Nuestras creaciones

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Nuestras creaciones

IES Alfaguara, Loja (Granada)


1. CUÉNTAME UN CUENTO … A PROPÓSITO DE MONTERROSO Max llegó a casa, subió a su habitación y se encontró un dinosaurio gigante. Se sorprendió mucho, estuvo hablando con él y se hicieron muy buenos amigos pero el dinosaurio le dijo que por la noche se tenía que ir. Max se puso muy triste porque se lo había pasado muy bien con él. A la mañana siguiente, cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí y Max se alegró mucho de verlo de nuevo.

Mª Carmen Roldán 2ºC

CUANDO DESPERTÓ Había una vez un circo muy famoso que iba de un lado a otro sin parar de trabajar, hasta que un día lo tuvieron que cerrar porque la gente ya no iba a ver sus espectáculos. Todos los animales estaban muy tristes porque no sabían qué iban a hacer con ellos y uno de los animales más viejos era el dinosaurio y era el que estaba más preocupado de todos porque quería que ese circo siguiese hacia delante. Estaba tan triste que empezó a enfermar por su gran preocupación. Los dueños del dinosaurio llamaron a un veterinario que les comunicó que para recuperarse necesitaba estar activo. Los dueños agradecieron al veterinario su visita pero no sabían bien qué hacer, ya que el dinosaurio nunca iba a estar tan activo como cuando actuaba en el circo. Un día llegó un niño de 10 años de edad llamado Eduar que vivía cerca del circo y se acercó al dinosaurio. Notó que estaba triste , a Eduar le encantaba ese dinosaurio porque era muy inteligente y muy cariñoso y, sin que se enterase nadie, iba a visitarlo todos los días y lo animaba a que se levantara para hacer cosas nuevas a quitarse esa tristeza y el dinosaurio siempre le hacía caso y, poco a poco, se fue viendo más


contento. Se hicieron grandes amigos, hasta que un día Eduar no fue a visitarlo y el dinosaurio estaba preocupado, así que se acercó a su casa sin que nadie se enterase y al llegar allí escuchó al médico decir que el chico estaba muy enfermo y no debía salir hasta que se recuperase. El dinosaurio, que agradecía todo lo que su amigo le había ayudado, se quedó pegado a su casa hasta que Eduar saliese. El chico estaba acostado la mayor parte del día, y así fue pasando el tiempo, las semanas. Finalmente, cuando ya Eduar estaba recuperado y despertó, el dinosaurio todavía estaba allí esperando a que el saliera y se recuperase, demostrándole su amistad. Shayla Cortés 2ºC

VARIACIONES DE UN CUENTO DE QUIM MONZÓ MI HERMANO Ya casi habíamos terminado de comer, mi mamá traía una fuente llena de turrón y barquillos. Era Navidad. Justo cuando puso el plato en la mesa, me desplomé hacia delante y clavé la cara en el plato. No sabía lo que había comido, pero no podía moverme, mi cuerpo estaba inmóvil, como si estuviera inmóvil o algo así. Mi hermano me colocó bien en la silla. Contemplaba a mis padres en estado de shock y mi hermano, un poco aturdido, me limpiaba los labios. Entonces llegué a la conclusión de que estaba muerto. Ellos solo me decían que había comido o bebido demasiado, no parecían captar que estaba muerto, por lo que todo seguía con normalidad.


