Revista corpóreo

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CONVOCATORIA

El Colectivo Literario Homoerótica convoca a escritores y escritoras mayores de edad y pertenecientes a alguna comunidad LHBTTQQIA a participar de la charla, el taller previo a la lectura y/o a someter escritos en los géneros de cuento y poesía para nuestro próximo evento ¿Rehenes del silencio? y/o para publicación en nuestro blog. Esta lectura pretende abordar las diversas circunstancias que nos llevan a guardar silencio ante nuestra realidad como miembros de alguna comunidad LHBTTQQIA “En boca cerrada: debate sobre el silencio en las comunidades LHBTTQI”: 15 de febrero de 2011 a las 7: 00 PM - Librería La Tertulia, Ave. Ponce de León 1002, Río Piedras, PR Conferenciantes: Dr. Joe Toro y Dr. Carlos Rodríguez Díaz “Gente invisible” - (discusión de propuesta de presentación entre autores): 26 de febrero de 2011 a la 1:00 pm - Librería Mágica, Ave. Ponce de León 1013, Río Piedras, PR Lectura: (Pendiente a publicarse en nuestro portal: www.homoerotica-pr.org) Para presentación en el evento: Podrá someter un cuento o un poema con extensión máxima de 3 páginas (a doble espacio en el caso de los cuentos y a espacio simple en la poesía) en letra 12 . Su intervención no debe exceder los 5 minutos. Si el cuento excede la cantidad de páginas estipuladas, le invitamos a leer parte del mismo y someterlo para publicación completa en el blog. Si la cantidad de escritos sometidos para lectura en la presentación excede el número de 20, el Comité de Literatura escogerá los primeros hasta completar esa cifra y los restantes se publicarán en el blog. La fecha límite para recibir los trabajos finales será el 10 de marzo de 2011 y deben ser enviados a: colectivoliterario@homoerotica-pr.org Para publicación en el blog: Podrá someter un cuento con extensión máxima de 10 páginas a doble espacio en letra 12 o un máximo de 3 poemas cuya suma no exceda 5 páginas a espacio simple en letra 12. La fecha límite para recibir los trabajos finales será el 10 de marzo de 2011 y deben ser enviados a: colectivoliterario@homoerotica-pr.org Debe acompañar sus textos en el encabezamiento con la siguiente información: Nombre del autor(a): Titulo de la obra: Interesa presentar en la lectura: Autorizo publicación en el blog: Tiempo estimado de lectura:

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EDITORIAL

CONTENIDO

Corpóreo, la revista cultural del Colectivo Literario Homoerótica les da la bienvenida a su primera edición. Corpóreo, es una revista que busca sumarse a la misión que hace dos años emprendió el Colectivo literario HomoerÓtica de promover la visibilidad, el apoderamiento y el diálogo. Proporcionará un espacio donde la voz de nuestros escritores y nuestras escritoras cobre protagonismo, esta vez, a través de entrevistas y ensayos. La convergencia de temas de diferentes expresiones artísticas relativas a la movida cultural será parte de este proyecto buscando reconocer talentos existentes y emergentes en distintas ramas del arte. Reconociendo esa diversidad que caracteriza a nuestra comunidad queer y aliada, que tanto nos enorgullece y respetamos. Esta revista se materializa como el primero de muchos buenos proyectos y buenas noticias que se irán develando poco a poco y esperamos que no se pierdan ni una parte del camino. Acompáñenos en cada edición de Corpóreo, que se publicará trimestralmente. Las letras son el elemento en común que nos mueve y nos une, como grupo, como escritores(as) y como lectores(as). Esta primera edición de febrero es una innegable celebración del grupo y de las letras. Celebración de nuestra Voz y del espacio que ocupamos. A cada uno de ustedes, sean siempre “bien leíd@s”

Convocatoria página 2 Rastros y rostros El planeta de Yolanda página 4 Cartografía: conversación con Moisés Agosto página 8 En las manos 3TC (tres territorios carcomidos) página 12 Cabeceando El silencio nuestro de cada día página 14 Visceral Carne de cañón página 16 Cuarto oscuro Por si se lo perdieron... Reseña de la 2da edición del PRQF página 18 Por los ojos Peregrinando la memoria página 22 Por los pies Superidentidad en Superaquello página 24 Por la boca Fondue página 27

Marlyn Cruz Centeno Editora

créditos: Diseño gráfico: Angel Antonio Ruiz Fotografía: Luis Daniel Arrufat Entrevistas: Pablo Arroyo León

Colaboradores: Daniel Torres Ruben Rolando Solla Ángel Antonio Ruiz Ricardo Vargas Molina H. Roberto Llanos Luis Negrón Julio A. García

Invitados: Yoryie Irizarry Amárilis Pagán Jiménez 3


El planeta de Yolanda Por Pablo Arroyo León fotografía por Luis D. Arrufat

“¡Sed amables entonces! No me dejéis tan triste. Escribidme enseguida, decidme que el principito ha vuelto”. -El Principito; Antoine de Saint-Exupéry Hay quien pueda pensar que nació y se crió en el área metro; específicamente en el barrio Amelia en Guaynabo. Para otros, simplemente es la creadora del libro de cuentos “Ojos de luna” o la novela “Los documentados”. Incluso, muchos y muchas la ven como gestora de incontables talleres literarios, que imparte con Terranova Editores. Pero Yolanda Arroyo Pizarro vive en otro lugar. Viene de un planeta que es “verde, casi azul y azul casi verde”, como explica con una sonrisa amplia cual mariposa. Esta aficionada de los astros asegura que en su planeta, ella vuela. Y que los habitantes de esa tierra, se parecen a Aurora –su hija, o mejor dicho: su mejor obra. Quedamos en encontrarnos en Ventana al Mar; ese compartimento que se abre al Atlántico y donde –no importa el calor o la humedad– siempre el viento se inmiscuye en los encuentros. Como es habitual, llega cargando libros. Su primer gesto, abrir los brazos y sonreír. Digamos que es un acto natural, que ya lleva su firma; la firma de su planeta. A los pocos minutos, derrama anécdotas a borbotones frente a su pila de libros, que parecen escucharla atentos. “ Siempre fui una inconforme, una protestante. Siempre protestaba por todo”, lanza de entrada. Con voz melosa, como saboreando cada consonante, cuenta su primer acto de desobediencia civil, cuando estaba en octavo grado. Cansada de lo que consideraba injusticias cometidas por los maestros del colegio católico al que asistía, instó a sus compañeros a llevar gafas oscuras. “Les dije: ‘Mañana vengan todos con sus gafas oscuras y como estos maestros digan algo que considere injusto, me voy a poner las gafas y ustedes me van a seguir’”, narra, y por minutos vuelve a ser aquella niña inquieta, revolucionaria. Como era de esperarse, continúa, la maestra de Religión regañó a un compañero y Yolanda sacó sus gafas oscuras. De inmediato, todos siguieron su ejemplo. El resultado: “me llevaron a la oficina, porque ella se dio cuenta y preguntó quién dio la orden. Y pues, levanté la mano y dije que yo la di. Yo asumí la responsabilidad”. Con el tiempo, la inconformidad ante las injusticias sirvió de arranque para una fructífera vida literaria. Fue así como en 1989, participó en un certamen de narrativa, que ganó con el cuento “Vimbi Botella”. Era la historia de una mujer alcohólica, dispuesta a todo con tal de obtener dinero para comprar ron. “En aquel momento, fue bien controversial, porque la escena final es ella permitiendo que la sodomicen por una caneca de ron. La muchacha tendría unos 14 años. Yo venía de un colegio católico y hubo amonestaciones por el cuento. Sin embargo, fue el primer premio. Y así, siempre he buscado lo que no se atreve a decir la gente para decirlo yo”, afirma con un inocultable dejo de orgullo. 4


