Numero 8

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Editorial

¿Quién me ha robado el mes de abril? Mayo comienza en la ciudad de México, en medio de una de las peores ondas cálidas que recordamos., saturado de publicidad electoral, y con los últimos adioses a Eduardo Galeano, opacados por la despedida de un premio Nobel, Günter Grass. Pleitos entre taxistas y choferes privados, el dólar en su precio más alto en la historia, y muy poco amor en el aire… para ser primavera. Revista Hotel no se erige a sí misma como una cronista de su época, sin embargo, cada palabra que alguien pone sobre papel o bytes, constituye de cierta forma un testimonio de sus tiempos. Algunos textos de este número tienen más de tres años de haber salido de nuestros talleres. Sin embargo, queremos pensar que reflejan sentimientos que siguen vigentes. O que volverán a estarlo, pues el humano, como parte de la naturaleza, está sujeto a ciclos que se repiten. Disfruta tu estancia: el calor pasara pronto, y ya estamos instalando aire acondicionado.


LA PRISIÓN, EL JUICIO Por Analy Zárraga Las sábanas la dibujan, se impregnan en las curvas de su cuerpo, la ansiedad de las manos por querer recorren sus formas quemaba. Ahí, tendida, vulnerable, forzosamente mía. La mirada endemoniada de mis ojos le pesaba, penetraba en su sueño, la agitaba; su respiración se aceleraba al ritmo de mi ira de magma que pensaba en aquellas manos que la habían saboreado, memorizado, como yo o mejor que yo. Me desquicio construyendo los cortometrajes pornográficos que ella jura desconocer, seguramente

miente… y confesando la enfermedad que

hierve por el pasado ya muerto, sepultado por su memoria: sus antiguos amantes. Por los que yo revivía el celo animal que ya atormenta, que me digiere vorazmente el alma que se aventura a amar, amar a la mujer de todos y con el reto diabólico de hacerla sólo mía. -Y sólo quedaron los que no esperan nada y se disfrazan de algo- Guardo una navaja en el vigilante de mis sueños, el que huele tanto a caoba como si fuera recién comprado. Guardo una navaja para automedicarme, para curar el dolor de mi alma… ahora estás tú, igual de punzo cortante, igual de necesaria. Transpiro deseo, amor… posesión de bestia. En cuanto despiertes voy a atarte, en metáforas y sin ellas. Ya no controlas esas preciosas piernas, ni las ideas de dejarme

cruzan por

ningún hemisferio. Ya no te llevarán lejos de mí, ya no. Hoy te declaro mía… hoy eres el antídoto, mi veneno en femenino, la aurora que quemará


lo último que queda de esta alma pusilánime, dónde lo bien aventurado sólo fue leído en el nuevo testamento. Procuro hacerlo lento, no rozar tu piel, no quiero enrojecerla -no quiero lastimarte, sólo quiero… -¡Carajo! no debiste hacerlo, dejarme no era opción- musito a tu oído divagante. Sigues inmersa en los deleites de la droga y no despiertas, así que comienzo; amarro muñecas y tobillos. Mis dedos rozan tu piel y no son dignos de la suave seda transparente. Mis dedos no desean obedecer al ser rústico que te posee en crimen. Las yemas te acarician con la sincopa de la locura, con el obsesivo ir y venir del tiempo conjugado, con lengua de

carbón

ardiente,

te

pruebo

el

rostro,

te

beso

las

sienes

embriagándome de tu presencia femenina, oliéndote hasta el enfisema que me provocará tu nombre, esperando la asfixia de los pulmones que se comprimen por la locura de mi te-amo sin ventura. Desde la esquina más alejada de tu cuerpo contemplo el óleo, con ojos pletóricos, con las sienes palpitantes y te odio… te odio por las historias que me narra la mente donde cientos de labios pasan por tu vientre, ojos lascivos que miraron tu cadencia, por las manos que apretaban tus pechos. Y…

yo… fui ojos lascivos, labios en vientre y manos que

aprietan. Acepto que urdía en nuestros encuentros tu cese en el oficio de Afrodita; no te pregunté si lo deseabas, tal vez sólo era cuestión de plantearlo y me hubiera evitado tanto desquicie de neuronas pero… no, este amor que calcinaba las paredes de mi ser, exigía, me gritaba tenerte trágica y con la violencia demente. Perniciosa frustración que desagua en la mar de muerte, en la mar de la nada, del tenerte y sentirme espurio para poseerte una vez más, de entrar en tu cuerpo inerme con la ventaja del cobarde que te tomará en

