Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Tomo I

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REPRODUCCIÓN PORTADA


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Volumen I Juan Manuel Valadés Sierra ISBN Volumen I: 978-84-15823-51-3. ISBN Obra completa: 978-84-15823-53-7 D. Legal: BA-000157-2019. Edita: Diputación Provincial de Cáceres Imprime: Artes Gráficas Tecnigraf de Badajoz. Portada: El orive de Torrejoncillo Pedro Llanos Gil (1906-1968) trabajando en su taller con dos oficialas. Cortesía de D. Lorenzo Llanos Bernal. Cáceres, 2019


A mis padres, Guillermo ValadĂŠs Gallardo, in memoriam, y Julia Sierra FernĂĄndez, ad multos annos.



Agradecimientos y dedicatoria amplia Este no es un libro sobre orfebrería, ni sobre técnicas artísticas; no es un libro sobre joyas ni tampoco sobre un oficio, aunque sea un poco de todo ello. En realidad, es un libro sobre la gente, sobre personas, hombres y mujeres que vivieron, trabajaron, se esforzaron, soñaron y sufrieron en la provincia de Cáceres, y también fuera de ella. Dicen que las personas sólo mueren realmente cuando no queda nadie vivo que tenga un recuerdo de ellas; creemos que, de alguna manera, recordar el paso por el mundo de las personas ya desaparecidas las retorna a la vida, aunque sea de una forma simbólica. Conservar la memoria de nuestros mayores es devolverles de alguna forma lo que la efímera naturaleza humana les arrebató un día; por eso, hemos querido que la parte fundamental del libro se centre en el rescate de las identidades de las personas que pusieron en pie e hicieron posible el esplendor y el declive de la orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres durante los siglos XIX y XX. A todas esas personas va dedicado en realidad este libro, a quienes aún hoy siguen ganándose la vida con esta hermosa profesión y a todos aquellos que ya no están, pero que de algún modo reviven en estas páginas. Del mismo modo, queremos recordar aquí los nombres de las personas, nuestros familiares y amigos, que de algún modo están implícitamente presentes en estas páginas y han hecho posible que el libro sea como es, y no de otra forma. Queremos, pues, recordar a quienes ya no están, a Guillermo Valadés Gallardo, Guillermo Valadés Rodríguez y Emilia Gallardo Gramontel, Juan José Sierra Gil y Consuelo Fernández Morillo, Salvador Benito Rodríguez, Soledad del Barrio Manrique, Dima Dimitrienko, Manoli Sierra Fernández, Eugenio del Barrio Manrique, Carmen Fernández Morillo, Manuela y Josefa Sierra Gil, Salvador Benito del Barrio, Enriqueta Valadés Gallardo, Saturnino Benito y Carmen Díaz, Leandro Merino, Claudio Benítez, Patro Agüero, Manuel González de la Rubia Sancho, Eduardo Segovia Guerrero, Juan de Dios Martín Asensio, Cándido Mateos Pérez y todas las demás personas que de uno u otro modo han dejado su impronta en nuestra vida. En ese entorno de nuestras amistades y de la familia hemos encontrado los mayores apoyos y la más generosa ayuda; hemos de agradecer por ello a Agustín Fondón Zorita, constructor de Cáceres, pues todo comenzó cuando él encontró casualmente la placa de Julián Gonsalves; también a Fernando Claros Vicario, por toda la información que nos ha dado sobre su Ceclavín natal; a Gonzalo Cobos Ropero y Eduardo Gómez Alonso, por su ayuda en la investigación sobre Serradilla; a María Ángeles Ávila Macías y José Luis Polo Domínguez por la información sobre Garrovillas de Alconétar; a Demetrio y Emilio González Núñez, por el apoyo dado para la investigación sobre Tejeda de Tiétar y por los ratos que hemos pasado hablando de este libro, y a Tomás Gómez Rivero, Marta Martín, Pablo Oteo Sebastián, Juan Morán Cabré y Primitivo Sanabria Marcos, por su generosa amistad y por escucharnos a lo largo de todo este tiempo. Sobre todo, y muy especialmente, a Poveda Benito del Barrio, por estar siempre ahí y por soportar pacientemente, y hasta con entusiasmo, durante casi cuatro años, tantas horas de ausencia pasadas en el “dichoso archivo”, en Zarza la Mayor, en Ceclavín, en Torrejoncillo, en Trujillo, y las semanas, meses y años de trabajo en casa,


y naturalmente a nuestros hijos Juan Salvador y Julia Valadés Benito, por darnos siempre fuerzas para seguir adelante y para que así sigan siempre. No olvidamos a nuestros hermanos, Guillermo, Consuelo, Mari Carmen, José Ignacio, Carlos y Fernando, y a los hermanos políticos, Ana, José María, Martín, Máxima, Carmencita y Julián, Chus, Soli y Luis, José Luis, David y Mari Jose. Pero sobre todo hemos de agradecer a los orives que todavía hoy están en activo, que nos han ayudado con gran generosidad y, en muchos casos, con toda la fuerza de su vocación, a completar nuestro trabajo, especialmente a Domingo Rosado Pozas y su madre, Julia Pozas Barco, de Ceclavín; a Lorenzo Llanos Bernal, de Torrejoncillo pero afincado en Cáceres por más de cincuenta años; a Vicente Chanquet Hernández, de Trujillo; a Marcelo Domínguez Frade y a César Moreno Clemente, de Torrejoncillo; a María y Nazareth García Alonso, de Jaraíz de la Vera; a José María Méndez Hernández, de La Alberca; a Manuel Costa de Carvalho Sousa, de Travassos, y a Manuel Rodrigues de Freitas, de Viana do Castelo. Nuestra gratitud también para los descendientes y amigos de orives que han puesto a nuestra disposición todos los recuerdos personales y familiares, Enrique Arnelas Cuenca, nieto de Julián Arnelas Murciano; María Bauzá, nuera que fue de Modesto Barco Corbacho; Ricardo de la Calle Colino y José Antonio de la Calle Merino, nietos de Anastasio de la Calle; Jesús Manuel Corbacho Tercero, hijo de Teodoro Corbacho Lucas; María Criado del Río, hija de Nemesio Criado de Blas; Teresa González Terrón, hija de Francisco González Cabeza; Carmen Granado Paniagua y María Mirón Granado, hija y nieta, respectivamente, de Pedro Granado de Sande; Ana María Guardado Leal, sobrina de Juana Leal Corón; Tomasa Hernández Andrade, viuda de un nieto de Mariano Rosellón Prieto; Alicia Martín Olivenza, sobrina nieta de Alberto Sánchez Mendoza; Adriano Oliveros Romero; Herminia Pozas Barco, hija de Agustín Vicente Pozas Amores y nieta de Argimiro Barco; Vicente Pozas Barco (†) y Vicente Pozas Mirón, hijo y nieto, respectivamente, de Agustín Vicente Pozas Amores; Clemen Rosado, sobrina de Isidro Rosado Pérez; María Ángeles Terrón Lozano, nieta de Eusebio Terrón Vinagre; Felisa Tomé Amores, sobrina de Andrea Tomé Montes; Florentina Viera Castellano, hija de Jacinto Viera Jiménez; José María Viera Ariza, nieto de Aurelio Viera Viera; Julián Villegas Serrano, primo de Benito Serrano Ávila, y a todos los miembros del grupo de Facebook “Ceclavín en el ayer”, que nos han dado interesantes informaciones. Tenemos también una gran deuda de gratitud con Jaime Martín Grados, Cronista oficial de Alcántara, y en la misma Alcántara, con nuestros amigos Juan José Villarroel Escalante y María del Carmen Pina Nevado, así como con las personas que también nos han ayudado en nuestro trabajo, Felisa Granado Tostado, María Josefa Romero Borrega, Fermina Fresneda Vital y Carmen Reguero Martos, al igual que Ramona Durán Salgado, de Mata de Alcántara. De gran ayuda nos ha resultado la consulta de archivos y bibliotecas, lo que no habría sido posible sin el apoyo prestado por Antonio Alviz Serrano, Cronista oficial de Torrejoncillo; Juanibel Casillas, del Departamento de documentación del Diario Hoy de Extremadura; Esperanza Díaz García, Directora del Archivo Histórico Provincial de Cáceres; Santos Benítez Floriano, Mayordomo de la ermita de San Antonio de Cáceres; Carmen Fernández Daza y Diego Parra Zamora, Directora y Bibliotecario, respectivamente, del Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo; Carmen Fuentes Nogales, Archivera de la Diócesis de Coria-Cáceres; Fernando Jiménez Berrocal, Director del Archivo Histórico Municipal de Cáceres; María Luisa López Rol, Archivera Municipal de Trujillo; Javier Paule Rodríguez, Técnico de la Biblioteca Regional de Extremadura; María Prego de Lis, Bibliotecaria del Museo del Traje; Esther Sánchez Calle e Isidro Felipe Calle, Directora y Técnico, respectivamente, del Archivo Municipal de Plasencia; María Jesús Santiago Fernández, Directora de la Biblioteca Pública de Cáceres y el resto del personal de la misma, y Josefina Serván Corchero y Manuel Trinidad Martín, Bibliotecarios de la Facultad de Derecho de la Universidad de Extremadura. No podemos tampoco olvidar la generosa colaboración prestada por los sacerdotes responsables de los archivos parroquiales que hemos consultado; quede patente nuestro agradecimiento a Alfredo


Ballesteros Morientes, párroco de San Andrés en Zarza la Mayor; Baltasar Bonilla Martín, párroco de San Juan Bautista en Cáceres; Juan Manuel Cuadrado Ceballos, párroco de Santiago en Cáceres (†); Paulino Hernández Recio, párroco de San Mateo en Cáceres; Mario Méndez Ramos, párroco de Santa María del Olmo en Ceclavín; Miguel Muñoz Moreno, párroco de San Miguel Arcángel de Tejeda del Tiétar; Juan José Pulido Díaz, párroco de San Andrés en Torrejoncillo, y Román Robledo Caballero (†), párroco de Santa María de la Asunción de Malpartida de Cáceres. Entre nuestros colegas y amigos del mundo de los museos, debemos un profundo agradecimiento a José Antonio Agúndez García, Director del Museo Vostell Malpartida de Malpartida de Cáceres; Liz Angélica Araújo, Conservadora del Museo della Filigrana Carlo Bosio, de Campo Ligure (Italia); Alberto Bescós Corral, Director del Museo de Salamanca; Julio Carvajal Cavero, Conservador del Museo de las Alhajas en la Vía de la Plata; Ana Carro Rossell, Presidenta de la Asociación Española de Museólogos; Concha García-Hoz Rosales y Juan Carlos Rico Nieto, Conservadores del Museo del Traje de Madrid; Consuelo Luca de Tena y Belén Topete, Directora y Restauradora, respectivamente, del Museo Sorolla de Madrid; Luisa Penalva, Conservadora de la colección de Orfebrería y Joyería del Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa; Aida Rechena, Ex-Directora del Museu Francisco Tavares Proença Júnior de Castelo Branco; Carlos Sánchez Díez, Ayudante de Conservador del Museo Lázaro Galdiano de Madrid; Manuela de Alcântara Santos, Ex–Directora del Museu de Alberto Sampaio de Guimarães; Maria José Costa de Carvalho e Sousa, Conservadora del Museu D. Diogo de Sousa, de Braga, y del Museu do Ouro de Travassos, y Marianne Wacquez W., Conservadora del Museo de Artes Decorativas – Museo Histórico Dominico de Santiago de Chile; pero sobre todo y muy especialmente a María Antonia Herradón Figueroa, Conservadora del Museo del Traje, por animarnos a emprender este estudio, y a Ana García Martín y José Miguel González Bornay, Técnicos Superiores del Museo de Cáceres, por su incansable ayuda en la búsqueda y toma de imágenes de muchas de las piezas incluidas en el trabajo. Y cómo no, nuestra gratitud se dirige también a los profesores e investigadores que han hecho aportes de uno u otro signo en las diferentes fases del trabajo; entre ellos hemos de recordar a Alfonso Artero Hurtado; Ismael Gutiérrez Pastor, Profesor de Historia del Arte de la Universidad Autónoma de Madrid; Rosa Maria dos Santos Mota, profesora de la Universidade Católica de Lisboa; Manuel Pérez Hernández, Profesor de Historia del Arte de la Universidad de Salamanca; Miguel Ángel Rodríguez Plaza, y Mercedes de Sande Bustamante, de la Universidad de Salamanca. Nos honramos en contar entre nuestros amigos también a algunos investigadores que nos han ayudado sobremanera en el trabajo, como Juan Jesús Sánchez Alcón, responsable del Blog Montehermoso Cultural; Enrique Cerrillo Martín de Cáceres, Catedrático de Arqueología de la Universidad de Extremadura; Francisca Hernández Hernández, Profesora de Museología de la Universidad Complutense de Madrid; José Antonio Estévez Morales, Arqueólogo de la Junta de Extremadura; Javier Marcos Arévalo, Profesor de Antropología Social en la Universidad de Extremadura, o Luis Ángel Sánchez Gómez, Profesor de Etnología de la Universidad Complutense de Madrid. Por supuesto, nuestra gratitud se extiende a la Excma. Diputación Provincial de Cáceres por asumir la publicación, particularmente a su Presidenta, Rosario Cordero Martín, Diputado de Cultura, Álvaro Sánchez Cotrina, y Directora del Área de Cultura, Felicidad Rodríguez Suero. A todos ellos, nuestra más profunda gratitud, y las más sinceras disculpas para quienes no vean aquí reflejado su nombre por negligencia u olvido nuestro; lo que de bueno, interesante o valioso tenga este trabajo se debe fundamentalmente a la generosa ayuda de todos ellos. De las inexactitudes, errores y deficiencias, la única responsabilidad es de quien esto firma. Cáceres, 8 septiembre de 2018, Día de Extremadura



Índice Volumen I A modo de introducción............................................................................................. I. Por qué un estudio sobre filigrana cacereña .............................................................................. II. El método del estudio ................................................................................................................... III. ¿Arte o artesanía? ........................................................................................................................

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Sobre la filigrana cacereña .......................................................................................... I. Breves notas históricas ................................................................................................................... II. Plateros extremeños en el Antiguo Régimen .......................................................................... III. Primeros plateros en la América Española ............................................................................. IV. La crisis del siglo XIX ................................................................................................................. V. Los orígenes del aderezo tradicional extremeño ...................................................................... VI. El oro popular portugués ........................................................................................................... VII. Sobre el término “orive” ............................................................................................................

27 29 33 37 44 52 98 107

Los orives ................................................................................................................... I. Zarza la Mayor ................................................................................................................................. II. Alcántara ......................................................................................................................................... III. Ceclavín ......................................................................................................................................... IV. Valencia de Alcántara .................................................................................................................. V. Torrejoncillo.................................................................................................................................... VI. Garrovillas de Alconétar ............................................................................................................. VII. Plasencia .......................................................................................................................................

113 115 163 170 237 242 274 291

Volumen II VIII. Cáceres ....................................................................................................................................... IX. Trujillo .......................................................................................................................................... X. Acehúche......................................................................................................................................... XI. Coria .............................................................................................................................................. XII. Resto de la provincia .................................................................................................................

327 360 373 379 386


Arte y tradición ......................................................................................................... I. Los metales ...................................................................................................................................... II. Tecnología ...................................................................................................................................... III. El taller ........................................................................................................................................... IV. La vida en el taller ........................................................................................................................ V. Marcas ............................................................................................................................................. VI. La comercialización ..................................................................................................................... VII. Tipología de las joyas................................................................................................................. VII.1. Pendientes ................................................................................................................................ VII.2. Joyas para el cuello .................................................................................................................. VII.3. Otras joyas ................................................................................................................................

425 427 438 464 472 481 488 499 500 519 546

Conclusiones..............................................................................................................

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Archivos consultados, enlaces y otros materiales de interés ........................................

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Bibliografía ...............................................................................................................

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Créditos fotográficos .................................................................................................

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Índice geográfico .......................................................................................................

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Índice de plateros y orives ..........................................................................................

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A modo de introducciรณn



Con esa gargantillita y esos pendientes de lazo, te pareces a la reina cuando sale de palacio. Fandango extremeño, Villanueva del Fresno. (González Barroso, 1985: 72)

I. Por qué un estudio sobre filigrana cacereña La gargantilla o el collar de lentejuelas, los pendientes de lazo, de penderique, de herradura, de reloj, de chozo o de calabaza, la venera, el galápago, la cruz de pebas y las horquillas para el pelo son parte sustancial del llamado “aderezo” típico que suele acompañar todavía hoy al traje tradicional extremeño en fiestas, romerías, carnavales y grandes ocasiones que hay en la vida; además, aún hay mujeres que siguen utilizando estas joyas, mayormente hechas de filigrana, junto a sus mejores galas en bodas y bautizos o simplemente para ir a misa o a alguna fiesta, que transmiten a sus hijas ese gusto por la joyería tradicional y que cuando llega el momento les dejan sus alhajas en herencia para que las sigan utilizando como ellas lo hicieron. La imagen de una extremeña adornada con sus mejores joyas para cualquiera de esos momentos festivos que mencionamos puede tener un cierto parecido con la de las mujeres de otras provincias como León o Salamanca, por la similitud del repertorio formal de las alhajas que utilizan, pero lo primero que nos llama la atención es la mayor austeridad en el caso extremeño. No se encuentra en las provincias extremeñas ese despliegue de collaradas, colgantes, cruces, rosarios, cristos, etc. que acompañan a los trajes de maragata o de charra, los de La Bañeza o el traje de vistas de La Alberca; en Extremadura las joyas son semejantes en cuanto a diseño y técnica a muchas de las que se encuentran más al norte, pero su tamaño suele ser menor y, sobre todo, se prefiere un uso más discreto de ellas, limitándose a un collar o gargantilla, una sola joya que cuelga de ésta, los pendientes y, como mucho las horquillas para el pelo, siendo mucho menos frecuentes las pulseras o “manillas”, anillos o broches. Probablemente, esa similitud técnica, así como la menor profusión de su uso, y un repertorio tipológico más reducido que en las otras provincias, unidos a la tradicional posición periférica de Extremadura motivada por una comunicación más complicada que la de otras regiones limítrofes, ha hecho que históricamente se haya venido considerando que la orfebrería de filigrana extremeña se ha desarrollado siempre a la sombra, y bajo la influencia, de la filigrana de la provincia de Salamanca por lo que respecta a la provincia de Cáceres, y en relación con el potente foco cordobés si nos referimos a la provincia de Badajoz. Se suele, pues, incluir la joyería tradicional extremeña en esa órbita occidental de España, muy 15


Juan Manuel Valadés Sierra relacionada con la orfebrería gallega, pero sobre todo con su expresión meridional en León, y con la de las provincias de Zamora y Salamanca, llegando hasta los focos cordobés y sevillano. Como no podía ser de otra forma, y en atención a la evidente semejanza entre muchas de las joyas del acervo tradicional extremeño y las que han sido también usuales en diferentes zonas de Portugal, aunque especialmente en las regiones históricas del norte, se ha apuntado una influencia portuguesa, de las zonas de Oporto y Braga, en la orfebrería extremeña, sin que haya podido explicarse muy bien cómo llega tal influjo hasta tierras de Cáceres y de Badajoz. Así pues, se diría que la orfebrería tradicional extremeña nace, crece y, lamentablemente, está en trance de desaparecer, siempre bajo influencias externas, ora de Galicia a través de León y Salamanca, ora de Córdoba e incluso del norte portugués. Por otro lado, un hecho innegable es la existencia en Extremadura de importantes hallazgos arqueológicos de tesoros o piezas de oro fechados desde la Edad del Bronce, y en tiempos posteriores, destacan tesoros como los de Aliseda o Serradilla en que el granulado y la filigrana aparecen con fuerza como técnicas decorativas. También se conocen hallazgos de este tipo en otras provincias y en Portugal, coincidiendo los historiadores en atribuir la introducción de la filigrana en la Península Ibérica a los fenicios a través del mundo tartesio. Por esos motivos, varios investigadores explican que los maestros que trajeron la filigrana a Extremadura hace casi 3.000 años hicieron arraigar sus conocimientos técnicos, que permanecieron más o menos latentes durante la dominación romana y se renovaron posteriormente con los aportes de los invasores árabes y la población hebrea que convivió con la islamización de la región. Esos artífices especialistas en filigrana judíos y musulmanes desaparecieron con los sucesivos decretos de expulsión, aunque muchos se convirtieron al cristianismo para poder permanecer, y otros pasaron a Portugal y esperaron un mejor momento para su retorno; en todo caso, según esta interpretación la filigrana ya había arraigado entre los orfebres de Extremadura, que la tenían en herencia desde tiempos prehistóricos, y tras el paréntesis de la Edad Media, en que pierde importancia esta técnica, algunos descendientes de orfebres judíos regresan a España desde Portugal, mientras otros se dirigen a las colonias americanas o al norte de Europa. Así, se explicaría el influjo portugués por la llegada de estos orfebres en los siglos XVI y XVII, quienes revitalizarían la platería extremeña asentándose en localidades que posteriormente han sido bien conocidas por su prolongada tradición orfebre, llegando esa producción prácticamente inalterada hasta los siglos XIX y XX, y que tras las graves crisis experimentadas en varios momentos de esas centurias, se encuentra hoy en fase de extinción. Sin embargo, ese modelo explicativo choca con evidentes dificultades, pues pretende identificar una continuidad poblacional en el actual territorio extremeño nada menos que desde la Edad del Hierro hasta el presente, ya que de otro modo no podría explicarse la supuesta transmisión de conocimientos a lo largo de todas esas generaciones. Episodios como la romanización, la invasión musulmana, la conquista cristiana y la repoblación marcan sin duda hiatos en ese devenir histórico que difícilmente hubieran permitido la continuidad social y familiar de los orfebres herederos de la técnica fenicia de la filigrana. Por otro lado, las expulsiones de judíos y moriscos han de suponer también un corte en la transmisión de esos conocimientos, si es que se acepta el protagonismo de estos grupos en la platería medieval extremeña; a pesar de todo ello, se sigue afirmando que existe esa continuidad y que ésta explica las semejanzas entre formas y soluciones técnicas de la orfebrería arqueológica y la que se ha seguido practicando en la región hasta el presente. En ese estado de la cuestión, quiso la casualidad que en el año 2010 apareciese en las obras de reforma de una vivienda en Cáceres, una placa oculta en el hueco de una pared que, a través de una inscripción, nos hacía llegar la información de que la casa había sido levantada en el año 1883 por Julián Gonsalves Módenes, platero natural de Zarza la Mayor (Fig. 121). La placa en cuestión fue 16


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I expuesta por el Museo de Cáceres el año siguiente (Valadés, 2011: 94), y llamó nuestra atención el apellido del propietario de la vivienda, de claro origen portugués pese a proclamar su nacimiento en una población cacereña que tiene frontera con el país hermano; la pieza podría ser una evidencia que pusiese nombre y apellido a esa influencia portuguesa sobre la orfebrería cacereña que había sido apuntada por las teorías más extendidas. Hasta el momento, no se había ocupado ningún investigador de tratar de explicar esa procedencia portuguesa para los numerosos orives que, de supuesta ascendencia judaica, llegaron a la provincia de Cáceres, y también a la de Salamanca, en el siglo XVI y posteriores, y por ello Julián Gonsalves se convirtió en el primer hilo del que podíamos tirar para tratar de llegar hasta la madeja de esos orives portugueses descendientes de judíos que supuestamente habían transformado la platería extremeña. Nuestra investigación se dirigió en primer lugar a los registros documentales de la parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor, particularmente los libros de Bautizados, Casados y Difuntos; dichos registros están centralizados en el Archivo de la Diócesis, que se encuentra en Cáceres. En seguida encontramos la información básica sobre el momento en que Julián Gonsalves había nacido en Zarza la Mayor y, sobre todo, comprobamos que su familia no llevaba asentada trescientos, ni doscientos años en Extremadura, sino que había sido su padre quien había nacido muy cerca de Braga, en una aldea bien conocida por su tradición orfebre, en el año 1822, y dos décadas después había llegado a esta población cacereña. A partir de ahí, realizamos una búsqueda sistemática en los libros sacramentales de Zarza la Mayor, que afortunadamente dan casi siempre una información muy completa sobre el oficio de los padres de los bautizados, de los novios que contraían matrimonio o de los difuntos; gracias a ello comenzamos a encontrar referencias de un buen puñado de orives portugueses afincados en la localidad en aquellos años, y pudimos retrotraernos hasta el momento en que aparece por Zarza la Mayor el primero de todos ellos, en torno a 1823, pero no antes. Así, en los primeros pasos de la investigación comprobamos que los primeros orives portugueses habían llegado a Zarza la Mayor al comenzar la tercera década del siglo XIX, lo que parecía indicar que tal vez los orfebres que hubiera antes en esa localidad fuesen españoles o que aquellos portugueses que supuestamente habían llegado en siglos anteriores estarían asentados en otros pueblos de la región o simplemente se habían asimilado con la población extremeña y ya eran indistinguibles de ésta. No hay que olvidar que Zarza la Mayor es mencionada en el Diccionario de Pascual Madoz como una localidad con especial vocación artesanal en la que se registraban tres orfebres, lo que venía siendo interpretado como el resultado de una larga tradición; del mismo modo, se suponía que poblaciones como Ceclavín y Torrejoncillo habían acogido orives desde mucho tiempo atrás, finales del siglo XVIII en este último caso. Por todo ello, optamos por profundizar en la investigación, para lo cual partimos de la consideración del oficio de la orfebrería de filigrana como un subsistema que ha formado parte de la estructura de la sociedad cacereña y nacional durante un prolongado tiempo; este subsistema se inserta en el sistema general de las relaciones sociales de producción (Harris, 2007: 142) e implica un campo económico de producción de bienes y recursos, ocupaciones laborales, trabajo autónomo y asalariado, relaciones contractuales e intercambios comerciales, pero también implica la existencia de un ámbito social en el que tienen gran importancia el parentesco y el valor material, de prestigio y simbólico de las joyas que se produjeron y se producen en ese sistema. En efecto, en el sistema conformado por la orfebrería de filigrana en Cáceres, están implicados factores como la producción de joyas y otros objetos de lujo y de prestigio, de acuerdo con modelos asentados en una tradición de varias generaciones que se va renovando y alterando mediante los aportes de los nuevos orives que se incorporan al oficio y de los que llegan de otros lugares; para ello se 17


Juan Manuel Valadés Sierra precisan materias primas, especialmente metales como el oro y la plata, aunque también otros menos nobles, lo que supone la implicación en el sistema de otros subsistemas que tienen que ver con la extracción de metales preciosos de los yacimientos mineros y de los placeres de ríos, pero también de la fundición de monedas y joyas desechadas. A su vez, el sistema se retroalimenta con la incorporación de nuevas personas al oficio, lo que suele suceder en el seno de las relaciones de parentesco de la mayoría de los orives, pero también a través del establecimiento de nuevas relaciones laborales con jóvenes contratados que acceden al oficio a través de un aprendizaje que responde a unas etapas establecidas por la costumbre desde la época de vigencia de los gremios, las cuales se van modificando a lo largo de los siglos XIX y XX. Del mismo modo, forman parte del sistema las instalaciones físicas en que se desarrollan tanto el oficio como las relaciones laborales y las que sirven de vivienda y habitación a las familias de los orives, y también entra en juego el sistema de relaciones entre los sexos tanto dentro del grupo de parentesco como en los diferentes grupos, puesto que existe una división sexual del trabajo en la que la mujer aprendía el oficio al igual que los hombres, si bien raramente terminaba al frente de una unidad de producción, quedando oculta su aportación tras la imagen del varón; sin embargo, la mujer actuó en muchísimos casos como transmisora de los conocimientos técnicos que habían de servir al neófito en el oficio. También en este sistema entran en juego cuestiones que afectan a la distribución y comercialización de los productos, las cuales pueden quedar en manos de arrieros o trajineros que venden un amplio abanico de artículos, entre los cuales la joyería, pero también pueden ser personalmente asumidas por los propios artífices de las joyas, que se desplazan por el territorio y disponen de zonas de aprovechamiento exclusivo que no invaden otros profesionales; en este campo del intercambio, las diferentes modalidades de pago de las deudas, los plazos, la dita, los encargos, tienen un papel importante. Partiendo de todas estas cuestiones, queda claro que el sistema estudiado debe ser entendido como un sistema abierto, puesto que afecta y es afectado por otros aspectos del sistema social y económico general, entre los cuales la producción de recursos, el intercambio de productos, los sistemas de parentesco y de relaciones laborales, etc. El estudio debía también identificar el proceso de homeostasis del sistema, es decir, su tendencia a mantenerse en funcionamiento mediante el control, la regulación y la adaptación, introduciendo los cambios necesarios, a la aparición de novedades o de elementos críticos que alteran sus procesos (Rappaport, 1971: 60); en nuestro caso, las diferentes y sucesivas crisis, como la carencia de metales preciosos, el descenso de la demanda de las joyas de filigrana o la introducción de técnicas como la microfusión ponen en jaque al propio sistema de forma que la tendencia a los cambios radicales o desaparición de sus fundamentos superan los límites de lo soportado por la homeostasis y terminan deviniendo en el colapso del propio campo de relaciones y su disolución en otros sistemas económicos y sociales. Por todo ello, para el desarrollo de nuestra investigación, diseñamos una estrategia basada en una metodología científica clásica, que había de permitirnos saber algo más sobre la supuesta continuidad de la orfebrería extremeña a lo largo de los siglos y acerca de las influencias portuguesa, salmantina o cordobesa expresadas en las llegadas a nuestra región de orives de esas procedencias; nos propusimos comprobar hasta qué punto eran ciertas esas interpretaciones yendo más allá de la mera comparación de las joyas extremeñas con las de esas áreas y tratando de establecer certezas sobre los momentos de aparición de los distintos talleres, los movimientos de los orives y la forma en que se desarrolló el auge y la decadencia de la orfebrería extremeña.

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Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

II. El método del estudio Tratamos desde el primer momento de dar un enfoque antropológico al asunto de nuestro estudio, no sólo por una cuestión de adscripción científica, sino por el convencimiento de que no nos limitaríamos a abordar el problema desde un punto de vista artístico o histórico, sino que trataríamos de explicar el mundo de los orives como una organización social basada en la profesión, y también en el parentesco, en la que se desarrolla una red de intercambio de conocimientos técnicos, de bienes y de personas más allá de la supervivencia de las corporaciones laborales gremiales. Con esa idea, comenzamos por hacer un vaciado de la bibliografía publicada no sólo sobre la orfebrería de filigrana extremeña, sino en general la que tiene que ver con la platería y joyería de otras áreas peninsulares y americanas, relacionadas directa o indirectamente con Extremadura. Entre la multitud de títulos que nos han sido de utilidad, cuya referencia va desgranándose a lo largo del estudio, hemos de destacar desde luego el trabajo fundamental de Florencio J. García Mogollón sobre la orfebrería religiosa en el territorio de la Diócesis de Coria entre los siglos XIII y XIX; la obra estudia sobre todo las piezas litúrgicas llegadas hasta nosotros, pero también maneja una ingente documentación histórica que resulta muy útil para reconstruir cuestiones que han sido básicas para nosotros, como la tecnología, la organización del trabajo o la comercialización. Este examen bibliográfico nos sirvió también, por supuesto, para comprobar la inexistencia de un estudio sistemático y realmente útil sobre la orfebrería tradicional de filigrana en la provincia de Cáceres, pero pudimos comprobar que ese estudio se echa también de menos en otras provincias cercanas con tradición orfebre más reconocida que la cacereña; así, para la provincia de Salamanca sólo encontramos aproximaciones, de gran utilidad eso sí, que debemos a Antonio Cea o Elisa Sánchez Sanz, además de los fundamentales estudios de María Antonia Herradón sobre la joyería de La Alberca y de Manuel Pérez Hernández sobre la orfebrería religiosa y la congregación de plateros salmantina. Para la provincia de Zamora contamos con la excelente publicación de Lena Mateu sobre la colección de la antigua Caja de Ahorros provincial, y para la de León con los fundamentales trabajos de Concha Casado. Entre la numerosa bibliografía sobre la orfebrería cordobesa, especialmente interesante es el trabajo de Francisco Valverde acerca del Colegio-congregación de plateros de la capital, pero poco más aportan los estudios sobre la orfebrería tradicional en las provincias cercanas a la región extremeña. Muy diferente es el panorama de la bibliografía sobre la orfebrería popular en Portugal, donde se han publicado importantes y fundamentales trabajos desde el pionero de Rocha Peixoto en 1908; a destacar las aportaciones de Manuel Freitas y Amadeu Costa para el foco de Viana do Castelo, pero también las de Manuela Santos para Guimarães y los trabajos de María José Sousa en Travassos y Ana de Sousa en Gondomar. Importantes son los trabajos sobre la orfebrería del norte portugués publicados por Rosa Mota, Fátima Macedo, Priscila Cardoso o Gonçalo de Sousa, que lamentablemente carecen de paralelos en España si se exceptúan los trabajos de Leticia Arbeteta, Amelia Aranda, Cristinas Esteras o José Manuel Cruz Valdovinos, además de los importantes encuentros anuales de San Eloy en Murcia, organizados por Jesús Rivas Carmona. En cuanto al caso extremeño, además de los trabajos de Florencio García Mogollón, hay que citar los estudios históricos y artísticos de Francisco Tejada Vizuete y de Vicente Méndez Hernán, así como los útiles apuntes etnográficos de María Ángeles González Mena, Honorio Velasco o Consolación González Casarrubios, junto a otros de menor entidad; particularmente los tres últimos autores citados dedicaron páginas de sus trabajos a la filigrana cacereña, con trabajo de campo y entrevistas a orives incluidas en el caso de los dos últimos, pero insistimos en la inexistencia de un trabajo sistemático y amplio sobre la orfebrería de filigrana en la región. 19


Juan Manuel Valadés Sierra En paralelo con el uso de la bibliografía científica, hemos acudido a importantes obras de referencia para el estudio de los siglos XVIII y XIX en Extremadura; con profusión hemos manejado la información del Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura de 1791, por suerte editado hace años por Gonzalo Barrientos y Miguel Rodríguez Cancho bajo los auspicios de la Asamblea de Extremadura, así como las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada (1749-1759) y las conocidas Memorias políticas y económicas de Larruga (1787-1800), al igual que el Diccionario geográfico-histórico-estadístico de Pascual Madoz (1845-1850). Esas consultas revelaron algo que ya veníamos observando, que a mediados del siglo XVIII no parece que hubiese muchos orives en Extremadura, salvo los documentados en Almendralejo, Badajoz, Fregenal de la Sierra, Mérida, Llerena, Jerez de los Caballeros, Zafra, Cáceres, Coria, Plasencia, Trujillo y Valencia de Alcántara; es decir, que poblaciones como Alcántara, Torrejoncillo, Ceclavín o Zarza la Mayor no acogían ningún orive en esos momentos, lo que ponía en entredicho esa explicación de la continuidad de la filigrana en manos de descendientes de conversos durante siglos y además mostraba claramente que la llegada de los orives portugueses a Zarza la Mayor no podía ser tan antigua como se pretendía. Así pues, nos propusimos profundizar en esa cuestión para tratar de establecer la posterior evolución de la orfebrería en aquellas localidades donde ya estaba documentada desde el Catastro de la Ensenada y en las que se confirma su práctica a través de los datos de Larruga o de la Real Audiencia, pero al mismo tiempo para sondear si, en efecto, las principales poblaciones en el trabajo de la filigrana cacereña durante los siglos XIX y XX, es decir, Ceclavín, Torrejoncillo y Zarza la Mayor, carecían de familias dedicadas a este oficio antes del año 1800. Ambos extremos sólo podían ser confirmados recurriendo a las fuentes documentales, ya que la bibliografía no iba más allá de reiterar una y otra vez las interpretaciones de los pocos investigadores interesados por el tema. En nuestra búsqueda de documentos recurrimos primeramente a los registros parroquiales, dados los buenos resultados del primer sondeo en Zarza la Mayor; así, hicimos una búsqueda sistemática en los libros de Difuntos y sacramentales de esa parroquia junto a los de Ceclavín y Torrejoncillo, y pronto comprobamos que los resultados obtenidos nos llevaban a buscar en otras localidades como Alcántara, Coria, Acehúche, Garrovillas y por supuesto Cáceres. La concentración de los archivos parroquiales de la Diócesis de Coria en la ciudad de Cáceres nos resultó útil hasta un cierto punto, pero tuvimos que desplazarnos a varias de esas localidades para la consulta de los registros del último siglo, que continúan en sus poblaciones de origen; en general hallamos buena acogida en casi todos los párrocos de esos pueblos, lo que agradecemos. Pero las dificultades de índole práctica que surgieron para la consulta de la documentación en estos archivos y la ingente cantidad de documentación a examinar nos llevaron a replantear el objetivo inicial de nuestra tarea, de forma que tuvimos que centrarnos en la provincia de Cáceres, más asequible a nuestras posibilidades, si bien comprobamos también que realmente la gran mayoría de los orives de filigrana en Extremadura vivieron y trabajaron en la provincia cacereña. La consulta de documentación parroquial de áreas de la provincia no pertenecientes a la Diócesis de Coria-Cáceres planteaba mayores dificultades, puesto que la concentración no se ha llevado a cabo en la Diócesis placentina y se ha hecho de la peor manera posible en la de Mérida-Badajoz, cerrando el archivo sine die a la consulta de los investigadores. Dado que la investigación en curso nos obligaba a manejar documentación de parroquias de Plasencia, Navalmoral, Trujillo, Alburquerque, Valverde de la Vera, San Vicente de Alcántara y otras poblaciones, tuvimos la fortuna de acceder al archivo microfilmado que don Mariano Fernández-Daza logró reunir en el Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo y con ello solventamos en gran medida las dificultades mencionadas. La consulta sistemática de toda esta documentación, y la aplicación para su manejo del método genealógico nos permitió establecer no sólo los momentos de la aparición de los orives en cada una de las localidades, sino también sus líneas de 20


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I descendencia y los movimientos de ellos mismos y de sus continuadores en el oficio por la provincia de Cáceres y por otros territorios; ello nos permitió observar que en realidad este grupo profesional operó en cierto modo como una sociedad basada en el parentesco, especialmente en los primeros tiempos del auge de esta joyería, en la que el matrimonio y la transmisión de los conocimientos técnicos en el seno de la familia eran fundamentales, y además nos dio la posibilidad de corroborar documentalmente, y de corregir en algún caso, mucha de la información oral que íbamos paralelamente obteniendo a través del trabajo de campo, una ventaja de la aplicación de este método que ya había sido destacada por su introductor y que además permitió reunir una gran cantidad de datos en un tiempo relativamente corto, lo que nos dio una base de trabajo bastante segura (Rivers, 1988: 95; Stocking, 1993: 61). El manejo de las fuentes documentales parroquiales hubo de ser complementado con el uso de varios archivos municipales, esencialmente útiles por la información suministrada por los vecindarios y padrones de vecinos, así como las matrículas para la Contribución Industrial y licencias de apertura o cierre de negocios de las principales localidades en estudio. Pudimos rastrear esas informaciones en los archivos locales de Cáceres, Plasencia, Trujillo y Torrejoncillo desde los últimos años del siglo XVIII y hasta los años posteriores a la guerra civil, si bien no nos fue posible en el caso de Ceclavín, cuyo archivo municipal aún está pendiente de ordenación; al mismo tiempo, los censos electorales publicados desde la implantación del sufragio universal masculino en 1890 resultaron útiles por cuanto daban información básica sobre la residencia y edad de los orives, bien que sólo los de nacionalidad española. Los datos que obtuvimos en los archivos parroquiales, junto a los suministrados por los municipales nos depararon la posibilidad de elaborar un largo listado de más de cuatro centenares de orives que trabajaron en la provincia de Cáceres durante los siglos XIX y XX, la mayor parte de ellos desconocidos en la bibliografía hasta el momento, y documentar su existencia, procedencia y singladura en el arte de la filigrana. Por otro lado, la ingente información contenida en la documentación notarial que se custodia en el Archivo Histórico Provincial nos proporcionó además unos datos preciosos, no sólo sobre las vidas y haciendas de muchos de los orives que ya conocíamos por las otras informaciones, sino también y especialmente sobre los contratos de formación de los aprendices y sobre las relaciones de alhajas que se mencionan en las cartas dotales e inventarios de bienes en las testamentarías del siglo XIX; que nos sirvieron de base para el conocimiento del uso de joyas en la provincia durante esas décadas. Naturalmente, nuestros sondeos documentales no alcanzaron la misma exhaustividad en todas las localidades estudiadas, de forma que podemos decir que presentamos una información bastante completa sobre poblaciones como Zarza la Mayor, Ceclavín, Torrejoncillo, Plasencia, Trujillo, Cáceres y Malpartida de Cáceres, pero creemos que queda aún un interesante campo de trabajo para los estudiosos locales de otras poblaciones como Alcántara, Coria, Navalmoral de la Mata, Garrovillas de Alconétar, Acehúche, Miajadas, Gata o Valencia de Alcántara, por citar sólo algunos ejemplos, aunque desde luego hemos podido trazar a grandes rasgos la evolución de la orfebrería de filigrana en todas ellas. Si es verdad que la información suministrada por la bibliografía y las fuentes documentales nos ayudó a sentar las bases del estudio, no es menos cierto que éste debía completarse con el trabajo de campo, el cara a cara con los orives que todavía existen y con los parientes y conocidos de algunos de los que ya fallecieron, que son portadores de una información preciosa que está en trance de desaparecer, además de poseer en no pocos casos colecciones de piezas de filigrana tradicional cacereña. Por otro lado, era necesario contrastar la información suministrada por las fuentes documentales con la memoria oral de las familias actualmente existentes, analizar los documentos como productos sociales que son (Hammersley y Atkinson, 1995: 168) y que necesariamente hemos de cotejar con el conocimiento directo de nuestro objeto de estudio. 21


Juan Manuel Valadés Sierra Así pues, pudimos contar con buenos informantes en las personas de varios orives de Ceclavín, Cáceres, Torrejoncillo, Trujillo, Jaraíz de la Vera o La Alberca, cuyos nombres se irán desgranando en el texto, al igual que recibimos un caudal de información por parte de familiares de orives ya fallecidos en Cáceres, Zarza la Mayor, Garrovillas, Plasencia o Tejeda de Tiétar. En general, nuestra solicitud de entrevista personal encontró casi siempre muy buena receptividad por parte de los profesionales; nuestras entrevistas se centraron en cuestiones como la técnica de la filigrana, la terminología utilizada para herramientas y joyas, el proceso de aprendizaje y formación de los orives, el funcionamiento de los talleres, la comercialización de la producción, la división sexual del trabajo, la obtención de las materias primas, las migraciones de los orives, la transmisión de sus bienes y talleres o la opinión personal sobre los orígenes y evolución del oficio; para ello, resultó útil la documentación de las historias de vida de varios de los informantes así como la reconstrucción que podían hacer de sus genealogías, y al mismo tiempo fue de gran interés el estudio de los libros de modelos conservados por la mayoría de los profesionales. Todo el trabajo previa y simultáneamente realizado con la bibliografía y los archivos resultó fundamental para disponer de un conocimiento previo del campo de estudio de la orfebrería de filigrana, que a su vez nos permitió extraer el máximo de información en el desarrollo de entrevistas abiertas, largas y reiteradas en varios casos, pues habíamos conseguido crear un campo de comunicación en el que nuestros informantes pudieran percibir un adecuado nivel de interés y comprensión de los conceptos básicos de su experiencia profesional (Sanmartín, 2007: 71). El trabajo de campo con los orives y sus familiares se completó así mismo con la consulta verbal con otros investigadores del tema, que siempre se mostraron generosamente colaboradores, y con la consulta de colecciones públicas y privadas de joyería tradicional, fundamentalmente las del Museo de Cáceres, Museo Sorolla y Museo del Traje / Centro de Investigación del Patrimonio Etnológico (CIPE), pero también pudimos contar con completas informaciones sobre las colecciones de orfebrería del Museu do Ouro de Travassos, Museo de Salamanca, Museo Lázaro Galdiano, Museu Nacional de Arte Antiga de Lisboa o Museo de las Alhajas en la Vía de la Plata. Los datos suministrados por la consulta de estas colecciones, además de los recogidos en la bibliografía, fueron muy útiles para el establecimiento de tipologías y el estudio de los posibles orígenes y evolución de éstas.

III. ¿Arte o artesanía? A lo largo de las siguientes páginas podrá comprobar el lector que nos resistimos a calificar la orfebrería de filigrana cacereña de “artesanía”, y por lo tanto a considerar como artesanos a los orives del pasado y del presente. La artesanía ha sido definida como “toda práctica manual creativa, para producir individualmente, bienes y servicios” (Tovar, 1964); se trata desde luego de una definición esencialmente instrumental que precisa ser matizada con los contenidos sociales y culturales que deben unirse a la faceta meramente fabril del término. Un intento de aportar esas vertientes es el texto adoptado por la UNESCO para definir la actividad artesana y los productos que ésta crea en su Simposio Internacional sobre la Artesanía y el Mercado Internacional, celebrado en Manila en 1997: Los productos artesanales son los producidos por artesanos, ya sea totalmente a mano, o con la ayuda de herramientas manuales o incluso de medios mecánicos, siempre que la contribución manual 22


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I directa del artesano siga siendo el componente más importante del producto acabado. Se producen sin limitación por lo que se refiere a la cantidad y utilizando materias primas procedentes de recursos sostenibles. La naturaleza especial de los productos artesanales se basa en sus características distintivas, que pueden ser utilitarias, estéticas, artísticas, creativas, vinculadas a la cultura, decorativas, funcionales, tradicionales, simbólicas y significativas religiosa y socialmente (UNESCO, 1997: 9).

Se resalta, pues, la utilidad de los productos artesanos, los bienes y servicios de que hablaba Tovar, pero la propia definición de la UNESCO reconoce en los productos artesanales unas características estéticas, artísticas y creativas que los sitúan en la esfera de lo que se viene considerando por muchos autores como “arte popular”, y es que el embellecimiento de un objeto viene dado por su expresión no instrumental. La cualidad que convierte lo no instrumental en significativo, es decir en algo más que lo meramente útil, es la contemplación estética (Hoebel y Weaver, 1985: 576), y la orfebrería es una de las actividades habitualmente consideradas como artesanales que más a menudo da lugar a la creación artística por parte del operario, y también a su apreciación por parte de los consumidores. En todo caso, y desde un punto de vista antropológico, consideramos que el arte es un fenómeno universal que puede ser encontrado y que se expresa en todas las culturas, de manera que la expresión artística está presente tanto en las sociedades complejas del mundo occidental, la nuestra por ejemplo, como en las culturas preindustriales del presente y del pasado. Para Herskovists, el arte podría definirse como “todo embellecimiento de la vida ordinaria logrado con destreza y que tiene una forma que se puede describir” (1964: 146), y realmente es esa búsqueda de la belleza lo que conforma el núcleo de lo que consideramos una obra de arte, por más que sea prácticamente imposible establecer una clara línea de separación entre lo que es artístico y aquello que no lo es. Por lo que vamos viendo, la principal diferencia entre la artesanía y el arte radicaría en que se considera la primera como el ámbito de los objetos útiles, los productos que tienen un uso, mientras que la cualidad de lo artístico se asociaría a objetos que no tienen utilidad; sin embargo, el propio Herskovits ya había llamado la atención sobre el hecho de que en realidad existe muy poco arte que no esté asociado con algún objeto que tenga utilidad. Es decir, que todos los objetos, artísticos o no, son útiles, en la medida en que son necesarios para desempeñar la función que cada cultura les tiene encomendada (Alcina, 1982: 16), de manera que no tiene sentido establecer el límite entre lo artístico y lo artesano en la utilidad o no de los objetos fabricados en uno y otro campo; si acaso, esa diferencia debería estar en la intención estética, la búsqueda de la belleza con que se hace una obra de arte. Si llevamos esta discusión al campo del adorno personal, y más concretamente al de la orfebrería o la joyería, debemos convenir que ésta no sólo tiene una finalidad de embellecimiento personal, y ahí ya tenemos esa intención estética de la que antes hemos hablado, sino también un componente que afecta a la posición social de los individuos y otros que tienen que ver con el simbolismo de las joyas o su valor o intencionalidad religiosa. Por lo que respecta a los artífices, los orfebres, desempeñan también un papel esencial en este debate entre la consideración de su oficio como arte o como artesanía: La capacidad de manejar materias poco abundantes como pueden ser el oro, el platino, el jade u otras, queda limitada en las sociedades con estructura de clases a las que reúnen mayor poder, tanto político como religioso y que, por eso, se hallan en los niveles más altos de la sociedad. En esas culturas, el manejo de tales materiales va acompañado del poder para utilizar a especialistas en el trabajo de los mismos. Así, orfebres y lapidarios […] progresarán técnica y artísticamente en la utilización de estos materiales hasta llevar esas “artesanías” a las más altas cimas de perfección y de belleza (Alcina, 1982: 16).

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Juan Manuel Valadés Sierra No es, pues, de extrañar que los orfebres y plateros reclamasen ya en el siglo XVI no ser considerados como meros “oficiales” (practicantes de un oficio) y llegaran a disfrutar de privilegios respecto a otros colectivos que desempeñaban ocupaciones manuales. Su profesión requería no sólo una habilidad contrastada que tenían que demostrar en un examen, sino que también exigía saber leer y escribir, el dominio del dibujo y el pensamiento tridimensional, y conocimientos geométricos, físicos y químicos; consecuentemente, casi en todas partes el orfebre gozó de un estatus social elevado, en parte debido a lo selecto de su oficio, que requería en nuestra Península Ibérica y en la América hispanolusa una limpieza de sangre demostrada, pero también a causa del elevado valor material de la materia prima de su trabajo. Un profesional que maneja y almacena en su taller oro, plata y piedras preciosas, y que además tiene entre su clientela a las familias más poderosas y al estamento eclesiástico será respetado por la comunidad y gozará de un prestigio social que le aleja del resto de los oficios manuales; de hecho, vamos a comprobar en las siguientes páginas cómo la progresiva popularización de la orfebrería en el ámbito ibérico, marcada por la pérdida de valor material de las joyas en cuanto van desapareciendo las gemas, sustituidas por vidrio y esmalte, y el oro va siendo suplido por plata o incluso cobre, va a marcar también una paralela disminución y pérdida del prestigio social del gremio de los orives, que pasan de ser considerados personajes y tratados con el título de “Don” a morir muchos de ellos en la pobreza y a verse obligados en muchos casos a simultanear la profesión con otros oficios o a abandonarla para siempre. En definitiva, si el artista se diferencia del artesano por producir obras que, en principio, carecen de un fin práctico, también sabemos que los artesanos trabajan a partir de formas ya establecidas que repiten una y otra vez con las que crean los objetos utilitarios que su clientela les demanda. Pero, por un lado, siempre hay artesanos que buscan superar los límites de lo meramente funcional y llegan a crear obras que no podemos calificar más que de artísticas (Romieux, 1995-1996: 156), y por el otro, en el caso de los orives es muy discutible afirmar que la utilitaria sea la función principal de las joyas creadas para el adorno personal y el embellecimiento de quienes las llevan. Indudablemente, existe esa vertiente utilitaria relacionada con la exhibición del estatus y con el atesoramiento de riquezas en forma de oro labrado como previsión para una eventual mala racha, pero parece evidente que lo que predomina es la intención artística, la de crear belleza, sobre todo porque el estatus puede manifestarse también con la exhibición de casas, fincas y otras propiedades, y el oro se puede atesorar en monedas. Así pues, las joyas serían obras de arte, que al igual que las demás expresiones artísticas, tienen una función social y cultural, como no podía ser de otro modo; y al igual que sucede con la escultura, la pintura u otras artes plásticas, en la orfebrería podemos encontrar maestros que se limitan a reproducir las formas aprendidas en su período formativo, casi siempre con un envidiable dominio de la técnica, pero también podemos toparnos con profesionales que buscan la innovación, la adaptación a los nuevos gustos, el virtuosismo en el diseño y la técnica y la creación de obras singulares de especial belleza. Orives como Vicente Chanquet Hernández, que tiene como referencia a imitar nada menos que a Benvenuto Cellini, o como Lorenzo Llanos Bernal, capaz de reproducir a la perfección una daga del ajuar funerario de la tumba de Tutankamón o de crear, por puro divertimento, una bellísima arca de filigrana y esmalte sin tener otra referencia previa, encajan bastante mal con la categoría de artesanos en la que se les viene encuadrando. Ya Honorio Velasco señaló que la cultura material, o la artesanía, es un modo de producción tradicional, pero ello no significa que sea inmovilista; la tradición es la que proporciona las técnicas, los diseños y las herramientas para la fabricación manual de piezas que se han revelado útiles y eficientes durante generaciones (Velasco, 1980: 18), pero también remarca que la tradición no es un proceso cerrado, sino que se enriquece y modifica con las aportaciones que hace cada artesano y con las que llegan por diferentes vías de distintos grupos y lugares. Son, pues, los artesanos que tienen más destreza en su oficio y que se preocupan de experimentar con nuevas formas, estilos o técnicas los que desde un punto de vista antropológico vamos a considerar como artistas (Harris, 1990: 475), y de ellos aparece un buen número en nuestro estudio, por más que sea preciso reconocer que muchos otros no entrarían en tal categoría. 24


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 1. Cofre de filigrana de plata, esmalte y granates hecho por Lorenzo Llanos Bernal.

Llama también la atención que los estudios de platería se han venido incluyendo tanto entre los referidos a las artes industriales y aplicadas (Bonet, 1982: 13) como, sobre todo en las últimas décadas, entre los dedicados a las llamadas artes decorativas o suntuarias (Bartolomé, 1999: 11), lo que supone una dignificación y un reconocimiento a su especificidad en relación con las llamadas “artes mayores”; así, en los últimos tiempos está adquiriendo un importante desarrollo el estudio de la platería civil y de la joyería en el seno de los estudios artísticos, comprobándose que, en muchísimos casos, los mismos artífices que trabajaban la platería de mazonería labraban también alhajas que además solían venderse en los mismos establecimientos; nosotros hemos podido documentar esa misma situación en la provincia de Cáceres. En cuanto a la joyería, hemos de mencionar que los estudios de Historia del Arte que a ella se refieren más recientemente, suelen tratarla como una disciplina artística sin sombra de duda cuando se refieren tanto al oficio como a las piezas llegadas hasta nosotros hasta el siglo XVIII; por el contrario, al referirse a las joyas de los siglos XIX y XX los estudios suelen circunscribir su atención a la alta joyería elaborada para la realeza o la aristocracia al mismo tiempo que subrayan la introducción de procesos de producción industrial en serie y desde luego el peso cada vez mayor de las importaciones. Se supone que, a partir del siglo XIX las firmas que comienzan la fabricación en serie en Madrid y Barcelona, además de las que importan las joyas de Francia, copan el mercado que forma una clientela aristocrática y burguesa, urbana y culta, mientras que la joyería que se labora fuera de Madrid y las grandes capitales, y principalmente la de filigrana, merece una menor atención, pues se dedica a copiar modelos de los siglos anteriores o a desarrollar un repertorio de modelos escasamente renovado, citándose los focos habituales de Santiago de Compostela, Córdoba o Salamanca (Arbeteta, 1999: 256); podría deducirse que la joyería de filigrana, efectista pero humilde, está ahora dentro del reino de los artesanos 25


Juan Manuel Valadés Sierra anónimos que se limitan a repetir el repertorio formal heredado de sus mayores o a imitar con materiales más pobres las joyas de la realeza y de la aristocracia. En ese contexto, no interesa conocer los nombres de los artistas, a diferencia de lo que sucede con la joyería de la corte, y se deja para los etnógrafos el estudio de este oficio, como así ha sucedido, y claro ejemplo de ello son los trabajos de investigadores ya citados como Concha Casado, Antonio Cea o Lena Mateu, entre otros. Por todo lo dicho, abordamos nuestro estudio con el convencimiento de que un buen número de orives cacereños que vivieron y trabajaron en los dos últimos siglos, merecieron sin duda ser calificados de artistas, especialmente aquellos que no se conformaron con la reiteración de los modelos aprendidos, que experimentaron e innovaron bien por iniciativa propia o bien para dar respuesta a la demanda de su clientela. Estos maestros fueron respetados, gozaron de una alta consideración social o incluso fueron requeridos por particulares y administraciones cuando se vieron en la necesidad de representar artísticamente a la provincia de Cáceres o a distintas localidades en citas comerciales o culturales dentro y fuera de Extremadura; estamos seguros de que el lector podrá compartir esta apreciación, o al menos valorará nuestro intento de dignificar una hermosa profesión que, en la época de la globalización y la producción en serie, ve multiplicado el valor cultural e identitario de sus productos.

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Sobre la filigrana cacereĂąa



I. Breves notas históricas Cuando nos aproximamos al conocimiento científico de una actividad artística, o artesana, según los distintos pareceres manifestados, como es la orfebrería de filigrana en la región extremeña, y en general en la zona oeste de España, lo primero que llama la atención es la escasez de bibliografía especializada sobre el tema. En efecto, son muy pocos, si es que puede citarse alguno, los estudios que han profundizado en cuestiones como los orígenes de dicha actividad, su desarrollo histórico o su dispersión geográfica en el área mencionada; en general, nos encontramos con una serie de afirmaciones coincidentes, repetidas una y otra vez, que no siempre se sustentan en un trabajo sistemático de investigación, y se comprueba que gran parte de los estudios sobre la filigrana del occidente español no van mucho más allá de una descripción de la técnica y de las joyas confeccionadas por los orives, con mención a las herramientas utilizadas en esta ocupación tan tradicional en algunas poblaciones. Pocas son las honrosas excepciones en que los investigadores se han preocupado de indagar sobre aspectos como los propios artífices y sus orígenes, formación y sistema de trabajo, sus áreas de venta, la organización de los obradores o la relación existente entre los especialistas en filigrana y el resto de los plateros. Si nos remontamos a los orígenes históricos de la orfebrería en la Península Ibérica, hemos de marcar una primera etapa desarrollada en el Calcolítico y Edad del Bronce Antiguo y Medio, que ofrece piezas trabajadas con técnicas sencillas como el martillado y el batido, mientras que ya en el Bronce Final aparece la fundición, la técnica de la cera perdida y la unión en caliente. Encontramos referencias a la riqueza en metales preciosos de nuestro territorio en la Protohistoria y Antigüedad, y parece haber acuerdo en atribuir a los fenicios la introducción, o al menos la generalización, de la filigrana en tierras ibéricas después de que fuera ya conocida por egipcios, micénicos y etruscos (Rocha, 1908: 7); de hecho, los fenicios difundieron esta técnica aprendida de una tradición oriental que se remonta a las culturas neosumeria, egipcia y asiria. Durante el período orientalizante, a partir del siglo IX a. C., desde las colonias fenicias se introducen técnicas de raigambre mediterránea, como la confección de joyas huecas, la incrustación de piedras preciosas y complementos de vidrio y esmalte, hoy mayoritariamente perdidos en las piezas conservadas, el troquelado, el estampillado, el repujado, el granulado o la propia filigrana; un excelente ejemplo de estas técnicas se materializa en el tesoro de El Carambolo (Camas, Sevilla), formado por un collar con siete colgantes, dos brazaletes, dos pectorales y dieciséis placas en las que la decoración incluye la filigrana, por vez primera en la orfebrería ibérica, y el granulado soldados sobre placa (Torres, 2002: 237); el conjunto puede datarse entre los siglos VIII y IV a. de C. Entre los siglos VII y VI a. de C. se viene fechando el tesoro de Ébora (Cádiz), formado por noventa y tres piezas en que también adquieren protagonismo el granulado y la filigrana, presentes en las cuentas de un hermoso collar o en una espectacular diadema que se suponen hechas por artífices locales, a diferencia de las piezas de El Carambolo que más parecen de manufactura propiamente fenicia. En Extremadura se documenta una importante tradición orfebre durante el Bronce Final, expresada en los tesoros del Olivar del Melcón, hoy desaparecido, y los de Sagrajas y Berzocana, pero es

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Juan Manuel Valadés Sierra sobre todo el tesoro orientalizante de Aliseda, y en menor medida los de Serradilla (Cáceres) y Segura de León (Badajoz), los que evidencian las estrechas relaciones de la región extremeña con el mundo orientalizante del sur peninsular (Perea, 1991: 279-280). El Tesoro de Aliseda, hallado casualmente en 1920, está formado por 354 piezas que se encontraron en el primer momento más otras dos recuperadas mucho tiempo después, entre ellas una diadema no menos rica que la de El Carambolo, un gran cinturón, una torques, un collar, arracadas, sellos giratorios, anillos, sortijas y otras piezas, entre las que destacan dos brazaletes gemelos con un bello trabajo de filigrana al aire; el conjunto viene fechándose entre finales del siglo VII y principios del VI a. de C. (Celestino y Blanco, 2006: 119) y parece deberse a las manos de un orfebre indígena que adapta e interpreta temas orientales. El conjunto de Serradilla es más modesto, formado por 24 piezas que denotan la factura indígena con más claridad que el de Aliseda, particularmente por los temas representados; la cronología que se ha dado al tesoro se sitúa entre finales del siglo VI y el siglo V a. de C., y se destaca la presencia de las arracadas llamadas “de racimo”, próximas al mundo ibérico, junto a una hermosa placa en la que un prótomo femenino reposa sobre un trono o lecho, interpretada como una adaptación al sustrato indígena de una iconografía de raigambre oriental (Almagro, 1977: 223). Similares a las placas serradillanas son las tres que forman, junto a un colgante en forma de bellota, el conjunto de Segura de León, con una decoración a base de repujado y granulado, y también con la presencia de hilo de oro; la cronología que se ha propuesto para estas piezas las sitúa hacia el siglo V a. de C. (Celestino y Blanco, 2006: 145) y se atribuye también a orfebres locales. Curiosamente, la actual Extremadura, al igual que Portugal, presenta en el Bronce Final y en el Período Orientalizante una singular riqueza en su orfebrería; en territorio luso son conocidas piezas como los brazaletes de Cantonha (Guimarães) y Estremoz, la torques de triple aro de Sintra, las arracadas de Odemira y Paços de Ferreira o los tesoros de Moura, Baião y Gaio (Correia, 2005). Tras ese período de esplendor, la filigrana continúa presente en el mundo ibérico, utilizada en piezas espectaculares como la diadema de Jávea (Alicante), pero resulta más escasa y tosca en el ámbito meseteño, como ejemplifican las piezas de plata del depósito de Driebes (Guadalajara) (Galán y Barril, 2009: 51); en la joyería castreña del Noroeste peninsular, sin embargo, el granulado y la filigrana son las técnicas más significativas, al parecer como consecuencia de la relación con la Iberia meridional, sin que falten autores que defienden una influencia del mundo etrusco llegada desde Centroeuropa (Fernández Gómez, 1991: 25; Prieto, 1996: 198). La riqueza aurífera de la zona y los adelantos técnicos, plasmados en detalles como la perfección de la soldadura, facilitan el trabajo del artista y proporcionan obras de gran belleza como las arracadas (Berducedo), los colgantes (Elviña) y desde luego las torques (Vilas Boas, Lanhoso). Ya en época romana, las joyas que aparecen en nuestra península se caracterizan por la menor presencia de oro y un mayor protagonismo de las piedras preciosas o semipreciosas, la pasta vítrea y el aljófar, perlas irregulares y de pequeño tamaño, pero la filigrana aparece con más rareza. Es usual en la joyería romana el trabajo con hilo de oro, ya sea obtenido a partir de finas láminas enrolladas sobre sí mismas con el uso de dos planchas de piedra, o bien haciendo pasar los lingotes del metal a través de orificios de diámetros progresivamente decrecientes, pero la filigrana propiamente dicha y el granulado tienen una importancia relativa como técnica decorativa en época imperial, pese a la gran importancia que había adquirido en la joyería etrusca, en la que el hilo de oro llegaba a constituir parte integrante de la estructura de las piezas (Pirzio y Pettinau, 1992: 44-46).

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Fig. 2. Arracadas y diadema del Tesoro de Aliseda, fotografiadas a las pocas semanas de su hallazgo, en 1920.

Aún más extraño es el uso de esta técnica en la época visigoda, cuya ostentosa joyería es poco propicia, aun cuando la veamos virtuosamente aplicada en piezas procedentes de algún ajuar funerario (Arias et al., 2004). En los primeros tiempos de la Reconquista, la filigrana reaparece como elemento decorativo, llegando a ser el motivo predominante sobre los cabujones de tradición visigoda en piezas tan importantes como el Evangeliario de Jaca (Huesca) (Artiñano, 1925: 38), o formando parte de la decoración de cálices como los de San Giraldo (Braga) o Santo Domingo de Silos (Olaguer-Feliú, 1998: 289) al igual que se aprecia en piezas de la España musulmana desde época califal. Sin embargo, esto no tiene continuidad, y el arte de la filigrana se abandona en las épocas gótica y renacentista, aunque parece mantenerse vivo en manos de los artífices andalusíes, también con especial protagonismo de los judíos (González Mena, 1976: 108); las fuentes históricas nazaríes señalan que hombres y mujeres de Granada iban cubiertos de joyas (Sánchez Sanz, 1979: 18), y entre las alhajas de Isabel la Católica, las que se citan como musulmanas muestran un predominio de la filigrana y la probable presencia de granulado (Arbeteta, 1999: 192). Pero en definitiva la filigrana desaparece o permanece ignorada tras la conquista cristiana para resurgir después en el siglo XVII trabajada por humildes oficiales moriscos, herederos de aquellos andalusíes (Velasco, 1986: 36), que cultivan este arte sin poder sustraerse a las influencias de la joyería cortesana erudita. En esa centuria se señala la pujanza de importantes focos de manufactura de filigrana en Córdoba, Salamanca y Santiago de Compostela, exportándose a México y Suramérica, e incluso la especialización en esta técnica de determinados talleres sevillanos y toledanos; en Sevilla parece que ya desde 1619 existían maestros plateros especializados en la filigrana (Sanz, 1991: 79), mientras que en Santiago, por ejemplo, se deja notar la influencia francesa en la importante producción de filigrana de la segunda mitad del siglo (Alcolea, 1958: 229), al igual que sucede en el norte de Portugal, donde la llegada del

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Juan Manuel Valadés Sierra oro de Brasil se une a la moda dictada por la corte de Luis XIV de Francia para dar como fruto joyas en que destaca la presencia de la piedra preciosa, llamadas minas novas, y otras en las que el protagonismo es del oro en forma de filigrana, conocidas como laças y sequilés (Macedo, 1993: 13). A mediados del siglo XIX se aprecia una cierta democratización de la joyería, distinguiéndose la haute joaillerie, utilizada por las clases altas, de gran valor material y exquisito gusto, de la bijouterie de consommation, que utilizan las clases media y baja merced a su reducido coste, aun cuando pueda alcanzar un cierto valor artístico (Arbeteta, 1999: 246), mientras que el siglo siguiente se inicia con la recuperación del trabajo de filigrana en centros artesanos de Córdoba, Santiago de Compostela y Salamanca, donde se empiezan a repetir modelos que apenas van a renovarse con el tiempo, lo que hace muy complejo tratar de establecer una evolución en la producción.

Fig. 3. Placa perteneciente al Tesoro de Serradilla (Museo de Cáceres).

A pesar de lo dicho, y en general, la bibliografía sobre joyería artística española valora escasamente, o ignora de manera sistemática, la filigrana extremeña, seguramente porque ha sido considerada siempre como un arte menor, o más bien como una artesanía, alejada de los vanguardistas círculos artísticos asociados a la corte, la aristocracia y la Iglesia, y sujeta a la reiteración de los modelos transmitidos de padres a hijos a la sombra de la influencia del poderoso foco salmantino. Una conocida hipótesis atribuye a la filigrana cacereña un origen gallego, desde donde la artesanía del oro y la plata habría irradiado a Asturias y al País Vasco, y hacia el sur a León, Zamora, Salamanca y Cáceres, con una expansión oriental a Toledo, Ávila y Segovia; esta visión historicista atribuye a la orfebrería cacereña orígenes celtas en el uso de esferillas, espirales o roleíllos, pero más antiguos aún en la pervivencia del granulado y el repujado y en la propia filigrana, “aplicada a la joyería cacereña de forma ininterrumpida, técnica que […] se conserva hasta la Edad Media en la joyería cortesana” (González Mena, 1986: s. p.); la filigrana cacereña enlazaría, pues, con el arte de los plateros moriscos y judíos, “los cuales están enraizados con la orfebrería popular fenicia y visigoda” (González Mena, 1976: 108). Según esto, hay en estas piezas de gusto tradicional influencias orientales adoptadas de la joyería hispanomusulmana, pero también celtas y grecorromanas, góticas y renacentistas, pudiendo decirse que la joyería cacereña se habría estancado en las formas propias del Renacimiento. Para nosotros, está claro que todas estas afirmaciones deben ser cuidadosamente revisadas; además de ser discutible la clasificación de esta orfebrería de filigrana como un arte de segunda categoría, hemos de descartar esa búsqueda de raíces tan profundas, antiguas y variopintas como se le pueda encontrar si no es acompañada de evidencias históricas, del mismo modo que ponemos en cuarentena la idea de un pesado inmovilismo de los modelos, repetidos durante siglos, pues ésta tiene que ver con un superado concepto de producción tradicional en el que se entiende la tradición como un ámbito temporal estático y ampliamente prolongado, algo que no se ajusta exactamente a la realidad, como nos proponemos señalar. 32


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

II. Plateros extremeños en el Antiguo Régimen De acuerdo con lo que parece comúnmente aceptado, y como sucede en otras regiones españolas, parece clara la presencia de orfebres judíos y mudéjares en determinadas localidades extremeñas a lo largo del siglo XV; en Guadalupe se sabe que a mediados de la centuria el monasterio jerónimo daba empleo a tres trabajadores fijos en el arte de la platería, en un momento en que los judíos primero, y los conversos después tras el decreto de expulsión de 1492, tenían una destacada participación en la vida económica, fabril y comercial de la puebla. De hecho, hasta el establecimiento del Tribunal del Santo Oficio en 1484-85, los cristianos nuevos constituían el grupo social que prácticamente monopolizaba el abastecimiento de la puebla guadalupana, el trabajo del oro y de la plata y las operaciones de préstamo, de tal manera que tras la represión desencadenada por la Inquisición, algunas de esas actividades manufactureras, mercantiles y financieras entraron en una decadencia de la que ya no se recuperarían (Llopis, 1991: 17-32). La presenFig. 4. Córdoba. Virgen de los Plateros. Reproducción cia de plateros hebreos y musulmanes es bien del lienzo de Antonio del Castillo en el Compás de San conocida en otras localidades de la región, en Francisco. Cáceres se cita al platero judío Baru, padre de Alfandar que en 1487 vivía de alquiler en una casa de Francisco de Ovando (Martín Nieto, 2014: 310) y en la primera mitad del siglo XV trabajaba un platero llamado Bartolomé “El Judío”; en Coria está documentado en 1401 el platero Samuel Leví (García Mogollón, 1987: 830 y 911). En Plasencia, por otro lado, debían ser también importantes estas minorías en el gremio, pues se conoce la presencia del platero Mose Abenavive, de probable estirpe islámica, que en 1406 ejercía como perito tasador, la de Zalama, platero “moro” natural de la capital del Jerte, que no sólo trabajó para el Cabildo de la Catedral, sino que en mayo de 1475 vivía de alquiler, con su mujer Fátima y su hijo Mahoma, en una casa de la plaza propiedad del Cabildo, esquina a la calle Talavera (Benavides, 1999: 83-84) o, en 1500, la de Abraín de Fuentes Claras, “moro vezino de Plasencia” (García Mogollón, 1987: 861; Méndez, 2006: 447) y en 1596 la de Diego Bejarano, platero morisco que fue denunciado ante la Inquisición por no comer tocino (Mayorga, 2011: 93). En Salamanca sucedía prácticamente igual, pues se conocen, entre los plateros documentados en el siglo XV, los nombres de Zacarías, “platero judío” (1413) y de Yuçe Cohen (1414) (Pérez Hernández, 2010: 574). Pero la situación cambia sustancialmente tras el reinado de los Reyes Católicos; la expulsión de los judíos supuso no sólo una gran merma en la actividad de la platería en lugares como Guadalupe, sino una verdadera diáspora de los plateros hebreos, que pasaron a establecerse en muy distintos lugares del

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Juan Manuel Valadés Sierra mundo llevando consigo entre sus conocimientos la técnica de la filigrana aprendida de sus mayores; es fácil suponer que, de aquellos que no quisieron abrazar la religión cristiana por conveniencia, muchos pasaron a Portugal, donde se establecieron o prepararon su regreso a España como conversos, o bien su traslado definitivo al norte y centro de Europa (Cea, 1988: 157) o al Nuevo Mundo. En España, a partir del siglo XVI se reserva el ejercicio de la platería exclusivamente para los cristianos viejos; varios ejemplos dan fe de ello, como los Llibres de Passanties del gremio de plateros de Barcelona, por los que se sabe que hacia 1500 ya se exigía que los mayordomos se informasen previamente sobre la vida, fama y linaje de quienes pretendían ingresar en el oficio (Dalmases, 1977: 6), o la Regla de la Cofradía de San Eloy en Sevilla, que en el primer tercio del siglo veta la entrada en la hermandad de plateros a mulatos, negros, judíos y moriscos, una discriminación que no había aparecido en las Ordenanzas del siglo XIV, pero que irrumpe con fuerza tras el reinado de los Reyes Católicos para reiterarse en ordenanzas sucesivas (Sanz, 1996: 58). Ese veto está también implícito en otros reglamentos, como las Ordenanzas de la Hermandad de San Eloy de Córdoba, aprobadas por el obispo Leopoldo de Austria en 1541, pero con preceptos aprobados desde 1503 en que se exige que los plateros, exclusivamente varones, que ingresen en la cofradía han de ser “de buena fama e syn estar en peccado público […] y ninguno diga mal a Dios ni a Nuestra Señora la Virgen María ni a otro Sancto, sopena de diez maravedís que pague para la dicha cofradía” (Ramírez de Arellano, 1893: 362-363). Todavía en 1729 el gremio cordobés establecía una prueba de limpieza de sangre para los candidatos a ingresar, en la que habían de probar que eran hijos “de padres honrados, cristianos viejos, limpios de toda mala raza, que no tengan ni hayan tenido oficios mecánicos y que no estén públicamente notados de vileza alguna” (Valverde, 2001: 328), y en 1752 los plateros de Badajoz redactaron unas ordenanzas en las que establecían que los jóvenes que hubieran de aprender el arte de la platería con algún maestro “hayan de hacer primero constar ante la Real Justicia por informacion que executen su limpieza de sangre; y así mismo que sus padres no han exercido vil inhonorífico oficio” (Larruga, 1797: 229). Además de la limpieza de sangre, el oficio de platero requería pertenecer a una cierta élite urbana, pues sólo podían ingresar en el gremio los hijos de familias acomodadas a quienes el maestro, por lo general, no pagaba nada por su trabajo, sino que eran los aprendices quienes debían costear económicamente los cuatro o cinco años de instrucción en la profesión (García Mogollón, 1987: 98). De ese carácter selecto del gremio de plateros da perfecta idea la petición hecha al Emperador Carlos V en 1556 por Cristóbal Álvarez en nombre de los plateros de Plasencia, que tras la publicación de una pragmática contra el lujo excesivo, prohibiendo el uso de sedas a quienes practicaban oficios considerados inferiores, como sastres, zapateros, curtidores, tejedores y otros, solicitó a Su Majestad que los plateros quedaran exentos de tal prohibición. La solicitud fue concedida, pues se reconoce que el “artífice y platero” no puede ser considerado como un simple “oficial”, al necesitar para su ocupación el conocimiento y dominio de artes y ciencias como la geometría y la aritmética (Ramírez de Arellano, 1893: 386). Así mismo, los gremios de plateros de diferentes ciudades españolas gozaron de varios privilegios además del derecho a vestir seda; por ejemplo, estaban exentos de aportar soldados al ejército, por lo menos entre los siglos XVI y XVIII; podían también ocupar cargos públicos a diferencia de los que ejercían oficios mecánicos, según se les reconoció por el Real Consejo en dos sentencias de 1619, y estaban exentos del pago de alcabalas y del posterior impuesto de cientos, desde la época de los Reyes Católicos (Valverde, 2001: 132-143). En todo caso, la desaparición de los plateros que no tenían el indispensable requisito de la limpieza de sangre a que nos referíamos antes, y la de sus descendientes, supone un serio golpe para la producción de obras artísticas en oro y plata, especialmente en núcleos más o menos reducidos; sin embargo, gracias a la próspera clientela eclesiástica seguirán trabajándose los metales preciosos en Plasencia, Cáceres, 34


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Coria, Trujillo, Badajoz, Mérida, Zafra o Llerena, y en el área salmantina se mantiene el gran foco de la capital de provincia junto a otros puntos de menor pujanza, como Ciudad Rodrigo o La Alberca; en general, se aprecia un claro vínculo entre las sedes diocesanas y el oficio del platero, hasta el punto de que durante los siglos XVII y XVIII parece que estos profesionales trabajan exclusiva o preferentemente para el estamento religioso. La Catedral de Plasencia, por ejemplo, tiene como plateros fijos en el siglo XVII a maestros de la propia ciudad como Juan Michael, Bartolomé Hernández, Juan González, Alonso Leonardo Valverde o Francisco de Paz (Benavides, 1999: 211-263), mientras que en el siglo XVIII ya no se mencionan plateros de la Catedral, y aunque se documentan no menos de cinco maestros locales a lo largo del siglo1, el Cabildo ya hace frecuentes encargos a plateros de Salamanca, Madrid, Córdoba o Béjar (García Mogollón, 1987; Benavides, 1999: 264-273). Todo ello trasluce una lenta pero imparable decadencia del oficio en la ciudad placentina, de manera que las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de Ensenada, fechadas en 1752, sólo señalan la existencia de: Tres mtros. plateros y dos oficiales, y regulan que a cada uno de dhos mtros. resulta de utilidad a el dia, travajando meramente de su ofizio Doze rrs. y a cada oficial, por su poca salud, solo le regulan tres rrs.2

Tal declive se aprecia de manera similar en otros lugares de la región desde la segunda mitad del siglo XVII, seguramente a causa de la fuerte competencia de los talleres cordobeses y salmantinos, que en esos momentos dominan el mercado nacional (García Mogollón, 1987: 245); ya entrado el Setecientos, en el otrora próspero Trujillo se hace notar la crisis y la despoblación, y aunque continúan trabajando algunos plateros, como Manuel Arroyo, Agustín Casas o Francisco Rodado, el estamento eclesiástico ya encarga numerosos trabajos a plateros cordobeses como Sebastián Sánchez de la Cruz o Bernabé Notario, o a trujillanos que probablemente descienden de la ciudad de los califas, como Juan de Soto o Agustín de Soto (Sanz y Orellana, 2003: 523-527). En contraste con ello, en la Baja Extremadura se experimenta una reactivación del oficio en el primer tercio del siglo XVIII en centros como Llerena o Mérida, mientras que en Badajoz, a mediados de siglo se llega a duplicar el número de plateros que había al final de la centuria anterior, y aunque las siguientes décadas no son tan brillantes, se documenta incluso la aparición de plateros en Almendralejo, donde previamente no se había constatado, al tiempo que el oficio toma auge en Jerez de los Caballeros (Tejada, 1998: 55-57). Como hemos señalado, en la segunda mitad del siglo XVIII la actividad de los plateros se ve restringida prácticamente a los núcleos más importantes que cuentan con la Iglesia como principal cliente, mientras que desaparece de las poblaciones más reducidas, si es que existió antes; así, cuando entre 1750 y 1753 se redactan las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada, el panorama revela esa concentración en las ciudades, pues a los tres maestros y dos oficiales que ya hemos apuntado en Plasencia hay que añadir los once plateros de Badajoz3 y los diez maestros y dos oficiales de Zafra4, más 1 Se trata de Francisco Barejón, mencionado en 1712, Eugenio de Aragón, activo en 1738, José Moreno, contraste en 1744, Manuel Oliva, activo en el mismo año, y Antonio Díaz, trabajando en 1792 (García Mogollón, 1987: 824, 828, 850, 971 y 977). 2 Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada. Plasencia (1752). Consultado en pares.mcu.es/ Catastro/, AGS_CE_RG_L147_146.jpg, el 21 de enero de 2014. 3 Ídem. Badajoz (1752). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L136_100.jpg y AGS_CE_RG_ L136_101.jpg, el 5 de febrero de 2014. Son los plateros Juan Bravo Raposo, Pedro Bravo, José Monteserín, Manuel Sánchez Burrero, Manuel Curvo, Antonio José Vilaza, Rodrigo Pegado, José Diarce, Antonio Diarce, Pedro Linares y Antonio Palermo, este último pobre de solemnidad, más Alfonsa Curvo, comerciante en géneros de platería. 4 Ídem. Zafra (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L154_337.jpg, el 5 de febrero de 2014. Los maestros son Alfonso Pastor, que también ejercía como oculista, Diego Rangel, Francisco Rangel, José 35


Juan Manuel Valadés Sierra otros tres plateros en Cáceres5, que por cierto ganaban la mitad que sus colegas placentinos, tres maestros plateros en Llerena6, dos maestros de platería y tres oficiales en Almendralejo7, otros dos en Trujillo8 y Mérida9, un maestro y un oficial en Valencia de Alcántara10 y Jerez de los Caballeros11, y un solo platero en Coria12 y en Fregenal de la Sierra13; en el área salmantina, por el contrario, aparece un nutrido gremio en la capital, formado por treinta y nueve maestros, veintitrés oficiales y veintisiete aprendices14, que llegó a crear la Escuela de Nobles Artes de San Eloy para la enseñanza artística y musical (Madoz, 1849: 661), mientras que se citan sólo dos plateros en Ciudad Rodrigo15 y uno en La Alberca16, pero no se documentan plateros en localidades como Alcántara, Brozas, Ceclavín, Garrovillas, Gata, Hervás, Montehermoso, Navalmoral de la Mata, San Martín de Trevejo, Torrejoncillo, Zarza la Mayor, Alburquerque, Tamames, Mogarraz o Sequeros. Aunque es menos exhaustiva, y por lo tanto menos fiable, que el Catastro del Marqués de la Ensenada, la información que nos proporcionan las respuestas al Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura (1791) apenas menciona la presencia de cuatro plateros en Zafra (Rodríguez y Barrientos, 1994: 764), uno en Azuaga (Rodríguez y Barrientos, 1994a: 214) y otros varios sin especificar su número en Llerena (Rodríguez y Barrientos, 1994a: 615), pero no se cita ninguno en Plasencia, Coria o Alcántara, ni desde luego en lugares como Ceclavín o Zarza la Mayor. La bibliografía revela, no obstante, que entre 1790 y 1793 el citado platero de Trujillo Manuel Arroyo laboraba en Monroy (García Mogollón, 1987: 825), y que el platero Diego FonRangel, Luis Esquinas, Manuel Gómez Porras, Manuel Fernández, Simón López, Fernando Ponce y Juan Jiménez Bellido, que también era músico; los oficiales son Bartolomé Rangel y Felipe Olea. 5 Ídem. Cáceres (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L137_188.jpg, el 3 de febrero de 2014. No especifica los nombres. 6 Ídem. Llerena (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L143_141.jpg, el 5 de febrero de 2014. Son Francisco Moreno, Francisco de la Huerta y Francisco Matamoros. 7 Ídem. Almendralejo (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L134_217.jpg, el 5 de febrero de 2014. No especifica los nombres. 8 Ídem. Trujillo (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L151_053.jpg, el 3 de febrero de 2014. Sin especificar los nombres. 9 Ídem. Mérida (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L144_045.jpg, el 5 de febrero de 2014. Son Esteban Corchero y Apolinar de la Fuente, que en ese momento ya había trasladado su vecindad a Cádiz. 10 Ídem. Valencia de Alcántara (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L152_048.jpg, el 20 de diciembre de 2015. Son Diego Díaz Carballo y su hijo Francisco. 11 Ídem. Jerez de los Caballeros (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L154_068.jpg, el 5 de febrero de 2014. El maestro es Juan Sanguino y el oficial Diego Cárdenas. 12 Ídem. Coria (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L137_060.jpg, el 3 de febrero de 2014. Se trata de Manuel Rubio. 13 Ídem. Fregenal de la Sierra (1751). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, GS_CE_RG_L561_1135.jpg, el 5 de febrero de 2014. No aparece el nombre. 14 Ídem. Salamanca (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L499_138.jpg; AGS_CE_ RG_L499_139.jpg; AGS_CE_RG_L499_140.jpg; AGS_CE_RG_L499_141.jpg, el 4 de febrero de 2014. Llama la atención el caso de Manuel García, maestro que cuenta con 15 oficiales y 4 aprendices. 15 “Que en esta ciudad al presente hai dos plateros que no tienen caudal para tener tienda, y solo trabajan lo que se les encarga, por cuio motibo solo se le regulan los jornales de zientto y ochenta dias utiles al respecto de zinco rs. por dia a cada uno de dichos dos maestros, los que no tienen ningunos ofiziales ni aprendizes”. Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada. Ciudad Rodrigo (1750). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_ CE_RG_L510_044.jpg, el 3 de febrero de 2014. 16 Ídem. La Alberca (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L135_533.jpg, el 3 de febrero de 2014. Se trata de Joseph Roman. 36


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I seca aparece avecindado en Alcántara no mucho después, en 1798 (García Mogollón, 1987: 858), confirmando la información de Larruga, que sostiene que “en la Villa de Alcántara suele haber algún platero. El Ayuntamiento ha nombrado contraste” (Larruga, 1797: 236); así mismo, en Plasencia trabaja en esas fechas Antonio Díaz (García Mogollón, 1987: 850), probablemente el mismo maestro que es citado en 1798 en el llamado “Censo de Godoy”, acompañado de dos aprendices17. Del mismo modo, se conoce la existencia en esos momentos de no menos de cinco plateros en Almendralejo: Juan Díez Lomas, Fernando González Castaño, Fernando Peralta, Juan de la Flecha y Juan Antonio de la Fuente (Tejada, 1998: 347-350), más otros tres en Badajoz, Pedro Fontana, Francisco Antonio Gorín y José Blas Rivero (Tejada, 1998: 276-281), uno en Mérida, Manuel Ventura Corchero (Tejada, 1998: 317) y otro más en Jerez de los Caballeros, Juan Rodríguez Sanguino (Tejada, 1998: 355).

Fig. 5. Altar que representa el milagro del platero. Santuario de la Virgen de la Peña de Francia. (Salamanca).

Así pues, el siglo XIX comienza con una ausencia de plateros en los núcleos más pequeños de la provincia de Cáceres y con un escaso número de ellos en las ciudades de este territorio, incluso en aquellas de importante tradición por ser sede episcopal o en la propia capital provincial. En la Baja Extremadura, por su parte, la profunda crisis del siglo XVIII no se hace notar con la misma virulencia, pero los acontecimientos que se desencadenan en la Península Ibérica desde 1808 van a precipitar grandes cambios en el panorama que comienzan a configurar la situación que nos vamos a encontrar para todo el resto de la centuria.

III. Primeros plateros en la América española Tanto la presencia de plateros asentados en el Nuevo Mundo, como el propio ejercicio de la profesión, se documentan desde la llegada de los primeros españoles; no hay que olvidar que el hallazgo de metales preciosos era uno de los principales objetivos de los recién llegados desde la Península. Rápidamente, plateros españoles se asientan en los virreinatos de la Nueva España y del Perú para crear objetos de lujo, aportando sus técnicas, entre ellas la filigrana, que son asimiladas por los artesanos indígenas en la medida en que pueden sortear las nuevas leyes que restringen su acceso al oficio; la filigrana y el cincelado se usan al principio para crear objetos litúrgicos, y a continuación en adornos para el embellecimiento de hombres 17 Archivo Histórico Municipal de Plasencia (AHMP). Enumeración de almas de esta ciudad de Plasencia. Año de 1798. Fol. 14. 37


Juan Manuel Valadés Sierra y mujeres de las clases altas (Araújo, 2013: 33). En la isla de Cuba, por ejemplo, ya en 1512 se nombra el primer fundidor y marcador de oro, cargo que ejerce Cristóbal de Rojas, y el año siguiente Juan de la Vega es nombrado veedor de fundiciones; este mismo cargo lo ocupa en 1516 Rodrigo de Villarroel, y en 1532 Hernando de Castro, aunque no hay certeza de que fueran realmente plateros los que ocuparon este puesto que normalmente ejercían los maestros del oficio. A partir de ahí, se conoce la existencia de numerosos plateros españoles en la isla, como Luis de Espinosa, Juan de Oliver o Juan de Chevarría; en La Habana, durante la década de 1570 se documentan veinte plateros y un aprendiz (Mejías, 2004: 244), y en las décadas finales del siglo se mantiene un censo elevado, con la presencia de plateros italianos, además de uno flamenco y uno portugués, llamado Antonio Báez. Gaspar de Garnica es un llamativo caso de uno de los soldados de Hernán Cortés que además era platero, estableciéndose en la ciudad de México nada más finalizar el período de la conquista; en realidad es el primero de un puñado de artífices que llega inmediatamente después del establecimiento de los españoles, acaparando un mercado emergente en el que se aprovechan la abundante materia prima y los conocimientos técnicos de los indígenas, a quienes se procura dejar fuera del negocio. En enero de 1525 el Cabildo municipal de México nombra el primer contraste de la capital, en la persona del platero Héctor Méndez; en abril de 1526, Diego Martínez y Juan de Celada son encargados de supervisar la fundición del oro “de tepuzque” (ligado con cobre) para regular los quilates que debía tener para las transacciones económicas, y el 7 de mayo de 1527 se establece una regulación de los precios para evitar los abusos en que estaban cayendo los plateros aprovechando la escasa competencia18. Ya en 1525 se menciona en varios documentos a Francisco de Soto, Luis Hernández y Luis García, plateros, y en 1527 a Juan de la Ribera, Hernando de Cáceres, probablemente extremeño, Juan Rodríguez Cerezo e Isidro de Segovia; aparecen también, en documentos de 1528, los plateros Juan Martín y Antón Méndez19. Se sabe que en 1530, el alcalde veedor de los plateros, Francisco Alonso, recibió el encargo de hacer un sello con un castillo para marcar la plata (Heredia, 2010: 306); poco después, Diego Martínez aparece como veedor de todos los objetos fabricados en oro y plata por los plateros de la ciudad de México, en 1532 es veedor Francisco de Toledo, y en 1533 Pedro Despina aparece como veedor y ensayador; en 1536 los veedores son Bartolomé Ruiz y Antonio Hernández, en 1537 Gonzalo Rodríguez y Luis Rodríguez; Francisco Hernández y Pedro Hernández en 1538; en 1542 lo son Gómez de Luque y Gonzalo Gil; en 1544 es Gabriel de Villasana; Pedro de Sabsedo, Enrique Báez –acaso portugués, como el ya mencionado Antonio Báez- y Ramón de Cardona en 1546; Gabriel de Villanueva en 1551, Miguel de Consuegra en 1557 y tal vez Oñate entre 1566 y 1572; después, fueron marcadores Hernando de Godoy (hacia 1580), Gonzalo León (1581) y Pedro Quero (1586) (Anderson, 1975: 74-82; Heredia, 2010: 307). Otros plateros de quienes se conoce el nombre, citados entre 1536 y 1552, son Juan Delgado, Gonzalo Ruiz, Pedro Gómez, Juan Navarro, que casó con la viuda del veedor Gonzalo Rodríguez, Francisco Ruiz, Pedro Tercero, Antón de Vides, Juan Ruiz, Cosme de Orrantía y Juan de Arenas20. Entre 1573 y 1574 ejercen también su oficio en México el filigranero o tirador de oro Jerónimo López y los plateros Dionisio de Citola, Diego Hermoso, Domingo de Orona y Pedro de Burgos (Hyde, 2007). A pesar de todo lo dicho, el oficio de la platería había sido prohibido en la Nueva España desde el 22 de agosto de 1527, fecha en la que se leyó públicamente una orden del Emperador Carlos V datada 18 Véanse págs. 27, 82 y 130 de Actas de Cabildo…, 1889. 19 Véanse págs. 44, 91, 101, 103, 112, 144, 157, 184, 201, 254, 256, 314, 351, 366 y 391 de Millares y Mantecón, 1945. 20 Véanse págs. 31, 44, 45, 60, 69, 73, 85-88, 92, 98, 109, 111, 125, 152, 156, 165, 174, 222, 267, 272 y 274 de Millares y Mantecón, 1946. 38


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I en Granada el 9 de noviembre del año anterior. Con la intención de evitar el continuo fraude al fisco que suponía la evasión de los impuestos correspondientes en unos dominios tan alejados y difíciles de controlar para la Corona, ésta había optado por prohibir totalmente el ejercicio de la profesión: Que agora ni de aquí adelante no consyntays ni deis lugar a que en esa dicha tierra aya ningunos plateros que labren oro ni plata ni usen de los dichos oficios en manera alguna ni tengan fuelles ni otro aparejo alguno de fundición so pena de muerte e de perdimiento de sus bienes para la nuestra cámara e fisco (Actas, 1889: 220).

Tan absurda e inaplicable orden fue simplemente ignorada por las autoridades, y también por los plateros, ya que como hemos visto en los años sucesivos siguieron nombrándose veedores y contrastes. Así, ya en 1533 tuvo que ser reformada dicha orden, y finalmente abolida por Felipe II en 1559; sin embargo, la existencia de esta prohibición de iure hizo que el Cabildo de la ciudad de México prestara muy poca atención al ejercicio de una profesión que oficialmente no existía, de manera que los plateros tuvieron que ejercer su actividad prácticamente sin regulación entre 1524 y 1563. Sólo en octubre de 1563, y tras numerosas demandas de los batihojas y los filigraneros o tiradores de hilo de oro y plata, el Virrey Luis de Velasco se decide a promulgar las primeras ordenanzas destinadas a regular el funcionamiento de este gremio (Anderson, 1975: 84). En realidad, cuando se procede a la mencionada regulación se pone por escrito una práctica que venía aplicándose desde los tiempos de la conquista: el apartamiento de los nativos de un oficio de prestigio como era el de la platería. Ya en 1526 el Cabildo mexicano había establecido una prohibición de ejercer el oficio para los indios, y sobre todo la amenaza de fuertes penas para cualquier propietario de minas que encargara a un indígena confeccionar cualquier joya: Otrosy que ninguna persona que oviere sido o que fuere minero por otra, no sea osado de dar a hazer ni aga joya alguna de oro ni tejuelo a los yndios plateros de esta nueva España agora ni en algún tiempo so pena de perdimiento de todos sus bienes para la cámara de su magestad e de destierro perpetuo de esta nueva España (Actas, 1889: 137).

Ya desde los primeros decretos se había prohibido ejercer un oficio, ni siquiera por cuenta ajena, a todo aquel que fuera hijo o nieto de condenados por la Inquisición, una limitación que no empezará a relajarse hasta 1776. Y aunque ya sabemos que a menudo el cumplimiento de determinadas disposiciones legales era bastante laxo, parece que las autoridades sí procuraron apartar a los indígenas de la profesión, lo que vino a determinar la desaparición de la joyería y platería autóctona; así, para controlar mejor a los miembros del gremio, el Virrey Martín Enríquez ordenó el 23 de abril de 1580 concentrar los talleres de los plateros en la calle de San Francisco, una de las más antiguas de la ciudad. Esta orden fue posteriormente ratificada en los siglos XVII y XVIII, hasta el punto de que la calle San Francisco era también conocida como calle de los Plateros, nombre con el que ya era oficialmente designada en 1811. Así mismo, las Ordenanzas para los batihojas promulgadas por el Virrey Conde de Monterrey, de 15 de julio de 1598, establecían que nadie podía tener tienda sin haber sido examinado, pero el examen estaba vedado para indios, mulatos o mestizos; si bien los no españoles podían trabajar como oficiales en el taller de un maestro examinado (Anderson, 1975: 85-88). No es fácil identificar el origen de los pocos plateros españoles llegados a la Nueva España en los primeros momentos de la conquista, si bien se ha señalado una cierta primacía de los andaluces durante los siglos XVII y XVIII (Esteras, 1985); tampoco parece probable rastrear la posible presencia de cristianos nuevos que pudieran haber llevado al Nuevo Mundo el arte de la filigrana aprendido de sus antepasados 39


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 6. Antigua Calle de los Plateros de la Ciudad de México.

hebreos o de artífices musulmanes, pero es bien sabido que hasta 1552 numerosos conversos pudieron pasar a las Indias gracias a distintos procesos de habilitación motivados por las necesidades de la Real Hacienda ( Jacobs, 1995: 33); al mismo tiempo, siempre existió emigración clandestina, tanto desde los puertos españoles como, sobre todo, desde los puertos europeos de donde salían barcos hacia el Caribe. Ya se ha señalado que muchos judíos que se negaron a la conversión pasaron de Castilla a Portugal, y de ahí partieron para distintos lugares; el puerto de Lisboa, fuera del control de la Casa de Contratación de Sevilla, fue una de las más importantes puertas de salida de conversos y criptojudíos hacia América, algo que se hizo mucho más fácil entre 1580 y 1640, cuando la corona portuguesa estuvo unida a la castellana. Parece que el primer ejemplo de obra de platería colonial en filigrana se documenta en 1517; las mujeres españolas llevaban grandes pendientes, rosarios y collares con cruces de oro, pero además la filigrana española adaptó motivos naturalistas como hojas y figuras típicas del estilo mudéjar e incorporó el uso de perlas, acaso por la presencia de estos plateros de origen hebreo o morisco (Araújo, 2013: 35). En el Virreinato del Perú, los plateros comienzan a establecerse desde el mismo momento de la fundación de Lima (1535); gracias a la riqueza minera, y a una amplia tradición indígena del trabajo de metales preciosos, surge un abundante y vigoroso gremio de plateros que a principios del siglo XVII cuenta con ochenta tiendas de platería sólo en la capital. Desde la fecha fundacional, y hasta el final de la centuria, apenas conocemos la producción artística, pues prácticamente se han perdido todas las piezas, pero se conocen los nombres de plateros procedentes de la Península, como el cordobés Francisco de Aguilar, o también Diego de Ledesma, Pedro de Llanos, Miguel Morzillo, Pedro de Peña, Alonso de Carrión o el lisboeta Alonso Martínez, y 40


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I también de fuera de ella, como Elvín de Amberes, Pedro Rudolf, natural de Dunkerque, Theodor Gerard, de Lübeck o Hernán de Colonia. Se sabe que la Cofradía de San Eloy, que agrupaba a los plateros, fue fundada en 1575; de aquellos años se conoce la existencia de plateros como los zamoranos Diego Rodríguez y Lucas Rodríguez, Faxardo, el indio Alonso Hernández, apodado “El mexicano”, Luis de Ayala, Diego de Fonseca, Francisco de Morales, Juan Ruiz y por supuesto el trujillano Francisco de Hervás, avecindado en 1585 (Solís, 1984: 119). En 1597 se traslada la Cofradía de San Eloy al Convento de San Agustín, firmando en su constitución los plateros Ruiz Barragán, Diego de Requena, Pedro Negrillo, Miguel Bonifaz, Domingo Marroquín de la Concha, Cristóbal Sánchez, Francisco de Riva, Francisco Juárez, Rodrigo de Aguilar, Bartolomé González Bravo, Jorge de Matos, Juan de Pineda, Pedro Fernández, Jerónimo de Oliva, Francisco Muñoz, Juan Antonio Ro Dávila y Lázaro Nieto (Heredia, 1989: 46-48; Vetter, 2008: 133). Varios plateros ocupan sucesivamente el oficio de ensayador de la ciudad, Hernando Bueno en 1538, Diego Rodríguez y Diego Enrique en 1577. En 1549 los portugueses Francisco Rodríguez y Antón Rodríguez son nombrados por el Cabildo de la ciudad, respectivamente, alcalde y veedor del gremio de los plateros, y Juan de Bruselas designado fiel de pesos y pesas para evitar los fraudes por falta de peso que cometían algunos plateros; le sucederán en el cargo Mateo de Ortega (1551), Diego de Flores (1556), Francisco Pérez (1560), Juan Sánchez Pechalero y Juan Pérez (1561) y Ginés Martínez (1575) (Heredia, 1989: 51-53). Los plateros de Lima se concentraban, por mandato del Virrey Martín Enríquez (15811583), en la céntrica calle de la Platería, que abarcaba la de los plateros de San Agustín, plateros de San Pedro y callejón de los Clérigos o de los Plateros, entre los conventos de la Compañía de Jesús y de San Agustín. Entre estos maestros europeos hubo también un buen número de indígenas que practicaron el arte de la platería, como el yunga Juan Aucarán, Tomás Chacayquibi, Pedro Paclla o Pedro Chumbi, e incluso esclavos negros que llegaron al grado de oficial, lo que viene a mostrar una actitud mucho más abierta hacia la integración en el oficio de la platería de los nativos, que por otro lado eran herederos de una larga y rica tradición del trabajo de los metales preciosos (Vetter, 2008: 123-124). Tras la capital del Virreinato, Cusco fue sin duda el segundo foco de la platería peruana, y desde luego el más importante de la sierra andina. Allí se habían reunido en el pasado los artistas más refinados del imperio incaico, y su tradición continuó viva en el siglo XVI, pues numerosos plateros indígenas siguieron trabajando; en 1572, el virrey Toledo promulgó las Ordenanzas del gremio de plateros y mandó reunir todos los talleres en la plaza del Hospital bajo el control de un veedor que velaría para evitar los fraudes al fisco, el llamado “Quinto Real”, y la pureza del metal (Vetter, 2008: 119); entre estos maestros, numerosos indígenas siguieron trabajando en su oficio ancestral de manera casi clandestina para el clero y la Nobleza española recién llegada, dando un gran esplendor a la platería cusqueña; durante el gobierno del obispo Manuel de Mollinedo (1673-1699) llegó a haber más de un centenar de plateros de oro y plata en la ciudad (Esteras, 1997: 53). El gremio de los plateros, tanto en Lima como en Cusco, agrupaba en realidad una amplia gama de artífices que trabajaban los metales preciosos: los plateros de oro u orífices, los plateros de la plata, los plateros de mazonería, que realizaban diseños mediante el repujado o cincelado, los tiradores de oro o batihojas, que laminaban la plata a martillo, los brosladores o bordadores, y los doradores y filigraneros (Lohmann, 1997: 35); dentro de cada especialidad, por supuesto, existían maestros, oficiales y aprendices, al igual que sucedía en la metrópoli. En el Río de la Plata nunca llegó a constituirse formalmente un gremio de plateros, lo que les llevó a ostentar un estatus social más bajo, similar al de otros artesanos, y causó también una multitud de irregularidades en las calidades y pesos de las piezas manufacturadas, así como en los talleres, a menudo instalados clandestinamente. A pesar de la falta de regulación, ya en 1635 Francisco Ribas había sido nombrado “examinador del oficio de oro y platería”, pero se supone que el primer platero había llegado a 41


Juan Manuel Valadés Sierra Buenos Aires en 1603, y era portugués; más segura es la llegada de Melchor Migues, y entre 1614 y 1615 arribó desde España el platero Miguel Pérez. Otros plateros portugueses llegaron entre 1620 y 1640, Bernardo Pereyra, Francisco Cuesta, Antonio Ribeiro y Francisco da Costa; a partir de ahí, la presencia de oficiales portugueses se convierte en mayoritaria, con el consiguiente rechazo de los plateros españoles y criollos. En 1748 el Cabildo encarga al maestro Alonso Suárez Albistur una especie de censo del oficio destinado en realidad a expulsar a los oficiales extranjeros, y particularmente a los portugueses (Taullard, 2004: 55), sin embargo el número de profesionales lusos fue creciendo con el tiempo, hasta el punto de que, de los 48 plateros que había en la ciudad en el año de 1777, quince eran portugueses, sólo seis españoles y el resto criollos (Taullard, 2004: 56); se sabe que muchos de estos plateros lusos procedían de Guimarães, de donde salió un número indeterminado de maestros en los siglos XVIII y XIX con destino a Buenos Aires y, sobre todo, a Río de Janeiro (Santos, 2007: 234). En el actual Chile el gremio de los plateros se menciona ya en un documento público de 1556, y en 1590 el Cabildo de Santiago establece una reglamentación para el gremio, nombrando Contraste de metales y fiel de pesas al platero Andrés Enríquez, que se mantuvo 28 años en el cargo; en 1645 le sucede Lorenzo de Agurto en el cargo, y en enero de 1652 el Cabildo nombra examinadores plateros a los maestros Andrés Leiba y Alonso Núñez Galiano, y para el gremio de orífices a Jerónimo Ruiz y al citado Lorenzo Agurto (Taullard, 2004: 98). Por lo que respecta a la filigrana, se sostiene que era una técnica ya conocida y aplicada por los orífices indígenas, especialmente en la costa ecuatoriana y peruana, concretamente en determinadas narigueras Chavín (1200-400 a. C.), Vicús (100 a.C.-400 d.C.) y Mochica (100-700), al igual que sucede con orejeras tanto de Esmeraldas como Mochica y Sicán (750-1375) y unos brazaletes y una nariguera Chimú (1200-1470) (Vetter, 2009: 192), pero no cabe duda de que esta técnica adquiere todo su desarrollo cuando los artistas españoles, sobre todo andaluces al parecer, crean sus productos en diferentes lugares del país, algunos de los cuales generan una importante tradición filigranera; así sucede con Huamanga (Ayacucho) y el valle del Mantaro, donde los artesanos locales comenzaron a crear sofisticadas piezas en filigrana de plata con motivos religiosos y zoomorfos en vasos, incensarios o arquetas (Araújo, 2013: 38), pero el trabajo de filigrana también aparece en otros centros artesanales como Lima, Cusco, Arequipa o Potosí (Esteras, 1997: 57). Ya en el siglo XIX era un arte propiamente ayacuchano: En 1834, el diario de viajes del cura Blanco menciona elogiosamente en la capital ayacuchana a afamados maestros como Francisco Villacreces y Delgado, Manuel Gamarra y Gregorio Bastidas, quienes “hacen filigranas exquisitas formando con ellas canastas, pavos, devanadores y cuanto quieren” (Wuffarden, 2009: 41).

Y en la década de 1880 eran popularísimos los objetos de uso personal confeccionados en filigrana de Ayacucho, como las cigarreras, pastilleros y tarjeteros, además de cubiertos y canastitas; del mismo modo, surgió una gran variedad de miniaturas y juguetes de filigrana de plata, entre los que destacan los mueblecitos destinados a las casas de muñecas. En cuanto al Virreinato de la Nueva Granada, la información disponible permite identificar algunos extremeños y portugueses entre los primeros plateros que llegaron para asentarse en Santafé, la actual Bogotá, y en Tunja; entre ellos, conocemos a Juan Delgado, platero de Usagre21, a Pedro 21 Juan Delgado, preso en Santafé, en 1578, junto con el también platero Pedro de Vega, fue acusado de estar casado en los Reinos de España con Inés López en Usagre y obligado a embarcar de vuelta para “hacer vida maridable con la dicha su mujer” (Fajardo, 2008: 282). 42


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 7. Sahumador en forma de pavo en filigrana de plata, Ayacucho, siglos XVIII-XIX (Colección Museo de Artes Decorativas de Santiago de Chile).