“siempre he buscado lo que no se atreve a decir la gente para decirlo yo� 5


Como esta, hay muchas otras anécdotas, como cuando provocó la desaprobación de compañeros de una iglesia a la que asistía por una escena homoerótica entre dos mujeres que habitan las páginas de su novela “Los documentados”. Aún sorprendida, abre aún más sus ojos (si es que ello es posible) y exclama: “La escena no dura más de dos páginas, en una novela de 188, y a mí me llamaron tanto la atención por esas dos páginas. Yo me dije: ‘¿Ellos no se leyeron las otras 186, que tienen que ver con la emigración, con el asunto de República Dominicana y Puerto Rico?’. Fue tanto lo que le dieron”. Pero, como ella misma acepta, hay temas que nos persiguen, de los que no podemos ni queremos escapar. Así, Yolanda continuó su camino por “ese baúl secreto de las letras”, como le llama. Le ha escrito al amor, al desamor, a la mujer, a la injusticia, a la tolerancia racial, al amor, al amor, al amor. Y, sin duda, uno de los más grandes en su vida es su hija Aurora. Su rostro, siempre abrazado por una sonrisa que lleva tatuada de blanco, adquiere otro brillo cuando menciona su nombre. Afirma que la niña de 12 años es su pana. “Hace como cuatro días atrás, la llamo y le digo: ‘Te llamo porque soñé que te había cantado el gallo’. Y me dice: ‘¿Qué es eso?’. Y yo le explico, pues que había sido señorita por primera vez. Entonces, me dice: ‘Tú sabes que a la primera que yo voy a llamar es a ti. Es más, voy a detener la sangre para coger el teléfono y llamarte’”. Así es el amor de esos dos seres. Así la complicidad y así el deseo por darle un mejor mundo a su chiquita. Yolanda, la gestora de la antología lésbica “Cachaperismos 2010” tiene bien claro lo que a su juicio es la felicidad. Asoma otra sonrisa pícara y afirma con soltura que “es chichar –tener una vida plena con tu pareja. Hay gente que está amargada y va por la vida así, y uno se da cuenta de que lo que pasa es que ‘na ni na’… así que, (la felicidad) es chichar y tener una buena copiloto”. Explotamos en risa, con carcajadas que abren y cierran sus mandíbulas igual que rompe el mar que nos escucha hablar. Pero luego, la cosa se pone seria. Ella suspira y retoma: “Es tener a tu lado gente –no a quien amar, porque creo que en la experiencia de vida siempre te encuentras a quién amar–, es con quién amar, con quién abrazarte al amor que le sientes a las letras, con quién abrazarte al amor que le sientes a tu hija, a los amigos. Que esa persona que esté al lado tuyo comparta eso y que veas cómo también ella ama al mundo, eso da felicidad. Lo demás es vaina”. Lo hace parecer algo muy sencillo, pero al mismo tiempo, recalca que no es tarea fácil. Mucho menos, en un mundo tan “jodido” como el nuestro, reconoce. Entonces, enumera algunos de sus propios avances, como disminuir su militancia con el ateísmo que, según acepta, siempre busca imponerles a los demás. Ser más tolerante con ello, la acerca más a esa felicidad de la que hablaba. Como también lo hacen las letras.

EL SUEÑO Desde el banco que compartimos en Condado, lanza otro suspiro y admite: “Me encantaría algún día ganarme una beca que me dé dos años para escribir. No para hacerme rica, sino que me dé para yo escribir por dos años. 6


Luego vuelvo a lo que me gusta hacer, a la tecnología educativa, a trabajar con desarrollo de software, a trabajar con tecnologías que ayuden a otros a conocer”. Mientras eso sucede, continúa una incesante agenda por compartir la escritura. Talleres, su blog, su colección de ejemplares de “El Principito” que ya alcanza más de 60 en distintos idiomas y así sigue una lista interminable de relaciones amorosas con la palabra.

Entre las más recientes, destaca la que sostiene con el Colectivo Literario Homoerótica. “Supe de ustedes porque el primer año que fui a una parada de orgullo aquí en Puerto Rico, de momento estoy así y veo toda esta gente que llega con esas camisas chinita. Y yo: ‘Pero, y ¿quiénes son estas personas?’. Yo no sabía del colectivo y le pregunté a una colega escritora que me dice: ‘Nena, pero y ¿dónde tú estabas? Si este grupo lleva ya un tiempo’. Así que fui toda calladita y veo a Moisés de lejos, veo a Mayra Santos Febres con su camiseta. Entonces, pensé: ‘No hay manera de que no quiera ser parte de esto’, porque detecté en ese momento que esto iba a ser histórico”, cuenta. Se acercó sigilosa a las “camisas chinita”, donde reconoció un par de rostros. “Recuerdo que le dije a Aurora: ‘Tú no sabes lo feliz que soy de que tú vivas en este tiempo, en este momento, porque esto no se podía hacer antes’”, agrega. Así se gestó una relación adoptiva con el colectivo. Según esta fanática del físico británico Stephen Hawking, desde entonces buscó el modo de colaborar “con lo que fuera” con el grupo; algo que agradece y por lo que siente tener una deuda de gratitud inmensa. Seguramente, tan inmensa como su planeta –donde “hay mucha gente que se parece a Aurora” y donde no tiene que trabajar de 8 a 5 en otra cosa que no sea escribir. Porque así es el mundo que sueña. Pero, mientras lo construye, continúa cargando libros, llevando y trayendo historias en un incesante vaivén de letras amplias, sonrientes, protestonas e intensas… como ella.

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Cartografía

una conversación con

MOISÉS AGOSTO por Pablo Arroyo León fotógrafía por Luis D. Arrufat 8


En algún lugar de su casa, hay una carpeta repleta de recortes de periódico. La primera vez que le publicaron un poema en la revista Contornos, las primeras paradas de orgullo gay a las que asistió, fotos e historias de las manifestaciones a favor de los derechos de pacientes VIH positivo. Un mapa de su historia, que se ha pintado amarilla, como evidencia de que el tiempo no se detiene. Él tampoco. “Me acuerdo cuando iba a terapia, que mi terapista sabía y me decía de vez en cuando: ‘tienes que ir y chequear, para que no pierdas el hilo de quién tú eres’”, narra sentado en el piso de la Plaza de la Convalecencia, en Río Piedras. Bastan pocos segundos para reconocer que a Moisés Agosto le apasiona documentar. Su relación con las letras, cuenta, vino mucho antes que el SIDA, que la vida como hombre gay y que la religión. Aunque, confiesa que la primera vez que escribió fue un himno de la iglesia, no termina de decir la palabra y estalla en una risa entre nerviosa y juguetona. “Sí… eran himnos de la iglesia”, reafirma como sorprendido. Leyendo entre el Cantar de los Cantares de Salomón, y el trabajo de San Juan de la Cruz, compuso un himno para cantarlo en la iglesia. “La primera vez que alguien me dijo ‘que bonita escritura’ fue ese himno. Y me lo dijo una muchacha que se crió conmigo en la iglesia y que ahora ya no está en esas y es profesora de literatura. Ese día, después de la fiesta, ella me dijo: ‘pero es que ese himno es un poema’, y ahí lo entendí”, agrega. Creció enfundado en la vestimenta blanca —tradicionalmente utilizada en la Congregación Mita, a la que pertenecía— y con sus inconfundibles ojos color de mar. Hasta que llegó a la universidad. Duró apenas un semestre; tanto en la religión como en la facultad de Ciencias Naturales. Entonces, vino otro cambio que se reflejó en sus letras. “Era amigo de Mayra (Santos-Febres)… no estaba con el grupo de Filo de Juego, pero escribía y sometí a algunos certámenes. Me acuerdo que el primer poemario que hice, lo sometí al Evaristo Ribera Chevremont y obtuve una mención”, continúa mientras a sus espaldas camina una mujer sujetando a sus dos niños para cruzar la plaza. Así mismo es conversar con el autor de “Nocturno y otros desamparos” y “Poemas de la lógica inmune”: un viaje. A medida que se le pregunta, su postura cambia. Cruza las piernas en el suelo, levanta los brazos marcados por varios tatuajes en colores, se lleva un dedo al mentón, mientras recuerda sus anécdotas y se recuesta nuevamente, para esperar otra pregunta. Como un niño. Meses atrás, en medio de una conversación casual, comentó que tras publicar en 2007 su libro de cuentos y el de poesía en 2010, quería terminar una novela para “cerrar de algún modo con el ciclo del SIDA”. De hecho, minutos antes de la entrevista, afirmó: “Tratemos de no hablar otra vez del SIDA”. Sin embargo, sólo se quedó en el intento. Él mismo reconoce que es difícil desligarse del tema. “Me gustaría, porque lo siento así. Ya yo no siento que el SIDA es este monstruo que me persigue y que me va a comer. Y al no sentirse así, como que se ha integrado a la cotidianidad de mi vida. Ya uno lo ve desde una óptica diferente”, continúa con voz pausada, como tejiendo una a una sus palabras. Moisés Agosto Rosario, canceriano, nacido el 26 de junio de 1965, pausa 9


