Gealittera 18 LUNA NUEVA

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GEALITTERA REVISTA DIGITAL Tierra de letras, tierra de otros; aquellos que se dan cita para escribir. Coeditada por Cecilia Ortiz (Argentina) y Carmen Membrilla Olea (España). Bajo la infinita ilusión de unir voces literarias pertenecientes a países y continentes distintos. revistagealittera2014@gmail.com IBSN: 14-08-2014-55

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INDICE

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EDITORIAL Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz

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POESÍA Raquel Jaduszliwer Tomás Sánchez Rubio Mirta Roncarolo Rolando Revagliatti Raquel Fernández Carmen Sampedro Frutos Julián Gómez de Maya Gladis Mereles Pererira María Cristina Sorrentino Cecilia Ortiz Emilia Marcano Quijada Carlos NorbertoCarbone Adri Delfini Carmen Membrilla Olea Issa Martínez LLongueras Alejandro Drewes María Ester Chapp Milagro Haack María P. Comorera Ivana Szac Anamaría Mayol Isabel Pisani Graciela Diana Pucci Patricia Corpas Gutiérrez Amelia Arellano Mar de Fondo Araceli García Martín J. Javier Terán Sandra Gudiño Marisa Bermúdez Malagón Mar Blanco Alicia de León Epp Lourdes María Navarro Ana Osuna Sara Brussa Säo Gonçalves Maite García Córdoba Zaida Giles de Quirós Mariel Monente Brenda Lennox Lazara Nancy Díaz

Luna nueva y final Noche oscura “Voce della luna” Como la luna nueva Ensoñación Décima de novilunio Hoy te confesaré todo una vez más Dama de noche En luna nueva Abismo lunar No sé cuándo Cambio de luna Me hice noche Caminante de la noche El humilde ve (Cambio) Hembras de cristal Deseo de luna A Selene Como loba en celo Novilunio Reflejos Luna inocente Luna nueva Nocturno Soliloquio lunar Gigantescamente pequeños Infausto es el amor Luna de amparo Canta la luna la dulzura del beso Nueva El metal se conduele Luna nueva Íntimos recuerdos 4

10 11 13 15 17 19 21 22 24 25 27 29 30 32 34 36 38 40 42 44 45 47 49 51 52 54 55 57 59 61 62 63 65 67 68 70 72 73 75 78 79


Custodio Tejada Álvaro Álvarez Rojas Rosa Esther Moro Dana Laila Aymara Aruwiri Teresa Torres Isabel San José Mellado Magda Robles Marita Ragozza Inma Ferrero Pura Fernández Segura Mabel Coronel Cuenca

La luna madura de noche Sólo quería esa noche Luna bruja Sol y luna Otra vez… Sellando lunas nuevas Tu reflejo Motivos de luna nueva Tuvo la culpa la luna Caníbal Venerable luna

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RELATO Roxana Rosado Marianela Puebla Graciela Amalfi Rolando Lorié M. Teresa Fandiño Edgardo Benítez Alicia Corrado Mélin Rodolfo Torres Adrián González Ana Lucía Montoya Rendón Margarita Polo Viamontes Isabel Rezmo

Ivana y la luna Cuando el alba desaparece Cementerio sin viernes Maña guajira Un caballo azul con cola blanca Luna nueva De ausencia y luna Noche de luna, noche de dolor, noche de orquídea plena, noche de amor La canción del condenado Trance de novilunio La luna dijo que me querías Pálida luna

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EDITORIAL

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Imagen: Google

En la Grecia clásica, en las encrucijadas más representativas de la carretera, el viajero podía encontrase con una estatua de Hécate, la diosa de las encrucijadas. Una imagen curiosa con tres caras que simbolizaban su capacidad de ver las tres direcciones a la vez. La diosa podía ver el sendero que había conducido al viajero hasta ella y miraba los dos caminos que el mismo podía tomar. Las tres caras de la luna, creciente, llena, menguante y la cuarta no estaba representada. Se trata de una fase lunar en la que la luna no refleja luz y no es visible desde la Tierra. Y que se denomina Novilunio. Por este motivo, desde Gealittera escribiremos para inventar reflejos de luz. Centrémonos en la luna, sigamos su recorrido siempre alrededor de nuestra Tierra de Letras y proyectemos sobre su superficie de aspecto volcánico, magia, misterio, enigmas y ese poder casi hipnótico que recogeremos por escrito. Subrayemos la belleza de la luz sobre la oscuridad y elaboremos cuentos y poemas de donde se desprenderá toda la calidez en este número de culto. Este es el reto. Reinventar la luz de la luna. Noche, estrellas, amor, pasión, desamor…y todo lo que inspire esta fase tan creativa. Eso dicen, que es la fase para crear artísticamente. 7


Y en este nĂşmero 18 de la revista lo hemos comprobado. Gracias a todos por su capacidad creadora. Y por acompaĂąarnos en esta nueva ediciĂłn de nuestra querida revista. Abrazos. Carmen Membrilla Olea Cecilia Ortiz

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POESÍA

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RAQUEL JADUSZLIWER LUNA NUEVA Y FINAL

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Luna nueva brillo negro de la oscuridad salgo a buscarla con la llama perdida busco bajo su luz de ausencia pregunto por lo bajo hacia lo alto ¿podremos rencontrarnos sin su lámpara? ¿volverá la mañana con los ojos abiertos? o todo será la noche desde esta luna nueva final de los finales región última ya sin lunas ni soles a pura dispersión Raquel Jaduszliwer- Buenos Aires-Argentina

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TOMÁS SÁNCHEZ RUBIO NOCHE OSCURA

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Me haré noche cerrada para verte sonreír con esa luz triste de unos ojos que hablan en sueños de luchas eternas y deseos inalcanzables. Abrazo sobre abrazo caeré sobre tu almohada celeste sin más miradas que las justas para no despertarte de una vida perfecta, de un eclipse de luna atravesada por su enemigo más querido. Seguiré mi camino en busca de lo perdido entre los dos de lo que nunca volverá a ser como antes, de los escombros latentes en la última oportunidad 11


que la vida me brindó entre tanta oscuridad y pobreza. Un recuerdo vale más que mil palabras y las lágrimas del pasado se soliviantan ante tanta verdad de pronto iluminada. Amor sobre amor es luna nueva que llena de caricias el olvido.

Tomás Sánchez Rubio –Sevilla-España

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MIRTA RONCAROLO LUNA NEGRA O NUEVA

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Curioso nuestra luna Femenina, fascinante, Carismática, Nueve lunas son las necesarias Para que nazca un bebé. Pero nuestra luna Vive cortejando al sol Y él la quiere Se acercan y se repelen Es un amor raro Que pocos entendemos Porque el hombre Ha imitado esos malos hábitos Pero volvamos a esa luna 13


Eterna que se ha llevado Tantos versos, tantas miradas Tanta imaginación La luna nueva es la negra Que descansa por un día Para que el sol la corteje Porque sabe que luego se alejará

Mirta Roncarolo- San Antonio de Padua- Buenos Aires- Argentina

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ROLANDO REVAGLIATTI “VOCE DELLA LUNA”

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Yo soy llamado por la luz lunar Tú eres llamado por los acordes sol-la-do-mi de las promesas incumplidas Él es llamado desde el aljibe Nosotros acudimos al llamado enajenado de la lubricidad Vosotros sois llamados por los amistosos representantes de la senectud Ellos son llamados aplacatoriamente Yo soy llamado por quienes me espían Tú espías a la voz del aljibe que no cierra en las noches El es un espía sordo y no cuenta Nosotros espiamos en retirada Vosotros espiáis a la enharinada Señorita 89

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Presas fáciles de las poéticas y al borde mismo de la razón ellos espían. “LA VOCE DELLA LUNA” (“La voz de la luna”), filme dirigido por Federico Fellini. Rolando Revagliatti- Buenos Aires- Argentina

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RAQUEL FERNÁNDEZ COMO LA LUNA NUEVA

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Como la luna nueva estabas y no. Un nudo de gatos empapaba de sexo el paladar oscuro de la noche. Yo degustaba tu nombre, me persignaba ante el Dios de los sudores, me lavaba los ojos con un emporio de agujas verticales. Como la luna nueva estabas y no. Te prometías detrás de los silencios como una rosa recién amanecida. Te prometías: un conjuro de almanaques y futuro, un mohín empolvado con brillos venideros.

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Como la luna nueva estabas y no. Debajo de la enagua de la ausencia tu luz extendĂ­a sus piernas, devoraba puntillas, crucificaba con clavos de raso la aguda humedad de mi deseo. Raquel Graciela FernĂĄndez- Buenos Aires-Argentina

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CARMEN SAMPEDRO FRUTOS ENSOÑACIÓN

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Horizonte abismo máquina que rueda. Filo de un mar que anhela sediento la luz de la luna nueva. Bajo el polvo de los sueños se amontonan las estrellas y la noche se desliza 19


entre relojes de arena. Horizonte abismo rueda. Carmen Sampedro-Linares (Espa単a)

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JULIÁN GÓMEZ DE MAYA DÉCIMA DE NOVILUNIO

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¡Caer según protocolo a obscuras, por novilunio, en la red del infortunio!, ¡brindar su lumbre tan sólo el trago de algún vitriolo con fulgor de aturdimiento!, …mientras entre tiento y tiento, ya hostigada de tiniebla, la conciencia más se puebla de todo remordimiento.

Julián Gómez de Maya. Cehegín, España.

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GLADIS MERELES PEREIRA HOY TE CONFESARÉ TODO UNA VEZ MÁS

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Hoy te confesaré todo En esta bella noche de luna nueva, Mirando fijamente al infinito manto azul, Elevo mi mirada como tantas veces, Y suspiro tras suspiro voy confesando mi amor por ti. Estoy tan sola bajo esta tenue luz de la luna, casi invisible, en esta bella noche. Estoy en la penumbra y llena de recuerdos tuyos, Porque tantas veces me llenaste de besos y caricias en noches como esta. Siento como mis lágrimas corren por mis mejillas, Estoy tan sola sin tu amor, abro mis brazos queriendo abrazarte y no te encuentro. Entonces nuevamente alzo mi mirada al cielo hasta la bella luna, que parece mirarme de vez en cuando. Y, le confieso una vez más todo el amor que siento por ti. Y que en una noche como esta quisiera entregarte.