Mi hermano me agarró por los sobacos y con los pies medio arrastrando me llevó a la habitación, me tumbó en la cama y, apoyando la cabeza en su pecho, me empezó a quitar la parte de arriba para ponerme el pijama; yo prefería estar vestido, pero él insistió. Me tumbó en la cama, se puso el pijama y se acostó a mi lado. Pasaron los días y mi hermano dedicaba la mayor parte del tiempo a sentarme y levantarme de la silla hasta que lo hiciera con una naturalidad aceptable. Aprendió a ponerme y quitarme la ropa con facilidad, nos duchábamos juntos, nos desnudábamos y se metía en la bañera. Él tiraba de mí cogiéndome por las axilas y me apoyaba contra la pared y, sujetándome por la espalda, me ayudaba a enjabonarme y aclararme. También me afeitaba, sí, me afeitaba. Era raro, pero me crecía mucho la barba. La otra parte del tiempo la dedicaba a los libros de taxidermia de papá, pero lo mejor era cuando jugábamos a hacer muecas y poner caras raras y divertidas: siempre ganaba yo. Se terminaron las vacaciones y lo peor llegó cuando me tenía que llevar al instituto. A mi hermano le costaba bastante subirme al autobús, me tropezaba con los pequeños escalones y me caía, pero al final me ayudaba levantándome las piernas y, finalmente, nos sentábamos. Me llevaba a clase, me sentaba en el pupitre y me dejaba allí hasta que finalizaran las clases. Nadie se daba cuenta de mi estado por la multitud de alumnos que había en mi clase y porque siempre he sido un chico callado que apenas preguntaba dudas ni participaba en clase. Suelo pensar que es un agobio, no me deja ni un segundo tranquilo; aunque esté muerto ¡también necesito descansar! Y nunca mejor dicho. Aún así, soy muy feliz, al fin tengo novia, se llama Teresa y es mi vecina. Un día mi hermano habló con ella para tener una cita los tres, así que quedamos en el chino para comer. Le sorprendió de mí que supiera escuchar, eso la enamoró, aunque algunas cosas no me interesaban, no se daba cuenta y no era necesario estar pendiente de lo que contaba.


Pasaron los años y nuestros padres murieron. Pensé que mi hermano ya terminaría con esto, pero entonces me di cuenta de que yo era “su vida”. Siempre fue un chico que apenas salía, prefería quedarse en casa y jugar a la play. Supongo que decidió usar mi propia historia, y estamos muy unidos, no solo literalmente hablando, sino también en una fuerte relación de amigos-hermanos. Aunque he de reconocer que me cabreó bastante cuando Teresa me propuso que fuéramos a vivir juntos y él la convenció para venirse también, porque pienso que necesitábamos un poco de intimidad. Aún así, era mejor que Teresa no supiera nada de esto y mantener el secreto. Después de todo, estoy haciendo más cosas muerto que vivo y, sinceramente, no sé qué diré mi hermano cuando se enteré de que Teresa quiere tener un hijo. Noelia Pérez Delgado, 4º A


HANSEL Y GRETEL (O la confesión de la bruja) Cuando esos dos niños llegaron a mi casa me puse muy nerviosa y para descubrir más cosas sobre ellos me hice pasar por ciega. Yo en realidad no era mala, los malos eran ellos. Me estaban haciendo burla todo el día, me tiraban al suelo, rompían mis cosas... Como ya no podía más, decidí encerrarlos en una habitación y ellos dijeron que era para comérmelos, pero en realidad eso era mentira. Finalmente, y como en todas las historias, quedé yo como la mala y aquellos malvados niños fueron los inocentes de esta magnífica historia. Marta Muñoz, 1ºA

LOS TRES CERDITOS Los tres cerditos estaban haciendo sus casas: el pequeño, un chalé con una piscina y una pista de motocross; el mediano, una casa encima de un árbol con una tirolina y el grande, un ático con vistas al mar en Marbella. Cuando vino el lobo, intentó derrumbar las casas pero, como eran tan fuertes, solo pudo espantar al cerdito del ático que, asustado,


salió huyendo. Sin embargo, el lobo estaba acostumbrado a vivir en el bosque y no le gustó su nueva vivienda y se fue. El cerdito grande recuperó su casa y después, por la noche, para celebrar que no se había comido el lobo a ningún cerdito, se fueron a una discoteca. Andy Ramos 1ºA CAPERUCITA Y EL LOBO Había una vez, no hace mucho tiempo, en una tierra no muy lejana, una madre que le dijo a la menor de sus hijas que fuera a por los pasteles de su abuela que vivía al otro lado del bosque. La niña se encontró en el bosque con un lobo algo pesado, pero rápidamente ella le dijo que se apartara de su camino que iba a pasar por el más corto. El lobo la siguió todo el rato con la intención de ser su amigo. Durante el camino el lobo le hablaba de varias cosas, pero Caperucita no le hacía caso. Cuando llegó a la casa de su abuela no había nadie, solo la cama desecha. La niña la llamaba preguntando por ella y, de pronto, cuando más desprevenidos estaban, la anciana salió del armario abalanzándose sobre ella y el lobo y comiéndoselos de un bocado. En ese mismo momento apareció el cazador con su escopeta e hizo que la abuela dejara salir al lobo y a Caperucita de su estómago. Una vez los dos fuera, decidieron denunciar a la abuela y la metieron en la cárcel. Cristian Pareja 1ºA


