Revista Llámpara 3

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NĂšMERO 03 - 2010

patrimonio industrial



"Fue entonces cuando el horno se puso en marcha en Coalbrookdale”. Cox, Nancy “Imagination and Innovation of an Industrial Pioneer: the First Abraham Darby”, Industrial Archaeology Review, 1990



contenido

5 Editorial

8 Red nacional de silos y graneros. Integración en la realidad urbana contemporánea CARLOS MATEO CABALLOS

18 La fábrica Robinson de Portalegre (Portugal). Rehabilitación y preservación del Patrimonio Industrial

JORGE MAROCO ALBERTO y CÉLIA GONÇALVES TAVARES

28 Elogio y censura de la arqueología industrial desde la arquitectura ANA GUERRERO

38 El Patrimonio Industrial en el marco de la protección del Patrimonio Cultural en Asturias DIEGO RUIZ DE LA PEÑA RUIZ

48 La protección del Patrimonio Histórico Industrial: marco normativo e institucional SARA GRANDA

57 Criterios básicos de actuación sobre el antiguo depósito de locomotoras de Valladolid

JOSÉ LUIS LALANA SOTO y LUIS SANTOS Y GANGES

63 La arquitectura industrial en Zamora RAFAEL ÁNGEL GARCÍA LOZANO

71 Arqueología Industrial, Mundo del trabajo y fuentes orales. Una aproximación interdisciplinar: El proyecto “El Mundo del trabajo de los ferroviarios en Asturias” JAIRO FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ y NURIA VILA ÀLVAREZ

83 EntreComillas (Breves) • Héroes de Patrimonio Industrial: Bidembum. COLECTIVO NOHAYCOLOR! • DIN, La tipografía industrial que conquistó el mundo. CARLOS DE MIGUEL GARCÍA

86 Miradas sobre nuevos usos del Patrimonio Industrial • El hangar del ferrocarril en Burgos • Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León: patrimonio vivo • La factoría Mirat de Salamanca • Arizona Baby: el puente de Herrera

94 Actividades de Llámpara en 2009 100 Galería de imágenes MANUEL PRIETO CABELLO

patrimonio industrial

Edita: © Asociación Llámpara. Patrimonio Industrial Teléfono: 0034 620364255 www.llampara.org | info@llampara.org Coordinación: Guillermo Rivilla Marugán Consejo Editorial: Isabel Estébanez Mejías, César Martín Simón, José Carlos Neches Fernández, Jesús A. Hernández, José Luis Lalana, Luis Santos, Héctor Cantalapiedra, Paula Cantalapiedra y Carlos de Miguel García Diseño y Maquetación: Carlos de Miguel García, a mielworks! member Depósito Legal: S-172-2008 ISSN: 1888 - 4784 Foto de portada: Adrián de la Iglesia. 2º Premio 1er Rally Fotográfico “Patrimonio Industrial Activo” EJEMPLAR GRATUITO. PROHIBIDA SU VENTA



editorial

Primer Premio 1er Rally Fotográfico “Patrimonio Industrial Activo” / EVA GOSSWEIN

ASOCIACIÓN LLÁMPARA. Patrimonio Industrial

“El patrimonio industrial está de moda”. Con esta afirmación José Luis Lalana y Luis Santos abrían el primer artículo del segundo número de la Revista Llámpara. La preocupación por este tipo de patrimonio es creciente en distintos ámbitos públicos y privados. Son cada vez más los medios de comunicación que se hacen eco de noticias relacionadas con la puesta en marcha de un inventario especializado en una región, de un programa de investigación relacionado con la minería en alguna comarca, de una exposición en una fábrica de harinas en cierto municipio o de la recuperación y dotación de nuevos usos para una antigua azucarera en alguna localidad. Estas apariciones públicas miden, parcialmente, el aumento del interés social por el patrimonio industrial. Incluso podríamos afirmar que la ciudada-

nía está comenzando a tomar conciencia del valor de este patrimonio (aunque en este aspecto existe aún un largo camino por recorrer). Este hecho queda también reflejado con el ejemplo de dos proyectos cuyo eje central es el patrimonio industrial que han sido excelentemente considerados al más alto nivel. En la anterior Iniciativa Comunitaria INTERREG IIIC se estableció como buena práctica el proyecto European Routes of Industrial Heritage (www.erih.net), puesto en marcha con el objetivo, entre otros, de valorizar el patrimonio industrial de varios países del Noroeste de Europa y aprovecharlo como motor del desarrollo de regiones que sufren el declive económico debido, precisamente, a la desindustrialización. El segundo proyecto, más cercano territorialmente, se centra en el trabajo efectuado en el Par-


Fotografía seleccionada en el 1er Rally Fotográfico “Patrimonio Industrial Activo” / ADRIÁN DE LA IGLESIA

que Minero de Almadén (Medio Ambiente y Patrimonio en Castilla la Mancha). La actuación desarrollada ha conseguido ser finalista en los “RegioStars Awards” de la Comisión Europea (junto con otros 23 proyectos, siendo el único desarrollado en España), que identifican las buenas prácticas en desarrollo regional destacando los proyectos más innovadores que puedan inspirar a otras regiones europeas. A través de la restauración medioambiental del entorno minero y la puesta en valor del patrimonio industrial existente, esta iniciativa pretende apoyar el desarrollo del territorio en el que está enclavado. Ambos proyectos cuentan, entre otras, con tres características comunes: el objetivo de trabajo de los proyectos es el patrimonio industrial; este patrimonio sirve como eje para el desarrollo regional; y son proyectos de amplio calado en los que intervienen múltiples agentes sociales. El patrimonio industrial está de moda, pero las modas pasan con el tiempo a un segundo plano en las prioridades de las agendas de quienes tienen las competencias para abordar actuaciones que permitan la salvaguarda del patrimonio industrial. Es importante aprovechar el momento, pero creemos que es necesario tener en cuenta algunas cuestiones. Han de plantearse iniciativas de calado y empaque, que aborden proyectos complejos que vayan más allá de la anécdota y que generen estructuras tangibles e intangibles que perduren tras las actuaciones. Estos proyectos han de estar basados en investigaciones de calidad, pero siempre teniendo en cuenta que el objetivo final no ha de ser la investigación, sino que ésta ha de servir de herramienta para seguir dando pasos adelante. Para que este tipo de iniciativas puedan alcanzar un cierto éxito sería importante que los 6 | LLÁMPARA

organismos nacionales e internacionales especializados en patrimonio industrial tomen las riendas de un certero análisis de las necesidades concretas en la materia, el fomento de la articulación de los diferentes actores sociales públicos y privados, y el diseño de programas que sean perdurables y que en realidad generen impacto en el territorio en el que se desarrollan. Asimismo es importante promover encuentros de expertos que de alguna manera están o pueden estar vinculados al patrimonio industrial. Encuentros en los que participen de manera activa investigadores, gestores de entidades, agentes de desarrollo local, consultores de proyectos, técnicos de museos,… Encuentros en los que se compaginen presentaciones públicas con talleres prácticos de gestión de iniciativas o de búsqueda de financiación. En este sentido en Noviembre de 2009 en la Universidad Autónoma de Madrid, con el apoyo de Llámpara, se dieron los primeros pasos para la creación de un foro práctico de debate y formación en temas vinculados directamente con el patrimonio industrial (turismo y patrimonio industrial, minería,…) como otros de carácter más práctico cuyo objetivo es ofrecer las herramientas para llevar las ideas a la realidad y poder solventar las múltiples barreras técnicas que podemos encontrar a la hora de poner en marcha una idea bien planificada. Debatamos acerca de la pertinencia de plantear proyectos más amplios, busquemos las herramientas para conseguirlo, demos un paso más adelante y aprovechemos el momento. Tras esta breve reflexión, no queremos olvidar agradecer el apoyo a la idea Llámpara de algunas personas e instituciones que forman parte de nuestra corta evolución y que sin ellas nunca habría llegado este tercer número.


Por este motivo nuestros agradecimientos a las siguientes personas e instituciones: de forma lógica y con especial énfasis, a todos los articulistas y colaboradores, al LFA, por tener siempre los brazos abiertos ante cualquier nuevo reto, a Carmen, Mónica, Mª Dolores, Javi y Susana, a los chavales de Patrimonio Activo, que dan mucha vida a Llámpara, a Olaia, a María Griñán, y su “vocación industrial”, a Oporto y su lluvia, a Londres y sus nuevos usos nocturnos del patrimonio industrial, a Gus y las Gymkhanas, al Club de Montaña Ojanco por abrir nuevas vías de colaboración, al Museo Etnográfico de Castilla y León por permitir difundir el conocimiento generado, al Ayuntamiento de Valladolid y al Museo de la Minería y la Siderurgia de Sabero, por apoyar la publicación de la revista, a todos los socios que componen Llámpara y a todos quienes nos hayamos olvidado que seguro que son unos cuantos. Por último, nos gustaría introducirles a los contenidos de la revista. El objetivo es similar al planteado en números anteriores: ofrecer al lector una publicación especializada pero accesible a un amplio público, ágil y con una importante carga de contenidos, dando especial importancia al elemento visual, y sobre todo, abierta a las infinitas miradas de las que puede ser objeto el patrimonio industrial. Abre este tercer número un brillante artículo sobre la red nacional de silos y graneros de manos del arquitecto Carlos Mateo Ceballos. A continuación Jorge Maroco y Celia Gonçalves nos abren las puertas de la Fábrica Robinson de Portalegre, una de las más interesantes iniciativas vinculadas al patrimonio industrial que se han puesto en marcha en Portugal. En tercer lugar Ana Guerrero se adentra en el debate conceptual para acercarse al pa-

trimonio industrial desde la perspectiva de la arquitectura. Posteriormente Diego de la Peña nos acerca al patrimonio industrial asturiano en el contexto de la protección del patrimonio cultural de dicha región. Será Sara Granda quien permita al lector conocer el marcho legislativo que regula el patrimonio industrial en nuestro país, mientras que José Luis Lalana y Luis Santos se adentran en la realidad de uno de los emblemas patrimoniales de la ciudad de Valladolid, su inigualable Depósito de Locomotoras. Para finalizar, Rafael García realiza un interesante acercamiento a los restos industriales de la ciudad de Zamora, y Jairo Fernández y Nuria Vila desenmascaran las posibilidades de las fuentes orales para investigar el mundo del trabajo. Como novedad, una nueva sección, “Entre comillas (breves)”, donde el Colectivo NoHayColor! presenta un a uno de los héroes del patrimonio industrial, Bibemdum, a la vez que Carlos de Miguel nos muestra los orígenes de una tipografía genuinamente industrial, la DIN. Mantiene esta tercera edición de la revista Llámpara el apartado “Miradas sobre nuevos usos del patrimonio industrial”, con una cuádruple visión: el Hangar del ferrocarril en Burgos, el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León de Sabero, la fábrica Mirat de Salamanca y una de las novedades musicales más importante del año, el grupo Arizona Baby, uno de cuyos vídeos fue grabado precisamente en el puente de Herrera de la provincia vallisoletana. Como cierre de la revista, dos secciones ya clásicas: una Memoria de las Actividades de la asociación durante el año 2009, y una Galería de Imágenes que en esta ocasión deja de lado la fotografía para recoger un conjunto de grabados elaborados por Manuel Prieto Cabello. n

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Red nacional de silos y graneros Integración en la realidad urbana contemporánea CARLOS MATEO CABALLOS

Toda persona que haya recorrido la geografía española mantiene en su recuerdo la imagen de “silos y graneros”, creyendo verla en repetidas ocasiones allí por donde transita. Puede llegar a afirmarse que la torre del silo o el contorno del tradicional granero han pasado a perfilar la silueta de nuestros pueblos, junto con las ya históricas iglesias y castillos. El proceso perceptivo activa los mecanismos de memoria histórica que nos cuestionan la razón de ser de estas edificaciones obsoletas. Comprenderlas requiere situarlas dentro de un panorama más amplio como es el “patrimonio industrial agroalimentario”. Hasta ahora la amplitud de visiones que abarcaba el patrimonio industrial había favorecido determinadas miradas –ferroviaria, textil, minera,...– frente a ésta que nos concierne. Ésto ha derivado todavía hoy en un défcit en el campo de la investigación y la puesta en valor de este patrimonio, que puntuales instituciones e investigadores han asumido como reto hasta desgranar la complejidad de su valor arquitectónico, territorial, ambiental, social, económico y tecnológico. El caso español queda singularizado en la “Red Nacional de Silos y Graneros” que fue desarrollada entre 1949 y 1990 bajo una política agraria de carácter autárquico. Sin duda es una experiencia única de intervención estatal con una fuerte presencia < Silo de Mérida / FUENTE AZCÁRATE (2009)

Silo de Mahora / FUENTE: SALAMANCA CASCOS, D.

en el territorio y en las vidas de millones de españoles. Este artículo tratará de dar una visión de conjunto a lo largo de tres apartados y desde múltiples perspectivas, disculpen si tal vez estén excesivamente influenciadas por mi formación. Mediante los dos primeros apartados se aporta una amplia visión inicial de esta nueva realidad patrimonial –“Panorama histórico” y “Declive y oportunidad”– para concluir con un tercer apartado que destape nuevas líneas metodológicas de conocimiento e intervención sobre este singular patrimonio industrial –“Líneas activas de trabajo”–.

1. PANORAMA HISTÓRICO Introducción al almacenamiento de grano Los almacenes de grano aparecen entre las primeras formas arquitectónicas usa-

das como resguardo tanto del alimento como del propio ser humano. Existen testimonios de ello desde el año 6000 a.C. (Mendoza, 2010), momento en que la agricultura y la ganadería se convierten en las actividades predominantes. Diversas civilizaciones entorno al Mediterráneo, como la egipcia, prehelénicas y helénicas, manifestaron esta necesidad de almacenamiento a través de sistemas de una escala acotada. En otros continentes como África o América solo se observarán alteraciones técnicas entorno a los modos de almacenamiento, normalmente por las condiciones climatológicas. No será hasta época romana, excelente conocedora de la ingeniería, cuando aparezcan grandes construcciones dedicadas al almacenamiento de grano integradas en la “red de horrea y emporia”, cuyo caso más singuPATRIMONIO INDUSTRIAL | 9


lar reside en el “Porticus Aemilia de Roma”, un vasto rectángulo modulado de 60x487m. Pasaron siglos hasta la aparición de nuevas edificaciones vinculadas al almacenamiento de mercancías como los docks británicos o las atarazanas y aduanas propias del comercio con América. Cada una de estas edificaciones, con sus particularidades, dieron cobertura a situaciones concretas del momento histórico y lugar donde se ubicaron. Pero en este proceso de concreción de los tipos arquitectónicos claves del almacenamiento de grano, no pueden sino señalarse como únicos “aquellos diseñados para guardar los frutos de la denominada triada mediterránea: trigo, olivar y vid” (Montero et al., 1991). A su vez se encuentran algunas edificaciones ligadas al sistema tributario del momento, entre los que se encuentran los “diezmos”. Éstos eran abonados en metálico o grano, para lo cual fue paulatinamente surgiendo por toda España una red de almacenes conocidos bajo “cillas y tercias”. En paralelo surgen los “pósitos” que, en palabras de Lampérez (1922), son graneros públicos para asegurar la provisión de los pueblos, regular los precios y librar a los labradores de la usura. Suponen un acercamiento conceptual muy importante a los fines que subyacen en la creación de la Red Nacional de Silos y Graneros que detallaremos más adelante. La evolución tipológica de estas edificaciones no sufre apenas variaciones hasta la llegada de la revolución industrial a mediados del siglo XIX, donde la aparición de nuevos materiales –primero el acero y luego el hormigón– marcará nuevas pautas formales derivadas de sus propios límites físicos. En este punto de la historia englobamos la producción de los silos verticales de hormigón o metálicos, con origen y difusión predominante a través de la fotografía de autores norteamericanos.

Unión Soviética en un interesante caldo de cultivo intelectual y artístico. “Figuras tan importantes del panorama arquitectónico de los siglos XIX y XX como Walter Gropius, Erich Mendelsohn, Le Corbusier, Toni Garnier, Albert Khan o Hans Poelzig, sólo por citar algunos” (Azcárate, 2009), han estado ligados a reflexiones teóricas entorno a la naturaleza del proceso y la edifi cación industrial. Pósito de Castro del Rio, Córdoba / FUENTE: IAPH

El origen de los silos verticales se apoya sobre la invención del “elevador de grano” en 1843 a manos de Joseph Dart. La costosa tarea de descargar saco a saco el grano motivaron la iniciativa de idear una máquina que, movida por vapor, elevara el grano hasta la parte superior de los depósitos mediante un sistema de cadenas, cangilones y poleas. La última década del siglo XIX estuvo marcada por la búsqueda de una forma de construcción resistente al fuego, barata y con gran capacidad de almacenaje; para ello se realizaron multitud de experimentos con diversos materiales. La introducción de la energía eléctrica, y posteriormente el hormigón como material estructural, acabaron por definir una nueva imagen del silo americano llena de funcionalidad, que derivó en Europa y la

Washburn Crosby, Buffalo / ARCHIVO 10 | LLÁMPARA

Origen y finalidad La aparición de lo que dio en llamarse el “problema triguero” tiene su origen en el primer tercio del siglo pasado, cuando la I Guerra Mundial provocó la intervención del los estados en el sector con el objetivo de regular los mercados y estabilizar los precios y rentas. En España hay que sumar un régimen de cosechas altamente irregular en la década de los años 30, que provocaron una situación de sobreoferta la cual condujo a una caída inmediata de los precios y en consecuencia el declive de los pequeños productores trigueros. La inmediata Guerra Civil Española alterará el orden político y social que regía el país, sin que ello supusiera una resolución del verdadero problema triguero. La consolidación del Régimen se solapa con un período de precariedad para los miles de pequeños agricultores trigueros; se hace necesaria una intervención en materia de política agraria.


Entonces “el Estado se decanta por una política reguladora frente a políticas liberales que, en este momento histórico, hubieran conducido al campo español a un auténtico cataclismo y a una crisis social insoportable” (Barciela, 2007). La construcción de una Red Nacional de Silos y Graneros aparecía entonces como un hecho inminente. La publicación en 1937 del “Decreto-Ley de Ordenación Triguera” dará origen al Servicio Nacional del Trigo –SNT–, encargado de la elaboración de un “Plan General de la Red Nacional de Silos y Graneros” que verá la luz en 1945 con una propuesta inicial de 437 silos y 631 graneros. Tal y como apunta Cavero (1959:5) son cuatro los principios básicos sobre los que se fundamenta la construcción de esta Red: • “Hacer posible la compra de trigo a los agricultores y su almacenamiento en locales ubicados en puntos estratégicos de las zonas productoras. • Conservación de una reserva nacional al final de cada campaña, de cuantía adecuada para compensar… deficiencias iniciales de una posible cosecha inferior en la campaña siguiente. • Posibilidad de recibir en puertos trigos de importación en años deficitarios o de expedir trigos especiales… en años de cosechas… superiores al consumo. • Lograr la adecuada manipulación de los granos, así como su selección y tratamiento para proporcionar al agricultor semillas de mayor rendimiento”. La Red fue oficialmente inaugurada el 6 de Junio de 1951 con la visita del Jefe del Estado al Silo de Córdoba. La financiación para la construcción de la Red fue soportada por el propio SNT, cuyos fondos provenían casi en su totalidad del “canon comercial”, consistente en la diferencia entre los precios de venta y compra de los pro-

Red Nacional de Silos / FUENTE: SERVICIO NACIONAL DEL TRIGO

ductos que el SNT manipulaba. Según apreciación de Barciela (2007:73-74), tanto el canon como la rentabilidad de las campañas eran determinantes en el ritmo de la construcción de la Red; la aplicación del canon se trasladaba en cascada por toda la cadena productiva, de modo que finalmente quienes terminaron por asumir este sobrecoste fueron los consumidores de pan. Territorio y Arquitectura La comprehensión unívoca de la Red Nacional de Silos y Graneros pasa por el estudio de su doble vertiente: territorialidad e individualidad. La “territorialidad” de la Red queda patente en la distribución de sus unidades a lo largo del territorio nacional, proliferando de manera extensiva sobre aquellas regiones eminentemente cerealistas frente a aquellas provincias costeras o de particular orografía que no facilitaba este tipo de cultivo. España quedó dividida entonces en “150 comarcas trigueras” que estaban determinadas por las distancias máximas a recorrer por los labradores, la existencia de industrias molineras y los centros tradicionales de comercio de cereales (Ministe-

rio, 1958). La implantación de las edificaciones en estas comarcas trigueras se realiza de manera progresiva e intencionada, aplicando cada una de las variantes que a continuación se describen (Ministerio, 1958) en un punto del mismo: • “Silos y almacenes de recepción”, cuya función es recoger el grano en los lugares de producción, conservándolo hasta reexpedirlo en el momento de su consumo o para traslado a otros silos de tránsito, puerto o reserva. Están distribuidos para facilitar al labrador las tareas de entrega, pero a su vez debían de estar bien conectados para su posterior salida a manos de los industriales harineros.

Silo de Lebrija / ARCHIVO

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Silo de Córdoba / ARCHIVO

La “maquinaria”, como corazón que bombea el grano y lo hace circular por toda la complejidad del sistema de almacenaje. Tal es su importancia que determina la operatividad de cada unidad en la Red, conjuntamente con la capacidad de su cuerpo de celdas. La “galería superior” de reparto está destinada a la distribución horizontal hacia la celda deseada. Existen numerosas variantes para resolver esta galería, de forma que, atendiendo a sus cubiertas las encontramos inclinada o plana, atendiendo a la maquinaria, fija o móvil, y según la espacialidad interior puede ser de una o dos alturas. Las “celdas de almacenamiento” son la razón de ser y

actúan como grandes depósitos verticales adosados entre si formando filas. Son diversos los parámetros que rodean la existencia de éstas: materialidad, forma, altura, apoyo, etc. La “galería inferior” está destinada a la recepción del grano procedente de las celdas para su reexpedición a granel o ensacado. En las primeras unidades, esta galería suponía el total de la planta bajo las celdas, pero su elevado coste derivó en el apoyo de las celdas, salvo un pasillo con el ancho de las celdas centrales. • La “nave anexa” sirve para realizar tareas de ensacado, selección y guarda de maquinaria. Presente en un elevado número de unidades, sus características

Silo de Málaga / ARCHIVO

• “Silos de tránsito”, preparados para recibir el grano de los silos de recepción a ellos adscritos y regular el tráfico de grano en importantes centros ferroviarios de las zonas productoras y consumidoras (por ejemplo Córdoba, Mérida, Huesca,...). Están dotados de una importante maquinaria y permiten el flujo de grandes cantidades de grano entre distintos medios de transporte. • “Silos de puerto”, tienen la capacidad para descargar el grano desde los buques, almacenarlo y enviarlo por ferrocarril o camión hacia el interior, o también para ejecutar operaciones inversas de manera simultánea. La Red pretendía cubrir los principales puertos nacionales, pero la concepción autárquica de la misma y los problemas acontecidos entorno al silo de Málaga desencadenó la negativa a comenzar las obras en otros nuevos puertos, excepto en Sta. Cruz de Tenerife. La “individualidad” de cada silo o almacén está apoyada sobre una base común funcional y constructiva que se adaptó a cada municipio y momento histórico a través de: la implantación en el solar, eficacia de la maquinaria instalada, diversidad de operaciones realizadas con el grano, la resolución formal de las fachadas, la proximidad a vías de comunicación, etc. Dicha base se materializa en los silos a través de unos “componentes invariables” necesarios para el cumplimiento de las labores de almacenamiento, recepción, expedición, selección y trasvase, labores que en los graneros se reducen considerablemente. La “torre elevador”, como columna vertebral del almacenamiento vertical. Aloja en su interior la “maquinaria de elevación”. Iconográficamente ésta puede aparecer destacando en fachada, inserta en el volumen principal o incluso al interior sustituyendo una celda.


Sección esquemática por silo / ELABORACIÓN PROPIA

LÓGICA

MATERIAL

FORMA

CELDAS

De recepción exclusiva o predominante

Construido por el S.N.C.

Toda o la mayor parte de celdas elevadas

Celdas de sección cuadrangular De fábrica

Almac. vertical La mayor parte de las celdas apoyadas

Celdas de sección circular

metálicas

De recepción exclusiva o predominante

De recepción exclusiva o predominante

De secado de grano

De selección de semillas exclusiva o predominante

Almac. horizontal

Adquiridas por Acondicionadas el S.N.C. por el S.N.C.

son muy similares a los almacenes horizontales o graneros. Las “pequeñas edificaciones de servicio” son frecuentes, pero no una invariable –aseos, básculas, casa jefe de silo, centro de transformación,…–. Dicha individualidad se ve fracturada en el momento que la “seriación tipológica” se hace presente en la Red para alcanzar los objetivos de construcción de un elevado número de unidades en períodos de tiempo muy acotados. La complejidad que va tomando la Red debido a sus número de unidades y variantes obliga al SNT ha establecer diversas clasificaciones (Ministerio, 1958,1970,1978,1993) que, con escasas modifi caciones, muestran unos veinte “tipos arquitectónicos” que denotan una evolución de la rentabilidad constructiva y funcional –maquinaria–. La siguiente tabla simplifica dicha evolución, dejando para Azcárate (2009) una verdadera aproximación al ente arquitectónico. Sobre esta clasificación más funcional y constructiva cabe una segunda interpretación derivada del estudio del “estilo arquitectónico” usado en cada momento

Todas las celdas apoyadas

En puerto

ID. P

interiores

T

MANIOBRA

Planta de maniobra bajo celdas elevadas

Especiales, gran capacidad, amplio equipo industrial y muy mecanizado

Sin tren vertical de selección

A

Con tren vertical de selección

F

Torre en esquina

Sin tren vertical de selección

B

Un pasillo de maniobra bajo línea de celdas elevadas

Torre frontal

Sin tren vertical de selección

D

Dos pasillos de maniobra paralelos bajos líneas de celdas elevadas (2 tipo “D” unidos lateralmente, eliminando una línea de celdas apoyadas)

Torre frontal

Sin tren vertical de selección

E

Dos pasillos de maniobra, uno en cada ala, bajo Torre líneas de celdas interior elevadas (dos tipo “D” unidos por la torre)

Sin tren vertical de selección

H

Sin pasillo de maniobra, solo zona en el entorno de la torre bajo dos celdas elevadas.

Torre frontal

Sin tren vertical de selección

GV

Zona de maniobra en el perímetro Torre frontal interior de las celdas

Sin tren vertical de selección

C

Torre interior

Celdas de sección circular

MC

Celdas de sección cuadrangular

MR G

De fábrica

Almac. vertical De fábrica predominante

Almac. vertical De fábrica predominante

Características diversas

Características diversas

Con tren vertical de selección

SV

Sin tren vertical de selección

SA

Sin tren vertical de selección

SH SG

Características diversas

Son antiguos castillos restaurados y acondicionados para almacenamiento

Z

Almac. vertical

Características diversas

X

Almac. horizontal

Características diversas

GA

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histórico de la Red. La elaboración en 1945 del “Plan General de la Red Nacional de Silos y Graneros” trajo consigo una serie de propuestas arquitectónicas para adecuar las edificaciones según tres regiones: central, norte y sur de España (Ministerio, 1947). Son propuestas de clara vocación regionalista, una arquitectura representativa del régimen y de escaso valor si la comparamos con los movimientos culturales que ya estaban teniendo lugar en países vecinos. Se distinguen por las cubiertas inclinadas, recercados, zócalos, molduras, contrafuertes, pináculos,… así como un cromatismo apoyado en colores locales. El abandono de esta tendencia se produjo a finales de los años 50, coincidiendo con una evolución tipológica del silo hacia unidades más económicas estructural y mecánicamente (Mateo, 2005:11). Las nuevas unidades se acogieron paulatinamente al “International Style”, que de manera excepcional, entrará en España a través de la industria, cuya neutralidad la libera de requisitos formales y busca la belleza en la propia construcción. Los ingenieros agrónomos encuentran en las edificaciones de la Red una oportunidad única para alcanzar plenamente la relación forma-función. A partir de este momento se diseña y construye con una línea más racional y se implanta una gama cromática de blancos y grises, huecos más estilizados y cubierta plana. Arquitectura e Ingeniería se entrelazan aquí ofreciendo un producto muy interesante. 2. DECLIVE Y OPORTUNIDAD El 29 de Mayo de 1984 se promulga la nueva Ley 16/1984 que terminará con el monopolio triguero llevado hasta entonces por el Estado Español. Esta determinación será requisito indispensable para la entrada de España en la política económica europea. En este momento de incorporación la Red se planifica bajo una nueva clasificación: 14 | LLÁMPARA

Silo de Mérida / FUENTE: AZCÁRATE (2009)

“red básica y no básica”. Los componentes del primer grupo son aquellos que mejor dan respuesta a las necesidades del mercado del cereal según políticas agrícolas, mientras que aquellos de la Red No Básica están a medio camino entre su utilización y desaparición. En “1994 la red alcanza la cuantía de 882 edificaciones, entre silos y graneros, que dan una capacidad media de 3000 ton/ud” (Ministerio, 1994), muy por debajo de lo que sería una red competitiva. A éste motivo, hay que sumar “otros” que propician la desarticulación parcial de esta red (Mateo, 2005:8):

Silos de Briviesca / FUENTE: AZCÁRATE (2009)

• Silos y graneros en ruina técnica y difícilmente adaptables a los requerimientos técnicos actuales. Como ejemplo más extremo encontramos el “Tipo Z” conformado por antiguos castillos restaurados y acondicionados como almacenes. • Silos y graneros cuyo mantenimiento no resulta rentable económicamente. • Silos y graneros que originariamente se ubicaron en las periferias industriales de las poblaciones y que el fuerte desarrollo residencial ha fagocitado en las últimas dos décadas. La accesibilidad de camiones o ferrocarril, una actividad polvorienta y ruidosa, y el uso de productos químicos durante el almacenamiento convierten a esta actividad en incompatible con la cercanía al uso residencial. Con el fin de aliviar la carga recaída sobre el Ministerio de Agricultura comenzó, a principio de los años noventa, la cesión progresiva de las edificaciones según estos “cuatro procedimientos” (Ministerio, 1994:6) : • Desafección y cesión a la Dirección General de Patrimonio, de modo que ella decida sobre el futuro de las edificaciones.


• Reversión a los Ayuntamientos que en su día cedieron los terrenos para la construcción. • Reversión a particulares expropiados, al desaparecer la función de utilidad pública que motivó la expropiación. • Cesión gratuita en uso al Ayuntamiento. Entre 1996 y 2001 se produce la transferencia de competencias en materia de agricultura hacia las Comunidades Autónomas, lo que ha supuesto un alivio para la administración central, que delegó en las mismas la responsabilidad de tramitar los procedimientos anteriormente descritos. Actualmente son numerosos los expedientes abiertos para la adquisición de estas edificaciones. Entidades públicas y privadas hacen por adquirir los silos como edificación, o los solares donde se ubican, movidas por diversos intereses (Mateo, 2005:8): • La recalificación del suelo industrial donde se ubican, por su excepcional ubicación y rentabilidad económica. • La demolición de silos y graneros para construcción de nueva planta de equipamientos locales o viviendas, construcción de infraestructuras, etc. • La rehabilitación de la edificación como equipamiento público. • La apuesta que se está haciendo en la rehabilitación del patrimonio industrial ha provocado un interés inusitado en instituciones y empresas, deseosas de obtener una plusvalía que la edificación de nueva planta no les puede ofrecer. A pesar de todo, la amplitud de la Red hace que existan aún cientos de unidades en el olvido de sus respectivas administraciones, generándose un proceso de ruina que en ocasiones ha venido acompañado del expolio o la ocupación ilegal. Frecuentemente se encuentran casos de vandalismo (pintadas, restos

Silos de Medina del Campo / FUENTE: AZCÁRATE (2009)

de hogueras,...), colocación de elementos distorsionantes (antenas, rótulos publicitarios...), establecimiento de vertederos ilegales en la parcela, etc. Esta situación de abandono no debe desanimarnos, sino alentarnos frente a la necesidad de acometer una estrategia de intervención desde lo territorial hacia lo local. Puede afirmarse que la Red se haya en un estado de salud aceptable, que si se deja pasar, puede alcanzar un estadío irreversible de ruina desde una perspectiva económica razonable. Ahora que el crecimiento urbano descontrolado ha caído por su propio peso, la rehabilitación de espacios industriales obsoletos se presenta como una gran oportunidad. Las experiencias de otras vertientes del patrimonio agroalimentario recogidas en Álvarez (2009) son un referente en pleno proceso de maduración, sobre las cuales deben asentarse las futuras estrategias de trabajo patrimonial previstas en el próximo apartado. 3. LÍNEAS ACTIVAS DE TRABAJO La aproximación a la Red Nacional de Silos y Graneros se ha realizado hasta ahora de manera aislada por investigadores de disciplinas dispares; entre

ellas ha predominado sin duda una perspectiva económica de las diferentes políticas agrarias mantenidas por el estado. Las investigaciones de Carlos Barciela en las últimas tres décadas son una referencia de esta perspectiva; la precisión de los datos aportados y las conclusiones derivadas revelan un gran trabajo que facilitará en gran medida al futuro investigador la consulta de numerosa documentación de difícil acceso alojada en los archivos del Fondo Español de Garantía Agraria. El acercamiento a este patrimonio desde otras disciplinas, como la arquitectura o el arte, se ha producido más recientemente debido en gran medida a la relativa proximidad con que la Red ha quedado obsoleta para su primitivo uso. Merecen ser consultadas las líneas investigadoras de César Azcárate –tipología y paisaje–, José Milara –reutilización– o David Salamanca – rehabilitación arquitectónica–, o las intervenciones del “Espacio Escénico en el silo de Pozoblanco”, la “Torre observatorio en la Costa Brava”, la “Residencia de Estudiantes en Oslo”, etc. De una u otra manera, las casi 900 unidades que componen la Red siguen sin tener una PATRIMONIO INDUSTRIAL | 15


verdadera instrumentación o soporte para su documentación, registro, difusión y puesta en valor. Bajo estas premisas surge el proyecto “Difusión web del patrimonio industrial compuesto por la Red Nacional de Silos y Graneros, su conservación y valorización a través de su rehabilitación”, que dirijo conjuntamente con J. Sobrino Simal y cuyos objetivos fundamentales son: • Documentación, registro, difusión y puesta en valor de la Red Nacional de Silos y Graneros. • Creación de un inventario de libre consulta con información actualizada y contrastada de la totalidad de la unidades que conforman la Red. • Denunciar el abandono o la destrucción de estos inmuebles, así como el saqueo incontrolado de los bienes muebles y muebles-máquina en ellos alojados. • Servir de plataforma de difusión de todas aquellas investigaciones que sobre la materia se hayan desarrollado. • Destacar aquellos proyectos de intervención ejemplares que han puesto en valor este patrimonio, ya sea directamente o sobre edificaciones de similares. • Fomentar de cualquier actividad que contribuya al conocimiento de Red desde cualquier ámbito. • Cooperar con las instituciones en la preservación y sensibilización social sobre la necesaria reutilización de la Red como medio de transformación de las dinámicas económicas asociadas a tejidos industriales obsoletos. Los pilares que organizan la web www.silosygraneros.es son tres. El primero abarca de manera amplificada la información tratada en el arranque de este artículo. El segundo consiste en la realización de un “INVENTARIO” actualizable en la Red, es decir, un formato de web 2.0 donde colaboradores satélite puedan completar de manera 16 | LLÁMPARA

Logotipo / MIGUEL MIRA CABALLOS

ágil y desinteresada una ficha de cada unidad, de modo que pueda disponerse públicamente de una hipótesis fiable de su estado y evolución. La base sobre la que se sustenta este inventario ha sido tomada de la bibliografía oficial del Ministerio de Agricultura, para posteriormente ser ampliada hasta configurar una “ficha”, que de manera sencilla, resume una útil información clasificada bajo los siguientes apartados: • Datos generales. • Datos específicos y cronología. • Estado de conservación y análisis patrimonial. • Características de la rehabilitación. • Imágenes.

