Vicente Paredes Guillén y el patrimonio extremeño. Discurso de ingreso en la Real Academia de Extrem

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REA L A CA D EM IA DE EX TREM A DU RA DE LAS LETRAS Y LAS ARTES

VICENTE PAREDES GUILLÉN Y EL PATRIMONIO EXTREMEÑO

D iscurso leído el día 31 de enero de 2004 en el Acto de su recepción pública por el

A CA D ÉM IC O ELECTO EXCM O. SR. D. FRA N C ISCO JAVIER PIZARRO G Ó M EZ y contestación por el EXCM O. SR. D. FRA N C ISCO TEJA DA V IZUETE

Trujillo 200 4


© Francisco Javier Pizarra Góm ez Francisco Tejada Vizuete Dep. Legal: BA-33-2004 Imprime: Indugrafic. Artes Gráficas. Badajoz


Discurso del Excmo. Sr. D. Francisco Javier Pizarro Gรณmez



S eñores A cadém icos :

M

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cabe el gran honor de proceder a la lectura del discurso de ingreso a

la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, a la que me hicis­ teis el privilegio de pertenecer en condición de electo por vuestra exquisita amabilidad hace ya algunos meses. Llego hasta aquí para ostentar la medalla del Excmo. Sr. D. Pedro de Lorenzo y no puedo por menos que manifestaros el singular privilegio que esto supone para mí. Ocuparé su sillón, pero ello no podrá nunca investirme con sus saberes y facultades, pidiéndoles disculpas si mi humilde oratoria profana­ ra la que brilló con tanto reconocimiento en su cálido verbo. Su dedicación a Extremadura desde su producción literaria nos anima a continuar la nuestra y seguir haciendo de esta región un mundo en el que encontrar y narrar tantas “fantasías heroicas” como el tiempo de nuestra existencia nos permita Me resulta enormemente grato leer mi discurso en la noble sede de esta Real Academia en Trujillo, ciudad en la que, sin ser natural, me encuentro como si lo fuera, pues ha tenido a bien abrirme sus puertas para hacer de la investiga­ ción en su patrimonio uno de mis afanes más queridos. Me honra gratamente haber compartido esta dedicación con otros académicos de esta ilustre Corporación, como los Excmos. Sres. D. Salvador Andrés Ordax y D. Francisco Tejada Vizuete, pero especialmente con D. Carmelo Solís Rodríguez, cuyas aportaciones y consejos me han servido de inestimable estímulo. Caras amigas y, con ellas, los nombres que les dan vida se nos presentan en este momento dulce y honroso de ingresar como miembro de número en la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes, institución desde la que también dedicaré mis afanes en defensa del patrimonio extremeño con los

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conocimientos que mis maestros han sabido inculcarme y con el ánimo y la paciencia que mi familia me proporcionan tan generosamente. Y entre estas caras, la de mi padre se aparece en primer plano, no porque tenga que hablar de él en pasado, sino por inculcamos desde la infancia su afición a la lectura y porque sus desvelos para que publicara mi primer libro le convirtió en mi pri­ mer mecenas y, sin duda, mi primer lector y crítico. Su sacrificio y el mi madre son los responsables de una formación y dedicación que han merecido la aten­ ción que me dispensan los miembros de esta Real Academia. Vivir mi infancia en una casa desde cuya terraza se divisaban las torres de los templos y alcáza­ res del conjunto monumental cacereño, así como las clases de D. Jesús, profe­ sor del Colegio Paideuterion. que trataba a duras penas de educar a sus alum­ nos en el valor de la sensibilidad y la cultura, hicieron el resto para sentar las bases de una forma humana de entender la vida y la historia. En el dubitativo momento de tener que optar por un tema para desarro­ llar en el discurso de ingreso en la Institución que hoy me acoge en su seno, un cúmulo de circunstancias vitales y profesionales se dieron cita en nuestra mente, aliándose de la manera adecuada para que, al final, nos inclináramos hacia la figura y la obra de D. Vicente Paredes Guillén. Para quien el patrimonio histórico-artístico de esta región es una preocu­ pación y ocupación constantes desde su condición de extremeño e historiador del Arte, Vicente Paredes se presenta como precursor, maestro y aliado. Sus desvelos por y para el legado cultural e histórico de Extremadura son un ejem­ plo para todos y sus trabajos, apuntes, dibujos y cartas son fuentes inagotables de información en la que saciar la sed del investigador. Mi primer contacto directo con la obra de Vicente Paredes se remonta a los momentos en los que, entregado en la tarea de documentar el trabajo de investigación para nuestra tesis doctoral sobre Trujillo, encontraba entre los legajos del rico Archivo Municipal de esta ciudad un dibujo de la torre tardorrománica de la Iglesia de Santa María la Mayor fechado en 1869 y firmado por nuestro ilustre personaje (Fig. 1). De esta forma, el nombre de aquel arqui­ tecto, del que tan poco sabíamos entonces, se unía para mí al de Trujillo y, con éste, al nuestro y a nuestra labor de investigación más allá de lo que en un prin­ cipio pudiéramos imaginar.

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V t x i i s o ’f

Ovi tNVc\<'wt F ig u r a 1

D ib u j o d e l a t o r r e c a m p a n a r io d e l a Ig l e s ia Pa r r o q u ia l d e S a n t a m a r ía d e T r u jil l o .

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1869


Algún tiempo después, el destino volvía a hacemos coincidir cuando, en colaboración con Dña. Pilar Mogollón Cano-Cortés, nos ocupamos del estudio de la sillería del coro de la Catedral de Plasencia. Compartimos a partir de entonces la fascinante admiración por Rodrigo Alemán, maestro de la sillería placentina, cuya personalidad subyugaría a Vicente Paredes movido, sin duda alguna, por los perfiles legendarios de la figura del afamado entallador. En algún momento llegaría incluso a afirmar que el mítico vuelo del maestro del siglo XV desde la torre de la catedral, al modo y manera de ícaro, daba prio­ ridad a Plasencia en la historia de la aerostación española1. Años más tarde, siguiendo los consejos, siempre sabios, del Excmo. Sr. D. Salvador Andrés Ordax me disponía a trabajar en un tema de investigación en el que Vicente Paredes volvía a estar presente, aunque esta vez con mayor protago­ nismo. Nos referimos a la edición crítica de la traducción al castellano de los Diez Libros de Arquitectura de Vitruvio realizada por Lázaro de Velasco hacia 1564. El manuscrito, único en su género, se encuentra en la Biblioteca Pública “A. Rodríguez Moñino - María Brey” de Cáceres, adonde llegó formando parte del “Legado Paredes".

Durante años y en compañía nuevamente de la Dra.

Mogollón Cano-Cortés, trabajamos sobre el manuscrito y los nombres de Marco Vitruvio, Lázaro de Velasco y Vicente Paredes, unidos por la arquitectura y la fortuna, quedaron engarzados entre las páginas de aquella publicación, pero no por última vez para mí, como más adelante podrán comprobar. Así pues, de una u otra forma, el nombre de Vicente Paredes se ha pre­ sentado de manera esporádica en los trabajos que. sobre el patrimonio histórico-artístico extremeño, hemos abordado desde la investigación, la cataloga­ ción o la difusión del mismo. En este camino, Vicente Paredes ha sido un com­ pañero fiel y desinteresado y, en este momento importante y emotivo de nues­ tra andadura, lo ha sido aún más. Pero, sin duda alguna, existen otras razones justificadoras de nuestra decisión en favor de Vicente Paredes como tema de nuestro discurso, pues, si fuera solamente por lo anteriormente dicho, otros nombres podrían haber ocu­

1 PAREDES GUILLEN, V., “Prioridad de Plasencia en la aviación", Revista de Extremadura, 1910. mayo-junio, vol. XII, pp. 193-200.

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pado el lugar del arquitecto que vivió a caballo de los siglos XIX y XX, ya que muchas son nuestras deudas y larga la lista de acreedores. ¿Por qué, entonces, la figura de Vicente Paredes?. La respuesta a esta retórica interrogante está en la forma y manera con la que la historiografía se ha ocupado de nuestro perso­ naje. pues, contraria y paradójicamente a la importancia de las facetas de su figura, la atención que se le ha dedicado nos parece a todas luces injusta e incomprensible2. La parcela de responsabilidad que me cabe en este sentido me obligaba a la satisfacción que hoy trato de saldar modesta y parcialmente con este discurso; con él pretendo corresponder de alguna manera a esa parte que mi investigación y compromiso con el patrimonio extremeño deben a la obra de Vicente Paredes, cuya vida se apagó un día como hoy hace ochenta y ocho años. Valga, pues, este discurso de homenaje a D. Vicente Paredes Guillén. cuyos perfiles vitales, intelectuales y profesionales voy a tratar de trazarles a continuación.

* * *

A p u n t e s b io g r á f ic o s y p e r s o n a l e s

Nacido en la localidad cacereña de Gargüera en 1840 y joven vecino de Valdeobispo, localidad en la que su padre, Diego Julián Paredes y Gil, ejerció como secretario de su Ayuntamiento, alcanzaría la titulación de arquitecto por la Escuela Especial de Arquitectura de Madrid en 1868. Dos meses antes de que finalice dicho año ocupa con carácter interino la plaza de Arquitecto Provincial, desde cuya condición le veremos trabajando en Trujillo en 1869. Sin embargo, su trayectoria profesional se ve truncada trágicamente a raíz del asesinato de su padre en 1870, motivo por el cual y para atender los asuntos

2 Solamente los trabajos, escritos y referencias de D. Miguel Hurtado Urrutia, D. José Sánchez Leal, Dña. María del Mar Lozano Bartolozzi y Dña. Montaña Domínguez Carrero, amén de la referencia en el Diccionario de D. Nicolás Díaz y Pérez han mantenido vivo el recuerdo de Vicente Paredes y sacado a la luz la importancia de sus perfiles biográficos.

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familiares se traslada a Plasencia, ciudad en la desarrollará su principal activi­ dad arquitectónica desde los cargos de arquitecto municipal y diocesano3. En 1879 renunciaba a su condición de arquitecto de la Diócesis de Plasencia para aplicarse con más ahínco a la Historia y la Arqueología y en 1894 cesa como arquitecto municipal4. A partir de ese momento y hasta su muerte, acaecida el 31 de enero de 1916, D. Vicente Paredes dedicó todos sus afanes a la investi­ gación en archivos y bibliotecas para elaborar sus artículos y ensayos5. No obstante la importancia de su trabajo como arquitecto, de la que dare­ mos cuenta más adelante, la figura de Vicente Paredes se nos presenta carga­ da de facetas diferentes, entre las que habría que destacar las del intelectual, el investigador y el escritor, a las cuales nos iremos asomando en este discurso a través del hilo conductor del patrimonio extremeño. Ciertamente, Vicente Paredes fue un destacado intelectual y erudito de su tiempo, como ponen de manifiesto sus investigaciones, su biblioteca, sus escritos y la correspondencia que mantuvo con destacadas personalidades del mundo de la Historia, la Arqueología, la Cultura y la Ciencia de su tiempo, como es el caso de

José Leite de Vasconcellos, Fidel Fita, Maximiliano

Macías, Juan Sanguino Michel, Publio Hurtado Pérez, Daniel Berjano Escobar, José María Gabriel y Galán, Rafael García Plata de Osma, Mario Roso de Luna, José Ramón Mélida, Marcelino Menéndez y Pelayo, Ramón Menéndez Pidal. Henri Breuil, etc.. Esta copiosa correspondencia no sólo constituye un documento inestimable para definir la personalidad y la trayec­ toria vital de Vicente Paredes, sino que también es una fuente de datos de la más diversa índole sobre la Extremadura de finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX6.

3 HURTADO URRUTIA. M„ "Siluetas desde el olvido. Vicente Paredes Guillén( 1840-1916)”. Hoy, 28 de enero de 1996, p. 31. 4 DOMÍNGUEZ CARRERO, M.. La generación del 98' en la periferia: D. Vicente Paredes Guillén. trabajo inédito, 1990. Archivo Municipal de Plasencia. 5 Además del Archivo Municipal de Plasencia. Vicente Paredes consultó especialmente el Archivo Diocesano, el Archivo Catedralicio, los archivos parroquiales de Plasencia y los de los pueblos del Obispado. 6 La mayor parte de esta correspondencia se encuentra entre los legajos del Legado Paredes con­ servado en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres, Leg. 101.

