3.- Agosto 2012

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Cáceres

Nº 3

FUNAMBULISTA Revista de la Asociación Juvenil y Cultural

« Campus Artis »

1

ISSN: 2254-6766

1 de Agosto de 2012


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Funambulista

Campus Artis

FUNAMBULISTA

Número

Revista de la Asociación Juvenil Campus Artis

3

Agosto 2012


Funambulista

FUNAMBULISTA REVISTA DE LA ASOCIACIÓN JUVENIL Y CULTURAL CAMPUS ARTIS

Director: Javier Sánchez Clemente

Coordinador:….. Diseño Gráfico Ilustración Director: señas Issn Javier Sánchez Clemente etc

Editores: Mikel Abad Méndez José Alberto Andújar Espinosa Cristian Holgado Ávila Chiara Francesca Pepe

Imagen de portada: Javier Sánchez Clemente

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Alejandro Rey Expósito Coordinador:….. Diseño Gráfico Ilustración señas Issn Contacto: etc campusartis@gmail.com www.CampusArtis.tk

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Número

ÍNDICE

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Agosto 2012

1.- Funambulista. // Pág. 5 Director 2.- Poemas // Pág. 9 Alicia Casares Lázaro y Alejandro Rey Expósito (Ilustraciones) 3.- Existencia de un poeta “parte II” // Pág. 17 Manuel Holgado Ávila, Escritor 4.- Noches sin boli ni papel // Pág. 24 Javier Morales Lozano, Escritor 5.- La expulsión // Pág. 31 Saulo de Tarso

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6.- «Aproximaciones I» en la Fundación Helga de Alvear // Pág. 36 Javier Sánchez Clemente, Licenciado en Historia del Arte


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Javier Sรกnchez Clemente

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Javier Sánchez Clemente Director

Funambulista 3… parecía difícil llegar tan lejos, especialmente ante la gran oposición del calor estival que nos oprime. Nuevamente quiero mirar atrás para animar a nuevos lectores a recuperar el segundo número si no lo conocieran. Con respecto al primero, fueron muchos los que repitieron en el segundo. Uno de ellos fui yo mismo. En Una asociación y una revista juveniles expuse las motivaciones que nos han llevado a asociarnos y a publicar una revista en línea de manera más concreta que en la introducción del primer número. Otros veteranos fueron Cristian Holgado Ávila, Mikel Abad Méndez y Chiara Franscesca Pepe. El primero de ellos reflexionó sobre el cambio ocasionado por las técnicas de la información sobre la recepción estética. Su desilusión ante ciertas obras cimeras de la historia del arte en comparación con sus reproducciones técnicas le llevó a defender que la copia había llegado a suplantar la realidad. Por su parte, Mikel Abad Méndez analizó el tipo de experiencia estética que se vive bajo el efecto de la música, rechazando la distinción entre una supuesta esfera culta dentro del arte y otra baja (la música pop). Por último, Chiara Francesca Pepe nos regaló un ensayo cuestionando el relato bíblico de Babel, en el que la soberbia humana era castigada con la pluralidad lingüística. Para ella, italiana afincada en España, como para mí y cualquiera que haya

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llegado a desenvolverse en más de una lengua, resulta toda una delicia la variedad lingüística. Además de enlazar con el internacionalismo del que se hacía gala en estas mismas páginas en el número anterior, el ensayo de


