Asistencia al enfermo mental

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EL AUXILIAR PSIGUIATRIO EN LA ASISTENCIA DEL ENFERMO MENTAL El tema del que vamos a hablar lo he considerado como muy interesante, máxime en estos tiempos de valoración y superación de las profesiones de trabajo y que de lo que se trata, ya que nos interesa valorar la importancia de nuestra misión de Auxiliares Psquiátricos. A.P.S. En esta Clínica Mental se han venido celebrando unos Cursos sobre Problemas Psiquiátricos durante veinte años, con varios temas a cual más Interesantes, y de esos cursos se aprendieron muchas cosas y de esas cosas me salió este tema, pero antes de entrar de lleno en la exposición del tema y como para ir ambietándonos en el mismo, permítanme que haga un pequeño bosquejo histórico de como se ha desarrollado la asistencia del enfermo mental y de su evolución a través de los siglos. Ya en los remotos tiempos de la antigua Grecia segun vemos por los comentarios de las historiadores en los que han dejado constancia en sus escritos de la forma en que eran tratados los afectados por la enfermedad mental, ya que ésta era considerada como una enfermedad maligna o diabólica, por las reacciones que observaban en algunos; y como las gentes en general se sentían influidas por los espíritus, fué motivo para que a todas las personas que veían afectadas del psiquis, fueran inmediatamente separadas de la sociedad y de la convivencia humana, arrancadas de sus hogares, siendo trasladadas a islas remotas de donde no se podía salir, o bien llevadas a parajes inaccesibles, de donde era muy difícil escapar, en estas condiciones, ellas soportaban su nueva situación, aunque de mala manera; vivían sin casi medios humanos de vida, comiendo hierbas, raíces vegetales y alguna otra cosa de lo que podían recoger en esas parajes en donde vivían, refugiándose por las noches en las cavernas o covachas que les servían de albergue o sea que les daban un trato idéntico el que se daba a los leprosos y que sucumbían al fin, abandonados y en la mayor miseria. Luego vinieron los romanos, los cuales a pesar de haber conquistado y dominado gran parte del mundo conocido en aquel tiempo, conocidas los usos y costumbres de todos esos pueblos y lo que esos pueblos hacían con sus enfermos mentales, lejos de seguir el mismo ejemplo de ellos, fueron los primeros en considerar más humanamente a la enfermedad mental y como tal, fueron tratando a estos enfermos con plantas y hierbas medicinales, pero por otra parte se publicaron leyes y decretos, prohibiendo a toda persona afectada por cualquier enfermedad mental ya fueran aquejados de ataques epiléptico, o con convulsiones, pudiera ejercer ningún cargo público, ya que estos enfermos por la espectacularidad de las convulsiones, eran consideradas como “posesos”, y no como verdaderos enfermos mentales. A pesar de que siempre que se inicia algo bueno, se confía en prosperar, esta manera de actuar de los romanos, no fué debidamente secundada, ya que a medida que pasaban los tiempos, este asistencia fué decayendo hasta el punto que llegó a olvidarse y al llegar la Edad Media fué peor, ya que las corrientes supersticiosas que dominaban entonces hizo creer a las gentes que toda anomalía o anormalidad, era maligna, envolviendo a la enfermedad con el manto de la superstición y que los que sufrían de alguna enfermedad mental era debido a que del interior de sus cuerpos se