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En un beso de amor entregarme a tus brazos. Pero estás tan lejos, me duele tanto tu ausencia. La luna se pone triste con mi soledad, con mi angustia, Se esconde tras las oscuras sombras y me observa silenciosa, Ella que me acompaña siempre, Me acompaña en mis noches de amor, Me acompaña en mis noches de dolor. Hoy te confesaré todo una vez más. Te confesaré que: Te sueño noche y día, Que te espero todo el tiempo, Que cuando tú duermes, velo tu sueño, Que te pienso en cada latir, Que te quiero en cada suspirar, Que respiro por ti, por tu amor Todo este amor una vez más le confieso a la luna, que me observa silenciosa. Me duele amarte así, pero te amo. Imposible de arrancarte de mi alma. Y esta tenue luz de Luna nueva, me llena de nostalgias y de ganas de ti, Y, deambulo noches enteras sin conciliar el sueño. Aunque estás tan lejos eres la razón de mi vivir. Tanto te amo, te amo sin treguas. y sin medidas.

Derechos Reservados. Galdós Mereles Pereira. Ciudad Presidente Franco Alto Parana La Eterna Soñadora. Paraguay. 21/01/2016.

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MARÍA CRISTINA SORRENTINO DAMA DE NOCHE

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Blanca como novia blanca señora del patio y medianera amante del estío y de la noche. Esperas ansiosa ─fresca y perfumada─ el galante abrazo de un rayo de luna y entregas tu efímero esplendor nocturno. Mala noche has elegido para mostrar tus encantos. Hoy la luna es una esquirla. Oscuras mariposas y polillas besan tus fragancias. Mañana, los pétalos agónicos permanecerán cerrados. María Cristina Sorrentino, Cdad. de Bs. As. Argentina Papeles en Reunión III, ed. Eder, Bs. As. 2014. cristinasorrent@hotmail.com 24


CECILIA ORTIZ EN LUNA NUEVA

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Mi piel claro tatuaje de la brisa pétalo tibio en el cántaro del paisaje recala en las orillas del horizonte ritmo febril la luz vertical que dibuja nuestros cuerpos fruta madura fiesta interminable de aromas tus labios por la ribera sensual -jardín en luna nuevapasión aguda. 25


El alba entona un canto. Mis follajes desbordan. El remanso es rĂ­o y correntada. Cecilia Ortiz- Olivos- Buenos Aires- Argentina

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EMILIA MARCANO QUIJADA ABISMO LUNAR

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Cuento y escribo en una noche de luna; punto de encuentro de locos, acertijos, música y poemas. Me voy directo a la fase más lejana, y espero. Vuelvo a sentir el silencio que me trae tus ojos por sorpresa. No me convierto en vampiro, no soy la nueva versión de los lobos esteparios, articulados y diestros en el arte de socavar montes y paredes; 27


para mi asombro, no me lleno de pelos ni aúllo ante el brillo que despide la redondez de tu nombre, solo me guardo la calma mientras llegas. No me transformo en Bela Lugosi, no soy el blanco y negro que busca glóbulos rojos, no hay balas de plata ni cruces cuando la luna se acerca. No sucede nada malo; no hay abismos ni finales tristes y no salgo a morder, ni me da por leer licantropía, solo empiezo a describir el éter de tus gritos en la noche, la forma caprichosa de tus ojos verdes, cercanos, llenos, más que ayer, como la luna que nos observa. Emilia Marcano Quijada -Porlamar- Isla de Margarita- Venezuela

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CARLOS NORBERTO CARBONE NO SÉ CUANDO

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No sé cuando perdí la cabeza si fue una tarde de junio o una calurosa noche de verano sólo recuerdo que fue un día de pronóstico apocalíptico cuando los perros huyeron de las plazas los hombres olvidaron sus sombreros y la mujer que amo dijo: -Tengo la ventana abierta y la luna nació con agua-.

Carlos Norberto Carbone- Buenos Aires- Argentina Del libro “Doce ciudadanos más uno”

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ADRI DELFINI CAMBIO DE LUNA

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En este cambio de luna la voracidad se enciende naturaleza perenne de loba desde la cuna. Canis lupus de coraje metida en este traje salvaje como ninguna frente a un espejo indomable. Reliquia que vale cien herencia de plenilunio ensayando el amor lĂşdico retozaremos piel a piel. Loba en todo momento loba resistente que derriba fĂĄcilmente tu cuerpo que va lamiendo.

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Y cuando el temblor sucumba en el vaivĂŠn forajido nuestros cuerpos y sus gemidos serĂĄ la tierra que retumba.

Adri Delfini- Buenos Aires- Argentina

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CARMEN MEMBRILLA OLEA

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Las huellas pueden llegar a ser extrañas Cuando suben por las paredes Cuando saltan por las ventanas Cuando quedan tatuadas sobre papeles débiles En el jardín La humedad de la lluvia Inaugura las tardes de Septiembre Y los zapatos se hunden demasiado deprisa Desdibujando mares y charcos Describiendo presencias oscuras Finalizando años y sueños Queda el color neutro de las lámparas Y el sabor del café Y las enredaderas que trepan por las farolas 32


El lápiz de labios atraviesa tus ojos Y sobre las manchas de carmín Parece que pasa la vida. Bajo las últimas luces Denuncias la insuficiencia del mundo, La frialdad de la tierra, Las heridas de amor ...Y temes el vacío de la vida y el cansancio del tiempo y el olor de la risa Entre las brumas... Regresar a puerto Reconstruir viejos recuerdos Suprimir miserias y... permanecer por siempre así: Bailando bajo la luna.

Carmen Membrilla Olea. Guadix. Granada. España.

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ISSA MARTÍNEZ LLONGUERAS Y ME HICE NOCHE

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Me descubrí ala de cuervo bordada en cenefas de diamantes y perfumes nocturnos. Me formé de entre los silencios que claman perfectas sonatas de escalas sombrías. (Y me hice noche…) Formo constelaciones de mi piel que se incendia en resplandores susurrantes y mi sexo concibe lunas y se humedece por la dulzura de una lluvia noctívaga. (Y mi sonrisa se hizo noche…) La tibieza de mi carne son partículas de madrugada tamizadas por mis poros, mientras mi voz fluctúa en las penumbras requinteantes de un bolero a media luz. (Y mi nombre y mis pupilas se hicieron noche…)

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Mis senos son tinieblas de agua y mi cintura un abanico nacarado, desfallecido en el terciopelo oscuro, que vibra en las tonalidades cromĂĄticas de las teclas de un piano. (Oscuridades y sombras, donde noche y mujer amalgaman un mismo viento)

Issa MartĂ­nez LLongueras- D. F.- MĂŠxico

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ALEJANDRO DREWES CAMINANTE EN LA NOCHE

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Es tu paso tal vez ya otro en tanto el tiempo pasa y al fin te sorprende tan lejos de casa Algo tiembla muy dentro una nota que suena tan fuera de tono un reloj detenido de pronto Amargo el eco que cruza el silente paisaje que una vez devastaras la furia del viento partiendo las ramas sin salida el vasto camino que apenas te condujo hasta aquĂ­ 36


Caminante en la noche doble bajo los astros: alta, muy alta es la sombra que no ves el espejo negro que proyecta la Torre junto al rĂ­o Alejandro Drewes- Buenos Aires- Argentina

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MARÍA ESTER CHAPP EL HUMILDE VE

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un rostro en la noche busca el roce de una mano me aproximo desea contar su historia detenerse en mi mirada ser nombrado ¿cómo veían Turner el fuego sobre el agua Kurosawa el salto del guerrero Jun L. las ondulaciones del río? ¿en primer plano? ¿en segundo? ¿a tientas buscaban? todo diamante nace oscuro pedir perdón en luna nueva pulsar el ser el humilde ve 38


el que se hinca

María Esther Chapp- Buenos Aires- Argentina Del libro “El ojo peregrino” Ediciones El Mono Armado

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MILAGRO HAACK (CAMBIO)

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Llegó la hora todos cantamos llevando el maíz recién molido todos en rítmico amase esperando por el panadero todos derramando sangre sobre la piedra - Cambio luna se cumple el festejo por este costado aunque sea una sola cruz arrojada cebándose el ser pan de agua Al otro lado no se siente la vida aunque el cofre está en la ventana recostado del sol por el medio trozo en su entrada - Cambio de fondo somos el bailoteo en disemina vacío somos la manada del onírico átomo que nadie ve somos el hornero hembra por colgadura tráquea 40


Llegó la hora rocío brotando de la raíz semilla con el asombro de la piedra … Nutrido instante no hay repuesta del suscrito pacto Nutrido instante Todos llegamos hasta el cuello del reloj Nutrido instante por debajo de lo efímero

Somos el ya hacia atrás - Cambiando luna Cambiando de fondo -

Milagro Haack-Valencia- Venezuela Inéditos

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MARÍA P. COMORERA

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Selene hoy sale con su faz enojada, Esa luna nueva no me mira a la cara, Te habré ofendido, amada?

Gira tu hermoso rostro, dame tu claro de luna, No me dejes así que mi alma está taciturna, Sabes que te adora mi vida, postrada me Tienes cada noche, ante tu espectacular salida. Luna nueva cuando estás pletórica, cantan 42


Todas las sirenas, y cuando menguas que Linda sigues siendo luna, lunera.

Anda dame tu resplandor, que mi alma está Quejosa, herrumbrosa y más que apenada, Ilumina mi cara con tu haz de luz, flor de La noche estrellada, Luna nueva dame tu fulgor Que mi pecho tiene la luz apagada.

María Comorera. Segur de Calafell- (Tarragona). España

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IVANA SZAC HEMBRAS DE CRISTAL

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Mujeres transparentes con senos de arcilla derretidos en el mar maniquíes de luz embarazadas de la luna mujeres con cuerpos de cristal pétalos en la piel y envueltas con celofán. Ivana Szac- Buenos Aires- Argentina. Del libro " La noche es una mujer que duele"

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ANAMARÍA MAYOL DESEO DE LUNA

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Que la luna me nombre como nombra la luna mujer que cuenta estrellas y regala los ojos al viento sur entonces cuando llora la noche baila sobre la lluvia y en su órbita gira con su silencio a cuestas Que la luna me nombre 45


como nombra la luna susurre en tu ventana cuando la oscura noche nuevamente la esconda y mi recuerdo llegue y esté presente- ausente besándote la sombra como una luna nueva

Anamaría Mayol- San Martín de los Andes- Argentina

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ISABEL PISANI A SELENE

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Luna, seno turgente de la noche hambrienta, acurrucada entre los robles matutinos, hamacas tu pasión desamorada y acechas la mirada rubia del silencio. Luna, no acunas maternal amor maduro; tan solo escuchas penas huérfanas de asilo y asistes aterida al cándido beso amigo de algunos trasnochados mendigos del abrigo. Luna del sur, oh luna mía y tuya, no sueñes, no gimas, no murmures. 47


Cruje tu almidón en aleluyas y hamácate en listones siderales. Acoge romances plenos de contento y esparce ligera la siembra en granos. Algunos nostalgiosos, en bravo intento, arrojarán néctar al fecundo viento sin culpas… y de afrentas olvidados.

