Revista Gente. Edición 1527

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ACTUALIDAD

MI ALUMNO YEHUDE SIMON

Entrevista a Winston Orrillo, brillante columnista permanente de GENTE desde hace “muchos años”. Es Premio Nacional de Periodismo, ex director de la Escuela de Comunicación Social de San Marcos y Catedrático Principal de esa misma universidad. Texto y fotos: David Gallegos Ayllón

H

a trascendido que el nuevo Premier fue su alumno en la Universidad Nacional de Lambayeque, ¿puede confirmarnos aquello? Además, usted escribió un artículo en su columna “La memoria del aire”, en el que protestaba por su injusta prisión. Todo es rigurosamente exacto, y esto es noticia, voy a relatar las circunstancias de aquellos hechos singulares. Era la década del 60, en pleno boom de la creación de universidades en provincias. Cada diputado llegaba a ocupar su respectiva curul con la promesa de abrir una en su lugar de origen. Y las universidades se abrían. O se reabrían, como la de Huamanga que, bajo el rectorado del Dr. Morote –cuyo hijo, miembro del CC del PC del Perú (más claro “Sendero”) ahora purga prisión- fue el venero del movimiento de Abimael Guzmán, catedrático allí (sé que el narrador Oswaldo Reynoso –también profesor allí, en esos años “luminosos”- prepara un libro esclarecedor sobre aquella etapa histórica). Pero no fue en Huamanga donde usted conociera al actual Premier, ¿verdad? Por cierto que no. En aquel tiempo se había abierto la Universidad Nacional de Lambayeque –hoy “Pedro Ruiz Gallo”. Mi jefe de cátedra en San Marcos, el maestro Augusto Tamayo Vargas, había recibido la invitación para integrar el cuerpo docente de esa joven Institución. Pero él no podía alejarse permanentemente de la metrópoli, de modo que formalmente él era el catedrático y yo iba –digamos- como residente. Yo tenía 22 años, y muy pronto me integré a esa tierra caliginosa y cumbiambera. ¿Y en eso apareció Yehude? Mi curso, Lengua y Literatura, se dictaba en la Facultad de Estudios Generales,

ENTE

Winston Orrillo nos cuenta hechos importantes acerca de la vida del actual Premier Yehude Simon.

desde la que, luego, se repartían a Letras y Ciencias (esta fue la vertiente que siguió YS). Nuestra era la formación humanística, aquella que te permite saber que no eres ni un objeto ni un bien sujeto a tráfico –como es ahora en la sociedad neoliberal. Entre mis alumnos tenía a sexagenarias maestras sin título, que necesitaban este para jubilarse no en 3ª sino en 1ª categoría, contadores “prácticos”, tinterillos a montones, padres y hasta abuelos; junto a recién egresados de la secundaria, entre los que se contaba a Yehude y su hermana Nancy. Y bien, todos ellos empezaron a escuchar nombres exóticos como los de José Carlos Mariátegui, César Vallejo, José Martí, Sartre, Nicolás Guillén, Mayakovsky, Romualdo, Gustavo Valcárcel, Rose, Javier Heraud (que apenas hacía un

año había muerto en combate en Puerto Maldonado, el 15 de mayo de 1963: mis clases correspondían al primer semestre del 64). ¿Y la reacción de los alumnos? Absolutamente positiva. Me convencí de que la mente humana es la mejor materia prima, y que todo depende de la educación, de las simientes que en ella sepas sembrar. Yo les repetía que alguien había escrito “peruanicemos al Perú”. Y aunque no era eso lo que escuchaban en las letrinas mediáticas, todos estaban de acuerdo. ¿Y cómo eran Yehude Simon y su hermana? Muy “seriecitos”, como se decía enton-


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