La explotación del bosque nativo en la zona de Villarrica. Una aproximación desde la historia oral

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LA EXPLOTACIÓN DEL BOSQUE NATIVO EN LA ZONA DE VILLARRICA. UNA APROXIMACIÓN DESDE LA HISTORIA ORAL

Carlos Zúñiga J.

PRESENTACIÓN En este documento exponemos la relación entre espacio, economía y vida cotidiana, intentando resolver la cuestión acerca de los efectos de la explotación del bosque nativo sobre la cultura y el paisaje en un territorio integrado por las localidades de Curarrehue, Pucón, Villarrica, ‘Licán Ray’, ‘Coñaripe’ y ‘Liquiñe’ durante el período que va desde 1920 a 1980. La información sobre este territorio1 es escasa y dispersa. Tenemos datos sobre economía, algunas monografías históricas2, datos comunales sobre turismo, salud y prensa regional, etc. Sin embargo, específicamente sobre la explotación del bosque nativo y su relación con la economía y la cultura, no hemos encontrado información3. Para entender desde la Historia el período propuesto, la bibliografía sobre lo nacional es generosa, por el contrario, el desarrollo de la investigación sobre procesos locales, es precaria. Los silencios de la Historia. Las dificultades las hemos tenido entonces, en la comprensión de ciertas dinámicas, que podemos definir como locales, y su relación con los fenómenos sociopolíticos y económicos más amplios, abordados por la literatura como cuestiones “nacionales” o “internacionales”. Desde mediados del siglo XVII hasta mediados del XIX La Araucanía, ha sido definida como un “Espacio Fronterizo”4, un lugar de complejas mezclas culturales entre los elementos materiales y simbólicos del “imaginario indígena” y el “imaginario hispánico”5. Aquí se desarrolló una temprana convivencia entre mapuches y mestizos venidos de la zona central. Desde 1850, con el gradual avance del Estado Chileno sobre los territorios mapuches, se produce la desintegración de este “Espacio Fronterizo”. Por lo tanto, lo que tenemos entre los años 1900 y 1970, es la configuración de un nuevo espacio, definido por las características de los ejes económicos más visibles, y los nuevos grupos humanos que se incorporan a la trama social ya existente: Italianos, Boers, Alemanes, Franceses, Suizos, etc. “La Araucanía de comienzos del siglo XX, bregó afanosamente entre la tradición y la modernidad. En efecto, una vez que concluyó la fase militar de la ocupación estatal de los territorios tribales, y cuando comenzaron a consolidarse las villas y ciudades que se fundaron por doquier como cimientos de la nueva ‘civilización’, el antiguo paisaje de selvas y bosques de los llanos centrales -con las pequeñas huertas cultivadas por los mapuches y mestizos- fue reemplazado por la nueva economía agro-pastoril y forestal que, de modo masivo, implementaban los propietarios de los grandes “fundos”, mientras que en la costa florecían los yacimientos carboníferos y

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algunos ríos eran usados para el cabotaje con lanchones a vapor…” (León, 2007:334).

Este nuevo espacio, que se conforma a lo largo del siglo XX, se nos presenta de difícil comprensión y análisis, siendo catalogado por algunos como “desarticulado”: Un espacio en el que es complicado identificar el eje económico dominante y a los grupos sociales que se desarrollan en torno a éste (Pinto, 1988). Y por otros, como un territorio “desequilibrado”: Con un desarrollo asimétrico de la relación espacio-economía-sociedad (Flores, 1985). Efectivamente, la Araucanía en sus diversas manifestaciones geográficas, demográficas y económicas es compleja. Al observar el siglo XX, identificamos una “economía formal” basada en la explotación triguera, forestal y ganadera que se articula a la economía nacional6 e internacional. Junto con este sistema “formal”, subsisten una serie de manifestaciones económicas “no formales”: “Economías campesinas”, “economías de recolección” y “economías informales”. Que constituyen, junto con sus respectivos componentes sociales y culturales, diferentes dinámicas económicas que directa o indirectamente se engarzan al modelo económico nacional. Así, las “economías campesinas” se caracterizan por constituir unidades económicas familiares que integran en sí mismas la producción y el consumo; la producción basada fundamentalmente en el trabajo familiar no remunerado y orientada preferentemente hacia el consumo familiar, con o sin comercialización de excedentes. Las “economías de recolección”, habitualmente ligadas a las economías campesinas, dependiendo de la temporada, pueden ser una estrategia central o complementaria para la sobrevivencia del grupo familiar. En el período estudiado (1920-1980) la recolección tenía rendimientos bastante más generosos que en la actualidad; los productos de recolección7 eran generalmente frutos del bosque que una vez recogidos eran comercializados en las ferias locales. Cuando nos referimos a “economía informal” estamos pensando en un fenómeno urbano, se trata de transacciones en las cuales no se pagan impuestos, los precios de los productos son de muy bajo costo y se puede ejercer en cualquier lugar, específicamente en los espacios públicos de la ciudad. La economía informal también es conocida con el nombre de “Economía Subterránea”, “Economía Paralela”, “Mercado Negro”, “Mercado Informal” etc., tiene nombres distintos pero el significado es el mismo8. Consideramos que una de las características de La Araucanía en este período, es que establece una viabilidad económica en función de la relación entre un conjunto de espacios menores en los que es posible identificar un eje económico predominante: Explotación triguera, ganadera o -como en nuestro caso-, la explotación del bosque nativo. Estos ejes se organizan en torno a rutas de comunicación (terrestres, ferroviarias, fluviales, lacustres o mixtas)9. Creemos que para el período que va de 1900 a 1970 no es posible identificar un sólo eje económico dominante. Lo que encontramos, más bien, es la vinculación de economías “formales” y “no formales” que se conectan en forma más o menos expedita con el modelo económico nacional e internacional. Son estas vinculaciones las que permiten la viabilidad económica de los espacios locales y del espacio regional. La factibilidad económica se 2


establece por la conexión entre las economías “formales” y “no formales”. La economía regional se constituye a partir de la suma de estos espacios locales. En el territorio investigado el eje económico formal es la explotación forestal, pero además encontramos que los sujetos involucrados en la explotación maderera desarrollaban cultivos de trigo para consumo doméstico, ganadería mayor y menor, horticultura y recolección. “…Mi abuelo trabajaba en agricultura, trabajaba en ganado, pero también trabajaba en madera…eso es por allá por el año 1910. Él tenía aserradero y los trasladaba a las distintas partes donde estaba su montaña, y ‘aserreaba’ su madera…” (Adriana, 2004).

Si se comercializaban los excedentes esto se hacía en los pueblos cercanos, con una lógica económica cercana a las economías campesinas, la producción de alimentos era esencialmente doméstica, con un gran desarrollo de la horticultura y de la crianza de ganado menor: fundamentalmente, gallinas, chivos y corderos. Las transacciones podían ser monetarias o no monetarias por medio de trueques. Las compras de artículos suntuarios, se hacían a los “faltes”10 que deambulaban por el sur, y las compras mayores en los almacenes de los pueblos como Villarrica o Pucón. “… Bueno si faltaba algo… bajábamos dos o cuatro veces al año al pueblo. Comprábamos ropa, zapatos y cosas así…” (Luis C., 2003).

En este documento exponemos los resultados parciales de una investigación mayor sobre historia local. La descripción del territorio se hizo contrastando diversas fuentes bibliográficas, desde monografías históricas hasta relatos de viajeros y novelistas, con los testimonios de los informantes. La información sobre la explotación del bosque nativo se obtuvo a partir de la recopilación de una veintena de relatos de vida. Esta información la organizamos bajos las categorías de: “Explotación maderera”, “Montaña Adentro”, “Montaña Afuera”, “Transporte” y “Comercialización”. Nuestra intención es que sean los informantes los que hablen, por lo tanto, las reflexiones que agregamos, acerca de las implicancias de la explotación del bosque nativo sobre el espacio y la cultura, están supeditadas a los relatos de éstos.

CRITERIOS METODOLÓGICOS Anteriormente indicamos que el período de tiempo en el que ubicamos nuestro estudio va de 1920 a 1980. Sobre este punto conviene establecer algunas precisiones. Desde 1900 hasta mediados de la década del 1970, lo que tenemos en La Araucanía es la configuración de un nuevo espacio, distinto al “Espacio Fronterizo” ¿Un “Espacio Moderno” tal vez? Esta diferencia va a estar dada por la instalación del Estado Chileno y las nuevas dinámicas que desde ahí se establecen, relacionadas con la presencia de los aparatos represivos y persuasivos propios del Estado11. Nuevos grupos humanos, y dos elementos que consideramos fundamentales para entender estas nuevas configuraciones: Las nuevas lógicas económicas impuestas desde el Estado, y 3


la red ferroviaria que se extenderá por toda la región. Entonces, las inflexiones sobre este espacio impuestas “desde arriba” estarían dadas fundamentalmente por el modelo ISI (Industrialización por Sustitución de Importaciones, 19291973)12. La periodificación que proponemos va desde 1920 a 1980, las razones de estas fechas tienen que ver, por una parte, con la memoria de nuestros informantes, y por otra, con el agotamiento de la explotación del bosque nativo como estrategia económica. Al trabajar desde la historia oral tenemos que el horizonte temporal de los informantes, se remonta aproximadamente hacia 1920. Su memoria oscila en torno a situaciones vividas desde la década del 20. Por otra parte, el agotamiento del bosque, o más bien la disminución de las “explotaciones madereras” -en la interpretación de los informantes, - se manifiesta con claridad durante la década de 1980 y en esto coinciden todos los informantes. Otra cuestión que debemos precisar es la caracterización del territorio. El espacio estudiado, perteneció a la provincia de Valdivia hasta el año 1927 en que se incorpora a la provincia de Cautín. Actualmente se ubica en dos esferas político administrativas distintas. Uno de nuestros ejes: Curarrehue-PucónVillarrica está íntegramente en la Región de La Araucanía. Y, una parte de nuestro segundo eje: ‘Liquiñe’-‘Coñaripe’-‘Lican Ray’-Villarrica, específicamente las localidades de ‘Coñaripe’ y ‘Liquiñe’ se ubican en la Región de Los Ríos. A pesar de que los argumentos interpretativos que utilizamos fueron desarrollados para entender las dinámicas propias de La Araucanía, creemos que son aplicables para entender las dinámicas de esas otras localidades. Podemos suponer que la perspectiva “regional” es casi tan reciente como la nomenclatura político administrativa que la menciona. Creemos que las identidades culturales y los flujos económicos se organizan en relación con espacios geográficos menores. La noción de espacio se construye a partir de puntos de referencia en que se resuelven ciertas cuestiones cotidianas como comprar o vender, y eventualmente gestiones administrativas; a este espacio con fronteras difusas los informantes le denominan zona. Pese a que la descripción del territorio estudiado es más amplia, el pueblo de Villarrica aparece como eje central oscureciendo a Pucón, ‘Coñaripe’ o Curarrehue, esto se debe fundamentalmente a que tanto los informantes como la exigüa bibliografía encontrada destacan su importancia como eje del tráfico maderero. En lo que respecta a la opción metodológica, debido a una tradición reflexiva centrada en la instalación y comprensión de “lo nacional”, resulta difícil establecer las vinculaciones entre las dinámicas nacionales y locales. Como nuestras interrogantes se refieren a fenómenos socioculturales locales, decidimos buscar respuestas a partir de los recursos metodológicos que proporciona la historia oral, tanto para la creación de fuentes, como por la postura que se asume en su manejo y que nos proporciona otra visión de la Historia y de las historias. Entendemos que, la reflexión sobre el pasado, ya sea éste lejano o reciente no debe presentarse como una acumulación de 4


datos sin más contexto que el que ofrecen los héroes o villanos (De la O, s.f.), hacerlo, en nuestra opinión, no permite establecer ninguna claridad sobre nuestro pasado o nuestro presente. Probablemente haya permitido algunas luces sobre la idea del pasado de otros, pero nunca sobre nuestro pasado. Las conversaciones con nuestros informantes nos han reafirmado la necesidad de “... estudiar el pasado en un contexto más amplio, analizando por una parte las microhistorias de las comunidades locales y por otra las macrohistorias... al nivel nacional o regional...” (Opatrny, s.f.). Las historias de los hombres y mujeres comunes y su relación con la Historia. La relación entre los cambios estructurales y las adaptaciones a esos cambios hechos por hombres y mujeres en sus vidas cotidianas. “...La historia oral13 es una manera de superar los silencios de la historia y nos dice menos sobre los acontecimientos que sobre sus significados, arroja luz sobre áreas de la vida cotidiana e implica un viaje al pasado, es decir a un mundo desconocido existencialmente que sólo existe en la memoria de quienes lo vivieron. Se trabaja con un elemento singular, la subjetividad del hablante, o sea su memoria entendida no como un depósito pasivo de los hechos sino como un activo proceso de creación de significados... Como la historia se interpreta desde el aquí y el ahora, importa conocer qué significación le otorgan los entrevistados a los acontecimientos...” (Terreno, Domínguez, & Pécora, 1999).

A partir de una recopilación de relatos de vida, hemos construido una aproximación a los impactos de la explotación del bosque nativo sobre la cultura y el paisaje. La selección de informantes se hizo a partir de criterios geográficos y temporales. Buscamos personas, de preferencia mayores de 70 años (salvo un par de excepciones), que viven o vivieron, en “la zona”, entre 1920 y 1980. Todos los informantes están relacionados con la explotación del bosque. Algunos de modo más directo que otros. Así tenemos empresarios madereros, peones de distintos oficios: ‘palanqueros’, boyerizos, ‘hacheros’, ‘tumbadores’, ‘cargadores’, etc. Esposas e hijas de madereros. Para la ubicación de informantes claves, en algunos casos un primer informante nos sugirió un segundo, en otros casos una visita a terreno o las conversaciones con lugareños nos condujeron a un tercer informante. Con cada uno de ellos se construyó un relato de vida. Sus testimonios nos permitieron aproximarnos a las relaciones socioeconómicas en torno a la explotación del bosque nativo: formas de explotación, tipos humanos, comercialización, transformaciones en el paisaje, formas de transporte, etc. “…La "historia oral" como tal tiene interés en considerar el ámbito subjetivo de la experiencia humana concreta y del acontecer sociohistórico, como lo expresan los sujetos sociales considerados; y porque va a intentar destacar y centrar su análisis en la visión -y versión- de experiencia de los actores sociales con que se relaciona, la utilización de las "historias de vida" se ha perfilado como uno de los recursos más idóneos para lograr esos fines…” (Terreno, Domínguez, & Pécora, 1999).

Nos interesa además, instalar los relatos sobre un contexto, el que en líneas generales hemos bosquejado desde un diálogo entre la bibliografía consultada y los testimonios recogidos. Intentando, además construir explicaciones desde los relatos14, de tipo social, cultural y económico acerca del territorio estudiado.

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“En la historia oral se tratará siempre de recopilar un conjunto de relatos personales que den cuenta de la vida y de la experiencia de los narradores -o informantesentrevistados. Cada unidad, fragmento o cuadro narrativo forma parte de un relato de vida que los conjunta y articula. Una sucesión amplia y extensa en diversidad y profundidad de relatos de vida, puede llegar a constituir el cuerpo de una "autobiografía" generada en la situación de la entrevista oral; autobiografía que se diferencia de aquel documento personal generado en soledad y que por iniciativa propia produce el personaje…” (Aceves, s.f.).

Con los relatos recogidos fuimos conformando un “collage” de historias orales referidas a los cambios en la economía, las características de las explotaciones madereras y sus efectos socioculturales. Los cambios en la cultura y el paisaje. Para nuestras actividades de recopilación, dividimos el territorio en dos espacios geográficos: Curarrehue-Pucón-Villarrica y ‘Liquiñe’‘Coñaripe’-‘Lican Ray’-Villarrica, que corresponden a zonas de explotación del bosque nativo desde fines del siglo XIX. Así, sobre un bosquejo de mapa hemos ido dibujando con trozos de relatos las formas de explotación, los colores y los olores del bosque, los caminos de barro y tierra, las fiestas, la ropa. Fragmentos, como trozos de viejas fotografías de lugares con nombres sonoros: “Chesque”, “Cudico”, “Licán Ray”, “Coñaripe”, “Challupén”, etc. “...Antes aquí, todo esto era ‘montaña’15, puro bosque de ‘coihue’16, ‘pellín’17, ‘lingue’18, ‘laurel’19, todo nativo... Montañas, puro bosque donde uno se metiera, pura madera, no creo que haya nunca más esos bosques. Bosques de pino no más, pero no es lo mismo, lo natural ya no queda...” (Luis C., 2003).