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Chiara resulta significativo, incluso profético, por la importancia que las migraciones a otros países y lenguas va a adquirir para la juventud a partir de ahora. Asimismo, Chiara fue la responsable de la imagen de la portada. Como en el número inaugural, se trataba de una reinterpretación de la figura del funámbulo. En cualquier caso, estos tres colaboradores se han dado temporalmente de baja en este tercer número, pero esperamos futuras altas a partir del próximo. También probaron algunos novatos. Dos de los nuevos colaboradores procedían del campo estrictamente literario. Así, Manuel Holgado Ávila se ha adelantado como nuestra primera voz lírica. En sus tres poemas se entremezclaban la expresión del sentimiento amoroso y la proyección de éste sobre la naturaleza. Para este número tenemos que celebrar su conversión a la veteranía. José Sánchez Rincón rindió homenaje al premio Nobel norteamericano William Faulkner recreando el ambiente de violencia, rencor y problemas familiares de sus relatos sureños en un ejercicio literario que partía de una narración previa de este autor, titulada Humo. Finalmente, contamos de nuevo con la generosa colaboración de un artista plástico: Mario Rodríguez. Mater Misericordiae, título colectivo de su proyecto, podría muy bien entenderse dentro de la inspiración humanista que anima esta publicación. Se trataba de un esfuerzo antiestético por desenmascarar el supuesto carácter siempre positivo de nuestro imaginario recibido. Lo importante, por tanto, es que el ser humano llegue a ser una persona independiente, con criterio propio, autónomo, capaz de oponerse a esas imágenes heredadas. Lo dado y convencional equivale a lo muerto y caduco. Al contemplar artísticamente el lado negativo de uno de los iconos femeninos más importantes de la cultura visual occidental, el de la madre en su vertiente cristiana de la Virgen, uno recordaba aquellas

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gigantescas arañas de Louise Bourgeois, una de las cuales pude contemplar con el propio Mario en el Museo Guggenheim Bilbao. La madre, eterno símbolo del amor, aparece en ambos artistas como aquel ser cuya protección llega a coaccionar, anular y destruir la individualidad personal.


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La literatura ha explorado también el mismo tema, como por ejemplo en la tragedia lorquiana La casa de Bernarda Alba. En cualquier caso, no aceptar lo dado sino afrontar la vida como una tarea creativa resulta sin duda ejemplar de nuestro talante humanista. Aparte de los míos y de Manuel Holgado Ávila, en este tercer número se podrá leer un nuevo texto de Javier Morales Lozano, autor que alcanza la veteranía como Manuel, y otro del escritor cubano Saulo de Tarso. Quiero destacar y agradecer muy especialmente este cuento porque continúa esa línea de favorecer las colaboraciones internacionales que nos ha caracterizado desde el principio. Además, nos resulta de lo más grato poder contar con una colaboración de un país iberoamericano. Si, como afirmaba Chiara, la diversidad de lenguas es un don, no lo es menos la posibilidad de escuchar otras realidades en tu propia lengua materna. Resulta todo un placer saborear los matices que añade el dialecto caribeño al español. La parte gráfica corre a cargo del secretario de nuestra Asociación, Alejandro Rey Expósito, quien no sólo nos ha hecho llegar una serie de ilustraciones para la obra lírica de la escritora Alicia Casares Lázaro, sino que también ha sido el responsable de la portada. Esta última poetisa nos honra al permitirnos acceder a un recinto que, como ella expresa en la introducción, era en origen íntimo y privado ¡Gracias a

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todos por sumar esfuerzos para que esta publicación salga adelante!


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Alicia Casares Lรกzaro Alejandro Rey Expรณsito

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Poemas


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Poemas

Alicia Casares Lázaro y Alejandro Rey Expósito (Ilustraciones) Escritora y Artista e Historiador del Arte

La inspiración a veces puede encontrarse en cualquier parte, desde una simple rosa hasta la mirada de una niña triste. La mayoría de las veces utilizaba la escritura como vía de escape. Cuando me sentía triste cogía un bolígrafo y un papel y comenzaba a escribir esperando encontrar las palabras que dieran sentido a mis sentimientos y mis sueños. Esa siempre ha sido la razón de escribir: plasmar mis sentimientos en algo, donde nadie pudiera verlo. En otras ocasiones tan sólo era una forma de desahogo o relajación. Después ya fue como una forma de entretenimiento, y en la etapa final escribía gracias a la aprobación que recibí de los demás y la alegría que me causaban sus palabras y las peticiones de estos escritos. Después cambié la poesía y pasé a escribir pequeños relatos donde también podía plasmar esos sentimientos y esos sueños que llenaban mi cabeza. Nunca imaginé que alguno de mis escritos fueran a formar parte de algo

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tan interesante, lo cual me llena de orgullo y alegría.