Ramos, de Llerena22, Sebastián Solo Gañamoto, de Fonte Santa de Guerreiros, en Loures (Portugal), o los también portugueses Domingo Barbosa, de Caminha23, y Pedro López, de Lisboa24. Naturalmente que se documentan numerosos plateros de otras procedencias, como Alonso de Anuncibay, de Jerez de la Frontera, Gerónimo de Colmenares, de Carrión de los Condes o Lorenzo Hernández de la Cámara, de Argamasilla (Fajardo, 2008: 31), pero no podemos dejar de señalar la vigorosa presencia portuguesa y extremeña. Aquí, los primeros plateros españoles que llegaron fueron los “Oribes”, “Urives” o plateros de oro, pero después, con el descubrimiento de varios yacimientos argénteos, aumentó el número de “plateros de plata”, como entonces se empezó a conocer para distinguirlos de los propiamente orífices. Sin embargo, parece que en esta demarcación no se observaron con tanta rigidez las normas acerca de la limpieza de sangre para ejercer el oficio; ya desde los primeros tiempos de la conquista, los plateros españoles 22 Pedro Ramos, de Llerena, hijo de Pedro Ramos y de María de Valencia, según consta en el testamento de su padre en Santafé, 1625 (Fajardo, 2008: 334). 23 Domingo Barbosa, platero de plata, firmó testamento el 2 de marzo de 1627, era originario de Caminha, entonces en el arzobispado de Braga. Hijo legítimo de Gonzalo Gómez de Silva y de Ana Barbosa y Lima, trabajó en Tunja y Santafé (Fajardo, 2008: 266). 24 En su testamento, fechado en 1638, Pedro López se refiere a Gonzalo Hernández, portugués y platero, y a Eustacio Jiménez, probablemente también paisano de ambos. López aseguraba que había vivido y trabajado durante 26 años seguidos en su taller alquilado en Tunja (Fajardo, 2008: 89). Además, Diego de Acosta aparece documentado en Santafé en 1658 y se sabe que “procedía de Portugal” (Fajardo, 2008: 258). 43


Juan Manuel Valadés Sierra admitieron en sus talleres no sólo a hijos de otras familias españolas, sino también a criollos, mestizos, mulatos, pardos, indios y seguramente negros, tal como muestran los padrones de la población. En efecto, aunque la legislación prohibiera ejercer el oficio a los no blancos, parece que nunca se observó con demasiada pulcritud esta segregación (Fajardo, 2008: 31), de modo que algunos autores atribuyen el florecimiento de la técnica de la filigrana en Mompox (Colombia) a partir del siglo XIX a la tradición precolombina detectable en objetos de orfebrería hallados en la región del Sinú, entre ellos orejeras, narigueras, cuentas y remates de otras piezas exquisitas; sin embargo, parece que estas piezas fueron trabajadas con el método de la cera perdida y no en filigrana, apareciendo también la “falsa filigrana”, hecha a molde (Fajardo, 2008: 137). En conclusión, la extracción de los primeros plateros llegados a la Nueva España no permite, en el estado actual de nuestros conocimientos, establecer con seguridad la presencia significativa de conversos o cristianos nuevos que pudieran haber llevado consigo el arte de la filigrana, aunque se percibe un cierto predominio de los andaluces entre aquellos oficiales que iniciaron el oficio en México. Por lo que respecta a los vastos dominios españoles en Suramérica, sí que se documenta una notable presencia de plateros portugueses entre los primeros profesionales, posible en gran parte por la unión de las coronas entre 1580 y 1640 y favorecida también por la irradiación del importante foco brasileño, que siguió recibiendo orives portugueses de forma continua; es posible que entre los plateros lusos se diera una cierta presencia de descendientes de conversos, y aunque no pasa de ser una conjetura, la filigrana pudo adquirir el desarrollo que después tomó en el siglo XVIII merced al temprano establecimiento de estos orífices que pudieron traer consigo el arte de sus antepasados.

IV. La crisis del siglo XIX De acuerdo con la bibliografía, el siglo XIX es el de la desaparición de una parte importante de los talleres de platería en la región extremeña; tras la ruina producida por la Guerra de la Independencia, los encargos de las catedrales, iglesias y conventos de la región se efectúan preferentemente a los maestros radicados en los centros que en esos momentos dominan la producción nacional, Salamanca, Madrid y Córdoba. En la Baja Extremadura apenas se documentan en ese siglo unos pocos plateros en los obradores de Alburquerque, Almendralejo, Badajoz, Fregenal o Zafra (Tejada, 1998: 71), mientras que en la provincia de Cáceres el panorama es aún peor, pues los estudios realizados apenas constatan la existencia de un puñado de plateros en Cáceres25, Coria, Trujillo o Navalmoral de la Mata (García Mogollón, 1987: 343), en tanto que en Plasencia parecen desaparecer definitivamente (Andrés y García, 1983: 34). Claro está que la bibliografía relativa a esta centuria, como sucede con las anteriores, se refiere prácticamente en exclusiva a los trabajos ejecutados para la clientela eclesiástica y nobiliaria, de los que apenas se han conservado unas pocas piezas.

25 En Cáceres, se citan dos platerías en 1846, de las que sólo una estaba “perfectamente surtida de buenas alhajas fabricadas en la misma” (Madoz, 1846: 88). 44


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Mapa 1. Rutas de plateros cordobeses en la provincia de Cáceres. Siglos XVIII-XIX.

En efecto, la investigación sobre la platería y los plateros se centra en las producciones destinadas a la liturgia religiosa o al ornato de las familias de la aristocracia, algo que se explica perfectamente por dos motivos; en primer lugar porque la documentación que ha llegado hasta nosotros se refiere en su mayoría a los cargos en las cuentas, cartas de pago y contratos que los plateros firmaban con sus clientes eclesiásticos o, más raramente, nobiliarios. Por otro lado, se ha señalado repetidamente el hecho de que la mayor parte de las piezas que se han conservado a través del tiempo lo han hecho en el seno de los tesoros eclesiásticos, mientras que lo que podría haberse conservado de orfebrería civil generalmente se ha dispersado a causa de las sucesivas herencias o ha desaparecido fundido para la confección de otras joyas o al ser utilizado como reserva pecuniaria de las familias para casos de necesidad. Sin embargo, es bien sabido que hubo muchas piezas de oro y plata encargadas por particulares, no sólo pertenecientes al estamento nobiliario, sino también de clases menos acomodadas; la pequeña y baja nobleza, y la burguesía adinerada, poseían evidentemente piezas de metales preciosos y joyas (García Mogollón, 1987: 74), y en los siglos XVIII y XIX era relativamente frecuente que las familias extremeñas, tanto en el entorno rural como urbano, poseyeran un cierto número de “alhajas”, que a menudo aparecen así definidas en las dotes, inventarios de bienes y testamentos que han llegado hasta nosotros; de hecho, la dote tipo de la mujer cacereña incluye en esa época, en cantidades limitadas, aderezos, gargantillas, pendientes, arracadas o cruces (Hernández Bermejo, 1990: 181) cuya confección tenía que ser encargada a los orfebres locales que debieron permanecer en la centuria decimonónica en algunas localidades de la región, o bien a los comerciantes que visitaban las ferias y mercados de los pueblos vendiendo mercancías hechas por ellos mismos o traídas de otros lugares. Está perfectamente documentada una ruta que seguían los plateros feriantes cordobeses vendiendo sus productos en los pueblos extremeños; visitaban las ferias de la Baja Extremadura, como la de Zafra26, y entraban en

26 En la feria de San Miguel de Zafra, los cordobeses acudían a vender “cordonería y platería” (Madoz, 1850: 447). 45


Juan Manuel Valadés Sierra la provincia cacereña por Torrequemada27, llegando a Cáceres (Martínez Quesada, 1965: 108), Cañaveral y Plasencia, desde donde pasaban a Béjar y Salamanca para volver a Plasencia tras vender en la provincia de Ávila; desde Plasencia se dirigían a Casar de Palomero y Navaconcejo, adentrándose en La Vera donde comerciaban en Garganta la Olla, Losar y Aldeanueva; posteriormente visitaban Trujillo para volver hacia el este pasando por Jaraicejo y Almaraz y después internarse en la provincia de Toledo, de donde volvían para vender en Coria y Brozas28 (Valverde, 2001: 402). En Guadalupe, por ejemplo, tuvo lugar un pleito con los plateros cordobeses que vendían sus joyas en la feria local entre 1759 y 1765; en esta última fecha la Junta General de Comercio y Moneda dio la razón a los comerciantes andaluces que habían sido obligados por la justicia guadalupana a pagar un impuesto por el derecho de vender sus mercancías, ya que existía una Real Orden de 1705 que concedía a los plateros cordobeses el privilegio de estar exentos del pago de impuestos por vender sus joyas en las ferias a las que acudiesen (Valverde, 2001: 146); de hecho, parece que este privilegio es uno de los factores más importantes para explicar el auge de la platería de Córdoba y su expansión por toda España. En Zalamea de la Serena también es bien conocida la afluencia de plateros cordobeses y de otras partes para vender sus alhajas de oro, plata y pedrería en la Feria del Santo Cristo que a finales del siglo XVIII se celebraba a mediados de septiembre (Larruga, 1797: 247). Sabemos, además, que los plateros cordobeses no se limitaban a hacerse presentes en las ferias de la provincia para vender sus mercaderías, sino que hacían recorridos por nuestras poblaciones de una manera habitual durante bastantes meses del año; esto se evidencia en casos como el del platero de Córdoba Juan Cárdenas, que en marzo de 1785 fue requerido para peritar las alhajas de plata y oro que formaban parte de la cuantiosa herencia dejada por una mujer cacereña, María Collado, “en ocasión de hallarse en esta villa con su platería”29. No es aventurado pensar que, al menos algunos de los plateros que trabajaban piezas para la liturgia, confeccionasen también o vendiesen en sus tiendas piezas de menor porte destinadas al adorno personal de las capas medias de la sociedad, ya que el escaso volumen de negocio del momento no permitiría una especialización tan grande como para despreciar a esa gran clientela civil; así mismo, podemos suponer que, ya en el siglo XVIII, el trabajo de la filigrana pudo tener alguna importancia en este tipo de piezas de adorno personal, dado el asequible precio que debían tener por su reducido peso. Un ejemplo muy claro de esa realidad a la que nos estamos refiriendo nos lo encontramos en el inventario de los bienes que se realizó, en diciembre de 1711, a la muerte de un conocido platero placentino afincado en Cáceres, en el que vamos a comprobar que aparece todo tipo de piezas confeccionadas por el artífice o que estaban en su poder cuando le sorprendió la muerte. Entre esas piezas conviven las destinadas a su uso como vajilla litúrgica con las propias del ajuar doméstico y, por supuesto, con las joyas dedicadas al adorno personal. Carlos Jiménez Morales era un platero natural de Plasencia que residía en Cáceres, donde ejercía su oficio y tuvo su tienda, al parecer en la calle Pintores; en la bibliografía se le conoce también como Carlos de Almaraz, y se sabe de él que habría nacido en torno a 1693, y que había trabajado para parroquias 27 A la feria que, desde 1737, se celebraba a finales de marzo concurrían “mercaderes o tenderos de Cáceres, Trujillo, Mérida y otras partes, con géneros de lana, seda y alguna platería” (Martínez Quesada, 1965: 192). 28 En Brozas se celebraba una feria el 20 de abril a la que concurrían “algunos plateros de Córdoba” (Madoz, 1846a: 465). El resto de localidades mencionadas se cita en la ruta seguida por Francisco de Martos entre el 31 de marzo y el 30 de junio de 1822 (Valverde, 2001: 726). 29 Archivo Histórico Provincial de Cáceres (AHPC). Protocolo Notarial de Francisco Andrada Rodríguez, Cáceres, 1785. PN3.516. Fols. 50-68. 46


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I y cofradías de Cáceres y probablemente de Arroyo de la Luz y Garrovillas (García Mogollón, 1987: 810, 839 y 891). Sabemos que Jiménez Morales estaba casado con Dña. María Antonia de Carvajal Almaraz, era hijo de D. Francisco Jiménez Morales y de Dña. Luisa Rodríguez, quien al parecer contrajo también matrimonio, en segundas nupcias, con Andrés de Almaraz, siendo hijo de este enlace Francisco de Almaraz, probablemente también platero, como lo había sido su padre; Carlos Jiménez Morales falleció en la casa de su madre, en diciembre de 1711 tras haberse desplazado “con su tienda y caudal”30 de Cáceres a Plasencia para vender sus productos en la feria de San Andrés, y tras el óbito, el Alcalde mayor de la ciudad ordenó hacer un detallado inventario de los “vienes, plata y alajas que pareció aver quedado por su fin y muerte” para proteger los intereses de los hijos menores. De la lectura detallada de este inventario se extraen varias conclusiones interesantes para nuestro estudio; por un lado, todas las piezas de mayor tamaño encuadrables en las categorías de vajilla, útiles o contenedores, ya sean de uso doméstico o litúrgico, son de plata, como por otro lado cabía esperar; entre ellas encontramos cálices, bujías, cruces, palanganas, bandejas, salvillas, fuentes, cubiertos, bernegales, cajas de tabaco, jarros, vasos, saleros, pimenteros, perfumadores, campanillas, dedales, cajitas de distintos tipos, pomos y fusiques. Sin embargo, entre las piezas que se destinan al adorno personal se cuenta un cierto número, que se aproxima al centenar, de piezas hechas en oro, entre un volumen mucho mayor de joyas de plata; ello nos indica que el mismo platero no sólo fabricaba piezas para la clientela eclesiástica y para los compradores civiles, sino que también podía trabajar indistintamente el oro y la plata. De hecho, entre sus pertenencias, y junto a plata vieja y otras piezas para fundir, aparecen setenta y ocho adarmes de oro viejo y varias monedas del mismo metal, que sabemos se usaban para fundir, tres doblones de a ocho españoles y un cruzado y “un escudito” portugueses. En cuanto al tipo de joyas, que con gran probabilidad había fabricado Carlos Jiménez Morales, entre las de oro se citan varias sortijas con esmeraldas engastadas y otras con piedras falsas, así como una veintena de cintillos, uno de ellos con un diamante; entre los pendientes hay arracadas con aljófar y otros con esmeraldas, y se citan varias joyas de mayor porte, como una grande “con su lazo” sembrada de rubíes y de aljófar y las arracadas a juego y otras menores con aljófar. Llama también nuestra atención la presencia de un relicario con un Cristo y varios candadillos, pero sobre todo diez crucecitas pequeñas “para gargantillas”, y una “venera de Alcántara”, además de “tres adarmes de hilo de oro”, lo que indica que el platero también trabajaba la filigrana de oro, aunque esta técnica no se menciona en ninguna de las joyas áureas. Sin embargo, entre las argénteas se citan una sarta de botones “de filigrana de plata” además de dos rosarios de corales engastados también en filigrana de plata con su cruz y otras joyas, como arracadas con aljófar, cintillos, escarbadores o sortijas que pudieran llevar también filigrana decorativa, aunque no se cita; junto a ello, algunas joyas incorporan esmeraldas, venturinas, perlas falsas y corales; entre las joyas de plata encontramos numerosos botones, hebillas, medallas, relicarios, crucifijos, y en menor número aparecen charreteras, broches, campanillas, escarbadores, canastillos, memorias, etc. En definitiva, el inventario de los bienes de Carlos Jiménez Morales nos habla de un platero que trabaja un amplio repertorio de piezas de oro y plata, las cuales incorporan piedras preciosas o semipreciosas, aljófar, corales o perlas falsas; entre las joyas aparece la filigrana de plata, y evidencias de que también la trabajaba en oro, aunque la técnica es aún minoritaria en el conjunto, y no parece ser estructural en las joyas que aparece, salvo tal vez en los botones. De los tipos de pendientes que se citan, como campanarios, perrillos, jarrillas, canastillos, arracadas y arracaditas, y a falta de descripciones más explícitas

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AHPC. Protocolo Notarial de Jacinto de Porras, Plasencia, 1711. PN 2.077. s.f. 47


Juan Manuel Valadés Sierra sólo podemos intuir que algunos de ellos coinciden con los más populares entre las cacereñas de cien o ciento cincuenta años después; en todo caso, hemos de destacar la ausencia de menciones al esmalte como decoración de las joyas, algo que será relativamente frecuente décadas después. La filigrana que se cita en el inventario señalado no es, desde luego, una excepción, pues era una técnica trabajada con frecuencia, también en Cáceres; así sucede con Agustín Joseph, filigranero cacereño que en 1702 reparó unas piezas de plata de la parroquia de Sierra de Fuentes (García Mogollón, 1987: 893), aunque parece evidente también que siempre hubo plateros especializados en la filigrana, los modestos “filigraneros” que ocasionalmente citan las fuentes por sus difíciles relaciones con el resto de plateros, como sucedió en Sevilla con el pleito que hubo a finales del siglo XVII; en este caso, el conflicto radicaba en el tiempo de formación de los filigraneros, muy inferior al de los plateros de mazonería, y en los exámenes exigidos para acceder a la maestría, que ponían mucho énfasis en un dibujo arquitectónico que los filigraneros no necesitaban (Sanz, 1991: 79). Como hemos visto, la filigrana estuvo presente en la platería desde muy antiguo, pero permanece como técnica aplicada hasta el siglo XIX; durante siglos, aparece como un elemento secundario en joyas, vajillas y objetos litúrgicos de metales preciosos, como una técnica utilizada en el ornato de todos esos objetos de lujo, tanto de uso profano como sagrado. En esta fase, la filigrana es considerada por la literatura científica como una técnica de “primor artístico”, utilizada por los maestros plateros para embellecer sus obras (Cardoso, 1998: 15). Sin embargo, en la primera mitad del siglo XIX, y paralelamente a la fuerte crisis del sector platero en Extremadura, se aprecia lo que podría considerarse una “democratización” de la joyería gracias al auge de la filigrana; aparecen por doquier joyas de filigrana, pero en ellas esta técnica ya no es un mero añadido decorativo, sino que se convierte en técnica integral conformadora de las joyas, lo que Cardoso ha llamado “técnica de integración” en la que el hilo metálico se libera de la chapa laminar que antes decoraba para ganar su espacio como joya individualizada; ahora, el filigranero teje y arma la arquitectura de la joya con el hilo de oro o plata y consigue con ello un producto bello, lujoso y ligero, más asequible para las clases populares por su menor cantidad de metal, que hará furor entre las mujeres extremeñas. Sin embargo, y a pesar de que también las clases acomodadas se suman a la moda de este nuevo tipo de joyas, el hecho de ser accesible a amplias capas sociales, y el que las joyas sean fabricadas por humildes orives que transmiten los conocimientos de padres a hijos y repiten los modelos una y otra vez, ha llevado a que la filigrana sea considerada como un arte popular practicado a veces a tiempo parcial entre faenas agrícolas u ocupaciones comerciales de todo tipo, una artesanía, antes que una especialidad artística. Pero el resurgimiento, o tal vez la aparición, de la joyería de filigrana no es exclusivo ni original del área extremeña, sino que se produce de manera paralela en una amplia zona del occidente español, al menos desde León hasta Extremadura, con extensión a Toledo, coincidiendo con el auge de la platería salmantina y cordobesa y el declive de la extremeña. La escasa bibliografía que se ha ocupado de esta época señala, en la provincia de Cáceres, la probable influencia de la orfebrería que se practicaba en Salamanca y en Oporto (Velasco, 1986: 36; González Casarrubios, 1981: 26). Sobre el trabajo de orfebrería en la provincia de Salamanca, se ha escrito que Este oficio hunde sus raíces en una tradición que nos llevaría hasta la época bajomedieval, que seguramente bebió en las fuentes artesanas islámica y judaica, además de provenir de un sustrato autóctono prerromano, como nos lo demuestra el parecido de las alhajas serranas con tesoros como los del Carambolo o la Aliseda y con los collares que lucen las esculturas ibéricas de las damas de Elche o de Baza, por no poner sino algunos ejemplos. (Puerto, 1996: 100)

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Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Y, en el mismo sentido, podemos leer que En el siglo XVI, aparte de la escuela de Salamanca, destacaban ya como centros importantes de platería Béjar, Ciudad Rodrigo, Coria y Plasencia. Desde esta centuria hasta nuestros días podemos establecer la existencia de una corriente inalterada de maestros locales, trabajando, dentro de unas áreas muy reducidas, piezas de adorno de carácter particular con un oficio bien aprendido, y repitiendo los motivos prácticamente inalterados de generación en generación. Las necesidades de mayor importancia dentro de la comunidad rural (cálices, viriles, cruces procesionales, etc.) se encargaban a los maestros plateros más importantes de las ciudades antes señaladas (Cea, 1985: 58).

Otros autores señalan que era tal el desarrollo de la joyería en Salamanca que durante la Edad Moderna se llegó a crear un estilo Fig. 8. Aldeana de Salamanca, según Juan de la Cruz propio, la filigrana salmantina, después llaCano y Olmedilla, 1777. mada filigrana charra (Hernández Marcos, 2009: 175). La posesión de joyas de filigrana estaba tan extendida que la mayoría de las familias, incluidos artesanos y hortelanos, poseían alhajas que formaban parte de las herencias y podían ser empeñadas en caso de apuro económico; la Sierra de Francia, por su parte, destacaría entre las comarcas de la provincia salmantina por la importancia de los modelos y piezas conservados, raros en la Península y emparentados con otras áreas arcaizantes segovianas, leonesas y zamoranas (Cea, 1985: 58). Es fácil suponer, pues, que este poderoso gremio salmantino, de cuyo elevado número de maestros ya hemos dado cuenta con anterioridad, impusiera su arte en la provincia de Cáceres vendiendo sus joyas, pero también dando pie al establecimiento de orfebres en diferentes localidades extremeñas que reproducirían técnica y tipos de joyas creando una producción autóctona. Sin embargo, hay algunas cuestiones que conviene matizar en este punto; por un lado, se ha señalado que ese marcado gusto por el uso y abuso de joyas en la indumentaria charra sólo irrumpe en la segunda mitad del siglo XIX en el contexto de la competencia con el recargado traje de vistas de La Alberca para constituirse en “traje provincial” de Salamanca (Herradón, 2010), mientras que las estampas del siglo XVIII y primera mitad del siguiente demuestran un uso moderado de la joyería; por el otro, es un hecho constatado que entre ese buen número de artistas salmantinos que popularizan la filigrana es notoria la presencia portuguesa, lo que de alguna manera pone en entredicho no sólo esa ideal continuidad histórica de la filigrana salmantina desde Aliseda y Carambolo hasta las fuentes hebraica y musulmana y de ahí al mundo charro, sino que además obliga a tener en cuenta la influencia de los maestros portugueses asentados en tierras salmantinas.

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Juan Manuel Valadés Sierra En efecto, sabemos que la frontera siempre fue relativamente permeable al paso de obras y artífices, como lo prueban hechos tan notables como la presencia en Salamanca, desde 1794, del platero Juan José Pereira, natural de Oporto (Pérez Hernández, 1990: 315), el ingreso, en 1833, en la cofradía de plateros de Salamanca de Juan Antonio Pereira, un orive de Braga que residía en Ciudad Rodrigo (Pérez y Azofra, 2006: 187) o el que orives tan importantes de la propia Ciudad Rodrigo, Fig. 9. Calle de Mogarraz actualmente, como los hermanos Cruz Zamarreño desciendan de maestros portugueses (Sánchez Sanz, 1979: 19); a mediados del siglo XIX, el orive de Travassos (Póvoa de Lanhoso) Francisco António de Carvalho tenía un taller en su pueblo de origen con seis operarios fijos, comercializando su producción en España a través de un socio en Burgos y también tenía tienda abierta en Ciudad Rodrigo, le sucedió su hijo José Joaquim de Carvalho que mantuvo los negocios en Salamanca (Sousa, 2004: 89). También en la ciudad mirobrigense, José Luis Nieves, aún hoy en activo, es descendiente de maestros de Oporto, y de la joyería Vasconcellos, fundada en 1860, poco más hay que decir acerca del origen luso de su nombre. Lo mismo sucede con los hermanos, Antonio, Manuel, Luis (1926-1999) y Álvaro Méndez Vieira, hijos de José María Mendes, natural de Travassos y heredero de una conocida dinastía de orives que se estableció en la localidad salmantina de Tamames en 1921 trabajando en sus inicios en casa de Luciano Sánchez Mariscal (Sousa, 2004: 83 y 89); de hecho, varios descendientes de aquella estirpe siguen ejerciendo el oficio en Travassos, entre ellos Manuel Vieira Mendes. Los hijos de Luis Méndez Vieira, Luis, Raúl y Jerónimo, tienen hoy día su taller de joyería en Tamames (Ponce, 2012: 7), y los hijos de Antonio, José María y Francisco, abrieron taller en La Alberca, donde continúan trabajando la filigrana charra. Por otro lado, estudios locales demuestran que en uno de los enclaves más conocidos por el trabajo de la filigrana, Mogarraz, no existían orives a comienzos del siglo XIX, y que los primeros que ejercieron este oficio desde mediados de la centuria venían todos de fuera (Puerto, 2004: 220); algunos de ellos compartían un origen portugués y otros eran de raigambre extremeña; pero nosotros hemos podido documentar que todos ellos, antes de establecerse en Mogarraz, aprendieron o ejercieron la profesión en Extremadura, como veremos en su momento. Esta información plantea serias dudas y pone en entredicho la extendida versión que atribuye orígenes muy remotos a la filigrana en la zona salmantina. Si a todo esto sumamos el que en lugares como Ciudad Rodrigo sólo se mencionan en 1750 dos empobrecidos plateros sin tienda ni aprendices, o que en el propio Tamames parece que no había ningún platero en esa misma época, hay razones para suponer que la aparición de orives portugueses en la segunda mitad del siglo XIX coincide con una cierta revitalización del oficio en determinados pueblos de la provincia de Salamanca y con el aparente incremento del gusto por las joyas asociadas al traje tradicional. 50


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Ya desde el último tercio del siglo XVIII y primero del XIX se había producido una recuperación de la platería en Ciudad Rodrigo y, coincidiendo con ello, se aprecia una presencia importante de obras de platería importadas de Portugal en diferentes pueblos de la diócesis, especialmente de Oporto, pero también de Braga y Guimarães (Pérez y Azofra, 2006: 185). Así mismo, se ha apuntado la posibilidad de que existiera una suerte de corredor comercial transfronterizo de la platería (Pérez y Fig. 10. Ciudad Rodrigo. Joyería Vasconcellos Azofra, 2006: 187), que permitiría el paso de orives portugueses a las ferias de las localidades rayanas de Salamanca y Cáceres, donde venderían sus productos y harían surgir el gusto por ellos, al igual que en efecto lo hacían los plateros cordobeses; sin embargo, el estado actual de la investigación todavía no permite asegurar este extremo. En todo caso, y para el área extremeña, es conocido un informe sobre las Rentas de la provincia fechado en 1769 que hablaba de la celebración de 186 ferias y mercados francos cada año a lo largo del Fig. 11. Puesto de venta ambulante en una feria portuguesa de la Platería Tavalado portugués de la frontera, en res de Póvoa de Varzim los que abundaban los compradores españoles; esas ferias, donde se instalaban verdaderas “calles de plateros” entre otros artífices, parecían expresamente destinadas a los vecinos del otro lado de la Raya, y se celebraban por ejemplo en Elvas, Vidigueira, Vila Viçosa, Terena, Idanha-a-Nova, Fronteira, Évora, Estremoz, Castelo Branco, Mourão, Beja, Castelo de Vide, Crato, Campo Maior, Portalegre, Olivenza, Nisa, Redondo, Penamacor, etc. Por el contrario, en el lado español la realidad era muy distinta, con un número muy reducido de ferias en las que la platería aparecía escasamente, como en Zarza la Mayor donde se vendía algún género fabricado en Alcántara, y poco más (Melón, 1999: 132). Por todo lo dicho, y aunque sólo hemos apuntado un leve sondeo basado en la bibliografía, parece claro que hay que tener muy en cuenta la impronta que la filigrana tradicional portuguesa del siglo XIX ha podido dejar en los productos manufacturados por los orives de las regiones fronterizas españolas (Herradón, 2010), algo que aún está pendiente de estudiar en profundidad y que este trabajo pretende abordar, aunque sea de un modo somero, para el caso cacereño. 51


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V. Los orígenes del aderezo tradicional extremeño Si nos referimos a la provincia de Cáceres, a grandes rasgos parece que en el siglo XIX se desarrolla un proceso similar al apuntado en Salamanca, con la diferencia de que si a orillas del Tormes se mantenía viva una larga tradición de platería y joyería, con una fuerte producción exportada a toda España31, por el contrario, en Cáceres y en la otrora prolífica sede placentina languidecía el oficio en manos de apenas un puñado de maestros a causa de la escasa demanda de joyas. Es en ese contexto donde se produce la aparición masiva de la filigrana, ya sea salmantina, ya portuguesa o bien híbrida con ambos orígenes y de sus artífices, que por diversos motivos que veremos vienen a establecerse en algunas localidades cacereñas. Como hemos tenido ocasión de comprobar gracias al testamento de Carlos Jiménez Morales, a principios del siglo XVIII ya era corriente el uso de filigrana de plata, y en menor medida de oro, en la joyería cacereña. En ese documento no se cita ninguna gargantilla con decoración de filigrana, sino nueve ejemplares “de perlas falsas”, por lo que hemos de pensar en un modelo diferente al tradicional en la provincia, pero sí se mencionan “seis crucecitas de oro pequeñas para gargantillas” más otras “cuatro crucecitas de oro pequeñas” y “una venera de Alcántara, de oro”, por lo que cabe suponer que las mujeres cacereñas de esa época adornaban su cuello con gargantillas de perlas falsas de las que pendían cruces áureas de pequeño tamaño y, en algún caso, la venera que después será tan popular, aunque es interesante reseñar el dato de que ésta parece representar la cruz de la Orden de Alcántara. Ello es coherente con una joyería inspirada en piezas de mayor porte y antigüedad que sólo estaban al alcance de las grandes fortunas de la región; así, en la relación de alhajas pertenecientes al Mayorazgo del Marquesado de Mirabel se menciona Una gargantilla de oro de peso de un marco y 19 castellanos con 35 perlas, cuatro rosas de diamantes y otras cuatro rosas de rubíes y aquellas de cinco diamantes escepto la una que se componía de seis diamantes.

Que había sido agregada al mayorazgo por don Luis de Zúñiga el 21 de mayo de 154532; por otro lado, en esta misma relación de joyas se cita “una venera grande con nueve diamantes crecidos y varios pequeños”33, que hemos de suponer de la Orden de Alcántara34, agregada en 1743. Sobre este punto conviene introducir una aclaración terminológica, ya que sólo podría llamarse venera con toda propiedad a la insignia, encomienda o hábito de la Orden de Santiago, pues el término deriva de la concha o venera, mientras que los distintivos del resto de Órdenes Militares deben llamarse hábitos o encomiendas (Arbeteta, 1998: 76); sin embargo, en el siglo XVIII ya se aplicaba el vocablo al emblema de cualquier Orden, y es bien conocido que el Diccionario de Autoridades define la venera como “la insignia que suelen traher pendiente al pecho los Caballeros de las Ordenes Militares” (Diccionario, 1739: 444). En todo caso, los ejemplos que hemos mencionado son el claro e inmediato precedente de las veneras que se incorporan en el siglo XIX al aderezo cacereño una vez perdido su sentido corporativo y simbólico y su uso exclusivamente masculino, y su popularidad alcanza tal nivel que termina 31 Aunque la importante actividad de los talleres plateros de Salamanca, que se observa en el primer tercio del siglo, decae bruscamente a partir de mediados de la centuria (Pérez Hernández, 1990: 308). 32 AHPC. Legado de Vicente Paredes. Lista de las alhajas de oro y plata y bienes muebles que aparece pertenecer a los Mayorazgos y agregaciones de la Casa Marquesado de Mirabel. Plasencia, 6 de junio de 1851. LVP/9:2, Fol. 1. 33 Ídem. Fol. 8. 34 Como es sabido, Juan de Zúñiga y Pimentel, hermano de padre del señor de Mirabel Francisco de Zúñiga y Manrique de Lara, fue el último Gran Maestre de la Orden de Alcántara, entre 1474 y 1494. 52


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I por llamarse venera a cualquier cruz que forma parte del aderezo regional (Viudas, 1980: 21), independientemente de su vinculación o no con una Orden Militar. El inventario de los bienes de Carlos Jiménez Morales reseña también una lujosa joya grande de oro con su lazo, sembrada de rubíes y aljófar, con un par de arracadas a juego; posiblemente se trate de un broche de los que abundaban en el siglo XVIII y que se conocían como “lazos”, pero no podemos precisar más. En cuanto a los pendientes y arracadas, el mismo inventario reseña dos pares de pendientes de oro con esmeraldas y “cinco pares de arracadas de oro con sus pendientes de aljófar”, más otros cuatro pares de arracadas de aljófar y tres pares “de campanarios”; a falta de descripciones más detalladas, podemos señalar que en estos adornos casi es norma el uso de aljófar, las perlas de pequeño tamaño y forma generalmente irregular idóneas para el delicado adorno de los pendientes y de un coste mucho menor que las perlas de mayor volumen. En cuanto a los pendientes de campanario, podríamos suponer que se trata de un modelo similar a los que Fig. 12. Retrato de don Juan Bazo de Moreda con la posteriormente se conocerán como pendientes venera de la Orden de Santiago, obra de Zurbarán “de chozo”, que llevan un cuerpo acampanado (ca. 1654-1660). del que pende un colgantito en forma de badajo35. Así pues, en el inventario a que nos venimos refiriendo, fechado en 1711 y del que no hay que olvidar está formado por un amplio y variado repertorio de tipos y formas, no se identifica el uso de la filigrana más que en botones, rosarios de corales y en el engarce de unas piezas llamadas “pebas” y “pebillas”, de las cuales, a falta de una precisión mayor en la descripción, hemos de suponer que se trata de colgantes de diferentes tamaños (Viudas, 1980: 131), lo que dibuja un panorama de la joyería cacereña sensiblemente distinto del que nos vamos a encontrar cien años después. Para aproximarnos a las características de las piezas de adorno personal que van a popularizarse en la Extremadura del siglo XIX, hemos realizado un sencillo muestreo de 163 documentos notariales fechados entre 1780 y 1901 en varias localidades de la zona central, norte y occidental de la provincia cacereña, Acehúche, Aceituna, Alcántara, Arroyo de la Luz, Brozas, Cáceres, Casar de Cáceres, Ceclavín, El Cabrero, El Torno, Galisteo, Garrovillas, Guijo de Coria, Hervás, Malpartida de Cáceres, Mata de Alcántara, Montehermoso, Plasencia, San Martín de Trevejo, Serradilla, Sierra de Fuentes, Talaván, Tornavacas, Valdeobispo, Villa del Campo, Villar de Plasencia, y Zarza la Mayor; se trata de inventarios de bienes asociados a cartas de 35 El Museo del Traje / CIPE conserva un par de pendientes de este tipo, procedentes de Zarza la Mayor y adquiridos en 1947 (Nº Inv. CE011306) (Carretero y Herranz, 1984: 46). 53


Juan Manuel Valadés Sierra dote, capitulaciones matrimoniales, testamentos y particiones de bienes en los que es constante la presencia de alhajas que conforman el aderezo típico de la mujer cacereña en esa época. En general, y como ya adelantábamos en el capítulo anterior, el aderezo tipo está formado por la gargantilla y los pendientes, y a menudo una cruz o venera; normalmente se trata de piezas de oro, y ocasionalmente se indica la presencia de aljófar o piedras, coral, azabache o perlas, así como la labor de filigrana. El valor del patrimonio que conforma las dotes o los bienes relictos en testamento es muy variable en el muestreo estudiado, si bien no siempre se especifica, oscilando entre los 469 reales en el caso de la dote más modesta, que fue aportada en 1826 por Marcela Duarte a su matrimonio con Domingo Calleja, de Mata de Alcántara36, y los 324.300 reales con 31 maravedíes en que fueron valorados los bienes de la opulenta dote de Dña. Ramona de Ortega y Jaraba, que se casó en 1819 con el Marqués de Torreorgaz, de Cáceres37; la media del valor alcanzado por estos conjuntos es de unos 23.728 reales. En cuanto a los conjuntos de alhajas de oro y plata, los valores que les otorgaron los tasadores son también muy variados, yendo de los tres reales en que se valoró un par de hebillas de metal aportadas por Marcela Duarte, a los 55.945 que sumaron todas las alhajas dejadas en testamento por Dña. Josefa María de Sierra Sarria Salcedo, de Cáceres, en febrero de 180638; el valor promedio de los objetos de oro y plata es de poco más de 1.498 reales, es decir que en la tasación total de cada conjunto de bienes, las piezas de metales preciosos supusieron un promedio del 6,3 %, con extremos en los que apenas alcanzaron 0,01 %, como sucede en el inventario de bienes que dejó a su muerte Isabel Gutiérrez Domínguez, de Montehermoso, que entre sus cuantiosos bienes sólo legó dos docenas de botones viejos y dos cruces, todo de plata39, y en el otro lado el 59,52 %, más de la mitad de la dote que aportó la cacereña Victoria Rubio en 1820 a su matrimonio con el capitán del Ejército Joaquín Mayor40.

Joyas de oro Si analizamos las joyas y objetos de oro que forman parte de las dotes y de los bienes dejados post mortem, vemos que los más frecuentes de todos ellos son la gargantilla y los pendientes, la primera se encuentra en 85 y los segundos en 131 de los 163 inventarios estudiados; habitualmente van a juego, pero no siempre, y citados como conjunto están presentes en 79 de los 163 lotes, aunque en algunas ocasiones se cita una gargantilla sin pendientes y viceversa. En un caso, los bienes que figuran en la carta dotal de Fermina Módenes, que en febrero de 1851 contrajo matrimonio con Cayetano Gazapo en Zarza la Mayor, se reseña como aporte “el oro que tenía puesto” 41, que fue valorado en 560 reales. En general, se entiende que el llamado “aderezo” estaba formado por la gargantilla y los pendientes, pero hemos comprobado que ese 36 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe Cabañas Navarro, Alcántara, 1826. PN210. Fols. 38-39v. 37 AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Donis García, Cáceres, 1820. PN3.770. Fols. 81-85. 38 AHPC. Protocolo Notarial de Claudio Constanzo, Cáceres, 1806. PN3.720. Fols. 223-263. 39 AHPC. Protocolo Notarial de Víctor López Arrojo, Montehermoso, 1894. PN5.270. Instrumento nº 21. Fols. 99-150. 40 AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Donis García, Cáceres, 1820. PN3.770. Fols. 266-268v. 41 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Oliva, Zarza la Mayor, 1851 (2). PN3.200. Instrumento nº 164. Fols. 209v-213. 54


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I concepto va cambiando con el tiempo; así en la dote de la cacereña Polonia Tostado, fechada en 1780, se habla de “un aderezo, con pulseras, pendientes y cruz” 42, y cinco años después la dote de María Collado, también en Cáceres, comprendía “un aderezo de esmeraldas compuesto de cruz y pendientes” valorado en 800 reales 43; entre las grandes riquezas que formaron parte de los bienes dejados en testamento por Dña. Josefa María de Sierra Sarria Salcedo en 1806 se menciona “un aderezo compuesto de collar, colgantes, pendientes de tres gajos, con dos pulseras, todo guarnecido de diamantes rosas abrillantadas, puestas en plata”, valorado en nada menos que 14.500 reales, y en el mismo año se menciona “un aderezo de diamantes brillantes en una caja de tafilete que se compone de una cadena con un medallón guarnecido de diamantes, con una cifra; un par de pendientes de lo mismo; un par de pulseras de perlas y diamantes; un par de pendientes que hacen a piocha o clavetes; un jirasol de diamantes; tres sortijas, una con relox, otra obalada y otra quadrada, todas guarnecidas de diamantes; una cadena de pelo” entre los bienes que la novia aportó en las capitulaciones del matrimonio celebrado entre D. José Colón de Toledo y Dña. María de la Asunción Golfín 44. A medida que avanza el siglo, parece ir decreciendo la riqueza de las joyas que forman el aderezo, van desapareciendo las pulseras y sortijas y este concepto va siendo cada vez más reducido; en 1817, la dote de Juliana Gómez Molano, natural de Garrovillas, incluía “una gargantilla de oro con aderezo” de 120 reales de valor 45, lo que parece indicar que el aderezo es el colgante o, todo lo más, los pendientes. Ya en esa época el Diccionario de la Real Academia Española establece que el aderezo se compone usualmente de “collar, pendientes, manillas, etc.” (Diccionario, 1822: 16), lo que en el contexto estudiado equivaldría a la gargantilla con su colgante, que suele ser una venera, más los pendientes, ya que las pulseras o manillas son infrecuentes en los inventarios del siglo XIX. Por ese motivo, hemos considerado como la más probable composición del aderezo la combinación de gargantilla y pendientes (Viudas, 1980: 4), a los que suele acompañar la venera, algo que vemos ya en 1804; en ese año, entre los bienes que formaban la dote aportada por María Carlos Alemán al matrimonio con Antonio de Sande Marto en Zarza la Mayor, se mencionan, como un conjunto, “Pendientes, venera y gargantilla” valorados en 480 reales 46; así mismo, en la dote de María del Carmen Clavero, que casó en enero de 1837 con José Gregorio Gazapo, se menciona “un aderezo de oro”, que pesó diecisiete adarmes y fue tasado en 315 reales 47; igualmente lo hemos considerado formado por gargantilla, pendientes y venera, aunque en este caso la menor valoración nos plantee alguna duda. Por otro lado, en la citada escritura de reconocimiento de dote de María Carlos Alemán con Antonio de Sande Marto, éste “confiesa q e. al tiempo de contraer matrimonio con su difunta muger, le entregó en donas segun costumbre un aderezo de oro, valuado en mil quinientos reales”, y a la dote de María Magdalena Andrada, casada en el Casar de Cáceres en 1813, se añadió “un aderezo de oro q e fue el q e le dio de donilla el otorg te.”, valorado en 120 reales 48; todo ello vuelve a 42 AHPC. Protocolo Notarial de Esteban Ramón Sanabria, Cáceres, 1780. PN4.282. Fols. 194-198v. 43 AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Andrada Rodríguez, Cáceres, 1785. PN3.516. Fols. 50-68. 44 AHPC. Protocolo Notarial de Claudio Constanzo, Cáceres, 1806. PN3.720. Fols. 181-202. 45 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Antonio Sanabria, Cáceres, 1826. PN4.305. Fols. 70-71v. 46 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1831. PN1.885. Instrumento nº 73. Fols. 151-154. 47 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1837. PN1.886. Instrumento nº 10. Fols. 22-37. 48 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Hernández, Cáceres, 1813. PN3.849. 1 de abril. S. f. 55


Juan Manuel Valadés Sierra mostrar que el término aderezo se refería a una realidad bien concreta y de común conocimiento que, además, parece que en ocasiones era entregado por el marido a la mujer en el momento del matrimonio, al menos a principios del siglo XIX. En la dote que aportó en 1855 Lina Simón Oliveros a su matrimonio con Simeón Montero Macías, ambos residentes en Acehúche, se menciona un aderezo de oro compuesto de “gargantilla, cruz y pendientes”, todo ello con un peso de 56 adarmes y un valor de 1.300 reales, así como otro aderezo que se detalla formado por Fig. 13. Aderezo típico cacereño, confeccionado en Ceclavín por “gargantilla, venera y aros”, que Argimiro Barco pesaba 26 adarmes y se valoró en 540 reales49; mucho más explícito es el inventario de los bienes que formaron la dote aportada a su matrimonio en 1842 por Nicasia Morán Montes, de Ceclavín, en él se citan “unos aros y una gargantilla de oro” que pesaron en conjunto 15 adarmes y fueron tasados en 300 reales50. En algunos casos, sobre todo en las primeras etapas del período estudiado, se especifica un tipo diferente de cruz formando parte del aderezo; así, se menciona “un aderezo de oro con galápago” valorado en 120 reales entre los bienes que formaron parte de la dote que Catalina Rubio aportó a su matrimonio con José Moreno en Plasencia en 182051, y lo mismo nos encontramos en la dote de la placentina Catalina Nevado, casada en 1821 con Francisco Rubio52. En las tablas que presentamos a continuación se resume la totalidad de los inventarios estudiados en orden cronológico, expresando la localidad de la que proceden así como el valor total de los bienes reflejados en el inventario y el porcentaje que la tasación de las alhajas adquirió sobre ese valor total. Reflejamos la presencia en esos inventarios de las diferentes joyas de oro, y en tablas posteriores incluiremos las joyas de plata. De acuerdo con lo reflejado en la tabla, pasamos a describir las piezas de oro que se mencionan en los inventarios.

49 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1867. PN1.115. Instrumento nº 65. Fols. 386-391v. 50 Ídem. Instrumento nº 2. Fols. 5-18v. 51 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Barrado, Plasencia, 1820. PN106. Fols. 8-9. 52 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Barrado, Plasencia, 1821. PN106. Fols. 66-67. 56


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Cadenas y collares En 41 de 1os 163 inventarios estudiados se mencionan collares o cordones de oro, una frecuencia no demasiado grande, y mucho menor que la que hemos observado para la gargantilla, que parece tener su auge entre 1800 y 1860, decayendo ligeramente en las décadas finales del periodo estudiado. Salvo en unas pocas excepciones, las menciones no son demasiado útiles por sus someras descripciones, ya que en general suelen citarse como “una cadena de oro” o “un collar”; en la dote de María Concepción Puche, casada en Cáceres en 1816, se recoge “una cadena açaumada en oro” que se tasó en 200 reales53, además de “un cordón de oro” y “una cadena de id.” en la dote de Juana Martínez, que era natural de La Alberca y casó en 1839 con Antonio Cruz Oliva, en San Martín de Trevejo54. Así mismo, encontramos “una cadena de oro” valorada en 467 reales en la partición de los bienes dejados a su muerte por Antonia Serrano en Plasencia en 184455, y en la carta de dote de Concepción Polán de Morán, casada en 1849 con Tomás Gundín, una cadena de lentejuelas, una “sabaleta de cilindros” y un cordón de oro, que fueron tasados en 710 reales56. A veces se menciona algún colgante que acompaña la cadena, como sucede con la “cadena y Cristo de oro” valorada en 100 reales que se incluyó en 1819 en la dote de Gregoria Arias, natural de Talaván57, o el collar de aljófar y la cadena de oro “con su conceccion”, es decir, con un colgante en forma de la Inmaculada Concepción, en la dote de Eugenia Muñoz, casada en Plasencia en 181958. Así mismo vemos citada también una “cadena de oro pequeña con un corazón afeligranado de lo mismo” que en 1821 aportaba en Cáceres como parte de su dote Francisca Bravo59, y la dote de Guadalupe Mora, casada en Cáceres en 1839, menciona “una cadena de oro con un medallón” valorado en 720 reales, y “un collar de perlas” de 8060. En el caso del rico inventario del testamento de Sabas Simón Oliveros, fallecido en Ceclavín en 1867, se citan dos cadenas de oro valoradas en 660 y 370 reales, dos cordones de oro, uno de ellos valorado en 260 reales y el otro que lleva un “corazón de oro”, en 24061. Una cadena de oro con un corazón de filigrana se menciona, así mismo, entre los bienes dotales de Francisca Jiménez, casada en 1846 en Plasencia62, y “Un collar de Bollones de oro” valorado en 50 reales aparece en la dote de la también placentina María Gascón, casada en 1849 con Sebastián Albarrán63. La filigrana es también mencionada en algunos casos de cadenas de oro de los inventarios estudiados, tal como se menciona la “cadena de oro afeligranada, su peso dos onzas” que formaba parte de la dote de la cacereña María del Rosario Sanabria, casada en 182664, y otros materiales, además del oro, 53 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Avalet, Cáceres, 1816. PN3.526. Fols 42-45. 54 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Oliva, Zarza la Mayor, 1843. PN1.887. Instrumento nº 23. Fols 45-48. 55 AHPC. Protocolo Notarial de Vicente Corona Gómez, Plasencia, 1846. PN415. Fols. 25-43. 56 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Oliva, Zarza la Mayor, 1849. PN1.889. Instrumento nº 61. Fols. 94-97v. 57 AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Donis García, Cáceres, 1819. PN3.770. Fols 285v-288v. 58 AHPC. Legado de Vicente Paredes. LVP/9:1. 59 AHPC. Protocolo Notarial de Jacinto de las Heras, Cáceres, 1821. PN3.849. Fols 3-11. 60 AHPC. Protocolo Notarial de Pedro Asensio, Cáceres, 1839. PN2.784. Instrumento nº 189. Fols 251-255. 61 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1867. PN1.115. Instrumento nº 12. Fols. 87-141v. 62 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Moreno Gamonal, Plasencia, 1847. PN1.775. Fols. 45-47v. 63 AHPC. Protocolo Notarial de José Serrano Álvarez, Plasencia, 1849. PN2.539. Fols. 119-120v. 64 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Avalet, Cáceres, 1826. PN3.527. Fols 33v-37. 62


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I se mencionan en unos pocos casos que muestran el uso de perlas, corales, nácar y granate; así, se citan “tres vueltas de perlas pequeñas de peso de cinco adarmes”, valoradas en 240 reales, en el mencionado inventario de bienes dejados por Dña. Josefa María de Sierra Sarria Salcedo, y “cuatro collares, el uno de corales, otro de nácar y dos de granates” que dejó a su muerte en 1825 la cacereña Dña. María de la Concepción Rodríguez65.

Gargantillas Ya hemos señalado que la gargantilla es mencionada en 85 de los inventarios analizados, más de la mitad de los mismos; no obstante, en pocos casos se incluyen datos precisos en la descripción, pero cuando aparecen, éstos son interesantes; recordemos que las gargantillas que en 1711 aparecen en el testamento de Carlos Jiménez Morales eran de perlas falsas; poco más de cien años después se mencionan aún gargantillas de perlas, como la que integraba la dote de Victoria Rubio en 1820, a la que ya nos referimos, y sabemos que las gargantillas de corales se usaban también, pues se menciona una “de coral con un garrapato de oro”, valorada en 40 reales, entre los bienes que Andrea Gallardo heredó en Cáceres en 181866, y otras dos del mismo material, una de ellas “de corales con ocho cuentas de oro y un dijecito con un Exce Homo y un San Juan y tres ilos de dos perlitas cada uno, menos el del medio que tiene una”, que se avaluó en 100 reales, entre los bienes de la dote de Francisca Bravo, casada en Cáceres en 182167. Así mismo, aparecen gargantillas de aljófar en algunos de los inventarios, como la citada en la dote de la manchega Josefa Asensio, casada en Cáceres, que se tasó en 506 reales68; a veces, se hace mención del colgante que llevaban las gargantillas de aljófar, un dije de oro pendía de la que dejó a su muerte María Collado, ya mencionada, y una crucecita de esmeraldas era el adorno de la que aportó como parte de su dote la cacereña María Aceves en 181369. Pero parece que después del primer tercio del siglo XIX se reducen mucho, si no desaparecen, las gargantillas de perlas, coral y aljófar, pues se desvanecen las menciones de ellas, siendo sustituidas por gargantillas de oro, de las que se explica muy poco en general. A partir de 1816 comienzan a encontrarse menciones de gargantillas de oro “afeligranado”, como la que formaba parte de la dote de Juliana Trejo, que casó en ese año con Saturnino Preciado, ambos de Alcántara70, en esta misma dote se cita una segunda gargantilla con sus pendientes “para el uso diario”, valorada en la mitad que la anterior; naturalmente ello no quiere decir que no hubiera gargantillas de filigrana fabricadas y utilizadas con anterioridad, simplemente es que antes no hemos visto esta especificación. Por otra parte, el hecho de que en algún caso se mencionen cuentas de gargantilla sueltas permite pensar que tal vez era costumbre ir adquiriéndolas poco a poco hasta formar la pieza completa, tal como se hacía por aquellas fechas en Portugal71; sólo en seis casos se menciona el número de cuentas que forma una gargantilla completa, en tres casos en que hemos de pensar que se trata de cuentas esféricas, pues no 65 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Avalet, Cáceres, 1825. PN3.527. Fols 183v-189v. 66 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Hernández, Cáceres, 1818. PN3.849. 4 de septiembre. S. f.. 67 AHPC. Protocolo Notarial de Jacinto de las Heras, Cáceres, 1821. PN3.849. Fols 3-11. 68 AHPC. Protocolo Notarial de Juan de la Riva Sánchez, Cáceres, 1828. PN4.233. Fols 96-98. 69 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Antonio Sanabria, Cáceres, 1825. PN4.305. Fols 80-83. 70 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe Cabañas Navarro, Alcántara, 1816. PN210. Fols. 244-245v. 71 Tal es el caso de la dote de Isabel Victoriana Montero, casada en 1830 con Francisco Fanega, de Zarza la Mayor, en la que se incluyen “veinte cuentas de gargantillas de oro, su peso ocho adarmes y diecisiete onzas” (AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1836. PN1.886. Instrumento nº 47. Fols. 94-97v) 63


Juan Manuel Valadés Sierra se especifica otra cosa, se habla de treinta piezas72, mientras que en otros dos casos las gargantillas tenían veinticinco y veintiocho cuentas73, y en el restante son sólo dieciocho cuentas. Esta última gargantilla tiene, probablemente, un número menor porque las cuentas son de forma oblonga, de acuerdo con la descripción, que la dibuja como “una gargantilla nueba de oro, hechura de piba de azeytuna”74, lo que introduce una variación morfológica en las cuentas de las gargantillas que hemos documentado también en el inventario de los bienes dejados tras la muerte de Manuel González en Plasencia, en 1848, donde se menciona “Un aderezo de oro con diamantes y un hilo de hechura de hueso de aceituna”75, variedad a la que tendremos ocasión de referirnos con posterioridad (Fig. 259). En Zamora y Salamanca, por ejemplo, lo usual es que las gargantillas tengan entre treinta y cuarenta bolas, que pueden ser esféricas, “bolas”, u oblongas, “aceitunas” (Mateu, 1985: 9). Entre los bienes dejados en testamento por el ceclavinero Sabas Simón Oliveros se mencionan dos gargantillas de oro, especificándose que una de ellas es “abierta”, valorada en 320 reales, y la otra “cerrada”, tasada justo en la mitad; al no citarse los pesos de una y otra no podemos asegurarlo, pero todo parece indicar que la especificación se refiere a las características de las cuentas que forman la gargantilla, de filigrana y caladas las abiertas (Fig. 256) y esféricas completas las cerradas (Fig. 251). El valor doble de las cuentas abiertas se justificaría en el mayor trabajo y esfuerzo requerido en este caso que en el de las cuentas cerradas. En ocasiones, los escribanos mencionan las piezas que cuelgan de las gargantillas de oro, pudiéndose comprobar que desde fechas muy tempranas aparecen asociadas la gargantilla y la venera, aun cuando tengamos pocos detalles sobre las características de estas pequeñas cruces. Ya en 1813, tres gargantillas “con sus veneras”, valoradas en 120 reales cada una, formaron parte de la dote de la ya citada María Aceves, y vemos otros casos en que se menciona el conjunto, como la gargantilla con su venera de la dote Joaquina Calvo, casada en Cáceres en 181776, la que dejó Jerónima Hernández como parte de su testamento en Cáceres tras su fallecimiento en 182077 o la que aportó Antonia de la Paz Blázquez a su matrimonio con Gregorio Monroy, celebrado en Cáceres en 183978. Pero además de la venera, se citan otras piezas colgantes de las gargantillas, “un sacramento” pendía de la gargantilla de oro que formó parte de los bienes de Andrea Gallardo en 1818, y un Cristo era el adorno de la gargantilla, valorada en 250 reales, que aportó como parte de su dote Francisca Bravo en 1821; también se menciona en ocasiones el corazón, como elemento decorativo de la gargantilla, así sucede con la “gargantilla de oro con un corazón” que la garrovillana Manuela Nevado aportó como parte de su dote en 182479 y la que, cinco años más tarde, llevó la malpartideña María García, valorada en 240 reales80. 72 Se trata de la gargantilla que aparece entre los bienes dejados en testamento por Catalina Montero, de Zarza la Mayor, en 1851 (AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Oliva, Zarza la Mayor, 1851(1). PN3.200. Fols. 169-177v), de una de las que se menciona en la carta dotal de María Maisonaba, que contrajo matrimonio con Juan González Parro, de Zarza la Mayor, en 1837 (AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1838. PN1.886. Instrumento nº 9. Fols. 34-37) y de otra de ocho adarmes de peso citada entre los bienes dejados a la muerte de la ceclavinera Inés Codina en 1860 (AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1860. PN1.110. Instrumento nº 117. Fols. 197-204v). 73 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1861. PN1.110. Instrumento nº 148. Fols. 232-244. 74 Esta gargantilla forma parte también de la dote de María Maisonaba (vid. supra). 75 AHPC. Protocolo Notarial de Jósé García del Hito, Plasencia, 1848. PN828. Fols. 1-118. 76 AHPC. Protocolo Notarial de Pedro Asensio, Cáceres, 1840. PN2.784. Fols. 306-309. 77 AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Donis García, Cáceres, 1820. PN3.770. Fols. 285v-288v. 78 AHPC. Protocolo Notarial de Pedro Asensio, Cáceres, 1839. PN2.784. Instrumento nº 61. Fols. 79-80. 79 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Antonio Sanabria, Cáceres, 1826. PN4.305. Fols 76v-79. 80 AHPC. Protocolo Notarial de Pedro Asensio, Cáceres, 1841. PN2.784. Fols. 19v-21. 64


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 14. Del inventario de bienes de Sabas Simón Oliveros (Ceclavín, 1867).

Así mismo, se utiliza con alguna frecuencia el término “hilo” para referirse a la gargantilla; ya Velasco había señalado el uso indiferente de ambos vocablos, refiriéndose a gargantillas las mujeres que, hablando de la herencia recibida dicen “A mí me tocaron tres jilus”, es decir, que heredaron tres hilos o gargantillas (Velasco, 1986: 45). Nosotros hemos podido corroborar el uso de esta palabra casi siempre en conjuntos de bienes en que no se mencionan gargantillas, y viceversa, de manera que uno de los términos excluye el otro, porque se refieren a lo mismo; lo vemos así, “dos ilos de oro”, en la descripción de los bienes que Antonia Hernández aportó en 1815 a su matrimonio con Juan Salgado en Plasencia81, al igual que se citan “dos ylos de oro” acompañados de unos pendientes y una cruz en la dote de Teresa Morante, casada en Plasencia con José Monforte en el año 182182, “un ilo de oro” valorado en cien reales entre los bienes de la dote de Salustiana Gil, de Villar de Plasencia, que en 1827 se casó con José Ramos83, “Un hilo de oro con una Nuestra Señora de lo mismo” tasado en 120 reales que aparece entre los bienes que se repartieron los herederos de Antonia Serrano en 1846, también en Plasencia84 o “un hilo y pendientes de oro” que María Bueno Conejero, de Valdeobispo, dejó en 1891 como parte de su testamento85. Para corroborar esa equivalencia entre el hilo de oro y la gargantilla contamos también con otros asientos en la documentación notarial que, de manera elocuente, hablan de hilos de filigrana, seguramente de bolas caladas, frente a hilos lisos; así lo podemos leer en el ya mencionado inventario de los cuantiosos bienes dejados por Manuel González a su fallecimiento acaecido en Plasencia en 1848, donde se mencionan “Un hilo de oro gordo afeligranado con un corazón guarnecido de aljófar”, que pesó trece adarmes y se valoró en 260 reales, y “Otro id. liso con una cruz de tres perillas” de seis adarmes de peso y 108 reales de valor86. El hecho de que casi todos los casos que utilizan el término hilo frente al de gargantilla correspondan a protocolos de notarías de Plasencia y 81 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Barrado, Plasencia, 1820. PN106. Fols. 25-26v. 82 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Barrado, Plasencia, 1821. PN106. Fols. 41-43. 83 AHPC. Protocolo Notarial de José Serrano Álvarez, Plasencia, 1849. PN2.539. Fols. 329-330v. 84 AHPC. Protocolo Notarial de Vicente Corona Gómez, Plasencia, 1846. PN415. Fols. 25-43. 85 AHPC. Protocolo Notarial de Emilio Sánchez Fernández, Montehermoso, 1891. PN5.191. Instrumento nº 23. Fols. 87-90. 86 AHPC. Protocolo Notarial de Jósé García del Hito, Plasencia, 1848. PN828. Fols. 1-118. 65


Juan Manuel Valadés Sierra Montehermoso muestra bien a las claras que nos encontramos ante la variedad local o comarcal de la manera de designar una misma joya. El valor dado a las gargantillas que se evaluaron en solitario oscila entre los 40 y los 320 reales, si bien algunas se tasaron junto con las veneras que colgaban de ellas, llegando en este caso a los 500 reales. El peso de la gargantilla, en los pocos casos en que se cita, va de los cinco y medio a los trece adarmes, pero es muy probable que hubiera otras de más peso.

Pendientes Los pendientes, por su parte, son complemento casi obligado y el más popular del repertorio de joyas, también presentes en 131 de los 163 conjuntos, y mostrando una cierta amplitud tipológica y una clara escala de pesos y aditamentos que revelan la diferenciación social de sus propietarias. En bastantes casos no se detalla gran cosa, refiriendo solamente “unos pendientes”, pero en otros, la descripción es suficiente para hacernos alguna idea acerca de los gustos del momento y del poder adquisitivo de la familia; en principio, parece que los pendientes son casi siempre de oro, lo mismo que la gargantilla, y los encontramos valorados en sólo 20 reales, unos pendientes “de oro frances”, los más humildes que se mencionan entre los bienes de la dote de María Nolivos Gironda, casada en 1813 con Pedro Celedonio Muñoz, de Plasencia87, lo mismo que los más caros, unas “verguetas de oro”, valoradas en 800 reales, que se incluían en el inventario de bienes de Zenón González Prieto, fallecido en Ceclavín en 186588. Los tipos de pendientes de oro que aparecen especificados, por orden cronológico, son los siguientes: – Aretes. Se trata, con toda probabilidad, de los pendientes más sencillos de todos los que se citan, aunque debió haberlos de tamaños y pesos muy variados; encontramos cuatro referencias, todas de la primera mitad de la centuria, de este tipo de adornos; la primera es de 1824 y corresponde a la dote de Manuela Nevado, natural de Garrovillas, que aportó “unos aretes de oro” valorados en 150 reales; ya en 1831, una nueva mención corresponde a la dote de la portuguesa Teresa Pereira, casada ese año con el orive también portugués José Manoel Vieira89, y la tercera es la referente a los dos pares que figuran en la dote de Juana Martínez (1839), valorados ambos en 200 reales; en último lugar documentamos la denominación de pendientes “de aretes” entre los bienes de Manuel González, difunto en Plasencia (1848). Creemos que el tipo de aretes debe considerarse como la forma más simple de los aros, que veremos más adelante (Fig. 212); si tenemos en cuenta que dos de los cuatro casos corresponden a joyas de procedencia foránea, portuguesa en el primero, salmantina en los segundos, podemos sospechar que efectivamente podría tratarse de un modelo importado, pero que ya por entonces era popular en la joyería cacereña. – Aros. Los encontramos en 1825 como únicas joyas junto a una gargantilla, en la dote de Catalina Viviana Parro, casada con Cipriano Esquina, de Zarza la Mayor90, también en la de Zoila de Agui87 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Barrado, Plasencia, 1813. PN106. Fols. 103-104v. 88 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1865. PN1.113. Instrumento nº 65. Fols. 415-422v. 89 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1854(1). PN3.201. Instrumento nº 4. Fols. 6-7v. 90 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1844. PN1.887. Instrumento nº 19. Fols. 33-34. 66


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I lar, casada en 1828 con Francisco Montero Herrero, de la misma población, con peso de cinco adarmes y un valor de 87 reales91, así como en la dote de Isabel Victoriana Montero, ya citada, valorado el par en 65 reales, y en la de María Maisonaba, que contrajo matrimonio con el también zarceño Juan González Parro en 1837; en este caso se trata de unos “aros de oro pa. niñas nuebos”, que se valoraron en sólo 34 reales por su menor peso y tamaño92. Además, un par de aros de oro de 60 reales se mencionan en la carta dotal concedida en Cáceres en 1839 por Francisco Lino Donis a favor de Guadalupe Mora93, y dos pares de pendientes de aro aparecen entre los bienes de la dote de Nicasia Morán Montes, casada en 1842 en Ceclavín, uno de los pares de tres adarmes y medio de peso y un valor de 52 reales; otro par de pendientes de aro se menciona en el inventario de los bienes que quedaron tras la muerte de Eleuterio Pulido en Zarza la Mayor en 184494 , en este caso fueron valorados en 160 reales, y en la dote de María Jesús González Castro, éstos tasados en 180 reales, casada en Ceclavín en el año 184995. En el inventario de los bienes de Francisca González Pérez, de Ceclavín, se mencionan “unos aros de seis adarmes”96, valorados en 140 reales; otros pendientes de aro grandes valorados en 100 reales, más otro par “de espina de pez” de sólo 10 reales, y unos pequeños valorados en 40 reales se mencionan en el inventario de bienes del testamento de Sabas Simón Oliveros. Parece evidente que nos encontramos ante el tipo de pendientes más popular del aderezo cacereño, los llamados pendientes de tres o de cinco picos, también conocidos como argollas, arracadas o “de herradura” (Fig. 217). Esto concuerda con la mención de “unos aros de tres ordenes” entre los bienes dotales de Clotilde Amores Bueno, casada en Ceclavín en 185297, con los pendientes “de tres órdenes” de la dote de Ángela Oliva, a la que ya nos hemos referido, los cuales pesaron seis adarmes y fueron tasados en 120 reales, y con los “pendientes quebrados de tres ordenes” valorados en sólo 30 reales que se incluían entre los bienes dejados por Antonia Serrano a su muerte en 1844. Creemos que también pueden encuadrarse en este tipo los “pendientes de argolla” que se mencionan en la dote de María Hurtada, casada en 1817 en Zarza la Mayor98, valorados en 27 reales, así como de los que formaron parte de un aderezo, valorado todo el conjunto en 110 pesetas, que aportó en 1879 a su matrimonio en Montehermoso Felipa Módenes Herrero, hija del orive de Zarza la Mayor Juan Pablo Módenes99. Todavía en 1900 se denominan “argollas o pendientes de oro” a los que dejó en su testamento María Bueno Carpintero, de Montehermoso100; igualmente, 91 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1828. PN1.885. Instrumento nº 33. Fols. 60-63. 92 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1838. PN1.886. Instrumento nº 9. Fols. 34-37. 93 AHPC. Protocolo Notarial de Pedro Asensio, Cáceres, 1839. PN2.784. Instrumento nº 189. Fols. 251-255. 94 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1844. PN1.887. Instrumento nº 64. Fols. 107-108. 95 AHPC. Protocolo Notarial de Sebastián Sánchez de Bustamante, Ceclavín, 1849. PN2.438. Fols. 17-18. 96 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1866. PN1.114. Instrumento nº 43. Fols. 493-519. Véase también AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1868. PN1.116. Instrumento nº 103. Fols. 333-344v. 97 AHPC. Protocolo Notarial de Sebastián Sánchez de Bustamante, Ceclavín, 1852. PN2.439. Fols. 124-126. 98 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1827. PN1.885. Instrumento nº 53. Fols. 110-111v. 99 AHPC. Protocolo Notarial de León García Criado, Montehermoso, 1880. PN5.187. Instrumento nº 64. Fols. 187-188v. 100 AHPC. Protocolo Notarial de Rubén Agudo Pavón, Montehermoso, 1900. PN5.425. Instrumento nº 61. Fols. 245-248. 67


Juan Manuel Valadés Sierra se incluyen “unos aros de oro llanos con rodaja” que se mencionan entre las alhajas que dejó a su muerte Inés Codina, fallecida en 1858 en Ceclavín101. En Plasencia, sin embargo, parece que este mismo tipo recibía la denominación de “pendientes de herradura” (Fig. 216); así lo encontramos denominado en la abundante y rica testamentaría de Manuel González, que incluía un par de pendientes “de herraduras con dos ordenes” que se tasaron en 74 reales, otro par del mismo tipo “viejos con estrella en medio” valorados en sólo 45, un tercer par de “pendientes de herradura con estrella en medio” que pesaron dos adarmes y medio y valían 50 reales y finalmente otro par de pendientes de herradura tasados en 140 reales. También de Plasencia era la ya mencionada María Gascón, en cuya dote se incluyeron en 1849 “unos pendientes de oro de hechura de herradura” valorados en 80 reales; no obstante, también en Cáceres han recibido esta denominación, “pendientes de figura de herradura”, como se refleja en la testamentaría de Jacinto Garrido fechada en 1829102. – De “rosiclé”. Se cita un par, a juego con un colgante, en la dote de Juliana Trejo (1816), valorados en 140 reales. Comprobamos, pues, la antigüedad de esta denominación, que procede del francés rosicler, término que designaba en Portugal una joya de cabeza de forma casi piramidal de la que pendían varios colgantes trémulos de distintas clases. En tierras lusas el vocablo fue adoptado como sequilé, para designar una joya en forma aproximada de losange, con colgantes, generalmente de oro, y a veces con diamantes encastrados (Sousa, 1999: 229). Parece claro que entre las cacereñas el término pasó a designar las joyas de pecho y pendientes a juego de los que colgaban pequeñas piezas que bailaban, por ello creemos que a este mismo tipo responden los “pendientes de oro labrado de tres perillas” que en 1817 integraron la dote de la placentina Damiana Serradilla103 y los “pendientes de feligrana con tres perillas” que formaban parte de los bienes de Antonia Serrano, de Plasencia, valorados en 1844 en 127 reales, lo mismo que los pendientes “de perilla” que aportó Ángela Oliva, casada en 1850 en Zarza la Mayor con Ángel Fernández, natural de Acehúche104, como parte de su dote, los cuales debieron ser de buena labor pues pesaron solamente cinco adarmes y sin embargo fueron tasados en 130 reales. Creemos que también entrarían en este mismo tipo los pendientes que son llamados “de cruz”; aparecen en tres ocasiones en los inventarios consultados, la primera en 1830, entre los bienes de la dote de Gertrudis Morán, casada con Juan Valentín Montero en Zarza la Mayor105, alcanzando un peso de diez adarmes y una valoración de 200 reales, bastante elevada y superior al del segundo par de este tipo de pendientes, reseñado en la misma dote, pero con un valor de 130 reales. El tercer caso es el que se cita también en 1830, en la dote de Isabel Victoriana Montero, casada con Francisco Fanega, de Zarza la Mayor, en la que tienen un peso de diez adarmes y siete onzas, y un valor de 178 reales y diez maravedís. En sólo unos pocos casos se mencionan “pendientes de lazo”; así se denominan los que formaron parte en 1818 de la dote de María Teresa Simón de Granada, natural de Hervás, que se valoraron en 40 reales106, al igual que los que se mencionan en el inventario de los bienes de Manuel González, 101 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1860. PN1.110. Instrumento nº 117. Fols. 197-204v. 102 AHPC. Protocolo Notarial de Juan de la Riva Sánchez, Cáceres, 1830. PN4.233. Fols. 11-87. 103 AHPC. Protocolo Notarial de Antonio María Moreno Acevedo, Plasencia, 1817. PN1.753. Fols. 21-25. 104 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Oliva, Zarza la Mayor, 1851(2). PN3.200. Instrumento nº 175. Fols. 225-228v. 105 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1830. PN1.885. Instrumento nº 16. Fols. 32-37. 106 AHPC. Protocolo Notarial de Antonio María Moreno Acevedo, Plasencia, 1820. PN1.753. Fols. 147-151. 68


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I fallecido en Plasencia en 1848, que se describen como “unos pendientes de lazo de una perilla” que pesaron cinco adarmes menos seis granos y fueron tasados en noventa y seis reales, así como “Otros id. con dos granos de aljófar”, cuyo valor se estableció en 46 reales, y otros dos pares de pendientes de lazo, uno “de feligrana” que se tasó en 140 reales, y otros más pequeños que fueron valuados en la mitad. Nos encontraríamos ante los conocidos pendientes posteriormente llamados “de penderique” o “de pebas” tan populares en el repertorio formal de los orives cacereños (Fig. 221), mientras que los de lazo probablemente pueden asimilarse a este tipo, aunque podrían referirse a otros tipos más sencillos que también llevan el adorno del lazo. – Verguetas. Junto con los aros, es uno de los tipos más frecuentes en los inventarios consultados, y las someras descripciones que de ellas hemos obtenido permiten suponer que hay una cierta variedad tipológica entre las verguetas, que adquieren muy diferentes pesos y valoraciones. Se mencionan “unas vergetas colgonas de oro” entre los bienes que formaron parte de la dote de Isabel González Julio, casada en 1809 en Ceclavín, si bien el inventario se redactó cuarenta años después, y en 1817 aparecen también “unas verguetas de oro con piedras de aljófar” en la dote de Damiana Serradilla tasadas en 82 reales; las siguientes referencias, décadas más tarde, corresponden a unas verguetas de oro tasadas en 340 reales, en la dote de la ceclavinera Isidora Rosado Galán, casada en 1849 con José Soria107, y otras verguetas de aljófar, de 200 reales de valor, que se citan en la dote de María Jesús González Castro, también en Ceclavín y en ese mismo año. Se relacionan así mismo “unas verguetas de oro recolgonas” como parte de la dote de Lina Simón Oliveros, casada en Acehúche en 1855, que debían de ser de buen tamaño y peso, pues alcanzaron la valoración de 400 reales, y otro par “de jarra”, por un extraordinario valor de 650 reales, junto a tres pares “de bellotas de oro”, figuraban en la testamentaria de Sabas Simón Oliveros (Ceclavín, 1867), valorados en 80, 400 y 260 reales, estos últimos con esmalte; así mismo, “unas berguetas de oro figura bellota” de sólo 100 reales de valor son citadas entre los bienes dejados por fallecimiento de Inés Codina, en Ceclavín en 1858108, y el mismo año encontramos una nueva referencia a “verguetas de jarras” entre las alhajas regaladas a María Josefa Carbajo por su tío Dámaso Carbajo para mejorar su dote en Ceclavín109. Por otra parte, entre los bienes dejados tras su muerte, en el mismo año de 1858, por Valentina de Bustamante volvemos a encontrar “unas verguetas de jarra” y “otras de bellota”, valoradas las primeras en 700 reales y sólo en 180 las segundas, y en el mismo inventario se mencionan además “unas verguetas portuguesas” que fueron tasadas en 340 reales110; extraordinario valor debieron tener las verguetas de oro que habían pertenecido a Zenón González Prieto, fallecido en Ceclavín en 1865, ya que se tasaron en 800 reales111. En definitiva, creemos que es un tipo que aparece esporádicamente en la primera mitad del siglo, para popularizarse en la segunda parte de la centuria muy especialmente en el área de Ceclavín (Fig. 223), de donde provienen todas las referencias; se mencionan al menos dos tipos, las de jarra y las de bellota, pero también se especifica en 107 AHPC. Protocolo Notarial de Sebastián Sánchez de Bustamante, Ceclavín, 1849. PN2.438. Fols. 28-29. 108 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1860. PN1.110. Instrumento nº 117. Fols. 197-204v. 109 AHPC. Protocolo Notarial de Sebastián Sánchez de Bustamante, Ceclavín, 1858. PN2.440. Instrumento nº 15. Fols. 26-29. 110 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1861. PN1.110. Instrumento nº 148. Fols. 232-244. 111 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1865. PN1.113. Instrumento nº 65. Fols. 415-422v. 69


Juan Manuel Valadés Sierra un par de casos que son colgonas, o recolgonas, mientras que en una ocasión se señala expresamente su origen portugués, lo que nos lleva a pensar en un tipo de pendiente originario del país luso. – De aljófar. Parece ser uno de los tipos más populares entre los inventarios estudiados, pues lo vemos especificado hasta en treinta y tres ocasiones. Se citan ya desde los primeros momentos del muestreo realizado, un par en la dote de Catalina Paredes, fechada en Cáceres en 1785112, y dos pares en la de María Collado, del mismo año, por un valor de 130 reales cada uno. Destacan dos pares de pendientes de aljófar entre los bienes de la dote de María Nolivos, casada en Plasencia en 1813, siendo descrito uno de ellos como “pendientes de aljofar ó perlas, de un chorro”, que se valoraron en 140 reales, más otro par “de chorro con hilo de aljófar” que se menciona en 1839 en la dote de la cacereña Antonia de la Paz Blázquez, y otra pareja más, “con tres [chorros]”, que se tasó más caro, en 250 reales; aparecen también como parte de los bienes dotales de Eugenia Muñoz (Plasencia, 1819) haciendo juego con un collar del mismo material, así como entre los de Gertrudis Morán (1830), valorados en 180 reales, y de Manuela Clavero, casada en 1835 en Zarza la Mayor con Antonio Jesús Alemán113, teniendo un valor de 170 reales. Dos pares de pendientes de aljófar llevó así mismo a su matrimonio María Maisonaba en 1837, siendo valorados uno de ellos en 160 reales, y el otro, “sin palomas”, en 60. Unos pendientes de oro “con siete cuentas de aljófares cada uno” se mencionan en la dote de la cacereña Francisca Bravo, en 1821. Hay que mencionar también que aparece este tipo de pendientes en la dote de la albercana Juana Martínez (1839) con un valor elevado, de 240 reales; del mismo modo, los vemos, valorados en 100 reales, entre los bienes dejados a su muerte por la placentina Antonia Serrano (1844) y como parte de la dote de la torniega Eugenia Martín de la Calle, casada en 1847 con Vicente Pérez Alcalá, de Plasencia114.

Fig. 15. Del inventario de bienes de Valentina Bustamante. (Ceclavín, 1858).

112 AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Andrada Rodríguez, Cáceres, 1785. PN3.516. Fols. 93-96. 113 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1837. PN1.886. Instrumento nº 10. Fols. 22-37. 114 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Sabino Ramos, Plasencia, 1849. PN2.339. Fols. 1-3v. 70


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Entre los bienes dejados a su muerte en 1848 por Manuel González aparecen seis pares de pendientes de aljófar con una notable variedad, en 200 reales se tasó un par de este tipo “de un chorro con caveza guarnecida de aljofar” que había pesado tres adarmes y cinco granos, en 180 otros “retorcidos con caveza gorda”, en 140 otro par de pendientes “de aljofar”, en 120 otros “retorcidos de aljofar con caveza y estremos afeligranados con diamante” de tres adarmes y doce granos de peso, en 100 otros “con candado de feligrana” y el último, que se valoró en 60 reales, fue un par de pendientes de aljófar “retorcidos con candados”. Pendientes de aljófar los encontramos también en las dotes de María Josefa Carbajo (Ceclavín, 1858) y Antonia Montero Oliva (Villa del Campo, 1865); en esta última uno de los pares se tasó en 50 pesetas y el otro, de pendientes “mas pequeños de calabaza”, en la mitad115; también en algún caso se especifica, además del aljófar, el tipo de pendientes, como sucede con los “pendientes con aljófar y pebas”, de 110 reales de valor, de la dote de Petronila Narcisa del Moral (Cáceres, 1808)116 Y es que, en este caso, el tipo de pendientes se identifica por la materia ornamental más que por su forma (Fig. 247), de manera que el aljófar seguramente estaba presente en pendientes de una tipología más o menos variada, de ahí que en un caso se especifique el tipo de calabaza, y ya vimos que el aljófar estaba también presente en un par de verguetas ya mencionadas, al igual que sucede con los collares que incorporan también estas pequeñas perlas. – Otros pendientes: Además de los pendientes encuadrables en alguno de los tipos descritos, los inventarios analizados incluyen una buena cantidad de pares de pendientes que no podemos ubicar en esa somera tipología, bien por falta de detalles en la descripción o bien por referirse a tipos distintos que no se repiten en el conjunto estudiado. Así, hemos contabilizado setenta y cinco casos en que simplemente se reseña la presencia de pendientes de oro en los inventarios, sin más información que permita clasificarlos, más otros veintiséis en que se entiende que forman parte del aderezo que se cita, sin que podamos intuir sus características formales. Por otro lado, encontramos unas pocas definiciones de este tipo de joyas que no se usan en ningún otro caso estudiado, sin que se pueda precisar más; en la dote de María Herrero, natural de El Cabrero y casada en 1849 con el comerciante placentino Juan Bautista Pinquetti, se incluye “un par de pendientes afeligranados” que se habían tasado en 160 reales, y otro par “de oro frances” de menor valor, 48 reales117; un par de pendientes “de oro portugués” del mismo valor se mencionan en la dote de Juliana Gómez Molano, casada en Cáceres en 1817118. Las perlas, como elemento decorativo de los pendientes, se encuentran en más de media docena de los casos estudiados; unos pendientes de perlas formaban parte de la dote de Polonia Tostado, ya mencionada, y otro par se menciona en la carta dotal de Josefa Pérez de la Madrid, casada en Cáceres en 1804119, al igual que en la dote de María Aceves (Cáceres, 1813), donde se citan dos pares, uno de ellos de 700 reales y el otro de 400, y en el testamento de Petra Pizarro, otorgado en Plasencia en 1819, de los que se dice que eran “de oro y dos perlas gordas”120. En la testamentaría de 115 AHPC. Protocolo Notarial de León García Criado, Montehermoso, 1875. PN5.186. Instrumento nº 33. Fols. 113-118. 116 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Hernández, Cáceres, 1808. PN3.849. S. f. 117 AHPC. Protocolo Notarial de José Serrano Álvarez, Plasencia, 1849. PN2.539. Fols. 345-346v. 118 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Antonio Sanabria, Cáceres, 1826. PN4.305. Fols. 70-71v. 119 AHPC. Protocolo Notarial de Pedro Vigil de Quiñones, Cáceres, 1804. PN4.440. Fols. 90-93. 120 AHPC. Protocolo Notarial de Antonio María Moreno Acevedo, Plasencia, 1817. PN1.753. S. f. 71


Juan Manuel Valadés Sierra Jacinto Garrido, fallecido en Cáceres en 1829, se mencionan dos pares de pendientes de perlas, uno “con colgantes” y el otro más modesto “con perlas, pero sin colgantes y de hechura de moda”, y finalmente hemos de citar un par de pendientes “con botón y una perla”, de sencillo diseño y valorados en 160 reales, que formaban parte de la dote de Petronila Narcisa del Moral en 1808. Así mismo, encontramos unas pocas menciones de pendientes con piedras preciosas; en algunas de ellas no se especifica de qué gema se trata, como podemos comprobar en el testamento de María de la O Vera, fallecida en Cáceres en 1825, que dejó una manda que incluía “los pendientes de oro con piedras y la ropa de mi uso ordinario”121. Del mismo modo sucede con la relación de los bienes que dejó a su muerte Inés Codina, de Ceclavín, en 1858, donde leemos la referencia de “unos pendtes. de piedra” que sólo se valoraron en 60 reales. Sin embargo, es relativamente frecuente la mención de pendientes de esmeraldas en algunos de los inventarios estudiados; aparece hasta en cinco ocasiones, como sucede en la dote de María Juana Garrido, casada en 1798 en Cáceres con el corregidor de la villa, D. Álvaro Gómez122, o en el testamento, ya mencionado, de Petra Pizarro (Plasencia, 1819), y en uno de los casos, el de los bienes de María Collado (Cáceres, 1785) los pendientes de esmeraldas formaban parte de un aderezo al que se añadía una cruz de las mismas piedras. Si tenemos en cuenta que los otros dos casos son de 1821 y 1839, se comprueba que los pendientes de esmeraldas dejan de ser mencionados en el último tercio del siglo XIX, siendo cada vez menos frecuentes. Algo similar sucede con los pendientes de diamantes, que aparecen principalmente en inventarios de las primeras décadas del periodo estudiado, y sólo formando parte de las pertenencias de familias que gozaban de grandes fortunas; en las capitulaciones matrimoniales de José Colón de Toledo y María de la Asunción Golfín (Cáceres, 1806), a la que ya nos hemos referido, se mencionan dos pares de pendientes de diamantes, uno de ellos además con perlas, y otro par, valorado en 600 reales formó parte de los bienes que dejó a su muerte en 1825 el potentado residente en Cáceres José García Carrasco123, nacido en Montenegro (Soria) y padre de Juan José García Carrasco, que había de ser senador y ministro de Hacienda (Sánchez Marroyo, 2013). El topacio y los rubíes son otras de las piedras mencionadas en los inventarios analizados, siempre en una baja proporción; encontramos cinco casos en que se mencionan pendientes de topacios, desde la dote de la placentina María Fernández, otorgada en 1817124 a la relación de bienes de la carta dotal de María Botejara y Cid de la Torre, que se casó en Montehermoso con Celedonio Martín en 1864, donde queda reflejado “Un par de pendientes de oro frances con topacio y aljofar” que valían 35 pesetas125. De topacios “guarnecidos de perlas” eran también los pendientes que formaron parte de los bienes legados por José García Carrasco en Cáceres en 1825, y “unos pendientes de oro con piedras y topacios” se mencionan entre los bienes de la dote de María del Rosario Sanabria, casada en Cáceres en 1826. En cuanto a los rubíes, sólo los encontramos citados en unos pendientes del legado testamentario del ya mencionado José García Carrasco. Documentamos sólo dos casos de pendientes de coral, el primero en la dote de Eugenia Martín de la Calle (Plasencia, 1847), en que se reseña la presencia de un par de pendientes “de oro esmalta121 AHPC. Protocolo Notarial de José Gómez González, Cáceres, 1825. PN3.848. Fols. 108-113v. 122 AHPC. Protocolo Notarial de Juana Avalet, Cáceres, 1813. PN3.526. Fols. 3-5. 123 AHPC. Protocolo Notarial de José Gómez González, Cáceres, 1826. PN3.848. Fols. 118-177v. 124 AHPC. Protocolo Notarial de Antonio María Moreno Acevedo, Plasencia, 1817. PN1.753. Fols. 96-100. 125 AHPC. Protocolo Notarial de León García Criado, Montehermoso, 1872. PN5.184. Instrumento nº 25. Fols. 141-145v. 72


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I do y coral”, que alcanzaron el valor de 100 reales, y el otro, sin más descripción ni especificaciones, en la dote de María Merino Pardo, que se casó en Plasencia en 1849 con Rafael Espuela126; aun cuando lo hemos visto en collares y gargantillas, no deja de ser llamativa la escasez de coral en las alhajas estudiadas, sobre todo si tenemos en cuenta que es un material relativamente frecuente en joyas de provincias situadas al norte de Cáceres, como Salamanca y Zamora. Aún citaremos un par de pendientes de tipo infrecuente “que los llaman de huevo” en la dote de Juana Gómez, casada en Cáceres en el año 1800127, así como “unos candados de oro”, sencillos pendientes valorados en 20 reales y aportados en su dote por Joaquina Elba (Cáceres, 1830)128, un tipo relativamente frecuente en el siglo XVIII en una amplia zona peninsular que abarca León (Casado, 1996: 248), Castilla (Montalvo, 2007: 233) o Andalucía (Nieva, 2002: 65), del que ya hemos citado un caso en que llevaban aljófar, y por fin la mención de “unas porcas de oro pequeñas” en la partición de bienes que dejó a su muerte Demetria Quijada en 1897 en Guijo de Coria129. Es muy posible que el término “porca” sea la forma local de designar las argollas o pendientes de herradura, que hemos documentado en poblaciones como Aceituna, pero también podría tratarse de los pendientes conocidos como “polcas” en la orfebrería de Salamanca, Zamora y León, que llevan tres colgantes y cuyo uso no hemos podido constatar en la provincia de Cáceres; acaso se refiera también a las polcas la mención de unos “pendientes de tres gajos” que se mencionan en la dote de Josefa María de la Sierra Sarria, casada en Cáceres en 1806 aunque natural de Valladolid, pero al no ser más precisa la descripción, sólo apuntamos como posible el uso de polcas en Cáceres durante el siglo XIX.

Veneras La venera se cita expresamente en 47 de los 163 inventarios, y se menciona desde los primeros tiempos del lapso temporal que abarca nuestro muestreo, pero se aprecia una mayor frecuencia de esta joya a partir de las décadas centrales de la centuria. Además de las 57 veneras que se mencionan en los 47 casos mencionados, consideramos que esta joya estaba probablemente incluida en otros inventarios, en los que simplemente se mencionan aderezos sin especificar el tipo de cruz que llevaban. En los casos estudiados, la venera se menciona en bastantes ocasiones unida a la gargantilla, por lo que no suele especificarse su peso ni su valor separado de la pieza anterior; en los pocos casos en que se menciona, el valor de la venera oscila entre los 20 reales de la más barata, “una venera de cristal con la guarnición de oro” que aparece en la dote de Francisca Bravo (Cáceres, 1821) y los 800 de la más valiosa, “una venera de lazo” que formó parte del legado de Sabas Simón Oliveros (Ceclavín, 1865). Claro que mención aparte debe hacerse de las “Cuatro veneras de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III”, valoradas en 4.000 reales, que dejó a sus herederos Josefa María de Sierra Sarria Salcedo (Cáceres, 1806) o la “cruz de brillantes de la Real Gracia de Carlos III” que estaba entre los bienes dejados por José García Carrasco en 1825, que fue avaluada nada menos que en 2.000 reales, y que se había ganado su propietario tras ser nombrado Caballero de la Orden de Carlos III el 20 de octubre de 1819 (Muñoz de San Pedro, 1953: 399). 126 AHPC. Protocolo Notarial de José Serrano Álvarez, Plasencia, 1849. PN2.539. Fols. 19-22v. 127 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Becerra Durán, Cáceres, 1800. PN3.547. Fols. 20-21. 128 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Avalet, Cáceres, 1830. PN3.527. Fols. 14-16v. 129 AHPC. Protocolo Notarial de Víctor López Arrojo, Montehermoso, 1897. PN5.273. Instrumento nº 11. Fols. 64-152. 73


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 16. De la carta dotal de Isabel Victoriana Montero. (Zarza la Mayor, 1830).

Poco más sabemos sobre el tamaño y peso de las piezas, aunque en un caso se especifica que la joya pesa tres adarmes, la venera esmaltada que se incluye entre los bienes del difunto Manuel González, valorada sólo en 51 reales, mientras en otros cuatro casos se dice que la pieza pesa cinco adarmes; se trata de la que se tasó en poco más de 83 reales, que aportó la zarceña Isabel Victoriana Montero a su matrimonio celebrado en 1830 con Francisco Fanega, otra que se valoró en 100 reales en la dote de Nicasia Morán Montes, de Ceclavín, la que se tasó en 140 reales en el inventario de bienes de la también ceclavinera Francisca González Pérez, y la también esmaltada que figuraba en el inventario de los bienes de Gregoria Fernández (Ceclavín, 1860), a la que se adjudicó el valor de 100 reales130. Al igual que la ya mencionada de Francisca Bravo, el ejemplar incluido en la dote de Zoila de Aguilar (Zarza la Mayor, 1828) se describe como “una venera de cristal con cerco de oro”, que fue valorada en 90 reales, y lo mismo vemos en otros dos casos de esos mismos años, la que formó parte de la dote de María Magdalena Andrada (Casar de Cáceres, 1813), de 30 reales de valor, y las dos que aportó a su matrimonio, ya en 1835, la casareña Catalina Carrero131. En unos pocos casos se especifica que la venera es esmaltada, única joya, junto con algún caso excepcional de pendientes o anillo, en la que se menciona esta técnica decorativa; en uno de ellos se dice que la venera es blanca. Salvo los ya mencionados de la Orden de Carlos III, en ningún caso se cita la Orden Militar a que corresponde la venera ni se describe la joya, si bien el inventario de la dote de Antonia Hernández, casada en Plasencia en 1815, menciona la pieza como “una Encomienda esmaltada”132, que es como se las llama en Salamanca y como parece más propio si no se refiere a la Orden de Santiago; esto, unido a su generalización y popularización, nos lleva a pensar que ya a principios del siglo XIX la venera había perdido todo carácter de símbolo corporativo para convertirse en un elemento decorativo muy popular entre las mujeres cacereñas (Fig. 267), si bien es preciso señalar que en ningún caso se menciona la filigrana como la técnica de confección o decoración de la venera.

130 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1860. PN1.110. Instrumento nº 128. Fols. 241-250. 131 AHPC. Protocolo Notarial de Pedro Asensio, Cáceres, 1840. PN2.784. Instrumento nº 20. Fols. 34-35. 132 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Barrado, Plasencia, 1820. PN106. Fols. 25-26v. 74


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Otras joyas pectorales Además de la venera, como es natural, se mencionan algunas piezas diferentes destinadas a utilizarse como colgantes de gargantillas, cadenas o collares; entre ellas, la cruz, de diferentes tipos y tamaños, es probablemente la más popular desde los inicios del periodo que hemos estudiado. Ya en el inventario de los bienes que formaron parte de la dote de Polonia Tostado (Cáceres, 1780) se menciona una cruz de oro formando parte de un aderezo, algo que se repite en inventarios posteriores sin que las descripciones aporten mucha más información; así mismo, aparecen dos cruces de oro en la dote aportada por María Pérez a su casamiento con Antonio Ruiz en Plasencia en el año 1813133, y también Teresa Morante, casada con José Monforte en Plasencia en 1821, llevó una cruz como parte de un aderezo en su dote134, además de una cruz de oro de 15 adarmes de peso y valorada en 300 reales en la dote de Nicasia Morán Montes (1842). El testamento de Petra Pizarro, redactado en Plasencia en 1819, incluyó una cruz de diamantes, mientras que entre los bienes que dejó María Collado a su muerte en 1785 se menciona “Una cruz de piedras de Francia”, material vítreo muy utilizado como imitación del diamante en el siglo XVIII, llamado estrás en lengua española, y que sólo encontramos citado en este caso, pese a ser frecuentísimo en esta época en otras zonas españolas (León, 1996: 131); por otra parte, en la dote de María Juana Garrido, casada en Cáceres en 1798, se cita también una “cruz de aljófares”. Una cruz de esmeraldas, otra de aljófar y otras dos cruces más de las que sólo se dice que son de oro, aparecían también entre los bienes del placentino Manuel González, y mucho más modesta es la crucecita de esmeraldas que la también placentina María Merino había llevado a su matrimonio con Rafael Espuela en 1849. La cruz llamada de rosicler, generalmente a juego con los pendientes que ya hemos referenciado, es mencionada en la dote aportada por Juliana Pérez a su matrimonio con Manuel Marín en Plasencia, en el año 1807, donde se le da el valor de 60 reales a “Un Rosiquer de oro” 135; en 1817 encontramos también la referencia a “un rosicler de oro” valorado en 100 reales que formó parte de la dote de Damiana Serradilla, casada en Plasencia, y años después se menciona también “una gargantilla y un rosicler de oro”, conjunto que se tasó en 160 reales, como parte de la dote de Isidora Rosado Galán, casada en Ceclavín en 1849. Creemos, así mismo, que de este mismo tipo (Fig. 277) son dos cruces que se reseñan en el inventario de bienes de Manuel González, al que aludimos reiteradamente, en este caso se habla de “una cruz afeligranada con una perilla” y de “una cruz de tres perillas”. Ya al final del periodo estudiado, nos topamos con la única mención de esta joya con la terminología local en el inventario de los bienes dejados en testamento por la montehermoseña Cesárea Garrido Domínguez, que legó “una cruz de Pingallos” que se tasó en cinco pesetas136. El galápago es también otro de los colgantes citados, y uno de los más típicos de la provincia (Fig. 275); lo encontramos prácticamente desde los primeros decenios del siglo XIX, como en el caso de la carta dotal de Juana Domínguez, casada en 1817 con José Hernández, de Plasencia137, en el de la 133 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Barrado, Plasencia, 1813. PN106. Fols. 22-23. 134 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Barrado, Plasencia, 1821. PN106. Fols. 41-43. 135 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Barrado, Plasencia, 1821. PN106. Fols. 16-17v. 136 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Rebollo Gutiérrez, Montehermoso, 1892. PN5.255. Instrumento nº 10. Fols. 41-102. 137 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Barrado, Plasencia, 1817. PN106. Fols. 32-33. 75


Juan Manuel Valadés Sierra dote de Catalina Rubio, que contrajo matrimonio con José Moreno también en la capital del Jerte en 1820, o también en la dote de Catalina Nevado, casada en Riolobos en 1821; un galápago pequeño colgando de un hilo de oro se menciona así mismo entre los bienes dejados a su muerte por Manuel González, a quien ya nos hemos referido. Los colgantes para el pecho con motivos religiosos son frecuentes, y los más populares entre ellos son los “Cristos”, que interpretamos como pequeños crucifijos de oro colgantes, a menudo de filigrana. Uno valorado en 150 reales estaba entre los bienes legados por María Collado en 1785, y otro de 155 reales se cita entre los dones que aportó como dote Isabel Lorenza Vergel, casada en 1805 en Cáceres con Antonio Hernández138. María González Campomanes, “la Calderona” se casó en Cáceres en el año 1806 y su dote incluía también un Cristo de oro valorado en 120 reales139; otro Cristo de oro se menciona en la dote de María Guadalupe Sevilla, casada en 1816 con Pedro Plaza, de Alcántara140, y otro igual, valorado en 160 reales, en la dote de la citada Juana Domínguez, pero después de 1825 son muy escasas las menciones a Cristos de oro. Contabilizamos otros colgantes con motivos religiosos, entre los que destaca “una Concepcion” en la dote de María Nolivos Gironda (Plasencia, 1813); otra Concepción de medio adarme de peso y sólo 10 reales de valor entre los bienes de la ceclavinera Gregoria Fernández, y una “Nuestra Señora” de oro entre los bienes dejados a su muerte por Antonia Serrano (Plasencia, 1844) marcan la devoción mariana, así como una imagen de Nuestra Señora de Guadalupe de plata y una cruz de oro entre los bienes de la dote de Gertrudis Morán, casada en 1830 con Juan Valentín Montero. Mención especial merece, por su indudable riqueza, “una Concepción guarnecida de perlas finas, que perteneció a María de la Asunción Golfín. El resto de motivos religiosos se resumen en “un sacramento” que pendía de una gargantilla de oro que formó parte de los bienes de Andrea Gallardo (Cáceres, 1818) y varios relicarios de oro, de San Francisco, de la Virgen de la Soledad y de otras advocaciones que no se especifican, que María Collado había dejado como parte de sus bienes en 1785. Al no ser más explícitos los inventarios, no podemos precisar si se trata de relicarios de vidriera o de cualesquiera otros tipos, aunque de uno de ellos sí se dice “con cristal”. Otro colgante áureo que es citado en alguno de los inventarios es el dije, que se menciona en distintos tamaños y, en un par de casos, asociado a una gargantilla; definidos como “joyas, relicarios y otras alhajas que suelen usar las mujeres y aun los hombres por adorno”, o como “cualquier adorno pendiente de los que se ponen a los niños” (Diccionario, 1822: 299), los dijes pueden ser simplemente relicarios, tal como queda claro en el que, ya antes citado, estaba en la dote de Francisca Bravo en 1822, descrito como “un dijecito con un Exce Homo y un San Juan”, o pueden ser tanto relicarios como amuletos para proteger a los más pequeños, ya que sólo se menciona que son de oro en el testamento de Antonia Sevillano, que legó en 1798 a su sobrina “un dije de oro que es el único que hay en el baúl”141, o en las dotes de María Juana Garrido (1798) y de María del Socorro Caballero (Garrovillas, 1821)142. Las medallas de oro prácticamente no existen en los inventarios estudiados, mencionándose únicamente seis medallones fechados entre 1806 y 1865; el primero de ellos, es “un medallón con un camafeo 138 139 140 141 142

AHPC. Protocolo Notarial de Pedro Vigil de Quiñones, Cáceres, 1805. PN4.440. Fols. 34-36v. AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Hernández, Cáceres, 1806. PN3.849. Fols. 3-4. AHPC. Protocolo Notarial de Felipe Cabañas Navarro, Alcántara, 1816. PN210. Fols. 153-154. AHPC. Protocolo Notarial de Faustino Gómez, Cáceres, 1798. PN3.838. Fols. 13v-16. AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Telesoforo Díez, Cáceres, 1827. PN3.761. Fols. 7-9v. 76


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 17. De la carta dotal de Juana Domínguez. (Plasencia, 1817).

guarnecido de perlas con un cordón de pelo para el cuello”, del que no se especifica su valor, pero que debía ser particularmente suntuoso, pues formaba parte de los bienes incluidos en las capitulaciones matrimoniales de José Colón de Toledo y María de la Asunción Golfín. A continuación encontramos otro medallón redondo y valorado en 60 reales, junto con otro cuadrado de 80 reales, que aportó en su dote Petronila Narcisa del Moral; de mayor valor es el que llevó también en su dote Ana Mariño Macayo, casada en Cáceres en 1819, pues se tasó en 300 reales143, y los otros dos que hemos localizado son uno que pendía de una cadena de oro que era parte de la dote de Guadalupe Mora (Cáceres, 1839)144 y otro medallón de oro, de 17,50 pesetas de valor, que aparece en la dote de Antonia Montero Oliva, de Villa del Campo (1865). Otro de los adornos más abundantes en los inventarios analizados es el corazón de oro, que parece ponerse de moda en esa época, y que encontramos por vez primera en la dote de la cacereña Francisca Bravo, de 1821, colgando de una cadena de oro, y del que se especifica que es “afeligranado”; otros corazones de oro se mencionan en las dotes de Manuela Nevado (Garrovillas, 1824) como complemento de una gargantilla, y en la carta de dote de la portuguesa María Teresa Pereira (1831). Posteriormente lo encontramos entre los bienes dotales de Juana Martínez, natural de La Alberca (1839) y, en el mismo año, entre los bienes que aportó a su matrimonio Inés Molano, de Arroyo de la Luz145. Un corazón de filigrana se menciona en la dote de Francisca Jiménez (Plasencia, 1846), otro corazón “guarnecido de aljofar” aparece en la rica testamentaría de Manuel González, donde se citan otros cuatro corazones de filigrana, uno de ellos de un adarme y medio y seis granos de peso, valorado en sólo 30 reales, y otro que se tasó en 50. Otro corazón pequeño, de un adarme de peso y valorado sólo en 20 reales figuraba en la dote de Ángela Oliva, casada con Ángel Fernández en 1850, y otro corazón de oro, de 40 reales, poseyó Inés Codina, fallecida en 1858, mientras que Sabas Simón Oliveros dejó a su fallecimiento dos corazones, uno de ellos con aljófar valorado en 80 reales, y el otro unido a un cordón de oro, valuado el conjunto en 240 reales. Como puede verse, las populares cruces llamadas galápago y rosicler –esta última será designada de distintas formas más adelante– aparecen en el repertorio documental analizado desde los primeros momentos, y probablemente su uso estaba extendido desde décadas antes del inicio del siglo XIX, 143 144 145

AHPC. Protocolo Fernando López González, Cáceres, 1819. PN3.986. Fols. 164-167v. AHPC. Protocolo Fernando Pedro Asensio, Cáceres, 1839. PN2.784. Instrumento nº 189. Fols. 251-255. AHPC. Protocolo Notarial de Fernando Pedro Asensio, Cáceres, 1841. PN2.784. Fols. 209-211. 77


Juan Manuel Valadés Sierra y algo similar parece suceder con las imágenes de la Concepción y las cruces de diferentes formas y tamaños, pero también se aprecia cómo van desapareciendo las joyas que incorporan piedras preciosas, las escasas cruces de esmeraldas, al tiempo que gana aceptación el corazón, liso o de filigrana, que parece llegar a partir de la segunda década de la centuria para mantenerse prácticamente hasta el final del período estudiado.

Rosarios En los inventarios analizados, se menciona una buena cantidad de rosarios, que aparecen en numerosas hijuelas y dotes, pero en su gran mayoría, los rosarios que se citan son de plata. Sin embargo, encontramos seis casos en los que se especifica que se trata de rosarios de oro; ya algunos autores han señalado que durante el siglo XVIII el rosario se convierte no sólo en una joya devocional, sino también en parte importante del adorno personal, mencionándose en inventarios antiguos como “rosarios para el cuello” (León, 1996: 148). Entre los rosarios de oro, nosotros no hemos visto ninguno citado como joya para colgar del cuello, pero no es de descartar que pudieran utilizarse de ese modo; cronológicamente, el primero que se menciona no es propiamente de oro, sino de coral, “un rosario de coral engarzado en oro con dieces de lo mismo en una bandeja de charol”, pieza que debió ser verdaderamente rica y se menciona en las capitulaciones matrimoniales de José Colón de Toledo y María de la Asunción Golfín (Cáceres, 1806), pero el resto de rosarios áureos citados debe responder a economías más modestas y sólo son mencionados como rosarios de oro. Es el caso del que se valoró en 200 reales en la dote de Ana Mariño (1819) y el que en ese mismo año legó Petra Pizarro a su hija política en Plasencia; otro rosario de oro, tasado en 280 reales, formó parte de la dote de Francisca Díez Montoya, casada en Cáceres en 1820146, y el mismo valor se atribuyó al que dejó en su testamento, cinco años después, el potentado cacereño José García Carrasco. Bastante más rico debió ser el “rosario de oro con su cruz de lo mismo, afeligranado y con un tulipán” que se incluyó en la dote de María del Rosario Sanabria, casada en Cáceres en 1826, ya que se avaluó en 660 reales. Aunque pueda parecer una proporción baja para el número de inventarios estudiados, el rosario fue una de las joyas más presentes entre los bienes del ornato de las cacereñas, como veremos al referirnos a los de plata, y el hecho de que encontremos media docena de ellos en oro sólo reafirma la extendida costumbre de poseer y rezar el rosario en familias de todos los estratos sociales.

Anillos y sortijas Los anillos y sortijas son bastante menos frecuentes que pendientes, gargantilla y colgantes, en línea con lo observado en algún estudio publicado sobre inventarios de esta misma época en una zona española culturalmente muy próxima, como León (Casado, 1993: 255); con todo y con eso encontramos la referencia de 136 de estas piezas repartidas entre 40 de los inventarios analizados, y por lo que respecta a la frecuencia de su aparición, parece que su presencia en las dotes y particiones de bienes se mantiene a lo largo de todo el periodo estudiado, si bien es ligeramente más alta en la primera mitad del siglo XIX, alcanzando el 30 % de los inventarios en el periodo entre 146

AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Donis García, Cáceres, 1820. PN3.770. Fols. 194v-198. 78


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I 1821 y 1840, y descendiendo levemente en épocas posteriores, quedándose en el 20 % de los años transcurridos entre 1881 y 1901. Debido a lo somero de la mayor parte de las descripciones, sabemos poco de los anillos y las sortijas, como tampoco vemos un criterio claro para poder distinguir anillos de sortijas, puesto que diamantes y otras piedras, al igual que el esmalte, se mencionan tanto en unos como en otras. En la dote de la cacereña Francisca Bravo, por ejemplo, se mencionan “unos anillos de oro” tasados en 20 reales y una sortija del mismo metal que valió 80; y lo mismo sucede en el testamento de Josefa Guillén, que en 1822 legaba cuatro anillos de oro y una sortija de lo mismo147. Tres sortijas de oro formaban parte de la dote de María Nolivos Gironda (1813), de ellas, una que era de oro francés se tasó en 20 reales, lo mismo que otra que era esmaltada, y hasta en 80 reales fue valuada la tercera, de la que se dice que llevaba un diamante, y otras dos sortijas “de diamantes” aparecen en la dote de Eugenia Martín de la Calle (1847), siendo la primera de un gran valor, 400 reales, y la otra de 120; de diamantes es también una sortija valorada en 88 reales que aportó María Merino Pardo a su matrimonio en Plasencia en el año 1847, junto con otras tres sortijas de oro. Particularmente rica es, en este sentido, la dote que aportó María de la Asunción Golfín, la cual incluyó “tres sortijas, una con reloj, otra ovalada y otra cuadrada, todas guarnecidas de diamantes”, así como “Una sortija grande en figura de barco con un reloj en ella guarnecida de perlas”. El testamento de Manuela Topete y Ulloa, fallecida en Cáceres en 1820, incluye una “sortija de brillantes de tablerillo”, y otra sortija más con cinco brillantes148. Así mismo, “una joya de ensaladilla de diamantes, rubíes y esmeraldas” se menciona en el testamento de la placentina Petra Pizarro. De esmeraldas eran cinco sortijas que se mencionan en la dote de María Juana Garrido (Cáceres, 1798), y otra más se cita en la dote de Josefa Pérez de la Madrid, casada en Cáceres en 1804, donde además aparece también una sortija de diamantes; una sortija con tres esmeraldas se cita en la dote de Petronila Narcisa del Moral (Cáceres, 1808), y en Plasencia leemos en el testamento de Petra Pizarro (1819) que lega una sortija “con una esmeralda” y otra “de brillantes y campo azul”. También María Concepción Rodríguez dejó entre sus bienes, en 1825, ocho sortijas, de las que una era de esmeraldas y otras dos “de piedritas”. Acaso fuesen esmeraldas, a juzgar por el valor que se le adjudicó, de 80 reales, las “piedras verdes” que ornaban el anillo que formaba parte de la dote de Francisca Neila, de Casar de Cáceres, casada en 1830149. Así mismo, un anillo con un topacio, de un valor de 60 reales, aparece en la dote de Ana Mariño (Cáceres, 1819), acompañado de otro de diamantes, tasado en 140 reales, y otro anillo “con tres piedras finas” más modesto, pues se valoró en 30 reales, y dos anillos de oro con topacio se mencionan en la dote de María Botejara, de Montehermoso, valorados ambos en 50 pesetas. Sortijas de oro con topacios aparecen así mismo en la testamentaría de Jacinto Garrido (Cáceres, 1829) con un valor de 30 reales, y en la dote de Guadalupe Mora (Cáceres, 1839), tasada sólo en 28 reales. También se menciona una sortija con cinco perlas, que se avaluó en 40 reales, entre los bienes legados por José García Carrasco en 1825. Entre la multitud de anillos y sortijas de oro citados, destacamos el mencionado en la dote de Ana de León García, casada en Plasencia en 1850, que aportó un anillo con diamantes tasado en 80 reales,

147 148 149

AHPC. Protocolo Notarial de Jacinto de las Heras, Cáceres, 1822. PN3.849. Fols. 11v-15. AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Donis García, Cáceres, 1820. PN3.770. Fols. 112v-114v. AHPC. Protocolo Notarial de José Gómez González, Cáceres, 1830. PN3.848. Fols. 94-95v. 79


Juan Manuel Valadés Sierra otro “de oro llano”, de 40 reales, y otro de oro con aljófar, valorado en sólo 30 reales150, mientras que el oro francés lo volvemos a encontrar en tres modestas sortijas que estaban entre los bienes de la dote de María Herrero (El Cabrero, 1849), que fueron valoradas en 20 reales cada una. Por otro lado, una sortija de oro dejó Antonia Sevillano en su testamento (Cáceres, 1798), y lo mismo hizo María Candelas el mismo año en Sierra de Fuentes 151; hasta nueve sortijas, valoradas en 360 reales, aportó a su matrimonio en 1816 María de la Concepción Puche, en Cáceres. Cuatro anillos de oro, valorados en 120 reales, formaban parte de la dote de Eugenia Muñoz, casada en Plasencia en 1819, y otros dos aportó Gertrudis Morán a su matrimonio con Juan Valentín Montero en Zarza la Mayor (1830). En la dote de la albercana Juana Martínez (1839) aparecen otros tres anillos áureos, dos de los cuales se valoran en cincuenta reales, y el tercero, más valioso, en sesenta, mientras que sólo 10 reales fue el valor en que se tasó una sortija vieja que formó parte de los bienes de Antonia Serrano (Plasencia, 1844); ya en 1865, como parte de la dote de Antonia Moreno Oliva, se mencionan dos anillos de oro tasados en 16 pesetas el par, y otra sortija de oro, de 30 pesetas de valor, aparece en la dote de la montehermoseña Adelaida Yáñez López, casada en 1879152. En la legítima de los bienes que le correspondieron por herencia de su madre, que recibió en 1883 Antonia Rosa Antúnez, de Aceituna, aparecen siete anillos de oro, que se tasaron en 105 pesetas153; Un tipo que sólo vemos citado en la dote de María Juana Garrido, casada en Cáceres en 1798, es la sortija “de retrato”, de la que se mencionan dos ejemplares, junto a las cinco sortijas de esmeraldas que ya hemos mencionado. Entre los pocos anillos y sortijas hechos por orives extremeños que hemos documentado en nuestro trabajo de campo, éste es un tipo que parece haber tenido larga duración. Sólo en dos inventarios se incluyen anillos con filigrana, el primero de ellos es el de los bienes de Gregoria Oliva, casada en 1850, se cita “una sortija de oro feligranada”, tasada en 40 reales, y “otra de oro y piedra color de caramelo” del mismo valor; cabe suponer que, cuando no se mencionan, la mayor parte de anillos y sortijas carecían de engarces, y que probablemente tampoco presentaban decoración de filigrana, pero en el caso de estas dos últimas piezas se nos cita no sólo el uso de esta técnica, sino también la presencia de una piedra de un valor bastante limitado, ya que el anillo que la tiene engastada no supera la tasación de la sortija que carece de pedrería, por lo que tal vez se tratara de una calcedonia o de un cuarzo ahumado de tono acaramelado. El otro caso es el inventario de los bienes de Sabas Simón Oliveros (1865), que incluye dos anillos valorados en 80 reales cada uno, más otro “filigranado” que se valoró menos que los otros, en 70 reales.

