Agenda Regional mujeres de las populares y diversas

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AGENDA REGIONAL de las

mujeres

populares y diversas

Convenio: “Formación y Empoderamiento de mujeres populares y diversas para la Construcción de nuevas ciudadanías en Colombia, Perú, Ecuador y Brasil”

En el marco del convenio10-CO1-057 con el apoyo de:



AGENDA REGIONAL DE LAS MUJERES POPULARES Y DIVERSAS Convenio: “Formación y Empoderamiento de mujeres populares y diversas para la Construcción de nuevas ciudadanías en Colombia, Perú, Ecuador y Brasil”

En el marco del convenio10-CO1-057 con el apoyo de:


Agenda Regional de las Mujeres Populares y diversas Es una publicación de Fundacion Oxfam Intermon

Calle Diego Ferre 365 Miraflores Lima 18, Perú, (511) 241 6847 Autoras: Andrea Diez, Erika Rodríguez Gómez, Ana Maria Yañez, Izabel Santos, Martha Rico. En el marco del convenio10-CO1-057 con el apoyo de:

Convenio: “Formación y Empoderamiento de mujeres populares y diversas para la Construcción de nuevas ciudadanías en Colombia, Perú, Ecuador y Brasil” www.popularesydiversas.org

Primera edición, Abril 2015 Diseño y diagramación: Tarea Asociación Gráfica Educativa

Esta publicación podrá ser difundida sin fines comerciales por cualquier medio, sin cambios y en su totalidad, siempre que se mencione autoría.

Organizaciones participantes: Brasil: Casa da Mulher do Nordeste (CMN), Movimiento da Mulher Trabalhadora Rural do Nordeste (MMTR-NE), Centro das Mulheres do Cabo (CMC). Colombia: Corporación Casa de la Mujer, Corporación Vamos Mujer, Asociación Santa Rita para la Educación y Promoción (FUNSAREP), Asociación de Mujeres y Madres Abriendo Caminos (AMMAC), Centro de Promoción y Cultura CPC-FASOL, Corporación “Simón Bolívar” y Asociacion de Mujeres Afrocolombianas Kambirí. Ecuador: Fundación Yerbabuena, Centro de Desarrollo, Difusión e Investigación Social (CEDIS), Red Provincial de Organizaciones de Mujeres Kichwas y rurales de Chimborazo (REDCH), Red Fronteriza de Paz (RPF) Asamblea Permanente de Derechos Humanos (APDH). Perú: Centro de Derechos y Desarrollo (CEDAL), Confederación Nacional de Mujeres Organizadas por la Vida y el Desarrollo Integral (CONAMOVIDI), Sindicato Nacional de Trabajadoras del Hogar del Perú (SINTRAHOGARP), Coordinadora del Vaso de Leche Metropolitana de Lima, Flora Tristán y Movimiento Manuela Ramos.


Indice PRESENTACIÓN

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1. LOS MUNDOS POSIBLES QUE QUEREMOS LAS MUJERES POPULARES Y DIVERSAS

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2. NUESTROS CUERPOS, NUESTRO DERECHO A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIAS a. Violencias contra las mujeres, jóvenes y niñas. Afectaciones en los cuerpos y vidas de las mujeres populares y diversas. b. El continuum de violencias en la vida de las mujeres, jóvenes y niñas. c. Vindicación del derecho a una vida libre de violencias d. Desafíos, retos y proyecciones para las mujeres populares y diversas 1. Respecto al contexto que pretendemos cambiar para la obtención de una vida libre de violencias para las mujeres 2. Respecto a nuestras formas de asociación, acción y exigibilidad, insertas en la dinámica del feminismo latinoamericano y del Caribe: 3. Respecto a la relación con otros movimientos sociales y políticos 4. Respecto a las transformaciones personales y subjetivas, que resuenan en el espacio organizativo Bibliografía 3 POR UNA ECONOMÍA QUE RECONOZCA EL APORTE DE LAS MUJERES a. Contexto económico y político: el modelo de desarrollo imperante b Nuevas visiones económicas aportadas por las mujeres: Perspectiva Económica Feminista. c. El derecho al cuidado como derecho humano d. ostos y beneficios de una reforma e. El empleo y la generación de ingresos de las mujeres en América latina. Características generales f. Propuestas y rutas posibles

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a) De carácter estratégico b) De carácter coyuntural 4. PODERES Y LIDERAZGOS DE LAS MUJERES POPULARES Y DIVERSAS a. La toma de decisiones b. La distancia con los espacios públicos de toma de decisiones c. Obstáculos para la participación política d. Democracias con clientelismo para las mujeres PyD e. Sentidos de transformación del poder f. Las colonialidades remanentes y las organizaciones mixtas g. La paridad en la toma de decisiones en los ámbitos público y privado h. Hacia dónde vamos: liderazgos y construcción política de las mujeres populares y diversas Bibliografía 5. LA INTERCULTURALIDAD E INTERSECCIONALIDAD COMO ESTRATEGIAS POLÍTICAS DE ENCUENTRO Y TRABAJO DE LAS MUJERES POPULARES Y DIVERSAS a. Nuestra diversidad, nuestra riqueza. b. La interculturalidad como herramienta política. c. La interseccionalidad como categoría analítica. d. La fuerza que nos da la diversidad: como aplicar ambas dimensiones en nuestras luchas.

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Presentacion

¿Cómo se puede leer una agenda regional de las mujeres populares y diversas de cuatro países? Como una experiencia única y singular. Como una construcción política realizada, de manera transformadora y durante mas de cuatro años por lideresas de organizaciones, mujeres de barrios que nunca son noticia, sindicalistas, feministas, indígenas, mujeres vinculadas con la erradicación de las injusticias y las violencias, trabajadoras rurales y del hogar, cuidadoras de la vida, agricultoras y campesinas, mujeres afrodescendientes, mujeres que se unieron para construir, juntas, a partir de sus diferencias y diversidades. Esta agenda puede leerse así como un proceso realizado por 19 organizaciones de mujeres populares y diversas de Ecuador, Perú. Brasil y Colombia, que entre octubre del 2010 y abril de 2015 transitaron juntas el convenio: “Formación y Empoderamiento de mujeres populares y diversas para la Construcción de nuevas ciudadanías en Colombia, Perú, Ecuador y Brasil”, impulsado por Oxfam Intermon y con el apoyo de AECID. ero no solamente. orque esta a enda refle a el traba o, el sentir y las proyecciones de las mu eres populares y diversas organizadas, su visión política, su proyecto transformador y su realidad, desde antes del Convenio, enriquecido a partir del mismo, y que en el futuro se constituye en hoja de ruta y con vida propia para continuar escribiéndose con los procesos que vendrán.

DE LA INVISIBILIZACIÓN AL RECONOCIMIENTO Uno de los puntos de partida de las organizaciones que se unieron para llevar adelante este proyecto político era que los estados en particular, pero la sociedad en su conjunto en general, habían invisibilizado los aportes de las mujeres populares y diversas. Sus esfuerzos y acciones concretas por construir culturas democráticas y de paz, su trabajo en pos de un desarrollo que no violentara los derechos humanos y del medio ambiente, sus aportes a las economías con el trabajo no reconocido de las mujeres. A esto se sumaba, también, la realidad que muchas organizaciones sociales de manera directa o indirecta, se constituían en detractoras de los liderazgos de las mujeres que las integraban, ignorando sus luchas y su capacidad de transformación, y al mismo tiempo, negándose a aceptar sus demandas específicas en relación a la autonomía económica, se ual y reproductiva y al derec o a una vida libre de violencias.

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Esta agenda, en consecuencia, también puede leerse como una puesta en evidencia de todo lo que las mujeres populares y diversas han sido y son capaces de hacer para cambiar sus vidas y la de toda la sociedad.

¿POR QUE POPULARES? ¿POR QUE DIVERSAS? a auto identificación como mu eres, pero sobre todo como inte rantes de colectivos minorías o mayorías minorizadas) estigmatizados, históricamente violentados y subvalorados, es parte fundamental del patrimonio de las mujeres populares y diversas. La recuperación y revalorización de sus capacidades y poderes, históricamente despreciados por la sociedad, se constituye así en una parte fundamental del proceso de las mujeres que han construido esta agenda. La categoría Mujeres populares y diversas implica así una profunda connotación de clase, e identifica las problemáticas de las mu eres óvenes y adultas, en conte tos urbanos y rurales, asociados a condiciones precarias de vida, y a sus luchas contra la pobreza, la violencia, y por una vida digna. Al mismo tiempo, al referirse a la diversidad, consideran las diferencias existentes entre las mujeres, teniendo en cuenta categorías étnicas y raciales, territoriales, generacionales y de orientación sexual. Es importante destacar que al mismo tiempo que las diversidades constituyen una singular riqueza (de conocimientos, poderes y capacidades) las diferencias implican profundas desigualdades para estas mismas mujeres diversas en términos de acceso a los recursos económicos, simbólicos y culturales de nuestras sociedades latinoamericanas.

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Estas características influyen en cuanto a diferentes formas de discriminación. o e iste una identidad única, ni homogénea, sino muy por el contrario, la coexistencia de múltiples cosmovisiones. El pensamiento de esta mujer urbana de Cartagena sirve para comprender mejor esta categoría:

“Las mujeres de los sectores populares en los barrios marginados y empobrecidos tenemos múltiples identidades personales y colectivas que se relacionan entre si, en todas ellas es visible la discriminación que vivimos por razones de género, étnicas, por las edades, las miradas políticas, las opciones sexuales, y por una cultura profundamente machista que legitima la violencia contra nosotras las mujeres”1 Por último, se destaca en las Mujeres populares y diversas, una profunda raíz de critica a las colonialidades, de los saberes, poderes y construcción de estados, que abarca desde el etnocentrismo cultural al patriarcado como formas hegemónicas de relacionamiento y dominación en nuestros países. 1

Noris Téllez Campo. En: Con voz propia. Agenda pública de mujeres populares unidas por otro mundo posible. Articulación e mujeres populares por otro mundo posible, 2014, pag. 8.


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El escenario de cambio deseado es que en los países en que se desarrolla el convenio más mujeres populares y diversas ejerzan liderazgos y poder, se organicen, adquieran visibilidad y autonomía económica, sexual y reproductiva y política, vivan libres de violencia y sean tomadoras de decisiones, para sus propias vidas y para toda la sociedad, en ámbitos familiares, comunitarios, sociales, organizacionales, y espacios de poder públicos locales, nacionales y regionales. Las mujeres populares y diversas organizadas constituyen un potencial transformador de las desigualdades que persisten en nuestras sociedades sudamericanas. Han sido ellas las principales protagonistas, en las últimas décadas, de las resistencias a los modelos extractivistas2, ha sido su trabajo el que ha garantizado la agroecología y la la soberanía alimentaria en zonas rurales amenazada por el agronegocio3; ha sido su capacidad de movilización y su permanencia en las calles la que ha impedido el avance de gobiernos autoritarios y proyectos militaristas4. Lo extraordinario de la trayectoria de las mujeres populares y diversas organizadas ha sido su capacidad política de resistencia a macro proyectos económicos y sociales que las desfavorecían sin abandonar, al mismo tiempo, la transformación de las desigualdades que debieron enfrentar en tanto mujeres y por razón de raza/etnia: la violencia psíquica, sexual y física, el racismo y la estigmatización5, el no reconocimiento del trabajo de cuidado y del trabajo no remunerado. Así lo testimonian las mujeres afro de los palenques colombianos que, al mismo tiempo que defendían el territorio cuestionaron y redefinieron las normas internas ancestrales de sus comunidades de claro corte patriarcal6; o la incorporación a la lucha por el derecho al aborto de las mujeres urbanas de Lima, quienes históricamente se habían organizado contra el fujimorismo7.

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A modo de ejemplo cabe mencionar lucha de las mujeres indígenas de Perú en resistencia al proyecto minero en Conga (Asamblea Nacional de afectados ambientales) y de las mujeres amazónicas por la resistencia a la explotación del Yasuni en Ecuador. La soberanía alimentaria y la conservación de la agricultura familiar se encuentra en el centro de la agenda de las mujeres rurales organizadas en el nordeste brasileño y las mujeres indígenas de la sierra ecuatoriana. Ver: Incidencia de las mujeres kichwas de Chimborazo y afrodescendientes de Guayaquil en los movimientos mixtos y en los órganos de poder local y nacional. Oxfam Intermon, 2013. Ver el caso de los comedores autogestionarios de sectores populares de Lima (De la casa a la política: Escritos colectivos de las mujeres organizadas de Lima; Oxfam Intermon, 2013) y la organización de las mujeres colombianas por la construcción de la pa en las onas en conflicto a verdad de las mu eres víctimas del onflicto Armado en olombia, uta pacífica de las mu eres y a pa con las mu eres i va obre la incorporación de las mu eres en el proceso de Paz) Boletín: mujeres diversas. er Manifiesto de las mu eres populares y diversas. ttp popularesydiversas.or media uploads documentos noticias manifiesto mu eres populares y diversas.pdf Las mujeres de San Basilio de Palenque transformaron las reglas culturales de los Kuagros, sistema organizacional que confi uraba un sistema de derec os y obli aciones que las discriminaban, e instauraron las e las de ri a i a de un líder que desafió la autoridad paterna en oposición a la re las tradicionales de en os io o. er Empoderamiento y participación política de las Mujeres Negras, Afrodescendientes y Palenqueras de Colombia. Oxfam Intermon, 2013. er ampa a ala decidir ttp .popularesydiversas.or media uploads documentos boletin .pdf.

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De allí que la continuidad y profundización del proceso político ya iniciado por las mujeres populares y diversas, de liderazgo, organización, resistencia y transformación, sea clave para la modificación de las inequidades de las vidas de las mujeres y de la sociedad en su conjunto:

Más mujeres, más organizadas y con más capacidad para exigir el cumplimiento de sus derechos, construyen sociedades más justas. El liderazgo transformador de las mujeres reivindica la agencia de todas las mujeres en los procesos de cambio que afectan a sus vidas, y se contrapone a las nociones de liderazgo que tradicionalmente se concentran en las estructuras jerárquicas de comando y enfatizan el papel de las personas carismáticas y excepcionales (OI 2010). Las mujeres se transforman y con ello transforman la sociedad

En el LARGO PLAZO, el principal cambio deseado es el debilitamiento y la transformación de la cultura patriarcal en los países de la región, en los niveles sociales macro y micro; públicos y privados.

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Esta afirmación implica la necesidad de una participación activa de las mu eres populares y diversas en la reforma del estado de nuestros países: queremos políticas públicas para las mujeres con un recorte integrador de la diversidad y queremos que los estados no tengan la marca racista, colonial y patriarcal que los caracteriza en la actualidad:

“Tenemos dos pies y dos manos: con las manos debilitamos los estados que tenemos ahora, y con los pies construimos los nuevos. Pero muchos de los cambios que pensamos pasa por trabajar desde los estados, debilitándolos, para construir otros.8”

En el MEDIANO plazo, nuestra visión de cambio incluye contar con una mayor toma de decisiones por parte de las mujeres populares y diversas en todos los espacios de poder para la transformación de las desigualdades sociales, económicas y políticas. Esta visión implícitamente alude a una renovación en la esfera política, y a la paridad en la toma de decisiones, pero con perspectiva feminista y autónoma, lo que incluye la capacidad de tomar decisiones a favor de la inclusión de las agendas de las mujeres populares y diversas en todos los ámbitos de la sociedad.

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Integrantes del comité regional, Medellín, agosto de 2013.-


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Fotografías: Carlos Ly.

Aspiramos a que la visión de las mujeres organizadas, populares y diversas, sobre el desarrollo que queremos para nuestros países tenga visibilidad y fuerza en las agendas públicas de los movimientos sociales, partidos políticos, sindicatos, organizaciones, etc. En el CORTO PLAZO esperamos que: Más mujeres lideren propuestas de despenalización del aborto en casos de violación. Que las políticas públicas nacionales y locales asuman mejores condiciones (de dignidad, seguridad, protección y con enfoque de derechos) para atender los derechos sexuales y reproductivos y la violencia contra las mujeres. Se incremente la visibilidad de la erradicación de la violencia contra las mujeres en las agendas nacionales y regionales, y que se traduzca en políticas efectivas nacionales y locales para una reducción del fenómeno del femicidio. Los estados incluyan en sus cuentas nacionales el trabajo no remunerado y gratuito de las mujeres. Mas mujeres populares y diversas puedan reducir el trabajo no remunerado y que las familias, los sectores privados los organismos estatales asuman su redistribución. Se reconozca a las mujeres populares y diversas como productoras de conocimiento. Así, se esperan cambios en los siguientes niveles:

A nivel organizacional: Las organizaciones de mujeres populares y diversas adquieren autonomía y se fortalecen estableciendo alianzas y articulaciones con otras organizaciones translocal, nacional y re ionalmente, se auto identifican con el movimiento de mujeres y/o feminista; y ejercen liderazgos en el campo político con sus agendas y demandas. Fotografía: Roberto Scriboni.

