EVELINE

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Haití sigue siendo uno de los países más pobres de la tierra. A lo largo y ancho de geografía el salario mínimo legal no sobrepasa a los 3euros al mes y las mujeres ganan diez menos que los hombres. Pero esto es algo que no preocupa a Eveline, una esclava de 37 años de jamás ha cobrado nada por su trabajo. Eveline es propiedad de otros, curiosamente de una familia tan pobre como ella nada más bajarse de la cuna, Eveline abandonó su infancia y la pusieron al servicio de los demás. Para ella el oficio de la mujer no tiene fiestas ni descansos, pues considera esa rutina como un modo de vida. No pregunta no reclama. Asombra por su lealtad .Su labor no se mide por horras más bien por ocupaciones. Simplemente vive de espaldas aun mundo que se le a olvidado incluirla


Limpia casas de extraños, lava la ropa de los demás, pasa medio día entre pucheros y cuida niños ajenos a cambio de una comida fría y un rincón para dormir… Eveline perdió a su madre nada más depositarla en el mundo, no fue a la escuela porque su padre tenía la firme creencia de que todas las mujeres instruidas se convertían tarde o temprano en putas y recuerda que fue su abuela quien le abrió las puertas de la esclavitud.


Eveline no alcanza a leer ni escribir y lo poco que sabe se lo han enseñado a voces y golpes . Su universo se reduce exclusivamente a una barriada de hojalata conocida por La Ciudad del Sol, una humana recalentada por la gracia de Dios en la que los pobres echan mano de los pobres, los más ilusos comen y trabajan con la imaginación y cualquier espejismo no sobrepasa las 24 horas. En esta tierra de Caín se deja ver todo un escaparate de tullidos, hambrientos a cuatro patas, muertos en vida, niños desnutridos que se comen las moscas y moscas que se comen a los niños desnutridos. Es la miseria en estado puro que sale a golpes de sus escondites.


Mientras, Eveline sigue encadena al trabajo. Es lo único que sabe hacer. Siempre disponible, al ritmo de los animales y sin el permiso de sus propietarios para quejarse. Eveline va y viene descalza porque nadie le ha prestado unos zapatos para caminar , come y se acuesta la ultima porque así lo requiere el protocolo , por modesto que éste sea , y cada vez que atiende mira con unos ojos magullados que alguien debería gritar ¡Basta!.


Considerada como la mitad de nada, la mujer es poco más que una mercancía que ha pasado de una propiedad a otra sin haberle pedido opinión. En la tierra siempre ha estado rodeada de dueños y en el cielo, a esperar. Siempre explotada . Siempre maltratada. Material sólo de utilizar. Está muerta por dentro. El mundo es tremendamente cruel con Eveline. Jamás decidirá por ella misma; para eso están los demás no tiene amigas ni confidentes ; tampoco tiempo para ello . No pide nada y espera mucho menos; al menos a eso le han acostumbrado. Eveline todavía vive en carne esa fea costumbre llamada esclavitud , y lo que es peor, sigue sin aparecer en la frágil imaginación de las personas que la rodean . Su sentencia: cadena perpetua.



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