Pulseras Las pulseras, o manillas, son mucho más escasas en la documentación estudiada que el resto de joyas de oro, ya que sólo aparecen en cuatro de los inventarios analizados, y en número que en 150 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Moreno Gamonal, Plasencia, 1850. PN1.775. Fols. 389-392v. 151 AHPC. Protocolo Notarial de Pedro Vigil de Quiñones, Cáceres, 1798. PN4.440. Fols. 22-23v. 152 AHPC. Protocolo Notarial de León García Criado, Montehermoso, 1880. PN5.187. Instrumento nº 13. Fols. 39-43. 153 AHPC. Protocolo Notarial de León García Criado, Montehermoso, 1883. PN5.189. Instrumento nº 51. Fols. 177-182v. 80


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I total no llega a la docena. Formando parte de un aderezo se citan unas pulseras, sin especificar número, en la dote de Polonia Tostado fechada en Cáceres en 1780, y un par de ellas mucho más ricas, valoradas en 440 reales, aparece descrito como “con vidrio azul guarnecidas de diamantes y 24 rubíes” en los bienes legados por Josefa María de Sierra Sarria (1806). También de una riqueza excepcional debían ser las que se citan entre los bienes aportados al matrimonio por María de la Asunción Golfín en Cáceres en 1806, ya que se describen como dos pares de “pulseras de perlas y diamantes”. Y finalmente, una pulsera de oro, valorada en diez pesetas, fue una de las joyas que aportó en su dote Isidora García Vacas, casada en Serradilla en 1901 154. En definitiva, vemos que se trata de una joya de uso menos extendido que el resto del aderezo, ciñéndose su presencia a unos pocos casos que casi siempre se tratan de excepcionales acumulaciones de alhajas propias de familias enriquecidas.

Botones Son muy pocos los casos en que se mencionan botones de oro en las cartas dotales e inventarios de bienes post mortem que hemos podido analizar, prácticamente todos los casos se sitúan en la primera mitad del siglo XIX, dando la impresión de responder a una moda propia de épocas anteriores que estaba ya en trance de desaparición. En general suelen ser botones destinados a la indumentaria masculina, así, los primeros que nos encontramos son “dos botones para los puños de oro” que formaron parte, en 1806, de los bienes dejados en testamento por la tantas veces citada Josefa María de Sierra Sarria; así mismo, encontramos la referencia de un par de botones “pa. el cuello”, valorados en 20 reales, que aportó en su dote Manuela Clavero, casada en 1835 en Zarza la Mayor con Antonio Jesús Alemán, y también debe ser para uso masculino el par de botones de oro “pa. la camisa”, tasados también en 20 reales que aparecen en la dote de la hermana de la anterior, María del Carmen Clavero, casada en 1837 también en Zarza la Mayor con José Gregorio Gazapo. Muy interesante es la referencia que podemos leer en el inventario de los bienes del difunto Manuel González, fechado en Plasencia en 1848, donde se mencionan “Doce votones de oro feligranados” que fueron valuados en 40 reales, testimonio claro del uso de la filigrana en este tipo de piezas durante la primera mitad del siglo. Mucho más ricos debieron ser los botones, cuyo número no se especifica, que aportó María Jesús González Castro a su matrimonio con Faustino de Mendoza en 1849 en Ceclavín, pues se tasó el conjunto en 280 reales, mientras que desconocemos el valor de los botones, que junto a una gargantilla y una venera eran todas las alhajas que integraban los bienes legados en testamento por Calisto Montero y Gregoria Prieto en Ceclavín 1852155. Un botón de oro se cita entre los bienes de Inés Codina (Ceclavín, 1858), y es la última referencia de ellos que hemos encontrado, como si los botones de oro hubieran pasado desde esos años a formar parte de una moda pasada, siendo sustituidos por los de plata, mucho más accesibles.

154 AHPC. Protocolo Notarial de Antero Iglesias Garrido, Montehermoso, 1901. PN5.425. Instrumento nº 6. Fols. 15-22. 155 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1852. PN1.107. Instrumento nº 67. Fols. 91-94. 81


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Otras joyas de oro Además de las ya descritas, leemos la referencia de un reducido número de joyas que no se encuadran en ninguno de los tipos ya mencionados; se citan tanto joyas de uso masculino como femenino, con valores que en ningún caso pueden calificarse de ricos. Así, Antonia Serrano, de Plasencia, legó en 1844 “Un lacito de aljofar con perilla” que fue tasado en 170 reales, mientras que la ceclavinera María Josefa Carbajo incluía en su dote unos gemelos de oro; el resto de joyas son alfileres y otras joyas de oro que las mujeres llevan en la cabeza; así, la rica dote de María de la Asunción Golfín (1806) incluyó “una piocha de oro para la cabeza que figura un pájaro”, así como dos flores de oro para el pelo y una diadema también de oro, y entre los bienes legados en 1830 por Jacinto Garrido se menciona también “un alfiler de oro con un topacio”. El resto de menciones carecen de descripción u otros datos útiles; un alfiler valorado en 40 reales, había pertenecido a la ceclavinera Inés Codina, mientras que otros dos alfileres para el pelo se mencionan entre los bienes de la legítima de la herencia de Antonia Rosa Antúnez, de Aceituna, uno de ellos de 10 pesetas de valor y el otro de 50.

Alhajas de plata De los 163 inventarios analizados se colige, así mismo, que la plata estuvo siempre presente entre los bienes que integraban las dotes de las mozas que se casaban en estos pueblos cacereños al igual que en el patrimonio que era legado a sus herederos por quienes fallecían; realmente el número de joyas de plata es sensiblemente menor que las de oro en los inventarios estudiados, pero encontramos un elevado número de piezas de plata que no consideramos propiamente como joyas, se trata sobre todo de cubiertos y botones. Todo ello hace que en un recuento general, encontremos un total de 1.033 objetos de plata frente a 762 de oro, lo que no debe ocultar la realidad de que en el periodo utilizado las joyas destinadas al adorno corporal eran mayoritariamente de oro, siendo minoría las argénteas y más abundantes en aquellos inventarios cuyas alhajas alcanzaron un menor valor. En todo caso, un análisis diacrónico permite apreciar un significativo aumento de las joyas de plata al final del periodo estudiado, como si se produjera una progresiva popularización de las mismas al mismo tiempo que el precio del oro subía hasta cotas que lo hicieron inaccesible para muchas economías familiares de la provincia. Pasamos a presentar las piezas de plata que se mencionan en los inventarios, las cuales resumimos en las tablas que presentamos a continuación.

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Cubiertos Entre las piezas de plata reseñadas destacan, sobre todo en el primer tercio del siglo XIX, los cubiertos para el servicio de mesa, que aparecen en 58 de los 163 inventarios que hemos estudiado; en general nada se dice de sus características y suelen citarse sin especificar el número de piezas, citados como “dos cubiertos” o apenas descritos como cuchillos con el mango de plata. Sólo en casos de una riqueza espectacular, como el inventario de bienes dejados por José García Carrasco, se especifica algo más sobre los tipos y tamaños; en este caso, contabilizamos un total de 106 piezas, a saber 30 cuchillos con puño de plata, 23 “cubiertos de plata de moda lisos”, 14 cubiertos de plata labrados, 27 cucharitas de plata “para dulce”, otras cuatro cucharas antiguas, dos cuchillos pequeños, tres cucharones grandes, un tenedor trinchante con puño de plata y otro cuchillo más con puño de plata, valorado todo en nada menos que 6.710 reales. Igualmente, los bienes legados por María Josefa de la Sierra Sarria en 1806 incluían un total de 57 piezas, con 32 cubiertos y un cucharón, que pesaron 191 onzas y media y alcanzaron el valor de 3.810 reales, y 24 cucharillas “de dulce” que pesaron 15 onzas y seis ochavas, siendo tasadas en 315 reales. También merece mención el inventario post mortem de los bienes de María Collado (Cáceres, 1785), que recoge 35 piezas, repartidas en seis cubiertos de 28 onzas de peso, 15 cucharas y nueve tenedores con 41 onzas de peso, dos cuchillos con puño de plata de tres onzas y media de peso, un cucharón de plata de nueve onzas, y un juego de cuchillo y tenedor de acero con mango de plata, que pesaba dos onzas y media, todo ello valorado en 1.680 reales. Y, por citar algún caso más, destacaremos el inventario de los bienes relictos tras la muerte de Jacinto Garrido (Cáceres, 1829), en el que aparece una docena de cubiertos de plata que pesaron 56 onzas y media “y poco más de un adarme”, seis cucharillas de plata “para tomar café” con un peso de cinco onzas y tres adarmes, dos cuchillos con puño de plata y un cucharón de plata de siete onzas y casi dos adarmes de peso; todo el conjunto fue valorado en 1.270 reales, evaluándose la onza de plata entre 15 y 18 reales. Mención especial merece el cubierto de plata que llevaba grabadas las iniciales “A. F.” que formaba parte de los bienes de la legítima de la herencia de su madre que recibió en 1880 el orive de Montehermoso Ángel Fatela, el cual fue valorado en 27 pesetas y 50 céntimos156.

Hebillas Mucho más raras que los cubiertos, aunque también relativamente abundantes, se citan hebillas de plata en veinte de los inventarios analizados, y únicamente en los primeros tiempos; se trata de un elemento ligado al calzado que se usaba sobre todo en el siglo XVIII, de manera que a lo largo del Ochocientos va desapareciendo paulatinamente, hasta el punto de que no hemos podido documentar hebillas de plata en ningún inventario posterior a 1849. En general, se citan simplemente como “unas hebillas”, sin especificar la cantidad, por lo que entendemos que en estos casos se refieren a un par de hebillas, como corresponde al calzado; las primeras que encontramos son las de la dote de Polonia Tostado, de 1780, que se valoraron en 40 reales; más ricas debieron ser las que se citan cinco años más tarde entre los bienes legados por María Collado, pues dos pares se tasaron en 160 reales. Las de la dote de Juliana Pérez (Plasencia, 1807) fueron valoradas en 90 reales, y las de Antonia Palacios, casada en Alcántara en 1824, ascendieron hasta los 110 reales157; debieron ser similares las de la dote de Joaquina Calvo, casada 156 AHPC. Protocolo Notarial de León García Criado, Montehermoso, 1880. PN5.187. Instrumento nº 56. Fols. 163-165v. 157 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe Cabañas Navarro, Alcántara, 1824. PN210. Fols. 72-73v. 88


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I en Cáceres en 1817, que se avaluaron en 100 reales. Las de mayor valor son las que se mencionan en la dote de Jacinta Nacarino, casada en Cáceres en 1820, a las que se atribuyó un precio de 120 reales158.

Botones También encontramos referencias a los botones sobre todo en la primera mitad del siglo, aunque no llegan a desaparecer del todo; sólo se mencionan en catorce de los inventarios y no adquieren, por lo general, un valor muy elevado. En la dote de Manuela Clavero, casada en 1835 con Antonio Jesús Alemán, aparecen ocho botones de plata para los puños de las camisas, más nueve para la pechera, valorados en total en 27 reales, mientras una docena y media de ellos, más otro par “pª puños”, valorados en cincuenta reales, se mencionan en la dote de Zoila de Aguilar, casada en 1828 con Francisco Montero Herrero; dieciocho “botones de plata con muletilla para chalecos” valorados en 54 reales se incluyen en la dote de María Maisonaba, casada en 1838 con Juan González Parro. Por el número de los botones, destaca la dote de Isabel Lorenza Vergel (Cáceres, 1805), en la que se citan dos docenas, valorados en 60 reales, y lo mismo sucede con la dote de María Magdalena Andrada, casada en Casar de Cáceres en 1813, aunque éstos debían ser más modestos, pues se avaluaron en 36 reales. En diferentes inventarios simplemente se citan botonaduras sin especificar el número de piezas que la componen, aunque en general deben estar en torno a la docena en cada caso; suponemos que así es en el testamento de Antonio Pulido, dado en Cáceres en 1805159, al igual que en la dote de Teresa Morante (Plasencia, 1821), donde solamente se menciona la botonadura de plata tasada en 80 reales. Un caso que merece la pena citar es el de los botones “de plata guarnecidos de rubíes” que estaban entre los bienes de Josefa María de Sierra Sarria, pero para el objeto de nuestro trabajo son importantes los “botones de plata de feligrana”, valorados sólo en 12 reales, que se citan en la dote de Francisca Romero (Cáceres, 1817)160, al igual que la “docena de botones de plata afeligranados”, que se valoraron en 20 reales y que aparecen citados entre los bienes aportados a su matrimonio por Francisca Bravo en Cáceres en 1821. Vemos, pues, que la existencia de botones de filigrana, acaso similares a los que posteriormente serán conocidos como “botones charros”, ya era una realidad en Cáceres en la segunda década del siglo XIX, y probablemente también antes de esas fechas. El último caso en que aparecen botones de plata data de 1873, en Montehermoso, entre los bienes legados por la mencionada Isabel Gutiérrez Domínguez, donde podemos ver que dos docenas de botones viejos de plata fueron valoradas sólo en una peseta.

Rosarios Aparte de los tipos ya mencionados, la joya de plata más popular en la documentación estudiada son los rosarios, que aparecen en 40 de los inventarios que hemos tenido ocasión de estudiar, siendo frecuente que en algunos de ellos aparezca más de uno, pues contabilizamos un total de 68 rosarios en los diferentes documentos citados. En general, se aprecia que el uso de rosarios de plata es más frecuente al inicio del pe158 159 160

AHPC. Protocolo Notarial de Juan Avalet, Cáceres, 1822. PN3.526. Fols. 16v-18. AHPC. Protocolo Notarial de Pedro Vigil de Quiñones, Cáceres, 1805. PN4.440. Fols. 34-36v. AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Donis García, Cáceres, 1819. PN3.770. Fols. 7-9v. 89


Juan Manuel Valadés Sierra riodo analizado, estando presente en el 46 % de los inventarios de bienes fechados entre 1780 y 1800; posteriormente esa presencia se va reduciendo hasta quedarse prácticamente en la mitad al final del siglo XIX; así mismo, comprobamos que es más frecuente la mención de los rosarios de plata en las dotes e inventarios de bienes legados en testamento en ámbitos urbanos, con particular protagonismo en Cáceres y Plasencia. El valor que alcanzaron los rosarios en las tasaciones periciales es muy variable, desde los 8 reales en que se evaluó el rosario “menudo para la gargantilla” que estaba en la dote de Petronila Narcisa del Moral, casada en Cáceres en 1808, hasta los 173 que valió el “rosario de plata zahumado con un cristo de oro labrado” que estaba en la dote de Damiana Serradilla, fechada en Plasencia en 1817. El de Petronila es el único caso que hemos visto en que el rosario seguramente era utilizado como joya para el cuello, al igual que se documenta en otras zonas de nuestro país; por su parte, es muy común que se mencionen las medallas y cristos que pendían de los rosarios, lo vemos desde el principio del periodo estudiado en 1780, en la dote de Polonia Tostado, que incluía tres sencillos rosarios de 20 reales cada uno “con sus medallas” o en los de la dote de María Asunción González (Cáceres, 1784), en la que se mencionan tres rosarios, dos con cinco medallas y cruz engarzada en plata, y el otro “con cruz estrellada”161. También se menciona un rosario “estrellado con un cristo de Burgos y tres medallas de plata” en la dote de Juana Torres, casada en 1808 en Cáceres162, al igual que otros “dos rosarios finos, con cuatro medallas, dos grandes y dos pequeñas, y sus borlas de seda” que se citan en la dote de Isabel Godoy, casada en Malpartida de Cáceres en 1817163. En el inventario que recoge la dote de Antonia Hernández (Plasencia, 1815) se mencionan dos rosarios, uno sobredorado y el otro “de plata, con otras frioleras de oro”, de los que no se especifica valor por separado del resto de alhajas inventariadas; otro “rosario con cruz, engarzado en plata” tasado en 30 reales, estaba entre los bienes legados por Antonia Serrano en 1844, y otro más en la dote de Inés Codina, con un valor de 20 reales. También el inventario de los bienes relictos de Manuel González recoge cuatro rosarios, uno de cuentas blancas engarzado de plata con cuatro medallas y una cruz, que valía 50 reales, otro igual con cuentas “de color venturina” y cinco medallas, de 40 reales, el tercero “blanco de plata” de sólo 30 reales y el último, más valioso, con cuentas azules engarzadas en plata, de 72 reales; otro rosario de plata con seis medallas, evidentemente más modesto, estaba entre las alhajas de la dote de María Merino Pardo (Plasencia, 1849) y sólo recibió la tasación de 14 reales. En dos casos, la dote de María Guadalupe Pilar (Cáceres, 1783)164 y la de Juana Torre (Cáceres, 1808) se mencionan rosarios definidos como “rosario del terebinto”, en alusión al árbol de largo y abundante ramaje que se cita en el libro del Eclesiástico y se asocia a la Virgen María. El coral aparece en dos rosarios de la dote de Antonia de la Paz Blázquez (Cáceres, 1839) y en otro del mismo año de la dote de Guadalupe Mora, al igual que vemos en el testamento de María Concepción Rodríguez, fallecida en Cáceres en 1825, que incluía un rosario de corales engarzado en plata con una crucecita de lo mismo y otro rosario de azabache con crucecita de plata sobredorada, uno de los escasísimos casos en que el azabache aparece en los inventarios analizados.

Cruces En 15 de los inventarios encontramos la mención de cruces o crucifijos de plata, más abundantes en las primeras décadas del periodo elegido, aunque no desaparecen en ninguna de las fases de los ciento 161 162 163 164

AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Andrada Rodríguez, Cáceres, 1784. PN3.516. Fols. 27-30. AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Hernández, Cáceres, 1808. PN3.849. Fols. S.f. AHPC. Protocolo Notarial de Juana Avalet, Cáceres, 1826. PN3.527. Fols. 184v-187v. AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Andrada Rodríguez, Cáceres, 1783. PN3.516. Fols. 116-119. 90


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I veinte años del estudio. El valor de las cruces citadas no suele ser demasiado alto, oscilando entre los 4 reales de la cruz de plata “afeligranada” que se menciona entre los bienes legados en 1825 por José García Carrasco y los 80 que alcanzó la tasación de una cruz grande engarzada en plata incluida entre los bienes dejados tras su muerte por María Collado en 1785. Del resto de cruces y cristos que se mencionan, destacaremos la cruz de Caravaca que formaba parte en 1783 de la dote de María Guadalupe Pilar, que solamente alcanzó el valor de 8 reales, así como los cristos que aparecen en la dote de Catalina Paredes (Cáceres, 1785)165, en el testamento de Juana Juliana Velázquez (Cáceres, 1805)166 y en la dote de Francisca Bravo (Cáceres, 1821). En la dote de María Pérez, casada en Plasencia con Antonio Ruiz en 1813, había “Un Christo de Plata zaumado de oro” que fue tasado en 20 reales y una caja de plata de 30 reales, y una cruz de plata se cita como parte de la dote aportada en 1861 por Fausta Roncero a su matrimonio con Gabriel Sánchez en Montehermoso167; así mismo, dos cruces de plata “de penachos” aparecen entre los bienes legados en su testamento por Isabel Gutiérrez Domínguez, fallecida en Montehermoso en 1873, y una cruz de Montserrat se cita en el testamento de Antonia Sevillano (Cáceres, 1798).

Pendientes Los pendientes de plata son una joya todavía escasa en el periodo estudiado, puesto que sólo se mencionan en cinco casos del total de inventarios analizados; aparecen unos pendientes de plata, de sólo 5 reales de valor, citados entre los bienes de la dote de Salustiana Gil, de Villar de Plasencia, casada en 1827 con José Ramos. Mayor valor adquieren los pendientes de plata sobredorados de la dote de María Prudencia Calvo, que se avaluaron en 1805 en 30 reales168. Otros pendientes de plata se citan en la dote de Isabel Godoy en 1817 y en los bienes aportados a su matrimonio por Inés Molano (Arroyo de la Luz, 1839); finalmente, en la legítima de Antonia Rosa Antúnez, que le fue entregada en 1883, se menciona “un aderezo de plata”, único caso que hemos constatado. En todo caso, reseñamos la escasa representatividad de estos pendientes, de los que ni siquiera se cita el tipo a que corresponden, a diferencia de la detallada tipología que hemos visto reflejada en el caso de los pendientes de oro.

Anillos y sortijas Si escasos son los pendientes de plata, los anillos y sortijas de este metal son aún más raros, pues sólo aparecen en tres casos de todos los estudiados, y todos ellos fechados antes de 1810 con valores atribuídos de menos de 10 reales. En la dote que Juliana Pérez, de Plasencia, aportó a su matrimonio en 1807 con Manuel Marín se incluían dos sortijas de plata valuadas en 8 reales, y otras dos de la mitad de valor aparecen en la dote de María Guadalupe Pilar, de 1783. La dote de María Asunción González (Cáceres, 1784) merece especial mención, puesto que además de dos sortijas de plata que valían 40 reales aparecen citadas “dos tumbagas” que fueron avaluadas en 16 reales, es decir, anillos o sortijas hechos con una aleación de oro y cobre, caracterizada por ser bastante quebradiza.

165 AHPC. Protocolo Notarial de Francisco Andrada Rodríguez, Cáceres, 1785. PN3.516. Fols. 93-96. 166 AHPC. Protocolo Notarial de Faustino Gómez, Cáceres, 1805. PN3.838. Fols. 178v-179v. 167 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Rosado Cuadrado, Montehermoso, 1860. PN3.307. Instrumento nº 23. Fols. 57-58v. 168 AHPC. Protocolo Notarial de Pedro Vigil de Quiñones, Cáceres, 1805. PN4.440. Fols. 92-95v. 91


Juan Manuel Valadés Sierra

Dedales En ocho de los inventarios estudiados se incluían dedales de plata; uno de ellos, tasado en 10 reales, estaba entre los bienes de María Nolivos (Plasencia, 1813), al igual que se cita otro dedal entre los bienes dotales de Inés Codina (Ceclavín, 1860). Pero en general los dedales suelen aparecer acompañados de alfileteros de plata, ya que eran parte de un mismo juego; son los casos de la dote de Juliana Gómez Molano, casada en Cáceres en 1817169, en que el juego se valoró en 40 reales, el de Ana Mariño (1819), el de Guadalupe Mora (Cáceres, 1839) o el de Gregoria Oliva, casada en Zarza la Mayor en 1850, entre otros. También se cita un dedal de plata “y unas tijeras nuevas”, que se valoraron en 20 reales, entre los bienes de la dote de Ana Mariño Macayo, casada en Cáceres en 1819. Un alfiletero de nácar y unas tijeras de plata se mencionan también en la dote de Polonia Tostado, casada en Cáceres en 1780.

Otras alhajas – Medallas y amuletos: En catorce de los 163 inventarios se mencionan medallas, dijes, y otros colgantes de plata para el cuello; desde un San Miguel de plata dorada que en 1780 se incluía en la dote de Polonia Tostado a las medallas de la Virgen de la Montaña, que aparecen en el inventario de bienes legados por María Collado (Cáceres, 1785) y en las dotes de María Juana Garrido, de 1798, y de Francisca Bravo (Cáceres, 1821). En este último inventario aparecen también otras medallas, concretamente de la Virgen del Sagrario, de Toledo, de la Virgen del Carmen, de San Antonio y de Nuestra Señora de Valvanera; también la dote de María Collado incluía un San Antonio y una Virgen del Pilar de plata, y en el testamento de María Domínguez Gutiérrez, fallecida en Montehermoso en 1895, se mencionan “tres santos para el cuello”170, colgantes más frecuentes en las collaradas salmantinas o leonesas que en las cacereñas. Por lo demás, se citan numerosas medallas y medalloncitos de plata de distintos tamaños, además de un par de cadenas de plata, una en la dote de Victoria Rubio (Cáceres, 1820) y otra en el testamento de María Concepción Rodríguez (Cáceres, 1825), esta última sobredorada con un dije de perlitas. Además de las medallas, aparecen otros colgantes, como un corazón de plata, a juego con unos pendientes del mismo metal, que estaban en la dote de Inés Molano (Arroyo de la Luz, 1839), y amuletos de distintos tipos, como “una mano de tejón engarzada y unos evangelios” que se mencionan entre los bienes de María Collado, varios dijes en plata, uno de coral y una castaña de Indias, que se valoraron en 30 reales y se incluían en la dote de Juana Gómez, casada en Cáceres en 1800. – Relicarios: Aunque no suelen aparecer especificadas las reliquias que contienen, en varios de los conjuntos de joyas se señala la presencia de relicarios de plata; así, la dote de la cacereña María Asunción González comprendía en 1784 “seis relicarios grandes y medianos”, también un relicario de plata se menciona un año más tarde entre los bienes de la dote de Catalina Paredes, y otros cinco relicarios argénteos estaban entre los bienes dotales de María Juana Garrido (1798). Otros dos relicarios aparecen citados entre los bienes de la herencia de Juan Narciso Martín Vega, que se liquidó en Serradilla en 1901171. 169 AHPC. Protocolo Notarial de Manuel Antonio Sanabria, Cáceres, 1826. PN4.305. Fols. 70-71v. 170 AHPC. Protocolo Notarial de Víctor López Arrojo, Montehermoso, 1896. PN5.272. Instrumento nº 38. Fols. 145-229. 171 AHPC. Protocolo Notarial de Antero Iglesias Garrido, Montehermoso, 1901. PN5.425. Instrumento nº 34. Fols. 150-162. 92


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Finalmente, citaremos el “relicario de plata con cristales que contiene un pedacito de la Cruz de Ntro. Señor Jesucristo”, que se menciona en el testamento que María de la O Vera dejó a su fallecimiento en Cáceres en el año 1825, único caso en que se especifica el tipo de relicario, de vidriera, y su contenido. – Campanitas y sonajeros: Aditamentos de lujo asociados a familias pudientes, encontramos unas pocas campanitas y sonajeros, aquí llamados cascabeleros, entre los inventarios estudiados. Tal es el caso de la campanita de plata que pesó dos onzas y media y el “cascabelero” de igual peso que, pertenecientes a los bienes legados por María Collado en 1785, fueron valorados en 50 reales cada uno; también una campanita y “una cascabelera de sirena” se mencionan en la partición de los bienes dejados a su fallecimiento, en 1795, por la tornavaqueña Teresa Martín Jiménez172. Una campana, también argéntea, que alcanzó la valoración de 56 reales, figuraba en la carta dotal de Gertrudis Morán (Zarza la Mayor, 1830); y una cascabelera de plata, tasada en 80 reales figura como parte de los bienes de la ceclavinera Paula Buenavida Caballero, madre del orive Manuel Tomé Buenavida, fallecida en 1865173. Otra cascabelera, y una campana de plata, de 25 reales de valor cada una, aparecen entre los bienes de Sabas Simón Oliveros. – Piezas de vajilla: Entre el resto de piezas de plata, de diversos usos, que se mencionan en los inventarios seleccionados, destacan las que pudieron formar parte de vajillas o estaban destinadas al servicio de la casa. Las cajas y cajitas de plata se citan en algunos casos, casi siempre de pequeño tamaño, tal como sucede con las dos cajas, una de ellas de dos onzas y media de peso, y la otra “de nuez con engaste de plata” que Polonia Tostado aportó como parte de su dote en 1780; otras dos cajas de plata, una de ellas citada junto con un alfiletero y la otra sobredorada y grabada, encontramos entre los bienes legados por María Collado en 1785, al igual que en la testamentaría de Josefa María de Sierra Sarria, donde se menciona “un cofrecito, bandeja y cestillo, todo afeligranado” de más de 20 onzas de peso, que se valoró en 415 reales. Otras cajas de plata se mencionan en la dote de Francisca Bravo (1821) y en el testamento de Josefa Guillén, que falleció en Cáceres en 1822, pero el único caso en que se especifica el uso de la cajita es el testamento de la cacereña Agustina Ojalvo, que en 1825 legó entre sus bienes “una caja de plata para tabaco”174. El azafate, especie de canastillo de plata, es mencionado en algunos de los inventarios, alcanzando en algunos casos un elevado valor por su considerable peso; así, un azafate de libra y media de peso, valorado en 480 reales, formaba parte de los bienes dejados tras su fallecimiento por María Collado; otros azafates estaban entre los bienes legados por Antonia Sevillano en 1798 y en la dote de Victoria Rubio (Cáceres, 1820), aunque también merece mención el que estaba entre los bienes de la testamentaría de Jacinto Garrido, que alcanzó un peso de trece onzas y media y cuatro adarmes, siendo valuado en 248 reales. Entre las piezas propias de la vajilla vemos un buen número de ellas, generalmente de valores elevados en atención a su peso; un plato de plata labrada dejó Antonia Serrano entre sus bienes, tasado en 278 reales (Plasencia, 1844), seis platos y una mancerina de plata, valuado todo ello en 172 AHPC. Protocolo Notarial de Antonio Díaz Ceballos, Cáceres, 1795. PN3.762. Fols. 57-68. 173 AHPC. Protocolo Notarial de Felipe González Serrano, Ceclavín, 1865. PN1.113. Instrumento nº 54. Fols. 340-380v. 174 AHPC. Protocolo Notarial de Faustino Gómez, Cáceres, 1825. PN3.841. Fols. 23-24. 93


Juan Manuel Valadés Sierra 2.160 reales, estaban entre los bienes dotales de Francisca Díez Montoya (Cáceres, 1820), y dos palanganas, un vaso, un cuenco y una mancerina de plata que estaban en la partición de bienes de José García Carrasco alcanzaron el valor de 1.471 reales. También se citan seis mancerinas de plata en el testamento otorgado por Petra Pizarro en Plasencia en 1819, por cierto que en todos estos casos, se utiliza el término “marcelina” para designar estas piezas. Pero merecen especial mención, en este sentido, tres inventarios que se sitúan entre los más ricos que hemos tenido ocasión de analizar; por un lado, el de los bienes legados en testamento por María Collado (Cáceres, 1785), que cita entre otras muchas alhajas dos salvillas de plata que pesaron juntas tres libras y cuatro onzas y media, con un valor de 1.050 reales, y un vaso de plata valorado en 70 reales, además del azafate que ya hemos citado. El segundo de estos inventarios es el de la testamentaría de Josefa María de Sierra Sarria, que incluyó cuatro salvillas de plata que pesaron juntas 200 onzas, además de 30 platos de 473 onzas de peso, una mancerina de nueve onzas y un cáliz con su patena y cucharilla de 30 onzas y media, todo de un valor total de 14.270 reales. Y por último tenemos que referirnos a la dote entregada a su matrimonio con el Marqués de Torreorgaz y Camarena por Ramona de Ortega y Jaraba, que incluyó “Treinta y tres y media libras de plata labrada, que se compone de cubiertos, escribanías, salvillas, candeleros, palangana y jarro, trabajada en la Real Fábrica de Martínez en Madrid, y parte de ella en Córdoba, tasada cada onza en 20 rs., total 10.080 rs.”. El resto de piezas de plata que mencionan los inventarios se resumen en alguna escribanía de plata además de la mencionada en la dote de Ramona de Ortega, como es la que se cita en los bienes relictos de Josefa María de Sierra Sarria, de 1.670 reales de valor, o las que aparecen en el testamento de Petra Pizarro y en las capitulaciones matrimoniales de José Colón de Toledo y María de la Asunción Golfín. Así mismo, vemos “un estuche de concha para afeitar guarnecido de plata” y “un coco de Indias guarnecido de plata” en la dote de Ramona de Ortega y Jaraba, y un juego de afeitar “con su palangana, collarín, jabonero y jarro” que se tasó en 1.710 reales y dos candeleros de 76 onzas y media de peso en los bienes dejados por Josefa María de Sierra Sarria. El testamento de Petra Pizarro (Plasencia, 1819), incluía “un águila de plata”, la dote de Damiana Serradilla (Plasencia, 1817) menciona una corona de plata, que sería para alguna imagen devocional, y se valoró sólo en 20 reales, y por fin el testamento de José García Carrasco (1825) cita entre los bienes legados un espadín con puño de plata, otros dos espadines “más ordinarios” y seis candeleros de plata labrada, valorado todo ello en 2.371 reales.

Fig. 18. De la carta dotal de Antonia Hernández. (Plasencia, 1815)

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Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Como se ha podido comprobar, las joyas de filigrana que conforman el aderezo tradicional cacereño están presentes en las pertenencias de las mujeres de la provincia desde las primeras décadas del siglo XIX, si bien se mencionan sortijas y anillos que prácticamente se desconocen en la actualidad como parte de las joyas tradicionales, al mismo tiempo que no se cita en ningún inventario una pieza tan usual como las horquillas de plata para el moño, que suelen llevar una bola de filigrana calada, lo que da la impresión de que se trata de una alhaja de introducción relativamente reciente. A pesar de todo lo dicho, ya hemos visto que a mediados del siglo XVIII quedaban muy pocos plateros en las ciudades de la región, y apenas los había en pueblos más pequeños. Por otro lado, el tipo de joyas que era frecuente en esa época, como hemos visto a través del inventario de bienes del platero Carlos Jiménez Morales, era sensiblemente distinto de lo que vemos en los inventarios decimonónicos analizados; por ello cabe pensar que, al menos en los inicios de la centuria, las joyas que aparecen en los inventarios podían fabricarse en la provincia de Salamanca, en Córdoba o en Portugal, pero sólo unas pocas debían ser hechas en la provincia cacereña. No obstante, ya en el segundo cuarto del siglo se documenta la presencia de maestros y oficiales en poblaciones extremeñas que poco a poco van a copar el mercado poniendo de moda el típico aderezo cacereño, que tiene tantos puntos en común con el salmantino y el portugués, de manera que a mediados de la centuria se ha extendido ya por toda Extremadura. De acuerdo con lo dicho, en el tercer cuarto del siglo XIX, en la provincia cacereña ya estaba arraigado el gusto por la llamada filigrana tradicional, hasta el punto de asociarse irremediablemente a la indumentaria femenina tanto de la capital como de muchas de sus poblaciones: [Las mujeres de la capital] llevan media blanca, zapato escotado con lazos o con hebillas, arracadas y gargantillas de oro afiligranado de Portugal, y un moño anchísimo en forma de ocho, compuesto de una multitud de ramales trenzados, imitando la esterilla. En la orilla del Tajo […] inútil es decir que las gargantillas y las arracadas de filigrana son allí joyas indispensables. Portugal está cerca, y el arte de la orfebrería no da otra cosa de sí, excepción hecha de unos pendientes largos, que en forma de sartas de perlas desiguales y rematados por una bolita de oro vienen a alternar con las arracadas en figura de media luna, y de otro género de pendientes que a manera de cornucopias suelen estar tachonados de unas piedras que quieren ser esmeraldas (Hurtado, 1872: 171-172).

También a finales del siglo XIX escribía Publio Hurtado unas características notas sobre cómo era la sociedad cacereña desde mediados de la centuria, a través de los recuerdos de sus mayores y de los suyos propios, así como sobre la importancia que para las mujeres del pueblo había tenido en esa época la joyería de filigrana: El desideratum suntuario de estas hembras era el poder comprarse una gargantilla de oro con su cruz o venera afiligranada y unos pendientes de herradura del propio metal. ¡Oh, qué envidiada era la que lo lograba! ¿Qué importaba que hubiese gastado toda una vida para alcanzarlo, ahorrando real a real de las tres o cuatro pesetas que ganaba de salario?... ¡Por fin era dueña de alhajas tan sugestivas! Y los pendientes, menos mal; pero las gargantillas las lucían poco porque el pudor les obligaba a cerrar tanto el pañuelo que les cubría el busto que apenas sí les dejaba un pequeño espacio descubierto, cabe el hoyuelo de la garganta, para que por él se asomase, como avergonzada, la áurea presea. (Hurtado, 2000: 48).

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Juan Manuel Valadés Sierra Si examinamos las estampas y fotografías de esta época, vemos con claridad que el uso del típico aderezo de filigrana debía estar prácticamente asentado tras superarse la mitad del siglo XIX. En la fotografía de una mujer de Montehermoso hecha por el Conde de Lipa, muy probablemente en 1867175, se aprecia el conjunto de joyas tradicionales, en el que no podemos distinguir el tipo de pendientes, pero del cuello pende una gargantilla de filigrana con lo que parece un galápago aunque no sea posible precisarlo debido a la escasa calidad de la imagen. Por otro lado, la representación de la mujer cacereña incluida en la monumental obra Las mujeres españolas, portuguesas y americanas publicada en 1872, reproduce una obra pictórica de Nicolás Megía (1845-1917) en la que, pese al escaso detalle de la representación, se puede adivinar un par de gruesos pendientes de aro o de herradura, y un colgante dorado de forma redondeada difícil de determinar (Hurtado, 1872: 173). Las fotografías que Jean Laurent tomó en los últimos días de enero de 1878 de los danzantes de Montehermoso que fueron enviados por la Diputación Provincial de Cáceres para participar en las celebraciones de la boda real de Alfonso XII con su prima María de las Mercedes son bastante explícitas al respecto (Valadés, 2015: 44); en la imagen de la pareja, verdadero icono de la indumentaria montehermoseña, la mujer se adorna con una gargantilla de la que parece colgar lo que en esa población se conoce como “cruz de pingallo”, mientras que las mujeres que forman parte de la fotografía del grupo176 llevan varios modelos distintos de cruces, distinguiéndose poco los pendientes por llevar pañuelo de cabeza todas ellas, pero en una de las mujeres podemos ver los típicos aros de tres órdenes.

Fig. 19. Grupo de danzantes de Montehermoso en la boda de Alfonso XII (1878). Detalle

175 Se sabe que Luis Tarszensky, autodenominado Conde de Lipa, estuvo afincado en Zafra (Badajoz), donde falleció en 1871, y que se encontraba en Cáceres en 1867 (Lama y Miguel, 2011: 240). La imagen de referencia puede consultarse en el Fondo Fotográfico de la Universidad de Navarra.

http://coleccionfff.unav.es/bvunav/i18n/consulta/busqueda_referencia.cmd?campo=idautor&idValor=6735

[Nº 6. Consultado el 14 de febrero de 2014]. 176 Ambas fotografías pueden verse en la página web de la Fototeca del Patrimonio Histórico Español, http://www.mcu. es/fototeca_patrimonio/ con los números de inventario VN-08893 y VN-00990 [Consultado el 14 de febrero de 2014]. 96


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 20. Isabel “La Botona”, criada de la casa de Publio Hurtado

Fig. 21. Frasca, lavandera cacereña

Así mismo, una fotografía tomada en 1886 por Narciso Martínez Gutiérrez en la Plaza Mayor de Trujillo, con motivo del Sábado de Gloria (Muro, 2000: 140), permite distinguir sobre el pecho de algunas de las mujeres que aparecen entre la multitud la gargantilla de cuentas doradas típica, de la que cuelgan lo que pueden ser galápagos de tamaño variable. Otras numerosas fotografías de estudio, ya a finales de la centuria, o a principios del siglo XX, muestran mujeres cacereñas con sus aderezos típicos; seleccionamos dos de ellas en que las mujeres aparecen con sus pendientes de herradura y la gargantilla de la que pende la inevitable cruz de filigrana; en una de ellas, realizada por el fotógrafo Fonseca, que tenía su estudio en el número nueve de la calle Pintores, aparece Frasca, hija de Petra “La Polina”, una conocida lavandera que servía a familias burguesas cacereñas, entre ellas la del abogado e historiador Publio Hurtado; en la otra vemos retratada en un primer plano a Isabel “La Botona”, criada que fue también de Publio Hurtado, que luce orgullosa su aderezo con una venera de filigrana colgada de la gargantilla de bolas177. A finales del siglo XIX, pues, vemos que las joyas típicas del aderezo regional están perfectamente asentadas entre las pertenencias de las familias que podían permitírselo, y que con leves variaciones que iremos viendo en el presente trabajo son las mismas que han llegado hasta nosotros más de cien años después. 177 Las fotografías fueron publicadas por Alfonso Artero Hurtado (Hurtado, 2000: 49) y a él debo la amabilidad de haberme transmitido la información sobre las retratadas. 97


Juan Manuel Valadés Sierra

VI. El oro popular portugués La joyería portuguesa experimenta en la segunda mitad del siglo XVIII una verdadera Edad de Oro, desarrollando hasta las últimas consecuencias un proceso que se había iniciado ya en la centuria anterior; es una época en que arraigan con fuerza las ideas de aparato y lujo y en que el desarrollo de la orfebrería se ve favorecido por la prosperidad que experimenta la zona norte del país; esta joyería tenía como base el oro y la plata, incorporando también esmalte, aljófar y pedrerías, entre las que destacaban diamantes y esmeraldas. Si bien es verdad que el terremoto que asola Lisboa en 1755 provoca en la capital del reino grandes perjuicios a la vida social y a la creación artística, en la ciudad de Oporto y su región se experimenta en estos decenios un desarrollo económico consecuencia del cultivo del maíz y, sobre todo, de la vid, dado que el vino de esta zona adquiere una fama mundial; ello conlleva una elevación del nivel de vida y de la renta disponible de todas las capas sociales, y particularmente de los labradores, que adquieren piezas de oro como forma de atesorar riquezas que puedan ser útiles en tiempos de necesidad (Sousa, 1999: 17). Las joyas de finales del siglo XVII y de la centuria siguiente evolucionan desde principios del Ochocientos hacia una factura nítidamente popular basada en la técnica de la filigrana, lo que sucede igualmente en otros países, tanto del Mediterráneo como de América o Asia (Cardoso, 1998: 62), causando furor entre las familias de labradores que disponen de los suficientes recursos para invertir en oro. Así, se conoce como “oro popular portugués”, desde la primera mitad del siglo XIX, el tipo de joyas tradicionalmente utilizado sobre todo por los agricultores, pescadores y las capas más bajas de la población. Las características de esta orfebrería popular, cuyo gusto también prendió en las clases superiores y en realidad fue consumida en mayor o menor medida por todos los estratos sociales, se resumen en la reiteración de los elementos decorativos, mantenidos con escasas alteraciones durante doscientos años, y en el gran tamaño de las piezas en relación al escaso peso del oro, algo que se consigue gracias a la técnica de la filigrana. Esta orfebrería ha mantenido sus características morfológicas bien definidas y, hasta cierto punto, estandarizadas a través de dos siglos, y su uso ha conservado la memoria de un espacio social, particularidades que, en nuestra opinión, han sido vitales para su conservación (Mota, 2011: 92).

En general, estas joyas evidencian una característica típicamente portuguesa, la utilización de materiales de no muy elevado valor económico, pero que hacen posible resultados de un gran efecto estético; la pedrería es sustituida por esmaltes, los cristales y granadas suplen ahora a los diamantes de principios del siglo XVIII y el peso de la joya se aligera para hacerla más asequible (Sousa, 1999: 58). Las piezas más usuales en esta tipología se caracterizan por el predominio de los motivos vegetales o naturalistas, apareciendo más raramente la decoración geométrica que suele ser esquematización de motivos fitomorfos. En cuanto al tamaño, se ha podido establecer en la zona del Minho una diferencia importante entre las piezas de gran porte, o de aparato, y las de menores dimensiones o de uso cotidiano. Esta distinción obedece desde luego a la diferenciación social y económica incluso entre las capas populares, pero también tiene que ver con las etapas de la vida femenina o los distintos momentos del año, circunstancias según las cuales se prefiere uno u otro tipo. Las de mayor tamaño pretenden dar una imagen de los importantes recursos económicos de quien las lleva, pero buscan sobre todo un impacto visual, puesto que en realidad el peso de su oro es relativamente escaso: destacan 98


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I cruces de Malta que cuelgan de gruesas cadenas de una o más vueltas, las grandes cruces hechas a base de tubo hueco, de canevão 178, los corazones de filigrana, las imágenes de la Concepción, llamadas Nossas Senhoras do Caneco, o las grandes collaradas con ligera malla metálica; entre las piezas de menores dimensiones, por su parte, destacan los pendientes de diversos tipos, argollas circulares o de media luna, arracadas de bellota o de racimo, cordones para el cuello, gargantillas, cordoncillos, colgantes de corazón, de chapa o filigrana, de sequilé, de mariposa, higas, cruces de Malta o de canevão o imágenes de la Concepción, y por supuesto variadas pulseras y anillos, afiligranados o no (Sousa, 2007: 227-228). Las zonas principales de producción del oro popular portugués en los siglos XIX y XX han sido primeramente Oporto, y a continuación en sus proximidades Gondomar, fruto de la prosperidad ya mencionada por el comercio vinícola, pero después esta orfebrería arraigó también en Braga y el concejo próximo de Póvoa de Lanhoso, con sus parroquias de Travassos, Sobradelo da Goma y Oliveira, así como Guimarães y, más al norte y en tiempos más recientes, Viana do Castelo, pero también han tenido un papel muy importante los orives feriantes, que recorrían los pueblos y aldeas vendiendo su producción sin que, en muchos casos, se sepa exactamente dónde radicaban sus talleres (Sousa, 2007: 230-231). En Oporto, la tradición de la orfebrería es muy antigua; aquí, en 1548, se aprueba la primera Ordenanza del gremio de los orives de todo el país, y en 1927 era considerado el mayor centro productor de la orfebrería nacional (Mota, 2011: 17). Por su parte, en Gondomar la orfebrería también data de algunos siglos, habiendo comenzado la producción en las freguesias de São Cosme y Rio Tinto, y desarrollándose después en Valbom, Fânzeres, S. Pedro da Cova, Ramalde o Aguiar; tras un período de cierta decadencia a principios del siglo XIX, en 1881 había 95 talleres en el concejo, con 347 operarios (Mota, 2011: 18) y en 1895, las filigranas de Gondomar fueron muy admiradas en la Exposición Industrial de Oporto, donde incluso hubo varios orives trabajando en vivo en el Palacio de Cristal (Cardoso, 1998: 61); a partir de ahí, los talleres de Gondomar adquirieron auge y abastecieron prácticamente a todo el país, con una especial preferencia entre las clases populares del mundo rural, al mismo tiempo que se iniciaba el declive de los talleres de Oporto. En la actualidad los talleres de Gondomar son los que realizan las piezas más bellas en filigrana, con una activa participación femenina de operarias que se dedican al relleno de filigrana, llamadas enchedeiras; puede decirse que en este concejo es rara la persona que no tiene algún familiar trabajando en la filigrana o que lo haya hecho con anterioridad (Costa y Freitas, 2011: 45). En Guimarães y Braga, ya en el siglo XVIII el desarrollo agrícola había permitido la aparición de un buen número de oficiales dedicados a la orfebrería y a la talla de piedras preciosas; en Guimarães hay referencia, ya en 1763, del ensayador de oro Henrique José de Pontes, y en 1781 se promulga la Ordenanza para los ensayadores y el Estatuto para el gremio de los orives de oro y de plata; en estos años se trabajaba el oro y la plata, incluso el cobre dorado y hasta el latón, se practicaba una joyería tanto de cariz popular como erudita, incluso en este caso con abundantes gemas y piedras semipreciosas; sin embargo la industria fue de escasa duración, pues la técnica de la filigrana se encontraba en vías de extinción en 1884, reducida a un único fabricante (Santos, 2007: 123). En Braga, por su parte, la presencia de la sede arzobispal y la Catedral había dado ya una larga tradición en el campo de las artes decorativas, con marcas de ensayadores registradas ya desde 1734, de João da Silva, y muchas otras posteriormente, de João Nunes da Cruz, registrada en 1764, de Domingos Vieira, registrada en 1770, de João Silvestre de 178

En Salamanca las llaman “apanaladas” o “panaladas”. 99


Juan Manuel Valadés Sierra Abreu, en 1771 y, aún en el siglo XVIII, de Domingos Vieira, registrada en 1794 (Sousa, 1999: 35-37). La ciudad contó con contraste propio desde 1887 a 1911, y la orfebrería se enseñaba en la Escuela Industrial desde 1893 (Mota, 2011: 17). En varias freguesias de Póvoa de Lanhoso comienza también a trabajarse el oro por influencia del cercano foco bracarense, ya en los primeros decenios del siglo XVIII; se sabe que un orive de la parroquia de Fontarcada, Custódio Fernandes Vieira, ya había aprobado el examen de maestría en Braga en 1726, emigrando después a Brasil; en 1818 se conoce también el caso de un orive de Sobradelo de Goma, también en Póvoa de Lanhoso, que aprobó el examen en Guimarães, y entre 1843 y 1855 se sabe que varios oficiales vimaranenses aprendieron el oficio en la parroquia de Travassos (Sousa, 2004: 82). Esta parroquia ya destacaba a principios del siglo XX por el gran número y maestría de sus profesionales, y a mediados de la centuria seguía siendo tamFig. 22. Mujer de los alrededores de Oporto, hacia 1908. bién reseñable la producción de Sobradelo da Goma (Mota, 2011: 17). El caso de Viana do Castelo no deja de ser llamativo, pues aquí persiste todavía hoy la importancia del uso del oro popular, mientras que en la mayor parte del país perdió su carácter de signo de riqueza y su contenido social desde mediados del siglo XX. En Viana la orfebrería popular sigue siendo un elemento de ostentación pública y de exhibición de piezas icónicas, un hecho común en todos los grupos sociales pese a sus diferencias (Mota, 2011: 13). Hoy en día, los orives de filigrana se concentran casi exclusivamente en tres pequeños núcleos del norte del país, Gondomar, Travassos y Viana do Castelo; Travassos parece más especializado en las tradicionales piezas de oro popular, mientras que los otros dos focos trabajan las piezas más finas de la filigrana portuguesa. En general, la multitud de orives que trabajaron en el norte de Portugal durante la centuria decimonónica tuvieron un estatus medio y un nivel de vida aceptable, aunque claro está que hubo orives ricos, los feriantes que recorrían con sus tenderetes las ferias de las ciudades y aldeas, los comerciantes que regentaron prósperas tiendas que surtían a la aristocracia y alta burguesía o los contrastes y ensayadores en las ciudades donde existían estos cargos. Hubo también otros orives más modestos que fabricaban y vendían a las clases populares, maestros orives de oro y, más abajo, orives de plata, y por supuesto en la base de la pirámide estaban los que trabajaban por cuenta ajena y eran decididamente pobres, asociados, oficiales y aprendices (Santos, 2007: 109), incluso muchos de ellos hubieron de tomar la decisión de cambiar de oficio o emigrar. Allí donde los hubo en cantidad considerable, como sucedía en Oporto, Braga o Guimarães, los orives llegaban a constituir dinastías en que el oficio se transmitía de generación en generación y, en todo caso, eran grupos sociales que favorecían la endogamia. Un orive acostumbraba a casarse con la hija o 100


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I la viuda de un compañero de profesión (Santos, 2007: 113), era frecuente que el aprendiz o el oficial terminase casándose con la hija del maestro con el que estaba aprendiendo o trabajando. El taller del orive no solía dar trabajo a muchas personas, de hecho los más prósperos podían emplear a ocho o diez trabajadores; solía ser de una instalación poco confortable en la que el orive podía pasar trabajando entre catorce y dieciocho horas diarias casi ininterrumpidas, de cinco de la mañana a nueve de la noche con las pausas indispensables para comer; esto era facilitado también por ser el taller una extensión de la vivienda (Cardoso, 1998: 51 y 86); inclinado sobre la mesa de trabajo, el orive iba perdiendo la vista día a día y durante años por el esfuerzo visual que requiere su trabajo. Generalmente las mesas de trabajo estaban instaladas sobre entarimados de madera por cuyas rendijas se colaban a menudo limaduras del oro trabajado; periódicamente, se levantaba el entarimado y se barría todo el polvo que era guardado y seleccionado extrayendo el oro remanente, de donde viene el dicho popular portugués de que “da terra faz o ourives ouro” (Sousa, 2000: 20). En los talleres eminentemente familiares, el hombre era quien realizaba la parte más importante del trabajo, pero siempre fue esencial la ayuda de la esposa, las hermanas o las hijas, que aprendían a realizar tareas auxiliares y en ocasiones llegaban a dominar el oficio179, y por supuesto el trabajo de los hijos como aprendices. Los niños comenzaban desde los siete u ocho años por lo más simple bajo la atenta mirada del maestro, y de más mayores empezaban a realizar piezas sencillas que eran corregidas o perfeccionadas por las manos del padre o maestro (Rocha, 1908: 42).

Fig. 23. Bancos de trabajo de orives. (Museu do Ouro de Travassos)

179 En la Exposición de Orfebrería de 1883 varias mujeres del concejo de Gondomar estuvieron trabajando varias semanas de cara al público visitante (Rocha, 1908: 42). 101


Juan Manuel Valadés Sierra Los aspirantes a orives que se colocaban en un taller para aprender el oficio normalmente eran presentados por sus padres o tutores; hasta el siglo XVIII se firmaba un contrato entre los dos adultos estableciendo las condiciones, aunque después se relajaron las normas y los acuerdos de formación se hacían verbalmente (Sousa, 2000: 23). Se quedaban a vivir con la familia del maestro y eran sometidos a un aprendizaje de duración variable según los lugares, pero que duraba unos cinco o seis años de media, por el cual no percibían salario, quedando pagado su trabajo con la manutención y la cama. En Guimarães, por ejemplo, el aprendizaje duraba un mínimo de ocho años, entrando los candidatos a trabajar con unos diez o doce años de edad; al principio el aprendiz hacía tareas muy secundarias como ocuparse de la limpieza del taller o llevar recados, pero poco a poco era iniciado en el oficio hasta llegar a dominarlo (Santos, 2007: 33); en esta ciudad existía además la norma de que un maestro orive no podía tener más de dos aprendices a la vez. Una vez finalizado el aprendizaje, el candidato adquiría la condición de oficial durante dos años, debiendo trabajar bajo la dirección de un maestro pero ya con un salario; en los casos en que era soltero, viudo o forastero, permanecía agregado al grupo familiar del maestro, lo que favorecía a menudo la generación de un compromiso matrimonial con alguna mujer de la familia. Acabado este período ya podía realizar el examen de maestría y, una vez superado, establecerse por cuenta propia; los hijos de los orives, sin embargo, estaban exentos de los ocho años de formación y los dos de oficialía, por entenderse que habían sido criados en el oficio y por su inclinación natural y práctica (Sousa, 2000: 22). El maestro ejecutaba las obras siguiendo las indicaciones del cliente, cuando éstas eran de encargo, pero también se podía inspirar en su imaginación o en los modelos que podía ver en grabados y revistas. Sin embargo, siempre fue fundamental la tenencia de los repertorios heredados de los antiguos maestros, que se resumían en cuadernos o álbumes llamados en portugués canhenhos o livros de fumo, donde el viejo maestro había anotado medidas, contornos y modelos que plasmaba con improntas de piezas reales ahumadas (Rocha, 1908: 43). Cuando adquirían la condición de oficiales, los orives que trabajaban en talleres se especializaban en la factura de determinadas piezas, unos se dedicaban a gargantillas, otros a pendientes, otros a corazones, otros a cruces de Malta. etc. Era tal la especialización que Rocha Peixoto anotó a principios del siglo pasado cómo en Travassos ya no se ejecutaban estos dos últimos modelos por haber desaparecido los últimos que los hacían (1908: 43). Posteriormente, al adquirir mayor complejidad algunos talleres, la especialización se ha centrado en la tarea que realiza cada orive; así, actualmente hay orives para cadenas, para cordones, rellenadores, engastadores, para los cepillos, esmaltadores, estampadores, grabadores, filigraneros, fundidores-moldeadores, laminadores, pulidores (Mota, 2011: 20-21). Los estatutos gremiales de los orives exigían, en casi todos los núcleos, que tuviesen sus talleres y tiendas en las calles principales de las ciudades, lo que favorecía el control de las autoridades sobre la calidad del metal de que se hacían las joyas, tarea fundamental del contraste. Su misión era fiscalizar y garantizar el contenido de oro o plata de cada pieza, aplicándole una marca o punzón, pero también se encargaba de valorar piezas de oro y plata por diferentes razones, como empeños, testamentarías, o inventarios de bienes. Desde finales del siglo XVII y hasta la década de 1880 existe también la figura de ensayador municipal, a la que ya nos hemos referido en algunos casos, encargado de determinar el contenido de oro o plata legal en una pieza. En general, las piezas debían ser marcadas con el punzón del contraste, que representaba a la ciudad, y junto a éste el punzón del orive, que solía llevar unas iniciales o parte de su apellido (Mota, 2011: 27), si bien es corriente que las joyas del siglo XIX carezcan de marcas, especialmente de los orives, y a menudo éstos intervenían en las piezas tras la aplicación del punzón del contraste restándole ley al metal. Al igual que ya vimos tanto para España como para la América española, en Portugal los orives se agrupan en corporaciones que se dotan de estatutos, y también coinciden en exigir limpieza de sangre a los 102


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I candidatos a ejercer el oficio. En los Estatutos dos ourives do ouro e prata da vila de Guimarães, de 1781, se establece que […] de aquí en adelante ningún orive de oro o plata pueda tomar mozo para enseñar el oficio, o incluso oficial que sea de infecta nación, así como moro, judío, mulato, apóstata de nuestra santa fe, o penitente del Santo Oficio, o hijo de hombre vil, o de otras semejantes calidades; ni tampoco enseñarán a extranjero alguno, salvo si fuese católico romano, para lo que antes de tomarlo para su casa, mozo u oficial, se informará con toda eficacia si tiene alguno de dichos defectos (Santos, 2007: 31)180.

La supresión, en 1834, de estas corporaciones acarreó una profunda crisis en el oficio, desaparecieron los jueces examinadores así como todo el control de calidad sobre la producción, dejaron de practicarse el largo aprendizaje obligatorio y la oficialía de dos años y, en definitiva, la desregulación trajo consigo la liberalización Fig. 24. Mujer de Viana do Castelo, hacia 1908 del oficio y la pérdida de privilegios de los maestros (Santos, 2007: 42), aunque en muchos casos se siguió manteniendo consuetudinariamente la mecánica del aprendizaje y meritoriaje. Muchos orives quedaron anclados en la rutina, tuvieron que emigrar o abandonar el oficio ante la elevada competencia, pues ahora era libre el ejercicio, ello supuso además una importante merma en la calidad de los productos y una fuerte competencia de la joyería de importación, especialmente la francesa; hacia 1884, en Guimarães se aprecia una franca decadencia del oficio, totalmente descapitalizado y falto de mecanización. En esos años el núcleo de Gondomar soporta mejor la crisis y, como ya se ha señalado, adquiere auge a escala nacional, pero a principios del siglo XX inicia un imparable declive, de los 95 talleres que se mantienen activos en 1881, sólo 23 llegan al año 1929, mientras que en 1995 ya sólo quedaban siete talleres que daban empleo a treinta orives (Cardoso, 1998: 27). El uso de las joyas populares no sólo tenía un sentido de embellecimiento, sino también de distinción social y simbólico; desde los primeros pendientes impuestos a la recién nacida con carácter protector, a los pendientes de las mujeres adultas, que además de poder ser empeñados o vendidos en caso de extrema necesidad, eran complemento obligatorio en la mujer si no se quería ser tildada de “pobretona” (Macedo, 1993: 65); la joya acompañaba también momentos clave en la vida de las personas, como la pedida de la mano o la oficialización de una relación amorosa, y servía para poner de manifiesto la posición económica de la familia mediante la exhibición de todo el repertorio disponible en las fiestas y romerías de los pueblos y aldeas, mucho mejor si las joyas habían pasado de generación en generación; las gargantillas servían para detener la viruela y, en general, el oro, identificado con la luz solar, se asociaba a Jesús, Luz, Sol y Oriente (Sousa, 2000: 13), pudiendo ofrecerse como exvoto a la Virgen en gratitud por un favor recibido. 180

La traducción es nuestra. 103


Juan Manuel Valadés Sierra Este oro popular que podía salvar a una familia de la ruina y la miseria se vendía en varias ciudades del norte del país que ya se han mencionado, tal como venía haciéndose desde la Edad Media, los orives se agrupaban en las mismas calles; en Viana do Castelo las tiendas estaban alrededor de la Rua da Picota, y en una gran ciudad como Oporto había varios focos, pero sobre todo las calles de Santo António, Loureiro, Corpo de Guarda y Flores (Mota, 2011: 34). Una o dos horas de cada mañana las paso callejeando entre la rua das Flores y Clérigos. A la izquierda están los orives; corresponde a la rua do Ouro en Lisboa; pero, en Oporto, hay mayor abundancia de oro afiligranado para uso de las aldeanas. Hay arracadas excesivamente grandes, broches y cruces enormes de proporción, cadenas y anillos macizos, variados de hechura, pero todo a la manera morisca. Si la mano de obra no siempre destaca por su delicadeza, –aunque de ahí procedan excelentes obras de orfebrería- el oro es de una ley superior al que se usa en Inglaterra –incluso entre los joyeros de mayor producción- y sólo después de contrastado se puede vender. […] Los orives, aunque tengan a la puerta grandes tableros, defienden con escaparates sus preciosidades. Tampoco les faltan feligreses. Mire dentro y verá dos o tres mujeres con las cabezas, todas a un tiempo, inclinadas sobre los pendientes, etc., discutiendo gustos sobre el mostrador. Al lado, o tras ellas, según se interese más o menos por la mercancía, está el padre, el marido, o el novio de una de las del grupo. Éste lleva su mejor chaqueta de alamares de plata, etc., como le corresponde usar cuando va al orive, y ya tiene en el bolsillo la mano agarrada a las libras que ha de soltar, cuando las mozas hayan escogido las hechuras que mejor les cuadren ( Jackson, 1877: 355-356)181.

Además de en las tiendas de las ciudades, el oro popular era tradicionalmente comercializado por orives de Braga o de Guimarães que recorrían todo Portugal en rutas que se repetían de año en año, en ocasiones formaban sociedades para adquirir el metal precioso en Oporto y viajaban a pie o a caballo, generalmente acompañados de uno o dos criados (Santos, 2007: 20); acudían a las ferias de las ciudades que carecían de orives fijos, y a las de poblaciones menores, instalaban sus barracas con sus tiendas y eran el centro de atención de las mujeres que acudían a la feria; abundan ejemplos en el siglo XIX de ferias en las que el oro movía más dinero que las transacciones de ganado; estos orives vendían su propia producción o la ajena, que a menudo compraban al por mayor en diferentes platerías de las ciudades más productoras, también recibían encargos que llevarían en su próximo paso por el pueblo, y en ocasiones cobraban su trabajo en oro viejo. Los orives feriantes contribuyeron de manera importante a la popularización de la orfebrería portuguesa, especialmente entre las capas más bajas de la sociedad, ya que, además de cubrir el vacío en aquellos lugares más alejados en que no había platerías fijas y estables, daban una mayor facilidad a los más humildes para acercarse al negocio, ya que siempre era para ellos más factible pararse frente a la barraca del ambulante que superar la timidez de trasponer la puerta de un lujoso establecimiento de orive en la ciudad (Mota 2011: 34). Entre los numerosos orives que a lo largo del tiempo hicieron estas “vueltas” por todo el país, es muy ilustrativo el caso de José Moreira Pinto de Carvalho, de Guimarães: Las giras de nuestro orive [ José Moreira Pinto de Carvalho] incidían, generalmente, sobre un mismo territorio –la Beira Interior y el Alto Alentejo-, con una u otra derivación: Ansião, Tentúgal, Coimbra, Lousã, Arganil, o Aldeia da Cruz, Leiria, Nazaré, Torres Novas; pero diferían los puntos intermedios de los recorridos, recorriendo las principales poblaciones de la región y haciendo coincidir el paso con los calendarios feriales y festivos. Este es el itinerario seguido en 1841: 181

La traducción es nuestra. 104


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Primera jornada: Guarda, Pousafoles (do Bispo, Sabugal); Monsanto, Abrantes, Flor da Rosa (Crato), Portalegre, Torres Novas, Aldeia da Cruz (Cruz da Légua, Porto de Mós), Nazaré, Leiria. Segunda jornada: Melo, Alpedrinha, Montalvão (Nisa), S. Vicente (da Beira), Castelo Branco, Escalos de Cima (Castelo Branco), S. Miguel (de Acha), Medelim (Idanha-a-Nova), Monsanto, Fundão, Orca, Alcafozes (Idanha-a-Nova), Idanha-a-Velha, Lousa, Castelo Branco, Guarda. Tercera jornada: Guarda, Figueiró da Serra (Gouveia), Sobreira (Pousafoles do Bispo), Castelo Branco, Penamacor, Proença, Lardosa, Cebolais (de Cima, Vila Velha de Ródão), Castelo de Vide, Flor da Rosa, Cabeço de Vide, Assumar, Monforte, Campo Maior, Vila Viçosa, Senhora da Guia, (Vila de Mapa 2. Lugares visitados por el orive José Moreira Pinto de Rei), Arganil, Santa Cita (Asseiceira, Carvalho en su tercera jornada (1841) Tomar), Portalegre, Elvas, Nisa, Castelo Branco. [....] La lista de mercancías transaccionadas por José Moreira Pinto de Carvalho comprende unas cuatro decenas de artículos diferentes, casi todos de joyería popular: cordones de oro, hilos de cuentas, alfileres, anillos de oro o de plata, pendientes, argollas, “morcillas”, botones y variados tipos de colgantes, como mariposas, colgantes, corazones, cruces, medias lunas, higas, relicarios y medallas. La joyería de factura erudita también estaba presente, a través de lazos, una venera de oro, pendientes “a la moderna”, anillos valiosos y hebillas. Los ejemplares de platería doméstica y sacra, en mucha menor cantidad y probablemente llevados por encargo, comprendían cucharas de té, de azúcar o de salsa, cuchilleros y medios cuchilleros, una salva, parejas de palmatorias, cajas de plata, palilleros, nimbos, rosarios, exvotos (ojos de Santa Lucía)182 (Santos, 2007: 224-225).

A finales del siglo XIX aparecieron los orives ambulantes de Cantanhede, una localidad costera del distrito de Coimbra, en el centro del litoral atlántico, de la que partían oficiales itinerantes que se movían por todas las ciudades, pueblos y aldeas del país, vendiendo de puerta en puerta, después de las misas, en los mercados y las ferias, y adaptándose a los gustos de cada zona, ofreciendo piezas más pesadas y costosas en Minho y pendientes y alfileres de poco peso en el Alentejo (Mota, 2011: 29); su existencia y peripecias han llegado a la literatura, de donde extraemos este fragmento que expresa claramente la dureza de esta vida: Nosotros, los orives ambulantes, no éramos propietarios de tiendas que se gobernaban con los horteras adinerados de la ciudad, éramos gente de trabajo que batíamos cada palmo de terreno del 182

La traducción es nuestra. 105


Juan Manuel Valadés Sierra mundo rural posibilitando a sus gentes una inversión en valores seguros, en cuentas de ahorro, que, era sabido, el oro no era fruta que se pudriese o trapos que se comiese la polilla183 (Manata, 2016: 179)

Estos orives cubrían lugares adonde no llegaban los de Oporto, Gondomar o Guimarães, y también trabajaron para aquéllos dando salida a sus mercancías; con el tiempo algunos de ellos comenzaron a afincarse creando establecimientos fijos en las periferias y barrios de numerosas ciudades del país. A lo largo del siglo XIX, y buena parte del XX, toda clase de personas y grupos sociales se encontraban entre la clientela de los orives, que sabían adaptar sus productos al gusto de cada colectivo; las mujeres gitanas tenían una clara preferencia por las piezas de mayor peso y consideradas extravagantes, dado que entre esta etnia adquiría el oro su mayor valor como reserva para casos de necesidad o como garantía para conseguir cantidades en metálico que les estaban vedadas en el sistema bancario; no era extraño que una familia gitana acumulase tres o cuatro kilos de oro, como demostración de su estatus. Igualmente, las criadas a menudo ahorraban durante toda la vida para poder comprar un cordón o cadena de oro, un anillo o unos pendientes, con los que gustaban de fotografiarse, y en ocasiones recibían en herencia o donación de sus señoras algún “hilo” o pieza menor. En la región de Minho, los labradores propietarios exteriorizaban públicamente su riqueza no sólo con sus carros de maíz, barriles de vino o el número de arrendatarios que trabajaban sus tierras, sino también y especialmente mediante la exhibición del oro que poseían sus mujeres en las numerosas fiestas y romerías del año (Sousa, 2007: 226), aquí, la joya por excelencia era el collar de cuentas, que las mujeres labradoras llevaban puesto todos los días de su vida y que era fruto del ahorro, pues era común que las cuentas fueran siendo compradas poco a poco; éstas recibían el nombre de “cuentas de ojo de perdiz”, o “cuentas de Viana”, y se ensartaban en hilos de algodón de vivos colores, adornadas a menudo con una pieza o medalla colgante; en esta región se aprecia, al igual que hemos visto en Salamanca, un gusto creciente por la exhibición de joyas de aparato, destacando los grilhões, collaradas formadas por gruesos eslabones huecos de oro. Entre los modelos más populares de pendientes se cuentan las “arracadas de Viana” y los “pendientes a la reina” (Mota, 2011: 101-114). Cuando, a mediados del siglo XIX, se produce la gran crisis del oro popular portugués, muchos orives se ven en la necesidad de abandonar el oficio o emigrar; entre los que optan por la segunda opción, algunos se afincan en otros lugares del país, pero muchos otros atraviesan el Atlántico quedándose preferentemente en Brasil. Ya hemos mencionado que numerosos orives vimaranenses se establecieron en Rio de Janeiro y en Buenos Aires, tales son los casos de Henrique José de Pontes, que a mediados de siglo tenía taller en la Rua das Violas de Rio de Janeiro, o Francisco Duarte Graça, referenciado en Guimarães hasta 1832, pero que en 1854 ya se encuentra en Río. Así mismo, orives oriundos del concejo de Lanhoso, pero residentes en Guimarães, como Álvaro Joaquim Gonçalves Guimarães, José Joaquim Pereira o António Joaquim da Costa Guimarães, embarcaron hacia Rio entre 1856 y 1867 (Santos, 2007: 234); así mismo, la introducción del oro francés acarreó una gran crisis, para muchos definitiva, que a partir de 1879 expulsó del sector de la orfebrería entre 700 y 800 maestros, que tuvieron que pasar a dedicarse a los trabajos agrícolas parcial o totalmente, o bien tomar la senda de la emigración (Cardoso, 1998: 52). Por ello, hay que atribuir la llegada de orives portugueses a diferentes localidades cacereñas, pero sobre todo a Zarza la Mayor, a estas emigraciones obligadas que de forma periódica se produjeron en el sector; no sólo las crisis propias de la evolución del mercado y de la tecnología utilizada, sino también las derivadas de los vaivenes políticos, tan abundantes en el siglo XIX en Portugal y en España, contribuyeron de manera decisiva a este flujo humano que favoreció también la exportación a través de la frontera de una técnica y un repertorio formal que han llegado hasta nuestros días. 183

La traducción es nuestra. 106


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

VII. Sobre el término “orive” Para cualquier persona que se aproxime al estudio de la platería o de la joyería en Extremadura, una de las primeras cuestiones que suscita su curiosidad es la terminología utilizada tanto por los especialistas como de manera general, para referirse a los profesionales, quiéranse artistas o artesanos. En efecto, se comprueba enseguida que es muy frecuente el uso del término “orive” para referirse a los plateros u orfebres en esta parte de España; sin embargo, un somero examen de la bibliografía referida a otras regiones de nuestro país pronto revela que esta palabra apenas se usa allí, o incluso se desconoce, prefiriendo siempre hablar de plateros o de orfebres. No faltan otros términos, ya en desuso, para hablar de los maestros y oficiales que trabajan el oro y la plata, como sucede con los “orebçes” que aparecen en textos del siglo XIII al servicio del rey Alfonso X el Sabio y distinguidos por él con la concesión de diferentes heredades (Torres-Fontes, 2006). El término parece haber derivado al de «orepse» que se menciona en 1569 en la primera edición de la Recopilación de las Leyes del Reino de Felipe II (Libro V, Tit. XXII, Ley I) al establecer que “ningún orepse, ni platero sea osado de labrar plata por marco de menos ley de los onze dineros y quatro granos”; el Diccionario de Autoridades de 1737 recoge, sin embargo la voz “orespe”, por “platero y artífice que trabaja en cosas de oro” (V: 54), aunque señala que ya por entonces era un término anticuado. Pero en general, la bibliografía y el uso común en nuestro idioma prefieren el uso de las palabras orífice o, aún mejor, platero; ya hemos visto, al referirnos a la platería americana, que existían plateros “de oro”, propiamente orfebres u orífices, y plateros “de plata”, si bien el término platero era el más utilizado en el siglo XVIII cuando, como en la mayor parte de los casos extremeños, los maestros y oficiales trabajaban indistintamente uno u otro metal. Ya era así desde tiempos anteriores, tal como recoge el Tesoro de la Lengua Castellana o Española de Sebastián de Covarrubias, cuando se refiere al platero como “El oficial que labra la plata y el oro” (1611: 590v), y el ya citado Diccionario de Autoridades recoge también la acepción “platero de oro”, para referirse al “artífice que trabaja solamente en piezas de oro, ù joyas de preciosas” (1737: 293); de hecho, en la primera acepción de la palabra “orífice” que recoge el diccionario de Terreros y Pando, se lee “Platero de oro”, remitiendo a su origen latino aurifex (Terreros, 1787: 722). No obstante, un término hoy tan corriente como «orfebre» no se recoge aún en el Diccionario de Autoridades ni en el de Terreros, pues parece de incorporación relativamente reciente a nuestra lengua como derivado del francés orfèvre. Como ya se mencionó, dentro de los profesionales que eran englobados por el término “platero” existían además los plateros “de mazonería”, que realizaban obras que requerían un dominio del relieve y el repujado, aunque también se llamaba así a los plateros de plata que realizaban piezas de iglesia que conllevaban estructuras de cierta importancia arquitectónica (García Mogollón, 1987: 97); hay que mencionar también a los batihojas, que elaboraban el pan de oro y plata, los tiradores, que hacían finos hilos de los metales preciosos destinados a la industria textil, y por supuesto los filigraneros, que trabajaban preferentemente con la técnica de filigrana de la que nos venimos ocupando. La bibliografía, y el ámbito más coloquial, reflejan que el uso de la palabra castellana “orive” para referirse al orfebre o al platero parece restringido a la zona más occidental de España; lo encontraremos como equivalente de orfebre o platero con carácter predominante en la Sierra de Francia, donde es usual la grafía “oribe” (Lamano, 1915: 557), al igual que en zonas fronterizas de la provincia de Salamanca como los Arribes, o La Ribera, donde se documenta desde antiguo en localidades como Vilvestre, Saucelle, Mieza, y también en poblaciones más al interior, como Hinojosa, y en general por toda la provincia. Se considera vocablo importado del portugués ourives e incorporado en las hablas leonesas occidentales 107


Juan Manuel Valadés Sierra de larga tradición dialectal salmantina184 (Llorente, 1947: 197); con una menor presencia, es palabra que se puede encontrar referida a áreas de Andalucía occidental, Zamora o Ávila. En Extremadura encontramos la palabra orive con mucha frecuencia, particularmente en el área más próxima a la frontera con Portugal de la provincia de Cáceres, pero no sólo en esa zona, sino también en la propia capital y extendido con carácter general por toda la Alta Extremadura; en tierras de Acehúche, Ceclavín y pueblos de la comarca, al orfebre o joyero se le llama “orivi” (Sande, 1997: 98), algo que sucede también en Zarza la Mayor, en Torrejoncillo y en la capital de la provincia; de hecho es una palabra de uso ampliamente difundido por los núcleos rurales de toda la Alta Extremadura (Velasco, 1986: 36). Aunque de uso más ocasional, el término es utilizado también en la provincia de Badajoz, donde al parecer no sólo servía para referirse al artífice de las joyas de plata y de oro, sino también para definir el conjunto de las joyas que posee una persona y, por extensión, a sus riquezas, de manera que de las personas acomodadas puede decirse que tienen “mucho orive”, (Santos Coco, 1952: 540); en general, el término parece aplicarse en Badajoz, y no sólo en esta provincia, a todo conjunto de alhajas de oro (Viudas, 1980: 125). Si los orfebres o plateros son conocidos como orives en esa franja más occidental de España, es mucho más raro escuchar esa denominación en la mitad oriental de nuestro país. De hecho, el uso del vocablo dista mucho de estar generalizado en el habla común española, y no se incorpora al Diccionario de la Real Academia Española hasta la edición de 1899; desde entonces, la entrada “orive” aparece siempre simplemente como sinónimo de orífice, y es sólo a partir de la edición de 1970 cuando ya es definido como “Artífice que trabaja en oro, orífice, orespe, oribe”. No deja de ser indicativo que el término orive aparezca ya en 1721, mucho antes de la incorporación al DRAE, en el diccionario castellano-portugués de Raphael Bluteau, editado en Lisboa, como equivalente del portugués ourives (Bluteau, 1721: 113). En efecto, hay poderosas y evidentes razones para vincular la palabra española con la portuguesa; el término luso parece derivar del nominativo del vocablo latino aurifex, –cis, quien hace o trabaja el oro, al igual que el catalán orífex, mientras que la palabra castellana orífice, como la italiana orefice, entroncaría más bien con el acusativo aurificem. En Portugal, ya hemos visto que hay ourives de ouro y ourives de prata, del mismo modo que la ourivesaria es tanto el arte del trabajo de los metales preciosos como el establecimiento en que éstos son labrados o vendidos; algo similar sucede con el gallego, lengua en que el término ourive es más utilizado en los pueblos cercanos a la frontera lusa como equivalente de prateiro, lo mismo que existe la palabra ourivaría para referirse al arte que practican los ourives185. De hecho, la palabra luso-galaica aparece ya en el siglo XIII, en una de las Cantigas de Santa María que se titula “Como Santa Maria fez cobrar seu lume a un ourivez en Chartes”: “Este ceg’ ourívez fora | que non ouvéra mellor en tod’ o reino de França | ne-nas térras arredor, e en servir sempr’ a Virgen | avía mui gran sabor; e porend’ ũ’ arca d’ ouro | fora mui rica lavrar.”186

184 Llorente sostiene que el término “orive” se utiliza desde antiguo en el habla dialectal salmantina, “atestiguada desde Juan del Encina”. Nosotros hemos examinado las Obras Completas de Juan del Encina en edición de Ana María Rambaldo (1978-1983) sin haberlo hallado en ninguna ocasión. 185 El Diccionario da Real Academia Galega recoge ourivaría, con su equivalente ourivería como “Arte de traballar os metais preciosos para facer xoias, obxectos de adorno ou de culto, útiles para as casas nobres etc.” [http://www.realacademiagalega.org/dicionario#searchNoun.do?nounTitle=Ourivar%C3%ADa&homonymNumber=]. Consultado el 28 de junio de 2014. 186 Cantiga nº 362. [http://www.cantigasdesantamaria.com/csm/362]. Consultado el 28 de junio de 2014. 108


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I También en Extremadura, y más concretamente entre mujeres de Ceclavín ligadas familiarmente a la profesión de la orfebrería, hemos comprobado nosotros el uso de la palabra “orivería” para referirse al oficio, aunque no tanto para el establecimiento o taller del orfebre. En definitiva, la raigambre portuguesa del término explicaría el que nuestros orives se encuentren preferentemente en provincias fronterizas con Portugal o en las contiguas a éstas, donde además está documentada reiteradamente la presencia de plateros portugueses en distintos momentos de la historia; así, se observa claramente que orive es una palabra de origen portugués y de generalización y aceptación relativamente reciente en la lengua castellana (Sousa, 2004: 89), pese a que se viene apuntando su uso desde tiempos remotos en el habla de las áreas leonesas occidentales (Llorente, 1947: 17), no faltando tampoco ejemplos que invitan a pensar en una introducción temprana, pero lenta y progresiva del término187. Llama también la atención el uso de la palabra en Hispanoamérica, donde parece más común la grafía “oribe”; allí también parece documentarse un uso temprano y una generalización progresiva del término en la Nueva Granada, donde Los primeros plateros españoles que llegaron para avecindarse, o sea para establecerse definitivamente en una ciudad, fueron los Oribes, Urives o plateros de oro. Más tarde, cuando se descubrieron las minas de plata aumentó el número de plateros de plata, como se les conoció entonces (Fajardo, 2008: 30).

Sin embargo, ya sabemos que junto a los primeros plateros españoles que llegaron a Santafé y Tunja apareció también un buen número de ourives portugueses, gracias a la facilidad de movimiento que tenían en esos momentos en las posesiones de la Corona de Castilla: No hay que olvidar que el Reino de Portugal desde 1580 hasta 1640 dependió de los Reyes de España. Las luchas de restauración se iniciaron el 1º de diciembre del mencionado año. Así que los portugueses desde los inicios de la colonización llegaron al Nuevo Reino de Granada y se dedicaron a diversas actividades relacionadas con el comercio, la minería y seguramente, como lo hemos encontrado, con la platería (Fajardo, 2008: 89).

Algo similar sucede, ya en el siglo XVIII, en la capital del Virreinato del Río de la Plata, donde Taullard (2004: 57) señala que aquellos plateros que trabajaban también el oro adoptaban el título de “maestro platero y oribe”. No hay duda de que el uso de la palabra tiene que ver con la numerosa presencia de orfebres portugueses en Buenos Aires, donde como hemos señalado, se llegó a redactar un censo de los plateros con tienda abierta para identificar a los oficiales lusos y prohibirles el ejercicio profesional. Así pues, no tiene nada de particular que los artistas portugueses, que llegaban a las posesiones españolas en Suramérica entre los siglos XVI y XVIII, fueran designados tal como ellos mismos declararían su oficio: ourives, y que el término fuera poco a poco generalizándose para designar a los profesionales españoles y de las demás nacionalidades. Probablemente otro tanto debió suceder en las áreas rayanas españolas, principalmente las provincias de Salamanca y Cáceres, a principios del siglo XIX, cuando se dio un fenómeno similar y comenzó la llegada de orives portugueses en un momento en que, sobre todo en el área extremeña, el oficio de la platería era ejercido apenas por un puñado de artífices. Así, poco a poco se fue consolidando y extendiendo el uso del término portugués, ya castellanizado, para designar a este antiguo oficio. 187 Aunque de origen catalán, el platero asentado en Badajoz Pablo de Prado (1663-1685) declara en su testamento ser de oficio “oribe”, en época en que resulta infrecuente el término en Extremadura (Tejada, 1998: 369). 109


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 25. Partida del Matrimonio del orive Gumersindo Viera Alejo, hijo y nieto de orives. Zarza la Mayor, 1882.

El vocablo ya es utilizado en el Padrón General de Vecinos de Extremadura de 1829, donde figura José “El Oribe” empadronado en Zarza la Mayor188; pocos años después, en 1836, aparece en el Padrón de Vecinos de la villa de Cáceres, referido a un maestro portugués, a quien se denomina “Dn. José Oribe ó Puppe”189; y lo mismo sucede en el Padrón de Vecinos de Plasencia del año 1871 para designar el oficio de Tadeo Luis Viera, “horibe”, del que se dice que es portugués190, y en años sucesivos nos encontramos el término casi siempre referido a profesionales venidos de Portugal o descendientes de portugueses. El Censo electoral de la provincia correspondiente a 1890, primer año en que se aplica el sufragio universal masculino, ya utiliza con profusión esta palabra, tanto “orive” como “oribe” para 188 189 190

AHPC. Real Audiencia. Legajo 370-18. Pág. 18. Archivo Histórico Municipal de Cáceres (AHMC). Caja 19/246: 13. AHMP. Padrón de Vecinos. Año 1871. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 110


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I referirse a maestros lo mismo españoles que descendientes de portugueses191; mientras tanto, en la documentación padronal municipal de Cáceres y Plasencia se sigue utilizando el término “platero” para referirse a los oficiales españoles, y no vemos un español denominado orive hasta 1920 tanto en Cáceres192 como en Plasencia193. Por lo que se refiere a la documentación parroquial de la provincia cacereña, que hemos manejado con cierta profusión, puede apreciarse que la palabra orive no aparece como tal hasta 1839 en los registros de Zarza la Mayor, en 1851 en Ceclavín y en 1862 en Garrovillas, siendo más usuales hasta entonces los términos platero y orífice; a partir de esa fecha van a convivir las tres denominaciones, junto con las de “aurífice” o “fabricante en oro”, hasta imponerse la de origen portugués, lo que parece apoyar la hipótesis de la introducción del término en el Ochocientos. En la documentación sacramental de la ciudad de Cáceres, más alejada del influjo lusitano, y donde es más tenue la presencia de los oficiales de aquel país, no se comienza a utilizar el término orive hasta pasada la mitad del siglo, documentándose por vez primera en 1862. Todo ello permite pensar que la introducción de esta palabra en la provincia cacereña se produce en el primer tercio del siglo por la frontera de Zarza la Mayor, acaso al mismo tiempo que se está generalizando en el interior de la provincia de Salamanca, y algunos años después ya se asienta y se usa comúnmente en las áreas cacereñas más alejadas de la Raya y, desde luego, en la propia capital; al principio, sólo se aplica a los maestros y oficiales portugueses o hijos de ellos, pero poco a poco se va extendiendo y generalizando hasta hacerse de uso común, de manera que en el primer tercio del siglo XX se usa con toda naturalidad para designar a quienes practican el oficio independientemente de su origen. Todo lo que hemos señalado para la región extremeña, y particularmente para la provincia de Cáceres, permite pensar que la introducción y generalización del uso de esta palabra en nuestro territorio se produce en el primer tercio del siglo XIX, comenzando por la frontera en Zarza la Mayor, y extendiéndose después a la actual capital de la provincia, al igual que sucede con otras localidades como Ceclavín, Garrovillas, Plasencia o Torrejoncillo. Los testimonios de la utilización del término orive en periodos anteriores al citado son, no obstante, puntuales y limitados, como hemos señalado para algún caso documentado en el siglo XVII.

191 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. 1890. Sigª 5511. 192 Se trata de Julián Arnelas, natural de Cáceres. Se le denomina “orive” en el Padrón de Vecinos de 1920 (AHMC. s.r.). 193 Así se identifica a Joaquín Ramos Moreno, natural de Torrejoncillo (AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1920. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes.) 111



Los orives



I. Zarza la Mayor La villa de Zarza la Mayor se encuentra en una privilegiada situación geográfica para el comercio transfronterizo, a sólo media legua de la ribera de Eljas, por la que pasa la frontera, y muy próxima también a la localidad de Alcántara, con la que siempre tuvo una relación de dependencia en lo judicial y en lo religioso, pues dependía de este priorato. Desde antiguo una parte importante de la población se dedicaba al comercio y a diferentes artesanías, ocupaciones que empleaban a más del veinte por ciento de los vecinos en 1791 (Rodríguez y Barrientos, 1993: 699); en esa época, la comunicación con el reino de Portugal se hacía a través de una barca que hacía el servicio en la ribera de Eljas, del mismo modo que con Ceclavín se comunicaban con otra barca que cruzaba el Alagón. La localidad, dotada de una Aduana Nacional, se recuperaba de dos destrucciones prácticamente totales sucesivas en las guerras de Restauración portuguesa y de Sucesión española, y encontró en las relaciones comerciales con el vecino portugués la mejor salida para su economía; este trato comercial se concretaba tanto dentro del ámbito legal como, especialmente, fuera de él, pues el contrabando ocupó a una gran parte de la población. Tuvo gran importancia el comercio de la seda, que tenía un precio muy alto en Portugal y cuya exportación resultaba, por tanto, sumamente rentable. En Zarza la Mayor se formó una Compañía de Comercio y Fábricas dedicada a la exportación de sedas fabricadas en Valencia, Granada y Priego al vecino reino portugués, llegando a ser productos muy apreciados en la corte de Lisboa. La compañía incluso albergó el ambicioso objetivo de ampliar su negocio a otros productos textiles y de cuero para exportar no sólo a Portugal, sino a otros países, instalando fábricas en Toledo y en el entorno de la frontera; llegó a contar con la protección y el patrocinio de la Corona según Orden del 1 de junio de 1746194; en 1751 la Compañía contaba en Zarza la Mayor con 128 telares de seda, seis de terciopelo, cuatro de damasco y 118 de tejidos bastos, más otros 71 a punto de entrar en funcionamiento y 30 más que iban a instalarse en Plasencia, aunque parece que éstos nunca llegaron a funcionar. En los años en que funcionó la Real Fábrica en Zarza la Mayor, aumentó considerablemente el nivel de vida y el bienestar de la población, consolidándose para el futuro una dedicación preferencial a los oficios relacionados con manufacturas y comercio; así, un informe del alcalde mayor de Alcántara fechado en mayo de 1752 afirmaba que la fábrica había conseguido Que en la Zarza no se conozca la nezesidad, porque el que más hijos tiene, y por esta razón devía ser el más pobre, es el que mejor lo pasa, pues todos trabajan, todos se entretienen, y todos ganan de comer al paso que no sólo enriqueze a la Provinzia, sino a todo el Reino, con el oro que del de Portugal introduzen en éste, aumentándose el lugar en fábricas, obras, y manifacturas (sic), ocupando a mucha jente oziosa, que de estarlo, sería la Peste de las repúblicas (Melón, 1987: 514).

194 Un detallado informe de la historia de esta malograda Real Compañía de Comercio de Extremadura puede leerse en Larruga, 1796: 101–237. Es interesante también la consulta de los trabajos de Rodríguez González (1982) y de Melón (1987 y 1999). 115


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 26. Zarza la Mayor. Edificio de la antigua Compañía de Comercio, actual sede del Ayuntamiento.

A pesar de todo, los derechos de exportación que comenzó a tener que pagar la Compañía, las irregularidades y la malversación de sus fondos por algunos de los administradores, así como la retracción del mercado portugués como consecuencia de la crisis nacional desencadenada por el terremoto de Lisboa del 1 de noviembre de 1755 llevaron a la Compañía a una situación de crisis y ruina progresiva, que acabó con un largo proceso judicial que culminaría en los últimos años del siglo XVIII con su disolución. En todo caso, ya hemos apuntado que en Zarza la Mayor persistió una dedicación preferencial de sus habitantes a los oficios artesanales y al comercio, con una puerta permanentemente abierta al lado portugués de la Raya que favorecía el trasiego de productos y personas. Sin duda esto favoreció, a pesar de las restricciones, el paso de joyas manufacturadas por orives portugueses, lo que fue creando el gusto por la filigrana; sabemos que a finales del siglo XVIII, con motivo de la festividad de San Bartolomé se celebraba una feria en Zarza la Mayor desde el 24 de agosto, con casi tres días de duración, a la que concurría, además de algún platero de Alcántara (Larruga, 1796: 261), una gran cantidad de portugueses para comprar géneros textiles, siendo habitual que aprovecharan para introducir “algunos aderezos ocultos, conduzidos por las mujeres” (Medina, 2003: 69). No sólo de las mercancías, también se pudo producir el paso ocasional de algún orive portugués, de los que acudían a las ferias de las poblaciones, y forzosamente esto determinaría tarde o temprano a alguno de ellos a optar por afincarse en la villa zarceña. Es conocido el caso del orive feriante de Guimarães José Moreira Pinto de Carvalho (1806-1864) que en junio de 1841, cuando hacía su periplo anual por la Beira y el Alentejo, realizó una incursión en España para adquirir 25 varas de seda lisa y cinco varas de terciopelo negro que después vendió a un tratante portugués (Santos, 2007: 220). No tenemos certeza de que hiciese esta compra en Zarza la Mayor, pero la especialización de esta villa en el comercio de la seda y la proximidad de localidades portuguesas como Fundão, Guarda, Idanha-a-Velha, 116


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Idanha-a-Nova, Castelo Branco o Penamacor, incluidas en su itinerario de ese año, permiten pensar en la posibilidad del paso de la frontera por este orive, y con seguridad, por otros orives portugueses en episodios similares anteriores, que finalizaron con el asentamiento en Zarza la Mayor de algunos de ellos. Aunque en ocasiones se ha afirmado que en Zarza la Mayor y poblaciones de los alrededores existe una larga tradición platera, que enlazaría con la época renacentista, ya hemos señalado que las fuentes parecen indicar una ausencia total del oficio durante gran parte del siglo XVIII, y sólo a mediados del siglo XIX se cita la presencia de tres plateros, en un momento en que de la fábrica de sedas sólo quedaba un edificio abandonado y cuando gran parte del pueblo vivía del contrabando (Madoz, 1850: 660). Pues bien, nuestra investigación ha permitido documentar, en la primera mitad del siglo XIX, no sólo a los citados tres plateros, sino casi una treintena de orives asentados en Zarza la Mayor; curiosamente, y confirmando las primeras apreciaciones y la conocida tradición oral, la mayor parte de ellos eran portugueses, originarios de la ciudad de Braga y su entorno. Como vamos a ver, hay suficientes motivos para pensar que la platería, abandonada en Zarza la Mayor desde hacía siglos, si es que había sido practicada alguna vez, fue introducida en la localidad por orives bracarenses, que en buen número llegaron en distintos momentos del siglo XIX y terminaron arraigando y formando en el oficio a algunos zarceños que continuaron trabajando hasta la total desaparición del mismo ya en la segunda mitad del siglo XX.

Los siete primeros orives portugueses (1820-1835) Según parece, siete fueron los primeros orives lusos que se asentaron en Zarza la Mayor, unidos entre sí por lazos de parentesco, profesionales y de amistad, sin que podamos al presente colegir si todos ellos trabajaron juntos en un solo taller o si, por el contrario, abrieron más de un negocio haciéndose entre sí la competencia. Pensamos que muy probablemente llegaron a Zarza la Mayor simultáneamente o con muy poca diferencia de tiempo, en todo caso parece que los primeros de ellos aparecieron en la localidad en 1823, coincidiendo con unos momentos de inestabilidad política y crisis económica y social en el norte de Portugal que sin duda afectaron al negocio de los orives. Sabemos que entre esos pioneros de la joyería portuguesa en Extremadura se encuentra António José Vieira da Silva (1773-1823), que era hijo de Manoel Vieira y de Maria Teresa Pereira, nacido en el lugar de Taboadela y feligresía de Mosteiro, en el concelho de Vieira do Minho195, a unos treinta kilómetros de Braga. La familia Vieira da Silva emigró a Braga a finales del siglo XVIII y se asentó en la feligresía de la Catedral, templo en el que se casó António José Vieira el 28 de agosto de 1800 con Joana Rosa de Araújo, nacida el 3 de octubre de 1782 e hija de Adriano de Araújo Ribeiro, ourives natural de de São Miguel de Prado, en la feligresía de Pico de Regalados (Vila Verde)196, también cercana a la ciudad de Braga. La marca de orive de Adriano de Araújo ha sido documentada en alguna pieza de 1768 (Vidal y Almeida, 1996: 200). Además de Joana Rosa, Adriano tuvo al menos otros cinco hijos, de los cuales tenemos certeza de que dos, Miguel José y Luís, se dedicaron también al oficio del padre, como veremos más adelante. 195 Arquivo Distrital de Braga en Family Search (ADBFS), Braga > Vieira do Minho > Mosteiro > São João Batista > Batismos 1735-1775 > image 336 of 355. https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-16305-4760381?cc=1913410&wc=M699-KT5:198760801,213111101,213254301,198760304,213271301). [Consultado el 18 de mayo de 2014]. 196 ADBFS, Braga > Braga > Sé > Santa Maria Maior > Batismos 1750-1799 > image 340 of 418. ( https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-16360-117000-5?cc=1913410&wc=M6M5Q6X:198760801,202964601,205958801,201364402,206038801). [Consultado el 24 de abril de 2014]. 117


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Fig. 27. Braga. Aspecto actual del Campo das Hortas.

Volviendo a António José Vieira, creemos bastante probable que aprendiera el oficio de la mano de su suegro Adriano de Araújo, y sabemos que residió con su esposa en el Rossio do Campo das Hortas y, posteriormente, en la Rua de Trás dos Açougues de Braga; una pieza con su marca se fecha en 1800 (Vidal y Almeida, 1996: 219). El matrimonio Vieira Araújo tuvo al menos once hijos, nacidos entre 1800 y 1820, de los cuales tenemos certeza de que siete llegaron a la edad adulta, continuando con el oficio familiar. Cuando nació el último de los hijos del matrimonio, Estevão, el 10 de noviembre de 1820, aún vivía la familia en Braga, pero a partir de esa fecha la existencia de todos ellos toma un rumbo muy diferente; primeramente muere la madre, Joana Rosa, probablemente en diciembre de 1822197, y de manera inmediata, se produce la emigración del padre con sus hijos supervivientes a Zarza la Mayor. En la tradición familiar ha pervivido la idea de que la familia marchó al lado español por razones políticas198, así que podemos deducir que probablemente la emigración se produjo en el contexto de la inestabilidad política que afectó al país tras la revolución liberal que tuvo lugar en Oporto el 24 de agosto de 1820 y prácticamente durante toda la siguiente década. Como decimos, en los primeros meses de 1823 ya vivía todo el grupo familiar en la población cacereña, pero los planes tuvieron que cambiar porque el 23 de mayo de ese año era encontrado 197 ADBFS, Braga > Braga > Sé > Santa Maria Maior > Óbitos 1751-1849 > image 443 of 544. ( https ://familysearch.org/pa l :/MM9.3.1/T H-1-16369-122571-82?cc=1913410&wc=9RG13TL:198760801,202964601,205958801,201364402,206080401). [Consultado el 3 de mayo de 2015]. 198 Según el testimonio de Dña. Florentina Viera Castellano, descendiente directa de la familia Vieira. 118


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 28. Braga. Catedral, donde fueron bautizados varios de los orives portugueses asentados en Zarza la Mayor.

ahogado el padre, António José, en la charca de la Huerta de San Juan, reflejando su partida de entierro que ya era viudo por aquellos días199. Junto con António José también se afincó en Zarza la Mayor el segundo de los orives portugueses, su hermano Francisco José Vieira (1778-1825), que había nacido también en Taboadela (Vieira do Minho) el 12 de diciembre de 1778200, y que probablemente también había aprendido el oficio con Adriano de Araújo; de Francisco José se conocen piezas marcadas en Braga en el año 1812 (Vidal y Almeida, 1996: 219), y sabemos que nunca llegó a casarse, como tampoco parece que tuviera descendencia. Sin embargo, falleció también al poco de llegar a Zarza la Mayor, a finales de mayo de 1825, de manera que la continuidad de la estirpe de los orives Vieira parecía quedar en el aire a no ser por José António y el resto de los hijos de António José Vieira. Así pues, el mayor de los hijos varones, José António Vieira Araújo (1802-1835), se quedó a sus veintitrés años al frente de la familia que ya formaban solamente él y sus seis hermanos; así es como aparece “José Antonio Viera”, ya españolizado su apellido, en el Padrón de Vecinos de Zarza la Mayor que ordenó en 1829 la Real Audiencia de Extremadura, en el que queda reflejada la presencia de seis 199 Archivo Diocesano de Coria Cáceres (ADCC), Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 18. Fol. 159v. 200 ADBFS, Braga > Vieira do Minho > Mosteiro > São João Batista > Batismos 1775-1821 > image 35 of 391. https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-16305-46006-60?cc=1913410&wc=M699K6X:198760801,213111101,213254301,198760304,213274101 . [Consultado el 18 de mayo de 2014]. 119


Juan Manuel Valadés Sierra personas formando el núcleo familiar201; son seis y no siete porque sabemos que uno de los hermanos, Manoel José, nacido el 30 de abril de 1808, ya había contraído matrimonio en Zarza la Mayor, el 12 de mayo de 1828202, y por tanto vivía fuera del hogar de los hermanos, probablemente en casa de sus suegros, como luego veremos. El destino quiso que José António Vieira falleciera muy pronto, el 19 de abril de 1835203, pero para entonces dos de de sus hermanos ya se habían casado y establecido por su cuenta, mientras que los dos más pequeños estaban a punto de hacerlo. Otros dos orives portugueses, llegados en estas mismas fechas, fueron Miguel José Pereira y Miguel José de Araújo. El primero de ellos era también natural de Braga, de la feligresía de São Pedro de Maximinos, donde se casó con Ana Maria da Ascensão Afonseca el 7 de junio de 1798204; aunque no consta con certeza, lo más probable es que la familia Pereira se dedicara a la orfebrería, pues uno de los testigos de la boda de Miguel José fue Francisco José da Silva, identificado como ourives, acaso el Francisco José Vieira da Silva que ya hemos mencionado. En 1818, Pereira vivía aún en Braga, en la Rua Nova de Sousa, pero sabemos que en 1825 ya estaba en Zarza la Mayor, pues en esa fecha actuaba como testigo en un casamiento al que nos referiremos más adelante, de manera que podemos colegir que su traslado a tierras extremeñas debió tener lugar en esos primeros años de la década de 1820, al igual que ya hemos visto para la familia Vieira; es probable que su emigración tuviera también un significado político, pues las posiciones liberales de Pereira le van a acarrear más de un disgusto a lo largo de su vida. Llamado a filas su hijo Juan Antonio, al parecer Miguel le ayudó a desertar, lo que le supuso una acusación por su complicidad por parte del Coronel Teniente de Ciudad Rodrigo; Pereira fue recluido primero en su casa debido a una dolencia en una de sus piernas, y a partir del 14 de junio de 1827 en el domicilio de su convecino Pedro Módenes, que salió por fiador suyo y “carcelero comentariense”205; tres meses después era su yerno, José Gomes de Oliveira, quien solicitaba su libertad bajo fianza debido a la enfermedad que padecía, cuyo tratamiento a base de sangrías le había debilitado mucho, saliendo también por fiador ofreciendo su casa para encarcelarle206. Con su esposa y dos personas más, acaso su hija Joaquina Bárbara y el esposo de ésta, el ya mencionado Manoel José Vieira, aparece en el Padrón de Vecinos de Zarza la Mayor elaborado en 1829 como “Miguel Pereyra”207; aunque el padrón no define su oficio, lo vamos a encontrar en diversos documentos como platero u orífice, y de sus vínculos con otros maestros de Braga da idea el que tres de sus hijas, nacidas todas ellas en la portuguesa ciudad de los arzobispos, terminaran casándose con orives que también se asentaron en Zarza la Mayor; lo más seguro es que esa relación previa fuera de carácter profesional, pues ya sabemos que era frecuente que las hijas de los orives se casaran con los oficiales y aprendices que trabajaban en el taller paterno. A finales de 1828, la situación de Miguel Pereira había empeorado mucho, pues había sido trasladado a la Cárcel Real de Alcántara, donde al parecer había sido escuchado, junto con otros presos, 201 AHPC. Real Audiencia. Legajo 370-18. Pág. 17. 202 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 13. Fol. 12. 203 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 19. Fol. 50. 204 ADBFS, Braga > Braga > Maximinos > São Pedro > Matrimônios 1695-1859 > image 280 of 413. ( https ://familysearch.org/pal :/MM9.3.1/T H-1-16361-47665-43?cc=1913410&wc=M6MG CWL:198760801,202964601,205012901,198819802,205084201). [Consultado el 21 de junio de 2014]. 205 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1827. PN1.885. Instrumento nº 19. Fol. 37. 206 Ídem. Instrumento nº 28. Fol. 53. 207 AHPC. Real Audiencia. Legajo 370-18. Pág. 21. 120


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I profiriendo comentarios contra el gobierno; eran los duros tiempos de la represión desatada por el absolutista ministro Tadeo Calomarde, y ello le granjeó a nuestro orive una nueva acusación. Pese a las reiteradas peticiones de su amigo Diego Hurtado Perianes para su liberación o encarcelamiento en casa de éste208, el 16 de septiembre de 1829 Pereira tiene que nombrar defensor en la persona del procurador de la villa de Alcántara D. Juan Díaz Maldonado209, y en julio del año siguiente aún tiene que solicitar la revisión de su causa, a través del procurador de Cáceres D. Manuel Fernández de Guevara, pues ahora es acusado de expresiones “en desprecio de la religión y al legítimo Govierno de S.M.”210; liberado por fin, en junio de 1831 sufre Pereira un nuevo problema legal que referiremos más adelante, al ser detenido con unas joyas suyas que pensaba vender en Moraleja. Después de ello se le pierde la pista, siendo lo más probable que falleciera a causa de su enfermedad y de la dureza de la prisión, sea en su hogar o en situación de privación de libertad en el domicilio de alguno de sus convecinos que se ofrecieron para ello. Muy probablemente, con la familia Vieira Araújo debió llegar a Zarza la Mayor el cuarto de los orives de Braga, Miguel José de Araújo (1785-1827), hermano de Joana Rosa de Araújo y por tanto cuñado de António José Vieira; Miguel era también orive, seguramente había aprendido el oficio con su padre, y se casó en Zarza la Mayor el 10 de diciembre de 1825 con Joaquina Pereira211, la más joven de las hijas de Miguel José Pereira, con la que al parecer tuvo una sola hija fallecida en 1830212, pero el propio Miguel José de Araújo ya había precedido a su hija en la muerte, falleciendo el 12 de enero de 1827213. El desvalimiento en que debió quedar la viuda tras el fallecimiento de este orive fue amortiguado por el apoyo del amplio grupo familiar bracarense que ya estaba asentado en la población zarceña en el momento del fallecimiento de Miguel José de Araújo, como vamos a ver. Otro de los yernos de Miguel José Pereira, José Gomes de Oliveira, a quien ya hemos citado al hablar de los problemas de aquél con la justicia, se cuenta también entre estos primeros orives portugueses de Zarza la Mayor; es muy probable que la relación, profesional o amistosa, ya existiera en la ciudad de Braga antes de la emigración de ambos. Gomes de Oliveira pertenecía a la feligresía de São Vítor, aunque se casó en la Catedral con Maria Josefa da Conceição, la hija mayor de Miguel José Pereira, el 26 de enero de 1818214; creemos probable que Oliveira comenzara como aprendiz en el taller de Pereira, pues no parece que su padre, João António de Oliveira, fuera del oficio, y posteriormente se convertiría en oficial. Sea como fuere, en 1825 ya se constata la presencia de José Gomes de Oliveira en Zarza la Mayor, actuando como testigo de la boda de Joaquina215, otra de las hijas de Miguel José Pereira; sabemos que Oliveira trabajó durante un tiempo con su suegro y posteriormente llegó a independizarse, lo más probable es que él sea el llamado “José el Oribe” que aparece en el Padrón de vecinos 208 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1828. PN1.885. Instrumentos nº 55 y 56. Fols. 104-105. 209 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1829. PN1.885. Instrumento nº 55. Fol. 98. 210 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1830. PN1.885. Instrumento nº 37. Fol. 80 211 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 12. Fol. 82. 212 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 18. Fol. 216v. 213 Ídem, Fol. 188v. 214 ADBFS, Braga > Braga > Sé > Santa Maria Maior > Matrimônios 1751-1855 > image 284 of 454. ( https ://familysearch .org/pa l :/M M9.3.1/T H-1-16361-61055-87?cc=1913410&wc=M6M5C3F:198760801,202964601,205958801,201364402,206070701). [Consultado el 27 de mayo de 2014]. 215 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 12. Fol. 82. 121


Juan Manuel Valadés Sierra de 1829, al cual ya nos hemos referido216, en el que se refleja como cabeza de familia viviendo con su esposa y dos hijos, de los que sabemos que en 1830 murió uno de ellos. Ya vimos más arriba que en septiembre de 1827 había tratado de salir como fiador de la prisión de su suegro Miguel Pereira; y en noviembre y diciembre de 1830 le vemos comprando y vendiendo un terreno en la zona del Campo Santo, que le había sido embargado a Manuel Hernández Tomé por denuncia de la cuñada de José, Teresa de Jesús Pereira217. En junio de 1831 Gomes de Oliveira aparece dando un poder legal al ya mencionado Manoel José Vieira para recuperar unas alhajas suyas que el Teniente de Carabineros de Costas y Fronteras le había intervenido al propio Vieira y a Miguel José Pereira cuando se dirigían a venderlas en dirección a la villa de Moraleja; por ese documento sabemos que Gomes de Oliveira ya estaba establecido como maestro orive y Manoel José Vieira era empleado suyo, además de yerno, pues Oliveira se refiere a él como “mi cajero”218. Lamentablemente, pocos meses después, el 18 de enero de 1832219, fallecía en plena juventud el propio José Gomes de Oliveira, quedando truncada la que podría haber sido una dinastía de orives portugueses en Zarza la Mayor y dejando al mismo tiempo a su empleado y marido de su hija Joaquina, Manoel José Vieira, en una difícil situación que le llevaría, años después, a marchar fuera del pueblo para sostener a su familia. Otra hija de Gomes de Oliveira, Isabel Gómez Pereira, marchó a Mogarraz (Salamanca), donde ejerció como maestra de instrucción primaria y se casó con Francisco Hernández, también maestro, natural de Villares de la Reina (Salamanca); de este matrimonio nació Isidoro Hernández Gómez, que aprendió el oficio de orive acaso con su madre o con alguno de los parientes zarceños de ésta, y tuvo continuidad en la profesión con su hijo Julio Hernández Hidalgo; éste nació el 22 de mayo de 1885 y fue orive primero en Mogarraz, y después en Tamames (Puerto, 2004: 220), pasando, tras la guerra civil, cinco años en prisión por su pertenencia a la Sociedad de Trabajadores de la Tierra220. Volviendo a Zarza la Mayor, y además de los ya vistos, entre los primeros orives portugueses llegados a Zarza se cuentan también José Puppe y João Joaquim Lopes da Silva, de acuerdo con las referencias bibliográficas confirmadas por la documentación consultada. De José Joaquim Puppe (1793-1864) se sabía, por la bibliografía, que procedía de Braga y se asentó en Zarza la Mayor, donde ejerció su oficio y de donde marchó entre 1823 y 1824 para quedarse hasta el fin de sus días en la ciudad de Cáceres (Hurtado, 1915: 689). Ahora sabemos, además, que José Puppe era efectivamente natural de Braga, hijo de Francisco José Puppe, de la parroquia de São João do Souto, en cuya Rua de São Marcos nació el 29 de junio de 1793221 en el seno de una familia de la alta burguesía muy bien relacionada con el estamento eclesiástico y aristocrático, como lo prueba el que varios de los doce hermanos que formaron la familia fuesen apadrinados por altas dignidades eclesiásticas o de 216 AHPC. Real Audiencia. Legajo 370-18. Pág. 18. 217 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1830. PN1.885. Instrumentos nº 78 y 90. Fols. 160-161 y 190-191. 218 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1831. PN1.885. Instrumento nº 32. Fols. 53-54. 219 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 19. Fol. 4. 220 Véase http://salamancamemoriayjusticia.org/vic_ver.asp?id=14209. [Consultado el 28 de mayo de 2015]. 221 ADBFS, São João do Souto > São João do Souto > Batismos 1789-1808 > image 46 of 300. ( https ://familysearch .org/pa l :/M M9.3.1/T H-1-16362-49383-35?cc=1913410&wc=M6M PMP8:198760801,202964601,205425001,203447802,205448101). [Consultado el 22 de mayo de 2014]. 122


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I la corte de Lisboa. No hay, pues, evidencia, de que hubiera en la familia precedentes en el ejercicio de la orfebrería, y por tanto no sabemos a ciencia cierta en qué obrador de Braga pudo aprender el oficio; existe la posibilidad de que se formase como orive con sus paisanos João Joaquim Lopes da Silva o con Miguel José Pereira, y posteriormente marchara con ellos a Zarza la Mayor; sea como fuere, José emigró a España al mismo tiempo que los cinco portugueses anteriormente citados, posiblemente entre 1820 y 1825, pasando unos pocos años en Zarza la Mayor, donde ya sabemos que estaban asentadas estas familias. La primera referencia documental que hemos hallado en Zarza la Mayor de la presencia de Puppe se fecha el 28 de enero de 1828, cuando le vende un huerto a su paisano y amigo João Joaquim Lopes por poco más de ochocientos reales222, siendo citado como “José Joaquín Puppe, de oficio orive, y de esta vecindad”; ello invita a pensar que debía llevar algún tiempo como vecino de Zarza, pero contradice la afirmación de Publio Hurtado sobre su temprana residencia en Cáceres. Todas las siguientes noticias que tenemos de Puppe ya le mencionan como vecino de Cáceres, tanto en el poder que le concede José António Vieira para que represente sus intereses en una demanda, fechado el 8 de mayo de 1829223, como en la partida de su propio matrimonio celebrado en la parroquia de San Mateo de Cáceres, el 11 de diciembre de 1829224. Así lo confirma un documento fechado el 2 de septiembre de 1830 en Zarza la Mayor en el que se le cita como “vecino de la villa de Cáceres, y al presente en ésta”, en el que además se explica Que por resultas de haver estado avecindado en esta vª varios años en su oficio de platero, y haver trasladado su domicilio posteriormente a la vª de Cáceres en donde al presente con urgencia tiene que pasar dejando en ésta varios negocios pendtes. en el Juzgado Real Ordinario…225

Todo ello nos permite fechar el traslado de Puppe a Cáceres con bastante precisión en el año 1828 o primeros meses del siguiente. Sin embargo, siempre seguirá estrechamente vinculado a la localidad y particularmente a sus conocidos y amigos portugueses de Zarza la Mayor, José António Vieira y, de manera especial a João Joaquim Lopes, con quien terminará emparentando. Así, el 1 de septiembre de 1830 adquiría una casa en la calle de Abajo de Zarza junto con un huerto en la Cacinada a Isabel María Cortés, todo ello por la considerable cantidad de 10.100 reales226, y en diferentes momentos le vemos dando o recibiendo poderes de los citados orives para distintos asuntos judiciales. En cuanto a João Joaquim Lopes da Silva (1800-1867), nació en Braga el 1 de agosto de 1800227, en el seno de una familia oriunda de Travassos (Póvoa de Lanhoso) que, con toda probabilidad, se dedicaba a la orfebrería; sus padres, José António Lopes da Silva y Maria Josefa da Cruz, vivían a caballo entre Braga, en el Rossio do Campo das Hortas, muy cerca de la vivienda de António José Vieira, y su población de 222 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1828. PN1.885. Instrumento nº 4. Fols. 7-8. 223 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1829. PN1.885. Instrumento nº 36. Fols. 63-64. 224 ADCC. Parroquia de San Mateo de Cáceres. Libro de Casados nº 37. Fol. 285v. 225 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1830. PN1.885. Instrumento nº 54. Fols. 117-118. 226 Ídem. Instrumento nº 52. Fols. 112-113. 227 ADBFS, Braga > Braga > Sé > Santa Maria Maior > Batismos 1799-1821 > image 113 of 347. ( https ://familysearch.org/pal :/MM9.3.1/TH-1-16360-114695-64?cc=1913410&wc=M6M57Z9:198760801,202964601,205958801,201364402,206043201). [Consultado el 16 de junio de 2014]. 123


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 29. Braga. Parroquia de São João do Souto

origen, bien conocida por ser una de las más activas en el oficio. Con sólo veinticinco años de edad, ya le vemos casándose en Zarza la Mayor con una extremeña, Catalina Felipa López Morán228; es probable que Lopes llegase a la población cacereña poco antes de ese año 1825, al mismo tiempo que la familia Vieira, José Gomes de Oliveira, Miguel José Pereira, Miguel José de Araújo y José Puppe, y que incluso estos orives portugueses trabajaran juntos, lo que explicaría detalles como el que Pereira actuase como testigo en la boda de Lopes y, posteriormente, sus apellidos se entremezclen en la documentación notarial, actuando unos como fiadores o testigos de otros. Pese a que no es mencionado en el Padrón de Vecinos de 1829, sabemos por su matrimonio que João Joaquim Lopes de Silva, que españolizó su nombre como Juan Joaquín López, ya estaba en Zarza la Mayor en 1825, y que se mantuvo activo en su oficio al menos hasta 1862, falleciendo el 9 de julio de 1867229. Se casó con Catalina López, aportando a su matrimonio “veinte y cinco onzas de oro de trabajo y demás útiles del ofico de orive á que pertenece”230, y tuvo por lo menos cinco hijos, de los que los dos varones, Juan y Loreto, heredaron la profesión y vivieron de ella, mientras que una de las mujeres, Teresa, casó también con otro orive, al que nos referiremos más adelante.