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Esta correspondencia nos permite afirmar que Vicente Paredes era una persona apreciada personalmente y reconocida científicamente tanto dentro como fuera de los límites regionales. Con frecuencia solicitaba el parecer de las personalidades citadas antes de proceder a la publicación de sus trabajos. En este sentido, fue especialmente intensa la correspondencia con D. Juan Sanguino Michel, cuyas observaciones siempre respetaba7. No obstante, el reconocimiento que sentía hacia sus correspondientes no le impedía discutir e, incluso, tratar de rebatir sus argumentos. Proporcionaba generosa y desintere­ sadamente datos documentales, planos, mapas, dibujos y calcos a cuantos se lo solicitaban. Por supuesto que, aunque asimétrica, existía una reciprocidad en estas relaciones, no faltando cartas de estudiosos e historiadores españoles y extranjeros en las que solicitan parecer e informe al extremeño8. En este mismo sentido hay que considerar la colaboración que prestó a Mélida en su trabajo de campo para su Catálogo Monumental dedicado a la provincia de Cáceres por mediación de Sanguino Michel'. Por otra parte, en su condición de Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia, que lo fue desde 1897'°, sería solicitado en diversas ocasiones por la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la Provincia de Cáceres para llevar a cabo inspecciones relacionadas con el patrimonio placentino, como aquella

7 “Con mucho gusto recibo y recibiré siempre sus observaciones..." (Archivo Histórico Provincia] de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 101. Carta de 13 de mayo de 1906) 8 “ ...h e recogido algunas cosillas: no sé si pendiente ó fíbula de bronce, un compás de hierro y dos monedas, de que envío á V. improntas para ver si las con oce..." (Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 101. Carta de Juan Sanguino Michel de I de julio de 1906) 9 “ A mi a m vo á éstaíque fue ayer) me he encontrado con carta de D. José Ramón Mélida y su discurso de recepción sobre “Arqueología prerromana’’, que aún no he saboreado. Me anuncia que está encargado del inventario artístico y monumental de la provincia de Badajoz y que á mediados de este mes irá á Plasencia y Cáceres para pasar á Mérida. Me pide recomendacio­ nes para personas que le orienten y noticia de colecciones, monumentos olvidados ó descono­ cidos por un mérito, etc. Desde luego le he indicado en Plasencia los nombres de V.. D. Eugenio y el Sr. Benavides, com o los mejores cicerones, los cuales podrán mostrarle objetos interesantes de sus colecciones y proporcionarle noticias.’’(Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 101. Carta de 5 de octubre de 1907) 10 Fue presentado por los académicos D. Francisco C oello y Quesada. D. Manuel Danvila y Collado y el P. Fidel Fita y Colomé.

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en la que esta institución, a instancias del Vicepresidente de la misma, D. Publio Hurtado, le solicita que averigüe la verdad sobre la supuesta venta por parte del Obispado de Plasencia de algunos objetos del ajuar artístico de la catedral placentina". Indicador de sus desvelos por el patrimonio extremeño y revelador de su generosa personalidad, fue el hecho de facilitar en 1^33 a la Comisión de Monumentos de la Provincia de Cáceres sus investigaciones en relación con su hallazgo documental de la autoría de la pintura del retablo de la iglesia placentina de San Martín en la persona de Luis de Morales y la recomendación que hace a la misma de la necesidad de proceder a realizar un inventario que impi­ da la venta o transferencia ilícita del patrimonio extremeño1-’. No resulta fácil identificar a Vicente Paredes con una única dedicación, aunque sólo una fuera su titulación. Decir que Vicente Paredes fue arquitecto, sin faltar a la verdad, es decir sólo una parte de ella. A pesar de amar su profe­ sión profundamente, de su excelente preparación técnica y de participar del ele­ vado concepto moral que los humanistas y los ilustrados otorgaron a la arqui­ tectura, el arquitecto que había en Vicente Paredes no podrá desarrollar toda su creatividad, pues otras sirenas atraían con sus cánticos la atención del investi­ gador y del ensayista para bien de la historia y del patrimonio extremeños.

11 “Habiendo llegado á conocimiento de esta comisión por más de un conducto que de los bienes muebles de la Y glesia Catedral de esa ciudad se han enagenado la silla llamada del Penitenciario y una Biblia manuscrita del siglo XV, dicha Corporación ha acordado que se dirija á V., com o académico correspondiente, la presente comunicación para que auxiliándo­ la en su cometido, se sirva facilitarle los antecedentes de que tuviera conocimiento respecto del particular..."(Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 101. Carta de Publio Hurtado de 22 de agosto de 1910). 12 “Yo no las he podido examinar á mi placer por no llamar la atención á ellas de quien pudiera utilizarlas con perjuicio de la riqueza artística repartida en la península en sitios ignorados, de la cual sería conveniente hacer minucioso y público inventario para evitar que la malicia, unas veces, y la ignorancia otras, de lugar á que nuestras joyas de arte pasen á enriquecer las colec­ ciones estrangeras’’( Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 19)

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E l a r q u it e c t o

No obstante lo dicho con anterioridad, habría de ser precisamente su con­ dición de arquitecto la que permitiría a Vicente Paredes dar forma y desarrollar los aspectos que definen su personalidad de erudito e investigador, su preocu­ pación y conocimientos sobre el patrimonio extremeño y sus afanes de moder­ nidad y progreso. Una modernidad que, como veremos más adelante, no debía dar la espalda a la tradición y una actitud progresista en la que las técnicas más avanzadas de su tiempo podían convivir con las prácticas constructivas más tra­ dicionales. Su interés por estas últimas habría quedado en la mera trascripción del curioso si no se hubiera aplicado en comprenderlas, explicarlas y trasmitir­ las tectónica y matemáticamente. Su personalidad, como la de tantos otros arquitectos de su tiempo, se ahorma entre la práctica y la erudición. Sin embar­ go, la importancia de esto último en la figura de Vicente Paredes hace de él un caso cuya singularidad trasciende las fronteras extremeñas. Sólo desde esta perspectiva pueden entenderse los detalles de proyectos como el que realiza como alumno para un bloque de casas de obreros, donde incluyó balcones de madera propios de la arquitectura popular del Valle del Jerte o de La Vera”. La utilización de elementos morfológicos de la construc­ ción vernácula en proyectos como el citado aporta nuevos datos a la condición “regionalista” de Vicente Paredes y a su afán, compartido por tantos hombres de su tiempo y espacio, por lo extremeño, su defensa y reivindicación14. Con estos perfiles, podemos imaginar el dilema personal que el joven arquitecto debe asumir cuando, recién titulado como tal, debe hacerse cargo precisamente de una obra que contradice la labor por excelencia de la arqui­ tectura, como es la de construir edificios, y la de un defensor del patrimonio, como es la de velar por su conservación. Nos referimos al proyecto de demo­ lición de la citada torre tardorrománica de la iglesia de Santa María de Trujillo,

13 Su compromiso con el progreso social se dejará sentir también en la preocupación por mejo­ rar la calidad de vida de la clase obrera a partir de la transformación de las condiciones de sus viviendas( PAREDES GUILLÉN, V., M em oria higiénica de Plasencia. Plasencia. 1894) 14 GARCÍA PÉREZ, J„ Entre la frustración y la esperanza. Una historia del movimiento regionalista en Extremadura (1830-1983). Mérida, 1991, p. 37 y ss.

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la única solución posible ante la ruina que afectaba al histórico inmueble, la falta de medios de un concejo trujillano arruinado tras la Desamortización de Propios y la inhibición estatal ante tan dramática y peligrosa situación15. La memoria facultativa del proyecto de demolición de la torre de Santa María de Trujillo, redactada por Vicente Paredes, es un documento revelador de una sensibilidad por el patrimonio artístico poco común, como después habría de demostrar a lo largo de toda su vida. En este singular documento se lamentaba el arquitecto “de la incuria y abandono que nuestros predecesores han tenido en la conservación de los monumentos artísticos”16. Este desahogo personal de un joven arquitecto, que conocía la importancia del edificio que iba a demoler y la trascendencia histórica de su trabajo, hace de esta memoria facultativa un documento que, leído entre líneas, desvela la desazón interior de nuestro personaje. Conmovido ante la demolición que se inicia en el mes de marzo del año 1871, el ayuntamiento de Trujillo, a indicación sin duda del arquitecto, decide recoger en la “Casa de Comedias” los elementos decorati­ vos de la torre. El resto de aquellas centenarias piedras se destinaron al em pe­ drado de las calles de Trujillo17. Este hecho, tan traumático para la torre de la iglesia trujillana de Santa María como para la sensibilidad del propio arquitecto, no debió apartarse nunca de la memoria de Vicente Paredes y se nos antoja como el aldabonazo que habría de dar origen a una férrea voluntad en pro del patrimonio históricoartístico, redoblando sus esfuerzos futuros por éste y su conservación. No habrían de pasar muchos años para que Vicente Paredes pudiera quitarse la espina de aquella dolorosa experiencia trujillana. En las décadas de los setenta y ochenta se encuentra ocupado en diferentes obras en Plasencia. Montánchez, Santa Amalia y Don Benito, siendo especialmente interesantes las que lleva a cabo en esta última localidad, donde habría de

15 “...n i la Academia de Nobles Artes se interesa en su conservación”, se decía en las actas de acuerdos del consistorio trujillano. Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 473. Libro de Acuerdos de 1871. Acuerdos de 20 de marzo, fol. 14 v, y s. 16 Archivo Municipal de Trujillo. Leg. 946. Libro 19 17 PIZARRO GÓMEZ, F.J., Arquitectura y urbanismo en Trujillo. Siglos XVIII y XIX. Mérida, 1987, p. 188.

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dejamos constancia tanto de su condición de arquitecto conservador de monumentos como de arquitecto creador. Ambas han contribuido tanto a la historia del patrimonio arquitectónico extremeño como a la de la historia de la tutela del mismo. En efecto; con los trabajos de Vicente Paredes para la reconstrucción y reparación de las iglesias de Don Benito, Majadas, Gargüera y algún otro edi­ ficio histórico placentino. el nombre de nuestro arquitecto se hace un lugar especial en la historia de la restauración monumental en Extremadura. La corriente de la “restauración en estilo”, heredera de la ideología historicista de Viollet-le-Duc y sus epígonos, inspira el proyecto de rehabilitación del templo donbenitense y hace de Vicente Paredes y de su erudición histórica un fiel seguidor de la doctrina del teórico y arquitecto francés. Vicente Paredes, de igual forma que Vicente Lampérez, podían permitirse el lujo de ser receptores de la teoría "violletiana”, pues sólo arquitectos que dispusieran de los conoci­ mientos históricos y técnicos de la arquitectura de otros tiempos podían hacer “reintegración historicista” sin caer en el anacronismo y el falso historicismo que tantos detractores habría de deparar a esta forma de intervenir en los monumentos del pasado. Fue también Vicente Paredes un arquitecto interesado por las teorías urbanísticas de su tiempo y por aquellas que trataban de mejorar las condicio­ nes higiénicas y de comunicación de las ciudades. De 1882 data un proyecto de reforma urbana de Plasencia, mediante la apertura de una calle que transcu­ rriera entre la Plaza Mayor y la Corredera de Alfonso VIH con el fin de adap­ tar el trazado viario placentino a las nuevas necesidades del tránsito rodado, superar las incomodidades de éste para acceder a la Plaza Mayor de Plasencia. contribuir al desarrollo económico de la ciudad y preparar el trazado urbano para la inminente llegada del ferrocarril18. 18 “Ya ha llegado la hora en que se emprendan las reformas en esta población para satisfacer las necesidades de la vida moderna y para ponerla en armonía con el fin social á que está desti­ nada; pues, siendo el centro comercial de la comarca, debe tener sus calles dispuestas para el trasporte de todas las mercancías sobre rueda* y no para conducirlas en caballerías com o hasta el presente: debe tener alojamientos cóm odos para los comerciantes, productores, agentes y comisionados que hoy concurren á contratar, exponer y depositar sus mercancías y produc­ tos......Si no se proporcionan las comodidades que en otras partes se encuentran para el tráfi­ co, se originará el retraimiento de los negociantes con los consiguientes perjuicios para la

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Si su personalidad como arquitecto se define entre la tradición y la modernidad, su perfil de urbanista se tuvo que debatir en algún momento entre el progreso y el patrimonio'1'. En calidad de esto último llega incluso a plante­ ar la ruptura de parte de la muralla placentina al objeto de mejorar las condi­ ciones urbanísticas de la capital del Jerte y, con ello, mejorar la calidad de vida de sus habitantes, pues se consideraba que la muralla encorsetaba la ciudad física y mentalmente, la aislaba de su entorno natural y fomentaba el hacina­ miento del vecindario. Sólo este elevado horizonte, las doctrinas de los urba­ nistas más notables de su época y las circunstancias propias del tiempo que le tocó vivir permiten entender esta propuesta de Vicente Paredes sin menoscabo de nuestra admiración y respeto’0. Su convencida condición de arquitecto higienista le lleva a plantear medidas que rozan la utopía y que apuntan perfiles tan atractivos como excep­ cionalmente ecologistas. En este orden de cosas, es de gran interés un texto que escribe en 1894 bajo el título de “Parques y plantaciones de arbolado”21. En él propone la mejora de las condiciones higiénicas y ambientales de Plasencia mediante la plantación de árboles tanto en el interior de la población como en los alrededores de la misma. De acuerdo con sus cálculos, realizados en función del número de habitantes de la ciudad del Jerte, del volumen de oxí­ geno que consumía diariamente esta población y del que exhala de ácido car­ bónico, Vicente Paredes concluye que sería necesaria la plantación de un total de 1.407.456 árboles, los cuales habrían de ocupar una superficie de 19.704.384 metros cuadrados.

población y la com arca,...se siente hoy necesidad de abrir una calle para el trasporte por can o s al centro de la población y será ineludible el satisfacerla dentro de pocos meses, cuan­ do se haya construido la estación del ferrocarril trasversal". Con estas palabras defendía su proyecto, cuya realización data de 1882, en un artículo publicado en mayo de 1888 por “El Noticiero”. 19 LOZANO BARTOLOZZ1, M.M., "Plasencia: del siglo XIX al siglo XX", Plasencia. Patrimonio docum ental y artístico, Cáceres, 1988, pp. 48-52. 20 "Sería también muy conveniente romper la muralla por algunos puntos, promover la construc­ ción fuera de ella, abrir algunas calles y ensanchar otras para disminuir la aglomeración de habitaciones en algunos puntos del interior" (M emoria higiénica......p. 38) 21 Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Legajo 95. libro 5. El texto forma­ ba parte de la M emoria higiénica de Plasencia. publicado el mismo año en la imprenta pla­ centina de “El Cantón Extremeño”.