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Las organizaciones sociales mixtas reconocen la estigmatización y especificidad de las mu eres y que las integran, y democratizan sus liderazgos aceptando el ejercicio de poder y decisión de las mujeres sobre los temas que involucran a sus propias vidas (autonomía económica, sexual y reproductiva, derecho a una vida libre de violencia y ejercicio de poder político) y sobre los temas de interés de toda la sociedad.

Fotografía: Carlos Ly.

Las organizaciones de mujeres PyD establecen vínculos y relaciones con las mujeres que llegan a espacios de tomas de decisiones, y se consolidan como negociadoras y actoras políticas claves para las mujeres electas. Las redes nacionales y regionales del movimiento de mujeres y feminista incorporan en sus agendas y prioridades las de las organizaciones de mujeres PyD. Las agendas de las organizaciones nacionales reconocen los logros obtenidos por las mujeres pyd con sus agendas locales, y las incorporan a las suyas propias. Las organizaciones de mujeres PyD reconocen el aporte imprescindible y renovador de las mujeres jóvenes y las incluyen como lideres con agenda propia.

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Se crean y consolidan mas espacios de diálogo entre el movimiento feminista y movimientos social de mujeres. Las organizaciones feministas articulan más y mejores alianzas con la academia feminista.

A nivel familiar/ámbitos privados: Más mu eres y modifican las relaciones de poder desi uales al interior de sus familias, ejercen su derecho a una vida libre de violencia haciendo uso de mecanismos de denuncia y de control social de la misma, y logran redistribuir entre los integrantes de la familia y de su comunidad las tareas de la economía del cuidado culturalmente asignadas a las mujeres para poder usar de un tiempo libre en sus intereses personales y grupales. Mas mujeres PyD reconocen sus poderes, su capacidad política su adscripción al feminismo y al movimiento de mujeres, construyen e instalan en sus ámbitos de referencia discursos alternativos al patriarcal. Las mujeres PyD logran adquirir mayor autonomía en la toma de decisiones, en particular en relación al derecho de una vida libre de violencias y a la libertad de elegir su vida sexual y reproductiva, incluido el derecho al aborto.


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Fotografía: Carlos Ly.

A nivel de toma de decisiones locales y nacionales: Mas Mujeres PyD ejercen poder político y toman decisiones sobre sus intereses y temas de agenda y los de toda la sociedad, en comunidades, partidos políticos, organizaciones mixtas y/o de mujeres, poderes locales, gobiernos y organismos estatales. Las mujeres de organizaciones que son electas o designadas en puestos de toma de decisión, mantienen las a endas de las or ani aciones y las defienden y sostienen en diversas instancias. Se incrementa el acceso y control de las mujeres PyD sobre los recursos (políticas) que se desarrollan en ámbitos públicos para las mujeres en particular y para los temas que las involucran directamente. Los estados, en sus diversas instancias, reconocen y garantizan el derecho a la verdad, la justicia y la reparación para las mujeres víctimas de violencia. En los diferentes niveles de toma de decisiones estatales, se incluyen mejores políticas públicas de enfrentamiento y erradicación de la violencia contra las mujeres, que incluyan prevención, atención, reparación y justicia. A nivel local y nacional se garantiza la laicidad del estado, mediante políticas públicas libres de injerencia de los fundamentalismos religiosos e intereses corporativos.

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Los temas de las mujeres populares y diversas son tenidos en cuenta en las agendas de gobierno nacional. Más estados incorporan en sus marcos legales legislaciones para enfrentar el acoso político y de alternancia para garantizar la presencia de mujeres en la toma de decisiones. La totalidad de los países de la región adhieren al Convenio 189 de la OIT y reconocen como trabajo en sus marcos nacionales el realizado por las trabajadoras del hogar. e tipifica el feminicidio en los códi os penales de la re ión.

A nivel regional: Se reconoce a las mujeres PyD y sus agendas como actoras políticas y estratégicas en las discusiones y decisiones regionales. Las instancias supranacionales activan todos sus mecanismos para la sanción a los estados que no han garantizado los derechos contemplados en la Convención de Belem y de la CEDAW, así como los mecanismos de reparaciónLas políticas de cooperación continúan sus acciones para el fortalecimiento de las organizaciones de mujeres populares y diversas en la región.

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Las organizaciones de mujeres PyD renuevan los liderazgos de redes y organizaciones regionales/supranacionales.

Fotografía: Carlos Ly.


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NUESTROS CUERPOS, NUESTRO DERECHO A UNA VIDA LIBRE DE VIOLENCIAS “Sin saber nadar me boté al río y al mar, pero al caer aprendí a nadar, y al otro lado salí y empecé a caminar. Y aquí estoy, frente a ustedes”9.

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Palabras de Isidora Sambaña, integrante del Grupo Temático Mujeres Libres de Violencias (GMLV). Bogotá. 2011. Fotografía: Carlos Ly.


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Las violencias contra las mujeres son la manifestación atroz de la vigencia del sistema socio – sexual patriarcal que aún hoy regula las distintas visiones, creencias, prácticas, representaciones y relaciones sociales, y que se traduce en un entramado de prejuicios y convicciones que modelan los afectos, las acciones y los modos de sentir y pensar de hombres y mujeres, en el contexto social y cultural. Las violencias en el marco de este sistema, se constituyen en actos violatorios de la autonomía de las mujeres y de los derechos que en forma progresiva nos han sido reconocidos, gracias a la agencia e interpelación constante del movimiento de mujeres y feminista. En el contexto latinoamericano y del Caribe, la exigencia de una vida libre de violencias para las mu eres tuvo su momento de mayor claridad a finales del si lo . esde entonces, las mujeres de las diferentes latitudes del continente, hemos denunciado y visibilizado, como parte de una agenda feminista, con avances y obstáculos, interlocutores y contradictores, y en diálogo con otros y otras actoras, que las violencias contra las mujeres -desde los actos sutiles y poco evidentes, hasta la crueldad feminicida-, han obstaculizado el desarrollo social, económico y cultural de las mujeres, y por ende, se trata de un fenómeno que debe generar suprema atención en los Estados, los gobiernos, los movimientos, plataformas, redes y asociaciones sociales y políticas, y en el conjunto de la sociedad en general. Esto a si nificado sacar las violencias contra las mu eres de los espacios privados y sociales, interrogando sus soportes culturales, como una forma de romper con el silenciamiento y construir argumentos políticos para su erradicación. En el marco del Convenio “Formación y Empoderamiento de Mujeres Populares para la Construcción de Nuevas Ciudadanías en Colombia, Ecuador, Brasil y Perú”, se ha trabajado por la eliminación de las violencias contra las mujeres y por el posicionamiento de dicha erradicación como una obligación prioritaria de los Estados democráticos. En ese sentido, las mujeres populares y diversas de los 4 países, constituidas por múltiples identidades, hemos sido protagonistas y agentes de cambio en la transformación de situaciones de violencias en la región, contribuyendo a su desnaturalización y consolidando acuerdos y alianzas estratégicas para avanzar en la construcción de un mundo al tamaño de nuestros anhelos. En el presente escrito se evidencian dichas refle iones, en aras de posicionar una estrate ia y una herramienta política para el cambio, desde el análisis y conceptualización de las violencias contra las mujeres, jóvenes y niñas,

Ideas clave respecto a las violencias contra las mujeres: Las violencias contra las mujeres suponen como condición básica la expropiación de sus cuerpos por parte de los varones. La expropiación es el resultado de un proceso que se pone en marcha incluso desde antes del nacimiento de las niñas y toma diversas expresiones en los distintos momentos vitales. En la infancia, el cuerpo de las niñas es adornado para constituirlo en objeto de la mirada y elogio de otros; en la juventud, la expropiación adquiere la forma de un control e inhibición de la sexualidad mediante el discurso de valores, y del desprestigio del placer femenino; en la edad adulta, se idealiza e impone la maternidad como supremo valor del orden social, en la cual las mujeres se ven abocadas a renunciar a sus propias expectativas, proyectos y deseos en función de la satisfacción de otros-as, que adquieren las funciones de familia, compañero, hijos-as.

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en los distintos contextos sociales en los cuales nos encontramos, y desde la visibilización de nuestras acciones de resistencia, denuncia y exigibilidad, como aportes a un camino en construcción, que se constituye en la actualidad como una agenda política que pretende fortalecer el diálogo entre nosotras y con otras y otros, en el objetivo de alcanzar una vida digna, autónoma y libre para las mujeres.

a. Violencias contra las mujeres, jóvenes y niñas. Afectaciones en los cuerpos y vidas de las mujeres populares y diversas. Los contextos sociales, económicos, culturales y políticos de Brasil, Colombia, Perú y Ecuador son diversos. La comprensión que el feminismo latinoamericano y del Caribe ha hecho de esta diversidad, surge del reconocimiento de las mujeres como sujetas con identidades distintas, en las cuales se interrelacionan sus propios cuerpos, territorios, culturas, etnicidad, clase, entre otros. Si bien estas identidades no son homogéneas, la visión que el patriarcado ha impuesto sobre nosotras si lo es; a la diversidad de las identidades femeninas, corresponde una visión homogénea impuesta por el patriarcado, que se materializa en las formas bajo las cuales ejerce control y subordinación de los cuerpos y vidas de las mujeres, y que comporta aspectos comunes que resultan en el ejercicio de violencias y discriminaciones en su contra, quienes a la vez, las experimentamos en forma diferenciada.

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En ese orden, el patriarcado ha legitimado el uso de la violencia y el control para desconocer a las mu eres como su etos de derec os, naturali ando y ustificando dic as prácticas, como si se tratase del orden originario en las relaciones sociales, sin historia y sin posibilidad de rechazo e interpelación. Así mismo, las consecuencias en las mujeres y los niveles de afectación han sido variados, pues la violencia comporta una serie de aspectos simbólicos y materiales que obstaculizan el desarrollo social y político de las mujeres, e impiden la concreción de proyectos de vida libres y autónomos. odemos afirmar que la intención del patriarcado se n la cual un nero domina al otro, cobra su máxima expresión en las violencias contra las mujeres, pues éstas limitan y obstaculizan su desarrollo y empoderamiento social y político, con todas las implicaciones que ello supone en las dinámicas culturales y sociales. En concordancia con la Convención de Belem do Pará10, y demás instrumentos internacionales que contemplan los derechos humanos de las mujeres, las violencias ejercidas contra las mismas, son acciones u omisiones que causan muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial a las mujeres, no tienen nin una ustificación y están comprendidas como delitos, es decir, que se encuentran definidas como tal en las le islaciones penales de los países, y eneran sanciones para los

10 La Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar las violencias contra las mujeres, o “Convención de el m do ará , adoptada en rasil el de septiembre de , define en su artículo primero que, debe entenderse por violencia contra la mujer cualquier acción o conducta, basada en su género, que cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, tanto en el ámbito público como en el privado”. Disponible en: http://www.oas.org/juridico/spanish/tratados/a-61.html


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a resores, aunque las tipificaciones y penalidades varíen de acuerdo a los ordenamientos normativos internos11. Las interpretaciones tradicionales de las violencias contra las mujeres, sujetas a los mandatos sociales del patriarcado, sugieren que las mujeres “se merecen lo que les ha sucedido”, “tienen algún grado de culpa”, o en el peor de los casos, “deben ser silenciadas” si promueven la defensa y garantía de sus derechos12, lo cual, además de invisibilizar las violencias, ha aumentado el grado de impunidad, revictimizando a quienes las padecen y obstaculizando su acceso a la justicia. Ha sido el movimiento feminista quien ha conceptualizado y comprendido la violencia patriarcal, dotándola de sentido histórico y Fotografía: Antonia Ureña/Oxfam Intermón. cultural, e identificando que no se trata de expresiones inconexas, sino que están ligadas a la constante reproducción del sistema socio se ual patriarcal, que establece formas específicas de relación entre varones y mujeres, donde se naturaliza el menosprecio, la subordinación y la opresión de estas últimas, y donde el factor de riesgo es la diferencia sexual, potenciado por condiciones ligadas al ciclo vital, la orientación sexual, el origen étnico, la situación socio-económica, entre otros. Procurar la erradicación de las violencias contra las mujeres ha sido una constante en la agenda feminista que no ha culminado, pues el patriarcado ha demostrado su capacidad de reciclaje y renovación, y se han regenerado un sinnúmero de prácticas violentas contra las mujeres, ante las cuales se deben construir acciones que las contrarresten, como la potenciación de la autonomía en las mujeres, a través del encuentro entre nosotras y la acción colectiva; la exigencia en el cumplimiento de las obligaciones de los Estados, y la transformación cultural.

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En Colombia la Ley que sanciona las violencias contra las mujeres es la Ley 1257 de 2008, en Brasil es la Ley 11.340/2006, en Ecuador la ley 103 contra la violencia a la mujer y la familia y en Perú la ley 2620 contra la violencia familiar. 12 “Hasta fechas no tan lejanas las explicación hegemónica de los malos tratos a las mujeres ha sido de corte biologista, psicologista e individualista. Según ésta explicación, tan académica como “popular”, la violencia masculina, ciertas dosis de violencia masculina, se ha considerado algo natural, relacionado con la supervivencia de la especie y ya observable en los niños varones, caracterizados por la actividad y la competitividad frente a la pasividad y dulzura de las niñas”. De Miguel, A. 2003: 139.

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b. El continuum de violencias en la vida de las mujeres, jóvenes y niñas. Si bien las violencias contra las mujeres son múltiples, las mujeres populares y diversas de los países del onvenio, emos identificado tipos de violencias cuya e ecución, además de tener rasgos comunes en los contextos en los cuales nos encontramos, están aumentando en forma alarmante, evidenciando la crueldad de la violencia patriarcal contra las mujeres, y la paradoja de dicha crueldad, cuando aparentemente se ha avanzado en la construcción de contextos más seguros e igualitarios para las mujeres. Estas violencias han sido nominadas como violencia sociopolítica, violencia sexual y feminicidios13. Es importante resaltar que la ejecución de estos tipos de violencias se inserta en la dinámica que confi ura en los cuerpos y vidas de las mu eres, la reproducción constante de prácticas violentas y discriminatorias, interpretadas por la crítica feminista como un continuum de violencias, pues este concepto contempla la relación histórica y política entre las violencias “privadas” y “públicas”, “visibles” y “no visibles”, “evidentes” y “sutiles”; pues permite comprender, que no se trata de acciones aisladas, sino que tienen su arraigo en la visión estereotipada que el patriarcado ha construido sobre las mujeres, instalada en la cultura, y en los mandatos que dicha visión impone a los cuerpos y vidas de las mismas, pues cuando no se cumplen dic os mandatos la violencia se intensifica y recrudece.

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En ese sentido, el continuum es un concepto amplio que abarca la comprensión de las violencias contra las mujeres como “prácticas sociales y políticas sistemáticas y generalizadas. Sistemáticas porque están dirigidas a mujeres simplemente por el hecho de ser mujeres (…), generalizadas porque es común y corriente” (Sánchez Gómez, O. , es decir, se interpreta como natural y se ustifica dentro de las relaciones sociales que establecen hombres y mujeres en los diferentes contextos sociales. Para el caso de la violencia sexual, Los enfoques teóricos feministas avanzan en una visión (…) desde la experiencia de las mujeres y de las niñas, y superan la visión fragmentada de las categorías legales que no dan cuenta del hilo conductor que da sentido político a las violencias contra ellas. a noción de contínuum posibilita identificar y anali ar la diversidad que viven las mujeres en los sistemas socio - sexuales patriarcales y facilita, además, interpretar la violencia sexual masculina como un dispositivo de poder central que mantiene el sistema socio-sexual patriarcal. (CM & RPM, 2009).

Aquí, el contínuum de violencias contra la mujeres adopta formas diversas, incluidas la violencia en el hogar, las violaciones, la trata de mujeres y niñas, la prostitución forzada, la violencia en situaciones de conflicto armado como los asesinatos, las violaciones sistemáticas, la esclavitud sexual, el control afectivo sexual, el aborto, el embarazo y las esterilizaciones forzadas, los asesinatos por razones de honor, entre otras (CM & RPM, 2009).

13 El posicionamiento del feminicidio como un crimen de odio contra las mujeres, y como un delito con particularidades y características que lo diferencian del homicidio, ha sido una demanda del movimiento feminista centroamericano, que ha encontrado eco en las feministas suramericanas, justamente porque su práctica se ha hecho habitual y extendida a lo largo y ancho del continente.


