La Iglesia Restaurada

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sus hogares cuando los culpables tuvieran su escarmiento. Los llamó por escrito de nuevo al arrepentimiento y les hizo la promesa de la reedificación de Sión en ese lugar. Al juzgar los hechos de la época, no se debe censurar la grandeza o el llamamiento de José Smith como Profeta de Dios por haber comprendido únicamente parte del problema y no la totalidad del mismo en ese funesto invierno Je 1833-34. Después de todo no era masque an ser humano con iguales limitaciones frente i problemas extraños. Si el fracaso posterior Jel restablecimiento de Sión en Independence motivó una nueva causa de rencor en el corazón de algunos miembros en contra del Profeta, para él fue un amargo desengaño. En la correspondencia con el gobernador Dunklin durante los meses de noviembre, diciembre y enero de 1833-34, los santos fueron alentados a intentar la recuperación de sus derechos mediante la organización de una milicia armada. Sin embargo, la chusma del condado de Jackson, también estaba armada y les excedía en número de dos contra uno. Era inútil intentar establecerse de nuevo en sus casas sin ayuda militar adicional, y las cortes eran impotentes para protegerlos. Para remediar esa situación, José Smith organizó en Ohio un grupo de doscientos voluntarios para marchar en auxilio de los hermanos en Misurí, a principios de la primavera de 1834. Este grupo de voluntarios llegó a ser conocido como el Campo de Sión. Los hombres estaban bien armados y tenían suficientes provisiones. Estaban organizados en grupos de diez, cincuenta y cien, cada grupo bajo el mando de sus respectivos oficiales. Los hombres recorrieron mil seiscientos nueve kilómetros, los abastecimientos fueron llevados en carretas; varios oficiales reclutas y exploradores iban a caballo. Fue una admirable marcha de una infantería formada a la ligera, y el orden y premura con que la expedición fue organizada, dan fe

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del genio que el Profeta tenía para organizar y mandar. En las cartas de José Smith enviadas a los hermanos en Misurí, se hace evidente que el Profeta estaba dispuesto a luchar para defender los derechos de los santos, si es que esa necesidad existía a la llegada de sus hombres al lugar. La noticia de su llegada llegó a los antiguos pobladores del condado de Jackson mucho antes de su llegada al lugar, y cuadrillas de hombres armados salieron a su encuentro, para rechazarlos. A medida que el Campo de Sión se acercaba al condado de Jackson, Parley P. Pratt y Orson Hyde fueron enviados al gobernador Dunklin con la petición de que cumpliera las promesas hechas a los santos y que llamara a la milicia para ayudar a cumplir con la restauración de los exiliados a sus hogares. El gobernador, quien previamente había mostrado gran simpatía por los santos y parecía estar listo a defender su causa, se negó a hacerlo. En su carta de negativa expresaba el temor de una guerra civil si se recurría al uso de las armas. En su carta posterior de fecha 18 de julio de 1836, la acusación de que los santos se oponían a la esclavitud parecía ser el argumento principal en su contra. La cuestión de la esclavitud que se cernía con tanto ímpetu sobre el Gobernador, fue sin duda el factor principal que causó que cambiara de opinión en los últimos momentos. Los sentimientos sobre la cuestión de la esclavitud estaban tensos, y una guerra civil no era del todo improbable, como lo demostraron los acontecimientos posteriores. Todo esto a pesar del hecho de que los santos no tenían ningún interés por la esclavitud. Se habían hecho muchos intentos para solucionar pacíficamente las dificultades entre los santos y los antiguos habitantes. Se hicieron muchos ofrecimientos y todos sin ningún resultado favorable. Los santos no estaban en condiciones económicas para comprar todos los terrenos de los habitantes de la región en las condiciones ofrecidas y tampoco dispuestos a vender sus propiedades, por su creencia


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