habían apoderado los espiritas malignos, por lo que se les, perseguía y castigaba, eran torturados, con el solo fin de arrancarles confesiones falsas, pero que eran deseadas por sus acusadores, confesiones que los enfermos sugestionados por las pócimas que les daban, confesaban plenamente y con facilidad, siendo por ello condenados severisímamente. De esta forma murieron miles de personas por el solo hecho de ser enfermos mentales, unos por histéricos, otros a los que se les acusaba de brujos, herejes, poseídos del demonio, etc. No obstante a principios del siglo XV, más concretamente en el año de 1410, un fraile mercedario llamado Juan Jofré, compadecido de los dementes u orates como entonces se les llamaba y que vagaban sin rumbo fijo por las calles de Valencia, creó los cimientos de la obra de redención y asistencia del enfermo, fundando un hospital, que se cree ser el primero en su género y en donde eran acogidos todos los que se recogían por las calles de la ciudad. Poco más de un siglo después, o sea concretamente en l538, surgió un gran Paladín de una nueva asistencia de los enfermos en general y en particular de los mentales, este fué el gran santo español-portugués Juan Ciudad más conocido por Juan de Dios, el cual se hizo pasar por un loco, ya que quiso saber como estas eran tratados, a fin de sacar sus conclusiones para el fin que pretendía y para ello se hizo conducir el hospital de Granada. Al salir del hospital se dedicó al cuidado de los enfermos, fundando para ello una Orden Religiosa que lleva su nombre y con el único fin de cuidar enfermos en especial a los mentales. Dió normas nuevas para el trato y cuidado de estos enfermos: paciencia, comprensión, cierta tolerancia, cariño y amistad, puntos básicos en la asistencia al enfermo mental y que él incorporó en sus ideas y fueron los principios que trató de inculcar a sus discípulos y que estos han ido cumpliendo hasta el punto que los prototipos de le asistencia a los mentales; de sobra son conocidos los grandes establecimientos asistenciales que han ido levantando en los cinco continentes. La idea de estos grandes hombres era la de que teniendo a los enfermos recogidos en los hospitales los iban liberando de los incontables sufrimientos que la vida exterior les proporcionaba. Más estas ideas tan generosas o más bien este espíritu cristiano en la asistencia sanitaria quisieran inculcar de un modo general, no fueron del todo bien aprovechadas, ya que estos buenos propósitos fueron paulatinamente degenerándose hasta el punto de que incluso en el interior de los establecimientos asistenciales, los dementes acogidos en ellos no sufrían menos torturas que en el exterior. Para dominar sus excitaciones y extravagancias, no se hallaba mejor medio que el de encerrarles en jaulas, sujetándolos con cadenas, golpeándolos con vergajos. En esta situación se llegó muy lejos, ya que se dio el caso de que en las fiestas populares lo que más llamaba la atención era la extraordinaria concurrencia de gente que iba al recinto ferial y previo pago de unas monedas se acercaban a unas jaulas que previamente se habían llevado allí, y en ellas se exhibían a los dementes en especial a los que por sus características especiales podían llamar más la atención.