Silo de Pozoblanco / FUENTE SALAMANCA CASCOS, D.

Estas fichas se apoyan en los modelos desarrollados por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico, para posteriormente ser rediseñadas en Mateo (2005). A partir de ahí las fichas sufren diferentes mejoras hasta la definición actual, fruto de programas de colaboración con otros trabajos de investigación sobre Patrimonio Industrial. El tercer pilar pretende evitar que todo el trabajo realizado caiga en saco roto, es decir, establece una serie de “ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN” sobre el tipo arquitectónico como medida de integración de la Red en la realidad urbana contemporánea. Partiendo de cuatro estrategias iniciales propuestas en Mateo (2005:20-23), se ha ido completando con las experiencias adquiridas en los últimos años gracias al trabajo profesional e investigador de diversos actores. Actualmente se desarrollan estas seis líneas: • El silo como basamento. • Esculturización o reclamo. • Nueva epidermis funcional. • Envolvente intacta y vaciado interior. • Forjados intermedios. • Desmontaje y reutilización.


Las metodologías propuestas se apoyan sobre casos concretos de intervención realizados, siendo escasos los ejemplos nacionales frente a la amplia trayectoria internacional. A modo de conclusión podemos afirmar que la experiencia adquirida durante la génesis de esta web ya nos suscita nuevas ideas de aquello que queremos mejorar. El tiempo y la colaboración de todos permitirá lograr algunos de los nuevos objetivos que nos hemos marcado: • Creación de un “blog” que dinamice la difusión de las noticias sobre el tema se publican en prensa, revista, televisión, internet, etc. • Incorporación al inventario de la planimetría histórica existente. • Recogida de testimonios entorno a la construcción y uso de la Red. • Dotar a la web de un glosario técnico avanzado. • Traducción al inglés de la página para facilitar la difusión fuera de nuestras fronteras y posibilitar la confrontación con otras experiencias internacionales. En estos momento la puesta en funcionamiento de la página web supone un punto de inflexión para quienes ya valorábamos

este patrimonio, y para quienes están por llegar. Es tiempo de maduración del trabajo realizado, de recibir experiencias vividas entorno a la Red, de conocer propuestas e inquietudes locales, pronunciamientos institucionales –FEGA, consejerías, ministerio– y así un largo etcétera. Todo cabe, excepto el olvido, en un patrimonio diseminado capaz de armonizar todo un territorio nacional. n 4. BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ ARECES, M.Á. (2009): Patrimonio industrial agroalimentario: testimonios cotidianos del diálogo intercultural, Centro de Iniciativas Culturales y Estudios Económicos y Sociales, Gijón. AZCÁRATE GÓMEZ, C.A. (2009): Catedrales Olvidadas. La Red de Silos en España, 1949-1990, T6 Ediciones, Pamplona. BANHAM, R. (1989): La Atlántida del hormigón: edificios industriales de los Estados Unidos y arquitectura moderna europea: 1900-1925, Nerea, Madrid. BARCIELA LÓPEZ, C. (2007): “Ni un español sin pan”: La Red Nacional de Silos y Graneros, Prensas Universitarias de Zaragoza, Zaragoza. BECHER, B. & BECHER, H. (2006): Grain elevators, MIT Press, Cambridge, Mass., London, England. CAVERO BLECUA, M. (1959): Ponencia sobre la Red Nacional de Silos en España. Los diversos tipos de silos y su construcción, Ministerio de Agricultura, Madrid. LAMPEREZ Y ROMEA, V. (1922): Arquitectura civil española de los siglos I al XVIII, Saturnino Calleja, Madrid.

MATEO CABALLOS, C. (2005): Integración en la realidad urbana contemporánea, Departamento Urbanística y Ordenación del Territorio, Universidad de Sevilla, Sevilla. MENDOZA MILARA, J. (2010): Los silos de Extremadura. Reutilización del Patriomino Industrial Agrario. MINISTERIO DE AGRICULTURA (1978): Red de Almacenamiento, Servicio Nacional de Productos Agrarios. Servicios y publicaciones agrarias, Madrid. MINISTERIO DE AGRICULTURA (1970): Red Nacional de Almacenamiento del Servicio Nacional de Cereales, Publicaciones del Servicio Nacional de Cereales, Madrid. MINISTERIO DE AGRICULTURA (1958): Servicio Nacional del Trigo. Veinte años de actuación, Madrid. MINISTERIO DE AGRICULTURA (1947): Red Nacional de Silos, Servicio Nacional del Trigo, Madrid. MINISTERIO DE AGRICULTURA, PESCA Y ALIMENTACIÓN (1994): Nota Informativa para explicar la política de departamento en relación con los silos SENPA. MINISTERIO DE AGRICULTURA, PESCA Y ALIMENTACIÓN (1994): Reordenación y redimensionamiento de la red de silos del SENPA, Gabinete Técnico del Servicio Nacional de Productos Agrarios, Madrid. MONTERO FERNÁNDEZ, F.J., GIL, M.D. & TORRES, M. (1991): Pósitos, cillas y tercias de Andalucía: catálogo de antiguas edificaciones para almacenamiento de granos, Dirección General de Arquitectura y Vivienda, Sevilla. NUÑEZ MAYO, Ó. (1957): “Red Nacional de Silos”, Temas Españoles, vol. 292. SALAMANCA CASCOS, D. (2008): Los gigantes del siglo XX, reinterpretación en el siglo XXI.

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La Fábrica Robinson de Portalegre (Portugal) Rehabilitación y preservación del patrimonio industrial JORGE MAROCO ALBERTO y CÉLIA GONÇALVES TAVARES Fundación Robinson

1. El legado Robinson. Algunas notas documentales A lo largo de los años, del interés por la historia de la familia de industriales británicos que estableció a mediados del siglo XIX en el Norte de Alentejo una de las más importantes fábricas de corcho de Portugal, no resultaron más que apuntes, notas y simples registros, en su mayoría resultantes de crónicas de sucesos, afirmaciones de prestigio de administradores, funcionarios y técnicos, de memorias repetidas que se convirtieron, casi siempre, en verdades incuestionables. La historia de los cerca de 170 años de funcionamiento de la Fábrica Robinson de Portalegre necesita una monografía científica, documentada en fuentes y estudios. Con este artículo no pretendemos llenar esta falta, ya que esta tarea, si bien pertinente, debe llevarse a cabo en otro contexto. Sin embargo, sería imposible hablar del proyecto de la Fundación Robinson para el espacio ocupado por la antigua fábrica de tapones sin mencionar su historia. La contribución de la arqueología industrial como disciplina científica y las aportaciones de otras áreas como la historia, la geografía o la antropología, permite la contextualización geográfica, político-institucional, económica, tecnológica, social y cultural necesaria al estudio de

Figura 1. Imagen antigua de la fachada de la Fábrica Robinson / FUNDACIÓN ROBINSON

una planta industrial. No hemos verificado esa complejidad o el intento de establecer esas relaciones en los varios estudios existentes sobre la Fábrica Robinson. Estos se caracterizan, en su mayoría, por una simple narración lineal de los hechos y acontecimientos relacionados con la familia Robinson, centrándose en aspectos relativos a los procesos productivos que hicieron con que esta fábrica se distinguiera en el tejido industrial portugués de la segunda mitad del siglo XIX y de todo el siglo XX (figura 1). Intentaremos a continuación esbozar la historia de la Fábrica Robinson, procurando fijar y cruzar los datos de las diferentes colecciones documen-

< La calle que cruza el Espacio Robinson, futuro “camino de cultura” / FOTOGRAFÍA DE LOS AUTORES, 2009

tales públicas y privadas existentes y que conocemos. El primer documento que encontramos refiriendo la actividad industrial de los Robinson en Portalegre está datado de 16 de Julio de 1855 y se encuentra en el fondo de los registros notariales de Portalegre del Archivo Provincial (figura 2). Se trata de una escritura de alquiler de corcho. De hecho, una gran parte de los documentos del archivo electrónico de la Fundación Robinson (ArqRob) está compuesta por esta tipología documental. Los contratos de compra y alquiler de alcornoques para extracción de corcho atestiguan parte del modelo de gestión empresarial de la producción corchera. PATRIMONIO INDUSTRIAL | 19


Desde su llegada a Portalegre, los Robinson implementaron una política de explotación de los alcornocales con el objetivo de controlar el suministro de materia-prima a sus fábricas. De acuerdo con lo que se ha escrito y dicho sobre la historia de la Fábrica Robinson, es la materia prima lo que llevó George William Robinson (1813-1895) a Portalegre en la década de 40 del siglo XIX. No son conocidos los documentos que comprueban la compra, por su parte, del pequeño taller de tapones de corcho instalado en una parte del recién extinguido Convento de San Francisco, propiedad de otra familia de industriales británicos. La inexistencia de un archivo municipal organizado dificulta también la reconstrucción, con base documental, de la génesis y evolución de la Fábrica Robinson. Nos quedan por conocer procesos de obras, licencias, mapas, planos y otros elementos que nos permitirían saber todo el proceso de desarrollo de la fábrica, desde la compra del pequeño taller de transformación de corcho a Thomas Reynolds hasta la construcción de la mayoría de sus edificios, pasando por la adquisición de parte del Convento de San Francisco en 1868 (Ventura, en imprenta). La imposibilidad en acceder al archivo de la empresa dificulta, por otra parte, la reconstrucción de los factores de organización del trabajo, del conocimiento técnico y de las adaptaciones tecnológicas que se hicieron durante el período de funcionamiento de la fábrica. Solamente sabemos que el desarrollo industrial de Portalegre, relacionado con el sector corchero, se debe bastante a la experiencia y conocimientos traídos de Inglaterra por George William Robinson. La fábrica de corcho, durante el tiempo que estuvo administrada por la familia Robinson, se mantuvo siempre como filial de la fábrica que la familia tenía en Halifax (figura 3). En 1881, la Fábrica Robinson empleaba a 20 | LLÁMPARA

Figura 2. Escritura de alquiler de corcho firmada por George William Robinson. 16 de Julio de 1855 / FUNDACIÓN ROBINSON

560 trabajadores, en su mayoría mujeres que eran responsables por la manufactura de los tapones. Las respuestas dadas a la Encuesta Industrial de 1881 por el joven industrial George Wheelhouse Robinson (1857-1932), de la primera generación de la familia que nació en Portalegre, evidencian la metodología de fabricación de la industria taponera, que será la producción principal de la fábrica hasta su sustitución, más tarde, por el aglomerado de corcho: “La fabricación manual la hacen mujeres, agrupadas en salas distintas, dirigidas y vigiladas por maestras competentes. La fabricación mecánica es

hecha por niños en otros tantos tornos, movidos por el vapor. Los tapones pasan, de seguida, por dos operaciones de selección: una, en relación a la calidad de la materia prima, es hecha recurriendo al trabajo manual de mujeres; la otra, en relación a las dimensiones, es ejecutada por tres simples y ingeniosas maquinas”. Gran parte del equipamiento fabril, maquinaria e ingenio son traídos de Inglaterra y otros son desarrollados y patentados en la propia fábrica. El incremento y mejora de las técnicas productivas en mucho se debe a la instrucción de George Wheel-


house Robinson, diplomado en comercio y química en Doncaster y Leedon: “la cuenta [de los tapones] se hace por dos procesos, uno manual y otro mecánico. Éste último es efectuado por una maquina perfeccionada por el hijo mayor del viejo propietario, Jorge Wheelhouse Robinson, que aprovechó la idea primitiva de otra que vio en la exposición de París”. A la par de la historia de la industria, no podemos dejar de hacer referencia a algunos aspectos relativos a la historia de la familia (figura 4). Naturales de Halifax, Yorkshire, los Robinson marcaron la diferencia en el cotidiano de Portalegre. Esa presencia es aún recordada, sobre todo por las generaciones de antiguos obreros. Sus varias diligencias llevadas a cabo en el campo social y cultural, hicieron de George Wheelhouse Robinson persona grata en la ciudad. El industrial aparece muchas veces referido en los periódicos de su época como “el padre del pueblo”. Entre otras cosas, fue responsable de la creación del primer Montepío, que tenía como principal objetivo la asistencia “a los enfermos durante su impedimento de trabajar”. También en el campo de la beneficencia, George Robinson fue el impulsor del proyecto de la guardería Baptista Rolo, donando el terreno para su construcción y ejerciendo de presidente de la dirección de esta cooperativa social durante algunos años. Los Robinson fueron responsables de la creación del Teatro dos Muros, también conocido como Teatro Recreo Obrero (Ventura, en imprenta). Como hemos destacado, existen muchos aspectos biográficos de la familia Robinson que carecen de sustento documental. Una vez más, el desconocimiento, la escasez y la dispersión de las fuentes por diferentes archivos públicos y privados impiden ese trabajo. Reconocemos en el legado de los Robinson la reunión de

Figura 3. Procuración traducida del inglés hecha a George Wheelhouse Robinson por la empresa Robinson Cork Growers Limited, de Halifax. 9 de Julio de 1918 / FUNDACIÓN ROBINSON

Figura 4. La familia Robinson (de izquierda a derecha, primero abajo y después arriba): George William Robinson (1813-1895), Sarah Ann Robinson (1820-1900), George Wheelhouse Robinson (1857-1932), Mary Chadwick Robinson (?-1918) y John Álvaro (1861-1892). Cedida por António Ventura / FUNDACIÓN ROBINSON

aspectos materiales (maquinas, edificios, productos...) e inmateriales (memorias de familia, la relación entre la familia y la sociedad de Portalegre, la tradición, la innovación, las formas de hacer…) imprescindibles a la clasificación del Patrimonio Industrial. Queremos contribuir con más que un apunte sobre la actividad industrial de la familia Robinson. En ese sentido, buscamos en cada etapa de nuestra investigación las relaciones entre realidades distintas: revolución industrial–industrialización en Portugal–industria corchera. Importa, desde nuestro punto de vista, integrar el proceso de industrialización portugués en el contexto europeo, buscando puntos de conexión y analizando especificidades. Ese recorrido lo haremos siempre a través del ejemplo de la Fábrica Robinson. Seguiremos en esa dirección, estudiando, investigando, valorando este Patrimonio para luego musealizarlo. 2. El Espacio Robinson. Patrimonio Industrial y cultura Con el objetivo de preservar la memoria industrial de la Fábrica Robinson –material e inmaterial– y hacer del local que ella ocupó ininterrumpidamente durante casi 170 años un espacio abierto de cultura, el Ayuntamiento de Portalegre y la Sociedade Corticeira Robinson Bros., S.A. (Sociedad Corchera Robinson Bros., S.A.) constituyeron la Fundación Robinson. Sus estatutos, publicados en el Diário da República (Diario del Gobierno) el 11 de enero de 2005, son claros en cuanto a ese objetivo: “La Fundación tiene como fin específico la preservación de expolios: a) del arqueológico-industrial de la Sociedade Corticeira Robinson Bros., S.A.” (República, 2005: 246). Desde luego, las dos chimeneas de la Fábrica Robinson, que se destacan en el perfil de la ciudad y que representan una época áurea de la industria de Portalegre correspondiente, en general, a los últimos dos siglos PATRIMONIO INDUSTRIAL | 21


y medio, se convirtieron en el logotipo de la Fundación (figura 5). El vacío urbano generado por la transferencia de la Fábrica Robinson de sus antiguas instalaciones para el polígono industrial de la ciudad exigió un proyecto de rehabilitación y reocupación del Espacio Robinson. La idea subyacente a este proyecto es la dinamización, por medio de la cultura, de estas casi 7 hectáreas del centro de Portalegre, manteniendo, sin embargo, la memoria del pujante pasado industrial de la fábrica. El Espacio Robinson ganará nuevos habitantes y nuevas dinámicas pero no perderá las referencias al pasado, al corcho, a los trabajadores, a las maquinas y al bullicio industrial propio de una fábrica con la importancia y el peso histórico que la Robinson tenía. La transferencia de la empresa para el polígono industrial no supuso, afortunadamente, el traslado de la mayoría de los equipamientos industriales de la fábrica. En primer lugar porque algunos de estos formaban la dote de la Sociedade Corticeira Robinson Bros. a la Fundación Robinson cuando esta fue constituida; por otra parte, la mayoría de estos equipamientos están fijos a los edificios o demasiado viejos para ser transferidos, lo que supondría su desmontaje y seguramente la consecuente inutilización y pérdida. Otra razón para el mantenimiento de muchos de los equipamientos fabriles se debe a la quiebra que decretó la Sociedade Corticeira y porque muchos de ellos forman parte del proceso de insolvencia de la empresa, siendo, desafortunadamente, su situación aún poco clara. Los equipamientos industriales se encuentran, naturalmente, repartidos por los distintos edificios de la fábrica, de acuerdo con las funciones que tenían en el circuito productivo, desde la entrada del corcho hasta su salida como producto transformado. Destacándose muy pronto de las demás fábricas corcheras, que 22 | LLÁMPARA

Figura 5 – Las chimeneas de la Fábrica Robinson fotografiadas por António Cunha en 2006 / FUNDACIÓN ROBINSON

producían sobretodo tapones, la Fábrica Robinson fue pionera y se impuso en la elaboración de aglomerados de corcho durante la primera mitad del siglo XX, y así, aunque guarde algún expolio relacionado con la fabricación de tapones, la mayoría de sus equipamientos reflejan esta realidad. Por consiguiente, grosso modo, se distinguen dos áreas de producción: la del aglomerado negro, para aislamiento térmico, acústico y vibrático (centrada en el edificio señalado en el plano con la letra F, figura 6 y 7), y la del aglomerado blanco, con innumerables posibilidades de aplicación pero cuya producción en esta fábrica se destinaba sobre todo a revestimientos (centrada en el edificio señalado con

la letra B). A estos dos bloques hay que añadir todas las áreas técnicas que les daban apoyo y que permitían su funcionamiento (talleres, almacenes,…). El proyecto de rehabilitación del Espacio Robinson ha tenido diferentes fuentes de financiación tales como INTERREG IIIA, el Programa Operacional de Cultura (POC), el Programa de Intervenção do Turismo, el Quadro de Referência Estratégico Nacional (QREN), el proyecto FENIX o el proyecto NETUR. Está realizado por un consorcio de conceptuados arquitectos que integra Eduardo Souto Moura, Graça Correia y el Gabinete de Organização de Projectos y solamente exigió la construcción de dos nuevos edificios en el espacio,


Fundación Robinson, ¿un servicio educativo?

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uando somos cuestionados sobre la necesidad de un servicio educativo, no podríamos encontrar mejor respuesta que esta: “[…] es por la educación, por la formación y enriquecimiento escolar y extraescolar de los ciudadanos para la fruición de bienes culturales, por el enlace de su aprendizaje a un tejido cultural que los explica” (Graça, 2004: 147). Se puede resumir la misión de la Fundación Robinson a estas palabras, ya que encierran en si el verdadero papel de las instituciones culturales como elementos fundamentales en la construcción de las representaciones e identidades de las comunidades donde se insertan. Educación, en este contexto, debe ser entendida como sinónimo de Cultura, en una doble vertiente como defendió Edgar Morin (1974: 165): “por una parte un capital técnico –de saberes y de saber-hacer- que en principio puede ser transmitido a cualquier sociedad; por otra parte, un capital específico, que constituye las líneas identitarias de una comunidad”. El curriculum de la Fundación Robinson subscribe naturalmente estas premisas. Todo el proyecto pensado para el Espacio Robinson supone este doble sentido del hacer y ser Cultural. La materialización final de todos estos conceptos, pasa, en nuestra opinión, por la concep-

ambos ya terminados, una vez que todos los demás serán rehabilitados: la Escuela de Hostelería y Turismo de Portalegre (en aparcería con Turismo de Portugal) y el Auditorio A, diseñado por el arquitecto Souto Moura inspirado por algunos equipamientos

tualización de un Servicio Educativo preocupado con una programación conjunta e integrada del Patrimonio de modo a potenciar el desarrollo cultural local a través de la creación de actividades que tendrán como objetivo el fomento de la interrelación entre los varios espacios de cultura de la ciudad –El Espacio Robinson (Fábrica Robinson y Convento de San Francisco de Portalegre), el castillo, el Museo Municipal, el Museo de las Tapicerías y la Casa-Museo José Régio. Nuestro objetivo es crear un Servicio Educativo que trabaje a partir de los distintos espacios culturales de la ciudad, direccionado no solamente para las instituciones educativas sino, sobre todo, para el Ciudadano. En ese sentido, damos ahora los primeros pasos en la definición de los principios de nuestro programa educativo. Una herramienta de trabajo donde estarán definidas, de forma clara y concisa, las metas, los objetivos y las estrategias de nuestra acción pedagógica. Con la construcción de prácticas educativas direccionadas para el espacio de la antigua Fábrica Robinson, pretendemos promover cuestiones en torno de las nociones de Patrimonio Industrial. Y seguir promoviendo ese Patrimonio con objetivos didácticos y de investigación. En una primera fase, hemos querido sobretodo divulgar el Patrimonio Industrial de la fábrica de corcho de Portalegre. Elaboramos un DVD educativo titulado Temáticas da Industrialização no Portugal Contemporâneo (1830-1974). Uma história visual do fazer e dos saberes da Fábrica Robinson. Una guía introductoria a la historia de la Fábrica Robinson para su utilización en el contexto de clase e integrado con las propuestas de los programas educativos oficiales. Junto con este DVD se divulgó una colección de carteles (Portalegre. Cortça e industrialização) con el objetivo de dar a conocer el pasado industrial de Portalegre. Conducimos también visitas al espacio de la fábrica. Estas visitas son comentadas y tienen como objetivo reconstruir el circuito del corcho, desde los alcornocales hasta la fábrica y permitir la interpretación del Patrimonio Industrial.

de la fábrica. Es más, el respeto por el Patrimonio Industrial de la fábrica ha sido siempre una exigencia de la Fundación Robinson que los arquitectos han conseguido cumplir en sus programas. La prueba del reconocimiento internacional de esto fue la distin-

ción atribuida a su proyecto para el Espacio Robinson en 2009 por la Facultad de Arquitectura de Venecia como el mejor proyecto arquitectónico para un espacio Arqueológico-Industrial. Además de la Escuela de Hostelería y Turismo y del AudiPATRIMONIO INDUSTRIAL | 23


torio A, como ya hemos referido, también el edificio del International Center for Technology in Virtual Reality (ICT-VR) se encuentra concluido (señalado en la figura 6). El lugar donde se sitúa era antiguamente ocupado por diversos espacios de almacenamiento de pegamentos, barnices y corcho triturado, entre otras cosas relacionadas, sobre todo, con la producción de aglomerado blanco. Debido a estas funciones no existía allí maquinaria, por lo que los espacios interiores fueron concebidos de la forma más funcional posible para su utilización actual. De estos edificios forman parte el auditorio B –que servirá en el futuro no solamente el ICT-VR sino todo el Espacio Robinson–, una sala apropiada para la exhibición de películas en 3D y diferentes áreas de trabajo. En el exterior, este conjunto de edificios fue conservado con la misma apariencia que antes, tanto en las fachadas como en las coberturas. Fue incluso recuperada la parte exterior del edifi-

Figura 6. Plano del Espacio Robinson / FUNDACIÓN ROBINSON

cio señalado con la letra A en el plano (figura 6), aunque en su interior no haya habido aún obras de recuperación de los cuatro secadores horizontales que estaban afectos a la producción de aglomerado blanco. La Escuela de Hostelería funciona desde 2009 (figuras 6 y 8). Situada en el limite de una

Figura 7. La sala de los autoclaves, donde se procesaba el corcho para fabricar aglomerado negro. Fotografía de Raul Ladeira, 2005 / FUNDACIÓN ROBINSON

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pendiente, se destaca sobre la misma proporcionando una increíble vista sobre la ciudad y la llanura alentejana. De líneas horizontales y solamente un piso, este edificio, una discreta y hermosa línea en el perfil de la ciudad como lo ve quien llega a Portalegre desde el sur, se encaja bien en el contexto del Espacio


Figura 8. Pormenor de la Escuela de Hostelería y Turismo de Portalegre, en el Espacio Robinson / FOTOGRAFÍA DE LOS AUTORES

Robinson. Cuando, en algunos años, todo el espacio haya sido intervenido y funcione como centro de cultura no solamente de la ciudad como de toda la región, la Escuela de Hostelería estará abierta al público y les dará a sus alumnos la posibilidad de trabajar a diario con usuarios que por su vez allí podrán disfrutar sus comidas o tomarse una bebida. Además de este espacio, se preveén aún otros espacios de restauración, cada uno con sus características propias y destinados para diferentes públicos. La otra construcción de raíz del proyecto de rehabilitación del Espacio Robinson es el Auditorio A. Como hemos dicho, fue diseñado por el arquitecto Eduardo Souto Moura a partir de los filtros de la sección de despolvoreamiento de la fábrica y por eso se integra perfectamente en aquel espacio (figura 9). De aspecto metálico, parece suspendido en el aire porque se asienta solamente en cuatro soportes.

Como los edificios vecinos y más antiguos, sus tuberías están en la cobertura y a la vista de todos. También este auditorio, tal y como muchos otros espacios de la fábrica, serán de uso común para los nuevos habitantes o para quien de él necesite. La idea es rentabilizar los espacios y ponerlos al servicio de la ciudad. También por esa razón no se convertirá en una sala de espectáculos (Portalegre ya tiene un gran auditorio con esa finalidad) sino en una sala para ensayos, clases, palestras o encuen-

tros, es decir, un espacio que se asimile con la vertiente de creación y aprendizaje que se pretende para el Espacio Robinson. Como se entiende, en un espacio con estas dimensiones, la rehabilitación de los edificios se hace por etapas. En obra se encuentra ya la zona señalada con la letra C en el plano (figuras 6). Esta amplia zona de coberturas bastante altas y que están siendo reforzadas, servia antes de enorme almacén para amontonar el corcho que llegaba a la fábrica, protegiéndola de los elementos

Figura 9. El Auditorio A y el equipamiento de la fábrica que inspiró el arquitecto Souto Moura a diseñarlo / FUNDACIÓN ROBINSON

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naturales (figura 10). Es este momento se está transformando en el área de aparcamiento que servirá todo el Espacio Robinson. El perímetro de la fábrica estará abierto a la ciudad, convirtiéndose el “camino de cultura” que la cruza (entre el Largo Jardim do Operário y el lado opuesto) en una calle más de la ciudad (figura 11). Este camino deberá ser exclusivamente peatonal, solamente circulando en él los coches de servicio y de quien trabaja allí. Además del aparcamiento, la amplitud del espacio permite la realización de algunos eventos como fiestas, conciertos y otras actividades. En el futuro espacio del aparcamiento existe una máquina que se utilizaba para triturar el corcho y que los arquitectos integraron en el proyecto in loco. Tal y como se pretende, se asegura así que el circuito productivo de la fábrica sea protegido y los edificios, aunque tengan nuevos usos y nuevos habitantes, no perderán su lectura como espacio de función industrial. El mismo pasará un poco por todo el Espacio Robinson, no obstante, como se comprende, no todas las estructuras pueden ser mantenidas por diversas razones. El Museo Robinson no estará condensado en una serie de salas donde los equipamientos son expuestos, recuperados como si fueran nuevos y ordenados de forma a recrear el circuito productivo. El Museo Robinson tendrá distintos núcleos repartidos por todo el espacio de la fábrica. Retratará la Fábrica Robinson como ella nos llegó en este principio de siglo, con el peso que

Figura 10. El espacio del futuro aparcamiento, antiguo almacén / FOTOGRAFÍA DE ANTÓNIO CUNHA, 2006

le da el hollín, el polvo, la roya y los casi 170 años de actividad. Podremos visitar núcleos como la sala de los autoclaves (figura 7), la sala de los hornos o la sala de las calderas (figura 12) (que nos hacen volver a los siglos XIX y XX), pero en las terrazas, cruzando la calle o en el exterior de algunos edificios encontraremos

equipamientos que se mantendrán en su local original y nos recordarán la larga historia de la Robinson. Ejemplo de esa integración del Patrimonio Industrial en los nuevos usos de los espacios, es el que vemos en el edificio B (figura 6), la próxima zona que entrará en obras y donde tendrán

Figura 11. Corte transversal del Espacio Robinson en el proyecto de arquitectura, correspondiente al “camino de cultura”. De izquierda a derecha: el edificio de las asociaciones culturales, la Escuela de Hostelería y Turismo de Portalegre, el edificio donde se escogían los tapones de corcho y el edificio de la entrada principal en la fábrica / FOTOGRAFÍA DE ANTÓNIO CUNHA, 2006

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sede algunas asociaciones de carácter cultural de Portalegre: Escola de Artes do Norte Alentejano – Conservatório Regional de Música; Associação Juvenil Verdade; Sociedade Musical Euterpe, que celebra este año su 150.º aniversario; “O Semeador”, grupo de cantares tradicionales; Orfeão de Portalegre; Grupo Folclórico e Cultural da Boavista; y Teatro de Portalegre. Los espacios serán adaptados para responder a las necesidades espaciales y técnicas de las diversas asociaciones pero coexistirán con la memoria industrial, con las máquinas y las historias, y quien circule por los espacios podrá saber más sobre ese pasado industrial mientras puede asistir a los ensayos de las referidas asociaciones y disfrutar de un espacio rehabilitado donde la cultura pasa y explota (figura 13). Se prevé también el funcionamiento, en el Espacio Robinson, de una librería, de una galería de arte y la instalación del Museo de Tapicerías de Portalegre en el edificio D (figura 6). Habrá también lugar para un pequeño núcleo museológico dedicado a los Bomberos Privativos de la Fábrica Robinson, fundados por George Wheelhouse Robinson en 1908 y que estuvieron activos hasta el cierre de la fábrica (sus voluntarios eran los propios obreros), ayudando por varias ocasiones a salvarla de las llamas que con frecuencia la amenazaron. El proyecto es ambicioso y aún está en el principio de su ejecución. Naturalmente habrá adaptaciones, cambios y retrasos pero la idea de preservar un Patrimonio tan amplio y representativo del importantísimo pasado industrial de Portalegre es la razón de existencia de la Fundación Robinson. Devolver a la ciudad un Espacio Robinson renovado, que reúna vida y dinámica de futuro, a través de la cultura, con memoria del pasado, por medio del Patrimonio Industrial, es el objetivo fundamental. n

Figura 12. Una caldera funcionando / FOTOGRAFÍA DE ANTÓNIO CUNHA, 2006

Figura 13. Plano del piso (-1) del edificio que albergará las asociaciones culturales. Prácticamente toda la parte derecha quedará como espacio museológico, coexistiendo con las sedes de las asociaciones: (1) sección de hornos; (2) sección de prensas y laminación; (3) sección de trituración del aglomerado blanco / FUNDACIÓN ROBINSON

Bibliografía y fuentes de información Fuentes documentales Arquivo Distrital de Portalegre, Cartório Notarial de Portalegre, 2º Ofício, caja 20, libro 6, fl. 39v-40. Arquivo Distrital de Portalegre, Cartório Notarial de Portalegre, 4.º Ofício, serie 041, mazo 0001, 1 y 4 fl. Inquérito Industrial de 1881: inquérito directo. Lisboa: Imprensa Nacional, 1881-1883, II parte, libro III, p. 51. Referencias Bibliográficas Diário da República, III Série, n.º 7, 11 de Janeiro de 2005. CUSTÓDIO, Jorge, CAMPOS, Nelson (2002): Museu do Ferro & da Região de Moncorvo, Centro de Interpretação. PARM, Torre de Moncorvo. CUSTÓDIO, Jorge, RAMOS, Manuel Castelo (1999): Museu da Cortiça da Fá-

brica do Inglês. Exposição Permanente. Estudos e Catálogo. Fábrica do Inglês, S.A., Silves. SAMPAIO, Maria da Luz (2003): Reconversão e Musealização de Espaços Industriais. Actas do Colóquio de Museologia Industrial, 17 y 18 de Octubre de 2002, Museu da Indústria, Porto. MOURA, Vasco Graça (2004): “Subversão e subvenção”, en Abrigos, condições da cidade e energia da cultura, Edições Cotovia, Lisboa. MORIN, Edgar (1974): O paradigma perdido: a natureza humana. Europa América, Lisboa. VENTURA, António (s.d.): “Para uma cronologia da Fábrica Robinson. 18481966”, en Publicações da Fundação Robinson, Fundação Robinson, Portalegre. (no prelo).

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Elogio y censura de la arqueología industrial desde la arquitectura ANA GUERRERO Instituto Universitario de Urbanística de Valladolid

El estudio del patrimonio industrial es un campo de trabajo relativamente reciente que condensa temas transversales a muchas disciplinas académicas. Lejos de significar esto la necesidad de crear una nueva especialización técnica a medida, sirve para ilustrar la tendencia general en la que problemas cada vez más complejos requieren de la colaboración de distintas especialidades para su resolución. A la vez que se desdibujan los límites competenciales, surge la oportunidad de producir mucho más conocimiento aprendiendo a trabajar en un ambiente interdisciplinar, aportando cada uno lo mejor de su tradición. El presente artículo aborda esta cuestión desde mi particular visión, la del arquitecto, y con una característica añadida: es mi primera toma de contacto con el patrimonio y la arqueología industrial, aparte de alguna mención tangencial en alguna asignatura durante la carrera. Por ello es posible que en ocasiones algunas de mis reflexiones les resulten inocentes a quienes cuenten con unos conocimientos más fundados que los míos. Aún así espero que mi punto de vista aporte un nuevo enfoque a lo publicado sobre el tema. Quienes aborden la lectura de este texto en una situación parecida a la mía, sin duda se beneficiarán de seguir el mismo

recorrido que he realizado yo, desde la bibliografía más básica, hasta mis conclusiones.

