Revista Polimorfa Número 1 2017

Page 1


editorial Nos gusta pensarnos desde varios aspectos, varias caras. No solo quedarnos con la forma teatral, ir un poco mas alla, fortalecer el pensamiento t r a ns versal y en consecuencia la creación ( individual y colectiva) . buscamos llegar a la comunidad de la emad, tener un espacio para poder expresarnos, informarnos y compartirnos, difundir las creaciones ( teatrales o de otras disciplinas) somos un grupo de personas que habitamos el profesorado ya sea desde el rol docente o estudiantes, que compartimos las ganas de encontrarnos gestando este proyecto. en polimorfa puede participar cualquier persona da la comunidad de la emad se puede participar periodicamente o hacer algun aporte especifico.

esto es polimorfa. . . por ahora. contactate con nosotrxs

revistapolimorfa@gmail. com Polimorfeamos: Virginia Silva Finguer - Nahuel Sánchez - Antí Matus - Ayelén González Pitta - Alej andro Dramis - Cecilia Muñoz Cancela


Crónica de un encuentro 2017. 14, 15 y 16 de octubre. Resistencia, Chaco. XXXII° Encuentro Nacional de la Mujer. 70 mil cuerpas disidentes. Feminismo. Sororidad. Policía y complicidad. Crónica de un Encuentro a través de la mirada de una feminista que viajó con La corriente Popular Juana Azurduy (Agrupación de izquierda popular) Repelente. Protector solar. DNI. Ropa fresca. Mucho abrigo. Celulares de contacto aprendidos de memoria. El número de la abogada. Número de la Correpi­Coordinadora Contra la Represión Policial e Institucional. Contactos de medios de difusión alternativos. Delegadas de seguridad. Delegadas de seguridad en la marcha. Agua, mate y partimos. Diecisiete horas de viaje después llegamos a Barranqueras, una ciudad puerto ubicada a 7 kilómetros de la ciudad de las motos, Resistencia, Chaco. En la puerta de la Escuela en la que íbamos a dormir nos esperaba con las llaves Moni, la casera. Algunas de nosotras entraron a organizar la comida, algunas a distribuir las aulas, algunas a organizar temas de seguridad, otras nos quedamos fumando afuera, viendo jugar descalzxs y con la ropa rota a un grupo de chicxs de entre cinco y diez años. “Guarda que estos entran a robar. Cuiden las cosas y cierren siempre con llave”, dijo Moni mientras echaba a un par que intentaban entrar con nosotras. Almorzamos y fuimos a los talleres. Dos mil mujeres fuimos al taller “Mujeres y Pueblos originarios”. En ronda y al centro del salón, las hermanas nativas de las comunidades Qom, Guaraní, Wichi, Aimara y Mapuche llevaron las riendas de la jornada. Primero en sus lenguas y luego traduciendo al castellano nos destaparon los ojos y nos dieron varios golpes de realidad a “las criollas blancas”. Torturas, privación de servicios de salud y educación, violación como método de disciplinamiento, secuestros, desapariciones forzadas, deforestaciones, desalojos, incendios a sus propiedades, fuerzas armadas opresivas: todos los días, a todas las horas, toda su vida. “Nosotras no conocemos la democracia”. Las blancas lloramos las tres horas que duró el taller. Ellas ya no lloran; se organizan y luchan. Luchan hasta donde pueden, porque las tienen identificadas y las extorsionan. A ellas y a sus familias. “¿Dónde está Santiago?” preguntó una nativa Mapuche mientras levantaba en sus manos la foto de un niño de ocho años. Yo y mi confortable clase media creímos que era una foto de Maldonado de pequeño. Pero no. Ese Santiago es un niño Mapuche que la gendarmería secuestró de una movilización una semana antes de llevarse a Santiago Maldonado. Con mis amigas salimos del taller, pálidas. Fumamos nuestros cigarrillos armados y mandamos mensajes de WhatsApp desde nuestros celulares pagados con tarjetas de crédito. Nos abrazamos entre nosotras y nos fuimos a la plaza esperando encontrarnos con nuestras compañeras.