Isabel Pisani- Buenos Aires- Argentina

© Todos los derechos reservados

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GRACIELA DIANA PUCCI COMO LOBA EN CELO

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Se aquietan las penumbras amanece la voz vistiendo mi alma ocre con rojo de espera -vacilo entre la soledad y la vidaCrispo mis sentidos aúllo a la luna nueva que no está y atrapo ojos sin párpados en mi desnudez con ropaje de mujer-señora Erguida en el dolor camino hacia el no ser tropiezo con el hoy de mi ayer y te encuentro mi olor de loba en celo te atrae tu deseo hacia mí se yergue

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vencida y ardiente abro mi alma a tu destino avanzo hacia el futuro que no es y me desaguo fusionada en tu vertiente Se inquietan las penumbras anochece la voz... El magma de mĂ­ duerme a tu lado

Graciela Diana Pucci- Buenos Aires- Argentina

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PATRICIA CORPAS GUTIÉRREZ

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Perdida en la oscuridad nocturna pensativa y taciturna siento tus manos en mí. El recuerdo me entristece nunca sabré por qué te perdí... O quizás seas tú el perdedor al despreciar todo mi amor. Envuelta en la oscuridad nocturna busco el consejo de la luna. Luna Nueva. Vida Nueva. Patricia Corpas Gutiérrez- Barcelona- España 51


AMELIA ARELLANO NOVILUNIO

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“Y ya no sé si a ti te estoy mirando, o si contemplo el cielo” VICENTE GAOS

Luna negra .Pena negra, solo eso. La luna desborda por el lecho. Esta pasión por el río y la piedra es ciega No, no es el mismo Río. Pero muerde la pasión, ay Imposible desnudar la luna de metal. Esta piedra que Sísifo lleva es aquella. Una y otra vez. No es igual el camino. No. Imposible limpiar la huella que deja el agravio. Una lluvia de hollín cubre recodos, esquina y rincones. Y ella aquí, hurgando .Entre basurales. No, no es aquel basural. O quizás lo sea. Imposible acortar los pasos del hambre.

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El hambre es muda. Sombra y ceniza. No es el mismo dolor. Idéntica rama. No. Ella, misma. No lo es ni lo será .Jamás. La espuma, otra espuma. Lava. Quema como odio efervescente. Y no hay lluvias. Ni nidos. Ni pájaros. Las cicatrices denuncian que la luna es el quinto satélite. Pero tiene cinco fases y metal hirviente. Y penetra, penetra en todos los espacios libres. Y hay eclipses que borran cerrazones Y la luna no es luna. Ni él, el cielo. No, no hay lugar entonces. No hay lugar para él, el mismo, otro. Territorio primigenio de los desamparos. De los desamparos…y los desamparados.

Amelia Arellano- San Luis- Argentina-

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MAR DE FONDO REFLEJOS

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Cuéntame tus pesares, atenúa el llanto en mi hombro: cuidaré la herida del cráter haciéndose llaga en mi alma. Ponte ese vestido de luna nueva, unifica tus reflejos rotos en la débil luz del estanque… El Sol, amante de tus sombras observa tus distintas fases, mas no entiende que siendo mujer necesites el calor de su cuerpo y llores desconsolada en mis senos temiendo que sus rayos, de pronto, no regresen. Mar de Fondo (Mar García Treviño). Murcia, España. 54


ARACELI GARCÍA MARTÍN LUNA INOCENTE

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Junto a la luna pasaste la noche, bajo la ventana de sus pensamientos... Así la viste, así escuchaste. Peinaba sus brillos de espavientos montada a caballo con la brisa rizando puntas a las estrellas por bulevares y desdichas. Poco a poco recordando... Rodeaba los dedos en la boca del Sol, silenciándola. Aquella noche inocente, no debió estar allí bailando con gotas de escarcha sobre su frente. Fueron sentires dolidos de amantes imposibles, de amores heridos cortando raíces con la sierra, sacando bramidos de la madre tierra. 55


¡Ha parido el día entre sus dedos! Mordiendo gemidos desgarrándose el alma van dejando rastros de sangre y plata, cuchillos afilados ya con el alba. Al mirarse se despiden con iris azulados, mejillas rojas y corales enlazados. Inundando todo de grandes llantos y desprecios estelares. Así, marcharon cada uno en dirección contraria. Por el camino de la Vía Láctea. Emocionada va la luna brillando como ninguna. Con la lluvia en la mirada. Recuerda aquella noche que se dejó embriagar sin derroche por unos ojos embusteros creyéndolos luceros y no eran nada. Araceli García Martín- Granada- España

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J. JAVIER TERÁN LUNA NUEVA (Acróstico)

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Luché con cuerpo y alma, Luna, porque aquel amanecer Uniera de nuevo nuestros cuerpos un tanto abatidos, Nómadas de tantos despertares inconexos y hasta Abrumados por la falta de pasión que un día se fue. Nombré en sueños tu nombre, Luna, hasta casi el estertor, Uniéndome como uno más al coro de ángeles que en el sueño Espoleaban su caballo alado para volar prestos hacia ti, Venciendo la distancia y la resistencia del viento para Amerizar en tu mar en calma, justo cuando el sueño se acabase 57


y yo pudiera, junto a mi amada, encontrar el amanecer que tanto ansiaba y extasiarnos de placer junto a ti, Luna. ŠJ. Javier Terån Palencia (Espaùa).

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SANDRA GUDIÑO

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Conjuradora de soledades pruebo la noche. Pongo el rostro en mano ahuecada de la lluvia es mayo. Un viento ciego me sueña: dulce inapetencia de olvido. Me pregunto si amo la noche por noche o por el perfume de su misericordia en mis ojos: nunca lo sabré. Magullado pájaro en abundancia de ayes vuelvo al río. Juego de luces: 59


lágrima luna -nuevay pico. En qué idioma declamo oscuridades en el del pájaro o en el del pico: pregunto. No lo sé. El hilo de la ternura amenaza con tejerme hasta la última fibra. Sandra Graciela Gudiño- Santa Fe- Argentina

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MARISA BERMÚDEZ MALAGÓN NOCTURNO

Imagen: Marisa Bermúdez Malagón

¡Dichosa luna! ¿Por qué no te veo? ¿Dónde te escondes? Noche oscura como boca de lobo… Tiemblo y siento miedo a mi propia negritud. ¿Dónde te busco si ya no estás, amor? … Alguien nos robó la luna antes de poder tocarla. ¡Mas quedan las estrellas para alumbrar caminos y esperanza!

Marisa Bermúdez Malagón, Tarragona- España- 2016 61


MAR BLANCO

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Contemplar la veracidad de los espejos. Ese estar a solas con los dioses que proclama Bukowski. Sin detenerse donde otros llegaron, perseguir tu nombre propio. Unas alas envueltas en papel de regalo. La luna nueva a tu tamaño -descongelada Tomar una senda sin cráteres como quien es amado con fuego de estrellas; como quien tiene en sus huellas -sin sombrasuna voz que le susurra con ternura: estás en casa. Mar Blanco Larrosa.- Zuera- Zaragoza- España 62


ALICIA DE LEÓN EPP SOLILOQUIO LUNAR

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Voy calzando brumas mi paso silente mi vestido claro mi trayecto antiguo. Caigo entre las hojas soy lágrima blanca soy hilo de seda soy lazo de plata Habito la noche Es mío el misterio Es mío el secreto Es mío el poema. Desciendo a tu encuentro 63


y beso tu mundo y beso tus sueños y beso tus besos. Juego con tus miedos dibujo tu sombra dibujo tu ánimo dibujo tus huellas. Dejo que me atrapes entre tus palabras entre tus delirios entre tus insomnios. Voy calzando brumas soy remota súplica soy tu seductora soy tu novia eterna. Alicia De León Epp- Uruguay/Canadá

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LOURDES MARÍA NAVARRO GIGANTEMENTE PEQUEÑOS

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En ocasiones, mi ego me falla y me siento en cuarto menguante, afligida, pequeña y frágil. Por ello, no dudo en buscarla arriba, en las alturas, donde tintinean las estrellas. Y solo al contemplarla, me hace sentir llena, alimenta mi autoestima. Ella no miente, ni siquiera habla, simplemente me escucha. 65


Cuando me siento vacía, cuando no hay consuelo, ella me mira, me sonríe y me calma. Cuando pierdo la esperanza, ella me mira y me recuerda que todo es posible, que poder es querer, que siempre hay un amanecer, y que aunque esté nublado, ella está ahí. Que no todo lo que vemos, es lo que realmente parece, que cuando unos brillan, otros se esconden, pero que otros sin embargo brillan gracias al resplandor de seres más grandes. Ella, inmortal y veladora de tantas almas me recuerda siempre que todo lo olvidado puede volver a ocurrir. Que hay más infinitos como el nuestro, y que somos tan grandes, como pequeños.

Lourdes María Navarro Cruz (Guadix, Granada) España

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ANA OSUNA INFAUSTO ES EL AMOR

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Infausto es el amor si es "ancho y ajeno" y vela el Novilunio, en su redada de pájaros. Me inclino hacia el refugio de tus ojos, donde la luz de las farolas, como en un caleidoscopio chino, repite mi mirada en mil espejos rotos. Enderezada después del Interludio, acompañada de las aves, liberada... Vuelvo a recostarme sobre la pared blanca de mi casa. Bañada por la luna... Apostaría todo a tu mirada. Ana Osuna Trillo- Sevilla- España 67


SARA BRUSSA LUNA DE AMPARO

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Te guardé, te guardé la luna, una luna pequeña. Una luna chata, redonda y sin dientes. Como la ratona que toma té hirviente. Como los ratones que comen melones. No le cuentes nada al pasar la gitana, no le des la mano, que te hará el cuento. Escucha lo que te pido. Te guardé la luna, es lo que te digo, una luna chata, redonda y sin dientes. Pon las escaleras Amparo querida, sube de a poquito... Delfina es a tu espalda, la misma que calza la misma sandalia, noble princesa de trisomía plateada. Pon las escaleras Amparo Delfina, sube de a poquito… Te espera la luna solo a ti solita… ¡Se ha ido… que suerte! 68


La gitana con aquellos cuentos… ¿Quieres que te cuente? Por los cerros bajan cientos de perritos, un caballo alado y cuatro chanchitos. Cántame despacio mi dulce Amparito, la nona se duerme tapiada de orejas en los Sausalitos.

Sara Brussa -Santa Fe - Argentina

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SÄO GONÇALVES

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Guardas del día la luz. En un sobresalto escondes tu desnudez. Caminas por las noches oscuras perdida en la voracidad de la noche en tu sombra. Corres, avanzas sin miedo el abismo no te asusta. En las noches sin claridad guardas una mitad de luz una mitad de sombra un pedazo de vida un pedazo de muerte un cuerpo cristalizado entre las profundidades y la noche cerrada. Aceptas el estremecer de tu cuerpo la penumbra que se desprende las horas, los días, las semanas la metamorfosis de las estaciones. 70


Soportas la alternancia de de los equinoccios. La magia enigmática de una noche sin el beso plateado de la luna. Ahora, luna nueva, mensajera de los más soberanos misterios sagrados.