tu


muerte simulada y apenas mi mente lo recrea y comienza la imaginación tortuosa: el trepar de mis dedos gangrenados por el pecado de avaricia, que yacen al ardor de la piel viva, expuesta a tu estética divina de apariencia y consignada al inframundo por el vetusto oficio del yerro seductor; ir dejando la estela en tu piel lechosa, un camino de sombras que devoran cada poro perfumado de tu cuerpo, embriagarme por el vapor que expides

aún dormida, ésta lengua acre que amargará la

epidermis de tu gran manto femenino, se introducirá en los resquicios amables de tu figura y tu gesto se fruncirá por el trueno de los miles de nervios que te avisan placer, placer sin remitente, el cual no sabrás diferenciar del sueño de lo consciente, mi cuerpo se entregará a un latido rítmico, a un punzar doloroso y demandante, será visible en mi piel el pulso del demonio que me pide penetrarte, la sangre se contiene por las capas de piel que se enrojecen por tu presencia vulnerable, soy sangre en ebullición que se adelgaza, mi mente arde al pensarte tan mía, sólo mía, por hoy o por siempre, a mi voluntad esta tu camino. Mi cuerpo se postrará sobre el tuyo, haciéndolo embonar a tu anatomía forzosamente, tal vez te duele. Siento

la alteración de tu apacible respiración,

te

envuelvo en mis brazos ácidos, con temblorosa desesperación (como quien toma entre sus manos a un ave que sabe que en cualquier momento podrá aletear y alejarse sin retorno) con la rigidez muscular de la desmedida posesión insana, mis brazos se contraen reduciendo tu cuerpo, te comprimo lastimeramente… sin darme cuenta.

Aún navegas en las drogas que inoculan tus sueños, manifiestas lo incomodo de mi presencia con gemidos quedos. Los latidos de tu cuerpo merman mi intento silencioso de perpetrarte, en cualquier momento explotarán en mi ritmo. Mi mirada se forja en tu silueta venusina, si


abrieras los ojos, tu nombre eterno se tatuaría en mi sangre. Entre tus piernas me cuelo y mis manos desean nunca dejar de morir en ti y por ti. Colmándonos del sentido, en la capacidad del placer al máximo… piel con piel en una cama, sin sábanas para lo no convencional. Mis labios enrojecen el carmín de la puerta de tu alma, el ansia de saborear el néctar de tu vientre, mis manos desesperadas buscan no soltarte, mis manos buscan encarnarse siempre, impregnarme en tus poros, inmortalizarme en la memoria de tu piel, te lloro lastimero, me dueles tanto en la presencia como en la vaciedad de tu aliento, quisiera morir en sincronía y no soltarte al ver la luz o las sombras, me dueles en llamas entrañables. Me refugio en los huecos de tu tórax, te olfateo clasificando tus edades, te miro indefenso y adolorido, quisiera que despertaras y con dos palabras me cercenaras. Las llamas del infierno del secuestro han mermado la adrenalina de lo prohibido, y me odio por caer en una leve, pero molesta situación de contrariedad y culpa, me provocas resequedad en el alma, al interpretar a la víctima, cuando he plagiado tu belleza en mis sábanas donde yace eterno tu aroma. Una…

(una…)

dos, dos líneas de polvos de ángel. Anestesia cerebral,

miocardio transformado en alfiletero. Cada vez me alejo más de ti, de tus carnes; la barrera de la moral se alza ladrillo a ladrillo ¿en que ecos de este cuarto de azotea se declara la voz de lo “correcto”? ¿Qué pared se ha vuelto la lupa de Dios? ¿Quién es el que ha sido secuestrado contra su voluntad? Te veo inconsciente de tu estar, tan sometida al dominio de un demente, inmersa en alucinaciones toxicas y me sorprendo


paranoicamente de que ambos estamos sumergidos en la misma inconsciencia severa, que el demente que me tiene preso es el destino y el demente que te tiene presa está perdido. El pánico me aborda y me desnuda frente a esos mil amantes, ante estos ojos escudriñan la arritmia de mi pecho... que serenamente afirma que de una ninfa soy amante, el juicio de un dios que repudia, que me quita la razón y me salpica de pasión cuadrúpeda, de agonía anatómica, de taquicardia segundera. Las lágrimas secarán amarguras hechas estepa, no endulzan el gran velo que me desprenderá la retina de la moral, pero ya me ciega con la sencillez del instinto y me tiene, me tiene enfermo, me conservará por siempre en la cobardía del demente que jugó a ser tinieblas con luz incandescente y viviré con el grillete con el que me ha adornado tu muerte.