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De aplicarse esta medida, los beneficios que se alcanzarían serían tan importantes que justificarían las drásticas fórmulas que propone para poder lle­ varla a cabo. En cuanto a los beneficios, Vicente Paredes afirma lo siguiente: “Los árboles, promoviendo la lluvia, aumentan la humedad del aire en las estaciones calurosas, le hacen bajar la tem­ peratura, disminuyen la diferencia de la máxima y la míni­ ma diaria: con sus raíces impiden las inundaciones y aumentando las corrientes subterráneas aumentan el caudal del agua pura de las fuentes; absorven las aguas de los pan­ tanos, el ácido carbónico y demás gases nocivos de los depósitos de escombros y del suelo de la población; y como todo esto contribuye á destruir las causas que en esta pobla­ ción originan el paludismo y otras enfermedades que abun­ dan en ella...." Habida cuenta que el arbolado existente en los parques y paseos de la ciu­ dad se elevaba entonces a la cifra de 930, según el recuento efectuado por el pro­ pio Vicente Paredes, existía, de acuerdo con su saludable e higiénica teoría, un importante déficit arbóreo que, según él, debía saldarse de la manera siguiente: no siendo el suelo todo del común de vecinos, y sí de propiedad particular, no veo otro remedio práctico que pro­ poner para su repoblación de arbolado que la limitación del derecho de propiedad, en la extensión de la zona necesaria de arbolado en cada pueblo, por una ley que obligue á cada propietario á plantar en las fincas que tengan en la zona, un árbol por cada catorce metros cuadrados de su extensión en el término de dos años, y de no hacerlo conceder este dere­ cho, con la propiedad de los árboles que plante, á todo el que lo apetezca, pues esta limitación de la propiedad por utilidad pública no puede ser muy enojosa en esta provincia, en que, en las fincas inmediatas á las poblaciones, es muy frecuente que el suelo sea de uno y el arbolado de otro ó de varios"

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El progresismo de esta propuesta nos parece muy esclarecedor y descu­ bre nuevas facetas en el poliedro de la personalidad de nuestro ilustrado arqui­ tecto. Igualmente deben consignarse aquí sus proyectos de 1883 y 1890 para el alcantarillado de la ciudad de Plasencia. Las memorias de estos proyectos son documentos completos en los que su autor nos revela el elevado concep­ to que tiene de la arquitectura y de su oficio, pues, desde las cuestiones rela­ tivas a la etimología de la palabra “alcantarilla'’ hasta los aspectos técnicos materiales y operativos, todo es merecedor de referencia en su afán didáctico e ilustrador” . Y esta actitud no puede por menos que evocam os, salvando las distancias necesarias, la memoria de Ildefonso Cerdá al plan de ensanche de Barcelona. En su condición de arquitecto de la ciudad de Plasencia tendrá que hacerse cargo de diferentes obras municipales de la ciudad del Jerte, contribu­ yendo a mejorar los servicios públicos y a dejamos muestras sobradas de su formación y capacidad técnicas. Algunos de sus edificios forman parte del patrimonio placentino y extremeño, especialmente la Plaza de Toros, construi­ da en 1882 y reconstruida tras un incendio en 1894-\ que ha sido declarada recientemente como Bien de Interés Cultural por la Junta de Extremadura24. Edificios y obras en las que el arquitecto pone de manifiesto la versatilidad de su formación y de su capacidad profesional. Obras en cuyos proyectos el arquitecto se aplica con esmero en todos y cada uno de los aspectos y detalles de la construcción con una minuciosidad que parece ajena al tiempo. Edificios

22 “Nada se opone á que cada habitante tenga de superficie cubiena treinta metros cuadrados en un solo piso y setenta descubiertos, y por lo tanto que una población de ocho mil habitantes com o ésta ocupe una superficie de ochenta hectáreas para las habitaciones y veinte para las calles, en cuyo caso no le faltaría luz. aire ni sol para no necesitar alcantariliado, pues basta­ ban los agentes citados para desecar cada día todas las materias putrescibles que pudieran depositarse en su suelo...(A rchivo Histórico Provincial. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 21, "Memoria del proyecto de alcantarillado de la Puerta del Sol á la de Talavera....”, fol. 5 y s.) 23 AA.VV., Plaza de toros de Plasencia. Breve historia de un Centenario, Plasencia . Caja de Ahorros de Plasencia. 1982. 24 Igualmente ha sido declarada la iglesia parroquial de Santa Amalia, construida por Vicente Paredes en 1887.

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históricos, como el Convento de las Carmelitas, fueron también objeto de su atención mediante obras de conservación y ampliación, en las que se muestra absolutamente respetuoso con la arquitectura de otras épocas. Pero su contribución al enriquecimiento y conservación del patrimonio artístico extremeño desde su condición profesional de arquitecto no termina en Plasencia, sino que se extiende a otros puntos de la geografía regional para dejamos muestras de su buen hacer como arquitecto y de su compromiso con el patrimonio extremeño y su salvaguarda. Reseñemos aquí y en este momento tan sólo algunos ejemplos de esta actividad para que podamos calibrar el alcance de su trabajo. En 1888 levan­ ta las iglesias de Santa María y San Juan Bautista de Don Benito, en las que el arquitecto hace alarde de su convencida vocación historicista. corriente arqui­ tectónica que. a pesar de las fechas tardías en las que nos encontramos, aún seguía teniendo adeptos tantos en el oficio arquitectónico como en la clientela de éste. Se trata de un historicismo de tono fundamentalmente medievalista heredero de los arquitectos del romanticismo español. Historicismo medieva­ lista que contribuyó a definir el eclecticismo arquitectónico finisecular al que fue muy aficionado Vicente Paredes, como hemos podido comprobar tanto en sus escritos como en sus proyectos, dibujos y bocetos. El proyecto para la construcción de la iglesia de San Juan Bautista de Don Benito, modificado en la construcción e inspirado en la arquitectura eclesial extremeña del siglo XVI, es un documento revelador de la mentalidad de un arquitecto apegado al historicismo y de la capacidad de Vicente Paredes para resolver los problemas de los empujes y resistencias de todo tipo de bóve­ das25. En este sentido, es de extraordinario interés el hecho de la utilización del sistema de polígonos funiculares para el cálculo de las fuerzas que debían dis­ poner los arcos botareles y arbotantes26. (Fig. 2)

25 Biblioteca Pública "Antonio Rodríguez Moñino" de Cáceres. Legado Paredes. Carpeta n- 6. 26 Debemos imaginar que Paredes hizo uso del tratado de Pierre Félix Michon. aunque teniendo en cuenta la actualización de sus conocimientos, bien pudiera haber utilizado la edición revi­ sada y traducida al francés del tratado de Karl Culmann, La statique graphique (París, 1880). lo que hablaría en favor de los conocimientos técnicos y bibliográficos de nuestro arquitecto.

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F ig u r a 2 D e t a l l e d e l p r o y e c t o d e l a Ig l e s i a P a r r o q u i a l d e S a n J u a n B a u t is t a d e D o n B e n it o .

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1888


E l in v e s t ig a d o r

Quizás sea la faceta de escritor, ensayista e historiador la más conocida de cuantas componían la figura polivalente de Vicente Paredes. Su afición por el mundo de la Arqueología, de la Historia, de la Historia del Arte, de la Heráldica y de tantas otras disciplinas, en una insaciable sed por aprender y conocer, le convierte en un prolífico escritor y articulista tanto en revistas como en periódicos, en los que en ocasiones firmaba con el seudónimo de “Ved Persa", utilizando las iniciales de su nombre y las letras de su primer ape­ llido. Sus artículos en “El Faro del Pueblo”, “El Noticiero”, “El Extremeño”, “El Norte de Extremadura", “Plasencia Artística” o “El Dardo” versaron sobre los más diversos temas, desde las ventajas del cultivo del alcornoque hasta la denuncia del caciquismo y la corrupción política, cuyas consecuencias habrí­ an de marcar trágicamente la vida de su familia, pasando por la defensa de su honorabilidad por las obras de la Plaza de Toros de Plasencia, la importancia del ferrocarril para el desarrollo turístico de La Vera, la historia de Plasencia y su tierra y un largo etcétera. En definitiva, Vicente Paredes formó parte de ese grupo de escritores e intelectuales regeneracionistas extremeños de finales de siglo XIX y comien­ zos del pasado, de talante progresista y liberal que habrían de fundar la Revista de Extremadurar . Sus artículos políticos crearon opinión y en 1903 numero­ sos electores del distrito de Coria quieren proponerle como diputado a Cortes, a cuya dedicación nunca estuvo dispuesto28. Sus colaboraciones en publicaciones periódicas, tanto regionales como nacionales, son abundantes y sus libros siguen siendo obras de consulta obli­ gada para los temas relacionados con la historia y el patrimonio de la ciudad

27 Los fundadores de la revista fueron Juan Sanguino Michel, Joaquín Castel Gabás, Publio Hurtado, Daniel Berjano Escobar, José Luis Gómez Santana, Manuel Castillo y Quijada. Miguel Jalón Larrogoiti, Gabriel Llabrés, además del propio Vicente Paredes Guillén. 28 "Muy señores míos: Siendo muchos los electores que ignorando mi falta de condiciones, me hacen el honor de escribirme ofreciéndome sus votos y apoyo para elegirme diputado que el distrito ha de oponer á Camisón, cumple mi lealtad y cortesía manifestarles que están en un error; pues el candidato del distrito será y no puede ser otro, que el que el distrito acepte ó elija'X "A los electores del Distrito de Coria’’, El D ardo, 29 de marzo de 1903)

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de Plasencia, en los que indagó especialmente. Fruto de la labor investigadora que durante años llevó a cabo en los archivos placentinos es la obra Los Zúñiga, señores de Plasencia. que publicaba en 1909 y que forma parte del elenco de obras clásicas de la historiografía extremeña. No podemos olvidar tampoco obras como Origen y nombre de Extremadura29 de 1886 o Historia de los Tramontanos celtíberos desde los más remotos tiempos hasta nuestros días de 1889, por no citar aquellos dedicados a la leyenda de la “Serrana de La Vera” y sus orígenes históricos30, entre otros temas de la más variada índole pero aglutinados bajo el denominador común de lo extremeño. Dos fuentes esenciales nutren la erudición de sus textos. De una parte, la información de los archivos, de cuya labor se conservan en el Legado Paredes una valiosa muestra de su paciente labor investigadora y lectora de actas muni­ cipales. protocolos notariales, libros parroquiales y todos aquellos documentos que pudieran ser de interés directo o indirecto para sus estudios31. Su segundo manantial informativo fue la importante bibliografía que consultó. Bibliófilo consumado y lector infatigable, tomaba notas de cuanto caía en sus manos y podía serle de provecho para sus escritos. Libros de toda temática eran objeto de su atención e interés; siéndolo tanto aquellos conocidos y clásicos como los que no lo eran y cuyo conocimiento y uso por parte de Vicente Paredes pone de relieve una formación intelectual y cultural singulares12. Sus libros de Historia. 29 En sus apuntes preparatorios para este libro aparece el extenso y esdarecedor título: “Caminos de la Península Ibérica usados antes de ser conquistada por los romanos. Origen y objeto que tuvie­ ron los toros de Guisando y las demás figuras semejantes de otros puntos. Etimología del nombre de Extremadura"! Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 24) 30 Sobre este tema, sus investigaciones y su hipótesis en relación con la localización de los per­ sonajes reales en los que se basaron los autores del auto sacramental “La Serrana de Plasencia” y el texto anónimo “La Serrana Bandolera” daba noticia a Marcelino Menéndez Pelayo en 1894. anunciándole su intención de publicar sus conclusiones, lo que no realizará, com o sabemos, hasta 1915 con el título de O rígenes históricos de la leyenda de La Serrana de la Vera. Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 8. Carta de 3 de diciembre de 1894. 31 En el legajo 93 del Legado Paredes custodiado en el archivo cacereño se conservan multitud de fichas y notas con la trascripción de los documentos que consultó en los archivos, propor­ cionando datos de gran interés para las investigaciones e investigadores del patrimonio extre­ meño y especialmente del placentino. 32 En 1904. Vicente Paredes escribe a D. José Leite de Vasconcellos para que le ayude en la identificación iconográfica del ídolo fálico de bronce que había adquirido en Barrado y de la