Säo Gonçalvez- Portugal/ Luxemburgo Traducción: Cecilia Ortiz

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MAITE GARCÍA CÓRDOBA CANTA LA LUNA LA DULZURA DEL BESO

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Canta la luna la dulzura del beso. Cuando tus labios en los míos, abren sueños. Nunca he sentido como en esta noche, la luz de la vida. Vida imparable, de tus labios sobre los míos. Y la luna llena de gozo, canta la dulzura del beso. Y yo, amor mío, ¡danzo vida! al compás de este maravilloso sueño. Maite García Córdoba Valencia (España)Copyright” © 2016 72


ZAIDA GILES DE QUIRร S NUEVA

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Hermosa luna, en silencio contemplo tu escenario: vistes de misterio en lo invisible abrigรกndome con ello todo aquello que no hablo pero comparto contigo al calor de tu mirada, al reflejo de tu marco quien me seduce en los tristes aires que respiro, los latidos que callo. Sedosa luna de cabellos rutilantes y besos abstractos: siento que gallarda me interpelas en la sombra que transito por tu camino plateado. Mirรกndote no siento miedo por regresar de nuevo 73


al otro espacio: allí me aguardan otros besos otros hijos, otras manos, las que pasan por la sangre que un día tanto hube amado. No importa lo que advierta: sigues volando alto, nos alumbras las carencias y nos meces cada noche con el canto de tus labios. Es al fin con tu presencia, con tu ausencia, tu aletargo, que sigues brillando, bella en las luces y las sombras de nuestros seres limitados.

Zaida Giles de Quirós, Sevilla, España

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MARIEL MONENTE EL METAL SE CONDUELE

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Una niña luna y una constelación bizarra de luz de mercurio, De autopista Niña,

se agita la caña y tambalea

El metal discierne gira la moneda finge ser plata el estaño y la niña clavando la plana lasitud de su espalda alfileres, agujas de acero en un vientre, más allá su corazón de arcilla en la jaula pendiendo en el rellano las agujas. Gozne falleba chirrido Pendiendo en el rellano una constelación de mercurio una niña luna. 75


Una constelación de alambre dice: lávame la sombra, retuerce el paño. gima la gata sin nombre. La niña del corredor, el alambre, la jaula, en un postigo de madera blanca de celosías de chapa. Detrás la reja Detrás el gozne Detrás la niña luna tejiendo el alambre, encerrando el magneto de su corazón de arcilla.

La inocencia roba un rojo quiebra una luna sube al patíbulo una vez más.

La niña se deshace en los jolgorios de su tintineo de su bronce vibrando puede tomar varillas y agitar su clavicordio de llantos por el pecho. Como un castillo de notas agudas los gemidos se esfuerzan moran la cumbre rozan el cielo raso se cuelgan de las telas de araña en lo alto. En los tubos de gas fluorescente zumbidos, gemidos en la habitación desnuda.

Los cubiertos dan otra vuelta a su tuerca de hambre La moneda no gira, no es plata 76


La luna es un menguante en la autopista La constelación de neón se apaga en una danza de alambre.

Mariel Monente- Buenos Aires- Argentina “Poesía a la vista” Plaqueta.

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BRENDA LENNOX LUNA NUEVA

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Mis labios apresan tu centro y mis manos tus senos. Cabalgas al compás de mi aliento que alborota tu cabello. Blanca y etérea iluminas mi cielo, rigiendo la marea que fluye de mi sexo.

Brenda B.Lennox © España

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LAZARA NANCY DÍAZ ÍNTIMOS RECUERDOS

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La brisa huele a rosas en mis cabellos el reflejo de la luna nueva sobre el agua versa en la sombra verde azul del pantano. Ya es noche en las sienes del tiempo. Las estrellas se constelan a mi costado … mientras escribo . ¡Sé que alguna vez te amé! que transpiré en tu piel los instintos lógicos de las caricia … jugamos a encontrarnos siempre detrás de nuestras propias sombras …aquí retozan los recuerdos tropiezan con cada átomo de mi memoria - sueña el amor sobre un poema¡y se me antoja desnudo ¡ como cuando éramos amantes y despertábamos en este mismo lugar sobre estas mismas aguas. 79


¡Puedo sentirte amor! cierro las puertas de la noche ¡ te guardo en mi pecho! Mañana volveré más tierna y profunda - que otros días¡volveré sin miedo a la nostalgia! y una vez más haremos el amor …sobre estas páginas

Lazara Nancy Díaz García (Cuba –EU) Archivo de sueños

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CUSTODIO TEJADA CRUZ LA LUNA MADURA DE NOCHE

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Cabizbaja la luna se esconde esperando de nuevo la noche. Una nube de oscuros nardos tapa el sol con su largo manto. En el agua de una alberca un nenúfar despereza. Y ágil como la levadura escapa radiante la luna de su escondite divino sujeta a un finísimo hilo. 81


Y es que con aire de fruta la luna es una cereza que por las noches madura. Custodio Tejada. Del libro Cig端e単a de nieve. Purullena -Guadix (Granada) Espa単a.

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ÁLVARO ÁLVAREZ ROJAS SOLO QUERIA QUE ESA NOCHE…

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Crepúsculo frío, huyen la luna y los luceros, sin apagar el encharcado ojo, paralizado la observo. Cada minuto me acostumbro a perderla lentamente, arrogante indiferencia colgada de mi soledad. Tallan sangrando alambres de púas en mi alma, Lágrimas de dolor… capitulan mi derrota. El espejo le ayuda a que esconda huellas del tiempo, Silencio sin miradas, vacío de la nada, ríen las almohadas. Metálico el aire que respiro, arenosa el agua que bebo, La piedra fuerte del compromiso, aletea en el misterio, Solo quería que esa noche y todas las pasadas noches… ¡ mis besos durmieran en la frente, en la comisura…de tus labios ¡

Álvaro Álvarez Rojas- Villavicencio- Colombia

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ROSA ESTHER MORO LUNA BRUJA

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En la noche profunda sombras desconcertadas Nada enreda luz en el juncal ni el rĂ­o canta No hay magia blanca en las espaldas de agua Momento oscuro borrando lo viejo Albergue de lo escondido sin nombre Tiempo de semilla dormida Tiempo que se retira a morir vida gastada Tiempo de la remota mujer Hilando ajuares para lo naciente Caldero bullente donde la vieja se inventa joven Luna negra gestando soles nuevos 84


Guardiana del umbral del más allá Habla con sus cambios de formas -Muerte y resurrección belleza de brillos y cerrazonesDe los ciclos sin término que ruedan y ruedan Hasta el tiempo donde seremos lo que somos

Rosa Esther Moro Buenos Aires (Argentina) 2016-02-04

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DANA LAILA SOL Y LUNA

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Tu brisa es mi risa porque un día tú fuiste mi vida. Hace tiempo estuvimos juntos, pero la vida te llevó para que no te alcanzara. Cuando yo llego tú te vas, cuando yo me voy tú llegas. Y aunque corra no puedo alcanzarte. Pués no sé si te voy a perder. No me imagino, una vida sin lo que ahora es, 86


o lo que fuimos algún día, o si se cumplió: “Tú y yo para siempre” Te ama: La Luna.

Dana Laila- D. F.- México 10 de enero 2016 Edad 10 años

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AYMARA ARUWIRI OTRA VEZ…

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Lo sabes estaremos solas tú y yo. Como todas las noches, como toda la vida. Tú pretendiendo brindarme tu luz yo alucinando con que también tengo una. Y todo quedará en ese gran silencio de la penumbra. Es noche solitaria sin ellos. Como nunca, como siempre. Pues ellos son amores a distancia, ambulantes, insensatos, trotamundos. El, tú amor, te da la luz para que florezcas por las noches y se consuela viendo tu grandeza aunque nunca pueda darte un beso. El mío, mi amor, no sabe que yo existo; vivo para verlo pasar todos los días. Y desde sus palabras, su sonrisa y su altivo andar; a distancia me llega su luz, aunque él lo ignore. Su palpitar pertenece a otro corazón. 88


Lo sabes otra vez estaremos solas Luna solitaria tú solitaria yo ‌ Juntas viendo pasar grandes cometas.

Aymara Aruwiri- D. F.- MĂŠxico

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TERESA TORRES SELLANDO LUNAS NUEVAS

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Confusa, de una noche y otra, sin luz.

La última señal sin tiniebla fue la semilla de una llama. La tuve en mis manos, de pronto, venida a mí... de algún sueño.

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La acurruqué, le di calor, y creció a la par que las fases de la luna, la hice el fuego de su centro.

Así en esas noches de espera, la tortura, no dolió tanto.

¿Sabes? Yo también te esperé muchas lunas.

Teresa Torres. Málaga- España

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ISABEL SAN JOSÉ MELLADO TU REFLEJO

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Tú que sabes de verdades y quimeras, dime, ¿qué silencias? o dime, ¿qué guardas?, ahora que te escondes, dime, ¿qué esperas?, Cuéntame luna nueva, no seas esquiva ¿Duelen en tu cara oculta los desamores, o simplemente te proteges de la deriva? Cuéntame luna, ¿te duele la desolación?, ¿cavan tus cráteres las almas compungidas?, ¿te ruborizan la desnudez y la pasión? Escucha nuestro sentir, luna misteriosa, llegó tu hora de brillar, de tu resurgir, llegó el momento de ser feliz y dichosa. Gimiendo está el viento, el mar ruge y brama, es la noche espesa quien provoca su guerra; muestra tu luz; escucha, la vida te llama. El viento anhela su brisa, el mar descanso, 92


El cuerpo y su pasión, desean ser saciados, las miradas su resplandor y tú un remanso. Regresa pronto de tu lúgubre retiro, restaura los corazones rotos y heridos, para que el alma no dé su último suspiro. Isabel San José Mellado- Madrid- España Derechos de autor –

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MAGDA ROBLES

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Es la luna nueva erotizada una joven y pálida muerta. Doncella infinitiva en su pecado. Amante atemperada en su misterio. Magda Robles León (Granada)España

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MARITA RAGOZZA MOTIVOS DE LA LUNA NUEVA

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La noche tiene miedo es tumba cerrada por la ausencia del disco de plata. La noche tiene miedo (se lo contó a las sombras) los niños se han dormido y no quedan cuentos la noche tiene miedo (se lo contó a las sombras) Los sapos del estanque quedan inmóviles ¿es que la luna es ahora una margarita negra? La brisa afina una flauta entre las hojas de los árboles noche de cruz donde prende el hechizo en geografía morena que espanta a los pájaros para llorar con las Tres Marías.