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ROSAL Rosal. Dueño y señor de la vida y la muerte de un ser tan inocente, como una flor. Tus ramas repletas de espinas que pinchan, y rasgan la piel del hombre, haciendo que sangre. Nacen tus hijas, las rosas, cuyos pétalos curan las heridas de mis manos y de mi marchito corazón, marchito por un amor. Un amor no tan lejano que aun pervive su dolor. Un dolor que quema más que el fuego del infierno. Mis lagrimas regaba ese rosal, muerto ya, pues guardo mis lagrimas por la alegría que una sola de sus rosas me da. Una rosa roja como mi corazón, una rosa dulce como sus besos,

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pero una rosa muerta como las palabras de un poeta.


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EL ESPEJO DE LOS SUEÑOS

Pasas horas sentada frente al espejo esperando ver el hermoso reflejo, de tu deseado futuro perfecto. Duermes tranquila, deseando ver el destino reflejado en un sueño. Lloras con la llegada del sol, pues interrumpe tu sueño y te impide ver el deseo. Cierras los ojos ante la duda. Miras al cielo y gritas, rasgas el cielo con tu alarido. Deseas morir, vivir con el ángel caído. Abres las alas al viento, e intentas volar. Caes al vacío. El miedo se apodera de tu cuerpo y mente. Cierras los ojos y gritas, de nuevo. Cerca estás de la muerte, pero la abandonas para seguir viva.

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Un bello ángel de luz te coge, te abraza entre sus brazos y te une a la vida.


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Lloras en sus hombros, limpia tus lágrimas, acaricia tu rostro, mira tus ojos, besa tus labios color carmín,

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rojo como el fuego de vuestra pasión.


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LA FARAONA DE LA MIRADA

Vestida de un cálido azul que embellece tu pálida piel. Hermosos ojos que dan nombre al cargo de tu ser: la faraona de la mirada. Ojos que matan al más divino ángel de la corte de los cielos que te vieron nacer. Pareces un ángel que ha venido a la tierra para cuidar al ser más perfecto. Lloras si sufre el ser que proteges. Proteges con tus manos, cuidas con tus labios, pero matas con tu dulce y fría mirada. Belleza virginal, bendita para amar. Pones a tus pies al mismo Lucifer. Matas el dolor con un beso, matas la oscuridad con una mirada,

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y matas el silencio con tu dulce voz.


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Manuel Holgado Ávila

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Existencia de un poeta “parte II”


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Existencia de un poeta “parte II”

Manuel Holgado Ávila Escritor Carrera del tiempo

¡Siento a la tristeza que solloza por no escuchar a la pena! Mientras, el sueño desvela sus ganas por vivir.

Viajante por veredas finas de hilo deja de buscar, que las musas juegan por capricho Y el áureo cielo no las puede calmar.

Vano día que de la noche se divierte,

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cuando las ansias del cuerpo beben de un licor que no emborracha, pero que al perderlo duele.


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ยกHasta luego muerte! que con tu sonrisa mis ojos no suelen verte.

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26 de mayo de 2006


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Aire que rompes la monotonía

Aire que rompes la monotonía siembra de sonidos la perfumada noche, alumbrada por las estrellas.

Sombras se dibujan entre los árboles, risas se entremezclan callando al silencio, miradas que observan al camino… todos esperan a la amable luna.

Ámbar de regocijo, panal de plata, claridad de todo destino, sentencia y calma.

¡Así eres tu, mi dulce alma!

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7 de Septiembre de 2006


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Huidizo tiempo para sombras

Huidizo tiempo para sombras, recorre la famélica esencia de la tierra, todo reflejado en las entrañas de su cuerpo maltratado.

Pena y sollozos, gritos desgarrados, aire raído, desolado, sonidos huecos de vacío.

¿Qué vida se muere para nacer?

Hastío, tristeza, brevedad… y el hombre ríe con todo porque cree en la libertad, esa orgullosa esperanza que

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nos habla al caminar.

¿ Y qué nos impulsa?


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Tal vez y solo, la soledad ciega amiga de la verdad.

¿ Y qué es la verdad?

