e internacionales por la defensa y cumplimiento de derechos humanos. Nuestro aporte está basado en la experiencia de vida e investigaciones propias sobre el uso y transformación del espacio público en los últimos 10 años. Hemos participado activamente en la escena del arte urbano en el país, también hemos acompañado

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Mendoza, Víctor Manuel y Emmanuel Audelo E. El espacio público una mirada desde las juventudes. 2011. México DF. Conaculta. Compilado en Cultura y Jóvenes en México. Miradas Diversas. Fernando Aguilar A. y Roberto García S. coordinadores. 2011. Colección intersecciones 25. Conaculta. México, DF.

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Fundadores del Colectivo Graffitiarte. Para consultar el trabajo del colectivo ir a: www.graffitiarte.org

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y colaborado en la profesionalización de organizaciones juveniles que nos han dejado conocer sus contextos y necesidades, y sobre todo su interés que los motivan a la acción. El espacio público y las juventudes se encuentran directamente vinculados, de tal forma, que el uso, el goce y disfrute del espacio es fundamental para fortalecer el desarrollo de sus proyectos de vida. Es preciso abrir un debate a la luz del contexto nacional sobre el espacio público desde una perspectiva juvenil y enfoque de derechos para identificar en dónde están construyendo las y los jóvenes sus relaciones, su participación social y de qué forma. No obstante, nos parece pertinente plantear ¿cómo ejercen la ciudadanía actualmente en el espacio público?, ¿cómo habitan las ciudades? y ¿De qué forma aportan a la producción social del habitat? La vida pública juvenil en la ciudad de México conlleva una reflexión en varios niveles y complejidades. Hacer un primer acercamiento y pensarlo desde nuestra cotidianidad, nos lleva además de recordar los lugares conocidos y bien delimitados como los museos, parques, mercados, avenidas principales, edificios históricos y monumentos, también nos trae a la mente situaciones, prácticas o lugares dispares y extremos que coexisten en la ciudad, para muestra están las tocadas de barrio, celebraciones populares que toman el espacio público para volverlo por una noche pista de baile, rodeada de luces y murallas provisionales hechas con bocinas apiladas o la cascarita, cuando el campo de juego lo delimita la extensión de los pasillos y las porterías son señaladas con tabiques o mochilas; o bien las fiestas patronales acompañadas con fuegos artificiales marcando el paso de la procesión que avanza lentamente; cada una de estas actividades pueden ser realizadas en las mismas calles pero en determinado momento, y sus habitantes son quienes transforman en el uso del espacio urbano más allá de una asignación oficial. Por otra parte, la reflexión de los espacios nos hace pensar en el transporte colectivo; es común que el metro por las mañanas cuando ya no cabe ni un alma más en sus vagones, las personas siguen intentando entrar; guardan la respiración y empujan con fuerza hacia el fondo del vagón hasta lograr colarse entre las personas, algunas otras son aplastadas cuando se cierran las puertas y tienen que desistir, tomar fuerza y volver a intentarlo en el siguiente tren. Ahí el espacio público implícitamente es una disputa casi cavernaria por compartirlo. No se diga del vendedor ambulante o de las personas 2