Fig.1

ANTECEDENTES GENERALES SOBRE EL TERRITORIO 6


Hacia 1920 se produce en Chile la crisis del sistema oligárquico. Lo que algunos autores han denominado la “rebelión del electorado” (Gil, 1969), significó además el agotamiento de un modelo de “Crecimiento Hacia Afuera”, basado en las exportaciones de materias primas y su reemplazo, hacia la década del treinta, por un modelo de “Crecimiento Hacia Adentro” orientado hacia la industrialización y el desarrollo del mercado interno. Los cincuenta años que van de la década del ´20 a la década del setenta del siglo XX, están marcados por la captura del Estado por parte de la mesocracia, la urbanización del país y la incorporación de amplios sectores a la discusión de la “Cosa Pública”, que hasta entonces había marginado a mujeres, pobres urbanos y campesinos. De un país predominantemente rural, pasamos a un país predominantemente urbano, lo que no es un detalle si pensamos en el impacto que esto tuvo en la cultura y en las formas de entender el mundo20 de los chilenos. Entre los hitos que podemos destacar para este período están, el ciclo de los gobiernos radicales y la sucesión de proyectos políticos que se viven desde los años 60 hasta los 70: Alessandri, Frei, Allende, “dictadura militar”. Cada uno de esos gobiernos declaró en su momento su interés por construir un país distinto, por lo tanto, debemos suponer un sujeto distinto, un chileno distinto. Lo que decanta finalmente es la transformación, el paso de ser un país con un sistema sociopolítico y económico centrado en el Estado, a un país organizado crecientemente en torno al mercado. De este proceso de sucesivas modernizaciones21, -con distintos matices de acuerdo a los distintos gobiernos- instaladas sobre una modernidad precaria, el territorio que nos ocupa aparentemente se mantuvo al margen. Como parte del “Chile profundo”, o más literariamente como parte del “sur profundo”22. Como hemos indicado, el eje del territorio estudiado fue Villarrica, es sobre esta localidad que existe la mayor cantidad de descripciones en la exigua bibliografía encontrada. Villarrica fue fundada y refundada en dos momentos históricos distintos y a propósito de expectativas económicas diferentes. La Fundación fue realizada por, “…Pedro de Valdivia en Abril de 1552, junto al margen austral del río ‘Toltén’ y la orilla occidental del lago de Mallo Lafquén (…) Gerónimo de Alderete (Gobernador de Chile) la intituló "Santa María Magdalena de Villa - Rica", con alusión a los ricos lavaderos y vetas de oro, que se descubrieron en las quebradas de los oteros y bosques…El objetivo de esta fundación fue la explotación de lavaderos de oro y la consolidación de un paso invernal hacia las pampas y el Atlántico; dicho territorio trasandino pertenecía a la Capitanía General de Chile…” (Gobierno Regional de La Araucanía, s.f.).

Entre 1862 y 1883 se fundaron en la Araucanía cincuenta plazas y fuertes. “...Se abrieron caminos derribando miles de árboles, se construyeron decenas de puentes, todo ello con la madera que provenía en abundancia de la región...” (IGM, 1985:123). Se impulsó la colonización “...detrás de los colonos venía el ferrocarril cuya construcción se consideró fundamental...” (IGM, 1985:123). La refundación de Villarrica, formó parte de las estrategias del 7


Estado chileno para afianzar su dominio sobre los territorios mapuches. Villarrica y ‘Pucón’ van a ser los últimos reductos indígenas en ser incorporados al Estado chileno. En los últimos días de diciembre de 1882, las tropas chilenas bajo el mando del coronel Gregorio Urrutia llegan a las ruinas de la antigua Villarrica, y en enero de 1883 se refunda Villarrica. En 1895 Gustave Verniory, ingeniero Belga, recorrió prácticamente la totalidad de la Araucanía. De su visita a Villarrica nos dejó el siguiente relato: “…Al alba partimos en dirección a Villarrica. El camino que seguimos, poco frecuentado, sigue más o menos la ribera izquierda del Toltén en dirección sudeste. Es más bien un sendero que un camino. Durante más o menos una legua atraviesa un llano, después se interna en los bosques, cortados por pampitas, hasta el estero Malloco. A partir de allí entra en una selva muy espesa, en donde desemboca en el gran llano de Putuhué, excelente para la crianza de animales y que se extiende por más de dos leguas hasta Villarrica. Villarrica es una de las ciudades más florecientes de Chile español. Se explotaba en los alrededores ricas minas de oro que no se han podido encontrar más. Fundada en 1552 por uno de los lugartenientes de Pedro de Valdivia, fue saqueada un siglo más tarde, incendiada y destruida hasta los cimientos por los indios araucanos, la población entera fue masacrada. Durante tres siglos la región quedó abandonada. Hace doce años, en 1883, el gobierno chileno construyó un fuerte en el emplazamiento de la antigua ciudad. Hoy día no es sino un poblacho de unas cien almas. El lugar es maravilloso. La pequeña aldea está situada en la ribera oeste del lago Villarrica, inmensa extensión de agua de 20 a 25 kilómetros de largo por 12 de ancho, a una altura de 500 metros. Al centro se divisa una isla cubierta de verdor. En Villarrica misma, el río Toltén, ya de un ancho de 40 metros, surge del lago. Al otro lado el volcán Villarrica alza su cima nevada, de la que escapa un chorro de humo, a cerca de 3.000 metros de altura. El conjunto forma un maravilloso paisaje, uno de los más hermosos que he contemplado en mi vida…” (Verniory, 1975:380-381).

Desde la refundación su economía va a estar ligada a la explotación maderera. Guillermo González (1986) en su historia de Villarrica, comenta que ya desde fines del siglo XIX la actividad maderera era la más rentable, y consigna la existencia de dos aserraderos. En una investigación más reciente, Marco Aguilera especifica: En “…1903, comienzan a operar dos aserraderos conocidos como “El Schleyer” emplazado al otro lado del lago, y “El Becker” situado dentro del radio urbano de la población…” (Aguilera, 2006:130). El mismo Aguilera, establece alcances entre la colonización alemana y el origen de la explotación maderera en la zona. “El año 1904 el Gobierno de Chile, con la intención de reactivar el comercio local, entregó en concesión el territorio norte del lago Villa Rica y la prolongación norte de la ribera del río Toltén. La concesión sólo beneficiaría a particulares con intenciones de inversión agrícola, ganadera y maderera. Inmediatamente, y durante el mismo año se instalaron en aquella área 20 familias de inmigrantes alemanes. Finalmente, entre las actividades cotidianas de subsistencia de los primeros colonos se ubicó, en primer lugar, la explotación maderera: Los troncos de árboles nativos eran labrados con hachazuela y transformados en “durmientes”; posteriormente se utilizó para este efecto la tecnología de los aserraderos a vapor. Los “durmientes” eran utilizados para construcción de líneas férreas y madera dimensionada; la preciada mercadería, proveniente de bosques y cerros circundantes, era trasladada por las aguas del lago

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desde los fundos madereros existentes en la ribera norte y también del área cordillerana de Pukön…” (Aguilera, 2006:127-128).

Históricamente (deberíamos suponer que desde antes del siglo XVI), los flujos económicos y sociales, han transitado conectando el territorio de Curarrehue-Pucón y ‘Coñaripe’-‘Liquiñe’ con Villarrica (ver fig. 1) en las coordenadas geográficas, Este-Oeste, propias de la cultura mapuche. Éstas son además rutas históricas hacia Argentina: Las “rastrilladas”. Llamadas así por las marcas de los transportes sin ruedas que dejaba el constante flujo de pehuenches y mapuches hacia una y otra banda de la Cordillera de los Andes23. Desde fines del siglo XIX, las coordenadas que se imponen son las del Estado-Nación Chileno: Norte-Sur. Se conecta la zona cordillerana con la depresión intermedia para permitir el flujo de mercancías, vía ferrocarril, hacia el norte. Hacia 1920, la Araucanía andina sur era una zona boscosa, con caminos escasos, intransitables durante gran parte del año, donde se combinaba la rueda de carreta con las barcazas. Lagos y ríos surcados por pequeños “vapores”, botes y lanchones. Carretas tiradas por bueyes y caballos transitaban por caminos que eran poco más que una “huella” (sendero). El barro del invierno y el polvo del verano. Hasta inicios de la década del treinta, el transporte de mercancías y personas se hacía por una ruta mixta que incluía una lenta ruta terrestre, transporte fluvial y lacustre. La ruta de la madera surcaba caminos cordilleranos, lagos y ríos. En uno de los ejes identificados, los sectores aledaños a Curarrehue, la madera era transportada en carreta y/o lanchón por el río “Trancura” hasta Pucón, desde ahí en barcazas hasta el puerto de Villarrica, siguiendo luego por el río “Toltén” hasta Pitrufquén donde era embarcada en ferrocarril hacia el norte del país. En el otro territorio revisado, la madera bajaba desde “Liquiñe” hacia los lagos “Pellaifa” o “Calafquén”, siguiendo en barcazas hasta “Lican-Ray” y desde ahí, en carretas hasta Villarrica. “Desde Villa Rica la madera nativa era transportada, peligrosamente, en almadías, piraguas o balsas a través del curso del río “Toltén”, hasta llegar al pueblo de Pitrufkén…” (Aguilera, 2006:128). Con la llegada del ferrocarril a Villarrica hacia 1934 la ruta del “Toltén”, y su combinación con Pitrufquén, es abandonada gradualmente y reemplazada por el ramal ferroviario VillarricaLoncoche. A inicios del siglo XX, Villarrica, Pucón y “Coñaripe” no eran más que caseríos construidos en forma apresurada. Con un “patrón de asentamiento” más parecido a un campamento militar que a una aldea. En la Araucanía, los pueblos surgen de campamentos de trabajadores afuerinos y fuertes militares. “…Son pueblos feos, localidades apremiadas por consolidarse en medio de una naturaleza exuberante…” (Celis, 2004).

Poblados que acogen la instalación de colonos, agricultores, traficantes de ganado, madereros, etc. unidos por reglas de convivencia fijadas por el trabajo asalariado, el ejército o la ley. Los espacios se configuran a partir de las relaciones entre distintos grupos sociales y culturales. Colonos chilenos 9


venidos de la zona central, colonos europeos, indígenas, militares, representantes de la burocracia estatal, empresarios, etc., con distintas definiciones de lo político, lo social y lo económico. Los afanes capitalistas o precapitalistas de empresarios e inmigrantes europeos se mezclan, por una parte, con el sentido económico señorial de los inmigrantes chilenos venidos de la zona central de Chile y por otra con una sociedad indígena en transformación24. Modos de producción y organización política en que lo moderno y lo premoderno aparecen mezclados, configurando localidades apremiadas por la sobrevivencia. Todo este panorama de aislamiento le confería a la zona ciertas características particulares -nuestro sur profundoque comienza a cambiar lentamente con la llegada del ferrocarril a inicios de la década de 1930. Hacia 1890 el ferrocarril llega al norte de La Araucanía, “... Fue un gigantesco esfuerzo el que realizó el país en la segunda mitad del siglo pasado [XIX], para construir el ferrocarril longitudinal sur. Permitió unir ciudades y aldeas. De sus costados salieron ramales que fueron hacia el Sur o la cordillera despertando pueblos dormidos, incorporándolos férreamente (literal y metafóricamente) al país (...). El tren se hizo costumbre, las estaciones fueron sitios de reunión social. Al principio iban a dejar y recibir parientes o amigos; luego iban solamente a verlo pasar y concurría prácticamente todo el pueblo (...) El tren hacia el sur se construyó por etapas. Cuando llegó a Temuco se consideró un triunfo notable contra las adversidades de la naturaleza, en especial la topografía. Ya se había realizado, entre otras obras, la extraordinaria construcción del “Viaducto del Malleco”, que inauguró con mucha solemnidad el presidente Balmaceda...” (Quevedo, 2000:1011).

En 1893 el ferrocarril llega a Temuco y de ahí se extiende por ramales al resto de La Araucanía. En 1895 lo hizo a Pitrufquén y en 1903 a Gorbea. Recién, entre 1930 y 1934 se construye el ramal que une Loncoche con Villarrica. La “Estación de Ferrocarriles” instalada en cada pueblo, en cada caserío se constituyó en una especie de avanzada civilizatoria25 donde la tecnología se complementaba con la presencia del Estado a través de “retenes” policiales, escuelas, oficinas de correos, parroquias, etc. Presencias que iban domesticando el Sur. La explotación maderera se hizo en un contexto de “expansión de la civilización”, que conectó este territorio con el nuevo modelo económico. La madera se usó para construir los pueblos del sur, para embalajes, -antes de que se extendiera el uso del nylon, el papel o el cartón la mayoría de los productos se embalaba en cajas de madera (azúcar, sal, yerba mate, fideos, etc.)-. El ferrocarril constituyó un importante poder comprador de madera. La expansión del tren hacia el sur y hacia el norte necesitaba “durmientes”26 . La minería también necesitaba de madera, “traviesas” de dimensiones distintas para los túneles y los rieles que transportaban el mineral. De esta forma, la explotación maderera se articulaba con la economía nacional.

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LA EXPLOTACIÓN MADERERA Los informantes coinciden en que la explotación maderera se habría iniciado a fines del Siglo XIX. Como hemos indicado, hacia 1890 ya existían locomóviles con aserraderos estacionarios en Villarrica y sus alrededores. De esta explotación que podríamos denominar tradicional, que incluye tala y elaboración, podemos distinguir dos fases, no necesariamente conectadas entre sí. La primera que denominamos “Montaña Adentro” con trabajos que correspondían a las actividades al interior del bosque, identificación y extracción de árboles. Volteo y destroce. Y una segunda que denominamos “Montaña Afuera”, destinada al procesamiento de la madera en aserraderos o barracas. Para el caso específico de los “durmientes” éstos podían salir de un aserradero o ser labrados con hacha y hachuelas en el bosque, transportados y entregados directamente al comprador. “...Por aquella época se comerciaban ‘durmientes’ que se usaban principalmente para la línea férrea...” (Cesar, 2003).

Todas estas actividades requerían de trabajadores especializados que se instalaban con sus familias en “campamentos madereros”, donde combinaban las actividades de “madereo” con agricultura y ganadería de subsistencia. Los trabajos “Montaña Afuera”, correspondían a las actividades de transporte y elaboración. Los “trozos” (troncos de árboles cortados a 3,60 mts.) de madera se transportaban fuera del bosque para su elaboración en aserraderos y/o barracas. Los aserraderos se ubicaban en las cercanías de los bosques o en los pueblos, dependiendo de las condiciones de transporte. Si el bosque presentaba dificultades de acceso se privilegiaba la instalación de los “aserraderos de montaña”. Pero si los caminos se encontraban en buenas condiciones se transportaban los “trozos” hasta “Coñaripe”, “Lican-Ray”, o Villarrica donde se elaboraban, cuestión que se hizo más frecuente con la llegada de los camiones hacia la década de 1950. Dependiendo del nivel de elaboración requerido, el aserradero recibía los “trozos”, allí eran dimensionados transformados en “cuartones”27, “tablones”28, o “durmientes”. La “madera en bruto”. La comercialización podía ser directamente del aserradero o pasar a un centro de elaboración maderera: la barraca, donde se dimensionaba en forma más específica, dando origen a la “madera elaborada”.

MONTAÑA ADENTRO “…Antes existía más madera… lo que se podía ver, era gran cantidad de madera (…). Las personas de los aserraderos no tenían ningún tipo de restricción para poder talar y sacar la madera del bosque. Esta gente llevaba alrededor de 15 personas a instalar un aserradero en el medio del bosque, en donde se trabajaba durante seis meses… existía la ‘pulpería’ [provisiones] en donde se pagaba con alimentos. Esa era la única fuente 11


de trabajo que se veía por estos lados, además que la gente mapuche también trabajan en eso, acarreando la madera de los cerros con yuntas de bueyes y les pagaban de igual manera. Algunos personas sacaban la madera de los terrenos de las comunidades indígenas y no podían hacer nada ellos porque al final le pagaban y a la gente le gusta la plata y las cosas materiales…” (Miguel, 2004). “…El ‘coihue’, el roble, el que se explotaba harto era el ‘hualle’, que se llamaba también ‘roble-hualle’29, el ‘raulí-hualle’ y el ‘coihue’ no, todavía queda ‘coihue’ natural, del que se sacaba antes, porque antes el ‘coihue’ no se tomaba en cuenta, antes se miraba el puro ‘pellín’ y el ‘raulí’30 …” (Carlos, 2004). “…Los métodos eran muy primitivos para extraer la madera. Recuerdo que para ir a la ‘montaña’ de esa madera, por ejemplo una ‘montaña’ de ‘raulí’ de 20 metros de altura con un diámetro de 1 metro y medio, eso se hacía con hacha, no existían las motosierras, entonces se iban con su ‘yunta de bueyes’…” (René, 2004). “…Primero iba un perito a medir la ‘montaña’, para ver la cantidad de pulgadas, después se enviaban a cuatro cuadrillas de dos hombres, luego ésos volteaban la madera, después la destrozaban y fletaban para el aserradero. Esa gente iba con hacha, ‘corvina’31 y ‘yunta de bueyes’...” (Arnoldo, 2005). “…Para conectar las maderas entre la ‘montaña’ y el aserradero, había que hacer los caminos. Para eso ya habían otro tipo de cuadrillas, que eran los ‘paleros’ o ‘camineros’ (…).Yo los conocí bien poco también, porque cuando yo estaba, ya casi todos los caminos estaban hechos, pero todavía quedaban por hacer…” (Luis C.S., 2005).

