Libro libre

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LIBRO LIBRE el acercamiento , la distancia



Los montones que te quiero no se suman de a dos para dar un resultado de nada.


Ni se multiplican para demostrar que incluso en la inversión de los términos

el amor prevalece.

Pero nada queda intacto, no tu, Corazón.

Los montones que te quiero no se miden por repetición ni por metro. Es flujo constante, materia variable, sin razón, incesante.


Los montones que te quiero son dos y son uno

pero nadie lo puede tener. ¿Por qué todos necesitan sumarlo y comprobar si va a llegar la cuenta a final de mes? ¿Por qué todos necesitan entusiasmarse y empezar a especular sobre qué nuevas zonas avanzar?

Quedémonos así, tranquilos,

todo el rato.


Un abrazo de hogar es hogar encendido. Palabras puente y palabras sintiendo.

Amigos hogares y hogares amigos.

Hogar de sierras, amables por desafiladas, nada lo cierro.



Timidez responde preguntas que todavía no fueron formuladas.

Abierto

encuentra lugares secretos dónde todo se cuela.

Doy al dar, al dar me doy.

Doy hoy lo que soy y mañana que sea otro el que te lea con mis ojos. Nitodosjuntosalcanzanarodearlaspiedrasquecrecenenmontañas.


Alguien crece arriba en el ĂĄrbol y tiene miedo de bajar.

Por algĂşn lado, alguien le dice bajĂĄ.

De todos. De todos.

De nosotros. Y de otros dos.



Cuando la imagen habla sola. Cuando la imagen nos habla a solas. Cuando las letras sutilmente nos invitan a leer, y leer, al regocijo del regalo de amor

que es cada acto.

Brindo porque preceda el amor la confianza, y el desapego, la continuidad de nuestros dĂ­as.


Esta tarde te regalo un poquito del aroma de los faroles de mi presente. MĂĄs te comparto

el bienestar del fuego, amigo, maestro, temperamental.

Y no puedo menos que regalarte un fragmento de montaĂąa de apagado violeta.


Y ya que estamos algo de este

ĂŠxtasis constante, hĂşmedo y abundante

emanando estas sierras, estas tardes, estos nogales.

Nuestros fuegos en sostenida llama.


Cuadrado. Cuando duermo

despierto

amurado a la pared. Lleno vasos que pasan cerca.

Continuo

pase de mano en mano.


Te toco

todo lo redondo que contiene amor en tu cuerpo. Soy. Enfermo sonrío.

Aún cuando estás, te imagino.


Soy blanco. Transparente. Me oculto detrás de todo. Y de todas las cosas. Son mías o son tuyas? Toco el árbol y consigo que te rías. Fotografío el instante, te das cuenta, te das vuelta.


No dudo. Hoy duermo entero sobre tu espalda que abriga y da calor, color y sustento a mis sue単os.


Como viento suave y agua continua, ondulante, materia prima de mis maĂąanas, refractante,

como sonrisa antes que enojo, y no pensante,

como confiar antes que suponer, respeto,

como dar sin esperar, amando.

Como estar de nuevo acĂĄ, ciudad de los Buenos Aires. Entre miles de autos, con ganas de explotar en llanto (continuo explotando)


Presenciando la represiĂłn a travĂŠs de modelos, marcas y etiquetas como espĂ­as de nuestras propias vidas,

imanes

de polinizaciones de tabaco, escarchas y residuos hasta en el alba, contaminaciĂłn de soledades punzante, bailando, desafilada y constante. De palabras tomadas a personal todo el tiempo o bocinas de interiores apurados,

llenos de trĂĄfico racional,

repitiendo la historia que nos lleva

incesantemente

a la traba mental.


Retrocede la ciudad, freno de mano.


Avanza soledad soleada. De silencios, de amigos,

mamá montaña,

aguita en danza, caminos de piedra y sin luz.

Encendida:

Elijo alejarme y a mí me acerco agradeciendo, sonriendo, aún pisando el cemento de mis posibles pares.


RecogĂŠ todas las hojas que el viento deje a tus pies.

Para que luego construya nuestro hogar, cuerpo de nieves eternas.

Suficiente entrega para complacer a una ciudad entera.

Y es como si me hubiera acostado anoche con vos. Y me desayunes temprano. Y me cortes con cuchillo. Y me untes en tostadas todavĂ­a tibias.


Construyo nuestro hogar con las hojas que le robo a tu cuerpo de nieve que s贸lo se derrite para derramar y llenar mi boca de agua eterna.



El olor de tus ojos, el color de tus párpados cerrados vistos desde adentro. Sos libre desde que lees, soy libre desde que te leo.

Los lugares que visitan tus manos y que tocan muebles, mañanas, y otras manos

que se reunen todas juntas en las mañanas que se mueven


Sos libre desde que lees, soy libre desde que te leo. De algún lado salen tus manos y recorren la habitación que había cerrado para guardar las mesas los muebles y las mañanas que habían tocado tus manos todas juntas.

Ahora caminan alrededor y se reunen en soledad y se llaman por sus nombres.



Al o铆do le viene bien que cantes o acaricies con tu lengua las palabras que se caen.

Permitan (nos) la risa la noche la canci贸n. Hoy es siempre en tiempo presente. Hoy siempre es tiempo presente y me agarro de vos para no desprenderme.


Los que corremos hasta la luna y nunca volvemos o a los que lleva la marea y miran el amanecer

desde algĂşn lugar cerca tuyo.


Joel Szenkier y Cecilia Cisneros están felices si compartis estas páginas Les podés contar con un mail a acecis@gmail.com o bien joelzen@gmail.com

Impreso y armado feliz y arte sana mente gracias a Jero y Ermosa Enajenada, casi a luna nueva, los últimos días de Febrero de 2014 Villa de las Rosas, Córdoba.



LIBRO LIBRE:

El acercamiento, la distancia. Joel y Cecilia se envian un mail por día durante un lapso espontáneo de tiempo. Córdoba y Buenos Aires tejen el océano y el desierto que los conecta.


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