100 politicas para potenciar el desarrollo

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los de países emergentes o avanzados (por debajo del 5%) en un lapso de tres a cuatro años. De este modo, se daría tiempo a generar confianza en la población, se minimizaría el costo económico del proceso y se reduciría el riesgo de desvíos que solo contribuirían a menoscabar aún más la credibilidad de una autoridad monetaria bajo sospecha. ¿Por qué reducir la inflación a un dígito en lugar de estabilizarla en 20%? Porque este 20% se beneficia hoy de dos factores que son insostenibles en el tiempo: una apreciación real importante (de entre 10% y 15% anual), que ha venido erosionando el superávit comercial y que no tiene mucho más recorrido en el futuro; y una fijación de tarifas a expensas de subsidios crecientes que se han consumido el superávit fiscal. Una vez que el tipo de cambio deje de apreciar o las tarifas ajusten la inflación se haría mayor y más volátil.

¿Ancla cambiaria o tipo de cambio competitivo? La dificultad para medir la competitividad en una economía tan heterogénea en términos de productividad sectorial como la argentina no debe permitir que perdamos de vista el papel de la política cambiaria en la inversión y la agregación de valor. Si bien la protección cambiaria no sustituye a la política industrial activa, la complementa. Es ampliamente reconocido que el tipo de cambio competitivo fue pieza fundamental en las exitosas estrategias de industrialización y crecimiento proexportador del sudeste asiático, y en la estabilización financiera de las economías emergentes en general. Por otro lado, es cada vez más evidente que, ante la falta de un plan antiinflacionario, la apreciación real del tipo de cambio (que limita el alza del precio en pesos de los bienes importados) contribuye, junto con la política de tarifas y subsidios, a evitar que la inflación supere el umbral psicológico del 30%. El dilema real en este caso es entre competitividad y crecimiento: las mismas políticas expansivas que generan un crecimiento por encima del potencial son las que elevan la inflación y aprecian el tipo de cambio real. Así, una política de tasas bajas o transferencias fiscales (por ejemplo, a través de subsidios a los servicios) alimenta un boom de consumo que incrementa el bienestar social en el presente (tanto por el mayor consumo como, si lo hubiera, por el aumento del empleo derivado de la mayor demanda doméstica). Pero, al mismo tiempo, eleva la inflación, encarece los precios locales en dólares y elimina anticipadamente la protección cambiaria, de forma que compromete el crecimiento (y la generación de empleo y el consumo) en el futuro. En este sentido, el dilema debe entenderse como intertemporal: a más crecimiento hoy, mayor apreciación y, en

[ 147 ] CAP. 7 TRES PASOS PARA MORIGERAR LA INFLACIÓN


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