En esto llegamos a finales del siglo XVIII, en el que aparece otro personaje que es el que sentó las bases por las que se rige la asistencia psiquiátrica actual, este personaje es el Dr Felipe Pinel, médico profesor de física médica, posteriormente fué catedrático de Patología interne; dedicado luego a estudiar las enfermedades mentales, quizás impresionado de las exhibiciones de las jaulas de enfermos, operó una verdadera revolución, al substituir las violencias y malos tratos que recibían por un razonable y humanitario tratamiento, en 1793 se le nombró director del hospital de Bicêtre y en un acto simbólico celebrado en París en 1795, quitó las cadenas que oprimían a los enfermos, humanizó la asistencia y le dio un trato y respeto que hasta entonces habían carecido. Pero si grande fué la obra del Dr Pinel, no es menos cierto que en parte y muy importante se lo debió a su auxiliar “enfermero” Pussin, que fué su más fiel y seguro colaborador. Pinel como médico pasaba unos momentos con los enfermos, mientras que Pussin pasaba todo el día con ellos. Lo que é1 veía, oía, conocía, intuía, en fin todo lo que observaba en ellos, se lo anotaba en amplios informes, que después él facilitaba cuando el Dr. Pinel acudía a la consulta con los enfermos y que una vez visto los informes dados por Pussin, el doctor obraba en consecuencia. Si no hubiera sido por su fiel ayudante Pussin, difícilmente le hubiera sido al Dr. Pinel hacer la obra que hizo, ni menos, el éxito en la empresa y pasado a la posteridad con esa celebridad que se le ha dado. Por lo tanto, el ejercicio de esta profesión de Auxiliar Psiquiátrico es muy importante tal como hemos visto en estos relatos históricos en los que hemos visto que han destacado como verdaderos Auxiliares Psiquiátricos, un Juan Jofré en Valencia, un Juan de Dios en Granada, un Pussin en Paris y otros anónimos que no registra la historia; pero hemos de reconocer que en los tiempos actuales en que de por si la vida vertiginosa que llevamos es mucho más importante que en aquellos tiempos. Por lo visto, el Auxiliar Psiquiátrico ha de ser el principal colaborador del médico, ya que su permanencia constante durante horas y horas entre los enfermos, bien sea en los tratamientos indicados por él, ya sean psíquicos o somáticos, ora conversando con ellos, o bien, colaborando en sus juegos, trabajos, preocupaciones o simplemente observándoles y que le obligan a estar en constante contacto y atención con los enfermos. De este contacto nace una cierta relación entre ambos y que bien aprovechado redundará en beneficio del enfermo y tanto más en cuanto que esta sea más completa, ya que de su confianza para con el Auxiliar Psiquiátrico, depende el que se obtenga un conocimiento mejor y más completo de la enfermedad que afecta al enfermo y el Auxiliar Psiquiátrico podrá informar ampliamente al médico. Debido a la importancia de la misión que tiene encomendada el Auxiliar Psiquiátrico entre los enfermos, es necesario que el que escoja esta profesión, se halle en posesión de unas cualidades, actitudes, conocimientos, estudios, condiciones, cariño, comprensión, amistad y confianza, que demostrarán que pueda cumplir su misión con gran competencia, pues como dice el Dr. Sarró: “Sin un personal Auxiliar superiormente capacitado, no es posible una asistencia psiquiátrica eficiente”


Este conjunto de factores todos unidos, junto con una verdadera vocación de asistencia a enfermos, darán a su personalidad el carácter y rango que corresponde a la personalidad del Auxiliar Psiquiátrico. Un enfermo mental es una persona que por causas imprevistas tiene sus facultades mentales perturbadas, ya sea de una manera temporal o bien definitivamente, y al que hemos de considerarlo como a un prójimo necesitado que espera algo de nosotros ya que ha sido internado en contra de su voluntad, aunque a veces se da el caso de que el ingreso es de forma voluntaria, pero a pesar de todo, ellos esperan de nosotros, comprensión a sus problemas y por lo tanto nos vemos precisados además de cuidarlo, a ayudarlo con todos los medios que tengamos a nuestro alcance para conseguir de él una mejoría o bien una curación de su enfermedad o "como vulgarmente se dice: ponerle un parche”. El enfermo cuando ingresa en la Clínica se encuentra solo, aislado y como fuera de sitio, pero en su interior piensa en muchos porqués... no comprende el porqué de su internamiento, de su separación de la familia, de sus amigos, de sus compañeros, del trabajo, de la privación de libertad, y que al propio tiempo, se le obliga a entrar en una vida disciplinada, pero que él cree que es disciplinaria, a veces protesta y si obedece lo hace a regañadientes. De siempre se ha dicho que el enfermo mental es un estorbo para la Sociedad, y que ésta lo considera como un ser peligroso para la comunidad y por lo tanto le obliga a que se le interne en un establecimiento asistencial mientras dure su enfermedad. Más lamentable es aún lo que pasa con la Seguridad Social con los enfermos mentales, ya que mientras estos han estado trabajando, han ido pagando sus seguros sociales y que en cuanto se le ha diagnosticado que padece enfermedad mental la Seguridad Social rompe toda relación con el enfermo, y se desentiende de él, alegando que su enfermedad no es rentable. Queremos a nuestros enfermos y por eso es nuestro deseo el hacer algo para que se olviden de sus problemas y si queremos hacer algo más en su beneficio, es necesario inspirarles confianza, comprensión, volcarse en amistad con el enfermo, llegar a sensibilizarnos con él en ese estado, y compensarle de alguna manera, haciéndole comprender la situación de reclusión a la que se ve forzado. Hacia el exterior nos podemos encontrar con alguna situación negativa a nuestro criterio, ya que si se da el caso de que el enfermo una vez mejorado o con motivo de fiestas tradicionales, se le da un permiso, vemos que la familia no está de acuerdo, o si se le cita en la Clínica no acude, o bien si lo acepta, pero espera de nosotros unas seguridades que no les podemos dar porque es un asunto del médico, entonces los aceptan con recelo, por no decir que en algunos casos, les tienen miedo por lo que pudo haber hecho antes de su internamiento. En estos días hemos tenido un ejemplo de lo que vamos diciendo: Sabido es que en la sección de alcohólicos tienen reuniones varias y algunos días esas