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Filosofía, Geografía, Botánica, Arquitectura, Literatura, etc. desde el siglo XVI hasta su tiempo, enriquecen actualmente los fondos de la Biblioteca Pública “A. Rodríguez Moñino - María Brey” de Cáceres merced a la donación testamenta­ ria de su legado. Sus conocimientos latinos, paleográficos y epigráficos le per­ mitieron adentrarse en espacios históricos y patrimoniales vedados para quie­ nes no disponen de los recursos precisos para ello. Estas y otras facultades le permitieron abordar con éxito la ordenación del Archivo Municipal de Plasencia en 1888 y paliar el lamentable estado en el que se encontraba” . Pero, centrándonos en los temas relacionados con el patrimonio extre­ meño, digamos que Vicente Paredes hizo de sus artículos de la Revista de Extremadura, en la que colaboró desde el primer volumen de la misma en 1899 y hasta el último en 1911, el principal cauce de difusión de sus investi­ gaciones sobre el

patrim onio

histórico-artístico y arqueológico de

Extremadura, a cuya tarea se entregó no tanto para satisfacer su ego científi­ co como para hacer de aquéllas motivo para la defensa y difusión del patri­ monio34.

que remitió al ilustre arqueólogo portugués una fotografía para que pudiera servirse de ella en sus escritos y pudiera publicarla en una revista lusitana de Arqueología. Para facilitar la tarea del arqueólogo portugués le recomienda la consulta de la Filosofía Secreta de Juan Pérez de Moya, obra del siglo XVI no muy utilizada fuera de los círculos científicos del momento y que él cita en algunas de sus publicaciones, con las siguientes palabras: “Muy señor mío: Tengo el gusto de remitirle una fotografía del tamaño natural de un pequeño bronce, imagen del Dios Pn'apo. según la mitología expuesta por nuestro bachiller Juan Pérez de Moya en su Filosofía Secreta, libro 31. capítulo 41, que por ser libro poco conocido quizá guste conocer­ le sin ofender su condición por mi parte refiriéndole lo que tendrá con exceso muy sabido“(Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92). 33 DOMÍNGUEZ CARRERO. M.. op. c it., p. 5 34 Con el afán pedagógico que le caracterizaba, en un artículo publicado en 1880 en el “Cantón Extremeño" se lamentaba amargamente de la destrucción en 1878 de la fuente existente en la Plaza Mayor de Plasencia desde finales del siglo XV, no sólo por el valor artístico de la misma, sino por lo que suponía de pérdida de la memoria histórica que la destrucción del “monumento" significa. Por ello, recuerda Vicente Paredes que aquella fuente había sido tes­ tigo de acontecimientos históricos tan singulares com o las fiestas del Corpus de 1578, cuya espectacularidad, relatada pormenorizadamente. habría de marcar una fecha conmemorativa anual, de forma que durante trescientos años se engalanó el caño de la fuente placentina durante la festividad del Corpus.

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Trabajos como “ Excursión a Cáparra” (1901, agosto, vol. III, pp. 375378), “Nuevas inscripciones extremeñas” (1902, febrero, vol. IV, pp. 70-75), “Pinturas en tablas del Divino Morales, extremeño, existentes en el retablo de la Iglesia de San M artín,...” (1903, octubre, vol. V, pp. 472-474), “Arte retros­ pectivo: Sillería de Coro de la Catedral de Plasencia” (1910, julio, vol. XII, pp. 305-311) o “Reconstrucción del Teatro Romano de M érida”(1911, enerofebrero, vol. XIII, pp. 21-41) ocupan un espacio singular en la bibliografía sobre el patrimonio extremeño. La condición pionera de alguno de estos artí­ culos abriría horizontes a la investigación posterior sobre estos temas, como es el caso de su artículo sobre el retablo placentino de Luis de Morales, en el que, por vez primera, se daba a conocer dicha obra y se aportaba documentación sobre la m ism a'5. Especialmente importantes fueron sus contribuciones al mundo de la arqueología, la epigrafía y la numismática extremeñas, pues a su infatigable condición viajera por la geografía regional para trazar el recorrido de la Vía de la Plata y lo veraz y concienzudo de sus anotaciones sobre el terreno, se suma­ ban sus excelentes dotes para el dibujo, por lo que sus apuntes y notas de tra­ bajo de campo son una fuente de extraordinaria utilidad para arqueólogos e historiadores*. Por cierto que su afición a dibujar todos los hallazgos “ in situ” le permitiría en alguna ocasión salvar su trabajo de campo ante las deficiencias de las técnicas fotográficas del momento57. Incansable amanuense, en raras ocasiones utilizó la máquina de escribir para los apuntes y textos preparatorios

35 SOLÍS RODRÍGUEZ. C.. Luis de M orales. Badajoz. 1999. p. 372. 36 Su formación com o dibujante se inicia en Plasencia con el fotógrafo y dibujante Manuel Diez, lo define en Cáceres el afamado pintor Rafael Lucenqui en la Academia de la Diputación Provincial y se ahorma en la importancia que se atribuía a las Bellas Artes en Escuela Especial de Arquitectura de Madrid. 37 Con m otivo de uno de sus viajes a Cáparra y sus alrededores para analizar y registrar nuevos restos de inscripciones romanas, en una carta fechada en julio de 1909 y dirigida a Juan Sanguino Michel afirma lo siguiente: “ .... Regresé á esta ciudad sin haber concluido mi excursión ni obtenido el fruto que esperaba: y para aumentar mis desdichas entregué la pelí­ cula fotográfica para que revelaran fotografías. Fracasó la operación, revelándome que había perdido el tiempo que invertí en hacerlas. Gracias a mi suerte de copiarlas y medirlas previa­ mente puedo darle relación de ellas deseando las tramite á la Comisión de Monumentos para que. si lo creen interesante, se conserve en su archivo"( Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 89. Carta de 3 de julio de 1909, fol. 12)

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de sus escritos. El lápiz y la pluma fueron sus instrumentos de trabajo. Con ellos tomó innumerables notas y realizó numerosos dibujos en sus largas jor­ nadas de trabajo de campo. La Vía de la Plata fue la preocupación científica más constante del Vicente Paredes investigador y a la que dedicó más tiempo y esfuerzos. Paradójicamente sería la que menos satisfacciones le proporcionaría, pues nunca llegaría a ver concluido y publicado el trabajo de localización exacta del recorrido de la calzada romana y de sus testimonios arqueológicos. Durante años recopiló las informaciones que le facilitaban los funcionarios de los ayun­ tamientos, practicó investigaciones sobre el terreno y realizó mapas de escru­ pulosa confección a partir del miliario romano; para ello se sirvió de los cál­ culos practicados sobre la milla romana por arquitectos del siglo XVI. como Francisco de Villalpando, pero sobre todo se valió de los datos vitruvianos pro­ porcionados por el manuscrito de Lázaro de Velasco3*. Los momentos de delicada salud por los que atraviesa en 1910, el tiem­ po que debe dedicar a la defensa de los intereses familiares y al largo pleito por el asesinato de su padre, así como sus dudas y vacilaciones con respecto a la veracidad de sus investigaciones, no le permitieron culminar con éxito la abne­ gada tarea a la que se dedicó con tanto entusiasmo y durante tanto tiempo, a pesar de las palabras de aliento que recibió por parte de historiadores y amigos39. Valga como testimonio de lo dicho y de la astucia de Vicente Paredes el texto que escribió en sus numerosos apuntes y papeles dedicados a la Vía de la Plata: un día de los largos del año salí de Mérida por el Camino Viejo montado en mi borrico para ir a Montánchez y ver si por la inmediaciones de Mirandilla yendo en direc­

38 Sus investigaciones sobre la milla romana se encuentran en una interesante libretilla de su legado( Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 95. Lib. 30) 39 Sanguino Michel, en carta fechada el 12 de agosto de 1906, le dice lo siguiente: "Leída y rele­ ída su interesante carta de 7, me disgusta de ella su final: parece que le acobarda á V. el tra­ bajo y que piensa más de lo que debe en sus años....Com prendo que sea pecado rehacer esos planos, pero qué lástima sino llega V. á hacer y escribir cuanto tiene observado acerca de la calzada”( Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 101)

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ción á la Casa del Moro encontraba los vestigios de la cal­ zada. En once lloras, hasta que oscureció, no dejé de bus­ carlos y no pude encontrar el más pequeño indicio de su tra­ yecto; es verdad que el mozo que me acompañaba era de Montánchez y no me podía ayudar y parecía que a los habi­ tantes naturales del terreno se los había tragado la tierra para que no pudieran informarnos. Buscando sitio á propó­ sito, pernoctamos al sereno y al aclarar el día tomamos el camino y nos fuim os a Montánchez. Varios días estuve p en­ sando en mi locura y discurriendo que, como vulgarmente se dice, que ‘mas sabe el loco en su casa que el cuerdo en la ajena'. determiné escribir a los secretarios de ayuntamien­ tos de los pueblos inmediatos á la vía romana, suponiendo que todos ellos, por estar entonces los ánimos agitados por la idea de la construcción de la línea férrea transversal, habían de creer que de la construcción se trataba''*0. Durante más de treinta años hizo Vicente Paredes de la Vía de la Plata objeto de su estudio, acopiando de todo tipo de información documental, bibliográfica y arqueológica, realizando mediciones, dibujos y mapas y deján­ donos una fuente imprescindible y de extraordinaria importancia para los tra­ bajos de investigación que quieran efectuarse sobre la calzada romana en su trayecto extremeño. Su voluntad parece ser ésa cuando, en uno de los numero­ sos cuadernillos, dice lo siguiente: yo he procurado hacer el trazado gráfico de la vía sobre el terreno muy exacto para que cada investigador pueda sacar su opinión, y no me he de agraviar por que no sea igual que la m ía”*' Así pues, junto a las virtudes científicas que hacen brillar con luz propia la figura de Vicente Paredes en la historia de la ciencia, nuestro arquitecto se hizo investir de otras para definir con aquéllas una personalidad humana y

40 Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 26. fol. h 41 Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 26. Primer cuaderno

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científica poco común. La evocación de estas últimas en nuestros días nos sirve de recordatorio ante la escasez de las mismas. Nos referimos a aquellas que tiene que ver con su desinteresada generosidad y la humildad en el reco­ nocimiento de sus limitaciones. No es extraño encontrar cartas de su rico epis­ tolario en las que pone al servicio de historiadores, como Sanguino Michel o Leite de Vasconcellos, hallazgos de toda índole para provecho de éstos y de todos nosotros, pues en ocasiones es la Comisión de Monumentos la destinataria de aquellos para su conocimiento, registro y archivo. Tampoco son extra­ ñas aquellas en las que confiesa sus limitaciones, lógicas por otra parte, habi­ da cuenta de su formación y la amplitud de temas y aspectos que abordó y a los que se acercó tanto como arquitecto, investigador, intelectual y curioso4-’. La vida se le quedó corta a Vicente Paredes para hacer todo lo que hubiera querido. A su muerte, muchos de sus proyectos quedaban en el anoni­ mato y silencio de las fichas y dibujos del investigador. Este es el caso, ade­ más de su trabajo sobre la Vía de la Plata, de su tratado de bóvedas y de un repertorio de heráldica placentina, para cuya publicación realizó los dibujos y las investigaciones genealógicas necesarias. Pero, si la Vía de la Plata fue su obsesión científica, el Teatro Romano de Mérida fue su admiración permanente. Ningún otro yacimiento como el del teatro emeritense despertó en Vicente Paredes tanta atención. En varias ocasio­ nes visita las excavaciones de Mélida y en una de ellas asiste emocionado al descubrimiento y desentierro de la escultura de Plutón, actualmente conserva­ da en el Museo Nacional de Arte Romano de Mérida4'.