La puesta en valor de los bienes industriales: arqueología industrial El TICCIH define el patrimonio industrial en la carta de Nizhny Tagil de 2003 como “los restos de la cultura industrial que poseen un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico“. Todavía a día de hoy se debate sobre los límites, temáticos y cronológicos, dentro de los que se puede hablar de patrimonio industrial. La tendencia actual es considerar aquellos que corresponden al periodo que va desde la Revolución Industrial hasta la actualidad, aunque en la práctica hay cierta resistencia a hablar de patrimonio cuando se habla de casos posteriores a 1950. En cuanto a qué tipo de edificios e infraestructuras se incluyen dentro del patrimonio industrial, existen discordancias según autores sobre hasta dónde se puede extender el concepto. Los espacios de uso industrial y sus medios técnicos, la extracción de materias primas o los sistemas de transporte, están dentro de lo que se ha aceptado comúnmente desde el principio. El debate se suele centrar en aquellos edificios que no siendo estrictamente industriales, sur-

gieron como respuesta a una necesidad creada por el modo de vida propiciado por la Revolución Industrial, o que muestran sistemas constructivos y de organización derivados de la industria. Estoy de acuerdo con la delimitación más amplia del término, y no veo problema en la inclusión de casi cualquier arquitectura siempre y cuando se justifique su aportación o relación con la cultura industrial, que al fin y al cabo es de la que emanan los valores de este patrimonio. Lalana y Santos (2008: 12-13) realizan un análisis más detallado de las tendencias generales y destacan además lo conveniente de contemplar dos áreas temáticas como expresa el Plan Nacional de Patrimonio Industrial: una para los edificios industriales; y otra para aquellos asociados a esta, que es la que está sujeta a interpretaciones en los casos más extremos. Más allá de esta discusión, no he encontrado definiciones que amplíen significativamente el concepto de patrimonio industrial presentado por la carta. Hay muchos textos que vadean el tema declarando que es el objeto de estudio de una disciplina determinada, o viceversa. Es el caso, por ejemplo, de la definición que da Areces del patrimonio industrial como “la expresión cultural de bienes tangibles e intangibles que son objeto de PATRIMONIO INDUSTRIAL | 29


estudio por una disciplina académica denominada arqueología industrial” (2008: 6-8). Aunque para muchos es discutible, es cierto que existe un cierto convenio para englobar la producción de conocimiento y los trabajos sobre patrimonio industrial bajo el nombre de arqueología industrial, un término usado por primera vez en los años cincuenta. La elección de la palabra “arqueología” se relaciona con su labor de estudiar la sociedad (en este caso la industrial) a través de sus restos materiales. Aceptar la denominación “arqueología industrial” no significa asumir que el estudio del patrimonio industrial corresponda exclusivamente a una rama de la arqueología. De ésta se toman herramientas y métodos para analizar los restos que pueden ser muy útiles en determinadas situaciones, pero también se están utilizando métodos y herramientas de otras muchas disciplinas. Además de la arqueología, la arquitectura, la historia, la geografía, la sociología y las ingenierías forman parte de la lista abierta de materias desde las que se están realizando aportaciones sobre el estudio del patrimonio industrial. Hay que evitar caer en discusiones infértiles sobre qué rama del conocimiento es la más indicada para hacerse cargo de la cuestión, y por el contrario determinar la mejor forma de trabajar en equipo. Muchos campos de trabajo son complementarios: el análisis estratigráfico para determinar fases en la construcción, nuevas tecnologías como la fotogrametría, que permite la elaboración de documentación gráfica a partir de fotografías, la experiencia en el estudio de espacios adecuados a un programa, estudio tipológico y lógica constructiva y estructural, etc. En cuanto a las iniciativas concretas que se han desarrollado sobre la materia, podríamos retroceder hasta finales de los siglos XVIII y XIX, cuando aparecen las primeras iniciativas para 30 | LLÁMPARA

Antiguo almacén de San Jobsveem convertido en edificio de apartamentos, en Lloydstraat, Rotterdam. Se trata de una intervención muy interesante en la que se conservado la imagen exterior del edificio prácticamente inalterada. Se ha restaurado cuidadosamente las columnas de acero, que aparecen exentas en el interior de las viviendas. Los paños acristalados que aparecen en fachada corresponden a los núcleos verticales de comunicación del edificio. Ocupan toda la altura del edificio, dando luz a los apartamentos que se abren a estos espacios de relación / DOMINIO PÚBLICO http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Rotterdam_lloydstraat22-198.jpg

musealizar los procesos industriales, ligadas a la historia de la técnica. Después de la Revolución Francesa, se funda en París el Conservatoire des Arts et Métiers, que podríamos considerar el primer museo de la técnica del mundo. Sin embargo, los objetivos con que se crea esta institución distan mucho de la concepción más moderna sobre patrimonio industrial. Es en el siglo XX cuando el interés por la arquitectura y los utensilios producidos por la industria va a alcanzar sus cotas más elevadas, especialmente en Inglaterra. Históricamente, se trata de un momento en el que Inglaterra está viviendo cierto sentimiento nacionalista asociado a la nostalgia por su pasado como potencia económica. Es en ese contexto en el que se empiezan a poner en valor los restos industriales como un testigo de un tiempo que no se quiere olvidar. Las primeras investigaciones sobre los materiales de

la industrialización británica surgieron entre aficionados, gente relacionada con determinados cursos impartidos por la universidad, en su mayoría jubilados y gente mayor que tenían recuerdos de primera mano, y que dedicaron sus esfuerzos a elaborar inventarios e impulsar la preservación de su patrimonio industrial. Un ejemplo de este carácter social son las reivindicaciones que se hicieron desde diferentes grupos sociales para librar el pórtico de la estación de Euston en Londres, del derribo que finalmente sufrió en 1962. Este suceso está considerado el inicio de la arqueología industrial como una materia de investigación “oficial”, viéndose incorporada a la Universidad de Bath como una sección a cargo de A. Buchanan en 1966. El resto de Europa sigue un poco más tarde el mismo camino, creándose durante la década de los setenta instituciones, grupos y asocia-


ciones para la documentación e investigación de la arqueología industrial. Aunque la comunidad académica se va ligando cada vez más a éstos, la presencia en las universidades como materia de enseñanza sigue siendo muy limitada, y apenas existen cátedras y departamentos relacionados con la materia. Siguiendo esta nueva conciencia sobre el valor del patrimonio, aparecen en esta década los primeros museos de la industria, superando la visión coleccionista de los del siglo anterior. Entre ellos, la Fundación del Ironbridge, donde se empiezan a plantear el salto del edificio industrial al del emplazamiento industrial, el Gorge Museum Trust o el Museo Skansen en Estocolmo. Este último destaca por lo novedoso de tratarse de un museo al aire libre en el que se mostraban edificios típicos del paisaje sueco pertenecientes a actividades protoindustriales como son molinos y granjas, que no habían podido conservarse en sus ubicaciones originales. Relacionado con estos, aparece también la figura del “ecomuseo”, introducido en Francia en 1972, cuando se presentó una iniciativa llevada a cabo en Borgoña. Los habitantes locales con apoyo de profesionales de la museología recuperaron algunos espacios industriales obsoletos creando un nuevo tipo de museo en el que se abordaba la historia de la región y de su población. Se trata del Écomusee de Le Creusot. La principal diferencia con el museo Skansen es que al contrario que en aquel, no se trasladan los bienes, sino que su puesta en valor se hace en el mismo lugar en que estas se encuentran, algo más coherente que la extracción de los objetos industriales de su contexto original. Esta es la solución que se considera más deseable a día de hoy, siempre y cuando no sea estrictamente necesario el rescate ante la imposibilidad de conservar el establecimiento industrial original.

Es curioso cómo estos trabajos en el campo del patrimonio industrial son prácticamente coetáneos al debate sobre la protección del patrimonio, y sin embargo el patrimonio industrial se consideró bastante más tarde que otros más “tradicionales”. La Convención sobre la protección del patrimonio mundial, cultural y natural de la UNESCO, que dará origen a la lista de de patrimonio mundial, data de 1972, y la primera inscripción de bienes en la lista de patrimonio mundial no tiene lugar hasta 1978. En esta primera etapa se consideraba que la prioridad debía ser la conservación del edificio, frente a la maquinaria, que era más fácil de preservar porque podía ser trasladada. El tiempo ha demostrado que la condición mueble de la máquina la convierte a menudo en la parte más vulnerable, siendo la primera en desaparecer. Hay otro aspecto que en la teoría sí se contempla, pero que muchas veces se olvida, y es que hay que distinguir entre lo construido, y el conjunto de lo material. La fábrica, el contenedor físico es lo construido, que normalmente se asimila a la actividad industrial; el emplazamiento industrial, es

la suma de lo construido, y determinados espacios vacíos que son como son porque responden a una función y un uso determinados. Tan importantes son unos como otros, y solo se puede entender el todo si se plantea su funcionamiento global, e incluso su inserción en una escala territorial en la que tenemos que leer la logística de transporte de materias primas, energía, trabajadores de la industria, etc. Se trata de hablar de espacios, abiertos y cerrados, pero estructurados entre sí. En arquitectura hay otros ejemplos de edificios que requieren espacios exteriores para la realización de determinadas actividades, como concentraciones y desfiles, o incluso explanadas que se disponen ante algunos edificios con intención de ensalzar su carácter monumental o como símbolo de poder, y sin las que este no se puede entender tal y como se concibió en su momento. Para no dar lugar a errores de interpretación, en todo momento, aunque me refiera a edificaciones, estoy considerando todos estos elementos en su conjunto. Todas estas experiencias desembocaron en una convocatoria internacional para definir

Museo de la Minería en El Entrego(Asturias) / DOMINIO PÚBLICO. http://commons.wikimedia.org/wiki/File:Museumineria2.jpg

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iniciativas de protección de los restos materiales de la industrialización. Propiciado por los congresos organizados desde 1973 por el Ironbridge, en 1978 se crea un comité internacional para la salvaguarda del patrimonio industrial, con el objetivo de desarrollar la cooperación internacional e impulsar iniciativas nacionales: The International Committee for the Conservation of the Industrial Heritage (TICCIH). Los años ochenta y noventa han visto la continuidad de la tarea emprendida en la década anterior, con la organización de congresos internacionales cada tres años y algunas iniciativas dentro de las instituciones europeas sobre todo la UNESCO, para documentar, conservar y rehabilitar bienes industriales. Entre estas iniciativas, cabe destacar la elaboración de un listado con los principales monumentos del patrimonio industrial llevada a cabo en 1988 por el TICCIH en la que también aparecían algunos conjuntos industriales españoles entre los que se incluye la colonia Güell (cuya cripta fue declarada Patrimonio Mundial en una extensión de 2005 de los bienes declarados en 1984 bajo el nombre de “obras de Antonio Gaudí” ) y el Puente colgante de Portugalete (incluido en la Lista de Patrimonio Mundial en el año 2006 como “Puente de Vizcaya”), por citar dos ejemplos. En nuestro país se sigue la tendencia del resto de Europa, pero bastante más tarde. La rama española del TICCIH no se creará hasta 2004. El primer investigador español que hizo una definición de arqueología industrial fue R. Aracil en las I Jornadas de sobre protección y revalorización del Patrimonio Industrial que tuvieron lugar en Bilbao a principios de la década de los ochenta (Vicente, 2007: 4-5), a las que siguieron las II Jornadas en Barcelona en 1988, las Jornadas sobre teoría y métodos de arqueología industrial (Alcoy, 1989) y las I y II Jornadas 32 | LLÁMPARA

Antigua sala de turbinas de la central Bankside de Londres, ahora Tate Modern. Para introducir luz natural, se colocó un lucernario continuo / LICENCIA CREATIVE COMMONS 3.0 http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo:Tate_modern_london_2001_03.jpg

Proyecto para la ampliación del edificio de la Tate Modern / ARCHIVO

Ibéricas del Patrimonio Industrial y de la Obra Pública (Sevilla, 1994 y Lisboa, 1995). También se han desarrollado convocatorias a nivel local en algunas comunidades autónomas (Biel, 2000: 213). Uno de los puntos debatidos por los teóricos sobre la materia, es la dificultad de adaptarse a las cronologías de la industria entre diferentes países o regiones, como sucede en España. Esto hace imprescindible adoptar distintas fechas según

los ámbitos territoriales de referencia. No obstante, más que un problema, lo veo como una descripción de un fenómeno más amplio, común a cualquier tipo de manifestación de la cultura humana. Si el progreso técnico siguiera un modelo ideal, una vez descubierto un avance tecnológico, este sería adoptado de forma general. Es obvio que esto no es así, ya que la implantación de avances técnicos, sobre todo en una época en la que la información no se podía compartir con la misma velocidad y eficiencia que en la actualidad, se enfrenta a una fuerte inercia ante el cambio. Esto puede responder a motivos sociales, culturales, económicos o incluso de costumbre. De esto habla Melvin Kranzberg en el campo de la historia de la tecnología: “same technology can have quite different results when introduced into... different cultural settings” (Kranzberg, 1986: 51). El conocimiento no se transmite de forma lineal, sino que varía debido a los factores


mencionados, o a veces simple y llanamente a que por el camino se pierden datos y aparecen adaptaciones de la idea original. No en todas partes se recorren todos los pasos: quien se incorpora a un determinado tipo de industria después de que esta haya seguido una evolución en una región del mundo, adoptará directamente los últimos avances; o no, y nos encontramos con industrias recién implantadas cuya técnica ya está obsoleta en otros lugares. Nada de esto se entiende si no recordamos que la tecnología, como todo lo demás, es una ciencia humana, transportada por personas, y ejecutada por personas. Si en el estudio del estilo gótico, a nadie le sorprende que varíe muchísimo en sus manifestaciones a lo largo de Europa, no veo por qué el patrimonio industrial va a ser un caso aparte. En arquitectura se asumen estos fenómenos, y a la hora de analizar una tipología determinada, se tiene en cuenta que no todas las características que se encuentren van a responder a la lógica o a una teoría. Es curioso

como en el estudio del patrimonio industrial muchas veces se obvian estos fenómenos asumidos por la metodología del patrimonio arquitectónico y la restauración, como si no fueran igualmente válidos para cualquier tipo de edificación. Los mismos arquitectos restauradores, que cuentan con una larga tradición a sus espaldas sobre la necesidad de interpretar antes de tomar decisiones sobre la destrucción parcial que es inherente al proyecto, abordan a veces estos espacios como contenedores vacíos. Esto es especialmente grave cuando muchas veces se adopta la decisión de rehabilitar espacios industriales convocando directamente concursos de arquitectura, sin hacer una verdadera lectura del lugar sobre el que se quiere actuar. Por mucha voluntad de preservar un lugar, si no se conoce qué es lo que tiene y no tiene valor, el resultado es una banalización en la que los criterios visuales han sometido a todos los demás. Todo esto probablemente sea herencia de esa división mental que tradicionalmente existe entre el arte, la arquitectura noble, y los espacios de la industria, pero es necesario sobreponerse a ella. Además de en el proyecto de rehabilitación o reutilización del edificio industrial, los arquitectos en nuestro país participan en otras tareas referentes al patrimonio industrial. Forman parte de casi todos los inventarios que se realizan, a veces en el mismo número que otras disciplinas. Sin embargo, en general echo en falta ciertas observaciones sobre los bienes inventariados que son las primeras en las que repara un arquitecto cuando se enfrenta al análisis de un edificio: qué materiales, estructura y organización espacial general lo constituyen, o si se aprecia algún sistema constructivo singular. Parece que los arquitectos que se dedican a esto lo hicieran a cambio de abandonar su propia disciplina, cuando creo que esta puede aportar metodologías muy

útiles, como trataré de desarrollar más adelante. En el marco de la legislación, España va con cierto retraso respecto de las necesidades de protección percibidas por el mundo académico. La Ley estatal 16/1985 vigente en la actualidad, escoge el adjetivo de histórico para referirse al patrimonio, bajo cuya denominación engloba valores de muy diversa índole como el artístico o el paleontológico. En este sentido, se percibe la voluntad generalista de incluir el patrimonio en todas sus vertientes, a pesar de ser una ley de “patrimonio histórico”. En la enumeración de los tipos de bienes contemplados, no hace ninguna mención al patrimonio industrial , si bien el marco legal dibujado es lo suficientemente amplio como para permitir que se impulsen declaraciones de bienes de este tipo apoyándose en valores técnicos y científicos, así que no constituye un problema irresoluble (Magán, 2004: 3). Desde finales de los 90 se ha ido incorporando en mayor o menor medida el patrimonio industrial a la normativa de cada comunidad autónoma. Esta tendencia ha coincidido con un aumento de la sensibilidad social respecto del valor que tiene este patrimonio, y que ha inspirado iniciativas como el Plan Nacional de Patrimonio Industrial, puesto en marcha por el Ministerio de Cultura en el año 2001. Este proyecto, para cuya primera fase fueron seleccionados algo menos de cincuenta bienes a partir de las propuestas de las comunidades autónomas participantes, contempla la posterior declaración como Bienes de Interés Cultural e intervención en los casos en los que proceda, y la elaboración de un Plan Director sobre patrimonio industrial. Sin embargo, el Plan se ha quedado tan solo en buenas intenciones, estando su actividad muy paralizada a fecha de hoy, y fechando la última publicación en la página web de 2002, como señala Vicenti (2007: 32). PATRIMONIO INDUSTRIAL | 33


En muchos casos los esfuerzos de protección van un paso por detrás de la destrucción de muchos bienes industriales debido al abandono por falta de interés o simple desconocimiento, propiciado muchas veces por el interés de liberar los suelos ocupados por bienes industriales, que poseen una situación privilegiada en las ciudades, al haber crecido estas hasta absorber áreas que antes quedaban fuera del centro histórico. Estas industrias suelen estar asociadas a barrios obreros cuya formación, configuración e incluso evolución, solo puede entenderse desde el fenómeno industrial, teniendo peso incluso después de su desaparición. Cada vez existen más actuaciones encaminadas a incorporar los elementos más significativos de estos complejos industriales en los nuevos espacios de la ciudad, pero lamentablemente en otros muchos casos cuando se toma la decisión, estos ya se han perdido, o se han convertido en simples decorados vacíos de contenido, la “urbanalización” de la que habla Francesc Muñoz. Como en otros ámbitos, la tendencia ha ido evolucionando desde la conservación y protección de elementos singulares puntuales, a plantearse una interpretación del enclave industrial dentro del territorio y el paisaje al que pertenece. Los últimos años en materia de urbanismo y planeamiento territorial han visto la evolución hacia lo que se denomina paisajes culturales, contemplados por la Convención del Patrimonio Mundial desde 1992, y tratados más recientemente por el Convenio Europeo del Paisaje. Los paisajes productivos asociados a la industria se pueden incluir bajo esta categoría, y aunque no todos cuentan con valores que justifiquen una protección especial, sí se debe considerar su gestión y ordenación como un objetivo del planeamiento. Poco a poco se van abandonando las viejas ideas y se aborda la gestión de 34 | LLÁMPARA

nuestro patrimonio con una visión integral basada en los aspectos culturales del hombre en su totalidad. Todo esto hablando de la evolución que ha seguido el discurso teórico, pero que en todo momento convive con una plasmación en la práctica que va muy por detrás. Metodologías de trabajo para el patrimonio industrial Como punto de partida de esta reflexión, hay que destacar que en la mayoría de los casos los trabajos sobre patrimonio industrial se han centrado en labores de inventario, bien temático, bien de barrido general de una región, y de estudio de casos concretos con fines divulgativos, pero sin preocuparse por volver de lo particular a lo general una vez concluido el estudio para construir una metodología útil. Es lo que Lalana y Santos denominan “un viaje de ida y vuelta”, para generar conocimiento general a partir de lo particular, que sea útil después para poder interpretar adecuadamente cada caso (2008: 16). La mayor parte de la información recopilada son datos históricos, descripciones de edificios y maquinaria y fotografías, sin ocuparse de una interpretación posterior. Otros

estudios totalmente pormenorizados se centran en un ejemplo completo olvidando situarlo en una realidad más amplia que relativice las conclusiones obtenidas. En resumen, citando las palabras de Represa y Helguera (1997:81), hasta ahora la arqueología industrial se encuentra en fase de inventario, habiéndose “basado casi exclusivamente, en la prospección y localización del vestigio industrial, así como en su descripción gráfica y fotográfica”. Las críticas se parecen peligrosamente a las que ya realizaba K. Hudson, uno de los padres de la arqueología industrial en los setenta, sobre la necesidad de superar la mera descripción de los monumentos industriales. Para arrojar luz sobre la forma en que debemos superar este estadio, intentaré hacer una pequeña memoria sobre las herramientas existentes. A pesar de lo reciente de la arquitectura industrial en términos absolutos de tiempo, el desinterés del que han sido víctimas ha provocado una destacada ausencia de documentación escrita que en otros bienes patrimoniales es más abundante. La poca que podría contener más información al respecto, y que es la que forma parte de

Granja en el Ecomusée d’Alsace, uno de los más importantes en Francia / LICENCIA CREATIVE COMMONS 2.0 (Reconocimiento y compartir con la misma licencia) http://www.flickr.com/photos/didier57/3732184015/in/set-72157621513127365/


los archivos de empresa, se ha perdido en muchos casos, por no considerarse especialmente importante. Ni siquiera en estos archivos aparece toda la información que podría resultar útil, habiendo ciertos aspectos de la organización interna de la empresa, como reformas y ampliaciones de instalaciones que no se consideró pertinente registrar en ninguna parte. Muchos dan gran importancia también a las fuentes orales y su debida recogida y conservación, pero la base de la información sigue siendo el análisis de lo material. Sin desestimar en absoluto las fuentes escritas que se puedan encontrar, y los testimonios orales, que aportan datos valiosos, creo que es imprescindible basarse en el análisis de lo construido desde una metodología de trabajo bien estructurada y que recibirá necesariamente instrumentos de muy diversas disciplinas. Puede que haya ocasiones en las que los restos materiales casi hayan desaparecido y sean otras fuentes las que más información puedan aportar, pero estos prácticamente siempre serán la única fuente de información no dirigida a la que tendremos acceso, y deben de constituir el punto de partida para la toma de datos. Me gustaría destacar otro término bajo el que se engloban algunas prácticas que aunque no están directamente relacionadas con el patrimonio industrial, sí han recibido alguna atención para su aplicación en su estudio (Alonso: 2007). Se trata de la arqueología de la arquitectura, cuya principal característica es la aplicación de la lectura estratigráfica a los alzados de edificios construidos. Este sistema de análisis se conforma como una valiosa herramienta para determinar reformas en los complejos industriales de las que muchas veces no se tiene ninguna noticia. En realidad se trata de herramientas que también se citan en arqueología industrial (Marilyn Palmer y su Archaeo-

logy of standing buildings), pero me parece interesante la mención dentro de la arqueología de la arquitectura, de la buena acogida que ha tenido entre arquitectos restauradores como herramienta para elaborar proyectos de intervención. Una de las críticas a las que se somete la lectura estratigráfica de paramentos es que no es verdaderamente factible obtener datos suficientes sin proceder a los métodos destructivos. No obstante, se puede recurrir a los llamados “indicadores cronológicos” para determinar dónde empieza y acaba cada fase, y proceder a su posterior datación. Es muy interesante la reflexión del autor del artículo antes citado (Alonso, 2007: 306) sobre el papel creciente del arquitecto para el análisis del edificio cuanto menos estratificado se encuentre, lo cual es lo más habitual en este tipo de arquitectura. La metodología que a mi entender se debe adoptar para el estudio de un edificio industrial comienza por desentrañar las necesidades específicas del programa que albergaban sus espacios, tras analizar los datos obtenidos del resto material y las fuentes escritas y orales, antes de comenzar a analizar la arquitectura en sí misma. Este trabajo tiene que llevarlo a cabo alguien que conozca los procesos e instalaciones del tipo de industria del que se trate en cada caso, algo que queda fuera de la formación habitual del arquitecto. De este modo se superan las meras interpretaciones estilísticas o formales de fenómenos que en realidad pueden ser resultado de procesos industriales que no han sido estudiados, o que arrastran interpretaciones erróneas. El primer paso, en todo caso, es el levantamiento de alzados y otra documentación gráfica que sistematice el estudio del edificio. Bien sea a través de métodos tradicionales o bien a través de técnicas de fotogrametría o

levantamiento en 3D, la formación arquitectónica es útil para esencializar e intuir lógicas estructurales y constructivas que permitan la elaboración de una documentación útil. Si los alzados realizados van a servir como base para la elaboración de un diagrama estratigráfico, se deberá prestar especial atención a los requerimientos de dicho método. Esta información se complementará con los datos obtenidos del estudio de la maquinaria encontrada, la extrapolación de características de otras industrias de similares características y cuantas fuentes se conozcan. A partir de aquí, conociendo el punto de partida del edificio en su momento de construcción, y de las reformas posteriores, se pueden empezar a obtener conclusiones en el marco del análisis arquitectónico: cuánto del edificio responde a la cronotipología de un tipo de industria determinado, cuánto a una solución constructiva característica de una determinada imagen de marca o de una región; con cuánta originalidad y pericia se han resuelto los temas constructivos, las necesidades de luz natural y de espacios; y finalmente, qué parte restante de todo lo percibido puede responder a un caso especial y a qué puede atribuirse la singularidad, o qué elementos responden a la creatividad de un proyectista determinado que logra en su solución dotar al edificio de más valores de los que la mera función necesitaba. Es decir, se puede realizar un análisis tipológico como aquel al que en su momento se sometieron otras edificaciones como templos, palacios, etc. Qué hacer con el patrimonio industrial Antes de nada, es indispensable realizar una labor de inventario sistematizada como la que plantea el Plan Nacional de Patrimonio Industrial, terminando aquellos inventarios que están en proceso, y contrastando PATRIMONIO INDUSTRIAL | 35


los datos obtenidos. Una vez conozcamos lo que tenemos, contaremos con datos sobre qué es lo habitual, cuándo algo es singular, y podremos jerarquizar y poner en valor aquello que sea excepcional. En los casos más significativos, se podrá optar por la conservación más o menos integral, con voluntad de museo, y a veces incluso conservando ciertas tareas industriales que permitan una lectura más auténtica del complejo. Pero en el resto de casos, la mejor solución es la reutilización del patrimonio industrial para otros usos, que aunque no permita la preservación total, es más factible desde el punto de vista económico, al poder dotarse a los edificios de una nueva función que permita un aprovechamiento y garantice su mantenimiento. Los espacios industriales en general se caracterizan por superficies diáfanas y grandes luces, por lo que son buenos candidatos a gran cantidad de usos: bibliotecas, centros cívicos, espacios para el arte, e incluso de viviendas. Un magnífico ejemplo de cómo un edificio puede incorporarse plenamente a la identidad de la ciudad con un nuevo uso, pero preservando los materiales y carácter del edificio industrial, es el museo de la Tate Modern en Londres, obra de los arquitectos Herzog y DeMeuron. Construido en una antigua central energética, el hall del edificio conserva el gran espacio de lo que fue la sala de turbinas, a la que se asoman las salas de exposiciones como cajas luminosas. La organización espacial del edificio corresponde a las tres crujías del original, ocupadas respectivamente por la sala de calderas, la de turbinas y la de los transformadores, que sigue en uso en la actualidad. Se respeta la estructura de acero y ladrillo original, lo que constituye un acierto para la legibilidad del conjunto. El lucernario que recorre toda la longitud del edificio, se manifiesta en el exterior 36 | LLÁMPARA

como una caja de vidrio apoyada en el basamento de ladrillo de la central. Por lo demás, la potente imagen exterior del edificio se ha respetado por completo, y es uno de los elementos más emblemáticos del skyline del Támesis. En la actualidad se está desarrollando el proyecto para la ampliación del edificio, aprovechando que la modernización de las instalaciones de la compañía eléctrica ha permitido reducir el espacio necesario, liberando parte de la tercera crujía para uso del museo. La intervención contempla la construcción de una nueva edificación de ladrillo encima de unas cámaras subterráneas que alojaban los depósitos de aceite de la central, que se van a conservar, y dos de las cuales tendrán acceso desde el hall, pasando a formar parte del programa. No solo se pretende incorporarlos al proyecto, sino que se intenta explicar estos espacios, e incluso se puede realizar una visita virtual en la página web de la Tate. Otros ejemplos de buenas y malas prácticas, por citar algunos, son el edificio de la Fundación La Caixa en Barcelona, en la que el acceso a la ampliación subterránea, obra del arquitecto Arata Isozaki, se realiza a través de una apertura en la plataforma frente al edificio, permitiendo conservar así intacta la imagen de la fachada original; En Valladolid, el Museo de la Ciencia, construido sobre la antigua fábrica de harinas de “El Palero”, un magnífico proyecto desde el punto de vista arqui-

“ Una vez conozcamos lo que tenemos, contaremos con datos sobre qué es lo habitual, cuándo algo es singular, y podremos jerarquizar y poner en valor aquello que sea excepcional”.

tectónico, pero que falla en su tentativa de recuperar el edificio industrial. Aunque en estado de ruina, se conservaba lo suficiente de la antigua fábrica como para comprender su funcionamiento, lo que ahora es imposible, al haberse limitado la conservación a una fachada de ladrillo y la sala de turbinas totalmente fuera de su contexto; y por último, un ejemplo de otro uso que quizás sea menos habitual en nuestro país, los apartamentos de St.Jobsveem en Rotterdam, antiguo edificio de almacenamiento. Los criterios para la elección de estos casos se basan sobre todo en mis conocimientos sobre buena arquitectura, buscando identificar la forma en la que el proyecto ha tratado de equilibrar el nuevo programa con las antiguas instalaciones y espacios. Este análisis tiene una dificultad similar a la de realizar una propuesta para un edificio industrial que no hubiera sido estudiado, es decir, desconocimiento del funcionamiento del edificio (porque en general no se encuentra esta información en los textos sobre el nuevo edificio) y por tanto el significado y la importancia de sus elementos. En muchos casos tampoco se encuentra información sobre el estado en el que se encontraba el edificio antes de la intervención, si es que esta se ha conservado. Encuentro que la calidad del un proyecto de estas características podría relacionarse directamente con la facilidad de reconstruir esta información, por la experiencia directa del edificio y por la documentación complementaria a este que se ponga a disposición del público. Por eso me parecen especialmente interesantes las iniciativas como la de la Tate en la que se muestra al público fotografías de lo que existe en la actualidad, y se trata de explicar para que servían estas instalaciones. Me parece imprescindible incorporar esta concepción a la metodología de trabajo, para poder generar paneles, audiovisuales u otro tipo de documentación


que sirva a este fin. El sistematizar la recogida de información obedece, así mismo, al fin último de la arqueología industrial, que es la interpretación de los datos obtenidos del estudio de este patrimonio construido, más allá de su preservación y protección. A modo de conclusión, me gustaría insistir sobre el tema de qué profesión es la más cualificada para abordar el estudio del patrimonio industrial. No he tratado en ningún momento de hacer apología de los métodos de la arquitectura como panacea para esta tarea, así como tampoco creo que ninguna otra disciplina esté en posesión de una formación propia lo suficientemente completa como para considerar a las demás un complemento o una herramienta de su trabajo. Es más, tras comprobar lo complejo que es acotar los límites del conocimiento referente al patrimonio industrial, me reafirmo en la necesidad de aprender a colaborar con profesionales procedentes de diversas ramas académicas. Hay que saber en qué aspectos se puede realizar una aportación de valor, y en cuáles se está invadiendo un campo de conocimiento en el que otros tie-

nen más experiencia, tradición y soltura. n Bibliografía y fuentes de información Libro: SOBRINO SIMAL, J. (1996): Arquitectura industrial en España (1830-1990), Editorial Cátedra, Madrid, 367 pp. Artículo: AGUILAR CIVERA, I. (2001): “La investigación sobre el Patrimonio Industrial. Una revisión bibliográfica”, en Transportes, Servicios y Telecomunicaciones, nº 1, pp. 169-86. ALONSO GONZÁLEZ, P. (2007): “La arqueología industrial en León. Reflexiones a partir de la investigación en el Val de San Lorenzo”, en Estudios humanísticos. Historia, nº 6, pp. 295-315. ÁLVAREZ ARECES, M. A. (2008): “Patrimonio industrial. Un futuro para el pasado desde la visión europea”, en Apuntes: Revista de estudios sobre patrimonio cultural - Journal of Cultural Heritage Studies, Vol. 21, nº 1 (Ejemplar dedicado a: Patrimonio industrial), pp. 6-25. AZKARATE GARAI-OLAUN, A. (2008): “La Arqueología de la Arquitectura en el siglo XXI”, en Arqueología de la arquitectura, nº 5, pp. 11-13. KRANZBERG, MELVIN (1986): “The information age: Evolution or revolution”, en Information Technologies and Social Transformation, pp. 35-54. LALANA SOTO y SANTOS GANGES (2008): “Las fronteras del patrimonio industrial”, en Llámpara nº 2, pp. 7-20. MUÑOZ, FRANCESC (2006): “Urbanalización”, en El paisaje y la gestión del territorio: criterios paisajísticos en

la ordenación del territorio y el urbanismo, pp. 143-164. QUIRÓS CASTILLO, J. A. (2006): “Arqueología de la Arquitectura. Objetivos y propuestas para la conservación del Patrimonio Arquitectónico”, en arqueología medieval.com. Edición digital: http://www.arqueologiamedieval.com/ articulos/74 VICENTI PARTEARROYO, A. (2007): “Perspectivas sobre la arqueología industrial”, en Arqueoweb. Revista sobre arqueología en Internet, nº 9(1). Edición digital: http://www.ucm.es/info/ arqueoweb/pdf/9_1/arqueologiaindustrial.pdf Comunicación en congreso: BIEL IBÁÑEZ, M. P. (2001): “Arqueología industrial”, en III Jornadas de Estudios sobre Aragón en el umbral del siglo XXI, Caspe, 15-17 de diciembre de 2000, en editorial Agustín Ubieto, Zaragoza, pp. 211-249. MAGÁN PERALES, J. Mª A. (2004): “El patrimonio industrial, el gran olvidado en la legislación española sobre bienes culturales”, comunicación en las VI Jornadas Internacionales INCUNA, Gijón. Edición digital en http://www.incuna.org Otros documentos: Carta de Nizhny Tagil sobre el Patrimonio Industrial (2003). Publicación digital: http://www.mnactec.cat/ticcih/ pdf/NTagilCharter.pdf Extensión en 2005 de los bienes inscritos inicialmente en 1984 (Parque Güell, Palacio Güell y Casa Mila de Barcelona). Publicación digital: http://www.patrimonio-mundial.com/ gaudi/index.html

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El Patrimonio Industrial en el marco de la protección del Patrimonio Cultural en Asturias DIEGO RUIZ DE LA PEÑA RUIZ Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de Oviedo

Es bien conocido que Asturias es una región que cuenta con un importante pasado industrial. Esa industrialización, que comenzó a finales del siglo XVIII, mantuvo un importante peso estructural hasta los años ochenta del pasado siglo. Fue en la zona central de la región, con el protagonismo de las cuencas del Nalón y del Caudal, donde se concentraron las actividades de base del proceso industrializador con la extracción del carbón y las principales fábricas siderúrgicas que, a su vez, implicaron la dotación de infraestructuras y ferrocarriles necesaria para el transporte de las materias primas desde los centros de producción hasta su salida por mar en ciudades costeras como Gijón, Avilés o San Esteban de Pravia que, igualmente, experimentaron un importante crecimiento de la actividad portuaria mientras veían surgir una amplia gama de industrias metalúrgicas, siderúrgicas, del vidrio, construcción naval, cerámica, etc. Tampoco hay que olvidar las industrias ligadas a la fabricación de armamento que desde los primeros años de la industrialización se ubicaron en Oviedo y Trubia y otros sectores como el agroalimentario, la producción de energía, el papel y artes gráficas, la madera, el textil o la construcción. Han sido casi dos siglos de intensa actividad que tras la pérdida del ca-

rácter estratégico de la minería, los procesos de reconversión en distintos sectores y la reorientación del tejido productivo asturiano hacia el sector terciario, han dejado una gran cantidad de vestigios materiales de diversa índole repartidos por buena parte de nuestro territorio. Hoy, tras varias décadas de investigación, debate y divulgación, esos vestigios de nuestro pasado reciente han sido integrados y asimilados por el conjunto de la sociedad como parte de nuestro patrimonio cultural. Gracias a ello, muchos de los antiguos espacios industriales y también edificios fabriles que habían perdido su función han sido objeto de intervenciones que en algunos casos han ido

encaminados a la recuperación de su memoria y puesta en valor y, en otros, se han reconvertido en alojamientos de nuevas actividades de carácter empresarial, social o cultural. No obstante, aún contamos con casos en los que la actividad original se ha mantenido hasta la actualidad y que constituyen muestras vivas del pasado industrial en las que confluyen historia, técnica, arquitectura, arte e ingeniería. Por contra, el otro lado de la moneda lo representan los numerosos edificios, conjuntos e instalaciones en los que se ha cesado la actividad productiva y se encuentran en la actualidad sin uso y, en muchos casos, en estado de abandono.