Don Luis C.S., vinculado a distintas actividades madereras durante toda su vida nos indica una modalidad más rápida y rústica para hacer caminos... “…Son puros palos atravesados, tenías que hacerlo personalmente para poder afirmar los fangos de tierra blanda. En el camino tenían que poner ‘planchados’ de palos redondos para poder pasar. Y ahora está todo seco, se acabó el agua también. Era común ver ‘planchados’, porque era tan blanda la tierra, había tanta humedad, que en invierno no se podía transitar ni a caballo, y los ‘madereros’ que fletaban la madera ya aserrada estaban obligados a hacer ‘planchados’...”; “…Habían unos ‘planchados’ como de dos cuadras, los ponían atravesados en el camino, apegaditos uno tras otro, de 8 a 10 pulgadas, se iban dejando…”; “…Ahí mismo… se hacía todos los ‘madereos’, volteos, se hacían prácticamente desde abril, mayo, junio, julio hasta septiembre. A ‘todo reventar’ [como máximo] hasta los primeros días de septiembre que es cuando la savia ya está baja en la madera, después se hacía el raleo…”; “… los mismos ‘madereros’ tomaban a ‘trato’32, le medían un pedazo y ellos iban volteando en tiempo de invierno, porque así la madera tenía mejor secado, estando la savia baja. Todo eso lo hacían a hacha. 12


Entonces quien tomaba un volteo de un sector, después lo ‘madereaba’, cuando ya comenzaba la época de ‘madereo’, generalmente era la misma cuadrilla…” (Luis C. S., 2005).

En la perspectiva de don Arnoldo, primero capataz de faenas y más tarde empresario, en el trabajo al interior del bosque, “…Se trabajaba por cuadrillas, se pagaba por pulgada. Cada cuadrilla de dos o tres hombres le daba más o menos 2 hectáreas, una vez que eso terminaba se iba a quemar y limpiar. Eso, en abril más o menos. Después en agosto se comenzaba a forestar. Después al otro año se hacía lo mismo, se botaba entre 80 ó 70 mil pulgadas todos los años…” (Arnoldo, 2005).

Para don Luis C. que trabajó de niño en esas faenas… “...Antes se volteaba a pura hacha y ‘corvina’, porque no se conocían las motosierras. Para botar un ‘coihue’ a hacha se demoraba a veces dos o tres días, y caía a hacha. De ahí le poníamos la ‘corvina’, y con ‘combo’ [mazo] y cuña, lo ladeábamos para el lado que queríamos. Así se trabajaba antes. Una vez que caía el árbol le ‘corríamos’ [pasábamos] ‘corvina’ y lo medíamos. Si quedaba larga la ‘mata’ [árbol] le ‘metíamos’ hacha. Eran ‘matas’ gruesas, gruesas. Ahí teníamos otro día de trabajo, con hacha no más...” (Luis C., 2003) “…Una persona no volteaba más de 4 ó 5 ‘matas’ en el día, el buen ‘hachero’ [leñador],... ‘matas’ de 1,20 metros hasta 1,50 metros de diámetro…”; “…habían partes donde tenían ‘volteadores’ [leñadores] que trabajaban todo el invierno. Después llegaba el ‘maderero’ y les decían: -ya, esta parte van a ‘maderear’- … Ellos hacían sus caminos, a veces le entregaban los caminos hechos. Había distintas formas. Cada uno tenía nombre, un ‘maderero’ se dedicaba a ‘maderear’. Un ‘volteador’ era el que volteaba, y a ése se le decía ‘maderero’, el que tenía ‘yuntas de bueyes’ cuando no las daba el ‘fundo’33. Si el tipo era dueño de los ‘animales’34, ganaba más…” (Luis C. S., 2005). “...En invierno el patrón nos daba el ‘volteo’, porque antes la madera se volteaba en el puro invierno no más. No como ahora que con la motosierra uno se va al monte, corta los palos y los saca ‘altiro’, por eso la madera no sale buena. Antes la madera quedaba sin savia, y ahora no, porque con la ‘moto’ la madera se parte toda...”; “...Como nosotros éramos ‘cabros’ [se refiere a él y a su hermano] nos mandaban a voltear ‘tepa’35 y otras maderas delgadas. A veces la ‘corvina’ se trababa y había que destrabar... dolían los brazos de tanto tirar cosas. Después con las motosierras todo se hizo más fácil...” (Luis C., 2003).

En este sentido, don Sergio, empresario maderero, nos indica que… “...La madera hay que cortarla en invierno, porque ahí hay menos posibilidades de que la madera se parta, cosa que no es tan neCésaria con el pino, pero en el bosque nativo es fundamental...” (Sergio, 2003). 13


“...Una vez que se echaba abajo la ‘mata’, como eran troncos muy grandes [de más de dos metros de diámetro], se le abría un hueco con barreno, se le echaba ceniza y una pólvora especial. Se ponía una mecha y cuando reventaba se partía el palo, de ahí se sacaba del bosque con bueyes...” (Luis C., 2003).

No neCésariamente era alguien especializado el que manipulaba los explosivos... “... Cualquiera, mi papá no más o cualquier otro, porque eso no estaba prohibido, y la ‘firma’ [empresa] entregaba los materiales. Bueno, ahí se partían los palos y quedaban las ‘vacas echás’ -le decíamos nosotros-. Ahí venían los bueyes a cargar los palos con un carro maderero...” (Luis C., 2003).

Para la realización de esa faena se contaba con una serie de implementos… “...la ‘yunta de bueyes’, dos cadenas, la ‘carreta maderera’,…esa se la hacía uno, el eje se compraba, las ruedas también las hacía uno de unas diez pulgadas de ancho por unas treinta de alto… el ‘yuguillo’ y los bozales... un ‘yuguillo’ especial para que caiga el palo adentro del ‘yuguillo’... ‘‘corvina’’, ‘combos’, hachas…” (Sergio, 2003). “…Un maderero generalmente trabajaba con dos ‘yuntas de bueyes’, o sea con dos carros. Siempre el trabajo lo hacían en forma individual. Iba a la ‘montaña’, cargaba sus dos carros y se venía y los entregaba al aserradero…Tenía una o dos ‘yuntas de bueyes’. Para un aserradero tenía que haber unas 8 ó 10 ‘yuntas de bueyes’ para la mantención del aserradero, para aprovisionarlo de madera…” (Luis C. S., 2005).

La propiedad de una o más “yuntas de bueyes” constituía un bien muy preciado por los “madereros”, se trataba de bueyes especiales, mucho más grandes y fuertes que los utilizados para la agricultura y, por lo tanto, más caros… “... Eso en aquella época era un capital de trabajo y nos daba una garantía frente al patrón. El que tenía más bueyes podía ganar más plata...” (Sergio, 2003). “…El buey de ‘madereo’ sabía retroceder, tirar. Los tenían tan bien enseñados, que el hombre iba y ponía el ‘diablo maderero’ [gancho de 8 a 10 pulgadas] … El ‘diablo’ era para tumbar y la ‘gata’ [dos diablos juntos] para arrastrar…”; “…Eran bueyes grandes, arriba de 1.000 kilos. Diferentes de los de arar, porque como ése tiene que caminar más, es más liviano. En cambio el buey maderero no… porque es un buey que andaba un trecho corto y se usaba para que moviera palos de alto peso. Ahora yo no he visto bueyes de ésos. Habían de todo: ‘claveles’, ‘overos’… o negros, la misma raza que ahora, pero eran criados para eso. Igual que el hombre po’, si el hombre ahora no está preparado para tomar un hacha o cortar con ‘corvina’. El tipo de hombre es el mismo, pero antes hacía otras 14


cosas…En los animales pasa lo mismo, ahora no hay animales de ésos. El mismo maderero preparaba sus animales. Generalmente iba con una ‘yunta’ y la otra se iba sola adelante, y él le pegaba un silbido y el animal se paraba. Se usaba una garrocha de ‘coligüe’36 larga, para guiarlos…” (Luis C. S., 2005). “...Cada cual con su ‘yunta’ -mi papá tenía cuatro ‘yuntas’- cada uno acomodaba sus palos. Se levantaba una punta del palo con una ‘yegua’37 y se acomodaba el carro. Si el terreno era en bajada lo poníamos de media carga, con el peso en la parte de atrás del carro. Si era plano contrapesábamos la carga. Mientras más palos se tiraban de la ‘montaña’ al aserradero más nos pagaban, porque nos pagaban por pulgada...” (Luis C., 2003). “…Había yugos para arrastre, que eran más larguitos, y el otro era el ‘maderero’. Estos se hacían de ‘lingue’…El sistema de amarrado del yugo era con cadenas o un ‘argollón’38 al medio, igual que en los arados….El hacha generalmente era de cinco libras. Se conocía la marca ‘Cazco’…”; “…Después está la ‘rondana’ [polea], que ése es un invento de una rueda, que servía para arrastrar un palo pesado. Para alivianarlo, porque se decía que una ‘rondana’ hacía la fuerza de dos yuntas de bueyes. Cuando había que tumbar un ‘trozo’ o ‘cazarlo’ [tomarlo] de una parte, que ya no era capaz con una ‘yunta de bueyes’, se le ponía una ‘rondana’ y eso hacía las veces de dos yuntas más…”; “…Estos aperos yo ya los conocía del año 1955 ó 1956, que ya me doy cuenta. Yo creo que eso estaba del año que llegaron los aserraderos, porque ya venía toda esa tecnología, eso era lo que se usaba…” (Luis C. S., 2005).

Para la fabricación y/o mantención de los aperos,… “…Había herreros que soldaban hasta las cadenas. Ellos estaban generalmente en los mismos ‘fundos’, ahí había un ‘maestro’39 que se dedicaba a la mantención de los aperos. Ya en las empresas grandes había ‘maestros’ y talleres dedicados a la mantención…” (Luis C. S., 2005).

Finalmente los “trozos” se entregaban en el aserradero. “... Llegábamos al aserradero, con esos ‘motores a leña’ [locomóvil] y ahí lo empezaban a ‘aserrear’. Había otra gente que trabajaba en eso, nosotros nos dedicábamos al trabajo de ‘montaña’ no más...” (Luis C., 2003). “…La madera la sacaban en ‘carretas de madera’, hacia el aserradero y de ahí se despachaba a Villarrica…” (Arnoldo, 2005).

La actividad de explotación del bosque a lo largo de casi cien años, generó ciertos tipos humanos característicos. Asociado a una cierta especialización en los oficios desarrollados. Así por ejemplo el “maderero”, el encargado de la explotación al interior del bosque es descrito como:

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“...Corpulentos, ágiles y ‘sufridos’ [resistentes] poh’. Tenían buen carácter, el ‘maderero’ siempre era un ‘gallo’ [hombre] así, cariñoso, calmado, bueno para conversar...” (Luis C.S., 2005). “…Eran todos de físicos bastante exuberantes…” (Ernesto, 2004). “…. El ‘maderero’ mismo, que trabajaba con los bueyes, era gente de mucho sacrificio que andaba harto mal vestida, con pantalones de mezclilla, pero parche sobre parche, llenos de parches y con ‘chalas’ [calzado rústico] …yo los conocí con ‘chalas’ hechas de ‘ojotas’ [calzado rústico mapuche] y un calcetín de lana, de esos ‘chilotes’ [de Chiloé] …Ellos usaban las ‘ojotas’, el calcetín grueso de lana, después el pantalón de mezclilla y la ‘faja’ [cinto de lana usado para proteger la cintura] roja y ancha, de unas cinco pulgadas, con un largo de unos 2 metros más o menos ... casi todos usaban ‘fajas’…”; “… ‘Arriba’ [torso] usaban ‘chompones’ [suéter] de lana tejidos por las mismas mujeres. Lana gruesa de la zona. Las muñecas y manos no se las protegían, guantes no se ‘conocían’ [usaban] …”; “…Y por eso sería donde andaban tan mal vestidos, porque las ropas se dañaban con la bajada de ‘coligües’, porque antes…no es el mismo tipo de bosque,… ahora es raro encontrar ese bosque tan cerrado y tupido, y ese olor a bosque…”;

Las faenas se iniciaban temprano, “…Amanecía, digamos que aclarando ya se estaban enyugando los bueyes, con noche se salían a buscar los bueyes. Siempre el maderero largaba un poquito más temprano para que el buey alcanzara a descansar… generalmente trabajaba hasta las cuatro de la tarde, pero siempre empezaban también harto temprano…”; “…Los madereros desayunaban a la hora que salían, porque salían de sus casas y se iban a la ‘montaña’ y no comían hasta….ellos no tenían horarios. Si llegaban a las ‘doce’ [mediodía] comían en el aserradero, si no a la hora que les diera hambre, andaban con su ‘roquincito’ y además siempre había harta agua, había harina tostada…”; “…Andaban trayendo su bolsa con su ‘roquín’ [provisiones de viaje]. El ‘roquín’ generalmente eran tortillas [pan de trigo cocido en ceniza caliente], también había queso, porque como siempre se hacía en el campo, huevos cocidos, harina tostada. (…) porque ellos salían en la mañana o comían en la ‘montaña’ o llegaban al aserradero y comían por ahí debajo, a la sombra. La bolsa era de mezclilla o lana ... cualquier bolsa les servía…” (Luis C. S., 2005).

Hacia la década del cuarenta, otro “tipo” humano característico eran los “camineros”, los encargados de la construcción de caminos. “…El ‘caminero’, se usaba harto para hacer caminos… el ‘roto de la huella’ que llamaban, porque antes no habían retroexcavadoras… ésos eran malos… era gente que inspiraba respeto por sí sola… eran ‘rotos’ [sujeto popular] más corpulentos, eran ‘gallos’ [hombres] más “ñecudos” 16


[musculosos], más que el maderero. Es que igual antes la gente era de músculos sobresalientes por lo pesado del trabajo... usaban cuchillos a la vista, usaban ‘corvos’ [tipo de cuchillo] que hacían ellos mismos, los fabricaban en las herrerías…”; “…Del norte venía esa gente, gente que venía con los mismos caminos, como los caminos venían avanzando... Bueno y en los ‘fundos’ grandes donde se contrataba harta gente,… ahí se mataban no más, no había ningún tipo de ley…”; “...No sé, yo me los imaginaba como los cuatreros, porque generalmente hacía uno cabecilla de cuadrilla y habían hasta diez bajo su mando...Y tomaba ‘al lote’ [al azar], qué sé yo, de un kilómetro o dos, lo que fuera, depende de lo difícil del camino, y después cuando iban a cobrar, se iban a pagar, generalmente el cabecilla iba matando a los compañeros en el camino. Después que cobraba, iban caminando y de repente les decía: -ya amigo Juan, usted acompáñeme-, lo sacaba lejos del camino y lo ‘daba vuelta’ [matar]. Le sacaba la plata y seguía matando, hasta que mataba dos, tres o cuatro, o se lo ‘daban vuelta’ a él. Así era lo que mi papá me contaba y que yo alcancé a ver. La ley del ‘caminero’…”; “…Las épocas de pago, era común que una o dos personas de la cuadrilla muriera, o si había un disgusto se tiraban a duelo, se mataban y se enterraban con el ripio o en la tierra y ahí quedaban, y todos callados…”. (Luis C. S., 2005).