42 En su artículo “Nuevas inscripciones de Extremadura” afirma lo siguiente: “....la doy á luz en esta Revista para que el Sr. Marqués de Monsalu(sic) y otros inteligentes epigrafistas que colaboran en ella tengan donde ejercitar sus conocimientos interpretándolas y comentándolas, ya que no pueda hacerlo yo por faltarme los necesarios"(Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 29, “Nuevas inscripciones de Extremadura", fol. 1). En sus apuntes preparatorios para su libro sobre el origen del nombre de Extremadura, afir­ ma: “Yo me daré por satisfecho si este mi pobre trabajo es el principio de otros más grandes y más provechosos..."(A rchivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 24) 43 “El día 26 de noviembre de 1912 por la mañana llegué a Mérida y desde la estación fui a las excavaciones del teatro romano y a los pocos momentos descubrieron una hermosa cabeza esculpida de mármol á mi parecer del dios Canopo y cerca de ellas la de un cuerpo que si per­

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Por otra parte, la atracción que sintió por el Teatro Romano le llevó a efectuar diversos dibujos en los que procede a realizar una reconstrucción ideal del edificio a partir de los datos de que se disponía en aquel momento sobre el mismo y sus conocimientos de la arquitectura romana (Fig. 3). A pesar de las justificadas críticas que recibió por sus dibujos desde el mundo de la Arqueología, no cabe duda de que sus bocetos merecen el reconocimiento benevolente hacia el que, sin ser avezado en el tema ni disponer de los datos necesarios, se aventuró a plantear una hipótesis poco afortunada por impulsi­ va, como habría de indicarle acertadamente Maximiliano Macías44. Su mirada sobre el Teatro Romano de Mérida era una mirada bifocal. De una parte, el estudioso trató de analizar las claves de su historia constructiva, mientras que. por otra, el arquitecto intentó desentrañar los elementos consti­ tutivos de su estado primigenio, procediendo a realizar la única reconstrucción que le estaba permitida, aquella que habría de quedar únicamente en los pape­ les y en su mente45. Su respeto por la Antigüedad y sus testimonios arquitectónicos le lleva incluso a alinearse con la “escuela conservadora” española en materia de inter­ vención patrimonial, como podemos apreciar cuando se refiere a lo que él desea para el Teatro Romano de Mérida:

tenece a la cabeza poco antes encontrada en el mismo sitio indicaba con más seguridad á que dios pertenece la cab eza....A llí dejaron el cuerpo cubierto con tierra menuda para cuando venga el director de las excavaciones don José Mélida. Vino el Sr. Mélida y se descubrió el cuerpo que puesta sobre la cabeza y hecha fotografía puede verse fotogravado en el tomo LXI1 cuaderno II, febrero 1913. Estatua de Plutón” (Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 26) 44 “Como me anima la esperanza de verle por aquí en breve, personalmente tendré el gusto de que charlemos sobre la reconstitución ideal que V. ha hecho de este teatro y planta del mismo, en la que se notan algunas variaciones, hijas del poco adelantado que teníamos la excavación cuando V. estuvo aquí y tomó sus apuntes” (Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 101. Carta de Maximiliano Macías de 19 de mayo de 1911) 45 Para la reconstrucción teórica del teatro emeritense recurre a la teoría vitruviana. basándose en la traducción de Lázaro de Velasco (Vid. PAREDES GUILLEN. V., "Reconstrucción del teatro romano de Mérida”. Revista de Extremadura, 1911, enero-febrero, vol. XIII, pp. 21-36. p. 29 y ss.)

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F ig u r a 3 E s t u d io pa r a l a r e c o n s t r u c c iĂł n id e a l d e l T e a t r o R o m a n o d e M ĂŠ r id a

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“Acabo de decir- nos concretaremos á razonar la recons­ trucción del teatro romano de Mérida- de lo cual me arre­ piento haberlo dicho; pues reconstrucción sería volverle á construir y no es esto lo que yo quiero, y aunque he añadi­ do gráficamente, tampoco expresa completamente mi deseo; ni le manifiesta si digo restauración porque no voy á recu­ perar, ni componer, ni enmendar nada;...”*6 Esta actitud es la misma que nos encontramos cuando se enfrenta a otros testimonios extremeños de la romanización, como es el caso del Arco de Cáparra, que dibujaría dejando constancia de su estado de conservación, al tiempo que procedía a la reconstrucción ideal del edificio y, posiblemente, a algunos trabajos de consolidación de la ruina (Fig. 4). Quisiera ahora entresacar algunas frases y párrafos de estos escritos, tanto los editados como aquellos que no vieron la luz pública, quizás sin dema­ siado criterio científico, pues me interesa más en este momento definir los per­ files de su personalidad comprometida con el patrimonio y con la cultura que la profundidad y acierto de sus aseveraciones. Sus artículos en relación con el patrimonio extremeño participan de una misma idea: aquella que, superando la erudición gratuita y el localismo miope, procura hallar explicaciones de carácter universal a los ejemplos del patrimo­ nio extremeño, al tiempo que estos le permiten trascender sus parámetros loca­ les y vincularlos a la visión general de la Historia del Arte y de la Cultura. Por otra parte, Vicente Paredes hace de sus artículos instrumentos para la educa­ ción, tratando de mejorar el nivel cultural de la época que le tocó vivir. Así, cuando se refiere a la sillería de coro de la Catedral de Plasencia y los temas eróticos existentes en la misma, en un artículo publicado en “El Dardo" de Plasencia afirma lo siguiente47:

46 Ibid., p. 32 47 El texto es el mismo que el publicado en la Revista de Extremadura ( Arte retrospectivo: Sillería de Coro de la Catedral de Plasencia". 1910, julio, vol. XII, pp. 305-311).

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F ig u r a 4 D ib u jo d e l A r c o d e C a p a r r a y r e c o n s t r u c c iĂł n id e a l d e l m is m o

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“La lectura del primer artículo pudiera sugerir la idea, en algún espíritu pervertido, de que la sillería del coro de la catedral, por contener bajos relieves heréticos é impúdicos, no debiera ocupar el lugar que ocupa, y animados quizás, como los antiguos iconoclastas, del furor de destrucción, condenar en su mente, á la hoguera las joyas artísticas que encierra tan preciosa obra de arte, sin reparar que lo que hay de perverso en todo ello no existe más que en su imagi­ nación extraviada y en su incapacidad para sentir el arte y en su ignorancia de la Historia y de sí mismo" . Seguidamente, el autor realiza una documentada referencia a los ejem­ plos clásicos y modernos sobre el uso de temas eróticos e impúdicos en el Arte, para, entre las afirmaciones finales, decir lo que sigue: “Por eso en la sillería del coro de la catedral las colocaron debajo de los asientos sufriendo el contacto de lo más impu­ ro y hediondo de los servidores del templo; y si miráis por fuera el edificio y fijá is vuestra vista en las gárgolas ó ver­ tederos de las aguas, veréis figuras quiméricas, en actitudes ó acciones nada decentes, arrojando por sus bocas las aguas envueltas con todas las inmundicias depositadas en la cubierta” Sin embargo, la verdadera conclusión y razón de ser del artículo llega en el último párrafo, en el que podemos calibrar la preocupación de nues­ tro hombre por los efectos de la incultura sobre el patrimonio extremeño: ‘Del modo antes expresado debe verse la sillería del coro, y es seguro no lo hacía de este modo el que, renegando des­ cender de aquella estatua animada por el divino soplo en el Paraíso, con un cortaplumas capó su efigie en la entrada del coro; ni el que, escandalizándose de la desnudez de las de nuestros primeros padres en el retablo del altar mayor, las mandó vestir sin reparar que con su mandato significa­ ba que son más dignos de reverencia Adán y Eva vestidos, ya pecadores, que desnudos cuando no habían pecado”.

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E l L e g a d o Pa r e d e s

Tanto en la Biblioteca Pública “A. Rodríguez Moñino - María Brey” como en el Archivo Histórico Provincial y en el Museo de Cáceres se conser­ va, aunque no siempre identificable como tal, el llamado "Legado Paredes”, una colección de cartas, planos, dibujos, manuscritos del autor, libros, docu­ mentos, objetos arqueológicos, e infinidad de papeles y curiosidades de la más exquisita y rica variedad que, además de permitir el acercamiento a la perso­ nalidad inquieta, polifacética, curiosa y coleccionista de Vicente Paredes, posi­ bilita el estudio de ésta y de tantos aspectos como los que abordó a lo largo de su vida48. De singular valor fue su colección arqueológica, en la cual destaca­ ba un extraordinario conjunto de monedas, cerca de cuatro mil quinientas, que a mediados del siglo pasado constituía más de la mitad de la colección numis­ mática del Museo Provincial cacereño.49 De todo este rico y singular legado, ejemplo extraordinario de la gene­ rosa voluntad de Vicente Paredes y de su desinteresada entrega por la cultura y el patrimonio documental y bibliográfico, permítanme que destaque un manuscrito del siglo XVI, cuya presencia en Extremadura por voluntad del ilustre arquitecto ha hecho del lugar en el que se encuentra depositado, los fon­

48 En su testamento, Vicente Paredes dona sus libros y documentos a la Biblioteca Provincial de Cáceres. con la condición de que se instalase en una sección que llevara su nombre (Archivo Municipal de Plasencia. Copia del testamento de D. Vicente Paredes Guillén). En 1933 los documentos se incorporaron a los fondos del Archivo Provincial. Entre los innumerables papeles, libros y documentos que hablan de la incansable condición coleccionista y salvado­ ra de Vicente Paredes, poco reconocida, nos encontramos con protocolos notariales, libros de capellanías, sermones religiosos, partituras musicales, poemarios. memorias y recetas médi­ cas. tratados de arquitectura, recortes de periódico, sellos de papeles timbrados, grabados, mapas, etc. Los libros y manuscritos donados se cifran en más de dos mil cuatrocientos, mien­ tras que a cerca de tres mil se eleva la de los documentos originales, parte de los cuales se encuentran catalogados (Vid. MARTÍNEZ QUESA D A . J.. C atálogo de los manuscritos del legado de Don Vicente Paredes Guillén (1840-1916). Plasencia. 1961) 49 Esta colección arqueológica llegaba a Cáceres en 1919 en función de las disposiciones testa­ mentarias de Vicente Paredes y después de que el ayuntamiento placentino no se pudiera hacer cargo del legado en 1916 en las condiciones estipuladas en el testamento (Vid. DOMÍNGUEZ CARRERO. M., "Boceto biográfico de Don Vicente Paredes Guillén", R evista de Extremadura. Segunda Época, vol. XXVI. mayo-diciembre. 1998, pp. 107-123. p. 122 y s.)

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dos de la Biblioteca Pública de Cáceres, un lugar de consulta habitual de inves­ tigadores de la Historia de la Arquitectura y del Arte. Nos referimos al ya cita­ do manuscrito del humanista y arquitecto del siglo XVI Lázaro de Velasco, en el que se procede a la primera traducción al castellano de los Diez Libros de Arquitectura de Vitruvio. Nuestra investigación sobre esta joya bibliográfica y documental propi­ ció, de alguna manera y cómo decíamos con anterioridad, nuestro acercamien­ to a Vicente Paredes, reforzando el interés por éste y permitiéndonos ahora establecer un sutil nexo de unión entre el maestro mayor de la catedral de Granada y el arquitecto municipal de Plasencia merced a los caprichos del azar. Y es que el singular manuscrito del siglo XVI no podía haber ido a parar a manos más acertadas y, por cierto, más desprendidas y generosas. De alguna forma. Vicente Paredes se nos antoja como una reencarnación del arquitecto del siglo XVI, de su espíritu humanista, de su afán generoso y de su pasión por la arquitectura. Tanto uno como otro se entregaron con abnega­ ción a una tarea de la que no esperaron más recompensa que la satisfacción per­ sonal de haber realizado una buena labor: el arquitecto del siglo XVI en tratar de publicar, sin conseguirlo, la primera traducción al castellano de un texto fun­ damental para la cultura occidental con el horizonte y meta de mejorar la for­ mación de los arquitectos españoles de su tiempo: el arquitecto de Plasencia en preparar su tratado de bóvedas tabicadas sin cimbra para una publicación que nunca vería la luz. Salvando las distancias de toda índole que existen entre ambos documentos, el hecho fortuito de que el manuscrito de Lázaro de Velasco llegará finalmente a las manos de un arquitecto poseedor de la formación téc­ nica y humanística que también poseía Lázaro de Velasco y de la que tanto echaba en falta el arquitecto quinientista, nos parece casi providencial y tan enigmático como el modo en el que el documento llegara a Vicente Paredes. Sólo personas tan eruditas como Vicente Paredes podían discernir la importancia del manuscrito, siendo el primero en publicar un artículo en el que ponía en duda que Miguel de Urrea fuera el primer traductor del Vitruvio50. Este hecho, además de convertirle en pionero de los que hemos tratado de resolver la incógnita planteada en su artículo, ratifica y avala su condición de investigador.

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Con la edición crítica que publicamos de la traducción de Lázaro de Velasco creimos cumplir con una doble deuda histórica51. De una parte, el tra­ bajo del humanista del siglo XVI veía finalmente y con varios siglos de retra­ so la merecida impresión, lo que, sin duda, habría sido un deseo imposible de realizar por parte de Vicente Paredes, con lo que, por otro lado, satisfacíamos esta más que probable aspiración de nuestro arquitecto. En definitiva, la existencia en la biblioteca cacereña del manuscrito de Lázaro de Velasco, merced a la voluntad de Vicente Paredes, prestigia el Legado y al legador y enriquece el patrimonio bibliográfico y documental extremeño con una obra señera y fundamental para la Historia del Arte.