En la plaza no estaban solo ellas, no éramos sólo feministas en tetas con las cuerpas pintadas de mensajes insurrectos. En la plaza estaban ellos, los hijos sanos del patriarcado queriéndonos vender pines e imanes con frases que no entendían. Aprovechando y creando oportunidades para el acoso verbal, sabiendo que teníamos instrucciones de arriba de evitar todo tipo de confrontación que sirviera de excusa para el accionar de las fuerzas policiales. La impotencia, el dolor y el cansancio despiertan la sed del alcohol. Entramos al supermercado de a ocho. En la puerta nos paró un policía diciendo que los baños no eran para nosotras. “Venimos a comprar, córrase”. El oficial se movió pero su mirada nos acompañó hasta el momento de pagar. “Cerveza sin envase no les vendo”, y no nos vendió. Con la cabeza baja fuimos a escuchar las bandas que estaban programadas para tocar. El show estaba ubicado en una de las avenidas de Resistencia. Arriba del escenario una banda compuesta por tres hombres y dos mujeres cantaban canciones misóginas; abajo del escenario los machitos, ya borrachos y con sus motos, ocupaban una gran parte del público. Volvimos a la Escuela. Pusimos a cargar los celulares excepto en los enchufes del SUM porque esos hacían saltar la térmica. Fila para el baño. El “baño” eran cubículos con letrinas; o sea, agujeros en el piso que despedían olores fétidos y vapor que empañaba el espejo del lavamanos. Con los ojos húmedos por las arcadas hicimos pis sobre la caca que se podía ver en los pozos. Nos lavamos las manos con alcohol en gel porque no había agua en ningún lugar de la institución. Ni agua, ni inodoros y mierda a la vista, en la Escuela primaria. A las siete de la mañana del otro día empezaron a sonar nuestras alarmas. Desayunamos y fuimos para la segunda jornada de talleres. “Nosotras acá sólo podemos estudiar para maestras o enfermeras; nuestros hombres para profesores de música”, empezó a contarnos una mujer Wichi, comunidad nativa del Impenetrable, Chaco. “Yo soy maestra recibida. Cuando llegué al colegio que me asignaron el director me miró de arriba abajo y me preguntó qué hacía ahí, que quién me había dicho que en esa escuela había algún curso Guaraní. Le dije que no era Guaraní y que soy maestra, pero el señor dijo que no tenía lugar para mí. Después de muchas denuncias al Ministerio de Educación y buscar avales y apoyos pude ingresar casi a la fuerza. Tuve suerte”. De eso dependen sus derechos: de la suerte. Llegó la hora de elaborar el acta con las conclusiones del taller. “Que figure la triple opresión”, gritó una hermana. “Por mujeres, pobres y originarias.” Y empezó la avalancha de consignas: “Que diga que para que nos atiendan a los hijos en los hospitales tenemos que acampar días y aun así no los revisan”, “Pidamos parteras para que dejen de morir nuestras mujeres y bebés todo el tiempo”, “Agua potable”, “ Que las tierras son nuestras”, “Que la policía deje de robarse a las más jovencitas”, “Que las


dejen de violar”, “Que acepten a los chicos en las Escuelas”, “Que alguien nos enseñe a leer y escribir”. Nosotras nos fuimos. Usamos de excusa el calor que hacía ahí adentro para no admitirnos que no aguantábamos más el dolor del alma. Almorzamos en la plaza y no volvimos a las últimas horas del taller. No pudimos. Nosotras, blancas, criollas, porteñas, privilegiadas no nos la bancamos. Recorrimos la feria y evitamos los baños de la plaza que tenían los inodoros y el piso rebalsados de caca. Esa tarde evitamos la mierda. Llegó la hora de la marcha. La concentración fue en la plaza principal elegida por la comisión organizadora del Encuentro y las agrupaciones y colectivas de izquierda. Arrancó la marcha. Acá es importante detenerse a explicar que el recorrido de la misma es acordado entre la Comisión Organizadora, la policía, la gobernación y la intendencia del lugar. En este caso, se decidió que no pasaríamos por ninguna institución gubernamental ni por la Catedral para “Evitar disturbios y garantizar la seguridad de todas”. Y así fue. En peregrinación, organizada y paranoica, recorrimos las calles de Resistencia. Escoltadas todo el tiempo por policías infiltrados que nos filmaban y fotografiaban. Pero “La revolución se baila, se transpira y no se calla”, así que nuestra columna estuvo de fiesta feminista. Reclamándole al aire, ya que nadie oiría nuestra protesta, pero empoderadas al fin. Llegamos al predio donde terminaba la marcha. Ahí seguía la fiesta. Escenario y música, sin machitos, “Sin Dios ni patrón”. Abrazos sonoros, lágrimas, sudor y fotos.

Y otra vez a la Escuela. Otra vez a caminar por las calles misóginas de Resistencia donde los hombres nos gritaban, insultaban y se tocaban frente a nosotras.Otra vez la escuela con olor a mierda. Otra vez, cerrar la puerta con llave. Otra vez niñxs descalzxs. Otra vez a dormir. Al otro día tuvimos que retrasar la partida porque estaban apedreando algunos micros y porque Gendarmería le había bloqueado la salida a varios contingentes obligando a las mujeres a volver. Finalmente nos fuimos. En el primer parador nos enteramos que en Resistencia estaba habiendo una cacería de mujeres. La policía, que pareció dormida el sábado y el domingo, y un grupo de hombres católicos de derecha, que habían esperado pacientemente a que fueran pocas en las calles, salieron a golpearlas con palos y piedras y amenazarlas con armas blancas. Otra vez la organización feminista salvó vidas. Rápidamente las compañeras encontraron refugio en el Ministerio de Derechos Humanos y trazaron redes para encontrar a las que todavía estaban desprotegidas. Pero eso no lo cubrió ningún medio periodístico. Tal vez porque ese fue el arreglo que hicieron los poderes estatales. A la noche, todas las compañeras estaban a salvo y volviendo a sus hogares. En mi micro, después de masticar colectivamente impotencia, supimos que el próximo Encuentro iba a ser en Puerto Madryn, Chubut. Y a pesar de la represión constante, a pesar de que nos siguen matando y violando, de que nos quieren asustar, de que nos quieren calladas, de que están cada día más violentos, empezamos a organizar cómo haríamos el próximo año para ir al XXXIII° Encuentro de Mujeres. Para seguir luchando en disidencia insumisa por las que faltan, por las que sufren, por nosotras, por el aborto legal, seguro y gratuito en el hospital público, por la libertad. Por la revolución feminista siempre. Organización y Lucha. Virginia Silva Finguer con la colaboración de Malena Marsilla