Junto con la producción de madera en “bruto” o “elaborada”, que se usaba fundamentalmente para la construcción, había un tipo de producción especifica que generaba recursos, dentro de una lógica de economía de subsistencia, pero con una gran cantidad de población involucrada: La elaboración de “durmientes”. Por los antecedentes reunidos, la producción y comercialización de “durmientes” en la zona, estaba destinada a la minería y fundamentalmente a la construcción de la vía férrea. Su producción se habría extendido desde fines del siglo XIX hasta la década de 1980. Se trata de una actividad que podemos ubicar entre las faenas de “Montaña Adentro”. Relacionada estrechamente con el bosque, con características culturales distintivas. Los montañeses que labraban “durmientes” vivían en el bosque la mayor parte del año, con estilos de vivienda similares a los descritos para los “campamentos madereros” (indicado más adelante). La elaboración de “durmientes” generaba “expertizajes” que nos hacen pensar en un oficio en forma. Sin embargo, como ocurría con la mayoría de las actividades económicas de la zona, no se trataba de labores exclusivas o excluyentes, para los hombres de la “montaña”, sino que formaba parte de sus estrategias de sobrevivencia, junto con la crianza de pequeñas cantidades de ganado mayor y menor y agricultura de subsistencia. Don Luis C. se crió en el bosque, trabajando desde los siete años, nos presenta un relato detallado del proceso del “durmiente”: “…Había ‘durmiente’ labrado y ‘aserreado’. Es que la actividad del ‘durmiente’ la empezó a hacer más en forma, no el dueño del campo40 o el

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‘fundo’, eran más ‘parceleros’ [campesinos propietarios de un minifundio] que se dedicaban en predios chicos a hacer eso…”; “... Con ese trabajo yo quedé ‘cabreado’ [aburrido] ... había que elegir el palo y trozarlo, a hacha y ‘cuña’. Se buscaba un ‘coihue’ que tuviera la hebra ‘derechita’, una vez que caía se partía a ‘cuña’… hacíamos ‘durmientes’ de 6 x 10 pulgadas, ese es el que yo hice toda la vida (…). Después con hacha se le iba dando la forma cuadrada. Estando el ‘trozo’ partido, sacábamos 6 u 8 ‘durmientes’. Lo hacíamos como apuesta, [con los hermanos] porque mientras más temprano terminábamos con el palo, más temprano nos íbamos para la casa. Había que ser bueno para el hacha. Para que saliera bien el corte había que medir casi al ojo o se marcaba con un hilo manchado en carboncillo de ‘coligüe’...”; “...En voltear, trozar y partir el palo demorábamos, había que estar como una semana para dejar el ‘astillón’ [‘durmiente’] listo...”; “...Después se preparaba la carreta para trasladarlo al pueblo y venderlo a las empresas que compraban ‘durmientes’. Los llevábamos a Villarrica. Demorábamos como cuatro días en llegar al pueblo, por un camino de tierra -no es como ahora que en un rato se está en Villarrica-, por el camino había que alojar. Llegando a Villarrica se juntaban a veces como cien carretas. Había que estar temprano para entregar en la Estación de Ferrocarriles, porque así como iban llegando iban entregando...”; “...Se vendía a ‘ferrocarriles’ o a ‘particulares’41. Ahí clasificaban la madera -había unos entendidos que hacían ese trabajo-, los palos que salían malos los rechazaban. Había gente que compraba esos palos y uno los vendía barato para no volver con la carga, parece que ellos los vendían por buenos después...” (Luis C., 2003).

La compra generaba abusos por parte de la empresa de Ferrocarriles del Estado, se usaba el sistema de “vales”42, lo que nos hace sospechar de acuerdos oscuros entre los encargados de las compras, los “recibidores”, y los revendedores. “...les rechazaban muchos ‘durmientes’, entonces los que no compraba ‘ferrocarriles’ los tenían que vender a ‘particulares’...” (César, 2003).

MONTAÑA AFUERA Don César, empresario maderero, nos indica que… “...Antes del año 1950 la madera la traían del campo, principalmente del lado de ‘Cudico’, ‘Chaura’, ‘Challupen’, ‘Lican Ray’, ‘Coñaripe’, ‘Liquiñe’... el ‘trozo’ a medio labrar lo entregaban en los aserraderos que habían en Villarrica.... Eran ‘trozos’ inmensos, de madera nativa. Como en ese tiempo no había camiones para meterse en esos caminos infernales entonces tenían que traerlos en carreta. Tampoco los aserraderos estaban tan metidos en la ‘montaña’...” (César, 2003). “La madera que se explotaba en esta zona era... ‘coihue’, ‘mañío’43, ‘raulí’, ‘olivillo’44, era lo que más se daba y ‘aserreaba’ más…” (Sergio, 2003). 18


El procedimiento para la explotación era largo: “...Primero iba el encargado, el perito a ver si la ‘montaña’ valía la pena para llevar equipo...” (Sergio, 2003).

Si la faena era aprobada se contrataba el personal para hacer el trabajo de “montaña adentro”. Una vez que este trabajo se encontraba avanzado, se organizaban las actividades “Montaña Afuera”. La instalación de aserraderos. “...Después iban los maquinistas a instalar su maquinaria y empezaban a contratar gente para emparejar el terreno y a hacer ‘cancha’ [lugar de acopio], después empezaban a ‘aserrar’ (...) toda la maquinaria la acarreaban en carretas tiradas por bueyes...” (Sergio, 2003).

La instalación del “banco aserradero con sierra circular” y locomóvil en el bosque, implicaba la contratación del personal especializado, el que habitualmente constituía un equipo más o menos estable, además de personal no especializado en el que se integraban “afuerinos” y lugareños. “…Había un aserradero ‘cuartonero’ (...) que era el que iba haciendo pedazo el ‘trozo’ grande, lo iba pasando al aserradero chico, se hacían dos instalaciones continuas, entonces esa ya era tipo empresa grande. El ‘banco’45 (...) más la ‘partidora’46…”; “…Antiguamente se ‘aserreaba’ con locomóvil, no como ahora que se tiene motores petroleros... Trabajaban entre 12 a 16 personas en el movimiento de la madera, después venían los ‘madereros’. Generalmente se hacía todo eso ‘a bueyes’. Habían tractores, pero no se trabajaba mucho con ellos entonces…”; “…El locomóvil lo movían con leña, con vapor. Le metían leña en la caldera y lo hacían ‘levantar’ de 120 a 180 libras, con 100 libras ya trabajaba. 120 era lo normal. Y un aserradero daba una producción más o menos de unas 1.200 a 1.500 pulgadas al día, dependiendo de la madera que se sacaba. Se ‘aserreaba’ ‘tepa’, ‘coihue’, ‘pellín’, ‘ulmo’47…” (Luis C. S., 2005). “… Dentro de todo este negocio de la madera existieron muchas personas de diferentes actividades como en la ‘montaña’. Estaba el ‘huinchero’ que acercaba el ‘trozo’ a la sierra donde iba a cortar, el ‘tumbador’ que ayudaba a tirar el ‘trozo’ donde pasaba la sierra, el ‘maquinista’ que tenía que accionar ese aserradero por medio de un motor a vapor ‘sedentario’. Sus faenas comenzaban a las 6:00… paraban a mediodía, continuaban de las dos a las siete de la tarde, sobretodo en tiempo de verano. Se reunía mucha gente a colocar sus ‘puestos’ de fruta. Cuando la madera estaba cortada aparecía un personaje que se llamaba ‘clasificador’ de madera que daba el tipo de madera, si es de primera categoría, segunda categoría, cuarta y quinta clase, el resto era ‘sobra’ [desperdicios]. Dependía directamente del patrón, éste decía que madera debían sacar para ciertas cosas. Por ejemplo, para los muebles el ‘raulí’, que ahora no se ve mucho porque lo utilizaron demasiado por su calidad…” (René, 2004).

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“...Estaba el ‘palanquero’ o ‘maquinista’ y dos ‘tumbadores’ -son los que acercan el trozo al banco - el ‘fogonero’ -que se preocupaba del fuego y la presión del motor a vapor-. Había dos ‘recibidores’ -que recibían las tablas recién cortadas por la sierra-. Y después los ‘toteros’ -que sacaban la madera a hombro para encastillarla-. Además de los que sacaban la leña y los que clasificaban la madera...” (Sergio, 2003). “Cargaban con puro hombro no más, que se colocaban un aparato que se le llamaban “tota” sobre el hombro que era un asunto como almohada que en la parte superior tenía un pedazo de suela, y ahí ellos cargaban…” (Ernesto, 2004).

Para don Sergio, había actividades que requerían de expertizajes y responsabilidades mayores, y por lo tanto, se trataba de oficios con un mayor reconocimiento social… “...Los entendidos en el trabajo eran el ‘fogonero’, el ‘palanquero’ y los dos ‘tumbadores’ que era gente ágil, o sea se requerían condiciones especiales para hacer ese tipo de trabajo. El ‘fogonero’ le hacía fuego al motor, manejaba la máquina, tenía que mantener el motor con presión y con agua. En las otras faenas podían trabajar gente del lugar, si salían buenos seguían en las faenas... El ‘fogonero’ y el ‘palanquero’ era gente responsable y de confianza del patrón... El ‘maestro mayor’ era el ‘palanquero’, que necesitaba saber leer y escribir...”; “...El ‘palanquero’ y el ‘fogonero’ ganaban por pulgada aserrada. Los demás recibían un pago fijo, un jornal. A veces, en algunas faenas el ‘palanquero’ actuaba como ‘contratista’ y se entendía directamente con el patrón...”; “...El más letrado era el ‘pulpero’ que llevaba la mercadería a los trabajadores. Si le decían: -ya, denme 200 kilos de grasa-. Entonces tenía que anotar y saber cuánto tenía que darle. Otro que también era letrado era el que contaba la madera: llevaba la contabilidad, cuánta madera llegaba, cuánta salía, si había que reducirla a pulgadas, etc. Pero era el patrón en definitiva el que hacía las cuentas y esas cosas...” (Sergio, 2003). “… en el aserradero unas 15 personas, que se movían,… con ‘toteros’, ‘encastilladores’, eran como 18 personas, siempre habían una o dos cuadrillas. Más los’ madereros’ que siempre eran 8 ó 10 personas que andaban con bueyes (...). Tienen que haberse movido unas 30 personas en el aserradero, pero depende porque había aserraderos que movían más gente porque eran aserraderos dobles…” (Luis C. S., 2005).

El trabajo del aserradero requería de una serie de oficios como los “listoneros”, encargado de recibir la madera de la ‘canteadora’. “Taperos”, llamado también “bocasierra”, encargado de recibir la madera de la sierra principal. “Cargadores” o “toteros” de gran fortaleza física, capaces de cargar en sus hombros hasta 150 kilos, eran encargados de mover la madera que salía de la sierra y de apilarla en forma ordenada para su secado, “encastillarla”. “Boteros”, eran los encargados de acomodar el trozo frente al carro, en el “bote”, una gran armazón de madera sobre la que rodaban el 20


trozo. “Tumbadores”, oficio que requería gran habilidad, con un “diablo” acomodaba el trozo en el carro. Una vez instaladas las máquinas se establecía el “campamento maderero” compuesto por unas 6 ó 10 “rucas”. Construcción en forma de “A” hecha de “tapas” … “…Los campamentos eran ‘rucas’ [vivienda rústica] de palos parados no más, como había harta madera. No como ahora, que ‘las forestales’ [empresas que explotan pino y eucaliptus] tienen otros campamentos…” (Luis C. S., 2005). “...Se cortaban dos varas y le hacían dos estacas...y le hacían un ‘burro’, ‘burros’… son tablas paradas que las ponían juntas y amarradas con alambres así para abajo. Adentro del ‘ruco’, a un lado se ponía la cama y al otro lado el fuego. Todos los aserraderos armaban campamentos, se llenaba como una ‘población’ [villa popular]. Los casados venían con sus familias y podían darle la ‘pensión’ [hospedaje] a los solteros. Otros se hacían la comida para economizar. La comida se la compraban a un proveedor...” (Luis C., 2003). “...En los aserraderos habían hartas casitas para esa gente. Ahí tenían sus camas, a veces tenían dos, una para dormir y otra para comer...Esa gente andaba con sacos en los que andaban trayendo cueros, de esos cuando uno mata a una oveja. Esos mismos los lavaban y eso eran las camas (…). Si la pobreza era realmente grande (…). No, es que antes andaba mucho tipo de gente pidiendo trabajo. Yo recuerdo que llegaba gente pidiendo trabajo al ‘fundo’, y llegaban donde mi papá, pero no recuerdo haber visto a esa gente pidiendo, lo que me marcó sí, fue eso de vestirse usando tanto parche…”; “En los campamentos se instalaban habitualmente familias que hacían una ‘ruca’ de madera, y esa familia se alimentaba de la ‘pulpería’ que el fundo les otorgaba, que era cada 15 días. La mujer era ‘dueña de casa’ -más bien ‘dueña de ruca’-, y el marido trabajaba en el aserradero…”; “…Y hacían casitas, algunas eran cuadraditas chicas. Un aserradero tendría unas 8 a 10 casas, hechas rústicamente no más, andaban familias completas ahí, los niños trabajaban desde los 13 ó 14 años…”; “…Como eran tantas casas había también hartos perros, una ‘quiltrería’ [perros mestizos], hartos ‘cabros’ [niños] chicos. Yo recuerdo que mi papá cuando daba la ‘pulpería’ se llenaba el patio. La ‘pulpería’ estaba cerca de la casa…”; “…El campamento generalmente estaba a una distancia de una cuadra del aserradero, donde no hubiera peligro de los ‘trozos’...”; “…Yo tengo recuerdos cuando salía con mi papá a caballo… yo pasaba por las ‘rucas’ donde estaba la gente, y casi toda la gente que trabajaba en aserradero estaba casada. A mí me atendían muy bien, entonces pasaba tomando lechecita, no sé de adonde sacaban la leche o si se las daba el ‘fundo’, pero yo comía,... hasta me hacían huevos mientras mi papá hacía sus cosas…” (Luis C. S., 2005). 21


“… En sus instalaciones ponían un almacén con los víveres, de tal forma que la gente que les vendía se abastecía en la ‘pulpería’, se les descontaba de su sueldo o hacían trueque, sobre todo con los mapuches. No se vendía alcohol, era decretada ‘zona seca’, posteriormente comenzaron a aparecer grandes empresarios que, (…) empezaron a comprar lo que llamaron ‘fundo con montañas vírgenes’…” (René, 2004).

Doña Nora, esposa de maderero que vivió durante más de 30 años en torno a las actividades forestales nos explica… “Todas las señoras llegaban a la casa nuestra a buscar las ‘pulperías’, cada 15 días se entregaba la comida, para eso Armando [su marido] tenía una bodega donde guardaba todo. Ahí había porotos, yerba mate, azúcar, de todas las legumbres, fideos, arroz, jabón. (…) a Armando no les gustaba tomar mucha gente con familia, porque a veces eran puros hombres, pero solía haber siete u ocho ‘rucas’. Los solteros tenían una cocinera para las comidas. Se alimentaban bien sí...”; “….La faena partía a las 6 de la mañana, así que el ‘fogonero’ no sé a qué hora se levantaba para tener todo listo (...). Ellos trabajaban hasta como las 7:00 u 8:00. La comida era un caldo y un café con pan, a las 9:00 ya estaban en el aserradero hasta las 12:00, donde tenían una hora y media para comer. Mi tía hacía como una ramada grande para que todos comieran, eso sí era abundante. De ahí sonaba el pito y venía la cena, porque no se tomaba ‘once’, si no que era como un café no más. Trabajaban de lunes a viernes. Y los fines de semana tenían juegos, jugaban a la pelota...o la gente ‘bajaba a pueblo’ [viajar, bajar de la ‘montaña’ a la ciudad]... sólo para el pago, ahí venía el camión del fundo que los traía y llevaba en la tarde. Volvían todos borrachos... para 1950 ya habían camiones, el fundo ya tenía tres camiones...” (Nora, 2005).

En un día normal de trabajo… “...las faenas empezaban a las 6:00 de la mañana, a las 8:00 tomaban desayuno, si no eran casados iban a tomar desayuno a una especie de ‘ruca’, en el ‘campamento’. Ahí, comían una especie de caldo, ‘pavo de harina’ [harina de trigo tostada, preparada con agua caliente y azúcar], y después un ‘mote’ [trigo cocido en ceniza], un desayuno contundente. Trabajaban hasta las 12:00, paraban para almorzar: porotos, papas, arvejas, etc. A las 16:00 también paraban para tomar algo caliente, café o algo así. Y de ahí, trabajaban hasta las 19:00 ó 20:00...” (Sergio, 2003).