Detalle / JAVIER GONZÁLEZ ROCES

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Fruto del proceso de asunción de competencias por parte de las Comunidades Autónomas, en el año 2001 se promulga la Ley de Patrimonio Cultural del Principado de Asturias (en adelante, Ley 1/2001). Dicha Ley establece el marco actual para la protección del patrimonio cultural asturiano, una Ley cuyas determinaciones suponen un antes y un después en la actividad protectora de nuestro patrimonio cultural y, por ello, de nuestro patrimonio industrial. La razón es que La Ley asturiana no se ha limitado a la reproducción mimética de la legislación preexistente en materia cultural sino que ha introducido novedades significativas en cuanto a la forma de proteger los bienes patrimoniales mediante la habilitación de tres figuras jurídicas de protección: la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC), la inclusión en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias (IPCA) y los Catálogos Urbanísticos. De estas tres, el IPCA y los Catálogos Urbanísticos, como figuras más determinantes y novedosas, centran el interés de este trabajo. Situación previa a la Ley asturiana Pero para comprender ese cambio sustancial y antes de analizar las novedades del nuevo marco normativo, debemos conocer cual era la situación previa a la Ley asturiana en relación a la protección del patrimonio industrial. Antes del año 2001, no existía un marco claro de actuación sobre el patrimonio industrial en Asturias. Hasta ese momento, no se cuenta con una legislación específica aplicable a este patrimonio por lo que su régimen jurídico de protección debemos buscarlo en la normativa estatal general, como integrante del patrimonio histórico español. En esos momentos, la tutela sobre los bienes integrantes del patrimonio histórico es compartida entre el Estado y las Comunida40 | LLÁMPARA

des Autónomas. La Ley 16/1985, de 25 de Junio, de Patrimonio Histórico Español (en adelante, Ley 16/1985) define el patrimonio histórico como “los inmuebles y objetos muebles de interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico o técnico” (art. 1.2 Ley 1985). Además, contempla distintos niveles de protección para los bienes protegidos por lo que se generan desde este momento distintas categorías con contenido jurídico propio a las que pueden adscribirse los diferentes tipos de bienes en función de su valor y tipología. Este es, ni más ni menos, el marco general de protección con que contaba el patrimonio industrial. Con este marco tan genérico y poco preciso, y en ausencia de una ley autonómica, la protección del patrimonio cultural (no sólo industrial) en nuestra comunidad quedaba, en gran medida, encomendada a la legislación urbanística materializada en las normas urbanísticas municipales que contemplaban la figura del catálogo urbanístico como un instrumento adyacente que servía de complemento a las determinaciones establecidas por el planeamiento urbanístico careciendo, por tanto, de carácter vinculante. De esta manera, en el tiempo transcurrido desde la aprobación de la Ley 16/1985 y la entrada en vigor de la Ley 1/2001 el patrimonio cultural asturiano ha quedado en manos de los Planes Generales y Normas Subsidiarias municipales que se han ido redactando progresivamente. Consecuencia de ello son unos resultados tan dispares como insuficientes en cuanto al nivel de catalogación (y por ello, de protección) de nuestro patrimonio cultural. Es precisamente esa falta de precisión de la legislación protectora del patrimonio cultural y el carácter meramente instrumental de la figura del catálogo lo que facilitó la arbitrariedad del planificador a la hora de tratar la catalogación de los

bienes culturales, entendida normalmente desde el planeamiento urbanístico como un anexo o listado de bienes de interés que deben ser respetados, sin mucha más concreción, por su carácter histórico-artístico, lo que supone, además, una concepción del patrimonio cultural bastante obsoleta para las fechas a las que nos referimos. Así, no es de extrañar que los bienes pertenecientes a esa nueva vertiente del patrimonio que comenzaba a brillar con luz propia en los años ochenta en nuestro país, quedasen normalmente marginados con respecto a los planes y por ello expuestos a un rápido deterioro cuando no a su desaparición debido a su situación de desprotección jurídica. Por otro lado, fuera del ámbito normativo, en los años ochenta se lleva a cabo el primer y único trabajo de inventario sobre el patrimonio industrial de la región. A instancias de la Consejería de Cultura y Turismo y coordinado por el departamento de Geografía de la Universidad de Oviedo, en 1985 se inicia el Inventario del Patrimonio Industrial Histórico (IPIH) que requerirá varios años de duración durante los cuales se elaboran un total de 1.397 fichas. El inventario empleó dos tipos de ficha: una para edificios e instalaciones fijas y otra para artefactos y elementos móviles. En cuanto a su estructura, se emplearon dos criterios generalizadores: temática y localización geográfica. Pese al elevado número de elementos inventariados, el trabajo no se realizó de una manera realmente exhaustiva, detectándose hoy ciertas ausencias y algunas carencias en la información aportada en las fichas. Aún así, este inventario ha constituido una indispensable fuente de referencia para diversos estudios y, sobre todo, la base para la elaboración de los actuales Catálogos Urbanísticos en su apartado de patrimonio industrial. Si quisiéramos seguir haciendo mención de los trabajos, de carácter sistemático, que han


abordado el patrimonio industrial asturiano, deberíamos hacer un salto hasta la presente década. Mencionaremos rápidamente dos experiencias bien distintas que han tenido al patrimonio industrial como denominador común. En primer lugar me refiero a la labor de la Fundación Docomomo Ibérico, que representa la actividad de Docomomo (Documentation and Conservation of buildings, sites and neighbourhoods of the Modern Movement) en España y Portugal y que, dentro de sus proyectos de documentación y estudio de la arquitectura del movimiento moderno, ha registrado en Asturias un total de 28 conjuntos industriales. El segundo de los trabajos, elaborado en 2005, es el Catálogo Urbanístico del Plan Territorial Especial de recuperación de los terrenos de HUNOSA en las cuencas mineras (PTE). La Consejería de Medio Ambiente, Ordenación del Territorio e Infraestructuras del Principado de Asturias encargó a la empresa minera HUNOSA la redacción de un Plan Territorial Especial con el fin de reutilizar sus “activos ociosos”, es decir, los terrenos sobre los que la empresa había cesado su actividad y que, en total, suponían cerca de 35 millones de m.2 de suelo urbanizable. La realización de dicho Plan conllevó la ejecución de un Catálogo que recogiese todo el patrimonio industrial existente en esos terrenos. Fruto de ello se han protegido 103 elementos repartidos en 26 explotaciones mineras localizadas en 8 municipios distintos. Merece destacar que la aprobación, en 2007 y por tanto dentro del marco normativo actual, de este Catálogo, ha supuesto la asignación de un régimen legal de protección, por primera vez de forma conjunta, para 103 elementos del patrimonio industrial minero asturiano, convirtiéndose en una referencia obligada para la redacción de los Catálogos Urbanísticos de los respectivos municipios.

Vista aérea del pozo San Antonio (Aller), incluido en el Catálogo del PTE de HUNOSA / FUENTE: HUNOSA

Un nuevo marco para la protección del patrimonio industrial Como se ha adelantado, la entrada en vigor de la Ley 1/2001 va a suponer un antes y un después para la protección del patrimonio cultural en Asturias y, más concretamente, para la protección de dos repertorios patrimoniales cuya tutela arrastraba demasiados vacíos hasta ese momento: el patrimonio etnográfico y el industrial. Centrando nuestro interés en el patrimonio industrial, la Ley va a introducir unas novedades que la van a diferenciar claramente de la Ley estatal 16/1985, donde apenas se intuía una vía para su protección en la genérica definición de patrimonio histórico, y también de otras leyes autonómicas precedentes elaboradas en la década de los noventa donde el patrimonio industrial no acaba de estar claramente identificado como tal y, en ocasiones, se encuentra a medio camino entre la etnografía y la arqueología. La novedad, por tanto, que aporta la Ley asturiana es la dedicación de una sección expresa para el patrimonio histórico-industrial con articulado propio en el que se definen los bienes que lo integran y se establece su ré-

gimen de protección particular. Así, en su artículo 76.1 la Ley establece que: Integran el Patrimonio Histórico-Industrial de Asturias los bienes muebles e inmuebles que constituyen testimonios significativos de la evolución de las actividades técnicas y productivas con una finalidad de explotación industrial y de su influencia sobre el territorio y la sociedad asturiana. En especial, de las derivadas de la extracción y explotación de los recursos naturales, de la metalurgia y siderurgia, de la transformación de productos agrícolas, la producción de energía, el laboreo del tabaco, y la industria química, de armamento, naviera, conservera o de la construcción. Con esta definición se determina lo que se entiende por patrimonio industrial pero es interesante observar como se establece mediante la inclusión del hecho diferenciador (“con una finalidad de explotación industrial”) queriendo evitar así la posible confusión con los bienes de carácter preindustrial, que igualmente vienen explicitados en la sección correspondiente al patrimonio etnográfico –recordemos, otra de las novedades de la Ley– (artículo 69). Además, PATRIMONIO INDUSTRIAL | 41


no se establece el valor del bien sólo en su significado intrínseco sino también por la influencia que haya podido ejercer sobre el territorio y la sociedad superando con ello la visión aislada del bien cultural y proclamando una concepción global que admite la singularidad de un patrimonio cuyo reconocimiento, como elemento cultural, basa buena parte de su razón de ser en la influencia que ha tenido y tiene sobre el paisaje y la condiciones de vida de los pobladores formando parte de nuestra memoria colectiva y erigiéndose en una de nuestras señas de identidad. Pero el protagonismo del patrimonio industrial en la Ley no se limita a esta definición. Para una mayor concreción, en el mismo artículo (76.2) se procede a una enumeración de los repertorios y tipologías que deben ser valoradas para su inclusión en alguna de las tres categorías ya comentadas que habilita la norma: • Maquinaria, utillaje y herramientas utilizadas en los procesos técnicos y de fabricación ya desaparecidos u obsoletos. • Las construcciones y obras arquitectónicas o de ingeniería adaptadas a la producción industrial mediante procesos técnicos y de fabricación ya desaparecidos u obsoletos, tales como chimeneas, gasómetros, castilletes de hierro, madera, zinc y otros materiales, bocaminas de antigua minería de montaña. Obradores, almacenes industriales o talleres mecánicos. • Los conjuntos de viviendas y equipamientos sociales asociados a las actividades productivas anteriores a 1940. • Las infraestructuras de comunicación marítima, por ferrocarril o por cable en desuso y las construcciones, maquinaria y material móvil a ellas asociados. • Las infraestructuras en desuso de extracción, bombeo y conducción de agua ligadas a

procesos industriales o concentraciones urbanas. • Las muestras singulares de arquitectura del hierro, incluyendo mercados, puentes y viaductos. • Los fondos documentales de las empresas con una antigüedad superior a cien años. Con esta enumeración de casos la Ley pretende evitar la situación de imprecisión que se produciría si sólo se expusiese una definición generalista como “bienes muebles e inmuebles que constituyen testimonios significativos”, que podría dejar en manos del planificador o el profesional encargado de la catalogación la decisión última de lo que es o no significativo, de hecho, es este listado de bienes el que sirve como referencia a la hora de elaborar los actuales Catálogos Urbanísticos, en su apartado de patrimonio industrial, y proporciona a la Administración una útil herramienta para su valoración. Corresponde ahora explicar de qué forma se puede proteger el patrimonio industrial en Asturias. Recordemos que la Ley 1/2001 habilitaba tres figuras de protección para el conjunto del patrimonio cultural asturiano que consistían en la declaración

Detalle / JAVIER GONZÁLEZ ROCES 42 | LLÁMPARA

de Bien de Interés Cultural, la Inclusión del elemento en el Inventario del Patrimonio Industrial de Asturias o la inclusión en un Catálogo Urbanístico. Así, estas tres categorías son de aplicación también en el patrimonio industrial. En el caso de los BIC, la máxima categoría de protección establecida para un bien cultural establece una clasificación a la que se pueden acoger los distintos tipos de bienes en función de sus características. Para nuestro caso, el patrimonio industrial tiene su mejor opción en la declaración de “Conjunto Histórico” por ser este concepto el que más se adapta a la casuística que nos ofrece la realidad de un espacio industrial: “en el caso de las agrupaciones de bienes inmuebles que formen una unidad de asentamiento, continua o dispersa, con coherencia suficiente para constituir una unidad claramente identificable y delimitable y con interés suficiente en su totalidad, aunque sus componentes o elementos no lo tengan individualmente. A tal efecto se considerarán como criterios relevantes las formas de organización del espacio, trazados viarios, disposición de las edificaciones y elementos similares. Análogamente


corresponderá la consideración de Conjunto Histórico a aquellos lugares (...) de interés cultural por constituir testimonios significativos de la evolución de la minería y de la industria, de sus procesos productivos, y de las edificaciones y equipamientos sociales a ellos asociados”.

No obstante, se contempla también la opción de “Monumento”, heredera de la concepción academicista del valor históricoartístico de los bienes culturales tradicionalmente más reconocidos (catedrales, palacios, iglesias, castillos, etc.) a la que también podría adscribirse un bien

de carácter industrial en caso de no estar formando un conjunto. De hecho, la propia definición deja la puerta abierta a tal efecto en sus palabras finales “[...] En la declaración como Bien de Interés Cultural de un Monumento, cuando ello proceda, se incluirán aquellos bienes muebles, insta-

El Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias (IPCA)

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a del IPCA es una figura tan novedosa como controvertida. La Ley 1/2001, mediante la Disposición Transitoria Tercera, establece una protección preventiva de una serie de bienes durante un período de diez años desde la entrada en vigor del texto legislativo. De esta manera se quiere evitar que un bien cultural pueda sufrir daños, alteraciones o incluso la desaparición mientras no esté incluido en ninguna figura legal de protección. Por lo que respecta al patrimonio industrial la protección temporal puede recaer sobre “los testimonios más reseñables de la historia industrial de la región”, así como sobre “bocaminas y castilletes anteriores a 1950”. El problema es que cuando sólo falta un año para el fin del período de protección preventiva, el IPCA apenas cuenta con una veintena de elementos bajo su protección, cifra insignificante si la comparamos con los BIC (casi 300) y aún más con los bienes incluidos en los Catálogos Urbanísticos, que se cuenta por millares. Este retraso en la elaboración del IPCA ha hecho recaer en los Catálogos Urbanísticos todo el peso de su elaboración ya que, como figura administrativamente inferior, un Catálogo debe incluir los bienes que están bajo la tutela de protecciones superiores pero, ¿qué bienes?. Al respecto, la Ley enumera una serie de tipologías y repertorios que gozarían de esa protección preventiva pero el hecho de tener que recurrir al texto legislativo, en ocasiones inevitablemente un tanto generalista, ha generado una gran confusión entre los equipos redactores de los Catálogos sobre como formalizar la protección de esos bienes en su documento. A todo esto, resulta que en el exiguo listado de vienes incluidos en el IPCA contamos con varios conjuntos de carácter industrial, lo cual, en este confuso contexto, no deja de ser una nota positiva. Se trata del Conjunto Histórico de la Minas de Llumeres (Gozón), la

Estación de ferrocarril de Villabona (Llanera), el espacio minero de Solvay o “Pozo Siero” (Siero), la antigua fábrica de Conservas Lis (Soto del Barco) y el excepcional Conjunto Histórico Industrial de Arnao, en el concejo de Castrillón, cuyo castillete de madera es el más antiguo de todos los castilletes conservados en Asturias. Una anuncio reciente e igualmente positivo es la intención, por parte de la Consejería de Cultura y Turismo, de iniciar los expedientes de incoación para la inclusión en el IPCA de todos los bienes incluidos en el Plan Territorial Especial de Hunosa (PTE), lo que va a suponer la asignación de este nivel de protección para 103 elementos de la minería asturiana entre los que figuran castilletes, salas de máquinas, bocaminas, ventiladores, oficinas, casas de aseo, polvorines, chimeneas, talleres, puentes, y tolvas.

Castillete de Arnao, incluido en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias / JAVIER GONZÁLEZ ROCES

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laciones y accesorios que formen unidad con el mismo”. La segunda figura creada por la Ley 1/2001, y la más novedosa, es el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias (IPCA) y digo novedosa porque a diferencia de los BIC que ya se contemplaban antes incluso de la Ley 16/1985 y los Catálogos Urbanísticos que también existían previamente (aunque no en su concepción actual), el IPCA es una figura de protección jurídica nueva en el caso asturiano. Tal y como define la ley en su artículo 22.1: “Se crea el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias como instrumento para la salvaguardia de los bienes en él incluidos. De él formarán parte los bienes muebles e inmuebles que tengan en grado notable algún valor histórico, artístico, arqueológico, etnográfico, documental, bibliográfico o de cualquier otra naturaleza cultural y deban ser especialmente preservados y conocidos, salvo en aquellos casos en que proceda su declaración como Bien de Interés Cultural”. Se trata por tanto de una categoría de protección inferior a la de BIC pero que igualmente se destina a aquellos bienes que ostentan un valor cultural relevante en el ámbito de nuestra región. Por último, si el IPCA constituye la novedad, podemos decir que la mayor relevancia se la llevan los Catálogos Urbanísticos municipales ya que es la medida de protección bajo la cual se encuentra la gran mayoría del patrimonio cultural e industrial de la región. El Catálogo Urbanístico, como tercera figura de protección que contempla la Ley 1/2001, tiene un ámbito municipal por lo que son los Ayuntamientos los que, según indica el artículo 27.1, “están obligados a incluir en Catálogos elaborados de acuerdo con la legislación urbanística, los bienes inmuebles que por su interés histórico, artístico, arqueológico, etnográfico, o de cualquier otra naturaleza cul44 | LLÁMPARA

Chimenea perteneciente a una antigua tejera, ya desaparecida. Incluida en el Catálogo Urbanístico del concejo de Corvera / JAVIER GONZÁLEZ ROCES

tural, merecen conservación y defensa, aun cuando no tengan relevancia suficiente para ser declarados Bien de Interés Cultural o incluidos en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias. [...] La catalogación será complementaria de las determinaciones del planeamiento general municipal, o del planeamiento especial, y definirá los tipos de intervención posible, los plazos, en su caso, en que dicha intervención se vaya a desarrollar y el nivel de protección de cada bien incluido en ella.” En esta definición se exponen de forma clara y resumida varios de los aspectos que debemos conocer para saber

qué es un Catálogo Urbanístico. En primer lugar se delimita el ámbito de aplicación de las determinaciones que se vayan a establecer desde el Catálogo ya que son los Ayuntamientos a los que corresponde licitar su ejecución, por tanto, se trata de un documento de ámbito municipal. En segundo término se indica qué tipo de bienes van a ser objeto de protección y, sobre todo, se matiza que se incluirán en el Catálogo pese a no tener relevancia suficiente para ser declarados BIC o incluidos en el IPCA. Este es un aspecto sumamente importante ya que se está reconociendo el valor local que puede tener el patrimonio. No estamos hablando de mues-


tras representativas ni destacadas de la arquitectura, ingeniería, etc. sino de elementos que tienen una intensidad de valor a escala local. Así, para llevar a buen término la catalogación debemos detectar lo bienes cuyo valor cultural tenga una intensidad local, por ello, los criterios de representatividad, singularidad o monumentalidad deben utilizarse a esa escala, no a otras, y nunca de manera dominante. Precisamente es esta la razón de que el número de elementos protegidos en Asturias haya aumentado enormemente en los últimos años ya que están viendo la luz un buen número de bienes de todo tipo que hasta ahora permanecían en un segundo plano o, directamente, en el terreno de lo desconocido por no haber contado hasta ahora

con medidas de protección específicas. Finalmente, se nos indica que la catalogación tiene un carácter complementario al planeamiento general pero no a título informativo (como sucedía en las antiguas normas urbanísticas) sino definiendo los tipos de intervención posible, los plazos y el nivel de protección aplicable a cada bien cultural. En este sentido, debemos mencionar la aprobación, en 2004, del Texto Refundido de las disposiciones legales vigentes en el Principado de Asturias en materia de Ordenación del Territorio y Urbanismo (en adelante TROTU), que va a implicar la conexión entre la legislación urbanística y la cultural mediante el artículo 72.3 en el que se establece que “El Catálogo Urbanístico será vinculante para el planeamiento,

que no podrá alterar la condición urbanística de los bienes, espacios o elementos en él incluidos”. En caso de contradicción entre las determinaciones del Catálogo urbanístico y las del planeamiento, prevalecerán las del Catálogo. Así, se va a configurar definitivamente la doble naturaleza del Catálogo actual como un instrumento de protección y de ordenación urbanística de nuestro patrimonio cultural. Por ello, podemos decir que el Catálogo Urbanístico constituye actualmente la herramienta más eficaz para la valoración global del conjunto del patrimonio cultural de un territorio con vistas a su recuperación, conservación e integración en el futuro desarrollo urbano. Situación actual En estos años, desde la entrada en vigor de la Ley 1/2001,

El pozo San Luis, cuya casa de máquinas está considerada como uno de los edificios más significativos del patrimonio industrial asturiano, está incluido en el PTE y, a su vez, en el Catálogo Urbanístico del concejo de Langreo / DIEGO RUIZ DE LA PEÑA RUIZ

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Vista general del pozo Santa Bárbara (Mieres). Declarado BIC como Conjunto Histórico, único espacio industrial con está protección en Asturias / DIEGO RUIZ DE LA PEÑA RUIZ

la mayoría de los concejos asturianos han iniciado el proceso de renovación de sus antiguos instrumentos urbanísticos para adaptarse al nuevo marco normativo. Concretamente, de los 78 concejos que componen la Comunidad Autónoma del Principado de Asturias, 16 tienen su Catálogo Urbanístico aprobado definitivamente, 58 están en fase de elaboración y únicamente 4 aún no han iniciado el proceso. En este punto, es difícil precisar el número total de bienes de carácter industrial que están bajo la protección de un Catálogo. No existe un seguimiento que nos permita conocer datos a tiempo real de la evolución de la catalogación en nuestra comunidad, por ello me remitiré al trabajo que expusimos en el último congreso del TICCHI, celebrado en Ferrol el año pasa46 | LLÁMPARA

do, en el que presentábamos un estado de la cuestión tomando como referencia la zona central de Asturias conocida como “el ocho asturiano”, un total de 12 municipios donde, como decía al comenzar este artículo, se concentraron con mayor densidad las actividades de base del proceso industrializador y donde, por consiguiente, se encuentra el principal patrimonio industrial asturiano. El resultado del estudio de los diferentes Catálogos e instrumentos de protección vigentes en esos concejos arrojó la cifra de 319 bienes y conjuntos industriales relacionados con la minería, infraestructuras ferroviarias, abastecimiento de agua, industria siderúrgica, química, eléctrica, naval, alimentaria y de la construcción. En todo caso, existen fuera de este “ocho as-

turiano” un buen número de bienes industriales que están siendo y deberán ser objeto de estudio para su inclusión en los respectivos Catálogos Urbanísticos por lo que esta cifra aumentará sustancialmente en los próximos años. Por otro lado, en los últimos años hemos asistido al intento de declaración como Bien de Interés Cultural de algunos destacados conjuntos industriales como la Presa y Central Eléctrica de Grandas de Salime, la Fábrica de Gas de Oviedo o el pozo minero Santa Bárbara, en Mieres, que finalmente fue declarado en 2008 siendo, hasta hoy, el único espacio industrial que ostenta este título de protección. Como se comentó anteriormente, el patrimonio industrial sufrió en la década de los ochenta, y también noventa, en nues-


tra región las consecuencias de una legislación demasiado general a la vez que orientada a la protección de aquellos bienes más tradicionalmente aceptados como de tipo cultural. Normalmente olvidados por la normas urbanísticas y planes generales, los vestigios de la antigua industrialización han corrido todo tipo de suertes hasta el momento en que la legislación autonómica los ha puesto a la misma altura que el resto de nuestro patrimonio cultural. Sin duda, podríamos hacer una lista demasiado larga de los bienes que han desaparecido en estas últimas décadas, algunos incluso en fechas recientes, fruto de los lentos procesos administrativos y también, por qué no decirlo, de algunas injerencias en la actividad de catalogación del patrimonio. Pero no quiero acabar este artículo compadeciéndome de lo que hemos perdido sino de lo

que hemos recuperado en estos últimos años, del gran número de edificios, instalaciones, espacios y conjuntos que hemos rescatado de la incuria y que ahora esperan su reinserción en nuestro futuro desarrollo urbano, económico y social. Es, como lo denomina Álvarez Areces (2007: 114) “el pasado por venir”. n Bibliografía y fuentes de información ALONSO IBÁÑEZ, Mª. R. (1991): “El régimen jurídico de la arqueología industrial”, en Ábaco, 2ª época, número 1, Gijón, Ediciones Trea S.L. ALONSO IBÁÑEZ, Mª. R. (2001): “Aspectos normativos del patrimonio industrial. La Ley del Principado de Asturias 1/2001, de 6 de marzo, de Patrimonio Cultural”, en Revista jurídica de Asturias nº 25, pp. 111-139. ALONSO IBÁÑEZ, Mª. R. (Coord.) (2004): Los Catálogos Urbanísticos. Aspectos jurídicos, metodológicos y de gestión. Ed. Instituto de Administración Pública “Adolfo Posada” y Universidad de Oviedo, Oviedo, 193 pp. ÁLVAREZ ARECES, M.A. (2007): Arqueología industrial. El pasado por venir, Ed. CICEES, Gijón, 118 pp.

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La protección del Patrimonio Histórico Industrial: marco normativo e institucional SARA GRANDA Universidad de Castilla- La Mancha

La sensibilización social acerca del interés y el valor patrimonial de los vestigios de la industrialización, es un fenómeno reciente (Benito, 2002: 213-227, López García, 1992: 9-12 y Santacreu, 1992: 13-28). La creciente revalorización del patrimonio industrial ha tenido como consecuencia su inclusión en el Patrimonio Histórico y Cultural dado que los restos materiales de la industrialización que poseen un valor histórico, tecnológico, social, arquitectónico o científico, son bienes que desempeñan una función instrumental de promoción cultural, es decir, bienes culturales objeto de protección y tutela jurídica. En los últimos años el proceso de puesta en valor del patrimonio industrial en nuestro país se ha plasmado principalmente en disposiciones jurídicas de los entes territoriales que contemplan un tratamiento específico para la preservación de estos bienes. Especificidad que no equivale a uniformidad, dado el carácter autonómico de las normas que lo establecen. Por ello en la exposición cronológica del marco normativo e institucional a través del que se ha canalizado en nuestro país la protección del patrimonio industrial a lo largo de los tres últimos decenios –es decir, en la etapa constitucional–, la ausencia de previsiones específicas hasta muy avanzado el periodo obliga a referirse, en

primer lugar, a su tutela genérica en las normas e instituciones dedicadas a la protección del patrimonio histórico y cultural y, a continuación, a los diferentes regímenes que establecen las leyes autonómicas.

1. Punto de partida constitucional La Constitución de 1978 [CE] dispone en su art. 46 que “los poderes públicos garantizarán la conservación y promoverán el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran, cualquiera que sea su régimen jurídico y su titularidad. La ley sancionará los atentados contra este patrimonio”. Sistemáticamente este artículo se incluye en el Capítulo III del Título I de la CE, referido a los principios rectores de la política social y económica, que, en sí mismos, no son directamente justiciables sino a través de las leyes que los desarrollen. En ello reside su valor normativo, en que deben informar la legislación positiva y la actuación de los poderes públicos. No se trata del único precepto constitucional relativo a esta materia. Dado que los bienes que integran el patrimonio histórico y cultural son instrumentos de promoción y acceso a la cultura, les afecta directamente el art. 44 de la CE que prescribe que “los poderes públicos pro-

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moverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho”. La configuración del Estado español como autonómico determina un reparto competencial entre el Estado y las Comunidades Autónomas que, sobre la base de los arts. 148 y 149 de la CE –y con las singularidades que derivan del art. 150 del texto constitucional– genera un sistema complejo en el que, junto a las competencias exclusivas del Estado y las que corresponden exclusivamente a las Comunidades Autónomas, se establecen competencias compartidas sobre materias en que el Estado tiene la potestad legislativa, y su desarrollo reglamentario, en tanto que a la Comunidad Autónoma corresponde la ejecución y organización administrativa. Y aún hay que añadir las competencias concurrentes sobre sectores en que el Estado se reserva la legislación de bases y las Comunidades Autónomas el desarrollo legislativo de las mismas y su ejecución. En la materia que tratamos, esta compleja distribución competencial adquiere mayores complicaciones por el hecho de su identificación genérica con la cultura: el art. 149. 2 de la CE dispone que “el Estado considerará el servicio a la cultura como deber y atribución esencial” y, por tanto, sean cuales sean las PATRIMONIO INDUSTRIAL | 49


competencias asumidas por las Comunidades Autónomas, la Administración central podrá esgrimir este precepto para fundamentar sus atribuciones (Rodríguez, 2001: 157-182). 2. Protección de ámbito estatal 2.1. La Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español Hasta la promulgación de la Ley de 1985 la protección de los bienes que integraban el Patrimonio Histórico español se operaba a través de una serie de normas dispersas (López Ramón, 2003: 527-547, cita de pp 529): la Ley de 7 de julio de 1911 sobre Excavaciones arqueológicas; el Real Decreto-Ley de 9 de agosto de 1926 sobre Protección, Conservación y Acrecentamiento de la riqueza artística; la Ley de 10 de diciembre de 1931 sobre Enajenación de Bienes artísticos, arqueológicos e históricos de más de cien años de antigüedad; La Ley de 13 de mayo de 1933 sobre Defensa, Conservación y Acrecentamiento del Patrimonio Histórico-Artístico; el Decreto de 23 de septiembre de 1959 sobre Exportación de objetos de valor e interés arqueológico o artístico; la Ley de 21 de junio de 1972 sobre Defensa del Tesoro documental y bibliográfico de la Nación; y el Real Decreto de 20 de octubre de 1978 sobre el uno por ciento cultural. En virtud del mandato y título competencial que atribuye al Estado el art. 149, 1 y 2 de la CE, en 1985 se dictó la Ley del Patrimonio Histórico Español que derogó la normativa anterior y estableció, por imperativo constitucional, una distribución de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas. La Ley consagra una nueva definición de Patrimonio Histórico y amplía notablemente su extensión. Dispone su art. 1.2: “Integran el Patrimonio Histórico Español los inmuebles y objetos muebles de interés artístico, histórico, paleontológico, arqueológico, etnográfico, científico o técnico. También forman parte del 50 | LLÁMPARA

mismo patrimonio documental y bibliográfico, los yacimientos y zonas arqueológicas, así como los sitios naturales, jardines y parques que tengan valor artístico, histórico o antropológico”. Bienes de diversas características que la Ley reduce a tres tipos: los Bienes de Interés Cultural, los Bienes Inventariados y otros bienes de valor, que no han sido objeto de declaración o inventario. La Ley establece distintos niveles de protección en función de las categorías legales de los bienes que integran el Patrimonio Histórico español, precisando las técnicas de intervención que son competencia de la Administración del Estado, en particular su defensa contra la exportación ilícita y su protección contra la expoliación, en coherencia con lo dispuesto en el art. 149.1, 28 de la CE (Pau: 551-564). El art. 9 de la Ley reservó al Estado –Consejo de Ministros, mediante Real Decreto– la competencia resolutoria en los expedientes de declaración de Bienes de Interés Cultural. Esta disposición fue objeto de recursos de inconstitucionalidad planteados por las Comunidades Autónomas de Cataluña, País Vasco y Galicia, alegando que dicho precepto relegaba a los entes autonómicos a la mera tramitación del expediente. Los recursos coincidían en señalar que el Estado carecía de competencias ejecutivas en esta materia –salvo las atribuidas por el art. 149.1, 28 CE en defensa de la exportación y expoliación–, correspondiendo por tanto a las Comunidades Autónomas, que estatutariamente hubiesen asumido tales competencias, la declaración de los Bienes de Interés Cultural radicados en su territorio. El Tribunal Constitucional en la conocida STC 17/1991, de 31 de enero, declaró que la competencia para realizar la declaración de bienes de interés cultural radicados en su territorio corresponde a las Comunidades Autónomas que estatutariamente hayan asumido

competencias sobre la materia, salvo cuando se trate de los bienes a que se refiere el art. 6, b) de la Ley cuya competencia es estatal. Depurado así el precepto de su exceso competencial, declaró el Tribunal que el resto de sus normas se ajustaban al bloque constitucional (López Ramón: 534-535). Aunque la Ley de 1985 no menciona el patrimonio industrial, sin embargo constituye una referencia inexcusable porque, al establecer un concepto amplio de Patrimonio Histórico que comprende todos aquellos bienes que signifiquen expresión de la cultura material y testimonio de civilización, sienta las bases para su protección. 2.2. El Instituto del Patrimonio Cultural de España [IPCE] 2.2.1. Antecedentes La adhesión de España a diversos tratados y convenciones relativos al Patrimonio Cultural hizo necesaria la creación de un centro estatal para la adopción de criterios generales sobre la conservación y restauración de los bienes culturales. El Real Decreto 565/1985, de 24 de abril creó el Instituto de Conservación y Restauración de Bienes Culturales [ICRBC] en el que se integraron varios organismos preexistentes: el Instituto de Conservación y Restauración de Obras de Arte; el Centro de Conservación y Microfilmación Documental y Bibliográfica; el Centro de Información Artística, Arqueológica y Etnológica; y las Subdirecciones Generales de Monumentos y Arqueología. Dotado de una amplia sede en Madrid y de nuevas atribuciones, el ICBRC funcionó bajo tal denominación hasta 1996, en que pasó a llamarse Instituto el Patrimonio Histórico Español [IPHE], con rango de Subdirección General dependiente de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales, y mayores competencias. A finales del año 2000, el IPHE presentó ante el Consejo del Patrimonio His-


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tórico Español la propuesta de elaboración y ejecución de Planes Nacionales para la conservación y restauración de los bienes constitutivos del Patrimonio Histórico, mediante el estudio de conjuntos patrimoniales con características similares, la valoración de su estado de conservación y la indicación de las pautas para su conservación, restauración y mantenimiento. El Real Decreto 1132/2008, de 4 de julio ha modificado la estructura orgánica del Ministerio de Cultura, suprimiendo la Subdirección General del IPHE, y creando en su lugar la Subdirección General del Instituto del Patrimonio Cultural de España [IPCE], y encomendando a este órgano la ejecución de parte de las funciones desarrolladas por la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales.

