La Iglesia Restaurada

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LAS BENDICIONES DEL ESPÍRITU SANTO

Dios, como el no poder percibir que un Dios de gran inteligencia puede revelar al hombre de antemano, tanto sus planes para con sus hijos como los resultados inevitables cuando los hombres persisten en la maldad. El don de lenguas Uno de los dones más sorprendentes y menos comprendidos del Espíritu es el conocido como don de lenguas. Este don estuvo con los apóstoles del Señor Jesús en el día,de Pentecostés después de la resurrección del Maestro. Asistiendo a las festividades en Jerusalén había judíos de varias partes del mundo mediterráneo. Algunos de éstos no conocían el hebreo sino que hablaban la lengua de los países respectivos de donde procedían. Luego los apóstoles de Jesús comenzaron a predicar con gran vigor y "se juntó la multitud; y estaban confusos porque cada uno les oía hablar en su propia lengua. "Y estaban atónitos y maravillados, diciendo: Mirad, ¿no son galileos todos éstos que hablan? "¿Cómo pues, les oímos nosotros hablar cada uno en nuestra lengua en la que hemos nacido? "Partos, medos, elamitas, y los que habitamos en Mesopotamia, en Judea, en Capadocia, en el Ponto y en Asia, "en Frigia y Panfilia, en Egipto y en las regiones de África más allá de Cirene, y romanos aquí residentes, tanto judíos como prosélitos, "cretenses y árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las maravillas de D i o s " 1 2 .

Este don se manifestó en toda la Iglesia primitiva. Algunos en su ignorancia dieron poca importancia o interpretaron mal su propósito. En ese primer día de Pentecostés esto permitió a los apóstoles llevar el mensaje que ardía en sus corazones, a los corazones de otros que no les hubieran comprendido en su idioma natal. El don es de mucho valor cuando le permite a una persona llevar el evangelio a individuos que hablan otros idiomas. Muchos de los contemporáneos de Pablo en la Iglesia deben haber esperado que el Espíritu Santo les manifestara su poder por las frecuentes manifestaciones de este don. Pablo escribió a los santos de Corinto: "Ahora pues, hermanos, si yo voy a vosotros hablando lenguas, ¿qué os aprovechará, si no os hablare con revelación, o con ciencia, o con profecía, o con doctrina?

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"Ciertamente las cosas inanimadas que producen sonidos, como la flauta o la cítara, si no dieren distinción de voces, ¿cómo se sabrá lo que se toca con la flauta o con la cítara? "Y si la trompeta diere sonido incierto, ¿quién se preparará para la batalla? "Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible, ¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire. "Tantas clases de idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de significado. "Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí. "Así también vosotros; pues que anheláis dones espirituales, procurad abundar en ellos para edificación de la iglesia. "Por lo cual, el que habla en lengua extraña, pida en oración poder interpretarla. "Porque si yo oro en lengua desconocida, mi espíritu ora, pero mi entendimiento queda sin fruto. "¿Qué, pues? Oraré con el espíritu, pero oraré también con el entendimiento; cantaré con el espíritu, pero cantaré también con el entendimiento. "Porque si bendices sólo con el espíritu, el que ocupa lugar de simple oyente, ¿cómo dirá el Amén a tu acción de gracias? $ pues no sabe lo que has dicho. "Porque tú, a la verdad, bien das gracias; pero el otro no es edificado. "Doy gracias a Dios que hablo en lenguas más que todos vosotros; "pero en la Iglesia prefiero hablar cinco palabras con mi entendimiento, para enseñar también a otros, que diez mil palabras en lengua desconocida" 1 3 .

Nuestro problema inmediato no es el de saber precisamente cuándo cesó el don de lenguas en la iglesia primitiva. Este don no existía en la tierra cuando José Smith fue a orar al bosque. El don se manifestó después de la restauración del sacerdocio y ha continuado desde entonces en cierto grado. Es una evidencia del origen divino de la Iglesia y una continuación de la dirección divina. Esta habilidad repentina y temporal de hablar en lenguas a aquéllos con quienes conversamos, se ejemplifica en la Iglesia por la experiencia de José F. Smith, sexto presidente de la Iglesia, que relata: "Creo en los dones del Espíritu Santo a los hombres, pero no quiero el don de lenguas sino cuando lo necesite. En una ocasión necesité el don de lenguas, y el Señor me lo concedió. Me hallaba en un país extranjero, enviado a predicar el Evangelio a un pueblo cuyo idioma yo no podía entender. Entonces busqué sinceramente el don de lenguas, y por este don y por el estudio, a los cien días de desembarcar en las islas pude hablar con la gente en su idioma como ahora


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