discapacitadas o del niño que con destreza desde el amanecer cruzan de vagón en vagón pregonando “¡va calado, va probado!, ¡el bonito regalo para el niño y la niña!” esquivando a los usuarios, a los malos humores y las malas caras para ganarse un ingreso económico. También nos recuerda el tianguis o mercado sobreruedas lleno de marchantas o marchantes que ofertan cantadito sus productos “¡pásele, páseleee!...¡acá está lo bueno!, ¡Lléveselo, no se cobra por veeeer!”, y nos persuaden para comprar en su puesto la comida de la semana, en ese espacio social damos por hecho la interacción a partir de una tradición de consumo de productos del campo y la ciudad. Los “viene-viene” o llamados franeleros no pueden faltar en las calles, desde la mañana ya están activos, corren de un lado para otro y así mover los botes o levantar el guacal como señal de que hay un lugar disponible para el auto, también es una forma de dar la bienvenida al estacionamiento popular. La cuenta de usos y prácticas del espacio público podrían enlistarse sin terminar, sin embargo, no podríamos dejar fuera barrios o colonias que nos ayudan a cuestionarnos sobre el espacio público y la configuración de ésta megaciudad, pensamos en las calles laberínticas y enredadas de barrios como La Pastora o La Volcanes en el norte de la ciudad llenas de vertiginosas laderas o La Santocho,3 El Ajusco medio en Tlalpan o La Dos de Octubre en Izta-cabrón4donde las viviendas fueron construidas una entre otra sin dejar espacio para transitarlas, no puedes andar en ellas si no conoces la colonia o Las Lomas pero de San Lorenzo en Iztapa-lacra5 donde todas las calles llevan al Reclusorio Oriente o en las Unidades de la Chayo6 no podemos dejar de mencionar las habitaciones en las laderas del Cerro del Judio cerca del río Magdalena o el barrio de Jalalpa en Santa Fe, donde sus habitantes al amanecer pueden “apreciar” el paisaje que se ilumina en la loma de enfrente, se trata de Santa Fe-“Miami” donde se levantan sus edificios con esplendor y mejor aun, con servicio de agua potable en cada uno de sus condominios, suficiente que alcanza hasta para lavar el carro diariamente, mientras que en las barrancas de Jalalpa en el Santa Fe antigüo es muy complicado tener el servicio.

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Colonia Santo Domingo en la delegación Coyoacán, D.F. Delegación Iztacalco, D.F. 5 Delegación Iztapalapa, D.F. 6 Colonia El Rosario en la delegación Azcapotzalco, D.F. 4

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La megaciudad7 alberga otras ciudades al margen de los centros o colonias históricas, las voces populares las llaman “ciudades perdidas” o algunas veces “Cartolandia” por el material con que están hechas las viviendas o nombran a las personas que habitan éstas como “paracaidistas” es una forma despectiva y evidencian un desarraigo. Los habitantes hacen visibles distinciones sociales, tensiones o identidades a través de nombrar el espacio y sus pobladores, más allá de toponímias y gentilicios oficiales. Por dar un ejemplo, hasta hace unos años, el municipio de Nezahualcoyotl era mejor conocido como Neza-york por el número de personas que emigraban al país vecino del norte. En éstas como en muchas otras colonias cada vez es más difícil vivir en ellas, sus paredes se visten de color gris, no hay áreas verdes, tienen poca luz, están llenas de pasajes poco transitables, hay hoyos y charcos o escurrimientos de agua residual en las calles, las mangueras o las tuberías del drenaje se encuentran a la vista, en las esquinas hay tiraderos irregulares de basura y el inmobiliario urbano parece que se va a caer a pedazos. Las personas en las grandes urbes cada vez más tienen que sobrellevar su vida cotidiana y la nuestra no es la excepción. El trasporte público se disputa porque es insuficiente generalmente. Horas y horas de camino son invertidas para lograr moverse por la ciudad, para llegar a los centros de trabajo, para visitar a familiares o amigos. El tráfico es un problema de todos los días, y si prefieren caminar es agotador andar en calles accidentadas, ahora es más difícil jugar en el espacio público o reunirse sin pensar que algo riesgoso sucederá. El listado de situaciones, lugares y sus dinámicas podrían ser igualmente de extensas y complejas como la ciudad en si misma. Sin embargo, ¿qué implicaciones tiene el espacio público en las relaciones sociales, particularmente, en las que establecen las juventudes actualmente?, ¿qué condiciones debe brindar la ciudad a las personas jóvenes para su desarrollo humano?. El problema es mayúsculo y puede elevarse a grados como los que actualmente vivimos cuando el problema de la funcionalidad de la ciudad se cruza con

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Entendemos por megaciudad al espacio geografíco y politíco de la Ciudad y áreas metropolitanas que incluyen la población de otros municipios. 4


la seguridad humana, y concretamente, con los problemas de violencia urbana y delincuencia organizada.8