Un Silencio, una llama, un cantar…

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30 de noviembre de 2006


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Anhelo el aire que susurra

Anhelo el aire que susurra silbante entre tus labios. Ansío ese candor en tus ojos cuando miras. Cautivo llora mi ser por no tener tu alma…. ¿Pero por qué sueño, sino escuchas mis palabras? Aire roto en su fatiga, lívida sombra de silencio, banal incertidumbre del tiempo… aroma de la mañana que grita. Te nombro, me pierdo… más cuando te tengo, ¿es tan raro el poder cogerte? que río, y mis recuerdos pasan…

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Todo esto, eres tú.

10 de marzo de 2007


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Javier Morales Lozano

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Noches sin boli ni papel


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Noches sin boli ni papel

Javier Morales Lozano Escritor

Introducción. Estos relatos breves se escribieron hace dos años, a finales de 2010, por periodo de un mes. Constan de seis capítulos, divididos así por hacer referencia a seis noches distintas aunque con un intento de nexo para dar coherencia (como así tuvieron en su momento) a la historia. Dicho esto, todo empieza al abrir los ojos…

I - El amanecer.

Desperté

otra

vez

y

perjuré

que

sería

la

definitiva.

Tras una noche loca, no había mayor placer que levantarse recibiendo una bocanada de aire fresca del nuevo día, esperando despertar mi ser que durante meses sangraba en lo más profundo de su corteza y anhelaba atisbos de renovación o quizás también de

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perdón.


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Me puse casi a ciegas la ropa de abrigo, ya que estaba siendo un invierno muy frío. Mi nuevo hogar no estaba siendo muy hospitalario con su nuevo huésped aunque poco a poco, pasados los sueños, volví a rememorar lo sucedido la anterior noche. A más tiempo que permanecía sin entretenerme, más pensaba

en

el

final

de

ese

capítulo.

Curiosamente, a medida que recordaba y recordaba, mi odio seguía aumentando. Es muy triste. ¿Cómo se puede ser así? -me pregunté-, si

sólo soy hombre de una sola mujer -repetí a

medida

que

pasaba

la

noche-.

Esto no va conmigo, tengo demasiado orgullo para ir a buscarlas. Ya estoy cansado, si quieren, que vengan ellas -maldije. Todavía algunas se pensaban que era gay, que debía ser más cerdo, o yo que sé qué. Quizás sea que no me interesaban lo suficiente. El tema de la noche. Proximidades de la Encina Terrona, Cáceres.

Y así fue toda esa noche, idas y venidas que no llegaron a ningún puerto, bien por mi indecisión alimentada por la desconfianza o bien porque merecía algo mejor. No quedaba otra opción que volver a casa, calentarse un vaso de leche con cacao y traerlo al ordenador mientras amanecía en el exterior con unas redes sociales a las que hacerles frente esperando degradar mis opiniones sobre las

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chicas.


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II – La espera: el camino del exceso.

Seguí mirando a la pantalla con el constante pensamiento de qué hacer, alternándose con el qué tuve que hacer anoche. Es uno de los momentos que más ansiedad genera, y en el que luchan por derrotarse la diversión y el desahogo, contra la responsabilidad. Divago, pienso, no paro de dar vueltas a la cabeza. "Soy un minotauro en un laberinto de falsedades" -dije-. No había manera de entender muchas de las cosas que pasaban últimamente. Sólo la experiencia podía llevarme a aclarar mis ideas, y probablemente la de las demás. El problema es que en esto yo no mando. Dejé llevarme un poco, y realicé un par de llamadas a ver quien estaba disponible para acompañarme en la vida, y ver que deparaba una nueva noche. Y así, conseguí reunirme con un par de amigos. La fiesta estaba asegurada pero, ¿hasta qué punto? Nunca tenía ganas. Seguía en mi habitación pasando el rato y a veces maldiciendo por qué habría quedado ya, con un nivel de apetencia por los suelos. Pero tenía que darle solución. Y es que supe, tras lo sucedido la noche anterior, que las cosas no saldrían de ninguna manera como esperaba cuanto más peliagudo, sensualmente hablando se ponía el asunto, más irascible me ponía. Era incomprensible. ¿Debería tirármelas como si fuesen trozos de mierda? No lo

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creo, aunque a ellas no les importe. ¿Debería ir en contra de mis "principios"? Eso nunca se sabe, pero mis "principios" (siempre con posibilidad de cambio), no me estaban llevando a ningún lado.