228 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 12. Fol. 79v. 229 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro nº 6 de Difuntos. Fol. 382v 230 Testamento de Juan Joaquín López y Catalina López. AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Oliva, Zarza la Mayor, 1856. Tomo 1. PN3.202. Instrumento nº 46. Fols. 94-96v. 124


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Juan Joaquín López, al igual que su amigo José Puppe, acumuló un importante patrimonio y llegó a ser un personaje respetado en la villa de Zarza la Mayor; en los documentos escritos se le da siempre el título de “Don” y, lejos de los problemas legales que sufrió Pereira, le vemos envuelto en negocios y en el servicio público. Actuó como testigo en la apertura del testamento de José António Vieira, representando a los hermanos del difunto231, adquirió a los familiares de su esposa una casa que habían recibido como herencia, por 4.000 reales232, compró también un huerto en 1839, situado en el Humilladero, por 700 reales233, tres años después compraba un huerto en La Fontanina234 y ya en 1851 adquiría un olivar en Alcántara235. En 1854 formaba parte de la corporación municipal y como tal le vemos firmando documentos de arriendo de los derechos de consumos del pueblo236, y en el mismo año aparece formando parte del primer grupo de accionistas de la sociedad “La Nueva Iberia” que se unió para explotar las minas de Santa Clara, Santa Fé, San Antonio y San Juan que se habían descubierto en la localidad237.

La siguiente generación: primeros orives zarceños (1835-1850) Tras la muerte de António José Vieira da Silva, la siguiente generación de la familia continuó con el oficio en Zarza la Mayor; ya hemos señalado que el mayor de los varones, José António, se quedó al cargo de sus seis hermanos tras el fallecimiento de su padre en 1823 y de su tío en 1825; había nacido el 14 de octubre de 1802 en Braga y sus padrinos de bautismo habían sido su tía Rosa, hermana de su madre, y el orive António Amaral, que vivía en la Rua Nova de Sousa de Braga, la misma en que por entonces residía Miguel José Pereira238. José António debió tener alguna relación de tipo comercial con un vecino de Zarza la Mayor, Pedro Módenes, a quien ya hemos mencionado como carcelero comentariense de Miguel José Pereira y de quien nos volveremos a ocupar; dicha relación no debió finalizar de la mejor manera, pues el portugués entabló una querella judicial contra Eugenia Rodríguez, esposa de Módenes, “por haberle injuriado (de) palabra llamándole ladrón”239; debió tener también relación con otros vecinos dedicados al contrabando, pues en julio de 1830 se ofrecía como carcelero comentariense para tener en su casa a Antonio Cebadero, vecino de Gata, a quien se le habían aprehendido géneros de

231 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1835. PN1.886. Instrumento nº 18. Fols. 38-39v. 232 Ídem. Instrumento nº 22. Fols. 51-53. 233 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1839. PN1.886. Instrumento nº 38. Fols. 64-65. 234 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1842. PN1.887. Instrumento nº 45. Fols. 101-102. 235 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1851. PN3.200. Instrumento nº 138. Fol. 181. 236 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1854. PN3.201. Instrumento nº 47. Fols. 105-106. 237 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1854. PN3.201. Instrumentos nº 50 y nº 101. Fols. 111-112 y 206-209v. 238 ADBFS, Braga > Braga > Sé > Santa Maria Maior > Batismos 1799-1821 > image 137 of 347. ( https ://familysearch.org/pal :/MM9.3.1/TH-1-16360-115075-86?cc=1913410&wc=M6M57Z9:198760801,202964601,205958801,201364402,206043201). [Consultado el 26 de abril de 2014]. 239 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1829. PN1.885. Instrumento nº 36. Fols. 63-64. 125


Juan Manuel Valadés Sierra algodón240, y pocos meses antes de su muerte se quedaba con una casa ubicada en la calle Concejo que había sido subastada para que su anterior propietario, Manuel Hernández Tomé, pudiera hacer frente a la responsabilidad civil tras haber sido condenado por injurias proferidas contra el orive José Puppe241. Consta que José António murió soltero y sin descendencia 242, por lo que su temprana muerte, con sólo treinta y dos años, obligó a sus hermanos a salir adelante sin él; en ese momento el mayor de los hermanos que quedaban, José Manoel, estaba a punto de cumplir los 29 años, pues sabemos que había nacido el 1 de mayo de 1806 y había sido bautizado tres días después en la Catedral de Braga243; estaba casado desde el 17 de agosto de 1831244 con Teresa de Jesús Pereira, la segunda hija del mencionado Miguel José Pereira, lo que quiere decir que José Manoel Vieira era cuñado, y seguramente aprendiz u oficial de José Gomes de Oliveira, del que ya sabemos que falleció en enero de 1832. Teresa de Jesús era, en el momento de contraer matrimonio con José Manoel, viuda de otro portugués, llamado António Fernandes, del que ignoramos su oficio, aun cuando podamos suponerle también orive, debido a los antecedentes familiares. Tras la muerte de José António, su hermano José Manoel asumió las funciones de cabeza de los hermanos como el mayor de los supervivientes; en calidad de tal litigó con Feliciana Portillo, que había sido sirvienta de su hermano mayor, por la herencia de éste. En efecto, y al carecer de descendencia, José António había otorgado testamento a favor de Feliciana Portillo, que le había servido durante los últimos catorce años de su vida, es decir, desde la muerte de su padre António José; en el testamento, especifica que nunca le había pagado su salario de treinta reales mensuales y por ello le legaba su casa de la calle del Concejo junto a varias ropas y alhajas que ella había aportado a la casa de su amo y todos los bienes que quedaran después de pagar las deudas que tenía contraídas. A su hermano António, aún menor de edad, le dejaba solamente cuatro onzas de oro viejo y las herramientas del oficio de orive que él había heredado de su padre, y a José Manoel únicamente otras cuatro onzas de oro viejo245. El problema es que la abuela materna de José António, Catarina Teresa Alves Teixeira aún vivía en el momento del fallecimiento de éste, de manera que era heredera forzosa, tal como argumentó José Manoel, que recibió de ella un poder notarial para reclamar la herencia para sí y sus hermanos246. El pleito por la herencia fue largo y no tenemos información sobre su resultado final, aunque en 1853 los hermanos Vieira se quejaban de que había sido “transigido con autorización judicial en perjuicio de los menores y ausentes en aquella época”, por lo que de común acuerdo cedieron sus derechos, que valoraban en 8.000 reales, al hermano más pequeño, Estevão Vieira, como veremos más adelante. José Manoel Vieira y su esposa Teresa Pereira tuvieron varios hijos mientras residían en Zarza la Mayor, de los que la mayoría falleció en su minoría de edad, pero sabemos que llegaron a la edad adulta 240 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1830. PN1.885. Instrumento nº 38. Fol. 82. 241 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1834. PN1.886. Instrumento nº 32. Fols. 68-69v. 242 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 19. Fol. 50. 243 ADBFS, Braga > Braga > Sé > Santa Maria Maior > Batismos 1799-1821 > image 170 of 347. ( https ://familysearch.org/pal :/MM9.3.1/T H-1-16360-114255-84?cc=1913410&wc=M6M57Z9:198760801,202964601,205958801,201364402,206043201). [Consultado el 20 de abril de 2014]. 244 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 13. Fol. 28. 245 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1835. PN1.886. Instrumento nº 18. Fols. 38-39v. 246 Ídem. Instrumento nº 52. Fol. 105v. 126


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I una hija, María Patrocinio, nacida el 16 de noviembre de 1834, y un hijo, Francisco Vieira Pereira, que nació el 4 de junio de 1846. Sabemos que la familia Vieira Pereira se estableció primero en Gata, en torno a 1833, donde nació una de las hijas del matrimonio247; por esos años, José Manoel acordó con su hermano Manoel José, que también había pasado a vivir en Gata, que éste acogiese en su casa a su hermano más pequeño, Estevão, “a fin de que lo alimente eduque y enseñe y destine a el oficio q. mejor les convenga” por un plazo de dos años, dándole ropa limpia y cama sin maltratarlo a cambio de la cantidad de 300 reales anuales que José Manoel le pagaría, y todo ello porque Estevão era a la sazón “huérfano de padre y madre, se halla en la menor edad sin oficio ni modo de vivir conocido espuesto por lo mismo a los hazares y peligros a q. fácilmente se inclina la juventud y queriendo evitar males de esta clase y sugetarlo pª que viva en compañía de su hermano”248. Pese a la temprana muerte de Manoel José, y que por tanto Estevão volviera a quedar desamparado, no es muy difícil deducir que el oficio aprendido por el joven fue el de orive, como veremos. Tras unos pocos años en Gata, parece que José Manoel se estableció por un tiempo en Ceclavín, al menos entre 1846 y 1853; allí, su hija María Patrocinio se casaba en agosto de 1856 con otro orive, Venancio Fatela. En 1853, no obstante, parece que José Manoel volvía a ser vecino de Zarza la Mayor, al menos así se le cita en el documento fechado el 14 de febrero de ese año por el que los tres hermanos Vieira Araújo, Luís, António y José Manoel, cedían al más pequeño, Estevão, todos sus derechos sobre la herencia del difunto José António, aún en litigio, que valoraban en 8.000 reales249. El tercero de los hermanos Vieira Araújo es Manoel José (1808-1835), nacido también en Braga el 30 de abril de 1808250 y apadrinado en su bautismo por el orive Manoel António Gomes da Costa, con marca documentada en 1796 (Vidal y Almeida, 1996: 203); Manoel José estaba casado desde el 12 de mayo de 1828 con la hija menor de Miguel José Pereira, llamada Joaquina Pereira, de quien ya sabemos que era viuda de Miguel José de Araújo desde un año antes. Es evidente que el grupo familiar de los Vieira Araújo seguía unido tras el fallecimiento de los patriarcas António José y Joana Rosa, y del tío Miguel, de manera que Manoel José, que continuó con el oficio de orive, terminó casándose con quien había sido la esposa de su tío251. Manoel José también tuvo problemas con la justicia, pues en enero de 1829 se encontraba en la Cárcel Real de Alcántara “privado de libertad y enfermo por las humedades y por el miedo que le causa la ruina”, por lo que su hermano José António solicitaba su traslado a otra prisión ofreciendo constituirse en carcelero comentariense de su hermano, en su propia casa o donde decidiera el tribunal252; sabemos ya que había sido oficial de José Gomes de Oliveira, y tras la muerte de éste se trasladó a la localidad de Gata junto a su hermano José Manoel, donde ya era residente en enero de 1833, momento en que nació su hija Luciana253 y días más tarde 247 ADCC. Parroquia de San Pedro en Gata. Libro de Bautizados nº 11. Fol. 53v. 248 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1837. PN1.886. Instrumento nº 52. Fol. 114-115v. 249 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Oliva, Zarza la Mayor, 1853. Tomo 1. PN3.200. Instrumento nº 23. Fol. 57. 250 ADBFS, Braga > Braga > Sé > Santa Maria Maior > Batismos 1799-1821 > image 189 of 347. ( https ://familysearch.org/pal :/MM9.3.1/TH-1-16360-118788-24?cc=1913410&wc=M6M57Z9:198760801,202964601,205958801,201364402,206043201). [Consultado el 20 de abril de 2014]. 251 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 13. Fol. 12. 252 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1829. PN1.885. Instrumento nº 10. Fol. 19. 253 ADCC. Parroquia de San Pedro en Gata. Libro de Bautizados nº 11. Fol. 49. 127


Juan Manuel Valadés Sierra el propio Manoel actuaba como testigo en una boda254; en julio de ese mismo año enterraba a su pequeño hijo Antonio, de sólo dos años de edad255; posteriormente, en 1834 da poder a Antonio Cabeza, vecino de Alcántara, para reclamar en su nombre, y en el de su hermano José António, una deuda de 1.731 reales a unos vecinos de Torrejoncillo256, pero el 26 de diciembre de 1835 fallece repentinamente257 dejando un único hijo, José Antonio Vieira Pereira, que le continuará en el oficio. Como ya se ha avanzado, Manoel José tuvo al menos cuatro hijos, José Antonio, Antonio, María, Petra y Luciana; tenemos certeza de que de ellos José Antonio Vieira Pereira (1829-1879), nacido en Zarza la Mayor el 7 de abril de 1829, ejerció también el oficio de orive; fueron sus padrinos sus tíos José António Vieira Araújo y Joaquina Bárbara Pereira258, y a sus veinticinco años casó en su localidad natal con Juana Marcos, el 28 de noviembre de 1854259. Tres años después el matrimonio Vieira Marcos ya no vivía en Zarza la Mayor, sino en Serradilla, donde nacía su hija Manuela en marzo de 1857260, si bien el 22 de octubre de ese mismo año enterraban en Zarza la Mayor a su pequeña hija Cipriana, de apenas dos años de edad261; un año después seguían en Serradilla, pero en abril de 1862 ya se habían afincado en Garrovillas, donde permanecerían el resto de sus vidas; no consta que ningún hijo varón de este matrimonio continuara con el oficio, pero sí que dos de sus hijas, Rafaela y Josefa, casaron con orives, como veremos en su momento. El siguiente hermano apellidado Vieira Araújo es Francisco José (1813-1880), que había nacido el 20 de diciembre de 1813 también en Braga, de manera que sólo tenía diez años cuando quedó huérfano. Tuvo que aprender el oficio con sus hermanos, especialmente con José António, que además fue su padrino de bautismo262; con Francisco José se confirma el cambio y se rompe la endogamia del primer grupo de orives llegados de Portugal, casándose con una española. El 19 de diciembre de 1836 contrae matrimonio en la iglesia de San Andrés de Zarza la Mayor con Juana Lozano Moralo, nacida en Membrío aunque afincada con sus padres en Zarza, y que no parece tener antecedentes de orives en la familia; su madre era también de Membrío y su padre, empleado en rentas, era de Villa del Rey263. Sabemos que en 1840 seguía activo Francisco José en Zarza la Mayor, pero posteriormente quedó viudo y contrajo matrimonio con María de la Concepción Garda Baim, hija del italiano de Moncalvo Juan Bautista Garda, marchando a Valencia de Alcántara, donde consta que el matrimonio vivía entre 1845 y 1848, pero al parecer Francisco volvió a enviudar y marchó a San Vicente de Alcántara, casándose allí con Eustaquia Cruz y permaneciendo en esa localidad hasta su fallecimiento el 17 de noviembre de 1880. El quinto hermano es Luís António (1815-1880), que dará lugar a la continuidad de la familia y a su dispersión por otras localidades extremeñas; había nacido en Braga, como el resto de los hermanos, el 18 254 ADCC. Parroquia de San Pedro en Gata. Libro de Casados nº 19. Fol. 58v. 255 ADCC. Parroquia de San Pedro en Gata. Libro de Difuntos nº 23. Fol. 95v. 256 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Muñoz Oliva, Zarza la Mayor, 1834. PN1.886. Instrumento nº 27. Fol. 43-44. 257 ADCC. Parroquia de San Pedro en Gata. Libro de Difuntos nº 23. Fol. 120v. 258 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 122v. 259 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 15. Fol. 50v. Partida nº 8. 260 Archivo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción en Serradilla. Libro de Bautizados de 1853-1859. Fol. 130v. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 261 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 20. Fol. 296. 262 ADBFS, Braga > Braga > Sé > Santa Maria Maior > Batismos 1799-1821 > image 234 of 347. (https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:939V-7ZQD-9D?i=233&wc=M6M5-7Z9%3A198760801% 2C202964601%2C205958801%2C201364402%2C206043201&cc=1913410). [Consultado el 20 de abril de 2014]. 263 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 13. Fol. 63v. 128


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I de octubre de 1815, siendo su padrino de bautismo, y recibiendo por ello su nombre de pila, su tío materno Luís de Araújo264, conocido orive documentado ya en 1806 (Vidal y Almeida, 1996: 201). Como después haría su hermano Francisco, Luís es el primero de los hermanos que se casó con una española de Zarza la Mayor, María Cruz Velázquez, el 6 de agosto de 1835265; la novia era hija de Antonio Velázquez de Muro, empleado en rentas natural de Brozas, difunto ya por entonces, y de Lucía Alba, natural de Zarza la Mayor. El matrimonio tuvo varios hijos nacidos en Zarza la Mayor, donde residieron al menos hasta 1849, en las partidas de bautismo de todos ellos se menciona a Luís Vieira como “fabricante en oro”; pero a partir de 1850 aparece documentado, vendiendo un terreno ubicado en las dehesas de Zarza la Mayor a Pedro López, como vecino de Ceclavín266, adonde se trasladó con su familia y donde residió hasta su fallecimiento en 1880. En esta localidad ejercerá su oficio formando a varios orives locales, y entre sus descendientes se cuentan otros varios artífices que han sido importantes en la orfebrería cacereña; su hija Eloísa casó con el orive Santiago Domínguez Amores, otra de sus hijas, Celestina, fue madre de otro orive ceclavinero, Graciano Pozas Viera, sus hijos Lorenzo, León y Loreto también ejercieron el oficio en Ceclavín, y otro de sus hijos, José, fue uno de los más afamados orives de Garrovillas, casando con su prima Rafaela, hija de José Antonio Vieira Pereira y de Juana Marcos. En la familia Vieira Araújo, sabemos que el siguiente de los hermanos varones, António (18181885), ejerció también el oficio de orive, había nacido en Braga el 21 de enero de 1818267 y se casó el 2 de mayo de 1837 con Isabel Juana Climaca Alejo de Sande, que era natural de Zarza la Mayor e hija de un acomodado propietario de la villa; el matrimonio tuvo varios hijos, de los que nos interesan, por haber continuado el oficio del padre Juan Jesús, nacido el 11 de enero de 1838268, Juan Donato, que nació el 12 de diciembre de 1839269, Anastasio Basiliso, que nació el 15 de Marzo de 1855270 y Gumersindo, que vio la luz el 13 de Enero de 1858271. El oficio ejercido por el patriarca, António Vieira Araújo, debió proporcionarle una posición económica desahogada, pues entre 1849 y 1859 le vemos adquiriendo varias propiedades rústicas y urbanas en Zarza la Mayor: dos suertes de tierra de tres fanegas en la Mesa de Abajo valoradas en 300 reales, a Antonio Jorge272; una tierra sita en el Arroyo del Espino comprada a Facundo Bule por 1.600 reales273; dos novenas partes de una casa en la calle de Abajo valorado en 900 reales, a Antonio José Montero y a José Vaz274; un cercado en la Laguna del Moro valorado en 2.600 reales que 264 ADBFS, Braga > Braga > Sé > Santa Maria Maior > Batismos 1799-1821 > image 261 of 347. ( https ://familysearch.org/pal :/MM9.3.1/TH-1-16360-118680-57?cc=1913410&wc=M6M57Z9:198760801,202964601,205958801,201364402,206043201). [Consultado el 24 de abril de 2014]. 265 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 13. Fol. 53v. 266 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1850. Tomo 1. PN 1.889. Instrumento nº 62. Fol. 110. 267 ADBFS, Braga > Braga > Sé > Santa Maria Maior > Batismos 1799-1821 > image 297 of 347. ( https ://familysearch.org/pal :/MM9.3.1/TH-1-16360-118738-54?cc=1913410&wc=M6M57Z9:198760801,202964601,205958801,201364402,206043201). [Consultado el 20 de abril de 2014]. 268 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 247. 269 Ídem. Fol. 277v. 270 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 9. Fol. 266v. 271 Ídem. Fol. 443. 272 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1849. PN 1.889. Instrumento nº 102. Fol. 161. 273 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1855. Tomo 1. PN 3.202. Instrumento nº 44. Fol. 90. 274 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1855. Tomo 2. PN 3.202. Instrumento nº 97. Fol. 213. 129


Juan Manuel Valadés Sierra le cambió a Antonio Santos por otro terreno situado en El Espino, tasado en 600 reales más otros 2.000 que dio en metálico275; treinta y un olivos ubicados en Pardo, término de Alcántara, valorados en 800 reales que le compró a Antonio Eustasio Montero276; otra tierra cercada en la Fuente Nueva valorada en 1.600 reales que compró a Longina López277; una viña en El Lagar, de Alcántara que adquirió a Telesfora Gallego por 440 reales278; media casa en la calle del Parral, valorada en 2.600 reales, que permutó por un tercio de la casa de la calle de Abajo a Juan de Leno Gutiérrez279, etc.

Fig. 30. Firmas de Luís António, António, Estevão y Manoel José Vieira Araújo

Fig. 31. Firmas de José Manoel y José António Vieira Araújo

275 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1856. Tomo 1. PN 3.202. Instrumento nº 19. Fol. 40. 276 Ídem. Instrumento nº 48. Fol. 99. 277 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1856. Tomo 2. PN 3.202. Instrumento nº 112. Fol. 238. 278 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1857. Tomo 1. PN 3.202. Instrumento nº 76. Fol. 179. 279 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1857. Tomo 3. PN 3.202. Instrumento nº 361. Fol. 761. 130


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I En 1859 manifiesta ser dueño de algunas de estas propiedades: […] dos tapados al sitio de la Fuente Nueva de cabida de cinco fanegas que lindan con Antonio Feliciano Zango y calleja Concejil, que van a dar a la Laguna del Moro, valorados en 6.000 reales y otro tapado a igual sitio, de cabida de dos fanegas, lindante a la misma calleja que se dirige a la Laguna del Moro y con huerta de Don Juan Sánchez Polán, valorado en 3.000 rs.

Fig. 32. Firma de Miguel José Pereira

Fig. 33. Firma de José Gomes Oliveira

Fig. 34. Firma de José Joaquim Puppe

Fig. 35. Firma de João Joaquim Lopes

Las cuales puso como garantía hipotecaria para el caso de que tuviera que pagar su parte de 8.000 reales en la sociedad que constituyó con otros seis matrimonios del pueblo por si su hijo Juan, o los hijos de las demás parejas, fueran llamados a filas, es decir, a la Guerra de Marruecos, en los dos siguientes reemplazos280. De la fama como orive de António Vieira fuera de Zarza la Mayor, cuyo apellido aparece castellanizado como Viera en la mayoría de los documentos civiles, da idea el contrato que firmó el 25 de junio de 1851 con Gabriel Moreno, vecino de Garrovillas aunque natural de Zarza la Mayor, para que Vieira le enseñara el oficio a José Manuel Moreno, sobrino de Gabriel que estaba bajo su responsabilidad. A través del escueto documento, António Vieira se comprometía a admitirlo como aprendiz durante un plazo de cuatro años, que acabaría el 10 de enero de 1855, enseñándole el oficio al mismo tiempo que adquiría el compromiso de “alimentarlo, coserlo, remendarlo y ropa limpia al uso de casa”; a cambio de 280 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1859. Tomo 2. PN 3.204. Instrumento nº 165. Fols. 414-417v. 131


Juan Manuel Valadés Sierra ello, el maestro recibiría un total de 3.500 reales pagaderos en tres plazos: 1.500 a la entrada del pupilo, otros 1.000 al final del primer año y el resto al acabar el cuarto año del aprendizaje281. Como hemos señalado, de los seis hijos que sobrevivieron a António Vieira, cuatro trabajaron como orives: Jesús Viera Alejo, Juan Viera Alejo, Basiliso (llamado “Basilio”) Viera Alejo y Gumersindo Viera Alejo. El primero de ellos, Jesús, parece que llegó a abandonar el oficio, o al menos lo alternó con otras ocupaciones; sabemos que se unió a Carmen Romero Barriga, natural de Navas del Madroño, sin que conste que llegaran a casarse. En 1874 Jesús era músico ambulante sin residencia fija, y estando circunstancialmente en Campanario (Badajoz), nació el hijo de ambos César Viera Romero, que también había de dedicarse, al menos parcialmente, a la orfebrería. En cuanto a Juan Viera Alejo, contrajo matrimonio en Zarza la Mayor con Isabel Módenes Herrero, hija del orive Juan Pablo Módenes al que nos referiremos más adelante, pero posteriormente marchó para establecerse primero en Casar de Cáceres y después de manera definitiva en Coria. Los otros dos hermanos, Basilio y Gumersindo, se quedaron en Zarza la Mayor y ambos fueron orives, como referiremos más adelante. El benjamín de los hermanos Vieira Araújo se llamó, como ya se ha mencionado, Estevão. Había nacido en Braga el 10 de noviembre de 1820, siendo bautizado en la Catedral y actuando como padrino Estevão José Ferreira, acaso el orive José Ferreira cuya marca fechada en 1832 documentaron Vidal y Almeida (1996: 206). De Estevão ya sabemos que fue puesto bajo el pupilaje de su hermano Manoel para que le enseñara un oficio en Gata, que obviamente fue el de orive; posteriormente pudo pasar a residir en Barcarrota (Badajoz), pues contrajo matrimonio con María de la Paz Rodríguez, que era natural de allí, para después marchar a Portugal, pero las cosas no debieron irle como esperaba, pues en 1853 acababa de volver de su tierra natal y se hallaba establecido en Torrejoncillo282; muy poco después, en agosto de 1854, quedaba viudo en Alcántara, momento en que se le menciona como residente en la villa cabeza del Priorato. Como se puede ver, los hermanos Vieira Araújo hubieron de tomar rumbos diferentes para poder sobrevivir; obviamente el mercado que podían encontrar en Zarza la Mayor para sus piezas era limitado, incluso saliendo a vender la producción a las poblaciones de la comarca, como consta que hacían; ello llevó a cuatro de ellos a asentarse en Gata, Ceclavín y Alcántara, permaneciendo los otros dos en Zarza la Mayor. Aquí, la competencia fue cada vez más fuerte, también porque los aprendices locales que tomaban en los obradores adquirían los conocimientos suficientes para instalarse por su cuenta; necesariamente ello implicaba que tarde o temprano el negocio iría pasando progresivamente a las manos de los zarceños que lo habían aprendido de sus maestros portugueses o a las de los descendientes españoles de aquellos orives que un día habían llegado procedentes de Braga, así sucedió con Juan Pablo Módenes Rodríguez (1810-1883), el primer orive nacido en Zarza la Mayor de que tenemos noticia en el siglo XIX. Juan Pablo Módenes nació en Zarza el 30 de junio de 1810283, y era hijo de Pedro Módenes y de Eugenia Rodríguez, de quienes ya hemos hablado antes. No hay antecedentes de orives en la familia, pues Pedro Módenes era labrador y probablemente se dedicaba al contrabando, pero existe un vínculo claro desde época temprana entre los Módenes Rodríguez y orives portugueses como Miguel José Pereira o José António Vieira Araújo, como ya hemos referido, y probablemente parte de ese lazo es el aprendizaje del oficio que el joven Juan Pablo Módenes estaría siguiendo en casa de alguno de estos profesionales. En todo caso, consta que ya ejercía como orive cuando se casó con Agapita Herrero, hija de labradores de 281 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1851. Tomo 1. PN 3.200. Instrumento nº 107. Fols. 133v-134v. 282 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1853. Tomo 1. PN 3.201. Instrumento nº 23. Fol. 57. 283 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 5. Fol. 275. 132


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Zarza la Mayor, el 1 de septiembre de 1830284, y si su relación con José Antonio Vieira había acabado muy mal por la querella que éste interpuso contra la madre de Juan Pablo, no debió tenérselo en cuenta su hermano Luís António, pues la esposa de éste, María Cruz Velázquez, fue madrina de una de las hijas del matrimonio Módenes Herrero en 1844285. Juan Pablo Módenes Rodríguez ejerció el oficio como orive en Zarza la Mayor al menos entre 1830 y 1863, pero seguramente más años prácticamente hasta su fallecimiento; actuó como Fig. 36. Firma de Juan Pablo Módenes testigo en el acto de otorgamiento de testamento de José António Vieira, a pesar de sus conflictos legales, y reunió algunos bienes que le depararon una existencia acomodada y el respeto de sus convecinos. La documentación notarial nos lo presenta en actos de compra venta de propiedades, como cuando adquirió la casa familiar en la calle Concejo a Vicente Marcos y su mujer Tomasa Cordero por 2.500 reales286, cuando se hizo con cuatro tierras sitas en la Peña Campesina y Peña de la Media Legua, en las dehesas de Abajo y Arriba, por 860 reales que pagó a Feliciana Portillo, quien había sido ama de llaves de su amigo y acaso maestro José António Vieira287 o cuando, el mismo día, compró a Antonio Montero, por 520 reales, otras cuatro tierras en la Majadita Arroyo del Espino, en las dehesas de Abajo y Arriba288. En 1854 le vemos también tomando en arriendo el usufructo de un lagar de aceite de dos varas para dos años por el precio de 1.200 reales289, y un año más tarde forma parte de la corporación municipal de Zarza la Mayor en la compra de un corral290; tampoco escapó la familia a la ocupación más habitual en la villa, el contrabando, pues vemos a Juan Pablo solicitando constituirse en carcelero comentariense de su padre y de su hermano Víctor, que habían sido sorprendidos con varias cargas de pieles introducidas ilegalmente desde Portugal291. El matrimonio Módenes Herrero tuvo al menos nueve hijos, de los que sabemos que cinco fallecieron en edad infantil; sólo tenemos constancia de que uno de ellos aprendiera y ejerciera el oficio de orive continuando con la tradición familiar; se trata de Loreto Módenes Herrero, a quien nos referiremos más adelante. Sin embargo, una de las hijas de Juan Pablo Módenes se casó con un orive, que en su día probablemente había sido aprendiz u oficial en su taller, se trata de Isabel Módenes Herrero, que ya hemos visto que se casó con Juan Viera Alejo, y fue también madre de orives; así mismo, otras dos hijas también 284 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 13. Fol. 21v. 285 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 352. 286 AHPC. Notaría de Juan Antonio Muñoz Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1835. PN 1.886. Instrumento nº 27. Fols. 61-62. 287 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1851. Tomo 2. PN 3.200. Instrumento nº 190. Fol. 269. 288 Ídem. Instrumento nº 191. Fol. 271. 289 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1854. Tomo 2. PN 3.201. Instrumento nº 139. Fol. 289-290v. 290 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1855. Tomo 2. PN 3.202. Instrumento nº 136. Fol. 316-319. 291 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1841. PN 1.887. Instrumento nº 53. Fol. 100. 133


Juan Manuel Valadés Sierra tuvieron hijos orives, la primera de ellas es Paula, que casó con Pedro Jiménez y fue madre de otro orive, Juan Jiménez Módenes, quien probablemente aprendió el oficio con su abuelo y posteriormente se instaló en Plasencia, donde casaría con su prima hermana Agustina, hija de Loreto Módenes. La otra hija es Nicasia, que contrajo matrimonio con Nicasio Jiménez y fue madre de los orives Juan y Tomás Jiménez Módenes, nacido hacia 1850 el primero y en 1880 el segundo. El propio Juan Pablo Módenes falleció en Zarza la Mayor el 29 de agosto de 1883 de una congestión cerebral292, quedando sólo su hijo Loreto, ya por entonces afincado en Plasencia, como representante del arte de la familia. También en la década de 1830 se documenta en Zarza la Mayor la presencia de otro orive extremeño formado en el arte de los maestros portugueses, se trata de Luis Barres Molano, nacido en Alcántara el 19 de agosto de 1816293 e hijo de Jacinto Barres, un carpintero que se había establecido en Zarza la Mayor. Cuando Luis Barres se casó en Zarza con María Josefa Montero, el 28 de octubre de 1839, aparece como “de oficio labrador”, sin embargo es probable que ya por aquel tiempo estuviese ejerciendo o aprendiendo el oficio de los orives de la mano de Juan Pablo Módenes, pues éste actuó como testigo del casamiento, identificándose su ocupación con un explícito “de exercicio oribe”294. Desde luego, dos meses después, el propio Luis Barres renovaba la relación de parentesco espiritual con Módenes apadrinando en la pila de bautismo a Ricarda María Luisa, hija del matrimonio Módenes Herrero, en cuya partida ya se identifica a Barres como “fabricante en oro”295; igualmente, cuando el año siguiente bautiza a su primer hijo, Cayetano, aparece Luis Barres como “fabricante en oro”296. Sabemos que en febrero de 1850 todavía residía Barres en Zarza la Mayor, pues en esas fechas bautizaba a su hija Juana297, pero en agosto del año siguiente le vemos vendiendo unas tierras situadas en la Fuente Nueva, Zarcito y Pozo Nuevo, en las dehesas, y en la escritura dice ser “vecino de Coria”298, y efectivamente en 1859 bautizaba en la catedral de Coria a su hijo Aniceto299, sin que volvamos a tener más noticias de él en Zarza la Mayor. No hay constancia, tampoco, de que ninguno de los hijos varones de Barres aprendiera el oficio de orive, si es que alguno de ellos llegó a la edad adulta, pues sabemos del fallecimiento en edad infantil de al menos cuatro de sus vástagos. En todo caso, no hemos hallado referencia alguna a ningún otro orive de apellido Barres. Pero antes de la mitad del siglo siguen llegando a Zarza la Mayor orives portugueses, sin duda huyendo de la crisis del oficio en Portugal y al mismo tiempo atraídos por la buena perspectiva de negocio en los pueblos de la provincia cacereña, que conocían a través de sus compatriotas ya establecidos en Zarza la Mayor. Uno de estos orives del segundo grupo de orives lusos es João António de Oliveira, que había nacido en Braga y pertenecía también a la feligresía de la Catedral, como los Vieira y los Pereira; los padres de Oliveira vivían en la Rua de Maximinos, pero desconocemos la profesión del padre, también llamado João António de Oliveira, que era natural de Sandim, cerca de Oporto, e hijo de padre desconocido y se había casado con Ana de Graça en la catedral bracarense el 18 de mayo de 1806300. Nuestro 292 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 8. Fol. 234v. 293 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Bautizados nº 16. Fol. 167v. 294 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 13. Fol. 73. 295 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 278. 296 Ídem, Fol. 287. 297 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 8. Fol. 138v. 298 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1851. Tomo 1. PN 3.200. Instrumento nº 129. Fol. 162. 299 ADCC. Parroquia de Santa María del Sagrario en Coria. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 142. 300 ADBFS, Braga > Braga > Sé > Santa Maria Maior > Matrimônios 1751-1855 > image 219 of 454. ( https ://familysearch .org/pa l :/M M9.3.1/T H-1-16361-61926-23?cc=1913410&wc=M6M5134


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I orive probablemente llegó a Zarza la Mayor a finales de la década de 1830, es probable que comenzara a trabajar con su paisano Juan Joaquín López, pues su hijo Juan Bautista Olivera, también orive, se casaba el 15 de mayo de 1842 con la hija de López, Teresa López López301, siendo citado en la partida de matrimonio como “fabricante en oro”. Sin embargo, en esas fechas ya había fallecido João António, continuando Juan Bautista con el oficio; éste tuvo varios hijos, de los cuales consta que sólo uno, Tomás Olivera López, continuó con el oficio. Juan Bautista Olivera, como castellanizó su apellido, fue también un personaje respetado en Zarza la Mayor, no sólo por ser el yerno de Juan Joaquín López, de quien ya hemos visto que gozó de una buena posición, sino porque el ejercicio de su profesión le deparó también un considerable bienestar económico. Así, en 1849 adquiría a Crispín Marcos una suerte de ciento siete pies de olivos, por 1.712 reales302, un año después vendía su parte de un terreno poseído por diez personas en la Dehesa de Abajo y Nuevo Plantío a Juan Antonio de Sande303 y compraba a Vicente Marcos una huerta con cincuenta olivos en el camino de Alcántara por valor de 1.000 reales304, en 1851 compraba otras tres fanegas de tierra en La Majadita a María Roma Jorge por 780 reales305 y tres años más tarde permutaba con Bernardo Castellano una fanega de tierra en el Barrero que le había sido donada por el Ayuntamiento por dos fanegas en la Laguna Nueva, abonando en metálico la diferencia de valor, que era de 500 reales306; en el mismo año compra otra cuartilla de tierra en el Humilladero a Galo Marcos por 330 reales307 y dos fanegas en Fuente Chiquita a Isabel Díaz Marcelo por 900 reales308; en 1855 y 1856 adquiere otras dos fanegas de tierra para sembrar en La Cañada, por 600 reales309 y otra en la Majada de las Vacas por 560 reales a la viuda Cándida Díaz310. Actuó también como prestamista de efectivo, dejando 640 reales al ya citado Galo Marcos en 1855311, mostrando la documentación que el patrimonio raíz y monetario que llegó a reunir pudo depararle una existencia holgada durante varias décadas; sabemos que en 1890, ya con setenta años de edad, aún ejercía su oficio, con taller y residencia en la calle del Concejo según se recoge en el censo de ese año312, pero carecemos de noticias posteriores suyas. C3F:198760801,202964601,205958801,201364402,206070701). [Consultado el 22 de mayo de 2014]. 301 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 13. Fol. 80. 302 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1849. PN 1.889. Instrumento nº 76. Fol. 117. 303 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1850. Tomo 1. PN 1.889. Instrumento nº 22. Fol. 31. 304 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1850. Tomo 2. PN 1.889. Instrumento nº 177. Fol. 275. 305 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1851. Tomo 1. PN 3.200. Instrumento nº 87. Fols. 107-108. 306 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1854. Tomo 1. PN 3.201. Instrumento nº 5. Fols. 8-9. 307 Ídem. Instrumento nº 35. Fols. 78-79. 308 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1854. Tomo 2. PN 3.201. Instrumento nº 148. Fols. 308-309. 309 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1855. Tomo 2. PN 3.202. Instrumento nº 114. Fols. 263-264. 310 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1856. Tomo 1. PN 3.202. Instrumento nº 133. Fols. 279-280. 311 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1855. Tomo 1. PN 3.202. Instrumento nº 44. Fol. 90. 312 ADPC. Listas electorales definitivas. Zarza la Mayor. 1890. Sigª 5511. 135


Juan Manuel Valadés Sierra Custódio Gomes (1811-1880) es otro orive portugués que aparece en Zarza la Mayor por estas fechas; probablemente debió llegar a esta localidad a finales de la década de 1830, pues el 12 de julio de 1841 consta su matrimonio en la parroquial de San Andrés con la hermana de Ana María López, la esposa de José Joaquim Puppe, llamada Trinidad Petra Máxima López, nacida en Cáceres pero también hija de portugueses, ya que su padre, Manuel Lopes, era de Salvaterra Fig. 37. Firma de Juan Bautista Oliveira do Extremo y su madre, Isabel Antunes, había nacido en la Aldeia de João Pires, en el concejo de Penamacor. Custódio era natural de la feligresía de São Tiago de Oliveira313, en la Póvoa de Lanhoso, tierra de orives; gracias a su partida de matrimonio sabemos que era hijo de João António Gomes y de Rosa Maria Vieira, lo que nos ha permitido localizar su nacimiento el 30 de Julio de 1811 y ubicar la procedencia de la familia paterna en el lugar de Cruzes (São Tiago de Oliveira) y de la materna en la feligresía de Fontarcada en el mismo concejo de Lanhoso314. No tenemos la certeza absoluta de que Gomes fuera descendiente de orives, aunque basta con conocer su localidad de origen para que la suposición gane fuerza; en su bautismo actuó como padrino Custódio Manoel de Matos, siendo conocidos varios orives de ese apellido con piezas marcadas en Braga, como Manuel de Matos (1760) y Manuel José de Matos (1825) (Vidal y Almeida, 1996: 211-212). No sabemos por cuánto tiempo residió Custódio Gomes en Zarza la Mayor ni si trabajó con taller propio o por cuenta ajena en alguno de los obradores que ya funcionaban; es probable que pasase unas décadas en esta población trabajando y enviando el género para el comercio que su cuñado José Joaquim Puppe había abierto en la capital de la provincia, hasta que, tras la muerte de éste, se decidió a dar el paso de instalarse en la ciudad de Cáceres, en cuyo Censo de Contribución Industrial de 1870-71 aparece, ya castellanizado su nombre como Custodio Gómez, como platero con negocio abierto en la Plaza Mayor; en la capital de la provincia permaneció hasta su muerte en 1880. Además de los oficiales y maestros portugueses que venían a Zarza la Mayor en esos años atraídos por la extraordinaria pujanza que iba adquiriendo la orfebrería, vamos a encontrar varios plateros y orives que llegan de diferentes localidades de la provincia de Cáceres. De Gata procedía Manuel Arias Camisón, quien en varios documentos sacramentales aparece calificado como “fabricante en oro” o “artífice platero” y del que cabe suponer una efímera residencia en Zarza la Mayor. Manuel había nacido en Gata en 1824, hijo del escribano de aquella localidad Juan Arias Camisón, y probablemente había sido enviado por su padre a aprender el oficio en casa de algún orive de Zarza, pues el 20 de 313 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 13. Fol. 77. 314 ADBFS, Braga > Póvoa de Lanhoso > Oliveira > São Tiago > Batismos 1682-1875 > image 300 of 540. ( http s : / / f a m i l y s e a rc h .or g / p a l : / M M 9 . 3 . 1 / T H- 1 - 1 6 3 0 1 - 1 5 5 7 2 - 3 8 ? c c = 1 9 1 3 4 1 0 & wc = 9 RG F -L28:198760801,212283001,202361701,199082802,212690102). [Consultado el 12 de enero de 2015]. 136


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I noviembre de 1841, con sólo diecisiete años, se casaba en esta localidad con Ramona Roldán de Sande, apareciendo en la partida sus padres aún como residentes en Gata315. En este caso, el aprendiz no terminó casándose con la hija del maestro, ya que consta que el suegro de Arias Camisón era comerciante, y de nuestro orive sabemos que pronto debió volver a Gata, naciendo al menos dos de sus hijas en Zarza la Mayor, en 1842 y 1844316, pero los siguientes hijos ya vinieron al mundo en Gata en 1854 y 1855317. Entre los orives zarceños que ya comienzan a dominar el negocio en la localidad citamos a Juan Antonio Velázquez de Alba. Su hermana María Cruz Velázquez ya nos es conocida, pues en 1835 se había casado con Luís António Vieira, de manera que Juan Antonio, nacido hacia 1822, debió aprender el oficio en casa de los Vieira Velázquez, que ya sabemos que no se trasladaron a Ceclavín hasta 1850; sabemos, por otro lado, que el padre de ambos, Antonio Velázquez de Muro no tenía ninguna relación con la profesión, pues era empleado en rentas. Por esos años cabe suponer a Juan Antonio en edad juvenil y soltero; en 1845 aparece apadrinando a León, el hijo de su hermana María Cruz Velázquez y de Luís António Vieira, en esta partida se cita a Juan Antonio como soltero y de ejercicio “fabricante en oro”318; por cierto que andando el tiempo, este niño se convertirá en el conocido “tío León”, uno de los más grandes orives de la historia de Ceclavín. En cuanto a Juan Antonio, sabemos que tuvo que salir fuera de Zarza la Mayor para ejercer su oficio, pues le encontramos establecido en Brozas, la localidad de origen de su padre, en 1879 (Bailly-Baillière, 1879: 562), donde probablemente permaneció hasta su muerte. Vinculado también a la familia Vieira aparece otro de los orives naturales de Zarza la Mayor, Isidoro Hernández Jorge, nacido el 2 de enero de 1823 319. Era hijo de personajes que también conocemos, Manuel Hernández Tomé y Carmen Jorge; el primero de ellos había tenido problemas legales primero con Teresa de Jesús Pereira y después con José Joaquim Puppe por injurias y falsa delación, y a consecuencia de ello perdió una casa que tenía en la calle Concejo, casa que terminó en manos de José António Vieira Araújo. Isidoro contrajo matrimonio el 17 de noviembre de 1845 con Juana Perianes Montero, que procedía de una familia de labradores que, podemos suponer, gozaba de una buena posición en Zarza la Mayor, pero lo más interesante de este casamiento es que en él actuó como testigo otro conocido nuestro, Luis Barres, que aparece citado como “artífice orive este natl. de Alcántara y vezino de ésta”320. Todo ello nos lleva a suponer que Barres y Hernández, que sólo se llevaban siete años de edad, podían ser oficiales en el mismo taller zarceño, acaso el de Juan Pablo Módenes, aunque también podría deducirse que la familia Vieira no andaba muy lejos de ese vínculo, pues Isidoro Hernández, todavía soltero, había apadrinado en 1841 a Lorenzo Vieira, hijo de Luís Vieira y María Cruz Velázquez321, y en 1849 uno de los hijos del matrimonio de Isidoro Hernández y Juana Perianes, Donato, fue sacado de la pila de bautismo por su madrina Juana Marcos322, quien cinco años después casaría con José António Vieira Pereira, como ya hemos señalado. 315 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 13. Fol. 77v. 316 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fols. 323 y 350v. 317 ADCC. Parroquia de San Pedro en Gata. Libro de Bautizados nº 12. Fols. 51 y 102v. 318 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 367v. 319 Ídem. Fol. 2v. 320 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 14. Fol. 11. 321 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 308. 322 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 8. Fol. 133. 137


Juan Manuel Valadés Sierra La familia de este orive zarceño debió habitar en la calle Mesones, pues consta que en 1857 adquirió allí una casa a Ambrosio Pérez, por valor de 3.000 reales323; consta que tuvieron al menos once hijos entre 1846 y 1866, de los que por lo menos seis fallecieron en los primeros meses de vida. No tenemos noticia de que ninguno de los que pudieron llegar a la edad adulta continuase con el oficio de orive.

Fig. 38. Firma de Isidoro Hernández

En los años centrales de la década de 1840 parece detectarse una cierta reactivación de las llegadas de orives portugueses a Zarza la Mayor, ya que se documentan por lo menos otros tres, si bien uno de ellos parece que debió retornar pronto a su patria o al menos partir hacia otro destino, mientras los otros dos permanecieron en Extremadura aunque tomaron rumbos diferentes. El primero de estos tres orives a que nos referimos es João António de Freitas; de su paso por Zarza apenas queda una anotación en los libros sacramentales de la Parroquia de San Andrés correspondiente al sepelio de uno de sus hijos, llamado Francisco; a través de la partida sabemos que el difunto Francisco falleció el 7 de julio de 1844, su padre era João António de Freitas, “de exercicio fabricante en oro”, y su madre Maria Lopes da Silva324. La búsqueda de los antecedentes de este orive nos lleva de nuevo a Póvoa de Lanhoso y más concretamente a la feligresía de Travassos; sabemos que João António de Freitas era natural de la parroquia de São Martinho de Ferreiros, hijo de Francisco António de Freitas y de Antónia Maria de Paiva y se casó el 5 de octubre de 1822 en la feligresía de Travassos con Maria do O Lopes da Silva, originaria de la misma e hija de Luís António Lopes da Silva y de Josefa Dorotea dos Prazeres325. Pese a lo frecuente del apellido, no se debe descartar la posibilidad de que el suegro de Freitas, Luís António Lopes da Silva, fuese hermano o pariente cercano de José António Lopes da Silva, también natural de Travassos, y padre de Juan Joaquín López, que ya llevaba veinte años afincado en Zarza la Mayor; desde luego, no hay ninguna duda sobre la ocupación de ambos, documentándose piezas marcadas en Braga tanto por Luís António da Silva en 1790 como por José Lopes da Silva en 1796 (Vidal y Almeida, 1996: 211 y 216). La documentación consultada permite establecer que desde su matrimonio, Freitas continuó residiendo en Travassos al menos hasta agosto de 1835, período en que nacen varios de sus hijos, entre ellos el propio Francisco que vino al mundo el 18 de abril de 1824326; cabe pues suponer que su llegada a Zarza la Mayor se produjo entre 1835 y 1844, acaso atraído por la presencia de su pariente político Juan 323 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1857. Tomo 1. PN 3.203. Instrumento nº 81. Fols. 189-190. 324 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 19. Fol. 137. 325 ADBFS, Braga > Póvoa de Lanhoso > Travassos > São Martinho > Matrimônios 1743-1874 > image 77 of 129. ( https ://familysearch .org/pa l :/M M9.3.1/T H-1-16308-51753-10?cc=1913410&wc=M69M62Q:198760801,212283001,212823103,199379902,212830701). [Consultado el 19 de junio de 2014]. 326 ADBFS, Braga > Póvoa de Lanhoso > Travassos > São Martinho > Batismos 1740-1862 > image 226 of 362. ( https ://f am ilysearch .org/p a l :/M M9.3.1/T H-1-16308-54667-9?c c=1913410&wc=M69MXNL:198760801,212283001,212823103,199379902,212823105). [Consultado el 19 de junio de 2014]. 138


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Joaquín López, a quien ya hemos visto que le había ido bien en su experiencia española, pero todo parece indicar que Freitas no tuvo tanta suerte y desapareció pronto de Zarza sin dejar más huella. El segundo de este grupo de orives portugueses es un caso peculiar e infrecuente, pues se trata Fig. 39. Firma de Pedro Joaquim Ferreira de uno de los poquísimos casos de expósitos que aprendieron el oficio e hicieron de él su medio de vida. Se trata de Pedro Joaquim Ferreira, también llamado en varios documentos Pedro Iglesia (ca. 1824-1899); poco sabemos de su origen, pero debió llegar a Zarza la Mayor en torno a 1845 o tal vez poco antes. Según la documentación era natural de Feira Nova, probablemente un lugar de la extinta feligresía de Ariz, en el concejo de Marco de Canaveses, distrito de Oporto, y el 23 de febrero de 1846 contraía matrimonio en Zarza la Mayor con Carlota Leonor de Sande Zango; por la partida de matrimonio y otros documentos sabemos que Pedro, “de exercicio fabricante en oro”, era hijo de padres desconocidos, y Carlota debía pertenecer también a una familia humilde, pues su padre era jornalero327. Por ello nos inclinamos a pensar que probablemente había aprendido los rudimentos del oficio en Portugal, pese a lo difícil que esto resultaba para las personas de escasos recursos, y que habría llegado a Zarza la Mayor para emplearse como oficial en alguno de los talleres que ya funcionaban, varios de ellos regentados por compatriotas suyos. Sabemos que Pedro Ferreira vivió al menos una década en Zarza la Mayor antes de cambiar de residencia, en esta localidad nació su hija María de los Reyes, el 6 de enero de 1847328, en cuya partida de bautismo podemos leer “el ejercicio del padre, orive”, la cual viviría muchos años en la calle Concejo hasta su fallecimiento en el año 1932329, sin que tengamos constancia de que le sobrevivieran sus otras hijas, Gabina y Evarista. El 23 de octubre de 1855 quedaba viudo Pedro Ferreira de resultas de la epidemia de cólera morbo330; su mujer Carlota de Sande fallecía con sólo 28 años como muchas otras personas en una mortífera epidemia que atacó a cincuenta pueblos cacereños y en la que este mes de octubre de 1855 parece ser el que registró un mayor número de muertes en localidades no lejanas a Zarza la Mayor (Clemente, 1988: 135); a los seis días enterraba también a su hija Evarista, que acababa de cumplir los tres años, probablemente de la misma enfermedad331. Es fácil suponer el estado de ánimo en que quedó nuestro orive portugués tras estos reveses en su vida familiar, y acaso sea ésta la explicación de su marcha de Zarza la Mayor. Aunque no sabemos el rumbo exacto que tomó, sí sabemos que en 1875 residía en Navalmoral de la Mata, tal como documentó en su día Florencio J. García Mogollón (1987: 856-857), y donde probablemente formó a otros orives. En 1890 aún residía en Navalmoral332, donde aparece en el censo electoral de ese año, pero sabemos que 327 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 14. Fol. 12v. 328 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 8. Fol. 36v. 329 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 13. Partida nº 61A. 330 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 20. Fol. 195v. Partida nº 27. 331 Ídem. Fol. 199v. Partida nº 41. 332 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. Navalmoral de la Mata. 1890. Sigª 5511. 139


Juan Manuel Valadés Sierra poco después retornó a Zarza la Mayor, donde vivía su hija, pues consta que ésta dispuso el sepelio cuando Pedro Ferreira falleció en esta localidad el 5 de noviembre de 1899 a causa de una gastroenteritis333. Un tercer orive portugués recaló en Zarza la Mayor al mismo tiempo que Freitas y Ferreira, se trata de Manoel Gonçalves, que debió llegar en torno al mismo año de 1845, pues sabemos que el 28 de octubre de 1846 contraía matrimonio con Quintina Módenes Rodríguez, una de las hermanas menores de nuestro ya conocido Juan Pablo Módenes, quien por esos años ya llevaba más de tres lustros ejerciendo el oficio que con toda probabilidad había aprendido de otros orives portugueses. La partida que da fe de este casamiento en Zarza la Mayor especifica que el novio es “de ejercicio orive” y natural del lugar de Valbom, en la feligresía de Fonte Arcada334, que hoy se conoce como Fontarcada, perteneciente al concejo de Póvoa de Lanhoso; se trata del mismo lugar del que procedía la familia materna del orive Custódio Gomes, a quien ya nos hemos referido, una parroquia célebre por albergar el monasterio románico que fue escenario de la célebre revuelta de Maria da Fonte ese mismo año de 1846. Gracias a esa información documentamos el nacimiento de Manoel Gonçalves, hijo de Domingos José Gonçalves y de Rosa María Ribeiro (ca. 1792-1864), el 19 de octubre de 1822335, siendo uno de los cinco hijos de ese matrimonio que sobrevivieron a la muerte de la madre336. De esos cinco hermanos, al menos dos fueron varones, Manoel y António José (1825-1873), que también fue orive aunque falleció con sólo 48 años de edad; su partida de defunción es muy ilustrativa, pues al referirse a sus padres, Domingos José y Rosa Maria, los cita como “cortidores desta freguesia”337, es decir, curtidores de pieles; este detalle es confirmado por la partida de defunción de otra de las hermanas, Antónia Joana en 1868, que reitera que sus padres, eran “aparelhadores de pelles”338. Así pues, los hijos varones que conocemos de esta familia de curtidores de pieles fueron orives, pese a que no parece que hubiera una tradición familiar directa en el oficio. El padre de Manoel, Domingos José Gonçalves, nació el 9 de noviembre de 1780 en la feligresía de São Miguel do Monte, en el concejo de Fafe, también en el distrito de Braga. Éste era hijo de madre soltera339, Joana Ferreira Gonçalves, y nieto de Domingos Gonçalves, natural de la vecina feligresía de São Pedro de Queimadela; la madre, Joana, debió casar con Domingos Monteiro Ribeiro después del nacimiento de Domingos José, enviudando el 20 de septiembre de 1798340. Así pues, nuestro Domingos, hijo de madre soltera, se queda sin 333 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 10. Fol. 57. Partida nº 104. 334 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 14. Fol. 16. 335 ADBFS, Braga > Póvoa de Lanhoso > Fontarcada > São Salvador > Batismos 1816-1829 > image 74 of 201. (https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-16302-60125-95?cc=1913410&wc=M9HJHTN:n1194735121). [Consultado el 23 de febrero de 2014]. 336 ADBFS, Braga > Póvoa de Lanhoso > Fontarcada > São Salvador > Óbitos 1734-1873 > image 390 of 436. ( https ://familysearch.org/pal :/MM9.3.1/T H-1-16305-60023-23?cc=1913410&wc=MMYP856:n1881244357). [Consultado el 14 de diciembre de 2013]. 337 Ídem. > image 435 of 436 (https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-16305-59545-25?cc=1913410&wc=MMYP856:n1881244357). [Consultado el 14 de diciembre de 2013]. 338 Ídem. > image 410 of 436 (https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-16305-59684-11?cc=1913410&wc=MMYP856:n1881244357 ). [Consultado el 14 de diciembre de 2013]. 339 ADBFS, Braga > Fafe > Monte > São Miguel > Batismos 1755-1780 > image 137 of 138. ( https ://f am ilysearch .org/p a l :/M M9.3.1/T H-1-16389-4165-50?c c=1913410&wc=M MY PZJW:n302747239). [Consultado el 17 de diciembre de 2013]. 340 ADBFS, Braga > Fafe > Monte > São Miguel >Óbitos 1770-1833 > image 40 of 98. (https://familysearch. org/pal:/MM9.3.1/TH-1-16282-34857-48?cc=1913410&wc=MMYP-ZVZ:n1865635834). [Consultado el 19 de diciembre de 2013]. 140


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I padrastro a los diecisiete años y, al no tener demasiadas raíces en su lugar de nacimiento, no tiene otro remedio que abandonar el hogar materno, emigrando a la feligresía de Fonte Arcada, a sólo trece kilómetros de su lugar de origen. Probablemente, en Fonte Arcada conoció a la que habría de ser su esposa, vinculada familiarmente al negocio del curtido de pieles, pero sus dos hijos varones tuvieron que aprender un nuevo oficio tal vez porque al momento de fallecer Domingos José, el 25 de junio de 1836341 a sus cincuenta y cinco años, el mayor de sus dos hijos varones apenas contaba trece años. Es probable que en esos momentos ya se encontraran ambos hermanos Gonçalves, Manoel y António José, colocados como aprendices en alguno de los obradores de orives del lugar. Sea como fuere, las vidas de los hermanos Gonçalves tomaron rumbos distintos, pues Manoel emigró a España en unos momentos que, ya hemos señalado, eran de turbulencia política en su región de origen. En Zarza la Mayor, el matrimonio Gonçalves Módenes tuvo al menos ocho hijos, aunque parece que sólo llegaron a la edad adulta el primogénito, Julián, otro varón, Manuel, y las hijas Petra y Fermina. Julián Gonsalves Módenes (1847-1926), que es como castellanizó su nombre y apellido paterno, nació en Zarza la Mayor el 17 de agosto de 1847342, y sabemos que heredó el oficio de su padre; en cuanto a su hermano Manuel (18481880), que nació también en Zarza la Mayor el 17 de octubre de 1848343, no tenemos certeza de que fuese orive, pues ningún documento lo atestigua, aunque es posible que así fuera. Es de suponer que el padre, que probablemente había entrado a trabajar al servicio de Juan Pablo Módenes al llegar a Zarza la Mayor, enseñase el oficio al menos a Julián, y tal vez a Manuel, pero sea por el creciente número de orives que ya había en la localidad, o bien por la atracción que ejercía la capital de la provincia y las oportunidades que podía ofrecer, el hecho es que toda la familia Gonçalves Módenes se trasladó a la entonces villa de Cáceres en un momento que debemos considerar entre julio de 1865, que es cuando es enterrado en Zarza la Mayor el benjamín de la familia, Felipe, fallecido con sólo dos meses de edad344, y abril de 1872, que es cuando Julián contrae matrimonio en la iglesia de San Mateo de Cáceres, como veremos en su momento. Precisamente, la partida de matrimonio de Julián Gonsalves, así como las de los nacimientos de sus hijos, corroboran su ejercicio profesional como platero u orive, pero a ello nos referiremos más adelante al ocuparnos de los orives de Cáceres. También en la segunda mitad de la década de 1840 comienza a ejercer un joven orive natural de Zarza la Mayor, se trata de Marcelino de Alba Montero (ca. 1825-1900), hijo de Juan de Alba y Francisca Javiera Montero, que no parece tuvieran relación con la profesión. Lo más probable es que Marcelino entrase como aprendiz en el taller de Juan Pablo Módenes, pues terminó casándose con la hermana de éste, Eustaquia Módenes Rodríguez345, de manera que las dos hermanas, Quintina y Eustaquia, se casaron con orives. Es de suponer que Marcelino comenzara a ejercer como oficial poco antes de casarse en 1854, y consta que se mantuvo en activo durante largo tiempo, con domicilio en la calle de Abajo346, prácticamente hasta su fallecimiento a los 74 años, el 31 de enero de 1900347. Marcelino de Alba debió mantener relaciones laborales o comerciales, o simplemente de amistad, con la estirpe portuguesa de los Vieira, pues en 1854 actuó como testigo en el matrimonio de José Antonio Vieira con Juana Marcos348; tuvo al menos seis hijos, de los que parece que sólo dos le sobrevivieron, y uno 341 ADBFS, Braga > Póvoa de Lanhoso > Fontarcada > São Salvador > Óbitos 1734-1873. (https://familysearch. org/pal:/MM9.3.1/TH-1-16305-61567-82?cc=1913410&wc=MMYP-856:n1881244357). [Consultado el 16 de diciembre de 2013]. 342 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 8. Fol. 48v. 343 Ídem. Fol. 90. 344 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 6. Fol. 149v. Partida nº 74. 345 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 15. Fol. 39v. 346 ADPC. Listas electorales definitivas. Zarza la Mayor. 1890. Sigª 5511. 347 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 10. Fol. 65v. Partida nº 7. 348 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 15. Fol. 50v. Partida nº 8. 141


Juan Manuel Valadés Sierra de ellos, Heliodoro Alba Módenes, nacido en 1859, aprendió y continuó el oficio estableciéndose en Miajadas, donde sabemos que trabajaba en 1890349. Hemos de referirnos ahora a otro artífice zarceño, fundador de una longeva estirpe de orives naturales de Zarza la Mayor con la que, andando el tiempo, llegará a extinguirse el oficio en esta localidad. Hablamos de Antonio López Pantrigo (1826-1888), nacido en una familia sin relación alguna con el trabajo del oro y la plata; vino al mundo el 26 de abril de 1826350 y treinta y tres años después, el día de su santo, se casaba con Josefa López Gazapo351, cuya familia tampoco pertenecía al mundo de los orives. Realmente no tenemos ninguna información que nos permita intuir quién fue el maestro que enseñó el oficio a Antonio; entre las personas próximas a la familia mencionadas en la documentación sacramental no aparece ninguno de nuestros ya conocidos, portugueses o españoles. Sabemos que Antonio ya trabajaba como orive cuando nació su primogénito, Paulino, pues así se le menciona en la partida del bautismo el 25 de junio de 1862, pero lo más probable es que comenzara en la profesión desde su primera juventud; después tuvo otros hijos, pero de ellos sólo Paulino heredó la profesión, ejerciéndola durante unos treinta años. Antonio López Pantrigo falleció con sesenta y dos años de una apoplejía el 21 de junio de 1888352, después de haber trabajado la filigrana durante más de treinta años. Otro de los orives españoles que encontramos trabajando por estos años es Anastasio Valenciano Cordero (1825-1897); al igual que Manuel Arias Camisón, Valenciano era forastero en Zarza la Mayor, pues nació en Alcántara el día de Navidad de 1825, hijo de un propietario de la villa cabeza del Priorato, siendo uno de los hermanos menores353. Consideramos muy probable que Joaquín Valenciano, el padre de Anastasio, enviase a su hijo adolescente a Zarza la Mayor para aprender el oficio de la orfebrería con Juan Joaquín López, quien ya era un afamado orive conocido no sólo en la comarca, sino además excelentemente relacionado con otros maestros asentados en Cáceres, como José Joaquim Puppe. Tampoco en esta ocasión el aprendiz se casó con la hija del maestro, sino con María Juana Gazapo Borrella, hija de Diego Gazapo Borrella y de María Gazapo de Sande, quienes no tenían ningún vínculo con el oficio de los orives. En la partida de su matrimonio, celebrado el 24 de febrero de 1848, ya consta Anastasio como “de oficio oribe”354, y sólo unos pocos días después del casamiento apadrinaba una hija de Diego Morán y de Zoila Gazapo, emparentada con María Gazapo, apareciendo también como “casado y oficio oribe”355. Es posible que durante unos años el matrimonio Valenciano Gazapo se afincara en la localidad de Brozas, tal vez para probar suerte en la expansión de la filigrana cacereña a otras poblaciones en que aún no estaba tan saturado el mercado; al menos eso parece deducirse del poder que en marzo de 1852 daba, junto con el resto de descendientes del difunto Diego Gazapo, al diputado en Cortes Gabino Tejado para que convirtiera en metálico el valor de 5.000 reales de Deuda Pública que habían heredado356; en este documento se menciona que Valenciano es natural de Alcántara y vecino de Brozas. Sabemos que con anterioridad el matrimonio había vendido alguna propiedad rústica sita en Zarza la Mayor, lo

349 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. 1890. Sigª 5511. 350 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 58v. 351 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 15. Fol. 151. 352 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 8. Fol. 387v. 353 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Bautizados nº 8. Fol. 70. 354 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 14. Fol. 23. 355 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 8. Fol. 70. 356 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1852. Tomo 1. PN 3.200. Instrumento nº 60. Fol. 147. 142


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I que sería coherente con la preparación de su establecimiento en otra localidad357. En todo caso, si realmente marcharon a Brozas, Anastasio y su familia ya estaban de regreso en Zarza la Mayor muy pocos años después, pues en marzo de 1853 ya bautizaban a una hija en esta localidad, y en sucesivos años, hasta 1868, nacieron otros hijos más. Precisamente en el bautismo de su hija Cruz, el 15 de septiembre de 1855, acFig. 40. Firmas de Anastasio Valenciano y de su esposa tuó como padrino Juan Joaquín López358, y en el de su hijo Jorge Juan el elegido para apadrinar al niño fue otro orive portugués, Juan Bautista Olivera359, que como sabemos era yerno de López, quien por cierto había fallecido unos meses antes. En 1884 fallecía la esposa de Anastasio, María Juana Gazapo360; por aquellos años el matrimonio estaba residiendo en la calle del Concejo361, pero pocos años después, el 28 de junio de 1897 moría el propio Anastasio Valenciano de una fiebre gástrica en Zarza la Mayor, dejando cuatro hijos, Nicolás, Modesta, Cástulo y Jorge362; de ellos, Nicolás es el único que continuará en el oficio como orive. En resumen, contabilizamos un mínimo de veintiocho orives trabajando en Zarza la Mayor entre 1823 y 1850; de los cuales veinte fueron portugueses y sólo ocho españoles. Documentamos que durante bastantes años de ese período trabajaba en Zarza una docena de orives, o más, de manera simultánea; por ello la información de Madoz que habla de tres plateros trabajando en Zarza la Mayor poco antes de la mitad del siglo debe entenderse más bien como referida a tres talleres, en los que desde luego trabajaba no menos de una docena de orives. Lo más probable es que los tres obradores de platería a que se refiere Madoz sean los de António Vieira, Juan Pablo Módenes y Juan Joaquín López, es decir, dos portugueses y un español, el cual ya sabemos que había aprendido el oficio de la mano de otros dos portugueses; prácticamente todos estos orives venidos de Portugal procedían del entorno de Braga y Póvoa de Lanhoso, área bien conocida por sus numerosos maestros de la orfebrería de filigrana, y donde podemos situar con bastante certeza el origen de este arte en la provincia de Cáceres en el siglo XIX. En el siguiente cuadro representamos gráficamente la hipótesis de la existencia de esos tres talleres en Zarza la Mayor a mediados del siglo XIX, incluyendo en cada uno de ellos los orives que, según nuestra propuesta, trabajaron en la localidad entre 1823 y 1850, con sus fechas de nacimiento y muerte cuando éstas nos son conocidas. 357 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1850. Tomo 2. PN 1.889. Instrumento nº 157. Fol. 244-245v. 358 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 9. Fol. 290. 359 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 10. Fol. 317v. 360 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 8. Fol. 244. 361 ADPC. Listas electorales definitivas. Zarza la Mayor. 1890. Sigª 5511. 362 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 9. Fol. 281v. Partida 81. 143


Juan Manuel Valadés Sierra Taller(es) de

Taller de

Taller de

Otros

los Vieira António José Vieira da Silva (1773-1823)

Juan Joaquín López João Joaquim Lopes da Silva (1800-1867)

Juan Pablo Módenes

Francisco José Vieira da Silva (1778-1825)

José Joaquim Puppe (1793-1864)

Miguel José Pereira (ca. 1775-ca. 1835)

João António de Oliveira (ca. 1785-ca. 1840)

Juan Pablo Módenes Rodríguez (1810-1883)

Miguel José de Araújo (1785-1827)

Juan Bautista Olivera (ca. 1820-ca. 1875)

Luis Barres Molano (1816-?)

José Gomes de Oliveira (ca. 1805-1832)

João António de Freitas (ca. 1800-?)

Isidoro Hernández (1823-?)

José António Vieira Araújo (1802-1835)

Anastasio Valenciano Cordero (1825-1897)

Manoel Gonçalves (1822-?)

Manuel Arias Camisón (1824-?)

Marcelino de Alba Montero (ca. 1825-1900)

Pedro Ferreira Iglesia (ca. 1824-1899)

José Manoel Vieira Araújo (1806-ca. 1855) Manoel José Vieira Araújo (1808-1835)

Custódio Gomes (1811-1880)

Antonio López Pantrigo (1826-1888)

Francisco José Vieira Araújo (1813-1880) Luís António Vieira Araújo (1815-1880) António Vieira Araújo (1818-1885) Juan Antonio Velázquez (ca. 1822-?) José Antonio Vieira Pereira (1829-1879)

Apogeo y expansión de la filigrana en Zarza la Mayor (1850-1900) La segunda mitad del siglo se caracteriza por la continuidad del oficio de la orfebrería de filigrana en Zarza la Mayor en manos de las siguientes generaciones de los españoles y portugueses que hemos visto entre 1823 y 1850. A partir de este momento prácticamente no se registra la llegada de orives portugueses, aunque aún hay alguna excepción; por el contrario son los zarceños, tanto los de padres españoles como los descendientes de orives lusos, quienes se van a expandir por diferentes pueblos de la provincia y de otros territorios colindantes llevando su arte. Paralelamente a ese proceso de expansión se mantiene un elevado número de orives en Zarza, donde normalmente siempre hubo al menos media docena de maestros trabajando al mismo tiempo hasta el cambio de siglo; con toda probabilidad ese es el motivo de que varios de ellos se dispersaran por otras localidades en una etapa 144


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 41. Zarza la Mayor. Iglesia parroquial de San Andrés.

en que Ceclavín ya disputaba a Zarza la primacía en el número de orives, pues allí había arraigado con fuerza el arte de la filigrana. Cabe decir que probablemente el estatus socioeconómico de los orives experimentó un progresivo declive, pasando de ser personajes respetados con una buena posición económica, y pertenecientes o emparentados con acomodadas familias de propietarios, a ir poco a poco pasando a ser artesanos con un decreciente prestigio en la localidad equiparable al de otros trabajadores manuales. En los primeros años de la segunda mitad del siglo encontramos a Loreto López López (18331865), el hijo de João Joaquim Lopes y de Catalina López Morán. Nació el 10 de diciembre de 1833363 y sin duda aprendió el oficio de manos de su padre; sabemos que en 1857 ya se había establecido como orive, pues así consta en la partida de matrimonio cuando se casó a los 23 años en Zarza la Mayor con Juana de Sande Gazapo364, y también sabemos que tuvo al menos tres hijos de los que no parece que ninguno llegara a la edad adulta ni por tanto continuara con el oficio; es muy posible que Loreto trabajase con su cuñado Juan Bautista Olivera, que se había casado con la hermana de Loreto, Teresa López. El propio Loreto falleció muy joven, con sólo treinta y dos años365, y algún tiempo después su viuda, Juana de Sande se casaba con Nicolás Valenciano, otro orive al que ya hemos aludido. El hermano de Loreto, Juan López López (1829-1889) aprendió y ejerció también el oficio de orive, pero marchó muy joven a 363 364 365

ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 127v. ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 15. Fol. 86v. Archivo parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 6. Fol. 177v. Partida158. 145


Juan Manuel Valadés Sierra Cáceres y ya permaneció en la capital de la provincia hasta su fallecimiento, aunque seguramente siempre se mantuvo vivo el vínculo familiar entre la familia cacereña y la de Zarza la Mayor. En estos mismos años aparece como orive en diversos documentos José Manuel Moreno Perianes, natural de Zarza la Mayor, de quien ya sabemos que había aprendido el oficio con António Vieira por el contrato que éste había firmado con su tío Gabriel el 25 de junio de 1851. No debió irle mal en el aprendizaje a José Manuel, pues recién finalizado éste, el 27 de junio de 1855, a sus 21 años, se casaba con Abdona Jorge366, y sabemos que al menos en 1862 seguía en activo. Con toda seguridad, ya había fallecido en el año 1891, tal como consta en la partida de matrimonio de su hija Leona Moreno; por cierto que debió enseñar el oficio a algún orive natural de Ceclavín, como indica el hecho de que ésta casase con el orive José Mendoza Hernández367, ceclavinero que posteriormente volvería a afincarse en su pueblo, donde ejerció la profesión. Entre los continuadores de otra de las principales estirpes de orives de Zarza la Mayor nos encontramos también en estos años con Loreto Módenes Herrero, hijo de un orive ya bien conocido por nosotros, Juan Pablo Módenes, y por tanto sobrino de otros dos orives, como son Manoel Gonçalves y Marcelino de Alba. Loreto nació en Zarza la Mayor el 10 de diciembre de 1834368 y contrajo matrimonio con Justa Prieto Morán el 24 de septiembre de 1857369; de él sabemos que trabajó como orive en su pueblo hasta el traslado de su familia a Plasencia en torno a 1868, donde permaneció hasta su muerte, lo que sucedió muy probablemente en 1893. Como ya hemos avanzado, una de sus hijas, Agustina Módenes Prieto, casó con su primo Juan Jiménez Módenes, hijo de Pedro Jiménez Montero y de Paula Módenes Herrero, y por tanto nieto de Juan Pablo Módenes. También emparentado con la familia Módenes, y al mismo tiempo continuador del linaje de los Viera, hay que citar en estos años la efímera presencia de Juan Viera Alejo, a quien ya hemos mencionado al referirnos a su padre António Vieira. Había nacido el 12 de diciembre de 1839370, y se casó en Zarza la Mayor con Isabel Módenes Herrero, hija de Juan Pablo Módenes. Al parecer, pronto marchó el matrimonio a Casar de Cáceres, pues si en 1863 aún residían en Zarza la Mayor, en 1865 ya nacía su hijo Nicomedes Viera Módenes371, que también será orive, en Casar de Cáceres. Con posterioridad, localizamos a Juan Viera Alejo residiendo en Coria, en cuyos censos electorales de 1890372 y de 1915 se le menciona, con 75 años en este último373, y sabemos que allí también ejerció el oficio su hijo Tomás Viera Módenes. Su hermano Jesús Viera Alejo también tiene una presencia muy corta en Zarza la Mayor, pues ya vimos que anduvo por diferentes pueblos como orive y como músico y que en Campanario nació su hijo César Viera Romero el 31 de agosto de 1874374; cabe suponer que Jesús Viera continuó con otra tradición de la familia, la de su espíritu librepensador que tantos quebraderos de cabeza había causado a 366 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 15. Fol. 60v. 367 Archivo parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 8. Fol. 113. 368 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 207. 369 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 15. Fol. 84v. 370 Ídem. Fol. 277v. 371 ADCC. Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Casar de Cáceres. Libro de Bautizados nº 24. Fol. 280v. 372 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. 1890. Sigª 5511. 373 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1915. Coria. Sigª: 5626. 374 Archivo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción en Campanario. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 94. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 146


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I su padre y a sus tíos, pues no consta que contrajera matrimonio religioso con la madre de su hijo César, apareciendo éste identificado como “hijo natural” en su partida de bautismo y en la de su matrimonio con Luisa Paniagua Delgado, celebrado en Ceclavín el 18 de junio de 1900375; de hecho, en el momento del bautismo de César, el párroco de Campanario le requirió a Jesús la certificación de su matrimonio civil, ya que tampoco constaba el religioso, y éste no pudo aportarla. César vivió en Ceclavín los primeros años del siglo XX alternando sus ocupaciones entre la orfebrería y la fotografía, lo que no le resultaría difícil de aprender gracias a los conocimientos químicos necesarios para el trabajo de los metales preciosos; posteriormente, ya en 1920, encontramos referencia del paso de César por la ciudad de Cáceres, donde ejerció como orive. Quizá el último orive portugués que se afincó en Zarza la Mayor sea Joaquín Mota Osuna, aunque no procedía de ninguna de las poblaciones conocidas por el arte de la filigrana, sino de Fatela, una aldea del concejo de Fundão cercana a la frontera lusoespañola y a unos 100 Km. de Zarza la Mayor. Mota Osuna, de quien sabemos que era hijo de Juana Osuna, madrileña, y al parecer de José María Taborda Tavares, también natural de Fatela, aparece identificado como “orive” en las partidas de bautismo y defunción de su hijo Antonio, que apenas vivió unos meses entre mayo y octubre de 1862376; por esos mismos documentos sabemos que Mota Osuna se casó con Eusebia de Cáceres Salamanca, que era natural de Zarza la Mayor, pero posteriormente marchó para establecerse en Mogarraz (Salamanca), de donde con toda probabilidad nunca regresó. Allí se encontraba ya en agosto de 1864, momento en que fue bautizado otro de sus hijos (Puerto, 2004: 220). De quien tampoco sabemos mucho es de Baldomero Gazapo López, que trabajaba como orive en 1862, cuando bautizó a su hijo Emilio377. Desde luego hemos de pensar que aprendió el oficio con Loreto López, o acaso con el padre de éste, si tenemos en cuenta que Loreto actuó como padrino en aquel bautismo, y además sabemos que existía un parentesco entre la madre de Baldomero, Nicolasa López Morán, y el orive Antonio López Pantrigo, pues uno de los hermanos de ésta, Juan del Pilar López, estaba casado con una hermana de Antonio, llamada Joaquina378. Tampoco tenemos mucha información sobre otros dos orives casi coetáneos cuya única referencia disponible es la mención que de ellos se hace en el censo electoral de Zarza la Mayor de 1890; el primero de ellos es Pío Perianes Montero, nacido en torno a 1837 y domiciliado en la calle de Abajo, que era hermano de Juana Perianes Montero, la esposa del orive Isidoro Hernández Jorge, con quien suponemos que aprendió el oficio. Poco podemos también decir de Rafael Rodrigo Mirón, que nació alrededor de 1844 y del que sabemos que entre 1890 y en 1911 residió en el número tres de la calle Altozano379, pero después se pierden sus noticias. Otro de los orives que en estos años hace las maletas para marchar fuera de Zarza la Mayor es Julián Gonsalves Módenes, a quien ya hemos mencionado; de él ya sabemos que era hijo de Manoel Gonçalves y de Quintina, hermana de Juan Pablo Módenes, y que marchó con el resto de la familia a la capital de la provincia entre julio de 1865 y abril de 1872, momento en que se casó en la iglesia de San Mateo de Cáceres. Quien no se marchó de Zarza la Mayor, y permaneció en el pueblo como orive durante toda su vida activa, fue Tomás Olivera López (1844-1921), hijo de Juan Bautista Olivera, y nieto de dos orives portu375 ADCC. Parroquia de Nuestra Señora del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 5v Partida nº 26. 376 Archivo parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 10. Fol. 22v. Partida 42, y Libro de Difuntos nº 6. Fol. 52v. Partida 78. 377 Archivo parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 10. Fol. 32. Partida 61. 378 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 8. Fols. 121 y 182v. 379 ADPC. Listas electorales definitivas de 1890 y Rectificación del censo electoral de 1911. Zarza la Mayor. Sigª 5511 y 5618. 147


Juan Manuel Valadés Sierra gueses, João António de Oliveira y João Joaquim Lopes. Como sabemos, sus tíos maternos Juan y Loreto también fueron orives, de manera que no había nada más natural que Tomás aprendiera y ejerciera el oficio; nació en Zarza la Mayor el 20 de diciembre de 1844380 y casó con Serafina Sande López, a cuya familia no le conocemos vínculo alguno con la orfebrería. Creemos que Tomás tuvo una larga vida como orive en Zarza, teniendo primeramente su taller en el número uno de la calle del Parral381, y falleciendo el 18 de septiembre de 1921 en su casa del número 69 de la misma calle382. No tuvo suerte el matrimonio, pues no tenemos constancia de que ninguno de los doce hijos que tuvieron llegase a la edad adulta, de manera que la dinastía de los Olivera en Zarza la Mayor finalizó con Tomás, ocupando un tiempo de casi un siglo en su existencia en la localidad. También permaneció bastantes años en Zarza la Mayor otro orive importante que se formó así mismo con los maestros de estirpe portuguesa, Mercedes Montero Hernández, de quien sabemos que debió nacer hacia 1853. La única referencia documental acerca de la profesión de Mercedes la encontramos en el Censo electoral de Zarza la Mayor en 1912, que le atribuye la profesión de “orífice”, con residencia en la calle de Arriba383, pero es bastante elocuente el que su hermano menor, Genaro, acaso también orive pero fallecido con sólo 36 años, se casase con Bonifacia Viera Alejo, hija de António Vieira384. Es muy probable que los hermanos Montero Hernández alcanzasen a aprender el oficio de la mano del maestro portugués, que falleció en 1885; desde luego sabemos que Mercedes ya se hallaba en activo hacia 1870, pues un año más tarde ya estaba casado y enterraba a uno de sus hijos, debió pasar unos años probando suerte fuera de Zarza la Mayor, pues consta que en 1890 residía en Aldeanueva del Camino385, pero retornó a su pueblo, pues como hemos señalado se mantuvo en el oficio en Zarza la Mayor al menos hasta 1912 sin que haya constancia de ningún continuador del mismo en la familia. Conocido nuestro es también Nicolás Valenciano Gazapo, hijo de Anastasio Valenciano, que nació en torno a 1849 y que sin duda aprendió el oficio de su padre manteniendo al tiempo el vínculo con la familia de Juan Joaquín López, con quien su padre había aprendido también. Así, sabemos que Nicolás se casó en septiembre de 1882 con Juana de Sande Gazapo, viuda por entonces de Loreto López López, hijo de Juan Joaquín; tres años más tarde, fallecía Juana386 y algún tiempo después Nicolás volvía a casarse, en esta ocasión con Eugenia González Chaparro387, de la que desconocemos si tenía relación alguna con la profesión. Lo más probable es que Nicolás se mantuviera en activo hasta años después del cambio de siglo, aunque no tenemos noticias ciertas de ello, pues perdemos su pista tras su aparición en el Censo electoral de 1911, que lo sitúa con domicilio en el número 68 de la calle del Concejo388, ya con sesenta y dos años de edad. En el último cuarto del siglo tenemos que referirnos a los dos orives fundamentales de la época en Zarza la Mayor, que además continuaron con el linaje portugués de los Viera. Se trata de los hermanos Basilio y Gumersindo Viera Alejo. Basilio Viera Alejo (1855-1902) nació el 15 de marzo de 1855, como

380 381 382 383 384 385 386 387 388

ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 363v. ADPC. Rectificación del censo electoral. Zarza la Mayor. 1911. Sigª: 5618. Archivo parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 12. Fol. 131v. Partida 418. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Zarza la Mayor. Sigª: 5623. Archivo parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 9. Fol. 128v. Partida 61. ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. Aldeanueva del Camino. 1890. Sigª 5511. Archivo parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 8. Fol. 277v. Archivo parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 8. Fol. 70. ADPC. Rectificación del censo electoral. Zarza la Mayor. 1911. Sigª 5618. 148


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I hemos avanzado, y se casó el 9 de junio de 1880 con Andrea Méndez de Sande389. Uno de sus hijos, Nicanor Viera Méndez, también fue orive, aunque parece que se dedicó más a la venta ambulante de la producción del taller familiar, lo que le llevó a casarse y afincarse en Alburquerque (Badajoz); otra hija de Basilio, Enriqueta, nacida hacia 1867, se casó con su primo Manuel Viera Bejarano, orive natural de la misma localidad de Alburquerque, a quien nos referiremos más adelante. Basilio vivía y trabajaba en 1890 en la calle Puentita390, falleciendo en Zarza la Mayor el 13 de junio de 1902 a consecuencia de un aneurisma, con sólo cuarenta y siete años391. El otro hermano, Gumersindo Viera Alejo (1858-1932) fue el orive que dio continuidad a la dinastía de los Viera, permaneciendo él y su descendencia en Zarza la Mayor; había nacido el 13 de enero de 1858 y se casó con Máxima Jiménez Delgado el 17 de marzo de 1882392. Por el testimonio oral de su nieta393, sabemos con seguridad que Gumersindo heredó el oficio de su padre y de su abuelo, y fue padre de diecisiete hijos, de los que sólo sobrevivieron dos, que también aprendieron y ejercieron la profesión ya entrado el siglo XX, se trata de Jacinto y Cándido Viera Jiménez, con quienes finalizó esta prolífica dinastía de artífices en Zarza la Mayor, como posteriormente veremos. Sabemos que Gumersindo ejerció su profesión al menos hasta 1928394, pues así aparece en el Censo electoral de ese año; vivió primero en el número 58 de la calle Hurtado, donde ya estaba domiciliado en 1901, y posteriormente en la calle Mesones, pero habitaba en la calle Concejo en el momento de su fallecimiento, acaecido el 27 de diciembre de 1932 de una dolencia cardíaca395. Ya hemos mencionado, tanto al hablar del orive Juan Pablo Módenes como al referirnos a su hijo, Loreto Módenes Herrero, a otro orive, ya la tercera generación familiar, llamado Juan Jiménez Módenes, hijo de Pedro Jiménez y de Paula Módenes Herrero, es decir, nieto de Juan Pablo Módenes y sobrino de Loreto. Juan Jiménez Módenes (1854-1908) nació en Zarza la Mayor el 30 de marzo de 1854396, y se casó con su prima Agustina Módenes Prieto, hija de su tío y probable maestro Loreto Módenes. Sabemos que este matrimonio debió residir fugazmente en Arroyo de la Luz, donde nació su hija mayor María Jiménez Módenes, pero en 1884 ya vivían en Plasencia, donde el propio Loreto ya llevaba establecido más de diez años397, y allí puso Juan su taller en el que fabricó y vendió joyas hasta su muerte acaecida en 1908. Otro de los zarceños continuadores de su propia estirpe de orives que ejerció el oficio en las décadas finales del siglo XIX y primeras del XX es Paulino López López (1862-1913), quien fue hijo del orive ya mencionado Antonio López Pantrigo y de su mujer Josefa López Gazapo. Nació en Zarza la Mayor el 22 de junio de 1862398 y se casó con Abdona Gutiérrez de Cáceres; Paulino vivió primeramente en la calle del Parral, donde ya figura como orive en activo en 1901, y posteriormente en el número diecinueve de

389 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 8. Fol. 1v. 390 ADPC. Listas electorales definitivas. Zarza la Mayor. 1890. Sigª 5511. 391 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 10. Fol. 110. Partida nº 71. 392 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 8. Fol. 20v. 393 Gran parte de esta información se la debemos al testimonio de Dña. Florentina Viera Castellano, que ha conservado parte del taller de su padre en Zarza la Mayor. 394 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Zarza la Mayor. Sigª: 5642. 395 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 13. Partida nº 87A. 396 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 9. Fol. 192. 397 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1887. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 398 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 10. Fol. 25v. Partida 48. 149


Juan Manuel Valadés Sierra la calle de Abajo399, y murió relativamente joven, con sólo cincuenta años, víctima del tifus400, pero tuvo varios hijos, de entre los cuales sólo Antonio, nacido en 1890, continuó con el oficio. Por otra parte, José Mendoza Hernández es uno más de los orives de Ceclavín que sin ninguna duda aprendió la filigrana de orives zarceños. En este caso, debió ser puesto por sus padres al cuidado de José Manuel Moreno Perianes, a quien ya conocemos, y como solía suceder terminó casándose con la hija del maestro. En realidad, su nombre completo era José Medina Ponce de León Mendoza Hernández, y nació en Ceclavín el 4 de febrero de 1865401; su padre era labrador, y hemos de suponerle una buena posición en la sociedad local. La partida del matrimonio de José Mendoza con Leona Moreno, de 21 de mayo de 1891, menciona la profesión de él “de oficio platero”, y especifica que el maestro Perianes ya había fallecido; así pues, el matrimonio residió en Zarza la Mayor menos de una década, y en 1901 ya sabemos que se habían establecido en Ceclavín, donde permanecieron durante bastantes años. Otro de los orives que en esta época final de siglo debió acudir a Zarza la Mayor para aprender el oficio es Adolfo de Sande Escamilla; su paso por la localidad debió ser realmente breve, pero suficiente para adquirir el dominio de la profesión y para entablar un noviazgo que acabó en boda con una mujer nacida en Valencia de Alcántara pero establecida con su familia en Zarza la Mayor. De ese fugaz paso de Adolfo de Sande por Zarza, apenas contamos con la partida de matrimonio del orfebre con María Magdalena Escalante fechada el 17 de febrero de 1886 y en la que se especifica la profesión: Adolfo Apolinar de Sande Escamilla, natural y vecino de la Villa del Rey, de estado soltero, de veinte y cuatro años de edad, de oficio orive, hijo legmo. de D. Miguel de Sande Piroto, natural de la ciudad del Cuzco en el Perú (América), vecino de la referida villa y de Dª Manuela Escamilla y Calonge, natural de Valencia de Alcantª y de la misma vecindad, y María Magdalena Escalante, del mismo estado, de veinte y tres años de edad, hija de Isabel Escalante y Canales, nats. y vecinas de esta villa402.

El padre de este orive, Miguel de Sande Piroto, había nacido, pues, en la ciudad de Cusco (Perú), donde ya hemos visto que se trabajaba la filigrana de plata a mediados del siglo XIX, pero no parece que fuese platero ni que aprendiera la profesión, pues consta que en 1879 era el Secretario del Ayuntamiento de Villa del Rey (Bailly-Baillière, 1879: 563). Debemos pensar, más bien, que Adolfo de Sande se casó en Zarza la Mayor por residir allí su esposa, y también que debió aprender el oficio en el taller de alguno de los orives locales, pero de hecho no parece que abandonara su residencia en la cercana localidad de Villa del Rey, pues entre 1895 y 1901 localizamos las partidas de confirmación de tres de sus hijos en aquella localidad403, lo que indica que siguió residiendo en ella al menos hasta el cambio de siglo. Al iniciarse la última década del siglo XIX es preciso mencionar a otro de los orives zarceños que ejerció su ocupación durante más de dos décadas; hablamos de Luis Sanz López (1866-1923), que nació el 10 de octubre de 1866, hijo de Leandro Sanz y de Atanasia López404; no hemos visto evidencia alguna de que su padre fuese orive, pero comprobamos que la madrina de bautismo de Luis fue nuestra ya conocida Josefa López Gazapo, esposa del orive Antonio López Pantrigo. Y es que la madre de Luis, Atanasia López, era hermana de Josefa, de manera que nuestro orive era sobrino de Antonio López Pantrigo 399 5623. 400 401 402 403 404

ADPC. Censo electoral de 1901 y Rectificación del Censo electoral de 1912. Zarza la Mayor. Sigª: 5569 y Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 11. Fol. 172. Partida 25. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 25. Fol. 195v. Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 8. Fol. 51. ADCC. Parroquia de Santiago Apóstol en Villa del Rey. Libro de Bautizados nº 6. Fols. 92v, 93 y 96v. Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 10. Fol. 155. Partida 126. 150


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I y por lo tanto primo hermano de Paulino López López, a quien acabamos de referirnos, y además, a través de su tío Antonio era también primo segundo de otro orive ya mencionado, Baldomero Gazapo López; casi podría decirse que Luis tenía determinado su futuro profesional desde el mismo momento de su nacimiento. Con toda seguridad Luis Sanz aprendió a trabajar el oro y la plata de la mano de su tío Antonio, que falleció cuanto Sanz apenas contaba con 21 años; es probable que ese hecho precipitara su establecimiento como maestro, bien en solitario o en colaboración con sus primos, y el 14 de marzo de 1889 contraía matrimonio con Petra Gazapo de Sande405. En la partida del casamiento ya figura Luis Sanz “de oficio oribe”, y sabemos que se mantuvo en activo hasta su fallecimiento el 30 de diciembre de 1923406, primero en el número 102 de la calle Altozano407, después en el número dos de la calle Puentita408 y por fin en la calle Concejo409; tuvo al menos cuatro hijos, pero no parece que ninguno de ellos continuara con el oficio.

Fig. 42. Zarza la Mayor. Rollo de Justicia.

En los años del cambio de siglo aparece una nueva familia de orives de Zarza la Mayor, que también contribuirá activamente a la difusión de su arte por otros pueblos de la provincia, son los hermanos Santos López, tres profesionales, hijos de Ciriaco Santos Hernández y de Liboria López, que hemos de suponer formados en los talleres de Isidoro Hernández y Mercedes Montero. El mayor de ellos es Jesús Santos López, nacido el 6 de agosto de 1868410 en Zarza la Mayor, que fue apadrinado en el bautismo por el propio Mercedes Montero; cinco años antes, su hermana Isidora había sido apadrinada por el orive Isidoro Hernández, a quien creemos pariente cercano de la madre de Ciriaco Santos. Jesús Santos López ejerció como orive en su pueblo hasta después de casarse con Eusebia Jorge, pero pronto marchó a Ceclavín, donde estaba establecido en 1897 cuando nació su hijo Casildo411, y allí seguía en 1902, año en que nació su hija Marcelina, en cuya partida de bautismo se especifica la profesión de Jesús, “de oficio orífice”412. Creemos, sin embargo, que su estancia en Ceclavín no fue definitiva y de allí debió marchar a Navalmoral de la Mata, donde su hija se casaba en 1924.

405 406 407 408 409 410 411 412

Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Casados nº 10. Fol. 71v. Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 12. Fol. 187v. Partida 637. ADPC. Adición al Censo electoral de 1900. Zarza la Mayor. Sigª: 5563. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Zarza la Mayor. Sigª: 5623. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1923. Zarza la Mayor. Sigª: 5641. Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 10. Fol. 336v. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 35. Fol. 89. Partida 66. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 175. Partida 8. 151


Juan Manuel Valadés Sierra El segundo de los hermanos es Martín Santos López, nacido el 12 de noviembre de 1874413, quien se casó en Zarza la Mayor con alguien que no tenía que ver con el oficio, Carmen Carrillo Barrantes, natural de Moraleja aunque hija de un murciano. El matrimonio tuvo varios hijos que bautizaron en Zarza la Mayor entre 1904 y 1912, de los cuales Francisco Santos Carrillo aprendió el oficio y lo ejercerá, andando el tiempo, en Navalmoral de la Mata; pero en las partidas de bautismo de los hijos de Martín y Carmen se aclara que al menos desde 1906 ya residían en Ceclavín414, adonde habían también marchado los padres de Martín. Sin embargo, el censo electoral de 1911 muestra que Martín Santos López, orífice, volvía a residir en Zarza la Mayor, en la calle Concejo415. Jacinto Santos López es el tercero de los hermanos, nació en Zarza la Mayor en 1881, y probablemente vivió en Ceclavín desde su primera juventud, pues sus padres se habían establecido allí. En Ceclavín se casó y desarrolló parte de su trayectoria profesional hasta su traslado a Navalmoral de la Mata, por lo que nos referiremos a él más adelante. El siglo XIX se cierra en Zarza la Mayor con el orive Benito González Montero (1873-1938), que nació el 3 de abril de 1873416, hijo de Juan González Parro y de Antonia Montero Hernández; también en este caso hay antecedentes familiares, pues la madre era hermana del orive Mercedes Montero Hernández, de manera que con toda probabilidad Benito aprendió el oficio con su tío. Se casó con Rosa Linio, la cual también tenía parentesco con otra familia de orives, pues su hermano Eusebio Linio estaba casado con Pascuala Jiménez Módenes, quien además fue madrina de Segunda, una de las hijas de Benito González Montero y Rosa Linio417. En el año 1911 ya ejercía el oficio en su domicilio del número 78 de la calle Concejo418, y se mantuvo en activo al menos hasta 1923419, pero debió trabajar algún tiempo más. Finalmente falleció a los sesenta y cinco años de una dolencia cardiaca el 9 de mayo de 1938420, de manera que la mayor parte de su carrera profesional se desarrolló ya en el siglo XX. Así pues, se pueden contar, al menos, veinticuatro orives que empezaron a trabajar en Zarza la Mayor en la segunda mitad de la centuria decimonónica; es decir, el número absoluto descendió respecto al segundo cuarto del siglo, aun cuando siguió habiendo un buen número de maestros en la localidad. En 1860 había por lo menos catorce orives trabajando simultáneamente en Zarza, pero la cifra fue bajando a lo largo del siglo; en 1870 eran diez los que quedaban, dos menos que una década después, y en 1890 había trece, pero al finalizar el siglo ya sólo eran nueve, una tendencia a la baja que se mantendrá durante las primeras décadas del siglo siguiente y que llevará a la progresiva y total desaparición de la profesión en Zarza la Mayor. En la segunda mitad del siglo sólo llega un orive portugués a Zarza la Mayor, siendo españoles todos los demás, si bien es cierto que de los veintitrés españoles, siete son hijos de portugueses, lo que no hace sino confirmar el proceso de asimilación de la orfebrería de filigrana portuguesa en la tradición cultural extremeña y su asunción como un rasgo más del patrimonio regional. En estos momentos es cuando realmente asistimos a la aparición de la orfebrería de filigrana cacereña. De la misma manera, comprobamos que se mantienen y diversifican las líneas sucesorias de los talleres que habían sido fundamentales en el período anterior, produciéndose una cierta endogamia entre las familias implicadas 413 414 415 416 417 418 419 420

Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 11. Fol. 176v. Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 16. Fol. 123. Partida 53. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1911. Zarza la Mayor. Sigª: 5618. Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 11. Fol. 98v. Partida 2. Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 16. Fol. 7. Partida 125. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1911. Zarza la Mayor. Sigª: 5618. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1923. Zarza la Mayor. Sigª: 5641. Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 14. Fol. 33. Partida 26. 152


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I en el trabajo de cada uno de esos talleres. No obstante, hay constancia de que los orives que competían entre sí en el negocio también colaboraban cuando alguno lo necesitaba, pues por delante de la competencia estuvo siempre la conciencia de pertenecer a un único gremio, aun cuando aquellas corporaciones hubieran dejado de existir varias décadas atrás. Podemos trazar el panorama de los talleres de Zarza la Mayor en la segunda mitad del siglo XIX de la siguiente manera, como continuación de la situación existente en el segundo cuarto del siglo. Continuadores del taller de António Vieira

Continuadores del taller de Juan Joaquín López

Continuadores del taller de Juan Pablo Módenes

José Manuel Moreno Perianes (ca. 1834-?)

Loreto López López (1833-1865)

Loreto Módenes Herrero (1834-1893)

Juan Viera Alejo Gazapo (1839-ca. 1915)

Baldomero Gazapo López (¿-?)

Pío Perianes Montero (ca. 1837-?)

Paulino López López (1862-1913)

Jesús Viera Alejo (1838-?)

Tomás Olivera López (1844-1921)

Julián Gonsalves Módenes (1847-1926)

Luis Sanz López (1866-1923)

Mercedes Montero Hernández (ca. 1853-?)

Nicolás Valenciano Gazapo (ca. 1849-?)

Juan Jiménez Módenes (1850- ?)

Basilio Viera Alejo (1855-1902)

Taller de Antonio López Pantrigo

Juan Jiménez Módenes (1854-1908)

Otros

Rafael Rodrigo Mirón (ca. 1844-?) Joaquín Mota Osuna (¿-?) Adolfo de Sande Escamilla (ca. 1862-?)