II. Espacio público y ciudadanía Es preciso identificar a qué nos referimos con espacio público no obstante, su significado ha cambiado a lo largo del tiempo. En la primera mitad del siglo XX intelectuales de diferentes latitudes coincidían en que el espacio público fuera un lugar de reunión, un espacio abierto para la concentración de la población, un lugar de intercambio, diverso y también el escenario para la pluralidad política. No obstante, con el crecimiento de las ciudades los espacios abiertos se volvieron espacios residuales, interdictos con implicaciones en las relaciones sociales. El espacio público se convirtió finalmente en los lugares que hicieron evidentes la exclusión social y la segregación. Actualemente, vivimos un momento histórico en la dinámicas de las ciudades, donde las nuevas tecnologías han nos replantean espacios públicos ahora en ambientes virtuales y con implicaciones en el urbanismo de las personas. Actualmente lo público no es un lugar de protección, también segrega y discrimina, debido a que se ha priorizado lo privado, entendido como lo seguro en las ciudades. Para Patricia Ramírez, (2003) los espacios públicos además de ser un espacio de encuentro y de intercambio, ella observa la cualidad de la ciudad como un lugar “de comunicación, actuando como referentes activos de la vida social, política y cultural y con impacto en los comportamientos sociales.” (p.35) Por otra parte, uno de los sentidos tradicionales que hacen la diferencia entre lo público y lo privado es que recae fundamentalmente en lo colectivo. En este sentido, Ramírez Kuri trae a su reflexión las distinciones que Nora Rabotnikof realiza en su texto En busca de un lugar común. El espacio público en la teoría política contemporánea (2005):

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Para mayores referencias recomendamos revisar el texto Seguridad y Ciudad. Laura Petrella y Franz Vandershueren, publicado en Ciudad Inclusiva. Cepal, 2003. http://www.eclac.org/publicaciones/xml/7/14237/lcg2210p.pdf

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Patricia Ramírez Kuri (2008) “…nos introduce a tres sentidos clásicos diferentes que lo asocian con lo común y lo general, contrario a lo individual y particular; con lo visible, lo que se conoce y publicita, opuesto a lo oculto, secreto o privado; y, por último con lo abierto y lo accesible en oposición a lo cerrado o clausurado. Estos tres sentidos, identificados con la política, tienen elementos convergentes y han cambiado históricamente.” La catedrática recuperando la noción clásica sobre un espacio de encuentro indica que estos componentes se han relacionado históricamente con lo político, y aunque es una tarea reconstruirlo, el espacio público es un lugar donde se busca el consenso, la ciudadanía y lo colectivo. A diferencia de esta concepción, el geógrafo y urbanista Jordi Borja (2003), explica que el espacio público es actualmente parte del temor de vivir en las ciudades, y denomina “agorafobia urbana a la enfermedad de clase de la que parecen exentos quieren viven en la ciudad como una oportunidad de supervivencia” (p 60), y contrario a un lugar que podría ser integrador, abierto, protector o de animación urbana para todos y todas. El autor indica en su texto La ciudad es el espacio público (Borja, 2003) que ha habido un error histórico en el urbanismo moderno para el diseño de las ciudades al asumir un criterio predominantemente funcionalista, es decir, se le asigna al espacio público un uso específico y deja fuera otros usos que podrían dársele, no obstante, Borja propone una multifuncionalidad del espacio y coincide con Nora Rabotnikof (2005) y Patricia Ramírez Kuri (2003) en el ejercicio de la ciudadanía para el diseño de las ciudades. Para Ramírez Kuri, el problema de las megaciudades - como la ciudad de México es la segregación y autosegregación en diferentes sectores sociales, “no hay un espacio público único articulado en torno a un referente común. Existen más bien múltiples lugares públicos y semi-públicos dispersos y segmentados, de distinta calidad física y relacional.” (p. 122) Y afirma que es evidente que a partir del crecimiento desproporcionado de las ciudades, éstos espacios sociales ponen de manifiesto exclusión y marginación de los grupos de bajos recursos frente su acceso a oportunidades y beneficios que la ciudad ofrece, desencadenando problemas de violencia, inseguridad, delincuencia organizada y desconfianza en las instituciones. La autora propone redimensionar el espacio público en la ciudad a partir de darle un peso sobresaliente al ejercicio de la ciudadanía a sus habitantes. 6