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La violencia sexual hace parte de la violencia generalizada contra las mujeres14, y junto a otro tipo de violencias de tipo sexual como el acoso, el abuso, la vulneración del cuerpo y la genitalidad, etc. Lesionan gravemente la integridad física, psicológica y emocional de las mujeres y constituyen una repudiable violación a sus derechos humanos. Así pues, la a resiva y dolorosa coloni ación del cuerpo de las mu eres que se manifiesta en todas las formas de violencia sexual, nos muestra que estamos ante hechos violentos derivados de una conflictividad social cuyo ori en no se aya en diferencias naturales o biológicas entre las personas, sino en elaboraciones culturales sobre el sexo en virtud de las cuales la sociedad, mediante una multiplicidad de mecanismos institucionales, asigna roles y cualidades distintas a hombres y mujeres, reservándoles a aquellos una posición de superioridad y a estas una condición subordinada (Siles, A. 1995. Citado por SC & CM, 2007).

Sobre estos mismos supuestos se erige la utilización de la violencia sexual como un arma de guerra, frecuente pero invisibilizada en el marco de confrontaciones armadas, sean coyunturales o permanentes. Para el caso colombiano, las formas de realización del conflicto armado, que a tenido lu ar durante las ltimas seis d cadas, nos permite distinguir la violencia sexual como un arma de guerra perpetrada por todos los actores del conflicto, en contra de las mu eres, constituy ndose como una acción estrat ica y sistemática que ha catalizado los efectos de la guerra sobre sus cuerpos y vidas. os efectos del conflicto armado sobre las mu eres y específicamente de la violencia sexual son múltiples, su incidencia supera el ámbito privado e involucra a todo el conglomerado social. A pesar de que afecta de manera crítica a las víctimas directas, destruye el entorno familiar, social y cultural de las mismas, dejando secuelas que en muchos casos se tornan insuperables. Dentro de las consecuencias palpables de las agresiones sexuales, se encuentran las marcas físicas en los cuerpos de las víctimas, las mutilaciones, las laceraciones, contusiones, los daños irreparables, entre otros. Las secuelas psicosociales se expresan en la dimensión personal, familiar y comunitaria de las víctimas, y directamente en sus cuerpos, “entendido no solo como espacio físico, sino también como espacio subjetivo donde resuena y se mantiene la experiencia de violencia” (Casa de la Mujer, 2013). Los feminicidios por su parte, expresan un tipo de violencia in crescendo en contra de las mu eres, pues es el efecto, culminación e intensificación de dic o continuum en sus cuerpos y vidas15.

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a violencia se ual, por definición, está constituida por actos e cesivos, ilimitados en su potencial, alcance y profundidad y que por tanto resultan aterradores tanto para sus víctimas como para las no víctimas. Su terrorismo va más allá de la experiencia de la violencia sexual de una mujer, una niña o un niño. Crea un estado de existencia que se apodera del cuerpo y la mente de todos aquellas que pueden ser víctimas potenciales” (SaludCoop & Casa de la Mujer, 2007). 15 El término feminicidio fue utilizado por primera vez en 1976, por Diana Russell y Jill Radford, y fue traducido por Marcela Lagarde “para “nombrar lo inenarrable” y sentar las primeras legislaciones que incorporan el término” (Bidaseca, K. 2013).

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Hablar de feminicidio implica abordar la construcción social de la violencia y el papel del Estado, pues la denuncia de este hecho ha estado ligada a la tolerancia que las muertes de las mujeres han generado en gobiernos y Estados, y en la sociedad en eneral, ustificándolos como “crímenes pasionales” y despolitizando su uso, Fotografía: Susana Arroyo/Oxfam Intermón. pues el asesinato de mujeres es realizado “por hombres motivados por odio, desprecio, placer o un sentido de propiedad de las mujeres” (Ateencion, G. 2010, citada por CVM & CVMC, 2013:66), lo cual necesariamente está vinculado a los discursos, representaciones sociales y prácticas que el patriarcado ha impuesto en el escenario relacional de las y los seres humanos. Ante este contexto, es urgente la adopción de medidas que permitan, no solo comprender esta compleja relación de las violencias y discriminaciones contra las mujeres, sino que contrarresten sus impactos, y procuren a las víctimas la garantía de todos sus derechos, principalmente la reparación y la justicia.

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Por último, las violencias contra las mujeres tienen como seno la violencia sociopolítica, que se ejerce en el ámbito de “lo público”, pero se relaciona necesariamente con la intimidad y las esferas privadas de las mujeres, lo cual nos permite comprender que las acciones de anulación y subordinación de las mismas, que dificultan no solo su desarrollo autónomo, sino el acceso a espacios de participación política, están relacionados con lo que pasa en sus familias, en sus relaciones de pareja, en su trabajo, entre otros. Esto nos permite visibilizar los niveles de responsabilidad del Estado y del patriarcado, y en últimas, buscar alternativas para potenciar la superación de estos hechos. El feminismo y los movimientos sociales de mujeres han puesto en la escena pública el carácter político de las violencias que se cometen contra las mujeres, permitiendo con ello, sacar de la escena privada una problemática que posee connotaciones sociales y políticas. Sociales, porque atentar contra las mujeres, en cualquier forma, pone en vilo el vínculo social y la cultura; políticas, porque uno de los fundamentos de la violencia contra las mujeres es la exacerbación del poder y la convicción de que es posible abusar de él en contra de quienes son consideradas como débiles y dependientes. Desde esta perspectiva, el poder que hace visible el feminismo es aquel que transita y se instala en todas las relaciones, pero principalmente, en las relaciones de hombres y mujeres. Hay poder en las relaciones adjetivadas como “privadas”, y desde esta perspectiva, no solo cobra vi encia la famosa afirmación de las feministas de los a os se n la cual lo personal es político”, sino además, aquella que reclama posiciones igualitarias para las mujeres en la plaza, en la casa y en la cama.


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Así pues, emos visto cómo se intensifican los niveles de violencias, discriminaciones y control, cuando las mujeres cuestionamos el poder patriarcal. Las principales víctimas de este tipo de violencia son las mujeres que ejercen liderazgos, defensoras de derechos humanos, representantes políticas, y todas aquellas que se han atrevido a romper el molde patriarcal. Su visibilización pública, en estos contextos tan adversos para las mujeres, las ha expuesto al hostigamiento y persecución política, porque en el escenario público se reproducen las dinámicas relacionales presentes en los espacios domésticos, donde el pater familias es encarnado por el Estado, tradicionalmente androcéntrico y misógino, y es quien entrega dádivas o favores a las mujeres, y no derechos en el cumplimiento de sus obligaciones. La investigación regional sobre “participación política de las mujeres y trasformación del poder”, realizada en el marco del Convenio, para el caso peruano, evidencia que no es posible refle ionar sobre la autonomía de las mu eres, si no se consideran los aspectos que constituyen la naturaleza del Estado (Mannarelli, M. 2013: 198), como esas raíces patriarcales que fueron su fuente, y las dinámicas de poder que agencia16. Por otro lado, para el caso colombiano, la agudización de la violencia sociopolítica contra las mujeres está relacionada con las dinámicas del conflicto armado, que como lo reconocen diversos pronunciamientos jurisprudenciales, ha hecho que la defensa de los derechos humanos en dicho país sea una actividad altamente peligrosa, que exacerba el riesgo para las mujeres, en medio de una violencia selectiva que pretende anularlas y silenciarlas17. Fotografía: Santiago González.

La incomodidad y rechazo que generan este tipo de situaciones contra las mujeres, ha llevado a la agencia de acciones de visibilización y denuncia, en las cuales se han obtenido diversos avances; es entonces esta misma incomodidad, la que nos permitirá erigir otras formas de “llegar a ser” mujer en sociedades distintas18.

c. Vindicación del derecho a u na vida libre de violencias Partiendo del momento histórico en el cual las independencias de los países latinoamericanos y el Caribe comenzaron a gestar el camino para la construcción de los

16 “El generar este “saber situado” o “localizado” de las mujeres en sus organizaciones y hacerlo público demanda tambi n una refle ión sobre la naturale a del Estado en er por un lado, y la de los espacios p blicos por el otro. Donde las dirigentas y sus organizaciones actúan, la burocracia no deja de tener una percepción doméstica de su función; los agentes del Estado siguen portándose como padres, hermanos, esto es, como parientes. Un cambio en estos patrones tradicionales supone la existencia de presiones extradomésticas capaces de imponer un control sobre sus formas tradicionales de dominio, del control del cuerpo y la sexualidad de las mujeres del entorno doméstico y del impulso violento. Pero, la debilidad de las referencias extradomésticas ha sido a lo largo de la historia de nuestro país, un gravísimo obstáculo tanto para el desarrollo de una cultura pública moderna como para el ejercicio de la autonomía de las mujeres”. (Mannarelli, M. 2014: 54-55). 17 Al respecto se puede consultar el Auto 098 de 2013, de la Corte Constitucional colombiana. Disponible en: http:// www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/autos/2013/a098-13.HTM 18 etomando las refle iones de imone de eauvoir, y que potenciaron las acciones de las feministas de atinoam rica y del Caribe en los periodos posteriores a los años 70´.

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Estados – Nación y la conformación de regímenes democráticos, se puede decir que las mujeres hemos agenciado procesos de insubordinación ante el modelo patriarcal y su estrecha relación con otros sistemas de exclusión como el capitalismo, el racismo, el heterosexismo, entre otros. Respecto a la exigencia de una vida libre de violencias para las mujeres, son variados los discursos y prácticas que el feminismo latinoamericano y del Caribe ha construido. ara finales de los a os , las violencias contra las mu eres comen aron a posicionarse como un tema prioritario, construyendo argumentos políticos y conceptos que desde los contextos nacionales comenzaron a tomar forma en el escenario político y jurídico internacional. Comenzó por cuestionarse la seguridad del ámbito privado para las mujeres y la idea de que allí el Estado no podía intervenir, sacando la violencia del espacio doméstico, y visibilizando las consecuencias económicas, políticas y sociales, no solo en los cuerpos y vidas de las mujeres, si no en la sociedad en general. Para los años 90´, el modelo económico imperante hizo evidente otras formas de violencias, que en relación con las anteriores, cualificaron a n más el discurso y visibili aron la necesidad de su erradicación. Al hablar de violencia al interior de la familia, de prostitución y trata de mujeres, violencia sexual, feminicidios, entre otras, se hizo más claro el motor que conecta su ejecución, relacionado con los espacios económicos, culturales, políticos y sociales, y la necesidad de procurar transformaciones estructurales. Cuando se abordó la violencia como un problema de derechos humanos19, surgieron diversos instrumentos jurídicos que imponen a los Estados la toma de medidas, en cumplimiento de su deber de obrar con la debida diligencia, para la eliminación de las violencias. Tales instrumentos son la Convención de Belém Do Pará20 y la CEDAW21. Desde allí se generaron también, legislaciones internas en los países, que algunas autoras han denominado de primera generación, es decir, leyes con enfoques familistas, cuyo énfasis de protección se ubica en la familia y no en las mujeres.

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En los últimos años, si bien las feministas hemos articulado la violencia social pública y la violencia privada, y se han virado algunas ideas de dicho enfoque familista, el sistema socio – sexual patriarcal, la institucionalidad que le es funcional, y los imaginarios culturales y representaciones sociales que él mismo ha producido, no han sido erradicados. Ante esto, las mujeres populares y diversas hemos construido formas de resistencia, desde la agencia colectiva, la potenciación de capacidades, la exigibilidad política, social y jurídica, y el reconocimiento mutuo como sujetos de derechos.

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Para los años noventa, las mujeres feministas de diversos países pusieron en evidencia que los derechos de las mujeres también son derechos humanos, como forma de visibilizar que, a pesar de la existencia de instrumentos internacionales que antaño consagran los derechos humanos; los derechos de las mujeres no eran tenidos como tal, esto como una situación que deviene tambi n en el ec o simbólico de que el len ua e le al se refiere al hombre como sujeto universal, y pretende en dicho vocablo incluir a las mujeres. 20 a ratificación interna por cada país del onvenio es la si uiente rasil , olombia , Ecuador 09/15/95, Perú: 06/04/96. 21 Convención Sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la Mujer. Disponible en: http://www. un.org/womenwatch/daw/cedaw/text/sconvention.htm


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En este proceso se an confi urado redes y plataformas de acción que inciden en diversas esferas de poder, se han posicionado discursos y se han obtenido avances y retrocesos. De otro lado, también hemos potenciado nuestros propios lugares de poder, reconociendo en la solidaridad y sororidad, en la organización, y en el reconocimiento mutuo de autoridad, que es posible romper el molde patriarcal y transformar las situaciones de dependencia y subvaloración. Allí es necesario que las acciones no se queden únicamente en nosotras, sino que encuentren eco y respeto en quienes tienen las responsabilidades y obligaciones. El reconocimiento de esta capacidad de agencia y creación de las mujeres se concreta en el camino que hemos venido labrando, articulando las distintas formas de lucha y recogiendo los resultados de una mirada autocrítica que nos permita avanzar en la consecución de una vida libre de violencias para las mujeres.

d. Desafíos, retos y proyecciones para las mujeres populares y diversas El contexto regional presenta una serie de desafíos para la agenda feminista, que contemplan, como un eje articulador a las realidades de los países latinoamericanos y del Caribe la persistencia y mantenimiento del sistema patriarcal, la avanzada del modelo económico extractivista y depredador, con efectos devastadores en los cuerpos y vidas de las mujeres populares y diversas, así como el desmonte de garantías sociales ya reconocidas y la deslegitimación de políticas progresistas22, aun cuando en contextos como el del país ecuatoriano, estas no representan un avance en los derechos de las mujeres23.

22 La dinámica regresiva de los derechos humanos de las mujeres de Latinoamérica y el Caribe ha cobrado fuerza en los últimos años, sobre todo respecto a los derechos sexuales y reproductivos. 23 Las mujeres ecuatorianas han denunciado que la adopción del modelo de desarrollo del “buen vivir”, por el gobierno de turno, fue vaciado de contenido y contrario a lo que predica, está fortaleciendo el modelo económico de explotación y extracción, en deterioro, no solamente de los recursos naturales, sino de los cuerpos y vidas de las mujeres.

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Se observa con preocupación la visión imperante de seguridad en la región, fundada en una lógica criminalizadora y de sospecha, que no entiende las violencias contra las mujeres como un aspecto de la seguridad humana, y que deslegitima la protesta y la acción social colectiva, ubicando en el centro de la protección a los detentadores del poder, a las estructuras y a las instituciones, y no a las y los seres humanos. El aumento de los feminicidios es evidencia de esta afirmación, así como la culpabili ación de las víctimas y los altos índices de impunidad. Este enfoque en el tratamiento de las violencias contra las mujeres, a pesar de la existencia de instrumentos urídicos, políticas p blicas y dia nósticos cualificados, no permite comprender su impacto social y económico. Una visión politizada de las violencias que afectan los cuerpos y vidas de las mujeres, como la que ha construido y fortalecido el feminismo, da cuenta de la cadena de impactos que desde los espacios privados hasta los escenarios públicos se van articulando y fortaleciendo en contra de la autonomía y demás derechos de las mujeres. El anhelo de cambio entonces, es profundo. Se necesita en el corto plazo, fortalecer los mecanismos de acceso a la justicia para las mujeres y de reducción de la impunidad, así como la erradicación de la tolerancia social y política ante la ejecución de violencias contra las mujeres; y en el mediano y largo plazo, el desmonte de las estructuras que soportan el sistema socio – sexual patriarcal.

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En ese orden, se pueden establecer una serie de elementos que integran las demandas y proyecciones del movimiento feminista en la actualidad, en los siguientes niveles; respecto del contexto social y político; los aspectos internos para el movimiento; la relación con otros procesos de movilización social y política; y las transformaciones personales y subjetivas.


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1. Respecto al contexto que pretendemos cambiar para la obtención de u na vida libre de violencias para las mujeres: a. Ante la dinámica social, económica y política de los 4 países, es necesario continuar en el proceso de visibilización de los efectos de las violencias contra las mujeres, jóvenes y niñas, insistir en la tolerancia cero respecto de este tipo de situaciones e incidir en los espacios de reproducción cultural y socialización para la transformación de mentalidades. Aquí el compromiso es de todas las esferas de la sociedad, dado que en variados y distintos ámbitos sociales se reproducen visiones e ideas sobre las mujeres que continúan ubicándolas en lu ares estereotipados y asi nados por el sistema patriarcal, que ustifican y naturalizan la violencia. Avanzar en la desnaturalización es un aspecto prioritario en la erradicación de violencias b. En esa misma dinámica potenciar los discursos y prácticas que propenden por el reconocimiento de las mujeres como sujetos de derechos con plena ciudadanía. c. Exigir el acceso a la justicia como un aspecto imprescindible de la trasformación de los contextos de victimización de las mujeres, lo que implica incidir en el desmonte de la institucionalidad patriarcal y buscar escenarios que comprendan los efectos de las violencias contra las mujeres, jóvenes y niñas. d. Exigir el cumplimiento en los compromisos que los Estados han adquirido internacionalmente, al ratificar instrumentos como la onvención de elem o Pará y la CEDAW.