Duermo con fantasmas pequeños sin brazos se esconden bajo la almohada, salen a ver mis sueños y yo los veo tristes inmutables siempre con la misma cadencia sin destino sin pasado con la monotonía atada al cuello, no importa no tienen ojos no saben como usarlos, tienen oídos y también silencio tienen recuerdos y también olvido tienen corazón y humanos también.


He dejado de escribir He dejado de escribir para ponerme a soñar con el ruido de la noche oscura noche desvelada luna fría, he dejado de escribir y me dispongo a contemplar el ruido que hace la casa cuando bosteza y los secretos que murmuran las paredes a través de las grietas, lo escucho todo incluso a la señora soledad cuando entra de puntitas siempre tan callada y de mirada introvertida con su vestido azul mar y sus canas negras, a veces me saluda nos quedamos juntas hasta que se cuela una ráfaga de ruido por la ventana entonces se despide y me pongo a escribir escribo sobre su bolsita llena de silencio sobre sus canas negras y su mirada azul, escribo y mientras escribo la observó, pero hoy... he dejado de escribir.


Entrevista a Jorge Téllez Doctor en Literatura Hispánica por

El Colegio de México, ganador del Premio Internacional de Ensayo Siglo XXI con el texto Poéticas del Nuevo Mundo. Articulación del pensamiento poético en América colonial: siglos XVI, XVII y XVIII, y becario del FONCA.

1. ¿Qué es una poética? Una poética es una manera de entender la literatura desde la lectura o la escritura. En el Barroco, por ejemplo, esa palabra también se refiere a un género que consistía en el análisis de las formas literarias con la intención de que la gente supiera cómo escribirlas y cómo leerlas. 2. ¿Hablar de poéticas en la actualidad es algo anacrónico? En realidad no. Todas las personas que se acercan a los libros, para escribirlos o para leerlos, parten de ideas preestablecidas sobre lo que es o lo que debería ser la literatura y eso es una poética. Hay quien, por supuesto, lo hace más consciente que otros pero, en principio, que alguien pueda o no articular su poética es un paso posterior a la creación o a la lectura. 3. En relación a la manera en la que ocurrían las cosas en los siglos XVI y XVII, ¿en qué nivel estamos en el México actual en cuanto a la reflexión literaria? Bueno, son escenarios muy distintos. En los siglos xvi y xvii había un modelo de pensamiento que consistía en hablar de literatura, de escribirla y leerla desde el criterio de la imitación y la emulación de los clásicos. Con el


romanticismo y las vanguardias el modelo cambió drásticamente y se instauraron valores como la originalidad, la autoría e incluso la edición como vehículo de circulación literaria. 4. ¿Cuáles crees que podrían ser actualmente fuentes de poéticas? Las fuentes de las poéticas, en el sentido de género, fueron siempre las obras literarias. Eso no ha cambiado. La diferencia es que ahora no hay un modelo preceptivo de escritura, por lo que hablar de poéticas de escritura equivale a hablar de varias maneras de concebir la literatura que conviven y se yuxtaponen violenta o pacíficamente. 5. ¿Podrías profundizar sobre el tema del lector fracasado? [[http://www.letraslibres.com/blogs/el-grafolego/el-lector-fracasado] Para mí, la idea de pensar en un lector fracasado tiene que ver con la forma en que hablamos de literatura. Cuando la gente trata de imponer su manera de leer a los demás, sus gustos o sus interpretaciones, cuando se piensa que uno es mejor que otros lectores, cuando se establecen jerarquías en la lectura entonces estamos frente al fracaso del lector: alguien que lee para mantener el estado de las cosas, para perpetuar lugares comunes sobre los libros. 6. ¿Alguna anécdota narrable en algún hotel durante tus famosos viajes? No tengo famosos viajes, por desgracia, y soy pésimo para contar anécdotas. Pero una vez, hace muchos años, estaba en un hotel y soñé que estaba temblando. Era la época en que solía tener episodios de sonambulismo. Cuando desperté, me di cuenta que había corrido hasta la salida de emergencia y había rodado un piso entero por las escaleras. 7. Supongamos que unos hoteleros han decidido no poner más biblias en los cuartos de hotel, y poner otro libro. Si fueras tú quien decidiera, ¿cuál libro pondrías? Si una noche un viajero de Italo Calvino.