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Es una mierda esto de sentir, debería ser algo más cabrón pensé en alto -. Eran unas constantes idas y venidas de contradicciones e indecisiones. Entre dos tierras, como siempre. Y, de vez en cuando, entre más de dos y no tengo la llave. Tendré que buscarla fuera de mi habitación, de nuevo. Pero eso será otra

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¿Izquierda o derecha?

noche, a ver que tal se da. Ahora, seguiré esperando. El final está cerca. Iluso.


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III - La verdad está ahí fuera.

Acicalado se hallaba, disponiéndose a vivir una nueva noche de aventuras, desventuras, amoríos y guarrerías. Y es que supo, que tras las últimas noches, las posibilidades que existían se irían disipando a medida que el tiempo pasaba y pasaba sin que hiciese algo. - Pero es que no son diosas, dijo. - ¿A tan poco aspiro? ¿Tan poco me merezco? Concluyó. Ya en la noche, se encontraron frente a frente y su mirada ya expresaba cierta ansia de él. El problema era, es y será, la reciprocidad inexistente en estos temas, tan necesaria que sin ella pierdes la identidad. La mirada del chico, que denotaba cierta complicidad, nunca acabó de atravesar la coraza ajena. Poco después, sentenciaría diciendo que podía ser la indecisión, pues los últimos acontecimientos delatan que puede acercarse a una chica, con su razón pertinente, si ella se muestra receptiva. Pero claro, ni aun siendo Navidad, sucedería un milagro. Con la cabeza navegando entre los efectos del alcohol, la pereza y proeza de mantener un mínimo de conversación con alguien que no le acababa de interesar, fueron minando sus ganas de seguir viviendo una noche que no tenía lo que buscaba. O

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mejor dicho, no buscaba lo que tenía. Sabía que esto, lo más probable, es que no estuviese en una discoteca o pub. Pero por ahora, no hay más donde mirar, me


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decía. Quizás si ellas mirasen... yo iría, como un león que huele a victoria en su presa, pensó. Sin embargo, cuando todo parecía claro y su ego dispuesto a superar los retos, la otra persona “tiró la piedra y escondió la mano”,

aumentando

posibilitando

una

la

nueva

desconfianza reflexión

general nocturna,

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desgraciadamente, sucedía demasiado a menudo.

así algo

como que


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Saulo de Tarso

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La expulsi贸n


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La expulsión

Saulo de Tarso

LA EXPULSIÓN.

La profundidad nerviosa movía y emergía pesadas basuras por la playa. Los bancos de arenas se desmoronaban y dejaban precipicios que los microorganismos vivos y muertos subían de repente impregnados en un objeto cilíndrico, cuya masa sonaba como metal contra los caracoles y piedras, embarrado de algas. La marea subía y empujaba, entre el agua y la arena, los restos perdidos. El objeto iba y venía de un lado a otro por su forma. Rodaba sin pararse en un lugar. Brincaba porque no se dejaba dominar después de varios siglos tragado por las arenas. Volvía a emerger por la corriente que quería echarlo fuera de su hábitat. Silbaba por los choques con otros desechos antiquísimos. Daba vueltas y se postraba, hasta que varias olas lo impulsaron hacia la orilla. Giraba y brillaba el cobre. Las puntas de las olas tendidas no lo rozaban, mientras el viento le hacía remolinear por

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la superficie arenosa. Aún sin brisa se movía. Quedaba tranquilo, pero a medida que el sol se encaramaba, un fulgor encandilaba la vista de dos pescadores.