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Cuando regrese la luna descubrirá un río boca arriba y el miedo de la noche mojándose en las orillas.

Marita Ragozza de Mandrini- Pehuajó- Buenos Aires- Argentina

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INMA FERRERO TUVO LA CULPA LA LUNA

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Tuvo la culpa la luna, que deshojó sobre mi tus besos: pequeños pétalos ardientes, pequeños pétalos de fuego. La luna descontaba las horas, para besar al sol de nuevo, y tu boca dulce espada, cuajó de sangre mi cuerpo. 97


¡Ay, luna traidora, herida voy, de amor me han muerto! Mientras el viento suspiraba al rondarte, y la fuente reía espejos. Tuvo la culpa la luna, que quiso vestirse de negro, y entre abanicos verdes, y velos de sombra, cubrió de noche mi lecho. ¡Ay, luna traidora, herida voy, de amor me han muerto! Mientras las estrellas, brillantes rosas, cantaban amores al cielo. ¡Ay, luna traidora, herida voy, de amor me han muerto! Inma Ferrero- Madrid- España Del poemario: Nocturno 98


PURA FERNÁNDEZ SEGURA CANÍBAL

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Antes del alba, luna, he decidido devorarte. Beber tus jugos, nutrirme con tu savia. Transfigurada en mí, serás otra: lucero mínimo de escarcha, silente duda, ojo encandilado. Tendrá sentido el sacrificio y la ofrenda satisfecho mi deseo: no has de contemplar jamás mi tumba desde arriba. Al acecho, luna calcárea, en el estanque del patio bajo el agua espero. Pura Fernández Segura. Guadix-Granada-España

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MABEL CORONEL CUENCA VENERABLE LUNA

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Ni negra ni blanca, la pálida luna, buscando atinar con aquellos fragmentos que sean perfectos, para su fortuna, pedazos perfectos en su cuadrilátero. Es madre y maestra la venerable luna, que ejerce su embrujo desde el firmamento, aprisionando miradas, calmando penas. Girando y girando sobre su eje la luna, revela su faz con el encantamiento y timidez de la doncella, a medialuna. Y las estrellas alineadas cual ejército. En el claro-oscuro va cobrando fuerza, su verdadera belleza va mostrando y es tal su realeza, que no hay quien resista declararse plebeyo ante tanta grandeza. ©Mabel Coronel Cuenca Hernandarias – Paraguay 100


RELATO

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ROXANA ROSADO IVANA Y LA LUNA

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¿Alguno de ustedes sabe lo que piensan los niños cuando miran a la Luna? Seguramente no. Por lo menos a Ivana nunca le preguntaron. Solía quedarse en el patio y meterse en un cajón de madera -de ésos donde se guarda la fruta en los mercados- abrazando a su coneja tres veces más grande que ella y a su entrañable amiga, una muñeca de trapo. Veía a la luna y las estrellas durante horas, hasta que le frío le hacía tiritar y sus dientes se volvían castañuelas. Era entonces cuando entraba a la casa y, usando su nariz como radar se dirigía a la cocina en la que su abuela le había cortado una rebanada de pan de nata y le había servido, para acompañarlo, un gran vaso con leche. La infancia de Ivana pasó así, mirando a la Luna, haciéndole preguntas, esperando encontrar las respuestas en su blanca superficie, pero al no escuchar nada, una lágrima furtiva escurría de sus ojos cafés. 102


Cuando se mudaron de esa casa donde había un jardín lleno de flores y un árbol en medio, cambió el patio por la azotea y el cajón de madera por la barda. Ahí se recargaba mientras veía nuevamente al astro luminoso hasta que el frío la obligaba a bajar. Cuando aprendió a tocar la guitarra componía canciones en el viento inspirada en el color plata, siempre esperando una respuesta (. Ya adulta gustaba de tener noches de bohemia, y eran mejores si la luz de la luna los acompañaba. Ella -la Luna- contemplaba a Ivana mientras rasgaba con sus dedos las cuerdas de la guitarra y cantaba mirando a los ojos del chico aquél, esperando su suave y breve beso. Así continuaron los años, y cuando nació su bebé, Ivana lo contemplaba bajo el cobijo de la luz de la luna, que muy tenue acariciaba la tez blanca de ese pequeño ser recién venido al mundo. Cuando creció, lo asomó por la ventana y le enseñó su fulgor. Él aprendió a contemplarla con admiración y respeto (lo que hace hasta el tiempo presente). Ivana enfrentó varias pérdidas y siempre que se sentía triste, buscaba el consuelo en el cielo. Había ocasiones en las que parecía escuchar algo en su interior y eso la confortaba. Lo que Ivana no sabía era que la Luna la miraba con sus ojos plateados tratando de iluminar su camino para que no perdiera el paso, intentaba consolarla cuando enfrentaba sus tropiezos y la abrazaba cuando sus ojos de niña le buscaban. Todos, instintivamente volteamos al cielo cuando no sabemos, no entendemos algo o nos sentimos perdidos. Ella, tan sola y a la vez tan acompañada por las estrellas nos mira, sabiendo que tiene muchas preguntas que responder. Al final, todos los adultos preguntamos o buscamos incansablemente entre sus cráteres algo que quizás perdimos tiempo atrás, como si una invisible conexión nos atara a ella, y la Luna nos contesta con sus palabras transformadas en la luz que se filtra por la ventana del cuarto, por la puerta de la iglesia o en la soledad y silencio de la playa o el jardín. Pero ¿sabes lo que un infante le puede preguntar a la Luna? No. Nadie lo sabe. Sólo el pequeño y ella. Es un secreto entre ambos que se perderá en el tiempo cuando el niño crezca. Roxana Rosado- D. F. - México

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MARIANELA PUEBLA CUANDO EL ALBA DESAPARECE

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La noche abre sus alas sobre mis párpados a punto de cerrarse. Su misterio me fascina. Trae consigo un abanico de piedras brillantes y se pavonea majestuosa sobre la orilla del mundo. Salen curiosos los grillos con sus desafinados violines y se apuestan en las esquinas emblemáticas del silencio. Un búho bohemio vuela de árbol en árbol siguiendo a su presa, un breve ruido asegura su propósito y la engulle en sus pequeñas fauces. La noche camina en los latidos del tiempo, sabe que su lapso terminará con la salida del alba. Entonces va hacia la laguna y se zambulle entre sus quietas aguas. La luna la observa por un gajo de su cara y el chal que la arropa. Siempre le ha interesado esa desmedida elegancia con la que cubre la tierra sin rozar una leve hoja. La noche rumorea entre los árboles, les cuenta historias ancestrales, cuando el hombre le ofrecía tributos y danzaba en su honor. іQué tiempos aquellos!, piensa con nostalgia, ahora las luces artificiales y de neón, la han apartado de sus dominios alejándola cada vez más hacia los abismos inexpugnables. Ya no tiene amigos que la festejen y manifiesten su existencia.

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La noche sacude sus cabellos taciturnos, parecen lágrimas venidas desde el fondo de sus cuencas oscuras, tal vez tenga tristeza, eso solo ella lo sabe. La luna se oculta, alguien la llama desde lejos, otra noche vendrá con su cara perfecta, redonda y nueva a observar la tierra. Mientras la noche incita a grillos y lechuzas a continuar con la música, el alba lanza un estallido de tenue luz y ahuyenta las tinieblas. La noche malhumorada recoge sus lentejuelas y se va traqueteando sus oscuros pasos. Marianela Puebla- Valparaíso- Chile

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GRACIELA AMALFI CEMENTERIO SIN VIERNES

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Buenas y particulares noches. Noches como tantas otras en el cementerio del pueblo. Juan cumplía las funciones de sereno. Sereno de todos los días, salvo los viernes: estos eran sus días libres. Siempre hacía el mismo recorrido. Iba desde la puerta principal hasta el final del pasillo izquierdo, desde donde podía ver de lejos la tumba que prefería. Y después caminaba hasta las bóvedas, en las que “descansaba en paz” la gente rica del pueblo. Pero había un lugar que dejaba para el final. Era el nicho en donde se podía ver la foto de una mujer. Foto gastada, sin colores, roída por el tiempo. Foto de una mujer de la que Juan se enamoró. Él la miraba, la acariciaba, la deseaba, le hacía el amor. Vivía su romance todas las noches, menos los viernes. La luna era su testigo, sea nueva, creciente, decreciente o llena.

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Para el encuentro había preparativos especiales .Se cambiaba de ropa. Se ponía el traje azul marino y los zapatos negros. El traje era el mismo que usaría el día que iba a casarse hacía más de veinte años. Cada noche aparecía con una poesía distinta, propia, o de otros. Ahí estaba el secreto, él imaginaba que su enamorada necesitaba ser sorprendida todas las noches y no podía dejar nada librado al azar. Todos los detalles de presentación merecían su completa entrega. La entrega que se consumaba cada noche como un ritual. Y la luna seguía siendo su testigo, sea nueva, creciente, decreciente o llena. Luego del encuentro, reía de felicidad y su transpiración perlaba su frente. Nada de lo que sucediera en el mundo le interesaba. Nadie lo veía. Sólo la foto y él. Él y la foto. Las noches tenían lunas, lunas de sudor, lunas de pasión, lunas de secretos. Las tumbas parecían emitir chillidos de envidia al ser alcanzadas por el olor de Juan y de esa mujer muerta. Juan y esa mujer otra vez estaban juntos. Otra vez amándose en ese cementerio de pueblo. Todos los días, menos los viernes. Esos viernes en que la luna se iba a otro cielo buscando a otros amantes, ese cielo que se arrugaba y sentía la ausencia de su luna. Todos los viernes la foto de la mujer caía del nicho y rodaba por las tumbas y era arrastrada por el viento nocturno. Todos los viernes el hombre lloraba por la falta de esa mujer, su foto, su cementerio y su luna… Graciela boticaria Amalfi.Buenos Aires, Argentina.Blog: www.boticariagraciela.blogspot.com Facebook: Graciela Boti Amalfi Twitter: @AmalfiGra