reuniones es con la presencia de los familiares y se dio el caso de que un enfermo casado en esa reunión con los familiares estaba acompañado de su esposa y se trataron de los que iban a salir los siete días de Semana Santa y Pascua; la esposa de este enfermo se enteró del permiso que le daban a su marido y no se presentó a buscarlo, y como llegó el día de Pascua a verlo se la obligó a que se lo llevara hasta el final del permiso, cosa que tuvo que hacer aunque a disgusto. De casos como este hay muchos y pueden venir despues los problemas. Por eso, para estar al corriente del estado del enfermo en cada momento, es necesario el que exista un cuerpo especializado en la asistencia psiquiátrica y este es el “Auxiliar Psiquiátrico”. Este ha de ser el principal colaborador del médico, ya que su permanencia constante y durante horas entre los enfermos, bien sea en los tratamientos indicados por el médico, ora sea conversando con ellos o colaborando en sus juegos, trabajos, preocupaciones, o simplemente observándoles, ya que ello le obligan a estar en constante contacto y atención con los enfermos. De este contacto nace una relación entre ambos y que debidamente aprovechado redundará en beneficio del enfermo y por lo tanto esta relación será más completa en cuanto la confianza que el enfermo tenga para con el Auxiliar Psiquiátrico, por lo cual depende el que se obtenga un conocimiento mejor y más completo de la enfermedad que afecta enfermo y por su parte el “Auxiliar Psiquiátrico” podrá informar ampliamente al médico. Debido a la importancia de la misión que tiene encomendada el Auxiliar Psiquiátrico entre los enfermos mentales, es muy necesario que el que escoja esta profesión se halle en posesión de unas cualidades, actitudes, conocimientos, y tenga cariño, comprensión, amistad, y confianza, que demostrarán el que pueda cumplir su misión con gran competencia, pues como dice el Dr Sarró: “Sin un personal Auxiliar superiormente capacitado, no es posible una asistencia psiquiátrica eficiente”. Este conjunto de factores todos Unidas, junto con una verdadera vocación de asistencia a enfermos, darán a su Personalidad, el carácter y rango que corresponde a la personalidad del Auxiliar Psiquiátrico. En cuanto a soluciones tendría que haber un cambio general de nuestra sociedad, y por nuestra parte no depende todo de nosotros sino más bien la Ciencia Médica, y más bien la Dirección Facultativa de la Clínica.


ENFERMO - es una persona que por causas imprevistas se ve afectado por una inadaptación en la sociedad en que vive y que esta lo rechaza. Cuando la Sociedad reconozca que la locura es una enfermedad como otras, quizás llegue ésta a considerarlo como un ser que ha tenido injustamente marginado a través de los siglos. CONGRESO DE E. P. - La causa de celebrar este Congreso parte de que en primer Congreso se acordó que el segundo se celebrara en Clínica Mental de Santa Coloma de Gramenet y por importancia de los temas que se vieron entonces, nosotros hemos acogido con sumo interés continuar.

el la la lo

FINES DEL CONGRESO-- Los fines que deseamos que salgan de este Congreso, podemos considerarlos en tres fases: 1º.