ANTONIN

ARTAUD Y LA PERFORMANCE

NO MAS OBRAS MAESTRAS

Por Gustavo Yanischevsky* La caída de Artaud sobre el resquebrajado campo cultural de Mitad del siglo XX hizo estallar en mil pedazos los paradigmas petrificados del mundo teatral. Artaud se hunde en las arterias más profundas del arte (o no­arte) dramático para apestarlo, y llenarlo de la mugre propia de los cuerpos vivos que se respiran en la verdad cotidiana y confusa de las calles. Se hunde y raspa a fondo todo eso que la historia sublime enquistó con su absolutismo literario. Su espíritu subversivo y terrorista lo llevan dinamitar en sus manifiestos la fachada de la “escena teológica” que asfixió durante siglos el encuentro esencial del público con el teatro. En el ensayo de El teatro y su doble “No más obras maestras” el autor plantea la necesidad inminente de devolverle a la escena la vitalidad que imprime el presente según las necesidades de la época, con el lenguaje propio de la misma. Es entonces que considera que Sófocles, Shakespeare y todos los grandes literatos teatrales no tienen nada que decirnos en el presente y solo pueden ser funcionales a “el conformismo burgués”. Según el poeta, actor y director, el alejamiento del público del teatro ocurre por el carácter narrativo y descriptivo de historias psicológicas que nada tienen que ver con lo que en el presente

---------------------------------------------------------------------------------------------palpitan los espectadores. Si bien Artaud no fue el primero en inferir sobre la necesidad de devolverle al teatro su propio lenguaje, que es aquel de los cuerpos vivos que danzan y accionan, el espacio y la luz, el sonido y el ruido, su aporte revolucionario es la vehemente militancia con la que asocia esta necesidad a la idea del teatro como herramienta de transformación profunda de una sociedad que considera decadente: “No soy de los que creen que la civilización es la que debe cambiar para que cambie el teatro; entiendo por el contrario que el teatro, utilizado en el sentido más alto y más difícil posible, es bastante poderoso como para influir en el aspecto y la formación de las cosas; y el encuentro en escena de dos manifestaciones apasionadas, de dos centros vivientes, de dos magnetismos nerviosos es algo tan completo , tan verdadero, hasta tan decisivo como el encuentro en la vida de dos epidermis en un estupro sin mañana”. Para muchos críticos y teatristas, entre los que se encuentran Peter Brook y Susan Sontang, el mejor intérprete del legado de Artaud fue el director Polaco Jerzy Grotowski. En obras como como Akropolis, El príncipe constante o Apocalipsis Cum Figuris estrecha un dialogo profundo con el teórico francés y es a través de estos espectáculos en donde quizás puedan visualizarse plausiblemente mucho de su confuso y a veces impenetrable legado: “Los actores de Grotowski ofrecen su representación como una ceremonia para quienes deseen asistir: el actor invoca, deja al desnudo lo que yace en todo hombre y lo que encubre la vida cotidiana. Ese teatro es sagrado porque su objetivo es sagrado, ocupa un lugar claramente definido en la comunidad y responde a una necesidad que las iglesias no pueden satisfacer. El teatro de Grotowski es el que más se aproxima al ideal de Artaud”, asegura Peter Brook en El espacio vacío.


Pero tal vez las experiencias que consiguieron sacudir y perforar todas las defensas del público, tal como lo pretendía Artaud, son las que protagonizaron los grupos perfomáticos surgidos en Norteamérica en los años 50 y 60; entre ellos, El Living Theatre y el Perfomance Group. En Paradise Now, la obra más famosa del primero los grupos mencionados, se derriban los muros construidos por la ficción tradicional que divide a los actores y espectadores. La obra plantea una contundente crítica a la burguesía, no solo por la textualidad cíclica y mántrica, sino sobre todo por la irrupción subversiva sobre el espacio público para la concreción de la obra. Los cuerpos vivos, desnudos, transpirados, sin artificios, reposan salvajemente en la “crueldad” que Artaud buscaba para derrumbar las obras maestras del teatro. Otro tanto podemos decir de Dyonisio 69 del Perfomance Group que, a semejanza de la obra del Living Theatre porque no parte de un texto a ser representado: los espectadores ya no son más espectadores y se convierten en testigos y participantes de un ritual con un alto voltajes de violencia y sexualidad, donde el planteo psicologista del teatro burgués queda completamente desechado.

Ahora bien, esta ruptura radical del paradigma teatral que plante Artaud, que instala una herida profunda en el lecho, sobre todo, de los que descansan en el teatro como representación, que inspiró a estos grupos y aún sigue influenciando en muchos pretendidos artaudianos, se presenta más en su esencia caótica que como una praxis concreta. Y esto seguramente se debe a las interpretaciones parciales del Teatro de la crueldad. “La danza y por consiguiente el teatro no han empezado todavia a existir “, blasfema el poeta loco… y tiene razón. Ninguno que pretenda hoy hacer teatro de la crueldad podría llegar siquiera a aguijonear en la oreja de la cultura: “Artaud aplicado es Artaud traicionado”.