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ROLANDO LORIÉ MAÑA GUAJIRA

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El hombre de campo acumula un increíble saber práctico de la naturaleza. Apoyado en la observación logra hacer pronósticos que le facilitan desempeñar su labor agrícola con mayor efectividad. Este era el caso de Jacobito, como de otros tantos, en las tierras de Jarubì. Su nivel escolar era de apenas un tercer grado primario, alcanzado muchos años atrás, a decir por su aspecto sexagenario, pelo blanco igual a mota de algodón y las huellas del tiempo en su piel; Jacobito era puro nervio, mantenía una energía, fortaleza y movilidad de un veinteañero, de baja estatura, lo que hacía el diminutivo de su nombre. Mi abuelo le había dado un pedazo de tierra en una de sus fincas, cuando se llevó a Candelaria en años juveniles, para sustento de la pareja y futura familia, como presente de amistad. Años después, mis abuelos le bautizaron a su primera hija Liduvina. Jacobito, en su bregar con la naturaleza y la agricultura, había adquirido los conocimientos para obtener de la tierra y de su trabajo, los cultivos necesarios que satisfacían las necesidades fundamentales de su familia campesina. Orgulloso de lo que había logrado en aquel pedazo de tierra, afirmaba con vehemencia: -¡Este terruño era puro monte, mi compa, y ahora es una joyita! La razón asistía a sus palabras. Como experimentado agricultor, aprovechó cada palmo de tierra para lograr su beneficio; tenía un dominio práctico 108


de las mejores épocas de siembra y cosecha de viandas, vegetales, hortalizas y frutos menores que cultivaba con real esmero: Para él eran fundamentales el maíz, el frijol y la calabaza, los que garantizaban la subsistencia familiar, además del plátano en sus dos variedades, el de vianda y fruta. Rápidamente te explicaba que el ajo, la cebolla, el rábano, la lechuga, la col y la piña se podían sembrar casi en cualquier época del año; el tomate y el melón, él los prefería sembrar en verano. En cuanto a la calabaza debía sembrarse bien entrada la primavera, y así por el estilo, otros cultivos de los cuales obtenía máximo rendimiento. Frecuentemente se aparecía en el patio de la casona con su mula Francisca cargando dos cerones en su lomo, llenos de hermosas viandas y frutas, las que obsequiaba a mi abuelo en señal de gratitud, y siempre acompañaba su gesto con una frase: -¡El que agradece, no olvida, compadrito! Otras veces, abuelo y yo lo visitábamos en su conuco, y allí ofreciéndonos todo tipo de frutas. La piña que cosechaba era dulce como la miel, así como los mangos que eran mis preferidos. Mientras saboreábamos las frutas de su cosecha, él acompañaba nuestro banquete con sus comentarios, no sin antes gritarle a su mujer: -¡Oye Candé, cocina almuerzo pa’l compadre y su nieto! Era muy simpático al referirse al estado del tiempo, sobre todo en época de lluvias. En ocasiones, el cielo estaba totalmente encapotado, y parecía que iba a diluviar; entonces Jacobito, con total seguridad decía: -¡Tranquilos, esa no cae! Así, era en realidad, pero cuando otras veces contemplaba la situación climática, aspiraba a todo pulmón y afirmaba: -¡Aprepárense, el aguacero es pa’rato!Y acertaba con regularidad. Lo mismo sucedía con las fases de la luna y sus influencias en el crecimiento de los cultivos, el apareamiento de los animales e incluso el padecimiento de enfermedades en las personas. Recuerdo que, expresaba con vehemencia: -Mire usted, desde que el hombre es hombre, esa moneda platià que está allá arriba, y nos mira todas las noches, tiene su embrujo. Cuando ella es nuevecita, aprovéchela pa ‘empezar cosecha, trapicheo y negocio, de seguro será bendecido con prosperidad. En esto desempeñaba un papel fundamental el pensamiento mágico característico del hombre de campo, aplicado a la agricultura y a la naturaleza en general.

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Aunque parecieran absurdos sus vaticinios, algunas prácticas agrarias tradicionales seguidas por él, eran efectivas. Cuando trataba de indagar más sobre sus habilidades y conocimientos, Jacobito con gesto de picardía, me respondía: -¡Maña guajira, mi compaicito!- , y me mostraba orgulloso sus manos deformadas por el trabajo duro en el campo y su cabellera blanca al quitarse el sombrero. Rolando Lorié- Miami- U.S.A.

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M. TERESA FANDIÑO UN CABALLO AZUL CON COLA BLANCA

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— ¡Ámame!, —rogaba Venus a la luna—, te llevaré a un lugar donde existe una fantástica cueva; allí el mar entra de frente, es un mar fuerte, lleno de espuma con olor a sal. —Un mar frío, negro cuando el sol no está, —respondía la luna. Como cada noche, el sol ha declinado hoy su reinado, ella, la luna blanca, la reina del universo, se siente sola. A su alrededor las estrellas brillan, como cada noche, aunque a veces las nubes las cubren, no pueden observarse si no es caminando sobre ellas. Allí arriba las noches son estrelladas y los días muy calurosos. ¡Enamórate de mí, yo te amo!, suplicaba Venus a la luna, sin embargo ella, apasionada, sólo le quiere a él, es fiel y le aguarda cada mañana al alba. Quiere amarle, jugar con él al escondite y que la descubra, quiere hacer el amor con el viejo y ardiente astro. Él es quien calienta su piel y su alma, la abraza por la mañana al alba y, aunque cada día consigue un segundo más, no se siente satisfecha. Él le ha jurado amor eterno, mas la fuerza del universo les separa. 111


Una mañana el rey se sintió agotado, su fuego, ya cansino, le hastiaba, ¡cuánto la necesitaba! Poco a poco se sumergió en el frío mar. ¡Quería morir! El mar rugía y emanaba vapor. Las nubes ennegrecieron, comenzó a llover y enfadadas, comenzó la tormenta; tanto y tanto llovió, y tanto vapor emanaba el mar, que sus aguas subieron muy alto y los peces alcanzaron el cielo. Volaban sin color en una oscuridad que, sin la luna ni el sol, se había adueñado de la tierra. Los árboles lloraban, los lobos no cesaban de aullar, los pájaros asustados se quedaron pálidos, sin color y, desorientados, no podían volar. El terror se apoderó de la tierra. Se oía la voz de un niño que buscaba a su perro, estaba escondido tras unas piedras del cementerio y lloraba asustado. Sólo él, como un príncipe de cuento de hadas, montado sobre un caballo azul con cola blanca, acudió en busca de la luna. Cabalgó hacia un cielo infinitamente negro, le seguían los peces y, gritando desconsoladamente, la llamaba a ella. ¡Luna blanca, tu amor, el rey, se encuentra inmerso en el océano, un frío mar! Tú que le amas y puedes brillar como una gran esfera blanca, tú, que buscas su abrazo infinito, permite que te lleve junto a él, su alma está fría aguardando por ti, por tu calor de luna llena. Acudió la luna enamorada a su llamada y el niño la abrazó, cabalgaron juntos sobre un caballo azul con cola blanca, les seguían multitud de peces de colores iluminados por la luz de la luna. Atravesaron Casiopea, Venus la miraba receloso de reojo y ella, orgullosa, devolvía su mirada de soslayo con su cara de luna nueva. El caballo se rozó suavemente el mar y el niño llamó al rey, que al verla salió airoso de su escondite. Ambos, la luna y el sol, se juntaron en un largo abrazo, se iluminó la tierra e incluso los árboles brillaron. Los peces volvieron a nadar tan ricamente en sus aguas. Las almas se transformaron en arte, el cielo iluminó el mar en verde y los árboles en ocre. Los amantes, enlazados, danzaron amándose eternamente. A lo lejos, se les ve divirtiéndose, sus caras redondas, sonrientes e iluminadas inspiran felicidad. Enamorados cabalgan sobre un caballo azul con cola blanca, algunas veces surfean sobre las nubes y otras sobre el mar, en un mundo donde siempre hay luz y no existe la oscuridad. La luna sonríe María Teresa Fandiño La Coruña, España. 112


EDGARDO BENÍTEZ LUNA NUEVA

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Danzaba, Afrikaans Blues, dentro de un círculo pintado con sangre de gallina y calzaba caites de cuero con dos alas estampadas. Corría hasta el pequeño altar donde colgaba la foto de ella que le di al llegar. Le pegaba un jalón al puro que tenía entre las brazas con alquitrán y hojas de guarumo seco —trababa los ojos, alzaba la voz, decía de su frescura—. “Ahora, tú, dale un sorbo al té y una calada al puro”, pasaba por mi cuerpo un ramo grueso de flores resecas que olían feo. Y cuando soltaba el humo, cerraba los ojos y fruncía la cara, más de lo que la tenía. “No era fácil tragar tanto humo toda la mañana”, pensé. «Con esto basta, es suficiente. Con ello tendrá y se afianzará a tu cuello como nunca lo hizo». Nuestra casa estaba emplazada en el fondo de la barranca, no era un palacio, pero representaba el trofeo por la victoria que conseguimos después de la guerra: vivienda mínima a cada uno de los ex-combatientes. Juntos disfrutábamos de los logros. Desde el patio engramado no era posible mirar la carretera que conducía al pueblo, pero sí era un buen lugar donde descansar y ver el amanecer. A ella no le gustaba permanecer allí, decía que habían demasiados insectos que mortificaban su piel blanca 113


y que no la dejaban en paz. Hubo vez, que por las tardes, nos sentábamos a la sombra del palo de mango a platicar. Nos confiábamos secretos de esos que no se le cuentan a nadie. Me encantaba ver sus mechones rubios, caían sobre su rostro y hablaba de su madre, del tiempo que estuvo exiliada y de la manera difícil que vivieron junto a otra amiga de la universidad, de la lucha que llevaron por hacer desaparecer la ley del Apartheid, y todo lo difícil que significó convivir con gente de color siendo británica. Así pasábamos horas enteras contándonos anécdotas acerca de las luchas populares y tormentos, de los días en prisión y cuando nos liberaron. Lloraba al recordar la gente que murió por el ideal de que los seres humanos conviviésemos en paz. Esta mañana no ha sido igual a las demás: un café servido con particular desagrado, me pareció suficiente indicio y dio la certeza de que todo había terminado. Ese gesto suyo, de tanta frialdad, me confirmó que cumpliría lo platicado la noche anterior. No era su voluntad asustarme, dijo que se marcharía. Aquel fuerte deseo de permanecer juntos, que por años se adueñó de nosotros, había finalizado. “Debo salir”, le dije con voz debilitada. Sabiendo que ya no la vería, no hice nada por persuadirla, aunque no soy muy dado a besuqueos ni abrazos, me nació hacerlo, me pareció que un beso en esas condiciones era desearle lo mejor. Desde nuestro patio engramado comencé a caminar sin rumbo fijo, quizás buscando una respuesta a mis dudas o solución a mi problema. Pensé en Horac, un amigo de la infancia que describía muy bien los instantes con mujeres: “Son encantadoras si se enamoran”. Lo más sorprendente, decía, es la alegría con la que despiertan. “La fémina satisfecha, amanece que solo es risa y risa. Canta mientras barre, te sirve el desayuno en la cama y te pide que no abandonen el momento. Todo esto ocurre al instante que ronronea sobre tu oreja y el cuello”. ¿Te sorprendo?, le dije, te sorprende mi visita. Es que dices tanto de las mujeres: la mía no creo encontrarla cuando esté de vuelta en casa. Pienso ya irá muy lejos. “No creas tú que conozco la verdad, es más, recomiendo a alguien que sí sabe. Posible te venga bien el dato”. Me habló de «La Regana». “Este hombre tira las cartas, fuma el puro, crea almizcles milagrosos y limpias. Te llena de noches de pasión y fuego. Es la fórmula perfecta”. Y fue así que platiqué con el manco de «bigote de Hitler», esa era su estampa. Costaba creer que ese hombre que vivía en un rancho y que no se bajaba el sombrero por nada, era la solución y evitar que mi mujer se marchara. 114


Un par de tragos al entrar la noche aliviaron mi pena. Como pude logré llegar hasta la casa. “No ha salido en todo el santo el día”, me dijo una vecina cuando le pregunté. Una vez allí, la vi: parecía esperar por mí, sentada en el sofá con las piernas recogidas y de falda corta. Su mirada no era la de siempre. No sé si se marchó alguna vez o si se cumplió el mandato hechicero. Anoche dormimos poco. El color de mi piel no fue obstáculo para que ella disfrutara. Después del festejo, extrañado, la escuché cantar en inglés mientras hacía limpieza. Por la tarde, platicamos en el patio, tirados sobre el césped bajo el árbol de mango.