Si en el primer Congreso que se celebró en Santiago de Compostela en el transcurso del mismo se llegaron a conocer por primera vez en España, los grandes problemas que existían en la asistencia a enfermos mentales, en este segundo Congreso trataremos de ir estudiando unas mejoras en estos problemas.

2º.

Que el personal que se dedica a cuidar a estos enfermos ya no es el clásico loquero, ni siquiera el cuidador que señalan las reglamentaciones laborales que dicen “Cuidador es la persona que sin ninguna clase de estudios se dedican en los Sanatorios Psiquiátricos al cuidado de esta clase de enfermos” sino que el Auxiliar Psiquiátrico es una persona mucho más capacitada de lo que muchos creen, ya que por sus estudios, la asistencia a los cursos que se van dando salen mas completos y hasta la OMS. reconoce la importancia del Auxiliar Psiquiátrico, y dice que sin un A. P. superiormente capacitado no puede haber una asistencia eficaz.

3º.

Que ya que se ve la importancia que tiene la persona que se dedica a la asistencia a enfermos mentales, deseamos que llegue a estructurarse por parte de la Administración los estudios pertinentes para la obtención del título profesional y reconocido por la Facultad correspondiente.


LA PROFESION DEL ENFERMERO PSIQUIATRICO Este es un tema de la más interesante, porque la asistencia a los enfermos mentales se considera hoy en día como de la mayor trascendencia por diversos motivos, máxime en estos tiempos de revalorización y superación de todas las profesiones de trabajo y nos corresponde a nosotros el querer estudiar la importancia de nuestra profesión de Auxiliar Psiquiátrico. Por otra parte tenemos que considerar que por lo que vemos, parece existir una cierta animosidad en contra de nuestra profesión, ¿por parte de quien? ....¿y porqué?.... Parece ser que se nos quiere rebajar de categoría profesional dándonos otro nombre como para justificar este descenso, o sea que de Enfermero Psiquiátrico hemos pasado al de Auxiliar Psiquiátrico y ahora se hable de Cuidador Psiquiátrico. Pero veamos como se ha ido transformando esta calificación. Por una Orden Ministerial de 16 de mayo de 1932 publicada en la Gaceta Oficial de 17 de mayo del mismo año, se crea la profesión de “Enfermero Psiquiátrico”, y se asigna este titulo al personal que desempeña el trabajo de asistencia de los enfermos en los establecimientos Psiquiátricos, tanto oficiales como privados. Por ahí vemos que puede estar nuestro verdadero titulo. De acuerdo con las normas emanadas de la “Organización Mundial de la Salud”, en las que se hace referencia a la asistencia de la salud mental, dice: “Enfermero es la persona que presta sus servicios en la enfermería”, mientras que el “Auxiliar, presta un servicio determinado”, o sea que se dedica a una función limitada de enfermeria, pero el papel del Auxiliar Psiquiátrico es mucho más importante, ya que realiza una función más completa que aúna en su persona la responsabilidad del uno y la limitación del otro, por lo tanto el Auxiliar Psiquiátrico es la persona ideal para el servicio de la Enfermeria Psiquiátrica". En 1936 se hace una nueva convocatoria de exámenes para la obtención del título, pero no llegaron a efectuarse por el estallido de nuestra guerra. Y cuando en 1967 nos pusimos en contacto con el Patronato Nacional de Asistencia Psiquiátrica ( P.A.N.A.P.) en vista a conseguir el título nos dijeron que lo podíamos solicitar pero que la denominación del Diploma ya no era de Enfermero Psiquiátrico sino la de Auxiliar Psiquiátrico, y según vemos la O.M.S nos clasifica como tal, pero muy bien considerados. A continuación voy a relatar la qu e fué la historia de la asistencia de los enfermos a través de los tiempos y su parangón con la personalidad del Auxiliar Psiquiátrico. Ya en los remotos tiempos de la antigua Grecia, según vemos por los comentarios de los historiadores en los qu e dejan constancia en sus escritos de la forma en que eran tratados los afectados por la enfermedad mental, ya que esta era considerada como una enfermedad maligna o diabólica, por las reacciones que observaban en algunos, y como las gentes en general se