2. Respecto a nuestras formas de asociación, acción y exigibilidad, insertas en la dinámica del feminismo latinoamericano y del Caribe: a. Ser creativas en las formas de exigibilidad, para contrarrestar la capacidad de reciclaje y renovación del patriarcado. b. Desmentir el discurso despolitizado de la violencia y la tergiversación de la argumentación feminista, que ha sido usada en muchos espacios pero vaciada de contenido político. c. Potenciar y fortalecer los espacios en los cuales las mujeres adquirimos capacidades políticas, pues procuran el reconocimiento de las mujeres como sujetos de derechos, autónomas y con plena ciudadanía. d. Poner a dialogar las diversas expresiones del feminismo, que han evidenciado la diversidad sexual, étnica y cultural, generando “espacios de encuentro que conduzcan a pactos puntuales entre los diversos grupos de mujeres y el movimiento feminista a fin de acer posible la creación de una a enda política feminista inte radora, fle ible e incluyente obo, . .

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e. Fortalecer las diversas redes y plataformas políticas feministas que existen en la región, desde el diálogo político24.

3. Respecto a la relación con otros movimientos sociales y políticos a. Conseguir el posicionamiento de la agenda feminista como un tema prioritario para el fortalecimiento de sociedades democráticas y para el desarrollo, lo que implica la cualificación de la ne ociación política, donde nuestras demandas no sean cooptadas, subsumidas o invisibilizadas. b. Retomar con fuerza el discurso feminista en el fortalecimiento de una agenda propia, con la capacidad de fortalecer los movimientos sociales desde la visibilización y posicionamiento de nuestras demandas.

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Fotografía: Soledad Bermúdez.

24 En el marco del Convenio se han reconocido diversas redes feministas que comparten espacios de socialización y comunicación y que son importantes para continuar en los procesos de articulación y exigibilidad, como la Red de Educación Popular entre Mujeres de Latinoamérica y del Caribe (REPEM), el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (CLADEM), la Marcha Mundial de las Mujeres (MMM), la Red Latinoamericana Mujeres Transformando la Economía (REMTE), la Articulación Feminista Marcosur (AFM), la Red Latinoamericana y del Caribe de Mujeres Autoridades Electas de Gobiernos Locales (RedLamugol), entre otras.


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4. Respecto a las transformaciones personales y subjetivas, que resuenan en el espacio organizativo a.

nda ar y visibili ar los distintos obstáculos que dificultan los procesos de apropiación y ejercicio de los derechos para las mujeres. b. Politizar la historia personal de tal forma que salgan a la luz los impedimentos personales para el reconocimiento de las mujeres como sujetos sociales y de derecho. c. E aminar las dificultades en las relaciones entre mu eres y entre or ani aciones de mu eres porque las dificultades en este nivel debilitan el movimiento social de mujeres. d. Propiciar procesos que faciliten la apropiación del cuerpo como el primer territorio de decisión de las mujeres. e. Favorecer acciones que fortalezcan la autonomía de las mujeres de tal manera que construyan posiciones personales y colectivas que se opongan y hagan resistencia al dominio patriarcal.

Este capítulo fue elaborado por Eri a odrí ue Góme 25, con el aporte del Grupo Temático Mujeres Libres de Violencias y de todas las organizaciones del Convenio. 31

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Feminista. Abogada y Licenciada en Educación Básica con Énfasis en Ciencias Sociales. Integrante del equipo profesional de la Casa de la Mujer, Bogotá.


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BIBLIOGRAFÍA BIDASECA, K. (2013). Feminicidio y políticas de la memoria. Exhalaciones sobre la abyección de la violencia contra las mujeres. En: Hegemonía cultural y políticas de la diferencia. CLACSO: Buenos Aires. CASA DE LA MUJER. (2013). Informe Casos de Violencia Sexual. Enviado a la Corte Constitucional colombiana. Inédito. CASA DE LA MUJER & RUTA PACÍFICA DE LAS MUJERES. (2009). “Las Violencias Sexuales contra las Mu eres en olombia na ealidad que no se Transforma . En Mesa de Traba o Mu er y onflicto Armado. . nforme sobre iolencia ociopolítica contra Mu eres, óvenes y i as en olombia. Bogotá. Colombia. COBO, R. (2014). Aproximaciones a la Teoría Crítica Feminista. Boletín del Programa de Formación N. 1 – Año 1 - Abril 2014. Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres – CLADEM. A AM M E A A A A AM E E E EA . . Informe sobre la situación de violación de los derechos humanos de las mujeres en Medellín 2012. Entre resistencias y re-insistencias, feminicidios no hay crímenes pasionales, hay crímenes de odio. DE MIGUEL, A. (2003). El movimiento feminista y la construcción de marcos de interpretación: el caso de la violencia contra las mujeres. Revista Internacional de Sociología. N. 35. Mayo – Agosto de 2003. MANNARELLI, M. (2013). De la casa a la política: escritos colectivos de las mujeres organizadas de Lima. Oxfam Intermón.

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Por una economía que reconozca el aporte de las mujeres

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Fotografía: Emanuela Castro.


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a. Contexto económico y político: el modelo de desarrollo imperante América Latina es el continente más desigual del mundo26. “En el año 2000, la desigualdad había alcanzado máximos históricos en América Latina, donde la mayoría de los países registró un aumento de la desigualdad de ingresos respecto a las dos décadas anteriores. En todos los países de la zona, excepto Uruguay, la participación en los ingresos del 10% más rico de la población se incrementó, mientras que la participación del 40% más pobre se mantuvo o se redujo, lo cual tuvo un importante impacto en el nivel de vida e incrementó considerablemente el número de hombres y mujeres en situación de pobreza. Se calcula que la mitad de este incremento de la pobreza durante este período se debió a la redistribución de la riqueza en favor de los más ricos“27 La desigualdad no sólo se expresa en el nivel de ingresos de las personas, principalmente se relaciona con informalidad y escasa protección social, todo lo cual redunda en mayor pobreza. Pese al crecimiento económico de la región, el ingreso por trabajo continúa disminuyendo en algunos países y el empleo predominante sigue siendo el informal, de baja productividad, reducidos ingresos y casi sin cobertura de la seguridad social (en América Latina y el Caribe 6 de cada 10 trabajador@s no cotiza ni a la seguridad social ni al régimen de pensiones). La informalidad, que salvo en el caso de Argentina y Uruguay, abarca casi a dos tercios de la población económicamente activa, viene generando un fenómeno de deslaboralización, es decir de ausencia de derechos laborales, que no sólo perjudica a las propias personas trabajadoras sino que ha debilitado enormemente a los sindicatos. Paralelamente y aunque parezca paradójico, se viene dando un proceso de proletarización del campesinado en zonas rurales, porque grandes cantidades de campesinos y campesinas están vendiendo sus tierras y asalariándose en empresas extractivas. En un primer momento esto resulta atractivo, en algunos países, por el incremento de ingresos monetarios, pero en el mediano plazo, cuando la actividad extractiva baje su producción y empiece la reducción de personal, est@s campesin@s-proletari@s se quedarán sin tierra, sin empleo y sin protección social. La productividad del trabajo en América Latina también es baja comparada por ejemplo con Europa, lo que se debe principalmente a la heterogeneidad de la estructura productiva en donde se observan sectores con altos niveles de tecnología y otros precarios que se basan casi exclusivamente en la explotación de una mano de obra barata no calificada o poco calificada, como son las industrias a rícolas que sólo son capaces de brindar trabajos temporales, ocupando generalmente a mujeres sin acceso a derec os laborales como las flores en olombia, las frutas en ile y el al odón y hortalizas en Perú). En síntesis la actividad privada, enfocada principalmente en grandes proyectos extractivos de recursos naturales o de generación de energía, no son intensivas en mano de obra sino en capital. Es decir genera riqueza pero no tiene capacidad para generar empleo de calidad a la mayoría para la población urbana y rural.

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atos de la situación laboral de la mu er en Am rica atina anorama aboral , T. acer ontrol clic para entrar a la siguiente página: ttp .ilo.or cmsp roups public americas ro lima documents publication cms .pdf 27 Iguales, Oxfam, 2014.

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Fotografía: María Isabel Murcia.

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Este modelo de desarrollo de los países centrado en industrias extractivas, además, depredan el medio ambiente y sobre todo vulneran los derechos de los pueblos originarios indígenas o afrodescendientes. El Convenio N° 169 de la OIT sobre Consulta Previa no se respeta y generalmente no se aplica; por tanto la inversión en industrias extractivas opera sin más resistencia que la que son capaces de ofrecer los propios pueblos. Esta situación además agrega nuevos problemas de salubridad y seguridad a las familias: las mujeres se han convertido en objeto de comercio por medio de la trata, y de la prostitución que crece sobre todo entre mujeres jóvenes que muchas veces no tienen otras alternativas de generación de ingresos en las zonas de explotación económica. Sumemos a estos problemas una degradación creciente de la política, y la infiltración en los distintos poderes del Estado del narcotráfico en lo que se llama la narcopolítica que trae consi o el sicariato y una corrupción enerali ada. El control social se dificulta y las organizaciones sociales y políticas deben hacer esfuerzos denodados para lograr acceso a la información referida al destino de los recursos del Estado. Para las mujeres que se encuentran en situación de vulnerabilidad por las condiciones sociales ligadas a su propio desarrollo, estos esfuerzos suelen ser mayores si quieren arrancarle a este tipo de Estados medidas que les garanticen sus derechos humanos y su desarrollo económico, planteando demandas que trascienden sus intereses cotidianos. Por otro lado tenemos que el rol de la mujer en el trabajo doméstico no es valorado socialmente, no está medido y se considera que no tiene ningún valor económico. Esto se deriva de que para la ciencia económica clásica, el trabajo que realizan las mujeres en


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el ámbito doméstico no es considerado trabajo. Sólo se considera trabajo la producción para el mercado. Estas mujeres no son consideradas laboralmente activas y la producción de bienes y servicios que beneficia tanto al mercado como al Estado, no está incluida en las cuentas nacionales. La enorme cantidad de energía desplegada para el bienestar de la población por las mujeres no cuenta, no existe, no aporta al desarrollo, no consume, no transforma, no comercializa. Es invisible. El problema principal es político y las mujeres en general (y las mujeres populares y diversas en particular) carecen de representación adecuada. Si bien es cierto que pese a todas estas limitaciones las mujeres vienen logrando conquistas como el incremento en sus niveles de empleo e ingresos, mejoras en el acceso a puestos gerenciales, más capacitación técnica, mayor acceso al crédito y una creciente participación en organizaciones sociales y políticas, tambi n lo es que estas conquistas son insuficientes. e ec o el foco del problema, para muchas organizaciones de mujeres populares y diversas, se ha desplazado: De la feminización de la pobreza (enunciado en los 90 como el nudo del problema del empoderamiento económico, y que sólo ha tenido como respuesta de parte de los estados ofertas laborales precarias y de explotación laboral) al control y acceso de los recursos por parte de las mujeres, en particular, aquellas excluidas de la toma de decisiones por razones de clase, etnia o raza u opción sexual. Torcerle el brazo a un mercado sordo, ciego y mudo que seguirá avanzando en la desprotección laboral, la sobreexplotación de los recursos naturales, la conversión de los alimentos en mercancía y el dominio de las decisiones económicas y políticas por parte de las grandes corporaciones hasta donde las fuerzas sociales y políticas se lo permitan, es un esfuerzo que sólo se puede dar con otro poder equivalente al de los grandes intereses del capital. Ni siquiera los Estados nacionales tienen capacidad para enfrentar estos desafíos, muy por el contrario, han cedido a los grupos privados las decisiones políticas fundamentales en materia de política económica.

b Nuevas visiones económicas aportadas por las mujeres: Perspectiva Económica Feminista. Desde hace algunos años, un grupo de economistas feministas se propusieron recuperar planteamientos históricos del feminismo sobre la división sexual del trabajo, por la cual . las tareas son asignadas socialmente según el sexo de las personas, otorgándole a los hombres el trabajo productivo generalmente fuera del hogar, y mujeres, trabajo reproductivo, generalmente dentro del hogar. Esta separación de los mundos públicos y privados se constituye uno de los focos principales de inequidad entre hombres y mujeres, al otorgar mayor prestigio y legitimidad al trabajo realizado en el ámbito público. Para el movimiento feminista, la división sexual del trabajo ha determinado, entre otras consecuencias, la distribución inequitativa de las tareas en el hogar entre ambos sexos y la falta de autonomía de las mujeres.Por ello, las nuevas perspectivas económicas feministas, buscan rescatar el valor económico económico del trabajo invisible que realizan mayoritariamente las mujeres en el hogar, evaluando sus relaciones con el mercado y el Estado y, contabilizando su impacto económico si estas actividades fueran provistas por terceros. Se trata también de evidenciar cómo usan el tiempo hombres y mujeres, y cómo afecta esto su calidad de vida. El centro de los

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elementos conceptuales de estos nuevos enfoques radica en terminar con las percepciones que han “naturalizado” la división sexual del trabajo, y proponen la redistribución y el reconocimiento de las tareas de cuidado realizadas en la esfera doméstica Dos son las mujeres íconos de estas reformas: Diane Elson de Inglaterra y Rhonda Sharp de Australia. Para sustentar sus propuestas, las economistas mujeres, están visibilizando las brechas que dividen a hombres y mujeres en materia de ingresos monetarios, acceso al empleo, la propiedad y los medios de producción, así como de las facilidades crediticias con que cuentan para su desempeño económico. A continuación nos referiremos a las brechas de ingresos, la baja tasa de actividad femenina y los llamados “NINIs” que son indicadores potentes de la inequidad con la que el mercado trata a las mujeres.

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En todos los países28, incluidos los industrializados, las mujeres – a nivel agregadoganan menos que los hombres. Decimos que es a nivel agregado, pues no es que las mujeres ganen menos que los hombres por las mismas tareas29. Se trata de que las mujeres acceden a puestos de trabajo que son menos valorados económicamente y que por lo general son una prolongación de las tareas del hogar y por consiguiente subvalorados (docentes, enfermeras, asistentes sociales o empleadas del hogar). Por otro lado las mujeres trabajan menos horas por día (usan más el medio tiempo o parcial) y ocupan menos puestos gerenciales o de mando, lo que arroja brechas salariales30 que van desde un 40% en países en vías de desarrollo hasta un 12% en países industrializados. En algunos países de la región ésta diferencia sobrepasa el 50%. Estas brechas se hacen mayores por sectores económicos y ámbitos eo ráficos. i las mu eres desarrollaran las mismas habilidades laborales que los varones, estas brechas deberían desaparecer o disminuir si nificativamente y la distribución del in reso nacional a trav s del salario sería mas equitativa. El otro tema es la baja participación de la mujer en el mercado de trabajo. Pese a los innegables avances de las mujeres en materia de empleo, las tasas de actividad femenina siguen estando por debajo de la masculina, incluso en los países industrializados. La tasa de participación femenina en América Latina muestra una ligera tendencia al alza lo que evidencia una voluntad de empleabilidad por parte de las mujeres.31 Sin embargo, esta tendencia no necesariamente ha determinado el empoderamiento y la autonomía económica de las mujeres: la calidad del trabajo que el mercado ofrece a las mujeres es baja y, en la mayoría de los casos, violatoria a sus mas esenciales derechos. La laboralización en los términos que el mercado propone (el ejemplo de las maquilas es paradigmático) no es la solución para la inequidad que viven las mujeres populares y diversas. .

28 “….. en todos los países los hombres asignan más tiempo al mercado de trabajo” (UN WOMEN e ILO, 2012). Esta realidad ya abía sido identificada en el informe del en . 29 Sin embargo, las brechas de género tambi n incluyen a rupos de mu eres que tienen las mismas calificaciones, que trabajan el mismo número de horas y en cargo del mismo nivel, pero ganan menos que los hombres. 30 La brecha salarial de género es la diferencia existente entre los salarios promedio de los hombres y los salarios promedio de las mujeres, expresada como un porcentaje del salario masculino. 31 Entre el 2008 y el 2013. Ver Panorama Laboral 2013, OIT


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Fotografía: Carlos Ly.

