Libro digital 1ºESO

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Departamento de Tecnología de la Información y la Comunicación Granada College

Travesía entre palabras

Alumno: Clara Isabel Arco Ramos 1º ESO Eiffel Profesor: Juan Pedro Berenguel


QUIEN TIENE IMAGINCIÓN Y NO LA EDUCA ES COMO EL QUE TIENE ALAS Y NO SABE VOLAR. - Juan Pedro Berenguel


INDICE

• Relato de terror: Susurros de perdición • Relato navidad: Las palabras de una castañera • Poema:Olvidada • Díptico y tríptico: Peluchilandia- Semana del árbol • Tabla: Horario escolar • Periódico • Mapas Conceptuales: Historia y licencias • Texto día de Andalucía: Gustavo Adolfo Béquer • Texto de investigación:Sinestesia • Texto colaborativo: El tiempo en tus manos


Susurros de perdición Clara Isabel Arco ramos 1º eiffel

31 octubre 2013 Comenzaré desde el principio por mucho que cueste en esta noche oscura que mucha gente se toma a broma. Los niños van disfrazados por las calles de la ridiculez que primero les viene a la mente y van gritando y corriendo por las calles, hoy día 31 de octubre, oigo sus pasos resonar en las aceras encharcadas, ese sonido que se confunde entre sus risas y voces inocentes. Luego, desde la casa de al lado puedo escuchar sus típicas “historias de miedo” y los gritos y llantos que estas les producen. ¿ Por qué yo estoy en esta sola y triste habitación en la que el silencio se convierte en el pánico? Todo empezó hace aproximadamente tres años. Tres años en los que no he hecho otra cosa mas que atormentarme a mí misma. Recuerdo su risa, su sonrisa, el brillo de sus ojos, el sonido de su voz que me persigue desde entonces... la recuerdo a ella como a una de las mejores personas que he conocido en mi vida pero que no he vuelto a ver desde aquella tarde de octubre. Por aquel entonces cursábamos 6º de primaria y una tarde en la que ella se encontraba muy callada desapareció. Si hubiese sabido que aquella sería la última vez que la vería hubiese pensado en algo mejor que decir en lugar de “hasta el lunes ” Esa noche vi a la policía en la puerta de su casa y a la madre y al padre de Selena, mi mejor amiga, llorar y llorar durante horas, y aún hoy lloran por dentro. Tras varios meses de investigación, la policía abandonó la búsqueda de Selena y no se supo nada más de mi amiga. Cuando me dieron la noticia tuve la sensación de que ningún ser podía sentir tanta tristeza que cargar en el corazón. Al día siguiente comenzó mi larga e inacabable pesadilla:en la pared de mi cuarto había algo escrito en letras rojas: Tu locura será tu perdición, esta frase tu eterna maldición. Escrito con sangre. Los latidos de mi corazón marcaban el compás de mi miedo y del chillido que escucharon dos calles más abajo. ¿Qué maldición? ¿Por qué tiene que pasarme esto a mí? ¿QUE HE HECHO? Susurros resonaban en mi cabeza repitiéndome la frase que leí en la pared escrita con sangre, aún hoy ese susurro me persigue día a día, noche a noche, segundo a segundo, mes a mes, año tras año... Cuando les muestro a los demás esa frase todavía escrita en la pared son incapaces de verla, es imborrable, inolvidable, aterradora, siniestra... Nadie me entiende... Solo yo veo esa frase, solo yo escucho los susurros...



Las palabras de una castañera clara isabel arco ramos 1º eiffel

El fuego de la chimenea está luchando por no extinguirse. Se mantiene encendido e ilumina esta cálida habitación. Las ascuas caen al suelo, el humo se esfuma por la chimenea y sale al exterior donde hace frío y el viento gélido intenta colarse por puertas y ventanas. Mi tacita de chocolate caliente se va vaciando muy lentamente, doy un sorbo y la vuelvo a dejar sobre la mesita de madera. El tictac del reloj, el fuego chispeando, los niños cantando y correteando. Son los sonidos de la Navidad, los sonidos de mi época favorita del año, los sonidos de los más dulces recuerdos del ayer. Cuando yo era niña, todo era muy distinto, nadie deseaba cosas para él, todo se compartía, los juguetes de madera era con lo que uno más se divertía. Revivo esos días de felicidad desde este viejo sillón, y mi corazón se llena de alegría pensando en la dulce Navidad, en esos momentos que nunca se olvidan, en el muñeco de nieve que hacíamos en diciembre... Ahora ella me persigue como el sonido de un tren de vapor que no se detiene, ama al pasado sin ser amada por el futuro, canta con una voz dulce esperando una llamada que nunca llegará, la llamada del olvido; intenta tejer una bufanda tan larga que cubra todos los huecos que en mi corazón quedaron vacíos: la llaman nostalgia. Me he convertido en una vieja y pobre castañera a la que poco a poco los años caen sobre la espalda. Aso mis castañas y las dejo junto a la ventana, al lado un cartelico: “se venden castañas asadas”. En otoño recojo las castañas y las guardo hasta diciembre en un baúl, hecho de madera de roble tallada cuidadosamente. La gente viene y mientras yo les aso castañas me van contando historias. Son las historias más dulces que puedas saborear, las historias más enternecedoras que hasta tu corazón puedan llegar, las más tristes que las lágrimas puedan soportar, las más románticas. Esas son las historias que nunca se olvidan y que aún guardo en mi memoria. Comenzaré contando la primera de ellas. Una vez vino un anciano, un anciano serio, triste y apagado. Andaba agachado, como si en cualquier momento se pudiese desplomar. Sin embargo sus ojos escondían algo especial, algo que nos hace sentir vivos. Un sentimiento capaz de arrancar una sonrisa, por muy pequeña que sea; un sentimiento que te da fuerza, aunque solo sea por un instante. A veces se esfuma enseguida, otras veces se mantiene hospedado en tu corazón de por vida, a este sentimiento lo llaman esperanza. Dicen que es color verde, igual que los ojos de este pobre y señor anciano. Se sentó en una silla junto a la chimenea mientras yo sacaba unas castañas del baúl. —Un cucurucho grande para mí y otro pequeño para mi mujer —pidió el hombre. Yo preparé los dos cucuruchos, uno grande y otro pequeño, tal y como me dijo él. —Ya la ha oído, prefiere que no estén muy tostadas, puede usted sacarlas ya del fuego, si le parece —me dijo un rato después. Quedé un poco sorprendida pero no dije nada y saqué las castañas del fuego metiéndolas posteriormente en el cucurucho de papel pequeño. Se las entregué. — ¿Qué te parece si nos las tomamos en el parque? —preguntó el anciano. — ¿Perdone? ¿Decía algo? —contesté asombrada—. ¿En el parque? —Sí, Mariola y yo iremos a disfrutar de sus estupendas castañas en el parque.