sentían influidas por los espíritus, fué motivo para que a todas las personas que veían afectadas d e l psíquis, fueran inmediatamente separadas de la sociedad y de la convivencia humana, arrancadas de sus hogares, siendo trasladadas a islas remotas, de donde no se podía salir, o bien eran llevados a parajes inaccesibles, de donde era muy difícil la salida, y en estas condiciones, ellas soportaban su nueva situación, aunque de mala manera; vivían sin casi medios humanos de vida, comiendo hierbas, raíces vegetales u otra cosa de lo que podían recoger en esos parajes en donde vivían, refugiándose por las noches en las cavernas o covachas que les servían de albergue o sea que se les daba un trato identico al que se daba a los leprosos y que sucumbían al fin abandonados y en la mayor miseria. Luego vinieron los romanos, los cuales a pesar de haber conquistado y dominado gran parte del mundo conocido en aquellos tiempos, y de haber conocido los usos y costumbres de todos esos pueblos y ver lo que esos pueblos hacia con sus enfermos de la mente, lejos de seguir el mismo ejemplo de ellos, fueron los primeros en considerar más humanamente a la enfermedad mental y como tal, fueron tratando a estos enfermos con plantas y hierbas medicinales, pero por otra parte se publicaron leyes y decretos, prohibiendo a toda persona afectada por cualquier enfermedad mental, ya fueran aquejados de, epilepsia o que tuvieran convulsiones, pudiera ejercer ningún cargo público, ya que estos enfermos por la espectacularidad de las convulsiones eran considerados como “posesos”, y no como verdaderos enfermos mentales y todos los afectados del psiquis, a pesar de que los trataban, los consideraban peligrosos para la vida civil de la sociedad. Pero para nuestra consideración, fué a principios del siglo XV cuando apareció el primer hombre que se conoce, que se dedicó el cuidado de los dementes. este hombre fué un fraile mercedario llamado Juan Jofré el cual compadecido de estos hombres que vagaban sin rumbo fijo por las calles, fundó un AsiloHosital para recogerlos y cuidarlos; por lo tanto él fue uno de los que echaron los cimientos de la obra de redención y asistencia de los enfermos. Posteriormente surgió, otra gran figura y que ya fué un eslabón más en la cadena de la asistencia al enfermo, estamos en el año 1538, en los que un hombre llamado Juan de Dios el cual fundó un hospital y una orden religiosa dedicada al cuidado de los enfermos y en particular los mentales. Dio normas nuevas para el trato y cuidado de los enfermos. Estas normas eran: paciencia, comprensión, respeto, cierta tolerancia, cariño y amistad, puntos básicos, para la persona que se dedique a cuidar enfermos mentales y estas normas las incorporo en sus estatutos y fueron los principios que inculcó a sus discípulos y que estos han ido cumpliendo de tal manera que a finales del siglo XVI, la Sociedad los consideró los prototipos de la asistencia a los enfermos mentales. Se conoce un hecho ocurrido en pleno siglo XVIII, que nos da a conocer la permanencia de los discípulos de Juan de Dios, en sus principios, el hecho es: En Sevilla hubo un hombre que se hallaba muy bien situado en la ciudad, el cual un bien día sufrió un ataque de enajenación mental, prorrumpiendo en gritos, insultando a las gentes, amenazándolas, las autoridades se vieron en la