2.2.2 Funciones del IPCE Una de las funciones primordiales que se había encomendado al IPHE fue la elaboración y ejecución de Planes Nacionales para la conservación y restauración de los bienes muebles e inmuebles del Patrimonio Histórico. Atribución que se había concretado en el Plan Nacional de Catedrales, el Plan Nacional de Arquitectura Defensiva, el Plan Nacional de Patrimonio Industrial y el proyecto de Plan Nacional de Paisajes Culturales. El Real Decreto 1132/2008, de 4 de julio reitera en su art. 5.1, apartados g) y h) que, al nuevo organismo, IPCE, le corresponde la ejecución de este cometido. Además de ello, el IPCE tiene las siguientes funciones: • Investigar métodos y técnicas de conservación y restauración.

• Formar técnicas y especialistas que atiendan a los fines del Instituto. • Fomentar proyectos de investigación arqueológica española en el exterior. • Proponer convenios con las administraciones y con entidades públicas y privadas para el desarrollo de sus objetivos. • Difundir la documentación generada sobre el Patrimonio Histórico. Respecto a esta última función, en IPCE edita desde 2009 una publicación periódica, Patrimonio Cultural de España, continuación de la anterior, Bienes Culturales. Revista del Instituto del Patrimonio Histórico Español, que había publicado siete números entre 2002 y 2007. Tiene además en la red el Boletín Digital del IPCE que inició su PATRIMONIO INDUSTRIAL | 51


andadura en 2008, con periodicidad trimestral, para difundir las actividades del IPCE. Bajo los auspicios de este organismo se han digitalizado una serie de documentos de interés para la conservación, restauración y protección del Patrimonio, entre los que destacan las Cartas del restauro. 2.2.3. El Plan de Patrimonio Industrial A propuesta de la Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales, más concretamente de su Subdirección General entonces denominada IPHE, el Consejo del Patrimonio Histórico aprobó en el año 2000 el Plan de Patrimonio Industrial, cuyo ámbito de aplicación abarca todo el territorio del Estado, con la finalidad de proteger y conservar un patrimonio que, por su propia especificidad, presenta un rápido deterioro y está expuesto a desaparecer. Mediante esta iniciativa de protección, conservación y proyección social se reconoce el interés del patrimonio industrial como factor de desarrollo local, tanto cultural como económico. El Plan Nacional define el patrimonio industrial como “el conjunto de elementos de explotación industrial generado por las actividades económicas de cada sociedad, que responde a un determinado proceso de producción, a un concreto sistema tecnológico, caracterizado por la mecanización”. Se incluyen en el Plan Nacional de Patrimonio Industrial las manifestaciones comprendidas entre la segunda mitad del siglo XVIII, con los inicios de la mecanización, y el momento en que comienza a ser sustituida, total o parcialmente por otros sistemas en que interviene la automatización. Tienen cabida dentro del Plan todas las manifestaciones arquitectónicas o tecnológicas de las actividades productivas, distribución de la producción o su consumo (viviendas, almacenes y equipamientos) así como las fuentes documentales (escritas, gráfi52 | LLÁMPARA

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cas y orales), siempre dentro del contexto y proceso histórico del que forman parte. En cuanto a los inmuebles, los bienes industriales revisten diversa tipología, ya se trate de un elemento aislado, un conjunto industrial o, incluso, un paisaje industrial que conserve visibles los componentes de los procesos de producción (por ejemplo, una cuenca minera), reconociéndose así la dimensión geográfica o territorial del patrimonio industrial. El proceso de selección de los bienes industriales susceptibles de intervención dentro del Plan

Nacional viene determinado por unos criterios de valoración preestablecidos mediante los cuales se trata de conseguir la representación máxima de sectores industriales, cubrir las diversas etapas del proceso de industrialización y llevar a cabo un reparto equilibrado de actuaciones entre los territorios de las Comunidades Autónomas. Para la estimación de las propuestas se atiende con carácter prioritario al valor testimonial del bien, sus referencias históricas, tecnológicas y arquitectónicas, y la viabilidad y rentabilidad social de las actuaciones.


Hasta la fecha, la Comisión delegada del Consejo de Patrimonio Histórico para el Patrimonio Industrial, ha seleccionado bienes industriales en todas las Comunidades Autónomas que han presentado propuestas. De acuerdo a esta selección se han iniciado actuaciones en las Minas de Riotinto (Andalucía), el Pozo de Santa Bárbara (Vale del Turón. Asturias), el Paisaje minero de Reocin (Cantabria), la Real Fábrica de Paños de Brihuega (Castilla- La Mancha), el Aserradero mecánico de Valsaín (Castilla y León), las Colonias industriales del Llobregat (Cataluña), la Harinera de Plasencia (Extremadura), los Astilleros navales del Arsenal de Ferrol (Galicia), la Real Fábrica de Tapices (Madrid), el Paisaje minero de la Unión y Cartagena (Murcia), el Trujal de Cabanillas (Navarra), el Coto minero de Irugutzeta (País Vasco), la Fábrica de Sedas de Almoines (Valencia), la Fábrica de Paños de Ezcaray (La Rioja) y otras muchas en ejecución o en estudio. 3. Protección de ámbito autonómico En ejercicio de sus competencias constitucionales y estatutarias, todas las Comunidades Autónomas se han dotado de leyes propias sobre su Patrimonio Histórico y Cultural (López Ramón: 534). Es en esta legislación autonómica donde se han establecido medidas específicas para la protección del patrimonio industrial. Se trata de regímenes heterogéneos, en coherencia con la autonomía normativa de los entes territoriales. En líneas generales puede decirse que los textos de fecha más reciente se muestran más sensibles a la protección singularizada de su patrimonio industrial y, lógicamente, en las Comunidades Autónomas de pasado más industrializado y que conservan mayor patrimonio la legislación ha prestado más atención a su tutela jurídica.

La protección del patrimonio industrial en las leyes autonómicas adopta diversas variantes: como bienes pertenecientes al Patrimonio Etnológico o al Etnográfico; en ocasiones, aunque se menciona expresamente el patrimonio industrial, se establece una protección común para este y otros patrimonios específicos, como el Patrimonio Etnológico e Industrial o el Patrimonio Etnográfico e Industrial; en otros casos se protege el Patrimonio Arqueológico-Industrial; y, finalmente, son varios los textos en que se encuentra un tratamiento singularizado del Patrimonio Industrial. 3.1. Patrimonio Etnológico La protección del patrimonio industrial se opera a través de la del patrimonio etnológico en cuatro textos autonómicos. La Ley 2/1999, de 29 de marzo, del Patrimonio Histórico y Cultural de Extremadura dedica su Título IV al Patrimonio Etnológico, incluyendo en la definición de éste los bienes industriales. Del mismo modo, la Ley 12/2002, de 11 de julio, del Patrimonio Cultural de Castilla y León dispone en su art. 62,2 que “se consideran incluidos en el patrimonio etnológico de Castilla y León aquellos bienes muebles e inmuebles relacionados con la economía y los procesos productivos e industriales del pasado que se consideren de interés, de acuerdo a

lo establecido en el art. 1. 2. de esta Ley”. La Ley 9/1993, de 30 de septiembre, del Patrimonio Cultural Catalán destina su art. 1.2 a enumerar los bienes que lo integran, sin mencionar los bienes industriales, cuya protección ha de canalizarse a través de lo previsto para el patrimonio etnológico, dada la genérica declaración de su art. 18.1. Por último, tampoco la Ley 4/1998, de 4 de junio, del Patrimonio Cultural Valenciano menciona expresamente los industriales entre los bienes que constituyen su patrimonio cultural. Prevé un régimen propio o para los bienes muebles e inmuebles de valor etnológico, aplicable al patrimonio industrial. Destaca una referencia en la Disposición Adicional Quinta, relativa a los “bienes inmuebles de relevancia local”, a un elemento arquitectónico industrial: las chimeneas industriales de ladrillo construidas con anterioridad a 1940. 3.2. Patrimonio Etnográfico En tres textos autonómicos del patrimonio industrial se realiza, con alguna matización, a través de la prevista para el etnográfico. Así la Ley 7/1990, de 3 de julio, del Patrimonio Cultural Vasco, enumera en su art. 2.1 los bienes que lo integran, sin referirse al patrimonio industrial, aunque sí al etnográfico. A este último se dedican los arts. 51 a 54 de la Ley, estableciendo medidas especiales para su defensa. La Ley 8/1995, de 30 de octubre, del Patrimonio Cultural de Galicia dedica su Título IV (arts. 64, 65 y 66) al patrimonio etnográfico, incluyendo expresamente en éste “los bienes inmuebles de carácter industrial”, con la particularidad de remitir el tratamiento de éstos a lo dispuesto para el patrimonio arqueológico. La Ley 4/ 1999, de 15 de marzo, del Patrimonio Histórico de Canarias ofrece en su artículo 2 el elenco de bienes que constituyen su patrimonio histórico, sin referencia expresa al industrial.

Rally Fotográfico “Patrimonio Industrial Activo” / SAMUEL CAUMONT PATRIMONIO INDUSTRIAL | 53


El art. 73, bajo la rúbrica de Patrimonio Etnográfico, enumera, entre otros, los bienes muebles e inmuebles de carácter industrial. 3.3. Patrimonio ArqueológicoIndustrial La Ley de 4/1990, de 20 de marzo, del Patrimonio Histórico de Castilla- La Mancha fue el texto autonómico pionero sobre esta materia. En él se encuentra la primera referencia expresa al patrimonio industrial, si bien como parte del patrimonio arqueológico. Su art. 22, que lleva el título de Arqueología Industrial, establece en el apartado primero que “forman parte del Patrimonio Histórico de Castilla La-Mancha los bienes muebles e inmuebles que constituyen huellas físicas del pasado tecnológico y productivo. La Consejería de Educación y Cultura fijará las informaciones a obtener, las matrices culturales, los fines operativos de la investigación y la delimitación del ámbito de arqueología industrial para su protección”. Difícilmente clasificable es la Ley 11/1998, de 13 de octubre, del Patrimonio Cultural de Cantabria. Como la manchega, incluye en el patrimonio arqueológico y paleontológico los testimonios “de arqueología industrial y minera” (art. 75.1). Pero no es ésta la única disposición de la ley cántabra sobre el patrimonio industrial, pues su art. 97,6 dispone que integran el patrimonio etnográfico “los bienes de carácter mueble o inmueble ligados a la actividad productiva, tecnológica o industrial”, lo que asimilaría este texto a los incluidos en el epígrafe 3.2. Por otra parte, su art. 3.2 menciona “los espacios industriales y mineros” como bienes que integran el Patrimonio Cultural de Cantabria, referencia geográfica que merece destacarse. 3.4. Patrimonio Etnológico e Industrial La Ley 10/1998, de 9 de julio, del Patrimonio Histórico de la 54 | LLÁMPARA

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Comunidad de Madrid incluye el patrimonio industrial como parte del etnológico, del mismo modo que lo hacen los textos de Extremadura, Castilla y León, Cataluña y Valencia, a que nos hemos referido en el epígrafe 3.1. Sin embargo la ley madrileña, a diferencia de las anteriores, menciona expresamente el patrimonio industrial, matiz digno de subrayar a nuestros efectos: “[…] también forman parte del patrimonio etnológico aquellos bienes de interés cultural que son expresión del pasado productivo, tecnológico o industrial de la región de Madrid” (art. 47, 1).

3.5. Patrimonio Etnográfico e Industrial La Ley 3/1999, de 10 de marzo, del Patrimonio Cultural de Aragón, incluye el patrimonio industrial entre los bienes de carácter etnográfico. No obstante, al igual que se ha dicho en el caso de Madrid, se diferencia de los textos incluidos en el ap 3.2, en la mención expresa y singularizada del patrimonio industrial. El título IV de la ley se dedica al Patrimonio Etnográfico e Industrial, estableciendo el art. 73 que “constituyen el patrimonio industrial aquellos bienes de carácter etnográfico que forman parte del pasado tecnológico,


productivo e industrial aragoneses…”. Asimismo se prevé la creación de un Museo de la Ciencia y de la Técnica para la preservación y el estudio del patrimonio industrial. 3.6. Patrimonio Industrial Son seis los textos autonómicos que establecen un tratamiento específico del patrimonio industrial, ya sea bajo la denominación de histórico-industrial, técnico-industrial o estrictamente industrial. La Ley 12/1998, de 21 de diciembre, del Patrimonio Histórico de las Illes Balears menciona en su art. 1.2 el patrimonio

histórico-industrial entre los bienes que integran su Patrimonio Histórico y establece su protección específica en el Título V. Según el art. 68 de la Ley “forman parte del patrimonio históricoindustrial los bienes muebles e inmuebles que constituyen manifestaciones del pasado tecnológico, industrial y productivo de las Illes Balears, susceptibles de ser estudiados mediante la metodología propia de la historia del arte, la historia económica o la historia de la ciencia y de la técnica”. El carácter histórico de este patrimonio viene subrayado en el art. 69 con la expresión “que hayan perdido su sentido práctico y permanezcan sin utilizar”, referido tanto a los bienes inmuebles (fábricas, edificaciones o instalaciones que sean expresión y testimonio de sistemas vinculados a la producción técnica e industrial) como a los bienes muebles (máquinas, instrumentos y piezas de ingeniería). El calificativo histórico acompaña también al patrimonio industrial en la Ley 1/2001, de 6 de marzo, del Patrimonio cultural del Principado de Asturias. La Sección Tercera del Capítulo IV establece el régimen de protección del patrimonio histórico-industrial, integrado según su art. 76.1 por “los bienes muebles e inmuebles que constituyen testimonios significativos de la evolución de las actividades técnicas y productivas con una finalidad de explotación industrial”, subrayándose su influencia sobre “el territorio y la sociedad asturiana”. La Ley 7/ 2004, de 18 de octubre, del Patrimonio Cultural, Histórico y Artístico de La Rioja menciona en su art. 2.1, entre los bienes que lo integran, los de valor o interés técnicoindustrial, objeto de protección especial. Del mismo tenor es la Ley 4/2007, de 16 de marzo, del Patrimonio Cultural de Murcia, cuyo art. 1.2 incluye en dicho patrimonio los bienes muebles e inmuebles de valor técnico o industrial, estableciendo en el

Título II el régimen de protección específica, según su categoría. Finalmente, las leyes autonómicas de Navarra y Andalucía dan carta de naturaleza a la protección específica del patrimonio industrial, bajo esta exclusiva denominación. La Ley Foral 14/2005, de 22 de noviembre, del Patrimonio Cultural de Navarra, lo menciona expresamente en su art. 2.1 entre los bienes que integran dicho Patrimonio Cultural. Pese a que el Capítulo II del Título V –dedicado a la protección de los patrimonios especiales– lleva la rúbrica de Patrimonio Etnológico e Industrial, cada uno de ellos es objeto de tratamiento individualizado. Así, el art. 66 define el patrimonio industrial como “conjunto de bienes muebles e inmuebles que constituyen manifestaciones o están ligados a la actividad productiva, tecnológica e industrial de la Comunidad Foral de Navarra en cuanto son exponente de la historia social y económica de Navarra”; y en el art. 70 se prescribe la preservación de los bienes y espacios representativos del proceso industrializador, con especial consideración hacia los conjuntos tecnológicos y las construcciones donde se albergaron, así como de los medios de transporte e infraestructura viaria. Se prohíbe la destrucción de maquinaria industrial de fabricación anterior a 1900, salvo expresa autorización por razones de fuerza mayor o carencia de interés cultural. La Ley 14/2007, de 26 de noviembre, de Patrimonio Histórico de Andalucía también incluye expresamente el patrimonio industrial entre los bienes que lo integran, enumerados en su art. 2. El título VII de la ley establece la protección específica del patrimonio industrial, integrado por el “conjunto de bienes vinculados a la actividad productiva, tecnológica, fabril y de la ingeniería de la Comunidad Autónoma de Andalucía, en cuanto son exponentes de la historia social, técnica y económica de esta comunidad” (art. 65.1). Asimismo PATRIMONIO INDUSTRIAL | 55


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protege, como lugar de interés industrial, el paisaje asociado a las actividades productivas que integran el patrimonio industrial y establece una tutela especial para los conocimientos y actividades de carácter industrial en peligro de desaparición. La Ley andaluza establece un tratamiento específico, técnico y minucioso, del patrimonio industrial, reflejando la actual sensibilización hacia este fenómeno, pues no en vano se trata del último texto autonómico sobre la materia. n

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Bibliografía y fuentes de información BENITO, P. (2002): “Patrimonio industrial y cultura del territorio”, en Boletín de la AGE, nº 32, pp. 213-237. LÓPEZ GARCÍA, M. (1992): “El concepto de patrimonio. El patrimonio industrial o la memoria del lugar”, en ÁBACO. Revista de Ciencias Sociales, 2ª época, nº 1, pp. 9-12. LÓPEZ RAMÓN, F. (2003): “Reflexiones sobre la indeterminación y amplitud del Patrimonio Cultural”, en Salustiano DE DIOS, Javier INFANTE, Ricardo ROBLEDO y Eugenia TORIJANO (Coords.), Historia de la Propiedad. Patrimonio Cultural. III Encuentro Interdisciplinar: Salamanca 28-31 de mayo de 2002. Servicio de Estudios del Colegio de Registradores, Madrid, 2003, pp. 527-547.

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Criterios básicos de actuación sobre el antiguo depósito de locomotoras de Valladolid JOSÉ LUIS LALANA SOTO y LUIS SANTOS Y GANGES Universidad de Valladolid

Por encargo de la sociedad anónima Valladolid Alta Velocidad 2003, el Estudio de arquitectura y urbanismo Primitivo González está llevando a cabo, desde mayo de 2009, un estudio sobre el antiguo depósito de locomotoras de vapor de la estación del Norte de Valladolid, que comprende desde el detallado levantamiento gráfico del conjunto y la realización de un análisis de su estado arquitectónico y patologías constructivas hasta una serie de propuestas para sus usos futuros, entre los que parece destacar el de “biblioteca municipal central”. Estamos de acuerdo con el prestigioso arquitecto cuando declaró a la prensa que “todos conocemos magníficos ejemplos de edificios industriales abiertos a usos polivalentes, que les llenan nuevamente de vida, además de preservar sus valores”. Y para ello no cabe duda de que es ineludible identificar y comprender esos valores, que, más allá de lo meramente estético y formal, resultan del conocimiento histórico contextualizado, de las funciones técnicas a desempeñar en el sistema ferroviario y su arquitectura industrial correspondiente… en definitiva, de su correcta interpretación. En el seno del Instituto Universitario de Urbanística de la Universidad de Valladolid llevamos ya un tiempo estudiando las instalaciones del ferrocarril

Vista general actual del depósito de locomotoras de Valladolid / ARCHIVO

desde la perspectiva urbanística y con criterios de comprensión geográfica e histórica, de funcionalidad ferroviaria y de patrimonio industrial. Valladolid es, en este sentido, un complejo y difícil objeto de estudio, sobre el cual, sin embargo, hemos conseguido avances relevantes. De hecho, por ejemplo, hemos contribuido significativamente a la mejora del catálogo del plan general de ordenación urbana, que contenía muchos errores y confusiones. Errores y confusiones que se reproducen por doquier, incluso en nuestra misma revista. Sirvan de fe de erratas, pues, las siguien-

tes correcciones: en la página 106 del número 2 de Llámpara, donde dice “báscula de pesado de vagones” debería decir “báscula de pesado de locomotoras por rueda”, y en la página 107, donde dice “intercambiador de locomotoras” debería decir “cocherón del depósito de locomotoras”. Por todo ello, en cuanto supimos de la noticia nos ofrecimos a colaborar a fondo en el asunto, y cuando entendimos que parecían ignorarnos, optamos por preparar un sucinto informe, a modo de memorándum, y entregárselo al Director GenePATRIMONIO INDUSTRIAL | 57


ral de Patrimonio de la Junta de Castilla y León. Ofrecemos aquí el memorándum completo, en la poco humilde idea de que merece la pena difundir las ideas fundamentales sobre una instalación tan poco conocida, pero de un enorme valor desde la perspectiva del patrimonio industrial nacional y, sobre todo, hacer ver que tanto o más importante que las edificaciones y sus materiales lo son los espacios, sus funciones y sus interrelaciones.

INFORME MEMORÁNDUM: «Criterios básicos de actuación sobre el antiguo depósito de locomotoras de Valladolid» Uno de los elementos patrimoniales más importantes de la estación ferroviaria de Valladolid-Campo Grande es el antiguo depósito de locomotoras, que va a ser sometido a una operación de restauración y rehabilitación para destinarlo a nuevos usos, probablemente una biblioteca pública. Sin embargo, es notable el desconocimiento sobre este tipo de instalaciones técnicas en general, y sobre las de Valladolid en particular. La prueba más palpable de la ignorancia generalizada acerca del depósito es su equivocada denominación, como es el caso del propio Catálogo del PGOU, donde se habla actualmente del “intercambiador” de locomotoras, o antes de los “talleres de máquinas”. Una actuación de calidad exige siempre, y especialmente en los elementos del patrimonio industrial, el conocimiento exacto de las instalaciones y de su lógica funcional. Como señala el punto 5.II de la Carta de Nizhny Tagil sobre el Patrimonio Industrial (TICCIH, 2003), “la conservación de sitios industriales requiere un profundo conocimiento del propósito o los propósitos por los que se construyó, y de los diferentes procesos industriales que pudieron tener lugar en él”. El Instituto Universitario de Urbanística de la Universidad de Valladolid trabaja desde hace 58 | LLÁMPARA

tiempo en una línea de investigación: los ferrocarriles en las ciudades, su historia ferroviaria y urbana, sus lógicas funcionales y sus papeles urbanísticos, sus instalaciones técnicas y su patrimonio industrial. En definitiva, con la finalidad de establecer el marco genérico de carácter histórico y patrimonial que la actuación a proyectar debe conocer y asumir, el Instituto de Urbanística elabora el presente memorándum al respecto. 1.- Qué es un depósito de locomotoras El modelo de explotación del ferrocarril y las características técnicas de la locomotora de vapor impusieron el establecimiento, a lo largo de cualquier red ferroviaria, de un tipo específico de instalación técnica: los depósitos de locomotoras. Al menos durante la época de la tracción a vapor, que en Europa llegó generalmente hasta la década de 1970, fueron un elemento esencial en la explotación ferroviaria, puntos fijos indispensables en cualquier línea férrea del mundo. Un depósito de locomotoras era la instalación encargada de todos los aspectos relativos a la tracción de los trenes en un ámbito territorial determinado, para lo cual contaba con una dotación estable de material motor (las locomotoras o máquinas) y de personal adscrito. Podemos resumir su misión en cuatro grandes apartados: la preparación para el servicio -que comprende diversos aspectos como el encendido, el suministro de

“ …un depósito no era, en ninguna administración ferroviaria, un simple lugar de estacionamiento de locomotoras, sino la base de la explotación técnica de este modo de transporte”.

materias (carbón, agua, grasa, arena) o la orientación adecuada al sentido de marcha-, las operaciones de entretenimiento periódico (limpieza y conservación del hogar, los tubos, la caldera), las reparaciones y la organización del servicio y el personal de conducción. Dentro de su área de actuación, podían existir, en otras estaciones, establecimientos subsidiarios del principal (reservas, puestos fijos, aguadas), que es el que concentraba la mayor parte de los efectivos humanos y materiales. En resumen, un depósito no era, en ninguna administración ferroviaria, un simple lugar de estacionamiento de locomotoras, sino la base de la explotación técnica de este modo de transporte. De su vinculación directa con las características de las locomotoras de vapor y del tráfico en las líneas a las que servían se deriva un aspecto esencial: es el tipo de instalación ferroviaria que más ha cambiado a lo largo del tiempo. La necesidad progresiva de adaptarse a los adelantos técnicos en la tracción de los trenes (locomotoras más potentes, de mayores dimensiones, más pesadas...) o al propio incremento del tráfico impusieron un estado de ajuste casi permanente de las instalaciones a lo largo de su existencia, y, tras la sustitución del vapor como modo de tracción, la especificidad de su misión y de su diseño han hecho extremadamente difícil su acondicionamiento para las nuevas necesidades, y de ahí que la mayor parte de los antiguos depósitos de locomotoras hayan desaparecido, bien porque se han transformado completamente sus instalaciones, o, más habitualmente, por abandono o demolición. Derivados de estas consideraciones, hay que señalar, además de la gran importancia de contar con un establecimiento en el que se hayan conservado todos los elementos de la época del vapor sin transformaciones


buena parte de los depósitos de locomotoras de vapor fueron cerrados. Hoy, treinta y cinco años después, apenas queda ningún depósito de locomotoras de vapor. En algunos casos se han remodelado completamente las instalaciones, en otros se trasladaron a otra ubicación diferente (generalmente en la periferia de la ciudad) para aprovechar los terrenos, y en la mayor parte de los casos se han demolido. Sólo unos pocos, entre ellos el de Valladolid, han llegado a nuestros días.

Imágenes de la estación de Córdoba en 1910 y 1960, donde se aprecia la radical evolución de sus depósitos / ARCHIVO

radicales posteriores, un criterio esencial a la hora de actuar sobre un depósito de locomotoras: su carácter de documento. Documento en un doble sentido; por una parte porque un depósito es el conjunto de la instalación, y no un edificio concreto, de la cual forma parte indisoluble la distribución en el espacio de los diversos elementos, desde el cocherón de las locomotoras a los depósitos de agua, los puentes giratorios o los edificios auxiliares (oficinas, secaderos de arena, talleres, etc.); y por otra porque en una misma instalación se pueden rastrear las diversas ampliaciones y modificaciones acometidas a lo largo del tiempo, en las que se manifiestan tanto los problemas técnicos a resolver como la técnica arquitectónica en épocas diversas (materiales, formas de construir, elementos de diseño).

2.- Los depósitos en España En el momento de la nacionalización de la red férrea de ancho ibérico y la creación de Renfe (1941), el servicio de tracción del nuevo ente público ferroviario contaba con 51 depósitos de locomotoras, de muy diversa importancia según la compañía de origen y el volumen de tráfico en las líneas a las que servían. A partir de la década de 1960 se fueron imponiendo los nuevos modos de tracción (diesel y eléctrica), y el vapor comenzó su declive: primero desapareció el carbón (1968), sustituido por el fuel-oil, y en 1975 se suprimió definitivamente la tracción por vapor del ferrocarril español. Los nuevos modos exigieron no sólo nuevas instalaciones, sino sobre todo la reorganización del esquema general de organización del mantenimiento del material y de la tracción, por lo que

3.- El depósito de Valladolid Sobre el depósito de Valladolid se repiten con frecuencia una serie de lugares comunes, que en general evidencian el desconocimiento de las características tanto de los depósitos de locomotoras en general como del caso concreto de Valladolid. Uno de los más habituales es confundir el depósito de locomotoras con los vecinos talleres de gran reparación. Ambos establecimientos, físicamente separados por una tapia, son totalmente independientes y tenían un papel diferente dentro del esquema general de la compañía, por lo que no se deben de confundir nunca unas instalaciones con otras. Los talleres del depósito nada tenían que ver con los Talleres Generales de la compañía ferroviaria (dedicados a la gran reparación de las locomotoras y de los coches y vagones). Por lo que se refiere a los valores particulares del depósito de Valladolid, conviene considerar por una parte los derivados de su diseño, y por otra los de su evolución histórica. La forma del edificio principal del depósito, con dos cuartos de rotonda conectados y dos puentes giratorios, es y ha sido siempre única en España, y aunque no es un diseño común existieron ejemplos similares en países de nuestro entorno (al menos en Francia, Alemania e Italia). La Estación de Valladolid en 1912, con señalamiento de los PATRIMONIO INDUSTRIAL | 59


diversos servicios que la componían y las principales vías que articulan sus movimientos. El depósito enlaza con la vía mango que organiza las maniobras en las importantísimas instalaciones técnicas de la estación. En lo que hace al diseño, quizá el valor más característico del depósito de Valladolid es su ubicación dentro del conjunto de la estación. Más que la forma del cocherón de locomotoras (que no era único en el mundo, aunque sí en España), lo más destacable del depósito de Valladolid es su localización relativa y su relación con el resto de los servicios de la estación, que lo convierten en una muestra de excelencia en el diseño ferroviario, optimizando el aprovechamiento del terreno sin comprometer el funcionamiento de las diversas secciones. No obstante, con la desaparición del conjunto de las instalaciones ferroviarias, éste es un valor difícil de mantener. Son, sin embargo, los valores derivados de su evolución histórica los que hacen del depósito de Valladolid un elemento del patrimonio industrial nacional de primer orden. En primer lugar por su propia antigüedad, ya que data de mediados de la década de 1860, por lo que es el más antiguo de los depósitos de locomotoras que se conserva en España, en el emplazamiento y con la estructura general original. A su edad hay que sumar el diseño poco habitual, único en nuestro país, y el hecho de que la mayor parte, si no todos, los depósitos de características similares que han existido en Europa han desaparecido, bien por causa de las dos guerras mundiales, bien por la modificación o demolición de las instalaciones. En segundo lugar porque a lo largo de más de un siglo de funcionamiento se han acometido diversas ampliaciones en épocas diferentes, que han afectado a sectores concretos del edificio principal, en el que se pueden rastrear ahora desde las amplia60 | LLÁMPARA

Imágenes del depósito de Valladolid, entre las vías de la Estación y los Talleres Generales, años 1915 y 2000 / ARCHIVO

ciones de comienzos del siglo XX, tendentes a cerrar las rotondas, dándoles su actual aspecto de herradura y a ampliar los fondos, a la obra de hormigón de la década de 1940. La conservación de todos estos elementos constituye una interesante muestra de las necesidades y las soluciones (técnicas y constructivas) propias de cada época. En tercer lugar, porque la localización del depósito de locomotoras en la ciudad de Valladolid respondió más a una es-

trategia empresarial de la Compañía de los Caminos de Hierro del Norte de España que a meros criterios técnicos. Debido a ello, aunque el depósito de Valladolid se contó siempre entre los más importantes del país, tanto por el parque de locomotoras (más de un centenar), como por los efectivos de personal (en torno a 450 trabajadores en la década de 1940), nada más llegar la electrificación, a mediados de la década de 1960, el depósito se cerró, sin sufrir alteraciones significativas


Detalle del depósito de locomotoras y su entorno hacia 1890. Las instalaciones técnicas ferroviarias son grandes consumidoras de espacio porque necesitan estructuras arborescentes. La disposición de este depósito, sin embargo, permite compatibilizar tres haces de vías aprovechando al máximo el espacio / ARCHIVO

en su disposición ni en sus elementos, gracias a lo cual es hoy casi el único depósito de locomotoras que se conserva completo en España, incluyendo los puentes giratorios y los edificios auxiliares (el otro sería el de Vilanova i la Geltrú, edificado 25 años más tarde que el de Valladolid, y dedicado actualmente a Museo Nacional del Ferrocarril). Los valores a tener en cuenta son, en resumen, no sólo la antigüedad y la originalidad, sino también la autenticidad, los añadidos históricos relevantes e inherentes a la propia actividad y la integridad del depósito como conjunto de espacios vacíos y edificados, que responden a una lógica funcional que no es evidente si se desconocen los aspectos técnicos y organizativos del ferrocarril. Podemos sintetizar lo expuesto señalando que, más allá del aspecto monumental del edificio principal, e incluso para reforzar este carácter, hay que tomar en consideración en todo momento y para toda la actuación el valor documental de las instalaciones. 4.- Riesgos y exigencias de la actuación sobre el depósito de locomotoras de Valladolid Porque toda actuación sobre el patrimonio industrial implica

riesgos se hace preciso acotarlos. En este caso, el principal de los riesgos, la destrucción del patrimonio, se ha evitado con la protección del establecimiento. También se evita otro riesgo, la fosilización de los restos materiales, al buscar un nuevo uso para las instalaciones, que las (re)incorpora al paisaje urbano y la vida social, tanto sea en forma de museo como del actualmente propuesto como biblioteca u otros cualesquiera que respeten el carácter esencial del continente. Existe, sin embargo, un riesgo claro, el de la desnaturalización. Como hemos visto, el depósito perderá parte de sus valores, los referentes a la excelencia en el diseño de los espacios ferroviarios, al desaparecer

“ …el depósito perderá parte de sus valores, los referentes a la excelencia en el diseño de los espacios ferroviarios, al desaparecer el actual conjunto de la estación de Valladolid-Campo Grande”.

el actual conjunto de la estación de Valladolid-Campo Grande. Por otra parte, toda operación de rehabilitación para nuevos usos implica una alteración de los espacios y las características de las instalaciones. Pero, si bien hay que asumir el precio de estas alteraciones, es imprescindible que el resultado final permita mantener el carácter esencial del establecimiento, que no puede convertirse en un mero decorado, una postal con cierto sabor y estética de lo antiguo, pero carente de significado y contenido. Conseguir una actuación urbanística de calidad, que incorpore plenamente a la ciudad del futuro una instalación de la importancia del depósito de locomotoras, sin renunciar a su valor como testimonio de nuestro pasado, pasa ineludiblemente por la comprensión del conjunto del establecimiento, integrando todos sus elementos característicos, como por ejemplo los puentes giratorios, respetando en la mayor medida posible la organización espacial, y buscando la preservación del carácter de documento, que no es incompatible con el tratamiento monumental y estético. Para el caso del edificio principal, el cocherón de locomotoras, esta preservación pasa por el mantenimiento, en la medida en que las condiciones de conservación de las estructuras y la técnica de restauración lo permitan, de los diversos sectores con la estructura que ha llegado a nuestros días. 5.- Perspectivas Por sus extraordinarios valores y por su carácter de específica instalación técnica, no debe perderse la forma general del conjunto del depósito, ni en planta ni en volumen, debiendo mantenerse no sólo la pseudo-herradura del cocherón, el edificio de oficinas o los puentes giratorios, sino también las propias vías, el depósito de agua y al menos una parte de los talleres. Su disposición y su interrelación son claves PATRIMONIO INDUSTRIAL | 61


Vista general actual del núcleo principal del depósito de locomotoras de Valladolid, donde se aprecia el cocherón de locomotoras con sus diversas ampliaciones y modernizaciones, los dos puentes giratorios, las oficinas y cuarto de agentes, los depósitos de agua, edificaciones auxiliares (secadero de arena, antiguo dormitorio, pequeños talleres), parte del parque de carbón y las vías de estacionamiento / ARCHIVO

del valor patrimonial, debiendo soslayarse la fácil y frecuente tentación de avalorar lo construido en el siglo XIX frente a lo construido en el siglo XX. Hemos presentado aquí un memorándum, es decir, un sin-

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tético informe donde se exponen brevemente asuntos y razones para que se tengan en cuenta en un asunto considerado importante. Podría acometerse un estudio detallado y acompañado de análisis gráficos, para lo

que el grupo de investigación de este Instituto se pone a disposición de las instituciones y de la sociedad de cara a conseguir el mejor resultado posible. n


La arquitectura industrial en Zamora RAFAEL ÁNGEL GARCÍA LOZANO Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo”