* egresado de la EMAD, músico, director, actor y estudiante del Profesorado de Teatro. --------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


Entrevista a SIlvina Buzzetti y Emiliano Samar

Emiliano y Silvina nos cuentan que la EMAD abrió en 1994 su primera instancia de formación docente y que sólo era para graduados de alguna carrera de formación actoral. Hubo una camada que arrancó en el 94, otra en el 96 y otra en el 98. Después, por decisiones políticas, no se terminó de concretar ese intento de formar docentes de teatro. Por muchos años no hubo profesorado en la EMAD hasta que se crea el profesorado, que es la resolución 435 que llamamos “el plan viejo”, que requería también ser graduado de alguna de esas carreras y proponía el complemento de las materias pedagógicas específicas y generales para poder tener el título de profesor o profesora de teatro. Luego empezó a producirse la modificación de los planes de estudio de todos los profesorados, incluidos los de teatro, y empezamos a reunirnos para definir, junto con las autoridades de los ministerios, lo que sería el diseño curricular que daría un marco a todos los profesorados de teatro. Pensamos para adentro de cada institución y cada comunidad cuáles serían las características propias de los programas de estudios en el marco de ese diseño curricular. De ahí nació el profesorado actual de la EMAD, que tiene inclusive sus puntos en común con los otros profesorados de teatro, porque así lo marca la norma, pero también sus instancias particulares que lo diferencian. El año que viene, 2018, tendremos ya las primeras profesoras y profesores de teatro graduadxs con el nuevo plan de estudios.

¿Cómo llegaron a ser docentes? Silvina: Creo que crecí con esa elección, porque mis viejos son docentes, mi papá de matemática y mi mamá maestra. Aman la docencia y siempre nos compartieron ese amor. Somos cuatro hermanas y las cuatro somos docentes, más allá de que hayamos hecho otras carreras también. Tengo hermanas menores y desde chiquitas les daba clases, ja ja, animaba fiestas infantiles desde los quince años y había algo de eso que me convocaba fuertemente. Emiliano: Yo soy hijo de dos docentes, de un maestro de grado que inclusive en algunos años de mi escuela primaria era maestro donde yo era estudiante, en el barrio de Barracas. Mi mamá trabajaba como preceptora, después fue jefa de preceptores y dictó algunas materias en escuela secundaria. Así que hay algo de ese mundo que a mí me acompañó desde siempre y sobre el que evidentemente hay algo que respiré, escuché y mamé desde muy chiquito. ¿Cómo decidieron que querían serlo? Silvina: A los 16 años empecé a hacer teatro y eso me enamoró, todo lo que me generó a mí, fue así como dije “yo quiero hacer eso”, quería ser profesora de teatro, quería hacer lo que el profesor podía habilitar en mí y en mis compañeros. Algo que es interesante es que yo me llevaba muy mal con la escuela, o sea no era un espacio que a mí me gustaba, de hecho desde jardín que lloraba y decía que no quería ir, creo que esto se sostuvo toda mi escolaridad. Pero sí tenía la convicción de que la escuela podía ser un espacio para otra cosa, y creo que desde ahí aborde desde siempre la tarea docente. Desde que me recibí, tanto desde el área de educación física como el área de teatro, siempre fue esa la apuesta, generar espacios que a mí me hubiera gustado tener. Creo que pasó por ahí, en rebelarme a lo instituido como única opción, y me encontré con gente muy valiosa en esa construcción.


Emiliano: A los seis años pedí un pizarrón de regalo y a los nueve les daba clase de apoyo a los hijos e hijas de mis vecinos del edificio, que por supuesto estarían en primero supongo.Algo de eso y de haber caminado las escuelas de noche de día fuera del ciclo lectivo, caminado por techos de las escuelas, estar sentado en escritorios de directoras. Así que hay algo del mundo escuela que siempre me fue natural. Creo que la palabra natural encaja. Y siempre estuve en esa situación de enseñar y aprender. Por otro lado soy una persona a la que le gusta aprender, creo que hay algo en esa situación de enseñanza y aprendizaje que siempre me convocó, soy curioso me gusta que me enseñen, me gusta aprender solo, aprender con otros y al mismo tiempo me gusta estar en esas situaciones acompañando el aprendizaje de otras y otros. Entonces hay algo de todo ese circuito que los siento muy propio, que lo disfruto, que me apasiona. Y a partir de ese momento en el que tomaron la decisión, ¿cómo empezaron? Silvina: Me fui a anotar a la Escuela de Arte Dramático (lo que actualmente es la UNA), que en ese momento no tenía profesorado pero tenías que hacer 4 años de formación de actriz y después un año pedagógico, y como yo tenía 17 años no me inscribieron. Entonces inicié el profesorado de educación física dado que amaba toda la parte de recreación, el aire libre y la vida en la naturaleza, y todo lo que ello habilitaba. Y al mismo tiempo seguí formándome en el área actoral y expresiva. Y de esa manera podía tener las dos profesiones, la educación física y la teatral. Emiliano: Al momento de elegir una orientación para mi secundaria, elegí el bachillerato con orientación docente en el Normal 2, el Mariano Acosta. Pero yo quería ser actor, entonces entré a la Escuela Municipal de Arte Dramático (La M en ese momento era de “municipal”) e hice mi carrera de actor, y cuando termino la carrera de actor mis profes me convocan para ser auxiliar docente ad honorem y de repente me encontré en una situación de acompañar a un profe y de quedarme a cargo de cubrirlo en las clases si no podia venir, o dar momentos de la clase supervisado por él. Y ahí estaba, graduado de actor y formando parte de la misma institución que me había formado desde otra función.