un momento ante la pregunta de a qué le tiene miedo. Enumera con rapidez las cosas a las que no le teme: a la muerte, a la enfermedad, al rechazo. Y se asoma discreta la respuesta: “Le tengo miedo a la locura… mucho miedo”. Empieza a explicar y, poco antes de completar la primera oración, se da cuenta. “Aunque uno trata de no hablar del jodío SIDA, siempre termina hablando del jodío SIDA”, se ríe como haciendo las paces con la idea y procede a narrar la raíz de su miedo. Mientras habla, dibuja una especie de mapa invisible en el suelo. Explica que, cuando la línea de su vida se la va moviendo, el hecho de perder a sus amigos como una avalancha a causa de la peor epidemia que azotó al mundo en el siglo pasado: el SIDA, la perspectiva cambia. Temprano, se dio cuenta de que si quería prevalecer ante el diagnóstico de VIH, debía aferrarse al conocimiento. “Eso mismo me obligó a desarrollar una disciplina de adquirir conocimiento y de vivir mi vida de una manera estructurada”, prosigue. Entonces, se acostumbró a vivir con planes, con listas, con estructura, con disciplina. El caos de la epidemia, “los amigos que se te mueren, cada semana, el miedo de mirar a una ‘fucking’ contestadora de teléfono por miedo a recibir la noticia de que alguien se iba a morir”, enumera. En fin, aclara que no se trata de perder la razón o volverse loco realmente, sino de llegar a conductas autodestructivas. Entonces, la epifanía: “A lo que le tengo miedo es a perder la capacidad de poder tener lógica para sobrevivir; no tener control”. Conciente de que dejó escapar un gran secreto, vuelve a reír a carcajadas y se dice a sí mismo: “¡Caíste! Eso es todo: tener control”.

DOCUMENTAR LA VIDA Detrás de sus ojos azules y su sonrisa aniñada, hay muchos cuentos. Hay historias que su autor pretende dejar salir, no como un testimonio de la epidemia del SIDA, sino como una catarsis. “A mí no me importa que se acuerden de mí. Pero por alguna razón sí me importa que la gente sepa lo que se sintió cuando el SIDA estuvo en su ‘peak’, porque no es tan sólo una enfermedad, sino que revuelca un montón de cosas, de autoestima, de intimidad, de vanidad, de belleza”, explica y vuelve a trazar líneas imaginarias en el mapa del suelo.

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Añade que su interés es hablar de la experiencia humana, de lo que lo compone, de su vida como hombre homosexual. “Es que yo me hice hombre como homosexual”, enfatiza. Y es así como, luego de anotar en el mapa invisible la ruta que llevó la literatura de temática gay en Puerto Rico, llegamos hasta hoy. “Mira, es como cuando se construye una casa. Hubo autores como Luzma Umpierre, Nemir Matos Cintrón, Manuel Ramos Otero, y muchos más, que amasaron la tierra para construir el edificio. Luego, los de mi generación, como Daniel (Torres), Abniel Marat, Frances Negrón Muntaner. Entonces ya el sedimento estaba listo para empezar a poner los fundamentos de la estructura”, cuenta con una tímida sonrisa de satisfacción. Para el escritor de “Inmunología poética”, con la primera antología gay de Puerto Rico —que ayudó a gestar—, “Los otros cuerpos”, fue que se comenzó a crear un espacio más organizado. “Y ahí la idea de HomoerÓtica cayó justo en su momento. Quizás, como modelo para formar esas generaciones que necesitan seguir saliendo para que ese espacio no se vacíe”, dice. Dentro del colectivo literario, Moisés se percibe como un apoyo, como colaborador, para que el grupo se mantenga. “Es como la relación de los hermanitos mayores cuidando de los menores. El protagonismo es para ellos, pero los de mi generación colaboramos. Ayudamos a darle esa continuidad de los que no tuvimos los cojones de hacer un colectivo en aquel momento”, explica segundos antes de dejar escapar otra sonrisa. “Mira, el otro día hablaba con Daniel Torres sobre HomoerÓtica. Pero Daniel está en la diáspora y él apoya el colectivo y lo ayuda, pero no está aquí. Porque otra cosa de la que me he dado cuenta es que, lamentablemente, para tú poder ser validado como escritor puertorriqueño, tienes que estar aquí. Si estás en la diáspora, es bien difícil que te hagan caso. Yo estuve en la diáspora 18 años hasta que volví”, continúa. Y, ¿cómo fue ese regreso? ¿Cómo se reencontró con Puerto Rico? Otra pausa, otro suspiro y procede a narrar el modo en que la Isla se le ha convertido en un país virtual. Explica cómo dejó de hablar de temas ideológicos cuando se percató que dentro del movimiento que buscaba la independencia para la Isla “había una homofobia terrible”. “Si hay homofobia entre los constructores del país, ¿dónde yo quepo ahí? Ahí fue donde sentí que hice una ruptura y entendí que la humanidad, para mí, no la puedo seguir viendo desde ópticas ideológicas”. Su voz se torna firme, su mirada se clava en alguna parte del nubarrón que amenaza con arroparnos. Otra vez, está viajando. No se trata de un viaje como los tantos que realiza al año, que son parte de su trabajo en la Tides Foundation. Moisés toma sus maletas invisibles y se embarca en un nuevo proyecto: crónicas de África. ¿Por qué África? ¿Por qué crónicas? “Lo que me parece curioso es que nosotros tenemos esta cosa de la raza: ‘Puerto Rico es la unión de tres razas: los europeos, los indios y los africanos’. Pero, ¿qué sabemos de Europa? ¿Qué sabemos de África? Nuestra relación con lo africano ha sido música y comida. Entonces, con las crónicas me gustaría compartir una óptica de África moderna con el país que todavía sigue siendo colonia. Enseñarle cómo estos otros países que hace 50 años fueron colonia, y que son países jóvenes, bregan esa transición”, responde. Pretende hablar de historias, de gente, de calles, de la vida gay en África, de tantas otras cosas como los viajes que ha hecho y los que le quedan por hacer. Pues en ese cuaderno amarillento que guarda en algún rincón, aún quedan páginas vacías… esperando por él. 11