Gumersindo Viera Alejo (1858-1932) José Mendoza Hernández (1865-?) Jesús Santos López (1868-?) Martín Santos López (1874-?) Benito González Montero (1873-1938)

La larga agonía de la orfebrería en Zarza la Mayor (1900-1983) El primer tercio del siglo XX marca una profunda crisis de la orfebrería de filigrana en Zarza la Mayor, incapaz de competir con la pujanza de los dos centros fundamentales en la provincia de Cáceres en esas décadas: Ceclavín y, en menor medida, Torrejoncillo. La muerte de los grandes orives zarceños y la marcha de muchos de ellos a otras poblaciones, como ya había sucedido en las décadas anteriores, van a determinar el progresivo y lento declive de la producción y del número de talleres hasta la época de la guerra civil de 1936-1939. Los efectos de ese traumático conflicto, y la grave crisis que supuso para el sector por la falta de demanda de productos, más otros factores como la subida del precio del oro y el éxodo rural que se produce en todas las localidades de la provincia, van a provocar que sólo unos pocos maestros se mantengan trabajando hasta su desaparición física a principios de la 153


Juan Manuel Valadés Sierra década de 1980. Así, se cerraba una historia de ciento sesenta años, y la posición pionera y predominante que otrora tuvo Zarza la Mayor en el panorama de la orfebrería de filigrana en todo el occidente español comenzó a ser olvidada hasta llegar al presente en que su memoria tiende a difuminarse incluso entre los propios zarceños. Al iniciarse el siglo XX había una decena de orives trabajando en Zarza la Mayor, la mayor parte de los cuales ya nos son conocidos; son Tomás Olivera López, Nicolás Valenciano Gazapo, Mercedes Montero Hernández, Basilio y Gumersindo Viera Alejo, Paulino López López, Luis Sanz López, Benito González Montero, Martín Santos López y Cándido Viera Jiménez. Ya nos hemos referido antes a Cándido Viera, que fue hijo de Gumersindo Viera y de Máxima Jiménez, y por tanto descendiente directo de los Vieira que llegaron a Zarza la Mayor hacia 1823. Cándido nació el 2 de febrero de 1883421 y ejerció el oficio en Zarza la Mayor al menos hasta 1928; en los primeros años del siglo residió en el número 58 de la calle Hurtado, y a principios de la década de 1920 se trasladó primero a la calle Mesones y posteriormente a la calle Concejo422, siempre en el mismo domicilio que su padre. No nos consta que se casara, y parece que trabajó siempre con su hermano Jacinto. En la primera década del siglo, encontramos evidencia de otro orive importante no sólo en Zarza la Mayor, sino especialmente fuera de esta localidad; nos referimos a Mariano Rosellón Prieto (18701942), que nació en Mogarraz (Salamanca) en abril de 1870 (Puerto, 2004: 220). A primera vista podría pensarse que se trata de un orive salmantino que vino a Zarza la Mayor trayendo el arte de la filigrana charra, pero la presencia de Mariano Rosellón indica más bien lo contrario; era hijo de Rafael Rosellón Palomino, natural de Zarza la Mayor y orive, que debió aprender el oficio con alguno de los maestros zarceños y posteriormente se estableció en Mogarraz. Si tenemos en cuenta que Rafael se casó con Brígida Prieto Morán423, tendremos la respuesta para conocer dónde y con quién aprendió Rafael Rosellón su profesión, pues Brígida era natural de Zarza la Mayor y hermana de Justa Prieto Morán, la esposa de Loreto Módenes Herrero, y por tanto nuera de Juan Pablo Módenes. Es muy probable que Rafael Rosellón aprendiese el arte de la orfebrería de la mano de Juan Pablo Módenes, ya que su padre, Francisco Rosellón, era labrador, y posteriormente se marchara a Mogarraz siguiendo los pasos de Joaquín Mota Osuna, a quien ya nos hemos referido. Sea como fuere, Rafael Rosellón Palomino trabajó en Mogarraz como orive y tuvo dos hijos que aprendieron y continuaron su oficio, Mariano Rosellón Prieto y Lorenzo Rosellón Prieto. Este último enseñó la profesión a su hijo Moisés Rosellón Cascón, que a su vez transmitió las enseñanzas a sus nietos Ángel y Manuel Cascón Rosellón, uno de los cuales sigue ejerciendo hoy como orive en Mogarraz (Puerto, 1996: 99; Cea, 1996: 187). En cuanto al otro hijo de Rafael, Mariano Rosellón Prieto, contrajo matrimonio en Zarza la Mayor con su prima Isabel Andrade, hija de Facundo Andrade Herrero y de Clementa Prieto Morán, y se asentó en la villa cacereña, donde ejerció su oficio y con el que consiguió una buena posición económica, a juzgar por la indicación que leemos en la partida de bautismo de su hijo Rafael, fechada el 8 de enero de 1909, en la que se le define como “orive y propietario”424. Durante años residió en el número 37 de la calle San Juan, que a principios del siglo XX se llamaba Hurtado425, aunque en su partida de entierro consta 421 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 12. Fol. 245. 422 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de Zarza la Mayor. 1909. Sigª. 5607; 1912. Sigª 5623; 1923. Sigª. 5641 y 1928. Sigª. 5642. 423 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 16. Fol. 185. Partida 95. 424 Ídem. Fol. 244. Partida 3. 425 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de Zarza la Mayor. 1909. Sigª. 5607 y 1912. Sigª 5623. 154


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I que había fallecido de una congestión cerebral en su domicilio de la calle Concejo, entonces Primo de Rivera426. Ninguno de sus hijos heredó el oficio, aunque acaso lo aprendieron de jóvenes, pero Rafael siguió estudios de Derecho y ejerció como abogado en Plasencia, y los demás tampoco se dedicaron al trabajo del oro y la plata427. Otro importante orive y relojero de Zarza la Mayor es Manuel Viera Bejarano, cuyo nombre ya hemos mencionado brevemente; nació en Alburquerque (Badajoz) el 1 de enero de 1889, hijo de Fernando Viera Cruz, “de oficio relojero y platero” y de Eusebia Bejarano428. El padre de Manuel, Fernando Viera, que residía en el número 3 de la calle Alameda, era hijo del matrimonio entre Francisco José Vieira Araújo y Eustaquia Cruz, y había nacido en San Vicente de Alcántara, adonde el orive portugués se había trasladado unos cuarenta años antes. Volviendo a Manuel Viera Bejarano, debió regresar con muy pocos años al pueblo de sus abuelos, pues el 2 de febrero de 1912 se casaba en Zarza la Mayor con su prima Enriqueta Viera Méndez, hija de Basilio Viera y de Andrea Méndez de Sande. Es decir, que el abuelo de Manuel era hermano del abuelo de Enriqueta, y la propia Enriqueta era hermana de otro orive al que ya nos hemos referido, Nicanor Viera Méndez, que por entonces residía también en Alburquerque y que tenía negocios con sus familiares de Zarza la Mayor dando salida a la producción por los pueblos del norte de la provincia de Badajoz. Según parece, Manuel Viera Bejarano estuvo ejerciendo su oficio como orive y como relojero en Zarza la Mayor, ocupándose del mantenimiento del reloj de la iglesia; también en Zarza la Mayor nació su hija Andrea Viera Viera, el 7 de enero de 1916429. En el primer tercio del siglo también destaca el orive Tomás Jiménez Módenes (1880-1933), que nació el 27 de febrero de 1880430, hijo de Nicasio Jiménez Módenes y de Nicasia Módenes Herrero, es decir, que era nieto por parte de madre del orive Juan Pablo Módenes, y por tanto sobrino de otro orive, Loreto Módenes Herrero, y primo hermano de otro maestro, Juan Jiménez Módenes. De Tomás sabemos que nunca se casó, y consta que ejerció su oficio al menos desde 1908431, aunque seguramente desde unos años antes; residió en el número 42 de la calle Concejo donde falleció con sólo 52 años de una angina de pecho el 27 de noviembre de 1933432. El hermano de Tomás, Juan Jiménez Módenes, nació en torno a 1850 y se casó muy joven con Justa Montero, pues ya en 1872 enterraba el matrimonio a su primer hijo433. Sabemos que no mucho después se marchó para establecerse como orive en Aldeanueva del Camino, pues ya residía allí en 1890. No debe confundirse con el otro orive de iguales nombre y apellidos, su primo hermano, que se había establecido en Plasencia. Ya en la segunda década del siglo, comienza la andadura profesional del que a la postre había de ser el último orive de Zarza la Mayor, y también el último del linaje de los Viera; hablamos de Jacinto Viera Jiménez (1893-1983), hijo de Gumersindo Viera y de Máxima Jiménez, es decir, nieto de António Vieira Araújo y hermano de Cándido Viera, del que ya hemos hablado. Jacinto nació en Zarza la Mayor el 11 426 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 15. Fol. 42. Partida 2. 427 Testimonio de Dña. Tomasa Hernández Andrade, viuda de un nieto de Mariano Rosellón. 428 Archivo Parroquial de Santa María del Mercado en Alburquerque. Libro de Bautizados nº 26. Fol. 231. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 429 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 123. Partida 8. 430 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 12. Fol. 200dup. 431 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1909. Zarza la Mayor. Sigª: 5607. 432 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 13. Fol. 211v. Partida 66. 433 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 7. Fol. 80. 155


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 43. Zarza la Mayor. Ermita de San Juan. La vivienda adyacente fue el hogar de Francisco González Cabeza.

de septiembre de 1893 y se casó en la misma parroquia en que había sido bautizado, con Eugenia Castellano Perianes, el 24 de septiembre de 1928434. Obviamente, aprendió el oficio con su padre y se mantuvo trabajando con él y con su hermano Cándido en el taller familiar de la calle Concejo, sobreviviendo a ambos durante largos años. Ejerció su profesión hasta la segunda mitad de la década de 1970, siendo el último orive en ejercicio de Zarza la Mayor; hacia 1980, con casi 90 años, ya llevaba algunos años retirado por su edad (González Casarrubios, 1981: 27-28). Jacinto435 tuvo al menos cuatro hijos, Gerardo, Demetrio, Ángel y Florentina; de ellos, los tres varones aprendieron el oficio de orive, apareciendo en el Censo de 1955 como orífices dados de alta en el domicilio paterno436, pero ninguno lo ejerció a tiempo completo, ayudando puntualmente a su padre hasta que terminaron abandonando para dedicarse a otras profesiones y marchándose los varones a vivir fuera de Extremadura; Jacinto trabajó durante toda su vida explotando su taller, vendiendo sus trabajos por los diferentes pueblos de la comarca y trabajando preferentemente para D. Alfonso Muñoz Acedo, joyero de Cáceres que tenía su establecimiento al inicio de la Avenida de España, en el inmueble conocido tras la guerra civil como “El Requeté”, a quien sucedió en el negocio su hijo Antonio. 434 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 14. Fol. 165v. Partida 127. 435 Es de señalar que su nombre de pila parece haber sido confundido por González Casarrubios por el de José (1981: 27); el mismo error se repite en el trabajo de González-Hontoria (2006: 153), ya que la información de ambos trabajos fue recopilada en el mismo trabajo de campo. 436 ADPC. Censo electoral de 1955. Zarza la Mayor. Sigª: 5657. 156


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Pese a las reiteradas ofertas que Muñoz Acedo le hizo, Jacinto Viera Jiménez nunca quiso afincarse en Cáceres, trabajando toda su vida en Zarza la Mayor, donde había nacido y donde falleció con noventa años de edad, ya retirado del oficio de sus padres, tíos, abuelos, bisabuelos y tatarabuelos, el 19 de febrero de 1983437; con él se perdía para siempre esta hermosa industria artesanal en Zarza la Mayor. Este mismo orive le contó en 1980 a Consolación González Casarrubios que unos pocos años antes había otros dos orives activos en Zarza la Mayor; en ello coincide Florentina Viera, la hija de Jacinto, que sólo recuerda los nombres de pila de aquellos otros maestros, Francisco y Antonio. Cada uno de los tres últimos orives trabajaba en su propio taller y se ocupaba de vender su producción en Zarza la Mayor y fuera de la localidad, pero tampoco existía una competencia radical entre ellos, pues colaboraban puntualmente entre sí y ocasionalmente compartían materiales y herramientas438. El primero de esos dos orives que recuerda Florentina es Francisco González Cabeza (18911963), hijo de Gregorio González y de Francisca Fig. 44. Francisco González Cabeza, con sus hermaCabeza, nació el 12 de febrero de 1891 y no parenas y otros familiares, hacia 1901 ce que tuviera antecedentes familiares en la profesión, por lo que cabe suponer que aprendió con alguno de los maestros que continuaban ejerciendo en los primeros años del siglo XX. Parece que no tenía ningún parentesco con Benito González Montero, pues además sabemos que aprendió el oficio con Gumersindo Viera Alejo cuando éste ya estaba prácticamente retirado, al que además compró posteriormente las herramientas para seguir trabajando una vez se independizó. Sabemos en todo caso que con poco más de veinte años ya ejercía como orive, primero en la calle Parral439 y pocos años después en la calle de Abajo440; su delicada salud, pues siempre padeció de los bronquios, le retuvo y le llevó a desechar una oferta de trabajo que le hicieron desde Córdoba, donde era requerido para enseñar la filigrana a las muchachas jóvenes que trabajaban en uno de los talleres de la ciudad andaluza441. Así pues, trabajó siempre en Zarza la Mayor, sin oficiales ni más aprendices que sus hijos mientras estuvieron en edad temprana, vendió mucho género a joyerías de Salamanca y de Cáceres, de donde recibía encargos de los establecimientos más conocidos, de Muñoz Acedo y Corbacho entre otros, y cuando iba a alcanzar la edad de jubilación se trasladó a la plaza de San Andrés, donde falleció a los 72 años el 26 de marzo de 1963442. Sus dos hijos aprendieron el oficio, pero para entonces, 437 438 439 440 441 442

Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 18. s. p.. Partida 10. Testimonio de Dña. Florentina Viera Castellano. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1917. Zarza la Mayor. Sigª: 5636. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Zarza la Mayor. Sigª: 5642. Testimono de su hija, Dña. Teresa González Terrón. Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 17. Fol. 61v. Partida 9. 157


Juan Manuel Valadés Sierra los años de la posguerra, la orfebrería de filigrana se había convertido en una ocupación de la que ya no se podía vivir en Zarza la Mayor, por lo que el hijo mayor, varón, siguió la carrera militar y dejó el ejercicio de la orfebrería, y sabemos que la otra hija, Teresa, aprendió todo el trabajo del taller y llegó a ejercerlo hasta que se casó; posteriormente, cuando uno de sus hijos alcanzó la edad adecuada, Teresa se vio imposibilitada de transmitirle el oficio porque para entonces ya carecía de los útiles y herramientas necesarios, perdiéndose con ella la tradición familiar de la filigrana443. En cuanto al otro orive que trabajó en la misma época que Jacinto Viera, se trata de Antonio López Gutiérrez (1891-1981), que también procedía de otra dinastía de maestros, pues era hijo de Paulino López López y de Abdona Gutiérrez, y por lo tanto era también nieto de Antonio López Pantrigo y sobrino de Luis Sanz López. Lo más lógico es que Antonio aprendiera el oficio de su propio padre, Paulino, y que ya en su primera juventud lo ejerciese, tomando el control del taller familiar con sólo 25 años, cuando falleció Paulino; primeramente desarrolló su labor en la calle Parral, la misma en que por entonces lo hacía también Francisco González Cabeza, pero en 1928 le vemos ya asentado en la plaza de la Iglesia, y posteriormente en la calle Primo de Rivera444 y en el número cuatro de la calle del Parral445. El trabajo de Antonio López Gutiérrez se prolongó durante décadas, continuando tras la guerra civil y llegando hasta la década de 1970, en la que abandonó por jubilación. Sus hijos emigraron de Zarza la Mayor sin que ninguno continuase con el oficio y Antonio falleció en enero de 1981 con noventa años de edad446. Con estos tres grandes maestros finaliza una historia de más de un siglo y medio de duración en Zarza la Mayor, en la que más de medio centenar de orives trabajaron en la localidad, vendiendo su producción por pueblos de toda la provincia y también de las provincias limítrofes. La documentación consultada, sin embargo, no refleja con fidelidad el papel de las mujeres en toda esta historia; los estudiosos que se han acercado a la filigrana de Zarza la Mayor insisten en que ellas se ocupaban de tareas auxiliares, además de participar en la comercialización de las joyas; entre las funciones que desarrollaban en estos talleres, que como hemos visto eran esencialmente familiares, se cita el relleno de las formas de filigrana (González Casarrubios, 1981: 28), pero la información que hemos ido desgranando invita a pensar que el papel femenino fue mucho más importante que eso. Es más que probable que muchas mujeres, hijas de orives, aprendiesen a trabajar el oro y la plata en el taller familiar al igual que lo hacían sus hermanos varones, al menos en los primeros pasos del proceso; no parece que ninguna de ellas se estableciese por cuenta propia como cabeza del negocio, pero en algunos casos podemos suponer que transmitieron a sus hijos las enseñanzas recibidas y gracias a ello éstos pudieron convertirse en oficiales y maestros de orfebrería. De otro modo no podría explicarse un caso como el de Isabel Gómez Pereira, hija de José Gomes de Oliveira que, casada con un maestro de primaria, transmitió a su hijo Isidoro Hernández Gómez los conocimientos necesarios para convertirse en uno de los grandes orives de Mogarraz. Por otro lado, sabemos que los constantes viajes de los orives, o de sus cajeros y oficiales, vendiendo las joyas por diferentes pueblos de los alrededores, a menudo finalizaron con la mudanza de estos 443 El Censo electoral de 1955 recoge la referencia de un joven orive de 24 años, llamado Cándido González Caro, afincado en la calle Eras, pero lo consideramos una errata, pues sabemos que ha sido albañil de profesión, como además se confirma en el censo de 1965. 444 ADPC. Censo electoral de 1945. Zarza la Mayor. Sigª: 5647. 445 ADPC. Censo electoral de 1965. Zarza la Mayor. Sigª: 5671. 446 Archivo Parroquial de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 18. Fol. s.p. 158


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I profesionales a otras localidades en las que se casaban y echaban raíces, buscando así una salida a la fuerte competencia interna en Zarza la Mayor y contribuyendo a la expansión de este arte por toda la provincia y las limítrofes. Así pues, la orfebrería de filigrana que en la tercera década del siglo XIX llegó a Zarza la Mayor desde Portugal, terminó extendiéndose por la provincia cacereña merced a los orives zarceños; en la mayor parte de los casos, conocemos los destinos de esos orives desde la llegada de los portugueses hasta mediados del siglo XX, los cuales han sido representados gráficamente en el siguiente mapa.

Mapa 3. Orígenes y dispersión de los orives de Zarza la Mayor (1823-1983)

Finalmente, las siguientes páginas recogen en una tabla los períodos de actividad de cada uno de los orives mencionados, lo que nos permite tener una idea cierta de las etapas de mayor y menor actividad del oficio en Zarza la Mayor, apreciar el momento de su implantación y comprobar cómo se produce el lento declive que lleva a su total desaparición.

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II. Alcántara Ya se apuntó en páginas anteriores que desde mediados del siglo XVIII, las distintas fuentes silencian la existencia de plateros en la villa de Alcántara, pese a que se recogen referencias de maestros trabajando en la cabeza del Priorato al menos desde el siglo XVI. Las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada, redactadas entre 1750 y 1753 no mencionan ningún platero en la villa, como tampoco las respuestas al Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, de 1791; a pesar de ello hay informaciones que apuntan lo contrario, ya que se ha documentado la existencia del platero Diego Fonseca, que era vecino de Alcántara por esa misma época, en el año 1798 (García Mogollón, 1987: 858). Así mismo, hay otros motivos para creer que el oficio de la platería no estaba completamente extinguido en Alcántara en los últimos años del Setecientos; ya señalamos antes que las Memorias Políticas y Económicas de Eugenio Larruga mencionaban que “en la Villa de Alcántara suele haber algún platero. El Ayuntamiento ha nombrado contraste” (Larruga, 1797: 236); por otro lado, sabemos que esos plateros de Alcántara se desplazaban a otros lugares de la provincia con sus productos, el 8 de septiembre acudían a la feria que se celebraba en la ermita de Altagracia en Garrovillas de Alconétar, señalando que “quando acuden plateros son de la Villa de Alcántara y Cáceres, y alguna vez de la Ciudad de Córdoba, que venden y cambian alhajas de oro y plata” (Larruga, 1796: 250). Así mismo, en la feria de San Bartolomé de Zarza la Mayor se vendían, entre otros bienes, “menudencias de corto valor, cerragería, y tal vez algo de platería de la Villa de Alcántara, sin concurrir cambiadores de oro, ni plata” (Larruga, 1796: 261), lo que indica que, efectivamente, existía algún taller de platero activo en Alcántara y al mismo tiempo viene en apoyo de la idea ya ampliamente mostrada de que no había orives en Zarza la Mayor antes del año 1800. Cuando finalizaba el siglo XVIII la villa de Alcántara se encontraba en una franca decadencia en comparación con su pasado como cabeza de la Orden militar del mismo nombre; pese a ello, seguía siendo villa con voto en Cortes y sus vecinos estaban exentos de pagar pechos y de entrar en quintas; por entonces el Rey desempeñaba el maestrazgo de la Orden de Alcántara, como del resto de Órdenes Militares, y nombraba al gobernador civil y militar de la plaza fronteriza. Por supuesto, lo más importante que existía en la villa era su famoso puente romano, que servía para unir la Meseta con Andalucía en el occidente español, a falta del puente de Alconétar que se hallaba arruinado. En aquellos momentos el puente de Alcántara estaba en buen uso; acababa de culminar la reparación a que había sido sometido en 1778, y sería transitable hasta la voladura de uno de sus arcos en 1809 por los ejércitos aliados que combatían contra los franceses en la Guerra de la Independencia (Cisneros, 1989: 64). A la sazón, el puente era de paso franco, no se exigía el pago por cruzarlo salvo a los ganados trashumantes, que debían pagar una cabeza por cada rebaño que pasaba; hasta ochenta y cinco mil cabezas de estos rebaños pastaban cada año en las dehesas de propiedad particular de la villa, siendo una de las principales fuentes de ingreso para los propietarios, si bien el resto de la población se quejaba de la falta de terrenos para cultivar por estar éstos dedicados a pasto (Rodríguez y Barrientos, 1993: 131-133). Tras la voladura de 1809 y la posterior de la que se responsabilizaron los ejércitos franceses, el puente sería reparado con maderas en 1818, pero éstas serían incendiadas en la primera guerra carlista y la restauración no culminaría hasta febrero de 1860, lo que sin duda afectó seriamente a las comunicaciones de la villa alcantareña con el resto de las poblaciones del entorno (Cisneros, 1989: 67).

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Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 45. Alcántara. Puente romano fotografiado por Julián Perate, hacia 1910.

Del pasado esplendor de la villa, quedaban en Alcántara cinco conventos, incluyendo el Real de San Benito, y dos parroquias, la de Santa María de Almocóvar y la de la Encarnación Antigua, además de sus tribunales civil y eclesiástico y una jurisdicción especial eclesiástica sobre los vastos territorios que formaban parte del Priorato. Sin embargo, el escaso pulso de la población era evidente en diferentes aspectos; las casas consistoriales se hallaban en estado de ruina, la calzada que conducía del casco urbano al puente era impracticable para los carruajes, obligando a trasladar todas las mercancías a lomos de caballerías, no había mercado semanal y únicamente se celebraba la feria del Domingo de Pasión; no había fábrica alguna y el único comercio legal que se observaba se reducía a un modesto intercambio con Portugal de lienzos, pana, muselina y bacalao (Rodríguez y Barrientos, 1993: 106-108); el contrabando, casi no hace falta decirlo, era una de las ocupaciones principales de la población, aunque probablemente no de una manera tan extendida como en Ceclavín y Zarza la Mayor. Como ya hemos mencionado, sabemos de la existencia de un platero de Alcántara, Diego Fonseca, documentado en cuatro ocasiones por García Mogollón, primeramente en el año 1771, cobrando una cuenta por su trabajo para la parroquia de San Pedro en Garrovillas; después, ya en 1798, aparece trabajando en la localidad de Piedras Albas, identificado como vecino de Alcántara, y en los años 1805 y 1806 también recibiendo cantidades en metálico por su trabajo para las parroquias de Garrovillas, primero de San Pedro y después de Santa María (García Mogollón, 1987: 858-859). Sabemos que Diego Fonseca había nacido en Ceclavín y era hijo de Antonio Vicente Fonseca y de Isabel Rodríguez Sacramento. El abuelo de Diego Fonseca era el aragonés don Gaspar de Fonseca, que en 1743 era capitán de infantería del Regimiento de Murcia, destinado en Alcántara, casado con María Pimor, natural de la isla de Cerdeña. En dicho año se casaron en Alcántara Antonio Fonseca, que había nacido en Cagliari (Cerdeña) e Isabel Rodríguez, nacida en Ceclavín447, y tal vez pasaran a residir durante un tiempo en esta última localidad, donde nació Diego Fonseca. No obstante, lo más probable es que Diego aprendiese el oficio de la platería de alguno de los maestros documentados a mediados del Setecientos en la villa cabeza del Priorato, pues sabemos que la familia se estableció en Alcántara; allí falleció, el 11 de junio de 1765, el padre de Diego, que había enviudado y vuelto a casar con María Amores Corón448; había sido preceptor de Gramática en el convento de San Benito, una plaza que estaba muy 447 448

ADCC. Parroquia de María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Casados nº 27. Fol. 219v. ADCC. Parroquia de María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Difuntos nº 36. Fol. 370v. 164


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I bien dotada por el cenobio y que suponía unas rentas importantes, por lo que era bastante codiciada (Rodríguez y Barrientos, 1993: 114). Diego Fonseca Rodríguez se casó con Josefa Antonia Fernández Penisa, que también era natural de la villa de Alcántara, el 21 de junio de 1772449, y sabemos que su hijo Manuel también fue platero en Alcántara. Además de Manuel, el matrimonio tuvo más hijos, pues el Padrón de Vecinos de Extremadura de 1829 menciona a Diego Fonseca, de oficio platero, casado y viviendo en su hogar de la calle Cañada, donde habitaban seis almas450. Después de una dilatada vida personal, tras haber enviudado y volverse a casar con Inés Moreno, y tras un ejercicio profesional que debió prolongarse unos sesenta años, Diego Fonseca falleció en la villa de Alcántara el 6 de agosto de 1831451. Constatamos que Diego Fonseca tuvo también un hermano llamado Manuel, nacido así mismo en Ceclavín el 17 de junio de 1745452, que se casó con Agustina Fernández Penisa el 28 de abril de 1766453; ésta era hermana de Josefa Antonia, la esposa de Diego Fonseca, de manera que se trató de un doble matrimonio de hermanos. La familia paterna de las dos hermanas, Agustina y Antonia, era de origen gallego, pues su padre era natural de la parroquia de Santa Eulalia de Merille, concejo de Ourol (Lugo), pero no tenemos dato alguno que apoye la idea de que fuese platero. No sabemos, sin embargo, si Manuel también aprendió el oficio de la platería, pues ninguno de los documentos consultados lo confirma. El siguiente platero que encontramos en Alcántara es Manuel Fonseca Fernández (1773-1848), hijo de Diego Fonseca y Antonia Fernández Penisa. Nació en Alcántara el 24 de agosto de 1773 y sin duda aprendió el oficio de su padre; hacia 1794 se casó con Justa Gundín, que también era alcantareña, con la que tuvo al menos diez hijos nacidos entre 1795 y 1815, Diego, Joaquín, Facundo, Laurencia, Ceferina, Benita, Carlos, Ruperto, Petra y Eusebia; de ellos nos consta que sólo Ruperto aprendió y ejerció el oficio de la platería, como veremos en su momento. Justa Gundín falleció antes de 1828, pues el 29 de junio de ese año, volvía a casarse Manuel Fonseca, ahora con Juana Reina454, con la que tuvo al menos otros cuatro hijos, Ignacia, Leonarda, Florentino y Rosa, que nacieron entre 1829 y 1838; de ellos, al menos dos de las hijas, Ignacia y Rosa, casarían a su vez con orives. Juana Reina era hija de Genuario Reina, que era labrador, y de Bonifacia Durán; Manuel Fonseca es mencionado también como platero en 1829 en el Padrón de Vecinos de Extremadura, momento en que vivía en la calle Llanada y estaba casado, con siete almas en su hogar en aquel momento455. Manuel Fonseca murió a sus setenta y cuatro años, el 31 de agosto de 1848; de la especificación de su sepelio que encontramos en la correspondiente partida deducimos su relativamente elevada posición socioeconómica en la villa, pues se menciona que ... fue de oficio platero y su entierro con cruz parroquial, cura y sacristán y acompañamiento de medio cabildo ecco. de esta villa, hasta el cementerio456.

A Manuel Fonseca le sucedió en el oficio su hijo Ruperto Fonseca Gundín, que nació en Alcántara el 27 de marzo de 1811457; se casó con Josefina Caballero Baz, que también era natural de Alcántara, 449 450 451 452 453 454 455 456 457

ADCC. Parroquia de María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Casados nº 29. Fol. 59v. AHPC. Padrón de Vecinos de 1829. R. A. Legajo 370-11. Pág. 15. ADCC. Parroquia de María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Difuntos nº 39. Fol. 129v. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 5. Fol. 700. ADCC. Parroquia de María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Casados nº 28. Fol. 208. ADCC. Parroquia de María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Casados nº 31. Fol. 217. AHPC. Padrón de Vecinos de 1829. R. A. Legajo 370-11. Pág. 21. ADCC. Parroquia de María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Difuntos nº 40. Fol. 22v. ADCC. Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación en Alcántara. Libro de Bautizados nº 5. Fol. 82. 165


Juan Manuel Valadés Sierra aunque su padre era de las Navas del Madroño y su madre de Zarza la Mayor, y tuvieron al menos ocho hijos, Manuel, Pilar, Joaquín, Miguel, Valentina, Juan, Isabel e Inés, que nacieron entre 1833 y 1842. No tenemos constancia de que ninguno de los descendientes de Ruperto siguiera el camino del oficio paterno, y de hecho sólo conocemos la profesión de Ruperto Fonseca por la indicación que se incluye en la partida de bautismo de su última hija, Ventura Inés, nacida el 21 de enero de 1842, en la que se menciona que es “hija lexma. de Dn. Ruperto Fonseca, de exercicio platero”458; después de ello carecemos de más noticias sobre la existencia de este orive alcantareño. Más o menos coetáneo de Ruperto Fonseca es Luis Barres Molano, a quien ya mencionamos al referirnos a los orives de Zarza la Mayor; nació en Alcántara el 19 de agosto de 1816459 y era hijo del carpintero Jacinto Barres. Sabemos que el padre de Luis residió en Alcántara al menos hasta el año 1829, en que nació su hija Gabina Manuela460, pero a partir de ahí consta que se afincó en Zarza la Mayor, donde debió colocar a su hijo Luis Barres como aprendiz de orive con el maestro Juan Pablo Módenes. Así pues, a pesar de su origen alcantareño, Luis Barres hizo toda su carrera profesional fuera de su localidad natal, trabajando primero en Zarza la Mayor y posteriormente en Coria, donde parece que acabó sus días. Al igual que sucede en otras poblaciones cercanas por estos mismos años, algún tiempo antes de 1845 tenemos noticia de la llegada de un orive portugués a Alcántara, pues sabemos que el 16 de agosto de ese mismo año se casaba Ignacia Fonseca Reina, la mayor de las hijas del segundo matrimonio de Manuel Fonseca Fernández, con Manoel Vieira Lopes, natural, como tantos otros orives, de São Martinho de Travassos (Póvoa de Lanhoso), donde lo más probable es que aprendiera el oficio, aunque no tenemos constancia de que su familia estuviera ligada a la orfebrería. Manoel había nacido en el lugar de Outeirinhos, en Travassos, el 25 de febrero de 1823, y era hijo de Bernardo Lopes da Silva y de Maria Barbosa, siendo Manoel Barbosa su padrino de bautismo461. En el momento del matrimonio Manoel Vieira residía en Zarza la Mayor462, adonde había llegado seguramente poco tiempo antes, pues acaso tenía algún parentesco con los orives portugueses de iguales apellidos que por entonces vivían en esa localidad, como Juan Joaquín López, cuyo apellido original era Lopes da Silva, y recordemos que su familia paterna era oriunda de Travassos; sin embargo, cabe suponer que entrara a trabajar a las órdenes de un Manuel Fonseca ya anciano, que por entonces contaba setenta y cinco años de edad, siendo también probable que trabajase con su cuñado Ruperto Fonseca. En la partida del matrimonio de Manoel e Ignacia se especifica que él era “de oficio orífice”, hijo de Bernardo Vieira Lopes y de Maria Barbosa; realmente el apellido Vieira lo llevaba su abuelo paterno Manoel Vieira, casado con Maria Lopes. Sabemos que Manoel e Ignacia tuvieron varios hijos, parte de los cuales murieron de corta edad; el 21 de septiembre de 1857, por ejemplo, daban sepultura al cadáver de su hijo Agapito Ruperto, de sólo trece meses, que había fallecido de una gastritis crónica463. Posteriormente falleció Ignacia Fonseca y Manoel Vieira volvió a contraer matrimonio con otra alcantareña, llamada Ignacia Cirila Bueno Solano, 458 ADCC. Parroquia de Nuestra Señora de la Encarnación en Alcántara. Libro de Bautizados nº 6. Fol. 166. 459 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Bautizados nº 16. Fol. 167v. 460 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 132. 461 ADBFS. Braga > Póvoa de Lanhoso > Travassos > São Martinho > Batismos 1740-1862 > image 211 of 362. https://www.familysearch.org/ark:/61903/3:1:939V-3VSM-GH?i=222&wc=9RGJ-N3F%3A198760801%2C 212283001%2C212151101%2C199379902%2C212823105&cc=1913410). [Consultado el 6 de septiembre de 2018]. 462 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Casados nº 31. Fol. 400. 463 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Difuntos nº 41. Fol. 351v. 166


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I y unos años después la pareja se afincaba en Valencia de Alcántara, donde sabemos que en febrero de 1874 bautizaban a sus hijas mellizas, Paula y María del Carmen. De Anastasio Valenciano Cordero (1825-1897) ya hemos hablado en el capítulo dedicado a los orives de Zarza la Mayor, por ello sabemos que había nacido en Alcántara el 25 de diciembre de 1825, hijo de Joaquín Valenciano, propietario, y de Juana Flores464. Al igual que Luis Barres, Anastasio Valenciano tuvo que aprender el oficio de los orives en Zarza la Mayor, ya hemos señalado que debió ser de la mano del maestro portugués Juan Joaquín López; sin embargo, en este caso no hubo un traslado de toda la familia a Zarza la Mayor, sino sólo del joven Anastasio, que sin duda fue puesto por su padre al cuidado y custodia de Juan Joaquín López para que le enseñara el oficio y le mantuviera durante su aprendizaje, pues nos consta que Joaquín Valenciano no cambió de residencia y falleció en Alcántara el 6 de abril de 1866465. Como también hemos visto, Anastasio se casó en Zarza la Mayor con María Juana Gazapo Borrella, en 1848, y en su partida de matrimonio ya constaba que era de oficio orive. Sabemos, por otro lado, que tras una probable estancia en Brozas, la familia de Anastasio Valenciano regresó a Zarza la Mayor, donde éste pasó el resto de su vida, de manera que tampoco llegó nunca a ejercer su oficio en Alcántara, continuándole en el oficio su hijo Nicolás, que tampoco abandonó Zarza la Mayor. El siguiente orive que encontramos en Alcántara es Román Pache Moreno, que nació en Alcántara en torno a 1827, siendo sus padres naturales de Navas del Madroño, Juan Pache y María del Carmen Moreno. Román Pache se casó el 7 de mayo de 1849 con Javiera Maldonado, hija de Ciriaco Maldonado, que era albéitar y natural de Estorninos, y de Isabel Reina466, a quien consideramos emparentada con Juana Reina, la segunda esposa de Manuel Fonseca. Por este motivo, creemos muy posible que aprendiese el oficio con el maestro Manuel Fonseca o más bien con su hijo Ruperto, ya que los años de la adolescencia de Román coinciden con los últimos años de la larga vida de Manuel; en todo caso, en el momento de casarse ya ejercía la profesión, pues aparece en la partida como “de oficio platero”. También como platero se le menciona e identifica en las partidas de bautismo de algunos de sus hijos, nacidos entre 1850 y 1863, así como en la partida del entierro de su esposa Javiera Montero, que falleció el 12 de marzo de 1863467 a consecuencia del parto de su última hija, Florencia, que también murió. Sólo tres meses después, el 6 de junio del mismo año, volvía a casarse nuestro orive, ahora con Ceferina Medina468, y tenemos la última noticia de él fechada el 20 de diciembre de 1864, cuando enterraba a Cecilia, una hija recién nacida de este segundo matrimonio469. En 1854 encontramos evidencia del fugaz paso por Alcántara de Estevão Vieira Araújo, el benjamín de los hermanos de estos apellidos que crearon la principal estirpe de orives portugueses llegados a la provincia de Cáceres. Como ya señalamos, Estevão Vieira había nacido en Braga (Portugal) el 10 de noviembre de 1820 y tras quedar huérfano y sin la protección de sus hermanos mayores, fue puesto bajo el pupilaje de su hermano Manoel, que vivía en Gata, de quien aprendió el oficio de los orives. Después de aquello debió marchar a Barcarrota, donde casó con María de la Paz Rodríguez, y probablemente no debieron irle bien las cosas, pues marchó a Portugal; tras unos años allí, sabemos que en 1853 estaba en Torrejoncillo, pero poco más de un año después, el 12 de agosto de 1854, aparece como vecino de Alcántara en la partida de entierro de su esposa, que falleció “a la edad de cuarenta y seis años en estado de pobreza”. Esto nos lleva a 464 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Bautizados nº 8. Fol. 70. 465 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Difuntos nº 43. Fol. 76v. 466 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Casados nº 31. Fol. 426. 467 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Difuntos nº 42. Fol. 317. Partida 25. 468 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Casados nº 33. Fol. 84v. 469 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Difuntos nº 42. Fol. 407v. Partida 132. 167


Juan Manuel Valadés Sierra pensar que Estevão, acaso trabajando por cuenta ajena para alguno de los plateros de Alcántara, seguía sin suerte en su profesión y su economía era precaria; de su ocupación como orive no nos queda duda, pues la partida a que nos referimos especifica que “el Biera es de oficio orífice”470. No sabemos qué sería de Estevão después de este episodio, siendo lo más probable que marchara de Alcántara; podemos suponer, por otro lado, que la relación del más joven con el resto de sus hermanos no debía ser la más cordial posible, pues de otro modo no se explica que se encontrara en estado de necesidad al mismo tiempo que algunos de sus hermanos, como António o Luís, que vivían tan cerca de Alcántara, gozaban de una desahogada posición económica en Zarza la Mayor y en Ceclavín. El siguiente orive que hemos localizado en Alcántara es Pantaleón González Claver, natural de Alcántara e hijo de Manuel González y María de las Mercedes Claver, que no parece que tuvieran antecedentes familiares en el terreno de la orfebrería. Creemos que Pantaleón también debió aprender el oficio con Ruperto Fonseca, pues se casó con la hermana de éste, Rosa Fonseca, hija de Manuel Fonseca y de Juana Reina; con ella contrajo matrimonio el 26 de marzo de 1856, y ya en su partida matrimonial consta que era “de oficio platero”471. No sabemos por cuánto tiempo ejerció el oficio Pantaleón González en Alcántara, pero la última noticia que tenemos de él data del 23 de septiembre de 1863, momento en que sepultaba a su pequeño Félix, fallecido a los veintidós meses de edad; tras ello, desaparecen las noticias de Pantaleón. Quien probablemente haya sido el último orive de Alcántara era también portugués, Francisco Tavares Proença, quien parece que se estableció en la localidad en los primeros años del siglo XX, manteniéndose activo durante el primer tercio de la centuria, aunque parece que en los años de la II República ya había fallecido. Al parecer, Francisco apareció por Alcántara para vender sus productos de joyería, conociendo a una mujer de esta localidad y quedándose por ella en la población, conviviendo la pareja, y teniendo el taller de orive, en la casa que actualmente se encuentra en el número 27 de la calle Regimiento de Argel, hasta el fallecimiento de Francisco472. Trabajó no sólo para su clientela civil, sino también eclesiástica; entre sus obras de esta naturaleza, parece que destacaron las potencias, hoy desaparecidas, que hizo en filigrana para el Cristo del Santo Sepulcro venerado en la capilla de la Soledad. Tras el paso de Francisco Tavares, puede decirse que queda extinguido el oficio de la platería en Alcántara, pues los sucesivos documentos consultados no mencionan ningún orífice en la villa. Como resumen, diremos que Alcántara fue una villa de larga tradición platera, con pocos maestros pero documentados al menos desde el siglo XVI; esta tradición sufrió una gran crisis a finales del siglo XVIII, quedando reducida la actividad a uno o dos plateros. Al iniciarse el siglo XIX sólo se conocen los maestros de la familia Fonseca, Diego y Manuel, padre e hijo; a ellos les sucederá Ruperto Fonseca, el hijo de este último que seguramente continúa con la tradición de la platería enraizada en los modelos del siglo XVII, aprendida de sus antecesores. Sin embargo, a partir de 1845 llegan los orives jóvenes que traen el arte orfebre de raigambre portuguesa, los cuales entroncan con la tradición alcantareña trabajando para los Fonseca y emparentando con ellos; Manuel Vieira, y tal vez Estevão Vieira, son la representación palmaria de ello. El trabajo de Román Pache, Pantaleón González y Francisco Tavares encarna de alguna manera la hibridación de las dos tradiciones, extremeña y portuguesa, y supone el canto del cisne de la platería alcantareña. La página siguiente recoge gráficamente la evolución del oficio a lo largo de los siglos XIX y XX en Alcántara.

470 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar de Alcántara. Libro de Difuntos nº 41. Fol. 138v. 471 ADCC. Parroquia de Santa María de Almocóvar en Alcántara. Libro de Casados nº 32. Fol. 69v. 472 Debemos esta valiosa información a las referencias que generosamente nos ha dado D. Jaime Martín Grados, Cronista Oficial de Alcántara. 168


Los orives. OrfebrerĂ­a de filigrana en la provincia de CĂĄceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

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Juan Manuel Valadés Sierra

III. Ceclavín Inmediata a Zarza la Mayor, la villa de Ceclavín se caracterizaba a finales del siglo XVIII por la complicada comunicación que tenía con las poblaciones de sus alrededores; debido a la configuración de su término, similar a una península entre los cursos de los ríos Tajo y Alagón que tienden a confluir, ya se ha señalado que la única forma de llegar desde Zarza la Mayor a Ceclavín era una barca que cruzaba el Alagón, propiedad del concejo ceclavinero, y algo similar sucedía con el acceso a otros pueblos de la zona. Para ir a Alcántara, cabecera de la comarca y de la Orden de la que dependía su localidad, los ceclavineros debían pasar también el Tajo en la llamada “Barca del Concejo” alcantareño, que les dejaba a una legua de la villa y en un punto desde el que podían dirigirse también a Brozas; más sencilla era la comunicación con Acehúche gracias al puente sobre la rivera Fresnedosa, que entonces llevaba poco tiempo en servicio, pero si se quería seguir camino desde ahí a Cáceres era preciso cruzar el Tajo en la barca de Alconétar. Tampoco era sencillo llegar a Coria, pese a la escasa distancia existente entre las dos poblaciones, ya que justo a la llegada de la sede episcopal era también necesario cruzar el Alagón en barca (Barrientos, 1991: 150-151), puesto que tiempo atrás se había desviado el curso del río, y era posible ver en Coria “puente sin río, y río sin puente”. A diferencia de su población vecina, no había en Ceclavín ninguna fábrica o compañía comercial ni memoria de haber existido, y el comercio era aparentemente reducido, aunque sólo aparentemente; de puertas afuera, se suponía que las escasas transacciones con el exterior que se realizaban en la feria local de San Miguel, a la que acudía algún platero de los pueblos vecinos (Larruga, 1796: 259), se compensaban con un fluído comercio interno de todo tipo de alimentos y bienes manufacturados que los vecinos de la villa intercambiaban a diario en la plaza. Pero en realidad era proverbial la vocación comercial de los habitantes de Ceclavín: […] el conato de este pueblo le ha dirijido siempre al comercio, éste a sido el principal ojecto de la maior parte del vecindario, que les ha facilitado la proximidad a Portugal, y así todo el vecino que puede proporcionar una cavallería y algún dinero se dedica al tráfico, de donde cre poder adelantar más que en el cultivo de sus haciendas (Barrientos, 1991: 155).

Como el lector ya habrá podido intuir, en realidad era el contrabando la principal ocupación de numerosos habitantes de la villa; es bien conocido el episodio del Motín de Ceclavín, acaecido el 15 de enero de 1755, cuando seiscientos vecinos del pueblo se enfrentaron a una cuadrilla de escopeteros de la Administración de Rentas de Alcántara encargada de reprimir la actividad contrabandista; en aquella ocasión no llegó la sangre al río por la rápida intervención del párroco, que sacó el Santísimo en procesión y de esa manera aplacó los ánimos logrando sacar ilesos del pueblo a los funcionarios públicos, pero en los meses siguientes quedó prácticamente al descubierto la tupida red de comercio ilegal de la que participaban el clero secular y regular, las autoridades locales, la mayor parte de las familias del pueblo y por supuesto la contraparte portuguesa distribuida por numerosas poblaciones rayanas, sin olvidar a los funcionarios corruptos de la Administración de rentas (Melón, 1999: 193-230), una red que por cierto salió prácticamente indemne de estos sucesos. Se puede decir que en los años finales del siglo XVIII la ocupación preferida y tradicional de los ceclavineros era especialmente la compra de cera en rama de Portugal y de otros lugares, que era fabricada y refinada en los ocho lagares de la villa, aunque también traficaban con sedas valencianas, mantas de Palencia y azafrán manchego que vendían en Portugal, de donde traían azúcar además de la cera. En su informe de 1791, el oidor de la Real Audiencia de Extremadura D. Francisco Xavier de Contreras señalaba la dedicación de los ceclavineros a esta actividad ilegal, describiéndola como un vicio adquirido debido a su vecindad con la frontera portuguesa: 170


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Que […] estando criados todos los naturales de la Raya, y aun los de los pueblos internados, en este vicio criados, ensayados, aun desde que tienen uso de razón, por la que han aprendido a manejarse con la mayor astucia especialmente los individuos de la villa de Ceclavín. Sólo quitándoles la utilidad, se dejarían de él, pero interim subsista, es sentado concepto entre todos los juiciosos que es imposible, porque […] proceden con tanta astucia, y tanta unión los más de los moradores, que son muy raros lo que no tienen alguna inteligencia en las especias, o géneros de contrabando, y por lo mismo, como son tantos, y es costumbre tan embejecida se tiene por dificultoso cortar esta raíz sin que se extingan todos los vivientes (Medina, 2003: 67).

El propio ayuntamiento ceclavinero reconocía a la Audiencia que en esa fecha se contaban 228 “comerciantes y tragineros” sobre un total de 897 vecinos (Rodríguez y Barrientos, 1993: 231), lo que generaba un lamentable abandono de la agricultura y la ganadería con el consiguiente perjuicio para la economía local. Es muy probable que las joyas de bajo coste estuvieran también entre los bienes objeto de contrabando, pues aunque se permitía introducir desde Portugal alhajas de oro y plata, también estaba prohibido traer “alhajas de piedras finas o falsas, alhajas y tejidos de oro y plata falso, metal amarillo compuesto, similor y metal dorado” (Medina, 2003: 57). Diferentes testimonios documentan las aprehensiones de géneros de todo tipo por los carabineros de servicio en la frontera, entre los que destacamos por ser de mayor interés para el objeto de nuestro estudio los que tienen que ver con los metales preciosos en forma de moneda, que se usaba habitualmente para fundirla y utilizar el metal en la confección de joyas; a título de ejemplo señalaremos que el 31 de marzo de 1832 los carabineros de Ceclavín aprehendieron a Cipriano González Mirón, Alonso Amores Bueno y Nicolás González Lorca un total 1.186 reales y 8 maravedís, casi todo en moneda de oro y plata473; el 7 de abril de 1833 los Carabineros de Zarza la Mayor aprehendieron a Gregorio Fernández Lancho, vecino de Cañaveral, 600 reales en moneda474; el 9 de abril de 1836 los mismos carabineros intervenían a Joaquín Díaz, portugués, un total de 1.179 reales y 30 maravedís cuando regresaba a su país en la barca que desde Ceclavín cruzaba el río Alagón hacia Zarza la Mayor475, y el 6 de julio del mismo año también en Zarza la Mayor se aprehendían a José Rodríguez, platero, “seis libras y tres cuentas de plata vieja peso bruto” que posteriormente hubo que devolverle476. En este contexto de acentuado contrabando y de trasiego de los trajineros de Ceclavín por el término de Zarza la Mayor, no es de extrañar que desde las primeras décadas del siglo XIX fuese tan conocida la orfebrería zarceña y los orives que la confeccionaban, y que hubiera un buen mercado para la misma entre las ceclavineras, lo que necesariamente había de derivar antes o después en el establecimiento de alguno de aquellos orives en Ceclavín, algo que además es fácil de comprender si se tiene en cuenta el elevado número de talleres que trabajaban en Zarza la Mayor y la progresiva saturación del mercado por esta causa; así pues, encontramos a partir de 1850 la presencia en Ceclavín de los primeros orives documentados, venidos de Zarza la Mayor; sin embargo no podemos pensar que la presencia de orives o plateros fuera mucho más antigua que esa fecha, o que si existía fuese suficientemente notable, pues el Diccionario de Madoz no menciona este oficio entre los del pueblo, mientras que sí cita expresamente las conocidas aceñas y telares de lienzo, “armeros, tallistas, carpinteros y los demás oficios mecánicos necesarios para las atenciones generales del pueblo” (Madoz, 1847: 286). 473 AHPC. H-DPH/194L:1272. Causas de contrabando año 1832. Fol. 3v. 474 AHPC. H-DPH/194L:1272. Causas de contrabando año 1833. Fol. 11dup. 475 AHPC. H-DPH/194L:1272. Causas de contrabando año 1836. Fol. 2. 476 AHPC. Ídem. Fol. 6v. 171


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 46. Ceclavín. Ermita de San Diego.

En el origen portugués y la reciente introducción de la orfebrería de filigrana incidía el historiador local Julio Rosado en 1927, señalando que Arte muy propio de Ceclavín […] es el oficio de orífice, platero y esmaltador. Parece ser de origen reciente y de implantación portuguesa. Pero hoy ha adquirido ya un incremento extraordinario existiendo […] varios talleres con multitud de oficiales cada uno, hasta dieciséis algunos. En ellos se elaboran constantemente trabajos delicadísimos de filigrana en oro, plata y otros metales, como son: Cruces, pendientes, cadenillas, etc. Sus numerosas tareas manuales surten de joyería a muchos pueblos de la provincia de Cáceres y de la de Toledo. Tan acreditados están los “oribes” de Ceclavín que casi siempre hay en nuestros talleres algunos aprendices de otros pueblos bastante remotos (Rosado, 2007: 104).

Por ello no debe sorprender que los primeros orives de que tenemos noticia, citados en los libros sacramentales de Ceclavín y en la documentación notarial, pertenezcan al grupo de nuestros ya conocidos maestros nacidos en Portugal; se trata de los hermanos José Manoel y Luís António Vieira Araújo, a quienes ya nos referimos al hablar de Zarza la Mayor.

Los primeros orives ceclavineros (1850-1875) En efecto, los primeros orives que trabajan en Ceclavín son portugueses, pero la diferencia con lo que ya sabemos de Zarza la Mayor es que aquí no vamos a encontrar una llegada masiva, ni

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Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I siquiera numéricamente significativa de maestros lusitanos, sino que muy rápidamente los ceclavineros van a aprender y a dominar el oficio, que por otro lado, ya no llegó a Ceclavín procedente de Portugal, sino que esos portugueses previamente habían residido durante un par de décadas en Zarza la Mayor y en Gata. Sabemos que José Manoel Vieira se afincó en Ceclavín en algún período entre 1846 y 1854 después de haber pasado unos pocos años en Gata, donde no había tenido suerte y donde quedó su hermano Manoel José, que falleció en aquella población. Después de la experiencia en Gata, José Manoel había regresado a Zarza la Mayor, donde sabemos que vivía en junio de 1846, momento en que bautizaba en esa villa a su hijo Francisco Viera Pereira, pero en enero de 1854 aparece reconociendo haber recibido la dote de su esposa Teresa Pereira, y declara ser vecino de Ceclavín477; muy poco después de esas fechas parece que ha enviudado y contraído nuevo matrimonio con la que era su cuñada por partida doble, Joaquina Pereira, hermana de Teresa y viuda del referido Manoel José, hermano de José Manoel; de hecho, así aparece José Manoel, como esposo de Joaquina, apadrinando en Ceclavín a José Viera Velázquez, hijo de Luís António Vieira, el 19 de agosto de 1854478, y el 15 de marzo de 1855, ya como vecino otra vez de Zarza la Mayor apadrinando a un nuevo hijo de su otro hermano António Vieira del que ya hemos hablado, Basilio Viera Alejo479. Probablemente en Ceclavín nació la última hija de José Manoel Vieira y Teresa Pereira, llamada Tomasa480, y como ya hemos mencionado, otra de las hijas del matrimonio, llamada María Patrocinio se casaba en Ceclavín en agosto de 1856 con un orive local481, Venancio Fatela, pero por entonces ya José Manoel había regresado a Zarza la Mayor. Del otro orive portugués, Luís António Vieira Araújo (1815-1880), ya sabemos que era hermano de José Manoel, y por tanto ambos hijos del orive de Braga António José Vieira da Silva; al igual que José Manoel, el mismo Luís António había nacido en Braga, aunque la familia se había trasladado a Zarza la Mayor durante la infancia de estos dos orives. Luís António se había casado en 1835 en la propia Zarza, con María Cruz Velázquez Alba, la cual también tuvo otro hermano orive, Juan Antonio Velázquez. Tras haber residido más de una década y haber tenido varios hijos en Zarza la Mayor, el matrimonio Vieira Velázquez se trasladó a Ceclavín, acaso al mismo tiempo que José Manoel o poco después que él, atraídos por la nueva oportunidad, aunque parece que tuvieron más suerte que aquél; en enero de 1849 todavía bautizaban en Zarza la Mayor a su hijo Pedro, actuando como padrinos un matrimonio de Ceclavín, pero en junio de 1850, un documento de venta de una finca ya le menciona como vecino de Ceclavín482, y el 1 de noviembre de ese mismo año bautizaba en la ceclavinera Parroquia de Santa María del Olmo a su hija Claudia483. 477 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Oliva, Zarza la Mayor, 1854. Tomo 1. PN3.201. Instrumento nº 4. Fols. 6-7v. 478 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 23. Fol. 137v. 479 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 9. Fol. 266v. Partida 11. 480 AHPC. Notaría de Felipe González Serrano, de Ceclavín. Protocolo del año 1866. Tomo 1. PN 1.117. Instrumento nº 43. Fol. 85. A requerimiento de D. Luis Viera, vecino de Ceclavín, se legaliza la partida de nacimiento de Tomasa Viera y Pereira, hija de José Manuel Viera y Teresa Pereira de Jesús. 481 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 45. Fol. 14. 482 AHPC. Notaría de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor. Protocolo del año 1850. Tomo 1. PN 1.889. Instrumento nº 62. Fol. 110. 483 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 22. Fol. 164. 173


Juan Manuel Valadés Sierra Durante treinta años, por tanto, Luís António Vieira estuvo ejerciendo el oficio en Ceclavín, por lo que es de suponer que por su taller pasaran muchos aprendices que posteriormente se establecerían como maestros; entre ellos están los primeros orives nacidos en Ceclavín, así como otros que trabajaron en diferentes localidades extremeñas. También algunos de esos aprendices terminaron emparentando con esta prolífica familia de orives portugueses, y por supuesto varios hijos y nietos de Luís fueron orives. Falleció Luís António Vieira el día de Navidad del año 1880, a consecuencia de una neumonía cuando contaba con 65 años484; a su muerte dejaba ocho hijos, cuatro varones, Lorenzo, Loreto, León y José, todos los cuales fueron orives y cuatro mujeres, además de otra que ya había fallecido, Celestina; pues bien, tanto Celestina como sus hermanas menores, Victoria y Eloísa, casaron o fueron madres de conocidos orives de Ceclavín, como veremos más adelante. Tras el germen dejado por estos dos primeros maestros portugueses, en Ceclavín florece rápidamente la actividad orfebre y muy pronto encontramos orives nacidos en la propia población. El primero de ellos es Ramón Serrano Rodríguez, también conocido como Ramón Serrano Montero; hijo de Telesforo Serrano Montero y de María Josefa Rodríguez Santos, nació el 31 de agosto de 1828485, y en su partida de matrimonio con Bernarda Sánchez de Bustamante, celebrado el 27 de diciembre de 1851 a sus 23 años, ya figura como “oribe de ofº”486. No hemos podido documentar un vínculo directo entre los hermanos Vieira y Ramón Serrano, pero a falta de otros orives en la localidad en aquellos momentos, no es aventurado que los portugueses formaran a Ramón en el oficio, y que los tres trabajasen juntos en el que con toda probabilidad fue el primer taller de orive de Ceclavín. Ramón Serrano ejerció durante un mínimo de quince años en Ceclavín487, y las partidas de bautismo de sus hijos, nacidos entre 1854 y 1863, delatan reiteradamente la profesión del padre, que es descrita como “orive” y “orífice”488. Consta, sin embargo, que se trasladó a Hervás, donde estaba establecido en 1890 trabajando junto a su hijo Telesforo, que continuó el oficio489, y probablemente allí permaneció hasta su muerte. Vinculados también al taller de Luís António Vieira hay que considerar a los hermanos Antero y Santiago Domínguez Amores, que comienzan a trabajar prácticamente al mismo tiempo que Ramón Serrano Rodríguez. Antero Domínguez Amores (1823-1896) nació el 3 de enero de 1823, hijo de Juan Domínguez y María del Rosario Amores490, quienes no parece que tuvieran nada que ver con el oficio de la orfebrería; debió aprender la profesión con los hermanos Vieira, o tal vez solamente con Luís António, y el 20 de mayo de 1855491 se casaba con Isidora Martín de Sande, que era natural de Sepulcro-Hilario (Salamanca), muy próximo a Ciudad Rodrigo, aunque de padres ceclavineros. Sabemos que Antero pasó algún tiempo fuera de Ceclavín, pues al menos entre 1857 y 1862 aparece en varios documentos como residente en Cañaveral, donde además nació su hija Crispina; en todo caso, pocos años después terminó regresando, pues consta que en 1866 utilizaba la dote de su esposa para pagar el primer plazo 484 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 62. Fol. 23v. 485 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 144v. Partida 596. 486 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 45. Fol. 2. 487 AHPC. Notaría de Felipe González Serrano, de Ceclavín. Protocolo del año 1866. Tomo 1. PN 1.117. Instrumento nº 94. Fols. 658-660v. En octubre de 1866 se le menciona “de oficio orífice” y en activo. 488 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libros de Bautizados nº 23. Fol. 124; nº 24. Fol. 43. Partida 168, Fol. 197. Partida 62, Fol. 322v. Partida 128; nº 25. Fol. 35v y Fol. 120. 489 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. 1890. Sigª 5511. 490 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libros de Bautizados nº 17. Fol. 400v. Partida 6. 491 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 45. Fol. 47. Partida 20. 174


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I de media casa que había adquirido en el número 19 de la calle San Pedro por un total de 1.500 reales492; se le menciona como orive tanto en su partida de matrimonio como en la del bautismo de su hija Gregoria. En 1890 aparece como residente en la calle Alamitos493, y sabemos que falleció en Ceclavín el 22 de enero de 1896 de una tuberculosis pulmonar494, sobreviviéndole únicamente sus hijas Crispina y Felisa. Precisamente, sabemos que Crispina se casó con otro orive, Gregorio Cortés, al que nos referiremos más adelante.

Fig. 47. Firma de Ramón Serrano Rodríguez

El hermano de Antero, Santiago Domínguez Amores, nació el 23 de mayo de 1830495, y en la partida de su primer casamiento, verificado el 19 de octubre de 1855, ya figura como “de ejercicio oribe”496; en aquella ocasión, a sus 25 años, se casaba con Juliana Gasco, procedente de una familia no relacionada con la profesión. Entre 1855 y 1859 el matrimonio tuvo al menos tres hijos, pero en mayo de 1860 fallece Juliana497 y, muy pronto, Santiago Domínguez Amores vuelve a casarse; en esta ocasión, la elegida sí es alguien muy ligado a la orfebrería, se trata de Eloísa Viera Velázquez, hija de Luís António Vieira y María Cruz Velázquez, que por entonces tendría Fig. 48. Firma de Antero Domínguez Amores unos veinte años, y por ello podemos deducir que muy probablemente los hermanos Domínguez Amores pudieron aprender el oficio de Luís Vieira, pues ya hemos visto numerosos casos en que el aprendiz u oficial terminaba casando con la hija del maestro. El matrimonio formado por Santiago Domínguez y Eloísa Viera tuvo varios hijos, de los que sólo les sobrevivieron Jacinto, nacido en 1861498, y María de la O, nacida en 1864499, la cual será madre del orive Mariano Montañés Domínguez, a quien nos referiremos más adelante; pero pocos años después de eso la pareja se mudó a Malpartida de Cáceres, donde nacieron dos nuevos hijos del matrimonio, y de donde debieron retornar a Ceclavín al cabo de no muchos años. Creemos que no mucho después de esa fecha debió fallecer el orive Santiago Domínguez, mientras que Eloísa le sobrevivió algunas décadas, dejando de existir el 19 de abril de 1897500. 492 AHPC. Notaría de Felipe González Serrano, de Ceclavín. Protocolo del año 1866. Tomo 1. PN 1.114. Instrumento nº 6. Fols. 17-20v. 493 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. 1890. Sigª 5511. 494 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 65. Fol. 16. Partida 12. 495 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 349v. 496 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 45. Fol. 61v. Partida 49. 497 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 56. Fol. 310. Partida 46. 498 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 25. Fol. 19. 499 Ídem. Fol. 185. 500 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 65. Fol. 148. Partida 62. 175


Juan Manuel Valadés Sierra En torno a 1855 también aparece como orive en ejercicio Venancio Fatela Sandoval, a quien ya hemos mencionado porque, probablemente oficial de José Manoel Vieira, se casó con la hija de éste, María Patrocinio. Venancio había nacido el 18 de mayo de 1835 en Ceclavín501, y contrajo matrimonio con María Viera también en la parroquia de Santa María del Olmo de esa localidad el 29 de agosto de 1856502; era hijo de Cipriano Fatela y de Jerónima Sandoval, una familia en la que no nos consta que hubiese precedentes de plateros u orfebres. Las referencias que teneFig. 49. Firma de Manuel Tomé Buenavida mos de Venancio Fatela son breves, pues desaparecen tras el nacimiento, en noviembre de 1857, de su hija Carlas; precisamente en la partida de ese bautismo leemos que Venancio era “de oficio orive”503. Por los mismos años se documentan los inicios de la carrera profesional de un gran orive ceclavinero, Manuel Tomé Buenavida (1835-1909), del que ignoramos cómo llegó al oficio y a través de qué maestro lo aprendió, si bien comenzó a ejercerlo en fecha tan temprana que para entonces sólo pudo haberlo aprendido en Ceclavín de la mano de alguno de los hermanos Vieira Araújo que por entonces vivían en el pueblo. Manuel Tomé nació el día de Navidad de 1835504, hijo de Juan de Amor Tomé, propietario, y de Paula Buenavida, y con poco más de una veintena de años, se casó con Juana Chaparro Fernández, que también era de Ceclavín. Tuvieron varios hijos, y sabemos que uno de ellos, Cesáreo Tomé Chaparro, aprendió el oficio y lo ejerció en Riolobos; Manuel Tomé residió en la calle de la Fuente505 y falleció en 1909, a los 76 años de edad506, después de haber trabajado el oro y la plata durante más de medio siglo, si bien en diversos documentos de 1865 en adelante se le menciona como propietario y no como orive. Aproximadamente por las mismas fechas en que comenzaba a trabajar Manuel Tomé, encontramos a otro joven orive en Ceclavín, llamado Félix Montero Remigio (1837-1883), en cuya familia tampoco conocemos que hubiese otros orives. Nació el 20 de noviembre de 1837, del matrimonio entre Anacleto Montero Fustes, sacristán de la parroquia, y Marta Remigio Perales507, y el 28 de diciembre de 1859 se casaba en Ceclavín con Rosa Sierra Rodríguez Crespo508. A través de las partidas de bautismo de sus hijos, Nicasio y Pedro, sabemos que Félix Montero era “de oficio orive”509, y hemos de suponerle también formado en el taller de Luís António Vieira, pues consta que los padres de Félix, Anacleto y Marta, debieron guardar una estrecha relación con el orive natural de Braga, hasta el punto de que apadrinaron a Claudia, la primera hija que Luís António bautizó poco tiempo después de afincarse en Ceclavín510. Es muy natural que esa temprana amistad del orive recién llegado con el matrimonio Montero Remigio 501 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 19. Fol. 154v. 502 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 45. Fol. 14. 503 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 24. Fol. 175. Partida 163. 504 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 19. Fol. 183. 505 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. 1890. Sigª 5511. 506 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 22. Fol. 163v. 507 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 19. Fol. 280. 508 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 45. Fol. 77. 509 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libros de Bautizados nº 24 y 25. Fols. 329v y 60, respectivamente. 510 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 22. Fol. 164. 176


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I derivara en una relación duradera afianzada al acoger al joven Félix, por entonces de doce años, como aprendiz en casa del maestro portugués. Al mismo tiempo, podemos establecer un vínculo al menos amistoso, pero tal vez también de parentesco, entre Félix Montero y otro orive al que acabamos de referirnos, Manuel Tomé Buenavida, pues sabemos que un tío materno de Félix, llamado Cayo Remigio Perales, había sido el padrino de bautismo en 1827 de una hermana de Manuel Tomé511; esto refuerza la hipótesis de que también Manuel Tomé se formara como orive en el círculo de Luís Vieira, como por otro lado era lo más probable. Félix Montero falleció en 1883512 sin que tengamos constancia de que tuviera una continuidad familiar en el oficio. Ya a inicios de la década de 1860, constan los primeros pasos en la profesión de otro orive que además fundó uno de los más conocidos linajes de orífices ceclavineros, nos referimos a Canuto del Río Serrano (1839-1900), que nació el 19 de enero de 1839, hijo de Zenón Simón del Río y de Juana Serrano Montero513, probablemente pariente cercana del orive Ramón Serrano Rodríguez. Ni el padre de Canuto, que era labrador, ni sus abuelos Victorio Simón del Río y Francisco Serrano Montero, ambos hacendados, tenían relación alguna con la orfebrería, pero sí hemos de suponer que gozaron de una buena posición social y económica en la población; Canuto se casó con Gertrudis Granado Pozas y sabemos que en 1872 ambos seguían viviendo en Ceclavín, pues en ese año aparecen como padrinos de bautismo de Lorenza Pozas Viera, una nieta de Luís António Vieira514, pero consta que se marcharon a Navalmoral de la Mata, donde vivieron durante años y donde también nacieron sus hijos Mercedes, hacia 1876, y Francisco. En todo caso, el matrimonio debió regresar a Ceclavín, pues sabemos que Canuto fue sepultado en esta población al fallecer en el año 1900515; los dos hijos de Canuto se mantuvieron ligados al mundo de la platería, pues Francisco ejerció como orive, y Mercedes se casó con Anastasio de la Calle, un orive establecido en Plasencia al que nos referiremos más adelante. En el último cuarto del siglo XIX ya vemos ejerciendo como maestros orives a la siguiente generación de la familia Viera en Ceclavín, los hijos varones de Luís Vieira, Lorenzo, León, Loreto y José Viera Velázquez, todos los cuales trabajaron el oro y la plata. Lorenzo Viera Velázquez (1841-1928) es el primogénito de los varones, lo más normal es que Lorenzo, como sus hermanos León, Loreto, y José, aprendiera el oficio de su padre, que ya sabemos que falleció en 1880 cuando Lorenzo no llegaba a los 40 años. Lorenzo vino al mundo en Zarza la Mayor el 14 de abril de 1841516, y desde su nacimiento y bautismo puede decirse que tenía su destino marcado, como tantos otros maestros a los que nos estamos refiriendo; nacido en una familia de orives, su padrino fue también del oficio, su tío materno el orífice zarceño Isidoro Hernández Jorge. Lorenzo se casó con su prima Elvira Viera, pero no sabemos si tuvo hijos a los que pudiera transmitir la enseñanza; tampoco sabemos con exactitud si los cuatro hermanos Viera Velázquez trabajaron juntos en un único taller una vez se independizaron profesionalmente de su padre, pero lo más probable es que tuvieran talleres separados en los que trabajaría un número indeterminado de oficiales y aprendices a sus órdenes. Así, sabemos que en 1890, Lorenzo Viera, que aparece como “propietario” residía en la calle Naranjos517, aunque en 1912, el mismo Lorenzo, definido de nuevo como “orífice” vivía en la calle Cantarranas518, mientras que León estaba en la calle 511 512 513 514 515 516 517 518

ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 103. Partida 353. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 14. Fol. 137. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 20. Fol. 55. Partida 103. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 27. Fol. 93v. Partida 86. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 19. Fol. 174v. ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 308. ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. 1890. Sigª 5511. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. 177


Juan Manuel Valadés Sierra Larga Alta; con posterioridad, el propio Lorenzo aparece en el censo electoral con domicilio en la calle Iglesia519, donde permanece hasta su muerte, acaecida en 1928520. De León Viera Velázquez (1845-1925), ya sabemos que había nacido en Zarza la Mayor el 20 de febrero de 1845, siendo su padrino otro orive zarceño, su tío materno Juan Antonio Velázquez521; consta también Fig. 50. Firma de León Viera Velázquez que el matrimonio Vieira Velázquez pasó a vivir a Ceclavín con todos sus hijos, por lo que puede decirse que León y sus hermanos se criaron en esta población. Allí se casaba León Viera, el 4 de marzo de 1867, con Engracia Amores Blasco522, hija de Felipe Amores y de Victoria Blasco, quienes no parecen tener relación alguna con la orfebrería. León fue de uno de los orives más recordados de Ceclavín, permaneciendo toda su vida en el pueblo y trabajando durante cerca de sesenta años; el “tío León”, como era apodado (Rosado, 1973: 156), fue padre de varios hijos, de los cuales tres varones fueron orives, Mariano, Julián y Andrés, y una de las mujeres, Celestina, se casó también con otro orífice. Como hemos mencionado, León Viera tuvo su taller en el número setenta y cuatro de la calle Larga Alta, donde figuraba aún en el censo electoral de 1912 ejerciendo con 67 años de edad523, y falleció con 80 años en el año 1925524. Otro de los hermanos, Loreto Viera Velázquez (1846-1886), también empezó a trabajar como maestro orive en torno al año 1870; como León, Loreto había nacido en Zarza la Mayor, en este caso el 10 de diciembre de 1846525, y la madrina de su bautismo había sido su tía Isabel Alejo de Sande, esposa de António Vieira Araújo y madre por tanto de otros orives primos de Loreto, Juan, Jesús, Gumersindo y Basilio Viera Alejo. Ya en Ceclavín, Loreto contrajo matrimonio con Nemesia Méndez Gallego, ella sí natural del mismo Ceclavín, y estuvo ejerciendo el oficio probablemente codo a codo con su hermano León hasta que la muerte le sorprendió todavía joven, a causa de una fiebre, en casa de su cuñado Clemente Romero, en la calle de la Iglesia el 9 de septiembre de 1886526. Loreto dejó a su muerte tres hijos, Justa, nacida en 1879527, María, nacida en 1882528, y Félix, que vino al mundo en Garrovillas en 1886. Y es que el matrimonio Viera Méndez se estableció en Garrovillas de Alconétar durante los años finales de la vida de Loreto, entre 1882 y 1886; como se ha dicho, allí nacía en junio de 1886 Félix Viera Méndez, que también sería orive, y menos de tres meses después fallecía Loreto en Ceclavín. El cuarto de los hermanos, José Viera Velázquez, es el único de ellos que nació en Ceclavín, el 15 de agosto de 1854529, siendo sus padrinos sus tíos paternos José Manoel Vieira y Joaquina Pereira, por 519 520 521 522 523 524 525 526 527 528 529

ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917, 1921 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5636, 5639 y 5641. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 26. Fol. 54. ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 7. Fol. 367v. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 45. Fol. 250. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 58. Fol. 241. ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Bautizados nº 8. Fol. 135. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 62. Fol. 27v. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 30. Fol. 230v. Partida 460. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 149. Partida 587. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 23. Fol. 137v. 178


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I entonces también residentes en la misma población. Casó con la ceclavinera Simona Arias Torres y tuvo con ella dos hijas en esta localidad entre 1878 y 1880, pero pronto enviudó y se trasladó a Garrovillas de Alconétar, donde contrajo nuevo matrimonio con su prima Rafaela Viera Marcos, hija de José Antonio Vieira Pereira y de Juana Marcos, y por tanto nieta del difunto Manoel José Vieira y de Joaquina Pereira. Con Rafaela tuvo José Viera al menos nueve hijos entre 1885 y 1896, llamados José, Martín, Félix, Aurelio, Julia, Bernardo, Carmen, Emilia y Teodora Viera Viera, nacidos todos ellos en Garrovillas, donde seguía en activo todavía en 1932 y parece que permaneció hasta el final de sus días. Al menos dos de los hijos varones, Félix y Aurelio, aprendieron y ejercieron como orives en Garrovillas. En el siguiente cuadro expresamos de forma más gráfica los nombres de los orives que trabajaron en esa época tratando de adscribirlos a los pocos talleres que podemos colegir que existieron en los primeros tiempos de la orfebrería ceclavinera. Taller(es) de los Vieira

Taller de León Viera

Otros talleres

José Manoel Vieira Araújo (1806-?) Luís António Vieira Araújo (1815-1880) Ramón Serrano Rodríguez (1828-?) Antero Domínguez Amores (1823-1896) Santiago Domínguez Amores (1830-?) Venancio Fatela Sandoval (1835-?) Manuel Tomé Buenavida (1835-1909) Félix Montero Remigio (1837-1883) Canuto del Río Serrano (1839-1900) Lorenzo Viera Velázquez (1841-1928)

León Viera Velázquez (1845-1925)

Loreto Viera Velázquez (1846-1886) José Viera Velázquez (1854-?)

La siguiente generación: expansión de la orfebrería ceclavinera (1875-1900) Al iniciarse el último cuarto del siglo XIX, además de Luís Vieira y sus hijos, los hermanos Viera, particularmente Lorenzo y León, que permanecerán en Ceclavín, y de otros como Antero Domínguez, Félix Montero, Canuto del Río o Manuel Tomé, vemos a otros muchos orives trabajando en el pueblo, de los que no siempre podemos deducir con quién trabajaron; aparecen nuevos talleres que dan empleo a varios oficiales, y en los que también consta que hubo mujeres trabajando en tareas accesorias. Al mismo tiempo, y en relación con ese significativo aumento de los maestros y oficiales, se acentúa la tendencia a la expansión de estos profesionales por otros pueblos y comarcas de la provincia de Cáceres y de fuera de ella; en algunos casos hemos podido documentar estos movimientos, pero en muchos otros se pierde la pista de los orives, que sin duda salieron para marcharse lejos de Extremadura, continuando o no con el oficio. Al mismo tiempo, el trabajo de la filigrana pierde aún más el prestigio que le quedaba como ocupación selecta, que solía considerarse por encima de un mero oficio manual al requerir el dominio 179


Juan Manuel Valadés Sierra de la lectura y escritura y conocimientos físicos y químicos; así, mientras que antes veíamos que los orives procedían de familias dedicadas a esta profesión, o bien eran miembros segundones de linajes de propietarios, labradores o hacendados, ahora vamos a encontrar oficiales y maestros de un espectro social más amplio, en el que no faltan hijos de proletarios, artesanos manuales o jornaleros que buscan en el ejercicio de esta profesión algo venida a menos un medio de ascender algunos peldaños en la escala social. Precisamente, entre los orives que comienzan a trabajar en esta época, y de los que sabemos que permanecen en Ceclavín, uno de ellos es Luciano Morán Morato (1853-1940), que vino al mundo en una humilde familia de jornaleros; nació el 9 de enero de 1853, hijo de Higinio Lázaro Morán y de Luisa Morato530, y consta que se casó con Petra Nacarino, pues encontramos al matrimonio actuando como padrinos en el bautismo de otro orive, Juan Galán Morán, hijo de una hermana de Luciano531 llamada Telesfora, pero no nos consta que tuvieran hijos. En el Museo de Cáceres se conserva uno de los libros de modelos que debió utilizar Luciano Morán, pues la primera página se abre con el siguiente texto: Libro de dibujos para uso de Luciano Morán. Ceclavín, 10 de Octº de 1874. Solda de oro para las cuentas, la primera a 2 adms. de oro, 1 de plata, la segunda 2 de oro, 2 de plata. Solda de plata, a 2 adms. de plata, 24 granos de cobre y 12 de zin532.

Sabemos, por la fecha del referido bautismo, que Luciano seguía ejerciendo su oficio en 1880, y en 1912 aún aparece como “orífice” en la calle Barcos533, aunque no lo vemos en revisiones posteriores del censo, por lo cabe suponer que acaso se retiró del ejercicio o simplemente se dedicó a dirigir su numeroso taller hasta su muerte, acaecida en 1940534. Creemos que el taller de Luciano Morán fue uno de los dos más importantes de Ceclavín en los años del cambio de siglo, en el que llegaron a trabajar hasta siete oficiales simultáneamente535, la mayor parte de los cuales posteriormente llegarían a establecerse por su cuenta y tendrían a su vez otros aprendices y oficiales. Gregorio Cortés Castro es un ejemplo de esos orives que salieron de Ceclavín llevando su arte a otros pueblos de la provincia; nació el 24 de diciembre de 1854, también hijo de un jornalero536, Venancio Cortés, y de su esposa Saturnina Castro, y debió entrar como aprendiz en el taller de Antero Domínguez Amores, pues consta que se casó con la hija de éste, Crispina Domínguez. Sabemos que Gregorio Cortés siguió residiendo en Ceclavín entre 1879 y 1893, años en los que nacieron cuatro de los hijos del matrimonio, en cuyas partidas de bautismo consta que el padre es “de oficio orive” u

530 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 23. Fol. 55v. 531 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 1. Partida 2. 532 Como es sabido, un adarme equivale a 36 granos (1,797 gramos), lo que quiere decir que la soldadura para la plata lleva dos partes de plata y la tercera repartida de cobre y cinc, a razón de dos terceras partes del primero y una tercera parte del segundo. 533 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. 534 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 27. Fol. 84. 535 Según Severiano Rosado, el taller “de don Luciano del Río (…) tenía un gran plantel de técnicos, oficiales y aprendices” (1973: 155); creemos que es una errata o que la memoria le jugó una mala pasada al autor, pues sin duda se refiere a Luciano Morán, ya que más adelante habla del taller de Lucio del Río, a quien nosotros también hemos identificado, y además cita como pupilos de “Luciano del Río” a varios de los orives que nosotros hemos podido identificar también como oficiales de Luciano Morán. 536 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 23. Fol. 172v. 180


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I “orífice”537; sin embargo, la familia estuvo residiendo en Mata de Alcántara durante un paréntesis en medio de esos años, pues en 1886 nacía en esa localidad otro de los hijos, llamado Basilio, el único que continuará con el oficio paterno; por otro lado, una de las hijas del matrimonio, Teodosia Cortés Domínguez, también casará con otro orive ceclavinero llamado Valentín Montañés. Probablemente Gregorio falleciese en la citada Mata de Alcántara o bien en Serradilla, adonde se mudó la familia años después y donde Basilio Cortés ejercerá su oficio de orive, como veremos en su momento. Otro de los orives que posiblemente salió de Ceclavín, aunque se formó en los talleres locales, es Ángel Fatela Fustes; no parece que tuviera ningún parentesco cercano con Venancio Fatela, al que ya nos hemos referido, pero tampoco podemos descartarlo por completo. De hecho, Ángel Fatela no nació en Ceclavín, sino en Montehermoso, el 5 de octubre de 1859, aunque consta que sus padres, Tomás Fatela y Dionisia Fustes, eran ceclavineros538 y llevaban años esFig. 51. Libro de dibujos de Luciano Morán, 1874. tablecidos en Montehermoso dedicados al comercio. Creemos que Ángel Fatela debió aprender el oficio en Zarza la Mayor, seguramente en casa de Juan Pablo Módenes, lo que explicaría los hechos acaecidos en la familia entre 1870 y 1880; primeramente falleció la madre de Ángel y parece ser que el convenio de pupilaje de éste para aprender el oficio y residir con la familia Módenes favoreció que Tomás Fatela, el padre de Ángel, trabase conocimiento y se casara en 1879 con Felipa Módenes Herrero, hija de Juan Pablo Módenes539. Poco tiempo antes de ese matrimonio, y probablemente cuando estaba culminando el período de formación de Ángel Fatela, su padre se asoció con otros dos vecinos de Montehermoso para compartir la carga económica de lo que valdría liberar del servicio militar a los hijos de los tres socios, algo usual en la época540. 537 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libros de Bautizados nº 30. Fol. 172; nº 31. Fols. 86v y 262; y nº 33. Fol. 209. 538 ADCC. Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción en Montehermoso. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 139. 539 AHPC. Notaría de León García Criado, de Montehermoso. Protocolo del año 1880. PN 5.187. Instrumento nº 64. Fol. 87. 540 AHPC. Notaría de León García Criado, de Montehermoso. Protocolo del año 1879. PN 5.187. Instrumento nº 8. Fol. 23. 181


Juan Manuel Valadés Sierra Sabemos, no obstante lo dicho, que en septiembre de 1880 Ángel Fatela ya ejercía como orive, momentáneamente establecido en Montehermoso; en esas fechas, y dado que su padre había contraído su segundo matrimonio, pedía Ángel que éste le adelantara su legítima de los bienes que le pudieran corresponder de su difunta madre; en la correspondiente escritura se le menciona como casado, de 21 años de edad y “de oficio oribe”541. En todo caso, muy poco tiempo después el matriFig. 52. Firma de Ángel Fatela Fustes monio se afincaba en Ceclavín, de donde era la esposa de Ángel, María Cortés Amores, y donde él mismo tenía familia por ser oriundos de allí los Fatela. No podemos asegurar que María Cortés fuese pariente del orive Gregorio Cortés, pero sí sabemos que alguna relación debió existir entre ambas familias porque en 1894 Crispina Domínguez, la esposa de Gregorio, fue la madrina de bautismo de Benita, una de las hijas de Ángel Fatela y María Cortés542. No es, pues, descabellado suponer que Ángel Fatela Fustes entrase inicialmente a trabajar como oficial de de Antero Domínguez Amores, padre de Crispina; sabemos que, en 1912, Ángel aún estaba ejerciendo como “orífice” en Ceclavín, y así consta en el censo electoral543, como residente en la calle Iglesia, pero parece que la familia pudo haberse trasladado a Torrejoncillo, pues consta que allí ejerció como orive el único hijo de Ángel del que tenemos constancia que continuó en la profesión, el orive Ambrosio Fatela Cortés544. En las décadas finales del siglo nos encontramos ya ejerciendo el oficio a tres hermanos que van a ser importantes en Ceclavín; el primero de ellos es Gregorio Pozas Antúnez (1859-1914), que nació en el seno de una familia de labradores, hijo de Gregorio Pozas, que también debía dedicarse al comercio, pues en algún documento se le menciona como “traginante” y de Petra Antúnez, el 25 de abril de 1859545; Gregorio Pozas Antúnez se casó con Petra Soria Pozas, y en las partidas de bautismo de sus hijos ya consta, al menos desde 1883, como “de oficio orífice”; su hijo Celedonio aprenderá y ejercerá también el oficio de la orfebrería, como veremos. En el censo electoral de 1912546, Gregorio Pozas aparece como orífice ejerciendo en el número dieciséis de la calle Larga, pero sabemos que no fue por mucho más tiempo, ya que falleció en el año 1914547. Hacia 1885 debió iniciar su trayectoria como maestro un hermano de Gregorio, Ruperto Pozas Antúnez (1865-1938), que nació el 27 de marzo de 1865548 y se casó con Gregoria Amores Martín. Es posible que en sus inicios, los hermanos trabajaran juntos, pero con el tiempo, probablemente independizaron sus talleres, llegando el taller de Ruperto a prosperar mucho más que el de sus hermanos (Velasco, 1986: 36); encontramos a Ruperto en la calle del Cristo entre 1912 y 1928, ya con 62 años en esta última fecha549; probablemente se jubiló en ese mismo lugar y falleció en el año 541 AHPC. Notaría de León García Criado, de Montehermoso. Protocolo del año 1880. PN 5.187. Instrumento nº 56. Fol. 163. 542 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 34. Fol. 15. Partida 14. 543 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. 544 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Torrejoncillo. Sigª: 5642. 545 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 24. Fol. 253. Partida 284. 546 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. 547 Archivo parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 23. Fol. 198v. 548 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 25. Fol. 203. 549 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. 182


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 53. Ceclavín. Calle Larga.

1938550. De los hijos de Ruperto, nos consta que se convirtieron en orives los dos varones, Miguel y Daniel, nacidos en 1891 y 1904 respectivamente. Pese a la coincidencia de los dos apellidos, Pozas Amores, no parece existir un parentesco directo entre Miguel y Daniel Pozas Amores y otros dos grandes orives a los que nos referiremos más adelante, Bernardo y Vicente Pozas Amores. El benjamín de estos hermanos orives es Jesús Pozas Antúnez (1867-1930), que vino al mundo el 28 de junio de 1867 y fue apadrinado en su bautismo por el orive José Manuel Moreno Perianes y su mujer Abdona Jorge551; si recordamos que Moreno Perianes había sido aprendiz en Zarza la Mayor con António Vieira, hermano de Luís, que estaba establecido en Ceclavín, es plausible pensar que los hermanos Pozas Antúnez aprendiesen el oficio en la órbita de esta familia, que en aquellos momentos estaba representada sobre todo por León Viera Velázquez. Se casó con Rosa Caba Delgado y tuvo al menos siete hijos que nacieron entre 1891 y 1906, pero debió abandonar el oficio o ausentarse de Ceclavín, pues aunque sabemos que falleció en el año 1930552, no aparece citado como orífice en ninguno de los censos electorales que hemos podido consultar; de hecho, solamente sabemos que se dedicó al mismo oficio de sus hermanos porque así se refleja en la partida de bautismo de su hijo Alejandro, que vino al mundo el 27 de febrero de 1906553. No tenemos certeza de que existiera parentesco entre los hermanos Pozas Antúnez y otro orive que trabaja en esta misma época, Eulogio Domínguez Antúnez, pero de éste sí sabemos que era sobrino de 550 551 552 553

Archivo parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 27. Fol. 45v. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 26. Fol. 85v. Archivo parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 26. Fol. 131v. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 39. Fol. 189. Partida 47. 183


Juan Manuel Valadés Sierra los hermanos Santiago y Antero Domínguez Amores; nació el 11 de marzo de 1861, hijo de Anselmo Domínguez, que era arriero, y de Leoncia Antúnez554. Anselmo era hermano de Antero y Santiago Domínguez Amores, y de hecho este último, junto con Fig. 54. Firma de Eulogio Domínguez Antúnez. su esposa Eloísa Viera, apadrinó a Eulogio el día de su bautismo, por lo que lo más probable es que éste aprendiera el oficio de las manos de su tío y padrino Santiago. No nos consta que Eulogio se casara ni tuviera descendencia; en 1890, residía en la calle Álamos555, y posteriormente debió ausentarse de la localidad, ya que sabemos que en el año 1915 estaba censado en Arroyo de la Luz; su estancia en esa localidad tuvo que ser breve, pues entre 1917 y 1923 volvemos a encontrarlo en Ceclavín, con domicilio en la calle del Cristo556, y en 1928 le vemos en la calle Charcas557, con 62 años de edad, tras lo cual desaparece de la documentación electoral y perdemos su pista. A mediados de la década de 1880 vamos a encontrar otro orífice ceclavinero probablemente vinculado al taller de Antero Domínguez Amores, nos referimos a Esteban Bustamante Sánchez, que nació también en una acomodada familia no relacionada con el arte del oro y la plata. Esteban Bustamante vino al mundo el 3 de agosto de 1865558, hijo del labrador Francisco Bustamante y de Bárbara Sánchez Pozas, y casó con Nicolasa Pérez Gallego. En las partidas de bautismo de sus hijos, nacidos entre 1894 y 1907, aparece Esteban normalmente como “orífice”, y de ellos sabemos que continuaron en el oficio Julián y Reyes Bustamante Pérez, nacidos en 1894 y 1902 respectivamente. Encontramos a Esteban Bustamante ejerciendo su oficio en la calle del General Rodríguez Arias entre 1917 y 1932559, momento tras el cual desaparecen sus referencias, pero deducimos su vinculación con el taller de Antero Domínguez Amores porque en enero de 1906 la madrina de bautismo de una de las hijas de Esteban, Juana Bustamante Pérez, fue Manuela Cruz Fatela Cortés560, hija del orive Ángel Fatela Fustes, de quien ya hemos mencionado que probablemente estaba vinculado con Antero Domínguez a través de su hija Crispina. Por estos mismos años comienza a ejercer el oficio otro de los orives importantes en Ceclavín en el cambio de siglo, se trata de Lucio del Río González (1866-1925), que nació ya en una familia ceclavinera con manifiestos vínculos con el oficio de la orfebrería. Lucio era hijo de Felipe del Río Serrano y de Fidela González Gabriel, y por lo tanto sobrino del orive Canuto del Río Serrano, con el que parece lógico que se formase en el oficio, si bien sabemos que Canuto se encontraba en Navalmoral de la Mata durante los años de la infancia de Lucio. Lucio del Río nació el 2 de marzo de 1866561, y a diferencia de su tío y del hijo de éste, Francisco del Río Granado, parece que ejerció siempre su 554 555 556 557 558 559 560 561

ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 24. Fol. 352v. Partida 59. ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. 1890. Sigª 5511. ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5636 y 5641. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 25. Fol. 220. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1917 y Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5636 y 5645. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 39. Fol. 171. Partida 11. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 26. Fol. 10v. 184


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I oficio en Ceclavín, donde casó con Feliciana Mendoza Herrero. Sabemos que tuvo al menos ocho hijas nacidas entre 1890 y 1910, pero no nos consta que tuviese hijos varones ni que ninguna de sus hijas se casara con algún orive. Lucio era uno de los más conocidos orives a principios del siglo XX en Ceclavín, siendo su taller uno de los importantes de la localidad en el cambio de siglo, aunque parece que siempre trabajó al margen de los grandes talleres ceclavineros (Rosado, 1973: 156); consta que entre 1901 y 1923 tuvo su domicilio y taller en la calle Barrasa562, y sabemos que murió en 1925, a los cincuenta y nueve años de edad563. En relación con Lucio del Río tenemos también en esta misma época a su cuñado Rufino Mendoza Herrero (1867-1931), que era hermano de Feliciana Mendoza Herrero, la esposa de Lucio del Río. No es descabellado pensar que Rufino, prácticamente de la misma edad de Lucio, se formara también como orive en el taller de Canuto del Río, y que a través de la camaradería de los dos aprendices y luego oficiales, se fraguara el matrimonio de Lucio con Feliciana. Rufino Mendoza nació el 19 de julio de 1867, y es probable que trabajara casi toda su vida por cuenta ajena, pues hasta 1931 no lo encontramos identificado como “orífice” con su taller en la calle Antonio Garay564; sabemos que falleció ese mismo año565. Ya en la década de 1890 debió iniciar su profesión Casto Sánchez Méndez (1871-1916), que nació el 1 de julio de 1871566, hijo de Lorenzo Sánchez de Sande y de Telesfora Méndez Amores, y se casó con Leonor Lucero Pozas. No tenemos datos que nos permitan conjeturar con qué maestro se formó Casto, pero sabemos que ya estaba establecido como orífice en 1901 en la calle Larga567; consta, sin embargo que falleció en el año 1916, a los 45 años, sin que podamos asegurar si dejó descendencia que continuase con el oficio568; no obstante sí sabemos que una de sus hijas, Agustina Sánchez Lucero, se casó con el también orive Leoncio Mendoza Oliveros. Otro de los orives ceclavineros que comienza en estos años es Honorio Blasco Amores (18691937), hijo de Valeriano Blasco Claros y de Engracia Amores Mendoza, que nació el 5 de agosto de 1869569; es probable que su madre, Engracia, fuese sobrina de la esposa de León Viera Velázquez, Engracia Amores Blasco, y que a través de esa relación Honorio entrase como aprendiz en el taller del tío León y llegara a aprender el oficio. Ya con treinta años, Honorio Blasco se casó con Simona Oliveros Gallego, y en su partida de matrimonio consta que era “de oficio orífice”570; tuvieron varios hijos, de los que sabemos que Vicente Blasco Oliveros aprendió y ejerció también como orífice, y Engracia Blasco Oliveros se casó en 1925 con Juan Soria Vidal 571, hermano del orive Santiago Soria Vidal, al que posteriormente nos referiremos. Aunque primeramente se estableció en la calle Centena572, fue en la calle Granadera, después General Rodríguez Arias, 562 ADPC. Censo electoral de 1901 y Rectificaciones del Censo electoral de 1912, 1917, 1921 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5569, 5623, 5636, 5639 y 5641. 563 Archivo parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 25. Fol. 188v. 564 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1931. Ceclavín. Sigª: 5644. 565 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 26. Fol. 151v. 566 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 27. Fol. 17. 567 ADPC. Censo electoral de 1901. Ceclavín. Sigª: 5569. 568 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 23bis. Fol. 156v. 569 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 26. Fol. 282. 570 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 62. Partida 16. 571 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 114. Partida 60. 572 ADPC. Censo electoral de 1901. Ceclavín, Sigª: 5569. 185


Juan Manuel Valadés Sierra donde tuvo Honorio su domicilio desde 1912 al menos hasta 1932 573, y sabemos que falleció el 11 de marzo de 1937574 a causa de una disentería. En los mismos años encontramos el breve rastro de Juan Núñez Rodríguez-Arias (1871-1907), que nació en Ceclavín el 20 de octubre de 1871, hijo de Isidoro Núñez Gil, natural de Torrejoncillo, y de la ceclavinera Anacleta Rodríguez-Arias Hernández575. Casó con Hermelinda de Sande Oliveros, a quien encontramos en 1893 actuando como madrina de una de las hijas del orive Gregorio Cortés, yerno de Antero Domínguez Amores576; por ello creemos posible que Juan Núñez aprendiera el oficio en el entorno del orive Antero Domínguez Amores o más bien de Gregorio Cortés. El matrimonio Núñez de Sande tuvo varios hijos e hijas nacidos en Ceclavín entre 1900 y 1907, año del fallecimiento de Juan Núñez Rodríguez-Arias577, que murió con sólo 36 años; no nos consta que ninguno de ellos aprendiera o ejerciera el oficio paterno, al menos en Ceclavín. Ya a mediados de la década de 1890 debió iniciarse en la profesión Valentín Montañés Pascual, nacido el 16 de diciembre de 1874, hijo de Juan Montañés Perales y de Feliciana Pascual Rodríguez578. De la escasa información disponible sobre Valentín, podemos aportar que contrajo matrimonio con Teodosia Cortés Domínguez, hija del orive Gregorio Cortés, y que con ella tuvo al menos una hija nacida en Ceclavín en 1901, Feliciana Montañés Cortés, por cuya partida de bautismo sabemos que Valentín era “de oficio orífice”579, pero después de esto se pierde su pista en la localidad, sin que sepamos si continuó en ella o se marchó a otro lugar. Aún en esta década final del siglo vamos a toparnos con la presencia de Julián Viera Amores (18751931), continuador de la más amplia e ilustre estirpe de orives cacereños originada en Portugal. Era hijo del famoso “tío León”, León Viera Velázquez, y de Engracia Amores Blasco y vino al mundo en Ceclavín el 28 de enero de 1875580. Sin duda aprendió el oficio de su padre y se casó a muy temprana edad con Fermina Amores Serrano, teniendo varios hijos nacidos en Ceclavín, al menos entre 1890 y 1904, en cuyas partidas de bautismo aparece siempre como “de oficio orífice”. No tenemos constancia de que ninguno de estos hijos aprendiera el oficio o al menos lo llegara a ejercer como ocupación principal; por el contrario, cabe atribuir a la familia de Julián Viera Amores una posición lo suficientemente desahogada como para permitirse el pagar estudios superiores a alguno de los hijos varones; así sucedió con Amado Viera Amores, que nació en Ceclavín el 11 de octubre de 1902 y estudió la carrera de Derecho; se asentó en la villa de Valencia de Alcántara, donde contrajo matrimonio con Cándida Nevado Morujo el 22 de febrero de 1928581 y destacó como abogado comprometido con la causa obrera, publicando numerosos escritos en la prensa local y regional y formando parte de las Juventudes Socialistas y del sindicato “El Redentor”. En febrero de 1936, Amado Viera fue elegido alcalde de Valencia de Alcántara, y tras la sublevación militar de julio de ese año, el 25 de septiembre fue sacado de su domicilio y asesinado, junto

573 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1912, 1917, 1921, 1923 y 1928 y Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5623, 5636, 5639, 5641, 5642 y 5645. 574 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 27. Fol. 2. Partida 26. 575 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 25. Fol. 36. Partida 61. 576 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 209. Partida 120. 577 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 21. Fol. 205. 578 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 28. Fol. 82. 579 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 131. Partida 172. 580 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 28. Fol. 95v. 581 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 60. Partida 174. 186


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I con otros doce hombres, por unos falangistas en la mina “Terría” de la finca “Cuadrillas de Arriba”582, de donde sus restos no fueron recuperados hasta marzo de 2018. Pero volviendo a Julián Viera Amores, su taller llegó a ser uno de los más importantes de Ceclavín al comenzar el siglo XX (Rosado, 1973: 156); sabemos que residía en la calle Larga en 1901583, aunque desde 1912 ya se había cambiado a la calle Santa Ana, apareciendo en el censo electoral con la profesión de “orífice”584, pero tal vez llegó a abandonar el oficio por no necesitar su ejercicio, ya que en 1928 aparece como “propietario” en esta misma documentación electoral585, falleciendo en 1931 a los cincuenta y seis años de edad586. Debemos también referirnos a otros tres orives directamente vinculados a León Viera Velázquez, se trata de otros dos hijos suyos, Mariano y Andrés Viera Amores, y de otro de sus discípulos que terminó convirtiéndose en su yerno, Amado Montes López. Los tres marcharon desde muy jóvenes a Malpartida de Cáceres, adonde llevaron el arte de la filigrana de Ceclavín y donde permanecieron por el resto de sus días. El primero de estos orives, por ser el de más edad, es Amado Montes López (1871-1916), nacido en Ceclavín e hijo de Pedro Montes Cabrera y de Antonia López González, naturales de Piedras Albas; debió ser puesto al cuidado de León Viera, aprendiendo el oficio y llegando a casarse con la hija del maestro, Celestina Viera Amores. El matrimonio Montes Viera aún residía en Ceclavín en mayo de 1894, cuando bautizaban a su pequeña Domitila587, pero en octubre de 1895 ya eran vecinos de Malpartida de Cáceres, como puede leerse en la partida de bautismo de otra de sus hijas, llamada Ángela, nacida en la localidad malpartideña588. Es factible que el traslado se viera favorecido, por un lado, porque el tío de Celestina Viera, Santiago Domínguez Amores, había marchado años antes a esa localidad, aunque creemos que para entonces ya había fallecido, y por otro, por los continuos viajes que los empleados de los talleres hacían a distintos pueblos vendiendo su producción, a veces estas visitas esporádicas se convertían en oportunidades para un asentamiento definitivo. Nos consta que Amado Montes permaneció avecindado en este pueblo hasta su fallecimiento. Mariano Viera Amores (1877-1918) nació en Ceclavín, hijo como hemos dicho de León Viera y de Engracia Amores; sin duda aprendió el arte de la filigrana del gran maestro que fue su padre, y en 1901 aún residía en la calle Larga de Ceclavín589, pero consta que después de eso se avecindó en Malpartida de Cáceres, probablemente a consecuencia de las relaciones interpersonales facilitadas por los tratos comerciales y especialmente en relación con las visitas que haría a su hermana Celestina y a su cuñado Amado; allí trabó conocimiento y contrajo matrimonio en el año 1904 con una malpartideña, permaneciendo ya en este pueblo hasta su muerte. El hermano de Mariano, Andrés Viera Amores (1878-1944) nació en Ceclavín el 30 de noviembre de 1878590, día de San Andrés; igualmente, tras haber aprendido el oficio con su padre, terminó recalanVéase información completa y documentación referente al caso en: http://especiales.publico.es/es/ memoria-publica/ficha/177181/amado-viera-amores. [Consultado el 11 de agosto de 2015]. 582

583 ADPC. Censo electoral de 1901. Ceclavín. Sigª: 5569. 584 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. 585 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. 586 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 26. Fol. 156. 587 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 34. Fol. 54. Partida 92. 588 Archivo Parroquial de Santa María del Asunción en Malpartida de Cáceres. Libro de Bautizados nº 26. Fol. 142. Partida 170. 589 ADPC. Censo electoral de 1901. Ceclavín. Sigª: 5569. 590 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 28. Fol. 99. Partida 195. 187


Juan Manuel Valadés Sierra do en Malpartida de Cáceres por los mismos motivos que su hermano, donde contrajo matrimonio en 1903, fecha en que aún figuraba como vecino de Ceclavín, pero tras la cual permaneció en Malpartida el resto de su vida. Después de 1895 calculamos que debió ejercer en Ceclavín su oficio Eulogio Rufo Sánchez (1875-1918); nació el 13 de Fig. 55. Firma de Eulogio Rufo. septiembre de 1875, hijo de Victorio Rufo Sanguino y Damiana Sánchez Perianes591 y se casó con Antonia Mirón Mendoza, pero no parece que ninguna de las dos familias tuviese lazos con el mundo de la filigrana. Sabemos que Eulogio y Antonia tuvieron al menos cinco hijos, nacidos entre 1901 y 1910, aunque no nos consta que ninguno de ellos trabajase el oro y la plata; es probable que Eulogio aprendiera el oficio de manos de Canuto del Río, coincidiendo en el aprendizaje con el sobrino de éste, Gumersindo del Río González, al que nos referiremos más adelante, pues se constata la relación entre ambas familias al comprobar que Catalina del Río, hermana de Gumersindo y sobrina de Canuto, fue la madrina de bautismo de Gumersinda, una de las hijas de Eulogio Rufo592. Encontramos a este orive registrado como tal y ejerciendo su oficio en la calle Corriente del Agua entre 1901 y 1917593, pero falleció en el año 1918 con sólo cuarenta y tres años. No mucho más sabemos de otro orfebre que empieza a trabajar pocos años después que Eulogio, su primo hermano Laudencio Rufo Ibarra (1878-1915), hijo de Pablo Rufo Sanguino y de Saturnina Ibarra Pozas. Nació el 12 de febrero de 1878594 y el 9 de marzo de 1901 se casaba con María de Sande Méndez595; sabemos que tuvieron al menos cuatro hijos, Saturnino, Mariano, Maximiliana y Juan, en cuyas partidas de bautismo se menciona siempre a Laudencio como “de oficio orífice”, y que en 1911 residía la familia en el número cinco de la calle Altozano596. Creemos posible que también se formara en el taller de Canuto del Río, compartiendo aprendizaje con su primo Eulogio, pero muy pronto, en 1915597, fallecía Laudencio sin que conste que ninguno de sus vástagos, muy jóvenes a la muerte del padre, aprendiera el oficio. Por su parte, Pedro Carbajo Montero (1876-1931) nació en Ceclavín, aunque su padre, Cándido Carbajo, era natural de Alcuéscar, y su madre, Luisa Montero, lo era de Acehúche si bien se habían asentado en Ceclavín. Pedro vino al mundo el 31 de mayo de 1876598 y no conocemos si existen precedentes de algún orive en alguna de las familias, paterna o materna, aunque su procedencia foránea probablemente indica que no es así. Pedro Carbajo debió, pues, aprender el oficio con alguno de los orífices de Ceclavín y se casó con Isabel de Sande Gundín; con ella tuvo en este pueblo al menos cuatro hijos, 591 Ídem. Fol. 154v. 592 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 61. Partida 89. 593 ADPC. Censo electoral de 1901 y Rectificaciones del Censo electoral de 1912 y 1917. Ceclavín. Sigª: 5569, 5623 y 5636. 594 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 29. Fol. 300. 595 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 34v. Partida 15. 596 ADPC. Censo electoral de 1911. Ceclavín. Sigª: 5618. 597 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 23bis. Fol. 48. 598 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 29. Fol. 55. Partida 109. 188


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 56. Ceclavín. Calle Altozano

Carmen, Cándido, Josefina y Gregoria, de los que no tenemos constancia de que siguieran vinculados en modo alguno a la orfebrería. De hecho, es posible que tras el nacimiento de la hija menor, en 1911, Pedro abandonase el oficio o se marchara temporalmente de Ceclavín, pues no aparece como orive en los sucesivos censos electorales de la localidad y no volvemos a encontrar noticias suyas hasta la de su fallecimiento en el año 1931599. A punto de finalizar el siglo XIX nos topamos en Ceclavín con un orive perteneciente a un linaje que ya nos es conocido; se trata de Jesús Santos López, que como ya sabemos había nacido en Zarza la Mayor en 1868 y que vivió en la calle Alcázar de Ceclavín al menos entre 1897 y 1902, años en que bautizó a sus hijos Casildo600 y Marcelina601. Sabemos, no obstante, que poco después de esa última fecha Jesús se estableció en Navalmoral de la Mata, donde residía en 1912602, y donde se casaba su hija Marcelina el 31 de diciembre de 1924. La centuria se cierra con la figura de otro gran orive de Ceclavín, Pedro Perales Herrero (18761948), que nació el 28 de junio de 1876, hijo de Manuel Perales Campos y de Felisa Herrero Castro603. La familia debía gozar de una buena posición, pues Manuel Perales aparece en varios documentos como “propietario”, y los padrinos de bautismo de Pedro fueron Antonio de Mendoza Herrero y Juana Herrero Castro, los padres del orive Rufino Mendoza Herrero. Dado que la madre de Pedro Perales 599 600 601 602 603

Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 26. Fol. 163. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 35. Fol. 89. Partida 66. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 175. Partida 8. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Navalmoral de la Mata. Sigª: 5623. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 92v. Partida 362. 189


Juan Manuel Valadés Sierra era hermana de Juana, tenemos que estos dos orives, Pedro y Rufino, eran primos hermanos. Pedro Perales Herrero debió dar sus primeros pasos en la profesión de la mano de Canuto del Río, al igual que su primo Fig. 57. Firma de Pedro Perales Herrero. Rufino, y se casó con Rufina Amores Corón. En 1901 tenía Pedro Perales su taller y domicilio en la calle Granadera604, y en 1911 se había trasladado a la calle Vichuela, y seis años más tarde había vuelto a la calle del General Rodríguez Arias, donde se mantuvo al menos hasta 1932605. Un hermano de Pedro, llamado Francisco Perales Herrero (1872-1929) siguió la carrera eclesiástica y en 1920 era cura regente de la parroquia de Santa María de Cáceres y al mismo tiempo delegado diocesano en la Comisión Provincial de Monumentos, en representación del Obispado de Coria Cáceres; en aquel año se produjo el hallazgo del Tesoro de Aliseda y, en las deliberaciones de la citada Comisión, Francisco se ofreció para dar aviso a su hermano Pedro de que corriera la voz entre los orives de Ceclavín para que adquiriesen y pusieran a disposición de la Comisión de Monumentos cualquier joya que, eventualmente, los halladores del Tesoro de Aliseda pretendiesen vender en la villa de Ceclavín, ya por entonces considerada la tierra de los orives de Cáceres (Rodríguez Díaz et al., 2014: 73); en aquel momento Miguel Ángel Orti Belmonte redactó un completo y documentado informe sobre las joyas de Aliseda que la Comisión hizo propio y sirvió para darlas a conocer al entonces director del Museo Arqueológico Nacional, José Ramón Mélida. Nueve años después de ese episodio, Orti Belmonte era secretario de la comisión organizadora, por la provincia de Cáceres, del Pabellón de Extremadura en la Exposición Iberoamericana de Sevilla; la comisión había encargado a Orti que consiguiera joyas de filigrana para ser expuestas en el pabellón, y éste pensó, naturalmente en Ceclavín y en su antiguo compañero de comisión Francisco Perales Herrero, que por entonces había regresado a su pueblo natal, y al que escribió el 17 de junio preguntándole por orives de su pueblo que pudieran prestar las joyas para al pabellón. El caso es que Francisco Perales Herrero había fallecido el 19 de marzo de 1929 y la carta de Orti fue respondida el 20 de junio por su hermano Pedro, que se ofrecía para colaborar con Orti argumentando que “un servidor de Vd. es platero, tengo toda clase de obra en filigrana”606. Por alguna razón que desconocemos, finalmente no hubo acuerdo entre Orti y Perales y aquél eligió a Argimiro Barco Pozas, otro orive ceclavinero que comenzaría a trabajar muy pocos años después de Pedro Perales. De los hijos de Pedro Perales Herrero, sabemos que al menos dos, Tomás y Ángel Perales Amores, aprendieron y ejercieron el oficio, y del propio Pedro Perales Herrero nos consta que falleció en 1948607. Al llegar al cambio de siglo ya tenemos cerca de cuarenta orives que se formaron y ejercieron en Ceclavín, la mayor parte de ellos en el último cuarto de la centuria; se trata de una ocupación que florecía en el pueblo y que iba en aumento en cuanto al número de oficiales y maestros; en 1880, por ejemplo, debía haber más de una docena de ellos trabajando, dieciséis en 1890 y treinta y tres en 1900. Como ya sabemos, varios de estos orives comenzaron, ya en esta época inicial de este arte en Ceclavín, a 604 ADPC. Censo electoral de 1901. Ceclavín. Sigª: 5569. 605 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1911, 1917 y 1928 y Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5618, 5636, 5642 y 5645. 606 ADPC. Correspondencia relacionada con la Exposición. Sigª: 2139/004. 607 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 27. Fol. 270v. 190


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I salir fuera de la localidad, primero para vender sus productos, y en seguida para pasar a residir en otros pueblos de la provincia, como Mata de Alcántara, Serradilla, Torrejoncillo, Malpartida de Cáceres o Navalmoral de la Mata. En el cuadro siguiente hemos tratado de reflejar gráficamente las suposiciones formuladas sobre la formación e inicios profesionales de los orives que se incorporaron en el último cuarto del siglo XIX, mejor sustentadas documentalmente en unos casos que en otros, pero que en todo caso nos dan un panorama aproximado de los talleres que trabajaban en Ceclavín en el momento del cambio de siglo. Taller de Antero Domínguez Amores

Taller de León Viera

Taller de Canuto del Río Serrano

Otros Luciano Morán Morato (1853-1940)

Gregorio Cortés Castro (1854-?)