¿Cómo fue transitar ese camino? Silvina: Cuando estaba en tercer año entré en crisis profunda porque venía muy en otra frecuencia que en la del profesorado de educación física, recalculé y lo terminé, pero me auto confirmé que yo iba a ser profesora de teatro. El título de educación física me habilitaba desde lo pedagógico, y en paralelo todos esos años me había estado formando en el campo teatral y artístico con diferentes maestras y maestros. Pero creo que lo que me marcó profundamente fue trabajar y capacitarme con Marina Baggini, a quien reconozco como mi gran Maestra, y con Roberto Vega, en el área de Teatro y Educación. El recorrido laboral comenzó fundamentalmente en el área privada, en los diferentes niveles. Tanto en el área formal como no formal. Siempre tuve un fuerte compromiso en pensar el teatro como transformador y liberador, eso me llevó a desarrollar experiencias de mucho crecimiento en institutos de menores, educación especial, escuelas en villas, etc. Y a medida que iba construyendo este camino iba encontrándome con compañerxs con lxs que nos enriquecíamos, y al mismo tiempo contactaban para seguir construyendo caminos. Emiliano: Ya graduado de actor hice la segunda carrera en la EMAD, que era el pedagógico, el que ahora le decimos el “pedagógico viejo de la EMAD”, que fue un profesorado habitado por muchas personas con muchas ganas de formarse como docentes, en un momento donde ni había tantos cargos para ejercer ni profesorados donde formarse. Había personas maravillosas a cargo de esas cátedras: estaban Hilda Elola, Graciela Pafundi, Héctor Gonzalez, María Eugenia Ursi, Adelaida Mangani, Betty Tormes, Lita Yagostera, personalidades muy importantes del quehacer cultural, de la pedagogía teatral y de la reflexión sobre el diálogo entre arte y educación que han dejado su huella, gente muy importante que en ese primer pedagógico de la escuela que formó a varios de los profes que hoy siguen trabajando en el sistema o que han ascendido pero que en algún sentido


siguen desplegando aquello para lo que la EMAD las y los formó. Después de que terminé el profesorado de la EMAD me dije “¿Qué más?”, y me hice el profesorado de primaria. Así que me recibí, ahí me calcé el guardapolvo y empecé a trabajar sobre todo en primer grado, apasionado por la alfabetización, por ver cómo los chicos y las chicas iban construyendo su lengua, cómo empezaban a generar hipótesis sobre cómo se escribe, cómo leer, enamorado de sus preguntas, de sus curiosidades y jugando mucho con ellos. Todas las preguntas que yo me iba haciendo en relación al lenguaje y a los contenidos de enseñanza, uno podía dialogarlas con colegas, en sala de profesores, y en otras; en las transversales con contenidos en donde la ESI ni siquiera era algo que estuviese en agenda, uno se sentía un poco más solo. Recuerdo que una vez dije en una sala de maestros, siendo maestro de grado, que quería investigar y abordar algunas cuestiones ligadas a los estereotipos de género y a la diversidad sexual, y alguien me dijo que para qué. Entonces empecé a buscar colegas que se hiciesen las mismas preguntas, en el 2005 o 2006, y logré que fuéramos unos cinco maestros y maestras preguntándonos esto. Una de las cosas que hicimos después de mateadas y reuniones fue ir a la Marcha del Orgullo LGBT con guardapolvos. Así nació la agrupación Docentes por la Diversidad y también el espacio de géneros y diversidad sexual en el Sindicato, en la Unión de Trabajadores de la Educación y desde allí en la Ctera. ¿Cuál fue el recorrido hasta llegar a la EMAD? Silvina: En el año 2010 me convocan junto a Emiliano como pareja pedagógica, para trabajar en la Escuela “Padilla”, la Nº 3 del DE N° 7, no nos conocíamos y tuvimos mucha sintonía para trabajar y nos encantaba trabajar juntos. Él ya estaba en la EMAD y empezó a pensar fuertemente este profesorado. Nos íbamos de vacaciones juntos y pasábamos largas jornadas pensando el profesorado, y él sosteniendo que tenía que ser parte. Yo en ese momento estaba dedicada en otros proyectos. A los dos años surgió la posibilidad de hacer una suplencia en prácticas y volver a trabajar en equipo y acepté, y entonces entré a la EMAD, primero como suplente de prácticas y luego gané la cátedra de Juego y Recreación.