3TC (tres territorios carcomidos): reseña de Inmunología poética de Moisés Agosto por Daniel Torres Ohio University

En una elegante edición de bolsillo o rústica, se publica por la editorial Tiempo Nuevo este poemario del escritor puertorriqueño Moisés Agosto Rosario, un hermoso poeta de “ojos azul piscina”, como dijera su amada inmortal Mayra Santos Febres en la reseña de Nocturno y otros desamparos, el primer libro de cuentos de Agosto Rosario que salió en Terranova Editores en 2007. Inmumología poética cuenta con una peculiar portada en tonos grises donde repta un lagartijo aumentado, jaspeado, o un lagarto sicodélico con cola enrollada, en un cuadro superior enmarcado por el nombre del autor, y en el cuadro inferior tenemos las palabras incompletas del título repetidas, en tres líneas paralelas y dislocadas. En el lomo, los colores del arcoiris, y en la contraportada, las palabras iluminadas del Dr. Abniel Marat, poeta y dramaturgo; quien señala desde ya la doble identidad de este texto como: “un hito literario en la historia de la literatura Queer en Puerto Rico y para los latinos en los Estados Unidos”. Conozco a Moi (como le decimos cariñosamente algunas amigas) desde los años mozos de la iupi o de los pasillos del Programa de Estudios de Honor en la Universidad de Puerto Rico de los 80. En ese entonces, todos hacíamos nuestros pininos en las letras boricuas como estudiantes de literatura y escritores en ciernes. El camino hacia la escuela postgraduada nos marcó a muchos ante la fuga de cerebros, como la llamó Magali García Ramis en su momento. Moi y yo no coincidimos en la universidad estatal de Nueva York, en el campus de Stony Brook (otra suerte de quebrada pedregosa que también se podría mal traducir como otro Río Piedras, lugar donde se formaron varios críticos puertorriqueños como Sonia Labrador, Maribel Ortiz, Carmen Rabell y donde estudiaron poetas como Edil González, Juanita Quiñones, Rafah Acevedo, quien escribe esta reseña y el novelista Luis López Nieves). Y ese acto de “brincar el charco” del Atlántico que separa San Juan de Nueva York tiene muchas implicaciones exílicas y diaspóricas. En el caso de Moi su condición de seropositivo, evidenciado en el tíulo de Inmunología poética, y en la primera parte del poemario, “Poemas de lógica immune {1986-1991}”, donde comienza la mutación de ese lagarto de la portada, y del primer verso del poemario: “El lagarto/ mutación de mirada verde”. O la condición de animal del ser humano enfrentado siempre al límite de su cuerpo y más cuando ha sido infectado por un virus extraño como el VIH: “virus vertiente del reptil hacia los hombres”, como continúa ese primer poema. Así como nuestro profesor chileno de poesía en Stony Brook, como el gran Pedro Lastra, Moi parece estar escribiendo un solo libro de poemas. Noticias del extranjero es el título de Lastra y esta primera parte de Inmunología poética nos regala de nueva cuenta los poemas del primer libro de Moi publicado en colaboración con Joey Pons. Parece haber extrapolado aquí sólo sus poemas en veintisiete entregas numeradas de I-I hasta I-XXVII. Numeración que continuará en la segunda parte del poemario, en “Obituarios { }” (de II-I a II-X), y en la tercera, en “Polaroids {1991-1996}” (de III-I a III-XXXII). Ésta es poesía testimonio que se lee como crónica de una infección que primero se dilucida para querer entender sus implicaciones (“la cama se me llena de cansancios”), para poder homenajear a l@s que se han ido en la sección “Obituarios” (de Manuel Ramos Otero a Reinaldo Ortiz Martínez), y para tomar esas fotos instantáneas en la última parte, en “Polaroids”: “que perturban el aire” como viñetas o escenas en fechas concretas de 1995 a 1996. Y al final del poemario se acepta, y se celebra, esa posibilidad de hacer de tripas, corazones, y crear todo un ars poetica inmunológica: 12


III-XXXII 2/21/96 Con el cuerpo y las memorias una epidemia puede construir un mundo.

De los nombres de los medicamentos antiretrovirales para el tratamiento del VIH, que se usan para bloquear partes del virus y que no afecte el sistema inmunológico del cuerpo, ni modifique la relación de leucocitos y linfocitos y el contaje de células CD-4 y CD-8 esté estable, de estos nombres, y los de las enfermedades oportunistas, se escribe un poema magistral:

III-VI 1/5/95 Deterioro o desalojo de la piel costumbre por tres horas a la dicha o interpretación del hombre que se enferma. CMV Cuerpo Malogrado por un Virus MAC Malversación de Anti Cuerpos AZT Antídoto Zeleste del Tirano ddI demagogia divergente del Idiota ddC droga ante la dicha del Carajo d4T desilusión de cuarto Techo 3TC tres territorios carcomidos.

Estos “tres territorios carcomidos” parecen ser el poemario mismo fragmentado como tríptico en tres partes resquebrajadas de dolor. Un dolor asumido y digerido “para lo cual no hay manera de medir/ o claudicar”, como dice en otra Polaroid hacia las líneas finales. Motivo con el que inicia este diario poético desde el último poema de la primera parte: “cuando la vida se nos cae en papel,/ fatigando los versos, carcomiéndose la pena”. Este “caerse en papel” es llegar al territorio propio de la palabra y la literatura, y es la intención deliberada del libro de literaturizar la experiencia, la memoria y la condición de VIH, como lo hiciera Ramos Otero en su momento en Invitación al polvo y mucho antes en El libro de la muerte, pero sin en el patetismo operático de su poema “Nobleza de sangre”. Moi va por otro lado asordinado, donde nos presenta la condición inmunológica de sus palabras al compás de “construir un mundo”, como lo ha hecho desde su labor de activista y sobreviviente de la pandemia. La efervescencia que hay en la isla con las lecturas públicas y las publicaciones del grupo Homoerótica, lidereado por Ángel Antonio Ruiz Lamboy, los blogs de Yolanda Arroyo Pizarro y la Revista Boreales, la publicación de la antología Los otros cuerpos o de 2010 Cachaperismos (poesía y narrativa lesboerótica); todas estas instancias dan testimonio de que Inmunología poética no es un poemario que se dé en un vacío. Está sustentado por toda una madurez estética de grupo, de la editorial Tiempo Nuevo (www.editorialtiemponuevo.com) y de una voluntad artística maricona que ha encontrado su lugar en el mundo, para “construir”, verbo con el que cierra este preclaro poemario.

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El silencio nuestro de cada día por Yoryie Irizarry

David: You know, Rico, I’m a homo. I may not dress like Jackie Kennedy, but I have sex with men. (Federico doesn’t talk for a moment, but stands still, completely stunned) Federico: Don’t—don’t talk to me about that. Alright? David: Why should I have to hide it from you? You change your baby’s diaper in my house, you show me a videotape of your wife giving birth. Federico: Where I come from, if men need to do that sometimes, they don’t talk about it. Quote from SIX FEET UNDER, HBO