Uno de los instrumentos configuradores de la ordenación de una ciudad pasa por el catálogo de edificios protegidos de su PGOU. Lejos de ser la mera enumeración ordenada y arqueologicista de los inmuebles a conservar a modo de reliquia se trata de un instrumento que persigue consolidar y garantizar la identidad urbana de la ciudad. Ésta sería incomprensible para propios y extraños sin muchos de los edificios que la conforman. El objeto fundamental de estos catálogos es establecer y plasmar los criterios que afectan y singularizan a aquellos edificios que juegan un papel inherente a la esencia y constitución de cada ciudad garantizando su permanencia, diferenciándolos de aquellos que, podríamos decir, son prescindibles. Dicho de otro modo, proteger los inmuebles que necesariamente deben seguir formando parte de la ciudad en el tiempo por sus peculiares características frente a los que no. Especial relevancia adquiere en este sentido la arquitectura industrial. Este patrimonio es el resultado de la conjunción de dos factores, a saber, la interacción social propia del sistema capitalista y el sistema tecnológico mecanizado. Suele concretarse en edificios con un alto valor histórico, social y tecnológico, fruto del desarrollo y aplicación de la tecnificación a

Alcoholera Vidriales. Santibañez de Vidriales / RAFAEL ÁNGEL GARCÍA LOZANO

los procesos de producción en el seno de la sociedad industrial. Estas arquitecturas ejercieron un notable protagonismo en nuestro país desde mediados del XIX y durante la mayor parte del

XX, cuando su relevancia en los procesos de producción, comercio y transporte desempeñó un papel preponderante en el desarrollo de numerosos núcleos de población. Diseminada a lo largo 63


de la geografía como elementos aislados, conjuntos industriales o paisajes industriales -según sean por sí mismos testimonios suficientes de una actividad industrial, muestra completa de una determinada actividad, o espacios en que se conservan los procesos de producción o varias actividades industriales relacionadas- hoy esta herencia permanece en muchos casos olvidada y marginada de los planes de protección, generalmente porque los parámetros artísticos convencionales de belleza y antigüedad no son justamente los valores que caracterizan al patrimonio industrial. Precisamente por todo ello, considerar la importancia de la arquitectura industrial de una ciudad supone llamar la atención sobre determinados inmuebles, la mayoría de los cuales suelen pasar totalmente desapercibidos para la gran parte de la población. Éstos complementan la identidad urbana de la ciudad, quizá no siempre agraciados con excepcionales cualidades arquitectónicas, pero sí contextuales, y sobre todo singulares en el proceso histórico de la configuración arquitectónica y urbana de la ciudad, por muy recientes que sean. Éstas son razones más que suficientes para la necesaria inclusión de este patrimonio en los catálogos de los PGOU. Afortunadamente la preservación de estas arquitecturas hoy no es algo residual. Asistimos con relativa frecuencia a la inauguración de equipamientos culturales en edificios que, en origen, fueron de carácter industrial. Recordemos la campaña de La Caixa al inaugurar en marzo de 2008 la sede definitiva de su obra cultural CaixaFórum Madrid en la capital del país, escogiendo concienzudamente – como suele hacer- una ubicación privilegiada que trascienda su materialidad para convertirse en símbolo y todo un referente. El espacio elegido fue la antigua Central Eléctrica del Mediodía, en pleno eje del Paseo del Pra64 | LLÁMPARA

Fábrica de harinas La Sorribas. Benavente / RAFAEL ÁNGEL GARCÍA LOZANO

Edificio Auxiliar de Servicios. Estación del ferrocarril. Zamora / RAFAEL ÁNGEL GARCÍA LOZANO


do. Construida con el comienzo del siglo XX, la central abasteció de energía el centro de Madrid hasta que recibió el relevo, pasando primero al desuso y luego al abandono, como tantos otros edificios industriales al dejar de prestar servicio. La entidad financiera barcelonesa se hizo cargo del inmueble encargando en 2001 su restauración y reconversión al estudio de arquitectos Herzog y de Meuron. El resultado final es sorprendente, y la vieja fábrica, dos naves industriales de ladrillo, poco más, se ha convertido en un verdadero icono urbanístico y arquitectónico madrileño. Este ejemplo no es singular. La Tate Gallery de Londres es fruto de un caso idéntico. La fábrica de cervezas El Águila de Madrid es hoy, totalmente remozada, la Biblioteca y Archivo de la Comunidad de Madrid. La vieja Fábrica de Armas de Toledo aco-

ge en la actualidad dependencias de la Universidad de Castilla-La Mancha, y el Palacio de Congresos de Cádiz fue la antigua Fábrica de Tabacos. La antigua azucarera de Vitoria es hoy un edificio de oficinas. Los ejemplos abundan. Todos ellos fueron edificios simples, de materiales tan sencillos como el ladrillo u hormigón, destacando ante todo por lo pragmático de su composición y espacios. Prácticamente sin concesiones a la estética, debían prestar uso para lo que habían sido construidos, sin más. Incluso algunos han considerado a ésta la hermana pobre de la arquitectura. También por ello la arquitectura industrial ha sido infravalorada y tan denostada en toda nuestra geografía. La consecuencia inmediata es la proliferación de edificios industriales que atraviesan un período de obsolescencia que los aboca al abandono y al más radical deterioro, fase previa a su desaparición. Pero afortunadamente ha ido aflorando en España una sensibilidad de valoración y protección de estas arquitecturas que las ha librado del olvido y sobre todo de la ruina. Estaba clara la necesidad de su rehabilitación, pero era prioritario darles uso, pues es lo único que garantiza su permanencia en pie. Muchas de estas antiguas arquitecturas industriales son hoy equipamientos culturales. Sin embargo, esta sensibilidad no llega a todos los lugares ni de la misma forma. Zamora no ha destacado por su industria. Eminentemente agrícola y ganadera en origen, la provincia se volcó en los tres primeros cuartos del siglo XX, en continuidad histórica con su pasado, sobre el sector primario, para ir adquiriendo un mayor vigor en los últimos cuarenta años el sector servicios hoy predominante. Así pues, el escaso protagonismo de la arquitectura industrial en esta provincia se ciñe principalmente al subsector harinero. Surgen estas arquitecturas en la propia capital

principalmente, en Benavente, Almeida de Sayago, Cerecinos de Campos y San Miguel del Valle en forma de fábricas de harinas, mientras que un número importante de silos pueblan numerosas localidades de la provincia que dan también buena cuenta de la pujanza de este sector en el siglo pasado. Los edificios vinculados a la industria cerealista aún conservados son una muestra de la importancia de un sector que gestó la incipiente burguesía que comenzó a transformar urbanísticamente la capital zamorana a comienzos del siglo XX. Esta arquitectura industrial se concreta en la capital en las fábricas de harinas, adquiriendo especial relevancia la fábrica de harinas San Isidro, de la empresa Hijos de Emilio Colino, ubicada en la Avenida de la Feria. A pesar de la sobriedad de su factura constituye el único ejemplo de la arquitectura industrial ecléctica ubicada en el casco urbano consolidado de la ciudad. Obra del arquitecto Gregorio Pérez Arribas, fue construida en 1921. En su sobriedad el arquitecto intentó animar los muros con el contraste del ladrillo visto y el enfoscado, además de los detalles compositivos de la cornisa. Posteriormente a la redacción del proyecto se colocó el panel cerámico alusivo a su santo patrón, otorgándole, si cabe, mayor singularidad. A día de hoy el futuro de esta fábrica pende de un hilo. Sin uso desde hace algo más de un lustro, forma parte de una manzana de nuevas promociones inmobiliarias que la sitúan, cuando menos, ante la duda de su pervivencia íntegra. Existen tentativas, solo tentativas, de barajar la paupérrima aunque socorrida solución de mantener su fachada. A día de hoy está redactado solamente el Proyecto Básico, mientras que el actual parón inmobiliario hace pensar que, tal como expone al público la propia promotora, se contempla la prolongación de la fachada en continuidad con el 65


LA PANERA SOCIAL. Gregorio Pérez Arribas, 1921

L

a fábrica de harinas San Isidro, propiedad de hasta fechas recientes de la Familia Emilio Colino, fue proyectada en 1921 por el arquitecto abulense Gregorio Pérez Arribas. Titulado en 1901 desempeñó el cargo de arquitecto municipal de Zamora desde 1906 y de arquitecto provincial desde 1923 hasta 1937. En este edificio, tradicionalmente denominado Panera Social, plantea un programa arquitectónico claramente definido por el uso industrial al que será destinado, pero también transido de una clara vocación urbana. Lejos de localizarse en zonas de la periferia de la ciudad en su momento de construcción, la Avenida de la Feria era núcleo neurálgico en la relación comercial de la capital con los pueblos no solo del alfoz sino de gran parte de la provincia.Una anuncio reciente e igualmente positivo es la intención, por parte de la Consejería de Cultura y Turismo, de iniciar los expedientes de incoación para la inclusión en el IPCA de todos los bienes incluidos en el Plan Territorial Especial de Hunosa (PTE), lo que va a suponer la asignación de este nivel de protección para 103 elementos de la minería asturiana entre los que figuran castilletes, salas de máquinas, bocaminas, ventiladores, oficinas, casas de aseo, polvorines, chimeneas, talleres, puentes, y tolvas. Asentada sobre el solar dejado por el convento de Santo Domingo al ser destruido por las tropas francesas en 1814, la fábrica de harinas está constituida por dos cuerpos articulados a partir de la entrada de mercancías. A la derecha de la portada se levanta un cuerpo formado por planta baja y semisótano, otrora destinado a almacén de sacos de harinas. A la izquierda se alza la fábrica propiamente dicha, un edificio de tres alturas al exterior y semisótano, cuya planta principal se encuentra alzada sobre cota aproximadamente 80 cm. para permitir la formación de un muelle de carga.

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Vista general de la Panera Social / RAFAEL ÁNGEL GARCÍA LOZANO

La Panera Social está construida en fábrica de ladrillo enfoscado, dejando en la fachada solamente a la vista los recercos de los vanos, las esquinas y los motivos ornamentales de la cornisa, así como el piñón del cuerpo de la portada que enmarca el panel cerámico decorativo. La sencillez en es la nota dominante de esta decoración, protagonizada por ritmos dentados en los recercos y los sencillos moldurados curvos en los capialzados. La Panera Social presenta características propias de las arquitecturas industriales del primer cuarto del siglo XX en provincias de Castilla, adecuadas a las necesidades de sus funciones industriales y de las nuevas tecnologías de transformación agraria. El uso del ladrillo, ciertos guiños al empleo del hierro y la puesta en acto de un programa arquitectónico eminentemente pragmático se constituyen como las claves de estas arquitecturas industriales.


nuevo edificio colindante, derribando, en consecuencia, la fábrica. Todo apunta a que la que fuera Panera Social tiene dictada sentencia de muerte. Un presunto derribo incomprensible y paradójicamente ajustado a derecho, pues la fábrica está inconcebiblemente fuera de toda protección en el Catálogo de elementos protegidos del actual PGOU de la ciudad, y también ausente en el anterior, de 1986, por el increíble argumento de estar ubicada fuera de los límites del casco histórico. En esta nómina de la arquitectura industrial en Zamora hemos de considerar también el silo del Servicio Nacional de Productos Agrarios próximo a la estación del ferrocarril, de factura más reciente. La pujanza harinera hizo que este almacén de trigo vinculado al tren se sumara a las fábricas de harinas ya existentes en su entorno, fábricas de harinas Rubio y Bobo. La primera, magnífica obra en ladrillo proyectada por Gregorio Pérez Arribas en 1917, hoy maltrecha y abandonada tras un último período de actividad posterior a un incendio que requirió rehacer su estructura dañada. La segunda fue levantada por Segundo Viloria en 1907, también en factura de ladrillo, y actualmente en funcionamiento a pleno servicio. Este conjunto patrimonial traza un estrecho vínculo en el paisaje urbano industrial de mediados del siglo pasado, en origen alejado del núcleo urbano y hoy absorbido por la ciudad. El abandono por la ausencia de usos desencadena ya en alguno de estos inmuebles un inminente deterioro próximo a la destrucción, acompañado de los grafitis y sobre todo de la desidia y el desinterés, casi olvido, de la propia ciudad. Urge un planteamiento global de reconversión, quizá encaminado hacia las dotaciones comunitarias. Igual circunstancia protagoniza el notable conjunto de inmuebles que componen las dependencias de Renfe vinculadas a la propia

Integración de las instalaciones de La Vinícola en el nuevo hotel / RAFAEL ÁNGEL GARCÍA LOZANO

estación. Especial importancia adquieren el Muelle de Pequeña Velocidad, el Muelle de Gran Velocidad, el edificio del Servicio Eléctrico y el edificio Auxiliar de Servicios, así como la Lamparería. Sus diferentes momentos constructivos muestran diversas soluciones técnicas –desde la sillería hasta el ladrillo industrialcon distinto valor arquitectónico, pero que logran crear una auténtica integración de las partes en el conjunto, conjunto al que se suman también las abandonadas dependencias de los servicios de Campsa. Su conservación requiere la dotación de nuevos usos y otras acciones no carentes de cierta imaginación para garantizar su pervivencia.

Los ejemplos de intervención sobre el patrimonio industrial de Zamora son aún hoy escasos. En los barrios bajos de la ciudad se encuentra lo poco que llegó hasta nosotros de La Vinícola. Tras la desamortización de Mendizábal el convento de las Comendadoras de San Juan de Jerusalén adosado a la iglesia de Santa María de la Horta se transforma en 1896 en la primera instalación generadora de electricidad de la ciudad. Con este nuevo uso se modifican los espacios del edificio otrora conventuales para convertirlos en nuevos espacios adaptados a la transformación eléctrica. El inmueble se ve enriquecido en este momento de su uso con una chimenea de ladrillo PATRIMONIO INDUSTRIAL | 67


que se conserva en la actualidad. En 1947 el edificio se transforma de nuevo para otro uso industrial, en este caso como fábrica de alcoholes, permaneciendo en servicio hasta 1988. El arquitecto Francisco Somoza actúa en 1999 sobre este inmueble integrándolo en el hotel de nueva planta adosado a sus muros y consolidando algunas estructuras e instalaciones de su pasado industrial, logrando un resultado de excepcional armonía. Por su parte, el antiguo Matadero de la Avenida de Galicia, de titularidad pública, ha iniciado recientemente su trasformación en nueva sede de la Biblioteca municipal. Obra proyectada en 1929 por Enrique Crespo y Francisco Hernánz, fue levantado en ladrillo y mampostería en cinco cuerpos que hacen gala de una clara estructura industrial conforme a sus usos específicos. Tras una espera de casi trece años desde que en 1996 se hiciera público el proyecto de intervención y transformación de esta arquitectura industrial para usos culturales, en 2008 comenzaron las obras de rehabilitación. Estas obras no conservarán la totalidad de los inmuebles, amputando alguno de ellos y ocultando el conjunto tras el edificio de nueva planta que se construye como ampliación adosada. Por su parte, en la localidad de Villaralbo se instala una fábrica de pañuelos en un edificio de carácter industrial que data de 1934, para cesar su actividad industrial en los años 70. Rehabilitado el inmueble en los años 90 actualmente acoge una residencia de ancianos. A pesar de estas intervenciones, en la capital, sin embargo, cayó recientemente la fábrica de Celulosa Ceibe en lo que hoy mal llamamos polígono Benedictinas, a la entrada este de la ciudad. En la provincia, el alarmante estado de algunas arquitecturas industriales se vuelve preocupante. En Santibáñez de Vidriales tanto la Alcoholera Vidriales como la antigua fábrica de ha68 | LLÁMPARA

Matadero municipal. Zamora / RAFAEL ÁNGEL GARCÍA LOZANO

rinas son ya, o en el inmediato futuro, presa de las ruinas, así como lo fue también la fábrica de harinas de Corrales del Vino. Cerámicas como la de esta misma localidad, Arcenillas o El Perdigón son hoy prácticamente irreconocibles. El desuso de los silos en tantas localidades adelanta su ocaso definitivo, mientras que el importante número de presas construidas en la provincia garantiza hoy por hoy su pervivencia en virtud de su actual funcionamiento. Si cualquier arquitectura se alza como signo de la época en que fue construida, aquellos edificios generados a lo largo del siglo XX lo son plenamente de su momento histórico, constructivo y social, con el valor añadido de

“ …obviar el patrimonio industrial generado en una provincia es abrir una fractura en la continuidad arquitectónica, y sobre todo arriesgarnos a perder alguno de ellos para siempre, al carecer de perspectiva”.

ser contemporáneos de quienes ahora vivimos la ciudad y provincia. Precisamente por ello, obviar el patrimonio industrial generado en una provincia es abrir una fractura en la continuidad arquitectónica, y sobre todo arriesgarnos a perder alguno de ellos para siempre, al carecer de perspectiva. Si queremos que los árboles nos dejen ver el bosque será necesario salvaguardar ciertas arquitecturas de este siglo en tanto que representativas de su época y del momento de máximo desarrollo provincial, siempre atendiendo al criterio supremo del sentido común y a su valor arquitectónico y urbanístico. En este sentido conviene afinar la atención. Generalmente nuestro patrimonio industrial se concreta en inmuebles recientes, de necesaria y urgente salvaguarda en virtud de alguna o la confluencia de varias razones: su interés arquitectónico, su singularidad urbanística o por el hecho de constituir un ejemplo realmente significativo de la época contemporánea en que se han construido. No cabe duda de que la proximidad temporal a nosotros no supone una merma de tal relevancia que los


Presa. Ricobayo de Alba. Zamora / RAFAEL ÁNGEL GARCÍA LOZANO

efectiva: cuando estas arquitecturas adquieren una utilidad a disposición del conjunto de la sociedad. Únicamente desde este punto de partida será posible contribuir a cambiar y enriquecer la percepción, consideración y disfrute de la sociedad respecto del patrimonio industrial. n Bibliografía y fuentes de información

Instalaciones ferroviarias abandonadas. Zamora / RAFAEL ÁNGEL GARCÍA LOZANO

sitúe al margen de la salvaguarda y preservación sino, precisamente, una llamada de atención más para su conservación. Por ello, atender a la prioritaria salvaguarda –incluso catalogación cuando sea posible- de ciertos edificios industriales de nuestra provincia que no superan los sesenta o setenta años de existencia no es un despropósito sino una toma de consideración de la identidad arquitectónica de la provincia de Zamora, además de toda una urgencia. Poner en valor estas arquitecturas industriales solo pre-

cisa partidas económicas, creatividad y voluntad política –y no siempre por este orden-, por supuesto, sin jugar al escondite con la legislación vigente. Quizá el primer movimiento estratégico sea fomentar acciones que muestren el valor cultural del patrimonio industrial, de modo que sea estudiado y dado a conocer como elemento esencial para comprender la historia, identidad arquitectónica y evolución urbana de la ciudad. E inmediatamente después generar la puesta en valor de estos inmuebles de la única forma realmente

AGUILAR CIVERA, I. (2007): “Arquitectura industrial, testimonio de la era de la industrialización”, en Bienes Culturales 7, pp. 71-101. ÁVILA DE LA TORRE, A. (2009): Arquitectura y urbanismo en Zamora (1850-1950), Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo”, Zamora. HERNÁNDEZ MARTÍN, J. (2004): Guía de Arquitectura de Zamora. Desde los orígenes al siglo XXI, Colegio Oficial de Arquitectos de León-Delegación de Zamora, Zamora. MORENO LÁZARO, J. (2003): La producción y el comercio del pan en la ciudad de Zamora durante el siglo XX, IEZ Florián de Ocampo, Zamora. PIÑUELA XIMÉNEZ, A. (1990): Descripción histórica de la ciudad de Zamora, su provincia y obispado, Instituto de Estudios Zamoranos “Florián de Ocampo”, Zamora. RIESCO PRIETO, Mª E. (2007): “La industria harinera en Zamora”, en Necotium XIX XX XXI, Comercio e industria en Zamora, Museo Etnográfico de Castilla y León, Zamora, pp. 220-32.

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Arqueología Industrial, Mundo del trabajo y fuentes orales Una aproximación interdisciplinar: El proyecto “El Mundo del trabajo de los ferroviarios en Asturias” JAIRO FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ y NURIA VILA ÀLVAREZ Museo del Ferrocarril de Asturias

Todos los que, desde tradiciones muy diversas, nos ocupamos del estudio del ámbito industrial hacemos referencia en nuestras investigaciones a una misma parcela de la realidad, aunque nuestras perspectivas difieren enormemente. No se trata de una cuestión baladí, pues el objeto de nuestra atención constituye un fenómeno unitario, un sistema compuesto, complejo y multifacético que fragmentamos artificialmente en distintas esferas de interés. De hecho, desde los más diversos ámbitos disciplinares, hemos aplicado y aplicamos lógicas particulares construidas en torno a postulados teóricos o metodológicos concretos y altamente especializados. Esta fragmentación ha concluido por ser estéril desde el momento en el que hemos podido comprobar cómo fenómenos o factores ajenos a nuestra experiencia académica nos impedían seguir avanzando, y cuando tratábamos de explicarlos o incorporarlos fracasábamos en nuestros esfuerzos. Es más, nuestras conclusiones generales acaban a menudo por desmoronarse porque, careciendo de una aproximación de conjunto, no podemos comprender la relevancia del papel que ocupan los aspectos que estudiamos dentro del sistema al que pertenecen. En definitiva, no somos capaces de establecer la jerarquía de sus partes inte< Imagen de archivo / MUSEO DEL FERROCARRIL DE ASTURIAS

grantes y tendemos a priorizar los aspectos que nos son más cercanos. No se trata aquí de negar las virtudes singulares de cada disciplina, sino más bien todo lo contrario, utilizar, sino lo mejor, sí lo más útil de cada una de ellas, para el fin que perseguimos. La Arqueología Industrial atesora una larga trayectoria centrada en la reconstrucción del pasado a través del patrimonio material que nos ha legado, en el estudio de la maquinaria, los edificios, instalaciones y establecimientos y la distribución de estos últimos en el territorio -para lo que cuenta, además, con la inestimable ayuda de la geografía-. Esta perspectiva resulta particularmente útil para comprender la distribución espacial, los patrones funcionales y los procedimientos asociados a cada sector de actividad. Por otro lado, la sociología ha desarrollado a través de distintas ramas como la sociología del trabajo una árdua tarea analítica y explicativa que, como bien expone Daniel Bertaux (Bertaux, 2005) se centra fundamentalmente en las configuraciones de las relaciones sociales, los mecanismos, los procesos y la lógica de acción que los caracteriza. Ni qué decir tiene que sus aportaciones son fundamentales para comprender la naturaleza de las relaciones no sólo vertica-

les sino también horizontales en la empresa, así como las pautas sobre las que se construyen. Recurriendo a sus métodos se pueden conocer los principios y las dinámicas que rigen las relaciones laborales o la política social de la compañía, pero también la lógica de las trayectorias profesionales, las diferencias que se generan entre ellas o entre las categorías concretas dentro de una misma industria y, en su caso, las identidades distintivas a las que dan vida. Igualmente, sus aportaciones no sólo permiten situar al ámbito industrial en su contexto, sino también a cada una de las empresas o de los colectivos que lo integran dentro de los conjuntos sociales más amplios en los que se inscriben. En efecto, gracias a la sociología se han podido desentrañar distintos factores relevantes y la forma en la que éstos se relacionan. Tales como, la posición nodal de la industria en el mundo contemporáneo, las redes de intereses en las que se insertan tanto los cuadros directivos como los propietarios o accionistas, la posición social que alcanzan ciertos oficios en función de sus ingresos o cualificación y sobre todo la participación del colectivo obrero, en cada establecimiento, factoría o sector, dentro de un conjunto más amplio que llamaremos Mundo del trabajo. La antropología a su vez hizo posible el análisis de los proce71


sos mentales –imaginario, representaciones, valores, percepciones…-, lo que Clifford Geertz (Geertz, 2005: 20) definiría como la “urdimbre de las tramas de significación que el hombre ha creado”. Así sus postulados facilitaron el conocimiento de las interpretaciones que trabajadores y patronos hacen de sí mismos y de los demás o de sus actuaciones concretas. Igualmente, nos ha legado una forma narrativa de elaboración de las conclusiones a modo de “descripción densa” que permite una representación discursiva flexible en forma de relato, lo cual se corresponde con nuestra experiencia de la realidad, todos recurrimos a esta forma de discurso cuando queremos explicarnos; por algo será. Creemos que la realidad sólo puede tener la forma de lo comprensible. Por otra parte la economía, los estudios de cultura empresarial y management nos ofrecen perspectivas únicas sobre las estrategias de negocio, las variables macroeconómicas en las que se incardinan, los modelos de gestión del personal y los criterios sobre los que se fundamentan. Finalmente, desde el ámbito de la historia, junto a los profesionales del derecho, se ha desarrollado toda una corriente que centra su atención en la intervención política, legislativa o mediadora del Estado, en la medida en la que regula el funcionamiento de este sistema. Aunque, el potencial de la historia resulta sobre todo determinante para reconocer la trascendencia de hechos y actuaciones concretas en un contexto diacrónico, y cronológico. Se trata, la suya, de una perspectiva que permite percibir nuestro campo de investigación de la forma más fiel posible a su morfología y a su desarrollo en el tiempo, pues aunque el conocimiento de procesos, mecanismos y modelos es esencial, éstos no son sino el producto de las decisiones concretas tomadas por 72 | LLÁMPARA

Maquinaria del plano inclinado de San Pedro del Ferrocarril de Langreo / MUSEO DEL FERROCARRIL DE ASTURIAS

sujetos individuales y colectivos quienes a través de una sucesión de acciones concatenadas configuran la realidad vivida. Es más, la atención a ciertas actuaciones específicas pone de relieve la existencia de factores explicativos poco acordes con las interpretaciones procesuales al uso, algunos como la ambición, término recurrente a la hora de calificar a ciertos empresarios, requeriría una explicación psicológica que sólo puede percibirse cuando nos aproximamos al caso inmediato. Los problemas realmente comienzan a la hora de combinar todas estas disciplinas de una forma lógica y coherente, pero sobre todo que se ajuste a la verdad del ámbito industrial. Porque al igual que Bertaux (Bertaux, 2005: 9), pensamos que

existe una realidad objetiva. Es más creemos que ahí, en la interpretación la misma, está precisamente la clave para conseguir poner en práctica un modelo de investigación interdisciplinar que, aunque se ha convertido ya hace tiempo, en uno de los tópicos ineludibles de toda la producción -tanto teórica como aplicada- en torno al patrimonio industrial, o cultural en general, aún no ha sido capaz de encontrar los caminos a recorrer o los medios a utilizar para que un maridaje de estas características alcance resultados significativos. Por ello, y una vez comprobado que el mero diálogo entre posiciones, no pocas veces doctrinariamente contrapuestas, resulta insuficiente, proponemos la creación de unas bases comunes y consensuadas de


trabajo fundadas en la necesidad de contrastar las diferentes versiones con un modelo de análisis fundamentado en los datos concretos que emanen directamente del conjunto a analizar. Para hacerlo, hemos de comenzar por definir conceptualmente qué entendemos por dato, que no es sino toda unidad

“…desde el ámbito de la historia, junto a los profesionales del derecho, se ha desarrollado toda una corriente que centra su atención en la intervención política, legislativa o mediadora del Estado”.

de información que explicita un hecho, aporta un significado o da un sentido; y sobre esta base procederemos a dar prioridad a aquellos métodos y explicaciones que permitan integrar la totalidad de los datos identificados. Sólo con las hipótesis obtenidas a partir del análisis de los datos es posible elaborar una construcción teórica que explique el fenómeno en todas sus dimensiones; sin que sea necesario recurrir a la interpretación de aquello que “no encaja”, como ocurre muchas veces cuando el análisis no parte del dato, sino que éste actúa como comparsa, como mero “ejemplo”, que ilustra unas teorías concebidas apriorísticamente. De este modo, podemos convertir la capacidad explicativa de las ciencias sociales en una vara de medir de su eficacia, pero también elaborar nuevas narrativas integradas, reelaborar conceptos e iniciar una labor de construcción teórica novedosa que permita interpretar lo que “no encaja”. Desde luego, si no avanzamos en esta dirección que conecta con los postulados del modelo de investigación fundado en la abducción defendida por Charles Sanders Pearce (Pearce, 1931-1935), seguiremos asistiendo a la publicación de antologías de textos más o menos orientados que sin duda son depositarios de valiosas aportaciones, pero que no permiten ofrecer visiones de conjunto sin duda más ricas y veraces. En realidad no se trata de una estrategia tan extraña, somos muchos los que la hemos empleado al enfrentarnos a problemas que encajaban con dificultad en los planteamientos doctrinales en los que hemos sido educados, y lo hemos hecho muchas veces intuitivamente. Pero, puesto que no fuimos los primeros, tampoco podemos considerarnos completamente originales en nuestra propuesta. De hecho, dentro del ámbito de la sociología destacan por su trascendencia los parámetros de la Grounded

Theory o Teoría Fundamentada, método de investigación cualitativa desarrollada por Barney G. Glaser y Anselm L. Strauss.en la segunda mitad de la década de los 60 (Glaser y Strauss, 1967). En su origen, se trataba básicamente de una metodología inductiva en la que se proponía la creación de teoría a partir de los datos recogidos mediante entrevistas cuidadosamente diseñadas. Este planteamiento contrario a la elaboración teórica lógico-deductiva se centraba en optimizar la captura de informaciones relevantes en origen y reducir al máximo las mediaciones impuestas por estudios previos. Sin embargo, cada vez se fue haciendo más evidente la importancia de tomar en consideración las aportaciones ya existentes, a la par que se recurría cada vez más a otro tipo de fuentes. Es más, la evolución de Anselm Strauss, entre otros, hacia una interpretación más flexible de los postulados originales conllevó, por ejemplo, la incorporación de la documentación escrita en la investigación, convirtiéndose de hecho en una construcción abductiva notablemente eficaz (Andreu et al., 2007). Otro factor que contribuye a reforzar la proposición que desde aquí se hace, es la crisis y sucesivo abandono de los grandes esquemas interpretativos que servían de estructura articuladora de la investigación social y, por lo tanto, de referente último dentro del cual debían de encajar sus conclusiones. Esta caída, además, aconteció de forma transversal en todas las tradiciones académicas, suponiendo, por ejemplo, el fin de la “Historia total” y el surgimiento, entre otros enfoques, del de la Microhistoria que centra su atención en la pequeña escala tal y como se pone de manifiesto en su aportación más clásica el libro de Carlo Ginzburg “El queso y los gusanos” (Ginzburg, 2001). Una de las perspectivas más novedosas en este sentido, ha sido otra corriente sociológica, la “Teoría del Actor Red” (ANT en 73


su acróstico inglés) también conocida como Sociología Crítica, que fue creada por Bruno Latour (Latour, 2008), Michel Callon, y John Law, autores cuyos primeros estudios vieron la luz en los años 80. En este caso nos interesa su rechazo de los modelos omniabarcativos que comenzaron con Durkheim, al considerar que establecen una generalización no sustentada en un conocimiento suficiente de la realidad social a la que, la teoría del actor red, considera más compleja de lo que en un principio se supuso. De este modo, se incardinan en la tradición largo tiempo olvidada de Gabriel Tarde y recuperan un interés por el sentido de lo inmediato que, a estas alturas, ya nos sonará. Tal es el caso de su formulación de los grupos como entidades que “no gozan de ningún tipo de inercia social” lo que implica que deben ser constantemente mantenidos, reformados o reconfigurados “ya que en caso contrario dejan de existir”. Dicho enfoque contingente permite apreciar los movimientos y acciones que conducen a la formación y sostenimiento de los colectivos humanos y hace visibles los cambios internos que sufren, lo que afina mucho más el conocimiento de su despliegue en el tiempo. Por esas mismas capacidades, también nos interesa su multiplicación de las agencias involucradas en la acción humana, multiplicación que ha ayudado a comprender mejor y a rastrear de una manera más abierta las actuaciones y motivaciones de los trabajadores y directivos en la toma de unas u otras decisiones. Pero no se detienen ahí sus aportaciones, finalmente, nos parece determinante su reconocimiento de la tecnología y los “artefactos tecnológicos” como agentes, como “ingredientes esenciales que dotan de durabilidad a las asociaciones y mediadores activos en la generación de diferencias sociales”, pues las aplicaciones de esta percepción al trabajo industrial son enormes. El contexto 74 | LLÁMPARA

técnico y las prácticas operativas concretas que requiere obligan al trabajador a situarse adaptándose. Al hacerlo, son aquellas, las que definen la naturaleza de los procesos productivos, el nivel de cualificación que ostenta el obrero, su inserción en el seno de la jerarquía laboral y, por extensión, social. Cualquier cambio dentro de este contexto, producto de alguna innovación, puede, además, despojar de cualificación a un determinado oficio, al hacer innecesarios sus conocimientos previos y las habilidades adquiridas, que, a partir de ese momento, desarrolla una máquina nueva más compleja. El resultado es una pérdida de estatus social irreversible. En muchos casos las nuevas tecnologías pueden incluso hacer desaparecer un oficio, como les sucedió a los fogoneros de las locomotoras de vapor al implantarse la tracción eléctrica. Es más, pueden condicionar la viabilidad de las reivindicaciones obreras cuando no se ajustan a las exigencias impuestas por el aparato técnico. Las fuentes orales en los estudios de patrimonio industrial Dentro de este, sin duda, abigarrado panorama que nos impone cada vez con más fuerza la revisión de nuestras posturas desde los parámetros más básicos de la realidad, una de las opciones posibles para comenzar a conjugar nuestras tradiciones académicas consiste en concentrar nuestra atención en el interés común a todos los que investigamos en patrimonio industrial: el trabajo industrial; y, en el caso concreto que nos ocupa, en la aplicación de una técnica: la entrevista, que nos permite combinar y aplicar los aspectos más importantes de cada una de las disciplinas anteriormente enumeradas y analizadas. Nos hallamos por tanto, en un terreno acotado de estudio: colectivos laborales, y contamos con una metodología concreta, impres-

cindible para su comprensión: las fuentes orales. Pensamos que constituye ésta una temática del máximo interés en un momento en el que la Arqueología Industrial está ampliando su esfera de acción desde el estudio del patrimonio material al

“ …el recurso a las fuentes orales es una técnica de investigación transversal útil para estudiar no sólo a los obreros, sino también a los empleados, los ingenieros y los directivos”.


Imagen de archivo / MUSEO DEL FERROCARRIL DE ASTURIAS

del patrimonio inmaterial, en el que la experiencia acumulada por los agentes involucrados en el fenómeno industrial es percibida como un valioso elemento. Es importante, a su vez, hacer hincapié en que nos referimos al conjunto de los agentes implicados, pues el recurso a las fuentes orales es una técnica de investigación transversal útil para estudiar no sólo a los obreros, sino también a los empleados, los ingenieros y los directivos. De hecho, es necesario romper la ya tradicional identificación de la oralidad como única puerta de acceso a la cultura popular y de la fuente escrita en tanto que vía privilegiada para comprender la cultura de élite.