Edgardo Benítez- Santa Ana- El Salvador

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ALICIA CORRADO MÉLIN DE AUSENCIA Y LUNA

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A las seis de la tarde debía encontrarse en el callejón del Saladero, con el Orfebre de Maslah, lo habían pactado así. Ciro llevó a su hijo a la cita. Es un secreto, le había dicho al niño y la frase se convirtió en advertencia y desilusión para el pequeño. María, desde la ventana los vio partir, se aferró a las cuentas de pétalos de rosas hasta llevarse el rosario al pecho y el murmullo de sus santiamenes puso cerrojos a la casa que ya sentía vacía. Encendió las velas y se acomodó en el sillón, en alguna sombra llameante, se durmió. Ciro y el niño no regresaron esa noche. El Orfebre llevaba puesta una túnica negra con capucha, apenas asomaban sus ojos oliva brillando en el frío de una noche urgente. Brazos agitados, gritos de algunas comadronas espiando desde los zaguanes clandestinos.

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Ciro corría, el llanto del niño queriendo legar hasta María, intentos fallidos en la velocidad de estrellas pisoteadas, montoncitos de despojos en el empedrado del callejón. Aparecieron otros encapuchados detrás del Orfebre y en pocos minutos el lugar quedó mudo, sin previos estallidos. Las palabras se ausentaron entre correderas y miradas afiladas. La despertó un silbido de melodía desconocida, María salió de la casa y observó el muro de enfrente, algo nuevo ocurría, algo que deseó la ahuyentara de los presagios grises de su noche. Lo vio de espaldas, un hombre trepado a una escalera terminaba de dibujar en esa pared dos figuras humanas tomadas de la mano, una casi abarcando la totalidad de la misma y otra diminuta, esta última parecía escapada de aquella mano y pared. Luego el hombre bajó lentamente los peldaños y se alejó del lugar silbando, mientras meneaba la cabeza. El muro que siempre estuvo descascarado no significaba nada inusual pero esa mañana a María le asemejó a una señal, entonces recurrió a lo que sólo sabía hacer ante lo inesperado, simuló una risa al ver la imagen pequeña y creyó que su niño también festejaría esa risa. Le señaló la figura mientras le contó una historia legendaria sobre aves drones, luego le indicó ingresar a la casa para compartir el desayuno. El maullido espantó algunos aleteos oscuros, únicos testigos de la noche pasada. Nadie transitaba por el callejón. Amaneció entre los pasadizos un follaje silencioso, aroma a mandarinas en tierra reseca, perfume que marea, confunde y envuelve los miedos de quien pueda aparecer. Porque quien ande cerca, se esconde por entre las columnas, un cerrar los ojos y aplastar los oídos… pero está el perfume, esa mixtura cítrica y putrefacta que impregna al más desprevenido, testimoniando un pacto del que ya nadie hablará, ni siquiera el Orfebre desde la colina, refugiándose, saboreando otras lunas. La segunda noche, María se alejó de la ventana desde donde llevaba horas tras los vidrios opacos de tanta escarcha, quitada a manotazos. Giró su mirada hacia la foto, tomó el rosario gastado de súplicas y sujetó al niño en sepia. Tapió puertas y ventanas mientras reía y tarareaba la melodía aprendida del hombre del muro. Su risa aumentaba con las ocurrencias que escuchaba del niño, su niño, junto a ella, en la casa abandonada de la aldea de Maslah.

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Alicia Corrado MĂŠlin. Mar del Plata-Pcia Bs As.Argentina.

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RODOLFO TORRES NOCHE DE LUNA, NOCHE DE DOLOR, NOCHE DE DE ORQUÍDEA PLENA, NOCHE DE AMOR

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La claridad de una gran luna filtrándose con fuerza a través de la persiana me despierta definitivamente. Confirmo asimismo que el ulular de la ventisca contra los cristales dobles del ventanal, en este quinto piso, ha cedido casi del todo y va atenuándose el libre desplazamiento de los copos de nieve cuales ligerísimas plumas blancas. No espero a más. He dormido a saltos y prefiero pasar el resto de la noche dándole forma a una idea que me ronda y sea tal vez la verdadera causa de mi desvelo. Mas, no dejo de pensar en que con nevada tan copiosa se dificultará la andadura y va a ser como ir por un campo roturado o por la arena suelta de la playa, aunque nunca tan grave como cuando deshiela y vuelve a helar. Entonces sí que todo se torna inseguro por lo resbaladizo. En días así las salas de urgencia de los hospitales son muy visitadas por brazos, piernas, cabezas y demás adoloridos y hasta fracturados. Pero a ese punto no va a llegar el día de hoy, qué va, me digo con énfasis para creérmelo porque la temperatura va a ser estable por debajo del cero grado centígrado, que lo anunció un especialista en la televisión. Y yo de todas maneras debo ir a la 119


calle a resolver un asunto impostergable, pero antes de que aclare del todo deseo sumergirme en cierta historia nada ficticia relacionada con lo que me impuesto resolver en la calle. Son dos necesidades apremiantes que no puedo soslayar, ni sé por qué. O más bien me obligo a no querer saberlo. Yo me voy cubriendo cada pedacito de piel camino de la cocina donde me hago un té verde, bien cargado y caliente, para despertar por dentro y por fuera pues me voy a necesitar desde las puntas de los cabellos en la cabeza a las uñas en los dedos de los pies. Deseo escribir con el corazón y las palabras vayan sorprendiéndome a mí mismo a medida que aparezcan en la pantalla del ordenador. Así que con la taza humeante en la mano derecha me acerco a la habitación donde he instalado la computadora, la enciendo con la punta de un dedo y, sin sentarme todavía, hago un cuarto de giro a mi izquierda para mirar el amplio patio allá abajo a través de esta otra ventana de cristales dobles. Mientras, espero impaciente que se abran los programas en la pantalla. Pero algo ahí afuera atrapa mi atención y me pone a temblar. Es un detalle que no puedo sujetar casi con palabras. Es en verdad una sensación la que me eriza toda la piel y, para mi tristeza, confirmo lo abierta que está la vieja herida; tiene que ver con la luz brotando de la nieve tan blanca que parece reflejarse en el cielo o más bien es la luna grande y hermosa la que le da ese tono mágico capaz de envolver por igual árboles, fachadas de edificios, autos que despiden humo por el tubo de escape y hasta el insólito desplazamiento de un gato, del que para mi asombro descubro el largo de los bigotes y la profundidad de sus huellas, como si se moviera en cámara lenta con un recóndito y selvático plan de cacería en marcha. Tan fuerte es el albor que si extendiera mis manos las recogería luego coloreadas de la espectral luminiscencia. Me fascina ser, cual dios desde lo alto, testigo del latir de la vida. Tan efímera como eterna. Esa luz de luna trae a mi memoria un anochecer de mi más temprana infancia. Como si fuera ahora mismo. Lo juro. Me había ido con otros tres hermanos a la casa de un tío a gozar de las vacaciones escolares bañándonos en un río, metiéndonos en cuevas y montando a caballo. Tío Tomás tenía una finca en cuyas tierras cosechaba piñas y caña de azúcar, además de todo tipo de frutos de árboles diversos. Y vivía en una casa grande por la que correteaba otro ejército de primos ruidosos y comilones. Ocurrió a la caída del primer día, cuando los grillos empezaban a deleitarse con su canto y el crepúsculo iba poblándose de sonidos incorpóreos: yo era un mar de lágrimas que procuraba ocultar para no 120


aparecer debilucho a los ojos de los demás, “porque los hombres no lloran”, era la cruz que nos hacían cargar. Pero tan extraño todo y lejos de la casa paterna la primera vez en mi corta vida me convertían en una regadera sin control, que yo de todas maneras procuraba controlar. Y quizás porque las lágrimas me estimulaban las ganas de mear, no sé, salí al patio irreal entonces por la luz blanco-amarillenta de la luna enorme posada a un costado del cielo. Yo quería ir a la letrina pero la casita cuadrada se encontraba distante y para colmos sentía amenazadora la penumbra. Estos detalles no le importaban a nadie pues todos acudían allí, a cualquier hora del día o de la noche. Y yo no iba a ser distinto aun cuando el miedo me congelara el chorro. Bueno, ésos fueron otros motivos para arreciar en el llanto que frenaba entre dientes. En esas andaba yo en el patio de mis primos, solo, atrapado en la red de una aprensión inexplicable y mirando la luna, cuando me dio por imaginar con no poca intensidad que mi madre se hallaba en ese mismo instante en el patio de nuestra casa atendiendo, por ejemplo, sus orquídeas prendidas al tronco de una alta y gruesa mata de mangos y que de pronto volvía sus ojos hacia el astro que yo también miraba… Percibí entonces, exactamente a mi lado derecho, el cálido aliento y con toda claridad la voz de ella: “Hijo mío, tú ya eres un hombre y yo estoy orgullosa de ti”. Y en vez de mandarme a correr de puro temor hacia la sala de la casona de techo de guano y paredes de tablas de palma real iluminada por quinqués y cuya vacilante luz hacía que todo bailara alrededor, me fui derecho a la letrina. Sin más llanto ni temor porque de alguna manera mi madre andaba a mi lado y me amparaba. Al volver a nuestra casa, en la ciudad, me acerqué a la vieja que no era vieja todavía y en muy baja voz, fundiéndome en su seno, le hice la pregunta que tenía en la punta de la lengua desde aquella noche: “¿Eras tú la que me hablabas?” No sé si ella entendió el sentido de la interrogante pero con lo que hizo me respondió mejor que con mil palabras porque me abrazó fuerte, me besó por todas partes y susurró pegada a mí que me había extrañado mucho y que cada noche salía a atender sus orquídeas y también a mirar la luna para hablarse a sí misma como si lo hiciera conmigo. Juro que me sentí muy querido, ser el más querido entre todos mis hermanos. No me importó que diera el mismo tratamiento a los otros, incluso delante de mí, porque yo había sentido el amor de ella salvando distancias. Y tenía que ser muy fuerte para que me llegara con tal 121