Don’t Ask, don’t tell…No preguntes, no digas…este fue el resultado del compromiso que logró el Presidente Clinton entre aquell@s que se oponían entonces a la participación de gays y lesbianas en las fuerzas armadas de Estados Unidos de América. El acuerdo aspiraba a dar a entender que serían bienvenidos en el ejército en que por décadas ya habían servido, siempre y cuando estos se mantuvieran en silencio. Una bienvenida condicionada al silencio. El presidente Obama, recientemente firmó la legislación que termina con el requisito de silencio. Se puede decir que hay silencios y hay silencios. Quiero alejarme de cualquier noción que caracterice el silencio como bueno, o como malo. Cuando pensamos el silencio en el contexto de orientación sexual, evocamos el silencio “individual”, esos silencios estratégicos, totales o parciales en el que el silencio es la condición que facilita esa otra cosa que deseamos o necesitamos. El niño gay que no dice nada para que no lo golpeen en la escuela, la niña lesbiana que no dice nada para no herir a sus padres, el hermano que simula que no sabe que su hermana es lesbiana, el vecino que no quiere perder su trabajo, el padre que quiere poder continuar visitando sus hijos, la madre que no quiere perder la custodia de sus hijas, el abogado que quiere una promoción en su bufete de trabajo,el artista que no quiere perder su fanaticada, la madre que abraza y da la bienvenida al novio de su hijo, en silencio, sin llamarle novio pero abriendo las puertas de su hogar. En fin, esas estrategias son importantes y tienen un valor positivo, porque obtienen para alguien eso que aprecian o que necesitan más que el gritar a voz su orientación sexual. Esos silencios muchas veces son imprescindibles para sobrevivir. Entonces está el silencio cultural, el más nefasto, el impuesto por el Estado, la censura. Negación de fondos para el arte, la prensa que se auto censura, borrándonos a todos y todas de la historia de nuestro país, erradicando con silencio nuestra existencia y nuestras contribuciones al diario vivir, el silencio colectivo. Ese que asume la sociedad para negar que existiéramos. El que impone la cultura para que no la impactemos, para que no la obliguemos a reconocernos en su “costura”. El silencio que permite a algunos decir que “en mi país no hay homosexuales” ese silencio institucional que deforma y mutila por omisión nuestro lugar en la historia. El silencio heteronormativo que invisibiliza el deseo homosexual. Es por eso que celebro a Homoerótica y ahora a su revista Corpóreo, porque rompe con el silencio cultural, porque reta desde adentro el silencio nacional reivindicando el deseo del mismo sexo, qüiarizando la cultura en las plazas, festivales, teatros, museos, en foros de pueblo y comunitarios dónde ya no habrá un marcha atrás, luego de que la audiencia confrontada y enfrentada en el espacio público con nuestro deseo, no lo pueda ya negar, el espacio se transforma y continuamos insertándonos de forma visible en la cultura, en nuestras comunidades. Tal vez algún día el silencio individual y estratégico ese mal (llamado clóset) sobre nuestras orientaciones sexuales no sea ya necesario. Homoerótica contribuye a esa esperanza.

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� � � ��� �, � ��� � � � � � � �� ��� � � ��� � ��� B����� C�� ��. E������ ��� A����� A. K � � � �. P ��� � ���� ��� � � ��� � � ��� ���� �� ����� � � � � “ T� � A � � � � � � � M � � � � � � ” , � � � � � � � � � � � � � :

CREO que un editor tiene ambos una moral y obligación a sus autores de tratar de cualquier manera posible promover las ventas de sus libros, mantenerlos en las prensas y elevar el prestigio de su trabajo. CREO en el gusto innato de los lectores a la hora de discernir entre un libro superior cuando se lo es brindado a su atención.

CREO que todo sello editorial posee un significado intrínseco y que si los lectores tomasen más atención sobre él, a la hora de adquirir un libro, la posibilidad de ser decepcionados sería infinitamente menor.

CREO que una reseña por un crítico incompetente es una transgresión contra el autor, el libro, el editor y el medio donde ha sido publicada.

CREO que todo libro debe ser fabricado adecuadamente y trato de atribuirle, a cada uno, un formato único, distintivo y atractivo.

CREO que la subsistencia de la industria librera no recae en el hermetismo académico ni en el rampante comercialismo masivo, sino más bien individualmente en cada lector.

CREO que jamás he decidido imprimir conscientemente un libro indigno de publicación. CREO en mantener el costo de los libros lo más bajo posible, siempre y cuando sea compatible con la calidad, gastos de producción y recursos económicos del público lector para quienes originalmente fue intencionado.

CREO que revistas, películas, la televisión, la radio, el internet, bitácoras virtuales y libros en dispositivos eléctricos jamás reemplazarán un libro impreso.

A G E N T E S C ATA L I T I C O S. C O M

AG E N T E S C ATA L Í T I C O S, I N C. S A N J UA N, P U E RTO R I C O

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CARNE de

CAÑÓN por Amárilis Pagán Jiménez

rizó a los Estados Unidos. La carne de cañón era negra, latina y pobre. Esa carne era desechable porque era desigual.

Ninguna nación puede darse el lujo de utilizar a sus jóvenes como carne de cañón. Sin embargo, como país lo hicimos, lo hacemos y tal parece que lo seguiremos haciendo. ¿Hasta cuándo?

Las sociedades que permiten que los grupos vulnerables se conviertan en las municiones de sus guerras sociales o políticas, consienten la apertura de nuevos mercados de carne humana para ser utilizada como carne de cañón. Con esta actitud pasiva atrasan el desarrollo del país y crean un ambiente de conspiración silenciosa que secunda las acciones gubernamentales y privadas cuando éstas atentan contra derechos humanos fundamentales.

Las guerras del Siglo XX y el envío masivo de jóvenes puertorriqueños al campo de batalla son, tal vez, las primeras imágenes que nos vienen a la cabeza al decir “carne de cañón”. Estas imágenes trascienden de inmediato la palabra y construyen todo un entramado mental de carne, sangre, vísceras, dolor, pérdida y lágrimas. No sólo pensamos en el sufrimiento de los jóvenes que murieron- o sobrevivieron- en las batallas libradas en Europa, Korea, Vietnam, Afganistán e Irak, sino en el de sus familias y barrios. La guerra, como sinónimo de violencia, y la violencia como sinónimo de muerte quedan fácilmente impresas en nuestra conciencia como parte de la definición de “carne de cañón”.

¿Quién se beneficia con esto? Quienes siempre se han beneficiado de la desigualdad, de la pobreza, de la ignorancia colectiva, del miedo, de la violencia social… los grupos con poder económico y político que necesitan mantener control de nuestros recursos e ideas para que no cuestionemos sus privilegios. Es importante, además, que no perdamos de vista el rol de las principales religiones dentro de esta estructura. Más que un centro de poder en sí misma, es un instrumento para el poder y el control.

La oscuridad del concepto de “carne de cañón” no se limita a esa analogía de imágenes y palabras. Su sombra se proyecta sobre la sociedad porque establece una medida de desigualdad, de inferioridad, de odio o de menosprecio hacia grupos raciales o sociales cuya vulnerabilidad los convierte en municiones desechables. En las guerras del Siglo XX que nos involucraron como pueblo, la carne de cañón no estuvo hecha de jóvenes blancos, adinerados, heterosexuales y perfectamente armonizados con el sistema de supremacía racial y social que por siglos caracte-

¿A quiénes estamos utilizando como carne de cañón en nuestra Isla en estos días? A la juventud, a los gays, a las mujeres, a las comunidades que están en proceso de desalojo, a la niñez que se cría en medio del narcotráfico o que crece pensando que esa es su mejor alternativa. La carne de cañón del Puerto Rico de hoy es la 16


gente que se ve obligada a dar el frente, a coger palos y macanazos, a exponer su vida y sus bienes y a arriesgar su propio futuro para defender valores y derechos que deberían ser defendidos por el país completo.

no y a los sectores fundamentalistas y al otro a las mujeres y su derecho a la equidad, la vida y la felicidad. Cada vez que una mujer es asesinada, y se convierte en la carne de cañón en la guerra entre el machismo y la equidad, no podemos lavarnos las manos y pensar que las tenemos limpias de pólvora.