Otro problema grave en relación a la ocupación está constituido por la proporción de hombres y mujeres que no estudia ni trabaja. Son los conocidos como “NINIs”. En América Latina y el Caribe este cifra llega al 20.3% de los cuales 12% son hombres y 28% son mujeres (es decir casi un tercio son hombres y dos tercios mujeres). Este es un capital humano que podríamos llamar “vacío” o “en blanco” como los llaman algunos economistas, que explicaría muchas situaciones críticas de las mujeres y de los hombres, como por ejemplo las tasas de delincuencia entre los jóvenes, e incluso la maternidad temprana de adolescentes que por falta de un “proyecto de vida” construyen su propio nido. or qu las mu eres no tienen i ual acceso al mercado laboral y a beneficios socio económicos que los varones? ¿Por qué si el acceso a la educación de las niñas y mujeres se ha incrementado siguen sin tener las mismas oportunidades económicas? ¿Por qué las mujeres continúan en situación de desventaja económica en casi todos los rubros: ingresos, propiedad incluida la tierra , empleabilidad, acceso al cr dito y recursos financieros, etc.?. Las hipótesis son muchas, pero la predominante es aquella que rescata la inversión de tiempo vital de las mujeres en tareas de cuidado. Las mujeres en todas partes, dedican un tiempo considerable a atender a la familia, la que incluye no sólo a los hijos, hijas y pareja (en una familia convencional), sino que también abarca a otros dependientes como los abuelos, enfermos temporales y permanentes, minusválidos, etc. Es más, no sólo se ocupan de cuidar a los dependientes que están dentro de su propio hogar, lo hacen también a los que viven en otros lugares, Si las mujeres invirtieran este tiempo en su propio desarrollo a la par que los varones, y si el Estado o la sociedad organizada de otro modo, brindara los servicios necesarios para el cuidado de dependientes, las mujeres podrían igualar en oportunidades a los varones. Lo que se debe procurar es que su ingreso al mercado laboral sea en mejores condiciones que las actuales. “Sin autonomía económica no hay verdadera autonomía”, reza un dicho y sin esta autonomía las mujeres son pasibles de violencia de todo tipo (en el trabajo,

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callejera y en el hogar) que llegan a niveles cada vez más alarmante de feminicidio o son tratadas como meros objetos sexuales, y por tanto victimas de todo tipo de explotación económica.

c. El derecho al cuidado como derecho humano Las mujeres cuidan de la mano de obra pasada que ya no puede trabajar por vejez, invalidez, o enfermedad; proveen la mano de obra actual que requiere el Mercado y el Estado; y procuran la mano de obra futura. (sugiero agregar cita) Existe consenso entre organismos internacionales sobre la necesidad de introducir cambios en las cuentas nacionales y sus sistemas estadísticos a fin de incluir y valorar el aporte del trabajo doméstico no remunerado a las economías de los países. Las mujeres cuidan niños, enfermos, minusválidos y ancianos. El Estado ahorra miles de millones de dólares en estas tareas a costa del trabajo gratuito de las mujeres, que a su vez es causa que impide su desarrollo igualitario. Su aporte secreto y gratuito es, sin embargo, usufructuado por el mercado y el Estado a costa de la vida y los cuerpos de las mujeres. Los ejercicios previos reali ados sobre su valor económico, asta las mediciones oficiales de al unos países por medio de Encuestas de Uso del Tiempo, arrojan resultados sorprendentes: el trabajo invisible de las mujeres aporta al desarrollo y a la economía, el equivalente a cifras que oscilan entre el 20% y el 80% del PBI de las naciones. Esto nos indica la magnitud del monto que debería ser invertido en servicios de cuidado para garantizar así el ejercicio del derecho humano al cuidado y a la vez permitir a las mujeres un desarrollo igualitario.

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d. Costos y beneficios de u na reforma Es pertinente aclarar que no se está planteando “pagar una remuneración a las mujeres que hacen trabajo doméstico: consideramos que el Estado como garante del derecho humano al cuidado, deberá liderar un proceso de creación de un sistema de cuidados. Esto implica un cambio sustancial en la vida de las mujeres populares y diversas, en tanto son ellas el “último eslabón” de la cadena de cuidado. Más ingresos para las mujeres representan mayor autonomía económica y a mayor autonomía menor violencia y por lo tanto menos costos derivados de ella en servicios públicos de policía, justicia y salud, y además menos pérdidas de horas de trabajo. Dados los costos que seguramente tendrán éstas reformas, las Naciones Unidas ya están trabajando propuestas a nivel tributario porque son conscientes que garantizar el ejercicio de derechos tiene un costo económico. Así como la salud y la educación le cuestan al Estadoasí las tareas de cuidado también tienen costos. Es decir, el derecho al cuidado es un derecho humano, y por tanto el Estado es el responsable de garantizar que se brinden las facilidades para que este derecho se haga efectivo. Las reformas tributarias en estos contextos son cruciales. Finalmente, si se enfoca el desarrollo económico con perspectiva de género, debe elevarse la tasa de actividad de las mu eres y diversificarse su acceso a tipos de empleo ya no serán sólo las “especialistas en cuidados”; ya estarán en condiciones de abordar un rango mayor de


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Fotografía: María Luisa de la Torre.

actividades económicas, incluyendo las mejor remuneradas. Sin embargo, nada de esto será posible si las mujeres continúan trabajando un promedio de 40 horas semanales en su casa.

e. El empleo y la generación de ingresos de las mujeres en América latina. Características generales En América Latina, el 47.7% de la población ocupada urbana es informal (incluyendo a las trabajadoras del hogar), pero si sumamos a la población rural, esta proporción sobrepasa el 70%.32 se llega a un promedio de 60% de informales que no cuentan con protección social ni seguros de vejez, enfermedad o maternidad; son también trabajadoras familiares no remuneradas, es decir que si bien están en la PEA porque producen para el mercado, no perciben remuneración monetaria sino en especie (alimentación, habitación) o en servicios (educación escolar gratuita). Por último se encuentran las trabajadoras del hogar, en la escala más baja de acceso a los derechos laborales, pues generalmente no se les reconoce el derecho a la remuneración legal, incluidos servicios sociales, lo que además favorece situaciones de violencia, incluida sexual, en su ámbito de trabajo.

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efiniendo informalidad por el tama o del ne ocio unidades productivas en las que participan entre traba adores as incluyendo al promotor a del ne ocio Esta es una definición operativa por la que se optó dadas las dificultades entre los países para ponerse de acuerdo en un concepto que en lobara a la diversidad de situaciones que envuelven el Trabajo Informal. Actualmente la OIT a través del Grupo de Delhi, le añade elementos cualitativos y se define como traba ador o traba adora informal a aquellas personas que, desde su condición actuante como generadores de bienes y servicios, no se deriva la cobertura de la seguridad social ni emana la posibilidad de ejercer derechos laborales.

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A esto se agrega la baja o inexistente sindicali ación y la d bil fiscali ación por parte de las entidades del Estado responsables de velar por la generación de empleo decente. En este contexto la situación de las mujeres se agrava, por los prejuicios y estereotipos de género que subvaloran sus capacidades, además de la carga doméstica que les resta oportunidades de prepararse para el mercado laboral.

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Las economistas feministas en América Latina han centrado sus esfuerzos en evaluar la calidad del empleo de las mujeres en contextos en que el poder económico controla el poder político y que por tanto la fiscali ación laborales por parte del estado es casi inexistente, con la consiguiente sobreFotografía: Gabriela Monteiro. explotación de la mano de obra en general. Por otro lado, la baja tasa de trabajadores(as) del sector formal ha debilitado enormemente la sindicalización, que hasta la década de los 70´s constituía una potente fuerza social y política capa de modificar u orientar los modelos de desarrollo en al unos países de la re ión . Esto se agudiza en las empresas que ocupan principalmente a mujeres (confección de prendas de vestir y textilería, servicios, comercio, industrias farmacéuticas y de ensamblaje, maestras, enfermeras y asistentes sociales que prestan servicios al Estado) que muchas veces no cuentan con sindicatos y que en general tienen bajos grados de organicidad. Esto viene moldeando una clase trabajadora sin o con algunos derechos laborales individuales (la jornada de 8 horas es casi un sueño del pasado) y menos aún con los colectivos, que se está extendiendo en el mundo como consecuencia del predominio de un modelo liberal que se desarrolla casi sin resistencias políticas y que deviene semejante al que regía luego de la Revolución Industrial33. Frente a esas debilidades, las mujeres populares y diversas han encontrado en la emprenditoría y el trabajo por cuenta propia un terreno de desarrollo, impulsadas , probablemente a la necesidad de garantizar la subsistencia de su familia. Sin embargo, su crecimiento económico se ve obstaculizado por factores de diversa índole: tributarios, crediticios, burocráticos, etc. América Latina es conocida, junto con países del Asia, como un continente en el cual la emprendituría tiene un peso específico. Millones de mu eres son parte de o conducen microempresas, muchas de las cuales son actividades económicas de subsistencia, que pese a sus esfuerzos muchas veces mueren durante el primer año de vida apro . el . Esto se debe en parte a que un porcenta e si nificativo de las iniciativas económicas de las mujeres no pasan de ser meras estrategias de sobrevivencia sin posibilidades de acumulación, lo que hace que los negocios de las mujeres sean más proclives a la desaparición.

33 Ver Capítulo 1 de El Capital de Carlos Marx. Este texto, a pesar de los años transcurridos no ha perdido actualidad.


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La Población Económicamente Activa, PEA, de los países de la región está compuesta principalmente por informales dedicados al comercio y a los servicios, es decir que está sostenida por las iniciativas individuales de hombres y mujeres que abren sus propios negocios porque no pueden ubicarse como asalariados del sector privado. En el campo del trabajo que las mujeres desarrollan actualmente, afrontan los siguientes problemas que redundan en una baja en sus ingresos: • Limitado acceso al empleo formal y por tanto altas tasas de informalidad urbana, principalmente en el sector comercio y servicios. • Actividades agropecuarias informales de bajo rendimiento económico, pues su acceso a la tierra está limitado a parcelas pequeñas. • Empleos temporales, bajo regímenes especiales, que atentan contra los derechos umanos al odón, espárra o, flores, frutas, etc . • Ocupación en trabajos de medio tiempo o por horas. • Ocupación en actividades de servicio doméstico. • Ausencia o débiles organizaciones sindicales y escasa capacidad de representación colectiva. • Limitado acceso al control de la distribución del agua. • Limitado acceso a la tecnología y a bienes de capital. • Limitado acceso al crédito. • Control burocrático que no permite desarrollar o que traba los emprendimientos económicos. Todas estas características se agudizan en el caso de las mujeres rurales, o por su pertenencia a culturas originarias o afrodescendientes, con características raciales diferentes a las dominantes y por las cuales son discriminadas. Estos millones de mujeres que contribuyen o generan la mayor parte de la producción agropecuaria, enfrentan a diario la indefensión frente a la violación de sus derechos humanos más elementales como la imposibilidad de acceso a la educación y la salud. Si añadimos a las que tienen orientaciones sexuales diferentes a las dominantes, vamos a encontrar un mosaico de mujeres que luchan denodadamente por su reconocimiento como mujeres y como personas al margen de sus características accidentales como puede ser el color de su piel, su lengua materna o sus características de diferenciación sexual. Por otro lado, si evaluamos la carga total o global del trabajo de las mujeres (trabajo remunerado + trabajo doméstico) encontramos la siguiente caracterización: • Las mujeres participan más y destinan más tiempo a las actividades domésticas que los hombres. • Las actividades domésticas entre hombres y mujeres aparecen segmentadas, prevaleciendo los estereotipos de género que adjudican a las mujeres las tareas de cuidado de las personas versus las actividades de gerencia del hogar, reparación de vivienda o adquisición de activos para el hogar que mayoritariamente recaen en los varones.

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• Las actividades de cuidado de dependientes (niños y niñas, personas enfermas y adultos mayores) demandan más tiempo a las mujeres que a los hombres e incrementan el tiempo invertido por las mujeres en las actividades domésticas. • El tiempo destinado por las mujeres a las actividades domésticas se acrecienta cuando existen niños en edad preescolar en el hogar, mientras que el de los varones tiende a permanecer invariable, verificándose la misma tendencia en todos los países. • En todos los países se verifica que la presencia en el o ar de una mu er dedicada a los quehaceres domésticos, reduce el tiempo de dedicación del resto de las mujeres que viven en el hogar, mientras que la de los varones permanece estable. • El tiempo destinado por las mujeres a las actividades domésticas disminuye cuando en el hogar existen personas mayores de 75 años, mientras que el de los varones tiende a permanecer constante. • La jornada laboral remunerada de las mujeres (en muchos casos, medios tiempos, o trabajo por horas) es inferior a la de los varones, debido a la necesidad de atender las responsabilidades domésticas y familiares. • La condición de trabajadoras remuneradas de las mujeres no las libera de destinar tiempo considerable a las labores domésticas. Cualquiera sea la duración de la jornada laboral, ellas dedican más tiempo que los varones a estas actividades, lo que se traduce en lo que se ha denominado una doble jornada laboral que trae consecuencias nefastas en su salud mental y física. Las mujeres en edad activa no buscan trabajo remunerado principalmente por falta de tiempo.

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A la luz de estas evidencias, actualmente se está tratando de incluir una nueva medición de la pobreza denomina “pobreza de tiempo”. Con estas mediciones se señala por ejemplo que 32% de personas en Argentina, 30% en Chile, 34% en México y 33% en Perú son pobres de tiempo.


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¿Qué es u n trabajo digno para las mujeres?

¿Qué importancia tiene para las mujeres un empleo? ¿A que llaman ellas trabajo digno, trabajo decente? ¿Cómo afecta la carencia de empleo en su propia estima y el desarrollo de su vida cotidiana? ¿Qué frustraciones pueden estar experimentando al tratar de incursionar en el mercado laboral?

on pre untas que nos remiten a los si nificados que las mu eres otor an a la experiencia vital de tener un “EMPLEO”. Ana, una joven que vive en un barrio popular nos ofrece a través de su relato, algunas respuestas. “A veces pienso, que sí, que es bueno haber estudiado una carrera a nivel técnico o tecnológico, o profesional, para conseguir un trabajo en aquello que me preparé. Yo estudié promoción social, pero en el transcurrir de mi vida no he conseguido un trabajo acorde con mi profesión. He estudiado, he terminado mi carrera, pero no me abren campos laborales, casi siempre me piden experiencia, pero no me dan la oportunidad de tenerla, por otro parte, los trabajos están vinculados al clientelismo. No conseguir un trabajo me genera mucha ansiedad. A veces me siento enferma. Me veo improductiva, disminuye mi autoestima… todas las demás personas de mi familia trabajan o estudian, cada mañana se arreglan para ir al trabajo, salen de casa con ilusión porque les espera algo nuevo y creativo que hacer, de manera que soy yo la que se queda en casa, y eso supone que soy yo la que tiene que hacer los oficios domésticos. No es que este trabajo no sea importante, yo le doy valor a ese trabajo en la esfera doméstica, pero no puedo conformarme con eso. Aspiro a desarrollar mi potencial como mujer en otros campos. Siento la necesidad de trabajar para vivir cómodamente, sin depender de nadie, para conseguir mis propias cosas para darme gusto en lo que yo quiero y sueño. Como madre quiero tener un empleo para darle a mi hijo lo que necesita, una buena educación y mejores condiciones de vida. Cuando una trabaja lo hace muchas veces por necesidad económica, a mí me gustaría para hacerme más independiente y autónoma para después ocupar mi tiempo libre en algo que beneficie mi cuerpo , mente y espíritu, ya que nuestras labores en el hogar como mujeres amas de casa no son reconocidas , y por tanto el poder de los hombres , que generalmente son los que trabajan asalariados , se hace más fuerte. La convivencia con la pareja a veces se hace más difícil si el trabaja y la mujer no, pues prácticamente depende de él. No me parece justo que nosotras las mujeres no podamos tener nuestros propios intereses y satisfacer de manera autónoma nuestras necesidades, sin que nadie controle lo que una quiere gastar. si los dos estuviésemos trabajando y devengando salario , aportaríamos juntos a las necesidades del hogar, sin depender la una del otro o la revés Tener un empleo digno es importante, yo llamo “empleo decente”. Aquel que es productivo en si mismo, y produce ingresos dignos, que brinda seguridad en el trabajo, y amplía la protección social, al que ofrece mejores perspectivas de desarrollo personal e integración en la sociedad y brinda igualdad de oportunidades, igualdad salarial y en el trato para mujeres y hombres, sin descremación de género. ¿Cómo veo mi futuro? Yo, sigo motivada, no me conformo, valoro lo que he estudiado y pienso seguir insistiendo para tener mayor autonomía económica. “ 34

34 Testimonio de Ana: Las mujeres y el mercado laboral en Cartagena de Indias. Una mirada a los derechos laborales de las mujeres de los sectores populares. Página 9

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f. Propuestas y rutas posibles En América Latina las mujeres populares y diversas afrontan su situación laboral y económica desde una perspectiva política centrada en la recuperación del poder para la ciudadanía, pero de un poder que aliente una participación política igualitaria y paritaria, que garantice la incorporación de las perspectivas y miradas diferenciadas entre hombres y mujeres pero también por la diversidad étnica y/o racial y de opción sexual que hay en nuestras sociedades; es decir de un ejercicio del poder con perspectiva feminista. Esta no es tarea fácil para las mujeres que además de dedicar esfuerzos a solucionar los problemas ligados a su subsistencia y realización de orden material, deben lidiar con el trabajo no remunerado que realizan para el cuidado de los miembros de su familia. En este conte to, las mu eres populares y diversas, an perfilado propuestas políticas como las siguientes:

a) De carácter estratégico35:

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Cambios en el modelo neoliberal , orientando el modelo de desarrollo no sólo al crecimiento económico, sino principalmente al bienestar de la población, poniendo al Estado al servicio de la ciudadanía y de las mayorías populares, incorporando nuevos paradigmas en el uso del poder que contengan enfoques interculturales y de género. Esto implica que las organizaciones de mujeres populares y diversas continúen realizando incidencia para que los gobiernos no dejen en manos del mercado las decisiones políticas, sino que recuperen su capacidad de decisión y acción. Incorporación del valor del trabajo doméstico a las cuentas nacionales por medio de la elaboración de Encuestas sobre uso del Tiempo, incidencia para la implementación de Cuentas Satélites por parte de los estados e inicio de procesos concertados con las organizaciones de mujeres para mejorar los servicios de cuidado, teniendo en cuenta su condición de Derecho Humano36. Mejora en las herramientas de captación de información estadística en el caso de las áreas rurales. edefinición de los resupuestos blicos incorporando me oras en los servicios públicos ligados al cuidado, tales como centros de cuidado de niños y niñas, extensión de jornadas escolares para que los estudiantes hagan sus tareas antes de llegar a sus hogares, entre otros Mejoramiento de los sistemas de seguridad social para la protección y el cuidado de enfermos y ancianos así como de mujeres embarazadas, es decir de la fuerza laboral que ya no puede producir en forma permanente o temporal. Mayores controles y nuevas condiciones para la inversión extranjera y sobre todo para el gran capital, orientando esta inversión a integrarse socialmente, con cuidado compartido del medio ambiente y bajo los parámetros existentes en cada cultura, es decir con perspectiva intercultural.