Los

“ A p u n t e s d e A r q u it e c t u r a ” y o t r o s e sc r it o s

Muchas veces nos hemos preguntado por la razón de ser de este manus­ crito de Vicente Paredes sin encontrar una respuesta convincente. Conservado entre los documentos del Legado Paredes que se custodia en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres, las setenta y dos páginas de este incompleto documento siempre nos ha interesado especialmente32. En nuestra primera aproximación al manuscrito y en una inicial y poco meditada apreciación, nos pareció el material de estudio de un metódico estu­ diante de Arquitectura. Sin embargo, esta idea empezó a desvanecerse cuando advertimos el cuidado de la escritura y, sobre todo, el esmerado trabajo de los dibujos que acompañan el texto y que forman parte del mismo de manera clara desde el momento en el que en éste se hace referencia a aquéllos, los cuales aparecen cuidadamente numerados. Así pues, aunque no podemos afirmarlo

50 PAREDES GUILLÉN, V., "Quién fue el primero que tradujo al castellano los Diez Libros de Arquitectura escritos por Vitruvio", Arquitectura y Construcción. VII-VIU. 1900. 5 1 ' PIZARRO GÓMEZ, F.J. y MOGOLLÓN CANO-CORTÉS, P., L o s D iez Libros de Arquitectura de M arco Vitruvio Polion según la traducción castellana de Lázaro de Velasco, Mérida, 1999. 52 Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 1, “Apuntes de Arquitectura”

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con absoluta rotundidad, el manuscrito parece más un texto preparado para publicar como manual histórico de Arquitectura que como el laborioso traba­ jo de apuntes de estudiante. Llaman poderosamente la atención los bellos dibujos que ilustran un texto que, a modo de historia de la construcción occidental, realiza un reco­ rrido por la misma a partir de los elementos morfológicos de su arquitectura y de la tipología esencial de ésta. No se trata de dibujos acabados, sino más bien de bocetos a mano alzada que participan de la misma condición esque­ mática que el texto que ilustran, razón por la que no podemos estar absolu­ tamente seguros de nuestra anterior afirmación. Sin embargo, no se trata de un texto despersonalizado, pues se advierten algunos detalles de autor, como cuando menciona en varias ocasiones a Vitruvio como fuente o cuando pre­ senta la Catedral de León, que conocía perfectamente y de la que escribió un artículo en la Revista de Extremadura53, para ejemplificar las portadas m edie­ vales” . Por los ciento treinta y siete dibujos que ilustran las páginas del manus­ crito desfilan pórticos, patios, fuentes, museos, termas, cárceles, puentes, mer­ cados, escuelas, templos, tumbas, faros, casas de campo, jardines, arcos de triunfo, etc., fruto de sus estudios sobre la Historia de la Arquitectura y, sin duda alguna, de apuntes de viajes. Con el título de El módulo gótico se conserva igualmente un interesante manuscrito entre los documentos del Legado Paredes55. Sin las reservas expuestas para el anterior escrito, parece un texto preparado para una publica­ ción que nunca vio la luz. Con este trabajo Vicente Paredes parece tratar de contribuir a un tema clásico de la teoría arquitectónica, como es el de las pro­ porciones armónicas de la arquitectura gótica desde la modestia de su perso­

53 PAREDES GUILLEN, V„ “La catedral de León”. Revista de Extremadura. 1901, junio, vol. III. pp. 268-278. 54 "Algunas de las portadas de esta época tienen la disposición que se observa en las figuras 11 y 12 pertenecientes á nuestra catedral de León, la cual es de un magnífico efecto"( Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 1, “ Apuntes de Arquitectura", fol. 6 v.) 55 Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 28.

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nalidad56. Sin embargo, el texto no es sólo esto pues, finalmente, se convierte en un manual práctico sobre la forma de construir bóvedas que en su página inicial titula “Práctica de la construcción sin cimbra" y que parece ser el ante­ cedente del manuscrito del que hablaremos a continuación. Más que los aspectos generales de este documento y su análisis, para el que no disponemos de los conocimientos técnicos necesarios, nos interesa des­ tacar aquí aquellos que tienen que ver con el enunciado de este discurso. En este sentido, cuando leemos los folios del documento nos imaginamos al arqui­ tecto verificando sus aseveraciones a panir de los ejemplos de la arquitectura extremeña medieval, moderna y contemporánea que tan bien debía conocer tanto por su condición de arquitecto como de curioso y científico. El rescate que plantea en sus páginas del oficio de los antiguos alarifes y albañiles y el valor moral que confiere a las prácticas constructivas tradicionales, se nos antojan como el resultado de una inspiración en la arquitectura vernácula extremeña y la nobleza de sus constructores: “Nosotros somos partidarios de que el operario emplee los menos medios auxiliares para que. fiando algo á su discur­ so, haga las operaciones poniendo de su parte y no por medio de patrones, que le prive del deleite que le resulta el ver en su obra, al tiempo que la va ejecutando, el fru to de su inteligencia. Esto le empeña el ánimo y no le cansa tanto el trabajo como, cuando obrando de una manera automática, puede conseguir el resultado”. Así se expresaba en un momento del manuscrito, el cual no es otra cosa que un panegírico en defensa de la arquitectura de tradición gótica, como es la

56 "La relación constante que se observa entre unas y otras dimensiones incluyó á Yolivet y al doctor alemán Henzlman á la investigación de la existencia de un módulo. Sus estudios de muchas construcciones de la Edad Media les ha conducido á resultados que desconozco y no quiero conocer hasta la terminación de mis trabajos en la materia para obrar con entera inde­ pendencia: de este modo, si el resultado coincide con el que han obtenido, será una compara­ ción de su exactitud"( Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92. Lib. 28. fol. 6) 57 Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92.Lib. 28,. fol. 28

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extremeña tanto culta como popular, y de sus sistemas constructivos, especial­ mente el de las bóvedas, cuyo escaso uso atribuía Vicente Paredes al descrédi­ to en el que cayó la arquitectura gótica en los tiempos de la modernidad his­ tórica58. En una región como la extremeña, en la que la arquitectura culta tiene en la bóveda de crucería de tradición medieval uno de sus elementos “invarian­ tes” y en la que la bóveda de aristas a base de ladrillo es fundamental en la construcción popular, se entiende claramente

el sentido de los textos de

Vicente Paredes y el carácter reivindicativo que rezuman.

E l tratado de bó v ed a s

De 1883 data el manuscrito que nuestro arquitecto preparaba sin duda para una publicación que habría de titularse Construcción sin cimbra de las bóvedas de ladrillo con toda clase de morteros, aunque en la portada del cita­ do documento se advierten algunas vacilaciones, pues en un principio el libro pensaba publicarlo con el título de “Construcción sin cimbra de las bóvedas de cal y ladrillo por Vicente Paredes, arquitecto’,w. ¿Por qué destacamos esta obra dentro de la producción literaria de Vicente Paredes?, ¿qué nos mueve a hacer de ella un canto especial? y, por últi­ mo, ¿qué es lo que hace singular este manuscrito?. Las respuestas a éstas y otras interrogantes se encuentran entre las páginas de este excepcional y tan poco conocido opúsculo.

58 “Envueltos en el calificativo de bárbaros han sido olvidados muchos sencillos procedimien­ tos por los que labraron los monumentos que hoy admiramos"! Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 92.Lib. 28. fol. 35) 59 El manuscrito ha pasado bastante desapercibido, casi tanto com o la figura de su autor. Tan sólo algunos historiadores y profesionales de la arquitectura se han acercado a esta sencilla y sin­ gular obrita teórico-práctica. Entre estos, hay que destacar a D. José Sánchez Leal que en dife­ rentes ocasiones ha citado el manuscrito de Vicente Paredes en sus trabajos sobre el sistema abovedado extremeño(SÁNCHEZ LEAL, J„ "Bóvedas extremeñas autosostenidas del 1500", C arlos V y el fin de una época (1500-1558), Jaén, 2003, pp. 315-330. “Supervivencia de las bóvedas autosostenidas de rosca y tabicadas extremeñas”. Las grandes bóvedas hispanas, Madrid, 1998, pp. 107-113).

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En esencia, el manuscrito es un manual inconcluso sobre la forma de edificar bóvedas de ladrillo sin cimbra60. Sin embargo, su finalidad y bondad no acaban con esta condición formativa, sino que alcanzan el terreno de lo patrimonial, al convertirse en una forma de reivindicar el sistema constructivo extremeño y contribuir a la perpetuación de su memoria61. Así lo pone de relie­ ve el autor en la primera página de aquellas que bajo el epígrafe de “Al lector” deja clara su intención, de igual forma que Lázaro de Velasco hiciera en las páginas iniciales de su traducción del Vitruvio y coincidiendo, salvando las diferencias lógicas, en el elevado fin que confieren a su trabajo tanto uno como otro. Esta coincidencia, amén de la condición inédita de ambos, nos permite añadir nuevos lazos de unión entre manuscritos y autores, cuyo fortuito encuentro parece haberse fraguado en la urdimbre del destino con ignotas intenciones. El arquitecto afirma en la citada página lo siguiente: “Varios han sido los medios que en España y en otros paí­ ses se han propuesto para edificar sin el auxilio de la cim­ bra las bóvedas de ladrillo; pero todas fundadas en el empleo de morteros que fragüen pronto; el que vamos á exponer es independiente de la energía de la cal; le practi­ can rutinariamente los albañiles extremeños y nadie se ha ocupado en estudiarle. Algunos autores de tratados de cons­ trucción han indicado su existencia, pero ninguno conozco que haya expuesto sus principios" A continuación y en el tono reivindicativo del que siempre hizo gala nuestro arquitecto, concluye la exposición inicial de los motivos que le movie­ ron a escribir esta obra con el siguiente texto:

60 Este sistema fue objeto de atención por otros autores del siglo XIX, com o es el caso del inge­ niero Francisco Javier Boguerin(1855), el maestro de obras Florencio Ger y López(1869 y 1898) y el comandante de ingenieros José Albarrán García-Marqués(1885), estos dos últimos extremeños. 61 En este mism o orden de cosas, hay que mencionar los textos y notas en los que describe las técnicas constructivas extremeñas más tradicionales, com o es el caso del tapial! Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 93. Lib. 21)

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“Si hubieran llegado á conocer este sistema por medio de sus estudios los que en otras naciones le buscan con tanto afán, ostentarían ufanos su descubrimiento, y no habría en nuestra patria autor de libros que tratasen del arte de cons­ truir que no le dedicara algunas páginas; pero siendo de nuestro uso no le apreciamos en su verdadero valor, suce­ diendo con esto lo que con otras muchas cosas, que son más apreciadas porque son de otros países, no porque sean mejores que las del nuestro”. Confiesa seguidamente Vicente Paredes su deseo de que otro hubiera realizado este trabajo, “pues-como dice nuestro autor- nos sería más grato gozar de trabajo ajeno”. Cuando leimos esta frase nos fuimos inmediatamente al manuscrito de Lázaro de Velasco, y en el texto de su “Proemio” nos encon­ tramos con lo que sigue: “Mucho tiempo estuve dudando si sería el primero que tomase la pluma en la mano para traduzir, y desee muncho que saliese alguno a hazerlo, por gozar del trabajo ageno”b2. Este idéntica actitud y forma de expresarla no es en absoluto casual y pone de manifiesto que Vicente Paredes dispone ya en estas fechas del manus­ crito de Lázaro de Velasco y que entre ambos arquitectos se establece, por voluntad del extremeño, una relación paralela que el azar quiso que fuera más allá al quedarse ambos sin editar. Aunque no crea en el destino ni en la diosa Fortuna, créanme que en oca­ siones uno empieza a flaquear en su incrédula actitud, pues antes de que quien les habla pudiera llegar a establecer el más mínimo paralelismo entre ambos manuscritos inéditos, los dos hacían acto de presencia en mi vida en el mismo tiempo y para el mismo fin, pues mientras que estaba en prensa la edición crí­ tica del manuscrito de Lázaro de Velasco, presentaba a los mismos promotores

62 VELASCO. Lázaro de. Los Diez Libros de Arquitectura de M arco Vitruvio, Biblioteca Pública “A. Rodríguez M oñino - María Brey" de Cáceres. Mss-2, folio sexto del manuscrito.