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De lejos parecía un pez, de cabeza y cola, mutilado. Tenía la aproximación a una obra de arte. Los pescadores, después de amarrar el bote al muelle, se sintieron atraídos por el objeto. La pesca fue mezquina, pero uno de ellos lo vio y lo encestó junto a los pescados. El otro no le hizo caso y le criticó la carga inútil. Caminaron hacia el poblado, uno resignado, el otro esperanzado. Cada quien se desvió en pos de su hogar. El de la pesada carga comenzó a imaginarse el contenido del objeto, las manos no se unían al asirlo y la longitud no superaba media braza. En casa repartió la pesca con la familia y se llevó en la jaba el objeto. En el patio lo sacó y observó un sudor ferroso que espiraba. Buscó instrumentos para deformar la estructura. Le asestó golpazos hasta dejarle chichones y abolladuras. Lo agitó con brusquedad y esta vez desde la

“barriga”

parecían brincar

monedas o joyas. Imaginó la más ambiciosa fantasía. Pero extenuado por el hambre, postergó la manera en que haría vomitar la entraña del objeto. Por la noche, después de la cena, miró al hallazgo que le refulgía una sombra extraña. Un gaseoso olor le hizo toser y lo ocultó en el cuarto de desahogo. Al despertarse recordó un sueño donde, por la tarde, un galeón español había encallado en los farallones y en la orilla distinguió a mujeres y hombres harapientos, contó a varios niños, y varios cuerpos inflados que las olas reventaban contra los dientes de perros, volvían a restregarlos y un color marrón teñía los alrededores; pero vio más: unos negros con taparrabos saltaban y

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gritaban alrededor de los blancos, mientras un negro vestido oraba mediante convulsiones arrítmicas en el mismo lugar donde encontraron el objeto cilíndrico.


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Fue hasta la playa y notó que había pescados reventados. Pensó en la contaminación del agua o que habría un tesoro en los bancos de arenas. Varios días repitió la inspección, pero no emergió nada. Habló con un biólogo marino y le explicó que cualquier hallazgo

que

se

descubriera,

pertenecía

al

patrimonio

nacional porque estaba en la plataforma insular del país. Que si era de valor histórico tenía que devolverlo. Dejó de pescar. Día y noche pensaba en el objeto. Esperaba con inteligencia operarle el vientre. Consiguió una sierra. Pero los dientes del disco se le partían al más leve contacto con la piel de cobre. El motor no tenía potencia. Las huellas de los intentos por penetrarlo se pronunciaban más; sin embargo, el sonido a monedas seguía tintineando desde dentro. Buscó un berbiquí y observó que la punta del barreno echaba un humillo y desplegaba un olor a quemado. No podía penetrar el objeto. No había forma. Seguía con los deseos. La reserva del encuentro del hallazgo la mantenía con cautela. En cualquier instante podían decomisarle el regalo del mar. Desilusionado porque todavía no había abierto el objeto misterioso, decidió esconderlo quién sabe hasta que día. Pasaron años sin que no supiera el secreto. El hijo mayor iba a casarse. El pueblo lo esperaba en la calle. Adentro él terminaba de ajustarse la corbata. La novia estaba sentada en el auto junto con el padre. El objeto todavía brillaba con las abolladuras y

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chichones. El joven lo abrazó con las manos. Lo colocó encima de las piernas, cuyos extremos sobresalían. Alzó el martillo que hizo una curva en el aire. Cayó encima del objeto el peso exacto, el


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golpe definitivo... La detonación rajó las paredes como un movimiento telúrico. El amigo vio expulsar fragmentos chispeantes que le vaciaron un ojo. Con uno, y ensangrentado, observó que recogían sesenta y cinco libras de carne de ciento setenta del joven. Recordó el mediodía que pasaron por la playa y a su compañero que cargó el objeto cilíndrico sin desconfiar de la devolución del

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mar “atorado con parásitos en los intestinos”.


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Javier Sánchez Clemente

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«Aproximaciones I» en la Fundación Helga de Alvear


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«Aproximaciones I» en la Fundación Helga de Alvear

Javier Sánchez Clemente Historiador del arte

El título de la tercera exposición abierta en la Fundación Helga de Alvear, «Aproximaciones I», sugiere la dificultad de acercarse a un tema abstruso, escurridizo y casi indefinible: ¿qué es el arte español contemporáneo? La respuesta en forma de obras de la autora de la colección, Helga de Alvear, y del comisario de la muestra, Rafael Doctor, resulta ejemplar. Quién podría llegar a imaginar que una selección de obras tan sobresalientes de las pasadas cuatro décadas sería algún día acogida en una ciudad sin apenas tejido galerístico ni público interesado como la nuestra. La apatía ciudadana hacia este raro acontecimiento, sin embargo, demuestra lo inmerecido de la colección por parte de Cáceres. A pesar de la facilidad con que la puerta se abre y la gratuidad de la entrada, la Fundación ha llegado a ser hoy la cueva de Alí Babá de la ciudad: se guardan allí tesoros tan fabulosos como desconocidos por la mayor parte del público local, empeñado en hacer de sus salas inmaculadas un oasis de soledad. Únicamente la presencia silenciosa de los vigilantes rompe el encanto de creerse dueño del precioso regalo. Una de las causas de la insensibilidad del público