Y hoy estoy coordinando el profesorado, hecho que me parece increíble, que me demanda un gran esfuerzo y compromiso pero que también es la oportunidad de seguir construyendo colectivamente este camino donde el TEATRO ES TRANSFORMADOR Y LIBERADOR. Fuera de lo institucional tengo dos talleres de teatro para adultos, uno en capital y otro en Villa Elisa. La propuesta de estos talleres tiene que ver no con la formación actoral, sino con generar un espacio de encuentro y de vinculación desde la creación grupal, desde pensar la realidad desde el arte. El año pasado estuve dirigiendo un proyecto que tiene que ver con una propuesta de teatro itinerante en el que hacíamos una obra donde íbamos a espacios a donde no llega el teatro, y también la hicimos en teatros y fuimos a barrios, a centros comunitarios.


Emiliano: Empecé a dar clases de teatro en primaria y como contaba la anécdota en los profesorados y en capacitación docente un día me dijeron que se iba a crear el profesorado de teatro en la EMAD. Presenté mi currículum, la EMAD evaluó a varios postulantes y tuve la suerte de quedar seleccionado para formar parte de los que serían los primeros profes del profesorado. Empezamos a andar la carrera y el destino quiso que después pudiera ser el coordinador y estar en la creación del nuevo plan, pensar las materias, escribir los contenidos, los propósitos, las fundamentaciones, siempre buscando construir un espacio de trabajo colectivo colaborativo donde todas las voces tengan un lugar, donde pudimos conversar con estudiantes, con graduados y con los docentes compañeras y compañeros de la carrera cada cuestión para acordar sentidos, para llenar de contenido algo que se estaba no solo construyendo sino revisando nuevamente ante la creación de un nuevo plan de estudios. Ese fue un proceso hermoso y al mismo tiempo me llegó la oportunidad de dar clases en la carrera de Formación del Actor, donde empecé a dar clases con Marcelo Nacci en lo que después se fue convirtiendo en la cátedra Nacci­Samar. Para mí ser parte de la EMAD es una alegría inmensa, es un compromiso cotidiano. ¿Cómo fueron los primeros trabajos en la educación pública? Silvina: Mi entrada a la educación pública fue al año siguiente de terminar el profesorado de Educación Física, en el Normal 7, presenté proyecto a una convocatoria que hacía la cooperadora y me seleccionaron para dar jardín y primaria, al año siguiente me sumaron secundaria y terciaria, desarrolle esos talleres durante 9 años. A partir de esa experiencia me convocaron para dar capacitación docente, daba “Instrumentación del Juego Teatral”, tarea que continúo desarrollando desde hace más de 10 años en la Escuela de Maestros, pero ahora doy capacitación del poniendo el acento en el valor del humor y el juego en las prácticas docentes. Así que de a poco fui entrando a la educación pública

por ahí, por la ventana. Pero como había posibilidades que la ventana no habilitaba, en el 2005 inicié el profesorado de teatro en Andamio 90. Eso sumó la posibilidad de incorporarme a la educación formal pública. Emiliano: Cuando empecé a trabajar de profe en realidad muchas preguntas fueron apareciendo en el ejercicio de la profesión, algunas ligadas específicamente al abordaje de algunos contenidos, cómo propiciar circuitos y secuencias de trabajo que fuesen favoreciendo la reflexión y la conceptualización sin que eso opere en contra de la misma práctica. Hay una distancia entre generar el espacio para que el otro pueda construir, que se produzca un conflicto cognitivo pero que no haya una distancia tal, o una cantidad de información que termine haciendo que el otro no quiere hacer o que no pueda empezar a animarse. Yo era un maestro de grado que era actor y profe de teatro, así que si vamos a aprender el circuito productivo de la leche tenemos que ir al patio y tenemos que ser tambos y vacas y camiones y góndolas y repositores y familias... Nos empezábamos a convertir en todo eso que se suponía que teníamos que aprender y al mismo tiempo me hacía muchas preguntas que signaron un poco mi camino en la docencia, que tenían que ver con ser el único grado de toda la escuela que se formaba de manera mixta, que si íbamos a hablar de familia íbamos a preguntarnos sobre distintos modelos de familia, donde el reparto de colores no asociaba los colores a los géneros, donde mis notas no decían “Señores padres” sino “Familia”, y esto fue hace muchos años. Yo me hacía unas preguntas enormes en un contexto donde no resonaban tanto como hoy, y así empecé a dar clases.


¿Perlas y anécdotas memorables en la docencia para compartir? Silvina: Se me ocurren un montón, sobre todo en esto de reelegir y ser feliz con mis elecciones. A lo mejor la más significativa es de cuando trabajaba en los institutos de menores, que hicimos un proyecto de títeres y a fin de año lo compartimos con el resto de los chicos que estaban detenidos y vino la familia y fue muy emocionante, el silencio y después cómo se acercaban y los saludaban reconociéndolos desde otro lugar, poniéndolos en valor. En esa misma muestra pasamos unos cortos que habíamos armado y veías cómo los compañeros se acercaban y les decían “¡eras vos, eras vos!”, eso fue increíble, que sepan que hay otras acciones, otras realidades posibles para construir. Emiliano: Después que dejé de ser maestro de grado empecé a dar teatro en formación docente. Ahí tengo una anécdota muy hermosa para compartir, que es que yo estudiaba el profesorado de primaria y con una persona maravillosa que era Marta Lexevicius, que era regente del nivel terciario del normal 7. Yo le propongo porqué no empezar a pensar un espacio específico teatral en la formación docente. Yo era estudiante del profesorado de primaria pero ya era actor y ya era profe de teatro. Y me dice “escribí un proyecto”. Yo escribí un proyecto, me lo leyó y me dijo fijate acá, la fundamentación, los objetivos y reescribilo. Ese proyecto de ese estudiante de esa carrera de repente se convirtió y se tradujo en una experiencia ad honorem y después aparecieron un par de horas cátedra y más tarde me llamaron de otros Normales, de otros profesorados que querían la experiencia del Normal 7 en relación al teatro en la formación docente, y después de capacitación docente y luego estaba discutiendo el nuevo plan de estudios. Esta experiencia fue parte de esa discusión para instalar teatro en los profesorados de primaria y de inicial, y hoy el espacio de teatro en los profesorados es una realidad y si uno busca la génesis de aquello fue la pregunta de un estudiante: ahí hubo alguien que se preguntó, hubo alguien que escuchó, y hubo algo que creció.