35 Son las que deben iniciarse de inmediato pero con un desarrollo progresivo, que se dirigen a cambios estructurales. 36 La CEPAL ha propiciado la realización en muchos países latinoamericanos de encuestas de uso del tiempo. Se debe avanzar en la implementación de medidas de tipo legal para que los Estados se obliguen a realizarlo, en el caso de Colombia y Perú, sendas leyes obligaron a construir cuentas satélite para valorar el trabajo doméstico.


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Mayor respeto por las poblaciones originarias, indígenas y por las poblaciones afrodescendientes y aprobación del Convenio N° 169 de la OIT sobre Consulta Previa o implementación de este Convenio donde ya hubiere sido aprobado, con perspectiva de género. Mayor transparencia y rendición de cuentas a nivel local, regional y nacional, fomentando la participación de las mujeres en acciones de vigilancia ciudadana. Acciones coordinadas de las organizaciones para que las mujeres populares y diversas puedan participar de procesos de reconocimiento y revalorización, tendiente a la redistribución, de las tareas domésticas y de cuidado.

b) De carácter coyu ntural37: Fortalecimiento de la organización sindical, demandando no sólo al Estado sino a la OIT, la implementación de mejoras referentes a la cotización y contra la dispersión sindical y otras que propicien una mayor incorporación de mujeres en las organizaciones y dirigencias sindicales (por ejemplo cuotas). Promulgación de normas de obligatorio cumplimiento para empresas y sindicatos, a fin de que se incluya en los convenios colectivos acuerdos para la compatibili ación del trabajo remunerado y de las tareas del hogar en hombres y en mujeres. Vigilancia y contro por parte del estado, sindicatos y organizaciones de mujeres de las prácticas de acoso sexual en el trabajo que desalientan el ingreso de mujeres al mercado de trabajo38, que permanecen ocultas por el temor de las mujeres no sólo al despido sino también al desprestigio, poniendo término a la impunidad de los agresores que generalmente son funcionarios o ejecutivos de alto nivel. Asistencia técnica a mujeres emprendedoras y microempresarias y ampliación de circuitos comerciales Fortalecimiento de organizaciones de emprendedoras y de microempresarias para negociar con el Estado políticas y normas (por ejemplo tributarias) que alienten el desarrollo del las iniciativas económicas de las mujeres. Programas sociales para que las iniciativas económicas de subsistencia de las mujeres puedan convertirse en actividades económicas sostenibles, con estrategias de salida que promueven el paso de un estadío de subsistencia a uno de acumulación. atificación por parte de todos los países de la re ión del onvenio de la OIT que reconoce los derechos laborales para las mujeres trabajadoras del hogar y medidas para profesionalizar este servicio. Remuneración Mínima y derechos laborales igualitarios para todas estas trabajadoras. Aplicación irrestricta del Convenio Nº 169 de la OIT sobre Consulta Previa a las comunidades de pueblos originarios en donde se realizan actividades económicas de explotación de recursos que afectan el medio ambiente. Normas y medidas contra todo tipo de discriminación (sexo, orientación sexual,

37 Son algunas que ya se aplican y otras que son postergadas bien sea por falta de una comprensión cabal de las necesidades de género o simplemente porque colisionan con intereses económicos. Consideramos que el Estado y organizaciones sindicales fuertes con perspectiva de género, pueden alterar la hegemonía de los principios que rigen la lógica del capital y del mercado, ajenos al bienestar de la población y de las mujeres. 38 Encuesta Manuela Ramos-Promsex realizada en cinco regiones de Perú, Lima , 2013. Apoyo Consultores.

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etnia, lengua, discapacidad) y vigencia plena del principio de igualdad. Normas y medidas contra todo tipo de estereotipo de género, principalmente en el campo de la educación y los medios de comunicación. Creación de dependencias especializadas, con participación de las mujeres y de ser posible con familiares de las víctimas para combatir la trata de mujeres y la prostitución derivados de la actividad económica, fortaleciendo la presencia del Estado ahí donde es débil o nula. Acciones de visibilidad de las organizaciones de mujeres populares y diversas hacia toda la sociedad de la importancia del trabajo doméstido y de cuidado, tendiente a su redistribución. Apoyar las formas de economía solidarias de las organizaciones de mujeres populares y Diversas tendientes a que puedan recuperar el control del ciclo de producción, comercialización y administración de recursos monetarios o productos, para su empoderamiento y autonomía económica.

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Si bien esta no es una lista cerrada, puede constituir una base para la valoración del trabajo como medio de realización del ser humano, y que en el caso de las mujeres tiene sus propias especificidades. equiere intensidad, tiempo y or ani ación.. El ito de esta a enda está vinculado a que las mujeres sientan y se reconozcan como agentes económicos desde su espacio doméstico pues aunque no cuenten con ingresos monetarios directos ni trabajen para el mercado, sus actividades están aportando al crecimiento y al desarrollo de sus respectivos pueblos y países. Se basa también en que las mujeres se sientan agentes políticos y que a partir del ejercicio de una ciudadanía plena, interpelen permanentemente al poder político concentrado en el Estado, a las organizaciones encargadas de la representación de los intereses ciudadanos, los Partidos Políticos, a las organizaciones de la sociedad, a la prensa y en general al poder mediático y a todos aquellos agentes sociales que cuenten con diferentes cuotas de poder, para que sean conscientes de que sin la participación y el bienestar de las mu eres, no abrá desarrollo equitativo, sostenible ni pacífico. Estas medidas podrían cambiar el rostro de un capitalismo depredador a una economía inclusiva que proporcione bienestar a toda la población en el marco de una verdadera democracia.


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ALGUNOS TESTIMONIOS DE MUJERES DE ORGANIZACIONES SOCIALES DE PERÙ:

“Llego a la casa luego de trabajar o de mi organización a seguir trabajando mientras mi pareja ve televisión o se pone a dormir. Duermo entre cuatro y cinco horas diarias. Lo único que me ha salvado de la locura es mi pertenencia a la organización que es el espacio en el que siento que no soy la única que sufre, ni la única maltratada.” “Yo estudié hasta tercero de contabilidad, pero tuve que dejar el trabajo porque me casé, vinieron los hijos y ya no tuve tiempo de seguir estudiando. Ahora me siento una mujer inútil, permanentemente vejada por mi pareja que me enrostra que yo sin él no sería nadie ni nada y que gracias a él puedo tener techo y comida. Ni mis hijos me valoran, sólo piensan en mí cuando las cosas faltan o están mal hechas en la casa”. “Desde que tengo mi negocio de reciclaje gracias a la Municipalidad de mi distrito, me valoran más en mi casa porque estoy aportando dinero. El ingreso económico para nosotras las mujeres es todo. Sin eso nadie nos respeta, ni siquiera los hijos”.

Este capítulo fue elaborado por Ana Maria Yañez, con el aporte del Grupo Temático Empoderamiento Económico y acceso a los recursos, y de todas las organizaciones del Convenio.

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Poderes y Liderazgos de las Mujeres Populares y Diversas39

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39 Este capítulo no podría haber sido redactado sin los invalorables escritos, artículos y debates realizados por MARIA ARBOLEDA, Investigadora Regional del proyecto: Poder Político de las Mujeres y transformación del poder, a quien agradecemos por sus textos y participación en nuestro proyecto transformador.

Fotografía: Carlos Ly.


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¿Cómo conciben el poder las mujeres populares y diversas? ¿Por qué planteamos que existe un poder que queremos transformar? Entre los años 2010 y 2015 las mujeres de organizaciones populares y diversas debatimos y construimos nuestra propia noción de poder, a partir de investigaciones40, formaciones políticas41 y a partir de la propia experiencia de participación política en ámbitos comunitarios, estatales, familiares, etc. Este capítulo se divide, así, en dos partes. En la primera, desarrollamos un resumen de nuestros hallazgos, debates y conclusiones. En la segunda, nuestros caminos a seguir en este contexto.

a. La toma de decisiones La constatación de que las mujeres en general han sido excluidas de los espacios de tomas de decisiones (públicos formales como los estados y los parlamentos, pero también de los espacios tradicionalmente considerados como privados como la casa, y los sociales y/o comunitarios) ha llevado a las mujeres populares y diversas a nuevos planteos y desafíos en relación a su poder y participación política. En primer lu ar se quiere destacar que la defensa y reivindicación del territorio si nifica para las mujeres PyD no sólo la recuperación del espacio político en que viven (el barrio, la comunidad, los asentamientos construidos por ellas mismas, la naturaleza en la cual producen y crean, los ori ontes y confines donde desarrollan y cuidan la vida sino fundamentalmente del propio cuerpo. Sólo si se recupera la capacidad de decisión y autonomía sobre ellos, se logrará una ciudadanía plena para las mujeres en general, pero para las mu eres populares y diversas en particular, su etas a condiciones específicas de vulnerabilización y expropiación.

“ ay diversas istorias con las que ellas están refle ando una relación entre su reconocimiento como personas con derechos a través de sus cuerpos, la sexualidad, el amor y una construcción de poder.(…) Muchas mujeres nacen a la participación y al liderazgo en la lucha por el territorio. (…) En sus historias de vida se encuentran con poder para resistir despojos de sus territorios, atropellos a ellas y a sus comunidades, las que están siendo atacadas por intereses exógenos donde les quieren quitar sus tierras ancestrales para macroproyectos turísticos y de vivienda de personas muy ricas. Este poder se relaciona con su trabajo cotidiano en las organizaciones42.

40 Ver los cuatro textos en: http://www.popularesydiversas.org/article/2o-edicion-de-investigaciones-regionales/ 41 Ver documento: Escuela de Escuelas y sistematización de planes de incidencia de la Escuela Regional Oxfam Flacso. 42 Reflexiones sobre el poder en el marco de la Investigación: Empoderamiento y participación política de las Mujeres Negras, Afrodescendientes y Palenqueras de Colombia. Talleres realizados en Cartagena de Indias, Colombia, 2012 y 2013.

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b. La distancia con los espacios públicos de toma de decisiones43 Aunque se ha establecido que las mujeres hacen política desde el momento en que deciden que son seres humanos con derechos, a partir de ahí, surgen problemas que tienen que ver con la conformación patriarcal de los estados, las democracias naciones, los partidos políticos y las organizaciones sociales. Las mujeres se quedan en la periferia de las decisiones y aunque muchas veces recuperan la voz, esto no implica directamente la posibilidad de decidir en esas estructuras. En otros casos, ese poder de decisión se comienza a ejercer luego de muchos esfuerzos y estigmatización, y sin embargo existe la percepción que las mujeres populares y diversas solo pueden tener acción política para ellas mismas, no para asuntos que se refieran a la sociedad en su con unto.

“Los espacios públicos tratan a las mujeres como madres, como hermanas, como hijas, a-hijadas en realidad, pero no como ciudadanas.(…) Cuando el Estado se separa del parentesco, ¿las mujeres tenemos mayor libertad?” 44

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Este distanciamiento también existe con las mujeres que ocupan espacios de toma de decisiones públicos (muchas mujeres llegan por tradición familiar, son parte de las estructuras de poder tradicionales de grupos económicos o partidos políticos) e incluso con aquellas líderes de las organizaciones que toman la decisión de participar en cargos electivos (por voto popular o por designación).

c. Obstáculos para la participación política e podría reali ar una lista interminable de las dificultades sociales y los impedimentos íntimos para la participación política, no obstante referiremos aquí lo que se considera como los condicionantes estructurales más importantes. Tal como se dijo en el capítulo anterior, el trabajo doméstico y las tareas de cuidado se presentan como uno de los principales obstáculos, en particular para las mujeres populares y diversas que no pueden resolver el problema de su no redistribución contratando a otras mujeres. La violencia es, además, otro de los condicionantes claves: Si no se recupera la autodeterminación sobre el cuerpo, las mujeres no podrán acceder al poder ni transformarlo.

43 Fuente: Recursos de un proceso de investigación de mujeres populares organizadas en cuatro países: apuntes de una intermediaria. Maria Arboleda. Se trata de una recopilación de los debates producidos en los talleres de preparación de las investigaciones, en las presentaciones públicas de las mismas y en seminarios públicos y cerrados del grupo de trabajo: Participación Política. 44 efle iones sobre el poder en el marco de la nvesti ación e la casa a la política. Maria Emma Mannarelli. Talleres realizados en Lima, Perú, 2012 y 2013..


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Fotografía: Florencia Castello.

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“Las mujeres también evidencian cambios muy fuertes de su empoderamiento personal

en ámbitos privados (…). Ahora, ellas se sienten con derecho a separarse de una pareja maltratante y a obtener protección de instancias estatales. Madres dijeron que, 20 años atrás, ante episodios de violencia que afectaban a sus hijas, posiblemente ellas habrían sido parte, con dolor, de prácticas de disciplinamiento de las mujeres (“vuelve donde tu marido”, “no reclames”), pero que al revés, ahora, ellas son las primeras en acompañar a sus hijas en cualquier decisión que tomen, ya sea separarse, poner límites al maltratante o acudir a las instancias oficiales de protección de derec os”. 45

Regresar al cuerpo nos lleva a pensar qué nos pasa en la vida privada, mirar lo público y lo privado como un continumm y comprender que no hay transformación del espacio público que no incluya al privado y las esferas domésticas de producción, consumo y toma de decisiones.

45 Reflexiones sobre el poder en el marco de la Investigación: Empoderamiento y participación política de las Mujeres Negras, Afrodescendientes y Palenqueras de Colombia. Talleres realizados en Cartagena de Indias, Colombia, 2012 y 2013.


