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Debe prepararse la intervención. Esto es elemental: no se puede hablar sobre un tema si no se sabe nada. Establece el tema con precisión. Acude a una biblioteca y a Internet para buscar información. Selecciona la información más relevante. Elabora un guión con los apartados que vas a tratar. Busca en el diccionario aquellas palabras que no entiendas y/o sustitúyelas por otras que sean más comprensibles para ti y para las personas que te están escuchando. Prepara con el ordenador algunas fotos, gráficos… que puedas usar.
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Es conveniente realizar un ensayo previo, sólo o acompañado. Debes ensayar en voz alta en casa, hablar frente a un espejo, y/o solicitar a algún amigo o familiar que haga de público. Si no sabe nada del tema y al final ha aprendido cosas, es una muy buena señal. También se puede grabar el ensayos en una grabadora o en el ordenador (con Audacity), o con una webcam.
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Al comenzar la exposición, hay que saludar y presentarse a todos los asistentes de forma genérica y expresar qué es lo que se va a hacer.
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Los gestos son importantes. Antes de comenzar tu exposición, intenta relajarte y respirar unos minutos con calma. Procura mirar al público en todo momento, sin darle la espalda ni bajar la mirada. No debes estar con la cabeza agachada ni leer la exposición. Es importante que transmitas una sensación de serenidad y dominio del tema. Esto te dará tranquilidad y seguridad. Recuerda que las manos y el rostro ayudan a la expresividad. No es conveniente masticar chicle o poner las manos, un bolígrafo o un papel delante de la boca. Si expones sentado, debes levantarte cuando muestres el esquema, gráfico, tablas o mapa para explicarlo. Cuando pierdas el hilo de la exposición, haz una pausa y vuelve a releer el guión o las notas que lleves. Debes ser consciente que no sólo comunicas con la voz. Es muy importante mirar al público, y no siempre al mismo sitio. Debes hablar para todas las personas de la clase, mirarles a los ojos dará sensación de seguridad, mover las manos para apoyar lo que dices: señalar, apuntar, comparar,… Los gestos refuerzan lo que se cuenta.
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Debe hablarse de forma correcta y concisa. En la exposición debes hablarse despacio, con fluidez y naturalidad. No debes acelerarte; así puedes ayudar al público a “digerir” la información, y a ti te servirá para centrarte y tranquilizarte. Tampoco se te ha de olvidar vocalizar y pronunciar con claridad. Se entenderá mucho mejor.
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La exposición tiene que ser clara, interesante y sintética. No debes enrollarte. Has de hablar como sueles hacerlo normalmente. No debes usar expresiones raras o complicadas, porque no se entenderán. Tienes que buscar la manera más sencilla de decir las cosas. Suele ser la mejor. Para ello, hay que ajustarse al tema tanto como sea posible sin caer en la repetición, usando un vocabulario rico, adecuado, correcto, evitando palabras malsonantes.
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El auditorio debe expresarse. Al terminar la exposición, debes dar paso a que los oyentes puedan hacer alguna pregunta y a preguntar tú para que entre todos opinemos sobre el tema del que has hablado.