Dicho esto, el hombre se despidió y salió por la puerta. Me fijé en que una vez en la calle continuaba hablando solo y miraba a ninguna parte. Entonces recordé lo que había escuchado acerca de un señor al que llamaban Joan: Joan perdió a su mujer hacía treinta años al incendiarse el restaurante en el que ella trabajaba como camarera. Lo peor de todo fue que esto sucedió justo unas semanas antes de la boda, la boda que nunca se celebró. Era la boda de Joan y la Mariola. El le enviaba cartas y versos de amor, y ella desde el bar le respondía. A menudo, en lugar de estar sirviendo bebidas y demás, se la veía pegada a un papel, un sobre, una pluma y el tintero. Una historia de amor entre un soldado y una camarera no podía acabar así, de aquella manera. ES un final demasiado triste. Sin embargo, el pasado es irremediable y las últimas cartas de amor que él le enviaba jamás fueron leídas por su amada. Pero hay algo que ese anciano me enseñó: nada se pierde para siempre si en tu memoria y en tu corazón lo retienes. No obstante, el viejo anciano quedó atrapado, atrapado en los recuerdos, atrapado en una red indestructible: el pasado. La vida es como un espejo, si la miras sonriendo te sonreirá. Es la frase que me repetía mi abuela cada vez que yo estaba triste cuando era niña. La abuela era la persona a la que yo más quería en el mundo, pero aprendí que todo en la vida llega a su fin, nada es eterno. La pérdida de mi abuela fue para mí como si de repente cada rincón de la ciudad se derrumbase ante mis pies y yo no pudiese hacer nada para evitarlo. Pero aprendí a sonreír al espejo de la vida y los años siguieron pasando. Son lecciones que se aprenden con el paso de los años. ¡Lección la que me dio aquel muchacho! Ocurrió una tarde de noviembre. Me tejía yo una rebeca de lana cuando de repente, alguien llamó a la puerta. Daba puntapiés y la voz de un muchacho gritaba socorro. Me alarmé bastante y me dirigí hasta la puerta lo más rápido que pude, percibí su llanto desde el otro lado y sin pensármelo dos veces abrí la puerta al chiquillo.Asustado, despeinado y llorando llegó a mi casa Daniel. —Por favor, por favor, señora, necesito esconderme, se lo ruego por favor —dijo el muchacho nada más cruzar la puerta. — ¿Qué sucede? Tranquilízate muchacho —respondí tan dulcemente como supe. Aquel niño me daba lástima. Sus ojos parecían un pozo sin fondo lleno de tristeza. Su cabello rubio despeinado y sus ropas descoloridas hacían que su aspecto fuese aún más desolador. Llevaba un colgante de plata en el cuello, era lo único de valor material que pude observar en él. Lo miré de arriba a abajo. Estaba descalzo y tiritando. Volví a mirarle a los ojos llenos de lágrimas y luego lo llevé hasta la alacena, a toda prisa. Una vez el muchacho estuvo dentro escuché la voz grave de un hombre que amenazaba al chico. Se encontraba al otro lado de la puerta, en la calle. — ¿Dónde está? —¿Qui...qui..quien? ¿El.. el muchacho? El... el se ha ido corriendo en... esa dirección... — ¡Aparta vieja!—me dijo dándome un empujón—. ¡Cuando vuelvas a casa las pagarás muy caro bastardo! Dicho esto el hombre se fue por donde había venido. Una vez se hubo alejado, Daniel salió de su escondite. Estaba muy callado pero ya no lloraba, le pregunté por ese hombre, mientras preparaba una sopa caliente. Contestó que era su padrastro. Le obligaba a recorrer las calles haciendo de limpiabotas. Cuando no conseguía dinero suficiente su padre le pegaba. A decir verdad era un muchacho muy avispado, y estoy segura de que podría haber llegado lejos si su final no se hubiese aparecido tan pronto como lo hizo. Le invité a pasar la noche en mi casa y aunque a la mañana siguiente le dije que podía volver cuando quisiese nunca regresó.