En la Universidad de Puerto Rico, se está librando una feroz batalla ideológica en la cual nuestra juventud está siendo agredida, arrestada, perseguida y expulsada de su centro de estudios. Esa batalla está enmarcada en la defensa del derecho a una educación universitaria de calidad y accesible a toda clase social. No es una batalla de los y las estudiantes, es del pueblo. Tiene que darse para garantizar que la niñez de nuestras comunidades tenga en el futuro la oportunidad de desarrollarse profesionalmente e integrarse a los procesos de gobernanza democrática de la Isla. La respuesta de la administración universitaria y del gobierno, nos hace levantar una bandera de alerta ya que más allá del derecho a la educación, están en juego otros derechos fundamentales para nuestra democracia como el derecho a la libre expresión, a la reunión, al libre pensamiento y a la libertad individual.

La comunidad lésbica-homosexual-bisexual-transexual-transgénero e intersexual (LHBTTI) es otra de las comunidades que corre el riesgo de luchar sola. El silencio o el rechazo que rodea nuestra existencia en los distintos núcleos sociales y luchas políticas, equivale en muchas ocasiones a falta de solidaridad. Esto a pesar de que defender nuestra equidad es defender la equidad de otros sectores y el derecho a la intimidad. La batalla de la comunidad LHBTTI se libra en múltiples frentes: en la familia, en el trabajo, en el barrio y en la calle. Nuestros muertos son muchos: jóvenes que se suicidan, transexuales asesinadas, adultos que mueren en medio de la soledad y la pobreza, víctimas del VIH y de los estigmas que les privan de servicios. Ellos y ellas son la carne de cañón que nuestra sociedad utiliza de camino a la obtención de la equidad.

Dejar los y las estudiantes solos y solas es dejar que se conviertan en carne de cañón. Las comunidades en peligro de ser desalojadas defienden otro gran grupo de derechos y valores democráticos: el derecho a la vivienda, a la vida en comunidad, a desarrollar vínculos comunitarios fuertes y saludables, a crear espacios para el desarrollo y bienestar común. Sin embargo, ellas también se enfrentan solas a la policía, a los tribunales y a las empresas desarrolladoras que influyen las decisiones gubernamentales.

Si nos molesta y nos repugna la idea de que nuestros jóvenes sean carne de cañón para el ejército, ¿por qué aceptamos que otros grupos de nuestra sociedad sean la carne de cañón que se macera y se tritura en nuestras guerras sociales? Quizás porque nos negamos a aceptar ese estado de guerra a pesar de las muertes y la desolación que nos arropa.

Al dejarlas solas a las comunidades, las utilizamos como carne de cañón en una batalla en la que se juega el derecho a la vivienda y seguridad de cada comunidad de la Isla… incluyendo aquellas en las cuales el resto de nosotras y nosotros se crió o vive.

Las guerras sociales y el sacrificio de grupos como carne de cañón no deben existir. De hecho, no tienen que existir. Cuando cada ciudadana y ciudadano asume responsabilidad por la parte que le toca para adelantar el bienestar común, se posiciona a favor de esas poblaciones vulnerables y fortalece el ejercicio de los derechos humanos de su país. En nuestra Isla esa parece ser la única alternativa. Una alternativa que hay que elegir con urgencia porque mientras más tiempo dejemos pasar sin actuar, más vidas serán sacrificadas, más derechos serán violentados y más difícil será rescatar para nosotras y las generaciones futuras la equidad y la felicidad como parte de nuestra realidad.

Si miramos a las mujeres y cómo la violencia machista nos arrebata la vida, también podemos vernos como la carne del cañón de la desigualdad que se dispara con cada nuevo asesinato o agresión. Dejamos que las mujeres y sus niños y niñas mueran poco a poco y esperamos con paciencia indiferente a que otro u otra les releve en su batalla por la vida sin sentirnos obligadas a entrar en el campo de batalla. Una batalla que hoy por hoy tiene a un lado del campo al gobier17


Contracorriente (Javier Fuentes León, 2010, Perú)

Por si se lo perdieron...

Reseña de la 2da edición del Puerto Rico Queer Filmfest Por Ricardo Vargas Molina

Comparto algunas impresiones de lo que me tocó ver, con el doble propósito de resaltar lo más notable __por razones diversas__ y de paso dar algunas sugerencias para próximas decisiones de alquiler, para beneficio de quienes, por indisposición o pobre juicio, se lo perdieron.

El PR Queer Film Fest se adjudicó en su segundo año el logro de traer a la Isla un puñado de películas de alto perfil, algunas de las cuales han figurado en importantes festivales internacionales del nivel de Sundance, San Sebastián y Cannes. El público asistente no debe tener dudas de que vio de lo mejor que recientemente se ha producido de cine queer. Se evidenció, sin embargo, un énfasis temático en historias de amores que aun batallan con decir su nombre__ y de frecuentes desenlaces trágicos__ y se sintió la escasez de lo irreverente y lo campy de películas como Chueca Town (Juan Flahn, 2007) y Drool (Nancy Kissam, 2009), que disfrutamos en el 2009. No obstante, coincido con los organizadores, en que esta edición colocó al festival a un nivel superior al año previo, por la calidad e importancia de su selección, la presencia de directores de proyectos con interesantes trayectorias, el volumen de asistencia y el entusiasmo que percibimos en las audiencias.

En su noche inaugural el Festival presentó Children of God (Kareem Mortimer, 2010) de Barbados, dándonos a muchos la oportunidad de ver por primera vez una película de esa nacionalidad. Este filme plantea una historia de amor entre un chico gay blanco con ideas suicidas y un joven negro de sexualidad ambivalente, que se ve amenazada por un fanatismo protestante de proporciones nacionales y la macharranería más estereotipada, con las típicas consecuencias trágicas. Obvia en sus argumentos de denuncia a la discriminación, nada sorprendente en su propuesta visual y predecible en su desenlace, satisfizo al menos la curiosidad de ver cine de otro origen caribeño, único de esta procedencia en la selección.

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Una película que sí resulta en una contundente denuncia a los fundamentalismos religiosos es Eyes wide open (Haim Tabakman, 2009). Esta dura exposición de la opresión en el marco del judaísmo ortodoxo en Jerusalén, es una sólida producción de Israel que cargó con el Premio del Jurado. La historia se centra en la relación secreta de un respetable hombre de familia que recién hereda la carnicería de su padre, con un misterioso y atractivo joven__ como un Olivier Martínez en sus veintitantos __que aparece repentinamente y a quien acoge como su aprendiz, asistente y amante. La simple sospecha de la relación desencadena una oleada de persecución, amenazas y castigos por parte de la comunidad religiosa, que opera como una mafia. A un tiempo exótica y familiar, este filme impresiona por su impecable puesta en escena, que ilustra la vigilancia instalada en la vida cotidiana, y que en ocasiones funciona como una película de horror, sorprendiéndonos al descubrir súbitamente presencias amenazantes en los momentos más inesperados.

comunidad. Tiene del lado de sus aciertos el uso de un bien logrado recurso fantástico, sólidas actuaciones y una hermosa fotografía, que en gran medida adeuda a las locaciones seleccionadas. Sin embargo, decepcionó su tono melodramático y sentimentalista, y diálogos que rayan en lo cursi, produciendo un resultado global que le acerca al género de la telenovela. Por apelar al gusto popular, no sorprendió a muchos que cargara con el Premio del Público. No muy detrás en popularidad resultó la española El Cónsul de Sodoma (Sigfrid Monleón, 2009), película inspirada en la vida y obra de Jaime Gil de Biedma, afamado poeta español de la generación del 50. De muy buena factura, resaltan su cuidada recreación de las cinco décadas que abarca en su acercamiento a la imagen y diseño de producción, su honesta representación del erotismo__ con una buena dosis de sexo ‘guarro’__ y un Jordi Mollá ejecutando al máximo de sus habilidades. Pero sin lugar a dudas, de lo