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d. Democracias con clientelismo para las mujeres PyD En la región latinoamericana, el sistema de democracia a partir de los partidos políticos asume a los y las excluid@s como consecuencia de las desigualidades como “clientes” a quienes entregan bienes, servicios o favores a cambio del voto. Allí se encuentran políticas de subsidios, programas alimentarios, compensaciones en bienes y servicios o dinero en efectivo por condición económica baja.. De este modo ocurre la producción de las mujeres populares y diversas como clientas. El esquema político clientelar promueve que las organizaciones de mujeres depositen en un “caudillo” la aprobación o legitimación de sus demandas. Esta fi ura caudillista puede tambi n ser ocupada por una mu er. La erradicación de la relación clientelar de los partidos políticos y estados con las mujeres populares y diversas es clave para la radicalización de las democracias. Sin embargo, este proceso no debe producirse, como ha sucedido históricamente y se mantiene hasta la actualidad, mediante la condena, marginación y persecución hacia las mujeres populares y diversas que resisten este tipo de vínculo y se posicionan como ciudadanas, a costa de una carencia de servicios básicos y del empobrecimiento personal y de todo su núcleo familiar.

e. Sentidos de transformación del poder

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¿Por qué planteamos que existe un poder que queremos transformar? Porque ese poder está colocado dentro de un sistema que las mujeres organizadas cuestionan. Pero hay otra cuestión central: ¿qué viene primero, la transformación social o la transformación desde las mujeres? Hay quienes piensan que primero tiene que transformarse la sociedad y entonces se transformará el poder, ahí se podrá, entonces, ejercer un poder que no tenga vocación de abuso y sometimiento (al decir de Marcela Lagarde). Sin embargo, plantear el asunto de este modo puede ser otra expresión de nuestra distancia con el poder. Asimismo, esta visión niega la existencia de poder (y sus abusos) en los ámbitos tradicionalmente considerados como privados. Incluso muchas organizaciones vinculadas fuertemente con proyectos transformadores excluyen éste ámbito de sus intervenciones y de las injusticias a erradicar, a pesar de que se constituye en un enorme productor de privilegios y de desigualdades. Hay otra posición que propone no solo participar en la transformación social del poder sino la necesidad de involucrarse en ella, para organizar desde adentro los cambios en un sentido no patriarcal. Otra visión incluye la idea de pensar que la transformación antipatriarcal solo puede ser hecha “desde las bases” (como si allí no hubiera ejercicio de poder patriarcal). Por último, otro de los dilemas planteados ha sido la radicalidad de las transformaciones posibles. Citando a Christina Buarque: cuando las mujeres populares y diversas actúan políticamente, presentan nuevos sentidos y mejoran sus condiciones de vida, transforman la sociedad, pero no están transformando el poder. Esta posición también es rebatida por quienes consideran que a trav s de estos lidera os es que se producen, en definitiva, cambios radicales en las estructuras.


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Fotografía: Percy Ramírez.

“No creo que la nuestra sea una lucha de las mujeres para llegar, sino para transformar. Llegar con las organizaciones al poder. Solo por la organización se llega a lo que llamamos el Sumak Kawsay, el Buen Vivir, que es la equidad social y con el ambiente que nos rodea. Es una forma diferente de ver el desarrollo. Ahí hay que reconocer las voces, las presencias y las propuestas de las mujeres. CONSPIRANDO EN EL SISTEMA PARA TRANSFORMARLO.”46

f. Las colonialidades remanentes y las organizaciones mixtas Las estructuras racistas y las desigualdades – económicas, pero fundamentalmente sociales y de asi nación de status y privile ios remanentes de la olonia se refle an en las culturas políticas y en los espacios de toma de decisiones de nuestros países.

46 Patricia Herrera, ex Viceprefecta de Chimborazo, Ecuador. Discurso pronunciado durante el Encuentro: la democracia para valer necesita mujeres en el poder, organizado por el grupo de Participación Política del Convenio el 7 de septiembre de 2012 en Lima, Perú.

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Las mujeres populares y diversas, en particular las afrodescendientes, indígenas y de opciones sexuales diferentes a la heterosexualidad dominante, conocen y confrontan, en la vida diaria, todas estas formas de exclusión y discriminación, no solo en los particdos políticos sino también en las organizaciones mixtas:

“A pesar de nuestras luchas por más de un siglo para ser reconocidas como ciudadanas,

actoras y sujetas políticas, todavía las mujeres somos colocadas como relleno para cumplir con cuotas. Las mujeres populares, indígenas, afrodescendientes, trabajadoras del hogar, lideresas de base, lésbicas y otras, tienen aún menos oportunidades para llegar a sitios de poder. (…)

Las múltiples discriminaciones afectan incluso a las mujeres que llegan a espacios de poder organizativo y representativo: cuando hablan, sus opiniones son desvalorizadas, suelen estar en minoría en ambientes masculinizados hostiles, y de manera generalizada sufren prácticas de violencia y acoso si no se disciplinan a intereses organizativos-comunitarios y partidarios, o a decisiones de los grupos mas fuertes o hegemónicos. (…)

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Del mismo modo, organizaciones mixtas, movimientos sociales, indígenas, afro, sindicales, partidos y aparatos estatales, convocan a mujeres lideresas para ser cooptadas en proyectos de poder que posteriormente eliminan las agendas y prioridades construidas por los movimientos de mujeres en un sentido de transformación”. 47

Por ello, la transformación de las condiciones de estigmatización e inequidad en que desarrollan la vida política las mujeres PyD debe ser transformado en la búsqueda de la paridad, al i ual que la revalori ación del lidera o de las mu eres imena Mac icao suele decir que las mujeres construimos mucho poder a nivel organizacional y no sabemos cómo capitalizar ese poder en el ámbito político del que milenariamente hemos estado excluidas.

47 Manifiesto de las mu eres populares y diversas. ima, or re ularfile manifiesto mu eres populares y diversas

. er te to completo en

ttp

.popularesydiversas.


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Fotografía: Juan Zurita.

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“Trabajamos mucho con las mujeres para cambiar las normas y después de dos años

hubo un congreso en el que se cambió los estatutos para permitir que las mujeres puedan ser Corneshas (líder máximo de la comunidad). En el 2006 llegué a ser la primera Cornesha de mi pueblo. Fue un triunfo.(…) Los hombres se resistían a llamarme Cornesha, me decían “Teresita”. Eso cambió después. Los dirigentes fueron denunciados. El gobierno de Nicaragua ofreció asilo político. Yo no acepté. Yo dije: “mi pueblo me eligió a mi para servirlos, no para irme a otro país”. Los hombres se fueron, ellos temblaban, yo les decía no hay que tener miedo, hay que defendernos. Pero no los critico, ellos eran presidentes, es una situación difícil, sufre tu familia, tu comunidad, tu pueblo. (…) La organización Flora Tristán asumió mi defensa. Estuve escondida (…) Al retornar todos me decían Cornesha. En la comunidad piensan que solo los hombres pueden ser valientes, fuertes. Pero en las luchas quienes se ponen adelante somos las mujeres, los hombres van atrás, para defenderlos, para protegerlos.”48

48 Teresita Antazú. Señora Cornesha de la Nación Yanesha, en la Amazonia peruana. Discurso pronunciado durante el Encuentro: la democracia para valer necesita mujeres en el poder, organizado por el grupo de Participación Política del Convenio el 7 de septiembre de 2012 en Lima, Perú.


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g. La paridad en la toma de decisiones en los ámbitos público y privado

“ a paridad no si nifica meramente que para las mu eres cabe una cuota mayor de encargos, pero constituye una expresión más amplia de la universalidad y es parte de un proceso más largo que incluye el recurso de las cuotas, bien como otras herramientas, y además requiere principalmente el reconocimiento de las mujeres como ciudadanas con plenos derechos. La paridad, además que un concepto cuantitativo, es la expresión de la redistribución del poder en tres ámbitos específicos el mercado laboral, la toma de decisiones y la vida familiar.”49 Para las mujeres populares y diversas la paridad es equilibrar una relación absolutamente desproporcional existente entre los trabajos masculino y feminino en el ámbito privado, igual salario por igual trabajo igual, redistribuir las tareas del hogar y tener autonomía sobre sus cuerpos y sus vidas, acabar con todas las formas de violencias y tener igualdad de oportunidades para acceder a cargos públicos.

“El tema de cómo ligar las luchas sociales de las mujeres con las de su participación política

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en busca de la paridad es problematizada tanto desde las barreras sociales, económicas y políticas que sufren muchas de ellas pero también desde una petición de coherencia con la agenda feminista y de las mujeres. (…) Habría un desplazamiento de la centralidad que han tenido las políticas públicas para las organizaciones y como forma privilegiada de expresión de sus luchas frente a los gobiernos hacia una disputa más clara por la participación / representación política más directa en las instancias de poder, con base en procesos electorales. (…)¿Cómo politizar las trayectorias y luchas sociales de las mujeres que provienen de las organizaciones? (…) Es preciso analizar formas no patriarcales de organización de lo público y del estado que no solo aborden la necesidad de políticas públicas sociales, incluyendo de manera fuerte una mirada feminista en todas las medidas y políticas de gobierno. ”50

49 Informe de la “X Conferencia sobre la Mujer de América Latina y Caribe” de CEPAL, realizada en Quito en el año de 2007. Este documento reúne las valiosas contribuciones de las ministras y autoridades de los mecanismos de promoción del progreso de la mujer de América Latina y Caribe que contó también con la colaboración del Centro Latino-Americano y Caribeño de Demografía (CELADE) - División de Población de la CEPAL. 50 efle iones sobre el poder en el marco de la nvesti ación Mul eres construindo poder m ol ar sobre como as mulheres populares e diversas do Nordeste do Brasil transformam o poder Izabel Santos. Talleres realizados en Recife, Brasil, 2012 y 2013.


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h. Hacia dónde vamos: liderazgos y construcción política de las mujeres populares y diversas Las mujeres de América Latina y del Caribe están siendo protagonistas de los mayores cambios culturales de la historia. Aún perdura un malestar de las mujeres de la Región provocada por la brecha entre su enorme contribución social y la falta de reconocimiento de ese trabajo. El hecho histórico básico de la sub-representación femenina es, por lo tanto, una cuestión de justicia que necesita ser reparada. invertir y demandar equidad en los espacios de toma de decisones es una cuestión necesaria de reparación y de justicia. Gracias a esa diversidad y la visibilidad de las múltiples identidades de las mujeres organizadas, se an re si nificado sus diferencias en la luc a por la i ualdad, an ocurrido randes cambios en las agendas – que ahora son más amplias, radicalizadas y complejas, y también se han construido nuevas alianzas y espacios de incidencia y actuación. En este conte to, las mu eres populares y diversas, an perfilado las si uientes prioridades de agenda:

De carácter estratégico51: La paridad en la toma de decisiones en todos los ámbitos de la vida social, para lo cual se requieren ajustes legislativos, políticas públicas y sobre todo transformaciones que garanticen la representación y visibilidad de las múltiples identidades de las mujeres organizadas. El cuidado de la vida tiene que estar colocado como base del poder y la democracia: en los estados y en la vida social, para la efectiva transformación de las relaciones de poder desiguales. Queremos estados/naciones que establezcan vínculos con las mujeres populares y diversas organizadas por fuera de las tradicionales relaciones de clientelismo y programas sociales o de ayuda a sectores vulnerables. En esta nueva construcción, debe existir un desplazamiento del lugar de clientas al de ciudadanas, y de un estado que se transforme en integrador y no en fragmentador de procesos. La transformación de los “ámbitos privados” y su inclusión en agenda: no se lograra ni paridad ni igualdad de oportunidades en la participación política sin la transformación de las inequidades, erradicación de la las violaciones a los derechos humanos y distribución privilegiada de recursos en los ámbitos domésticos de producción y de reproducción de la vida: de allí la urgente necesidad que este ámbito político de actuación sea incluído en la agenda de las organizaciones sociales y del movimiento social transformador para la radicalización de las democracias.

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Son las que deben iniciarse de inmediato pero con un desarrollo progresivo, que se dirigen a cambios estructurales.

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De carácter coyu ntural 52: as or ani aciones de mu eres populares y diversas ratifican en la necesidad de continuar profundizando la FORMACION POLITICA PARA MUJERES, espacio que no puede sustituir la educación formal (también necesaria e imprescindible) por la característica de construcción de ciudadanía que llevan adelante las organizaciones. Autoidentificación para el empoderamiento mediante la recuperación de las identidades diversas transformándolas en orgullo de resistencia, pertenencia y sin ularidad y valor colectivo, se podrán calificar los lidera os de las mu eres populares y diversas para su reconocimiento y legitimidad en el accionar político. El poder transformador de las mujeres populares y diversas: promover y garantizar los liderazgos de las mujeres PYD en espacios electivos, ejecutivos y comunitarios no solo constituyen materia de justicia social y democracia, sino también, posibilidades de transformación de las desigualdades, cuyo impulso resulta necesario no solo por parte del movimiento feminista y de mujeres de la región. Legislaciones de paridad y alternancia: en todos los niveles (nacionales, locales y regionales) el impulso de estas normativas son además garantías para la profundización de las democracias.

Este capítulo fue elaborado por Izabel Santos53 y Andrea Diez, con el aporte del Grupo Temático Participación Política, y de todas las organizaciones del Convenio. 62

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Son algunas que ya se aplican y otras que son postergadas bien sea por falta de una comprensión cabal de las necesidades de género o simplemente porque colisionan con otros intereses. 53 ormada en filosofía pela universidad católica de pernambuco brasil, especialista en derec os umanos por la misma universidad, integrante del colegiado de gestión del centro de mujeres de cabo, y actualmente cursando especialización en género, desarrollo y políticas públicas por la universidad federal de Pernambuco – UFPE.


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BIBLIOGRAFÍA Arboleda, María. Recursos de un proceso de investigación de mujeres populares organizadas en cuatro países: apuntes de una intermediaria. A Contribuição das Mulheres para a Igualdade na América Latina e no Caribe. Disponível em: <www. observatoriodegenero.gov.br >. Acesso em: 26.03.2014. CICINELLO, Alexandre, Modelo de desenvolvimento predatório e violência: as mazelas da sociedade brasileira. Disponível em:<http://www.inesc.org.br/biblioteca/publicacoes/artigos>. Acesso em: 02.04.2014. COSTA, Ana Alice, Gênero Poder e Empoderamento das Mulheres. Disponível em: < www. unifia.edu.br pro etorevista arti os>. Acesso em 31.03.14. CÓRDOBA Jenny de la Torre, TERÁN, Candelaria Sepúlveda. Empoderamiento y participación política de las Mujeres Negras, Afrodescendientes y Palenqueras de Colombia. Investigación Regional articipación olítica de las Mu eres y Transformación del oder AM, . TE M AM. idera os Transformadores de Mu eres en atinoam rica una Estrate ia para la Justicia Social y de Género. 2012. G ulieta, Ecuador ncidencia de las mu eres ic as de imbora o y afrodescendientes de Guayaquil en los movimientos mixtos y en los órganos de poder local y nacional. Investigación Regional articipación olítica de las Mu eres y Transformación del oder AM, . MANNARELLI, Maria Emma - Investigadora principal. De la casa a la política: Escritos colectivos de las mujeres organizadas de Lima, Investigación Regional Participación Política de las Mujeres y Transformación del oder AM, . O PROGRESSO DAS MULHERES NO BRASIL. Disponível em: <www.cepia.org.br/progresso>. Acesso em: 28.03.2014. REDE MULHER & DEMOCRACIA. Mulheres e Política lutas e Conquistas. Cadernos Feministas de Economia & Política. Recife: CMN, n.1, 2004. SEN, Amartya. Introdução, In Desenvolvimento como liberdade São Paulo: Companhia das Letras, 2000, pp. 17-26

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La interculturalidad e interseccionalidad como estrategias polĂ­ticas de encuentro y trabajo de las mujeres populares y diversas

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a. Nuestra diversidad, nuestra riqueza. Las mujeres que formamos parte del Convenio provenimos de 19 organizaciones de cuatro países, Ecuador, Colombia, Brasil y Perú. Somos mujeres populares y diversas: mujeres del campo, rurales, urbanas, de la costa, de la sierra, indígenas, negras, desplazadas, de organizaciones sociales de base, feministas, lesbianas, heterosexuales, jóvenes, adultas, trabajadoras del hogar, activistas de derechos humanos, etc. Mujeres provenientes de países con diferentes realidades, con diferentes identidades, pero unidas en una apuesta conjunta por combatir el machismo, el patriarcado y todas las formas de exclusión y discriminación que restringen nuestra ciudadanía y la posibilidad de desarrollarnos y acceder a mejores condiciones de vida. En momentos en que nuestra región enfrenta una serie de cambios sociales, políticos y económicos, somos testigas de cómo las diferencias y contradicciones se agudizan en nuestros países. Perú y Colombia son considerados por las agencias internacionales como países con “crecimiento económico y de renta media; el primero con un proceso de descentralización incipiente y grandes problemas de equidad, en donde el 20% de la población concentra el 80% de la riqueza y los grupos hegemónicos deciden el destino del país. En olombia el crecimiento económico convive con el narcotráfico y el conflicto interno y miles de personas, mayoritariamente mujeres y niños/as son obligados/as a desplazarse y dejar sus territorios. Brasil, país con una economía consolidada, forma parte de los BRICS54, cuenta con un gobierno progresista (gestión de Dilma Roussef, reelecta en el año 2014) y con la mayor población afrodescendiente de esta parte del continente, sin embargo, es un país donde persiste el racismo y donde miles de hombres y mujeres sin tierra, siguen a la espera de la reforma agraria y el derecho a la soberanía alimentaria. Y Ecuador, que al año 2015 contaba con un gobierno de izquierda, que llegó al poder encarnando muchas ilusiones y expectativas, pero que en el camino se olvidó de quienes lo eligieron y en la actualidad es expresión del debilitamiento del tejido social y de las organizaciones con un gobierno que las silencia. Las mujeres populares y diversas y las organizaciones que las integran somos parte de la expresión de la diversidad de nuestros países, de la riqueza cultural y del legado que recibimos de nuestros antepasados, quienes formaron parte de la fundación del Estado Nación donde se sentaron las bases de un sistema excluyente que lamentablemente se arrastra hasta la actualidad y que no ha sabido propiciar las condiciones para que todas y todos nos sintamos “parte de”, atendidos/as y representados/as, guardando nuestras diferencias pero en condiciones de igualdad. Las mujeres no escapamos a esta situación, diferentes datos de la realidad nos dan de cara día a día con expresiones de discriminación. Muestra de ello es nuestra activa participación en el trabajo reproductivo y las labores del cuidado, las cuales pasan como invisibles al no

54 Se emplea la sigla BRICS para referirse conjuntamente a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Países con gran población y territorio, lo que les proporciona dimensiones estratégicas continentales y recursos naturales, así como enormes cifras de crecimiento del y participación en el comercio mundial, lo que los confi ura como un rupo económico emergente.