Al día siguiente fui a recoger castañas al campo. El viento iba arrancando las hojas de los árboles y los pájaros sobrevolaban el pueblo emitiendo graznidos fuertes que retumbaban en el bosque de castaños. De pronto vi en el suelo el colgante de Daniel, ese de plata que tenía colgado cuando llegó a mi casa. Aquel hallazgo fue para mí algo muy potente. Tan potente que noté como si mi corazón resonara al igual que un tambor, comenzó a llover repentinamente como si la naturaleza hubiese comenzado a llorar amargamente. El colgante de plata permanecía en mis manos temblorosas. Dejé escapar unas lágrimas que cayeron lentamente sobre él, como si el tiempo se detuviese por un momento. Cavé un hoyo en la tierra, y deposité el colgante de Daniel ahí. Luego, a la vez que los truenos y los rayos acechaban en el cielo, aguardando el momento oportuno para estallar, cubrí el hoyo con tierra y así acabé de enterrar una sonrisa, un sueño, una paloma con ganas de volar, una escopeta incapaz de disparar, un suspiro, una ilusión, una esperanza, una infancia perdida. Dicen algunos que el destino está escrito pero ¿realmente crees en ello? Si el destino estuviera escrito, ¿qué sentido tendría la vida? Si verdaderamente fuese cierto que las cosas suceden por si solas, ¿por qué no nos quedamos sentados y esperamos a que lleguen? El fuego se ha consumido, tengo que encender la lumbre de nuevo. Si la dejo apagada no puedo esperar que alguien llegue y la encienda. A partir de ese día, decidí que aunque aparentemente sea una vieja castañera, mi corazón será el cambio que quiero ver en el mundo. Así que señores, encendamos la lumbre en el mundo para que las personas sean capaces de ver. Yo lo llamo actuar. Iluminar el camino a la gente es lo que hacían los faroleros. Los faroleros vienen cada noche a encender faroles, como su propio nombre indica. Esta es la historia de uno de ellos. Un mísero y pobre farolero. Su nombre era Jorge. Jorge estaba siempre donde nadie estaba. Pensaba en rosas, unas rosas hermosas, rojas y majestuosas. Unas rosas preciosas para la niña de sus ojos: Magdalena. Ella era la niña más linda del pueblo. Ojos azules como el mar, cabellos dorados como el oro... Parecía la chica perfecta pero había algo que le faltaba. Le faltaba una sonrisa en ese rostro triste y apagado, en esos ojos claros. Le faltaba la felicidad. Los muchachos se acercaban a su ventana por la noche y le recitaban poemas, tratando de conquistarla sin éxito alguno. Venían toda clase de jóvenes a pedir su mano, pero uno tras otro eran rechazados. Al contrario de lo que los jóvenes esperaban, al escuchar sus canciones y sus poemas, Magdalena lloraba amargamente y solo dejaba de llorar cuando venía Jorge, el joven y soñador farolero. Desde mi ventana contemplé aquella maravillosa escena. Jorge encendía el farol con ayuda de un palo largo y Magdalena lo observaba desde detrás del cristal. Lo miraba fijamente pero sin sonreír, su rostro permanecía triste, igual que una piedra fría. Ojos inexpresivos. Jorge lo notó y le devolvió la mirada con los suyos, oscuros. Entonces, inesperadamente, Jorge sacó algo de su alforja de cuero. No era una rosa, ni un poema de amor, ni una carta, ni una canción... era... era... lo que a Magdalena le hacía falta. Jorge en realidad no tenía nada entre sus manos, o al menos eso parecía. Besó su mano izquierda y la extendió, sopló y dejó que su contenido volase hasta la ventana. De pronto, un rastro luminoso y brillante se dirigió hacia la chica y la envolvió, un torbellino de luz la atrapó y por fin la muchacha sonrió. Bajó corriendo y descalza hasta dicho farol, donde Jorge con los brazos abiertos la recibió. Se dieron la mano y luego se miraron fijamente y, sin apenas


conocerse se fundieron en un beso. Un beso mágico y rápido pero que cambió para siempre la vida de ambos y así, bien cogidos de la mano huyeron a un lugar muy muy lejano y se perdieron eternamente. Se perdieron eternamente, eso he dicho. Se perdieron en el amor, algo tan enorme y con tanta extensión del que el más sabio enamorado con un mapa en mano, sería incapaz salir. A menudo ese mundo es olvidado, olvidado como una sonrisa, un sueño, una paloma con ganas de volar, una escopeta incapaz de disparar, un suspiro, una ilusión, una esperanza. Aquella fuerza misteriosa que nos impulsa a hacer cosas sin motivo aparente, el motor de nuestras vidas, la llama de nuestra antorcha que enciende el farol, el fulgor de las estrellas que iluminan el camino, los latidos del corazón, la razón del vivir, la existencia: lo llaman amor... El amor es como el fuego, intentamos mantenerlo vivo y cuando se apaga encenderlo. Cuando se extingue hemos de revivirlo para que nos de calor. Pero en el mundo, hay gente que no conoce este sentimiento. Este sentimiento que nos ilumina en esta oscura realidad, en este mundo gris, lugar injusto en el que no todo el mundo parece tener derecho a sonreír. Mañana aún recordarás mi historia, la de la castañera, esa que ahora resuena en tu cabeza, esa que crees que llegó a tu corazón y que te cambiará por unos días. Pasado mañana, un eco de mi voz te perseguirá a lo largo que la semana. Pero cuando pase un mes, habrás olvidado de nuevo a gente como Joan, a niños como Daniel y por supuesto ya no te acordarás del farolero, quién hizo sonreír a alguien por primera vez. Solo quiero hacerte pensar, aunque solo sea por un momento; quiero que al leer esta historia te pares a pensar y a reflexionar en las realidades buenas y malas del mundo; quiero que cuando leas esta frase, aunque solo sea por un instante, pienses en cambiar; quiero que la voz de esta anciana sea escuchada. Quiero que la gente se detenga y cierre los ojos de vez en cuando, que visualice en su mente unas castañas calentitas en la lumbre, unos ojos verdes esperanza, un colgante de plata enterrado en el bosque, un farol encendido en la calle... Con esto lo he dicho todo. Escribo para palpar mi mensaje en un papel y si alguien llega a leer esto alguna vez, quiero hacerle saber que este es mi mensaje. Inmortalizo mis pensamientos en esta hoja para que llegue su día y alguien se pare a leer: Detente a pensar, siéntate en tu sillón y deja el tiempo volar, imagina miles de historia, hazlas a otros llegar. Como hizo una vez una pobre y anciana castañera en una tarde de diciembre.