Muchas gracias por la entrevista y la onda que le ponen a todo Silvina: Gracias, aprovecho para felicitarlxs por esta iniciativa; que hace que nos conozcamos más y continuemos apostando a construir colectivamente. Muchas gracias a ustedes Emiliano: Cuando veo a estudiantes del profesorado, cuando los veo en los cargos en las escuelas y que les va bien con los grupos, cuando veo actrices y actores laburando y generando y haciendo el presente del teatro en esta ciudad que es tan complejo y tan difícil, se me llena el pecho cuando los veo. Ustedes que son de esos y de esas con quienes comparto este desafío de hacer con otros, les agradezco infinitamente esta oportunidad de seguir preguntándome y de seguir encontrándome allí con ustedes.


Crónica sobre la jornada de "Género, diversidad sexual y formación docente" Lunes 23 de octubre. Fuimos llegando de a poco, algunxs nos vamos juntando a almorzar mientras terminan de ultimar todo. Nos sentimos entusiasmadxs, hace tiempo deseamos abrir a todo el Profesorado el cuestionarnos acerca de la diversidad sexual e identidad de género. La escuela fue un espacio que también se vio vulnerabilizado por la violencia machista. El caso más reciente es el del “docente” Mariano Moruja. En el espacio teatral se invisibilizan abusos (de poder y sexuales) y es difícil precisar el porqué, tal vez sea por el respeto al docente, a la consigna, porque es difícil decir al grupo que te sentiste maltratadx, etc. Es imprescindible que dialoguemos al respecto y podamos juntxs desnaturalizar estas prácticas. Una vez que todxs ingresamos a La Vidriera, Aye y Marce (estudiantes de 2do y 3ro) fueron las personas encargadas, junto con Marcelo Medina, de armar este encuentro y darnos la bienvenida. Malena Buzzetti (trabajadora de la educación, Programa de estudiantes madres y padres adolescentes de escuelas medias de C.A.B.A., Capacitadora de ESI) fue la encargada en romper el hielo. La actividad propuesta fue que ella hacía preguntas al grupo y nosotrxs debíamos trasladarnos a alguno de los carteles que había en el espacio. Los mismos decían “nunca”, “a veces”, “casi nunca”, “siempre”. La actividad era sencilla y ayudaba a visibilizar cómo socialmente creemos que hay tareas y acciones según el género y muchas veces eso se rompe. También podíamos ver la naturalización de ciertas tareas. Cuando se preguntó si lavábamos la ropa, la mayoría que estaba bajo el cartel de “siempre” éramos mujeres. Las preguntas que se referían a cómo nos sentíamos con nuestro cuerpo me hacían sentir triste por sentirme disconforme con él y molesta por no aceptarlo. Luego miramos el video ¿Qué es la diversidad sexual?, explicación fácil de Gorka Perez y reflexionamos sobre los contenidos en ronda. El video me ayudó a darme cuenta de que mi identidad sexo­género, hace un tiempo es una construcción movible. Porque como Galileo lo dijo “no hay nada fijo en el universo” y en mi cuerpo (por lo menos) tampoco. En los espacios lgbtiqap se suele pedir por la visibilización de las personas transexuales, transgénero, travestis. Durante el video me pregunte por las personas intersex: ¿cómo hacer para abordar este tema en el aula?

Desde la ronda se presentó Silvina Peirano (especialista en sexualidad y diversidad funcional. Directora del centro Julia Pastrana­ espacio de sexualidad y diversidad funcional) y lo primero que nos dijo fue que se había mantenido por