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ser valoradas ni cuantificadas por el Estado y la sociedad. on actividades que más bien se naturalizan como parte de nuestras obligaciones por la división sexual del trabajo. Frente a este panorama, este apartado desarrolla nuestra apuesta no sólo por visibilizar la situación de nosotras las mujeres en relación a los hombres, sino también por evidenciar las diferencias que existen entre nosotras mismas y que en la realidad confi uran situaciones de privile io y discriminación, a fin de te er de manera más fina nuestras estrategias para asegurar que todas nos sintamos representadas y valoradas, apostando por la interculturalidad e interseccionalidad como estrategias para la ampliación de nuestras ciudadanías.

b. La interculturalidad como herramienta política. La producción de saber hegemónico por parte de occidente excluye o silencia otra producción de saber, el saber marginalizado (periférico) del latinoamericano, del indígena y del afrodescendiente (Quijano, Mignolo, de la Cadena)55. Esta constatación nos remite a la construcción de nuestros Estados, los cuales se han forjado sobre el racismo, la exclusión, la discriminación, colonialismo y patriarcalismo y es que los pueblos indígenas, afros, las mujeres, nunca fueron considerados como parte integrante y fundamental de los Estados. De allí que nuestras instituciones, jurídicas, educativas, de salud, etc. se hayan ido formando con una sola visión colonial, patriarcal y racista que persiste hasta nuestros días.

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En tal conte to podemos decir que la interculturalidad no es un fin como tal, sino una herramienta o medio que nos permite “descolonizar” y destrabar toda la estructura unicultural del Estado y descolonizar el imaginario social de que en nuestros países la única cultura válida es la cultura dominante y a partir de allí promover la construcción de una sociedad intercultural. El enfoque de interculturalidad es cada vez más difundido en nuestros países tanto por la sociedad civil organizada, como por los Estados (-incluso forma parte de la constitución del Ecuador56). Parte de este proceso son también las organizaciones de mujeres y movimientos sociales, quienes venimos realizando una discusión sobre este enfoque, que nos permita incorporarlo en nuestras agendas y prácticas cotidianas. En el marco del Grupo de Traba o de nterculturalidad e nterseccionalidad, definimos la interculturalidad como “el encuentro y diálogo horizontal entre nosotras, nuestras culturas (nuestros sentires y saberes) que va más allá del respeto a la diversidad o la tolerancia. Recuperando y valorando nuestra cultura y creencias desde una mirada crítica y de derechos de las mujeres, cuestionando a la sociedad y al Estado, haciendo explícitas las situaciones de poder y privilegios”.

55 Quijano, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina” Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2004. 56 Constitución de la República del Ecuador (2008). Art. 1. “El Ecuador es un Estado constitucional de derechos y justicia social, democrático, soberano, independiente, unitario, intercultural, plurinacional y laico. Se organiza en forma de república y se gobierna en forma descentralizada…”


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La interculturalidad es una práctica política que va más allá de la aceptación y tolerancia de otras identidades. Es un reconocimiento a las diferentes formas de entender el mundo, así como a las diversas maneras de opresión o discriminación que se establecen. La interculturalidad enfatiza la importancia del diálogo entre culturas y saberes y que propone hacer explicitas las desigualdades y relaciones asimétricas para combatir las desigualdades. Es uno de sus propósitos la visibilización y aceptación de la existencia de una sociedad diversa, que busca vivir en armonía y con justicia social y económica.

La interculturalidad abre una gama de posibilidades para poder tender puentes, hacer alianzas, abrir espacios de diálogo, intercambio de experiencias y construir agendas comunes y encontrar alianzas para las agendas particulares, y remar hacia una meta común, que es cambiar las relaciones de poder, el Estado y la sociedad, desde el respeto a las diferencias y las diversidades y buscar soluciones apropiadas a cada realidad cultural. La interculturalidad abre una gama de posibilidades para tender puentes, abrir espacios de diálogo, intercambiar experiencias, construir agendas comunes y encontrar alianzas para las agendas particulares. La interculturalidad nos permite remar juntos y juntas hacia una meta común, cambiar las relaciones de poder, el Estado y la sociedad, promoviendo la diversidad, buscando soluciones apropiadas a cada realidad cultural.

c. La interseccionalidad como categoría analítica.

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A modo de introducción es importante señalar, que a diferencia de la interculturalidad, la interseccionalidad es un enfoque más reciente, sobre el que todavía falta ampliar la discusión para entenderlo mejor y facilitar su apropiación. Este enfoque adoptado originalmente por pensadoras y organizaciones feministas y de mujeres, entre las cuales se encontraban muchas organizaciones que luego pasaron a integrar el convenio. Frente a las condiciones de exclusión y dominación que enfrentamos las mujeres, el feminismo propicia el reconocimiento de la autonomía y las diversidades, la democracia, la justicia de género y la participación activa de las mujeres en la economía, la vida pública y la toma de decisiones sin ningún tipo de distinción. La democracia radical que persiguen las feministas, como señala Gina Vargas, va más allá Fotografía: María Isabel Murcia.


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de la forma de relacionarnos políticamente, implica justicia social, igualdad, y en este proceso que tengan voz quienes no la tienen, validar sus prácticas, las diversas ideas de bienestar, asimismo, alimentar nuevas subjetividades. Es en este marco, de búsqueda de la justicia social y de género, que se desarrolla el enfoque de interseccionalidad57, a fin de determinar de qu manera el nero, pero tambi n la clase, el grupo étnico, la edad, la orientación sexual, etc. se conjugan generando en la práctica diferentes tipos de subordinación y exclusión. Y es que los sistemas de dominación están estrechamente interconectados, de ahí la importancia de abordar una mirada holística entre las diversas dimensiones, la raza, la clase, la identidad sexual, el género, etc. en un proceso de reconocimiento al/la otro/a y sus cosmovisiones. En este sentido, se plantea recoger el enfoque de interseccionalidad, herramienta que nos ayuda a entender la manera en que los con untos diferentes de identidades influyen sobre el acceso que se puede tener o no a los derechos.

“La interseccionalidad es una herramienta analítica para estudiar, entender y responder a las maneras en que el género se cruza con otras identidades y cómo estos cruces contribuyen a experiencias únicas de opresión y privilegio”58.

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La interseccionalidad tiene como objetivo revelar las variadas identidades y exponer los distintos tipos de discriminación y desventaja que se dan como consecuencia de la combinación de estas identidades. “Aunque todas las mujeres de alguna u otra manera sufren discriminación de género, existen otros factores como la raza y el color de la piel, la casta, la edad, la etnicidad, el idioma, la ascendencia, la orientación sexual, la religión, la clase socioeconómica, la capacidad, la cultura, la locali ación eo ráfica y el estatus como migrante, indígena, refugiada, desplazada, niña o persona que vive con VIH/SIDA, en una ona de conflicto u ocupada por una potencia e tran era, que estos factores se combinan para determinar la posición social de una persona”.59 La interseccionalidad busca visibilizar las formas de opresión que atraviesan nuestros cuerpos y or ani aciones, identificando cómo en el cuerpo de nosotras las mu eres se dan diferentes opresiones en contextos concretos. Y es que las discriminaciones son múltiples y no se dan por separado. “Las mujeres afro de clase popular no podemos discriminar una categoría sobre la otra”60.

57 El concepto de interseccionalidad lo introduce Kimberlé Crenshaw en la Conferencia Mundial contra el Racismo en Sudáfrica en 2001. 58 AWID. Interseccionalidad: una herramienta para la justicia de género y la justicia económica. Derechos de las mujeres y cambio económico. Nº 9, agosto 2004. Género y Derechos. 59 IBID. 60 Intervención de participante de Grupo de Trabajo de Interculturalidad e Interseccionalidad. 2012.


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La interseccionalidad es una categoría de análisis y una herramienta útil para la generación de políticas públicas, ya que nos ayuda a analizar cómo estamos las mujeres, al visibilizar las múltiples identidades y entender las relaciones de poder. En nuestro activismo feminista la interseccionalidad nos ayuda a entrecruzar nuestras múltiples luchas, por la tierra y el territorio, la defensa del agua, al trabajo digno, a una vida libre de violencia y racismo, a decidir sobre nuestros cuerpos, al respeto a nuestra diversidad sexual, etc. La interseccionalidad, asimismo, toma en cuenta los contextos históricos, sociales y políticos al mismo tiempo que las e periencias individuales nicas que resultan al confluir diferentes tipos de identidad. Como señala Itanacy61, “la interseccionalidad es una categoría que nos ayuda a construir una propuesta política para las mujeres, en especial a las mu eres ne ras, aranti ando la especificidad de demandas que atiendan nuestra diversidad”. Y es que a pesar de los múltiples avances, seguimos viviendo en una sociedad patriarcal, racista, androcéntrica, heteronormativa, que ocasiona en la práctica múltiples discriminaciones en mujeres y hombres no hegemónicos, en particular a las mujeres afro, lesbianas, transgéneros, etc. Cobra relevancia en este sentido, hablar de las dimensiones de redistribución y reconocimiento, resaltando que ambos tipos de reivindicación son necesarios, como señala Nancy Fraser, para hablar de justicia social. Las mujeres requerimos procesos de distribución, muestra de ello es la necesidad que tienen las mujeres campesinas, rurales e indígenas de acceso y control de la tierra, a la soberanía sobre sus territorios, pero también a ser reconocidas como ciudadanas en igualdad de derechos. Asimismo, las trabajadoras del hogar buscan que su trabajo sea reconocido como tal y que goce de los mismos derechos que otros trabajos. Las mujeres populares y diversas, buscamos ser reconocidas como ciudadanas, a decidir sobre el destino de nuestras vidas y nuestros países, con igual derecho a la participación política. Así como a recibir el mismo sueldo por el mismo trabajo que los hombres y a que se contabilice y valore al trabajo reproductivo y del cuidado que realizamos. Asimismo, necesitamos visibilizar la diversidad de identidades y ser conscientes de las situaciones de privile io que se confi uran entre nosotras, por ser blancas, por contar con estudios, por vivir en zonas urbanas, por ser heterosexuales, etc. Esto nos permitirá avanzar en un movimiento en que todas nos sintamos representadas y fortalecer nuestras relaciones con base en la sororidad.

61 Itanacy Ramos de Oliveira Casa da Mulher do Nordeste.

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d. La fuerza que nos da la diversidad: como aplicar ambas dimensiones en nuestras luchas. La interculturalidad e interseccionalidad son dimensiones que nos ayudan en la construcción de una sociedad diferente, valorando nuestras diferencias y la diversidad de nuestras identidades, como la fuerza que da vida a nuestras luchas. Las mujeres que formamos parte de este Convenio “soñamos con nuevas formas de comunidad, con base en los principios de igualdad, sororidad y respeto mutuo a las diferencias. En propiciar espacios de intercambio y refle ión donde vayamos delineando nuestras apuestas políticas, en defensa y exigibilidad de nuestros derechos individuales, pero también colectivos”62. Como señaló una de las participantes en el Encuentro de Mujeres Afro63.

“Debemos trabajar las heridas del racismo y las múltiples discriminaciones. Cómo sanarnos para encontrarnos. Cómo buscar puentes en común. Trabajar por políticas públicas y sanarnos de la herencia del racismo estructural y cotidiano, así como del patriarcado. Pensar en cómo volver a ser mujeres cimarronas.”

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Estamos en constante debate y promoviendo procesos en nuestras localidades y a nivel nacional, constituimos nuestra apuesta intercultural desde la práctica cotidiana. La experiencia también nos ha demostrado que las agendas propias son absolutamente necesarias, pero no suficientes. or ello, tomamos del feminismo la práctica de salir de la propia auto-referencia para buscar una perspectiva de transversalidad e intersección con otras múltiples reivindicaciones, democráticas, políticas, culturales, como un eje articulador de las luchas. En el marco del Convenio, se han desarrollado algunas iniciativas por aplicar las dimensiones de interculturalidad e Interseccionalidad, a partir del encuentro de mujeres afrodescendientes, montubias, rurales, urbanas, indígenas, personas de diversa condición, sexo, genérica (trans), lesbianas, trabajadoras remuneradas del hogar. Poniendo en juego nuestros roles, nuestras identidades y nuestras prácticas feministas, de esta forma vamos fortaleciendo la apuesta intercultural e interseccional. Así por ejemplo, la Fundación Yerbabuena de Ecuador, dentro de la Escuela Política “Comadreando”, propició un constante aprendizaje sobre cómo construir la realidad intercultural desde la práctica feminista.

62 Nublis Chichande. Ecuador, 2012. 63 Encuentro organizado por la Red Kambirí en Cali, Colombia, en año el 2012.


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Fotografía: Florencia Castello.

Sin embargo, queda mucho por hacer para lograr fortalecer nuestras intervenciones y luchas desde una mirada intercultural e interseccional. ¿Cómo pensamos concretar esta apuesta? ara se uir construyendo movimiento de mu eres que aporte a cambios si nificativos a nivel social, colectivo y personal, es importante considerar “cómo se tejen las relaciones entre personas en primera instancia y luego entre organizaciones”. Crear buenas condiciones de diálogo: respetuoso, empático y democrático, valorando la sororidad. Es importante seguir problematizando las relaciones de poder existentes al interior de nuestras organizaciones, movimientos y en las relaciones que se entablan entre organizaciones, ya sea en sus vidas privadas, espacios organizativos, públicos, como también en el movimiento. Generar diálogos interculturales que incluyan los afectos, fortaleciendo las capacidades de análisis y construcción de conocimientos, capacidades para el cambio y la articulación política, así también las propuestas que apuntan a transformar la vida de las mujeres y de la sociedad, los liderazgos democráticos, identidades personales y organizacionales, memoria histórica. En suma empoderar a las mujeres como sujetos políticos hacia dentro y fuera de los movimientos. Utilizar las estrategias de resistencia planteadas por feministas y mujeres afro, desde la m sica y otras e presiones simbólicas, así como resi nificar el len ua e. Revalorar las experiencias y saberes cotidianos, las emociones, la espiritualidad y los sueños; la subjetividad. Junto con el saber conceptual y teórico, que hacen integral

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la compresión y análisis crítico de la realidad, la posición de las mujeres en ellas y las salidas que plantean. Sigue siendo un desafío tener procesos de articulación y retroalimentación permanente entre mujeres, organizaciones y movimientos. Que la valoración de la diversidad, las tensiones y diferencias, generen acercamiento más dialogantes entre las mujeres, organizaciones y movimientos. Ayudar a superar prejuicios y mitos, promoviendo nuevos espacios y formas de encuentro. Contribuir a la consolidación de la ciudadanía de las mujeres diversas aportando a la concreción de políticas colectivas, que consideren y tomen en cuenta a las minorías, o bien a las mayorías minorizadas. Realizando acciones que tengan impacto objetivo en la vida de las mujeres de las próximas generaciones.

Este capítulo fue elaborado por Martha Rico con el aporte del Grupo Temático Interculturalidad e Interseccionalidad del Convenio.

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BIBLIOGRAFÍA AWID. Interseccionalidad: una herramienta para la justicia de género y la justicia económica. Derechos de las mujeres y cambio económico. Nº 9, agosto 2004. Género y Derechos. Constitución de la República del Ecuador (2008). QUIJANO, Aníbal. “Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina”. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 2004.

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En el marco del convenio10-CO1-057 con el apoyo de:


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