Gregorio Pozas Antúnez (1859-1914)

Ángel Fatela Fustes (1859-?)

Ruperto Pozas Antúnez (1865-1938)

Eulogio Domínguez Antúnez (1861-?)

Jesús Pozas Antúnez (1867-1930)

Esteban Bustamante Sánchez (1865-?)

Honorio Blasco Amores (1869-1937)

Lucio del Río González (1866-1925)

Julián Viera Amores (1875-1931)

Rufino Mendoza Herrero (1867-1931)

Amado Montes López (1871-1916)

Pedro Perales Herrero (1876-1948)

Mariano Viera Amores (1877-1918)

Eulogio Rufo Sánchez (1875-1918)

Andrés Viera Amores (1878-1944)

Laudencio Rufo Ibarra (1878-1915)

Juan Núñez Rodríguez-Arias (1871-1907) Valentín Montañés Pascual (1874-?)

Casto Sánchez Méndez (1871-1916)

Pedro Carbajo Montero (1876-1931) Jesús Santos López (1868-?)

El esplendor de la filigrana de Ceclavín (1900-1936) El primer tercio del siglo XX, en definitiva el período que abarca hasta el estallido de la guerra civil española de 1936, puede definirse como la etapa de esplendor de la orfebrería de filigrana en Ceclavín. Se contabiliza hasta un total de setenta orives que inician su actividad en esa época y aumenta considerablemente la cifra de maestros que mantienen taller abierto simultáneamente en el pueblo; al mismo tiempo, se hace más frecuente la salida de orives ceclavineros hacia otros lugares de la provincia, y en las primeras décadas del siglo desembarcan en la capital de la misma, donde varios maestros de Ceclavín pasarán a dominar el sector de la platería y de la joyería hasta prácticamente la década de 1950. Estos son los años en que los principales talleres 191


Juan Manuel Valadés Sierra de la localidad cuentan con numerosos oficiales, más de una docena en varios casos, y dan empleo a un buen número de jóvenes de ambos sexos; las mujeres, en especial, aprenden tareas auxiliares pero fundamentales en el proceso de creación de las joyas, como el relleno con filigrana, y si bien en algunos casos abandonan el oficio al casarse, muchas otras continúan trabajando, aunque suelen llevarse la labor a su casa, cobrando por pieza acabada. Desafortunadamente, poco o nada ha quedado en la documentación que nos muestre cuántas y quiénes fueron esas mujeres, ocultas siempre en la información censal bajo el epígrafe “labores de su sexo” cuando se refiere a su ocupación; desde luego, sabemos que numerosas hijas y esposas de orives aprendieron y ejercieron el oficio, pero también muchas otras hijas de labradores, jornaleros, artesanos o guardias civiles figuraron entre las empleadas de los principales talleres ceclavineros. Al comenzar el siglo XX, dos talleres principales destacan entre todos los de la localidad, pero también existen otros obradores menores donde trabajan los mejores maestros de Ceclavín: Había talleres de gran importancia como el de don Luciano del Río608, que tenía un gran plantel de técnicos oficiales y aprendices. Entre los primeros se encontraban Miguel del Río, Juan Galán, Alberto Sánchez, Paco Amarilla, Marciano el Nano, Eusebio y Leoncio Mendoza. Los oficiales llegaron a ser dueños de buenos talleres. Argimiro Barco tenía a un tal Juan el de la Higinia609, a Teodoro Corbacho y a Bernardo Pozas, éste se estableció en Cáceres con relojería y joyería. Había otros talleres que eran como autónomos, tales como el del señor Lucio del Río, el señor Ruperto Pozas, el señor Julián Viera y el tío León y ya más moderno Eusebio Terrón (Rosado, 1973: 155-56).

En el primer año de la nueva centuria, aproximadamente, coincide la entrada en escena de seis o siete nuevos profesionales, algunos de los cuales continúan estirpes familiares ya iniciadas y que conocemos, mientras otros pertenecen a familias que hasta el momento no tenían relación con el oficio y que son reclutados por los diferentes maestros de la localidad. Entre estos nuevos orífices encontramos al ya citado Juan Galán Morán (1880-1947), oficial que fue de Luciano Morán, nacido el 6 de mayo de 1880610, hijo del jornalero José Galán Fustes y de Telesfora Morán Morato; su padrino de bautismo fue su tío materno, el propio orive Luciano Morán Morato con el que posteriormente aprendió el oficio y para el que trabajó como aprendiz y oficial. Con veintitrés años, casó con Santiaga de Mendoza Oliveros, hermana de los orives Eusebio y Leoncio de Mendoza Oliveros, y ya en ese momento aparece en la partida del matrimonio como “de oficio orífice”611; no tenemos constancia de que ninguno de los hijos que tuvo el matrimonio aprendiese el oficio de Juan Galán, aunque su hermana María se casó con otro orive que trabajaba en el taller de Luciano Morán, Alberto Sánchez Mendoza, a quien después nos referiremos. Juan Galán vivió en la calle Santa Ana, donde aparece en el censo electoral de Ceclavín desde 1912612, pero entre 1917 y 1923 le vemos en la calle Larga613, y 608 Como ya hemos explicado, sin duda se está refiriendo a Luciano Morán Morato. 609 Entre los orives que hemos podido documentar, ninguno de los que llevaban el nombre de Juan era hijo o nieto de alguna mujer llamada Higinia. Sin embargo, Juan Galán Morán, que es citado por Rosado en el mismo párrafo como oficial de Luciano Morán, era hijo de Telesfora Morán, hija a su vez de Higinio Morán. No sería extraño que Telesfora fuera apodada “la Higinia” por el nombre de su padre, y que por tanto su hijo pudiera ser “Juan el de la Higinia”, pese a que entonces habría sido citado por Rosado como oficial de los dos talleres principales, lo que no deja de ser extraño. 610 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 1. Partida 2. 611 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 104v. Partida 47. 612 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. 613 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5636 y 5641. 192


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I desde 1928 hasta su muerte residió en la calle Altozano614. Debió tener una estrecha relación, acaso también profesional, con la familia del orive Teodoro Corbacho Amores, pues la hermana de éste, Felisa Corbacho, fue la madrina de bautismo de Ángela, una de las hijas de Juan Galán615. Después de ello, sabemos que nuestro orive continuó ejerciendo el oficio durante largos años, siempre en la calle Altozano, falleciendo en el año 1947616.

Fig. 58. Firma de Juan Galán.

Casimiro Granado Montañés (1878-1961) es otro de los orives que inicia su andadura profesional en estos años; había nacido el 5 de agosto de 1878 y era hijo del jornalero Tomás Granado Gasco y de Valentina Montañés Rodríguez617; su madre, Valentina, era hermana de Juana Montañés Rodríguez, que fue madrina de bautismo de uno de los hijos del orive Jesús Pozas Antúnez618, por lo que tal vez fuese este maestro, o más bien su hermano Ruperto, el que facilitara a Casimiro el aprendizaje de la profesión. A sus 24 años, Casimiro, al que también se conocía en Ceclavín con el nombre de Mariano, contrajo matrimonio con Marciana Fustes Mirón619, y de su descendencia, consta que aprendió y heredó el oficio su hijo varón Cándido Granado Fustes, mientras que su hija Francisca se casó el 11 de noviembre de 1939 con Daniel Juan Pozas Amores, hijo del orive que suponemos su maestro, Ruperto Pozas Antúnez620. Casimiro o Mariano Granado Montañés tuvo su domicilio en la calle Barrasa, pero entre 1917 y 1923 consta que residía en la calle Alamito621, y posteriormente en la calle del Sapo622 y en la calle General Rodríguez Arias623; en 1955 debía haber abandonado el oficio por su edad, pues en el censo electoral de ese año aparece como “subsidiado” residiendo en el número once de la calle del General Rodríguez Arias624, hasta que falleció en el año 1961625. En torno al año 1900 inicia, así mismo, su actividad Marciano Pérez Rodríguez, hijo también de un jornalero, Tomás Pérez Martín, y de Urbana Rodríguez González, por lo que no hay antecedentes de orives en su familia, pero su madrina de bautismo fue Petra Nacarino, esposa del orífice Luciano Morán Morato, por lo que cabe suponer que desde niño debió quedar bajo la protección y enseñanza de este maestro; desde luego consta que Marciano, apodado “el Nano”, fue uno de los siete mejores oficiales del taller de Luciano Morán (Rosado, 1973: 156), y probablemente siguió trabajando para él durante años hasta su emancipación. Marciano nació el 14 de junio de 1879626 y contrajo matrimonio con Dolores 614 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928 y Censos electorales de 1932 y 1945. Ceclavín. Sigª: 5642, 5645 y 5646. 615 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 233. Partida 26. 616 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 27. Fol. 248. 617 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 30. Fol. 66v. 618 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 34. Fol. 220v. Partida 188. 619 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 69. Partida 30. 620 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 37. Fol. 146v. Partida 62. 621 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5636 y 5641. 622 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. 623 ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 624 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 625 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 28. Fol. 117. 626 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 30. Fol. 179. Partida 356. 193


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 59. Ceclavín. Calle Barrasa.

Morato Amores, acaso sobrina del propio Luciano Morán Morato, el 3 de junio de 1905627. Tampoco consta que ninguno de sus descendientes aprendiera el oficio paterno, y de lo poco que sabemos de Marciano es que en 1910 aparece como “orífice” en la partida de bautismo de su hija Juana628, y en el censo de 1912 se le vuelve a mencionar con el mismo oficio y como residente en el número doce de la calle Corral de Concejo629, pero entre 1917 y 1923 se le cita en la calle Barrasa630 y ya en 1928 en la calle Alcázar631. También en estos años nos topamos con dos orives pertenecientes al linaje de los Viera, que por entonces seguía en activo no sólo en Ceclavín, sino también en Zarza la Mayor, Garrovillas, Plasencia, Malpartida de Cáceres, Alburquerque y otras localidades. En este caso, reencontramos en Ceclavín el rastro de César Viera Romero (1874-1955), hijo de Jesús Viera Alejo, nacido en Campanario en 1874, y cuya presencia se documenta en la localidad ceclavinera entre 1900 y 1912. El 18 de junio de 1900 se casó en la parroquia de Santa María del Olmo con Luisa Sánchez Delgado, natural de Ceclavín, constando en la correspondiente partida de matrimonio que César, de veinticinco años de edad, era “de profesión fotógrafo”632. También se le cita como fotógrafo en la partida de bautismo de su hijo Francisco Jesús, nacido el 16 de junio de 1901633, pero en las de sus hijos Luz María y Nicolás, nacidos el 5 de octubre de 1903 y el 25 de febrero de 1907 respectivamente, se especifica, por el contrario, que César era “de oficio 627 628 629 630 631 632 633

ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 135v. Partida 13. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 38. Fol. 110. Partida 85. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5636 y 5641. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 5v. Partida 26. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 107. Partida 124. 194


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 60. Ceclavín. Iglesia parroquial de Santa María del Olmo.

orífice”634. También como orífice se le cita en el censo electoral de 1911, como residente en el número seis de la calle Chamorro635, pero desde 1912 se evidencia su ausencia de Ceclavín y traslado a Cáceres, donde está documentada su presencia a partir del año 1920, como veremos en su momento. El otro miembro de la familia Viera que comienza su actividad como orive en Ceclavín en esta misma época inicial del siglo XX es Graciano Pozas Viera (1878-1951), hijo del arriero Policarpo Pozas Mirón y de Celestina Viera Velázquez. Policarpo Pozas (1841-1892) era natural de Salvaterra do Extremo (Portugal), aunque parece que su nacimiento en tierras lusas fue circunstancial, pues sus padres, Sandalio Pozas y Reyes Mirón, eran nacidos en Ceclavín. Graciano Pozas Viera nació, pues, el 18 de diciembre de 1878636, y era nieto de Luís António Vieira Araújo; dado que éste fallecería siendo Graciano aún un niño de corta edad, hemos de pensar que tuvo que aprender el oficio de alguno de sus tíos maternos, León o Lorenzo Viera Velázquez. Graciano es el primero de otra importante estirpe ceclavinera de algún modo continuadora de la familia Viera, se trata de los Pozas, que se contarán entre los más afamados de la población y que también difundirán la orfebrería a otras localidades y particularmente a la capital de la provincia, donde se asentarán y serán referencia indispensable en la joyería de las primeras décadas del siglo XX. Graciano se casó con Martina Hernández de Sande, hija de Cayetano Hernández Gabriel y Justa de Sande Serrano el 15 de marzo de 1902637; creemos que Justa era tía de Hermelinda de Sande, espo634 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 208. Partida 209 y Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 19. Partida 65. 635 ADPC. Censo electoral de 1911. Ceclavín. Sigª: 5618. 636 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 30. Fol. 106. Partida 209. 637 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 57. Partida 6. 195


Juan Manuel Valadés Sierra sa del orive Juan Núñez Rodríguez-Arias. Sabemos que el matrimonio de Graciano Pozas y Martina Hernández tuvo al menos cinco hijos que llegaron a la edad adulta, Policarpo, Celestina, Jesús, Juan y Fig. 61. Firma de Gumersindo del Río. Josefa, nacidos entre 1903 y 1918; de ellos, sabemos que Policarpo continuó con la tradición y fue orive. En 1911 Graciano tenía su taller y domicilio en el número dos de la calle Corredera638, y entre 1917 y 1923 en la calle de la Fuente639; en 1928 lo encontramos en la calle del Aire640 y en 1945 en la calle Álamos641, hasta su fallecimiento en 1951642 a los setenta y dos años. En estos primeros años del siglo ejerce también la profesión el continuador de otra familia de orives ceclavineros, Gumersindo del Río González (1878-1935). Era hijo de Ramón del Río Serrano y de María González Gabriel, es decir, primo hermano del orive Lucio del Río González, tanto por parte de padre como de madre, y sobrino del también orive Canuto del Río. Gumersindo nació el 13 de enero de 1878643, y se casó dos veces, primero con Josefa Hernández Galán, natural de Logrosán, el 19 de diciembre de 1903644, y tras enviudar de ésta, con Petra Perales Mato el 8 de noviembre de 1917645, hermana del también orive Perfecto Perales Mato, como luego veremos. Una hija del primer matrimonio de Gumersindo, María de la Encarnación del Río Hernández, nacida el 24 de marzo de 1906646, terminaría casando con el orive Pedro Amores Granado. El taller de Gumersindo estuvo primeramente en la calle Alamito647, pero en 1917 estaba en la de Santa Ana648 y en 1928 en la calle Antonio Garay649; falleció pocos años después, en 1935650. También en estos mismos años vamos a encontrar en Ceclavín un maestro que ya conocemos de su paso por Zarza la Mayor y de su aprendizaje con José Manuel Moreno Perianes, se trata de José Mendoza Hernández, del que ya hemos señalado que había nacido el 4 de febrero de 1865 y se había casado en Zarza con la hija de su maestro, Leona Moreno. Sabemos que en 1901 ya se había vuelto a instalar en su Ceclavín natal porque el 11 de agosto de ese año bautizaba en la parroquia de Santa María del Olmo a su hijo Alberto651, que también será orive, como referiremos en su momento. Por cierto que el oficio que consta como propio de José en la partida de bautismo de su hijo era “orífice”. El matrimonio Mendoza Moreno tuvo otros hijos que nacieron en Ceclavín entre 1901 y 1905, aunque no tenemos constancia de que ningún otro heredase la profesión del padre, salvo Alberto; después 638 639 640 641 642 643 644 645 646 647 648 649 650 651

ADPC. Censo electoral de 1911. Ceclavín. Sigª: 5618. ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5636 y 5641. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 27. Fol. 313. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 29. Fol. 286. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 106. Partida 50. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 29. Fol. 286. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 39. Fol. 195. Partida 60. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1917. Ceclavín. Sigª: 5641. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 26. Fol. 270v. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 125. Partida 159. 196


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I de esos años le perdemos la pista en Ceclavín y lo único que sabemos de José Mendoza Hernández es que en 1921 residía en Valencia de Alcántara, donde seguía trabajando como orífice. Consuelo Méndez Bueno es otro de los orives que comienza a trabajar en la primera década del siglo; nació el 3 de septiembre de 1882 en una familia de jornaleros y sus padres fueron Basilio Méndez González y Simona Bueno Mendoza. Al no existir relación previa con la profesión de la orfebrería en la familia, no nos es posible atribuir la formación recibida por Consuelo a las enseñanzas de ninguno de los orives que ya conocemos en Ceclavín. Sólo sabemos que Consuelo casó en dos ocasiones, la primera en agosto de 1904 con Emiliana Amores Marqués652, nacida en Gavilanes (Ávila), aunque hija de un ceclavinero, y la segunda en 1906 con Isabel Mendoza Amores653, sin que conozcamos noticias posteriores suyas; tanto en la partida de su primer matrimonio como en la del bautismo de su hija Gregoria se le cita como “de oficio orífice”654. Igualmente fugaz es la presencia del hermano de Consuelo, Félix Méndez Bueno, nacido el 21 de febrero de 1886655, y del que se sabe que contrajo matrimonio con Clara Gallego Monroy el 8 de diciembre de 1917. En 1911 residía en la calle Álamos656 y en 1921 y 1923 en la calle Centena657, pero después de eso no volvemos a encontrar noticias suyas. Lucindo Gómez Rodríguez es otro de los muchos orives ceclavineros que por estos años se incorpora al oficio procedente de familias que nada tienen que ver con la orfebrería. Nació en el año 1879, hijo del jornalero Martín Gómez Módenes y de María Rodríguez Tomé, y casó el 29 de julio de 1916 con Filomena Vidal Barco; creemos que debió aprender el oficio en el taller de los hermanos Pozas Antúnez junto a otro gran orive ceclavinero, Argimiro Barco, pues Sergia Barco, tía y madrina de Argimiro fue también madrina de Pedro Gómez Vidal, el primogénito de Lucindo, nacido en mayo de 1917658. Sabemos que Lucindo residía en 1911 en el número veintiocho de la calle del Postigo659, pero en 1917 se había mudado a la calle del Aire, y en 1928 había pasado al número dos de la calle Corredera660, donde seguía en 1955, ya con setenta y tres años de edad661, tras lo cual no volvemos a tener referencias suyas. El hermano de Lucindo, Lucilo Gómez Rodríguez, también aprendió y ejerció el oficio de orive; nació el 13 de diciembre de 1883662 y probablemente aprendió la profesión al mismo tiempo que su hermano. En el censo electoral del año 1911 ya aparecía como orífice y vivía en la calle Iglesia663, pero posteriormente perdemos su referencia y creemos que debió fallecer no mucho después. En estos años vemos también trabajando a Celedonio Pozas Soria, hijo del ya mencionado orive Gregorio Pozas Antúnez y de Petra Soria; nació el 30 de agosto de 1883664 y con seguridad aprendería el oficio de manos de su padre, que había de fallecer cuando Celedonio contaba 31 años. Celedonio Pozas se casó el 18 de septiembre de 1911 con María Guadalupe Gómez Méndez Galán, que había 652 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 117. Partida 21. 653 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 11. Fol. 18v. 654 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 39. Fol. 43. Partida 228. 655 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 32. Fol. 51. Partida 101. 656 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1911. Ceclavín. Sigª: 5618. 657 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1921 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5639 y 5641. 658 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 40. Fol. 108v. Partida 82. 659 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1911. Ceclavín. Sigª: 5618. 660 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1917 y 1928. Ceclavín. Sigª: 5636 y 5642. 661 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 662 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 240v. Partida 1.001. 663 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1911. Ceclavín. Sigª: 5618. 664 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 222v. Partida 838. 197


Juan Manuel Valadés Sierra nacido en La Calzada de Oropesa (Toledo) aunque era hija de ceclavineros; un año más tarde tenía su residencia en la calle Larga, al igual que su padre, por lo que podemos deducir que trabajaban juntos. El Fig. 62. Firma de Celedonio Pozas Soria. matrimonio Pozas Gómez tuvo al menos cinco hijos, nacidos entre 1912 y 1922, pero no parece que ninguno heredase la profesión paterna; posteriormente carecemos de más noticias suyas que nos permitan saber si continuó en el oficio, si permaneció en Ceclavín o se marchó del pueblo. Al mismo tiempo que Celedonio encontramos también a Juan Corbacho Pozas, que nació el 24 de noviembre de 1884, hijo de Narciso Corbacho Pozas y de María Pozas Sánchez; nos consta que tanto su padre, Narciso Corbacho, como su abuelo, Basilio Corbacho, eran jornaleros665, por lo que hemos de pensar que Juan Corbacho Pozas debió aprender el oficio de orive entrando como aprendiz en alguno de los diferentes y nutridos talleres que ya por entonces funcionaban en el pueblo, si es que realmente lo hizo. Por lo que sabemos, Juan Corbacho se dedicaba más bien a la arriería y estaba dotado de una visión comercial fuera de lo común; en cierta ocasión, recibió de un orive de Ceclavín el encargo de llevar entre el género que transportaba unos pendientes que debía entregar en Alcántara, y parece que este episodio le descubrió las posibilidades comerciales que había en ese mercado de las joyas666. Así pues, Juan Corbacho Pozas comenzó a realizar encargos de transporte y entrega de alhajas en distintos pueblos de la provincia; se casó en Ceclavín el 16 de octubre de 1909 con Modesta Lucas Pascual, y en 1910 nacía su hija Máxima, que se casaría llegado el momento con otro orive, Marcial Barco Méndez. Realmente no tenemos constancia de que llegara a aprender el oficio de la orfebrería ni tampoco de que lo ejerciera, pero poco tiempo después del nacimiento de su hija se marchó a Cáceres para seguir haciendo lo que mejor sabía, la venta de joyas, que primeramente llevaba a cabo a domicilio, visitando las casas de sus clientes, y más adelante ya llegó a a abrir su propio establecimiento, que se convertirá en uno de los clásicos de la capital de la provincia. Por su parte, el orive Alberto Sánchez Mendoza (1884-1948) era hijo del comerciante Salvador Sánchez Gil y de Máxima Mendoza Herrero; nació el 24 de abril de 1884 y la familia de su padre procedía de Cantagallo (Salamanca)667, pero la relación con la orfebrería le viene a Alberto porque su esposa, María Galán Morán, era sobrina por parte de madre del orive Luciano Morán; en efecto, Alberto aprendió el oficio de este orive668, en cuyo taller fue oficial durante años, hasta que posteriormente se estableció por su cuenta (Rosado, 1973: 155). Alberto Sánchez se casó el 11 de noviembre de 1905 con María Galán Morán, hermana del también orive Juan Galán Morán669, que era compañero suyo en el taller de Luciano Morán, tío de su esposa, y tuvieron varios hijos, pero no parece que ninguno de ellos aprendiera y ejerciera el oficio. Seis años después de casarse, el matrimonio aparece como residente en la calle Barrasa670, pero ya en 1917 figura en la calle 665 666 667 668 669 670

ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 290. Partida 1.196. Testimonio de su nieto, D. Jesús Manuel Corbacho Tercero. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 262. Partida 1.084. Testimonio de su sobrina nieta, Dña. Alicia Martín Olivenza. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 143v. Partida 29. ADPC. Censo electoral de 1911. Ceclavín. Sigª: 5618. 198


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Vichuela671 y allí permanece hasta el año 1932 en que le encontramos en la calle Alcázar672; en diciembre de 1918 Alberto pertenecía a la Junta Directiva del Círculo de Artesanos de Ceclavín, firmando en Fig. 63. Firma de Alberto Sánchez Mendoza. el documento de adhesión que la asociación envió a la Comisión de Fomento de la Región Extremeña, que estaba recabando apoyos para el proyecto de autonomía regional para Extremadura673. Continuó ejerciendo el oficio, pues con sesenta años aparece citado como orífice en la calle entonces llamada Queipo de Llano674, y lo que sabemos después es su fallecimiento en el año 1948675, a los sesenta y cuatro años. Ya en la mitad de la primera década del siglo nos encontramos con un orive al que ya conocemos, Jacinto Santos López. Había nacido en Zarza la Mayor en 1881 y se casó en Ceclavín con Constantina Paniagua Amores el 6 de agosto de 1904676. Entre 1905 y 1906 el matrimonio tuvo dos hijos, y probablemente poco después se trasladaron a Navalmoral de la Mata, donde sabemos que ya residían en 1912, seguramente hasta la muerte de Jacinto, pues en 1945 aún aparece censado en la capital del Campo Arañuelo. En estos mismos años hay que citar a Gregorio Pozas Viera (1886-1962), que era hermano de padre de Graciano Pozas Viera, pero la madre de Gregorio era Victoria Viera Velázquez, hermana de Celestina, la madre de Graciano. Y es que Celestina Viera había fallecido en torno a 1880 y Policarpo Pozas, el padre de Graciano y de Gregorio, había vuelto a casarse, con la hermana de Celestina, Victoria Viera. Gregorio Pozas Viera nació el 24 de abril de 1886 en el domicilio familiar de la calle de la Iglesia677, y es probable que aprendiera el oficio con su tío León, al mismo tiempo que lo hacía su hermano Graciano; se casó el 2 de septiembre de 1909 con Paula Bernardina González y pasó a residir durante unos años en la calle Larga678, pero en 1917 ya había vuelto a la calle de la Iglesia679 y en el número doce de esa calle permanecerá durante más de treinta años. Tuvo al menos cuatro hijos, nacidos entre 1910 y 1921, sin que conste que ninguno le siguiera en el oficio, si bien su hija Mercedes se casó en 1944 con Enrique Perales Gallego, hijo del orive Perfecto Perales Mato, pero no nos consta que Enrique se dedicara a la orfebrería. Gregorio Pozas Viera falleció a sus setenta y siete años en 1962680. Por esta misma época tenemos una breve noticia de otro orive ceclavinero, que probablemente tuvo un efímero paso profesional por su localidad de origen; nos referimos a Cándido Hernández Hernández, que nació el 3 de octubre de 1875, hijo de Lucio Hernández y de Jerónima Hernández681; era primo her-

671 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1917. Ceclavín. Sigª: 5636. 672 ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 673 ADPC. Contestaciones de los pueblos de la provincia, entidades y particulares al cuestionario sobre fomento de la Región Extremeña. 1918/1919. Respuesta nº 138. Sigª.: 3856/005. 674 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. 675 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 27. Fol. 269. 676 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 48. Fol. 116. Partida 19. 677 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 32. Fol. 72v. Partida 142. 678 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. 679 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1917. Ceclavín. Sigª: 5636. 680 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 28. Fol. 131. 681 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 28. Fol. 164. Partida 142. 199


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 64. Ceclavín. Calle Granadera.

mano del orive José Mendoza Hernández, pues la madre de éste, Manuela Petra Hernández era hermana de Jerónima Hernández. Se casó con la portuguesa Leonor da Silva Garcia, natural de Segura, maestra de instrucción primaria, y tras un inicio de Cándido como orive en su pueblo natal, donde aparece domiciliado en la calle Granadera en 1901682, el matrimonio se afincó en la localidad fronteriza portuguesa, muy cercana a Ceclavín. Tenemos referencia del paso de esta pareja por Ceclavín cuando en agosto de 1913 bautizaban en la iglesia de Santa María del Olmo a sus dos hijas, Emilia y Alberta, que ya tenían uno y dos años de edad respectivamente, pero en las partidas de bautismo se especifica que Cándido, orífice de profesión, era vecino de Segura683. Es posible que, al igual que su primo José Mendoza, Cándido Hernández aprendiera el oficio en Zarza la Mayor de la mano de José Manuel Moreno Perianes, aunque también hemos de mencionar que la madrina de bautismo de su hija Emilia fue Basilia Hernández Bustamante, probablemente tía de Cándido, que era hermana de Anastasia Hernández Bustamante, esposa del orive Teodoro Corbacho Amores, por lo que cabría deducir una relación entre ambos orífices. Otro orífice que trabajó a partir de estos años en Ceclavín fue Eusebio Mendoza Oliveros, cuyo padre, Ángel de Mendoza Mendoza, aparece en la partida de bautismo de Eusebio como “propietario”. Nació el 16 de diciembre de 1886684 y era hermano de Santiaga Mendoza Oliveros, la esposa del orive Juan Galán Morán; precisamente, Eusebio figura como uno de los oficiales del taller de Luciano Morán, junto con su hermano Leoncio y con su cuñado Juan Galán (Rosado, 1973: 156). Se casó dos veces, la primera 682 ADPC. Censo electoral de 1901. Ceclavín. Sigª: 5569. 683 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 39. Fols. 74v y 75. Partidas 121 y 122. 684 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 32. Fol. 148. Partida 295. 200


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I en 1910 con Felisa Corbacho Amores, hermana del orive Teodoro Corbacho Amores y también de Simona Corbacho Amores, la esposa del orive Argimiro Barco, y la segunda con Lina Oliva Soria, en 1917. Al menos entre 1912 y 1928 debió vivir en el mismo sitio, la calle Granadera que más adelante pasó a llamarse General Rodríguez Arias685, y posteriormente no tenemos noticias suyas.

Fig. 65. Firma de Eusebio Mendoza Oliveros.

El hermano de Eusebio, Leoncio Mendoza Oliveros (18921964) también empieza a trabajar como orive en estos años; nació el 12 de septiembre de 1892 y se casó el 25 de mayo de 1918 con su priFig. 66. Firma de Leoncio Mendoza Oliveros. ma Agustina Sánchez Lucero686, que era hija del orive Casto Sánchez Méndez, aunque debió aprender el oficio de la mano de Luciano Morán, al igual que su hermano Eusebio, trabajando como oficial en ese taller durante bastantes años; Leoncio también pertenecía a la Junta Directiva del Círculo de Artesanos de Ceclavín, y su firma aparece en el documento de adhesión al proyecto de autonomía regional para Extremadura que ya hemos mencionado687. El 28 de enero de 1919 nacía el primer hijo de la pareja, en cuya partida de bautismo ya se menciona a Leoncio como “orífice”688, y en 1921 aparece también como orífice con morada en la calle Altozano, donde aún le vemos en el año 1923, pero en 1928 se había trasladado a la calle Antonio Garay689; en 1955 le encontramos todavía activo con residencia en el número cincuenta y nueve de la calle José Antonio690, falleciendo en el año 1964. Por esta misma época, mediado el primer decenio del siglo XX, entra en escena otro orive al que ya antes mencionamos, se trata de Perfecto Perales Mato (1885-1939), hijo del molinero José Perales y de su esposa Lucía Mato, que nació el 8 de abril de 1885691. No tenemos certeza de que existiera parentesco entre la familia paterna de Perfecto Perales y la de Pedro Perales Herrero, por lo que no hay fundamento para suponer que el joven Perfecto comenzara su andadura como orive de la mano de Pedro Perales; sin embargo, ya hemos señalado que su hermana, Lucía Perales Mato, fue la segunda esposa del orive Gumersindo del Río González, lo que permite suponer que Perfecto Perales debió aprender los rudimentos del oficio de Canuto del Río junto con el propio Gumersindo, que era siete 685 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1912 y 1928. Ceclavín. Sigª: 5623 y 5642. 686 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 115. Partida 182. 687 ADPC. Contestaciones de los pueblos de la provincia, entidades y particulares al cuestionario sobre fomento de la Región Extremeña. 1918/1919. Respuesta nº 138. Sigª.: 3856/005. 688 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 40. Fol. 247v. Partida 17. 689 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1921, 1923 y 1928. Ceclavín. Sigª: 5639, 5641 y 5642. 690 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 691 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 318. Partida 1.304. 201


Juan Manuel Valadés Sierra años mayor que él. El compañerismo de los dos orives pudo perfectamente generar una relación familiar concretada en el matrimonio de Gumersindo y Lucía. Por su parte, Perfecto Perales Mato se casó el 6 de diciembre de 1911 con Ángela Gallego Amores, residiendo en el año 1917 en la calle Naranjo y de 1921 a 1928 en la calle Antonio Garay692; falleció en el año 1939693 sin que ningún descendiente continuara trabajando el oro y la plata, aunque ya hemos señalado que uno de sus hijos, Enrique Perales Gallego, se casó con Mercedes Pozas González, hija del orive Gregorio Pozas Viera.

Fig. 67. Firma de Perfecto Perales Mato.

Fig. 68. Firma de Miguel del Río Nacarino.

Miguel del Río Nacarino es otro de los numerosos orives que se incorporan al trabajo en estos años, nacido el 29 de septiembre de 1886694 en esa misma familia de orives a la que antes nos referíamos; era hijo de Pablo del Río González, propietario, y de María Nacarino Serrano, de modo que era sobrino de Lucio del Río González, con quien pudo haber aprendido el oficio; sin embargo parece que fue oficial en el taller de Luciano Morán (Rosado, 1973: 155). Se casó en Madrid con María Gómez Cuello, que era natural de Navas de San Antonio (Segovia), aunque hija de una ceclavinera; suponemos por ello que en su temprana juventud anduvo Miguel itinerando por diferentes lugares de España para retornar posteriormente a su pueblo natal. Documentamos su presencia en Ceclavín al menos a partir de 1912, primero con residencia en la calle Barcos, y a partir de 1917 en la calle Santa Ana695; en 1945 vivía en la calle Rodríguez Arias ejerciendo aún como orífice696, y en 1955, ya con 70 años, volvemos a encontrarlo en el número tres de la calle Barcos, probablemente tras haberse jubilado o abandonado el oficio, pues se especifica que su profesión es la de propietario697; sabemos que en 1965 aún vivía, ya casi octogenario, y aparecía como jubilado. Aunque no consta que ningún hijo de esta pareja continuara en el oficio, sí sabemos que su hija Emilia, nacida en 1914698, se casaría con Nemesio Criado de Blas, orive natural de Mogarraz que se afincó en Ceclavín, como veremos más adelante. Pero uno de los más destacados orives ceclavineros del primer tercio del siglo XX es, sin duda, Argimiro Barco Pozas (1881-1956), que comenzó a trabajar a mediados del primer decenio. Nació el 692 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917, 1921, 1923 y 1928. Ceclavín. Sigª: 5636, 5639, 5641 y 5642. 693 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 27. Fol. 64v. 694 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 32. Fol. 117. Partida 233. 695 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917, 1921, 1923 y 1928. Ceclavín. Sigª: 5636, 5639, 5641 y 5642. 696 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. 697 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 698 Archivo parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 39. Fol. 136. Partida 68. 202


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I 28 de junio de 1881, hijo de un labrador, Sandalio Barco Méndez y de su segunda esposa, Vicenta Pozas Antúnez. Obviamente, la vinculación de León Argimiro, que es como fue bautizado, con el mundo de la filigrana le vino dada por su madre, que era hermana de los orives Gregorio, Ruperto y Jesús Pozas Antúnez, a los que ya nos hemos referido, y por lo tanto tía de los orives Celedonio Pozas Soria y Miguel Pozas Amores. Si tenemos en cuenta el probable vínculo profesional de los hermanos Pozas Antúnez con León Viera Velázquez, del que seguramente aprendieron el oficio y a cuyas órdenes trabajaron, no es de extrañar que Argimiro fuese bautizado también con el nombre de León, como homenaje al hombre que había proporcionado su medio de vida a los tres hermanos. De hecho, incluso existe la posibilidad de que el propio Argimiro aprendiese del maestro León Viera, descendiente de portugueses y él mismo Fig. 69. Argimiro Barco Pozas, hacia 1950. nacido en Zarza la Mayor, además de las enseñanzas que recibiría de sus tíos; esto parece concordar con los recuerdos de su nieto, Vicente Pozas Barco, que sostiene que su abuelo pudo aprender el oficio fuera de Ceclavín, en Zarza la Mayor o en Alcántara, pero que en todo caso “la tradición vino de fuera”699. También el matrimonio de Argimiro tiene un significado en el mundo de los orives, ya que se casó en 1907 con Simona Corbacho Amores, cuyo hermano Teodoro también ejercerá el oficio y cuya hermana Felisa se casaría con el también orive Eusebio Mendoza Oliveros, al que ya nos hemos referido. Vemos, en fin, que se entrelaza una intrincada red de relaciones profesionales y amistosas que se convierten en familiares y responden a una evidente endogamia del grupo que vamos viendo desde el inicio de las actividades de los orives en los pueblos cacereños. De los hijos que tuvo el matrimonio Barco Corbacho nos detendremos brevemente en dos de ellos, por un lado Modesto Barco Corbacho (1907-1980), que aprendió el oficio de su padre y llegó a ejercerlo en Ceclavín brevemente antes de su traslado a Plasencia, como veremos en su momento, y por el otro Herminia Barco Corbacho, nacida el 3 de noviembre de 1910700, que se casó con su primo Agustín Vicente Pozas Amores el 11 de octubre de 1931, el cual también aprendería el oficio y lo ejercería con gran maestría en la ciudad de Cáceres. Desde esos primeros años de su recorrido profesional, encontramos a Argimiro Barco residiendo en el número cuarenta y dos de la calle Granadera701, aunque entre 1917 y 1923 aparece en la calle Larga ejerciendo como “orive”702; ya en 1928 regresa al número ocho de la calle en que empezó,

699 700 701 702

Testimonio de D. Vicente Pozas Barco. Archivo parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 109. Partida 183. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5636 y 5641. 203


Juan Manuel Valadés Sierra entonces llamada General Rodríguez Arias y allí va a permanecer703, en una casa que actualmente lleva el número diez de la calle Granadera. Un año más tarde de eso, y como señalábamos antes, el comité cacereño organizador del Pabellón de Extremadura en la Exposición Iberoamericana de Sevilla contactaba con Argimiro Barco para solicitarle el préstamo de una serie de joyas de filigrana destinadas a ser expuestas en dicho pabellón; éste envió para la ocasión dos gargantillas con su cruz y otra sin ella, dos cruces, otras dos cruces de pingallo y dos pares de pendientes, que valoró en tres mil pesetas y que estuvieron expuestas en la vitrina 300 del Salón de Historia704, causando una gran sensación entre los visitantes del pabellón. Estas joyas se exponían junto con las que había aportado el sobrino y discípulo de Argimiro, Bernardo Pozas Amores, que ya por entonces poseía una afamada joyería en Cáceres, como veremos en su momento. Y es que probablemente fue el propio Argimiro Barco quien sugirió a Miguel Ángel Orti Belmonte que recurriese a la casa Pozas de Cáceres para un envío más numeroso de piezas que resultó un verdadero acierto, hasta el punto de que el delegado cacereño para el pabellón, Ángel Rubio Muñoz-Bocanegra, escribía al comité el 17 de noviembre de 1929 informando de la demanda de las joyas de filigrana suscitada por su exposición, pues muchos visitantes querían adquirirlas: De nuevo insisto en el envío de objetos de Pozas si es que se pretende vender alhajas de Ceclavín y Cáceres705.

De aquella participación, además de la satisfacción personal de que muchos miles de personas vieran sus piezas, obtuvo Argimiro una medalla y diploma oficiales otorgados por el Comité general de la Exposición, que fueron conservados como oro en paño por la familia, quedando después en poder de su hijo Modesto. En 1945 seguía activo Argimiro Barco en el mismo domicilio de la calle Granadera706; su taller fue uno de los más importantes que hubo en Ceclavín, dando trabajo a numerosos oficiales y también a un buen número de mujeres. En los años inmediatamente posteriores a la guerra civil era el taller que empleaba a más personas en el pueblo, tenía más de una veintena de trabajadores, donde solía haber tres oficiales varones, que eran los que hacían las piezas, las soldaban y las remataban, mientras que unas veinte mujeres se dedicaban a rellenar de filigrana la estructura de las piezas; por último estaban los aprendices, niños que se ocupaban de las tareas más penosas y sencillas, como fundir la plata en la fragua y estirarla hasta conseguir el hilo necesario707. En aquellos años ya se trabajaba muy poco el oro, estando la producción centrada en la plata dorada; el metal se recibía de Córdoba o de Barcelona, generalmente se trataba de viejas piezas de cubertería que se fundían y se pasaban a estirar hasta obtener el hilo de plata. Pero don Argimiro “el Barbas”, como le llamaban en Ceclavín, no se dedicó solamente a la filigrana, sino que tenía una gran iniciativa y siempre estaba pergeñando algún nuevo negocio. Durante un tiempo se dedicó al comercio de los higos, que recogía por toda la comarca y enviaba por carretera a Barcelona, y mantuvo siempre tratos comerciales con los numerosos comerciantes ceclavineros que estaban asentados en Cáceres; como orive, trabajó mucho para Córdoba y para Barcelona, donde encontraba la materia prima y vendía gran parte de la producción, al igual que otros orives de Ceclavín. Nunca quiso marchar de su pueblo, a pesar de esa 703 704 705 706 707

ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. ADPC. Relación de obras de arte y objetos mandados y expuestos en el Pabellón Extremeño. Sigª: 3.858. ADPC. Correspondencia relacionada con la Exposición Iberoamericana de Sevilla. Sigª: 2.139/004. ADPC. Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. Testimonio de D. Vicente Pozas Barco. 204


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I intensa relación con Cáceres y de que otros orives ceclavineros dieron ese paso, y falleció en su casa de la calle Granadera en el año 1956708. Al final de esta primera década del siglo XX encontramos también a otro orive ceclavinero con antecedentes familiares en el oficio, se trata de Francisco Bustamante Pérez, que era hijo de Gregorio Bustamente Sánchez, que era labrador, y de Virginia Pérez Gallego. Francisco Bustamante nació el 15 de marzo de 1889709 y era, pues, sobrino del orive Esteban Bustamante Sánchez, a quien antes nos hemos referido. Se casó el 28 de febrero de 1914 con Eulalia Gallego Gallego, con quien tuvo al menos un hijo nacido en 1916, y vivía en la calle Barrasa aún en 1923710, pero no tenemos más noticias suyas después de esa fecha. Muy poco tiempo después, vemos también trabajando al primo de Francisco, Julián Bustamante Pérez, que era hijo del orive ya citado Esteban Bustamante Sánchez y de Nicolasa Pérez Gallego, es decir, que no sólo eran hermanos los padres, sino también las madres de ambos. Julián Bustamante nació el 9 de enero de 1894711 y a los veintisiete años residía en la calle General Rodríguez Arias712, donde permaneció al menos hasta 1932713, tras lo cual carecemos de más información suya, siendo posible que abandonara Ceclavín. Así mismo, y aunque ocho años más joven, tenemos que citar aquí a su hermano Reyes Bustamante Pérez, que nació el 7 de septiembre de 1902714, y evidentemente comenzó su aprendizaje de la mano de su padre, pero al fallecer éste cuando Reyes apenas contaba con once años, tuvo que completar sus conocimientos y su práctica con su hermano Julián. Consta que se casó el 10 de noviembre de 1928 con Heliodora Paniagua Rivero, hermana del orive Tomás Paniagua Rivero, y después de eso solamente sabemos que en el año 1932 vivía en la calle Concejo y seguía trabajando como orive715, si bien carecemos de noticias posteriores, por lo que cabe la posibilidad de que abandonara su localidad natal junto con su hermano. En esta misma época inicia su breve andadura profesional Zacarías Serrano Oliveros, que nació el 5 de noviembre de 1890, hijo de Pedro Serrano Rodríguez, arriero de oficio, y de Josefa Oliveros Coronel716. Pese a que sus antecedentes familiares no delatan relación alguna con el trabajo del oro y la plata, hemos de señalar que el 16 de mayo de 1908 se casaba con Jacinta Méndez Galán Bustamante, probablemente emparentada con Guadalupe Gómez Méndez Galán, la esposa del orive Celedonio Pozas Soria. Sabemos del ejercicio profesional de Zacarías en la platería gracias a la partida de bautismo de su hijo Pedro Serrano Méndez, nacido el 25 de febrero de 1909, en la que se especifica que era de oficio orífice717, pero no encontramos referencias posteriores a Zacarías que lo identifiquen como tal. De hecho, cabe establecer que abandonó el oficio, pues el censo electoral de 1945 lo incluye como propietario, ya con sesenta y cinco años, residente en la calle Santa Ana718, y no volvemos a encontrar ninguna otra noticia suya. 708 709 710 711 712 713 714 715 716 717 718

Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 28. Fol. 67. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 32. Fol. 355v. Partida 44. ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5636 y 5641. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 34. Fol. 11. Partida 7. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1921. Ceclavín. Sigª: 5639. ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 53. Partida 159. ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 35v. Partida 137. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 242v. Partida 52. ADPC. Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. 205


Juan Manuel Valadés Sierra Santiago Soria Vidal es otro de los orives que encontramos en estos momentos, nacido el 30 de diciembre de 1889719, hijo del jornalero Francisco Soria López y de Eusebia Vidal Nacarino; creemos que estaba emparentado con María Galán Morán, que fue su madrina de bautismo, la cual era hermana del orive Juan Galán Morán, y más adelante se casaría con el orive Alberto Sánchez Mendoza. El 28 de noviembre de 1914, Santiago Soria se casó con Crescencia Ramajo Vidal, acaso prima suya, y en diciembre de 1916 nacía su primera hija720; poco después, a sus veintisiete años ya ejercía como orífice, asentado en la calle Alamito721, donde continuará al menos hasta 1923722, pero después de eso desaparecen sus noticias; sabemos que en 1902 su hermano Juan Soria Vidal había contraído matrimonio con Engracia Blasco Oliveros, hija del orive Honorio Blasco Amores723, pero no nos consta que Juan Soria Vidal fuese también del oficio ni tampoco tenemos certeza de que existiera algún vínculo laboral entre Santiago Soria y Honorio Blasco. Con el mismo apellido Soria encontramos otros dos orives ceclavineros en estos mismos años, los hermanos Julián y Crispín Soria Bustamante. Julián Soria Bustamante (1890-1964) nació el 7 de enero de 1890, hijo de un jornalero llamado Eugenio Soria Perales y de Cayetana Bustamante Salvador. Desconocemos el taller en el que los hermanos pudieron aprender el oficio, pues aun apreciando la coincidencia de algunos de los apellidos familiares, Soria, Bustamante, Perales, con los de varios orives que vamos viendo, hay que reconocer que se trata de apellidos comunes en Ceclavín, por lo que de momento queda en el aire esa cuestión. Julián Soria Bustamante casó el 15 de enero de 1916 con Juliana Claros Rivera724, y ya en 1917 aparece en el censo electoral como orífice con residencia en la calle Corredera725, luego llamada Antonio Garay, donde le vemos en el censo de 1923726; en el censo electoral de 1945 volvemos a encontrarlo, aunque probablemente había abandonado el oficio, porque aparece referenciado como comerciante con domicilio en el número veinte de la calle General Mola727, al igual que en 1955728, cuando se le define como industrial; después de eso, sólo tenemos la noticia de su fallecimiento, que se produjo en el año 1964729. En cuanto al hermano de Julián, Crispín Soria Bustamante (1891-1967), nació el 26 de octubre de 1891, y el 31 de julio de 1915 se casaba con Sacramento López Rodríguez-Arias730, acaso emparentada con el orive Juan Núñez Rodríguez-Arias, pero no tenemos seguridad de ello. Tuvieron al menos dos hijas, en 1917 y 1919, y pronto Crispín se estableció independientemente de su hermano mayor, pues en el mismo 1917 consta que vivía en la calle General Rodríguez Arias, donde siguió hasta el año 1923731; sin embargo, cinco años después aparece con la misma profesión pero viviendo en la

719 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 32. Fol. 403v. Partida 2. 720 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 40. Fol. 64v. Partida 151. 721 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1917. Ceclavín. Sigª: 5636. 722 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1923. Ceclavín. Sigª: 5641. 723 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 114. Partida 60. 724 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 32. Fol. 404v. Partida 7. 725 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1917. Ceclavín. Sigª: 5636. 726 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1923. Ceclavín. Sigª: 5641. 727 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. 728 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 729 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 28. Fol. 152. 730 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 46v. Partida 192. 731 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5636 y 5641. 206


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I calle Larga Alta732, y en 1945 lo volvemos a encontrar, ya con 53 años de edad, viviendo en la calle José Antonio, mientras que en 1955 le vemos en el número uno del Barrio de la Soledad, constando en ambas ocasiones no como orífice, sino como propietario733, constando su fallecimiento en el año 1967734.

Fig. 70. Firma de Crispín Soria Bustamante.

Ya al inicio de la segunda década del siglo XX encontramos la referencia de un orive cuya familia nos es conocida, pero que estará poco tiempo en Ceclavín; se trata de Francisco del Río Granado, que nació en Navalmoral de la Mata hacia 1883, hijo de Fig. 71. Firma de Francisco del Río. Canuto del Río Serrano y de Mercedes Granado Pozas y por tanto primo de Lucio y de Gumersindo del Río González. Por ello es lógico pensar que Francisco aprendió los rudimentos del oficio de la mano de su padre, que falleció cuando él tenía diecisiete años; como ya mencionamos en su momento, Canuto se había establecido en Navalmoral, donde nacieron sus hijos, y posteriormente había regresado a Ceclavín, donde falleció en el año 1900. Por ello, vemos a Francisco del Río Granado en el pueblo de origen de sus padres casando con Rufina Carbajo Herrero735, hermana de Ángeles Carbajo Herrero, la esposa del también orive Antonio Bustamante Mendoza, y ejerciendo como orive en Ceclavín ya en el año 1908, cuando nace su hijo José Canuto, en cuya partida de bautismo se menciona a Francisco “de oficio orífice”736; en 1912 continúa en Ceclavín, asentado en la calle Larga Alta737, y en 1919 nace su hija Leonor, pero después de eso se marcha de Ceclavín para establecerse en la localidad de Santa Marta de Magasca; sabemos que su hermana, Mercedes del Río Granado, contrajo matrimonio con otro orive que ejerció su oficio en Plasencia y también en Santa Marta de Magasca, llamado Anastasio de la Calle, al que posteriormente aludiremos. En esta misma familia, debemos citar también en estos años a Martín del Río Paniagua, hijo de Julián del Río Amores y de Valentina Paniagua Granado; le consideramos emparentado con Lucio y con Gumersindo del Río, y además su madrina de bautismo fue Juliana Amores, abuela del orive Gregorio Cortés Castro y suegra del también orive Ángel Fatela Fustes. Martín del Río nació 732 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. 733 ADPC. Censos electorales de 1945 y 1955. Ceclavín. Sigª: 5646 y 5655. 734 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 28. Fol. 192v. 735 Debemos esta información sobre Francisco del Río Granado a nuestro amigo D. Demetrio González Núñez, de Tejeda. 736 Archivo parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 151. Partida 70. 737 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1912. Ceclavín. Sigª: 5623. 207


Juan Manuel Valadés Sierra en Ceclavín el 10 de septiembre de 1892738 y se casó el 21 de junio de 1919 con Teófila Sánchez González; en 1921 aparece como orífice en el censo electoral, afincado en la calle Centena739, pasando en 1923 a la calle Rodríguez Arias, donde seguía en el año 1932740, última referencia suya que hemos localizado. En los primeros años de la segunda década del siglo hay que mencionar a Bernardo Pozas Amores, que nació el 23 de agosto de 1892, hijo de Julián Pozas Julio y de Jerónima Amores Amores741; aunque aprendió el oficio en Ceclavín de la mano de su tío Argimiro Barco, con el que comenzó a trabajar (Rosado, 1973: 156), muy pronto marchó a Cáceres con toda su familia, casándose y desarrollando toda su vida profesional en la capital de la provincia. Igualmente, su hermano Agustín Vicente, nacido en 1903, siguió el mismo camino de la capital de la provincia tras haberse formado como orive de la mano de su tío, y posteriormente suegro Argimiro Barco; a ambos hermanos nos referiremos al hablar de los orives de la ciudad de Cáceres. Por estos mismos años inmediatamente posteriores a 1910 es preciso recordar a otros dos hermanos que trabajaron la filigrana en Ceclavín, como son Saturnino y Antonio Bustamante Mendoza, pertenecientes a dos familias de orives que ya conocemos. Saturnino Bustamante Mendoza nació el 6 de febrero de 1893, hijo de Timoteo Bustamante Mendoza y de Máxima Mendoza Herrero742; aunque ni el padre ni la madre parecen ligados a la orfebrería, comprobamos que sus abuelos paternos, Saturnino Bustamante y Eleuteria Mendoza, fueron padrinos de un hijo del orive Ramón Serrano Montero, por lo que cabe suponer algún vínculo entre ambas familias. Saturnino contrajo matrimonio con Justina Guardado Pozas el 22 de agosto de 1918, y en junio de 1919 nacía su primer hijo; sabemos que en el año 1921 el matrimonio vivía en la Plaza, donde aparece como orífice y seguía residiendo todavía en 1932743, si bien sabemos que posteriormente se trasladó a Cáceres, donde consta que residía en 1945, en el número dieciocho de la calle Villalobos744, trabajando como orífice probablemente en el negocio de alguno de los orives ceclavineros por entonces establecidos en la capital de la provincia. Por su parte, Antonio Bustamante Mendoza (1895-1968) nació el 26 de noviembre de 1895745, y con veinticinco años se casó, el 6 de agosto de 1921, con Ángeles Carbajo Herrero, de la que ya hemos visto que era cuñada del orive Francisco del Río Granado, y en ese mismo año sabemos que residía en una de las principales calles del pueblo, la del General Rodríguez Arias, donde seguía en 1923746; en 1955 aparece en el número 5 de esa misma calle y consta aún como orífice747, y posteriormente sólo sabemos de su fallecimiento en el año 1968748.

738 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 114. Partida 180. 739 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1921. Ceclavín. Sigª: 5639. 740 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1923 y Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5641 y 5645. 741 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 109v. Partida 171. 742 Ídem. Fol. 166. Partida 34. 743 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1921 y Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5639 y 5645. 744 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Cáceres. Sigª: 5646. 745 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 34. Fol. 230. Partida 207. 746 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1921 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5639 y 5641. 747 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 748 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 28. Fol. 196v. 208


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I En 1924 encontramos una referencia que viene a respaldar la idea de que los orives de Ceclavín vendían sus artículos no sólo en la localidad y las más cercanas, sino Fig. 72. Firma de Antonio Bustamante Mendoza. en otras más alejadas. Sabemos que los propios plateros salían a vender al exterior, haciendo rutas y recibiendo y entregando encargos, pero también creemos que otros profesionales de fuera de Ceclavín venían al pueblo para adquirir joyas que después vendían de manera ambulante. Este debe ser el caso de Juan Orellana Maislán, que era natural de Béjar (Salamanca) y viajaba con toda la familia, pues el 13 de julio de 1924 bautizaba en la parroquia de Ceclavín a su hija Juana, nacida en este pueblo seis días antes. En la partida de bautismo correspondiente se describe la ocupación de Juan Orellana como “platero ambulante” y se especifica además que la niña nació accidentalmente en Ceclavín; el documento nos da además una preciosa información, pues la madrina de la neófita fue María Terrón Vinagre, hermana del orive Eusebio Terrón, por lo que creemos que los negocios de Juan Orellana en Ceclavín consistían en comprar la producción de orives como Eusebio y venderla por los diferentes pueblos que recorría en su ruta comercial749. Ya a mediados de esta segunda década del siglo nos referiremos a Teodoro Corbacho Amores (18951955), cuyo nombre ya hemos citado antes por haber sido cuñado de los orífices Eusebio Mendoza Oliveros y Argimiro Barco Pozas a través de los matrimonios de éstos con las hermanas de Teodoro. Éste nació el 20 de mayo de 1895 y era hijo de Gregorio Corbacho Rosado y de Benita Amores Martín750; la madre de Teodoro era hermana de Gregoria Amores Martín, la mujer del orive Ruperto Pozas Antúnez, por lo que suponemos que acaso Teodoro aprendiese el oficio de su tío Ruperto o más bien con su cuñado Argimiro Barco, del que sabemos que posteriormente fue oficial (Rosado, 1973: 156) hasta que pudo establecerse por su cuenta. Sabemos que Teodoro se casó el 26 de septiembre de 1917 con Anastasia Hernández Bustamante y que el matrimonio tuvo al menos cinco hijos, llamados Lucio, Benita, Pedro, Jesús y Domingo, siguiendo los dos últimos la carrera profesional del padre. El taller de Teodoro Corbacho fue también uno de los principales de Ceclavín, dando trabajo a numerosos empleados y enseñando el oficio a no pocos ceclavineros; uno de ellos fue Aquilino Corbacho Lucas, hijo de Juan Corbacho Pozas751, al que ya nos hemos referido, que será uno de los más conocidos joyeros de Cáceres durante las décadas centrales del siglo XX. Ya en el año 1921 estaba Teodoro establecido en la calle General Rodríguez Arias, donde continuaba en 1945; sabemos que falleció en el año 1955752 después de haber dirigido uno de los talleres más activos y numerosos del pueblo, que además vendió mucha de su producción en Cáceres a través de la firma Barco Corbacho, como se explicará más adelante. Isidoro Granado Perales es otro de los orives que entra en escena en esta misma época, hijo de Gregorio Granado Paniagua y de Plácida Perales Gasco; nació el 5 de octubre de 1893753, y con la información de que disponemos no nos es posible determinar ni el probable parentesco con orives anteriores a él ni el taller en el que pudo aprender y trabajar desde su juventud; únicamente podemos apuntar que se casó con Heliodora de Sande Rodríguez el 18 de mayo de 1919, la cual era hermana de Tomasa 749 750 751 752 753

ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 42. Fol. 120v. Partida 112. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 34. Fol. 173. Partida 93. Testimonio de D. Vicente Pozas Barco. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 28. Fol. 44. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 249. Partida 197. 209


Juan Manuel Valadés Sierra de Sande, que fue madrina en el bautismo de Laura, una de las hijas del orive Gregorio Pozas Viera754. En 1921, Isidoro Granado aparecía en el censo del pueblo como orífice con morada en la calle Cantarranas755; en 1923 se había trasladado a la Plaza, y en 1928 aparecía en la calle Santa Ana756; parece que años después se marchó de Ceclavín y falleció hacia 1970 en Palomero757. Consta, no obstante, que su hijo Pedro Granado de Sande también fue orive, ejerciendo el oficio hasta la segunda mitad del siglo XX. En la segunda mitad de la década de 1910 vamos a encontrarnos con varios orives que se incorporan a los numerosos talleres que funcionan en esa época; entre ellos está Vicente Mirón Cantero (1892-1964), que nació el 1 de septiembre de 1892, hijo de Pedro Mirón Paniagua y de Florentina Cantero Antúnez758. También en este caso desconocemos los posibles precedentes Fig. 73. Aderezo hecho por Isidoro Granado Perales. familiares del oficio de la filigrana, pero creemos que aprendió el oficio con Argimiro Barco, que era once años mayor que él, y de quien fue oficial durante muchos años; sabemos también que se casó el 9 de septiembre de 1916 con Bartolomena Barrasa Chaparro, y que uno de sus hijos, llamado Martín Mirón Barrasa, del que no consta que ejerciera el oficio, se casaba en 1947 con Milagros Soria Claros, hija del orive Julián Soria Bustamante759, por lo que tal vez existiera una relación profesional o laboral entre los dos plateros. En 1917 aparece Vicente Mirón como orífice en la calle Larga, aunque entre 1923 y 1945 se le cita en la calle General Rodríguez Arias760, época en que seguía trabajando con Argimiro Barco; con posterioridad sólo tenemos la noticia de que en 1955 continuaba en activo con domicilio en el número treinta de la misma calle General Rodríguez Arias761, y después sabemos de su fallecimiento en el año 1964762. 754 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 40. Fol. 22v. Partida 67. 755 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1921. Ceclavín. Sigª: 5639. 756 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1923 y 1928. Ceclavín. Sigª: 5641 y 5642. 757 Testimonio de su nieta, Dña. Carmen Granado Paniagua. 758 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 112. Partida 176. 759 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 42. Fol. 188v. Partida 64. 760 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917, 1923, 1928 y 1945. Ceclavín. Sigª: 5636, 5641, 5642 y 5646. 761 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 762 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 28. Fol. 157. 210


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Muy poco sabemos de Nicanor Montero Jiménez, que debió nacer hacia 1890 e iniciarse en el trabajo antes de 1915; las únicas noticias que hemos logrado de él son las referencias que recogen los censos electorales de 1917 a 1923763, que le identifican como orífice en ejercicio residente en la calle Naranjos. Fig. 74. Firma de Francisco Rodríguez Grados. Algo más podemos decir de Francisco Rodríguez Grados, otro de los orives que comienza a trabajar en esta época; nació en Cáceres alrededor del año 1890, hijo de Diego Rodríguez Amarillas, de Valdefuentes, y de Basilia Grados, de Alcántara, y debió ser uno de los numerosos jóvenes que fueron enviados por sus padres a Ceclavín para aprender Fig. 75. Firma de Miguel Pozas Amores. el oficio en casa de algún orive. Se casó con Trinidad García González, natural de Ceclavín como su madre, Francisca González, aunque su padre, Diego García Cordero, era de Aldea del Cano. De la trayectoria profesional de Francisco Rodríguez únicamente sabemos que ya ejercía el oficio en 1916, cuando bautizaba a su hijo Diego764, y que aparece en el censo electoral, como orífice, afincado en la calle Altozano entre los años 1917 y 1928765, tras lo cual carecemos de más información sobre él. Si nos fijamos en su nombre de pila y en el segundo apellido de su padre, comprobamos que probablemente Francisco Rodríguez Grados fue el “Paco Amarilla” al que se refiere Severiano Rosado como uno de los oficiales que trabajaba en uno de los principales talleres de Ceclavín y que nosotros venimos identificando con el de Luciano Morán Morato (Rosado, 1973: 155-56). Miguel Pozas Amores (1891-1925) es uno de los orives, ya citado con anterioridad, que podría haber continuado con la tradición familiar de no haber sido por su temprano fallecimiento; nació el 29 de septiembre de 1891, hijo del orive Ruperto Pozas Antúnez y de Gregoria Amores Martín766, de manera que aprendería el oficio con su padre. Sabemos que se casó con Mª Concepción López Arroyo, que era natural del pequeño pueblo de Bádames (Cantabria), y que al menos entre 1917 y 1923 ejerció como orífice en la calle del Cristo, al igual que su padre767; sólo tenemos constancia de

763 764 765 766 767

ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917, 1921 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5636, 5639 y 5641. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 40. Fol. 21. Partida 64. ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917, 1923 y 1928. Ceclavín. Sigª: 5636, 5641 y 5642. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 44. Partida 177. ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917, 1921 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5636, 5639 y 5641. 211


Juan Manuel Valadés Sierra que tuviera un hijo, nacido en 1924768, que no parece que ejerciera el oficio entre otros motivos porque Miguel Pozas falleció con sólo treinta y cuatro años cuando su hijo apenas contaba con un año de edad769. Por estos mismos años empieza también a trabajar otro de los orives importantes en Ceclavín, llamado Eusebio Terrón Vinagre (1891-1957), que era hijo de Jerónimo Terrón Cortés y de Eustaquia Vinagre Hernández y nació el 14 de agosto de 1891; se casó muy joven, el 29 de julio de 1908770, con Juana Rodríguez Pérez, natural de Villamiel, y al menos entre 1917 y 1928 residió en la calle Naranjos771; en las primeras décadas del siglo XX el suyo fue uno de los principales talleres de Ceclavín (Rosado, 1973: 156), dando trabajo a varios oficiales, no sólo en el propio taller, sino también a otros que se llevaban la labor a sus casas, hasta que aparentemente se retiró del oficio. En 1945 y 1955 Eusebio Terrón vivía en el número diecinueve de la calle Naranjos, y la buena marcha de sus negocios parece haberle permitido abandonar la profesión, pues se le menciona como “propietario”772, sin embargo pensamos que seguía regentando el taller aunque él ya no se sentara en el cajón a trabajar, pues para eso estaban los oficiales y aprendices, falleciendo en el año 1957773. Los hijos de mi abuelo, que fueron tres, estudiaron el bachiller en los Salesianos de Salamanca, en un colegio mayor, y luego hicieron allí su carrera, excepto uno de ellos, mi padre, que tuvo que venirse por problemas de salud. Ya te das idea de la grandeza de su despacho de orivería; en esa época, en el pueblo, ¿quién mantenía a tres hijos estudiando en Salamanca?774

Sin duda, Eusebio enseñó el oficio y tuvo continuidad en él a través de su hijo Juan Terrón Rodríguez, nacido en 1908, que tras su regreso de Salamanca trabajará como orive durante varios lustros en Ceclavín. En los inicios de la década de 1920 comienza a trabajar una nueva generación de orives ceclavineros, cuya actividad va a coincidir con los primeros síntomas de declive de la tradición orfebre en la localidad; salvo excepciones, se trata en general de hombres procedentes de familias sin relación previa con la orfebrería, que buscan en el oficio un medio de vida alejado de las faenas agrícolas y del comercio, que ocupaban a la mayor parte de la población local. El primero que encontramos en este período es Mariano Luna Granado, nacido el 6 de febrero de 1892, hijo de Pedro Luna Cuello y de Felisa Granado Delgado775; creemos posible que fuese pariente del orive Mariano Granado Montañés, al que antes nos referíamos, y sabemos que vivió en la calle Barrasa entre 1921 y 1923776. Otro de los orives de que tenemos escasas noticias, que comienza a trabajar en esta época, es Francisco de Sande Herrero (1892-1932), que nació en Ceclavín el 6 de noviembre de 1892; era hijo de Leopoldo de Sande Oliveros y Eloísa Herrero Serrano, y por tanto sobrino del orive Juan Núñez Rodríguez-Arias, ya que su padre era hermano de la madre de éste, Hermelinda de Sande 768 148. 769 770 771 772 773 774 775 776

Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 42. Fol. 138v. Partida Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 25. Fol. 275. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 38. Partida 149. ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1917, 1923 y 1928. Ceclavín. Sigª: 5636, 5641 y 5642. ADPC. Censos electorales de 1945 y 1955. Ceclavín. Sigª: 5646 y 5655. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 28. Fol. 74. Testimonio de su nieta, Dña. María Ángeles Terrón Lozano. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 60v. Partida 36. ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1921 y 1923. Ceclavín. Sigª: 5639 y 5641. 212


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Oliveros777. De Francisco de Sande sabemos muy poco, se casó con María Plasencia Delgado en Ceclavín el 4 de abril de 1918, y tal vez aprendiera el oficio con su tío Juan Núñez, aunque éste falleció cuando Francisco apenas tenía quince años; de hecho tan sólo conocemos su ocupación como orive por la partida de bautismo de su hijo Leopoldo, nacido en abril de 1919, donde se dice que el padre es “de oficio orífice”778, pero la siguiente referencia de que disponemos es la de su fallecimiento en el año 1932779.

Fig. 76. Fotografía familiar de Eusebio Terrón Vinagre y Juana Rodríguez Pérez, hacia 1940.

Gabriel Rivera Perales (1894-1949) es otro de los orífices que también inicia su profesión en estos años; nació el 18 de marzo de 1894 y era hijo de Indalecio Rivera Pozas y de María Jesús Perales Mato780; por lo tanto, su madre era hermana del orive Perfecto Perales Mato, que sólo era nueve años mayor que Gabriel. Por ello, y siendo muy joven Perfecto para servir de maestro a su sobrino Gabriel, hemos de pensar que ambos debieron aprender en el taller de Canuto del Río, como ya apuntamos antes. En cuanto a Gabriel Rivera Perales, se casó el 13 de diciembre de 1919 con Josefina González Santos y sabemos que dos años más tarde vivían en la calle Aldea781, apareciendo ya Gabriel como orífice; en 1923 y 1928 la referencia del censo electoral indica que vivía en la calle San Pedro782, tras lo cual sabemos que se trasladó a la calle Santa Ana783 y posteriormente falleció en el año 1949784. Muy poco podemos decir de Felipe Soria Villegas, del que solamente sabemos que debió nacer en torno al año 1899, y que figuraba en el censo electoral de 1932 como orífice con domicilio en la calle Antonio Garay, pero falleció a una edad relativamente temprana, en el año 1945785, sin que al parecer ningún hijo continuara con el oficio. Y lo mismo cabe decir de Alejandro Blasco del Río, que a pesar de llevar apellidos tan vinculados al mundo de la filigrana en Ceclavín, ha dejado muy poca huella documental; tuvo que nacer alrededor de 1891 y sabemos que en 1932 ejercía el oficio en la calle Granadera, entonces llamada General Rodríguez Arias786, pero posteriormente debió abandonar la profesión 777 778 779 780 781 782 783 784 785 786

ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 135v. Partida 223. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 40. Fol. 263v. Partida 49. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 26. Fol. 168v. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 34. Fol. 35. Partida 54. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1921. Ceclavín. Sigª: 5639. ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1923 y 1928. Ceclavín. Sigª: 5641 y 5642. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 27. Fol. 279v. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 27. Fol. 214v. ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 213


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 77. Ceclavín. Casa que fue de Eusebio Terrón.

porque deja de aparecer como orífice en el censo electoral y sólo sabemos de su fallecimiento en el año 1961. De estos mismos años son también las referencias de Damián Simón del Río González, que nació el 27 de septiembre de 1896, y fue hijo de Ramón Simón del Río González y de Emilia González González787. Con toda probabilidad, existía un parentesco próximo entre la familia paterna de Damián y la de Canuto del Río, que es con quien seguramente aprendió el oficio el joven Damián; en 1923 sabemos que residía en la calle Antonio Garay, apareciendo como orífice, posteriormente se casó con su prima María Juana Sánchez González, el 17 de octubre de 1925, y en 1928 sabemos que se mantenía en el mismo domicilio788, pero en 1932 se había establecido ya en la calle General Rodríguez Arias; después de ello carecemos de otras noticias suyas. Por esta época empezamos a tener noticias de dos orives nacidos a caballo entre los siglos XIX y XX, se trata de los hermanos Tomás y Ángel Perales Amores, hijos del orive ya mencionado Pedro Perales Herrero y de Rufina Amores Corón. Tomás Perales Amores (1899-1974) nació el 7 de marzo de 1899789 y, obviamente, aprendió el arte de la filigrana de manos de su padre; casó con una prima suya, Felisa 787 788 789

ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 35. Fol. 29. Partida 57. ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1923 y 1928. Ceclavín. Sigª: 5641 y 5642. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 36. Fol. 10v. Partida 65. 214


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Amores Pérez, el 5 de abril de 1924, en 1928 residía en el número sesenta y cinco de la calle del General Rodríguez Arias790, y en 1955 seguía en el mismo lugar pero debía haber dejado el oficio, porque se le menciona como funcionario municipal791, constando su fallecimiento en el año 1974792.

Fig. 78. Firma de Tomás Perales Amores.

Del otro hermano, Ángel Perales Amores (1905-1984), sabemos que nació el 2 de octubre de 1905793 y se casó con Dolores Sánchez de Bustamante el 24 de septiembre de 1931; en ese mismo año comenzaba su andadura profesional como orífice, cuando consta que vivía en la calle General Rodríguez Arias794, debió trabajar unos cuantos años como orive en su pueblo, y así consta en el censo electoral de 1932795, aunque algo más tarde seguramente se dedicó a otros negocios, pues en 1945 y en 1965 vivía en el número cuarenta y seis de la calle José Antonio, siendo citado en los censos electorales como propietario796; tenemos conocimiento de su fallecimiento en el año 1984797. De entre los orives nacidos ya en el siglo XX, y que comienzan por estos años su actividad, otro de ellos es Pedro Amores Granado (1907-1981), hijo de Simón Amores González y de Petra Granado Méndez. Nació el 14 de marzo de 1907798 y con veinticuatro años contrajo matrimonio el 6 de agosto de 1931 con María de la Encarnación del Río Hernández799, hija del orive Gumersindo del Río González, por lo que suponemos que Pedro Amores se formó en el oficio en el taller del que después sería su suegro, Gumersindo del Río. En ese mismo año sabemos que el matrimonio vivía en la calle San Pedro800, y en 1945 se había establecido en el número catorce de la Plaza de España801, donde continuaba una década después; su hijo Francisco Amores del Río, nacido en 1932 también aprendió y ejerció el oficio de orive802. Con posterioridad a estas noticias sabemos que Pedro Amores Granado regentó durante años un bar que existía en la Plaza, frente al Ayuntamiento803, aunque de vez en cuando trabajara algo de filigrana, y falleció el 12 de octubre de 1981804.

790 791 792 793 794 795 796 797 798 799 800 801 802 803 804

ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 28. Fol. 253. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 39. Fol. 140. Partida 193. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1931. Ceclavín. Sigª: 5644. ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. ADPC. Censos electorales de 1945 y 1965. Ceclavín. Sigª: 5646 y 5667. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 29. Fol. 70. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 44. Fol. 128. Partida 94. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 39. Fol. 195. Partida 60. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1931. Ceclavín. Sigª: 5644. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. Testimonio de Dña. Mercedes de Sande Bustamante. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 29. Fol. 34v. Partida 26. 215


Juan Manuel Valadés Sierra El hermano de Pedro, Francisco Amores Granado, nació el 16 de enero de 1910805 y también aprendió el oficio, acaso también con el suegro de su hermano Gumersindo del Río. En el año 1932 ya se había establecido y figura como orífice en la calle San Pedro, al igual que su hermano806. Sin embargo, pronto se afincó en Malpartida de Cáceres, donde se casó con María González Gómez el 25 de mayo de 1940; en esa localidad seguía viviendo en 1945, aunque parece que su trabajo derivó más hacia la relojería, y posteriormente se estableció en Cáceres, donde vivió en la calle Margallo807. Un tercer hermano, Teodoro Amores Granado, fue también orive, pero muy pronto se marchó a Plasencia, y posteriormente se afincó en Ponferrada (León), donde parece que siguió ejerciendo la orfebrería808. Mariano Montañés Domínguez (1901-1990) también empieza a trabajar en estos momentos, había nacido el 26 de julio de 1901 en Ceclavín, hijo de Aquilino Montañés Rodríguez, propietario, y de María de la O Domínguez Viera809, la hija del orive Santiago Domínguez y de Eloísa Viera; así pues, Mariano era nieto y biznieto de orives por la parte materna, pero además su padre era hermano de Valentina Montañés Rodríguez, la madre del orive Mariano Granado Montañés, por lo que pudo haber aprendido el oficio de cualquiera de sus mayores. Sabemos que el 17 de enero de 1929 se casaba con María Esperanza Bustamante, y que en 1932 ejercía su oficio en la calle General Rodríguez Arias, donde aún continuaba en 1945810; posteriormente tuvo que abandonar la profesión, pues las referencias de esos años ya no se refieren a él como orive, viviendo hasta el año 1990811. Ya a finales de la década de 1920 sabemos que empieza a trabajar Eduardo Colombo Terrón (19081934). Nació el 5 de enero de 1908812, hijo del jornalero Constante Colombo Vinagre y de Jerónima Terrón Perales; es probable que se formara con Juan Corbacho Pozas o con su hijo Aquilino, pues la hermana de Eduardo, llamada Máxima Colombo Terrón, se casó en 1923 con Jorge Corbacho Rosado, uno de los nietos de Juan Corbacho. En cuanto a Eduardo Colombo, figura en el censo electoral de 1931 como orífice con residencia en la calle Centena813, pero sabemos que falleció en plena juventud, tres años después814. Así mismo, señalamos en este momento el nombre de Cándido Granado Fustes (1903-1946), hijo del orive Casimiro Granado Montañés y de Marciana Fustes Mirón, que nació el 22 de septiembre de 1903 815, y por nuestras noticias no tuvo una trayectoria profesional demasiado larga en Ceclavín. En el año 1932 ya ejercía como orífice en la calle Centena 816, y seis años después, 805 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 22v. Partida 12. 806 ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 807 Testimonio de Dña. Mercedes de Sande Bustamante. 808 Ídem. 809 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 119v. Partida 148. 810 ADPC. Censos electorales de 1932 y 1945. Ceclavín. Sigª: 5645 y 5646. 811 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 29. Fol. 169. 812 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 118v. 813 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1931. Ceclavín. Sigª: 5644. 814 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 26. Fol. 227. 815 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 201. Partida 196. 816 ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 216


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I en plena guerra civil, se casaba con Máxima Martínez Colombo, pero no parece que tuvieran descendencia en la profesión de la orfebrería; no hay muchas más noticias suyas hasta la fecha de su fallecimiento en el año 1946817. Policarpo Pozas Hernández representa también la continuidad en la tradición familiar haciendo honor a su primer apellido, y también al segundo de su padre, pues en él se aunaban dos de las más importantes estirpes de orives cacereños, la de los Pozas de Ceclavín y la de los Viera de Zarza la Mayor, descendientes directos de los Vieira de Braga. Policarpo nació el 3 de junio de 1903818 y fue el único hijo varón del orive Graciano Pozas Viera y de Martina Hernández de Sande; sin duda aprendió el oficio de su padre, y en 1928 sabemos que ya ejercía y vivía en la calle Álamos819; se casó el 3 de enero de 1930 con Juana Rodríguez González, y en 1932 aparece como orífice residente en la calle Barrasa820, pero carecemos de noticias acerca de su vida posterior. También podemos decir muy poco de Saturnino Lucas Paniagua, que nació el 22 de marzo de 1903, hijo del jornalero Enrique Lucas Granados y de Emilia Paniagua Granados821, que contrajo matrimonio el 25 de octubre de 1928 con Máxima Martín Sánchez y que en ese mismo año estaba establecido en la calle Antonio Garay822, donde seguía aún en el año 1932823, sin que tengamos noticias posteriores de él. Juan Manuel Sánchez Moreno es otro de los orives de los que tenemos escasa información; nacido en Miajadas en torno a 1900, se le cita ya en el censo electoral de 1928 sin que conste su domicilio824, y en 1945 le encontramos ejerciendo en la calla Santa Ana825; sabemos que se casó con Nicasia Terrón Vinagre, hermana del orive Eusebio Terrón, pero posteriormente carecemos de cualquier otra noticia suya en Ceclavín, apareciendo censado en 1955 en Garrovillas de Alconétar. Breve presencia tuvo así mismo Felipe Paín Domínguez, que había nacido probablemente en Alcántara en el año 1903, hijo del alcantareño Bernardo Paín Mola y de la ceclavinera Josefa Domínguez Rodríguez-Arias; se estableció en Ceclavín y aquí se casó el 4 de enero de 1928 con Julia Pérez Sánchez, momento en que residían en la calle Naranjos826 y Felipe ya ejercía su profesión. Aún en Ceclavín nacieron dos hijos de su matrimonio, y sabemos que en 1932 todavía mantenían aquí su residencia, entonces en la calle Santa Ana827, pero muy probablemente abandonaron la localidad para establecerse también en Garrovillas, donde se confirmaba en 1938 su hijo Francisco828 y donde también contraía matrimonio su hijo José en el año 1952, lo que permite suponer que la familia terminó arraigando en la localidad de Alconétar. Por su parte, Daniel Juan Pozas Amores era hijo del orive Ruperto Pozas Antúnez y de Gregoria Amores Martín; nació en Ceclavín el 10 de abril de 1904 829 y con toda probabilidad

817 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 27. Fol. 241v. 818 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 145. Partida 122. 819 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. 820 ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 821 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 119v. Partida 70. 822 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. 823 ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 824 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Ceclavín. Sigª: 5642. 825 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. 826 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 43. Fol. 37v. Partida 182bis. 827 ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 828 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 43. Fol. 202v. Partida 134. 829 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 39. Fol. 279. Partida 73. 217


Juan Manuel Valadés Sierra aprendió el oficio con su padre, heredando su negocio y también el de su hermano Miguel, prematuramente fallecido. Se casó el 11 de noviembre de 1939 con Francisca Granado Fustes, que era a su vez hija del orive Casimiro Granado Montañés y por tanto hermana del también orive Cándido Granado Fustes; Daniel, que fue más comúnmente conocido con el nombre de Juan, aparece ya como orífice en el censo electoral del año 1932, como residente en la calle del Cristo, pero después de la guerra civil le encontramos viviendo en la calle Vichuela 830, y después de 1945 perdemos toda referencia suya. Muy poco sabemos de otro orive nacido también en el seno de una familia relacionada con el oficio, se trata de Marceliano, o Marcelino, Guardado Ortiz, que debió nacer en torno al año 1906 hijo de Nicolás Guardado Pozas y Dionisia Ortiz Rodríguez; su hermana, Justina Guardado Ortiz, se casó en 1918 con el orive Saturnino Bustamante Mendoza831, hermano del también orive Antonio Bustamante Mendoza, de quienes ya hemos hablado, por lo que es de suponer que estos dos orives, nueve y veintiún años respectivamente mayores que Marceliano, contribuyesen al aprendizaje de éste. De Marceliano sólo sabemos que en 1932 trabajaba en su oficio con domicilio en la calle Naranjos832, pero después de eso probablemente abandonó la ocupación, pues no hemos encontrado más noticias suyas como orive, a pesar de que sabemos que falleció en el año 1976833. Y poco más podemos decir de Pedro Mendoza Fernández, que aparece en el censo de 1932 como orífice, con veintiséis años de edad y domicilio en la calle Eljas834, pero del que carecemos de cualquier otra referencia. Vicente Blasco Oliveros es otro orfebre que inicia su andadura profesional en los años inmediatamente anteriores a la guerra civil; había nacido el 16 de agosto de 1907 y era hijo del orive Honorio Blasco Amores, a quien ya nos hemos referido, y de Simona Oliveros Gallego835; aunque consta como orífice en activo en el censo de 1932836, domiciliado probablemente en el hogar paterno de la calle General Rodríguez Arias, cabe pensar que debió ausentarse de Ceclavín sin que conste su retorno, pues se casó el 11 de noviembre de 1945 con Carmen Payo Corbacho en la parroquia de El Granado, provincia de Huelva. No tenemos tampoco mucha información sobre Tomás Paniagua Rivero, que nació el 11 de junio de 1908, hijo del jornalero Ignacio Paniagua de Sande y de Jacinta Rivero Monroy 837, y que en 1932 vivía en la calle del Concejo, apareciendo identificado como orífice. También en estos mismos años vemos ya trabajando a otro joven orive, llamado Julián Bustamante Pulido, nacido en Aliseda en torno al año 1909, aunque hijo de los ceclavineros Julián Bustamante Salvador y Fidela Pulido Carbajo. Hay que decir que el padre de Julián era hermano de Cayetana Bustamante Salvador, madre de los orives Crispín y Julián Soria Bustamante, casi veinte años mayores que su primo Julián Bustamante Pulido, por lo que no es aventurado pensar que éste pudo aprender el oficio de ellos. Desde luego, con tan solo 23 años le encontramos ya censado como orífice en la calle Barrasa838, y sabemos que contrajo matrimonio el 25 de octubre de 1934 con Emilia Carrasco 830 831 832 833 834 835 836 837 838

ADPC. Censos electorales de 1932 y 1945. Ceclavín. Sigª: 5645 y 5646. Archivo parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 40. Fol. 274v. Partida 71. ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 28. Fol. 272v. ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 78. ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 162v. Partida 93. ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 218


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Lajas, natural de Valverde del Fresno aunque residente en Ceclavín839, pero después de eso carecemos de otras noticias posteriores sobre este orive. Escasa información podemos dar sobre Eusebio Rodríguez Arias, que nació el 5 de marzo de Fig. 79. Firma de Marceliano Guardado Ortiz. 1908, hijo del albañil Dimas Rodríguez Cortés y de Epifania Arias Méndez840. Solamente sabemos de él que en 1932 trabajaba ya como orive y vivía en la calle Vichuela841, sin que sepamos si continuó en el oficio o tal vez se marchó fuera de Ceclavín. Por otro lado, con sólo 22 años sabemos que ya ejercía su oficio de orífice Francisco Alonso Largo, a quien no creemos nacido en Ceclavín, pero que en 1932 aparece censado en la calle Temprano y con la fecha de nacimiento del 12 de noviembre de 1910842, pero carecemos de cualquier otra información sobre él. Hemos de citar así mismo a dos orives que son coetáneos de los que acabamos de referir, y que nacieron y probablemente aprendieron el oficio en Ceclavín pero desarrollaron toda su trayectoria profesional fuera de la localidad. Nos referimos en primer lugar a Marcial Barco Méndez, a quien ya aludimos antes, nacido el 5 de marzo de 1905, hijo de Pedro Barco López, que era labrador, y de Modesta Méndez Amores843; creemos que Pedro Barco era primo de Argimiro Barco, y probablemente Modesta Méndez era hermana de Petra Méndez Amores, la esposa del orive Laudencio Rufo Ibarra, de modo que el aprendizaje de Marcial debió hacerse con uno u otro de estos maestros ceclavineros; debió marcharse muy pronto a Cáceres, donde se casó con Máxima Corbacho Lucas, la hija del también orive Juan Corbacho Pozas, a que ya nos hemos referido, quien por entonces ya tenía un próspero negocio de joyería y relojería en el que entró Marcial a trabajar. El otro de estos orives es Modesto Barco Corbacho, hijo de nuestro ya conocido orive y empresario Argimiro Barco y de Simona Corbacho; nació el 4 de noviembre de 1907844 y sin duda aprendió el oficio con su padre, heredando su maestría y extraordinaria habilidad. En 1932 aparece como orive viviendo en la calle General Rodríguez Arias845, pero inmediatamente después de eso se traslada a Plasencia, donde sabemos que ya residía en 1933, y tras unos años de ejercicio en la capital del Jerte terminará marchando a la isla de Mallorca. Entre los orives que comienzan su actividad en vísperas de la guerra civil de 1936, y que también desarrollarán su carrera profesional fuera de Ceclavín, destaca desde luego el caso de Juan Rosado 839 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 13. Fol. 3. Partida 35. 840 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 138v. Partida 46. 841 ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 842 Ídem. 843 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo de Ceclavín. Libro de Bautizados nº 39. Fol. 71. Partida 55. 844 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 106. 845 ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 219


Juan Manuel Valadés Sierra González, que nació el 28 de junio de 1909, hijo del sastre Fructuoso Rosado González y de Dionisia González Cortés846. No tenemos datos que nos permitan suponer en cuál de los talleres ceclavineros aprendió el arte de la platería, siendo además de una familia no vinculada con esta ocupación, pero desde luego sabemos que desde muy joven ya había adquirido un gran dominio del oficio, pues con apenas veintitrés años y todavía soltero figura en el censo electoral como orífice con domicilio en la calle Antonio Garay847. Nos consta también que se casó en Ceclavín el 12 de julio de 1934 con Presentación Cortés Sánchez, pero en los años inmediatamente posteriores a la contienda civil debió marcharse de su pueblo natal para asentarse en la capital de la provincia, pues ya no figura en el censo de 1945. Sabemos que en enero de 1946 ya vivía en Cáceres, donde solicitaba licencia para apertura de su negocio de joyería, dedicándose a él durante largos años y teniendo continuidad en las dos joyerías que todavía hoy se mantienen abiertas con su nombre. En resumen, los años que transcurren desde el cambio de siglo hasta la guerra civil son, como hemos señalado, los del auge de la orfebrería ceclavinera; si en 1900 contabilizábamos treinta y tres orives trabajando, en 1910 ya hay cuarenta y un hombres, entre maestros y oficiales, que laboran en los distintos talleres del pueblo, pero la cifra va subiendo a lo largo de este período, pues en 1920 son medio centenar los orífices que trabajan simultáneamente en Ceclavín, y en 1930 esa cifra sube hasta los sesenta y un varones, en el momento álgido de la historia de la orfebrería ceclavinera. Sólo en los años inmediatamente anteriores a la guerra civil se detecta un inicio del declive de la actividad, bajando a cerca de cuarenta los orives que trabajaban en 1936; ello se explica en parte por la salida de varios maestros y oficiales de la localidad, fundamentalmente hacia Cáceres y Plasencia, pero debe interpretarse el descenso de la producción en clave de la crisis económica mundial causada por la Depresión de 1929 y por la particular crisis económica y política que afecta a España en la década de los años treinta del siglo pasado, lo que, unido a un inicio en el cambio de las modas imperantes, seguramente retrajo la demanda de este tipo de joyería. El cuadro que presentamos a continuación adscribe los orives de este período a los talleres que funcionaban al iniciarse el siglo XX; obviamente, dichos talleres fueron cambiando a lo largo del primer tercio del siglo y surgieron otros que no se recogen como tales en el cuadro, como sucede por ejemplo con el de Argimiro Barco, cuyos oficiales aparecen citados en la órbita de los hermanos Pozas Antúnez, de los que de algún modo fue heredero el taller de Argimiro. Así mismo, el epígrafe “Otros” recoge la aportación de varios orives que funcionaron de manera autónoma al igual que otros talleres de menor envergadura que los principales, es decir los de Argimiro Barco y Luciano Morán, como pueden ser los de Lucio del Río o Eusebio Terrón.

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Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 274v. Partida 118. ADPC. Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 220


Los orives. OrfebrerĂ­a de filigrana en la provincia de CĂĄceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

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Juan Manuel Valadés Sierra

El declive de la orfebrería de filigrana en Ceclavín (1936-...) La guerra civil de 1936-39 supone para la orfebrería en Ceclavín un durísimo golpe del que el negocio nunca llegará a recuperarse. Si en los propios años del conflicto bélico se reduce mucho la producción, por la casi desaparición del mercado, los de la primera posguerra son tiempos muy difíciles para los orives; la demanda de oro prácticamente desaparece, y el propio metal se convierte en una rareza atesorada por aquellas familias que consiguen evitar la venta de las joyas que guardan; en su lugar, la plata en su color o dorada pasa a convivir con el cobre dorado que los profesionales ceclavineros trabajan con gran maestría creando joyas efectistas pero de escaso valor, que son las que únicamente se venden con alguna facilidad en esos años de penurias. Si bien los principales talleres del pueblo sobreviven a la contienda y a la crisis postbélica, vemos cómo cada vez se incorporan menos orífices a la profesión; así, en la década de los años cuarenta apenas siete jóvenes empiezan a trabajar como orives, pero ese número se reduce todavía más en el siguiente decenio, de tal forma que en los años sesenta ya prácticamente no se inicia ningún joven en el oficio. En el cuarto de siglo que va desde el final de la guerra hasta 1964 sólo quedan trabajando algunos de los orives que ya venían haciéndolo en las décadas anteriores, pero la falta de relevo generacional lleva inexorablemente a una virtual desaparición de la orfebrería de filigrana en la localidad; en el año 1940 contabilizamos treinta y dos maestros y oficiales en activo, sumando los que ya lo hacían antes a los que se incorporan de nuevo al oficio, pero esa cifra cae hasta los veintiséis profesionales que documentamos una década después, y la bajada es mucho más importante, pues en 1960 ya sólo hemos podido contabilizar quince orives activos en Ceclavín, de los cuales seis ya tenían más de sesenta y cinco años, y los otros no siempre tienen la orfebrería como única ocupación laboral. Es probable que durante los años del conflicto bélico, o desde luego en la temprana posguerra comenzase a trabajar Claudio González López (1912-1989), que nació el 12 de junio de 1912; era hijo de Juan González Méndez, labrador, y de Petra López Arias848; sabemos que su madre, Petra, era hermana de Sacramento López Arias, la esposa del orive Crispín Soria Bustamante, y que Claudio se casó el 11 de noviembre de 1939 con la hija de Juan Galán Morán, Ángela Galán Mendoza, que era además sobrina de los orives Eusebio y Leoncio Mendoza Oliveros; aunque nos consta que Crispín Soria fue quien inició en el oficio a Claudio González, también parece que trabajó con Eusebio Mendoza, pues uno de los libros de orive que se conservan en el Museo de Cáceres, que perteneció a Claudio, lleva una leyenda de propiedad de Maximiliano Mendoza, hijo de Eusebio, quien debió abandonar el oficio y cederle a Claudio los libros y herramientas de su padre. Así mismo, a través de Eusebio debió llegar también a manos de Claudio González el libro de dibujos que fue de Luciano Morán Morato, al que ya nos hemos referido, dado que ya hemos señalado que Luciano fue quien le enseñó el oficio a Eusebio Mendoza. Sabemos que Claudio González estaba ya en activo como orive en el año 1945, momento en que aparece como residente en la calle Altozano849; en 1948 firma y fecha el citado libro de orive conservado en el Museo, y es que Claudio fue el orive que cedió a la Diputación Provincial de Cáceres la totalidad de las herramientas de su taller, algunas joyas hechas por él y los citados cuadernos, todo lo cual forma parte en la actualidad de la colección del Museo de Cáceres y fue parcialmente estudiado y publicado en uno de los escasos trabajos existentes sobre la tecnología de la filigrana cacereña (González y González, 1989: 443-450). Lo más probable es que algunas de esas herramientas perteneciesen a Eusebio Mendoza Oliveros o a otros de los orives con los que tuvo relación de parentesco. En el censo electoral de 1955 848 849

Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 263v. Partida 87. ADPC. Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. 222


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 80. Fotografías de Claudio González y de su esposa, Ángela Galán, en sortijas confeccionadas por el propio Claudio.

Claudio González sigue apareciendo como residente en la calle del Concejo, aunque para entonces había enviudado y tal vez abandonado su oficio, pues se le menciona como peón850, o bien estaría ejerciendo otros empleos al no poder mantenerse únicamente con su trabajo como orive, pues en 1965 figura como obrero agrícola851; de hecho, en la partida de su entierro, que tuvo lugar el 4 de junio de 1989 se vuelve a especificar que era “jubilado obrero”852. Por la misma época posterior a la guerra civil, documentamos también el caso de Mariano Soria Rodríguez, que debió nacer en torno al año 1910, hijo de Mariano Soria Vidal, jornalero de oficio, y de Saturnina Rodríguez Cortés853. Parece claro que Mariano Soria Rodríguez debió aprender el oficio de su tío, el orive Santiago Soria Vidal, y sabemos que ya lo ejercía en 1945, viviendo entonces en la calle Mangas854; diez años después es mencionado como “platero” en el censo de 1955 con domicilio en el número doce de la calle José Antonio855, pero carecemos de posteriores noticias suyas. Coetáneo de los orives que vamos viendo es también Félix Rodríguez Bustamante, del que poco sabemos; su nacimiento tuvo lugar el 8 de noviembre de 1910856, en una familia aparentemente no relacionada con la orfebrería, pues su padre, Bernardo Rodríguez Blasco, era jornalero, y no nos consta que tampoco la madre, María Bustamante González, tuviese algún familiar orive. El 7 de noviembre de 1934 se casó con Guillerma Ibarra Rubio, y con ella vivió en el número cinco de la calle Nueva al menos entre 1945 y 1955857, manteniendo su actividad como orífice tras esos años, si bien en el censo electoral de 1965 se le menciona como industrial858. 850 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 851 ADPC. Censo electoral de 1965. Ceclavín. Sigª: 5667. 852 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 29. Fol. 157. Partida 24. 853 Localizamos la partida de bautismo de su hermana Josefina. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 40. Fol. 177. Partida 50. 854 ADPC. Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. 855 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 856 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 110v. Partida 186. 857 ADPC. Censos electorales de 1945 y 1955. Ceclavín. Sigª: 5646 y 5655. 858 ADPC. Censo electoral de 1965. Ceclavín. Sigª: 5667. 223


Juan Manuel Valadés Sierra En cuanto a Justino Lucas Paniagua, era ocho años más joven que su hermano, el también orive Saturnino Lucas, al que nos referimos antes. Creemos que los comienzos de Justino en el oficio de la orfebrería tuvieron lugar desde luego tras la guerra civil; había nacido el 12 de abril de 1911859, y ya mencionamos que su padre, Enrique Lucas, era jornalero. Se casó con Basilisa García Santos, de la que tampoco conocemos vínculos familiares con otros orives, el 16 de octubre de 1940, y poco después de ello sabemos que vivía en la calle San Pedro, apareciendo ya como orífice de profesión860; sin embargo algún tiempo después abandonó Ceclavín para establecerse en Cáceres, donde residía en 1955. Creemos que este orive debió ser oficial de Argimiro Barco en las primeras épocas de su ocupación profesional, pero después terminó marchando a Cáceres y especializándose en el arreglo de joyas, para lo que solía colaborar con Agustín Pozas861. Entre los muchos orives que por esta época se inician en el oficio figura también Lorenzo Rubio Mirón (1910-2008), hijo de Ambrosio Rubio Cantero, que era barbero de oficio, y de Eugenia Mirón Rosado. Nació el 29 de septiembre de 1910 y era nieto de Florentina Cantero, la madre del orive Vicente Mirón Cantero, que había contraído segundas nupcias862. Por ello podemos suponer que los primeros pasos que Lorenzo dio en la profesión tuvieron que ser con su tío Vicente, y probablemente esta iniciación fuese tardía, puesto que no nos consta como orífice en ejercicio antes del año 1955, cuando ya contaba cuarenta y cinco de edad, y vivía en el número dieciocho de la calle Queipo de Llano863; creemos que Lorenzo abandonó Ceclavín, y probablemente también su oficio, falleciendo en Madrid el 15 de febrero de 2008. Es interesante, también en esta época, el caso de Nemesio Criado de Blas, un orive ceclavinero nacido en Mogarraz el 19 de diciembre de 1915, hijo de Sebastián Criado Herrera y de Ascensión de Blas Gutiérrez, ambos también mogarreños. Su pertenencia a la Casa del Pueblo de Mogarraz le llevó a ser denunciado y detenido en el año 1937 como elemento peligroso y acusado de “adhesión a la rebelión”; a pesar del sobreseimiento de la causa, estuvo también en el campo de concentración de Medina de Rioseco (Valladolid), saliendo en libertad poco después864. Es posible que la familia de Nemesio tuviera algún vínculo con el mundo de los orives y por esa vía aprendiera el oficio y entablara alguna relación profesional con el orive ceclavinero Miguel del Río Nacarino, de quien ya hemos hablado. Tal vez azuzado por la necesidad de abandonar su pueblo natal, al estar políticamente marcado en aquellos duros años de la posguerra, el caso es que Nemesio Criado conoció y se casó con una hija de aquél, Emilia del Río Gómez, y lo hizo en la parroquia de San Nicolás de Plasencia el 21 de octubre de 1947, estableciéndose la familia en Ceclavín donde bautizaron a sus hijos José Manuel, en 1950 y Ascensión, en 1951865. De Nemesio sabemos que en el año 1955 vivía en el número cuarenta de la calle Larga, entonces llamada de José Antonio866, introdujo el botón charro en la platería ceclavinera, y permaneció en la localidad 859 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 153v. Partida 59. 860 ADPC. Censo electoral de 1945. Ceclavín. Sigª: 5646. 861 Según testimonio de D. Vicente Pozas Barco, quien sin embargo recordaba que su nombre de pila era Faustino. 862 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 38. Fol. 97v. Partida 162. 863 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 864 Datos tomados de la base de datos de la Asociación Salamanca Memoria Justicia. http:// salamancamemoriayjusticia.org/vic_ver.asp?id=15549 [Consultado el 25 de febrero de 2016]. 865 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 13. Fol. 296v. Partida 23(2) y Libro de Bautizados nº 47. Fols. 501 y 577. Partidas 56 y 90. 866 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 224


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I trabajando con su suegro y aun después de fallecer éste, hasta que en el año 1973 se marchó con toda su familia a Madrid, donde ya permaneció hasta su fallecimiento867, pese a que también trabajara, para su localidad natal; de hecho, en Madrid hizo muchas joyas destinadas a los trajes de vistas de La Alberca868, que le encargaban desde esta localidad y desde Mogarraz; así mismo fue premiado por un collar de “carretes” y “bollagras” que su familia donó para las joyas de la Virgen del Encinar, patrona de Ceclavín869. Como ya apuntamos en su momento, otro de los orives que son conocidos en Ceclavín durante las décadas centrales del siglo XX es Pedro Granado de Sande (1920-1989), hijo del también orive Isidoro Granado Perales y de Heliodora de Sande Rodríguez. Nació el 20 de mayo de 1920870, y sin duda aprendió el oficio con su padre. Se casó con Petra Paniagua Gasco el 1 de marzo de 1947, y en 1955 le encontramos en el censo electoral de la localidad como orífice residente en el número 16 de la que entonces se llamaba calle General Rodríguez Arias871. Ejerció su profesión durante bastantes años, ganó el primer premio de artesanía que concedía cada año la Feria del Campo en dos ocasiones, y parece que obtuvo varios galardones en Hispanoamérica, se preocupó mucho de transmitir el oficio a los más jóvenes, pero a mediados de la década de 1960, como tantos otros orífices, tuvo que abandonar el oficio por su escasa rentabilidad en aquel momento, ejerciendo diferentes ocupaciones para terminar como distribuidor de gas butano872. No obstante, Pedro Granado de Sande, apodado “Borrega”, puede ser considerado como uno de los últimos y grandes orives de Ceclavín, apareciendo así orgullosamente identificado este oficio en la partida de entierro emitida tras su muerte el 9 de marzo de 1989873.

Fig. 81. Nemesio Criado de Blas, en su juventud

Fig. 82. Pedro Granado de Sande.

Los hermanos Jesús y Domingo Corbacho Hernández pertenecen también a una importante estirpe de orives ceclavineros. Eran hijos del orive Teodoro Corbacho Amores y de Anastasia Hernández Bustamante, de manera que adquirieron los conocimientos y el dominio del oro y la plata con toda probabilidad de su padre o de su tío, Argimiro Barco; Jesús Corbacho (1924-1991) 867 Testimonio de su hija, Dña. María Criado del Río. 868 Al menos así lo afirma Pilar Magadán Chao en su pregón del 4 de agosto de 2006. http://www.mogarraz. es/_mgz_pdf/pregon_2006.pdf [Consultado el 25 de febrero de 2016)] 869 Testimonio de su hija, Dña. María Criado del Río. 870 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 41. Fol. 61v. Partida 81. 871 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 872 Testimonios de su hija Dña. Carmen Granado Paniagua y de su nieta Dña. María Mirón Granado. 873 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 29. Fol. 150. Partida 10. 225


Juan Manuel Valadés Sierra nació el 17 de mayo de 1924, y su madrina de bautismo fue su prima hermana Juana Mendoza Corbacho874, hija del orive Eusebio Mendoza Oliveros; ya con cuarenta y dos años, contrajo matrimonio con María Jesús Sánchez Fustes el 4 de enero de 1967, pero en el año 1955 ya estaba establecido como orífice domiciliado en el número cuarenta de la calle Rodríguez Arias875, el que había sido hogar de su padre, fallecido ese mismo año. Tras su boda, Jesús permaneció en Ceclavín durante toda su vida, trabajando en su taller y probablemente también para sus primos establecidos en Cáceres, falleciendo el 4 de abril de 1991 a los sesenta y seis años876. En el taller de Argimiro Barco, o más bien con su nieta Julia Pozas Barco, parece que también trabajó Basilia Pérez, esposa del zapatero Aquilino Rosado; el hijo de este matrimonio, Isidro Rosado Pérez aprendió el oficio y también trabajó como orive, transmitiendo sus conocimientos a sus tres hijas, Inés, Marina y María877. Hoy día una de sus nietas, Lorena Castro Rosado, aún trabaja diseñando joyas, aunque establecida en Barcelona. En cuanto a Domingo Corbacho Hernández (1928-1991) nació el 5 de agosto de 1928878 y, todavía soltero, en el año 1955 trabajaba ya como orífice en el mismo hogar paterno del número cuarenta de la calle General Rodríguez Arias; se casó no mucho después de eso, el 14 de agosto de 1957, a una edad más temprana que su hermano, con su prima segunda Amalia Bustamante Bustamante. Lo más probable es que tuviera que abandonar el oficio, pues el censo electoral lo menciona como obrero agrícola en 1965879, falleciendo el 23 de julio del mismo año que su hermano Jesús880, sin que ningún descendiente de Domingo o de Jesús continuase en el oficio. Brevemente citamos la referencia de otro de los muchos orives que se formaron en talleres de Ceclavín a pesar de carecer de antecedentes de este oficio en sus familias; es el caso de Pedro Fanegas Méndez, hijo del guardia civil Cesáreo Fanegas Rubio y de Avelina Méndez Granados, ambos naturales del cercano Piedras Albas. Pedro Fanegas nació en Ceclavín el 26 de marzo de 1925881 y a sus treinta años era un conocido orífice en la localidad con domicilio en el número veinticuatro de la calle Santa Ana882, careciendo de datos posteriores sobre él; es preciso decir que en esta época, y ya desde antes de la guerra civil, bastantes jóvenes de ambos sexos, pero sobre todo mujeres, entraron a trabajar en algunos de los talleres de orfebrería que funcionaban en Ceclavín, quedando de ello un testimonio oficial en los censos electorales sólo en el caso de los varones, ya que las mujeres no reflejaban esta ocupación en el registro censal, apareciendo siempre como dedicadas a “sus labores”. También por estos años está trabajando ya Juan Terrón Rodríguez (1908-1981), el hijo de Eusebio Terrón Vinagre, a quien ya mencionamos brevemente. Nació el 8 de septiembre de 1908883 y, obviamente aprendió el oficio de su padre, que en aquellos años dirigía uno de los talleres más importantes de Ceclavín (Velasco, 1986: 36). En el censo de 1955 aparece ya Juan Terrón, aún soltero, como orífice con

874 875 876 877 878 879 880 881 882 883

Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 42. Fol. 110v. Partida 92. ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 29. Fol. 186v. Partida 10. Testimonio de su sobrina Dña. Clemen Rosado. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 43. Fol. 192v. Partida 114. ADPC. Censo electoral de 1965. Ceclavín. Sigª: 5667. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 29. Fol. 195. Partida 27. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 42. Fol. 187. Partida 61. ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 190. Partida 148. 226


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I residencia en el número doce de la calle Naranjos884, y cinco años después, el 12 de octubre de 1960, se casaba con Ángela Lozano Escalera. Debió trabajar, pues, durante más de treinta años hasta su fallecimiento en el año 1981, si bien creemos que abandonó total o parcialmente la profesión, pues en el censo electoral de 1965 se le cita como obrero agrícola885. No sabemos mucho sobre otros dos orives ceclavineros, Benito Serrano Avila y Jesús Cortés Hernández. El primero de ellos debió nacer en torno al año 1926, probablemente fuera de Ceclavín, era hijo de un maestro de escuela y se formó en el taller de Argimiro Barco, del que fue oficial886; posteriormente solamente sabemos de él que en 1955 trabajaba como orífice en su domicilio del número trece de la calle Santa Ana887; Jesús Cortés, por su parte, sí que era natural de Ceclavín, donde nació el 24 de diciembre de 1930, hijo de Leoncio Cortés Lucero y de Emeria Hernández Romero888, quienes carecían de relación con el oficio. El 25 de marzo de 1954 se casó con Manuela Pascual Hernández, y un año más tarde ejercía su oficio de orive en el número 114 de la calle Calvo Sotelo889. Tampoco tenemos mucha más información sobre Emiliano Arjona Acedo, que debió nacer alrededor de 1933, hijo del labrador Carlos Arjona Talavera, y que en el año 1955 figura como orífice de sólo veintidós años de edad viviendo en el domicilio paterno del número tres de la Cantarranas890; diez años después continuaba en el mismo domicilio pero el censo electoral lo menciona ya como empleado de una empresa891. Caso similar es el de Luis Mirón Ribero, que nació el 2 de mayo de 1932, hijo de Onofre Mirón Moreno y de Francisca Ribero Rosado892, en 1955 ya estaba trabajando como orive y vivía en el número 21 de la calle San Pedro893, pero tal vez marchó a la ciudad de Cáceres, donde se casó el 6 de enero de 1963 con Teresa Gago Martín, si bien consta que en el año 1965 vivía de nuevo en Ceclavín, en el número ocho de la calle Pósito894. Otro orive que sigue la tradición familiar a mediados del siglo XX es Francisco Amores del Río, cuyos apellidos le delatan como perteneciente a una dinastía de grandes orives de la localidad. Nació el 10 de noviembre de 1932 y era hijo del orive Pedro Amores Granado y de Josefa del Río Hernández895, es decir, sobrino del también orive Francisco Amores Granado y nieto del maestro orífice Gumersindo del Río. A sus veintitrés años estaba censado como orive en el número catorce de la Plaza de España896; se casó el 27 de julio de 1962 con Cándida Granado Granado y ejerció el oficio durante bastantes años. Por aquellos años seguía trabajando una mujer, llamada Andrea Tomé Montes, quien durante muchos años trabajó para otros maestros, especializándose al parecer en la fabricación del botón charro, que elaboraba en plata. Andrea continúa viviendo en la actualidad en el Barrio de Cañas, en el Pozo de Arriba897, y hasta hace muy poco tiempo se ha mantenido activa en su oficio.