Luego entonces con base en lo anterior nos preguntamos, ¿por qué si los espacios públicos tienen como finalidad crear lo comunitario y lo colectivo, cada vez más se vuelven excluyentes y empujan a la segregación? La evidencia nos dice, que en los últimos años una acción recurrente de la ciudadanía que no cuenta con mecanismos para la toma de decisiones, deposita su seguridad en manos de empresas privadas o cierra sus colonias al tránsito de personas ajenas. Por ésta razón, es fundamental reflexionar el marco político-administrativo que permitan encontrar soluciones integrales: la democracia participativa y la ciudadanía. La ciudadanía debe pensarse como el ejercicio permanente para el reconocimiento y cumplimiento de todos los derechos humanos en el marco de una democracia participativa; que permitan a las personas construir mecanismos de exigibilidad de derechos y rendición de cuentas que sirvan de contrapeso para el Estado. Una condición fundamental es invertir en la promoción del desarrollo de una cultura democrática, es decir, poner en práctica valores y principios que fundan la democracia, y que en su función ultima sea la dignidad de las personas y el respeto de sus derechos. Ésta perspectiva nos ayuda a reconocer el esfuerzo colectivo de las personas en la ciudad y la función social del espacio público9, éste debate lo encontramos en los principios de la “Carta Mundial sobre el Derecho a la Ciudad”.10 Dicha carta es un instrumento político avalado por una red de organizaciones civiles y políticas, gobiernos locales e intelectuales a nivel mundial, que propone mecanismos ciudadanos para participar activamente en el diseño, no sólo urbanístico, sino en la producción de espacios habitables que cumplan con intereses colectivos. Esto implica no sólo mirar a la ciudad como un entramado de rutas y conexiones de transito sino también hacer de ella un espacio que incorpore a sus habitantes en la economía urbana e incentive nuevas formas de solidaridad. Bajo estos marcos ¿cómo podrían participar activamente las juventudes en el espacio público y desde los ámbitos en donde se desenvuelven?. 9

El habitat, incluye dos dimensiones para su compresión, por un lado el espacio físico (la vivienda) y por otra parte el espacio público, próximo y remoto, lo que significa, la forma social y personal de producirlo, valorarlo y apropiarlo. (Delgado et al, 2008). 10 El gobierno del DF, firmó la carta de derecho a la ciudad en Julio del 2010.

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III. Juventudes en el espacio público Según el Censo Nacional de Población y Vivienda 2010, las y los jóvenes entre 15 y 29 representan el 26% de la población nacional, es decir, una de cada cuatro personas en México se encuentra en este rango etario. Al comienzo de la administración actual se hacía un planteamiento optimista y con proyecciones a mediano plazo cuando miraban al bono demográfico como una oportunidad para el crecimiento económico del país. El Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012, mencionaba que “debido a la transición demográfica, el aumento de la población en edad de trabajar representa una gran oportunidad. Es necesario elevar la competitividad y lograr mayores niveles de inversión en diferentes ámbitos que nos permitan crear los empleos que demanda este sector de la población.”, y en el mismo texto se asegura que “es evidente que el llamado bono demográfico, que disfrutaremos por unos años más, debe aprovecharse como palanca para el desarrollo.” 11 En la misma introducción del aquél texto en el apartado de “Igualdad de oportunidades”, se planteó que también se debería: “promover la capacidad de manejar afectos y emociones, y ser formada en valores. De esta manera, los niños y los jóvenes, tendrán una formación y una fortaleza personal que les permita enfrentar y no caer en problemas de fenómenos como las drogas, las adicciones y las cultura de la violencia”. (p. 36). A muy pocos años de distancia, esta carta nacional de buenas intensiones a la luz del contexto nacional nos demuestra lo contrario y simplemente, por que no se ha contado con una política nacional de juventud que mejorare las condiciones en las que viven este sector. La Encuesta Nacional de Juventud indica que el 49% de las y las jóvenes, es decir 5 de cada 10 jóvenes en México, deciden pasar la mitad de su tiempo libre con sus amigos, en la calle o el barrio, en segundo lugar en la casa de sus amigos o fuera de casa y en tercer lugar en la escuela (INEGI, 2005). El espacio público para las juventudes fortalece las relaciones con sus pares y el intercambio de saberes. De ahí la pertinencia de crear 11

En la introducción de ese mismo Plan en el apartado de “igualdad de oportunidades”, se planteó que también se debería “promover la capacidad de manejar afectos y emociones, y ser formadora en valores. De esta manera, los niños y los jóvenes tendrán una formación y una fortaleza personal que les permita enfrentar y no caer en los problemas de fenómenos como las drogas, las adicciones y la cultura de la violencia.”. Plan Nacional de Desarrollo 2007-2012, pp. 36