intensidad. Me hacía sentir además “un grande” pues yo participaba con ella en el secreto de la luna como vehículo de comunicación entre los dos. Pasados los años me fui a una de esas guerras en la que las personas pierden sus nombres y se convierten en números camino del infierno o del paraíso y hasta de ninguna parte. Como en todas las malditas guerras. El motivo por el que me alisté para aquella contienda bélica no viene al caso, sino que ya en medio de un paisaje diferente sentí, de veras que lo sentí en lo más profundo de mi ser, que mi vida se devaluaba como esas monedas con poca o ninguna capacidad de compra. A cada minuto un poquito más. Y una noche de rabiosa luz de luna, acompañada esa vez de humo espeso, aterrador cañoneo y el acre olor de la pólvora, comprendí que mi vida había llegado al límite más bajo y ya no valía absolutamente nada. El tiempo se paralizaba alrededor de tal manera que era como si los relojes hubieran detenido su marcha y fuera la Muerte la única con licencia para moverse en aquel campo de sangre y metralla. No podía hacer otra cosa que contemplar la luna y soñar con que de pura casualidad mi madre, al otro lado del mundo, estuviese mirando el astro para ofrendarme el último pensamiento que alguien iba a dedicarme casi como una tabla salvadora al menos en lo espiritual. Fue para mí una especie de rezo, yo que vengo de una familia que jamás acudió a iglesia alguna y que no sé rezar. Yo imploraba el prodigio de que al menos ella me recordara en tan duro momento... Entonces, cual revelación sublime en medio del fragor, oí clarísima la voz de mamá: “Cúbrete bien, hijo mío, para que yo pueda verte de nuevo”. Así lo hice durante un tiempo infinito. De vuelta a casa, milagrosamente, me fundí con ella en un largo abrazo a la vista del familión. Le dije, quedo: “Creí que me moría pero tú me hablabas”. “Porque no pasaba minuto que no me hablara a mí misma pensando en ti.” “Pero yo oía tu voz.” “Porque era mi voz.” No me dijo entonces que había salido al patio a ver a sus orquídeas para también hablarle a la luna pensando en mí, pero estoy convencido de que así fue. Y si no lo hizo en la realidad, yo quiero creer en que así fue. Y ha sido ahora la voz de ella, no me cabe la menor duda, la que escuché al mirar a través de estos cristales dobles de la ventana cómo la luz de la luna convertía en irreal la nieve allá abajo al crear la sensación de que el destello nacía desde su interior. 122


Levanto la mirada desde el gato cazador, de los autos que despiertan al tránsito en las calles, de los edificios y los árboles aledaños y ahí está el astro hermoso como quince años atrás, cuando sin comprender por qué yo desperté igual que hace un momento para venir a contemplar el mismo patio nevado a través de esta misma ventana. Y estando de pie, aquella noche, fue cuando entró la llamada de larga distancia capaz de impactarme sin que todavía hubiera descolgado, anunciándome lo inevitable. Por eso voy a salir esté o no resbaladizo el camino, porque igual que aquel amanecer siento que debo buscarle orquídeas. Eran sus flores. Y de esto es de lo que primero voy a escribir.

Rodolfo Torres, cubano que vive y trabaja en Berlín, Alemania.

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ADRIÁN GONZÁLEZ LA CANCIÓN DEL CONDENADO

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Sabes que mañana tendré que dar muchas explicaciones por lo que acabo de hacer pero, aún así, me obligas a alejarme de los míos. ¡Oh, mi burlona señora, que ni siquiera esperaste al ocaso para martirizarme, sino que decidiste hacerte presente a plena luz del día! Jamás tu llamada fue tan devastadora y dolorosa como hoy. ¿Por qué a mí? Al principio llegué a pensar que podría dominar los efectos de tu poderosa influencia. Incluso te planté cara con cada poro de mi cuerpo, con cada brizna de mi voluntad. Me encerraba en solitario con la intención de combatirte y lograba vencerte. Pero tan solo me tentabas con una migaja de tu poder, probándome, forzando mi voluntad, prolongando tu golpe más certero. Te gusta paladear tu victoria, pues el tiempo nada significa para ti, desde tu posición eterna y tu presencia irremediable. Esperas con paciencia el día para mostrarte cuan dominante y poderosa eres, sin importarte las consecuencias de tu influencia sobre las personas. Fue mi propia soberbia quien te desafió aquella noche, desoyendo las historias, ignorando los avisos de quienes creían las viejas leyendas. Me adentré en tus dominios, donde otros como yo moraban bajo tu 124


inmisericorde posesión, esclavos de su propia maldición, meros peones de tu vigorosa energía. Fueron ellos quienes me atraparon en tu nombre, ejecutores sin voluntad, mientras sonreías victoriosa, saboreando el logro de un nuevo botín. ¿Qué te importan a ti los hombres? Aquellos que te dedicaron las más hermosas poesías y admiran tu silueta con devoción. Seres ignorantes, que desconocen tu verdadera naturaleza, simples peones y víctimas de tus caprichos. ¿Acaso tu sempiterno silencio nos confunde y confía? Puede que así sea, pero también tu belleza infinita y lejana. Tu reflejo en la tierra, por esperado y constante en nuestras vidas nos convence de que formas parte de ellas. Pero no pretendes cohabitar con el ser humano, sino divertirte con él. Por eso huyo del mundo esta noche. Pues sé que ya no me dejarás vencer nunca más. Siento los dolores de mi transformación en uno de tus hijos, víctima de la herencia maldita que depositaste sobre mí en las tinieblas. Mi lamento cruza las montañas. Mis lágrimas se secan en mi renacido cabello. Mi conciencia se debilita. Escucho como tu tenebrosa canción suena en mi mente. Acudo a tu llamada. Y tú sonríes, oh luna llena. Observas orgullosa al licántropo al que aguardas cada mes. Condenado a ejecutar tu cruel venganza. Mientras yo aúllo mi derrota, poderoso a mi pesar, sin rastro de humanidad, huérfano de sentimientos. Digno hijo tuyo. Como deseas que sea. Como tú, bella luna llena. Adrián González- Madrid. España

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ANA LUCÍA MONTOYA RENDÓN TRANCE DE NOVILUNIO

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Copula en diferentes cuartos, buscona del Universo elige a sus amantes de entre los aguerridos de los cielos; cada uno, acorde con esa tenue luz que la ilumina, complementa sus ansias de mujer lasciva. El cuarto donde enloquece, donde desborda de lujuria, es novilunio; allí, vestida de negro, de plata y celo, aromada de sombras, rodeada de humedades y de espejos, mira y exulta a los que arden y sueñan. Concibe y contagia concepciones. Así fertilizada le crece la cintura hasta que le eclosiona en miles de serpientes de fuego; tras la puerta entornada mira los sueños alados de los seres y con su lengua los excita, con ella también amarra demonios y los larga cuando se le acaba “el cuarto”. De coros callados la danza sutil de su vientre donde dormitan por edades, los mares, la sangre, la savia y el llanto. Nueva la llaman, pero es tan eterna como ese antes de gestarse el primer sueño de lo que sería la Luna.

Ana Lucía Montoya Rendón.Colombiana.

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MARGARITA POLO VIAMONTES LA LUNA DIJO QUE SÍ ME QUERÍA

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Los sollozos anudan mi garganta, busqué la Luna esta noche en el cielo y no la vi frente a mí como esperaba, tampoco estabas tú. ¿Por qué me dejaste sola? Te pedí estar en tus brazos en este fin de año, el primero de nuestro noviazgo, bailar contigo hasta agotarnos… Ahora nadie cree que existes realmente, piensan que eres una más de mis fantasías mentales, esas boberías que suelo escribir en mis libretas escolares… Se han reído todo el tiempo por la espera ansiosa de mi novio, hasta hoy desconocido por la familia. Sentada en el quicio de la entrada de mi casa materna lloro desconsolada ¿Dónde estás ahora? –casi grito: “Te llevaste contigo hasta la Luna para que me dejara sola”… Mi padre se sentó a mi lado sin yo notarlo, me abrazó contra su pecho y me susurró al oído: - No encuentras el brillo lunar porque es Luna Nueva mi mulatica… ¿No sabes que esa Luna es muy valiosa? - Papi tu siempre tratas de consolarme… - No, no mijita, según las creencias más antiguas la Luna Nueva es un tiempo favorable para abonar y arar el suelo, te lo digo desde mi 127


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experiencia en el campo; pero también es época de comienzos, de consagración y la mejor temporada para encausar los ideales a los que se aspira. Papi, es Fin de Año todo el mundo hace votos para el futuro, no me mientas… Pero también estamos al final del mes lunar… por lo tanto, también se examina lo que has hecho en retrospección del mes que se va y tratas de cumplir aquellos planes que tenías, buscando la razón de tus fracasos. Por eso ahora cuando miras al cielo, esta luna no está visible, algunos le llaman Luna negra y hasta le temen. Pero Papi, me confundes… ¿Qué tiene que ver la Luna con las personas? Mucho tiene que ver con las personas, con las plantas, los animales y con todo. Fíjate mi mulatica en la Luna Nueva existe una intensa energía. Tal vez, sientas un fuerte deseo de hacer alguna cosa y generalmente no saber qué. A lo mejor este día te sientes perturbada sin razón aparente, por lo tanto no te recomiendo que tomes una decisión sobre algo tan importante como es tu futuro. ¿Eres brujo Papi?

De pronto, suena el teléfono de casa, interrumpimos la conversación para escuchar a Mami, que me llama desde la sala, me levanto presurosa, es una llamada para mí de larga distancia: - Mi amor, ¿eres tú? ¿Qué pasó? ¿Tu padre ingresado? –pregunto intrigada, al otro lado la voz de mi novio me ofrece la explicación sobre su ausencia esa noche de Luna Nueva… cuando la luna me dijo que si me quería.

Margarita Polo Viamontes- Cuba/ Miami- U.S.A.

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ISABEL REZMO PÁLIDA LUNA

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Bendita noche que arruga el hambre de verte. Pálido rostro que enfila el aire. Voy caminando entre vergeles al susurro de tu dulce cuerpo ¡oh la agonía de preguntar a las estrellas que moran mi sueño! Me dictan mensajes de tus labios, sobornando a la aurora que guarden tu nombre. Infiel es el tiempo que en contra de mi desnuda piel susurra tu lecho, advierte el ansia de oírte. Solo el monte me aguarda. Mis suspiros gimen como asesinos en la fragua. Y sigo a la pálida luna implorando que llegues.

Isabel Rezmo- Úbeda- Jaén- España

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