necesidad de detenerlo como pudieron, le cargaron de cadenas unidas a grandes pesos para inmovilizarlo y lo encerraron en una casa a modo de cárcel, con una puerta de rejas con los barrotes muy gordos, y así la gente lo veía desde la calle. Unos se mofaban de él, otros le tiraban piedras a través de los barrotes. Esto llegó a oídos del hospital de Sevilla. El superior llamó a sus compañeros y les dijo: “Hermanos me he enterado de un hecho ocurrido en la ciudad, vayamos a verlo, una vez visto se volvieron el hospital, y estando reunidos, el superior dijo, mañana iremos a pedir al Alcaide de la ciudad, autorización para hacernos cargo de ese hombre que no es más que un enfermo de la mente y a nosotros nos corresponde el cuidarle y sanarle. Al día siguiente fué el superior a pedir a las Autoridades para permitirle hacerse cargo del dicho hombre, les razonó y les convenció, y se lo dieron, las mismas autoridades le acompañaron a la cárcel, una vez allí el fraile pidió que le soltaran las cadenas, los guardianes tenían miedo y se resistían, pero tanto insistió que lo soltaron, y cual no fue su asombro cuando vieron el fraile y al preso hablando pacificamente entre si y máximo cuando lo vieron salir de la cárcel detras del fraile como si fuera un corderito y dirigirse hacia el hospital. Allí estuvo unos tres años al cabo de los cuales salió curado de su enajenación, reintegrándose a la Sociedad. Este hecho conmovió a toda Sevilla, hasta el punto de pedir los sevillanos pidieran a la corte que los religiosos de S. Juan de Dios se cuidasen de los enfermos mentales. Esta información que considero veridica, proviene del libro de anales de dicha orden registrada por su cronista oficial. P. Luciano del Pozo. Y este hecho les dio un gran afecto por parte de la Sociedad y les facilitó el extenderse por toda España y para finales del siglo XX han conseguido levantar grandes establecimientos asistenciales en los cinco continentes. La idea de estos hombres (verdaderos Auxiliares Psiquiátricos) era la de que teniendo a los enfermos recogidos en los hospitales, irlos liberando de los sufrimientos que la vida exterior les proporcionaba y que estando recogidos en el hospital estaban bien cuidados y asistidos. Mas estas ideas tan generosas o más bien, este espíritu cristiano en la asistencia sanitaria que quisieron inculcar, cayeron en seco roto, ya que solo se asistía dentro de los nosocomios, fuera de ellos no tenían ningún cuidado. Para dominar sus excitaciones y extravagancias, no se les ocurrió otro medio que el de encerrarlos en jaulas, sujetándolos con cadenas, golpeándolos con vergajos. Con referencia a las jaulas tenemos en España un Decreto Real de 1833, que reconoce la existencia de las mismas, dice: “Expone la conveniencia de establecer con caudales de fundaciones piadosas, los que llama Asilos para dementes en que se les aloje, y la Humanidad se estremece al considerar cómo


se desempeña esta alta obligación, y dice a continuación: “Jaulas inmundas y tratamientos crueles aumentan aún más la perturbación mental en personas que, con un poco de esfuerzo, podría devolvérseles la razón y reintegrarles a sus hogares." En esto llegamos a finales del siglo XVII, en el que aparece otro personaje que es el que sentó las bases por las que empezó la asistencia psiquiátrica a perfeccionarse, este personaje es el Dr Felipe Pinel, médico profesor de física médica, posteriormente fué catedrático de Patología interna, dedicado luego a estudiar las enfermedades mentales, quizás impresionado de las exhibiciones de las jaulas de enfermos, operó una verdadera revolución el substituir las violencias y malos tratos que recibían por un razonable y humanitario tratamiento, en 1793 se le nombró Director del Hospital de Bicêtre y ya en contacto con ellos, en un acto celebrado en París en 1795, simbólicamente quitó las cadenas que oprimían a los enfermos, humanizó la asistencia y les dio un trato y respeto que hasta entonces habían carecido.


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