Las faenas de “aserreo” -la “temporada”-, se iniciaba en diciembre y se extendía hasta la llegada de las lluvias en marzo o abril. Durante el invierno las actividades se concentraban “montaña adentro”, y en el desarrollo de faenas de construcción de caminos para facilitar la llegada de las carretas con “trozos”. Una explotación duraba, como promedio, tres años. “... [En invierno] Se adelantaba trabajo para la próxima temporada. Como pago se les daba una especie de ‘vale’ por la cantidad de hectáreas que habían limpiado...” (César, 2003).

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COMERCIALIZACIÓN

Antes de 1934, las actividades de comercialización se concentran en los muelles de Villarrica donde se recibían los embarques en “vapor” y lanchones desde Pucón o Curarrehue. Hacia esta época, también se acopiaba en los muelles la madera que llegaba en carretas desde ‘Liquiñe’ o ‘Lican- Ray’. Desde los muelles de Villarrica se despachaba por el río ‘Toltén’ hacia Pitrufquén desde donde se transportaba hacia el norte en trenes especiales. Con la llegada del ferrocarril a Villarrica en 1934, la actividad de comercialización se concentró fundamentalmente en el recinto de la Estación de Ferrocarriles. La compra de maderas la hacían empresas privadas instaladas en la zona, siendo Ferrocarriles del Estado el más importante comprador48. Sobre el destino de la madera los testimonios recogidos son escasos, para don Ernesto, antiguo ferroviario,… “…Mira, cuando lograba enviar madera de ‘alerce’49, ésa iba de exportación. Esa iba a los puertos… por lo general era San Antonio. Y a Talcahuano llevábamos ‘durmientes’ que se enviaban hacia el Perú,... generalmente compraba ‘durmientes’ chilenos,… [Tengo esa información porque] yo trabajé en un ‘tren lastrero’ cuando estuve en Osorno… la finalidad de ese tren era reparar la vía, entonces nosotros andábamos con rieles y ‘durmientes’. Algunas veces nos daban la orden de ir a buscar ‘durmientes’ impregnados -porque había un impregnador en Valdivia- y trasladar 400 ó 500 toneladas hacia el puerto de Talcahuano para exportarlos afuera, … eso lo hice en varias oportunidades…”;

En lo que los testimonios son generosos, es en destacar la situación de Villarrica como uno de los centros madereros más importantes de la Araucanía. “… Villarrica era una de las zonas que más madera tenía porque llegaba la madera de todas las partes de ‘Coñaripe’, ‘Lican Ray’, ‘Pucón’, toda esa zona. Entonces, ahí se concentraba todo el fuerte de la madera, había como un ‘stock’ de madera donde diariamente salían alrededor de mil toneladas, en total diario. Porque digamos que ahí en Villarrica los trenes prácticamente no daban abasto para sacar tanta madera, (…). Por el perfil de la línea de Villarrica hacia ‘Loncoche’… tiene una subida bastante pronunciada, entonces salían 280 ó 300 toneladas por cada tren, ése era el máximo de tonelaje que podía sacar, entonces lo hacía por etapa, iba a dejar un poco de tonelaje a ‘Loncoche’ y de ahí regresaba nuevamente a Villarrica, y se juntaba todo ese tonelaje alrededor de mil, mil 200 toneladas en ‘Loncoche’. Ahí pasaban los trenes de largo recorrido que viajaban directamente a Santiago, pasaban a buscar todo ese tonelaje. Y así sucesivamente, todos los días…” (Ernesto, 2004).

Para doña Adriana, hija de madereros y antigua habitante de Villarrica… “…Se generaba trabajo sí... yo me acuerdo de los camiones, bueno antes eran las carretas, después ya menos, que transportaban la madera hasta la ‘estación’. Los caminos eran malos,… traían la madera directamente de la cordillera. Y ahí por supuesto tenía trabajo el ‘separador’ [encargado de 23


clasificar la madera], el ‘pioneta’ [cargador de camiones], el ‘medidor’ [encargado de contar la madera] de la madera, el chofer del camión; o sea había... ahora no, ahora anda un montón de gente sin trabajo…” (Adriana, 2004). “…En ‘Pucón’ había un ‘jefe de estación’ que era el único ‘jefe de estación’ que no tenía tren… Precisamente lo tenían ahí para que hiciera las compras de la madera y verificara el cargamento hacia el ‘vapor’, que viniera en buenas condiciones la carga hasta Villarrica, a ‘punta de riel’ que se le llamaba en Villarrica porque … había una línea que llegaba hasta el lago, entonces la locomotora iba a dejar carros ahí, y ahí mismo se cargaba ‘altiro’ [inmediatamente] al carro, así que la locomotora pescaba el carro y lo tiraba hasta la estación de Villarrica y ahí se armaba el tren para ir al norte…” (Ernesto, 2004).

Debido a la demanda y la burocracia, el proceso se hacía lento y caro, contratar un flete ferroviario era difícil. “Uno decía al ‘jefe de estación’: ‘sabe necesito dos carros, tres carros’ -y él decía- ‘no hay hasta aproximadamente tres semanas más’. Y por ahí con algún asado u otra ‘atención’ [soborno] se apuraba y salía más temprano. La madera se embarcaba hacia ‘Loncoche’, y de ‘Loncoche’ a Santiago o Concepción. Gran parte de la madera quedaba en Villarrica ‘encastillada’ [apilada], cuando estaba seca se despachaba...”; “...En Villarrica la madera se entregaba a ‘particulares’ que la comercializaban. Había unos ‘recibidores’, que contaban la madera y daban un ‘vale’ por las pulgadas recibidas. Se dejaba la madera con estos vendedores para ver quien compraba, habitualmente para empresas de Santiago...”; “...Yo no sé desde cuándo se hacía ‘vales’, porque antes la gente no tenía plata así es que daban ‘vales’ no más y con esos ‘vales’ la gente compraba...”; “...Ferrocarriles del Estado compraba muchos durmientes que usaban para la línea. En plata... quizás serían unos 1.500 pesos de ahora [2005]. Con eso la gente compraba sal, grasa, yerba, azúcar, etc. Las ‘faltas’50…” (Sergio, 2003).

Una situación habitual es la que nos describe don Luis C. … “...A nosotros al año nos venía a ‘arreglar’ [pagar] el patrón, pasaba el invierno. Si queríamos plata nos daban un ‘vale’ para ir a Villarrica. La plata no se conocía, cuando necesitábamos un par de pesos vendíamos un quintal de harina o algo así (...) después de trabajar todo el invierno en la ‘montaña’, cuando llevábamos los ‘trozos’ al aserradero, recién ahí se medían los ‘trozos’ en pulgadas y ahí se hacía un precio redondo. Se juntaba un montón de ‘trozos’ que íbamos marcando. El patrón tenía un jefe que recibía la madera...”; “...Con todo lo que hacíamos en el invierno al final de la temporada se hacía el ‘arreglo’. Yo creo que esos ‘arreglos’ nunca fueron muy claros, el patrón le decía a mi papá: -tanto le queda no más don Alberto-…”; 24


“...Sí, nos pagaban una vez al año, el saldo que nos quedaba no más. Al final uno se conformaba con el trabajo o con lo que comía no más...” (Luis C., 2003).

Este pago en efectivo, se efectuaba descontando los “vales” y los gastos de la pulpería… “Nos pagaban con ‘vales’, pero para nosotros eso era plata, porque la íbamos a meter en los almacenes. Pero ‘altiro’ íbamos perdiendo porque le hacían un descuento. Pero lo que quería uno era comprar sus ‘cositas’, para volver al campo en la tarde...” (Luis C., 2003). “...Para pagarles les entregaban ‘vales’, esta gente entregaba los ‘vales’ en los almacenes o las tiendas. Sacaban la mitad de los ‘vales’ en mercadería y el resto en plata...”; “... ‘Ferrocarriles’ pagaba los ‘vales’ dos o tres meses después. Lo que favorecía a los comerciantes que habitualmente se quedaban con la mayoría de los ‘vales’, eso duró harto tiempo, según recuerdo más o menos entre los años 1950 ó 1960. Después cambió la forma de pago y pagaban en plata. Más tarde se paró la compra de ‘durmientes’...” (César, 2003).

Sobre el uso de los “vales” no hay una explicación clara, don César especula que… “...porque en ese tiempo no había plata, supongo que el Estado no tendría plata...” (César, 2003).

TRANSPORTE El traslado de personas y mercancías estuvo determinado por la construcción de caminos y la llegada del ferrocarril. “Para el año 1904, el lento traslado de maderas por el lago se facilitó, agilizó y acrecentó gracias a la iniciativa de los vecinos Pantaleón Sáez y Diego Navarrete, quienes construyeron los lanchones de remolque y carga maderera conocidos como “El Santa María” y el “Santa Magdalena”; estas dos primeras embarcaciones zozobraron, poco después, debido a fallas estructurales. Los restos de estos vapores o motonaves aún se pueden observar sumergidos al costado izquierdo del Muelle Viejo, frente al nacimiento del río Toltén. A mediados del año 1904 el colono e ingeniero alemán, don Otto Gudenschwager, finaliza la construcción de su primer lanchón particular o “vapor de remolque” que surcó las aguas del Mallowelafkén; la sencilla embarcación conocida como “Emma” naufragó tiempo después, al ser abandonada por la tripulación en medio de una brava tormenta de puelche…” (Aguilera, 2006:127-128).

La construcción del ramal ferroviario Loncoche-Villarrica demoró unos tres años,

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“…El ferrocarril llegó como el año 1934. Mi ‘viejo’ [padre] se vino de Loncoche a Villarrica trabajando en la construcción del ramal LoncocheVillarrica y aquí se quedó…” (César, 2003).

Antes de 1934 se usaba una vía mixta para el transporte de “trozos” y maderas dimensionadas. En barcazas que navegaban por los lagos ‘Pellaifa’, ‘Calafquén’ y ‘Villarrica’ y en carretas, por caminos en pésimas condiciones. La madera se acopiaba en el embarcadero de Villarrica donde confluían embarques desde Pucón y desde ‘Coñaripe’. “... Bajaban la madera en balsas por el río ‘Toltén’ hasta a Pitrufquén, ahí la embarcaban por tren hacia el norte. La madera de lado de Pucón, ‘Caburga’ o Curarrehue se sacaba por el lago. Había gente especializada en eso, embarcaban la madera en Pucón, cruzaban el lago, y bajaban el río ‘Toltén’, hasta Pitrufquén, donde desembarcaban para enviarla al norte por ferrocarril…” (César, 2003).

Los flujos de mercancías se orientaron desde la cordillera hacia Villarrica. Primero en carretas y después de la década de 1950 en camiones. Con el mejoramiento de los caminos se va a intensificar la explotación del bosque. “…Estaba la carreta que sacaba la madera de la ‘montaña’ y llegaba hasta el camino donde estaba el camión, y ahí se cargaba, y el camión era el que llegaba a Villarrica… entonces ésa era la combinación que había…” (Adriana, 2004). “… Aquí en Villarrica la madera llegaba en lancha del otro lado... de los ‘fundos’ llegaba al puerto (…). La madera llegaba de ‘Curarrehue’, la embarcaban en ‘Pucón’ en lancha, vapores. Y de ahí se tiraba con la hilera de carros. En el fundo ‘Coyahue’ ahí todos los trozos se tiraban en carretas con ruedas de palo, y ahí se ‘aserreaba’ la madera y después se tiraba en carretas a la ‘estación’, porque ahí cargaban los carros…” (Arnoldo, 2005). “…Esa madera llegaba en ‘vapores’ por el lago, llegaban al muelle viejo, que está ubicado, lo que queda, abajo del puente la mar…El muelle que se llamaba el muelle de ferrocarriles, llegaba hasta donde comienza ‘la puntilla’, cruzaba todo lo que ahora es en este momento la población ‘Diego Portales’, cruzaba la calle ‘Saturnino Epulef’, al salir de Villarrica, y llegaba hasta un muelle de madera. Se trabajaba en dos muelles…” (Adriana, 2004).

Para el caso de la madera que se transportaba desde los sectores aledaños a Curarrehue y Pucón, “…La madera llegaba de Pucón,… del otro lado, había una ‘cancha’ donde está el Obispado aquí... al final de avenida central, a la orilla del lago, ahí estaba lleno de madera antes de que llegara el tren…” (Juan, 2004). “…En esa época, cuando llegaron las fuerzas madereras, digamos a esta zona, … eran muy pocos los camiones que se veían aquí siempre, desde que llegaron ‘firmas’ [empresas] a esta zona porque había mucho ‘raulí’, 26


se vendió mucha madera para Argentina, la sacaron para acá, se andaba un poco en carreta, habían muchos bueyes en esos años, qué sé yo, podía haber una carga de unos 20 a 30 carretas con madera y llegaban a una cierta parte que se llamaba ‘Carén’ y ahí hacían las balsas y las arrojaban por el río, por falta de locomoción de camiones y los caminos éstos ni siquiera estaban enripiados, caminos naturales no más, los abrieron y quedaron la mayoría. Todas esas maderas se bajaron por el río, ahí dos fulanos se hacían una balsa, no sé de cuantas pulgadas le pondrían: 400 ó 500 pulgadas. Cuando el río estaba lleno y bajaba toda la madera, yo no sé hasta dónde la llevaban en balsa, y allá sacaban otra vez, y así se sacó casi toda la madera, tomaban una ruta hacia abajo, hacia las balsas. Aquí en ‘Carén’ más o menos tenían que andar, no alcanzaban a llegar a Pucón porque creo que ahí el río es medio jodido, en el cruce para ‘Caburga’ hay un saltillo, pero llegaban hasta ‘Llafenco’, me parece, ahí hacían otra ‘cancha’ y sacaban la madera de las balsas para afuera otra vez, y ahí transportarían en otras cosas para allá, por que antes se fletaba la madera en carros hasta Pucón, eso me recuerdo haber visto yo, entonces ahí sacaron las primeras maderas, ahora queda poca madera, quedan nuevas no más…” (Carlos, 2004). “…La madera que se bajaba del bosque, la venía a buscar un barco a ‘vapor’ que la transportaba en unas balsas, las cuales se llevaban la madera por el río ‘Trancura’, pasaban por ‘Llafenco’, algunas la llevaban flotando, amarradas con un cable hasta el lago, en donde se cargaba más madera desde las localidades de ‘Pucón’ para llevarlas a Villarrica y poder venderla. Este barco la mayoría de la gente los llamaba lanchones… la madera que se explotaba… ‘raulí’, ‘roble’, ‘lingue’, ‘laurel’, ‘coihue’…” (Miguel, 2004). “…Antes de que llegara el tren. Aquí todo se traficaba por el lago (…). Había dos ‘vaporcitos’ que tenían unos señores (...) los más ricos, ésos tenían un ‘vapor’, y aquí hay un ‘vapor’ que se iba a Pucón, y de Pucón arrastraban la madera p’ acá [hacia Villarrica] porque caminos no habían, habían ‘huellas’ [senderos] todavía en esa época, el año 1935. ‘huellas’ pa’ carreta no más…” (Juan, 2004). “…Habían ‘vapores’ que trasladaban la madera de Pucón a Villarrica, yo recuerdo a tres, con sus respectivos lanchones, y cada uno pudo haber tirado dos o tres, dependiendo de la fuerza del motor…” (Adriana, 2004). “…los ‘vapores’ comenzaban a acarrear durmientes desde el otro lado, los compraba ‘ferrocarriles’, llegaban ahí y enseguida los carretoneros y las carretas los movilizaban hasta llegar a la ‘estación’…” (Luis C.S., 2005). “…El ‘vapor’ hacía dos viajes diarios, porque funcionaba a leña, tenían que viajar a veces dependiendo del acopio de leña, porque para hacerlo andar había que calentar las calderas para poder marchar. Era un traslado de Pucón a Villarrica con una leñera completa, entonces primero había que llenarlo con leña y después cargarlo con madera…” (René, 2004). “…Recuerdo sí, que era una verdadera fiesta cuando llegaban los lanchones con toda la madera que venía de allá [del lado de Pucón], porque toda la llevaban por el río, en balsa. Entonces venía de allá una lanchita de Pucón y venían hartas balsas… yo creo que bajarían 15 a 20 balsas por el río, porque generalmente se juntaban varios ‘madereros’ allá 27


que tenían sus pocas maderas, pero cada uno hacía sus balsas y las traían, las vendían entonces para entregarlas en Pitrufquén, por allá….”; “…y era una fiesta en realidad, una fiesta porque el pueblo era chiquito, pero todos iban a ver con sus familias, los niños los llevaban que fueran a ver cómo bajaban las balsas por el río. Era bonito…”; “…Después ya habían lanchas, ‘vaporcitos’ chicos que traían lanchones, desparecieron las balsas y llegaban los lanchones aquí, y de ahí al ferrocarril, cuando ya llegó el ferrocarril comenzaron a llegar los lanchones, y los lanchones eran grandes, traían harta madera también. Un ‘vaporcito’ traía, debe haber traído, remolcando dos o tres lanchones con madera. Eran anchitos y cortos…”; “…Había mucha gente que trabajaba en eso, pero siempre eran los mismos. Había como quien dice, una familia que se dedicaba al acarreo de la madera del muelle a la ‘estación’, y ésos tenían carretones y carretas, -los carretones eran tirados por caballos y las carretas por bueyes-, entonces en eso se acarreaba todo…” (Rosario, 2004). “…Mi padre estaba a cargo del ‘barco a vapor’, que se llamaba ‘San Carlos’ que tenía de 50 a 60 metros de largo por 15 metros de ancho… traían la madera aserrada de Pucón a Villarrica. Su capacidad era de más o menos cuatro camiones. Remolcaba un lanchón, que es como un bote grande que no tenía motor. Cabían más o menos 4 a 5 camiones de madera. Esto más o menos en los años 1955 a 1956. Posteriormente, el barco se trasladó hacia ‘Pellaifa’, otro lago que hay al interior de Villarrica, camino a ‘Liquiñe’. Luego el barco se trasladó al lago ‘Calafquén’,… al sector de ‘Coñaripe’,… trasladaban madera a ‘Choshuenco’ y a ‘Lican Ray’…” (René, 2004).