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metodologías de intervención social que retomen estos ámbitos “naturales” de las personas jóvenes para instalar habilidades y capacidades para prevención social de la violencia. En el ámbito de lo público se establecen intercambios materiales y simbólicos. Para la mayoría de las juventudes los centros de arte y cultura no están siendo una referencia para la interacción, por el contrario, los parques, los bares, las plazas y centros comerciales son un lugar significativo para sus relaciones. Existen diferentes formas de participación social registradas en encuestas y estudios en la materia, sin embargo, es pertinente mencionar que hay dos actividades fundamentales dentro de la vida pública de las juventudes que no están siendo consideradas, una de ellas es el uso de las nuevas tecnologías de la comunicación e información, particularmente, el acceso y manejo del internet, ahí hacen evidente su vida urbana y política a través de espacios virtuales. Contrario a lo que se piensa, en éstos ámbitos es intenso el intercambio de puntos de vista sobre sus entornos inmediatos y globales. La otra actividad que fortalece la identidad, la solidaridad y el intercambio de experiencias es la generación de prácticas con incidencia en lo público a través de figuras asociativas como los colectivos juveniles, crews, pandilla, banda, grupo o cualquier nombre que ellos mismos le asignen, y que generalmente, no están siendo reconocidas por las instituciones públicas. En contraposición a las formas tradicionales de hacer política, las juventudes perciben

la democracia sólo como un proceso electoral donde los

representantes políticos están lejos de ser una figura pública honesta y que abandere los intereses y necesidades de las juventudes. Ésta población por su propia dinámica toman un papel activo en la transformación del uso del espacio social. El inmobiliario urbano como los pasillos o escaleras del metro, los bajopuentes, los parabuses o estacionamientos se les asigna una funcionalidad específica, sin embargo, a través del uso cotidiano las y los jóvenes transforman el espacio agregándole un sentido identitario o de reunión, ejerciendo su derecho al uso, goce y disfrute de los espacio con los que cuenta la ciudad. En este sentido, el investigador Carles Feixa (1999), afirma “Los jóvenes es uno de los grupos sociales que establece una relación más intensa con el territorio. Sin un espacio privado propio, recluidos en las instituciones educativas (…) los jóvenes se han apropiado históricamente de espacios públicos de la ciudad para construir su identidad social.” (p. 130). 9


Nuestra propuesta, es fortalecer ésta actividad sustentada en el enfoque de derechos humanos y la función social de la ciudad. Por lo anterior, podemos afirmar que las y los jóvenes ejercen cotidianamente su ciudadanía desde la práctica. No obstante, son pocas las organizaciones de la sociedad civil e instituciones dedicadas a reflexionar junto con ellos y ellas, desde un enfoque de juventud y de derechos humanos la relevancia de su ejercicio. Sin embargo, grupos de jóvenes también realizan en el espacio público actividades ilícitas como el narcomenudeo o el sicariato, incorporándose a la delincuencia organizada, propias de la desintegración del tejido social y la falta de condiciones para el desarrollo de proyectos de vida saludables, concretamente, en el último lustro, la ausencia de políticas públicas y un Estado que no ha garantizado la protección y el cumplimiento de Derechos Humanos de la población. En este sentido, aunque no existen cifras exactas sobre el número de víctimas en la guerra contra el narco iniciada en diciembre de 2007, existen números aproximados realizados a partir de notas periodísticas, donde indican que la mayoría de las víctimas han sido adolescentes y personas jóvenes. Bajo éstas condiciones las y los jóvenes buscan salidas frente a la ausencia de empleo y oportunidades, que los ubican en la taza de desocupación abierta12, nos referimos a aquellas formas legales e ilegales para ganar dinero, desde aquellos que realizan malabares en los semáforos y que alcanzan a ganar entre 200 y 300 pesos diarios hasta aquellos que distribuyen drogas y perciben en una semana 10 mil pesos aproximadamente.13 Nos parece importante destacar que a pesar de los contextos adversos, particularmente, la violencia que se está dando en la vida pública del país las juventudes continúan haciendo uso del espacio público realizando actividades desde su cotidianidad. Dichas actividades conllevan dos intenciones que van de la mano, por un lado buscar ingresos para la sobrevivencia y al mismo tiempo, fortalecer sus identidades sociales y sus relaciones; es aquí donde sociedad civil e instituciones públicas tendrían que estar implementando estrategias de acompañamiento a las y los jóvenes para que sus decisiones sean más sólidas. 12