Olvidada clara isabel arco ramos 1º eiffel

Ahí lleva años sentada, envejeciendo sin que nadie la busque. En la misma butaca de siempre. Permanece dormida. Duerme, duerme profundamente. Hace ya tiempo, su corazón no late. Su alma dejó de sentir. Y su rostro frío, frío y pálido refleja su pasado. Pasado olvidado, inexistente. Sin vida, inerte, secó y arrugado. Murió sin exhalar su último aliento, y su alma aún flotando permanece. Dejó este mundo lenta y dolorosamente. Nadie oyó su grito, Nadie supo despertarla. Despertarla de su sueño, su sueño profundo. Y así desaparece una idea. Y así muere un pensamiento; al que nadie escuchó, por el que nadie luchó. Sola en una butaca, Ignorada y vieja, murió esta idea desechada, pobre, absurda y olvidada. Temblando en su butaca, tiritando de frío, sedienta de vida, con su rostro pálido y frío; con su pasado que no existe, con su corazón que no late, y con su alma que ya no siente. Quiso salir y no pudo,

Intentó correr y cayó, Echó a volar y no supo Empezó a nadar pero se ahogó. ¿Qué pasó desde que esa idea nació? ¿Por qué hemos dejado de volar? Ya no soñamos, ya no volamos. Dejamos morir las ideas, y solo el universo sabrá, adónde ellas irán. Y con un suave suspiro dejó este mundo. Y me pregunto adónde irá. Aquella idea que maté una vez y que no ha vuelto jamás en mi mente a florecer. Tal vez siga en su butaca, sentada y esperándome. Pero busco y ya no está. A esa idea yo maté. ¿Será que se fue, en busca de otro dueño? Un dueño que la pueda despertar; que la deje salir, que la deje correr, volar y nadar. Y sola en una butaca, Ignorada y vieja, murió esta idea desechada, pobre, absurda y olvidada, y aún espera el día en que alguien vaya a buscarla... Iré en su busca, pero no espero encontrarla.



DĂ­ptico clara isabel arco ramos 1Âş eiffel


TrĂ­ptico clara isabel arco ramos 1Âş eiffel


Horario escolar clara isabel arco ramos 1ยบ eiffel


Periódico Clara Isabel Arco ramos 1º eiffel Edición única y gratuita

Arco Ramos Clara Isabel 1º ESO EIFFEL

Un niño se fuga de casa para evitar que sus padres descubran sus malas notas La presión que ejercen los padres sobre sus hijos a causa de las malas notas puede afectar a la estabilidad del ambiente familiar: discusiones, castigos, caras largas, pérdida de comunicación y confianza... Aunque la mayoría de veces este tipo de conflicto se resuelve con la expresión "lo que pase en casa, se queda en casa", el pasado viernes sucedió algo tan sorprendente e inesperado que era inevitable frenar su trascendencia pública. Un joven ovetense de doce años decidió erigirse en protagonista tras su desaparición durante un día y medio en la capital asturiana. La causa de esta disparatada imprudencia: ¡el miedo a enseñarle las notas a sus progenitores!

cuando aún no habían tenido noticia de su paradero, empezaron a preocuparse y decidieron colgar carteles por todo el vecindario. Dieron vueltas, buscaron, llamaron a las casas de sus amigos y todo, sin obtener la más mínima información, por lo que avisaron a la policía, según ha relatado el diario La Nueva España. Sin embargo, la agonía duró hasta el día siguiente, después de que algunas personas ofrecieran pistas sobre el lugar en el que se encontraba el chico. Una niña contó que lo había visto y que no llevaba

La presión que ejercen los padres sobre sus hijos a causa

zapatos "porque se le habían roto". “Pero está bien”,

de las malas notas puede afectar a la estabilidad del

declaraba.

ambiente familiar: discusiones, castigos, caras largas, pérdida de comunicación y confianza... Aunque la mayoría de veces este tipo de conflicto se resuelve con la expresión "lo que pase en casa, se queda en casa", el pasado viernes sucedió algo tan sorprendente e inesperado que era inevitable frenar su trascendencia pública.

Uno de los amigos del joven explicó que le había pedido dormir en su casa (su madre no lo permitió, ni tampoco hizo nada ante una petición tan rara a última hora de la noche). Finalmente, en la tarde del sábado unos vecinos reconocieron al muchacho de los carteles en un parque, descalzo y con las rodillas magulladas por

El joven analizó muy bien y con precisión el momento en

una caída. La policía lo encontró sano y salvo poco

el que perpetrar su acción y abandonó la casa de sus

después, poniendo el broche a una historia con final

padres sin avisar a nadie. De esta manera, aprovechó que

feliz.

su madre se encontraba descansando, que su hermana jugaba y que su padre disfrutaba de su almuerzo para iniciar su arriesgada aventura.

El joven reconoció haber pasado la noche en un portal. Al menos hasta donde cuenta el artículo, aún los padres no han visto las notas, motivo principal de su escapada, ya

Según sus más allegados, no era habitual que se marchase

que se

sin pedir permiso, por lo que a lo largo de la tarde y

calificaciones.