La madera proveniente de ‘Coñaripe’ o ‘Liquiñe’, “…Antes del año 50 la madera la traían del campo, principalmente del lado de ‘Cudico’, ‘Chaura’, ‘Challupen’, ‘Lican Ray’, ‘Coñaripe’, ‘Liquiñe’... el ‘trozo’ a medio labrar lo entregaban en los aserraderos que habían en Villarrica. … Eran trozos inmensos, de madera nativa. Como en ese tiempo no había camiones para meterse en esos caminos infernales entonces tenían que traerlos en carreta. Tampoco los aserraderos estaban tan metidos en la ‘montaña’…” (César, 2003).

La incorporación de camiones a las explotaciones madereras es bastante tardía. Recién en la década del cuarenta se construyen los caminos ripiados que unen a Villarrica con Pucón y con Lican-Ray. “…antes [los caminos] los hacíamos con bueyes y a pura mano. Los caminos se hacían todos a pala… los camiones transportaban la madera; por ahí por el año 1948 ó 1950 [todavía] usaban las balsas… pero después fue en puro camión,… los caminos eran malos para llegar a Villarrica…” (Miguel, 2004). “…Los primeros [camiones] tienen que haber llegado en 1946, los ‘Ford 46’, debe haber sido ese año que llegaron. Los caminos eran malos, era un ripio no como el que existe ahora, antes era el ‘bolón’ grande, caminos 28


duros (…). El camión fue el primer medio de transporte para la gente. Todo cambió rápido, yo prácticamente no me di ni cuenta... yo alcancé a conocer el camino de Villarrica en partes sin ripio, pero no me di ni cuenta como se ‘ripió’ todo eso…” (Luis C. S., 2005). “…Los caminos eran malos, se trabajaba con bueyes no más. Hasta el año 1936 estaban los bueyes, después comenzaron a aparecer camiones de a poco, antes del 50 ya habían camiones, primero ‘cacharritos’ viejos, y después camiones grandes, ‘petroleros’. Antes del 50 la tiraban en carreta, donde andaban sus 20 carretas…” (Arnoldo, 2005). “…Un camión cargado, [demoraría unas] cinco horas. Y ahora yo creo que una hora y media será…” (Luis C. S., 2005).

Durante mucho tiempo, incluso después de la llegada de los camiones a la zona hacia el año 1950, la madera se transportaba en carretas tiradas por bueyes: “...Venían de ‘Coñaripe’, ‘Curarrehue’, ‘Cudico’, ‘Chesque’, ‘Liquiñe’, ‘Neltume’... en carreta... Demoraban dos o tres días, en llegar a Villarrica. En las mañanas, se veían cientos de carretas bajando -alguna vez las conté cuando era niño-, eran filas interminables para entregar en la Estación de Ferrocarriles, que ya había llegado al pueblo...” (César, 2003).

Después de 1934, la ‘Estación de Ferrocarriles’ de Villarrica se transformó en el corazón de la explotación maderera… “…Yo me acuerdo de camiones que llegaban a la ‘estación’ y hacían ‘castillos’ de madera, y ahí se guardaba la madera en los patios, y cuando venía el tren ahí se cargaba. La madera clasificada era la que se iba, porque había madera de primera hasta quinta (…). Aquí la Empresa de Ferrocarriles del Estado entraba con camiones y comenzaban a explotar el ‘pellín’ que es una madera nativa de la zona que servía para el tendido de la línea férrea, los que se denominaban ‘durmientes’, además porque era muy duradero, sobre todo contra el agua y la humedad…” (Adriana, 2004). “…La ‘Estación de Ferrocarriles’ se llenó de ‘castillos’ de madera, no ve que los madereros ‘encastillaban’ ahí sus maderas para cargarlas después en ferrocarriles y poderlas transportar. Más encima venían los comerciantes de otros lugares a comprar maderas, y se llevaban los ‘carros’ [vagones] llenos de madera…” (Luis S., 2004).

IMPACTOS SOBRE LA ECONOMÍA Y LA CULTURA DE LA ZONA La actividad maderera configuró la economía y la cultura de la zona. Los pueblos surgieron en torno a esta actividad económica, dándoles ese aspecto de “asentamiento precario” que conservaron hasta hace poco tiempo. “...En Villarrica, por el camino a ‘Lican Ray’ se formaban hileras interminables de carretas que llegaban temprano para poder vender y comprar para volver en la tarde al campo. La madera movía todo

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económicamente. Paga los ‘chincheles’ [cantinas], la cerveza, el vino, los almacenes...” (César, 2003). “…Villarrica empezó a crecer por ahí por el 20 creo yo, cuando ya las monjas instalaron sus colegios con los curitas, pero eso fue por el 1900 y tanto… la madera sí hizo crecer el pueblo. Cuando empezó a haber más movimiento de madera fue en el año 1930…”; “…Pucón era como un paso, por allá por el año 1940 habían muy pocas casas. No llegaba gente a la playa por ejemplo, no llegaba a veranear, se venía solamente a pescar, después ya llegaron familias a pasar sus vacaciones, y le costó un poco para crecer. Ahora no, ahora vive del turismo no más…” (Rosario, 2004).

Con una dinámica “fronteriza”, hasta los años sesenta del siglo XX todavía circulaban por la zona los “faltes” herederos de los “conchavadores” de épocas anteriores. Las riñas y la bullanga de las innumerables cantinas, “expendidos de cerveza” y prostíbulos con “música ranchera” de fondo, formaban parte de un abigarrado paisaje humano. “...Había harto movimiento, harta carreta, pero de pura gente campesina. Carretas que fletaban... de ‘durmientes’... de todo eso lo que compraba el gobierno. Herreros había hartos también. La ‘estación’ [de ferrocarriles] estaba llena de carretas todos los días, con carretas que traían sus 10 a 15 ‘durmientes’ para entregarlas. Venían del lado de ‘Lican Ray’, de Pucón, se juntaban de varias partes...” (Nora, 2005). “.... El comercio se movía por todas las ‘cocinerías’ [restaurantes populares] que había en donde la gente pasaba a comer. Había muchas cervecerías, los ‘chincheles’...”; “… Harta música mexicana… rancheras. Había también prostíbulos, la calle ‘Presidente Ríos’ hasta ‘Colo Colo’… que le daba vida al pueblo…” (Luis C. S., 2005). “…En las calles de salida de Villarrica, para Pucón habían muchas, a la salida de ‘Lican Ray’ también habían muchas, y ésos eran uno al lado del otro, pero eran las ‘cocinerías’ que habían una persona haciendo una cazuela y dos o tres mesitas, nada más. Se vendía alcohol y no existían los estacionamientos, había una barra donde quien llegaba dejaba su caballo amarrado a la barra…” (Adriana, 2004). “…La calle ‘Epulef’, ahí había una tira larga de ‘cocinerías’, los hombres pasaban a comer ahí, generalmente eran para la gente de campo. Esto fue más por allá por el 1920 y 1930…” (Rosario, 2004).

Hombres fundamentalmente, aunque también mujeres, “bajaban a pueblo” después de meses de duro trabajo en las faenas de la cordillera… “…Después, yo solía venir aquí cuando teníamos alguna necesidad de algo pa’ venir a Villarrica, porque allá nos daban a nosotros la pulpería cuando estábamos en la faena, por eso uno venía a veces no más, y de pasadita…Antes veníamos a caballo, ahí nos traficábamos a caballo o a

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pie, porque el año 50 comenzaron a llegar camiones y vehículos, y de ahí nos llevaban de aquí a 20 a 30 kilómetros pa’ allá…” (Juan, 2004).

Se trataba de una época distinta, con costumbres más simples… “...La gente se vestía sencillamente así... mezclilla, todavía no había, había un género medio verdoso que se llamaba ‘caqui’... que lo compraban para hacerse chaquetas, chaquetas con y sin mangas, y pantalones. Para trabajar en el campo se usaban ‘ojotas’... pero para venir al pueblo habían zapatos, que se mandaban a hacer a veces. Como bototos, largos de caña y café... La gente también usaba manta ... que mi abuelita las sabía hacer, ‘mantas de castilla’, grandes negras, para andar a caballo. La manta chica era más delgada, en porte más grande que la del ‘huaso’…” (Nora, 2005). “…En esa época... nosotros, el papá ‘los’ [nos] compraba una ropita [de] mezclilla que salía antes. La mezclilla… esos eran los géneros de los que nos hacían los pantaloncitos pa’ nosotros; con ‘chalitas’ [sandalias], si no ‘a pata’ [descalzos] o con ‘chalas’, unas ‘chalitas’ de cuero... de cuero de vacuno, amarraditas con un cordoncito como un pasador, se amarraba al pie. La suela nada, el puro ‘cuerecito’ no más…”; “…En cuanto a la ropa… eso lo hacía la misma mamá no más, la mamá nos hacía la ropa: los pantaloncitos, la camisa. En veces la camisa, nos hacía la camisita de las bolsas de la harina cruda, ésa era la ropa que usábamos, hasta que se ‘hacía tira’ [destrozaba], la parchaba y todo ella…” (Juan, 2004). “…La gente andaba muy pobre. Los zapatos no se conocían, se usaba una ‘chala’ de cuero de vacuno y se amarraba con cordón y se ponía un calcetín de lana... El niño usaba un pantalón a la rodilla, no más. De eso, no hace muchos años que se vino a alargar el pantalón. La ropa era pura mezclilla y antes los niños no usaban zapatos…”; “…Los grandes sí usaban pantalones largos, y zapatos muy poco, no ve que ellos usaban los zapatos los días domingos, y no era un zapato como hoy día... el zapato era todo ‘entaquillado’ [tapillas] -como palitos de fósforos-, algunos tenían dos corridas de taquillas, otros tenían una sola corrida, ésos eran los más baratos…Era común ver a todos los niños descalzos y con pantalones cortos...” (Rosamel, 2004). “…Las mujeres no se ponían pantalones en esa época, puros vestidos, después... el año 50 la mujer comenzó a usar pantalones…” (Juan, 2004).

La diversión se concentraba en los pueblos “…Después de ganar sus pesos, muchos se iban a la ciudad a gastar su plata. Ellos se ganaban ahí y tomaban, y esa costumbre la tenían muchos de los gallos que trabajaban en la madera (...). Ahí en el centro había un local que era como un restaurant… yo pasé varias veces por ahí, porque ahí nos juntábamos con otros amigos, y ahí se instalaban los ‘gallos’ [hombres] porque ése era un restaurant grande. Este era un restaurant muy reservado, no había prostitutas, el dueño tenía nada más que las que atendían. Todo era muy ordenado…Pero, por aquí mismo, del oriente por 31


‘Pedro de Valdivia’ estaban todas esas ‘casas’ [prostíbulos] … ” (Juan, 2004). “…Se usaba los días domingo, para ir a rifas, jugar a la pelota, jugar a la ‘brisca’ [juego de naipes] (...). Mis tíos por parte de los ‘Sandovales’ siempre iban a todo eso. Un viejito que conocía a mi papá decía que mi papá era muy bueno para la ‘brisca’, cuando sabían que se iba a hacer algo, ellos ya estaban listos para ir…” (Nora, 2005).

Pese a la bonanza, reconocida por los informantes, la explotación de la madera no generó condiciones de bienestar social ni material… “...Había mucho trabajo, pero la gente ganaba poco, pero como las necesidades de un hogar no eran las mismas que ahora, la gente teniendo para comer se conformaban, no pedían mucho...” (Sergio, 2003). “Cuando nosotros nos íbamos a trabajar, en veces era por temporada, a veces podíamos estar desde mayo a septiembre, por ahí nos hacían un semi arreglo. Ahí ganábamos re’ poco, porque antes en los ‘fundos’ pagaban un peso al día, y trabajábamos de sol a sol, menos mal ahora hay un ‘vital’51 para el trabajador…” (Juan, 2004). “Los dueños eran de Santiago, Enrique K… y el otro era Eduardo G…, eran socios. Los ricos tenían como 18 ‘fundos’ cada uno. Una vez don Eduardo, como nosotros teníamos casa ahí, vino a pedirme los votos de [para] Alessandri52. Yo le dije: -nunca le daría el voto a un rico don Eduardo-. A mi marido, -yo le dije-, cuántos años me lo explotaron... que lo único que sacó fueron animales... que fue lo único que le autorizaron…” (Nora, 2005).

La pobreza era una condición habitual de la época y del territorio. Así por ejemplo, tenemos a los “linyeras”53, contingentes de desarrapados que deambulaban por los caminos buscando trabajo. “.... La gente en ese tiempo... andaba tanta gente caminando por los caminos, a mí me daba lástima cuando llegaban a los aserraderos un matrimonio con dos o tres niñitos a pedir trabajo, y Armando [su marido] los quedaba mirando y les preguntaba de dónde venían... no sé de dónde decían... pero él les daba trabajo cuando había... a ellos le decían ‘caminantes’ porque no tenían nada…”; “...Recuerdo que en la casa de mis suegros,… apartaban una olla de comida para la gente que andaba pidiendo. La gente se quedaba dos o tres días, porque ella decía que eso le daba lástima. Los niños andaban descalzos, a veces las mujeres también...” (Nora, 2005).

En una sociedad pobre, los vínculos de solidaridad eran importantes… “…Cuando había una siembra grande y el dueño no tenía bueyes para sembrar, hacía un ‘engaño’ [reunión], venían todos los vecinos con bueyes a ararle, sembrarle o rastrear. Antes se juntaban los vecinos a ayudarse unos con otros... La gente conversaba en las esquinas, se gritaban o se comunicaban con puros chiflidos, ellos se conocían así...” (Nora, 2005). 32


La violencia formaba parte de la vida cotidiana, el bandidaje estaba muy extendido. No debemos olvidar que las características de “frontera” se han ido atenuando sólo en las últimas décadas. Las armas eran una necesidad para hombres y mujeres, la “pistola al cinto” era habitual. “… Aquí Villarrica era cosa seria… no se podía andar de noche, se mataba… era peligroso por ahí por el año 1930 (…). Cerca del hospital estaba Carabineros, pero eran poquitos no más (…). Había mucho alcohol, en Pucón y Villarrica la gente vivía tomando (…). Me acuerdo que por esta calle [‘Caupolicán’] ‘pa’ allá, estaba llena de piedras, y ahí se juntaba harta gente, habían hartas ‘ranchas’ [viviendas rústicas] donde estaban todos tomando, y una vez que se curaban comenzaban las peleas…” (Juan, 2004).