Almeja Comencé a sospechar que te amaba una tarde de invierno, mientras contemplaba una gota de sudor suspendida de tu pezón derecho. Llevaba meses sin sexo, así que procedía desaparecer tu seno en mi boca y tratar de alcanzar la gotita con mi campanilla, pero lo que hice fue contemplar tu piel magnificada a por la refracción del agua durante un largo rato. Tan largo que tuve que regresar varias estaciones cuando me despertó el zumbido del metro llegando a la terminal. Le conté a un amigo sobre el sueño (sin mencionar tu nombre, desde luego) y de inmediato me pregunto cómo era mi vida sexual. -Más aburrida que la de una almeja- respondí. El se rió, saco su Laptop y me mostró en Wikipedia que los mugrosos animalitos esos tienen una posición sexual con su nombre en el Kamasutra, e invierten 31 minutos en promedio en cada encuentro. -Bueno –le dije –Yo también podría tener una posición con mi nombre… ¡Salud! No volví a hablar del asunto, pero durante los días siguientes consulte dos bibliotecas, y siete números de Cosmopolitan que me desanimaron mucho: todo parecía haber sido inventado, y el chocolate no era nada original, ni siquiera congelado. Fue esa misma frustración la que me hizo descubrir que si flexiono mi tríceps hacia abajo, mi mano tiembla generosamente. Idee una postura en que el hombre se recuesta semi sentado, digamos, en un reclinable y la mujer se sienta dándole la espalda, y un poco más erguida, con la mano derecha del hombre sobre tu cabeza y mi izquierda


sobre sus nalgas, con la idea, de en vez de iniciar un metisaca frenético, transmitir a través de las caderas las vibraciones necesarias para provocar, con suerte, dos o tres orgasmos mientras el hombre acaricia la nuca de la chica, provocando que tu espalda se arquee. Describí la postura y procedí a dibujar furioso figuras de hombres y mujeres procediendo así, diagramas en los que a veces imaginaba que yo era un él y tú eres una ella. Conforme iba dibujando esas figuras hermosas y ardientes, me excité a tal grado que apenas daba los últimos trazos desfallecí hinchado y sudoroso. Me desplome en mi sillón y encendí la tele por reflejo. -Esta nooooche en Hechos, la PROFECO retira del mercado las migajas de amor por no contener suficiente amor para llevar el nombre en la etiqueta. Las autoridades recomiendan el uso de burbujas de amor marca Guerra, como producto sustituto¿¿¿¡¡¡Que chingados!!!??? ¡Ni Doriga dice tantas mamadas! ¿¡Me volví a quedar dormido?! Desperté sobre un montón de bocetos babeados. Las líneas eran vulgares, pero infantiles. Como corresponde a alguien de mi talento plástico.



Jabón chiquito Ya es un niño grande ¡ya no le teme a la oscuridad! esperará tranquilamente a que se agote el aire en su ataúd #Microhorror

En una noche de amor ganaba más que yo en un mes de trabajo. Cuando le miré las piernas, pensé: Es justo Eduardo Galeano

Desde que morí, solo los perros y los gatos pueden verme Ahora sé que los gatos también pueden devorarme #MicroHorror


Recepcion Analy Zárraga estudió en la Facultad de Filosofía y Letras, dentro del Colegio de Letras Hispánicas. Retomó formalmente la escritura y sus deleites personales y masivos, ya que desde la infancia la pluma no se separó de su diestra. Debido a la formación de la máxima casa de estudios del Distrito Federal, lugar de origen, se desarrolla como editora y correctora de estilo, aunque se vierte afanosamente como cuentista.

Tabla de contenido LA PRISIÓN, EL JUICIO.................................................................................................3 Duermo con fantasmas......................................................................................................8 He dejado de escribir.........................................................................................................9 Entrevista a Jorge Téllez..................................................................................................10 Almeja.............................................................................................................................12 Jabón chiquito..................................................................................................................15 Recepcion........................................................................................................................16 Tabla de contenido...........................................................................................................16


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