884 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 885 ADPC. Censo electoral de 1965. Ceclavín. Sigª: 5667. 886 Testimonio de su primo D. Julián Villegas Serrano. 887 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 888 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 44. Fol. 85. Partida 7. 889 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 890 Ídem. 891 ADPC. Censo electoral de 1965. Ceclavín. Sigª: 5667. 892 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 44. Fol. 213v. Partida 102. 893 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 894 ADPC. Censo electoral de 1965. Ceclavín. Sigª: 5667. 895 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 44. Fol. 263. Partida 201. 896 ADPC. Censo electoral de 1955. Ceclavín. Sigª: 5655. 897 Testimonio de su sobrina, Dña. Felisa Tomé Amores. 227


Juan Manuel Valadés Sierra En el año 1976 María Ángeles González Mena escribía que diez años antes, es decir, a mediados de los años sesenta del siglo pasado, se había perdido definitivamente la tradición de la orfebrería en Ceclavín, al igual que en Torrejoncillo (González Mena, 1976: 110), y cinco años después Consolación González Casarrubios señalaba que ya no quedaba ningún taller activo en la localidad; ella sólo pudo entrevistar a un orive ceclavinero llamado Pedro González, que ya llevaba varios años retirado (González Casarrubios, 1981: 27)898. Sin embargo, sabemos que a partir de mediados de los años ochenta la Junta de Extremadura puso en marcha unos cursos de formación para el empleo entre los que incluyó una actividad destinada a rescatar del olvido la orfebrería en Ceclavín, que por entonces llevaba casi veinte años completamente abandonada; en aquel momento, el orive Pedro Granado de Sande “Borrega”, a quien ya hemos mencionado y que llevaba varios años alejado del oficio, contactó con dos mujeres que también lo habían aprendido de sus mayores y entre los tres diseñaron un programa formativo que duró varios años. Una de esas mujeres fue Juana Leal Corón “Carrugila” (1933-2006), que había nacido en Ceclavín el 4 de mayo de 1933 y que había aprendido el oficio en el taller de Argimiro Barco; siempre trabajó para este maestro, incluso después de haberse casado con un carnicero, abandonando el oficio cuando Argimiro falleció, hasta que Pedro Granado la llamó para participar en esta nueva experiencia. Juana falleció el 23 de agosto de 2006 tras haber tenido una importante participación en la salvación de la orfebrería en Ceclavín899. La otra mujer ceclavinera que colaboró con Pedro Granado en aquellos cursos de formación es Julia Pozas Barco, hija del orive Agustín Pozas Amores y de Herminia Barco Corbacho, y por lo tanto sobrina de Modesto Barco Corbacho y nieta del propio Argimiro Barco Pozas; nació en Cáceres en el año 1932 y pasó en la capital sus primeros años, pero siempre viajó con frecuencia a Ceclavín, donde pasaba temporadas cada vez más prolongadas con sus abuelos y donde aprendió del gran maestro Argimiro Barco el arte de la filigrana. Julia Pozas llegó a dominar todas las facetas del trabajo de la “orivería”, como ella denomina este arte, y lo ejerció en el taller de su abuelo, pero éste falleció en 1956, en plena juventud de Julia, y ello conllevó que abandonase la profesión, pues en Ceclavín no había precedentes de que una mujer regentase un taller. Además, el 3 de diciembre de 1955 Julia se había casado con el ganadero Severiano Rosado Sánchez900, lo que la llevó también a abandonar totalmente el oficio durante casi treinta años. La organización de los citados cursos supuso para Julia la recuperación de una actividad que nunca había olvidado, pese a sus iniciales temores… [Pedro Borrega] fue quien me dijo a mí, “Julia, ¿no te quieres meter?” Y a otra señora que había mayor, igual que yo, y le dijimos, pues mira anda pues si ya ni nos vamos a acordar, pero él dice, “sí os acordáis”. Total, que vino, estuvimos unos cuantos de días y luego ya empezamos con los muchachos pequeños aquí, se hizo aquí un curso, lo que pasa es que ya era distinto. […] Con mi abuelo […] cuando falleció él lo dejamos, y hemos estado muchos años sin hacer nada, y luego ya es cuando empezamos, vino Pedro Borrega y dijo, vamos a hacer entre los tres, porque él era uno de los orives, y otra chica que era igual que yo y entre los tres qué vamos a hacer, hacemos un curso y a ver si las muchachas aprenden. Y ya empezamos, empezamos, y seguimos901.

Al parecer, fueron chicas jóvenes la mayoría del alumnado de aquellos cursos; en ellos, los aprendices comenzaban su andadura profesional trabajando el hilo de plata y creando joyas de la mano de los tres 898 Creemos que debe tratarse de una errata, y en realidad era Claudio González, quien por entonces contaba con sesenta y nueve años de edad. 899 Testimonio de su sobrina, Dña. Ana María Guardado Leal. 900 Archivo Parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Casados nº 14. Fol. 128. Partida 45. 901 Testimonio de Dña. Julia Pozas Barco. 228


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 83. Dos generaciones de orives ceclavineros, Julia Pozas Barco y su hijo Domingo Rosado Pozas.

profesores elegidos, quienes hicieron una gran labor de recuperación del arte de la filigrana. Se llegó a vender parte de la producción del curso, particularmente en el Festival de Teatro Clásico de Alcántara, cuya primera edición tuvo lugar en 1984, sin embargo los frutos obtenidos no fueron los deseados, pues sólo uno de los alumnos llegó a ejercer la profesión y sigue haciéndolo en la actualidad. El orive a que nos referimos, que aprendió de los tres maestros, pero sobre todo de Julia Pozas, no era otro que su propio hijo Domingo Rosado Pozas. Era apenas un niño cuando se empezaron a realizar los cursos y sólo participó en su última edición, en la que realmente adquirió los primeros rudimentos del oficio que posteriormente completó gracias a la ventaja de contar con su madre y con el maestro de Torrejoncillo Vicente Martín Sánchez. Al finalizar la acción formativa, Domingo vio un futuro laboral en la que había sido la ocupación de su bisabuelo y de su abuelo, y lo consiguió gracias a los consejos de su madre y a los conocimientos que también le transmitió Vicente Martín; rescató el “cajón” o banco de trabajo de su bisabuelo Argimiro Barco, que se había salvado in extremis de terminar en la hoguera al desmontarse su taller y que hoy puede exhibir orgulloso, y junto a él también pudo salvar algunas de sus herramientas y uno de los libros que utilizó Argimiro con fórmulas y consejos para la fabricación de las joyas. Más de veinte años después de aquello, Domingo sigue viviendo de su arte, fabricando joyas por encargo y reparando otras piezas antiguas que la gente le lleva; su clientela no es sólo ceclavinera, sino que le visitan de toda la provincia y el propio Domingo se desplaza habitualmente para tomar parte en demostraciones públicas organizadas por distintas instituciones, como la Diputación Provincial de Cáceres; en 229


Juan Manuel Valadés Sierra la actualidad el negocio se ha contraído bastante desde la última crisis económica, pese a lo cual Domingo resiste en su actividad, adquiriendo también de manera ocasional piezas antiguas que pasan por sus manos, y si bien se ve beneficiado por la falta de competencia en Ceclavín, pues ya es el único orive que queda, tampoco ve nada clara una eventual continuidad de la tradición familiar, pues sus hijos aún son pequeños para saber si se inclinarán o no por continuar la labor del que, con toda justicia, puede ser considerado como el último orive de Ceclavín. La evolución y declive de la orfebrería ceclavinera en la segunda mitad del siglo XX y hasta nuestros días queda reflejada en el cuadro siguiente, que apenas recoge los orives que se fueron incorporando al oficio desde la finalización de la guerra civil hasta la actualidad, así como los talleres en que se formaron o en cuya tradición artesanal o familiar comenzaron su andadura. Taller de Eusebio Mendoza

Taller de Argimiro Barco

Taller de Pedro Amores

Taller de Eusebio Terrón

Otros

Juan Terrón Rodríguez (1908-1981)

Mariano Soria Rodríguez (ca. 1910-?) Félix Rodríguez Bustamante (1910-?)

Justino Lucas Paniagua (1911-?)

Lorenzo Rubio Mirón (1910-2008)

Claudio González López (1912-1989)

Nemesio Criado de Blas (1915-?) Jesús Corbacho Hernández (1924-1991)

Pedro Granado de Sande (1920-1989)

Benito Serrano Ávila (ca. 1926-?)

Pedro Fanegas Méndez (1925-?)

Domingo Corbacho Hernández (1928-1991) Jesús Cortés Hernández (1930-?) Isidro Rosado Pérez (¿-?) Juana Leal Corón (1933-2006)

Emiliano Arjona Acedo (ca. 1933-?) Francisco Amores del Río (1932)

Julia Pozas Barco (1932)

Luis Mirón Ribero (1932-?) Andrea Tomé Montes (?)

Domingo Rosado Pozas (?)

Al igual que ofrecimos para Zarza la Mayor y Alcántara, recogemos en la tabla siguiente la información básica sobre los períodos de actividad de los orives que se han citado en el texto, permitiendo tener una visión global de la evolución del oficio en Ceclavín.

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IV. Valencia de Alcántara En los últimos años del siglo XVIII, la villa de Valencia de Alcántara pertenecía a la Orden Militar de Alcántara y, dada su condición de plaza fronteriza, tenía a la cabeza un gobernador militar que hacía también las veces de regidor; la población estaba formada por 920 vecinos, es decir, en torno a los 4.000 habitantes, y para entonces también aquí había desaparecido la organización gremial de los oficios. Los peores caminos del término municipal eran los que conducían al vecino Reino de Portugal, y la única feria era por San Bartolomé, que se celebraba el 24 de agosto y duraba tres días, a la que acudían comerciantes de paños, sedas y ganado (Rodríguez y Barrientos, 1993: 604-606). La villa estaba dotada de dos parroquias, Rocamador, que era la matriz, y La Encarnación; además, albergaba un convento de monjas clarisas y dos de frailes, el de San Pedro de Alcántara, donde se impartían enseñanzas de Filosofía y Moral, y el de San Pedro de los Majarretes, junto a la Raya de Portugal. El carácter fronterizo de Valencia de Alcántara se veía reflejado también en la existencia de aduana y en una fuerza pública dedicada sobre todo a la represión y persecución del contrabando, que aparentemente no adquiría aquí tanta importancia como en Ceclavín o Zarza la Mayor; además, las aldeas de Jola y El Pino estaban habitadas en su mayor parte por hijos de portugueses naturalizados en España, lo que evidencia la permeabilidad de esa frontera. Era reseñable ya entonces la feracidad de sus huertas y su arbolado, al igual que señala Madoz medio siglo después. A mediados del siglo XIX, se contaban ya más de seis mil habitantes, pero el pulso comercial seguía siendo escaso, reducido a la feria de agosto, y la modesta actividad fabril de la villa se limitaba a dos docenas de molinos harineros y tres almazaras, un par de batanes, tres telares de paños y otras tantas fábricas de sombreros, pero no se menciona ningún taller de platería (Madoz, 1849a: 449). A pesar de todo lo dicho, Valencia de Alcántara, que en general estuvo estrechamente relacionada con las inmediatas poblaciones portuguesas del otro lado de la frontera, es una de las pocas localidades de la provincia en que se documenta la presencia de plateros a mediados del siglo XVIII, fuera de las ya conocidas y mencionadas. Las Respuestas Generales del Catastro de la Ensenada, fechadas en este caso en junio de 1753, recogen la referencia de dos plateros, padre e hijo, en esta localidad, se trata del maestro Diego Díaz Carballo y de su hijo Francisco902; el primero de ellos tenía una ganancia anual de cien ducados, y al segundo se le estimaban cuatrocientos reales. Seguramente Diego Díaz es el mismo platero residente en Valencia de Alcántara documentado por Florencio García Mogollón (1987: 851), sólo con el nombre de Diego, que en 1736 percibía 142 reales y medio por la composición de dos cálices y un incensario para la iglesia parroquial de Membrío. Nada más sabemos sobre estos dos plateros, que probablemente no eran naturales de Valencia, pero todo parece indicar que tras su presencia en la localidad, desapareció de ella el oficio de la orfebrería durante años; no se documentan plateros en las respuestas al Interrogatorio de la Real Audiencia ni en el Padrón de Extremadura de 1829, como tampoco los menciona Madoz (Bueno, 2000: 32). Sin embargo, sabemos que por la misma época en que Madoz recopilaba la información para su Diccionario había un orive portugués establecido en Valencia de Alcántara, se trata de alguien ya conocido por nosotros, Francisco José Vieira Araújo, nacido en Braga el 20 de diciembre de 1813. 902 Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada. Valencia de Alcántara (1753). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L152_048.jpg, el 20 de diciembre de 2015. 237


Juan Manuel Valadés Sierra Como ya vimos en su momento, Francisco José Vieira se había establecido junto con su padre y hermanos en Zarza la Mayor y se había casado en 1836 con Juana Lozano Moralo; cuatro años más tarde seguía en Zarza, pero después de ello tenemos noticia de su presencia en Valencia de Alcántara el 29 de octubre de 1845, cuando nace su hija Narcisa. Francisco había enviudado y se había vuelto a casar con María de la Concepción Garda, nacida en Ceuta pero hija del piamontés de Moncalvo Juan Bautista Garda y de la catalana de Figueras María Rosa Baim903. Sin embargo, Concepción debió fallecer y Francisco contrajo un nuevo matrimonio, con Eustaquia Cruz, y marchó a vivir al cercano San Vicente de Alcántara; en esta localidad se le menciona como orive en activo en el año 1852, residente en la calle Valle Primero904, y en ella nació su hijo Fernando Viera Cruz, que también aprendería el oficio y andando el tiempo se establecería en Alburquerque; también en San Vicente de Alcántara falleció Francisco José Vieira Araújo el 17 de noviembre de 1880905. Fig. 84. Valencia de Alcántara. Calle de la localidad, década de 1940.

Podemos suponer que la presencia de Francisco Vieira Araújo en Valencia de Alcántara pudo haber servido para crear una escuela de plateros en la localidad que se había perdido tras el paso de Diego y Francisco Díaz, pero probablemente esa presencia fue tan efímera que resultó insuficiente para la formación de nuevos oficiales que siguieran la tendencia incipiente en otras poblaciones como Alcántara, Ceclavín o Garrovillas. Más de veinte años después encontramos la referencia del paso fugaz de otro orive portugués por Valencia de Alcántara, es Domingo Morón, que en realidad vivía en San Vicente de Alcántara y que en agosto de 1869 estaba de paso en Valencia, seguramente por causa de su trabajo, para vender sus joyas con motivo de la feria de San Bartolomé. El caso es que el día 25 de ese mes nacía en Valencia de Alcántara una de sus hijas y tuvo que bautizarla en la iglesia de Rocamador; la correspondiente partida del bautismo especifica la profesión de Domingo, “artista de orífice”, así como su origen, la freguesia de Alvações do Corgo, en el concejo de Santa Marta de Penaguião, distrito de Vila Real906. Por la misma 903 ADCC. Parroquia de La Encarnación en Valencia de Alcántara. Libro de Bautizados nº 6. Fol. 372. 904 Véase Provincia de Badajoz. Repartimientos individuales de la Contribución Territorial, Industrial y de Comercio del año de 1852, T. I, Badajoz: Imprenta de G. Orduña, págs. 397 y 403. 905 Archivo Parroquial de San Vicente Mártir en San Vicente de Alcántara. Libro de Difuntos nº 22. Fol. 163v. Partida 465. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 906 ADCC. Parroquia de Nuestra Señora de Rocamador en Valencia de Alcántara. Libro de Bautizados nº 17. Fol. 136. Partida 295. 238


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I partida sabemos que Domingos Mourão, su nombre verdadero, era hijo de padre desconocido y de Brígida Mourão; los datos de esa partida nos han permitido comprobar que había nacido el 15 de febrero de 1826907 y posiblemente fue llevado a Guimarães, el centro orfebre más cercano, para el aprendizaje con algún maestro local, pero después de ello emigró a España, donde se había casado en San Vicente de Alcántara con Isabel Pulido Correa, que era natural de allí, aunque no sabemos si trabajaba por su cuenta o era oficial de Francisco Vieira Araújo. Como hemos dicho, Domingo sólo estaba de paso en Valencia de Alcántara, y por ello no lo encontramos en otros documentos sacramentales. La siguiente noticia que tenemos en esta localidad de la presencia de un orive también se debe a un maestro portugués, procedente además de Travassos, como algunos otros orfebres que iremos viendo en diferentes localidades cacereñas. Se trata de Manoel Vieira Lopes, a quien ya nos hemos referido porque, tras su breve paso por Zarza la Mayor, se había afincado en Alcántara, donde se casó primeramente con Ignacia, la hija del orive Manuel Fonseca, y tras enviudar, con Cirila Bueno Solano, también natural de Alcántara. Probablemente, hacia 1860 el matrimonio se trasladó a Valencia de Alcántara, donde nacían sus hijas mellizas Paula y María del Carmen, el 8 de febrero de 1874908; posteriormente, suponemos que Manoel continuó viviendo y trabajando en esta localidad, acaso hasta su fallecimiento. Si los primeros orives del siglo en Valencia de Alcántara son todos portugueses, ya en las postrimerías de la centuria nos encontramos los primeros maestros españoles, formados seguramente en los talleres de Francisco José Vieira, Domingos Mourão o Manoel Vieira. El primero de ellos que constatamos es Vicente Ponciano González, que había nacido en San Vicente de Alcántara en torno al año 1865, en una familia de labradores no relacionada con el oficio909. Se casó en Valencia de Alcántara el 11 de agosto de 1888 con Ángela Rosado Rebollo, también natural de San Vicente910; el censo de 1890 recoge la presencia de Vicente Ponciano como único orive de la población en aquellos momentos, domiciliado en la calle Corredera y con sólo veinticinco años de edad911, y seguimos encontrando su presencia hasta el censo electoral del año 1911912, en que Ponciano parece haber abandonado el oficio, pues se le menciona como propietario, que vive ahora en la calle Lagrimeros, pero ya no vemos más noticias suyas con posterioridad, y tampoco tenemos constancia de que ninguno de sus hijos tomara el camino de la orfebrería. Creemos que muy poco después de 1890 se inicia en el oficio de la orfebrería un orive natural de Valencia de Alcántara, Pedro Miguel Teomiro Yerto, que nació el 17 de abril de 1872 en una familia aparentemente no relacionada con la profesión; era el hijo primogénito de Ricardo Teomiro Romero, natural de Navas del Madroño, y de Demetria Yerto Cordobilla, natural de Valencia de Alcántara aunque procedente de una familia de Puebla de la Calzada (Badajoz)913. Creemos que también pudo haber aprendido el oficio con alguno de los maestros portugueses ya mencionados, y que pudo instalarse como orífice en los primeros años del siglo XX, como parece indicar su presencia en el censo electoral de 1911, 907 Arquivo Distrital de Vila Real. Paróquia de Alvações do Corgo. Livro de Baptismos 1819-1950. Fol. 22. http://digitarq.advrl.arquivos.pt/viewer?id=1080225. [Consultado el 20 de agosto de 2016]. 908 ADCC. Parroquia de Nuestra Señora de Rocamador en Valencia de Alcántara. Libro de Bautizados nº 19. Fols. 4v y 5. Partidas 19 y 20. 909 Archivo Parroquial de Nuestra Señora de Rocamador en Valencia de Alcántara. Libro de Bautizados nº 26. Fol. 22. Partida 86. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 910 ADCC. Parroquia de Nuestra Señora de Rocamador en Valencia de Alcántara. Libro de Casados nº 38. Fol. 37. Partida 144. 911 ADPC. Listas electorales definitivas. 1890. Valencia de Alcántara. Sigª: 5511. 912 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1911. Valencia de Alcántara. Sigª: 5618. 913 ADCC. Parroquia de Nuestra Señora de Rocamador en Valencia de Alcántara. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 154. Partida 308. 239


Juan Manuel Valadés Sierra que lo recoge ya en activo con residencia en la calle de las Monjas914. Diez años después, sin embargo, el censo electoral sigue reflejando la presencia de Pedro Miguel Teomiro en el mismo domicilio de Valencia de Alcántara, pero la profesión que refleja no es la de orive, sino la de Procurador, lo que indica que debió abandonar su oficio manual, salvo que se trate de un error material del censo915. En el año 1921 se encontraban establecidos otros cuatro plateros en Valencia de Alcántara, de los que poco sabemos, el primero de ellos es Pedro Martín Moreno, de 28 años de edad en aquel momento y domiciliado en la calle de las Monjas; es posible que fuese aprendiz u oficial de Pedro Miguel Teomiro, y nada sabemos de su origen, aunque no descartamos que como éste, procediera de Navas del Madroño; sabemos que en 1932 seguía residiendo en Valencia, domiciliado entonces en la calle de Salmerón916. Del segundo de estos orives ya sabemos algo más, se trata de Eloy Magdaleno López, que en ese año ya contaba con cincuenta años de edad y se había establecido en la plaza de Montesino917; este orive era natural de Garrovillas y puede ser definido casi como un orive ambulante, pues hemos documentado su residencia sucesiva en Garrovillas durante sus años de formación, en Cáceres durante su juventud, donde le encontramos en 1901, en Valencia de Alcántara en 1921 y finalmente de nuevo en Garrovillas en 1932. Los otros dos orives que figuran en el citado censo son Antonio López Sevares, que debió nacer en torno a 1866 y en el año 1921 vivía en la calle de la Florida, pero no tenemos más información suya, y el otro es José Mendoza Hernández, afincado en aquel momento en la calle de la Causa. De este orive tenemos una mayor información, pues sabemos que había nacido en Ceclavín en 1865, se había formado como orive en Zarza la Mayor, con el maestro José Manuel Moreno Perianes, y había contraído matrimonio con la hija de éste, Leona Moreno. Tras haber ejercido durante años la profesión en su Ceclavín natal, varios de sus hijos nacieron allí, pero después marchó fuera de la localidad y se asentó en Valencia de Alcántara, aunque no sabemos si ya permaneció hasta su fallecimiento918. El siguiente orive que hemos documentado en Valencia de Alcántara es Antonio Nevado Acedo, que debió nacer hacia 1894 y que en el año 1932 aparecía como residente en la calle de Ramón y Cajal919; de él nada más sabemos, salvo que entendemos que la profesión quedó extinguida en esta localidad durante un largo tiempo tras la guerra civil, ya que los censos electorales posteriores que hemos tenido ocasión de revisar ya no reflejan la presencia de ningún platero u orive. En todo caso, el que hasta el presente puede considerarse como el último orive de Valencia de Alcántara es Rodrigo Fernández Nieto, que ya en la década de 1970 tenía su taller y tienda en el número 15 del Paseo de San Francisco, donde en la actualidad su hija sigue regentando el negocio, una vez que Rodrigo se ha retirado. Por lo que sabemos, entre 1960 y 1970, coincidiendo con la construcción de la presa de Alcántara y el aumento de población que registró esa localidad con los numerosos obreros que en ella trabajaban, Rodrigo trabajó mucho allí y vendió una gran cantidad de joyas a aquellas familias de obreros, que una vez finalizado el embalse volaron de Alcántara tal como habían llegado. En el siguiente cuadro recogemos el recorrido temporal de los orives que hemos podido documentar como residentes en Valencia de Alcántara, advirtiendo que no se cita a Domingos Mourão por ser orive de San Vicente de Alcántara que sólo se encontraba en Valencia de manera circunstancial. 914 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1911. Valencia de Alcántara. Sigª: 5618. 915 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1921. Valencia de Alcántara. Sigª: 5639. 916 AHPC. Censo electoral de 1932. Valencia de Alcántara. Sigª: Sigª R.A. LIB/388: L865. 917 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1921. Valencia de Alcántara. Sigª: 5639. 918 Ídem. 919 AHPC. Censo electoral de 1932. Valencia de Alcántara. Sigª: Sigª R.A. LIB/388: L865. 240


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Juan Manuel Valadés Sierra

V. Torrejoncillo Junto con Ceclavín y Zarza la Mayor, Torrejoncillo es una de las tres poblaciones que más han destacado en la orfebrería de filigrana cacereña, la fama adquirida por ello desde las décadas centrales del siglo pasado ha llevado a considerar que este oficio tenía profundas raíces en la localidad y a afirmar que Torrejoncillo “siempre tuvo fama por sus orives”. Sin embargo, ya hemos señalado que las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada redactadas en agosto de 1753 no citan ningún platero en Torrejoncillo, donde el sector pañero era el que ocupaba a la gran mayoría de los artesanos locales y daba gran renombre a la población. Tampoco en las Memorias políticas y económicas… de Larruga (1796) se menciona la presencia de plateros de Torrejoncillo, ni en la propia localidad ni en los mercados y ferias de la provincia, y las respuestas del Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura, recogidas cinco años antes, tampoco citan ningún platero ni orive en el pueblo, ni memoria de que los hubiera habido en tiempos anteriores. No nos ayuda gran cosa el Padrón de Vecinos de Extremadura de 1829, pues en el caso de Torrejoncillo sólo se menciona el oficio de los eclesiásticos, y por tanto se ignoran las profesiones de la gran mayoría de la población. Por otro lado, la bibliografía científica más completa y documentada sobre la platería extremeña desde la Edad Media tampoco identifica con seguridad ningún orive natural de Torrejoncillo en época anterior al siglo XIX. En 1773 se menciona un platero llamado Blas que tal vez podría residir en la localidad, aunque sin certeza, y que en ese año percibía veinte reales de la parroquia torrejoncillana por la confección de una vinajera, un crisma y la ampolla y el recipiente para el óleo de los enfermos (García Mogollón, 1987: 833), pero es notorio que los diferentes apuntes de pagos a plateros recogidos por García Mogollón en el Archivo Parroquial suelen mencionar a maestros venidos de fuera de Torrejoncillo; así, Francisco Arroyo Ayala Mancebo, que arregló un incensario en 1750, residía en Coria (1987: 826), al igual que Diego López, contratado en 1566 para la hechura de una cruz de plata (1987: 914), o Tomé Díaz y Francisco García, requeridos en 1598 y 1620 para los mismos menesteres (1987: 850 y 863). Así mismo Francisco López, platero de Coria, era contratado en 1585 y 1598 para realizar reparaciones en un cáliz y un incensario (García Mogollón, 1987: 918-920), y el también coriano Francisco de Trejo cobró veinte reales por componer unas crismeras en 1734 (García Mogollón, 1987: 1.082), lo mismo que Manuel Rubio, de la misma población, que hizo un copón en 1758 (García Mogollón, 1987: 1.057), pero otros plateros que trabajaron para Torrejoncillo eran vecinos de Salamanca, como Francisco Llanos, que hizo un copón en 1730 (García Mogollón, 1987: 938) o de Sevilla, como Juan Luis Parra, que hizo una cruz y reparó dos lámparas y una naveta en 1766 (García Mogollón, 1987: 980). Y es que en todo el siglo XVIII el oficio más extendido en la localidad no es, desde luego, la platería, sino la fabricación de paños; las referidas respuestas del Catastro de la Ensenada enumeran y detallan nominalmente un total de 333 vecinos tejedores, cardadores, fabricantes y vendedores de paños, a los que habría que sumar sus esposas y los hijos no emancipados, mientras que las Respuestas al Interrogatorio de la Real Audiencia ya cifran en seiscientas las familias dedicadas a la fabricación de paños (López Bernalt, 1998: 112). Las ya citadas Memorias políticas y económicas de Larruga clasificaban las fábricas de paños bastos de Torrejoncillo entre las mejores de España, reconociendo la buena calidad del producto, que duraba tanto como la vida de un hombre; en esos años se manufacturaban anualmente 3.900 piezas de paños y 100 de bayetas, dando empleo los talleres a 118 fabricantes, 214 cardadores, 82 tejedores, 41 canilleros, 15 bataneros, 6 engredadores, 40 tundidores y 660 hilanderas, además de otras 100 repartidas por los pueblos del entorno (Larruga, 1796: 290). Es fácil deducir, pues, que la fabricación textil era prácticamente un monocultivo en Torrejoncillo, que daba trabajo a casi la totalidad de la población activa y suponía un gran atractivo para el establecimiento de familias de otros pueblos de la zona; de 242


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I hecho, la producción estaba condicionada por la limitada disponibilidad de lana, que los pañeros tenían que salir fuera a comprar; del mismo modo, también suponía una limitación la no utilización de tintes, de manera que los paños sólo tenían su color natural. En todo caso, la excesiva dependencia de esta industria suponía un riesgo para toda la población, pues cualquier crisis coyuntural o estructural en la demanda o en la disponibilidad de materia prima acarrearía dramáticas consecuencias para los torrejoncillanos, como efectivamente sucedió en las siguientes décadas. Los comienzos del siglo XIX son difíciles en Torrejoncillo, a la epidemia de tabardillo o tifus exantemático registrada entre 1804 y 1805 que se llevó por delante la vida de 280 torrejoncillanos, se suma el asalto e incendio del pueblo por los franceses en 1809, causando numerosas bajas entre la población y un grave quebranto a la industria pañera (López Bernalt, 1998: 112). Los siguientes decenios, y prácticamente todo el siglo, son una sucesión de crisis causadas por las enfermedades, como el cólera de 1855, la escasez de trabajo o las divisiones políticas, todo ello con el telón de fondo del declive y práctica desaparición de la industria textil, que se mostró incapaz de seguir dando empleo a la mayor parte de la población; ello llevó a que en diferentes momentos de la centuria la situación de la localidad fuese calificada como insostenible por las autoridades municipales, que veían impotentes cómo se deterioraba la paz social y no pocos torrejoncillanos tomaban el camino de la emigración, algo que se intensificó en las primeras décadas del siglo XX.

Los primeros orives de Torrejoncillo (1850-1900) En cuanto a los orives, una extendida versión sostiene que la tradición del trabajo del oro y la plata en Torrejoncillo tiene su fecha de inicio en el año 1794920, sin que pueda justificarse documentalmente dicha aseveración. Ya hemos señalado como muy improbable que en esos años hubiese algún platero trabajando en la localidad, como muestra la documentación, y de hecho, por esa época no parece que haya más plateros u orives en los contornos que los de Alcántara, Plasencia, Coria o Cáceres. A decir verdad, la referencia documental más antigua que hemos podido recoger de orives trabajando en Torrejoncillo es la muy escueta, que ya hemos citado antes, que señala al portugués Estevão Vieira Araújo como residente en la localidad en febrero de 1853; en un documento notarial de la escribanía de Juan Antonio Oliva, de Zarza la Mayor, se menciona a este maestro, perteneciente como ya sabemos a una gran estirpe de orives portugueses asentados en Zarza la Mayor desde 1823, diciendo que “Esteban acaba de regresar del Reyno vecino y hoy reside en Torrejoncillo”921. Las referencias de que disponemos nos llevan a pensar que la estancia de Vieira en Torrejoncillo fue realmente breve, pues se afirma que acaba de regresar de Portugal, donde parece que no había tenido demasiada suerte, y por otro lado, ya sabemos que poco más de un año después, en agosto de 1854, enterraba a su esposa en Alcántara apareciendo en ese momento como residente en la villa cabeza de la Orden militar de su nombre. Es decir, que acaso trató de establecerse en Torrejoncillo pero tuvo que marcharse, bien porque el estado de debilidad de la economía local dificultaba la viabilidad de su negocio o bien por la menos probable competencia de otros plateros locales que acaso por esa época ya trabajaban sin que nos haya llegado constancia de ello. 920 Tal afirmación podemos leerla en un artículo sin firma que aparece en la revista local El Telar de diciembre de 1994. Creemos que el único fundamento para haber fijado la fecha es que, como se recoge en el mismo artículo, el orive Vicente Martín Sánchez manifestó al redactor que su familia había comenzado con esta actividad “hace unos 200 años”, de manera que echando la cuenta para atrás se estableció convencionalmente 1794 como inicio de la orfebrería en Torrejoncillo (VV. AA., 1994: 32). 921 AHPC. Protocolo Notarial de Juan Antonio Oliva, Zarza la Mayor, 1853(1). PN3.201. Instrumento nº 23. Fol. 57. 243


Juan Manuel Valadés Sierra Tras la presencia de Vieira en Torrejoncillo, se documenta el inicio de la actividad orfebre en la localidad con una cierta pujanza, hasta el punto de que al llegar al cambio de siglo puede decirse que había tantos orives en Torrejoncillo como en Zarza la Mayor, y más que en Plasencia, pero aún se estaba lejos de igualar el auge de Ceclavín, que había pasado a dominar el panorama de la provincia. Durante ese casi medio siglo que transcurre entre 1853 y 1900 se comprueba que hay un número creciente de orives trabajando simultáneamente en Torrejoncillo, tres en 1860, tres en 1870, cinco diez años más tarde y ocho en 1890, para alcanzar la quincena en el último año del siglo; en este momento son fundamentales las dinastías que ahora se inician y que se ramificarán y ensancharán durante los siguientes decenios, llegando vivas y activas algunas de ellas hasta la crisis de mediados de la segunda mitad del siglo XX. En torno a la mitad del siglo XIX, y una vez documentado el paso del portugués Estevão Vieira, parece que por esa misma época, o muy poco después, ya había al menos un orive trabajando en Torrejoncillo, del que sabemos positivamente que llegó desde Ceclavín, localidad en la que ya por entonces despuntaba el taller de los Vieira, y donde se estaban formando los primeros orífices que salieron hacia otros pueblos. Este primer orive es Mamerto Soria Perales, nacido en Ceclavín el 11 de marzo de 1819, hijo de Juan Soria Carbajo, que era albañil, y de Ignacia Rodríguez Perales922. Por las tempranas fechas en que Mamerto tuvo que formarse como maestro en la orfebrería, sólo pudo aprender el oficio de manos de los primeros maestros asentados en Ceclavín, los portugueses José Manoel o Luís António Vieira Araújo; sabemos que debía trabajar ya como orive en el propio Torrejoncillo desde mediados de siglo, o al menos desde el año 1858, en que se le menciona como padrino de José Moreno Martín, un futuro orive, hijo de Blas Moreno Corcho, al que nos referiremos en seguida. Posteriormente a esa fecha solicitó la baja en su actividad profesional como orífice, el 3 de octubre de 1865, y a partir de ahí se dedicó a la política activa, pues tres años más tarde de eso era jefe de la Milicia Nacional de Torrejoncillo cuando la revolución liberal de septiembre y la expulsión de Isabel II923. Creemos que para entonces ya había enseñado el oficio a dos aprendices que posteriormente llegaron a la categoría de maestros, uno es su hermano menor, Aniceto Soria Perales, diecinueve años más joven que Mamerto, y el otro es Blas Moreno Corcho, nacido en Torrejoncillo y probablemente el primer orive natural de esta población. En efecto, el primer orive que recuerda la memoria oral924 se llama Blas Moreno Corcho (18311894), que nació en Torrejoncillo el 3 de febrero de 1831, hijo de Victoriano Moreno y María Corcho925; como hemos señalado, lo más probable es que entrase como aprendiz en casa de Mamerto Soria Perales, creándose entre ellos una sólida y duradera relación de profesión y de amistad. Blas Moreno se casó con María Juana Martín Moreno, acaso prima suya, el 29 de noviembre de 1855926, y entre los hijos de este matrimonio se encuentran los orives José Moreno Martín y Germán Moreno Martín; en el bautismo del primero de ellos actuó como padrino Mamerto Soria, lo que expresa bien a las claras la clase de relación existente entre ambos orífices. Además, de las dos hijas de Blas Moreno, Dorotea Moreno Martín fue la madre de otro orive, llamado Eulalio Martín Moreno, mientras que su otra hija, Petronila, se marchó a vivir a Valencia de Alcántara. Sabemos que Blas Moreno falleció repentinamente a causa de 922 ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 17. Fol. 90. 923 Debemos esta información a la comunicación de D. Antonio Alviz Serrano, Cronista oficial de Torrejoncillo, que la ha localizado en el Archivo Municipal. Agradecemos su valiosa ayuda, fundamental en múltiples pasajes del presente capítulo. 924 Testimonio de D. Antonio Alviz Serrano. En efecto, la documentación consultada confirma la información oral recibida. 925 ADCC. Parroquia de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 13. Fol. 178. 926 ADCC. Parroquia de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Casados nº 23. Fol. 75v. 244


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 85. Torrejoncillo. Crucero de la Calle Coria.

un derrame a sus sesenta y tres años el 11 de diciembre de 1894927, teniendo continuidad en el oficio en la persona de sus dos hijos varones y de varios de sus nietos tanto por parte de éstos como por parte de su hija Dorotea, lo que dará lugar a una florida dinastía que llega hasta el día de hoy. Por las mismas fechas en que Estevão Vieira realizó su efímero paso por Torrejoncillo, y Mamerto Soria se establecía en el pueblo, calculamos que se produjeron los nacimientos de los siguientes orives torrejoncillanos; el censo electoral del año 1890, primero en que se aplica el sufragio universal masculino en España, señala la existencia de tres plateros, así llamados en la documentación, en Torrejoncillo928. Sabemos que uno de ellos era hijo de Blas Moreno y otro era sobrino de otro orive local, y por tanto aprendieron de ellos el oficio, pero del tercer platero aún ignoramos quién pudo habérselo enseñado; en todo caso, son los orives de los que tenemos las referencias documentales más antiguas después de Blas Moreno Corcho y de su maestro Mamerto Soria Perales. El más viejo de estos orives es Julián Martín Sánchez (1849-1893), que nació el 7 de enero de 1849, y era hijo de Vicente Martín Galindo y de Martina Bermejo Clemente929, apareciendo en el censo de 1890 como platero con cuarenta y un años de edad y residente en la calle Coria. Se casó con Antonia Valle el 9 de junio de 1872930, pero falleció en plena madurez, el 6 de mayo de 1893, constando en la correspondiente partida su profesión de “oribe”, sin que dejara hijos que le sobrevivieran931. 927 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos, 1888-1896. Fol. 130v. Partida 74. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 928 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. 1890. Sigª 5511. El censo de 1890 recoge también la referencia de otros dos plateros llamados Clemente Moreno Moreno y Anacleto Moreno Moreno, sin embargo, en los censos posteriores que hemos consultado, a partir de 1892, ambos aparecen siempre como braceros, por lo que deducimos que se trata de una errata del impresor en el censo de 1890, y por ello no los consideramos orives. 929 ADCC. Parroquia de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 15. Fol. 170v. 930 ADCC. Parroquia de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Casados nº 6. Partida 24. 931 Registro Civil de Torrejoncillo. Tomo 24, Fol. 129, Sección 3ª. Información cortesía de Dña. María García Alonso. 245


Juan Manuel Valadés Sierra Otro de los orives citados en el referido censo es Claudio Fernando Baños Martín (1855-1909); sabemos de él que nació el 39 de mayo de 1855932, era hijo de Claudio Baños Martín y de Antonia Martín Sánchez, y consta que su padre, que había nacido en 1829933, figura en el Censo de 1890 como albéitar de oficio934, pero su madre, Antonia, aparece como “platera” en la certificación de su defunción, acaecida en marzo de 1882 a sus 48 años935. Claudio Fernando Baños contrajo matrimonio el 12 de junio de 1881 con Mónica Santos Corcho, y en la partida de su matrimonio ya consta que es “de oficio oribe” a sus 26 años936. Posteriormente aparece en el censo electoral de 1890, a sus treinta y cinco años, como residente en la calle Arrabal y platero de oficio; así pues, hay motivos para pensar que el aprendizaje del oficio de orive no pudo venirle a Claudio Fernando de su padre, ajeno a esta ocupación, sino de su familia materna. Sabemos que los padres de Claudio Fernando, Claudio Baños y Antonia Martín Sánchez, habían sido padrinos de bautismo, en 1871, de otro orive que veremos más adelante, llamado Julián Soria Fernández, y que la madre de Claudio, Antonia Martín Sánchez era hermana del orive Julián Martín Sánchez, al que nos hemos referido, y además ella misma debió aprender y ejercer el oficio, tal como se menciona en el citado documento registral. Claudio Baños debió ser un personaje singular en Torrejoncillo, muy aficionado al teatro, pues consta que en el año 1883 era el secretario de la Sociedad Dramática local937. Con sólo cincuenta y cuatro años de edad, falleció el 23 de julio de 1909938, sin que ninguno de sus hijos continuara con la tradición familiar en la orfebrería torrejoncillana. El más joven de estos primeros orives torrejoncillanos se llamaba José Moreno Martín; nació el 3 de septiembre de 1858939 y en 1890, a sus 29 años, vivía y ejercía como platero en la calle Carrera. Como ya hemos señalado, José Moreno Martín era hijo del ya citado Blas Moreno Corcho y de María Martín Moreno, nacidos en Torrejoncillo, y por tanto hermano mayor del también orive Germán Moreno Martín. En el bautismo de José Moreno ejercieron como padrinos el orive ya citado Mamerto Soria Perales y María Moreno, la suegra de Blas Moreno Corcho; sabemos que José Moreno Martín se casó con Isabel Llanos Bueso y que es el padre de otro conocido orive torrejoncillano, José Moreno Llanos, a quien nos referiremos más adelante; continuó en ejercicio durante unos años, estando documentado como platero en activo en el año 1901, con domicilio en la calle del Arrabal940, sin que hayamos localizado noticias posteriores suyas. Llama la atención, no obstante, que estos tres orives y Blas Moreno Corcho, parecen haber ejercido el oficio por poco tiempo, ya que sabemos que Julián Martín Sánchez murió en 1893 y su hermana lo había hecho once años antes, y el propio Blas Moreno falleció en 1894; José Moreno Martín no parece haber vivido mucho más allá de 1901, y Claudio Fernando Baños continuó en activo hasta su muerte en 1909. Si nos atenemos a la información disponible, parece que en 1892 casi se contaban con los dedos de una mano los orives de Torrejoncillo, dos de los cuales eran padre e hijo; el primero de ellos era Blas Moreno Corcho, y los otros dos Aniceto Soria Perales y su 932 ADCC. Parroquia de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 16. Fol. 248. 933 ADCC. Parroquia de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 13. Fol. 99. 934 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. 1890. Sigª 5511. 935 Registro Civil de Torrejoncillo. Tomo 14, Fol. 43, Sección 2ª. Información cortesía de Dña. María García Alonso. 936 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Casados nº 6. Fol. 178v. Partida 19. 937 Información que agradecemos a Dña. María García Alonso. 938 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 8. Fol. 152v. Partida 43. 939 ADCC. Parroquia de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 17. Fol. 98. 940 ADPC. Censo electoral de 1901. Torrejoncillo. Sigª: 5569. 246


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I hijo Julián Soria Fernández. El padre, Aniceto Soria Perales (1838-1900), hermano de Mamerto Soria, había nacido en Ceclavín el 20 de marzo de 1838941 pero residía con sus padres en Torrejoncillo al menos desde 1849, fecha en que recibió su confirmación942. Aniceto se casó en Torrejoncillo con Tecla Fernández Ballestero el 3 de mayo de 1864943y vivió en la calle Arrabal; ahí moraba seguramente cuando quedó viudo en 1892, y unos años después falleció a causa de un enfisema pulmonar el 28 de septiembre del año 1900944, sobreviviéndole sus hijos varones Julián y Vicente y su hija Juana; de ellos, Vicente fallecería en el año 1902 con sólo veinte años de edad, por lo que quedó truncada una continuidad del oficio por esa línea, pero Juana será, andando el tiempo, la madre del orive Jacinto Martín Soria, mientras que Julián sí trabajaría como orive largos años en Torrejoncillo. Este orive, Julián Soria Fernández (1871Fig. 86. Torrejoncillo. Imagen de la Plaza, hacia 1929), vivía también en la misma calle Arrabal en 1930. 1892 y en ese momento era soltero. Había nacido en Torrejoncillo el 16 de febrero de 1871, y el padrino de su bautismo fue Claudio Baños945; pero pronto pasó a vivir en la Plaza, donde le encontramos citado como “platero componedor” y donde debió tener su taller al menos entre 1900946 y 1923; se casó con Francisca Gil Lorenzo, tía de los orives José Vidal Gil y Leandro Iglesias Gil, y en ese mismo año de 1923 es mencionado en el Padrón de Vecinos con 51 años de edad y de profesión propietario947, lo que parece indicar que habría abandonado el ejercicio de la orfebrería o tal vez era el dueño de un taller con oficiales a su cargo; con posterioridad a esa fecha lo único que sabemos es que falleció el 22 de agosto de 1929 sin haber llegado a cumplir los cincuenta y nueve años948. A mediados de la década de 1890 destaca en Torrejoncillo una mujer orive, que ejerció el oficio con taller propio durante casi veinte años como mínimo; ya sabemos que en Zarza la Mayor también hubo mujeres, casi siempre hijas de orives, que aprendieron y lograron transmitir los conocimientos propios del oficio a sus descendientes, y que ellas mismas trabajaron en los talleres de los hombres de su familia, generalmente rellenando con filigrana; así mismo, en Ceclavín era corriente 941 942 943 944 945 946 947 948

Archivo Municipal de Torrejoncillo (AMTJ). Padrón de habitantes de 1892. Legajo 250 (1892). ADCC. Parroquia de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 15. Fol. 174v. ADCC. Parroquia de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Casados nº 24. Fol. 112v. Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 7. Fol. 121v. Partida 69. Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 103. Partida 26. AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Año 1900. Legajo 183. AMTJ. Padrón de habitantes de 1923. Legajo 250 (1923). Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 10. Fol. 169. Partida 38. 247


Juan Manuel Valadés Sierra que en los talleres de los orives más importantes del pueblo trabajasen mujeres como asalariadas, también rellenando con filigrana o llevando a cabo tareas de mayor responsabilidad, y es evidente que algunas de ellas adquirieron todos los conocimientos del oficio llegando a transmitirlos a sus hijos y trabajando casi siempre en la sombra. Sin embargo, en Torrejoncillo tenemos algunos casos de mujeres que tuvieron su propio taller y se mantuvieron en activo durante años; Martina Acacio Arias (1873-1943) es una de ellas. Nació en Torrejoncillo el 6 de octubre de 1873, y era hija de Simón Acacio y de Rufina Arias949, de quienes no sabemos si tuvieron algún vínculo con la orfebrería, por lo que hemos de buscar en otra dirección para saber con qué maestro aprendió Martina el oficio. Es probable que Martina aprendiese la profesión de su esposo, Pedro León Valle (1866-1909), del que creemos que fue también orive pese a que no hemos podido confirmarlo documentalmente. Sabemos que Pedro León Valle había nacido el 28 de junio de 1866 y era natural de Torrejoncillo e hijo de Santiago León Amores y de Juana Valle Merino950, de quienes no sabemos si tuvieron alguna relación con el oficio de la platería; Pedro León y Martina Acacio se casaron el 9 de enero de 1898951 y, como decimos, es posible que Pedro hubiese aprendido el oficio en su primera juventud y se lo enseñara a Martina, pero su temprana muerte, acaecida el 23 de mayo de 1909952, obligó en cierta manera a que la viuda se dedicara a la profesión dándose de alta como empresaria. Así pues, el Padrón de Vecinos de 1923 señala a Martina Acacio como viuda, y desde ese año ya estaba dada de alta en la Matrícula de Contribución Industrial como “platero componedor”, con residencia en la Carrera Baja953, después llamada Primo de Rivera; su hijo, Pedro León Acacio, aprendió también el oficio, y dado que sólo tenía siete años cuando falleció su padre, tuvo que recibir las enseñanzas necesarias de manos de su madre. Pedro León Acacio ejerció su profesión durante años siendo uno de los más importantes orives de Torrejoncillo. Consta la baja de Martina Acacio como profesional con fecha 28 de septiembre de 1927954, a la edad de cincuenta y cuatro años, lo que nos lleva a pensar que probablemente lo abandonó por no necesitarlo, dado que su hijo Pedro ya estaba ejerciendo, o bien que a partir de ese momento continuó trabajando ayudando al hijo en el taller hasta que éste se casó y emancipó; en todo caso, Martina falleció repentinamente el 15 de agosto de 1943 a punto de cumplir los setenta años955. Martina Acacio es la última orive que comienza a trabajar en el siglo XIX, aunque como hemos visto su trayectoria profesional se adentra varias décadas en la siguiente centuria; en el año 1900 existía un mínimo de quince orives trabajando simultáneamente en Torrejoncillo, de forma que en menos de cincuenta años ya se habían iniciado en el oficio al menos dieciséis personas, entre ellas una mujer que figuró en la documentación oficial como responsable de un taller, algo infrecuente en la época. En el siguiente cuadro representamos gráficamente los talleres que creemos funcionaron en la segunda mitad del siglo XIX con los orives que se pueden adscribir a cada uno de ellos. 949 196. 950 951 952 953 954 955

Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 227v. Partida Ídem. Fol. 217. Partida 89. Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Casados nº 8. Fol. 73. Partida 2. Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 8. Fol. 150. Partida 34. AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Año 1923-24. Legajo 183. AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Año 1927. Legajo 183. Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 11. Fol. 181. Partida 33. 248


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Taller de

Taller de

Taller de

Blas Moreno Corcho

Mamerto Soria Perales

Julián Martín Sánchez

Blas Moreno Corcho (1831-1894)

Mamerto Soria Perales (1819-?)

Otros Estevão Vieira Araújo (1820-?)

Aniceto Soria Perales (1838-1900)

Julián Martín Sánchez (1849-1893) Antonia Martín Sánchez (1834-1882)

José Moreno Martín (1858-?)

Claudio Fernando Baños (1855-1909) Pedro León Valle (1866-1909) Julián Soria Fernández (1871-1929)

Martina Acacio Arias (1873-1943)

El despegue de la orfebrería torrejoncillana (1900-1936) Al iniciarse el siglo XX comienza la etapa de mayor auge de la orfebrería de filigrana en Torrejoncillo, muy especialmente entre el año 1920 y el estallido de la guerra civil; son años en que funcionan distintos talleres en la localidad, algunos de ellos con varios maestros y oficiales, y puede decirse que hay aproximadamente una decena de profesionales trabajando simultáneamente casi en cada momento de este período. Así, documentamos quince orives activos en 1900, nueve en 1910, ocho en 1920, catorce en 1930 y quince en el año en que estalló la guerra civil. Durante esta etapa continúan activos algunos de los talleres que ya venían funcionando en las décadas anteriores, produciéndose el relevo generacional en algunos de ellos. Esta etapa se inicia con la presencia de Joaquín Ramos Moreno, que nació el 19 de agosto de 1874, hijo de Sebastián Ramos Barroso y de Tomasa Moreno Moreno956. No sabemos muy bien de quién aprendería el oficio, acaso de Blas Moreno Corcho, de quien quizá fuese pariente a través de su madre, ejerciéndolo durante al menos treinta años; se casó con Fidela Moreno Sánchez y le encontramos en el año 1900 como platero con residencia en la calle Toril957, pero a partir de 1908, y hasta 1911, aparece dado de alta con su profesión de platero componedor en la calle Coria958; muy poco tiempo después Joaquín Ramos Moreno se traslada con su familia a la ciudad de Plasencia, donde aparece como residente en el número veintinueve de la calle Alejandro Matías en el año 1920, con cuatro hijos pequeños, declarando en ese momento que llevaba diez años viviendo en la ciudad del Jerte, y en 1932 se le menciona en el mismo domicilio, aunque se especifica su profesión como industrial959. Parece que Joaquín permaneció en Plasencia hasta su muerte, continuándole su nieto José Emilio Ramos Esteban en el oficio, al mismo tiempo, creemos que Julián Ramos Hernández puede ser familiar suyo, un orive que en 1994 mantenía aún activo su taller en el número cinco de la plaza de los Tejedores de Torrejoncillo (VV. AA., 1994: 79). 956 134. 957 958 959

Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 266v. Partida ADPC. Adición al Censo electoral de 1900. Torrejoncillo. Sigª: 5563. AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Años 1908-1911. Legajo 183. AHPC. Censo electoral de 1932. Plasencia. Sigª: R.A. LIB/388: L865. 249


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 87. Torrejoncillo. Calle de Osuna García.

Pedro Gil Martín, más conocido como “tío Pedro Piroña”, es otro de los orives que comienzan su actividad con el nuevo siglo; nació el 20 de marzo de 1876 y era hijo de Pedro Gil Lorenzo y de Ana Martín Ramos960. Tampoco tenemos información suficiente para saber con qué orive pudo aprender el oficio Pedro, y sabemos que se casó el 7 de enero de 1923 con Antonia Rey Martín. De Pedro Gil sabemos que se mantuvo en activo al menos entre los años 1908 y 1911 con taller y residencia en la Carrera Alta961; no parece que ninguno de sus hijos aprendiera o ejerciera el oficio, pero sí sabemos que su hermana Felisa fue la madre del orive Leandro Iglesias Gil, y que el propio Pedro Gil Martín era primo hermano del orive José Vidal Gil Valle, como luego veremos. “Tío Pedro Piroña” es conocido porque abandonó Torrejoncillo para establecerse en Malpartida de Plasencia (Vivas, 1985: 98), adonde se llevó a su sobrino Leandro Iglesias Gil, a quien había prohijado para enseñarle el oficio. Por lo que sabemos, parece que Pedro Gil Martín permaneció hasta su muerte en Malpartida, si bien Leandro retornó a Torrejoncillo una vez que hubo aprendido el oficio, heredando junto con la actividad el apodo de “Piroña” que era propio de su tío962. Otro de los orives que tenemos que mencionar en esta primera década del siglo XX es Juan Gaspar Gil (1868-1918); sabemos que nació en Torrejoncillo el 10 de enero de 1868963, aunque su padre, Salvador Gaspar Rodríguez, era natural de Coria; su madre fue Trinidad Gil Moreno, también nacida en 960 961 962 963

Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 19. Fol. 58. Partida 52. AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Años 1908-1911. Legajo 183. Testimonio de D. Antonio Alviz Serrano, que llegó a conocer a Matilde Gil Martín, hermana de Pedro Gil. ADCC. Parroquia de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 282. 250


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Coria. Sabemos que el abuelo de Juan Gaspar Gil se llamaba también Juan, y fue alguacil del Ayuntamiento de Coria, nacido en una localidad portuguesa que no hemos podido determinar, la cual aparece en los registros parroquiales como “El Corcho”964. No obstante, no creemos que hubiese una tradición familiar del trabajo del oro en la estirpe de Juan Gaspar Gil; de hecho, parece que su familia se estableció en Torrejoncillo, de donde era su abuela paterna, poco antes del año 1868, fecha en que nacía Juan, y que éste aprendería el oficio desde su infancia con algún orive de la localidad. De Juan Gaspar Gil sabemos que se casó en Torrejoncillo con María Luz Sánchez Martín, de la que enviudó al cabo de unos años; mantuvo su actividad al menos entre los años 1901 y 1906, que es cuando se le menciona como contribuyente, platero componedor con residencia en la Plaza965, y es probable que siguiese trabajando en años sucesivos, acaso por cuenta ajena al no aparecer en la documentación, pues sabemos que falleció a sus cincuenta años el 20 de octubre de 1918966, víctima de la mortífera epidemia de gripe que en ese año asoló el continente europeo. Un hermano de Juan, Emilio Gaspar Gil, también ejerció la profesión brevemente, apareciendo en el censo electoral del año 1901 como platero en activo y domicilio en la calle Coria967, parece que había nacido en 1876 en Torrejoncillo, pero debió fallecer joven, pues carecemos de cualquier otra noticia suya. El censo electoral de 1901 también hace mención de otros dos plateros de breve actividad en Torrejoncillo, nos referimos a José Muñoz Sánchez y a Carlos Núñez Díaz, ambos nacidos en torno a 1868; afincado el primero en la calle del Horno y en la Plaza el segundo968. La única noticia posterior que localizamos de alguno de los dos se refiere a Carlos Núñez, que es mencionado en el censo electoral de 1911 como carpintero de oficio, lo que invita a pensar que abandonó la orfebrería o que simplemente es mencionado como platero por una errata. En el primer decenio del siglo, el último orive que comienza a ejercer en Torrejoncillo, de donde era natural, es Francisco López Valle (1869-1949), que nació el 27 de septiembre de 1869, hijo de Lucas López Moreno y de María Valle Ramos969, hermana de Antonia Valle, la esposa del orive Julián Martín Sánchez; al haber fallecido sus padres siendo Francisco aún muy joven, quedó al cuidado de sus tíos Julián y María, por lo que lo más natural era que aprendiese el oficio desde la infancia de manos de su tío Julián. Se casó con Alejandra Díaz Hernández y tuvo al menos cinco hijos nacidos entre 1902 y 1923, de los cuales tres aprendieron y ejercieron el oficio de los orives: Cayetano, Martina y Antonia López Díaz970, de los que hablaremos más adelante. Francisco López Valle aparece ya en el censo de 1901 como platero, y en la Matrícula de Contribución Industrial de 1908 como platero componedor, domiciliado en los números 72 y 74 de la Carrera Alta, donde permanecerá hasta 1928, causando baja el 10 de octubre de ese año971, cuando contaba cincuenta y ocho años de edad. No obstante, sabemos que siguió ejerciendo el oficio durante bastantes años más, a pesar de su edad, pues en 1945, con setenta y seis años, seguía siendo citado como platero en el mismo domicilio; ya viudo, falleció casi con ochenta años el 29

964 Acaso podría tratarse de Coruche, pero no hemos podido comprobarlo. ADCC. Parroquia de Santa María del Sagrario de Coria. Libro de Bautizados nº 6. Fol. 93. 965 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Años 1902-1906. Legajo 183. 966 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 9. Fol. 153. Partida 100. 967 ADPC. Censo electoral de 1901. Torrejoncillo. Sigª: 5569. 968 Ídem. 969 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 40v. Partida 116. 970 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1924. Legajo 250 (1924). 971 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Años 1908-1928. Legajo 183. 251


Juan Manuel Valadés Sierra de junio de 1949972. Francisco es, pues, uno de los más importantes orives de Torrejoncillo y, como hemos apuntado, el primero de una fructífera estirpe de trabajadores del oro y la plata. Más parcas son las huellas en la documentación del hermano de Francisco, Julio López Valle (1872-1935). Nació el 12 de abril de 1872973 y lo más probable es que también aprendiese la profesión de manos de Julián Martín Sánchez; parece, no obstante, que en 1924, aún soltero y con cincuenta y un años, debía estar aprendiendo o ni siquiera había comenzado el aprendizaje, pues en el Padrón de Vecinos de ese año se le clasifica como bracero974, lo que acaso pueda significar que trabaja a jornal, aunque fuese en la orfebrería, o simplemente se trata de una errata. Posteriormente debió perfeccionarse en el oficio y ganar en el dominio del mismo, pues las matrículas de la Contribución Industrial de los años 1928 a 1933 ya le identifican como platero componedor975, figurando el cese de actividad en septiembre del último año citado; Fig. 88. El matrimonio Martín Valle y sus sobrinos, parece ser que nunca se casó y vivió siempre en hacia 1890. De izquierda a derecha, Francisco López Valle, su hermano Julio López Valle, la tía de los números 72 y 74 de la Carrera Alta, pero ambos Antonia Valle Ramos y el marido de ésta, el desconocemos si trabajó por cuenta ajena o orive Julián Martín Sánchez tuvo taller propio en los escasos años que parece haberse dedicado al oficio. Falleció a causa de un ataque al corazón el 28 de diciembre de 1935, al parecer provocado por un atragantamiento durante la celebración de una boda976. También en los inicios del siglo XX contamos con la presencia de otro orive en activo en Torrejoncillo, se trata de Germán Moreno Martín (1878-1930), hijo del orive Blas Moreno Corcho, a quien ya hemos mencionado, y de María Martín Moreno. Germán nació en Torrejoncillo el 11 de octubre de 1878977 y sin ninguna duda aprendió el oficio de manos de su padre, que ya hemos visto fue uno de los primeros orives de la localidad; debió empezar a ejercer el oficio en torno al cambio de siglo, pues le encontramos ya como platero componedor en activo desde el año 1904, con taller registrado en la 972 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 12. Fol. 76v. Partida 28. 973 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 156. Partida 71. 974 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1924. Legajo 250 (1924). También puede tratarse de una errata y haber quedado reflejado “bracero” por “platero”. 975 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Años 1928-1933. Legajo 183. 976 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 11. Fol. 44. Partida 56, y testimonio de Dña. María García Alonso. 977 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 19. Fol. 211. Partida 176. 252


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Carrera978; en el año 1908 había pasado a la calle Despeñadero979, y de allí cambió en 1911 a la Carrera Alta, donde se mantuvo activo al menos hasta 1915, tras lo cual volvió a la calle Despeñadero, donde tuvo residencia hasta su fallecimiento. Germán Moreno Martín se casó con María Gómez García, perteneciente a una familia de la que no nos consta que tuviese relación con el mundo de los orives, pero tres de sus hijos se dedicaron a la orfebrería: Arsenio, Blas y Serafín Moreno Gómez, tres grandes orives de Torrejoncillo; además, otro orive torrejoncillano, José Moreno Llanos, era hijo de José Moreno Martín, y por tanto sobrino de Germán. Germán Moreno Martín falleció un día después de haber cumplido los cincuenta y dos años, el 12 de octubre de 1930, a causa de una dolencia bronquial980, teniendo como hemos dicho continuidad en el oficio en las personas de sus tres hijos y de su sobrino. Muy pocos años después tenemos la primera referencia de otro orive fundamental en la historia de Torrejoncillo, como es Eulalio Martín Moreno (1885-1950); nació en Torrejoncillo el 16 de diciembre de 1885, y era hijo de Vicente Martín Vergel y de Dorotea Moreno Martín. Su abuelo materno era, pues, el orive Blas Moreno Corcho, de manera que Eulalio era también sobrino de los orives José Moreno Martín y Germán Moreno Martín. No cabe duda de que Eulalio debió adquirir los conocimientos necesarios para el ejercicio de la profesión de sus tíos o de su abuelo, pero además vemos que su madrina de bautismo fue María León Valle, casada con el tío paterno de Eulalio, Pedro Martín Vergel981, y por tanto hermana de Pedro León Valle, esposo de Martina Acacio, de modo que los antecedentes familiares de Eulalio en la actividad orfebre eran tantos que casi puede decirse que su destino estaba marcado desde el nacimiento. Eulalio Martín Moreno se casó con Francisca Sánchez Muñoz el 15 de noviembre de 1911; entre los hijos del matrimonio se cuenta Vicente Martín Sánchez, que también fue otro de los grandes orives torrejoncillanos, y una de sus hijas ejerció así mismo el oficio, aunque no hemos podido determinar su nombre de pila982. Este orive debió establecerse en los primeros años del siglo XX, pero según la memoria que de él han conservado sus familiares, parece ser que en 1914 emigró a Argentina, donde estuvo trabajando durante unos dos años en una joyería de la ciudad de Rosario983, una experiencia que por aquellos años repitieron muchos torrejoncillanos. En efecto, en 1911 era tan elevado el número de torrejoncillanos que emigraban fuera de su pueblo a causa del hundimiento de la industria pañera, que su alcalde calificaba la situación de aterradora, cifrando en 638 personas las que habían abandonado la localidad, la mayoría “a Buenos Aires”, que es como se llamaba por extensión a toda la República Argentina (López Bernalt, 1998: 120). En todo caso, la experiencia americana de Eulalio Martín Moreno fue breve, puesto que figura en el censo electoral de 1917 de nuevo como residente en Torrejoncillo, cuando contaba con treinta y un años y tenía su morada en la calle Despeñadero, apareciendo como platero de oficio984; en 1923 lo vemos empadronado en la calle Ballesteros, manteniéndose ahí por lo menos hasta 1928985; en 1945, sin embargo, se le cita como platero con residencia en el número nueve de la calle 978 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Año 1904. Legajo 183. 979 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Año 1908. Legajo 183. 980 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 10. Fol. 187v. Partida 43. 981 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 21. Fol. 67. Partida 238. 982 Testimonio de D. Antonio Alviz Serrano. 983 Testimonio de uno de los nietos de Eulalio Martín, que nos ha transmitido D. Antonio Alviz Serrano. 984 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1917. Torrejoncillo. Sigª: 5636. 985 AMTJ. Padrones de Vecinos de 1923 y 1924. Legajo 250 (1923/1924). ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Torrejoncillo. Sigª: 5642. 253


Juan Manuel Valadés Sierra Tesito, aunque posteriormente lo único que conocemos de él es su fallecimiento acaecido el 3 de enero de 1950 a causa de una dolencia cardiaca986. Mucho más duraderas son las noticias documentales de José Vidal Gil Valle, que seguramente también comienza a ejercer el oficio entre 1915 y 1920; había nacido el 22 de septiembre de 1894987 y era hijo de Domingo Gil Lorenzo y de Leandra Valle Hernández, es decir, sobrino de Francisca Gil Lorenzo, la esposa del orive Julián Soria Fernández, y de Pedro Gil Lorenzo, abuelo de Leandro Iglesias Gil. José Vidal Gil Valle se casó con Tomasa Martín Martín el 7 de noviembre de 1921, y tuvo su domicilio en la calle Rivas Mateos, donde lo recoge el Padrón de Vecinos de 1923988; sin embargo entre 1924 y 1926 parece haber tenido su establecimiento en la Plaza989, y en 1933 en la calle de los capitanes Galán y García Hernández. En el Padrón de Vecinos de 1935 figura como residente en el número veintiséis de la Fig. 89. Eulalio Martín Moreno, en un calle Saturnino Serrano990, y en 1960 le vemos, ya con seautorretrato al carboncillo. senta y seis años de edad, en los números 1 y 3 de la calle Osuna García991, como última referencia consultada sobre él; sin embargo, parece que por aquella época pudo haber abandonado el oficio o dedicarse a él sólo a tiempo parcial, pues el censo electoral recoge su referencia mencionándolo como propietario, y no como orive992. Ya en la década de 1920 inicia su actividad otro orive que hemos mencionado y que mantendrá taller abierto durante varias décadas; hablamos de Leandro Iglesias Gil (1901-1974), llamado “Piroña” en Torrejoncillo. Nació el 13 de marzo de 1901, y fue hijo de Macario Iglesias González y de Felisa Gil Martín993. El padre de Leandro era natural de Fregenal de la Sierra (Badajoz), pero el propio Leandro ya nació en Torrejoncillo; sus hermanos aprendieron y ejercieron como zapateros en la localidad, pero como hemos señalado, Leandro y sus hermanos eran sobrinos segundos del orive José Vidal Gil Valle, ya que el abuelo materno de Leandro, Pedro Gil Lorenzo, era hermano de Domingo Gil Lorenzo, el padre de José Vidal. Leandro Iglesias Gil, “Piroña”, fue elegido para marchar a Malpartida de Plasencia, probablemente en torno a 1911, con su tío Pedro Gil Martín, quien le enseñó el oficio; allí estuvo durante al menos diez años y, una vez que adquirió la suficiente maestría para establecerse por su cuenta994, volvió a Torrejoncillo, donde se casó con Daniela Rivas de Castro el 4 de noviembre de 1927 y sabemos que un año después de su matrimonio vivía en la calle Horno995; se mantuvo en activo durante bastantes años y 986 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 12. Fol. 84. Partida 2. 987 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 23. Fol. 110v. Partida 135. 988 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1923. Legajo 250 (1923). 989 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Años 1924 a 1926. Legajo 183. 990 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1935. Legajo 251. Padrones de Habitantes y Rectificaciones 1930-1938. Estadísticas. Sección 11, nº 4. 991 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1960. Legajo 255. 992 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1955. Torrejoncillo. Sigª: 5655. 993 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 24. Fol. 140v. Partida 55. 994 Debemos esta información a los conocimientos y a la generosidad de D. Antonio Alviz Serrano. 995 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Torrejoncillo. Sigª: 5642. 254


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I cambió de domicilio en alguna ocasión, pues en 1945 y 1955 tenía su residencia en el número treinta y tres de la Carrera Alta996 apareciendo como industrial en la primera referencia, pero como platero en la segunda; así mismo, en 1965, ya con sesenta y cuatro años, seguía en el mismo domicilio describiendo su actividad como “trabajo objetos de oro”997, tras lo cual solamente sabemos de su fallecimiento el 18 de marzo de 1974998. Por los mismos años se inicia en el arte de la platería José Moreno Llanos, que nació en Torrejoncillo el 31 de octubre de 1894; su padre era el orive José Moreno Martín, y su madre Isabel Llanos Bueso999. En realidad, José Moreno perteneció a una gran estirpe de orives, pues era nieto de Blas Moreno Corcho, sobrino de Germán Moreno Martín y primo hermano de Eulalio Martín Moreno y de Arsenio, Blas y Serafín Moreno Gómez; lo más probable es que diera sus primeros pasos en la profesión de la mano de su padre, aunque es fácil suponer que los más jóvenes de la familia compartiesen horas de aprendizaje y sus inicios como oficiales orives. José Moreno Llanos se casó el 12 de septiembre de 1921 en el pueblo de Morcillo, con Valeriana Franco Álvarez, cuya familia suponemos completamente ajena al ejercicio de la orfebrería. El matrimonio residió desde 1923 en la calle Osuna García por lo menos hasta 1926, y posteriormente en la calle del Sol, pero parece que causó baja como platero componedor1000, siendo mencionado en documentos posteriores como jornalero de profesión1001. También documentamos, en los mismos años, el período de actividad de otro orive perteneciente a la familia Viera, el gran linaje de orives cacereños de origen portugués; nos referimos a Félix Viera Méndez (1886-1953), que había nacido en Garrovillas el 11 de junio de 1886 y era hijo de Loreto Viera Velázquez y de Nemesia Méndez1002. Como sabemos, Loreto Viera era un conocido orive de Ceclavín, a su vez hijo del orive portugués Luís Vieira Araújo, que se había establecido en Garrovillas en torno a 1882 y donde fallecería pocas semanas después del nacimiento de su hijo Félix. Seguramente, el trabajo de la venta ambulante que practicaban de manera habitual los orives, o la proximidad a Ceclavín, de donde procedía su familia, debió conducir a Félix Viera a la población de Torrejoncillo, donde conoció y se casó con Paula Méndez Sánchez el 30 de julio de 1916. Además de la larga tradición familiar que Félix encarnaba, estuvo muy relacionado con otros orives de la provincia, pues no en vano su madrina de bautismo fue su tía Josefa Viera, que estaba casada con el platero Bernardo Serrano Hernández, quien durante el primer tercio del siglo XX tuvo una próspera joyería en Cáceres. La información de que disponemos sobre el paso de Félix Viera Méndez por Torrejoncillo indica que tuvo que vivir en la localidad durante muchos años hasta su fallecimiento; se le menciona como residente en la calle Ballesteros en el Padrón de Vecinos de 19231003, aunque se especifica que es bracero de oficio, si bien la Matrícula de Contribución Industrial de ese mismo año se refiere a él como platero componedor1004; no obstante, parece evidente que tuvo que abandonar el oficio o ejercerlo sólo a tiempo parcial, 996 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1945 y 1955. Torrejoncillo. Sigª: 5647 y 5655. 997 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Año 1965. Legajo 191. 998 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 13. Fol. 204. Partida 15. 999 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 23. Fol. 117v. Partida 164. 1000 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Segundo semestre de 1926. Legajo 183. En este registro la referencia a José Moreno Llanos aparece tachada con un trazo de lápiz. 1001 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Torrejoncillo. Sigª: 5647. 1002 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 261. Partida 52. 1003 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1923. Legajo 250 (1923). 1004 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Año 1923-34. Legajo 183. 255


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 90. Torrejoncillo. Calle del Sol.

pues no hemos localizado referencias posteriores que lo citen como orífice, mientras que en 1945 el censo electoral especifica que Félix Viera, con 59 años de edad, era un industrial residente en la calle Ballesteros1005. Después de enviudar en 1947, falleció con sesenta y siete años el 21 de octubre de 19531006. Escasas son, también, las noticias disponibles sobre otro de los orives torrejoncillanos con una larga tradición orfebre en su familia, se trata de Ambrosio Fatela Cortés, de quien únicamente tenemos las referencias correspondientes a los censos electorales de 1923 y 1928, en las que se señala su residencia en la calle Cáparra; en el primero de los años figura como jornalero de oficio, pero en 1928 sí que se especifica que su profesión es la de platero y cuenta con 42 años1007. En realidad, sabemos que Ambrosio Fatela Cortés nació en Ceclavín el 7 de diciembre de 1882 y era hijo de uno de los orives ceclavineros que ya conocemos, Ángel Fatela Fustes, a quien consideramos oficial de Antero Domínguez Amores, y casado con María Cortés Amores1008, emparentada con el también orive Gregorio Cortés; además, la familia de Ambrosio estaba estrechamente vinculada con la de otros orives de Ceclavín, pues María Cruz, una hermana de Ambrosio, fue la madrina de bautismo de uno de los hijos del platero Esteban Bustamante Sánchez. La referencia de la estancia de Ambrosio en Torrejoncillo es breve y no nos permite afirmar que se prolongue después de 1928. Igualmente escueto es el dato que sitúa en Torrejoncillo a otro orive llamado Daniel Llanos Núñez; sabemos que nació en esta localidad el 21 de febrero de 1893, y era hijo de Santiago Llanos Núñez y de 1005 1006 1007 1008

ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Torrejoncillo. Sigª: 5647. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Difuntos nº 12. Fol. 137v. Partida 52. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1928. Torrejoncillo. Sigª: 5642. ADCC. Parroquia de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 170v. Partida 672. 256


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Petra Núñez Llanos1009, un cruce de apellidos que da idea de lo intrincadas que eran las relaciones entre las familias de Torrejoncillo en aquella época pero que no resuelve la cuestión de una posible tradición familiar en el oficio del oro y la plata. Realmente de Daniel Llanos sólo sabemos que en 1923 ejercía como “joyero”, con morada en la calle Coria. Después de esa breve noticia no hemos hallado más referencias en la documentación consultada. A mediados de la década de 1920 debió iniciar su actividad profesional Pedro Llanos Gil (1906-1968), que nació en Torrejoncillo el 9 de septiembre de 1906, siendo hijo de Lorenzo Llanos Díaz y de Juana Gil de Sande. Por lo que sabemos, Lorenzo Llanos Díaz, el padre de Pedro, fallecido en 1939, aprendió también el oficio de la mano de su tío materno, Francisco Díaz Hernández, que trabajó como orive en Acehúche aunque había nacido en Torrejoncillo; otro hermano de este orive acehucheño y de la madre de Lorenzo Llanos Díaz, era sacerdote en Acehúche, y cuando Lorenzo quedó huérfano en su adolescencia, se lo llevó como ahijado suyo y se crió en aquella localidad1010, pasando después a ser sacristán, de donde le vino el apodo con que han sido conocidos todos sus descendientes. Volviendo al orive Pedro Llanos Gil, “Sacristán”, aparece en el Padrón de Vecinos del año 1924, domiciliado en el número doce de la calle Enfermería, aunque el oficio que consta es el de bracero, bien por error o porque aún se encontraba en su fase de aprendizaje. Conoció la peor época de la orfebrería de filigrana en nuestra provincia, pues en los años de la guerra civil de 1936-39 y los inmediatamente posteriores se vio obligado a dejar temporalmente su oficio, dedicándose a la carpintería; ello se debía fundamentalmente a la escasez de materia prima, los metales preciosos dejaron prácticamente de circular en el circuito de los orives, que lo que hacían era fundir joyas antiguas o monedas para darles nueva forma. En aquellos años, muchas personas tuvieron que entregar sus joyas para que fuesen fundidas y con ello contribuir al mantenimiento de los ejércitos en lucha, o malvender las joyas de sus antepasados para poder comer, y la mayoría de la gente no podía invertir su dinero en adornos personales, pues bastante tenían con asegurar el sustento de la familia. Sabemos que Pedro Llanos se casó el 25 de abril de 1940 con Daniela Bernal Moreno, de la que no tenemos constancia que tuviese relación con la orfebrería. Después de esos años críticos, las cosas comenzaron a mejorar y Pedro Llanos consiguió volver a vivir de su arte, trabajando en Torrejoncillo durante un tiempo; lo encontramos en el Padrón de Vecinos de 1960 residiendo en el número dieciséis de la calle Pizarro, y ya para entonces su hijo Lorenzo Llanos Bernal, que contaba con veinte años, figura como platero1011, junto a otros cuatro hijos varones, menores que Lorenzo. En esa época Pedro Llanos ya trabajaba no sólo para el mercado local y provincial, sino que tuvo el acierto de entablar contacto con firmas madrileñas que le hacían encargos de joyas en grandes cantidades; su hijo recuerda cómo recibían encargos de broches o pulseras por centenares, destinadas a joyerías que trabajaban en el mundo de la moda de la capital de España1012. En 1965, Pedro Llanos figura de nuevo dado de alta como industrial en Torrejoncillo con la ocupación de “confección de objetos de oro”, residente en el número dieciséis de la calle Pizarro, pero está claro que la situación era todavía complicada, pues en 1966 y 1967 figura como afilador con taller propio, lo que en un principio nos lleva 1009 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 23. Fol. 32v. Partida 43. 1010 Testimonio de su nieto D. Lorenzo Llanos Bernal. 1011 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1960. Legajo 255(1960). 1012 Testimonio de D. Lorenzo Llanos Bernal. 257


Juan Manuel Valadés Sierra a pensar que debía diversificar su actividad para poder seguir ejerciendo como orive1013, pero también sabemos que la presión fiscal, más intensa sobre el oficio del orfebre, llevó a muchos de ellos a disimular su verdadero oficio frente a las autoridades. Muy poco después de cumplir los sesenta y dos años, Pedro Llanos falleció repentinamente a causa de un ataque al corazón, el 28 de octubre de 19681014. Probablemente a consecuencia de este hecho, en esos momentos es cuando su hijo Lorenzo Llanos Bernal se independiza profesionalmente y se establece en Cáceres, donde permanecerá hasta su jubilación, como se explica más adelante. Otro de los orives torrejoncillanos que comienza a trabajar en la década de 1920 es Jacinto Martín Soria (1906-1956), que nació el 8 de diciembre de 1906; era hijo de Jacinto Martín MoFig. 91. Pedro Llanos Gil trabajando con dos oficialas. reno y de Juana Soria Fernández1015; el padre era secretario del Ayuntamiento de Torrejoncillo y la madre, como sabemos, era hija del orive Aniceto Soria Perales, nacido en Ceclavín, y hermana del también orive Julián Soria Fernández; además, Jacinto era cuñado del orive Pedro León Acacio, al que nos referiremos a continuación. Suponemos por ello que Jacinto debió aprender el oficio con su tío Julián, y sabemos que en 1924, con sólo diecisiete años, Jacinto Martín Soria vivía en la calle Ballesteros y ya ejercía como platero1016; así continuaba en el año 1931, con el mismo oficio y en el mismo domicilio1017. Consta que no mucho después, el 18 de julio de 1935, se casaba con Melecia Beltrán Santos, pero después no encontramos referencias posteriores a la actividad de Jacinto como orive, de hecho en 1945 figura en el censo electoral como industrial1018, por lo que podemos suponer que tuvo que abandonar su profesión tras la guerra civil, como tantos otros de la profesión, o dedicarse solamente a la venta de la producción de otros orives; falleció de una peritonitis aguda sin haber llegado a cumplir los cincuenta años, el 30 de agosto de 19561019. Pedro León Acacio (1902-1972), el orive que acabamos de mencionar, era hijo de dos importantes plateros de Torrejoncillo, Pedro León Valle y Martina Acacio Arias; nació el 4 de octubre de 1902, y sabemos que el 10 de agosto de 1929 se casó con Melecia Martín Soria, hermana del orive Jacinto Martín Soria e hija de Aniceto Soria Perales 1020. Debió ejercer su oficio desde antes 1013 1014 1015 213. 1016 1017 1018 1019 1020

AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Años 1965, 1966 y 1967. Legajo 191. Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 13. Fol. 137v. Partida 42. Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 25. Fol. 226v. Partida AMTJ. Padrón de Vecinos de 1924. Legajo 250 (1924). ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1931. Torrejoncillo. Sigª: 5644. ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Torrejoncillo. Sigª: 5647. Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 12. Fol. 174. Partida 44. Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 25. Fol. 11v. Partida 258


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I de ese momento, seguramente con su madre, que estaba dada de alta como industrial; consta que en 1935 vivía en el número dos de la calle Pi i Margall1021, pero probablemente tras la crisis de esta actividad causada por la guerra civil, tuvo que alternar la orfebrería con otras actividades, destacando como músico y, especialmente, como empresario de exhibición cinematográfica. En efecto, en los censos de 1945 y 1955 se le cita como “industrial”1022, y en las matrículas de la Contribución Industrial de 1966 y 1967 Pedro León Acacio aparece con actividad en la categoría de “cinematógrafos” y residente en la calle Primo de Rivera 1023; tuvo varias hijas, que fueron maestras nacionales 1024, y siguió ejerciendo ambas profesiones prácticamente hasta su fallecimiento, acaecido el 4 de abril de 1972 1025; aunque ninguno de sus descendientes ha continuado trabajando el oro y la plata, su pasión por la música sí que ha prendido en alguno de sus familiares, como su nieto Francisco Rodilla León, actualmente profesor del Área de Música de la Universidad de Extremadura y Director del Coro de la misma institución académica.

Fig. 92. Carta de la Junta de Turismo de Cáceres reclamando la colaboración de los orives de Torrejoncillo, 1929.

Por estas fechas, la fama de los orives de Torrejoncillo ya ha superado a los de Zarza la Mayor, Plasencia, Trujillo y por supuesto a los de la ciudad de Cáceres; puede decirse que sólo era aventajada por el foco de Ceclavín, que se encontraba en ese momento en pleno apogeo. Esa competencia hizo que, como hemos señalado, fueran ceclavineros los orives seleccionados para incluir sus producciones en el Pabellón de Extremadura de la Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929; sin embargo, de la alta calidad del trabajo de los torrejoncillanos y de su dura pugna con los ceclavineros da idea el que en noviembre de ese mismo año de 1929, recién inaugurado el pabellón extremeño en Sevilla, se eligiera a los orives de Torrejoncillo para representar a la provincia de Cáceres en la Exposición de Industrias Artísticas que se iba a celebrar en Algeciras (Cádiz). Esta selección fue hecha por la Junta Provincial cacereña del Patronato Nacional de Turismo, a requerimiento de la junta andaluza del mismo patronato, que le había solicitado ayuda para que seleccionase 159. 1021 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1935. Legajo 251. Padrones de Habitantes y Rectificaciones 1930-1938. Estadísticas. Sección 11, nº 4. 1022 ADPC. Rectificaciones de los Censos electorales de 1945 y 1955. Torrejoncillo. Sigª: 5647 y 5655. 1023 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Años 1966 y 1967. Legajo 191. 1024 Testimonio de D. Antonio Alviz Serrano. 1025 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 13. Fol. 181. Partida 13. 259


Juan Manuel Valadés Sierra industriales artistas en el territorio de la provincia; curiosamente, el Delegado provincial del Patronato era D. Miguel Ángel Orti Belmonte, la misma persona que meses antes había dado todo el protagonismo a los ceclavineros al seleccionarlos para el pabellón extremeño de la exposición sevillana. Así, el 3 de noviembre de 1929, Orti Belmonte se dirigía al alcalde de Torrejoncillo pidiéndole una relación de los orives que estarían interesados en enviar sus productos a una feria que veía con buenas probabilidades de abrir un nuevo mercado en Andalucía para estos profesionales, especificando que: Los trabajos de filigranas de los orives des (sic) pueblo como gargantillas cruces de penderique de rayos de herradura etc. son los que pueden figurar en esta exposición1026.

La verdad es que desconocemos si finalmente llegó a celebrarse la citada exposición y si hubo orives torrejoncillanos que se animaran a enviar su género, pero el simple hecho de ser los seleccionados por Orti Belmonte apunta la importancia que en ese momento tenía ya el arte de la filigrana en esta localidad. En el censo electoral del año 1932 localizamos la referencia de un orive llamado Nicasio Santibáñez Serrano, del que ignoramos su origen y la familia a que perteneció; en el citado año moraba en la calle Pizarro y tenía 31 años de edad, por lo que su nacimiento debió tener lugar en torno a 19011027, aunque carecemos de cualquier otra noticia suya. Ya en el decenio de 1930 nos encontramos con otro orive torrejoncillano nacido en el seno de una familia dedicada a este oficio, es Cayetano López Díaz (1908-1965), hijo del orive que ya hemos mencionado Francisco López Valle y de Alejandra Díaz Hernández; nació el 27 de abril de 19081028 y obviamente aprendió el oficio con su padre, al igual que sus hermanas Martina y Antonia. Se casó el 30 de septiembre de 1934 con Amelia Hernández Canelo y tuvo al menos tres hijos, de los cuales aprendió y continuó con el oficio José Francisco López Hernández, todavía hoy en activo, así como una de las hijas. En 1931, Cayetano López Díaz ya estaba trabajando como platero, y vivía en la Carrera Alta1029, y nueve años más tarde, ya después de la guerra civil, sabemos que vivía en el número sesenta de la calle Calvo Sotelo, y seguía apareciendo como platero1030. En el número setenta y dos de la Carrera Alta vuelve a aparecer como “orive” en 19601031, y como dedicado a la “confección de objetos de oro” en el año 19651032, pero en las posteriores relaciones de actividad industrial figura como “afilador con taller”, lo que nos lleva a pensar que combinaba ambas actividades o acaso disimulaba su verdadera ocupación para aminorar los efectos fiscales del mismo. El “Tío Cayetano” es uno de los grandes orives de la localidad, que se mantuvo en activo durante bastantes años, procedía de una estirpe de orives que él mismo, al igual que sus hermanas, se encargó de continuar y de transmitir a su propio hijo. De las dos hermanas de Cayetano López Díaz poseemos una información mucho más reducida; de Antonia López Díaz sabemos muy poco, solamente que en efecto estuvo trabajando durante años como orive y se constituyó en empresaria de joyería, pero no tuvo hijos que continuaran en la profesión. En 1026 AMTJ. Comunicaciones. Legajo 206. Documento localizado y generosamente puesto a nuestra disposición por D. Antonio Alviz. 1027 AHPC. Censo electoral de 1932. Torrejoncillo. R.A. LIB/388: L865. 1028 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 26. Fol. 71v. Partida 80. 1029 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1931. Torrejoncillo. Sigª: 5644. 1030 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1940. Legajo 252 (1940). 1031 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1960. Legajo 255 (1960). 1032 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Año 1965. Legajo 191. 260


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I cuanto a la otra hermana, Martina López Díaz nació el 12 de febrero de 19231033 y también se dedicó al oficio; se casó con Ángel García Sánchez el 27 de diciembre de 1950, y dos de sus hijos también aprendieron y siguen trabajando en la actualidad dentro del sector, el varón, llamado Francisco Jesús García López se casó con María Remedios Alonso, y fabricaba y vendía joyas por diferentes pueblos de la provincia, hasta que hacia 1980 decidió afincarse en Jaraíz de la Vera, donde abrió una joyería que todavía hoy está en funcionamiento, llamada “Galón”1034. Francisco Fig. 93. Recibo del seguro suscrito por la compaenseñó a su vez el oficio a sus hijas, María y Nañía Gamboa Hijo, de comercialización de metales zareth, quien además se ha formado en diseño y preciosos, para la entrega de un pedido hecho por técnicas de joyería, innovando sobre la tradición Cayetano López hacia 1945. orfebre heredada de sus antepasados; los hermanos varones, Ángel y Jesús, también trabajan en el negocio familiar. En la actualidad, la joyería Galón muestra sus creaciones novedosas, realizadas completamente en el taller, incluyendo el diseño y la talla de las piedras, complementadas con una muestra

Fig. 94. Joyería “Antange & Bari” de Torrejoncillo.

1033 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados, 1919-1924. Fol. 135v. Partida 27. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1034 Testimonio de Dña. María García Alonso. 261


Juan Manuel Valadés Sierra de piezas antiguas fabricadas por los abuelos y bisabuelos, vende la producción propia y además sirve productos a la joyería “Antange & Bari” de Torrejoncillo, que es regentada por Ángela Rita García López, hermana de Francisco Jesús y por tanto hija de Martina López Díaz. Como puede verse, las décadas del siglo XX que preceden a la guerra civil son las de un mayor dinamismo en la orfebrería de filigrana de Torrejoncillo; en total, en este primer tercio del siglo hemos documentado no menos de treinta orives que comienzan su actividad, sin contar a los que ya estaban en activo desde las décadas anteriores; si bien no se alcanza la numerosa existencia de orives que constatamos en Ceclavín, para estas fechas Torrejoncillo ya ha superado a Zarza la Mayor como el segundo centro de mayor importancia en la orfebrería de filigrana cacereña. El cuadro siguiente refleja la distribución de los principales talleres de la localidad con los principales orífices asociados a ellos. Seguidores de Blas Moreno Corcho

Taller de los “Piroña”

Seguidores de Julián Martín Sánchez

Germán Moreno Martín (1878-1930)

Pedro Gil Martín (1876-?)

Francisco López Valle (1869-1949)

Juan Gaspar Gil (1868-1918)

Julio López Valle (1872-1935)

Joaquín Ramos Moreno (1874-?)

Eulalio Martín Moreno (1885-1950) José Moreno Llanos (1894-?)

Leandro Iglesias Gil (1903-1974)

Pedro León Acacio (1902-1972)

Taller de los “Sacristanes”

Seguidores de los Soria

Otros

Daniel Llanos Núñez (1893-?)

José Vidal Gil Valle (1893-?)

Félix Viera Méndez (1886-1953)

Pedro Llanos Gil (1906-1968)

Jacinto Martín Soria (1906-1956)

Ambrosio Fatela Cortés (1882-?)

Cayetano López Díaz (1908-?) Antonia López Díaz (¿-?) Martina López Díaz (1923-?)

Crisis y resistencia de la orfebrería de filigrana tras la guerra civil (1939-…) En los primeros años de la posguerra continúa trabajando, aunque con grandes dificultades, casi docena y media de orives que ya lo estaba haciendo desde los años anteriores al conflicto y a los que ya hemos mencionado. Además, encontramos en el censo electoral de 1945 una única referencia de otro maestro que hasta el momento no habíamos localizado; se trata de Francisco Beltrán Moreno, que 262


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I probablemente ya estaba en activo en los años treinta, puesto que había nacido el 7 de julio de 1884 y tenía, por lo tanto sesenta y un años de edad en el momento del referido censo1035. En ese año de 1945 Francisco Beltrán vivía en el número 75 de la Carrera Alta y es referenciado como “oribe”1036; sabemos que era natural de Torrejoncillo e hijo de Santiago Beltrán Valerio y de Juliana Moreno Ramos, pero no hemos detectado antecedentes familiares en el gremio de los orfebres, como tampoco tenemos noticias posteriores de su actividad, que no debió prolongarse mucho tiempo más. Pese a la penosa situación del oficio en los años inmediatamente posteriores a la guerra civil, causada principalmente por la escasez de metales preciosos, los orives torrejoncillanos seguían ganando fama y compitiendo con los ceclavineros, e incluso aventajándoles. Así, en marzo de 1947 el Gobernador Civil de la provincia de Cáceres se dirigía por carta al Alcalde de Torrejoncillo requiriendo la colaboración de los artesanos de la localidad, ya que era conocedor “de que en ese municipio existen talleres en que se producen piezas de filigrana de platería doradas o en blanco” y había pensado en ellos porque tenía “el decidido propósito de que en la Exposición que se celebre próximamente en Madrid, haga acto de presencia la artesanía cacereña”. El gobernador se refería a la Exposición Nacional de Artes Decorativas, que efectivamente se inauguró en el Palacio de Exposiciones del Retiro madrileño el 6 de junio de 1947; en su carta, invita a los orives torrejoncillanos a enviar sus joyas antes del final del mes de marzo de ese año, indicando el nombre del fabricante y el precio de las alhajas, ya que se podían vender. En concreto, se requería que los maestros presentasen a la exposición “pendientes llamados de herradura y de aljófar, cruces de filigrana y gargantillas con cruz y galápago, pulseras, etc. […] Se preferirán los modelos antiguos que no estén contaminados por influencias modernas”1037. No sabemos si finalmente los orives de Torrejoncillo respondieron a la invitación, pero todo parece indicar que no fue así, ya que la referencia oficial de la Exposición publicada en la ministerial Revista de Educación menciona en esa muestra varias piezas de platería aportadas por cofradías sevillanas, pero se silencia la presencia de la filigrana extremeña, si es que la hubo1038. A partir de esa época hay que citar a tres orives importantes en Torrejoncillo apodados “Chocolate”, son los hermanos Blas, Serafín y Arsenio Moreno Gómez, hijos de Germán Moreno Martín y de María Gómez García, y por tanto nietos de Blas Moreno Corcho y primos de Eulalio Martín Moreno y de José Moreno Llanos. Así pues, los tres pertenecen a una amplia y nutrida dinastía de orives torrejoncillanos que arranca a mediados del siglo XIX y que continúa en activo todavía hoy. Blas Moreno Gómez nació el 17 de mayo de 1903 y sabemos que se casó con Libertad Hernández Vergel el 12 de noviembre de 19321039; tres años más tarde lo encontramos viviendo en el número veintiuno de la calle Osuna García, en aquel momento con tres hijas pequeñas, y con oficio declarado de platero1040. Seguramente la guerra civil debió afectar a su negocio, como al de la mayor parte de orives de la provincia, pues si en 1939 continúa declarando que su ocupación es “taller de orífice, platero, venta de los efectos que elabora”1041 y en 1940 aparece solamente como orive1042, a partir de 1945, y hasta 1960, la clasificación profesional en que

1035 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 20. Fol. 177v. Partida 110. 1036 ADPC. Censo electoral de 1945. Torrejoncillo. Sigª: 5647. 1037 AMTJ. Año 1947. R.E. nº 349. Documento generosamente facilitado por D. Antonio Alviz Serrano. 1038 “La Exposición Nacional de Artes Decorativas”, Revista Nacional de Educación, (1947), nº 72, págs. 82-84. 1039 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 25. Fol. 45. Partida 96. 1040 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1935. Legajo 251. Padrones de Habitantes y Rectificaciones 1930-1938. Estadísticas. Sección 11, nº 4. 1041 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Año 1939. Legajo 185. 1042 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1940. Legajo 252(1940). 263


Juan Manuel Valadés Sierra se encuadra Blas Moreno es como “sacador de fuego”1043. Esto parece denotar una cierta especialización en la fase principal del oficio de la platería, que es la de la fundición de los metales preciosos y el proceso de darles forma de joya para la elaboración final de las alhajas; ello implicaría que otros profesionales se ocuparían del pulido, del abrillantado, del engarce de las piedras o del esmaltado, y por tanto parece referir una organización compleja en el taller del orive; sin embargo, no aparecen plateros en las matrículas industriales de esos años en Torrejoncillo, sino que todos se definen como sacadores de fuego; por otro lado el propio Blas Moreno Gómez aparece como platero en el censo electoral de 19551044, lo que confirma la inexistencia de esa especialización en el trabajo. Ya en el Padrón de Vecinos de 1960 Blas Moreno Gómez es definido de nuevo como platero, y lo encontramos viviendo en el mismo lugar que en 1935, ya viudo y con cuatro hijas llamadas Amelia, Asunción, Juana y Amparo Moreno Hernández1045; no tenemos constancia de que ninguna de ellas continuase con el oficio, que seguramente aprendieron, y tras esa noticia desaparecen las referencias a este orive, que debió continuar en activo todavía algunos años más. El segundo de los hermanos “Chocolate”, y del que tenemos menos noticias documentales, es Serafín Moreno Gómez. Nació el 26 de marzo de 1910 y se casó con Saturnina Gil Hernández el 19 de septiembre de 19391046; es evidente que aprendería el oficio con su padre, y al mismo tiempo que sus hermanos, pero sabemos que una vez alcanzado el grado de maestría necesario, cada uno de los hermanos se estableció por separado, con talleres independientes1047, aunque colaborasen ocasionalmente tal como sucedía entre otros orives en los demás pueblos. Curiosamente, durante años no encontramos noticia alguna de Serafín como orive, ni en el censo electoral, donde se le cita como barbero en 19451048, ni en los padrones de vecinos o en la Matrícula de Contribución Industrial, por lo que cabe suponer que en esa época se dedicara al oficio sólo a tiempo parcial o que llegara a abandonarlo por completo, aunque la memoria oral recuerda siempre en los tiempos de la posguerra a los tres hermanos trabajando, cada uno con su taller. En efecto, el censo electoral de 1955 cita a Serafín como “oribe” con domicilio en el número dieciocho de la calle Calvo Sotelo1049, lo que indica que probablemente volvió a la profesión tras superar las dificultades de los primeros años de la posguerra. El más joven de los hermanos, y probablemente el más importante de los tres “Chocolate” es Arsenio Moreno Gómez (1912-1980), que vino al mundo el 12 de diciembre de 19121050; contrajo matrimonio el 31 de diciembre de 1939 con Conrada Acacio Baños, también portadora de apellidos ligados al arte de la filigrana en Torrejoncillo y orive ella misma. Para la época de su matrimonio Arsenio debía estar aún en la fase de aprendizaje del oficio, pues figura como bracero en el Padrón de Vecinos de 1935, residente en el número veintiséis de la calle Despeñadero1051, pero tras la contienda bélica, y una vez casado, lo vamos a encontrar registrado como sacador de fuego, al igual que su hermano Blas, en la Matrícula de contribución Industrial de los años 1945 a 1960. Sabemos, no obstante, que no había abandonado el oficio, trabajando 1043 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Años 1945 a 1960. Legajo 191. 1044 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1955. Torrejoncillo. Sigª: 5655. 1045 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1960. Legajo 255(1960). 1046 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 26. Fol. 163v. Partida 46. 1047 Testimonio de D. Lorenzo Llanos Bernal. 1048 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Torrejoncillo. Sigª: 5647. 1049 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1955. Torrejoncillo. Sigª: 5655. 1050 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 27. Fol. 1. Partida 1. 1051 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1935. Legajo 251. Padrones de Habitantes y Rectificaciones 1930-1938. Estadísticas. Sección 11, nº 4. 264


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I en su taller para la clientela local y para la de los contornos, pues se desplazaba no sólo a localidades como Montehermoso, gran consumidora siempre de las joyas de Torrejoncillo, sino incluso a lugares tan alejados como Córdoba, donde vendía su producción a los talleres de la ciudad1052; así, en el Censo de 1955 y en el Padrón de Vecinos de 1960 ya se le refleja como platero, casado y con una hija llamada Amelia Moreno Acacio que seguía viviendo en el hogar paterno1053; sabemos que tuvo al menos otros dos hijos, llamados José y Germán, que aprendieron y siguieron el oficio; de ellos, José Moreno Acacio seguía en activo en 1994, con su taller en el número 22 de la Avenida de Extremadura (VV. AA. 1994: 79). En la documentación municipal para el gravamen de las actividades industriales vuelve a aparecer Arsenio Moreno Gómez como orífice en las anualidades de 1962 a 1965, figurando en estos documentos con residencia en el número veinte de la calle Despeñadero. Ya por aquellos años trabajaban con él sus dos hijos varones, e igualmente Conrada, su esposa, que llevaba toda la parte comercial del negocio familiar; además de vender la producción propia, los hijos y la esposa comercializaban joyas de filigrana que les vendían maestros plateros de Córdoba, saliendo para ello a vender por los pueblos de los contornos1054. Sabemos que Arsenio continuó en activo hasta su fallecimiento acontecido en el primer día del año 19801055, siendo continuado en el oficio por sus hijos y nietos. Por su parte, Germán Moreno Acacio (1942-1985) nació el 20 de abril de 1942, y se casó el 5 de diciembre de 19681056 con Rosario Clemente Martín, que es nieta de Eulalio Martín Moreno y sobrina del también orive Vicente Martín Sánchez, al que nos referiremos más adelante; en el Padrón Municipal de Vecinos correspondiente al año 1960 Germán Moreno aparece ya como platero de oficio1057, pese a su juventud, residiendo en el hogar paterno. Continuó trabajando al menos veinte años, hasta su temprano fallecimiento que tuvo lugar el 26 de mayo de 19851058; de sus cuatro hijos, José Luis, Inmaculada, César y Rosario, sólo César Moreno Clemente, ha aprendido el oficio y continúa en él, como veremos en su momento. Un cuarto hermano, llamado Germán Moreno Gómez (1908-1977), había nacido el 11 de mayo de 1908 y, aparentemente, pero sólo aparentemente, no aprendió ni ejerció el oficio de la orfebrería; en el Padrón de Vecinos de 1935 se le menciona como residente en el número veintiséis de la calle Despeñadero y como bracero de oficio1059. Parece ser que su precaria salud le impidió un ejercicio profesional continuado, pues sabemos que pasó largas temporadas ingresado en el sanatorio antituberculoso que existía en la cacereña Sierra de la Mosca1060; sin embargo, creemos que al menos aprendió la profesión, al igual que sus hermanos, y de hecho aparece como “oribe”, soltero y viviendo en el número veintiuno de la calle Osuna, el domicilio familiar de su hermano Blas, en el censo electoral de 19551061; posteriormente, con 57 años de edad, se le menciona como pensionista1062, sabemos que nunca se casó y que falleció el 11 de mayo de 19771063. 1052 Testimonio de su nieto D. César Moreno Clemente. 1053 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1960. Legajo 255 (1960). 1054 Testimonio de D. Antonio Alviz Serrano. 1055 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 13. Fol. 280. Partida 1. 1056 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 32. Fol. 7. Partida 26. 1057 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1960. Legajo 255 (1960). 1058 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 14. Fol. 90. Partida 21. 1059 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1935. Legajo 251. Padrones de Habitantes y Rectificaciones 1930-1938. Estadísticas. Sección 11, nº 4. 1060 Testimonio de D. Antonio Alviz Serrano. 1061 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1955. Torrejoncillo. Sigª: 5655. 1062 AHPC. Censo electoral de 1965. Torrejoncillo. Sigª: Gobierno Civil. Caja nº 1.778. 1063 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 13. Fol. 247. Partida 25. 265


Juan Manuel Valadés Sierra La guerra civil de 1936-1939 supuso, como venimos diciendo, un corte radical y una grave crisis en la actividad orfebre de Torrejoncillo, al igual que en otros pueblos cacereños; algunos de los orives que entonces estaban trabajando tuvieron que abandonar el oficio o emigrar, y otros se vieron en la necesidad de alternar la profesión con otras ocupaciones artesanales, desde la carpintería al vaciado y afilado de cuchillos, pasando por la fotografía o la exhibición cinematográfica. Al mismo tiempo, aquellos años de tanta necesidad, carencia de metales preciosos y falta de recursos entre la población para dedicarlos al adorno personal fueron una época en que se incorporaron muy pocos jóvenes al oficio, apreciándose un corte importante de casi dos décadas en que no aparecen nuevos orives, estando dominado el panorama torrejoncillano de la posguerra por Cayetano López Díaz “Piroña”, los hermanos Arsenio y Blas Moreno, llamados “Chocolate”, y los representantes de la generación anterior, José Vidal Gil Valle, Leandro Iglesias Gil, Pedro Llanos Gil o Pedro León Acacio. Precisamente entre los pocos maestros orives que comienzan a trabajar en esos duros años postbélicos se cuenta Vicente Martín Sánchez (1929-2012), el hijo de Eulalio Martín Moreno y de Francisca Sánchez Muñoz. Había nacido el 24 de julio de 1929, y comenzó su aprendizaje de la mano de su padre en torno a los trece años; en sólo dos años ya poseía los conocimientos suficientes para ejercer el oficio, si bien necesitó algunos años más, como todos los orives, para desenvolverse con soltura en la profesión (VV. AA., 1994: 32). Se casó con Brígida Rivas Sánchez el 9 de octubre de 19551064, año en que el censo electoral lo menciona como albañil1065, por lo que cabe suponer que aún no había completado su aprendizaje; en dicho documento, y en el Padrón de Vecinos de 1960 le vemos residiendo en el número siete de la calle Tesito, entonces ya casado y con dos hijos llamados Jesús y Alicio1066; en la Matrícula de la Contribución Industrial de 1965 se define su actividad como “trabajo de objetos de oro”1067. Sin embargo, no le resultó nada fácil a Vicente salir adelante con su oficio; en los primeros años de su trayectoria profesional tuvo que aprender a trabajar en solitario, al haber fallecido su padre cuando Vicente apenas contaba veinte años; además, las dificultades de los años sesenta, que son ya los del desarrollismo a escala nacional y la despoblación del campo extremeño, parecen haberle llevado a alternar su arte con otras actividades, como el afilado de cuchillos, con la que aparece dado de alta en la contribución de 1966 y 19671068. Sabemos además que Vicente Martín Sánchez se dedicó también a la fotografía, teniendo uno de los estudios más populares de Torrejoncillo, y así es como se le menciona en el censo electoral de 19651069, pero a principios de los años ochenta había podido retornar a la orfebrería de filigrana como su única ocupación gracias a la recuperación de la demanda en tales fechas (González Casarrubios, 1981: 26). Por aquellos años, la única ayuda que tenía Vicente era la de su mujer, que rellenaba de filigrana la estructura de las joyas, pero ninguno de los hijos quiso dedicarse al oficio; sin embargo, su nuera Elena Martín Paniagua continúa en la profesión y hasta hace muy poco tiempo ha regentado una joyería en Coria1070. Una sobrina de Vicente sí que continuó con el oficio, nos referimos a María del Rosario Clemente Martín, a la que ya hemos mencionado con anterioridad. Nació en Torrejoncillo el 22 de agosto de 1941, hija de Teófilo Vicente Clemente Llanos y de María del Rosario Martín Sánchez, quien a su vez era hermana, por tanto, del orive Vicente Martín Sánchez1071; Rosario Clemente apenas pudo conocer 1064 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 29. Fol. 173. Partida 88. 1065 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1955. Torrejoncillo. Sigª: 5655. 1066 AMTJ. Padrón de Vecinos de 1960. Legajo 255 (1960). 1067 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Año 1965. Legajo 191. 1068 AMTJ. Matrícula de la Contribución Industrial. Años 1966 y 1967. Legajo 191. 1069 AHPC. Censo electoral de 1965. Torrejoncillo. Sigª: Gobierno Civil. Caja 1.778. 1070 Testimonio de D. Antonio Alviz Serrano. 1071 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 192. Partida 84. 266


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I a su abuelo, Eulalio Martín Moreno, pero probablemente completó su formación con su tío Vicente. Trabajó, mientras la vista se lo permitió, en los años más difíciles de la orfebrería torrejoncillana, cuando muchos otros maestros abandonaban el oficio, y se casó en el año 1968 con el también orive Germán Moreno Acacio; tras enviudar, pudo enseñar a su hijo César Moreno Clemente, que continúa todavía hoy trabajando la filigrana de Torrejoncillo y encarnando una amplia y fructífera tradición familiar tanto por la vía paterna como por la materna. Al igual que sucedía en la familia de Vicente Martín, en que sus hijos no continuaban con el oficio, muchos otros orives de la provincia fueron cerrando sus talleres a medida que se jubilaban, porque los de la siguiente generación no se dedicaban a la profesión, incluso aquellos que habían aprendido, porque para muchos había dejado de ser rentable. En 1994, Vicente Martín Sánchez se quejaba de la falta de continuidad en una tradición familiar de más de un siglo, y por ello seguramente participó como profesor en varios cursos de Educación Compensatoria y del Instituto Nacional de Empleo para transmitir sus conocimientos a la gente joven de Torrejoncillo y de otras localidades (VV. AA., 1994: 33). Si la mayoría de aquellos alumnos no llegó a dedicarse profesionalmente a la filigrana, al menos uno de ellos sí, que además lo llevaba ya en sus genes, se planteó seriamente la profesión y llegó a dedicarse a ella; nos referimos a Domingo Rosado Pozas, que todavía hoy sigue ejerciendo como orive en Ceclavín y que sigue recordando con cariño a su maestro; Vicente Martín Sánchez falleció no hace mucho, el 1 de abril de 2012 en su domicilio del número nueve de la calle Tesito1072. Ya en la década de 1960 se incorpora al trabajo como orive Lorenzo Llanos Bernal “Sacristán”, a quien ya nos hemos referido al hablar de su padre Pedro Llanos Gil; sabemos que nació el 16 de diciembre de 19401073 y que su familia ya atesoraba varias generaciones de orives en Torrejoncillo y en Acehúche. Como ya hemos señalado, aprendió el oficio con su padre y en 1960 consta que ya era platero y vivía en Torrejoncillo en el hogar paterno del número 16 de la calle Pizarro; sin embargo, en 1968 se trasladó a Cáceres donde ocupó un local municipal dedicado al fomento de la artesanía en la plaza de San Jorge. El 29 de diciembre de 1970 se casó con Ana Rodríguez López en la parroquia de Santiago de Cáceres, permaneciendo activo en la ciudad hasta su jubilación en 2008. Nuestro periplo por la historia de los orives de Torrejoncillo finaliza con los tres profesionales que todavía hoy se encuentran en activo, de los cuales dos pertenecen a largas estirpes de maestros torrejoncillanos y el tercero tiene un origen foráneo. Éste es Marcelo Domínguez Frade, nieto de un gran orive de Gata, como fue Higinio Frade Roldán, quien a su vez descendía de otras dos generaciones de orives y se formó en Ciudad Rodrigo con la familia Vasconcellos (Sánchez Ocaña, 1987: 14). Marcelo Domínguez nació en Gata el 19 de junio de 1973, donde aprendió el oficio de la mano de su abuelo, comenzando a trabajar con él desde los siete años de edad; posteriormente, la casualidad quiso que conociese a la que hoy es su esposa, natural de Torrejoncillo, lo que le llevó a establecerse en esta localidad. En diciembre de 2005 abrió en Torrejoncillo su tienda y taller de joyería llamado “Joyería Marce” que funciona todavía hoy en el número treinta y uno de la calle San Antonio, en ella trabaja modelos tradicionales con la técnica de filigrana en oro y plata, y en 1992 varias piezas salidas de sus manos fueron seleccionadas, junto con las de su abuelo, para exponerse en el Pabellón de Extremadura de la Exposición Universal de Sevilla1074. Todavía hoy pueden adquirirse en su establecimiento estas piezas hechas al estilo tradicional 1072 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Difuntos nº 15. Fol. 248v. Partida 10. 1073 Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 31. Fol. 170. Partida 177. 1074 Véase http://www.extremadurartesana.com/index.php?option=com_sobi2&sobi2Task=sobi2Details&catid =37&sobi2Id=41&Itemid=152 [Consultado el 25 de agosto de 2015]. 267


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 95. Marcelo Domínguez Frade en su mesa de trabajo.

como las han fabricado cuatro generaciones de su familia, y al mismo tiempo, Marcelo ha incorporado las nuevas tecnologías a la comercialización de sus productos, con una presencia activa en Internet; no obstante, reconoce que aún se vende poca joyería en el mercado virtual, pues el cliente prefiere ver, sopesar y tocar personalmente una pieza antes de decidirse a su adquisición. En la actualidad, Marcelo sigue trabajando para clientes particulares de todo tipo, pero mantiene la tradición familiar trabajando los encargos de filigrana que le hacen desde la joyería Vasconcellos de Ciudad Rodrigo, e incluso trabaja para una prestigiosa firma suiza de artículos de lujo que le encarga regularmente piezas inspiradas en la orfebrería tradicional extremeña a las que Marcelo les da un personal sello innovador. El segundo de estos orives que mencionaremos es José Francisco López Hernández, hijo de Cayetano López Díaz y de Amelia Hernández Canelo, natural de Montehermoso. José Francisco nació el 24 de diciembre de 19511075 y obviamente aprendió el oficio de su padre, quien a su vez se había formado con el abuelo, Francisco López Valle; la madrina de bautismo de José Francisco fue su tía Antonia López Díaz, de quien ya hemos visto que trabajó en la orfebrería. José Francisco se quedó huérfano de padre a los trece años, por lo que tuvo que aprender en gran parte por su cuenta, aunque había heredado el taller paterno; comenzó su actividad, por lo tanto, a mediados de la década de los sesenta, se casó en 1976 con Dámasa Ventura Llanos, y en 1994 tenía su taller en el número once de la calle 1075

Archivo Parroquial de San Andrés Apóstol en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 33. Fol. 22v. Partida 1. 268


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Virgen de Guadalupe y alternaba su trabajo de orive con la venta ambulante (VV. AA., 1994: 30), aunque en la actualidad continúa trabajando en su taller. También una de sus hermanas aprendió y ejerció el oficio, aunque a día de hoy ya lo ha abandonado. Cierra el capítulo de Torrejoncillo la presencia de César Moreno Clemente, que nació a finales de la década de 1960; es hijo de Germán Moreno Acacio y de Rosario Clemente Martín, pero además cuenta con varias generaciones Fig. 96. César Moreno Clemente en su establecimiento de orives en su familia, tanto por la rama paterna como la materna. El tatarabuelo paterno de César es Blas Moreno Corcho, uno de los primeros orives de Torrejoncillo, y por tanto su bisabuelo y su abuelo por esa línea de parentesco son Germán Moreno Martín y Arsenio Moreno Gómez respectivamente. Se da la circunstancia de que la hermana del bisabuelo de César, Germán Moreno Martín, llamada Dorotea Moreno Martín, es a la vez tatarabuela de Cesár por la vía materna; además, la madre de César, Rosario Clemente Martín, es sobrina del orive Vicente Martín Sánchez y ella misma ejerció el oficio hasta que tuvo que dejarlo por el deterioro de su visión. Cuando falleció Germán Moreno Acacio, padre de César, éste apenas contaba con trece años de vida, por lo que tuvo que finalizar su formación en el oficio con su tío abuelo Vicente; pero ya en 1991 comenzaba a trabajar por su cuenta como maestro orive con taller en el número cuarenta y nueve de la calle Jenaro Ramos (VV. AA., 1994: 79), y poco a poco ha ido adquiriendo un mayor dominio de su arte, hasta convertirse en la actualidad en orgulloso heredero de una larga tradición de al menos cinco generaciones de orives torrejoncillanos. A día de hoy, las hijas de César Moreno son muy jóvenes como para saber si la actividad de este artista todavía con años de profesión por delante tendrá continuidad en el futuro. Como apreciaciones finales, hemos de señalar que la segunda mitad del siglo XX marca el declive, lento pero inexorable, de la orfebrería de filigrana en Torrejoncillo; si en 1940 todavía se contabilizaban dieciséis orives trabajando simultáneamente, una década después la cifra había descendido ligeramente, a quince, pero la crisis de la economía rural desde finales de los cincuenta y de toda la década siguiente, con la masiva emigración que supuso, marca la inflexión de la pérdida drástica de este arte del pasado; así en 1960 aún había diez orives activos en Torrejoncillo, pero diez años después sólo quedaban ocho, y apenas se contabilizan cuatro en 1990. Sin embargo, puede decirse que Torrejoncillo ha aguantado la peor etapa de esa crisis en mejores condiciones que Zarza la Mayor y Ceclavín; así, mientras que en la primera de las localidades han desaparecido por completo los orives, y en Ceclavín sólo queda uno activo, en Torrejoncillo podemos contar todavía hoy con tres orfebres, José Francisco López Hernández, Marcelo Domínguez Frade y César Moreno Clemente, que son la 269


Juan Manuel Valadés Sierra última encarnación viva de una tradición extremeña que, ciento sesenta años después de su inicio en esta población, se resiste a morir y lleva con orgullo los apellidos de los orives que la hicieron grande. Estos últimos orives torrejoncillanos, y los talleres o tradiciones familiares en que podemos encuadrarlos, se representan a continuación, con la salvedad de que César Moreno Clemente reúne en realidad en su persona el legado de los “Chocolate” y de Eulalio Martín Moreno, es decir, la herencia del apellido Moreno, que en la orfebrería de Torrejoncillo se remonta hasta el primer orive de la localidad, Blas Moreno Corcho. Talleres de los “Chocolate”

Seguidores de Eulalio Martín Moreno

Seguidores de Cayetano López Díaz

Taller de los “Sacristanes”

Blas Moreno Gómez (1903-?)