esperaba

un

castigo

por

las

malas


Un poco de historia clara isabel arco ramos 1ยบ eiffel


Licencias de software clara isabel arco ramos 1ยบ eiffel


Gustavo Adolfo Béquer clara isabel arco ramos 1º eiffel (Gustavo Adolfo Domínguez Bastida; Sevilla, 1836-Madrid, 1870) Poeta español. Hijo y hermano de pintores, quedó huérfano a los diez años y vivió su infancia y su adolescencia en Sevilla, donde estudió humanidades y pintura. Béquer es en mi opinión uno de los más grandes poetas que han surgido de Andalucía jutno con García Lorca y otros. Sus leyendas y mitos nos entretienen y sorprenden. En 1854 se trasladó a Madrid, con la intención de hacer carrera literaria. Sin embargo, el éxito no le sonrió; su ambicioso proyecto de escribir una Historia de los templos de España fue un fracaso, y sólo consiguió publicar un tomo, años más tarde. Para poder vivir hubo de dedicarse al periodismo y hacer adaptaciones de obras de teatro extranjero, principalmente del francés, en colaboración con su amigo Luis García Luna, adoptando ambos el seudónimo de «Adolfo García». Durante una estancia en Sevilla en 1858, estuvo nueve meses en cama a causa de una enfermedad; probablemente se trataba de tuberculosis, aunque algunos biográfos se creen que fue la sífilis. Durante su enfermedad, en la que fue cuidado por su hermano Valeriano, publicó su primera leyenda,El caudillo de las manos rojas, y conoció a Julia Espín, según ciertos críticos la musa de algunas de sus Rimas, aunque durante mucho tiempo se creyó erróneamente que se trataba de Elisa Guillén, que había inspirado las composiciones más amargas del poeta. Se casó pero el matrimonio nunca fue feliz, y el poeta se refugió en su trabajo o en la compañía de su hermano Valeriano en las escapadas de éste a Toledo para pintar. Económicamente las cosas mejoraron para el poeta a partir de 1866, en que obtuvo el empleo de censor oficial de novelas, lo cual le permitió dejar sus crónicas periodísticas y concentrarse en sus Leyendasy sus Rimas, publicadas en parte en El museo universal. Pero con la revolución de 1868, el poeta perdió su trabajo, y su esposa lo abandonó ese mismo año. Se trasladó entonces a Toledo con su hermano Valeriano, y allí acabó de reconstruir el manuscrito de las Rimas, cuyo primer original había desaparecido cuando su casa fue saqueada durante la revolución septembrina. De nuevo en Madrid, fue nombrado director de la revista La Ilustración de Madrid, en la que también trabajó su hermano como dibujante. El fallecimiento de éste, en septiembre de 1870, deprimió al poeta, quien, presintiendo su propia muerte, entregó a su amigo Narciso Campillo sus originales para que se hiciese cargo de ellos tras su óbito, que ocurriría tres meses después.



TEXTO INVESTIGACIÓN clara isabel arco ramos 1º eiffel

Sinestesia Una mezcla de sentidos La sinestesia es un fenómeno que afecta a los sentidos. Las personas que son afectadas por la sinestesia tal vez ni lo sepan, en total solo un 4% de la población es sinestésica. En cierto modo todos somos un poco sinestésicos, ya que a veces nuestros sentidos se pueden ver alterados. Los sinestésicos experimentan una “mezcla” en sus sentidos, de forma que pueden, por ejemplo, ver sonidos u oler colores, esto no lo hacen de forma aleatoria y suelen estar asociados dos o más sentidos. En algunos casos los efectos son espectaculares, hay personas que ven colores al oír determinados sonidos, otros saborean involuntariamente los colores, los hay que son capaces de ver formas geométricas de modo involuntario, e incluso algunos pueden jugar con el espacio viendo filas de números interminables que les ayudan a realizar proezas matemáticas… ¡se conocen 60 tipos de sinestesia distintos! La sinestesia se debe a un exceso de conexiones neuronales. Esto podría ser fruto de un error en la poda neuronal, que se da cuando los niños son muy pequeños, cuando su cerebro es como una roca por comenzar a esculpir. Lo más común entre los sinestésicos es poder ver las palabras de distintos colores, las letras, los números, las palabras escritas... independientemente del color en el que la palabra esté impresa. Por ejemplo la palabra “teléfono” está escrita en color azul pero una persona que padece sinestesia la percibe siempre de un mismo color, el amarillo. “Teléfono”. La letra “a” será siempre para ellos de color rojo. “A”. Esto le sucedía por ejemplo al novelista Vladimir Nabokov, que protestaba de pequeño porque los colores de su alfabeto de madera no correspondían con lo que él percibía. Existe también otro caso muy frecuente. Es el de ver colores, formas cuando escucha determinados sonidos (sinestesia musical). Podemos decir que su cerebro es similar al reproductor de Windows. Esto le ocurría al compositor y director Frank Liszt que pedía a los músicos que tocasen un poco más azul o no tan rosa. Esto le sucedía porque a un sonido más agudo escuchaba por ejemplo, un color más claro... algo que los músicos no lograron entender, lógicamente. Hay otros tipos de sinestesia menos frecuentes, como los provocados por el sabor (4%), el olor (4%), el dolor, el tacto o incluso las personas (3%) Sí, las personas por sí mismas pueden ser un estímulo para los sinestésicos que las perciben de algún color o tono en particular. Al parecer, de ahí viene la leyenda esotérica de que las personas poseen “auras” que sólo los más afortunados pueden percibir. De hecho es muy probable que algunos sinestésicos fueran acusados de brujería en la antigüedad por asegurar que percibían el aura de la gente.


Aunque puede parecer molesto saborear alimentos, mientras por ejemplo, sale un anuncio en la televisión de unas alubias verdes; la mayoría de las personas con Sinestesia están contentos con su condición. Imagina lo agradable que debe de ser ir a un concierto y poder además de escuchar la música saborearla, sentirla, olerla... “Cuando oigo música, veo pequeños círculos o barras de luz verticales que se hacen más blancas o más brillantes, o más plateadas, en las notas más altas y adquieren un delicioso marrón intenso en las más bajas”.No es nada extraño descubrir que padecemos Sinestesia por casualidad, la mayoría de los sinestésicos no se dan cuanta de que perciben el mundo de una manera distinta a los demás hasta que un día por casualidad se dan cuenta. La Sinestesia se puede experimentar también consumiendo drogas como el LSD o la mescalina o incluso mediante hipnosis, esto lógicamente no es nada recomendable. Estos son algunos ejemplos de cómo algunas personas descubrieron que eran diferentes al resto: Patrick Ehlen, sinestésico, que recuerda cómo en su primer curso en el colegio el maestro le vio con la mirada perdida y le preguntó qué observaba. “Estoy contando los colores hasta el viernes”, contestó. Sus compañeros se rieron tanto que Ehlen mantuvo el asunto en secreto hasta que fue adulto. Otro caso es el de Ruben Díaz. Rubén Díaz tampoco se había dado cuenta hasta que un miembro del equipo del profesor Gómez le ‘desenmascaró’ en una conversación casual. Su caso, como el de la mayoría, es el de una mente que combina varios tipos diferentes de sinestesia. Rubén, además, es daltónico, una condición especialmente extraña entre los sinestésicos. En resumen, la Sinestesia es una forma muy especial de percibir el mundo que nos rodea, mezclando sonidos con sabores, colores con texturas... las personas con este síntoma son distintas, no por eso decimos que tengan un problema metal ni nada por el estilo; todo lo contrario. Consideran a las personas sinestésicas unos fenómenos con capacidades muy especiales. Cabe recordar que muchos genios ilustres son diferentes a los demás, algunos compositores, novelistas saben apreciar cada detalle que existe en la naturaleza, saben explotar sus capacidades artísiticas y creativas. Por eso muchos son recordados: por ser o pensar distinto.