fuera de la ronda, excluida, porque así es como sucede con las personas con diversidad funcional. Nos hizo referencia a que la sociedad es la que crea a la persona discapacitada y deshabilita su sexualidad, ya que no se les da la opción de ser, sino que se les impone ser asexuadxs. Nos habló del capacitismo y que la revolución de los monstruos es autonombrarse “diversos funcionales”. Para la otra parte de la sociedad (los "capacitados") el sexo, el deseo, la otredad en estos cuerpos es algo impensado. Las personas con diversidad funcional no poseen autonomía de sus cuerpos, en el cotidiano otrxs deciden por ellxs, lxs tocan sin preguntarles, etc. Silvina nos preguntó qué pensábamos sobre la sexualidad en estos cuerpos y una compañera quiso responder. Silvina la hizo sentar en una silla Sexo y Paraplejia - Porno educativo que había colocado anticipadamente en el centro de la ronda y mientras ella respondía fue colocándole en el cuello un pañuelo, acomodándole el pelo, acariciando. Cuando finalizó la respuesta, Silvina le preguntó si tenía frío, la compañera respondió que no, Silvina insistió con que ella consideraba que tenía frío y abrió la pregunta al grupo, la escena fue extraña, incómoda. Otra compañera preguntó si este ejercicio estaba pautado porque le parecía violento. Silvina y la compa que estaba sentada, sin poder emitir una palabra, respondieron que no. No voy a entrar en detalles, pero la situación se problematizó bastante, resonaba mucho la palabra violencia, casi todxs hablaban de cómo podía estar sintiéndose la compa que estaba en la silla o de que si se estuviera sintiendo mal podría haber hablado, etc. Silvina no fue atinada al proponer la actividad sin avisar previamente a alguna persona de qué iba la actividad antes de que participara. ¿A dónde quería llegar? A que sintiéramos lo que había estado relatando al principio. Desde que comenzó Silvina hasta el momento de la discusión, me quedé sin palabras, espectando. En la primer parte (antes de la silla) pensaba en cómo hago para desarmar esos mecanismos que habitan en mí y que hacen que muchas veces no sepa cómo dialogar con una funcionalidad diversa, cómo se trabaja desde el arte con alguien que tiene movilidad reducida, cómo dejar de infantilizarlxs.


Pero después, cuando volví de mis pensamientos porque en escena había un gran debate por la consigna, me pregunté qué hubiera pasado si Silvina hubiese hecho la consigna de un modo más cuidadoso, si ese malestar colectivo que sentíamos lo hubiésemos podido identificar como propio por ver cómo reaccionamos o nos manejamos ante personas con diversidad funcional. Recordé talleres feministas en los que experimenté sensaciones parecidas, no creo que todas las deconstrucciones sean felices. Ver las marcas del sistema hétero­cis­capitalista­patriarcal en nosotrxs duele, es fuerte. Recordé talleres feministas en los que experimenté sensaciones parecidas, no creo que todas las deconstrucciones sean felices. Ver las marcas del sistema hétero­cis­capitalista­ patriarcal en nosotrxs duele, es fuerte. Cuando finalmente a alguien se le ocurrió preguntarle algo a la compa que aún seguía en la silla, esta pudo expresar cómo se sintió. Hasta el momento solo se había guardado la incomodidad por respetar la consigna. Fue un momento tenso. Pero cuando se decidió hacer un receso para luego continuar con la jornada, el debate siguió en subgrupos. Muchxs ya no queremos ser esta humanidad. Para encontrarnos con lo que queremos ser es necesario movernos, mirarnos para dentro, a pesar que la persona de enfrente se equivoque. Preguntarme ¿por qué esto me está molestando? ¿Qué parte de mí me asusta y quiero TRANSformar? La charla finalizó con Maiamar Abrodos (actriz, escenógrafa. Profesora en la EMAD y UNA. Mujer transexual). Mientras estábamos en la ronda discutiendo sobre el funcionamiento de la dinámica con Silvina, observaba a Maiamar y deseaba escucharla ansiosamente. La presencia de una corporalidad trans siempre me hace cuestionar acerca de mi identidad de género. Sus palabras

yes, we fuck. Documental dirigido por Antonio Centeno

fueron sencillas y radicalmente sensibles. Sentí absoluta empatía con sus relatos. Muchas veces me pregunté cómo fluir en el género y no ser condicionadx a la hora de hacer un personaje. Poder ver personas que rompan

con el binarismo en escena y que si una mujer trans es actriz no tenga siempre que hacer de prostituta o peluquera (paradójicamente los únicos empleos que esta sociedad patriarcal le permite ejercer a estas corporalidades). Maiamar nos habló de su tránsito, de sus momentos oscuros y la alegría de poder ser quien realmente era dejando atrás la identidad de género impuesta por la biología. Nos habló de ser pacientes cuando alguien se equivoca y nos llama por nuestro antiguo nombre o cuando te dicen “la” y sos “el”. Y también compartió sus experiencias, reflexiones como docente. A sí misma ella se ve como guía del aprendizaje artístico y no como una portadora absoluta del saber.

colectivo post op - documental yes, we fuck La jornada fue larga e intensa pero necesaria, con momentos más tensos y otros de muchas palabras llenas de afectividad y cuidado. Nos veía en ronda, algunxs llorando y otrxs invadidxs por las dudas y me parece que eso es lo maravilloso de estos espacios. El poder repensarnos, cuestionarnos, no cristalizarnos, darnos el espacio a la duda, a la nada misma y reconstruirnos desde ahí.

Antí Matus


INVISIBLES

¿cómo nos ven?


Perspectiva

"Refraccion". Foto: Antí Matus

Alguien que observa. Algo/alguien que es observadx. Depende de donde nos ubiquemos, la perspectiva cambia. ¿Qué vemos? ¿qué nos atrae de ese momento en detención? ¿que parte de mi observación decido hacer eterna?

Si tenés alguna foto que comparta tu mirada de los espacios que habitamos enviala a revistapolimorfa@gmail.com


Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.