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Una reflexión sobre la ubicación del Centro Botín de Arte y Cultura de Santander.

A lo largo de la historia, y en nombre del progreso, se han construido auténticas barbaridades, que en su momento se presentaron como modernidades y que posteriormente con los ojos actuales, y con el cambio de valores, nos parecen grandes errores. Las referidas obras creaban empleo y “riqueza” a corto plazo pero sin la necesaria visión de la sostenibilidad futura. Lo que en la actualidad nos obliga a “tragarnos” construcciones que nunca debieron consentirse. Estamos a favor del progreso y del crecimiento ordenado y sostenible. Estamos a favor de la iniciativas, públicas o privadas, que potencien el arte y favorezcan el debate cultural, que creen riqueza y bienestar para los ciudadanos, pero que no sean una rémora para las futuras generaciones. Estamos a favor de que la Fundación Botín proponga un Centro emblemático que remarque su imagen de mecenas y favorezca a Santander, aunque ignoramos sus motivaciones reales y sus fundamentos. Sin embargo, estamos radicalmente en contra de la pretensión de la ubicación de tan amplia volumetría en un muelle público, tanto por la gran superficie ocupada como por su desmesurada altura. Lamentablemente las Instituciones y los políticos están hurtando deliberadamente a la ciudadanía el necesario debate sobre este asunto; y rindiendo pleitesía, desde el inicio, a este Proyecto. La implantación de la edificación propuesta sobre un espacio público, casualmente enfrentado con el Banco Santander y “unido” mediante una pasarela, supone una grave afectación estética y una intrusión visual en la proyección de las vistas desde todas las perspectivas, tanto desde la ciudad como desde la Bahía. Significa una ruptura de la singularidad y armonía paisajística, rompiendo el horizonte visual y paisajístico, y la integración actual de los Jardines de Pereda con el manto del paseo marítimo de la Bahía. El paisaje y las vistas del horizonte conforman la identidad de la Bahía de Santander. A lo que no se puede renunciar. Los santanderinos están habituados a pasear por el muelle de la Bahía, hasta los límites de lo permitido en la Grúa de Piedra, disfrutando del horizonte, que es lo más bello. Y más bello cuanto más limpio de edificaciones. A pesar de los borrones del Palacio de Festivales, Club Marítimo, Estación marítima del Ferry … Lo que necesita esa zona del muelle es simplemente eliminar las barreras que limitan su acceso, abriéndola al uso y disfrute del público y desplazando el atraque del Ferry hacia otro muelle.


Supone, además, un menoscabo del derecho de vistas a la Bahía que tienen los miles de residentes afectados en el Paseo de Pereda, Castelar, Calderón de la Barca, Castilla y Antonio López… Los edificios emblemáticos, como el propuesto por la Fundación Botín, se justifican para la recuperación de espacios deteriorados. Lo que no es el caso de la mejor zona de la Bahía. Sí existen otras zonas alternativas bien degradadas, que pudieran dar satisfacción a todos. El Sr. Botín ha decidido escribir una página en la historia de la ciudad de Santander: Ahora tiene la oportunidad de demostrar que su poder económico y su influencia política vale para algo más que para satisfacer su ego e intereses de su Banco. Los ciudadanos que le vieron nacer se acordaran de él para bien o para mal. Juan García


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