EL TIEMPO EN TUS MANOS 1ºESO Eiffel La tormenta arreciaba con gran intensidad. Una pequeña embarcación en el centro del lago, iba de un lado a otro como si de un barquito de papel se tratara. Un hombre gritaba alzando el puño al cielo cubierto de nubes negras que descargaban agua sin cesar. A pequeños intervalos, los nubarrones se abrían y proyectaban relámpagos de tal intensidad que parecía que iba a amanecer. El hombre no luchaba, no remaba, no hacía nada por salir de ese infierno. Es más, parecía que retara al mismo Dios, permaneciendo bajo la temible galerna. De pronto un rayo atravesó el espacio entre el lago y el cielo. Nada pudo hacer. El barco quedó partido en dos y el hombre fue arrojado lejos de la embarcación. La tempestad no tuvo piedad ante él y lanzó el último grito de furia antes de desaparecer en esa batalla entre el viento y las olas. -Acabaréis todos en el infierno -gritó. Capítulo I. El banquero María corrió a abrirle la puerta a su marido, que volvía del trabajo. -Menuda la que está cayendo ahí fuera -dijo Saúl cediéndole el abrigo empapado a su mujer¿Terminará algún día esta maldita tormenta? Llevamos así ya una semana y media -No pierdas la calma, cariño. Es simplemente una borrasca invernal. Pronto llegará la primavera y todo volverá a ser como lo es siempre. -¿Tú has visto como está el lago? ¿Qué clase de maldición es ésta? ¿Dónde están esos días soleados de los que todos disfrutamos? Ojalá termine ya esta maldita tempestad. Ha anegado campos, ha arrancado árboles e inundado viviendas. Esto es un desastre. -Apartando el tema del temporal, ¿qué tal ha ido el día? ¿Alguna novedad? -Justamente esta tarde, pasadas las 16.00h llegó un hombre mayor muy enfurecido al banco. “¡Devolvedme lo que me quitasteis! ¡Vosotros sois los ladrones!” gritaba. Menudo loco. ¿Por qué no pide limosna por las calles y nos deja a los banqueros en paz? La culpa no puede ser siempre nuestra. Parece que el banco le había embargado su vivienda. Nada extraño en los tiempos que corren. Pero de ahí a ladrones … ¡NO! Poco a poco, mientras explicaba este hecho, Saúl se fue enfureciendo. La esposa estaba un tanto perpleja cuando su marido decidió subir las escaleras para cerrar con un portazo ensordecedor la entrada de su dormitorio. María fue hacia el salón, y sentada junto a la chimenea sus pensamientos se cruzaban con lo gritos y risas de sus tres hijos. Aun así, nada le apartó de las dudas que le llegaban, una tras otra, y no le dejaban despejar su mente. ¿Qué le habrían quitado para entrar así en un establecimiento solvente y serio como el banco de su marido?


Durante los siguientes días los mismos pensamientos siguieron inquietando a María, mientras realizaba sus tareas cotidianas. Su vida era una mezcla de rutina monótona salpicada con sesiones de Pilates en el gimnasio de moda. No había mucha emoción en lo que hacía, pero era su vida. Así que un hecho tan irrelevante como la de un loco pidiendo “lo que es suyo” suponía una pequeña inyección de emoción a su día a día. ¿Quién sería ese hombre tan extraño? Capítulo II. Tras las bolas de oro Mientras desayunaba un gran vaso de café con leche, María ojeaba en su tablet, el periódico digital “EL IDEAL”. Le gustaba levantarse antes que nadie para tener esos momentos de total y absoluta intimidad: Desayunar sola, lectura en silencio y ver amanecer desde la ventana de la cocina con vistas al Veleta. Pero esa mañana marcaría un antes y un después. En primera plana aparecía un individuo que durante la noche anterior había intentado sabotear la figura ecuestre que yacía encima del reloj de la puerta del ayuntamiento.

El artículo hablaba de un hombre que pedía a gritos que le devolvieran lo que le habían sustraído injustamente. En la foto señalaba al reloj y la escultura. Nuevamente el destino, ponía ante ella la pregunta que venía acompañándola desde hacía días. Llevaba sin parar de llover desde hacía tres semanas, y las pérdidas en el campo eran millonarias. El cielo gris, el Sol desaparecido y el agua omnipresente convirtieron aquellos días en un suplicio. Saúl no solía retrasarse en su cita con el café y pronto acompañó a su esposa. María estaba pensativa. -Buenos días. ¿Qué tal has dormido? -preguntó María sin apartar la mirada de la ventana-. -Pues la verdad es que muy bien. -replicó Saúl con un gran bostezo-Mira esta noticia del periódico matutino. Hubo un tenso silencio. -Otra vez este loco -murmuró hacia sus adentros-. Me acabo de levantar y ya lo tengo otra vez delante de mis narices. -¿Me vas a contar algo que no sepa? -sugirió María. -Ese hombre no está bien de la cabeza, dice que quiere recuperar lo que se le arrebató pero el problema es que no sabemos muy bien lo que quiere. Es algo que se encuentra en la figura ecuestre que corona el Ayuntamiento de Granada, pero se negó a decirnos qué es. Ojalá ese viejo olvide de una vez esas tonterías que tiene metidas en la cabeza. La estatua nunca le perteneció. Desearía quedesapareciera de una vez por todas y nos dejase en paz. Desde hace unos días, entre la lluvia que no para y ese hombre, creo que me voy a volver loco. ¡Que se muera! Otro día lluvioso empezaba en la vida del banquero, mientras su esposa se encogía de hombros ante tanto desprecio gratuito hacia un señor que no conocía de nada. Saúl siempre fue altivo y distante. Su puesto de director general de la institución le distanciaba más aún de sus empleados y de sus clientes. Era un tipo bastante sombrío, y la única luz de su vida se la regalaban su mujer y sus tres pequeños hijos todos los días.