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de la edición de éste el proyecto para hacer lo mismo con el tratado de bóve­ das de Vicente Paredes. Dejando estas consideraciones, sin duda fruto de las paranoicas obsesio­ nes del investigador, para otro momento, entremos en el texto del manuscrito y permítanme que les proporcione unas pinceladas de su jugoso contenido. El primer lugar y abundando en la intencionalidad del arquitecto extre­ meño, hay que hacer constar su preocupación por la desaparición de sistemas constructivos vernáculos y ancestrales de Extremadura, como es el caso espe­ cífico de las bóvedas tabicadas “porque no vemos lejano el día en que no sepan hacerlas como no se hacen en parte alguna". Esto nos pone delante de un arquitecto que trataba de recuperar el oficio del maestro de la arquitectura ante las amenazas de la modernidad constructiva, sobre cuyos inconvenientes aler­ taba en su texto. Pero, además de esta posición defensora de la tradición frente a la modernidad y del ladrillo frente al hierro, el texto de Vicente Paredes es un ale­ gado en defensa de las construcciones abovedadas por razones de seguridad, economía y nobleza: “Un edificio de dos pisos y abovedado según el sistema que vamos á exponer no cuesta más que el mismo construido con pisos de madera; pero aunque fuera mayor el importe de sus obras, éste sería compensado por la cualidad de ser menos combustible y porque siempre una construcción con bóvedas representa más grandeza, es más monumental y se presta á desarrollar en ella mayores concepciones artísticas’'. Por otra parte, nuestro arquitecto va más allá en la defensa del sistema abovedado frente al adintelado, argumentando consideraciones incluso de carácter psicológico, pues, según afirma, “la continua habitación de edificios con techos planos oscurece algún tanto nuestros sentidos". El final del alegato en favor de las construcciones abovedadas, y antes de que el autor de principio a las consideraciones técnicas, es una mues­ tra más del extremeñismo orgulloso y reivindicativo de Vicente Paredes:

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"Los que quieran ver esta clase de bóvedas pueden dirigir­ se á las comarcas de Extremadura en que abunda la cal y escasea la madera; pues en las que es barato este último material no lograrían su intento; pero si visitan las partes indicadas y ven la rapidez, la facilidad y la economía con que son ejecutadas, el buen aspecto que presentan cuando los albañiles han acertado á darles á las habitaciones que cubren una altura proporcionada, se convencerán de ¡a con­ veniencia de su generalización y de su importancia para las construcciones” . Hacíamos anteriormente un ejercicio imposible de relación, casi provi­ dencial, entre los manuscritos que pertenecieron al mismo autor, aunque sólo uno sea de su puño y letra. Pues bien, ahora podemos apuntar algo más en esta relación, ya que cuando entramos en la lectura del texto nos damos cuenta de hasta qué punto la posesión del preciado manuscrito del siglo XVI cautivó a su propietario. Y es que el texto de Vicente Paredes es claramente vitruviano, aunque no cite al autor clásico en ningún momento para fundamentarse y sí lo haga, en cambio, con otros autores más cercanos en el tiempo, como es el caso de Fray Lorenzo de San Nicolás63. Pero con frases como la que reproducimos a continuación no hace falta decir en qué fuentes históricas de la arquitectura ha bebido su autor: "El arte de edificar se funda en las reglas deducidas de ¡as ciencias para formar, ordenar y colocar distintos cuerpos ó piezas, que puedan permanecer sin dislocarse ni partirse, cuando su conjunto sirva para aquello á que se destine. Su objeto es el edificio. Este se obtiene dando á los materia­ les la form a y resistencia apropiada, colocándolos en cada miembro de ¡a construcción en número, peso y figura nece­ sarios para que sus partes estén equilibradas y tan fu erte­ mente estables como sea necesario á su destino; cuando tiene estas condiciones se dice que es sólido"M 63 PAREDES GUILLEN, V., Construcción sin cim bra de las bóvedas de ladrillo con toda clase de morteros, 1883, Manuscrito inédito. Archivo Histórico Provincial. Legado Paredes, p. 18. 64 Ibid., p. 11

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F ig u r a 5 D ib u jo s d e l “ T r a t a d o d e b Ăł v e d a s â€? d e V ic e n t e P a r e d e s .

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1883


Esta utilización de la vitruviana teoría de la “firmitas”, “utilitas” y “venustas" empleada como argumentación para la defensa de la bóveda tabi­ cada extremeña, lejos de parecemos gratuita o caprichosa, nos resulta pertinen­ te y a la medida del traductor al castellano de los Diez Libros de Arquitectura de Vitruvio, pues, en efecto, Lázaro de Velasco participaba de la formación del arquitecto tanto en las teorías clásicas como en los oficios tradicionales. Para la publicación del texto, eminentemente práctico a pesar de la argu­ mentación teórica inicial, Vicente Paredes preparó una serie de dibujos al objeto de poder entenderse mejor este sistema de construcción de bóvedas sin cimbra, tan frecuente en la arquitectura vernácula extremeña (Fig. 5). El interés de este manuscrito sigue vivo, así como la necesidad de per­ petuar las antiguas técnicas de la construcción popular, como la de las bóvedas tabicadas sin cimbra, por lo que, desde esta tribuna que me brinda la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes hago votos para que, aun­ que con ciento veinte años de retraso, se pueda editar finalmente este singular tratado.

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E pílogo

S eñores A cadém icos :

H

e

procurado poner de relieve las cualidades morales, intelectuales y pro­

fesionales de un extremeño cabal y de un verdadero paladín de la cultura, cua­ lidades de las que se invisten sobradamente sus Excelencias y que hacen de esta Institución faro de las Letras y las Artes extremeñas. Por esa razón y por la identificación y estímulo que me produce la figura de D. Vicente Paredes Guillén, opté por servirme de él y de sus excepcionales virtudes para poder ocupar el sillón académico de quien, como D. Pedro de Lorenzo, tantas tuvo. He tratado de aportar mi modesto óbolo al rescate de la figura singular de D. Vicente Paredes Guillén del ostracismo en el que la historiografía extre­ meña le condenó injustamente, llamando la atención sobre la importancia de su personalidad, producción y creatividad en favor del patrimonio extremeño. Finalmente, quisiera hacer votos sobre la necesidad de poner en valor el fondo del Legado Paredes y difundir a la sociedad el mensaje profundo y actual que hay en todos y cada uno de los papeles, libros y documentos que lo componen. A pesar de su entrega generosa a la cultura extremeña, su nombre y su obra esperan aún no los honores, a los que nunca fue adepto, sino el justo reco­ nocimiento a una labor ingente en pro del patrimonio artístico, documental y bibliográfico. Me sumo en este momento a las palabras de D. Miguel Hurtado, Dña. Montaña Domínguez y D. José Sánchez sobre la injusta situación en la que se encuentra la obra, el legado y la memoria de D. Vicente Paredes Guillén y en la confianza de la pronta reparación de este agravio.

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Permítanme, por último y a modo de conclusión final, que les lea un texto con el que me identifiqué de tal manera que hago mío en este momento y, de esta forma, me permite pensar a D. Vicente Paredes Guillén en un imagi­ nario y postumo discurso de ingreso en esta Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. El texto, que resume perfectamente el sentido del título de este discurso, dice así: “No basta que sean bellos ¡os ornatos de las poblaciones: necesitan ser útiles, ser hijos de ellas y fieles representantes de su historia. Obrar de otra manera es dar una idea muy pobre de cultura y asemejarse á una población de manos que no hicieran más que imitar lo que vieren sin reparar en destruir lo bello, útil y bueno para hacer lo que en otras par­ tes han visto, por más que no les sea de utilidad, ni esté con­ form e con sus costumbres y tradiciones. No sé para qué sir­ ven los Gobernadores en esta materia si no excitan y obli­ gan á las Juntas Provinciales de Monumentos á que velen por la conservación de las pocas obras de arte que nos que­ dan é impidan se erijan otras que por falta de sentido, con­ diciones estéticas y utilidad nos avergüencen ante la crítica de los extranjeros”65. En fin. Señores Académicos, a través de estas páginas he tratado de pre­ sentarles, a modo de “ laudatio”, la magnitud de un extremeño ejemplar y de su labor en favor del patrimonio histórico-artístico extremeño, su estudio y su conservación. Ahora quizás se puedan valorar mejor mis palabras iniciales sobre las razones de la elección de este tema para una ocasión tan señalada para mí, como es la de ingresar de pleno derecho en la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes. Hacerlo en compañía de D. Vicente Paredes Guillén es un inmerecido privilegio. Pensemos que, si hoy podemos disfrutar de una riqueza patrimonial que hace de esta tierra un espacio para

65 El párrafo forma parte del texto “Las dos fuentes” que Vicente Paredes escribe en contra de la nueva fuente de la plaza mayor de Plasencia, cuya construcción había supuesto la destruc­ ción de la antigua. Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legado Paredes. Leg. 84. Lib. 37, fol. 8 y s.

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vivir en armonía con la historia y la naturaleza, es gracias a hombres como D. Vicente Paredes Guillén; gracias a hombres y mujeres a los que nunca podre­ mos agradecer bastante lo que con su trabajo y herencia nos han legado para sentimos más humanos y felices en esta fantástica y heroica tierra extremeña. He dicho. Francisco Javier Pizarro Gómez

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Contestación del Excmo. Sr. D. Francisco Tejada Vizuete Académico de Número de la Real Academia de Extremadura



S e ñ o r e s A c a d é m ic o s :

S lR V A N mis primeras palabras de agradecimiento a esta Real Academia de Extremadura por la confianza que me otorga, a fin de que, en su nombre, con­ teste al discurso que acaba de pronunciar el Excmo. Sr. D. Francisco Javier Pizarro Gómez. Comparto con él esa “preocupación y ocupación constantes” señaladas, relativas al Patrimonio cultural de Extremadura en su dimensión histórico-artística; ocupación que, bajo directrices parejas, mira a la investiga­ ción, estudio y también difusión de dicho Patrimonio y que, por lo que com­ porta de conocimiento científico de tan preciada realidad, se proyecta como una de las mejores maneras de velar por el mismo, lejos de aquellas otras agre­ sivas y agrestes, nacidas muy frecuentemente de oportunismos más o menos patrioteros. Comparto también con el profesor Pizarro Gómez esa amistad que el paso de los años afirma y consolida y, en nuestro caso, pone en entredicho la afirmación a la pregunta sobre quién sea tu peor enemigo; afirmación que asevera que lo es “el de tu profesión”. Por estas razones, pues, preocupación y ocupación afines y amistad, más otras que no es preciso señalar ahora, la tarea encomendada me resulta gratísima. Entendemos las dudas surgidas en el ánimo de don Francisco Javier Pizarro a la hora de seleccionar el tema de su discurso, dados los innúmeros temas relativos al mismo Patrimonio que él podía haber abordado y dadas las plurales dimensiones de cualquiera de éstos, incluida la americanista -dim en­ sión tan entrañable para esta Academia como entrañada en su vocación espe­ cífica-, en las que podía haber fijado su atención. Me basta señalar como prue­ ba de lo dicho ese robusto “corpus” bibliográfico, bien conocido de los Srs. Académicos, que se ha ido labrando quien llega a esta Institución con una lograda madurez intelectual, propia, por lo común, de edades más avanzadas que la suya.

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Y ya que hemos aludido a la dimensión americanista de los trabajos del Dr. Pizarro Gómez, me permito enfatizar sus publicaciones de esta índole, aun­ que, por no alargamos indefinidamente, tan sólo me refiera a una serie de pro­ yectos y ponencias desarrollados en el último trienio, tales como el de la rea­ lización del “'Inventario artístico de los conventos del Estado de Morelos (México)", que dirige y coordina, o los estudios sobre “ Identidad y mestizaje en el arte barroco andino” 1o sobre las “Peculiaridades de la arquitectura barro­ ca argentina. El caso de la ciudad de Córdoba"2; sobre las “Transferencias y modelos españoles en la arquitectura colonial cubana”3o sobre "La retórica de la imagen en la visión europea de América”4, así como sobre “Cultura y socie­ dad en la Bolivia colonial’’5, además de analizar la situación y establecer “ ...estrategias para la rehabilitación del los conventos del siglo XVI situados a las faldas del Popocatepelt...”6 o para la “Gestión del patrimonio en Iberoamérica. Programas, proyectos e intervenciones” , tema con el que clau­ suraba el Master en Gestión de Bienes Culturales y Patrimonio organizado por la Universidad de la Coruña en el curso 2002-2003, además de otros muchos cursos impartidos y dirección de tesis doctorales sobre temática hispanoame­ ricana. Cultiva también el Dr. Pizarro Gómez el estudio de la literatura emble­ mática, tan decisiva para una más honda comprensión y lectura iconológica de las manifestaciones artísticas del Renacimiento y el Barroco, como tan con­ cienzudamente nos mostrara el recordado profesor Santiago Sebastián, adalid en España de esa nueva orientación metódica; una literatura, por cierto, culti­ vada también entre nosotros, lo fuera en forma de comentarios a Alciato. como lo hiciera tan logradamente el alcantarino, maestro de latinidad en Mérida, Diego López; lo fuera como creación última del género en la Europa del pri­

1 II Congreso Internacional do Barroco. Universidad de Porto, 2001. 2 III Congreso Internacional del Barroco Iberoamericano, Sevilla. 2001. 3 En C uba-España: una historia com partida, Curso de Verano de la Universidad de Extremadura. 2002. 4 En La Retórica en el Nuevo M undo, Cáceres. 2002. 5 Cursos de Verano de la Universidad de Extremadura. 2001. 6 I Congreso Iberoamericano de Patrimonio Cultural. Madrid. 2001

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mer tercio del siglo XVIII, cuando el badajoceño Blas Suárez de Figueroa nos “dibuja” tan deliciosamente su “Camino del cielo”. El interés mostrado por don Francisco Javier Pizarro sobre el tema le hizo merecedor de presidir durante cinco años (1994-1995) la Asociación Española de Emblemática y, sobre todo, le dio la oportunidad de dirigir dos tesis doctorales que resultan de obligada consulta a los interesados por esta orientación: la del Dr. Hernández Miñano sobre Los Emblemas M orales de Sebastián de Covarrubias (1993) y la del Dr. García Arranz sobre Ornitología emblemática. Las aves en la litera­ tura simbólica europea de los siglos XVI y XVII (1993); pero, además, el mismo profesor Pizarro Gómez ha propiciado una serie de títulos que confor­ man su importante contribución al estudio de la arquitectura efímera, desde tal perspectiva: “Emblemas y jeroglíficos en la entrada triunfal de Felipe III en Lisboa en 1619”\ “Astrología, emblemática y arte efímero”*, “Antigüedad y emblemática en la entrada triunfal de Felipe II en Sevilla en 1570”9, “Alciato y otras fuentes emblemáticas en el arte temporal del viaje de Felipe II a los Países Bajos y Alemania”10, “Función y uso del emblema en la arquitectura efí­ mera de los siglos XVI y X V i r 11, “Entre la emblemática y el arte efímero. A propósito del Arcus aliquot triumphal ...de Joannes Sambucus”'3, etc. He citado y muy someramente, desde luego, trabajos puntuales referidos a sólo dos de las diversas materias cultivadas por el Dr. Pizarro Gómez en su amplia y consolidada dedicación, como dijimos, a la investigación, estudio y difusión del Patrimonio Cultural de Extremadura; méritos todos que le acredi­ tan como Correspondiente en las Reales Academias de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría (1992) y San Femando (1996). No sería justo, sin embargo, dejar pasar por alto, en este día y en la ciudad que nos acoge, aquellas palabras suyas que revelan su interés particular por el patrimonio trujillano; un interés y una dedicación que le llevan a sentirse como si fuera natural de esa grata ciu­

7 N orba-A rte, 1984. 8 G oya. 1985. 9 N orba-Arte, 1985. 10 Instituto de Estudios Iconográficos “Ephialte”, Vitoria, 1989. 11 I Sim posio Internacional de Emblemática, Teruel, 1994. 12 N orba-A rte. 1996.