Si el método de investigación ha de adaptarse necesariamente al objeto de estudio y no al revés, esto es aún más determinante en el caso de las fuentes orales. De hecho, los datos orales sólo producen conocimiento realmente significativo, en un plazo razonable, si se integran dentro de un proyecto de investigación anclado a un tema perfectamente acotado. Es más, es imprescindible, que este proyecto combine el uso de todos los métodos y fuentes que sean necesarios no sólo, como es obvio, porque una perspectiva de esta clase permite alcanzar resultados más ricos, sino también, porque el empleo de las fuentes escritas da pistas esenciales sobre las cuestiones

a tratar y los hechos y que deben ser indagados en las entrevistas. Por todas estas ventajas conforma un tipo de aproximación que se está convirtiendo en canónica de la mano de un buen número de especialistas en investigación social. El francés Daniel Bertaux (Bertaux, 2005) cofundador de la Asociación Francesa de Sociología y de la corriente etno-sociológica se adscribe a un modelo focalizado de entrevista, al igual que el reputado experto español Miguel S. Valles quien afirma que “El diseño más específico de las entrevistas en profundidad suele estar contenido en el diseño más amplio de un estudio, donde la utilización de otras técnicas cualitativas y cuantitativas también se contempla” (Valles, 2007: 53). De este modo, no se desperdician ni tiempo ni recursos en intervenciones demasiado generales -como por ejemplo, las recopilaciones de historias de vida- cuyos principales problemas consisten en que recogen de forma muy dispersa una gran cantidad de informaciones sin aplicación práctica inmediata, que no suelen adentrarse con la suficiente profundidad en los distintos fenómenos por los que pasan, porque ninguno de ellos constituye su objetivo principal y que, al no centrarse en ellos, no cruzarlos de forma sistemática con la documentación existente, o no recoger muestras representativas de los mismos, no permiten extraer conclusiones fiables. Son notables, también, los problemas que muchas iniciativas de esta clase han padecido por sostener como eje director la creación de un Archivo de fuentes orales. De modo inverso a lo que ocurre con los archivos documentales, que recogen la documentación creada por diferentes organismos o personas en el ejercicio de sus funciones, desarrolladas en distintos tipos de procesos y que se convierten en fuentes primarias que la tarea investigadora utiliza como instrumentos de análisis. PATRIMONIO INDUSTRIAL | 75


Los archivos de fuentes orales adquieren un carácter dual: por una parte recogen la fuente primaria contenida en la entrevista, fuente, no lo olvidemos, creada ad hoc para la investigación, y además, los postulados teóricos y metodológicos de creación de la fuente y los resultados de la investigación emprendida que muchas veces se inicia y acaba en la propia creación de la fuente. Ejemplos sobre la vaga definición de este tipo de archivos que, por su “artificialidad” se acaban convirtiendo en grandes contenedores de relatos sin demasiada operatividad, hay bastantes. El “Archive for Life Course research” de la Universidad de Bremen, cuya atención se concentra en los momentos de transición y las situaciones de riesgo de las trayectorias vitales de los entrevistados, ha necesitado diez años para reunir un corpus suficientemente representativo cuyo uso práctico está demostrando ser muy difícil por su complicado encaje con las temáticas concretas de los investigadores. Si queremos acercarnos de una forma eficaz al conocimiento de la realidad concreta que estudiamos, tenemos que tomarla también como la referencia básica para construir nuestros proyectos. Por todo ello, pensamos que es imprescindible afrontar los estudios específicos de cualquier colectivo profesional, incorporando el uso de fuentes orales, sea cual sea la escala del proyecto, entendiéndolo como un Mundo Social complejo. Centrándonos en el caso que nos ocupa, un ámbito de la experiencia que nace con la implantación de la industria, la aparición de una serie formas de organización y gestión del trabajo y la generalización y redefinición del trabajo asalariado. Un ámbito, en el que se desarrollan relaciones sociales específicas, prácticas concretas y, en correlación con ambas, un amplio entramado simbólico que dota de sentido a todo el conjunto. Àmbito que 76 | LLÁMPARA

se crea, sostiene y desarrolla a partir de la actuación tanto individual como colectiva de los agentes que lo conforman. A este mundo social configurado entorno a la actividad laboral de sus integrantes y a la interacción de éstos con el espacio más amplio en el que se circunscribe la actividad productiva, lo denominaremos Mundo del trabajo. Entrevistando ferroviarios: el proyecto sobre el mundo del trabajo de los ferroviarios asturianos Después de haber definido nuestra concepción del objeto de estudio pasaremos a desglosar los pasos que sigue nuestra creación y posterior utilización de fuentes orales, en el marco del proyecto de investigación sobre “El Mundo del trabajo de los ferroviarios en Asturias”. Proyecto en el que, las entrevistas son sólo una de las fuentes utilizadas. Las restricciones que nos impondría tratar un tema tan amplio y complejo, a partir de fuentes orales exclusivamente son muy obvias, la primera, de carácter cronológico, nos obligaría a centrarnos en el período del que quedan informantes vivos. Antes que nada, hay que plantearse qué momento, dentro de nuestro cronograma del proyecto es el oportuno para comenzar la realización de las entrevistas. Sin duda, es preciso consultar previamente toda la documentación accesible sobre el tema a tratar, especialmente en todo lo relacionado con la historia

“ Por lo que respecta a la historia de las empresas es preciso profundizar al máximo en sus estrategias y sus fórmulas de gestión y ordenación porque constituyen el condicionante esencial de la vida de quienes trabajan para ellas”.

de las empresas y sus procedimientos de gestión. Estos campos requieren una preparación intensa y concienzuda, puesto que si el entrevistador desconoce por completo la cuestión es más que probable que el testigo pierda las ganas de colaborar ante lo que identificará como falta de interés por parte del entrevistador, y porque si no posee esos conocimientos no podrá rastrear cuáles son las informaciones más relevantes. Así lo reconoce Miguel S. Valles cuando afirma que: “Algunas entrevistas precisan del entrevistador una formación y conocimientos especiales sobre la persona a entrevistar y el tema de la entrevista. La explicación de ello es sencilla: el entrevistador necesita esa formación y esos conocimientos para hacer intervenciones pertinentes en una situación conversacional no siempre fácil.” (Valles, 2007: 97) Por lo que respecta a la historia de las empresas es preciso profundizar al máximo en sus estrategias y sus fórmulas de gestión y ordenación porque constituyen el condicionante esencial de la vida de quienes trabajan para ellas. En este caso es Bertaux quien nos insiste en la importancia de este aspecto, si bien desde una perspectiva más limitada que la nuestra: “Cada empresa privada o pública constituye un universo específico que tiene sus propias tradiciones, sus reglas explícitas y sus normas tácitas, que ofrece sus propias perspectivas de formación en el taller, de carreras potenciales, y también sus riesgos potenciales (sobre la salud por ejemplo) y que presenta sus propias jerarquías: relaciones de autoridad, modos de organización, derechos reconocidos a los asalariados, posibilidades de sindicación y de construcción colectiva de una relación de fuerzas frente a los poderes del empleador.” (Bertaux, 2005: 45) Una vez obtenida esta estructura básica sobre los pro-


Plano Inclinado del Ferrocarril de Langreo / MUSEO DEL FERROCARRIL DE ASTURIAS

cedimientos de trabajo, las funciones principales de cada categoría y los modelos de gestión de las empresas; comenzamos las entrevistas a ferroviarios al tiempo que la elaboración de la guía, estas dos operaciones se realizaron simultáneamente puesto que se retroalimentan. Esto es, a través de los relatos proporcionados por los informantes se hizo un primer muestreo en el que se dejó plena libertad a los entrevistados de tal modo que ellos mismos nos guiaron. En un principio, se procedió a realizar cuatro entrevistas a otros tantos informantes que totalizaron unas 10 horas de grabación. Tras apreciar la aparición de patrones regulares no sólo en los datos obtenidos, sino también en la forma en que los entrevistados los estructuraban se comenzó a redactar una guía de la entrevista. Su estructura sigue, en parte, la propia jerarquización de temas que había emergido en las entrevistas exploratorias. Así, dos de los focos

de interés fueron propuestos por los propios entrevistados. Visto que lo que más deseaban contar era su trayectoria estrictamente laboral; nos fijamos en la forma en la que la trataban y dónde enfatizaban, a la hora de relatarla. El aspecto más importante para los trabajadores altamente cualificados e insertos en recorridos profesionales que implicaban en su seguimiento un cierto grado de ascenso social, era precisamente el camino de esfuerzo personal y reconocimientos profesionales que daba sentido a su vida laboral. Esto fue tenido muy en cuenta, ya que muchos informantes –casi todos los que parten de una baja posición relativa o se hallan permanentemente insertos en ella- priorizan lo que les da relevancia social, sea lo que sea, incluso al margen del trabajo mismo. A continuación, se siguió con los procesos de trabajo, las relaciones sociales creadas dentro del ámbito laboral, y las identidades generadas. Muy por detrás, en el relato de

los entrevistados se perfilaba la incidencia del oficio en su vida fuera del trabajo, aspecto que fue, a su vez, incorporado; y, por último, la esfera de las relaciones laborales que provocaba resentimientos o muestras de desconocimiento, y que, por supuesto, tampoco fue obviada. Se trata, en este caso, de un aspecto que fue preciso reforzar continuamente en la mayoría de las intervenciones. En este momento inicial del trabajo nos contentamos con “cualquier informante” con tal de que fuese ferroviario. La localización de los informantes es una de las fases más costosas en tiempo y la que más habilidades sociales requiere. Éstos suelen ir apareciendo lentamente, salvo, claro está, que nos concentremos en una industria muy localizada territorialmente. Un método para acelerar el proceso es el conocido como de bola de nieve y consiste en que cada uno de los posibles entrevistados nos presente a antiguos compañeros PATRIMONIO INDUSTRIAL | 77


de trabajo. Llega un momento, sin embargo, en el que la difusión del proyecto y la continuidad en la búsqueda de contactos facilitan un acceso más amplio al colectivo estudiado. Entonces las prioridades cambian; en este momento comenzamos a buscar los mayores índices de variabilidad procurando romper con los grupos de afinidad, para lo que se escogió a informantes que no se conociesen entre sí, o incluso que se fuesen hostiles. Más tarde, se pasó a entrevistar a aquellos que representaban las zonas liminares de un perfil y el rango máximo de diferencia respecto al resto que nos pudiéramos encontrar. Nos referimos a aquellos que tienen trayectorias vitales singulares, que hayan podido condicionar las formas de su adscripción al colectivo, a quienes hagan gala de recorridos profesionales atípicos por su alcance, o quienes representen subgrupos concretos inscritos dentro del perfil correspondiente por desarrollar sus funciones profesionales en condiciones singulares, etc. Es más, cuando se empiezan a encontrar pautas y recurrencias que nos sugieren una interpretación posible de los datos recogidos, debemos buscar testimonios que puedan cuestionarlos, si es posible encontrarlos, para comprobar la fuerza de nuestras conclusiones previas. A partir de las informaciones obtenidas en estas primeras entrevistas, combinadas con el trabajo previo de investigación sobre el desarrollo de la historia del ferrocarril en Asturias; comenzamos a formar perfiles de entrevistados y a profundizar en la guía de la entrevista en aquellos aspectos que eran importantes para definir el colectivo ferroviario en Asturias dentro del marco cronológico que nos permiten las fuentes orales. La guía se estructura en torno a tres grandes cuestiones que afectan al ámbito laboral, primer grupo de interrogantes, y otro bloque relativo a la forma en que 78 | LLÁMPARA

el oficio condiciona la vida fuera del espacio productivo, básicos, ambos, para poder responder a nuestra hipótesis inicial de trabajo ¿Cómo se conforma el Mundo del trabajo de los ferroviarios en Asturias? La primera cuestión es el gran número de compañías ferroviarias y ferrocarriles existentes en Asturias, desde muy pequeños ferrocarriles industriales hasta la Rente. Esto nos da necesariamente unos perfiles muy diferentes de ferroviarios, de cada uno de los cuales debemos contar con una muestra representativa. El tipo de funciones, las categorías laborales a ellas adscritas y los recorridos profesionales son muy diversos debido también a las muchas clases de explotación ferroviaria existentes en Asturias. En este sentido son muy importantes las diferencias entre los ferroviarios de las compañías y los de ferrocarriles industriales e incluso entre la vía ancha y la vía estrecha. Aún más cuando grandes sectores no ferroviarios, como la minería o los puertos emplean en sus plantillas a buen número de trabajadores que realizan tareas específicamente ferroviarias. Llegar a desentrañar cómo se reparten las identidades de oficio en estos sectores es un factor clave para definir la existencia de un mundo del trabajo específicamente ferroviario. A esto ha de sumarse, en la búsqueda de perfiles específicos, la importancia que Asturias tuvo en las luchas sindicales ferroviarias hasta la guerra civil y durante la misma. Así como su relación con las de la minería. Evidentemente, recorrer este tema a través de fuentes orales directas, se acerca a la metodología de la parapsicología; debemos conformarnos con rastrear líneas ideológicas familiares. Todo esto, en general, sobre lo que se refiere al àmbito puramente productivo o de representación pública a través del oficio, como es el caso de la

práctica sindical; nos queda entonces acompañarlos hasta casa, quedar para comer con los compañeros, o asistir con ellos a las conferencias del club ferroviario. Las mujeres son las informadoras principales para desentrañar las redes de relación social en las que se inscriben los ferroviarios, ya que su identidad social viene dada por la del marido. Comprender cómo se conforma la vida en torno al trabajo es especialmente interesante en la zona central asturiana donde, desde las dos últimas décadas del siglo XIX y hasta la primera mitad de los setenta del XX, podían elegirse muy variados trabajos en la industria, por lo que las motivaciones para escoger uno u otro, así como un marido que trabajase aquí o allí, adquieren una importancia determinante. Precisamente, dos de los puntos principales de nuestro proyecto consisten en rastrear las motivaciones y limitaciones que están en juego a la hora de elegir un trabajo, por una parte, y la formación de redes de sociabilidad segregadas estructuradas entorno al perfil laboral del cabeza de familia, por otra. Desarrollo de la entrevista El primer acercamiento a los entrevistados no suele ser directo, normalmente, consiste en una breve conversación telefónica que debe incluir la explicación general del proyecto y la intención de grabar las entrevistas. Es esta una cuestión de primordial importancia pues, en caso contrario, podemos encontrarnos con una negativa rotunda en un contexto que puede ser muy incómodo, y además habremos perdido el tiempo. Durante la primera toma de contacto personal con el informante, realizamos una sucinta, pero completa exposición del proyecto que estamos realizando y de su relevancia, del papel que creemos que puede desempeñar en el mismo y de los usos concretos que pretendemos darle a la entrevista. Igualmente,


le ofreceremos la posibilidad de mantener su nombre en el más estricto anonimato y de censurar el uso de aquella parte de la entrevista que recoja aspectos cuya difusión no considere pertinente. Se constituye a partir de ese momento un pacto, un acuerdo, con el entrevistado que deberemos respetar en toda circunstancia pero que no agota todas las obligaciones que nos competen. En la medida en la que ostentamos una posición eminente, aunque sólo sea porque a menudo conocemos mejor que ellos las implicaciones de su colaboración, debemos de ser conscientes de la necesidad de actuar con prudencia no difundiendo datos personales que o no aportan nada a la investigación o, si fuesen difundidos, pueden perjudicar notablemente a quien se ha prestado voluntariamente a ayudarnos. En caso de que su uso sea imprescindible, procuraremos presentarlos de la forma más impersonal posible no dando a conocer en ningún caso su procedencia. Otro aspecto importante de nuestra relación con los informantes es el modo en el que organizamos y conducimos las entrevistas. Hay que tener siempre presente que somos nosotros los que tenemos que adaptarnos a la disponibilidad de tiempo y a las conveniencias de los informantes. Son ellos quienes nos hacen el favor, y no tienen por qué cambiar sus rutinas. Además, si nos ponemos a su disposición facilitamos el desarrollo de una relación cordial, lo que siempre redunda en un mayor flujo de comunicación. Es preciso, también, encontrar un lugar neutro, y cerrado en el que no podamos sufrir interrupciones, no sólo para conseguir una grabación adecuada y aprovechable, carente de ruidos de fondo, sino también para que se pueda sostener el nivel de concentración necesario. Si es posible, hay que evitar todo aquello que reste naturalidad a la entrevista. Así, es preciso dejarles hablar sin interrumpir sus argumentaciones

para conservar la estructura de su discurso, de tal modo que, después nos ayude a interpretar su sentido, aunque es necesario también intervenir de vez en cuando, para que vean que les seguimos, y hacerlo procurando que resulte procedente en el contexto. Un silencio excesivo puede parecer indiferencia. No somos tampoco partidarios de realizar anotaciones, ni de tener presente la guía mientras se produce la conversación. Al ponernos a escribir el informante toma consciencia de ello de inmediato y puede sentirse violento, pensar que lo juzgamos o que no le prestamos atención y con toda seguridad perderá el hilo de la conversación. Peor suele ser la reacción si se saca un listado de temas a tratar. La conclusión lógica a la que se llega entonces es que el entrevistador no sabe lo que le interesa, no tiene ni idea de lo que quiere y por lo tanto disminuye el respeto que inspira y con él el compromiso del informante. Es cierto que la renuncia a estos apoyos nos obliga a realizar un esfuerzo suplementario, en parte compensable con la interiorización de los temas a tratar y la consignación de los aspectos relevantes de la intervención una vez acabada ésta. De todos modos se trata de un esfuerzo limitado, pues ninguna sesión puede ni debe prolongarse más de dos horas, es más, esta es la duración ideal, pues si se emplea menos tiempo no suele ser posible desarrollar en profundidad algunos de los temas y si nos excedemos nos agotamos nosotros

“ Otro aspecto importante de nuestra relación con los informantes es el modo en el que organizamos y conducimos las entrevistas. Hay que tener siempre presente que somos nosotros los que tenemos que adaptarnos a la disponibilidad de tiempo…”.

y se agota el entrevistado lo que puede generar divagaciones que se podrían evitar si continuamos en otro momento. Por último es importante alimentar tanto durante la entrevista como fuera de ella aquellos aspectos en los que más se empatiza, aunque no se pueda conseguir siempre. La compresión mutua es una acicate para volcarse en la conversación, con una actitud similar a la de la amistad. A medida que va avanzando el trabajo de campo surge la cuestión de cuándo se debe dar por clausurada la recogida de testimonios. Para determinarlo se han manejado dos criterios básicos. El primero, que se hayan recogido los acontecimientos y actuaciones esenciales que han pautado la evolución del mundo social que estamos estudiando. El segundo, que hayamos obtenido tal número de informaciones recurrentes relativas a los proyectos de vida, el comportamiento social, las representaciones mentales y las identidades de sus integrantes, en cada uno de los perfiles que éstos componen, que los nuevos datos que vamos recogiendo resulten ya redundantes. En ese momento, que llamaremos de saturación de la muestra, se pueden detener las entrevistas, o al menos limitarlas a aquellos casos singulares que puedan aportarnos matices antes poco claros, o que sean particularmente buenos para ilustrar algunas de las conclusiones alcanzadas. No sólo debemos interpretar la realidad, también tenemos que divulgar los resultados, y para ello se pueden utilizar algunos testimonios dotados de una gran fuerza explicativa. En el caso que nos ocupa, la investigación sobre el Mundo del Trabajo de los Ferroviarios en Asturias aún no ha alcanzado todavía un punto semejante a causa de la complejidad del fenómeno que apuntamos previamente –hemos hecho 30 entrevistas que totalizan 165 horas de grabación- , pero tampoco PATRIMONIO INDUSTRIAL | 79


establecimos un plazo concreto, ni un monto total de entrevistas. Es obvio que resulta imposible saber con antelación cuántas entrevistas será necesario realizar para alcanzar los objetivos de la investigación, ni cuánto tiempo llevará ese proceso. Lo que sí se puede hacer es elaborar una programación que establezca un ritmo regular mínimo de dos sesiones por semana y que delimite también los pasos a seguir para que, si es necesario efectuar una pausa, se pueda retomar el hilo con facilidad. La cantidad y calidad de líneas de investigación que pueden surgir a partir de un proyecto como el que planteamos es muy amplia. A través de la interpretación, análisis y comparación de las informaciones contenidas en las entrevistas realizadas; podemos apuntar algunas conclusiones previas, sobre todo en lo que se refiere a identidades, pautas de relación social y procedimientos de trabajo no normativos. Al menos, es posible ver la evolución de estos parámetros, los momentos de inflexión y cambios de los mismos y aquello que los provoca; así como las consecuencias que traen aparejadas y que no se producen necesariamente en el mismo ámbito en el que se generaron los cambios. Para ejemplificarlo, utilizaremos el tema de las identidades ferroviaras en el contexto en el que se generaron durante la época del vapor, cuàles eran las implicaciones de éstas en el proceso productivo, y la posición que toman las compañías. Evidentemente, la generación de identidades ferroviarias es contemporánea al nacimiento y desarrollo del ferrocarril en Asturias, desde mediados del siglo XIX, por lo tanto, los conocimientos sobre la existencia de éstas y la forma en que fueron incorporadas o compensadas por las compañías, reforzadas o castigadas, según el modo en que afectasen a la buena o mala marcha de los diferentes procesos de traba80 | LLÁMPARA

jo, ha sido rastreada a partir de fuentes escritas principalmente. ¿Qué papel tienen entonces las fuentes orales?. Por una cuestión cronológica, la mayoría de nuestros entrevistados vivieron el cambio tecnológico del vapor a la electricidad y, posteriormente, al diesel; en este sentido sus informaciones sobre lo que estos cambios habían significado para ellos, diferentes según la forma en que afectase a la tarea de cada uno, nos puso sobre la pista de la existencia de muy distintas identidades, según funciones, categorías, oficios o recorridos laborales, identidades que se, definían y redefinían, dependiendo de muy diversos factores. Proceso en el que, se combinaban e interactuaban en el tiempo muy distintos agentes, cambios técnicos, estratégicos, organizativos, corporativos y hasta decisiones personales,... Las distintas categorías en que se subdividían los trabajadores de los servicios activos de las compañías ferroviarias, es decir, aquellos que ejercían sus funciones a lo largo de la línea; conformaban un contingente sumamente heterogéneo caracterizado por la existencia de una gran diversidad de funciones que cumplir. Estamos ante un sector caracterizado por el amplio número de procesos y medios de trabajo distintos, de cualificaciones diferentes, de trayectorias profesionales más o menos largas, de condiciones salariales

“ La corresponsabilidad que el trabajo ferroviario requiere de todos los agentes que participan en las distintas partes del proceso, hace que para el funcionamiento del día a día todos sean necesarios y determinantes más que en cualquier otra industria”.

desiguales, de posiciones simbólicas bien delimitadas y, por lo tanto, de rasgos específicos e intereses singulares, cuando no abiertamente divergentes. El proceso del transporte, esencia de esta industria, necesita para su desarrollo diario de la participación activa y continuada en el espacio de casi todos los rangos y jerarquías laborales. La corresponsabilidad que el trabajo ferroviario requiere de todos los agentes que participan en las distintas partes del proceso, hace que para el funcionamiento del día a día todos sean necesarios y determinantes más que en cualquier otra industria. Es decir, la máquina no se mueve sin que el maquinista abra el regulador, pero para ello éste necesita que el jefe de estación autorice la salida y el factor habrá de haber facturado previamente todas las mercancías. Todos son imprescindibles para que el servicio se cumpla en tiempo, por lo tanto todos dependen del trabajo del otro, y todos se pueden entorpecer mutuamente; si el factor se retrasa o el jefe de estación no está atento a dar la salida, el maquinista no cobrará su prima por reducir el tiempo. Aquí se genera uno de los más típicos puntos de fricción entre el personal de movimiento-explotación y la pareja (maquinista y fogonero) que son quienes mueven la máquina. Si a éstos últimos se les premia por reducir los tiempos, lo que para las compañías se traduce en dinero, sin embargo, la agilidad en el servicio de movimiento, que también produce beneficios a la empresa, y que además es necesaria para que la máquina pueda salir en tiempo, no recibe ninguna recompensa. El conflicto, que se genera, por estas causas, entre los trabajadores de ambos servicios, aún no siendo el único, ejemplifica muy bien cómo se crean las identidades en el seno del colectivo ferroviario. Los maquinistas en tanto que ejercen la función central del proceso de trabajo, la de la conducción de la


máquina, obtuvieron ventajas salariales que los trabajadores de movimiento no disfrutaron. Pero además, puesto que el manejo de la locomotora significaba la “domesticación” de la potencia de la técnica industrial moderna, trascendieron su consideración de meros obreros para proyectarse socialmente como “héroes” de la modernidad. Si la revolución que supuso el ferrocarril se ejemplificó a través de la locomotora, evidentemente, los que llevan la máquina, son los verdaderos ferroviarios, y así se ven los maquinistas a sí mismos, frente a “esos empleados de cuello blanco, uniformados” que para ellos eran factores y jefes de estación. Estos últimos, por su parte, conscientes de su cualificación y carácter específicamente ferroviario, no sólo se sentirán perjudicados salarialmente, sino que manifestarán una permanente necesidad de reconocimiento por la labor que realizan, que reflejarán siempre en su comparación con los maquinistas. Profundizando más, lo que descubrimos, fue la existencia de focos ricos en representaciones que se apoderan del imaginario profesional y que definen identidades particularmente significativas dentro del colectivo. Es más, se percibe la construcción, a partir de estos focos, de una jerarquía en la que el puesto más alto lo ocupaban los trabajadores más cualificados, de oficios exclusivamente ferroviarios, y que disfrutaban de los mejores sueldos, y el más bajo, aquellos obreros carentes de cualificación, y que vivían sobre la base de jornales mínimos. Entre ambos extremos aparecían quienes, a pesar de estar altamente cualificados y de disfrutar de salarios relativamente buenos, no ejercían oficios específicos de esta industria. Esta configuración suponía un problema de gran magnitud para las compañías pues necesitaban cohesionar y coordinar con precisión a estos trabajado-

res para asegurar que un servicio como el ferroviario, que era esencial para el normal discurrir de la vida económica y el abastecimiento de la población, se desarrollase con regularidad y en condiciones de la máxima seguridad tanto para trabajadores como para pasajeros. Por ello se esforzaron en crear un espíritu de cuerpo “tan grande como el del ejército”, en palabras de un testigo, a través del cual se consiguió que los trabajadores asumieran como propios los objetivos de la empresa, su ordenación jerárquica y su disciplina en aras de un bien común. Por eso, y sólo por eso, quienes vivieron aquella época se identifican como ferroviarios ante quienes se acercan a ellos procedentes de un mundo ajeno al suyo. No nos detendremos más en esto, pues no es el tema de este artículo. Concluiremos ahora con unos breves apuntes sobre la conservación, los usos y los aprovechamientos de las fuentes orales. Por lo que respecta al primero de estos puntos, creemos, que ya no presenta ningún problema, desde el momento en que las grabaciones tanto sonoras como audiovisuales se hacen en soporte digital. Una de las precauciones a tener en cuenta es la de realizar varias copias de seguridad localizadas en equipos informáticos diferentes, pues muchas plataformas de este tipo a menudo desarrollan problemas de estabilidad. Igualmente es preciso evitar el recurso a codificaciones o sistemas no generalizados en un contexto tecnológico en constante evolución, el fracaso comercial de un tipo de archivos de sonido puede tener nefastas consecuencias para el acceso a la colección de entrevistas realizadas. Por lo que respecta a su consulta es conveniente tener en cuenta en primer lugar que la profunda imbricación de las fuentes orales con un proyecto concreto normalmente condena a que su uso posterior sea una mera profundización en la

línea inicial de la investigación. Sea como fuere, su reutilización es posible, y como además constituyen la prueba efectiva de nuestras conclusiones, han de ser puestas a disposición del público. El mejor método para hacerlo es proporcionando una transcripción en papel, no permitiendo la audición de las entrevistas realizadas. Merece la pena detenerse en este asunto, pues la transcripción es un instrumento muy útil si se comienza ya durante la fase de recogida de testimonios, al permitirnos revisar nuestra actuación y comprender mejor la relevancia de los datos recogidos. Más importante es, sin embargo, que constituye el único instrumento seguro de consulta de que disponemos. Su ventaja no sólo reside en su fácil manejo por el investigador, igualmente relevante es su capacidad de crear una versión normativa del testimonio, la misma para todos, y la posibilidad que ofrece para ocultar aquellos datos que no pueden ser accesibles sin el gran aparato y el coste correspondiente que supone la edición de imagen y de sonido. Finalmente, y a modo de colofón, debemos apuntar algunos de los usos que puede tener este tipo de material. El más obvio, inscrito en su misma génesis, consiste en servir de fuente para un trabajo escrito. Pero también se puede convertir en un medio más con el que contar en una exposición por su capacidad para aportar testimonios de primera mano significativos a la par que llenos de colorido y fuerza –a la gente le gusta ver a la gente-, por su capacidad de influir en los contenidos temáticos de la misma, o por poder servir de base para realizar audiovisuales que apoyen el discurso central. Profundizando en esta última dirección, conviene recordar que si la filmación es lo suficiente buena de acuerdo con los estándares de retrasmisión habituales, la muestra de informantes es significativa y, PATRIMONIO INDUSTRIAL | 81


además, “dan bien en cámara” es posible estructurar un documental a partir de las entrevistas recogidas. A este respecto el único límite que existe lo ponemos nosotros. n Bibliografía y fuentes de información ANDREU, J. Et al (2007): Evolución de la Teoría Fundamentada como técnica de análisis cualitativo. Cuadernos

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Metodológicos, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid. BERTAUX, D. (2005): Los relatos de vida. Perspectiva etnosociológica, Edicions Bellaterra, Barcelona. GEERTZ, C. (2005): La interpretación de las culturas, Gedisa, Barcelona. GINZBURG, C. (2001): El queso y los gusanos: el cosmos según un molinero del siglo XVI, Península, Barcelona. GLASER, B. y STRAUSS, A. (1967): The Discovery of grounded theory: stra-

tegies for qualitative research, Aldine Publishing Company, Chicago. LATOUR, B. (2008): Reensamblar lo social. Una introducción a la teoría del actor-red, Manantial, Buenos Aires. VALLÉS, M.S. (2007): Entrevistas cualitativas. Cuadernos Metodológicos, Centro de Investigaciones Sociológicas, Madrid. PEARCE, Ch.S. (1931-1935): The collected papers of Charles S Pearce (8 vol.) Harvard University Press, Cambridge.


entre’comillas

HÉROES DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL

El alma de Michelin DANIEL PEÑA, JESÚS A. NIETO y SERGIO VÁZQUEZ NOHAYCOLOR! Colectivo gráfico multidisciplinar. nohaycolor.net Antes de Bibendum El 6 de septiembre de 1891 se desarrolla en Francia la carrera ciclista más importante de la época impulsada por el periódico “Le Petit Journal”, que vio en ella una oportunidad de expansión gracias al gran protagonismo que adquirían estos acontecimientos. El objetivo de la carrera, que recorrió 1.200 km. a lo largo del país, era poner a prueba la resistencia de los participantes y los nuevos productos desarrollados para las bicicletas. El corredor Charles Terront fue el encargado de presentar un invento revolucionario de la mano de André y Eduard Michelin: Un sistema de llanta y neumático desmontable desconocido hasta la fecha. Tras 61 horas de intensa competición, Charles atravesó la línea de meta en primera posición, lo que supuso un gran impulso a los hermanos Michelin, tanto mediático como de aceptación hacia sus productos, y les ayudó a sacar adelante su propia empresa de neumáticos de caucho. El nacimiento de un héroe Tres años más tarde, durante la visita de los hermanos Michelín a la exposición de Lyon, el responsable del stand de esta marca logra que fijen su atención en dos pilas de neumáticos que ha construido para adornar el recinto. Impresionados, exclaman aun sin imaginarse los cambios que supondrá para ellos, “si tuviera brazos, parecería un muñeco“. PATRIMONIO INDUSTRIAL | 83


entre’comillas Poco después, durante la planificación de una campaña de carteles, el dibujante O’Galop le enseña sus bocetos a André (el hermano con la imaginación más inquieta) donde ve una ilustración de un rey de desmesurado tamaño levantando su copa de cerveza a la vez que exclama “nunc est bibendum“ (ahora hay que beber, frase de una oda del poeta romano Horacio), proyecto que había presentado sin éxito a una cervecería. Rápidamente, André asocia ideas con el muñeco que vieron en Lyon y comienza a tener claro el nacimiento del nuevo personaje publicitario de la marca, manteniendo incluso la frase original, pues le recuerda a otra que venían usando desde hace tiempo: “el neumático que se traga todos los obstáculos“. Entre esbozos rápidos jugando con estas ideas y algo de sentido del humor nace Bibendum, con una copa en la mano llena de clavos y cristales rotos y la frase “Nunc est bibendum” como protagonista (traducida en la época como “El neumático tragador de obstáculos“). Evolucionando con la época Hasta la Primera Guerra Mundial O’Galop se encargó de la mayoría de las imágenes difundidas por la marca, dotando a Bibendum de ese tono bromista que le caracterizó en sus primeros años de vida. Sacó adelante casi 300 ilustraciones articuladas alrededor de cuatro ejes principales: El aspecto técnico de los productos, las carreras automovilísticas, la imitación de personajes históricos y las alusiones a la política y sociedad de la época. Estéticamente, Bibendum transmitía a la perfección la esencia de la época, formado por 40 estrechas ruedas, características de los carruajes y bicicletas que poblaban las calles junto a los primeros automóviles. Mu84 | LLÁMPARA

HÉROES DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL

chos carteles dan testimonio de ello al mostrar a Bibendum quitándose uno de sus neumáticos para socorrer a un desafortunado automovilista. No tarda en aparecer la competencia y las críticas directas, pero el carismático personaje siempre logra salir airoso jungado con su actitud burlona y sus frases irónicas, apoyado en todo momento por una marca innovadora en contínuo crecimiento. Poco a poco se va convirtiendo en un héroe de la época, caracterizándose de importantes personajes históricos, desde Arquímedes y Descartes hasta Napoleón, llegando incluso a presentar al mundo sus propias tablas de la ley, donde figuran los mandamientos para el buen conductor. Siempre acompañado por las gafas y el puro (símbolo de los automovilistas adinerados de la época), no tardó en convertirse en un personaje tan influyente que incluso avaló la propuesta de numeración de carreteras y rediseño del sistema de señalización en Francia, consiguiendo que Michelín se implantase como la marca líder del país y, paulatinamente, de casi todo el mundo. Con el paso del tiempo y el cambio de manos entre un dibujante y otro, Bibendum adopta infinidad de rasgos, apareciendo unas veces como un ser rollizo e imponente, otras como alguien cercano y jovial, con representaciones de él en forma de gigante, del tamaño de un peluche, como padre de familia con mujer e hijo, e incluso como deportista esbelto y atlético. Sin embargo, ante la creciente importancia de la marca, la silueta de Bibendum tiende a estandarizarse y se estabiliza en apenas una treintena de neumáticos, más estilizado y con una personalidad más abierta. Durante los primeros años del siglo XX comenzaron a aparecer grandes marcas con logotipos también inspirados en

héroes históricos, mitológicos o animales, como el león de Peugeot, la vaca que ríe o el café Mahatma Gandhi. Además, las calles se llenaron con una avalancha de publicidad con protagonistas hechos de productos manufacturados, moda que perduró hasta los años 50/60 (como puede verse en los carteles de Spontex o el personaje de Esso con la cabeza en forma de gota de aceite). Aun así ninguno de ellos logra ensombrecer a nuestro protagonista, que progresivamente continuó creciendo y adquiriendo nuevos rasgos humanos. En 1914, René Vicent lo dota de una verdadera boca. Al poco tiempo adquiere unos labios finos y rojos y, cinco años después, Albert Philibert humaniza la mirada de sus ojos oblicuos. En los años 20 Michelin lanza un modelo revolucionario de neumáticos, los Confort, con banda de rodadura ancha y baja presión. Bibendum sufre una nueva transformación para adaptarse a los tiempos que corren, bajando de peso hasta los 26 neumáticos y ganando una silueta más clara. Continúan sus paulatinos cambios, su personalidad se va imponiendo sobre su aspecto, haciendo de Bibendum un personaje cada vez más cercano al público, intentando transmitir mejor los valores y características de la empresa. Su aparición hace escasas semanas vuelve a reflejar esa vocación de portavoz de Michelin: una silueta amigable, pero con la fuerza y ganas de socorrer al consumidor que siempre le caracterizaron. De todos los iconos industriales es el único que ha desarrollado una personalidad con tanta complejidad y un carácter tan polifacético, por lo que fue galardonado como icono publicitario del siglo y, a día de hoy, Michelín lo considera una parte imprescindible de su futuro. n


entre’comillas

BREVES

DIN, La tipografía industrial que conquistó el mundo De las mesas de los ingenieros a las pantallas de los diseñadores CARLOS DE MIGUEL GARCÍA Diseñador gráfico y docente en tipografía ESI La Escuela de Diseño

