La extinción de los números

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La maestra de Matemática no había llegado y nosotros, como cualquier otra aula de tercero de media, estábamos celebrando la ausencia de aquella persona que nos enseñaba el curso más tormentoso de la escuela, “el que nos quitaba el sueño”. Yo también lo celebraba, pero internamente sentía algo inexplicable dentro de mí, regresé a casa con esa rara sensación. Llegué y sentí como un impulso de preguntar a mis hermanos qué actitudes provocaban en ellos las Matemáticas. Empecé por Ulises, mi hermano mayor, y me dijo que esa pregunta ni se preguntaba, pero yo insistí y él se negó a darme una contestación; creo que en realidad ni siquiera sabía cuál era la respuesta. Luego hice lo mismo con Ana Lucía, no corrí con mejor suerte; ninguno de mis hermanos pudo responderme. Fui a mi dormitorio, me acosté en la cama y comencé a dar vueltas en ella como si con ello encontraría la respuesta a mi pregunta, y de tanto dar vueltas comencé a imaginar cómo sería el mundo si los números se extinguieran… Recuerdo que había muchos países en guerra, veía a la gente pelear fuera de las tiendas, toda persona que estaba fuera de su casa tenía una apariencia como de loco, y no se pueden imaginar el estado en que se encontraban sus hogares, mucha gente sin trabajo, y así infinidad de “problemas” sólo por la ausencia de los NÚMEROS. Pero mi curiosidad llevó a preguntarme cómo es que la falta de estos números podía causar tantos problemas (que por cierto dejaban desplazados a los problemas matemáticos que Autora: Martyoly Ruiz Esquerre


nos dejaba la maestra); entonces comencé a observar a la gente con más atención y me di cuenta de que las guerras entre países eran porque no sabían cómo marcar los límites entre ellos, no habían números para expresar cuánto territorio era de cada uno. Luego miré a una gran multitud peleando en las tiendas y pude observar que lidiaban porque no sabían el costo de cada producto, no estaban los números para representar el precio de cada uno. Aquella gente que estaba como loca por las calles era por la falta de armonía en la familia, ya que cada miembro se veía afectado por la falta de los famosos SEÑORES NÚMEROS. Después regresé a la realidad y como por impulso, lo primero que hice fue dar un grito diciendo: ¡AMO A LOS NÚMEROS! e ir a coger inmediatamente mi cuaderno de Matemática que estaba arrimado en un rincón del estante… si alguien me hubiera dicho horas antes que yo iba hacer esto no se lo hubiera creído. Aunque parezca increíble este sueño que tuve despierta me sirvió para darle más importancia a los números, a pesar de que no se lo haya contado a nadie, hasta ahora que pude ver la necesidad de hacernos AMIGOS DE LOS NÚMEROS.

Autora: Martyoly Ruiz Esquerre


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