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dad: Arquitectura y urbanismo en Trujillo (siglos XVIII y XIX), 1987,es obra de gran envergadura del Dr. Pizarro Gómez, quien con otros autores, se ha pre­ ocupado también de ofrecemos una visión general sobre El Patrimonio artís­ tico ...(1987) de la misma ciudad y hacerla objeto de su consideración como ...Crisol de culturas (1995), además, de redactar la necesaria memoria artísti­ ca para la elaboración del Plan Especial de Trujillo del arquitecto López Hermida. Precisamente trabajos de esta índole, así como el que resulta de inventariar el Patrimonio extremeño son armas eficaces para su salvaguarda, como lo son también para el conocimiento y difusión del mismo patrimonio los Congresos y Exposiciones, al frente de cuyos comités organizadores y comisariados. si se trata de Extremadura, resulta por fortuna inevitable en tan­ tas ocasiones la eficaz presencia del Dr. Pizarro Gómez. Pero volvamos al tema elegido por nuestro recipiendario para su discur­ so de ingreso en esta Real Academia; tema que nos resulta tan oportuno como acertado en momentos como los actuales, cuando pasada ya aquella furia “ico­ noclasta”, que afectó por igual -nos parece- a la sociedad eclesiástica y a la civil, con incidencias bien negativas en los bienes patrimoniales de una y otra, particularmente en los años setenta del pasado siglo XX, nos empeñamos, por fin, en la recuperación, conservación y protección de esa herencia, cuyo con­ tenido hemos visto crecer y precisar en nuestros días felizmente, adjetivando de manera cada vez más plural el término genérico de patrimonio cultural, que es histórico-artístico, documental, bibliográfico, pictórico, musical, mobiliar..., y, cómo no, natural, paisajístico, material, inmaterial...Centrarse en un perso­ naje como Vicente Paredes Guillén, de cuya preocupación por el patrimonio cultural de Extremadura hemos tomado buena cuenta, nos permite reconocer la deuda que al respecto se mantenía con él y, tras ello, saldarla, en alguna manera, por vía de la palabra agradecida. Lo significa así, por su parte, don Francisco Javier Pizarro. quien reconoce haber gozado en su activa andadura, en más de una ocasión, de “un compañero fiel y desinteresado”, como lo ha sido don Vicente Paredes, y lo aplaude la Real Academia de Extremadura, como lo hiciera en el 98, cuando el profesor García Iglesias nos daba buena cuenta de la importancia decisiva de los trabajos de don Antonio García y Bellido en orden al conocimiento de la Antigüedad en la región. Discursos de esta índole propician un camino, fructífero sin duda, que habrá de recorrerse

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de una manera u otra: ilustres arqueólogos, como Mélida y Álvarez Sáenz de Buruaga. versados latinistas y documentalistas, como Sánchez Loro; plurifacéticos artistas, como Solís Rodríguez..., nos esperan. El discurso de don Francisco Javier Pizarro Gómez ha supuesto para quien les habla el descubrimiento de un personaje merecedor, por su polifacé­ tica cultura, de engrosar la nómina de tantos escritores y pensadores extreme­ ños a los que reconocemos como tocados por un haio de humanismo; ese humanismo que se nos antoja derivar de una suerte de espíritu compartido en esta tierra, en las que las ensoñaciones metafísicas no tienen por qué apartar­ nos o quedar ajenas a la consistencia pura y dura de la “realidad”, que en tales "construcciones" se ilumina y trasciende; un humanismo, desde luego, que se quintaesencia en los más señeros nombres de nuestra cultura, desde Arias Montano y el Brócense a Correas y Pedro de Valencia o Diego López; y sin perder del todo el sonsonete amable de su eco emerge acá y allá, en don Luis de Zapata o Sorapán de Riero, en Acedo de la Barrueza y Porras o en Solano de Figueroa..., y ahora también en nuestro más hondamente conocido don Vicente Paredes. Recojo del discurso del profesor Pizarro Gómez “la faceta de escritor, ensayista e historiador... de Vicente Paredes. Su afición por el mundo de la Arqueología, de la Historia del Arte, de la Heráldica y de tantas otras dis­ ciplinas, en una insaciable sed por aprender...”. Me cabe destacar su admira­ ción por la antigüedad clásica; su entrega a la investigación llevada a cabo en el silencio, monacal casi, de los archivos; su preocupación por la naturaleza, ejemplificada en maneras que parecen ser anticipo del ecologismo hodierno y, desde luego (no hay que echar en olvido las propuestas pedagógicas, cuando no moralizadoras de los humanistas), su interés por la educación del pueblo. Los fragmentos de textos mayoritariamente inéditos de Vicente Paredes, que nos ha hecho degustar amablemente esta mañana el recipiendario, nos incitan a la lectura y estudio de los mismos en su integridad, por lo que mi voz se une a la de quienes consideran necesaria la publicación de algunos de éstos, como los citados e incompletos Apuntes de arquitectura, el estudio teórico sobre El módulo gótico y, sobre todo, el teórico-práctico Tratado de bóvedas, por lo que puede suponer éste último de recuperación de prácticas arquitectó­ nicas tradicionales, cuya desaparición definitiva posiblemente tendríamos que lamentar. Pero tampoco deberíamos echar en olvido la mera relación que nos

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anota el Dr. Pizarro Gómez de “los innumerables papeles, libros y documen­ tos que hablan de la insaciable condición coleccionista de Vicente Paredes”y entre los que se encuentran sermones religiosos, partituras musicales, poemarios, memorias y recetas médicas, grabados, mapas...; es decir, un “menú” variado para muchos afanes intelectuales y no ajeno -según nos cabe sospe­ char, habida cuenta de la época- a los intereses de quienes en Extremadura engrosaron tan tempranamente la nómina de los folkloristas europeos. Pedir al Dr. Pizarro Gómez, tan buen conocedor del Legado Paredes, que arbitre la manera de que se lleve a cabo el Catálogo razonado de mismo no es hacerle descender escalón a tareas de menor importancia -n o s parece-, por más que éstas no llegaran a ese alto nivel que se descubre tras los arduos trabajos de la bellísima edición de Los diez libros de Arquitectura de Vitruvio, según la tra­ ducción castellana, la primera, de Lázaro de Velasco, del mismo Legado; edi­ ción que debemos al esfuerzo conjunto de nuestro recipiendario y la Dra. Pilar Mogollón Cano-Cortés. Mi petición, desde luego, resulta interesada. En la brega asumida por quienes por devoción u oficio, o ambas cosas, andamos empeñados cada día en la conservación del Patrimonio Cultural Extremeño siempre cabe aprender de quien, como es el caso de Vicente Paredes, se enfrentó a situaciones nada fáciles, incluida la de una actividad restauradora en la que los criterios segui­ dos, que hoy casi nadie se atrevería a defender en público, sirvieron dignamen­ te para la salvaguarda de unos monumentos en los que los "añadidos” integra­ dos, cuando los percibimos, no nos escandalizan. Me basta referirme al Real Monasterio de Ntra. Guadalupe, por poner un ejemplo -e n este caso no debi­ do a Paredes- de la llamada “restauración en estilo”; como me cabe preguntar­ me en esta misma estancia, si debemos o no reintegrar en su friso superior el esgrafiado ornamental, realizado en origen mediante el uso de plantilla... Ejemplos y preguntas inducirían acaso una cierta cautela a la hora de las ase­ veraciones dogmáticas en referido campo de la restauración, por más que ésta discurra en los tiempos presentes por cauces bien logrados y nada relativos. No cabe duda que a Vicente Paredes le tocó vivir un momento apasio­ nante en relación al Patrimonio; cuando todavía debían sonrojar a los buenos espíritus las secuelas producidas por una leyes desamortizadoras o nacionali-

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zadoras que. en pocos años, acarrearon, cuando no la ruina, sí el abandono o el cambio a funciones innobles de aquellos edificios conventuales, cuyas igle­ sias fueron convertidas en establos, no sin antes haber aventado al más feroz de los pillajes buena parte de su legado cultural, particularmente el suntuario, documental y bibliográfico, responsabilizando luego más de lo debido, para justificamos, a la francesada o, en tiempos más hodiernos, a la propia Iglesia. Están por escribir las novelescas páginas que documentan de qué modo y manera las exquisitas almas de un convento -las Clarisas de Zafra, por poner un ejemplo, entre tantos posibles- se debatían, a caballo de los siglos XIX y XX, entre seguir viviendo, que es un decir, bajo la hambruna más inmisericorde o desprenderse de alguna parte del suntuoso patrimonio con que las agra­ ciara la Casa de Feria. Por suerte para todos nosotros, las humildes monjas acertaron a desprenderse de preciosas alhajas, sí, de joyería..., que menos no importan, reservándonos para nuestro deleite y, sobre todo, para servir al fin que las hizo nacer no menos preciosas esculturas y pinturas, junto a las más notables piezas de carácter sagrado para el culto divino y lo devocional: cru­ ces procesionales, custodias y ostensorios, vasos sagrados, arquetas eucarísticas, relicarios..., marcadas muchas de tales piezas con la impronta de los más afamados plateros que laboraron en la región o fuera de ella. Por el contrario, suman, pero no siguen, por ventura, dentro de aquella serie de exilios, más o menos oficiales, y de saqueos, enmascarados por el engaño, más de una tabla de Morales, lienzos de Zurbarán y pintura mural que, fijada sobre un nuevo soporte, permite inventariar ahora en los fondos del Prado, y lucir en sus muros, la más hermosa acaso de las pinturas del gótico internacional en las tie­ rras hispanas: el sin par “San Miguel del maestro de Zafra”. Traigo estas últimas palabras a colación para significar precisamente otro importante papel desempeñado, según nos documenta el profesor Pizarro Gómez, por Vicente Paredes, a quien más de una vez se le comisionara para llevar a cabo inspecciones sobre supuestas ventas del patrimonio eclesiástico, según denuncias que, en ocasiones, resultaron falsas: me basta referirme a la bellísima Biblia miniada (siglo XV) de la catedral de Plasencia. En cualquier caso, debemos valorar muy positivamente gestiones de tal índole que, en más de una ocasión, han puesto freno a desvarios posibles. No es éste el tiempo -suerte para nosotros- que nos toca vivir, lo que se debe -tam bién en su medi­

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da- a quienes como el profesor Pizarro Gómez se han entregado tan laudable­ mente no sólo a inventariar el Patrimonio, sino a investigarlo, difundirlo, valo­ rarlo, sin duda más allá de lo que sería exigencia ética de la enseñanza profe­ soral, que imparte en nuestra Universidad de Extremadura.

S e ñ o r e s A c a d é m ic o s :

Quienes creemos en el valor de la dedicación, más que entusiasta y deci­ dida, a una tarea que, en el caso de don Francisco Javier Pizarro, de un modo u otro queda vinculada al hecho de una infancia que se ilumina con tales refe­ rentes patrimoniales, únicos, de la ciudad de Cáceres, confiamos también ver multiplicados los frutos ya granados de esa dedicación; porque, si los obteni­ dos hasta ahora avalan su presencia en esta Real Academia de Extremadura de las Letras y Las Artes, que hoy le acoge en su seno en sesión pública y solem­ ne, los de mañana vendrán a honrar y a enaltecer sobremanera a tan ilustre Institución. He dicho. Francisco Tejada Vizuete

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Se terminó de imprimir en los talleres de Indugrafic Artes Gráficas, el día 31 de enero de 2004, festividad de San Juan Bosco.



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