Eyes Wide Open (Haim Tabakman, 2009, Israel)

“Se evidenció, sin embargo, un énfasis temático en historias de amores que aun batallan con decir su nombre...” más notable de esta producción es su utilización intermitente de la poesía como recurso narrativo, que establece momentos de reflexión sobre asuntos diversos, a un tiempo que marca puntos de transición en el desarrollo de la historia, lo que resulta en un singular y efectivo maridaje de cine y literatura. Más que un biopic, es un recorrido episódico sobre temas diversos, definitorios del personaje Gil de Biedma, entre los que destaca una hermosa reflexión existencialista sobre la mortalidad y los límites que impone la materia-

Una de las películas más anticipadas por su éxito en el Festival de Sundance, la peruana Contracorriente (Javier Fuentes León, 2010), fue de las que mayor entusiasmo causó entre los asistentes (la fila de la taquilla casi alcanzó el final de la cuadra en su segunda noche de proyección y no fueron pocos los que se quedaron sin verla). Esta historia de amor (sí, otra más) entre un pescador casado y un joven pintor plantea el trayecto del primero a la aceptación de su deseo, a pesar de las pérdidas que le supone y a la oposición de su 19


El último verano de la boyita (Julia Solomonoff, 2009, Argentina)

lidad al goce del cuerpo. Será difícil no evocar su escena final al escuchar Always on my mind (versión Pet Shop Boys).

(Julia Solomonoff, 2009) y Plan B (Marco Berger, 2009). Sin artificios ni grandes pretensiones ambas producciones impresionan por su simpleza y agudas observaciones sobre las relaciones humanas. Plan B podría catalogarse como una comedia romántica, que con un acercamiento naturalista, por momentos contemplativo, relata cómo se va cocinando a fuego lento, durante espacios de ocio, una relación que evoluciona de la rivalidad a la amistad y luego al amor de pareja, entre dos tipos que se presumen heterosexuales. De diálogos francos e idiosincráticos, divertida y enternecedora, resultó una experiencia muy refrescante, dentro del acento dramático que predominó en la selección. Desarrollada en un ambiente rural, El último verano de la boyita, por su parte, relata a través de una mirada infantil y de la relación entre dos niñas de clases y ambientes sociales contrastantes, cuán dura, compleja y solitaria puede ser la salida de la infancia. Una hermosa historia sobre la pérdida de la inocencia y el duro enfrentamiento con complejidades de la vida adulta, a partir del descubrimiento del carácter caprichoso y restrictivo de la socialización de género.

La canadiense I killed my mother (Xavier Dolan, 2009) puede considerase uno de los trabajos más experimentales de lo presentado en el festival. Visual y temáticamente singular, esta película ha dado mucho de que hablar desde su estreno y premiación en el Festival de Cannes, por tratarse del impresionante debut de un joven gay que escribió el guión a sus tiernos 17 años y concluyó su filmación antes de los 20. De origen autobiográfico, es un retrato íntimo con resonancias freudianas de una torcida relación madre-hijo, llena de exabruptos intensos y emociones contradictorias, que pueden caracterizar relaciones de simbiosis emocional pulsando por deslindarse. Aunque la reiteración de desencuentros que van en escalada puede resultar por momentos intolerable, son de innegable autenticidad. Para quienes disfrutan de reír de lo patético, aquí encontrarán algo de satisfacción morbosa. Sin embargo, de lo más sorprendente llegó de Argentina con El último verano de la boyita

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Peregrinando la memoria por Rubén Rolando Solla

Se camina, tan despreocupadamente, con l corazón abierto a todo lo inmediato, sin recelos de ningún tipo, sabiendo que la esencia de todo se encuentra más allá de lo visible. Vanessa Hernández Gracia, (puertorriqueña nacida en el 1975, artista plástica, profesora en la Escuela de Artes Plásticas y curadora independiente) recorre el incógnito espacio de las memorias como una peregrina incansable buscando su horizonte, en donde la materialidad del cuerpo nunca consigue resolverse ni logra estar contenida permanente o plenamente en ningún significado dado. Hernández Gracia, en la instalación “Catalogaré” (2010), amplia la fotografía de un puerto en donde yace derribado, como fracasado como inhábil, un poste de luz. Congrega, al descanso, los recuerdos de sus viajes que habitan en unos pequeños cuadernos. Sumerge, con la generosidad de la cera y del yeso, pequeños objetos que guardan relación con el espacio recorrido, entiéndase los boletos de tren o las monedas, e integra, en una acción, su cuerpo enyesado, inmóvil, como la superficie de todos los horizontes, como esa inmovilidad que coarta a los seres de su movimiento innato: el caminar. Cuando hay una fractura ósea, se utiliza el yeso para regenerar, para reponer, para sanar. Asumir la delicadeza de un cuerpo radicalmente fracturado, vulnerable, en un contexto histórico como el que traspasa Puerto Rico, es sin duda la apariencia más acertada y que recoge, sin menosprecio, la realidad de los que están inmóviles, por inercia, por resguardo o por impotencia ante lo que sobrevenimos. Así, como en las crisálidas de las mariposas, Hernández queda sosegada, quieta, entablando un dialogo con el silencio que la habita ahora que está paralizada ante todas sus memorias. Las memorias, al igual que los fracasos, también se sanan, se desprenden de la piel y fortalecen a los que perseveran. Entonces, Hernández Gracia, se expone, con transparencia y osadía, a estar inmóvil, como aquello que persiste, en una especie de ausencia o perdida, como aquel terreno mental que el lenguaje no puede captar y que es impuro, que está compuesto por todas sus vivencias, ese espacio en donde se encuentran sus ideas y sus sentidos y que perdura, como perduran los horizontes que Hernández, con asombro y sensibilidad, captura. Ante Vanessa Hernández Gracia, la memoria es una peregrina sin mapas que migra de un lugar a otro.

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fotos por: Karlo X. Ramos (suministradas)


SUPERIDENTIDAD en

SUPERAQUELLO por Ángel Antonio Ruiz Laboy

Sucede que los integrantes de Superaquello nutren a la banda de influencias no estrictamente musicales y eso hace de su proyecto uno más seductor y plural. Cuando se juntaron eran un grupo de adultos que relatan haber soñado con tener una banda electrónica en los ’80 y no es hasta los finales de los ’90 que lo logran. Eso les permitió experimentar tanto el teatro político como la danza post-moderna (como es el caso de Patricia y Eduardo quienes bailaron con Petra Bravo) y educarse y ejercer la psicología clínica (en el caso de Francis). “La experiencia de una cultura global nos permite ver el arte como una herramienta política y de confrontación. Con nuestra música damos voces a las personas que habitan el margen, a los no valientes, a los depresivos, los tristes, los artistas y los locos. ”

La luz se enfoca sobre una caricatura en monocromo de los integrantes del grupo, apiñados unos sobre otros, formando un centro sobre el escenario. Entonces, con una imagen de Tom of Finland estampada en una conservadora camisa de cuadros, pálidamente rosados en contraste con el fuschia incandescente de unas gafas de sol, hacen que Eduardo Alegría sustituya su imagen caricaturizada y conservadora. Una Patricia estática y callada pierde prominencia en el escenario cuando la sustituye una Patricia real, inquieta y dulce –desde su expresión corporal hasta su voz y viceversa-. Un paso más allá, en la discreción de la penumbra Francis completa el primer plano de músicos, a quienes literalmente respaldan desde una casi oscuridad visual, pero nunca musical, Jorge Castro, Eduardo Martínez y Pablo Santiago, instrumentistas de la banda “indie” puertorriqueña Superaquello en su pasado concierto Villampsico celebrado en La respuesta. De entrada, me seduce el diálogo entre las imágenes, la “real” y la “representativa” y el contraste que se abre entre ellas potenciando lecturas antitéticas de lo unido frente a lo disperso, lo similar frente a lo diverso, lo estático frente a lo movible, la música frente al silencio. Esa relación de opuestos es complementada por una masa muy diversa de gente que se ha dado cita a escuchar un recorrido musical de esta banda que comenzó en el 1997 y que hoy goza de un lugar privilegiado en la escena musical. Y es que pareciera ser que uno de los secretos del éxito y la permanencia de Superaquello es que su propuesta dialoga en un espectro tan amplio como el que se ubica entre las antítesis que antes mencionamos. Pero en ese proceso de conquista de públicos tan diversos, nos confiesan que “en el comienzo apelábamos a los artistas, los “freaks”, los “ponkos” sanjuaneros, ése fue nuestro primer público, ése es el ambiente del que venimos, ya luego creció a la gente que sigue el rock en Puerto Rico y ahora tenemos fans en México, Argentina y recientemente en España.”