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es su incomprensión ante la esquiva faz que este arte nos descubre. Rafael Doctor no debe ignorarlo, pues está intentando desvelarla junto a un grupo de expertos en un manual cuya aparición se


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anuncia para el próximo mes de noviembre. Como cantera de ideas para este manual se convocó a algunos de los profesores, comisarios y críticos de mayor prestigio nacional en las primeras jornadas de arte español contemporáneo, celebradas el pasado mes de enero en la Fundación. Sin dudar del probable éxito de la empresa encabezada por Doctor, la respuesta verbal dada en las jornadas a la pregunta inicial de este ensayo no supo abordar el problema que está en el corazón de la apatía cacereña: la comprensión. En las jornadas no se formuló directamente una pregunta sobre este problema sino las cuatro siguientes: qué es para ti el arte español contemporáneo, cuáles son sus puntos de inflexión, es posible encontrar en él características propias y diferenciales y cómo definirías sus capítulos esenciales. Cada uno ofreció su punto de vista único y personal, pero éstos resultaron ser muy parecidos, no por los lugares comunes que frecuentaron —muchos de signo negativo: la falta de visibilidad del arte español en el exterior, la carencia de un mercado lo suficientemente sólido, etc.—, sino porque todos desplegaron un gran saber. Tras décadas de dedicación continuada al asunto, es normal que estos invitados hayan acumulado gran cantidad de vivencias estéticas y aprovecharan la oportunidad tendida por Doctor para deleitarse sobre las mismas. Si se publicaran las actas de las jornadas, se escribiría algo así como la enciclopedia del arte español contemporáneo. Sin embargo, al público general —nótese aquí la procedencia forastera de la mayor parte de los asistentes a las jornadas— podría bastarle con visitar la exposición o consultar el

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catálogo si sólo careciera de conocimientos. La calidad y representatividad de la obra expuesta sería suficiente para hacerse una idea cabal de la producción artística española reciente.


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¿Permitió acaso esta fuente de información, las jornadas, una verdadera comprensión del fenómeno? Lo interesante, como ya advirtiera Michel Foucault, no es tanto el contenido de cada saber como las estrategias discursivas que han dado lugar a ese saber. La técnica principal empleada por quienes contribuyeron a las jornadas fue la de la identidad formal, que a su vez permitió las estrategias de la genealogía y la clasificación. La mayor parte de los ponentes describieron semejanzas formales entre obras de arte con cuya ayuda discriminaron diferentes grupos de obras homogéneas. Encontrada una denominación adecuada para cada grupo, se obtiene una clasificación. Cuando la clasificación se opera no tanto en horizontal, es decir, entre obras coetáneas entre sí, como en vertical, entre obras anteriores y posteriores, se obtiene una genealogía. Ésta se basa en los conceptos tradicionales pero no exactamente equivalentes de influencia y recepción. Otro concepto protagonista fue el de autoría. Los invitados emplearon en general estas dos estrategias de la genealogía y la clasificación. Así, la profesora Estrella de Diego fue la encargada de abrir las jornadas con una ponencia en la que indagó sobre los orígenes del arte actual en las décadas de los setenta y ochenta. Su clasificación particular recurrió a denominaciones como la de arte conceptual, importada de la literatura crítica anglosajona. Más aún hacia lo genérico se inclinó su colega José Jiménez, quien encerró todo el arte español contemporáneo en el paradigma universal del readymade duchampiano. Con el crítico Óscar Alonso Molina se asistió a una efervescencia inusual de grupos de obras cada uno de los

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cuales

se

ilustraba

con

una

pareja

de

artistas.

