Carne y Alimentación Saludable 12

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Carne & Alimentación Saludable 1/ Hábitos alimentarios La alimentación es un fenómeno complejo en el que influyen aspectos biológicos, nutricionales y gastronómicos. Las significativas transformaciones económicas, demográficas y socioculturales relacionadas con los procesos de urbanización, industrialización, las modificaciones en los ritmos de trabajo, la incorporación de las mujeres al mundo laboral, el aumento de la escolarización, la transformación de los sistemas de distribución y comercialización, los nuevos modelos alimentarios y la creciente población inmigrante, han implicado considerables modificaciones en la estructura de la dieta y del consumo alimentario español. Los hábitos alimentarios son la expresión de las creencias y tradiciones de la población y están ligados al medio geográfico y a la disponibilidad alimentaria. Éstos nacen en la familia, pueden reforzarse en el medio escolar y se contrastan en la comunidad y sufren las presiones del marketing y la publicidad. En este sentido, desde el año 1987 el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, actualmente denominado Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino, realiza varios estudios sobre el sistema alimentario español, destacando el Panel de Consumo Alimentario, que permite realizar una valoración de los aspectos más significativos del cambio en los comportamientos alimentarios en España.

2/ Evolución en el consumo de alimentos La alimentación es el conjunto de actividades y procesos por los cuales tomamos alimentos del exterior, portadores de energía y sustancias nutritivas necesarias para el mantenimiento de la vida. Durante el siglo XIX e incluso la mitad del siglo XX, la observación médica y la experimentación animal y bioquímica han ido demostrando la relación causa efecto entre alimentación y salud, sobre todo en lo que respecta a las carencias. Sin embargo, por encima de los problemas carenciales, se ha ido tomando conciencia de la importancia de la alimentación en la prevención de algunas enfermedades.

Principalmente se ha incrementado drásticamente el consumo de productos de elaboración industrial, como los aperitivos, postres, alimentos precocinados o listos para servir, bollería y pastelería. Estos productos originan un mayor aporte de sal, grasas saturadas y azúcares. Según un reciente estudio, ‘The European Diet – Evolution, Evaluation and Impacts of the Common Agricultural Policy’, elaborado por Josef Schmidhuber, de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), la creciente prosperidad de la población en Europa meridional, el norte de África y Oriente próximo está propiciando que la dieta basada en frutas y verduras frescas se haya sustituido por alimentos demasiado grasos, salados y dulces. Esto provoca que la Dieta Mediterránea haya decaído y se encuentre en estado moribundo. De hecho, entre 1962 y 2002 la ingesta diaria de calorías en Europa creció un 20%. Sin embargo, en Grecia, Italia, España, Portugal, Chipre y Malta, que inicialmente eran países más pobres que sus vecinos del norte, el aumento del consumo de calorías fue del 30%. En la actualidad existe una gran preocupación por la salud y se reconoce a la alimentación equilibrada como un instrumento para su protección y prevención de la enfermedad, si bien, algunas encuestas demuestran que la elección de los alimentos está condicionada por el factor económico y el gusto en primer lugar, seguido de la comodidad, simplicidad en la preparación culinaria y el valor nutritivo que los alimentos aportan a la dieta. Sin embargo, en ciertos sectores de la población existe un claro aumento de consumo de algunos alimentos, cuya ingesta excesiva, puede resultar perjudicial para la salud. Se trata de golosinas, refrescos y snacks, que son muy ricos en sal, azúcares simples, grasa saturada y a veces en colesterol; y que son ingeridos por niños y adolescentes principalmente. En cuanto al consumo de carne, si bien es cierto que aumentó considerablemente tras la Guerra Civil (es importante tener en cuenta que en dicha etapa eran pocas las personas que cubrían sus necesidades proteicas), también lo es que, con el paso de los años, este consumo se ha normalizado notablemente. Figura 1. Evolución del consumo de carnes y elaborados (1987-2007)

En esta línea, numerosos estudios han puesto de manifiesto que la Dieta Mediterránea es uno de los mejores patrones alimentarios en lo que a prevención y mejora de ciertas patologías se refiere. Los elementos que definen esta dieta son: elevado consumo de cereales como la pasta y el arroz, verduras, legumbres, fruta, utilización de aceite de oliva, elevado consumo de pescado, pan integral, y todo sazonado con especias como el ajo, el orégano, algo de pimienta y pequeñas cantidades de buen vino. Además de esta frecuencia de consumo, la Dieta Mediterránea también se caracteriza por la práctica regular de ejercicio físico, una vida tranquila y la realización de pequeños descansos después de comer, con la reparadora siesta. Los cambios socioeconómicos producidos durante el siglo pasado en España, pasando de una etapa de posguerra a un periodo de expansión y desarrollo, han provocado nuevos estilos de vida que han influenciado también en la alimentación y, por consiguiente, en el estado nutricional de la población. Paulatinamente se han ido abandonando muchas de las costumbres saludables que la Dieta Mediterránea conlleva. Existe una clara disminución en el consumo de legumbres, cereales, arroz, patatas, pan, etc., mientras que ha aumentado notablemente el consumo de otros alimentos menos saludables, a la par que se ha disminuido notablemente la actividad física realizada ya que los trabajos en la actualidad están mucho más mecanizados con lo que el gasto energético es menor.

Fuente: Elaboración propia. Datos obtenidos del Ministerio de Medio Ambiente, Medio Rural y Marino (2008).

En la gráfica se puede observar como ha evolucionado el consumo de carnes y derivados en los últimos 20 años, en ella se ve una clara disminución del consumo de la misma, pasando de consumir 67,4 Kg/cápita/año en 1987 a 50,46 Kg/cápita/año en 2007. Lo que significa que se consumen 2,6 raciones menos por semana que hace 20 años (10,36 raciones/semana en 1987 frente a 7,76 raciones/semana en 2007).


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