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“La experiencia de una cultura global nos permite ver el arte como una herramienta política y de confrontación...” Pese a tener un discurso marginal aparentan apelar a un público, no sólo más diverso, sino cada vez más amplio, ¿está de moda lo marginal o Superaquello se ha vuelto más “mainstream”? “La gente se identifica con lo que decimos porque hablamos desde la vulnerabilidad y la franqueza, pero ha sido un proceso lento. No creo que la marginalidad esté de moda, sino que trabajamos para volvernos más presentes en la oferta cultural en Puerto Rico. La voz sigue siendo la misma pero la exponemos y la hacemos más presente.” ¿Cómo compara tener una banda “indie” en el contexto musical de Puerto Rico cuando comenzaron con la experiencia actual? Cuando comenzamos “la escena” era poca, habían esfuerzos de bandas independientes, pero nosotros fuimos parte de una transición en la que los grupos locales asumieron el trabajo con mayor rigor, con una preocupación por la convocatoria, la pre-


y la música de Cortijo e Ismael. De esa época dorada de la salsa, dicen heredar el formato corto de las canciones, los estribillos, el humor y la sencillez del lenguaje cotidiano. Influencias de la música ambience y noise llegan a la banda en el 2005 con la incursión de Jorge Castro y son perceptibles en su producción musical desde “La emergencia”.

sentación y el deseo de proyectar una madurez musical. Abrimos la puerta a esa generación que no había despuntado. La denominación “rock latino” o “rock en español” aglutina y por ende invisibiliza muchas propuestas tan diversas como las suyas. ¿Dónde se situaría Superaquello si tuviera que autodefinir su estilo? Nosotros nos rendimos a tratar de etiquetarnos, tal vez lo “indie” en su sentido amplio, de independencia de términos nos funciona y nos permite movernos.

¿Cómo se manejan todas estas influencias desde el proceso de composición, teniendo en mente la personalidad de Superaquello? “Francis es más es solitario al trabajar, adelanta mucho trabajo solo, como en un laboratorio, profundiza en el sonido y es quien más afecta el resultado final del grupo. En mi caso –dice Eduardo- traigo el material pensado, pero como en una coreografía, expongo el trabajo a uno más grupal. Mi proceso es más de orquestar, pienso en el rol y la fuerza de cada uno, como un director. Voy construyendo la pieza.”

En las líricas de Superaquello hay una fuerte presencia de jerga y vocablos puertorriqueños y un fuerte uso del spanglish y de juegos de palabras. La composición de las canciones recae en Eduardo y Francis, pero refieren tener estilos diferentes. “El juego de palabras es una estrategia que Francis utiliza para ir revelando cosas a través del lenguaje –nos revela Eduardo- y eso viene de su formación en el psicoanálisis. Yo trabajo de manera más intuitiva, voy confiando en el lenguaje coloquial- que es tal vez una de mis aportaciones mayores- sin dejar de ser activista desde ahí, y eso es una postura política que heredo de mi formación en el teatro y en la danza. Cuando comenzamos las bandas cantaban en inglés, y porqué no hablar de lo que uno conoce y vive todos los días en nuestro idioma. Exploto el diario vivir en mis canciones.”

La propuesta de Superaquello no se limita a sus composiciones, su performance se revela desafiante y qüiar en el sentido amplio del término. Aseguran que esta es una postura intencional tanto política como estética y que no se limita uno de sus más conocidos éxitos “Farifo”, sino que hay una búsqueda de ese sentido multiorgásmico en la música al que relacionan con lo femenino y que tanto Eduardo como Patricia lo transmiten a través del cuerpo.

Sin embargo esa convergencia de vocablos se vuelve metáfora en su música, donde también convergen estilos, épocas, temas y géneros musicales locales y foráneos. Al escucharlos se perciben influencias de la música popular puertorriqueña y del rock de los ‘70 y los ’80. Reconocen influencias tan variadas como la banda inglesa Stereolab (catalogada como “post-rock” e influenciada por el “kraut-rock” y la Escuela de Berlín) hasta la música de las tunas (tipo de grupo musical que dirigía el papá de Francis)

Al preguntarles qué es lo próximo que podemos esperar de Superaquello, nos revelan que no hay un proyecto en el que estén trabajando actualmente pero que si la banda no continuara, cada cual se embarcaría en su proyecto musical aunque están casi seguros que volverían a reincorporarse, pues ven al grupo como una superidentidad, que más que fragmentarlos, los reúne. 26


Fondue

El ingrediente principal es compartir con seres queridos. Aprovecha la oportunidad, para crear momentos y comparte chistes, historias, canciones, etc. La comida, en este caso el chocolate, es un elemento de unidad. ¡Inténtalo! Verás que tengo razón. Después, me lo agradecerás. ¡Mmmm… qué rico! ¡Buen provecho!

por H. Roberto Llanos

Provengo de una familia en que la comida es el centro de todo. Mi abuela materna, una dulce pero firme matriarca, reunía los viernes por la tarde a la familia, para cenar y compartir. Entre chistes, historias y comidas pasé muchos años de mi vida. Los viernes se convirtieron en mis días favoritos. Cuando mi abuela falleció, por la pena que sentimos todos, mi madre expresó: “Hay que llorar, pero hay que comer”. Adapté este lema desde entonces, con una ligera modificación: “Hay que escribir, pero también hay que comer”. Una receta que uno puede compartir con amigos es el “fondue”. Es de origen en suizo, y aunque se funde queso en la receta original, también se puede usar chocolate, sirviendo como postre. Se le conoce al “fondue” como un ritual de socialización. Ingredientes: 1 taza de heavy cream (crema de leche) 3 tazas de chocolate semi amargo en trozos 1 lata de leche condensada 1 cucharada de ralladura de naranja 1/4 taza licor de naranja (el licor puede ser de avellana) Tiempo estimado: 35 minutos Preparación: Se hecha la crema en una pequeña olla. Se deja calentar, a fuego suave, evitando que llegue a hervir. Se trocea el chocolate y se agrega en la olla. Se va removiendo suavemente hasta que quede completamente fundido. A continuación se agrega la leche condensada, la ralladura de naranja y el licor. Se va removiendo todo hasta que quede una crema homogénea y clara. Se retira del fuego y se pasa a un recipiente adecuado para servir en la mesa. Para bañar en el chocolate, se pueden usar trozos de diferentes frutas. También se pueden usar bizcochos, galletas y todo tipo de panecillos y dulces cortados a medida de un bocado bien pinchados en una brocheta. Incluso, se pueden usar pedazos de mantecado de diversos sabores.

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Corp贸reo, Vol煤men I Febrero 2011 San Juan, Puerto Rico

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