Las explotaciones ni siquiera mejoraron la infraestructura vial. El mejoramiento de los caminos en este espacio corresponde a los últimos 30 años... “...En invierno el camino era espantoso ¡Un barrial! Las carretas se quedaban enterradas...” (Luis C., 2003). “…Para ir a vender esas maderas, teníamos nosotros que ir… en caminos de tierra, embarrados, mojados, dormíamos a veces por el camino, debajo de la carreta, llevábamos un saco y unos cueros de oveja, unas frazadas y con eso nos tapábamos, ahí dormíamos por el campo; y cuando llovía, había una parte donde arrendábamos talaje y ahí pasábamos a alojar en un galpón; y de ahí llegábamos… al otro día…”; “…En tiempo de invierno para ir y volver, eran tres días de camino. Llegábamos partíamos de acá, llegábamos a mitad de camino- en invierno- y de ahí partíamos al otro día…y volvíamos y alojábamos ahí mismo otra vez, y al otro día partíamos pa’ la casa, llegábamos a eso de las dos o tres de la tarde. En tiempo de verano eran dos días…”; “…Todo para ir a vender a veces cinco durmientes, que pagaban a 60 centavos el durmiente grande, de 2,80 mts. y de 6 x10 [pulgadas]…” (Rosamel, 2004). “… Era común ver como la gente dormía debajo de las carretas cuando llegaba la noche y ya no podían seguir, se tiraban en sacos y al otro día apenas aclaraba salían de nuevo...” (Sergio, 2003).

El deterioro del medio ambiente hoy es evidente, se arrasó con el bosque nativo. Primero con la excusa del Progreso y enseguida con la excusa del Desarrollo. “…Ahora dicen hay bosques, ¡pero qué!... son puras ‘huallasaditas’ [bosques jóvenes], palitos chicos delgados. Y el bosque comenzaba desde la orilla del camino, ahí en la hacienda no había ‘descampe’ [lugar de descanso y aprovisionamiento], había que ir preparando terrenos para pastar…”;

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“…Toda esa zona desde Villarrica para allá… se acabó todo el bosque, no hay bosque hasta el mismo ‘Trafún’. Todo eso era puro bosque, de ‘Cudico’ para allá, prácticamente yo alcancé a ver y eso era puro bosque, lo que es ‘Pino Huacho’, esas corridas... y ahora están peladas, todo pelado (…). Si de ‘Cudico’ a Villarrica habían ‘planchados’ donde no se pasaba ni a caballo… los caminos…”; “…Cuando los visité muchos años después ... quedé impresionado, porque yo iba ilusionado con el sueño de ver el lugar que había dejado de ver cuando tenía unos 20 años, y volví cuando tenía 50, y me encuentro con un campo totalmente diferente … ya sin madera, caminos por todos lados…”; “…Cuando nosotros recién llegamos, había un agua cristalina que parece que la habían echado a correr recién, de un ancho de un metro y una profundidad de unos 40 ó 50 ‘cachos’ [alusión a alguna medida] de un agua que se veía hasta el fondo, limpiecita; y cuando fuimos yo tenía ganas de ver esa agua que era lo más lindo que se veía... y no había agua, estaba todo seco. Y en un cerro arriba, la cima de un cerro, no había agua, se había terminado, y eso me impresionó…” (Luis C. S., 2005). “…Lo veo totalmente deteriorado, [al bosque] porque yo pienso que si plantaran el doble de lo que talan tendríamos repuesto el bosque, pero están cortando y cortando y no están reponiendo. Ahora yo he visto reponer pino insigne y pino oregón… que no es lo mismo (...). Ya no encuentra un ‘coihue’, no hay ‘raulí’, qué sé yo, los ‘hualles’, el ‘lingue’ que se usa para casas, y muebles (…). Desde cuando era chico hasta ahora, se echó a perder todo, la fauna porque cazan indiscriminadamente, pescan indiscriminadamente. Hace 50 años atrás se podía cazar en los alrededores del pueblo…” (Servando, 2003).

En lo relativo a los cambios en los sistemas de explotación, los informantes identifican tres hitos: la aparición de la “motosierra”, el reemplazo de las “carretas” por los camiones, el reemplazo de la “sierra circular” por la “huincha” y, en una época muy reciente, el uso del “aserradero móvil”. “Yo creo que el gran cambio se produjo con la introducción de la motosierra, me parece que después del 50’ que hizo mucho más rápida la explotación… había gente que trabajaba exclusivamente en eso, tenía su ‘moto’ y se iban al bosque todos los días... primero empezaron las empresas y después los particulares. Porque antes sólo las empresas grandes tenían motosierras y mandaban a la gente a trabajar. Pero después vieron que era preferible que la gente tuviera su ‘moto’ y ellos hacían las prestaciones de servicio no más. Si un patrón le pasaba una motosierra a un operario, tendría que controlar a la persona para ver cómo va a hacer el trabajo, si va a cuidar la moto o si va a hacer un trabajo al vecino a cuenta de él. Entonces, todo eso lo vio el patrón y optaron por entregar ‘motos’ que las pagaban con trabajo. Resultaba más rentable para el empresario, se contrataba por pulgada y no se preocupaba por la mantención de la ‘moto’...”; “…El ‘aserradero portátil’, eso fue un cambio tremendo hizo todo mucho más fácil, eso es reciente, después del 90…”; 34


“…Otro cambio se produjo con la llegada de los camiones, cuando se reemplaza la carreta por el camión, ¿Cuándo sería eso?... quizás después del año 40. Ahí hubo una revolución ya que los carreteros se sintieron pasados a llevar y cuando pasaba un camión les tiraban piedras, a mí me tocó vivir eso. De la montaña para adentro se siguió usando la carreta porque era más barato, más seguro. En invierno el camino era espantoso, un barrial. Las carretas se quedaban enterradas, los bueyes, como cuatro yuntas tiraban la carreta y la sacaban, eso se llamaba ‘cuarta’ y lo hacían porque era una costumbre, porque si no le tocaba a uno quedar enterrado le tocaba al otro...” (Sergio, 2003).

A MODO DE CONCLUSIONES Tal como hemos indicado, los relatos recopilados se ubican en un período que va, más o menos, desde 1920 hasta 1980. Período que corresponde a la expansión de la cobertura del Estado a todo el país y a los grandes cambios sociales, provocados por la “rebelión del electorado” (Gil, 1969). Corresponde también al desarrollo del modelo ISI (Industrialización por Sustitución de Importaciones), que permitiría un Capitalismo de Estado más o menos exitoso. Sin embargo, nos queda la impresión de que las grandes transformaciones sociales, políticas y económicas de esta parte del siglo XX no pasaron por este territorio. Como parte del “Chile profundo” se mantuvo a medio camino entre el siglo XIX y el siglo XX. La explotación del bosque nativo, junto con generar una compleja actividad económica, permitió el desarrollo de una “cultura maderera” con sus tipos humanos, ritos, fiestas y oficios. Lo que generaba un flujo de personas y mercadería que circulaban por Villarrica, Pucón o “Coñaripe” con una proliferación de hoteles, almacenes, cantinas, prostíbulos, etc. Se configuró una particular dinámica económica local. Los aserraderos, diseminados por toda la franja cordillerana y pre-cordillerana, se instalaron siguiendo el itinerario que le marcaba la presencia del bosque nativo de fácil acceso. Lo que explica la actual existencia (o más bien sobre vivencia) de algunos bosques, considerados inaccesibles antes de los años cincuenta. La explotación maderera tuvo, y tiene, una lógica económica capitalista, pero se desarrolló en un contexto de relaciones laborales pre-capitalistas. En torno a esta actividad, se conectaron distintas lógicas económicas. Así, a la explotación del bosque con maquinaria, se sumaba la explotación artesanal de los durmientes. Podríamos especular -siguiendo algunas ideas de Marcelo Carmagnani (1976) y Cristobal Kay (1980) -que se replicaría en estas faenas madereras la doble articulación hacendal54. Para el caso de las explotaciones madereras es el dueño del aserradero el que establece la conexión capitalista. Hacia el interior los pagos son en “pulpería” y “vales”. Y hacia el exterior… “...El que ganaba plata era el dueño de la faena, o sea el empresario. Los fleteros, los ‘maestros’ [obreros], eran mal pagados, muchas veces con ‘vales’...” (Sergio, 2003).

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Si consideramos que las manifestaciones sociales, económicas, culturales e incluso políticas fueron determinadas por la explotación del bosque nativo, identificamos una serie de etapas en esta relación, diferenciadas por los sistemas de transporte, los volúmenes de extracción y el agotamiento del bosque nativo. i. Primera fase, inicio: Identificamos una primera etapa en la explotación del bosque desde fines del S. XIX hasta la llegada del ferrocarril a Villarrica en 1934. La característica de este ciclo inicial va a estar dada por un sistema de transporte mixto, el uso de barcazas y carretas para trasladar la madera desde las localidades cordilleranas a Villarrica. Es la época del transporte lacustre y fluvial -hoy prácticamente desaparecido- que conectaba las localidades cordilleranas y pre cordilleranas con Pitrufquén. Suponemos, a partir de la revisión de los testimonios, que en esta etapa las relaciones laborales son marcadamente precapitalistas, con un uso extensivo de modalidades de pago no monetizadas: “pulpería” y “vales”. Lo que habría generado las condiciones de acumulación de un sector minoritario de la población integrada por comerciantes y empresarios madereros. Pensamos que la “elaboración de durmientes”, resulta emblemática para la vida de aquella época. Las “clases subordinadas” priorizaron sus “formas de vida”, sus prácticas cotidianas, por sobre las nociones de costo-beneficio. Esta población eminentemente rural, enfrentaba el trabajo mal remunerado con formas de vida en las que aún predominaban los sistemas de trueque y medierías, por lo tanto, existían los mecanismos para suplir los bajos ingresos monetarios. Es curioso que pese a los abusos, consignados recurrentemente en los testimonios, los informantes no recuerden movimientos sindicales, ni protesta social como consecuencia directa de la explotación maderera55. ii. Segunda fase, expansión: (1934 a 1960) período marcado por la llegada del ferrocarril y el ingreso de camiones que van a acelerar la extracción de maderas. Se produce el reemplazo de la ruta fluvial Villarrica-Pitrufquén a través del río “Toltén” por la ruta ferroviaria Villarrica-Loncoche. Es la época de la instalación de las grandes explotaciones madereras, el boom de los aserraderos y de las barracas de elaboración… “…La ‘Korach’… fue una maderera que estuvo en hartas partes, la ‘COMAVI’, ‘BIMA’, Leopoldo de Miguel que era de la zona, ‘ESCRIBAN’. Estos funcionaron más o menos hasta el 73…” (Luis C. S., 2005). “…Había cualquier movimiento por la madera en Villarrica. En esos tiempos había una abundancia de trabajo. Fíjese que había una barraca donde salíamos hasta 100 obreros en la tarde, ¡hasta 100 obreros! (…). Ahí mismo donde están esas poblaciones ‘pa’ allá, eso lo trabajaba ‘la maderera’,… ‘durmientes’, en la compra de ‘durmientes’...pero lleno, lleno de ‘durmientes’. Cualquier cantidad de trabajadores, no tan sólo en ‘durmientes’, sino en maderas ‘aserreadas’. Unos ‘encastillando’ madera, clasificando madera, otro cargando ‘carros’... En esos años cuando yo

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comencé a trabajar ahí, ganábamos 4 pesos la hora. Por ahí por el año 1938-1939…” (Rosamel, 2004).

Este período es el de mayor actividad en torno a la explotación maderera, “…En 1936 se inauguran las grandes dependencias de la industria maderera “Leopoldo de Miguel S.A.” abarcando la producción maderera en bruto y elaborada. En 1937 inicia sus actividades la empresa maderera “Figueroa y Márquez Cía. Ltda.”; la empresa se instaló en el “Barrio Pukara” y se especializó en maderas de construcción inmobiliaria (…) El año 1941 se crea la “Sociedad Maderera Fénix”, que aporta gran cantidad de ocupaciones laborales y potencia la industria maderera local entregando a ferrocarriles un promedio de seis carros de 30 toneladas mensuales…” (Aguilera, 2006:133-134).

iii. Tercera fase, contracción: El agotamiento del bosque nativo se empieza a manifestar desde fines de la década de 1960, lo que afectó a todas las actividades económicas adicionales que habían generado… “...Yo creo que la madera se fue acabando por la forma de ‘aserrear’, se perdía casi la mitad de la madera, no había control. Los aserraderos antiguos, de sierra circular, se ‘comían’ [gastaban] más de 10 mm. en cada corte. No se aprovechaba bien. La madera que no les gustaba la dejaban botada, mucha madera se perdió así, ‘trozos’ botados que se pudrieron porque había abundancia y un descontrol total para explotarla. Recién en los noventa, con la incorporación del ‘aserradero a huincha’, se mejora el rendimiento, yo fui el primero que lo fabricó en Villarrica, el año 1992. Esos reemplazaron definitivamente a todos los otros aserraderos...”; “…Yo no recuerdo cuando empezó eso… pero debe haber sido un negocio rentable hasta el año 1970. Había bastante trabajo, harta madera; después empezó a bajar. Por ejemplo, se fue a ‘Coñaripe’ una ‘firma’ [empresa] ‘Escriban’ que tenía un aserradero grande, con siete o nueve aserraderos, distribuidos por las ‘montañas’. Para explotar la madera y sacarla toda para afuera. La bajaban al pueblo de ‘Coñaripe’ a un gran aserradero con huincha, y mucho equipamiento. Trabajaba mucha gente ahí…”; “…Esa ‘firma’ quebró, porque la madera ya no era el gran negocio, se fue todo para abajo. Me parece que no había plata, por aquella época se pagaba en harina: la gente iba a sacar sus quintales de harina con los “vales” que les daba ‘Escriban’. Sacaban cinco o diez quintales de harina, como necesitaban plata tenían que venderla por ahí a otro precio. Eran los llamados ‘cheques blancos’. Bueno todo eso habrá sido hacia el año 1960 ó 1965…”; “…Yo pienso que la empresa no trabajó bien, tenía mucho personal, mucho pago, mucho derroche. Después las ventas no anduvieron bien y quebraron; tuvieron que vender, remataron todo. El impacto de esa quiebra fue grande en la zona, creo que marcó el fin de las grandes explotaciones. Actualmente en Villarrica prácticamente no hay aserraderos, han sido reemplazados por los ‘bancos móviles’ que andan por ahí…” (César, 2003).

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iv. Cuarta fase, agotamiento: se manifiesta desde principios de la década de 1970, cuando se notan los síntomas de agotamiento de la explotación forestal y se hacen visibles otras actividades, ya no vinculadas al bosque o a la extracción de madera sino a un tipo de elaboración más compleja: como las “artesanías en madera”, que surgen desde mediados de los años 60 y las “fábricas de muebles”. Aquí tenemos: la “artesanía en tornos de madera”, fabricación de “mangos para herramientas”, “flores de madera”, “calzados de madera”, etc. Lo relativo a “tallados en madera” suponemos que surge en el primer ciclo, pero se “visibilizan” en esta última etapa, debido a la comercialización. En una categoría aparte observamos la “fabricación de muebles”, que alcanza su mejor expresión desde fines de los 90, es actualmente la actividad más rentable, vinculada a la madera. “…La actividad económica se concentró en torno a la extracción de la madera y su embarque hacia el norte, hasta el año 70 más o menos. El agotamiento de la madera afectó a todas las actividades económicas (…). Hubo una época en que mucha gente se dedicaba al transporte de maderas en camiones… en la zona ser “transportista” llegó a ser una ocupación habitual. Hoy lo que queda de esa actividad son los pocos camioneros que se dedican al transporte y comercialización de leña…” (César, 2003).

Al agotamiento del bosque nativo se le agrega la aparición del pino… “…la explotación del pino tiene que haber empezado después del 70, porque antes había muy poco. La explotación fuerte debe haber sido después del año 75…” (César, 2003).

La impresión sobre la economía local relacionada con la madera es pesimista… “…No lo veo muy bien. Se está acabando la madera, las actividades agrícolas y forestales se están deprimiendo. Está el turismo, pero habría que enfrentarlo colectivamente, municipalmente para que pueda surgir. Sin embargo el artesano o el maderero, no piensa en recuperar el medio ambiente o recuperar el bosque nativo, él está esperando encontrar un pedazo de madera para trabajar. Lo otro correspondería a una política de Estado…” (César, 2003).

Si en las primeras etapas indicadas el eje de la economía formal de la zona es la explotación del bosque nativo, en esta fase el eje sería el Turismo, que emerge como alternativa económica “en forma”, una vez que el ciclo de la madera se agota. “…Yo creo que el auge del turismo comenzó aquí por el año 60, porque antes había un turismo mucho más pasivo, que era lo que llegaba a nuestras casas, visitaban nuestras casas. Los trenes de excursionistas que llegaban el día domingo y traían la gente de Temuco y de Valdivia, pero después ya... se empezó a arreglar esto y empezaron a terminarse todo lo que es ‘arquitectura’ [edificación], y empezaron a haber parcelas de agrado y las cabañas…” (Adriana, 2004).