2. ESCRIBIR CON TRABAS LIPOGRAMAS Pasados unos años, nunca jamás volví a oírlo, nunca volví a tocarlo, todo lo vivido juntos acabó, bonita vida la mía cuando contigo la compartía. María C. 4ºA No podía parar Ana, cuando un gran avión sin volar chocó a su lado, asustada Ana corrió a buscar ayuda y solución. Silvia Maldonado, 4ºA Ojos llorosos, corazón dolido, sonrisas fingidas, cuando tu voz dijo adiós. Noelia Pérez Delgado, 4ºA


Caía la oscuridad cuando, un rayo atroz, frívolo y un tanto inusual, iluminó la gran ciudad moscovita. Pablo Jesús Fuentes . 4ºA Bajo la luna iluminaba la flor, bajo la luna con su sonrisa, tan bonita y graciosa bailaba bajo la luna. Tamara Rubio Cobos. 1ºA Antonio acariciaba su hurón, cantando una bonita nana, dormía como un lirón y Antonio comía una manzana. Estela del Carmen Jiménez 4ºA


TAUTOGRAMAS Rufus rueda rodeando rocas, Rufus rabicorto rodea ruedas, Rufus respira ruidosamente, Rufus roba rábanos. Miguel Ángel Campaña. 4ºB Mi madre me miró maravillada, Me marcó mi marcha maternalmente, Me mandó meditar melancólicamente, Mientras me marchaba muy molesta, mirándola. María Campaña, 4ºB


ABECEGRAMAS Ayer, Borja Campanario Delgado estaba fatídicamente grosero. Había ignorado koalas lastimados muy narizotas, ñoños ofensivamente porque quería robarlos sigilosamente tatuándoles unánimemente varios walkietalkies, xilófonos y zapatos. Marta Muñoz Sánchez. 1º A Aquel burro comía, donde el fuego guardaba hojas ignífugas jugadas. Kilos largos mantienen nuestro ñu o parece que resiste siempre teniendo uñas valientes, webs, xenofobia y zoofobia. Nadia Perea. 4ºA Al buscar con dientes el fino gordo helicóptero inteligente Jesucristo K. lo mandó nacer ñoño, operando para que roncara siempre tierna, única, viral, wagneriana, xerofática y zafiamente. José Miguel Cotilla, 4º A

3. ¿QUÉ PASARÍA SI...? SI LOS ALUMNOS FUÉSEMOS LOS PROFESORES Para empezar, si yo fuese profesor y los profesores alumnos, lo primero que se me pasaría por la cabeza sería hacer cosas para que suspendiesen la asignatura, como por ejemplo mandarles veinte actividades para casa, que en los exámenes entrasen tres temas (ya casi lo hacen), o imponerles castigos a la mínima que los alumnos hiciesen algo mal. Pero, siendo sinceros, ya que se comportan medianamente bien con nosotros, y lo hacen por nuestro bien, qué mejor que demostrarles con un poco más de exigencia la vida del estudiante. Lo primero que haría sería mandar actividades para el día siguiente las justas como para que no puedan salir por las tardes con sus amigos y se tengan que quedar en casa, lo que se llama arruinarles la tarde.


También haría que los exámenes durasen media hora, y que la otra media hora se torturaran psicológicamente a sí mismos mirando el libro y los apuntes, en busca de los errores cometidos. Otra cosa que haría sería castigarlos sin recreo -eso conlleva no desayunar ese día- y, a última hora de la mañana sacaría de mi mochila unas croquetas y un refresco que me tomaría delante de ellos mientras hacen actividades. Pero como, sinceramente, no creo que pase nada de esto, solo puedo conformarme con soñar qué es lo que pasaría si los alumnos fuésemos profesores y los profesores fuesen alumnos. Antonio Jesús Páez 4ºA



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