Mientras el banquero se apresuraba con su deportivo por la autovía de Granada, en la otra punta de la ciudad, un niño acompañaba a su abuelo a los pies de la cama, en el hospital Ruiz Alda. Ingresó esa misma noche, y las enfermeras del turno de mañana pronto identificaron al paciente, al que la prensa bautizó como “el hombre loco” del Ayuntamiento. La esposa se afanaba por explicarle a la enfermera lo que la policía le había contado durante la noche: -Mi marido estaba preocupado, decía que si seguía lloviendo perdería lo que había estado buscando toda una vida y lo que ahora le había quitado el banco. Creo que se refería a las tres bolas de oro que hay sobre el caballo, temía que se las llevase la lluvia. Guardaba las bolas bajo llave, en un cofre negro. Hace unos años se las quitaron. Decía que iba a ir a buscarlas y que volvería. Pero no lo hizo. Ni recuperó las bolas de oro, ni volvió. Han transcurrido 3 años desde que nos abandonó. Lo buscamos por todas partes y la Guardia Civil lo incluyó en su lista de desaparecidos. -Lo siento, pero me temo que su marido no va a recuperar la memoria de momento. La descarga eléctrica ha sido terrible y sería un milagro que siquiera despertara. Aún así, si lo hiciera tenga paciencia y no mencione la estatua ecuestre del Ayuntamiento -respondió la enfermera con pesar-. Salió de la sala y el pequeño Daniel se quedó frente a su abuela. Unas tímidas lágrimas asomaron por la mejilla de la pobre anciana, que se quedó un rato sentada mientras pensaba en las pocas posibilidades que había de que su marido sobreviviera.

Capítulo III. Promesas Los Léon-Robles eran una familia orgullosa. Afincados en Granada desde hacía 4 generaciones, destacaron por sus obras de ingeniería. Construyeron puentes, abrieron caminos y carreteras para comunicar la capital andaluza con sus vecinas Málaga, Córdoba y Jaén. Poseían una gran fortuna que menguó tras la Guerra Civil española. La postguerra fue dura, muy dura y les arrebató casi todo lo que tenían. Su mentalidad abierta y pacifista les impedió tomar parte por ninguno de los bandos que se disputaban España. Todo tiene un precio. Daniel León-Robles fue el único superviviente de una familia venida a menos. El único heredero de la fortuna y de la desgracia de la familia fue él. Se casó y tuvo un único hijo, que también se llamó como él, siguiendo la tradición familiar. Junto a su padre reconstruyeron la finca a las afueras de la ciudad, junto al río Darro. Parecía que todo empezaba a encarrilarse en la vida del viejo cuando nació su nieto, el pequeño Dani. Nadie creía lo que pasó en el verano de 2005 cuando un vehículo invadió el carril en el instante que los padres del niño volvían de supervisar las obras del puente de Motril, una gigantesca obra que uniría Granada capital con Motril y el mar. La tutela recayó en los únicos familiares que podían ejercerla: sus abuelos.


******* La noche transcurría sin que el anciano diera señales de mejora. La máquina que marcaba el pulso y los niveles de oxígeno ofrecía un monótono sonido intermitente. Era como un latido cansino y molesto que no daba tregua a Daniel y a su abuela. Nadie más en la habitación, ni padres, ni hermanos, ni amigos, sólo el quejoso latido mecánico del aparato. Un pitido continuo despertó al nieto, al que se le truncó la cara al darse cuenta de que su abuelo había muerto en ese mismo momento. De un empujón apartó a la enfermera y agarró la mano de su abuelo. La esposa lloraba desconsolada mientras preguntaba sin respuesta: -¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te fuiste? ¿Por qué? Él quería mucho a su abuelo, y no solo porque era poca parte de la familia que le quedaba, sino porque estaban muy unidos. Su abuelo le cuidaba, jugaba con él, lo acompañaba al colegio… Daniel se puso a recordar todos los momentos buenos que había compartido con él y llorando prometió que se vengaría del banco y que recuperaría las bolas de oro. Volvió a su casa se tumbó en su cama y se puso a pensar. El peso que la pena debida a la muerte de su abuelo hizo que Daniel no se recomponiese hasta pasadas unas tres semanas en las que refragó en los estudios y dejó de trabajar. Todo esto era debido a que ya no sentía esa motivación que le transmitía su abuelo ya que su abuela no le podía consolar porque tenía una determinada edad que no le permitía realizar más actividades con Daniel. A pesar de todo esto Daniel lo superó sin llegar de olvidar del todo a su abuelo y comenzó a centrarse en investigar el caso de las bolas. Lo que le llevó a buscar en lugar donde las guardaba el cofre negro. Pasó mucho tiempo desde que no utilizaban ese viejo cofre y lógicamente lo encontró lleno de polvo. Lo abrió despacio y encontró en su interior unos planos de construcción. Les echó un vistazo y pudo distinguir que estaban construyendo un puente a unos 35m de profundidad justo donde ahora se sitúa el pantano en el que murió su abuelo. No solo encontró esos bancos sino que también encontró un recibo del banco que correspondía con un préstamo realizado para financiar esa excavación. Preguntó a su abuela si eso tenía que ver en algo con la retirada del banco de las bolas de oro. Ella no sabía que decir. Cogió sus gafas y miró más de cerca el recibo y leyó un apartado que ponía: devolución más intereses pendiente. Su abuela ya tenía una teoría. Pensó que en esa excavación financiada por un préstamo del banco todavía pendiente se encontraron las bolas de oro y que por no devolver el dinero al banco más los intereses debido a los malos tiempos tras la guerra civil se retiraron las bolas de oro que más tarde las compraría el ayuntamiento. Esa teoría hacía que todo fuese más facil pero no sabían con certeza si era verdadera. Pensaron que el banco podría aclararles la duda. Fue entonces cuando conocieron a Saúl. Y él con desgana miró los informes del 2001 en los apellidos León Robles. y les confirmó que el bancó realizó un préstamo a la familia León Robles y todabía no se a debuelto y que es motivo de retirada de las bolas que hoy en día pertenecen al ayuntamiento. Esto les dejó las cosas más claras pero todabía no sabían qué tenían de especial esas bolas, y como iban a recuperarlas. Daniel no era un niño tonto y se dió cuenta de que las dos partes de su familia (paterna y materna) competían por la obtención de las bolas de oro aunque era un tanto extraño para él y