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Al final del camino sólo queda la nostalgia… “... Ahora está pelado...antes los bosques llegaban casi hasta el camino mismo. Uno bajaba los ‘Caracoles’ y veía pura ‘montaña’, pura ‘montaña’. Me acuerdo de las celebraciones cada vez que se instalaba un aserradero, se hacía un [asado de] cordero...”; “...Llega a dar pena porque, imagínese... cuándo va a ‘ver’ un Chile como el que era... como que está todo muerto (...). Unos bosques en los que daba miedo entrar porque estaba todo oscurito...”; “Yo siempre me sueño en ese fundo… En la casa…había una entrada…comenzaba a oscurecer… Sueño andando ahí,… había un bosque oscuro, con palos gruesos... El olor del bosque, un olor a verde… húmedo...” (Nora, 2005).

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NOTAS 1

En lo sucesivo toda alusión a la ‘región’ o ‘la Araucanía’, tiene como referencias las provincias de Malleco y Cautín. Sin embargo, como explicaremos más adelante, del territorio estudiado una parte corresponde a La Araucanía y otra a lo que es hoy la Región de Los Ríos. 2 Los trabajos históricos sobre este territorio, que a partir de 1974 se denomina “Novena Región de La Araucanía”, se refieren básicamente a temas relativos al Pueblo Mapuche. Destacamos aquí las contribuciones de José Bengoa (1984, 1985, 1988 y 1999); Jorge Pinto, (1988, 1992 y 2000); Holdenis Casanova (1989); Sergio Villalobos (1995); Ricardo Ferrando (1986), entre otros. Sobre las “Historias locales”, nos llama la atención la historia de Villarrica de Guillermo González (1986). Desde la literatura, con narraciones ambientadas en esta zona, podemos mencionar: ”Pueblo de techos negros” de Jorge Inostroza (1970), “Más allá del fin” de Guillermo Bustos (1972) y “La Camará “ de Fernando Santiván (1971). 3 Sobre el problema del bosque nativo en Chile tenemos por ejemplo las contribuciones de Marcel Claude, autor del polémico informe sobre el bosque nativo en Chile. Citamos aquí su texto “Una vez más la miseria. ¿Es Chile un país sustentable?” (1997). 4 “...Entre sus rasgos distintivos está el hecho de ser no solamente un frente pionero, sino que ha sido un área en expansión y contracción donde la existencia de los pueblos nativos ha jugado un papel de primera magnitud por el volumen de la población (…). El fenómeno fundamental es el roce de los pueblos y culturas, que en acciones y reacciones va dando origen a una nueva realidad…” (Villalobos, 1995:11-12). 5 Con algunos préstamos tomados de Néstor García Canclini (1997), a modo de esquema explicativo, identificamos la existencia de tres imaginarios: Imaginario Indígena, Imaginario Hispánico e Imaginario Republicano. Los límites temporales del Imaginario Indígena los ubicamos desde el siglo XVI hacia atrás; del Imaginario Hispánico desde el siglo XVI a inicios del XIX y del Imaginario Republicano desde inicios del XIX a la fecha. Cada imaginario tiene sus componentes materiales y simbólicos, los que definen su particular forma de organizar las relaciones sociales, institucionales, políticas y económicas -y a partir de esto- sus formas de ocupar el espacio. Identificamos como componentes de cada “imaginario” un universo material y un universo simbólico, es decir, los artefactos y la base cognitiva que permite la existencia de estos artefactos, además de la forma en que ambas cuestiones se relacionan. En este esquema consideramos que los componentes materiales y simbólicos se expresan permitiendo construir sujetos, territorios y formas de habitar particulares. Entendemos que los límites de los imaginarios son difusos, estableciendo mezclas, fracturas, conexiones y yuxtaposiciones en un juego de destrucción, invisibilización y encubrimiento. Los elementos materiales y simbólicos de los imaginarios aparecen, desaparecen o emergen resignificados, constituyendo hibridaciones y sincretismos. 6 En términos económicos, desde el siglo XVI hasta la actualidad, Chile va a moverse bajo tres modelos: Un modelo de “Crecimiento Hacia Afuera”, que se extiende desde la llegada de los españoles hasta 1929 (lo que hoy llamaríamos una economía primario exportadora), con ciclos asociados a productos que permitieron la conexión directa o indirecta de Chile con los mercados mundiales. Un breve ciclo “fundacional” en torno a la extracción de oro en lavaderos (que posibilitará la justificación de la empresa de Pedro de Valdivia); dos ciclos “hacendales”, con la exportación de cueros, sebo y carne seca a Potosí (siglos XVII y XVIII), las breves bonanzas trigueras del siglo XIX vinculadas a los mercados de California y Australia. Y los ciclos “mineros” asociados a la explotación de oro, plata, cobre y salitre (siglos XVIII, XIX y XX). Desde 1929 hasta 1973 la economía chilena se organiza bajo un modelo de “Crecimiento Hacia Adentro”, a través de una Industrialización por Sustitución de Importaciones (ISI). Después del “Golpe Militar” la economía se ordena nuevamente bajo un modelo de “Crecimiento Hacia Afuera”. 7 La recolección es la estrategia económica más antigua de la humanidad. En el territorio que nos ocupa, fue fundamental para la sobrevivencia de los mapuches. Más tarde con la ocupación del territorio por campesinos criollo-mestizos constituyó -y probablemente aún constituye- una estrategia económica complementaria. Los bosques procuraban frutas silvestres: maqui, boldo, murta, frutilla, etc. Diferentes yerbas tales como yuyos, cardos, nalcas y helechos. Yerbas medicinales. Distintas variedades de hongos como los digüeñes y changles. En la cordillera, la actividad económica principal, junto con la caza, era la recolección del piñón, fuente alimenticia de los mapuche y pehuenche, siendo probablemente el más importante de los frutos de recolección. Para los habitantes de la costa, la recolección se

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orientaba a productos de origen marino como: erizos, choros, machas, jaibas y pancoras. Además de la recolección del cochayuyo (y su raíz el ulte), luche, etc. 8 “Se trata del Sector de la Economía que no aparece en las estadísticas oficiales, las transacciones se llevan a cabo principalmente por el pago efectivo, bajos precios de los productos y no se pagan impuestos…” (Ball, 1999). 9 Podemos mencionar algunos ejes como Traiguén-Los Sauces-Purén en torno a la explotación triguera; o Lautaro-Curacautín en torno a la explotación maderera, etc. 10 Vendedores ambulantes, que suponemos herederos de los “conchavadores” de épocas anteriores. 11 El Estado por medio del monopolio del poder (ideológico, político y económico) propone un ordenamiento de la sociedad sobre un territorio determinado a través de aparatos burocráticos, jurídicos, persuasivos y represivos. Esto se traduce en leyes, burocracia, fuerzas armadas y policía; además de imponer el tipo de comunicación, educación y religión permitidas bajo su dominio. 12 Deberíamos agregar que en relación a los cambios impuestos por el modelo neoliberal (1975 a la fecha), La Araucanía va a transitar desde la década de 1980 en adelante hacia una condición social y económica distinta, un espacio distinto, un “Espacio Globalizado” (¿?). 13 “...Dentro de la metodología de la historia oral, una vez recogida la fuente tiene dos manejos: uno por su propia naturaleza como fuente, y la segunda por el trabajo de crítica y análisis de contenido... afirmamos que el testimonio o la historia de vida tiene dos estadios: uno el momento mismo de recogerse la información en una grabadora y la transcripción fidedigna, es decir el cuidado mismo de la fuente. Y el otro cuando se realiza el análisis de contenido en forma temática...” (Terreno, Domínguez, & Pécora, 1999). 14 “...En los Estados Unidos existía una tradición de la ‘life history’, ya que por lo menos desde la década del sesenta se habían venido elaborando historias de vida de nativos americanos...pero tampoco era el recurso...más prestigiado… la ausencia de un contexto que permitiera comprender ciertas condiciones y presiones sociales ha sido algo que siempre se le pidió a Lewis, pues de otro modo tanto su concepto de pobreza como de los procesos que la reproducen quedan como esencias autocontenidas y fuera de las relaciones sociales existentes...” (Aceves, s.f.). 15 En el argot del territorio estudiado, la palabra “montaña” se usa indistintamente para referirse a cerros y a bosque. En todos los relatos, “montaña” se utiliza como sinónimo de bosque nativo. 16 Coigüe o coihue común, nombre científico Nothofagus dombeyi. (Enciclopedia de la Flora Chilena). 17 Roble pellín, nombre científico Nothofagus oblicua. (Enciclopedia de la Flora Chilena). 18 Lingue, liñi o litchi, nombre científico Persea lingue. (Enciclopedia de la Flora Chilena). 19 Laurel, nombre científico Laurelia sempervirens. (Enciclopedia de la Flora Chilena). 20 La incorporación cultural a la modernidad es un fenómeno tardío, en Chile y América Latina. En Chile, el sujeto que emerge hacia la segunda mitad del siglo XX, desarrolla representaciones de mundo menos míticas y más burguesas. En un proceso de construcción de ciudadanías que interrumpe el golpe militar (sólo interrumpe). Parafraseando a Jocelyn-Holt (1997), hacia la década del 60, “el peso de la noche” se hace menos denso. 21 Néstor García Canclini refiriéndose a América Latina nos plantea que: “...hemos tenido un modernismo exuberante con una modernización deficiente..(...)...los desajustes entre modernismo y modernización son útiles a la clase dominante para preservar su hegemonía, y a veces no tener que preocuparse por justificarlo, por ser simplemente clase dominante...” (1995:82-83). A lo anterior podemos agregar que lo que se despliega en Chile son modernizaciones instaladas sobre una modernidad precaria. Chile es un país que surge como parte de fenómenos propios de la modernidad (expansión del capitalismo, surgimiento de los Estados nacionales a partir de criterios ilustrados, etc.). Sin embargo, en lo que coinciden la mayoría de los autores revisados es que ante este despliegue institucional, no hay un sustrato cultural, es decir, no hay un despliegue del universo valórico burgués (lo que nos atrevemos a señalar, sólo ocurre a fines del Siglo XX). Entonces, las modernizaciones sólo son adecuaciones burocráticas o tecnológicas. 22 En una lectura antropológica que nos parece aplicable tomamos la idea de Bonfil Batalla sobre el “México Profundo” (1987). Y en una lectura más literaria, este sur se parece al “Deep south” al “Yoknapatawpha” de W. Faulkner, “…es el microcosmos vital donde surgirán la mayoría de sus personajes, los cuales irán reapareciendo a lo largo de todo el ciclo 45


novelístico. Como Macondo, Santa María o Comala, este lugar es la frontera de ningún lugar, el límite del sur americano, donde comienza otro mundo: un reducto anacrónico donde los hombres viven de la explotación y donde las leyes sólo sirven para unos pocos privilegiados; a los demás nunca les quedará esperanza para confiar en una vida mejor...” (Veres, s.f.). 23 Como ejemplo de esto, podemos mencionar que “Coñaripe” en mapudungün significa “paso de guerreros”. 24 Para José Bengoa (1985), al momento de la incorporación de La Araucanía al Estado Chileno a fines del siglo XIX éstos se encontraban en una fase económica ganadero-señorial. Lo que asumimos se mantuvo hasta entrado el Siglo XX a pesar del proceso de radicaciones al que fueron sometidos. 25 Este proceso modernizador inspirado en la dicotomía decimonónica civilización/barbarie tenía como parte de su rimbombante discurso el “dominar la naturaleza”, “incorporar a las regiones bárbaras a la civilización”, etc. La transformación del “Sur Profundo”. 26 Traviesas para los rieles del ferrocarril de 2,75 mts. hechos de madera de pellín y preferentemente de coihue. 27 Con el primer corte de la sierra se sacaba la “tapa” (corteza), el corte siguiente era el “cuartón” que podía tener hasta 10 pulgadas de grueso. 28 Podían ser cortes de 2 a 3 pulgadas de grueso por 8 ó 10 pulgadas de ancho por 3,60 de largo. 29 Denominación utilizada para un roble joven. 30 Raulí, nombre científico Nothofagus alpina. (Flora de Chile). 31 Especie de serrucho grande, manejado por dos personas. 32 Acuerdo del que el pago se realizaría al completar el trabajo asignado. 33 Usado habitualmente como sinónimo de Hacienda. En este territorio define la mediana o gran propiedad rural con propósitos agrícolas, madereros, forestales o mixtos. 34 En este caso se refiere a bueyes, además se utiliza habitualmente como sinónimo de vacunos. 35 Tepa o huahuan, nombre científico Laureliopsis philippiana. (Flora de Chile). 36 Coligüe o colihue, nombre científico Chusquea culeou. (Flora de Chile). 37 Vara de madera resistente, de unos dos metros usada como palanca. 38 Argolla de metal de unas cinco pulgadas de diámetro. 39 Maestro define al conocedor de un oficio, pero también se utiliza como sinónimo de obrero. 40 Se refiere al mediano o gran propietario, o en una denominación más propia del lugar: “El rico”. 41 Personas naturales, ni representantes del Estado ni representantes oficiales de empresas privadas. 42 Se trata de un documento mercantil formal o informal (dependiendo del emisor), un recibo. Observamos una relación directa entre la especulación en torno a los “vales” y el desarrollo del comercio en la zona. 43 Mañío define tres especies podocarpaceas chilenas. Uno conocido como “mañío macho”, “mañío hojas punzantes” o también “pino amarillo”, nombre científico Podocarpus nubigenus. Otra especie conocida también como “mañio de hojas largas”, nombre científico Podocarpus salignus. Y una tercera especie conocida como “mañío hembra” o “mañío de hojas cortas”, nombre científico Saxegothaea conspicua (Flora de Chile). 44 Nombre usado para referirse a dos árboles nativos. Uno conocido también como Aceitunillo, “Palo Muerto”, “Tique”, o “Teque”, nombre científico Aextoxicon punctatum es al que se refiere nuestro informante. Y el otro, conocido como olivillo o frangel de nombre científico Kageneckia angustifolia, que crece más al norte de Chile (Flora de Chile). 45 Un “banco aserradero” estaba compuesto por un carro, una gran sierra circular y un locomóvil. 46 Máquina para fabricar unidades de madera más pequeñas. 47 Ulmo, conocido también como muermo, toz o voyencum, nombre científico Eucryphia cordifolia (Flora de Chile). 48 Jorge Inostroza en su novela “Pueblo de Techos Negros” (1970), ambientada en el pueblo de Coñaripe, a principios de los años sesenta, relata las condiciones de explotación que impusieron los intermediarios contra las comunidades mapuches del interior, en la compra de maderas. Para el caso de ese relato “durmientes” destinados a Ferrocarriles del Estado y a una empresa minera.. 46


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Alerce conocido también como lahuen o lahual, nombre científico Fitzroya cupressoides (Flora de Chile). 50 En una sociedad que incorporaba la producción y el consumo, lo que no producía la economía doméstica se denominaba ‘faltas’. 51 Denominación de sueldo mínimo usada en Chile a mediados del siglo XX. 52 Se refiere a la campaña presidencial de 1958 que enfrentó a Luis Bossay Leiva, Eduardo Frei Montalva, Salvador Allende Gossens, Jorge Alessandri Rodríguez y Antonio Zamorano Herrera. 53 El “linyera” o “andante” era un personaje común en el paisaje rural de Chile que recorría los campos, solo o en grupos, incluso con sus familias, buscando trabajos en labores agrícolas y forestales. Desconozco si desapareció o se transformó junto con los cambios económicos del país a partir de la segunda mitad del siglo XX. 54 A nuestro juicio, lo que constituye la capacidad fundamental de la Hacienda para resistir el impacto del capitalismo es la condición de doble articulación que desarrolla. La Hacienda se articula hacia adentro con el mundo señorial y hacia afuera con el mundo capitalista. El eje de esta doble articulación era el dueño de la hacienda, el "patrón", desde un punto de vista capitalista el único trabajador, pues sus relaciones económicas estaban monetizadas. La Hacienda se conecta con un precario mercado interno y con el modelo exportador. Hacia el interior, las relaciones económicas no están monetizadas, sino que están mediadas por vínculos de dependencia. 55 Frente a los despidos considerados injustificados, las reacciones eran individuales. Don Luis C. nos comenta una costumbre, al parecer extendida: “Dejaban un ‘recuerdo’,…clavos muy grandes enterrados en árboles o troncos ya derribados, para dañar la sierra del aserradero…”. Los movimientos de resistencia o protesta, aparecen en la década del sesenta asociados a coyunturas nacionales. Nos referimos a las “tomas” de tierras, relacionadas con la Reforma Agraria.

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