Algunas

denominaciones recurrían entre diferentes ponentes, como la de la autonomía, repetida por Alonso Molina y María del Mar Lozano Bartolozzi. Las de esta profesora destacaron por su atención al


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contexto donde la obra se crea y consume: arte en la naturaleza, urbano, etc. David Barro trazó una clasificación sensible al arte portugués y gallego. Junto a él, Rosa Olivares, Gloria Picazo y Juan Vicente Aliaga, en realidad todos de alguna forma, relataron más bien su propia experiencia pero siempre manteniendo este discurso en mente, como en el caso de Aliaga proponiendo un arte homosexual en España. Por tanto, fue la identidad formal la responsable del origen de las dos estrategias con las que se intentó construir este pensamiento histórico-artístico acerca del arte contemporáneo español: la clasificación y la genealogía. Ahora se puede ver con claridad por qué las jornadas no presentaron

una

verdadera

comprensión

del

arte

español

contemporáneo. El análisis formal es la piedra sobre la que ha descansado toda la historia del arte y la crítica artística. Sin embargo, encontrar una filiación para el arte actual en el del pasado reciente o clasificarlo en diversos compartimentos, si bien cumple una válida función informativa y ayuda a saber mucho sobre el mismo, constituye en rigor sólo el paso previo, imprescindible pero previo, de la comprensión. Para comprender algo es necesaria la teoría, el sistema. Una respuesta válida a la pregunta «¿qué es el arte español contemporáneo?» es exclamar «esto» y señalar a la vez todo ese arte ordenado según determinadas categorías y con cierto abolengo que los ponentes proyectaron en sus presentaciones y al que aludieron con sus palabras. En efecto, el público podría llegar así a saber mucho sobre la materia. Lo verdaderamente valioso, no obstante, habría sido inventar una teoría y tener el coraje de defenderla ante el tribunal silencioso,

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pero determinante, de las propias obras de arte. La clasificación y la genealogía sirven en todo caso para delimitar el objeto de estudio, pero eso no basta para comprenderlo. Las jornadas fueron excelentes

por

cuanto

supieron

presentar

un

panorama


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completísimo y multifacético de lo que había sido el arte en España en los últimos cuarenta años pero insuficientes en lo relativo a la teoría. Ni el carácter vivo, inconcluso, del arte que se pretendía estudiar, ni tampoco lo parcial que puede resultar una teoría —toda pretensión de absolutismo equivale a falsedad— se pueden esgrimir como excusas para eludir esta exigencia de rigor intelectual. Da igual si el pensamiento teorético descansa sobre los propios elementos del objeto o recurre a datos externos, como el contexto socioeconómico, o pone en juego metodologías inventadas por disciplinas ajenas al hecho artístico —por lo demás síntoma de salud mental—, con tal de no perder de vista la propia formalidad, sin la cual se desvía uno hacia la especulación o el terreno extra-artístico. Quien de verdad ame un objeto, sea o no arte, se esforzará por acceder a su intimidad más profunda, esa que sólo una teoría nos puede llegar a reflejar. En realidad, tanto el conocedor como el científico aman el mismo objeto, pero el segundo acierta a traducir en palabras lo que en el primero existe únicamente como intuición. El público ausente es quien ni siquiera es capaz de intuir el sistema oculto, de ahí la importancia de su ilustración por parte de los que han conseguido entrever algo de este sistema. La descripción, afinidad y filiación formales no ayudan a hacer entender ni a ganar entusiasmo. Fue la teoría, comprensión en definitiva, lo que faltó a las jornadas. A sabiendas de la posible torpeza del intento, se ensayará una teoría que permita la comprensión de las obras de arte de «Aproximaciones

I»,

y

por

extensión

del

arte

español

contemporáneo, en la segunda parte de este ensayo, que se

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promete para el siguiente número de la revista Funambulista. En ello está en juego no sólo la definición de nuestro arte, sino también la misma posibilidad de hacer una ciencia históricoartística verdaderamente a la altura, pero independiente, de los


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logros de quienes se atrevieron a buscar teorías en otros países, como por ejemplo los autores de la revista norteamericana

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October, inspiradores de éstas y otras páginas aún por venir.


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ISSN: 2254-6766

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