para su abuela porque no sabían el motivo por el que competían por las preciadas bolas, pero su amor por su abuelo le obligaba a luchar por lo que le pertenecía. Más tarde Daniel quiso saber mucho más y decidió llamar a María para que se lo explicara y descubrió el motivo por el que Saúl se alegró cuando recibió y transmitió a María la noticia del rayo. María le dijo que su abuelo había escrito en su testamento que heredaría las dos bolas de oro el padre de Dani pero murió en un accidente de coche y se cree que el conductor de ese coche provocó el accidente intencionadamente. Aunque la foto de el “ asesinato” no fuese muy nítida se podían distinguir unos rasgos físicos que la policía investigó y coincidían con los de Saúl y, más tarde, se descubrió que su padre y Saúl se conocían de antes y, su relación no era muy buena que digamos. Pero a Daniel no le quedaba claro por qué querría matar Saúl a su padre y si lo hizo por qué a su madre también. Quiso investigar más y mediante la información que habían puesto en internet otras personas que tenían su cuenta en ese banco averiguó que Saúl era uno de los trabajadores más privilegiados del banco precisamente por su gran habilidad de engañar y timar a la gente. ¿Y por qué no lo despedían se preguntó Dani?. Se enteró de que el banco tenía secretos muy oscuros que él conocía y si le despedían él amenazaba con hacerlos públicos. Nada de esto le resultaba a Daniel lógico como para enlazar el robo de las bolas de oro o el “asesinato” de sus padres o por qué su abuelo le tenía tanto aprecio a esas bolas de oro. Pero él consiguió comparar el hecho de que el banco le arrebatase esas bolas de oro que Saúl trabajase en el banco. También pensó que si la herencia de las bolas de oro le correspondía a sus padres, Saúl podría habérselos quitado del medio para facilitar su robo mediante el banco y cuando sus padres ya no estaban eliminó a su abuelo para evitar que reescriba el testamento. Daniel tenía la cabeza hecha un lío y se le pasaban miles y miles de pensamientos por la cabeza, pero no sabía cual era el más adecuado para la respuesta correcta del porque luchaba su familia por conseguir las bolas de oro...Tantas ideas tenía en la cabeza que decidió irse con su abuela Emilia a visitar a Pedro y Ana (sus abuelos maternos) para preguntarles el porqué luchan por las bolas de oro… Así fue, a la mañana siguiente estaban en Roquetas (Almería). Se presentaron en la casa de Pedro y Ana. Cuando llamaron a la puerta, solo salió Pedro y se preguntaron: ¿Dónde está Ana? ¿Porque no ha abierto ella la puerta?, se preguntaron todas esas cosas que se suele preguntar la gente cuando estás acostumbrado a algo y de repente un día normal y corriente pasa algo en especial y cambia y hasta que tu por tu propia cuenta no te das cuenta nadie te avisas o te lo dice. Cuando Pedro vio a Daniel se sorprendió mucho porque hacía casi tres años que no se veían abuelo y nieto. Pedro les invito a pasar y les ofreció un té y unas galletitas y estos los aceptaron sin problema, pero cuando llegó la hora de hablar de las bolas de oro Pedro se quedó en blanco sin saber qué decir, Emilia le seguió insistiéndole hasta que él contestó: “ Nunca nadie antes me lo había preguntado, pero tampoco nunca antes Ana me lo había dicho hasta que el día antes de su inesperada muerte me lo explico todo”. Dani asombrado con lo que dijo le pregunto: - Pedro, bueno mejor dicho abuelo, puedes confiar en nosotros estate tranquilo.


Y así fue su abuelo se lo contó pero, no del todo... Daniel no entendió nada de lo que dijo el abuelo, ¡que raro!...Él pensó: “¿que significaría lo de la clave?” (fue lo unico que entendio además de las frases “Saúl era …” “Saúl era …” y” Saúl …”) algo pasaba con ese hombre y de repente una llamada interrumpió ese pensamiento ; una mujer cuya voz parecía la de María le explicaba brevemente lo que pasó con su marido:- “Hola , creo que conoces a mi marido Saúl.Ha tenido un accidente de tráfico y … (comenzó a llorar) ... ha muerto. Sé que le estoy contando esta historia a un niño de 10 años pero quería informarte de que en su oficina hay un formulario que tienen las bolas de oro , reúnete conmigo a las 12:45 de mañana y te dare dicho formulario”. Daniel se quedó pasmado y se preguntó como había conseguido su teléfono cuando averiguó que ese movil se lo regaló su abuelo las navidades pasadas. CONTINUARÁ….


Clara Isabel Arcos Ramos Granada, 12 de Junio de 2014


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