Cifras arrojadas de la ENJ 2005, indican que hay mas de 7 millones de jóvenes que no estudian ni trabajan Dichos datos han sido recabados con base el trabajo realizado en diversas zonas de la ciudad en años recientes. 13

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Un aspecto que en los últimos años que hemos identificado y fortalecido son las nuevas prácticas artísticas14 y actividades culturales en el espacio público desde el arte urbano. El arte urbano está emparentado por sus coincidencias con el arte público, quienes lo realizan o producen no necesariamente son profesionales del arte. Sin embargo, su práctica en las ciudades revitaliza y transforma el espacio público a través del uso del inmobiliario urbano y fortalece las representaciones o imaginarios sociales de las juventudes. El arte urbano tiene un aspecto lúdico, de recreación propia y que interpela constantemente al otro, son en última instancia los deseos colectivos manifestados en acciones, imágenes e intervenciones urbanas puestos a debate público. Para nosotros, lo anterior justamente representa el ejercicio de la ciudadanía y la producción de procesos de habitat que no están siendo fortalecidos sino por el contrario son castigados hasta considerarlo una práctica delictiva. No obstante, el arte urbano pone en evidencia las tensiones entre jóvenes frente a una cultura “adultocentrista”. Desde nuestra experiencia, podemos afirmar que el arte urbano ha sido una herramienta de desarrollo para las juventudes que con la intención de mejorar su condición económica, la profesionalizan. El arte urbano abre espacios para el diálogo intercultural entre pares y entre generaciones, además sirve como mecanismo de prevención; nuestra tarea será fortalecerla más que criminalizarla siguiendo el principio de habitar los espacios públicos con base en las nuevas necesidades y exigencias de vivir la ciudad.

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Nos referimos a nuevas prácticas artísticas a la incorporación de nuevos materiales, discursos y soportes en la realización del arte público.

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Bibliografía: 1. Balbo Marcello, Ricardo Jordan, Daniela Simioni. La ciudad inclusiva. Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Santiago de Chile. 2003. 2. Borja, Jordi. La ciudad es el espacio público. Publicado en Patricia Ramírez Kuri (coord.). Espacio público y reconstrucción de ciudadanía, FLACSO-Porrua, 2003. 3. Cordera Rolando, Patricia Ramírez Kuri, Alicia Ziccardi, Pobreza, desigualdad y exclusión social en la ciudad del siglo XXI, Instituto de Investigaciones Sociales/Siglo XXI Editores, México, 2008 4. Delgado Jaramill, Pilar, Andrés Cárdenas Villamil & Jon García Bañales. Espacios públicos y derecho a la ciudad. La politica de espacio público físico y la venta informal en Bogota. ONU-Habitat Colombia. PNUD. 2008. 5. Feixa, Carles. “La Ciudad Invisible, Territorios de las Culturas Juveniles”. En Cubides, Humberto et al. Viviendo a toda. Jóvenes, territorios culturales y nuevas sensibilidades. Siglo de Hombres Editores. Bogota, Colombia.1998 6. Instituto Nacional de Estadistica, Geografia e Informacion. (INEGI), Censo de Población y Vivienda, 2010. 7. Instituto Nacional de Estadistica, Geografia e Informacion. (INEGI), Encuesta Nacional de Juventud. 2005 8. Rabonitkof, Nora, En busca de un lugar común. El espacio público en la teoría política contemporánea, Instituto de investigaciones filosóficas, primera edición ,México, DF, 2005, 333pp. 9. Ramírez Kuri, Patricia. 2003. “El espacio público: ciudad y ciudadanía. De los conceptos a los problemas de la vida pública local. En Ramírez Kuri, Patricia (Coord). Espacio público y reconstrucción de ciudadanía. FLACSO – Porrúa, México. 2003. 10. Plan

Nacional

de

Desarrollo

2007-2012,

http://pnd.calderon.presidencia.gob.mx/index.php?page=documentos-pdf. 11. Ortiz Flores, Enrique, et al. El Derecho a la ciudad. Compilación de documentos relevantes para el debate, (HIC-AL), Editorial Lenguaraz, México, DF, 2008. pp. 416 12


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