¿Cómo una tipografía de origen industrial puede conquistar el corazón de medio mundo? Esta es la curiosa historia de un tipo de letra pensado para uso normalizado y de apariencia geométrica convertido en un icono de diseño y modernidad. Diseñadores de todo el planeta han sido cautivados y seducidos por su sencilla elegancia y sus rotundas formas. La tipografía original DIN surgió de las mesas de los ingenieros alemanes del Deutsches Institut für Normung (en español, Instituto Alemán de Normalización). Esta organización también normalizó los tamaños de papel que usamos habitualmente, una idea que surgió de la Escuela Bauhaus. En 1936, la tipografía DIN 1451 fue declarada por el Comité Alemán de Estándares como la tipografía para las áreas de tecnología, tráfico, administración y negocios. La selección de una tipografía de palo seco se debe a su legibilidad y a las formas geométricas fáciles de reproducir. Su intención no era orientarla para usos “artísticos” o publicitarios. De hecho, hubo bastantes discrepancias sobre su calidad estética. Aún así, se extendió rápidamente por toda Alemania, especialmente en la señalización de carreteras. Después de que la compañía Font Font rediseñara la antigua DIN 1451 (1936) y la convirtiera en la popular y exitosa FF DIN, se ne-

Deutsches Institut für Normung. Diseño del alfabeto DIN 1451 y esquema para la fabricación de señales normalizadas para las carreteras de Alemania / WWW.DINFONT.COM

cesitaron muchos años y muchas horas de trabajo hasta conseguir una tipografía equilibrada, moderna e intemporal. Esta versión contemporánea ha sido acogida por diseñadores de todo el mundo y es utilizada en todo tipo de aplicaciones como libros, carteles, publicidad y revistas debido a su apariencia funcional y moderna. El tipo de letra FF DIN fue diseñada por Albert-Jan Pool en 1995. El autor retocó de forma muy hábil la tipografía DIN 1451, dotándola de rasgos más sutiles y puliéndola para su uso tanto en publicaciones impresas como para la web o la pantalla. Las formas originales, basadas en ángu-

los de noventa grados y formas rotundas sin remates ni adornos, sirvieron para desarrollar una extensa familia. Precisamente, esa aparente sencillez ha cautivado a muchos profesionales que la han utilizado para muchos proyectos, de tal forma que se ha convertido en la tipografía de referencia para muchos organismos o empresas, entre ellos, el Centro de Arte Georges Pompidou, el New York City Ballet o la Deutsche Kinemathek für Film und Ferneshen. Por supuesto, es la tipografía corporativa de Llámpara Patrimonio Industrial desde su fundación y es la letra con la que están redactadas estas líneas. n PATRIMONIO INDUSTRIAL | 85


miradas

SOBRE NUEVOS USOS DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL

ESPAÑA

El hangar del ferrocarril en Burgos

Ubicación: Burgos (España) UTM. X: 442004 Y: 4686880 Huso: 30 Año de Apertura: década de 1950 Año de Cierre: en funcionamiento con nuevo uso

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A mediados del siglo XX RENFE y el Ministerio de Obras Públicas se decidieron a construir lo que denominaron “Estación Común” de Burgos, acometiendo una reorganización integral, en una sola estación mixta de viajeros y mercancías, de lo que hasta entonces eran dos estaciones colindantes: la de la Compañía del Norte (Burgos Avenida) y la de la Compañía del SantanderMediterráneo (Burgos San Zoles). Se empezó, en la década de 1950, por la construcción de un nuevo depósito de locomotoras, que sustituyó a los anteriores, situados en otros lugares del extenso espacio ferroviario. Estas nuevas instalaciones tuvieron siempre la categoría de “Reserva de tracción”, dependiente funcionalmente del Depósito de Miranda de Ebro, y, aparte de los talleres, hoy desaparecidos, sus elementos más significativos eran el cocherón de locomotoras (el “hangar”) y el puente giratorio. El ámbito del Hangar es uno de los restos patrimoniales del ferrocarril en la ciudad de Burgos que en vez de ser demolidos han sido readaptados para otros usos siguiendo la ordenación del Plan Especial de la Estación. El entorno, incluido el puente giratorio, ha sido urbanizado como parque y zona estancial. El cocherón por su parte ha sido adaptado para acoger funciones como Centro de Creación Musical, transformado en un nuevo espacio de encuentro en Burgos donde poder disfrutar de una programación musical diseñada para todos los públicos y gustos musicales. La sala de conciertos tiene un aforo de 1.200 personas y el edificio además incluye 18 salas de ensayo para la práctica, desarrollo y la formación musical de bandas locales a lo que hay que sumar un estudio de grabación de última generación. Ofrece además servicios de cafetería de verano e invierno, zona Wifi, música en directo, cursos y conferencias, presentaciones y un

variado programa de actividades durante todo el año. Sin perder de vista su pasado ferroviario, en todo este espacio, incluido el propio logotipo pervive la huella del pasado, representando el cocherón junto a la plataforma giratoria, consiguiendo aglutinar en una sola imagen tanto su uso actual como a la instalación precedente. La intervención ha sido a cargo del estudio AU Arqui-

tectos, con el arquitecto Félix Escribano Martínez a su cabeza, que han llevado a cabo una actuación loable por el buen gusto y el saber hacer –respetuoso y arriesgado– con el patrimonio y con la identidad del lugar. Resaltar, por ultimo, que es cuando menos curioso que en Burgos se llame hangar al cocherón de locomotoras, y desconocemos cómo ha llegado a consolidarse este nombre tan poco ferroviario. Quizá porque en los años cincuenta del pasado siglo se considerase más sugerente esta denominación, por extensión de la de los flamantes cobertizos destinados a guardar o reparar aviones. En todo caso, rótulos al margen, su forma y disposición son… de tren. n PATRIMONIO INDUSTRIAL | 87


NUEVOS USOS DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL

ESPAÑA

Museo de la siderurgia y la mineria de Castilla y Leon: patrimonio vivo Roberto Fernández Fernández DIRECTOR MSM

Ubicación: Sabero, León (España) UTM. X: 324019 Y: 4745077 Huso: 30 Año de Apertura: 1846 Año de Cierre: en funcionamiento con nuevo uso

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El catorce de Mayo del año 1846 se ponía la primera piedra del primer alto horno de fundición de hierro de la Ferrería de San Blas, ubicada en la localidad leonesa de Sabero. El dos de Julio del año 2008 se inauguraba el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León (MSM), situado también en este pueblo a los pies de los Picos de Europa. Al extraordinario acontecimiento de mediados del siglo XIX acudieron Don Miguel Iglesias, fundador de la empresa promotora de la Ferrería, la Sociedad Palentina, Philipe Paret, ingeniero y director facultativo de la fábrica, así como otros participes de esta sociedad, trabajadores, las máximas autoridades civiles y eclesiásticas de la zona y la mayor parte de los vecinos de la villa. El acto inaugural del museo contó con la presencia de las principales autoridades políticas de la comunidad de Castilla y León y una nutrida representación del ámbito cultural y empresarial de la región. Junto a ellos, los trabajadores de este nuevo centro y la mayoría de los vecinos del Valle. Ciento sesenta y dos años separan ambos momentos. Tres siglos diferentes han visto pasar la vida de la vieja Ferrería, y aquella primera piedra lo fue también, por imperativo del destino, del museo que hoy recoge el testigo de aquellos hombres audaces que un día creyeron que era posible traer a España la industria moderna que ya se extendía por Europa. Aquella unión de voluntades y capitales se materializó en el primer horno alto al cok que existió en nuestro país. La fábrica, en su etapa de máximo esplendor, contó con dos hornos altos, dos máquinas soplantes, varias decenas de hornos de cok, hornos de pudelado y de refino, una máquina de vapor, calderas, martillo pilón, trenes de cilindros y toda una serie de talleres e instalaciones auxilia-

res, tales como casas de oficinas, casa de maestros, almacenes, cuadras y viviendas para obreros. También fue necesaria una unión de voluntades para poner en marcha el museo y por supuesto una fuerte inyección de recursos económicos. La voluntad del Ayuntamiento de Sabero, que se empeño en que una vez desaparecida de la cuenca la actividad minera en la década de los años noventa del siglo XX, no desapareciese de él la memoria del carbón, encontró la firme voluntad de la Junta de Castilla y León, que no solo respaldó la idea , sino que la asumió como propia, diseñando un ambicioso proyecto museístico. El Valle de Sabero había sido la cuna de la siderurgia moderna del país y el pionero en la minería de nuestra comunidad. Ambos aspectos eran avales suficientes para albergar el Museo de la Siderurgia y la Minería de Castilla y León. Además, el lugar escogido para su ubicación no podía ser mejor: la nave de forja y laminado de la Ferrería de San Blas. Un impresionante edificio de estilo neogótico, formado por una gran nave central con grandes arcos diafragma apuntados y dos naves laterales, construido en piedra y ladrillo, al estilo de otras similares en Europa, de las que hoy no quedan vestigios. En los últimos cien años, esta nave, perdido su uso primitivo, había sido reutilizada por la empresa minera Hulleras de Sabero y Anexas S. A, alojando diferentes servicios de la misma y convertida en un pabellón de usos múltiples. En el año 1991, ya de titularidad municipal, es declarada Bien de Interés Cultural con categoría de monumento. Su elección como sede del MSM constituye un ejemplo a seguir en la recuperación y puesta en valor del Patrimonio Industrial. Una inversión de cinco millones de euros ha permitido

restaurar el edificio y realizar en él un importante trabajo arqueológico que ha sacado a la luz la ubicación originaria de las grandes máquinas que daban vida a la Ferrería. Otra inversión adicional de tres millones de euros ha posibilitado llenar el espacio de contenido, con una musealización no invasiva que permite al visitante sorprenderse con el maravilloso edificio, al que muchos denominan ya “la catedral del hierro” y sentirse parte de la revolución industrial al caminar entre las sorprendentes reproducciones a tamaño real de buena parte de la maquinaria siderúrgica. La conversión de este bien patrimonial en museo ha permitido no solo su recuperación sino también la garantía de su conservación en el futuro y la posibilidad de que sea conocido por miles de personas que valoraran la importancia del patrimonio industrial como fuente de conocimiento de un pasado reciente que a veces por su cercanía en el tiempo no es lo suficientemente valorado. La Ferrería de San Blas no pudo superar los problemas de carácter empresarial que le sobrevinieron a los pocos años de su puesta en marcha, pero todo aquel caudal de ilusión, de espíritu emprendedor, todo aquel esfuerzo colectivo y aquella pasión por hacer algo realmente grande, no se ha perdido en las nieblas del tiempo, reposa hoy en un museo que tendrá un largo recorrido y sabrá transmitirlo a las generaciones presentes y futuras. Bibliografia básica F. QUIRÓS LINARES. “La Sociedad Palentina-Leonesa de Minas y los primeros altos hornos al cok de España, en Sabero (1847-1862)”. F. QUIRÓS LINARES. “Santiago Alonso Cordero y la Ferrería de San Blas, en Sabero”, Argutorio, nº 15, 2005, p. 22-25. J. SÁNCHEZ MELADO. “Sabero, historia económica de una cuenca minera”, Eugras, 2008. www.museosm.com

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NUEVOS USOS DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL

ESPAÑA

¿Patrimonio industrial en Salamanca? ¡Sí, y qué joya! La factoría Mirat

Ubicación: Salamanca (España) UTM. X: 276132 Y: 4538752 Huso: 30 Año de Apertura: 1875 Año de Cierre: en proceso de desmantelamiento

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En la ciudad de Salamanca, junto al Tormes, existe un lugar donde se condensa una porción de la historia de los últimos 200 años de nuestro país. Un lugar que se convierte también en el símbolo visual del perfil de la ciudad histórica que representa a la Edad Contemporánea, junto con el Colegio de la Compañía de Jesús, la espadaña de la Universidad, la Catedral y el Monasterio de San Esteban de los dominicos, que nos hablan de épocas anteriores. Nos referimos a la factoría Mirat. Desde que en el siglo XVI la Orden jerónima eligiera este lugar para asentarse, sobre él se han ido materializando los principales acontecimientos de la ciudad y del propio país. En el siglo XIX, el complejo jerónimo se vio afectado por la desamortización, pasó a manos privadas y de descendientes de franceses, y comenzó su andadura industrial. A partir de ahí, se fue convirtiendo en la industria de mayor trascendencia para la ciudad y, aún hoy, sigue en activo sobre ese mismo lugar originario. Todas esas etapas han ido dejando su huella física sobre el terreno y superponiéndose en vertical, pero eso no hace sino acrecentar el valor histórico, representativo y social de esta piedra preciosa del patrimonio salmantino. En la actualidad, ha llegado el momento de “alejar” la producción industrial de una zona destinada a ser habitada por la población. Esto representa una gran oportunidad para intentar una puesta en valor modélica que rescate toda su historia, la preserve y potencie, y dote de un recurso económico y de atracción a esa zona y a toda la ciudad. Valores como patrimonio industrial Actualmente es ya, en sí mismo, un verdadero museo vivo de la industria en Salamanca: por su historia, su morfología, sus instalaciones, sus muebles y documentos, sus máquinas y, también, por las personas que

aún mantienen la memoria del trabajo y el conocimiento de las prácticas industriales que en Mirat se han desarrollado y aún hoy lo hacen. Por sus instalaciones. Mantiene todos los espacios que han caracterizado a las instalaciones de producción, así como, el edificio noble de viviendadespachos, las zonas comunes como el comedor, el espacio de trabajo de las mujeres, el muelle de carga-descarga para el ferrocarril, las fachadas de tipología industrial con los letreros de la empresa, etc. Por sus bienes muebles. Cuenta con un importante patrimonio documental y bibliográfico, formado fundamentalmente por su archivo de empresa. También es de suma importancia toda la maquinaria que conserva, en muchos casos aún en funcionamiento.

Por su significación social. Su historia es también la de la población salmantina como se refleja al preguntar a los ciudadanos. Además, las vidas de muchas familias han estado y siguen estando unidas a Mirat. Mirat es un bien muy valioso en el que se entremezclan multitud de valores, religiosos, sociales, económicos, tecnológicos, industriales o culturales. Ahora es el momento de reflexionar sobre qué hacer, cómo, cuándo, por qué y para qué; de abrir un debate a todos los niveles que favorezca la adopción de decisiones y la puesta en marcha de un proyecto que pueda convertirse en modélico y mantenga a Salamanca entre el privilegiado grupo de los lugares que no sólo aman su patrimonio sino que también saben preservarlo y seguir viviéndolo cada día. n PATRIMONIO INDUSTRIAL | 91


NUEVOS USOS DEL PATRIMONIO INDUSTRIAL

ESPAÑA

Arizona Baby y el Puente de Herrera

Ubicación: Herrera de Duero, Valladolid (España) UTM. X: 364665 Y: 4603818 Huso: 30 Año de Apertura: 1895 Año de Cierre: 1995 FOTOS: JANA ÚBEDA

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En 1895, la Compañía de los Ferrocarriles de Madrid a Zaragoza y Alicante promovió la construcción de un puente ferroviario metálico de vigas tipo Pratt, de tablero inferior, con un vano de 61 metros de luz, similar en estructura y tamaño a los otros puentes de la línea sobre el río Duero. Fue construido por Seyrig, una empresa francesa propiedad de Théophile Seyrig, que estuvo asociado durante 11 años con Gustave Eiffel. Con el paso del tiempo, y la pérdida de importancia del tráfico cerealístico, la línea de Ariza fue considerada una línea secundaria. El 1 de enero de 1985 se cerró al tráfico de viajeros. Pronto también decayó el tráfico de mercancías, y sólo en el entorno de Valladolid y Aranda de Duero siguió utilizándose hasta su cierre en 1995. La infraestructura no ha sido desmantelada, y desde la división de Renfe en dos empresas (Adif y RenfeOperadora), en el año 2004, pasó a formar parte, como bien patrimonial, de Adif. Este puente de singular diseño ha servido como escenario para uno de los grupos musicales emergentes en el panorama nacional: Arizona Baby. Entrevistamos a Javier Vielba cantante de la formación vallisoletana. En vuestra imagen promocional habéis utilizado un viejo puente ferroviario cerca de Herrera de Pisuerga. Este lugar aparece tanto en fotografías como en vídeo. ¿Por qué motivo habéis elegido ese lugar? Elegimos este lugar porque nos pareció que había muchas coincidencias, para empezar el nombre de la línea Ariza, es semejante a Arizona, además es un paraje desolado que, tomando un buen encuadre, es muy evocador y también un marco muy adecuado en el imaginario que se despliega en nuestras canciones. Además Marcos, el percusionista de la banda, vive muy cerca del puente, lo conoce muy bien y nos parecía un lugar muy emblemático.

La música del grupo parece estar a medio camino entre un pasado cercano y el presente más inmediato, ¿Cual es vuestra inspiración para construir el sonido de la banda? ¿Qué referentes tenéis? Los impulsos y las imágenes cuando componemos se inspiran en el cine, la fotografía y en los paisajes que contemplamos, soy muy aficionado al cine y eso inspira no solo lo musical, sino lo visual, tomamos como referencia la musica que nos gusta y recurrimos a menudo al cine y a los viajes como inspiración. A veces parece que la música actual nada tiene que ver con la cultura, sin embargo Arizona Baby usa referencias al arte incluida la extraña portada de Second to None, vuestro último trabajo. Comentadnos algo al respecto. No concibo la musica sin cultura, es todo uno, cualquier movimiento musical tiene iconos culturales muy claros como por ejemplo el blues y el punk y todo su universo cultural y social. La portada esta motivada por querer confrontar las culturas americana y castellana, la imagen de la monja evangelizando en Soria y en Arizona tiene traslado en

nuestra música a medio camino entre los sonidos de frontera y nuestra cultura. La iconografía del disco es poderosa y chocante e invita a la observación. El disco tiene que llamar atención e invitar a su escucha. Muchas de las fotografías de Arizona Baby son en blanco y negro. ¿Las canciones de Arizona Baby tienen que ver con esa paleta cromática? Creo que sí, porque usamos elementos muy básicos a nivel de instrumentación, en nuestra música la tradición del blues, el country, el swing y el rock and roll, están presentes en nuestra forma de tocar. Nuestro sonido está en la tradición del rock and roll pero nos salimos de ese patrón en cada canción, nos gusta recurrir a los patrones más clásicos pero a veces los rompemos para crear nuevos sonidos. Efectivamente la paleta cromática de Arizona Baby es el blanco y negro, pero más adelante nos gustaría pasar al color, un color gastado y a la vez luminoso como se puede percibir en nuestro vídeo “Shiralee”. n www.myspace.com/arizonababyrocks

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Actividades de Llámpara en 2009

2009 1. Proyecto “Patrimonio Activo

Durante el año 2009 se llevó a cabo el proyecto “PATRIMONIO ACTIVO”, aprobado en el marco del Programa Juventud en Acción de la Unión Europea, la Acción 1 (Juventud con Europa), sección 1.2. (Iniciativas Juveniles). El objetivo general de este proyecto fue la participación activa de jóvenes europeos en la defensa y protección del Patrimonio Industrial Europeo, a través de la implementación de acciones locales. Este proyecto se basó en la voluntad de un grupo de jóvenes de Castilla y León para la promoción de la protección activa del Patrimonio Industrial a través del desarrollo de actividades, basadas en sus deseos e intereses, ejecutadas a nivel local, pero con una proyección europea en su diseño e implementación. Se ha planteado el proyecto como vehículo para conseguir distintos objetivos: (1) adquisición de las herramientas necesarias para la promoción de la iniciativa juvenil, (2) desarrollo de competencias personales y sociales de los jóvenes, (3) promoción de la educación no formal a través de la participación en un campo de actividad concreto, (4) sensibilización de la comunidad local acerca de la importancia de proteger el Patrimonio Industrial. Durante el año 2009 se han desarrollado la mayor parte de las actividades vinculadas a esta iniciativa, siendo las más destacadas: el desarrollo de la Semana Patrimonio Activo el 12 al 16 de Mayo de 2009, en las instalaciones del el Espacio Joven del Ayuntamiento de Valladolid, lugar idóneo para celebrar una actividad de esta naturaleza. La semana del Patrimonio Activo se articuló en la realización varias actividades entre las que cabe destacar la impartición de varios talleres (Fotografía y Diseño de Fanzines), charlas sobre gestión de proyectos asociativos y el desarrollo de un Rally/Concurso Fotográfico del Patrimonio Industrial de Valladolid. Asimismo, la semana culminaría con la inauguración de la Exposición “DE CERCA” sobre el Patrimonio Industrial de Valladolid. http://patrimonioactivo.blogspot.com/

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2. Campaña de Sensibilización en Universidad e IES Consciente de la necesidad e importancia de inculcar la sensibilidad y la importancia del Patrimonio Industrial entre los jóvenes, Llámpara continúa desarrollando campañas de sensibilización tanto en Universidades como en Institutos de Educación Secundaria a través de la colaboración de algunos de sus miembros. Reflejo de ello son las charlas en las asignaturas de Didáctica del Patrimonio en la Escuela de Magisterio (Enero 2009), Fotogrametría en la Escuela de Arquitectura (Marzo 2009), Etnografía Popular en la Facultad de Filosofía y Letras (Enero 2009), Taller de Jóvenes Geógrafos (Marzo 2009), etc... en el ámbito universitario o las charlas en los IES Juan de Juni y La Merced a los alumnos de 1º y 2º de Bachillerato y 3º y 4º de la E.S.O. En el marco de estas campañas de sensibilización se esta llevando a cabo un Cuestionario en la Comunidad Universitaria acerca de como percibe el Patrimonio Industrial, actividad muy útil para tener una visión real de la perspectiva del alumnado universitario acerca del Patrimonio Industrial. Durante el año 2008 se han desarrollado las primeras actividades vinculadas a esta iniciativa, siendo las más destacadas: diseño concreto del Plan de Acción de todo el proyecto (que finalizó en Septiembre de 2009), inicio de la Campaña de Recogida de ideas para nuevos usos de la Azucarera de Santa Victoria y Viaje Cultural a Sabero.

3. Participación en los Inventarios del Patrimonio Histórico Industrial de las provincias de Salamanca y Burgos, y de la Cuenca del Río Segura Algunos miembros de Llámpara han participado en los Inventarios del Patrimonio Histórico Industrial de las provincias de Salamanca y Burgos. Estas iniciativas son diseñadas, impulsadas y financiadas mediante licitación pública por la Dirección General de Patrimonio de la Junta de Castilla y León, en el marco del Plan Básico de Estudios y el Plan Sectorial de Patrimonio Industrial del Plan PAHIS 2004-2012 para el Patrimonio Histórico de Castilla y León (http://www.jcyl.es, Consejería de Cultura y Patrimonio). Asimismo han participado en el Inventario del Patrimonio Industrial de la Cuenca del Río Segura, desde su nacimiento en la provincia de Albacete hasta su desembocadura en la de Alicante. Este proyecto ha sido promovido y es coordinado por María Griñán Montealegre, profesora de la Universidad de Murcia.

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4. Presentación del número 2 de la Revista Llámpara”

Llámpara presentó el 16 de abril en el Espacio Joven de Valladolid el segundo número de la revista “Llámpara”. El acto contó con la colaboración de José Luis Lalana, experto en Patrimonio Industrial, que nos acercó un poco más al complejo concepto de Patrimonio Industrial. La revista también fue presentada en el Museo Etnográfico de Castilla y León el 4 de junio. http://llamparas.blogspot.com/2009/05/ revista-llampara-numero-2.html

5. Actividad Cultural en San Cebrián de Muda Los días 13 y 14 de Junio en coordinación con el Club de Montaña Ojanco y Fundación INTRAS se organizó un viaje consistente en desarrollar varias actividades relacionadas con el aprendizaje activo de la realidad minera de este valle y otros colindantes (valle de Santullán, Orbó,...) mediante la realización de actividades al aire libre. Podemos destacar: el paseo por la senda de Ursi, el Mirador de las estrellas, la visita al Museo Minero de Barruelo de Santullán y la Gymkhana entre los vestigios industriales de San Cebrián (lavadero, minas, apeadero de ferrocarril, poblado minero,...) http://clubojanco.blogspot.com/

6. Viajes a Londres y Oporto En el marco del proyecto “Patrimonio Activo”, financiado por el programa Juventud en Acción de la Unión Europea, Llámpara organizó un viaje cultural a Londres, para visitar varios bienes vinculados al Patrimonio Industrial. El viaje se desarrolló entre el 23 y 26 de abril y en él se pudo disfrutar de visitas como la Tate Modern o St. Pancras Station. Llámpara organizó un segundo viaje, este mismo año, esta vez el destino elegido fue la ciudad de Oporto (Portugal), y las fechas del 5 al 8 de diciembre. En el mismo se visitaron algunos emplazamientos representativos del patrimonio industrial de Oporto como los puentes Luis I y Maria Pía, el Palacio de la Bolsa, la fabrica Chumbo de Caça, sin olvidar la obligada visita a las tradicionales bodegas de Oporto.

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7. Colaboración en el Curso Miradas al Patrimonio Industrial. Universidad permanente Millán Santos La Universidad Permanente Millán Santos de la Universidad de Valladolid impartió entre enero y abril el curso denominado “Miradas al Patrimonio Industrial: un reencuentro con nuestra memoria”. El objetivo esencial de este curso, coordinado por la profesora Olaia Fontal, es conocer elementos significativos del patrimonio industrial de Castilla y León desde la óptica de diversas disciplinas, como la Historia, el urbanismo, la arquitectura,… y comprender las vinculaciones del patrimonio industrial con nuestra memoria del trabajo. Dentro de sus más de 15 ponencias y talleres, abiertos tan sólo para los alumnos de este curso universitario, Llámpara colaboró en el desarrollo de algunas ponencias desde su perspectiva asociativa y su experiencia en este campo.

8. Gymkhana en el Canal de Castilla El 18 de abril, en colaboración con Fundación INTRAS, y en el marco de las Iniciativas Juveniles “Patrimonio Activo” y “Agenda Joven Ocio”, proyectos ambos del Programa Juventud en Acción, se desarrolló una Gymkhana entorno a la Dársena del Canal de Castilla y la Fábrica de Harina de San Antonio en Medina de Rioseco. 17 fueron los participantes que disfrutaron de la actividad, segunda con este formato tras la celebrada en 2008 en la Azucarera de Santa Victoria en Valladolid. http://llamparas.blogspot.com/

9. Exposición “La Maquina del Tiempo” y Exposición “DE CERCA” Uno de los resultados del Proyectos “Huella Industrial. Inventario del Patrimonio Industrial en las Sierras de Béjar y Francia” proyecto que ha sido desarrollado con el apoyo del grupo de Acción local ASAM, financiado por fondos Leader+ de la Unión Europea y por Bancaja, ha sido la exposición “La Maquina del Tiempo”. Desde el mes de Junio se puede disfrutar de esta Exposición en la sala de Exposiciones del mirador de las estrellas de San Cebrián de Muda. Igualmente en el marco de la Semana del Patrimonio Activo celebrada en el mes de Mayo en Valladolid, pudimos disfrutar de la Exposición denominada “De Cerca. Aproximación Estética al Patrimonio Industrial cercano”, estuvo compuesta por imágenes de tres fotógrafos: Alfredo Allué, César Martín y Juan Carlos Quindós, e imágenes extraídas del Primer “Rally fotográfico Patrimonio Industrial Activo”.

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10. Participación en jornadas y reuniones Internacionales Durante el año 2009 Llámpara estuvo presente en varios foros internacionales de intercambio de ideas y experiencias. Destacar la participación en el ciclo de conferencias en conmemoración de los 300 años del primer uso comercial exitoso del coke para fundir hierro en Coalbrookdale, celebrada en esta misma localidad británica en el mes de junio. En este importante evento se ofreció una visión general del estado del Patrimonio Industrial en España y Castilla y León. Asimismo, tres meses después, en Septiembre, se ofreció una visión similar, centrándonos en el ejemplo de la Fábrica de Santa Victoria en Valladolid, en la Conferencia de la Asociación Europea de Arqueólogos celebrada en Trento, Italia. Llámpara coordinó el taller de Memoria del Trabajo en el mes de Julio en el Museo Etnográfico de Castilla y León. En el marco de este taller se plantearon algunas cuestiones básicas acerca de este concepto y se llevó a cabo una práctica de recogida de testimonios directos trabajadores de fábricas antiguas. Durante el mes de Diciembre Llámpara participó en el primer curso de “Patrimonio Industrial. El gran desconocido, el gran desprotegido” organizado por la Universidad de Murcia.

11. Co-organización de las I Jornadas de Jóvenes y Patrimonio Industrial

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Es necesario destacar el apoyo a la coordinación y participación activa de la Asociación en las I Jornadas de “Jóvenes y Patrimonio Industrial”, celebradas en el mes de Noviembre en Madrid, y organizadas por la Universidad Autónoma de dicha ciudad. Estas jornadas han permitido establecer un primer contacto entre múltiples agentes públicos y privados vinculados al Patrimonio Industrial, estableciendo un índice de actuaciones que permitirá dar un desarrollo práctico a temas enquistados en este ámbito: establecimiento de metodologías conjuntas, intercambio de buenas prácticas detallando no sólo el resultado sino las vías para alcanzarlo, apoyo a la búsqueda de financiación,… Está prevista una segunda edición a finales del año 2010, donde se llevarán a cabo talleres prácticos en distintas materias activas vinculadas al Patrimonio Industrial.

12. Relación con otras entidades Llámpara ha iniciado los contactos y la colaboración con diferentes entidades durante el año 2009: • Fundación Robinson (Portalegre, Portugal). • Universidad de Birmingham (Birmingham, Reino Unido). • Ironbridge Institute (Ironbridge, Reino Unido). • Escuela de Arquitectura de la Universidad de Lisboa (Portugal) • Museo del ferrocarril de Asturias (Gijón). • Fundación CIUDEN (Ponferrada).

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13. Nueva Sede El pasado 15 de Octubre se llevo a cabo la inauguración de la nueva sede de la Asociación que congregó a un buen número de socios en el local situado en la C/ San Ignacio 9, local número 11, 47003 de Valladolid (en el Pasaje del Palacio de los Marqueses de Valverde, junto a la Iglesia de San Miguel, se puede acceder a través de la C/Expósitos). El objetivo de Llámpara es que esta sede se convierta en el centro de reunión de los diferentes miembros de la Asociación, lugar donde se puedan resolver sus consultas y sitio en el que se pueda visitar una pequeña biblioteca con diferentes publicaciones relacionadas con el Patrimonio Industrial. La sede está abierta todos los jueves de 19.00 a 21.00 h. Te invitamos a que acudas, la conozcas si aún no lo has hecho y aproveches todo lo que te podemos ofrecer.

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galería

MANUEL PRIETO CABELLO


Manuel Prieto Cabello, la industria hecha a mano El autor de las láminas que ilustran este texto se llama Manuel Prieto Cabello. Una persona anónima y desconocida con una historia profesional no muy diferente a la de otros que también decidieron estudiar Ingeniería Industrial en los años 40. Sin embargo, al observar, o mejor dicho, al admirar estos dibujos, encontramos en ellos algo que nos atrapa, que nos seduce y que nos fascina. Para los que somos ignorantes en la materia, estos trazos nos podrían recordar a aquellos primeros bocetos de máquinas dibujados por Leonardo da Vinci. Para los entendidos, está claro que representan estructuras de maquinaria industrial. Pero, para ambos, suponen un interesante ejercicio de la imaginación, cercano a lo artístico, en el que descubrir el instrumento o la máquina que se esconde detrás de estos diseños. El hecho, además, de estar dibujados a mano, les añade un valor que los transforma en piezas únicas, dignas de ser

Manuel Prieto Cabello / ARCHIVO FAMILIAR

conservadas como elementos históricos de una manera de hacer y de pensar la industria muy diferente a la actual. Manuel Prieto Cabello se especializó como ingeniero industrial técnico mecánico y técnico químico en 1942. Su padre trabajaba como representante textil y fue quien le animó a continuar con sus estudios en Tarrasa. Allí, estudió la carrera de Ingeniería Industrial y se especializó como técnico textil. Además, comenzó los estudios

de Ingeniero Perito Industrial, aunque tuvo que hacer un paréntesis durante los años 1944 y y 1945 para cumplir el servicio militar en Tarifa y Valladolid. En 1946, realizó el segundo curso de Ingenieros Peritos Industriales y, ese mismo año, se casó com Mercedes Puigbó Alegre. A partir de ese año, y hasta 1953, trabajó en Alegre y Puigbó, la empresa que tenía en Tarrasa el padre de su mujer, Juan Puigbó. La empresa se dedicaba a la hilatura de lana y estambre y a la confección de tejidos de lana y seda. Cuando Juan Puigbó se marchó a trabajar a Sevilla y a la República Dominicana, Manuel se fue a Valladolid con su mujer y sus cinco hijos en 1953. Allí, trabajó hasta la jubilación como representante en Textil Castilla, la empresa de su padre. Toda una vida dedicada a la industria textil narrada por medio de estas láminas que, por derecho propio, pasarán también a formar parte de nuestro Patrimonio Industrial.

“ Manuel Prieto Cabello se especializó como ingeniero industrial técnico mecánico y técnico químico en 1942. Su padre trabajaba como representante textil y fue quien le animó a continuar con sus estudios en Tarrasa”

Alzado, perfil y sección de perfil de un engranaje cilíndrico de dientes rectos / MANUEL PRIETO CABELLO

Texto de Jesús A. Hernández


Perspectiva axonométrica de un engranaje cilíndrico de dientes rectos / MANUEL PRIETO CABELLO

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Planta y alzado de un mecanismo reductor básico de velocidad / MANUEL PRIETO CABELLO

Planta, alzado, perfil y perspectiva axonométrica de un empalme con tornillos embutidos / MANUEL PRIETO CABELLO

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PPerspectiva axonométrica de un motor de explosión / MANUEL PRIETO CABELLO

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Perspectiva axonomĂŠtrica de un cojinete o rodamiento / MANUEL PRIETO CABELLO



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