100 politicas para potenciar el desarrollo

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[ 82 ] FUNDACIÓN PRO VIVIENDA SOCIAL

DIAGNÓSTICO A pesar de los avances observados después de la crisis de 2001/2002, la Argentina aún presenta un déficit habitacional estructural tanto por la cantidad como por la calidad de viviendas disponibles. Un amplio grupo de la población está excluido del derecho a acceder a los servicios básicos y desarticulado del tejido urbano. Al déficit de las viviendas desarrolladas informalmente, se suma el deterioro de los conjuntos habitacionales erigidos por el sector público, que muestran problemas por falta de mantenimiento y de títulos, y deterioro de la infraestructura. Históricamente, la política pública de vivienda se formuló según el criterio de “vivienda deficitaria” y no según el de “vivienda adecuada”, lo que plantea un problema en la respuesta del Estado a esta problemática. La vivienda deficitaria está determinada por la calidad y resistencia de los materiales de techos, pisos y paredes de cada vivienda, y por la ausencia de servicios públicos básicos. En cambio, en línea con el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales de las Naciones Unidas, una vivienda adecuada supone la seguridad jurídica de la tenencia, disponibilidad de servicios, materiales, facilidades e infraestructura, gastos soportables, habitabilidad (espacio adecuado y suficiente, seguridad física y principios de higiene), asequibilidad, lugar adecuado y respeto por la identidad cultural. Según una investigación del Instituto de Estudios sobre la Realidad Argentina y Latinoamericana (IERAL) de 2011, en 2010 existía un déficit de aproximadamente 3 millones de viviendas, de las cuales 2,7 millones son recuperables (déficit cualitativo) y, casi 300 mil, irrecuperables (déficit cuantitativo). Además de las viviendas inadecuadas, el déficit computa las necesarias por la insuficiencia de habitaciones. El estudio arroja 514 mil hogares en situación de hacinamiento. Sumando las viviendas cuya precariedad las hace irrecuperables y las que presentan hacinamiento, se estima que existe un déficit cuantitativo de 820 mil viviendas1. Existen, así, 3,5 millones de hogares que necesitan atención. A ello se agrega la tenencia irregular de la tierra. Se estima que en 2010 el 16,1% de la población habitaba viviendas que no eran propias ni alquiladas. Muchos propietarios tienen el dominio del bien con títulos imperfectos, lo que impacta en la posibilidad de transferir el inmueble o usarlo como garantía de un crédito hipotecario, entre otras posibilidades. La carencia en la vivienda afecta principalmente a los hogares de menores ingresos2. 1. En algunos estudios el hacinamiento es computado como viviendas recuperables. 2. Existe una correlación negativa entre el déficit habitacional y la riqueza de la región o provincia, medida por el Producto Bruto Geográfico (PBG) per cápita. El déficit habitacional cualitativo y cuantitativo está concentrado en los dos primeros quintiles de la distribución del ingreso (Cuenin y Moya, 2010).


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