Otros

Francisco Beltrán Moreno (1884-?)

Germán Moreno Gómez (1908-1977) Serafín Moreno Gómez Vicente Martín Sánchez (1910-?) (1929-2012) Arsenio Moreno Gómez (1912-1980) José Moreno Acacio Germán Moreno Acacio (1942-1985)

Mª del Rosario Clemente Martín (1941)

José Francisco López Hernández (1951)

Lorenzo Lllanos Bernal (1940)

Marcelo Domínguez Frade (1973)

César Moreno Clemente

En las siguientes páginas recogemos así mismo el cuadro cronológico que nos indica los períodos de actividad de los orives torrejoncillanos desde la aparición de los primeros de ellos hasta la actualidad.

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Los orives. OrfebrerĂ­a de filigrana en la provincia de CĂĄceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

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Los orives. OrfebrerĂ­a de filigrana en la provincia de CĂĄceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

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Juan Manuel Valadés Sierra

VI. Garrovillas de Alconétar Garrovillas era a mediados del siglo XVIII otro de los pueblos en que sus habitantes se dedicaban preferentemente a actividades comerciales y, en menor medida, fabriles. De acuerdo con las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada, en 1753 la población contaba con 1.370 vecinos, entre los que se incluían nada menos que 202 viudas; del total de esos vecinos, alrededor de cien se dedicaban a la arriería1076, y se mantenía un reseñable sector textil artesanal, pues se contabilizaban dieciocho maestros tejedores de lienzo y cuatro oficiales, así como seis maestros tejedores de paños, dos oficiales y dos aprendices del mismo oficio1077. Era destacable también la explotación de la riqueza forestal del término, señalándose la actividad de cuatro aserraderos de madera y de trece carpinteros y dos oficiales de la carpintería1078. A finales de esa centuria, el número de vecinos había descendido, quedando fijado en 1.200; de ellos, dos tercios se dedicaban a la agricultura, la de sus propias tierras o por cuenta ajena, y el resto estaban ocupados en labores artesanales, destacando sobre todo los tejedores, que trabajaban veintiséis telares de lienzo, pero también carpinteros, albañiles, zapateros, etc., estando en declive el oficio de la arriería. Por aquel entonces se percibía la decadencia de la industria artesanal pañera, incapaz de resistir la competencia de la que estaba surgiendo en aquellos momentos en Torrejoncillo; de hecho, al parecer los paños torrejoncillanos se comercializaban en esos tiempos bajo la denominación de Garrovillas, pues era ésta la localidad que tenía la fama de sus buenas manufacturas (Barrientos y Rodríguez, 1996: 190). Ninguno de los oficios existentes en la población estaba constituido como gremio ni tenía ordenanzas, y por supuesto las respuestas al Interrogatorio de la Real Audiencia de Extremadura no mencionan la existencia de ningún platero ni orive en Garrovillas (Barrientos y Rodríguez, 1996: 182). En los años finales del siglo XVIII se celebraban dos ferias de alguna importancia, la primera por Santiago, que duraba dos días y en la que se podían adquirir aperos de labranza y otros bienes, entre los que no se menciona la presencia de plateros ambulantes, y la otra feria tenía lugar, como aún sucede en la actualidad, el 21 de septiembre por San Mateo, en la que además se comerciaba con ganado porcino; también había feria en el santuario de Altagracia en su fiesta del ocho de septiembre, con ganado y aperos de labranza, y ocasionalmente con la presencia de plateros, que venían de Alcántara y de Cáceres, “y alguna vez de la ciudad de Córdoba, que venden y cambian alhajas de oro y plata” (Larruga, 1796: 250). Como es bien sabido, no lejos de la desembocadura del río Almonte en el Tajo, el puente de Alconétar estaba arruinado e inutilizable desde la Edad Media, y en su lugar se habían establecido las célebres barcas de Alconétar, que permitían cruzar el río, si bien en verano era posible vadearlo. La barca era de propiedad del Duque de Frías y cobraba un real por persona y caballería que cruzase; aguas abajo existía otro punto, el paso de Luria, por donde cruzaban los rebaños trashumantes a través de un puente de barcas que se construía al efecto (Barrientos y Rodríguez, 1996: 188). Unos cincuenta años después de las referencias del Interrogatorio de la Real Audiencia, el Diccionario de Madoz menciona todavía la existencia de una veintena de tejedores de paños y lienzos y dos batanes; en la población se seguían celebrando las ferias de San Mateo y de Santiago, ésta ya de menor 1076 Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada. Garrovillas de Alconétar (1752). Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L141_071.jpg el 11 de septiembre de 2015. 1077 Ídem. Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L141_076.jpg el 11 de septiembre de 2015. 1078 Ídem. Consultado en pares.mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L141_077.jpg el 11 de septiembre de 2015. 274


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I importancia, en las que se vendía ganado, grano, telas y quincalla venidas de otras localidades (Madoz, 1847a: 327), pero tampoco aquí encontramos referencia alguna de la posible existencia de talleres de orfebrería o de orives que trabajasen en Garrovillas. Ya sabemos que las informaciones a que nos venimos refiriendo no son exhaustivas, pero son un buen motivo para pensar que la actividad de la platería no era de una importancia reseñable en la localidad antes de la mitad del siglo XIX, por lo que hemos de pensar que se trata de una tradición artística de aparición relativamente reciente, no anterior al segundo tercio del referido siglo, en todo caso. A pesar de ello, se conoce la presencia de algunos plateros trabajando en Garrovillas en diferentes momentos de la historia, si bien parece que todos ellos vinieron de fuera de la población. Los Libros de Cuentas de Fábrica de las dos parroquias garrovillanas reflejan varios encargos y pagos a plateros de distinta procedencia ya desde el siglo XVII; de esos apuntes estudiados y publicados por García Mogollón, y por su proximidad a la época que estamos abordando en el presente trabajo, mencionaremos a Fernando Castaño y Carlos José Ferreira, que en 1794 cobraban un encargo de la parroquia de Santa María; por su parte, Ferreira, de posible origen portugués, cobraba también 45 reales de la parroquia de San Pedro en el mismo año 1794, por el arreglo de un incensario y unas vinajeras (García Mogollón, 1987: 856); así mismo, en 1795 el platero Fernando Merino percibía 460 reales de la parroquia de Santa María por la confección de un incensario fundiendo la plata de otro viejo (García Mogollón, 1987: 946). No es posible, con la información disponible, establecer si estos plateros o alguno de ellos eran naturales o residentes en Garrovillas, o si simplemente eran foráneos contratados solamente para esos trabajos, como parece lo más probable. También trabajó para ambas parroquias de Garrovillas Martín González, que en 1800 y 1801 percibía 590 reales por la confección de dos cruces y un incensario y el sobredorado de un copón para la iglesia de San Pedro y otros 21 por unos broches de plata para la de Santa María; García Mogollón sospecha que en este caso podría tratarse de un platero local, residente en Garrovillas, aunque nosotros no hemos podido corroborarlo en la documentación consultada. En 1805 es Alfonso Ledo el platero que cobra una cuenta de 240 reales por componer tres cálices y unas patenas de San Pedro (García Mogollón, 1987: 876 y 894), pero de este maestro sí sabemos que era vecino de Cáceres; en 1789 figura como platero vecino de la Plaza Mayor de Cáceres y feligrés de la parroquia de Santiago, y en 1794-1796 percibía 357 reales por un rosario y un cordón de filigrana de plata que hizo para la imagen del santo titular en la ermita de San Antonio de Padua de Cáceres (Martínez Díaz, 1992: 90). Sin duda la cercanía de la población ribereña del Tajo a la villa de Cáceres hizo que la mayor parte de los trabajos de platería necesarios en las dos parroquias garrovillanas fuesen por lo general encargados a plateros cacereños, aunque no sabemos si sucedía otro tanto con la platería civil. Por nuestra parte, no hemos conseguido documentar ningún platero garrovillano hasta la mitad del siglo XIX; el primero de ellos es Pedro Gómez Hurtado (1826-1897), también conocido como Pedro Gómez Rivero, que nació el 6 de julio de 1826, hijo de Manuel Gómez Rivero y de María Salomé Hurtado de Collazos1079. Desconocemos, sin embargo, la posible existencia de plateros en las familias paterna o materna de Pedro, ambas al parecer originarias de Garrovillas, pero es algo que no se debe descartar por completo; tampoco tenemos datos que nos permitan establecer con absoluta seguridad su aprendizaje del oficio con algún platero u orive en concreto, dentro o fuera de Garrovillas, aunque más adelante señalaremos un dato esencial que nos permite establecer un vínculo entre Pedro Gómez Hurtado y un importante orive de otra localidad. 1079

ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 15. Fol. 173v. 275


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 97. Garrovillas. Santuario de la Virgen de Altagracia.

Pedro Gómez Hurtado se casó con María Presentación Julián Rivero, también natural de Garrovillas, y debió comenzar a ejercer su profesión ya en la juventud, pues en la partida de bautismo de su primer hijo, el 20 de diciembre de 1855, ya se le menciona como “de oficio platero”1080; en las restantes partidas de bautismo de sus hijos, fechadas entre 1856 y 1873, se utilizan distintas denominaciones para el oficio de Pedro, “orífice”, “oribe” y “aurífice”, lo que no deja lugar a dudas sobre el ejercicio prolongado de la profesión de este orive garrovillano. Ya desde el nacimiento de los primeros hijos del matrimonio se menciona el domicilio de la familia en la calle de la Ruda; el 30 de septiembre de 1862 bautizaba Pedro Gómez a su hijo Damián, pero lo más importante de la partida de este bautismo es el dato de la madrina que se menciona en el bautismo, “Juana Marcos, de Zarza la Mayor, mujer de Antonio Viera”1081; se trata de alguien ya bien conocido por nosotros, la esposa del orive José Antonio Vieira Pereira, nacido en Zarza la Mayor y del que ya sabíamos que vivió en Serradilla entre 1857 y 1858, pero que al menos desde abril de 1862 se había asentado en Garrovillas. A la vista de esta información queda claro que en aquel momento existía una estrecha relación entre estos dos orives que eran prácticamente de la misma edad, pues Vieira había nacido en 1829; no es descabellado suponer que en aquel momento Pedro Gómez se hubiera asociado con José Antonio Vieira, que llevaba unos meses residiendo en Garrovillas, y ello podría deberse a que ambos hubiesen aprendido el oficio en Zarza la Mayor o en Gata, de la mano de José Manoel Vieira Araújo, tío de José Antonio, ya que no pudieron hacerlo con el padre de éste, pues falleció 1080 1081

ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 19. Fol. 164. ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 20. Fol. 100v. Partida 86. 276


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I cuando Pedro apenas contaba nueve años y José Antonio seis. Era frecuente, y hemos visto ya algún caso de ello, que las familias enviasen a sus hijos a los pueblos en que residían los orives y los pusiesen bajo su custodia y pupilaje para que les enseñaran el oficio; en Ceclavín, esto era algo muy corriente en el primer tercio del siglo XX (Rosado, 2007: 104). Al finalizar ese período formativo, muchos de ellos retornaban a sus localidades de origen y de esa manera iban extendiendo el arte de la filigrana en la provincia. El 1 de marzo de 1865 bautizaba Pedro a su hijo Román, y en esa partida se dice de él que es “de oficio oribe”1082; es la primera vez en que esta palabra de origen portugués aparece aplicada a un maestro español sin antecedentes lusos en Garrovillas. A sus sesenta y cuatro años, Pedro Gómez seguía viviendo en la calle de la Ruda y ejerciendo su profesión de orífice1083, pero sabemos que pocos años después, el 17 de marzo de 1897, fallecía dejando tres hijos varones, Manuel, que ya estaba casado, Salvador y José, y una mujer, Isabel1084; la información de que disponemos no permite suponer que ninguno de sus hijos aprendiese el oficio y lo llegara a ejercer, aunque sabemos que su hijo Manuel Gómez Julián, más conocido como Manuel Gómez Rivero, se casó con Obdulia Breña Gutiérrez, que tuvo nada menos que cinco hermanos orives, como veremos más adelante. Consideramos bastante posible que Manuel Gómez fuese también orive y que aprendiese la profesión de su padre, al igual que sus cinco cuñados. Ya hemos mencionado anteriormente que en abril de 1862 se documenta la presencia en Garrovillas de José Antonio Vieira Pereira (1829-1879); el día 7 de ese mes nuestro orive de estirpe portuguesa bautiza a su hija Vicenta, y curiosamente comprobamos que los padrinos de la niña son Pedro Gómez Hurtado y su mujer María Presentación Julián1085, lo que refuerza nuestra hipótesis de un estrecho vínculo entre ambos orives, que probablemente procedía de su etapa formativa en el taller de los Vieira. Documentamos la presencia de José Antonio Vieira como orive en activo al menos entre 1862 y 1879, precisamente en la partida de bautismo de su hija Vicenta (1862) es cuando hemos visto utilizada por vez primera la palabra “orive” en Garrovillas, referida al oficio de José Antonio Vieira. Entre 1862 y 1875, años en los que son bautizados cuatro de sus hijos, el matrimonio Vieira Marcos residió en la calle Alhóndiga y en la calle del Higo, actualmente llamada José Zorrilla, pero José Antonio falleció en edad relativamente temprana, con sólo cincuenta años, en la Nochebuena de 18791086. Desde la temprana aparición de Pedro Gómez Hurtado y José Antonio Vieira, hay que esperar casi quince años para volver a encontrar la referencia de un nuevo orive en Garrovillas, y en este caso es también forastero; nos referimos a Bernardo Serrano Hernández, que era natural de Ciudad Rodrigo y nacido el 20 de agosto 18561087, hijo de Agustín Serrano y de Antonia Hernández. Gracias a la información suministrada por la partida de su matrimonio sabemos que Agustín Serrano, el padre de Bernardo era de oficio “platero” en Ciudad Rodrigo, una ciudad de la que se citaban dos plateros en las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada, y en la que posteriormente ha habido una amplia tradición de orives1088. Sea como fuere, creemos que Bernardo Serrano debió llegar a Garrovillas en torno a 1876 o algunos años antes, probablemente atraído por la presencia del maestro José Antonio Vieira 1082 Ídem. Fol. 173v. Partida 28. 1083 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. Garrovillas. 1890. Sigª 5511. 1084 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Difuntos nº 51. Fol. 60. Partida 13. 1085 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 17. Fol. 49. 1086 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Difuntos nº 49. Fol. 91. Partida 98. 1087 AHMC. Padrón de Vecinos de 1930 (s. r.). 1088 Consta que el 17 de septiembre de 1840 aprobaba en Salamanca su examen de maestría como platero el artífice Antonio Serrano, de Ciudad Rodrigo (Azofra y Pérez, 2005: 77); sospechamos que se trata de un familiar de Bernardo Serrano. 277


Juan Manuel Valadés Sierra Pereira; de hecho, es probable que comenzase a trabajar como oficial suyo, dado que ya traía el aprendizaje hecho con su padre, esto explicaría que poco después, el 20 de julio de 1877, se casara en Garrovillas con la hija del maestro, Josefa Viera Marcos; en la partida del matrimonio el cura de la parroquia de San Pedro que lo ofició escribió que había casado “al orive Bernardo Serrano Hernández”1089. Como ya hemos comprobado en numerosos casos, el oficial se casó con la hija del maestro y parecía que ello iba a suponer la continuidad en Garrovillas de la dinastía de origen portugués, aunque ya veremos que no fue así. El matrimonio Serrano Viera vivió en un primer momento en la calle Pedro Díaz, hoy llamada de Simón Herrera, donde aún residían cuando nació su hija Catalina en febrero de 18791090, pero pronto se mudaron a la calle de la Ruda, la misma en que vivía Pedro Gómez Hurtado; allí estaban domiciliados en septiembre de 1882 cuando nació su hija Petra1091. Sabemos que en febrero de 1886, cuando ya hacía siete años que había fallecido José Antonio Vieira, Bernardo Serrano seguía residiendo en Garrovillas, pues el día 26 de ese mes bautizaba a su hijo Edilberto1092, pero muy poco después de eso decidió dar el salto a la capital de la provincia, y en 1887-88 el Padrón de Vecinos de la ciudad de Cáceres ya recoge la existencia de la familia afincada en el número siete de la calle Pintores; por cierto que al parecer sólo sobrevivió una hija, llamada Enriqueta1093, de los seis descendientes que sabemos que había tenido el matrimonio. Bernardo Serrano fue uno de los plateros más importantes de la ciudad de Cáceres en los primeros decenios del siglo XX. Muy pocos años después tenemos noticia de otro orive llamado Julián Durán Flores; de él sabemos que había nacido el 7 de marzo de 1855 y era hijo de Leonardo Durán Talaván, que era tratante en paños, y de Antolina Flores Tapia1094. Creemos que Julián Durán está también vinculado con el orive Pedro Gómez Hurtado, pues su madrina de bautismo, una hermana de su padre llamada Concepción Durán Talaván, estaba casada con Pedro García Cano, quien era hermano de Isabel García Cano, la abuela materna de Pedro Gómez Hurtado; además, una de las hermanas de Julián Durán Flores tuvo como madrina de bautismo a la esposa de Martín Julián Rivero1095, hermano o pariente cercano de Presentación, la esposa de Pedro Gómez Hurtado. En fin, son evidentes los lazos familiares que pueden justificar el que Julián Durán pasase desde su infancia al aprendizaje de la profesión con Pedro Gómez Hurtado; casó con Cándida Romero González y en septiembre de 1883 ya es citado como orífice en la partida de bautismo de su hija Ángela, momento en el que aún residía en la calle Santa María1096. En 1887 ya había pasado a la calle Patrón, donde se le menciona también en el censo de 1890 como orífice1097, y ahí seguía dos años más tarde, cuando bautizaba a su hijo Severiano y era identificado en la partida de bautismo como “de oficio orive”1098; posteriormente no encontramos más noticias suyas ni parece que ninguno de los hijos continuara en el oficio. También en la década de 1880 aparece por Garrovillas un experimentado orive que ya conocemos, perteneciente a la misma estirpe de los Vieira; se trata de Loreto Viera Velázquez (1846-1886). Había 1089 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Casados nº 27. Fol. 98v. Partida 10. 1090 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 22. Fol. 89v. Partida 11. 1091 Ídem. Fol. 217. Partida 98. 1092 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 254. Partida 15. 1093 AHMC. Padrón de Vecinos de 1887-88 (19/565). 1094 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 19. Fol. 139. 1095 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 20. Fol. 149. Partida 34. 1096 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 22. Fol. 244v. Partida 95. 1097 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. Garrovillas. 1890. Sigª 5511. 1098 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 24. Fol. 20. Partida 134. 278


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I nacido en Zarza la Mayor y era hijo de Luís Vieira Araújo; al igual que él, otros tres hermanos trabajaban como orives en aquellos años, León, Lorenzo y José, que vivían en Ceclavín, aunque veremos que José no tardará en unirse a Loreto en Garrovillas. Loreto se había casado en Ceclavín con Nemesia Méndez Gallego, y debió llegar a Garrovillas después de 1882, año en que nacía en Ceclavín su hija María, pero antes del 27 de marzo de 1884, en que venía al mundo en Garrovillas su hijo Ruperto; por aquel Fig. 98. Punzón con marca personal de José Viera Velázquez entonces ya había fallecido en esta población su primo hermano José Antonio Vieira Pereira, y la hija de éste, Rafaela Viera Marcos, fue la madrina de este niño1099. Es posible que Loreto se asociara con el marido de su sobrina, Bernardo Serrano, aunque tampoco hemos de descartar que abriera un taller propio. De todos modos su estancia en Garrovillas no fue muy prolongada, en junio de 1886 nacía en este pueblo su hijo Félix Viera Méndez, a quien ya nos hemos referido como orive de Torrejoncillo, siendo la madrina del bautismo su tía Josefa Viera Marcos1100, de quien ya sabemos que estaba casada con el citado Bernardo Serrano; sin embargo, en septiembre de ese mismo año fallecía Loreto en Ceclavín. Pero para entonces, como hemos adelantado, ya se había asentado en Garrovillas otro hermano de Loreto, José Viera Velázquez, quien sin duda había llegado atraído por la presencia de su hermano, pero también por la de su tía y primos, que a la vez eran sus cuñados, la familia del difunto José Antonio Vieira Pereira. Como sabemos, José Viera había nacido en Ceclavín el 15 de agosto de 1854 y se había casado en segundas nupcias con su prima Rafaela Viera Marcos, hija de José Antonio Vieira Pereira, por lo que era natural que el matrimonio permaneciese viviendo cerca de la familia de Rafaela. El matrimonio Viera Viera tuvo al menos nueve hijos nacidos en Garrovillas entre 1885 y 1896, en las partidas de bautismo de ellos se define siempre el oficio del padre como “orive” u “orífice”; en marzo de 1885 la madrina del primogénito, llamado José, fue Nemesia Méndez, la esposa de Loreto Viera1101, mientras que en enero de 1887 la madrina del segundo, de nombre Martín, fue su tía Josefa, mujer de Bernardo Serrano1102, y en febrero de 1888 el tercer hijo, Félix Viera Viera, fue amadrinado por su tía paterna Elvira Viera Velázquez1103, esposa de Lorenzo Viera. El matrimonio estuvo viviendo primeramente en la calle Braceros, donde nacieron sus primeros hijos, pero en 1888 residía en la calle Pedro Díaz y un año más tarde habían pasado al número dieciocho de la calle Santa María, donde continuaban en 1890, apareciendo José como orífice en el censo electoral

1099 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 218. Partida 42. 1100 Ídem. Fol. 261. Partida 52. 1101 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 23. Fol. 49. Partida 48. 1102 Ídem. Fol. 112. Partida 15. 1103 Ídem. Fol. 149. Partida 23. 279


Juan Manuel Valadés Sierra de ese año1104; sabemos que en 1932 aún ejercía el oficio en el mismo domicilio1105, y que dos de sus hijos continuaron con la tradición familiar de la orfebrería, Félix y Aurelio Viera Viera. Félix Viera Viera, a quien ya hemos mencionado por ser ahijado de Elvira Viera Velázquez, había nacido el 9 de febrero de 1888 y sin duda aprendió el oficio de su padre. Sabemos que se estableció como orive en la calle Santa María, Fig. 99. Aurelio Viera Viera, rodeado de sus nietos donde seguía ejerciendo en el año 19321106, parece ser que se casó con una joven de Brozas, localidad a la que viajaba frecuentemente con su hermano Aurelio para vender género, sin embargo pronto enviudó1107 y parece que continuó trabajando en Garrovillas, pero posteriormente carecemos de más noticias suyas. En cuanto al otro hermano, Aurelio Viera Viera (1889-1966), nació el 21 de octubre de 1889 y contrajo matrimonio el 15 de febrero de 1917 con la también garrovillana Esperanza Gómez Flores1108. Debió ejercer el oficio durante largos años siempre en su localidad natal, probablemente asociado con su hermano Félix al menos en sus inicios, y desplazándose frecuentemente a distintas poblaciones para vender sus joyas; en 1920 sigue apareciendo como “de oficio platero” en la partida de bautismo de su hijo José Viera Gómez, y en en el año 1945 es citado también como “orífice” en activo en el censo electoral de ese año1109; sin embargo, parece que ya antes de ese momento había sido designado Recaudador de Contribuciones de la comarca garrovillana, cargo que siguió ejerciendo hasta la guerra civil1110, y hemos de pensar que poco después de la citada referencia del censo abandonó definitivamente la profesión de orfebre, pues en 1955, a sus sesenta y seis años, aparece domiciliado en el número dos de la calle de la Plaza1111 o el número uno de la Plaza del Altozano, donde falleció el 30 de marzo de 19661112; según parece, ninguno de sus hijos llegó a aprender el oficio. Ya en 1890, y en la misma calle de la Ruda en que hemos comprobado que vivía Pedro Gómez Hurtado y había vivido Bernardo Serrano, residía otro orive natural de Garrovillas al que desde 1104 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. Garrovillas. 1890. Sigª 5511. 1105 ADPC. Censo electoral de Cáceres. Garrovillas. 1932. Sigª 5645. 1106 ADPC. Provincia de Cáceres. Censo electoral. Garrovillas. 1932. Sigª 5645. 1107 Testimonio de D. José María Viera Ariza. 1108 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 23. Fol. 189. Partida 91. 1109 ADPC. Censo electoral de Cáceres. Garrovillas. 1945. Sigª 5646. 1110 Testimonio de su nieto D. José María Viera Ariza. 1111 ADPC. Provincia de Cáceres. Censo electoral. Garrovillas. 1955. Sigª 5656. 1112 Registro Civil de Garrovillas. Tomo 63, fol. 293, Sección 3ª. Debemos esta información a la amabilidad de su nieto D. José María Viera Ariza. 280


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I luego hemos de considerar vinculado a estos primeros maestros de la localidad; nos referimos a Anselmo Mellado Jiménez, que nació el 29 de abril de 1867, y era hijo del labrador Francisco Mellado y de Encarnación Jiménez; su abuela paterna se llamaba María Asunción Julián Rivero1113, por lo que suponemos era hermana o familiar directa de María Presentación Julián Rivero, la esposa del orive Pedro Gómez Hurtado, con quien muy probablemente aprendió el oficio Anselmo Mellado, ya que no existen otros precedentes familiares que justifiquen la relación de la familia con la profesión de la orfebrería. No nos consta que Anselmo Mellado se casara ni que tuviese hijos, sabemos que aparece como “orive” en el censo de 1890 residiendo en la calle de la Ruda1114, si bien en 1912 había pasado a residir en la calle Braceros1115 y en 1921, ya con cincuenta y cuatro años de edad, vivía en la calle Alhóndiga1116, pero no hemos hallado referencias posteriores suyas.

Fig. 100. Garrovillas. Casa que fue de Aurelio Viera Viera, en

Efectivamente, el censo electoral la Plaza del Altozano de 1890 refleja la presencia en Garrovillas de otros orives de los que tenemos escasa información, es el caso de Cecilio Barroso Durán (1854-1896), que nació el 22 de noviembre de 1854; era hijo de un carpintero llamado Manuel Barroso García, natural de Navas del Madroño, y de Sinforiana Durán Macayo1117, y el 26 de junio de 1880 se casó con Juana Mamerta Sánchez Caballero, momento en que ya ejercía el oficio, como recoge la correspondiente partida que dice de Cecilio que era “de oficio orífice”1118; la novia era también natural de Navas del Madroño, y no parece que hubiera antecedentes familiares en la orfebrería, ni por uno ni por otro lado. En el momento de redactarse el citado censo de 1890, Cecilio Barroso tenía su domicilio en la calle Hospital 1113 1114 1115 1116 1117 1118

ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 20. Fol. 259. Partida 36. ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. Garrovillas. 1890. Sigª 5511. ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificación del censo electoral. Garrovillas. 1912. Sigª 5623. ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificación del censo electoral. Garrovillas. 1921. Sigª 5639. ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 19. Fol. 129. ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Casados nº 36. Fol. 144v. Partida 13. 281


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 101. Garrovillas. Plaza Mayor, hacia 1916

de Santa María, pero sabemos que falleció no mucho tiempo después, el 13 de febrero de 18961119, sin haber llegado a cumplir los cuarenta años, y sin que conste si tuvo hijos que pudieran haber aprendido el oficio. Tampoco sabemos mucho sobre Cirilo Magdaleno López; nació el 9 de julio de 1855 en el hogar paterno de la Corredera; era hijo de José Magdaleno de Cáceres y de Demetria López, también naturales de Garrovillas; podemos vincular a Cirilo con la dinastía de orives garrovillanos de los Breña Gutiérrez, a los que nos referiremos más adelante, pues sabemos que actuó como testigo en la boda de Pascual Breña Gutiérrez el 18 de enero de 18881120. Dos años después vivía en la calle Seis Rejas1121, pero su estancia en Garrovillas no se prolonga por mucho más tiempo; el 10 de junio de 1892 contraía matrimonio en Cañaveral con Damiana Martín Plasencia García1122, natural de aquella población, y probablemente pasó allí un tiempo, pero en 1901 volvía a ser vecino de Garrovillas1123, perdiéndose sus referencias después de eso. Algo menos sabemos sobre Julián Sánchez Sánchez, que vino al mundo el 22 de julio de 1848, hijo de Roque Sánchez Conde, labrador, y de Ana Sánchez Hinojal1124. No parece, pues, que tuviera familiares dedicados al trabajo del oro y la plata; a sus veintinueve años se casó, el 18 de septiembre de 1876, con María de Gracia Flores Giménez, bastante mayor que él aunque soltera, de cuarenta y cuatro años1125, y sabemos que en esos momentos aún no se había iniciado en la profesión, pues aparece en la correspondiente partida de matrimonio como trajinante de oficio. No obstante, conocemos su dedicación a la orfebrería por las referencias de los censos de 1890 y 1901, en los que aparece mencionado como 1119 1120 1121 1122 1123 1124 1125

ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Difuntos nº 35. Fol. 247. Partida 9. ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Casados nº 27. Fol. 169v. Partida1. ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. Garrovillas. 1890. Sigª 5511. ADPC. Parroquia de Santa Marina en Cañaveral. Libro de Casados nº 14. Fol. 129v. Partida 4. ADPC. Provincia de Cáceres. Censo electoral. Garrovillas. 1901. Sigª 5569. ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 14. Fol. 101. ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Casados nº 36. Fol. 99v. Partida 9. 282


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I “orífice” con domicilio en la calle Braceros1126, hoy llamada de Manuel Fernández, pero posteriormente no se constatan referencias suyas. Entre los años finales de la década de 1880 y los primeros de la siguiente comienzan su actividad cinco hermanos orives que forman la más importante estirpe de artistas del oro y la plata en Garrovillas, son los hermanos Breña Gutiérrez. El mayor de ellos es Cecilio Breña Gutiérrez, que nació el 21 de noviembre de 1849, era hijo del “hacendado” Francisco Breña Díaz y de Regina Gutiérrez Talaván1127, acaso emparentada con Leonardo Durán Talaván, padre del orive Julián Durán Flores. Cecilio se casó con su prima Rufina Breña Gómez; el padre de Cecilio era hermano del padre de Rufina, Dionisio Breña Díaz, y la madre de Rufina, Juliana Gómez Rivero, era hermana del orive Pedro Gómez Hurtado al que ya nos hemos referido. En el bautismo de su primera hija, llamada Teodora, el 11 de septiembre de 1873 en la parroquia de Santa María, ya se menciona la profesión de Cecilio como orífice1128; en aquellos momentos vivía en la calle Esquinas de Tejado, donde sigue residiendo al menos hasta 1877, con posterioridad debió cambiar de domicilio, pues sus siguientes hijos se bautizan en la parroquia de San Pedro, y en el censo electoral de 1890 se menciona su domicilio en la Corredera1129, actualmente denominada Ramón y Cajal. En 1921, ya con setenta y un años, aún seguía ejerciendo su profesión, pues se le cita como orive en el censo de ese año1130, mientras que el domicilio ha cambiado, pues vivía en la calle Valencia; después de ello no tenemos más noticias suyas, aunque suponemos que debió fallecer no mucho tiempo después sin que parezca que ninguno de sus hijos continuara con el taller paterno. El siguiente de los hermanos, Pascual Breña Gutiérrez, nació el 23 de octubre de 1856 en el domicilio paterno de la Corredera1131, y se casó en la parroquia de San Pedro el 18 de enero de 1888 con Sinforiana Gutiérrez Julián, hija de Felipa Julián Rivero, que era a su vez cuñada de Pedro Gómez Hurtado, y ya en ese momento se le identifica como “de profesión oribe”; como ya hemos mencionado, uno de los testigos del casamiento fue el también orive Cirilo Magdaleno, que era prácticamente de su misma edad, lo que nos lleva a pensar en la existencia de algún vínculo profesional o comercial entre los dos plateros, acaso fraguado en sus años de aprendizaje en el mismo taller. Además del parentesco de la esposa de Pascual Breña con el orive Pedro Gómez, también hemos señalado que una hermana de Pascual, Obdulia Breña Gutiérrez, se casó con el hijo de Pedro Gómez, de modo que parece bastante claro que los hermanos Breña pudieron adquirir los conocimientos básicos del oficio en el taller de aquél, que por esos años era ya un experimentado orive, acaso el más importante de Garrovillas junto con José Viera y Bernardo Serrano. Entre 1888 y 1907 nacieron al menos seis hijos del matrimonio de Pascual Breña con Sinforiana Gutiérrez; uno de ellos, José Breña Gutiérrez, permaneció cercano al oficio paterno, aunque se dedicó más bien a la relojería, apareciendo con este oficio en los censos electorales de 1945 y 19551132; sabemos que en 1890 Pascual Breña y su esposa Sinforiana residían en la calle Judería1133, en la que el orive va a continuar seguramente hasta su jubilación o fallecimiento, pues las últimas referencias suyas que tenemos son de los censos electorales de 1911 y 1921, en este último ya con sesenta y nueve años, en que se declara “propietario”1134.

1126 ADPC. Listas electorales definitivas. 1890 y Censo electoral de 1901. Garrovillas. Sigª 5511 y 5569. 1127 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 15. Fol. 9. 1128 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 21. Fol. 73. Partida 105. 1129 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. Garrovillas. 1890. Sigª 5511. 1130 ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificación del censo electoral. Garrovillas. 1921. Sigª 5639. 1131 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 16. Fol. 266v. 1132 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1945 y 1955. Garrovillas. Sigª: 5646 y 5656. 1133 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. Garrovillas. 1890. Sigª: 5511. 1134 ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificaciones del censo electoral. Garrovillas. 1911 y 1921. Sigª 5618 y 5639. 283


Juan Manuel Valadés Sierra Serapio Breña Gutiérrez nació el 14 de noviembre de 18611135, y el 11 de mayo de 1891 se casaba con Irene Rubio García1136, y sólo sabemos que tuviese una hija llamada Valentina. Por aquel entonces ya ejercía el oficio, pues así aparece en el censo electoral de 1890 con residencia en la calle Corredera, la misma en que vivían sus padres; posteriormente se mudó a la calle de la Ruda, donde continuó ejerciendo el oficio1137, y ya en 1911 aparece con domicilio en el número ocho de la calle Doctor Pardo, pero se le identifica como relojero1138, por lo que cabe suponer que se había decantado más bien hacia esta faceta de la profesión, abandonando la fabricación de joyas, a la que se dedicaban preferentemente sus hermanos. Después de ello, ya no tenemos otros datos de Serapio, que parece haber fallecido en la segunda década del siglo. Otro de los hermanos, Juan Breña Gutiérrez, nació el 24 de junio de 18641139 y se casó con Faustina Flores Marcos; en 1890 ya ejercía como orífice y residía en la Corredera1140, pero ocho años más tarde, el 9 de octubre de 1898, bautizaba a su hija Julia, que había nacido en la calle Santa María, apareciendo en la partida del bautismo el matrimonio Breña Flores como “de oficio orives”1141. Sin embargo, todas las referencias posteriores que hemos localizado de Juan Breña le ubican en la calle Corredera y siempre ejerciendo como orífice de profesión; la última de ellas corresponde al censo electoral de 1921, cuando nuestro orive contaba con cincuenta y siete años de edad1142. El más joven de los hermanos es Bonifacio Breña Gutiérrez, que vino al mundo el 14 de mayo de 18671143; se casó con Ventura Pizarro de Sande, con la que tuvo al menos tres hijos, llamados Francisco, Domitila y Sabino, nacidos entre 1895 y 18981144; en esos años Bonifacio Breña vivía en la calle Patrón, sin embargo en 1912 había cambiado de domicilio y residía en la calle Pedro Díaz1145; tuvo una vida larga y a los 78 años1146, ya viudo, seguía ejerciendo el oficio; posteriormente se jubiló y en 1955, ya con 89 años, seguía viviendo, registrado como propietario, en el número siete de la calle José Antonio1147, sin que tengamos noticias posteriores suyas. Entre los orives que sabemos que trabajaban en Garrovillas ya en 1890 hay que citar también a Odón Molano Bermejo, que nació en Abadía el 3 de julio de 1843, hijo del labrador Diego Molano y de su mujer Ana Bermejo, ambos naturales de Arroyo de la Luz1148; contrajo matrimonio en la parroquia de Santa María el 7 de mayo de 1868 con Hilaria Flores Álvarez1149. Ésta era hija de Juan de la Cruz Flores y de Petra Álvarez, por lo que pensamos que era hermana de padre de Antolina Flores Tapia, la madre del orive Julián Durán Flores, al que ya nos hemos referido. En el censo electoral del citado año 1890, Odón Molano aparece como orífice de profesión, con cuarenta y seis años de edad y con domicilio en la calle 1135 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 17. Fol. 42v. 1136 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Casados nº 27. Fol. 191v. Partida 6. 1137 ADPC. Censo electoral de 1901. Garrovillas. Sigª: 5511. 1138 ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificación del censo electoral. Garrovillas. 1911. Sigª 5618. 1139 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 17. Fol. 94v. Partida 54. 1140 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. Garrovillas. 1890. Sigª 5511. 1141 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 24. Fol. 205v. Partida 100. 1142 ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificación del censo electoral. Garrovillas. 1921. Sigª 5639. 1143 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 17. Fol. 143v. Partida 47. 1144 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 24. Fols. 89, 128v y 181. Partidas 9, 55 y 7. 1145 ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificación del censo electoral. Garrovillas. 1912. Sigª 5623. 1146 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Garrovillas. Sigª: 5646. 1147 ADPC. Censo electoral de 1955. Sigª 5656. 1148 ADCC. Parroquia de Santo Domingo de Guzmán en Abadía. Libro de Bautizados nº 4. Fol. 61. 1149 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Casados nº 36. Fol. 19v. Partida 6. 284


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 102. Garrovillas. Soportales de la Plaza hacia 1930.

de la Plaza1150; de él hemos encontrado una noticia que le sitúa como el descubridor en el año 1901 de unas importantes minas de plomo en el paraje llamado Curraes d’Arvella, en la localidad portuguesa de Salvaterra do Extremo, minas que comenzaron a explotarse en 1903 a través de concesiones a sociedades españolas (Rodrigues, Carvalho y Geraldes, 2008: 11). Cabe suponer que esto reportaría importantes beneficios económicos a nuestro aurífice, sin embargo, esas ganancias no debieron ser lo suficientemente grandes como para que abandonara el oficio, pues en 1912 seguía ejerciendo como orive, a sus sesenta y un años, y vivía en el número veinticinco de la calle Santa María1151. En estos mismos años comienza también su actividad Pedro de Sande Hurtado, otro orive garrovillano que nació el 22 de octubre de 1864, hijo del labrador Juan de Sande Gómez y de Gabina Hurtado de Cáceres; sabemos que se casó en el año 1907 con Apolonia Luceño Labrador, también de Garrovillas1152, y para esa época ya llevaba años ejerciendo como orive. Así es como aparece en el censo de 1890, residente en la calle del Hierro, y posteriormente en el censo de 1912 con el mismo domicilio1153. No tenemos noticias posteriores suyas ni por tanto sabemos si tuvo hijos que pudieran haber continuado con su oficio. Poco después de 1890 debió iniciarse en el oficio otro orive garrovillano de vida breve; nos referimos a Domiciano Baños Breña (1870-1903), que nació el 9 de agosto de 1870, hijo del pañero Pablo Baños Díaz y de Leonor Breña Gómez1154. La abuela materna de Domiciano era Juliana Gómez Rivero, hermana 1150 1151 1152 1153 1154

ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. Garrovillas. 1890. Sigª 5511. ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificación del censo electoral. Garrovillas. 1912. Sigª 5623. ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 17. Fol. 100. ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificación del censo electoral. Garrovillas. 1912. Sigª 5623. ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 20. Fol. 363v. Partida 64. 285


Juan Manuel Valadés Sierra del orive ya citado Pedro Gómez Hurtado (o Rivero), por lo tanto es fácil suponer que nuestro joven orive debió aprender el oficio de las manos de su tío abuelo; sabemos que Domiciano tuvo su residencia en la calle de Santa María1155 y que se casó con Teodora Durán Baños, pero ésta falleció al poco tiempo, y el propio orive pereció con sólo treinta y tres años el 23 de septiembre de 19031156. En la partida de su entierro, consta que era “de oficio orive” y se refleja el motivo de la muerte, a causa de una tuberculosis pulmonar, el sepelio fue modesto, según la partida, lo que revela que su estatus no había llegado a ser demasiado elevado. Otro de los orives garrovillanos que trabaja en los años del cambio de siglo es Ramón Merino Durán, de quien no tenemos mucha información; sabemos que en el año 1900, con veinticinco años, trabajaba como orífice y vivía en la calle Noria Nueva1157, pero carecemos de cualquier otra noticia suya. Creemos, no obstante, que puede haber sido hijo de Melitón Merino, natural de Torrejoncillo pero avencidado en Garrovillas, y de Ana Durán1158, pero sus noticias se pierden rápidamente, pues no figura en el censo electoral de 1901 ni en los posteriores. Ya en el siglo XX tenemos la referencia de otro maestro trabajando en la población garrovillana, nos referimos a Celestino Romero González, que nació el 6 de abril de 1870, hijo de Francisco de Sales Romero Rubio, de oficio labrador, y de Juana González Gómez1159. No sabemos con qué maestro pudo aprender el oficio Celestino, y consta que se casó con Sofía Macías Galán; en 1901 ya trabajaba como orive y tenía su domicilio en la calle Nidos, aunque en 1911 se había mudado y tenía su domicilio en el número tres de la calle Cuadrada1160. Una década más tarde se le cita aún en activo como residente en la calle Andrada1161, pero después de ello ya no volvemos a hallar noticias suyas. En los primeros años del siglo XX se inicia así mismo en el oficio Emilio Durán Breña; nació el 21 de octubre de 1875 en la propia Garrovillas, en el domicilio paterno de la calle Cuadrada1162; su padre, Lorenzo Durán Vivas, era tratante en licores, y su madre se llamaba Feliciana Breña Gómez. El abuelo materno de Emilio era Dionisio Durán Breña, que estaba casado con Juliana Gómez Rivero, hermana del ya citado Pedro Gómez Hurtado, de modo que Emilio debió aprender el oficio en sus primeros años de vida con su tío abuelo, al igual que sus primos, los cinco hermanos orives de Breña Gutiérrez. En el censo electoral de 1901 se cita a Emilio Durán como orífice en ejercicio y domiciliado en la calle Braceros1163, con sólo veintiséis años de edad, pero ya no volvemos a toparnos con noticias suyas en Garrovillas, pues consta que se marchó a vivir a Acehúche, donde continuó como orive en activo durante tres décadas más. En estos momentos consta también la breve referencia de un orive de Garrovillas llamado Juan Escalera Martín, que nació el 27 de diciembre de 1871, hijo del Procurador en tribunales Francisco de la Escalera Durán; sabemos que su abuela materna, Josefa Flores Tapia, era hermana o tía de Antolina Flores Tapia1164, la madre del orive Julián Durán Flores, al que ya nos hemos referido, por lo que pensamos

1155 ADPC. Censo electoral de 1901. Garrovillas. Sigª: 5511. 1156 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Difuntos nº 51. Fol. 180v. Partida 62. 1157 ADPC. Provincia de Cáceres. Adición al censo electoral. Garrovillas. 1900. Sigª 5560. 1158 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 21. Fol. 126v. Partida 62. 1159 ADCC. Parroquia de San Pedro en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 17. Fol. 191v. Partida 39 1160 ADPC. Provincia de Cáceres. Censo electoral de 1901 y Rectificación del censo electoral. Garrovillas. 1911. Sigª 5569 y 5618. 1161 ADPC. Rectificación del Censo electoral. Garrovillas. 1921. Sigª 5639. 1162 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 21. Fol. 103v. Partida 82. 1163 ADPC. Provincia de Cáceres. Censo electoral de 1901. Garrovillas. 1911. Sigª 5569. 1164 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 21. Fol. 12. Partida 123. 286


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I que pudo aprender el oficio con él. En el año 1901 residía en la calle Seis Rejas1165, pero posteriormente quedó viudo y con toda probabilidad abandonó Garrovillas, pues en abril de 1909 se casaba de nuevo, con Francisca Herráez Robledo, en la parroquia de Oropesa (Toledo), donde probablemente se quedó a vivir contribuyendo así a la expansión de la orfebrería de raigambre cacereña en aquella provincia. Así mismo, Valentín Sánchez Díaz es otro de los orives que trabaja en este tiempo en Garrovillas; natural de Portezuelo, creemos que nació alrededor del año 1871, era hijo de Gabino Sánchez y de Cándida Díaz, y se casó con Leandra Gutiérrez de Sande. Con toda seguridad comenzó su actividad como orive en la última década del siglo XIX; desde luego en 1899 ya era conocido por desempeñar este oficio, y así se le menciona en la partida de bautismo de su hijo Julián1166, en 1901 trabajaba en su domicilio de la calle Braceros, y en 1912 seguía en activo ahora en el número cuarenta y cuatro de la calle de la Plaza1167, y veinte años después seguía en el mismo domicilio y aún activo en la profesión1168, ya sobrepasados los sesenta años de edad, sin que después de ese momento tengamos más noticias suyas. Igualmente ejerce en los primeros años del siglo Miguel Macías Perianes, que nació el 5 de julio de 1868, hijo de Victoriano Macías Sánchez, que era escribiente, y de María de Jesús Perianes; en 1901 ya se le menciona como orífice de treinta y dos años y residencia en la Plaza1169, diez años después se le referencia en el número quince de la Plaza, que entonces ha pasado a llevar el nombre de la Constitución, aún como orífice, y allí sigue en 19211170, tras lo cual no hemos localizado más noticias suyas. Otro de los orives que ejerce desde los primeros años del siglo XX es José Izquierdo Díez, que nació en torno al año 1874 y en 1912 ejercía como orive con domicilio en la calle Seis Rejas1171; probablemente enfocó su ejercicio profesional hacia la relojería, pues en los censos de 1932 y 1945 aparece mencionado como relojero1172. Ya en la tercera década del siglo aparece en Garrovillas un orive de cuarenta y seis años de edad, llamado José María Viera de la Cruz, que en 1921 estaba censado en la calle Valencia y en 1932 aparece, aún en activo, en la calle Blasco Ibáñez1173. No podemos establecer con seguridad a qué rama de esta familia de orives pertenecía este orífice, que parece haber nacido fuera de Garrovillas hacia 1875, pero probablemente trabajó junto a sus primos Aurelio y Félix Viera Viera. En los años inmediatamente anteriores a la guerra civil tenemos noticia de la llegada a Garrovillas de Eloy Magdaleno López, hermano del orive al que ya nos referimos, Cirilo Magdaleno; en 1932, a sus sesenta y tres años, vivía en la calle Castillejo Bajo1174 después de haber estado trabajando y viviendo en Cáceres, donde sabemos que se hallaba establecido en el año 1901, y en Valencia de Alcántara, donde consta como residente en 1921; probablemente ya permaneció en Garrovillas hasta el final de sus días. El último orive de Garrovillas, según nuestra limitada información, es Manuel Sánchez Moreno, que nació entre 1900 y 1902, acaso sobrino de Valentín Sánchez; de él apenas sabemos que en el año 1955 era nombrado en el censo electoral como “oribe” que vivía en el número cincuenta y dos de la calle Santa 1165 ADPC. Provincia de Cáceres. Censo electoral de 1901. Garrovillas. 1911. Sigª 5569. 1166 ADCC. Parroquia de Santa María en Garrovillas. Libro de Bautizados nº 24. Fol. 215. Partida 12. 1167 ADPC. Provincia de Cáceres. Censo electoral de 1901 y Rectificación del censo electoral. Garrovillas. 1912. Sigª 5569 y 5623. 1168 ADPC. Censo electoral. Garrovillas. 1932. Sigª 5645. 1169 ADPC. Provincia de Cáceres. Censo electoral de 1901. Garrovillas. Sigª 5569. 1170 ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificaciones del censo electoral. Garrovillas. 1911 y 1921. Sigª 5628 y 5639. 1171 ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificación del censo electoral. Garrovillas. 1912. Sigª 5623. 1172 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Garrovillas. Sigª: 5646. 1173 ADPC. Provincia de Cáceres. Rectificación del censo electoral de 1921 y Censo electoral de 1932. Garrovillas. Sigª: 5639 y 5645. 1174 ADPC. Censo electoral de 1932. Sigª: 5.645. 287


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 103. Garrovillas. Ermita de la Soledad.

María1175, pero creemos que se trata del mismo artesano mencionado en los censos electorales de 1928 y 1945 como residente en Ceclavín1176, por lo que suponemos que nació, o al menos se formó, en aquella población para posteriormente pasar a residir en Garrovillas. Con Manuel Sánchez Moreno llegamos al punto final de la historia de la orfebrería de filigrana en Garrovillas; desconocemos la existencia de orives en épocas posteriores, pero hemos podido documentar la existencia de una treintena de maestros en la localidad entre mediados del siglo XIX y la mitad del siglo XX. En este caso, también parece que los primeros maestros vinieron de fuera, y eran de estirpe portuguesa, pero rápidamente se formaron grandes profesionales garrovillanos que mantuvieron durante cien años encendida la llama de esta tradición. En esta larga historia, la década de mayor esplendor tuvo lugar entre 1890 y 1901, momento éste en el que dieciocho maestros y oficiales trabajaban simultáneamente, destacando entre todos ellos los cinco hermanos Breña Gutiérrez. Sin embargo, desde 1910 comienza el declive de este arte en la localidad; en 1921 ya sólo son trece los orives que quedan en Garrovillas, y en 1950 tan sólo permanecen tres, en la antesala de lo que será la total desaparición del arte en la población. Esta evolución del oficio en la localidad se refleja en la tabla cronológica que exponemos a continuación. 1175 1176

ADPC. Censo electoral de 1955. Sigª: 5.656. ADPC. Rectificaciones de los Censos electorales. Ceclavín 1928 y 1945. Sigª: 5642 y 5646. 288


Los orives. OrfebrerĂ­a de filigrana en la provincia de CĂĄceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

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VII. Plasencia Como ya señalábamos en los primeros capítulos, en la ciudad de Plasencia existe una larga tradición en el arte de la platería, con numerosas referencias documentales a maestros plateros al menos desde inicios del siglo XV; entre ellos, la mayor parte tuvo como su principal cliente o trabajó de uno u otro modo para el cabildo de la Catedral. La bibliografía nos habla en esa época de Francisco de Toledo, que fue orífice de los condes de Plasencia y amigo del último maestre de la Orden de Alcántara, pero también de otros plateros muy ligados a la Catedral, como Juan Blázquez y su hijo Francisco, Mose Abenavive, el moro Zalama o el Maestro Cristóbal, la mayoría de los cuales vivió además en casas arrendadas al cabildo (Benavides, 1999: 83-84). Ya en el siglo XVI se cita la presencia de Abraín de Fuentes Claras, Diego López Maraver, Gonzalo Manzano, Juan Manzano, Juan de Lajamor, Alfonso Hernández, Felipe Gómez o Francisco de Jaén, sin olvidar a Gaspar de Saucedo, Diego de Pedraza el Viejo o Gonzalo Salvador (Andrés y García, 1983: 31), Luis Navarrete y Lorenzo Mesurado (Méndez, 2006: 447) En el año 1610 incluso se conocen los nombres de dos plateros, Juan Michael y Bartolomé Hernández, que son citados como plateros de la Catedral, y en 1652 eran nombrados por el cabildo “plateros de esta Santa Iglesia, sin sueldo fijo, los maestros Juan González y Alonso Leonardo Valverde” (Benavides, 1999: 251). Sin embargo, a lo largo del siglo XVIII dejan de aparecer referencias a los plateros de la Catedral y se encuentran con una frecuencia creciente testimonios de encargos hechos por el Obispado a plateros foráneos, principalmente de Salamanca y de Córdoba; así, sabemos que en febrero de 1706 escribía el Chantre de la Catedral a Pedro Benítez, platero de Salamanca, preguntándole cuánta plata era necesaria para la corona de la Virgen de la Asunción; en marzo de 1718 el platero salmantino Juan del Prado entregaba dos candelabros que había ejecutado para el altar mayor, en enero de 1722 pedía que se construyese en Córdoba una nueva corona para la imagen de la Asunción, y en marzo de 1744 era un platero de Béjar el encargado por el cabildo para restaurar las andas del Santísimo, con gran disgusto por parte de los maestros locales, pues el platero placentino José Moreno se negó a reconocer y peritar la obra ejecutada por su colega bejarano, siendo preciso solicitar la opinión profesional de un platero de Trujillo (Benavides, 1999: 264-273). Por supuesto, y a pesar de la competencia externa, en el Setecientos siguió habiendo plateros en la ciudad de Plasencia; ya hemos mencionado anteriormente a Carlos Jiménez Morales, que era placentino a pesar de encontrarse afincado en Cáceres, pero están documentados otros maestros como Francisco Barejón, el ya citado José Moreno, Manuel de Oliva, Antonio Díaz o Eugenio de Aragón (Benavides, 1999: 271-273; García Mogollón, 1987: 824 y 850). De todos modos, la decadencia que sufre el oficio de la platería a lo largo del siglo XVIII en Plasencia no es exclusiva del sector, pues se percibe en las diferentes actividades de la ciudad un declive del dinamismo y una evidente contracción económica; en los años finales del siglo la ciudad de Plasencia tenía unos mil cien vecinos, es decir, entre cuatro mil quinientos y cinco mil habitantes aproximadamente (Barrientos y Rodríguez, 1995: 618), y sin duda el hecho más significativo y relevante en la urbe era su condición de sede diocesana, lo que en cierto modo salvaba bastante la situación de la población, pues la actividad generada en torno al estamento eclesiástico siempre fue un motor económico para la comarca y un fuerte atractivo para las profesiones liberales y para un amplio abanico de artesanos asentados en la ciudad. 291


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 104. Plasencia. Catedral Nueva.

En los años finales del siglo XVIII, la sede de la Diócesis generaba anualmente un millón de reales de renta que se percibían a través del diezmo y de las rentas de las dehesas; además del obispo, la Catedral sostenía a ocho dignidades, dieciséis canónigos, ocho racioneros y nueve beneficiados, además de veinticuatro capellanes, la curia que formaban un provisor, un fiscal, ocho notarios y un ministro, y por supuesto una nutrida capilla de música formada por sesenta y seis personas entre músicos, cantantes, seises, mozos del coro y demás especialidades (Barrientos y Rodríguez, 1995: 623). Aunque el peso específico del estamento clerical ya no era tan importante como en siglos anteriores, es fácil suponer el impacto social y económico de esta realidad todavía en aquella época en la vida de una pequeña población situada en torno a los cinco mil habitantes; los plateros conformaron uno de los gremios más dependientes de esa clientela, y de ahí que al iniciar el siglo XIX su representación hubiese quedado muy reducida con respecto a épocas anteriores. La riqueza platera de la Catedral se vio drásticamente mermada desde finales del siglo XVIII y prácticamente durante el primer tercio del siguiente, pero sobre todo durante los años de la Guerra de la Independencia. En esos años se extraen kilos y kilos de oro y plata en diferentes circunstancias y con distintas finalidades: En 1795 da principio la extracción de alhajas de plata, oro y pedrería de la catedral. En este año se verificó la primera de cinco arrobas de plata a calidad de reintegro. En mayo de 1809, por orden de la Junta Central, se extrajeron otras 10 arrobas y tres libras. En diciembre de 1810 la Intendencia de Badajoz 292


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 105. Plasencia. Soportal de la Plaza Mayor donde se instalaban los plateros, 1916.

hizo otra de seis arrobas. En 1811 el célebre guerrillero Don Julián Sánchez, el de los famosos lanceros, se apodera de la gran custodia y andas de plata donde se trasladó el Santísimo de la iglesia antigua a la nueva, con otra porción de alhajas de oro y plata; sólo la plata daba un total de 12 arrobas, 12 libras y cuatro onzas y las alhajas de oro pesaban 32 onzas. En 1823 se hace otra extracción de cinco arrobas de plata. Total extraída hasta la última fecha 54 arrobas 15 libras y cuatro onzas de plata y 32 onzas de oro; sin contar las piedras preciosas de bastante labor que algunas alhajas tenían (Matías, 2000: 182).

Desde los años de la conquista cristiana de la ciudad, la actividad económica más importante fue el mercado semanal de los martes; a finales del siglo XVIII, esta cita comercial parecía haber perdido fuerza, pues la respuesta al Interrogatorio de la Real Audiencia señalaba que en realidad se vendían prácticamente los mismos productos que el resto de días, a excepción de los paños que traían comerciantes de Casatejada y de Torrejoncillo. Además de este mercado semanal, en aquellos años tenían lugar otros mercados que también se celebraban en martes, uno de ellos en el martes de la segunda semana de Cuaresma y los otros en los tres martes siguientes al día de Santa Catalina, entre el 25 de noviembre y el 15 de diciembre, que se llamaban de San Andrés (Barrientos y Rodríguez, 1995: 621); en ellos, las mercaderías más renombradas eran también los paños de Casatejada y Torrejoncillo y los lienzos de Baños de Montemayor, además de pescados y frutas de los pueblos del entorno. Unos pocos años después del Interrogatorio de la Real Audiencia parecían haber ganado algo de pujanza, dentro de los estrechos límites del momento, tanto el mercado semanal de los martes como la 293


Juan Manuel Valadés Sierra Feria que se celebraba en diciembre, pues la respuesta de la ciudad al Interrogatorio sobre las Fábricas, Artes y Oficios de Miguel Cayetano Soler, fechada el 1 de mayo de 1803, señalaba que Los pocos traficantes y artesanos de la ciudad venden en estos mercados zapatos, suelas, cordobanes, y sombreros bastos; y del lugar de Torrejoncillo, y villa de Casatejada, se traen paños y bayetas; y de otros pueblos vienen tiendas de todos géneros y platerías, pescados y otros comestibles1177.

Desde la época de los Reyes Católicos, los plateros, junto con buhoneros, merceros, cinteros, cordoneros y especieros, tenían asignado en la Plaza Mayor el espacio que va desde la calle de los Quesos hasta la esquina con la calle Pedro Isidro, para evitar que el numeroso público que se agolpaba en sus puestos obstruyese el centro de la Plaza y sus soportales (Sendín, 1996: 324). En los años iniciales del siglo XIX en Plasencia no existe rastro alguno de un gremio de plateros, al menos como organización corporativa; de hecho, los gremios de la ciudad habían quedado reducidos a un mínimo número, sólo en los oficios más numerosos, y con un carácter meramente formal que denotaba bien a las claras la descomposición y el inminente final de este antiguo sistema de acceso a los oficios: [Solamente] los maestros de obra prima, arbañiles (sic), sastres, texadores, carpinteros y herreros forman respectivos gremios; pero sin exección (sic) ni formalidad alguna. Ninguno de estos gremios tiene ordenanzas algunas y se gobiernan por rutina sin reglas pª nada, y esta es una de las causas del poco adelantamiento de las artes1178.

Y es que ya hemos apuntado en páginas anteriores, que al menos desde mediados del siglo XVIII estaba francamente venido a menos el arte de la platería en Plasencia; sabemos que en 1752 las Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada citan únicamente tres maestros plateros y dos oficiales1179, sin que sepamos sus nombres, cincuenta años después el panorama se ha empobrecido notablemente. Las respuestas al Interrogatorio de la Real Audiencia no citan ningún platero en la ciudad, pero sabemos que su información no es exhaustiva; por el contrario, en la respuesta al Censo ordenado por Manuel Godoy en 1797, fechada el año siguiente, solamente se menciona un platero que tenía dos aprendices trabajando en Plasencia, maestro del que suponemos puede ser Antonio Díaz1180. Muy poco tiempo después del Censo de Godoy, en las respuestas al Interrogatorio sobre las Fábricas, Artes y Oficios remitido por la Secretaría de Estado de D. Miguel Cayetano Soler, vemos que parece haberse instalado un nuevo platero, pues se mencionan dos obradores de platería en los que trabajaban cuatro varones mayores de quince años; en cada taller había, pues, un maestro y un aprendiz, pero desconocemos la identidad de todos ellos1181. Con todo, algunos de esos maestros y aprendices seguían 1177 AHMP. Interrogatorio sobre las Fábricas, Artes y Oficios, a cuyas preguntas deben contestar con la mayor individualidad todas las ciudades, villas y lugares del Reyno. Por D. Miguel Cayetano Soler, Secretario de Estado y del Despacho Universal de la Real Hacienda. Contestado por la ciudad de Plasencia a 1 de mayo de 1803. Sigª: Población. Fol. 15. 1178 Ídem. Fols. 16 y 16v. 1179 Respuestas Generales del Catastro del Marqués de la Ensenada. Plasencia (1752). Consultado en pares. mcu.es/Catastro/, AGS_CE_RG_L147_146.jpg, el 21 de enero de 2014. 1180 AHMP. Enumeración de almas de esta ciudad de Plasencia. Año de 1798. Fol. 14. 1181 AHMP. Interrogatorio que deben contestar todos los pueblos de España, para que el Departamento del Fomento General del Reyno y Balanza de Comercio pueda presentar el censo de población del año de 1802 que le ha encargado S. M. Por D. Miguel Cayetano Soler, Secretario de Estado y del Despacho Universal de la Real Hacienda. Contestado por la ciudad de Plasencia en octubre de 1802. Sigª: Población. Fol. 31. 294


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I saliendo a vender sus productos por los pueblos de la comarca, como queda atestiguado en Gata, en cuya feria anual celebrada en la festividad del apóstol Santiago era tradicional la presencia de plateros, que “regularmente son de las ciudades de Plasencia y Ciudad Rodrigo” (Larruga, 1796: 260). En definitiva, el panorama de la platería en la ciudad de Plasencia era, a principios del siglo XIX, casi tan pobre como el de otras localidades menores de la provincia; la importante tradición de que se nutría este arte en la capital del Jerte, y el propio hecho diferencial que podía suponer la existencia de la sede episcopal no habían podido impedir que en aquellos momentos el oficio estuviera a punto de desaparecer, como ya hemos visto en otros pueblos y como veremos en la que años después será la capital de la provincia. De hecho, se afirma que en todo el siglo XIX es muy pequeña o inexistente la actividad en el campo de la platería artística en Plasencia (Andrés y García, 1983: 34), por lo que hemos de suponer que los plateros que hemos podido documentar trabajaron más bien el campo de la joyería civil, produciendo piezas de adorno personal accesibles a un amplio abanico social de la comarca, única forma de sobrevivir en unos decenios en que la competencia cordobesa, madrileña o salmantina fue implacable. Al comenzar, pues, el siglo XIX, es probable que aún estuviese trabajando el platero Antonio Díaz, mencionado por García Mogollón, pero nosotros hemos localizado también un segundo platero que acaso es el que se enumera en la respuesta al Interrogatorio para el censo de población de 1802, este platero se llamaba Antonio García Sánchez, y de él sabemos que había nacido hacia 1771 en Salamanca, era hijo de Antonio García, natural de Los Arapiles (Salamanca) y de la salmantina Manuela Sánchez1182; en el Padrón Municipal de Vecinos de 1820, Antonio García Sánchez aparece registrado como “platero” residente en el número 19 de la Plaza Mayor, en aquel momento manifestó que llevaba residiendo en la ciudad unos veintiocho años, y vivía con cuatro familiares que no se identifican, probablemente la mujer y tres hijos. Sabemos que se había casado con María Campo, que era natural de Béjar (Salamanca), y es posible que aprendiera el oficio de su padre, ya que es conocido un platero salmantino llamado Antonio García que es citado en el Catastro del Marqués de la Ensenada con veintiséis años de edad (García Mogollón, 1987: 756), sin embargo también creemos probable que lo aprendiese de su suegro, Rafael Campo Vallejo1183, platero bejarano, pero conocido por su trabajo en Plasencia, que entre 1789 y 1794 realizó trabajos de compostura para el convento de las Clarisas Capuchinas (Bazán y Terrón, 1993: 154). Antonio García debía ser, como corresponde a la consideración social que el oficio tenía en aquella época, un maestro socialmente respetado y gozaba de una posición económica aparentemente desahogada, no sólo por la centralidad de su morada en la ciudad, sino que además declaraba poseer una caballería mayor, que alojaba en una cuadra propia, y consecuentemente se le asignaba el alojamiento de un oficial para el caso de la presencia de tropas en la ciudad que así lo hiciera necesario1184. Así pues, podemos calcular que Antonio García Sánchez se había afincado en Plasencia en torno al año 1792, según su propia declaración, siendo de suponer que ejerciera su oficio en todos esos años; así mismo hemos fijado su posible fecha de nacimiento también en virtud de su declaración para otro documento padronal, el llamado Padrón de Quintos del mismo año 1820, que entonces se efectuaba por 1182 Así consta en las partidas de bautismo de sus hijas Isabel y Vicenta, nacidas en 1801 y 1812. Archivo Parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Bautizados, 1760-1800. Fol. 248v y Libro de Bautizados, 18071851. Fol. 22. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1183 Rafael Campo, natural de Béjar, es mencionado en las partidas de bautismo de varios hijos de su hija María Campo y de Antonio García. Véase por ejemplo Archivo Parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Bautizados 1807-1851. Fol. 56. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1184 AHMP. Padrón de Vecinos. Año 1820. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 295


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Fig. 106. Plasencia. Plaza Mayor.

colaciones parroquiales, y para el que el platero manifestó ser de edad de 49 años, siendo declarado útil para el servicio1185. Así mismo, sabemos de la buena marcha del negocio de Antonio García porque en el mismo año de 1820 era el platero que pagaba la máxima cantidad en la contribución municipal por las utilidades de los negocios; al tener su negocio en la Plaza Mayor, y probablemente por el volumen de sus ventas, se le había fijado el pago de 750 reales1186. Falleció el 5 de julio de 18211187, teniendo continuidad en su oficio en la persona de su hijo Rafael. Pero el platero más importante de la ciudad durante toda la primera mitad de la centuria decimonónica es Francisco Simón Solano (1766-1849), que por nuestras noticias tampoco era placentino de nacimiento; Francisco Simón había nacido en Arroyomolinos de la Vera el 14 de septiembre de 17661188, era hijo de Juan Simón y de Josefa Solano, consta que se casó con María Reyes Domínguez Granado, natural de Plasencia, antes de 1802, y parece que vivía en la ciudad desde al menos 1784. En el año 1812 tenía Francisco Simón su residencia y taller en el número 4 de la calle Talavera, en aquellos momentos se le menciona casado y sin 1185 AHMP. Padrón de Quintos por parroquias. Año 1820. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1186 AHMP. Relación de utilidades por oficios. Año 1820. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1187 Archivo Parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Difuntos nº 6, 1809-1851. Fol. 30v. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1188 Archivo Parroquial de San Nicolás de Bari en Arroyomolinos de la Vera. Libro de Bautizados, 1729-1802. Fol. 136. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 296


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I hijos, pese a que ya había tenido al menos dos vástagos, que habían fallecido1189; manifestaba tener treinta y cuatro años y tenía además un criado a su cargo1190; un año más tarde, seguía en el mismo domicilio y vemos que su situación económica era también buena, pues manifestaba tener cuadra y una mula1191. Conviene recordar las referencias documentales y bibliográficas que indican que estos plateros, además de la venta en su propio domicilio, practicaban la venta ambulante por los pueblos de la comarca, por sí mismos o a través de empleados, de manera que una caballería era parte esencial del negocio. Al igual que a Antonio García, el Ayuntamiento placentino le tenía fijada a Francisco Simón la máxima cantidad a pagar en impuestos por su oficio, apareciendo en la relación de utilidades del año 1820 con la obligación de pagar 750 reales por su negocio de la calle Talavera1192; en aquel mismo año, su vida familiar había cambiado bastante desde la referencia anterior, pues en su hogar ya viven sus cuatro hijos. Poco después, y probablemente al haber quedado libre el negocio tras la defunción de Antonio García, pasa Francisco Simón Solano a instalar su negocio de platería en el número 19 de la Plaza Mayor, donde ya le vemos empadronado en 18271193. Cuatro años más tarde de esa referencia padronal sabemos que Francisco Simón actuaba como testigo en el bautizo de uno de los hijos de Rafael García1194, platero e hijo de Antonio García, por lo que deducimos una estrecha relación profesional y personal entre las dos familias. Durante al menos veinte años mantuvo Francisco Simón su negocio en la Plaza Mayor, siendo en todos esos años el platero que contribuía con mayores impuestos por su negocio; en 1829, por ejemplo, tenía asignada una cuota de 1.000 reales1195, y en 1831 comienza también a pagar impuestos como arrendador de fincas, lo que permite suponer que había conseguido reunir un patrimonio inmueble de alguna consideración1196. En el año 1838, tras el nacimiento de su hija y el fallecimiento de otros dos hijos, los que aún convivían con el matrimonio eran Eugenio, nacido hacia 1814, Vicente, que debió nacer sobre 1817 y Juliana, que vino al mundo en torno a 1823; en esos momentos la familia convive con dos criados1197, pero pocos años después, en 1847, los hijos se han emancipado y Francisco Simón ha enviudado de su esposa, María Reyes, conviviendo solamente con dos sirvientas, pero sigue como platero en activo a sus sesenta y cinco años1198; sabemos que falleció el 5 de septiembre de 18491199, sin que ninguno de sus hijos varones, que le sobrevivieron, continuase en el oficio. En este punto debemos citar a Tomás Botán Jiménez, que es mencionado en los primeros padrones municipales del siglo XIX como platero, aparece en el Padrón de Vecinos de 1812, casado y sin hijos, de 1189 Se trata de Rafael, nacido en 1801, y de Margarita, en 1805. Archivo Parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Bautizados, 1788-1819. Fols. 92v y 111v. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1190 AHMP. Padrón o Vecindario hecho en el año 1812. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1191 AHMP. Padrón o Vecindario de la Parroquia de San Esteban. Año 1813. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1192 AHMP. Relación de utilidades por oficios. Año 1820. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1193 AHMP. Padrón de Quintos. Año 1827. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1194 Archivo Parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Bautizados, 1807-1851. Fol. 142v. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1195 AHMP. Subsidio de Comercio e Industria. Año 1829. Ref.: Contaduría 3.3.1/2 54. 1196 AHMP. Subsidio del Comercio. Año 1831. Ref.: Contaduría 3.3.1/5 54. 1197 AHMP. Padrón de Vecinos. Año 1838. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1198 AHMP. Padrón de Vecinos. Año 1847. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1199 Archivo Parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Difuntos nº 6, 1809-1851. Fol. 100v. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 297


Juan Manuel Valadés Sierra veintidós años de edad, que vivía en el número 3 de la calle Contador Primera1200; sabemos que era hijo de Gregorio Botán y de Baltasara Jiménez, naturales de Valladolid, donde debió nacer el propio Tomás Botán en torno a 1790; consta que se casó con Margarita García el 13 de agosto de 18121201y tuvo al menos un hijo que le sobrevivió, llamado Antonio Botán1202. En 1813 Tomás Botán se había mudado con su mujer y su hijo recién nacido al número 39 de la calle Trujillo1203, donde sigue apareciendo como platero; sin embargo, esta es la última referencia de Botán en el sector de la platería, pues a partir de ahí parece que abandona el oficio, probablemente por la dura competencia de los plateros más asentados, Antonio García y Francisco Simón, y pasa a dedicarse a la hojalatería. En definitiva, Botán Jiménez se dedica a trabajar un material más humilde, cotidiano y barato aprovechando los conocimientos adquiridos como platero en el corte del metal, la soldadura y la concepción tridimensional de los objetos; entre 1820 y 1842 aparecen numerosas referencias de Tomás Botán como hojalatero y latonero1204, como también de su hijo Antonio, que ejerció ese mismo oficio1205. Además, entre 1830 y 1833 mantuvo, junto con otro socio, el arriendo del derecho de Portazgo de la Puerta de Trujillo1206, pasando a vivir en el número 4 de la calle Trujillo; llama la atención el que hubiese ejercido durante años el oficio de platero pese a no saber escribir, como confesó en diciembre de 1849 cuando adquirió una viña a Rafael García y no pudo firmar la escritura de compraventa1207; de hecho es el único caso que hemos documentado y nos lleva a pensar que Botán trabajó poco los metales preciosos y debió dedicarse más bien a la composición o arreglos de piezas hechas por otros. En todo caso, tras la referencia de la compra de la viña se pierden sus noticias. En los mismos años iniciales del siglo tenemos escasas noticias de otro platero placentino llamado Juan Jiménez que debió nacer entre 1781 y 1786; en 1812 residía en el número 55 de la calle del Sol y manifestaba tener treinta y un años, acompañado de una amplia familia formada por su esposa, dos hijas, otros dos familiares y un criado1208; sabemos que en 1820 aún vivía en el mismo lugar y estaba dado de alta como platero, pagando por ello una contribución de 600 reales1209. Aunque la información disponible no nos permite precisar su origen, acaso procediera de Salamanca, si es que fuera de su autoría, o de algún familiar suyo, un cáliz de estilo Imperio conservado en la parroquia de la Asunción de Montehermoso, en el que García Mogollón (1987: 775) identificó una marca de platero con la leyenda “XI/ MENZ” acompañado de la de la ciudad del Tormes. En el año 1830 aún vivía Juan Jiménez, acompañado de otras seis personas en el mismo domicilio de la calle del Sol1210, pero después de ello desaparecen sus referencias en la documentación consultada sin que tengamos más datos sobre él. En 1818 tenemos también constancia de la existencia de otro platero, José Bonifacio Gómez, del que sabemos que había nacido en Plasencia en torno a 1796 y era hijo del trujillano Miguel Bonifacio y 1200 AHMP. Padrón o Vecindario hecho en el año 1812. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1201 Archivo Parroquial de San Esteban en Plasencia. Libro de Casados, 1809-1851. Fol. 13. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1202 AHMP. Padrón de Vecinos. Año 1838. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1203 AHMP. Padrón o Vecindario de la Parroquia de San Esteban. Año 1813. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1204 AHMP. Relación de utilidades por oficios. Año 1820. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1205 AHMP. Padrón de Vecinos. Año 1842. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1206 AHMP. Subsidio de Comercio e Industria. Año 1833. Ref.: Contaduría 3.3.1/6 54. 1207 AHPC. Protocolo Notarial de José Serrano Oliva, Plasencia, 1849. PN2.539. Fols. 378-380v. 1208 AHMP. Padrón o Vecindario hecho en el año 1812. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1209 AHMP. Relación de utilidades por oficios. Año 1820. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1210 AHMP. Padrón de Quintos. Parroquias de San Esteban y San Martín. Año 1830. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 298


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 107. Plasencia. Vista de la ciudad desde el río Jerte, hacia 1920.

de Catalina Gómez, natural de Saucedilla; se casó con Vicenta García Pulido, que era de Baños de Montemayor1211, y en el año a que nos hemos referido vivía en el número 30 de la Plaza Mayor1212, no lejos del taller de Antonio García Sánchez. En 1820, Bonifacio debía ser el más humilde del gremio local de plateros, formado entonces por Antonio García, Francisco Simón, Juan Jiménez y él mismo; a la sazón, el Ayuntamiento le había fijado una cuota de 450 reales en la contribución1213, y es que probablemente tenía un taller en su propio domicilio pero carecía de establecimiento comercial como los otros plateros, tal como se indica en su contribución del año 1828, en la que José Bonifacio aparece encuadrado en la categoría de “plateros sin comercio”1214; incluso es posible que trabajase para los otros plateros de la ciudad vendiéndoles su producción. Parece probable que de sus manos saliese un copón liso perteneciente a la parroquia de Aldeanueva del Camino en el que se identificaron dos marcas en las que se lee “J./ BONIFAC” (García Mogollón, 1987: 796). A pesar de su importancia secundaria, José Bonifacio Gómez aparece como platero en el Padrón de Vecinos de Extremadura de 18291215, y por esos años las rentas obtenidas con su trabajo le habían permitido convertirse en propietario arrendador de fincas, de tal forma que en la contribución de 1830 pagaba más al Ayuntamiento por este concepto que por su trabajo como platero1216; así mismo, debió ir diversificando sus negocios, pues en 1831 pagaba impuestos no sólo por su actividad como 1211 Así figura en las partidas de bautismo de sus hijos Manuel y Anselmo. Archivo Parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Bautizados, 1807-1851. Fols. 49v y 79v. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1212 AHMP. Vecindario general de la ciudad de Plasencia. Año 1818. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1213 AHMP. Relación de utilidades por oficios. Año 1820. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1214 AHMP. Subsidio de Comercio e Industria. Año 1828. Ref.: Contaduría 3.3.1/1 54. 1215 AHPC. Padrón de Vecinos de 1829. R. A. Legajo 317-17. Pág. 13. 1216 AHMP. Subsidio de Comercio e Industria. Año 1830. Ref.: Contaduría 3.3.1/3 54. 299


Juan Manuel Valadés Sierra platero, sino también por el comercio de “chocolate y confitura”1217. Sabemos que José Bonifacio tuvo al menos once hijos nacidos entre 1817 y 1833, de los que la mayoría fallecieron en la infancia, y creemos que fue cordial su relación con otros plateros, como Rafael García, a quien posteriormente nos referiremos, pues éste sirvió como testigo en el bautismo de Catalina, una de las hijas de Bonifacio1218, quien a su vez fue testigo del bautismo de Dolores, hija de García, en 18321219, ello nos permite intuir que tal vez en esos años Bonifacio trabajase para el citado Rafael García, o que al menos tuviesen tratos comerciales. Con la esposa, cuatro hijos y una criada llamada Catalina González, figura José Bonifacio Gómez en el Padrón de Vecinos de 1838, como residente en el número 39 de la entonces llamada Plaza de la Constitución1220, y en el mismo lugar vamos a encontrar sus referencias hasta el año 1841, cuando Bonifacio contaba cuarenta y seis años, momento tras el cual ya no aparece en los documentos municipales, por lo que cabe suponer su fallecimiento; al mismo tiempo, no tenemos ninguna noticia que permita suponer que alguno de los hijos continuara con el oficio. Ya a finales de la década de 1820 encontramos la referencia de Rafael García Campo, que acabamos de mencionar; era hijo del platero Antonio García Sánchez y obviamente debió aprender el oficio de manos de su padre, estableciéndose por su cuenta una vez fallecido aquél, al menos desde 1828, seguramente con muy poco negocio, al igual que vimos con José Bonifacio; en ese mismo año, la hacienda municipal le tenía fijada una cuota de 100 reales por su trabajo como platero mientras ya hemos visto que Francisco Simón pagaba diez veces más1221; de hecho, en el repartimiento de estos impuestos, se especifica que Simón los pagaba “por su Platería”, en tanto que Rafael estaba sujeto al pago “por su taller de platería”1222, sutil diferencia que supone tener un comercio abierto al público en el que Simón vendería no sólo sus productos, sino también artículos hechos por otros plateros, cordobeses, salmantinos o madrileños, y probablemente también locales, como José Bonifacio o Rafael García. Rafael García Campo debió nacer en torno a 1805 en Plasencia, y se casó con la también placentina Antonia Mora Corcho; consta que residió en el número 19 de la Plaza Mayor, donde estaba el hogar paterno y donde posteriormente vivió Francisco Simón, de quien de hecho creemos que fue socio o empleado, lo cual explicaría que Simón actuase como testigo en el bautismo de al menos dos de los hijos de Rafael, en 18311223 y 18341224. Así mismo, debió existir también una relación personal y acaso profesional entre Rafael García y José Bonifacio, pues éste también actuó como testigo en el bautismo de una de las hijas de García, en 18321225, y el propio Rafael García hizo lo propio en 1833 con una hija de Bonifacio1226. El matrimonio de Rafael García Campo y Antonia Mora tuvo al menos nueve hijos, siendo los mayores Pedro, José y Rafael García Mora, nacidos en 1825,

1217 AHMP. Subsidio de Comercio e Industria. Año 1831. Ref.: Contaduría 3.3.1/4 54. 1218 Archivo Parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Bautizados, 1807-1851. Fol. 155v. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1219 Ídem. Fol. 150v. 1220 AHMP. Padrón de Vecinos. Año 1838. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1221 AHMP. Subsidio de Comercio e Industria. Año 1828. Ref.: Contaduría 3.3.1/1 54. 1222 AHMP. Subsidio de Comercio e Industria. Año 1829. Ref.: Contaduría 3.3.1/2 54. 1223 Archivo Parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Bautizados, 1807-1851. Fol. 142v. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1224 Ídem. Fol. 172v. 1225 Ídem. Fol. 150v. 1226 Ídem. Fol. 155v. 300


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I 1830 y 1831 respectivamente; creemos que Rafael García se separó de su sociedad con Francisco Simón hacia 1845, pasando a vivir en el número 1 de la calle Nueva1227, donde seguía en 1847. En esos momentos debía ser el platero más apreciado de Plasencia, o al menos uno de los más respetados, pues era requerido para aportar su experta opinión en la taFig. 108. Firma de Rafael García Campo. sación de joyas que formaban parte de actuaciones judiciales, tal como sucede el 28 de octubre de 1844 cuando es requerido por el escribano público Vicente Corona Gómez para valorar las joyas que formaban parte de los bienes dejados a su muerte por Antonia Serrano, plasmando su firma en el correspondiente documento notarial1228. El 20 de diciembre de 1849 encontramos a Rafael García y su esposa Antonia Mora vendiendo por 3.000 reales la mitad de una viña sita en la sierra de Santa Bárbara que había recibido Antonia por herencia1229; curiosamente el comprador fue Tomás Botán, al que ya nos hemos referido y que también había ejercido la platería tiempo atrás. Creemos, sin embargo, que al fallecer Francisco Simón es muy probable que Rafael García regresase al local que aquél había regentado en la Plaza Mayor, pues sabemos que en 1860 volvía Rafael a residir en la Plaza, apareciendo ya él como único platero con tienda en la misma1230. Nos consta que enviudó en 18681231, y no creemos que ejerciera el oficio por mucho más tiempo este maestro placentino, con el cual entramos ya en la segunda mitad del siglo. Como hemos ido viendo, la renovación y popularización de la orfebrería cacereña en el siglo XIX se produce, fundamentalmente, a consecuencia de la llegada de orives portugueses, que van apareciendo de una forma más o menos esporádica por los pueblos extremeños hasta llegar a radicarse en varios de ellos; en Zarza la Mayor ya están en 1823, y en la villa de Cáceres en 1828, sabemos que a Gata llegan en 1833 y en Alcántara están desde al menos 1845; al año siguiente llegan a Ceclavín, en Torrejoncillo están desde 1853 y en Serradilla desde 1857, y a Garrovillas llegan antes de 1862. Plasencia tampoco va a escapar a esta tendencia, aunque tal vez sea un poco tardíamente, sabemos que en 1860 ya estaba en la ciudad un orive portugués llamado Tadeu Luís Vieira da Silva (1812-1883), que había ya castellanizado su apellido a Viera; sabemos que nació en el lugar de Valbom, parroquia de Fontarcada, en Póvoa de Lanhoso, al igual que Manoel Gonçalves, el orive que se había afincado primero en Zarza la Mayor y después en Cáceres, y de donde también procedía la familia materna de Custódio Gomes, que siguió los mismos pasos. Tadeu era hijo de João Baptista Vieira y de Custódia Luisa da Silva y nació el 10 de mayo de 18121232; no podemos asegurar 1227 AHMP. Padrón de Vecinos. Año 1847. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1228 AHPC. Protocolo Notarial de Vicente Corona Gómez, Plasencia, 1846. PN415. Fols. 25-43. 1229 AHPC. Protocolo Notarial de José Serrano Oliva, Plasencia, 1849. PN2.539. Fols. 378-380v. 1230 AHMP. Matrícula del Subsidio Industrial y de Comercio. Año 1860. Ref.: Contaduría 3.3.3/3 56. 1231 Archivo Parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Difuntos nº 7, 1852-1897. Fol. 88. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1232 ADBFS, Braga >Póvoa de Lanhoso>Fontarcada> São Salvador >Batismos 1792-1816 >image 164 of 202. (https://familysearch.org/pal:/MM9.3.1/TH-1-16302-60261-30?cc=1913410). [Consultado el 16 de abril de 2016]. 301


Juan Manuel Valadés Sierra que su padre fuese orfebre, pero creemos que su abuela paterna, Mónica Vieira, pertenecía a una conocida familia de orives de Valbom, al igual que Rosa Maria Vieira, la madre de Custódio Gomes. Tadeu llegó a Plasencia en una edad ya madura y era viudo, concretamente desde 1860 se le cataloga a efectos fiscales como “platero en portal”1233, es decir, que no tenía una tienda o establecimiento abierto al público, como Francisco Simón, sino que trabajaba y vendía su producción en el portal de su domicilio, situado en el número catorce de la calle Talavera en la acera derecha. Cuando se redactó el Padrón de Vecinos de 1871, Tadeo Luis Viera, ya castellanizados nombre y apellidos, vivía en ese lugar de la calle Talavera y se le definía de profesión “horibe”, primera vez que leemos esta palabra en la documentación municipal placentina, que hasta entonces designaba a estos profesionales exclusivamente como plateros; a la sazón, declaraba ser viudo y de 52 años de edad, convivía con su “ama”, natural de Plasencia llamada Rafaela Fernández Esteban, de 41 años, y con una sirvienta de nombre María Murillo Núñez, de 29 años y natural de Mogarraz1234. Como es bien conocido, Mogarraz es un pueblo con tradición en la filigrana de oro y plata, y ya hemos visto que los primeros orives mogarreños eran portugueses o extremeños, de manera que no es descabellado pensar que Tadeo hubiera residido en Mogarraz antes que en Plasencia, y que su sirvienta le hubiera acompañado desde tierras salmantinas, o al menos que tenía relación con familias mogarreñas. Tenemos razones para pensar que el arte de la filigrana de estilo portugués que, sin duda, practicaba Tadeo Luis Viera, fue visto por los plateros de Plasencia como un arte menor, como también cabe pensar que la producción de Tadeo, modesta no sólo por su volumen, sino también por su carácter popular, tuvo que adaptarse a la demanda local. Tan es así que probablemente fue poco a poco abandonando el trabajo del oro y la plata para dedicarse a metales más modestos como el cobre dorado o el latón, más baratos y fáciles de vender, en los que engarzaba piedras falsas y esmaltes en lugar de aljófar o perlas, como por otro lado hacían otros orives extremeños de aquellos momentos. Así, y aunque en 1877 aún tributaba al Ayuntamiento como platero en portal1235, consta que el 30 de junio de ese mismo año solicitó la baja en dicha categoría fiscal, y como quiera que el Ayuntamiento quiso asegurarse de que efectivamente había dejado de trabajar metales preciosos y no se trataba de una estratagema para pagar menos impuestos, se solicitó informe a dos peritos plateros de la ciudad, a la sazón prácticamente los únicos que había, Loreto Módenes y José Corona, a los que más adelante nos referiremos; éstos dictaminaron a favor de la pretensión de Tadeo con un escueto informe en el que se puede leer: Los que suscriben, individuos del gremio del exponente Tadeo Luis Viera, manifiestan: que es efectivamente cierto que el mismo desde hace mucho tiempo y con anterioridad al 1º de julio último ha cesado en su industria de platería de portal por cuyo motivo entienden justa y procedente la baja que pretende, así como que debe figurar como esmaltador y engastador de piedras falsas y metal ordinario con la cuota correspte. a esta clase por ser a la que únicamente se dedica. Plasencia, a 1 de Diciembre de 18771236.

Consecuentemente, se autorizó el alta de Tadeo Luis Viera como esmaltador de piedras falsas; al parecer tras esto acabó casándose con su “ama”, que aparece como su viuda en la partida de entierro de 1233 AHMP. Matrícula del Subsidio Industrial y de Comercio. Años 1860 y 1870-71. Ref.: Contaduría 3.3.3/3 56 y 3.3.3/3 56bis. 1234 AHMP. Padrón de Vecinos. Año 1871. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1235 AHMP. Matrícula del Subsidio Industrial y de Comercio. Año 1877. Ref.: Contaduría 3.3.3/5 56. 1236 AHMP. Altas y Bajas del Subsidio Industrial y de Comercio. Año 1877. Ref.: Contaduría 3.3.4/1 58. 302


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Tadeo, tras el fallecimiento acaecido el 17 de febrero de 1883; en aquel momento residía el matrimonio en el número uno de la calle Contador Primera, y la situación económica del portugués, que es calificado en la correspondiente partida como “oribe”, no debía ser muy boyante, pues su entierro fue de caridad1237. Pero, como hemos apuntado, para estos años ya está trabajando en Plasencia un orive que conocemos bien, Loreto Módenes Herrero (1834-1893), que ya vimos había nacido en Zarza la Mayor el 19 de diciembre de 1834, hijo del orive zarceño Juan Pablo Módenes. Hemos de pensar que se trasladó a Plasencia en torno a 1868, puesto que en agosto Fig. 109. Partida de bautismo de Tadeu Luís Vieira da Silva, de ese mismo año daba sepultura en 1812. Zarza la Mayor a su hija Agustina1238 y sabemos que en 1870 ya era residente en la capital del Jerte, tal como aparece en el registro industrial, como platero en portal asentado en la calle San Martín1239. Como ya hemos visto, en 1877 ya era un profesional bien considerado en la ciudad y en consecuencia el Ayuntamiento recurría a él para que aclarase la actividad de Tadeo Luis Viera; en ese mismo año vemos que ha cambiado de domicilio, apareciendo como platero en portal en el número doce de la calle Pedro Isidro1240. Encontramos a Loreto Módenes en el Padrón de Vecinos del año 1887, residiendo en el mismo lugar de la calle Pedro Isidro, en aquellos momentos declara tener cincuenta y dos años y ser natural de Zarza la Mayor; con él conviven su esposa Justa Prieto y dos hijos nacidos en Plasencia, Rafaela, de dieciocho años, y Zacarías, de once1241. Pero la marcha de la familia de Loreto de Zarza a Plasencia no se limitó al matrimonio y los hijos menores, sino que también implicó a otros parientes, como sus hijas mayores Agustina Módenes Prieto, casada con el orive Juan Jiménez Módenes, matrimonio cuya presencia en Plasencia ya se documenta en 1884, o María de la O Módenes Prieto, casada con Dionisio Jiménez, de quienes sabemos que en 1870 residían en Plasencia porque en esa fecha enterraban a su hijo Loreto Jiménez Módenes, de poco menos de un mes de edad1242. 1237 Archivo Parroquial de San Esteban en Plasencia. Libro de Difuntos, 1882-1905. Fol. 21v. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1238 ADCC. Parroquia de San Andrés en Zarza la Mayor. Libro de Difuntos nº 6. Fol. 114v. 1239 AHMP. Matrícula del Subsidio Industrial y de Comercio. Año 1870-71. Ref.: Contaduría 3.3.3/4 56. 1240 AHMP. Matrícula del Subsidio Industrial y de Comercio. Año 1877. Ref.: Contaduría 3.3.3/5 56. 1241 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1887. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1242 Archivo parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Difuntos nº 4. Fol. 103. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 303


Juan Manuel Valadés Sierra Loreto Módenes trabajó como orive o platero durante largos años en Plasencia, y sin duda sus creaciones tenían éxito y se vendían, pues sabemos que los negocios le fueron tan bien que debió reunir un significativo capital, de modo que en 1893 ya tributaba al Ayuntamiento no sólo por su actividad como platero en portal, sino también como prestamista de hipotecas1243; sin embargo pensamos que debió fallecer ese mismo año, a sus cincuenta y nueve, pues su baja en toda actividad comercial o industrial consta con fecha de 15 de octubre de 18931244. En todo caso, en el siguiente padrón de vecinos consultado, correspondiente al año 1899, ya figura Justa Prieto Morán como viuda en el domicilio familiar del número doce de la calle Pedro Isidro, con los mismos hijos que doce años antes, pero ahora sabemos que Zacarías es médico y Rafaela permanece soltera a sus veintiocho años1245. El otro platero que estaba afincado en Plasencia cuando fue preciso el concurso de dos peritos que informasen el caso de Tadeo Luis Viera es José Corona, como ya apuntábamos antes. José Corona Fernández (1852-1915) era natural de Plasencia, e hijo de Vicente Corona, notario público al que ya nos hemos referido, que era natural de Renera (Guadalajara) y de la placentina Juana Manuela Fernández; nació el 19 de marzo de 18521246, de manera que era muy joven cuando el Ayuntamiento recurrió a él para el informe referido; esto apoya la idea del pobre panorama del sector de la platería en la ciudad en aquellos años, siendo lo más probable que Corona y Módenes fuesen los únicos maestros que entonces había en Plasencia, e incluso que Corona aprendiese de Módenes o de Viera el oficio, ya que había muy pocas opciones más en la ciudad. De hecho, una publicación bastante bien documentada, aunque desde luego no exhaustiva, señalaba a Loreto Módenes como el único platero de Plasencia en el año 1879 (Bailly-Baillière, 1879: 571); sabemos que no es así pues en esa fecha ya ejercía su arte José Corona. José Corona Fernández debió instalarse como platero en torno a 1875, figurando ya en 1877 como platero en portal establecido en la calle Zapatería1247; sabemos que en 1887 tenía su morada en el número dos de la calle Sancho Polo y estaba casado con María Pérez Muñoz, cuatro años más joven que él y nacida en Villar de Plasencia; el matrimonio tenía una hija llamada Encarnación, de tres años, y en la misma casa aparece también como residente Manuel Pérez Muñoz, a quien suponemos hermano de la esposa de Corona, dos años menor que ella aunque natural de Torre de Don Miguel1248 y de oficio también platero, por lo que más adelante le dedicaremos unas líneas. Pero volviendo a José Corona, es de reseñar que no localizamos referencias suyas en la contribución industrial a partir de 1878, a pesar de seguir apareciendo en los padrones vecinales, además con la indicación del oficio, platero. Esto invita a pensar que tal vez durante esos años trabajó por cuenta ajena, algo que en aquellos momentos sólo podía hacer para Loreto Módenes o para su sobrino Juan, únicos plateros de la ciudad, aunque es verdad que por aquel entonces es cuando comienzan a ser indistinguibles algunos negocios de joyería y de relojería, siendo pues, posible, que trabajase para alguno de los relojeros de la ciudad, a los que nos referiremos brevemente más adelante. En apoyo de esa hipótesis viene la información del censo electoral de 1890, que se refiere a José Corona Fernández como “empleado” con

1243 AHMP. Padrón de la Contribución Industrial. Año 1893. Ref.: Contaduría 3.3.2/5 55. 1244 AHMP. Registro de Altas y Bajas del Subsidio Industrial y de Comercio. Año 1895. Ref.: Contaduría 3.3.4/8 58. 1245 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1899. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1246 Archivo parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Bautizados 1852-1882. Fol. 2. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1247 AHMP. Matrícula del Subsidio Industrial y de Comercio. Año 1877. Ref.: Contaduría 3.3.3/5 56. 1248 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1887. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 304


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 110. Plasencia. Joyería Corona en la actualidad.

residencia también en el número dos de la calle Sancho Polo1249. En todo caso, parece que los negocios no le fueron mal, puesto que en los Padrones de 1899 y 1900 ya no aparece como platero, sino como “propietario”1250 residente de nuevo en el número quince de la calle Zapatería; en 1905 toda la familia se había mudado al número cuatro de la plazuela de Vargas, donde Corona vuelve a ser identificado como platero1251. Sin embargo, a partir de 1912 vamos a encontrar a José Corona en el mismo domicilio, pero apareciendo siempre, otra vez, como “empleado”, lo que podría ser un error, pero su reiteración durante al menos cuatro ejercicios1252 da que pensar en que tal vez había abandonado el oficio de la platería, o acaso trabajaba como platero por cuenta ajena; falleció en ese mismo domicilio el 17 de abril de 1915 a causa de una bronquitis crónica a los sesenta y tres años de edad1253. Todavía hoy, existe en Plasencia una joyería que lleva el nombre de Corona; por lo que sabemos la joyería perteneció hasta la década de 1980 a los descendientes de José Corona, que en aquellos 1249 ADPC. Provincia de Cáceres. Listas electorales definitivas. 1890. Sigª 5511. 1250 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Años 1899 y 1900. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1251 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1905. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1252 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Años 1912, 1913, 1914 y 1915. Ref.: Estadística. Padrones de Habitantes. 1253 Archivo parroquial de Santa María en Plasencia. Libro de Difuntos 1896-1913. Fol. 30v. Partida 11. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 305


Juan Manuel Valadés Sierra años la traspasaron a los propietarios actuales y posteriormente se marcharon a la provincia de Salamanca. Por ello, pese a que se mantiene el nombre, la actual joyería no tiene nada que ver con José Corona Fernández. A mediados de la última década del siglo XIX es cuando entra en escena otro orive que tiene su origen en Zarza la Mayor y continúa con la estirpe de los Módenes, nos referimos a Juan Jiménez Módenes (1854-1908), cuyo nombre ya ha sido mencionado con anterioridad. Como dijimos, este orive había nacido en Zarza la Mayor el 30 de marzo de 1854 y era hijo de Pedro Jiménez y de Paula Módenes Herrero; por tanto era nieto del orive Juan Pablo Módenes y sobrino de Loreto Módenes, al que acabamos de referirnos, de quien seguramente aprendió el oficio. Como también sabemos, Juan Jiménez Módenes se había casado con su prima hermana Agustina Módenes Prieto, en torno a 1881, y habían vivido brevemente en Arroyo de la Luz, donde nació su hija María. Después de probar suerte en esta población, al parecer sin mucho éxito, y sin duda atraído por la buena marcha del negocio de su suegro, que era además tío y maestro, Juan Jiménez Módenes se afincó en Plasencia alrededor de 1884, primero junto a Loreto y su familia en la calle Pedro Isidro, donde aparece en 18861254, y en seguida de forma independiente en el número diez del Rincón de San Esteban. En ese lugar vivía con su familia cuando se redactó el Padrón de 1887; en aquel momento manifestó que llevaba tres años viviendo en Plasencia y el grupo familiar estaba compuesto por el propio Juan Jiménez y su mujer Agustina, entonces de veintiséis años de edad, más tres hijos, la referida María, natural de Arroyo, Fernando, de tres años y nacido ya en Plasencia, y José, de sólo un año; les acompañaba una joven sirvienta natural de Zarza la Mayor llamada Celestina Montero Jiménez1255. A partir de ahí, y hasta 1893, los únicos maestros plateros a efectos fiscales de Plasencia son Loreto Módenes y su sobrino y yerno Juan Jiménez Módenes, pues ya hemos indicado que Corona y su cuñado Manuel Pérez Muñoz no tributaban como plateros; de todos modos, no parece que Juan Jiménez, al igual que Loreto, abriese un negocio de platería en el sentido moderno, pues siempre aparece en la documentación como platero en portal. Ya en 1899 la familia de Juan Jiménez Módenes ha vuelto a variar, pues han fallecido los hijos Fernando y José, pero a cambio hay otros dos vástagos mas jóvenes y nacidos en Plasencia, se trata de Jacinto, de nueve años, y Luis, de cinco, que van a ser los continuadores de la tradición familiar en el campo de la orfebrería1256. El último Padrón de vecinos en que aparece Juan Jiménez Módenes es el de 1905, en aquel año seguía residiendo en el mismo lugar del Rincón de San Esteban, apareciendo su hijo Jacinto como “aprendiz” y el pequeño Luis como “escolar”1257; Juan falleció de una pulmonía el 20 de octubre de 19081258, y el Padrón municipal del año siguiente ya menciona a Agustina Módenes como viuda y a los dos hijos como plateros, a pesar de su corta edad, 19 y 15 años respectivamente1259. Pese a que consta su fallecimiento, Juan Jiménez Módenes sigue apareciendo como contribuyente en la matrícula industrial hasta el año 1914, pero creemos que en realidad se trata del negocio de sus hijos, que mantuvieron la licencia del padre hasta alcanzar la edad necesaria para establecerse por su cuenta; en todo caso, a partir de 1915 ya el negocio se divide y aparecen los dos hijos de manera independiente. 1254 AHMP. Matrícula del Subsidio Industrial y de Comercio. Año 1886. Ref.: Contaduría 3.3.3/7 56. 1255 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1887. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 1256 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1899. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 1257 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1905. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 1258 Archivo parroquial de Santa María en Plasencia. Libro de Difuntos 1896-1913. Fol. 162v. Partida 57. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1259 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1909. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 306


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 111. Plasencia. Rincón de San Esteban.

Ya hemos mencionado brevemente, al hablar de José Corona, al que creemos su cuñado Manuel Pérez Muñoz; sabemos que era natural de Torre de Don Miguel y había nacido hacia 1861, pero llevaba en Plasencia al menos desde 1873, según él mismo declaraba en el Padrón de vecinos de 1887. En ese año vivía en el número dos de la calle Sancho Polo, junto a su hermana María, su cuñado José Corona y la familia de éstos1260. En 1899 Manuel Pérez seguía soltero y, al igual que la familia de Corona, se había trasladado al número quince de la calle Zapatería1261; diez años más tarde de eso seguían todos en las mismas condiciones, apareciendo Manuel siempre como platero soltero, pero ahora viviendo en el número cuatro de la plazuela de Vargas1262. Es preciso remarcar que Manuel Pérez Muñoz no aparece en la matrícula para el pago de la contribución comercial e industrial, lo que parece indicar que tal vez trabajase por cuenta ajena, al igual que su cuñado José Corona, o que acaso ninguno de los dos tenía comercio abierto al público; en todo caso, debió ausentarse de Plasencia o fallecer en 1912, pues todavía figura en el censo electoral de 1911 como platero con domicilio en el mismo lugar de la Plazuela de Vargas número cuatro1263, pero ya no es mencionado en el Padrón de vecinos del año siguiente1264, y no volvemos a encontrar referencias suyas. 1260 1261 1262 1263 1264

AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1887. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1899. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1909. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. ADPC. Rectificación del Censo electoral. Plasencia. 1911. Sigª: 5618. AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1912. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 307


Juan Manuel Valadés Sierra Menos duradera parece la actividad en Plasencia de Anastasio de la Calle González (1879-1945), a quien encontramos por vez primera en la matrícula de contribución industrial del año 1904, dado de alta como platero en portal con domicilio en el número veintiuno de la calle Valdegamas; en el Padrón de 1905 aparece conviviendo con su mujer Mercedes del Río Granado, natural de Navalmoral de la Mata y con un hijo pequeño llamado Anastasio, además de una joven sirvienta1265. Sabemos que Anastasio de la Calle González había nacido en Tejeda de Tiétar el 27 de abril de 1879, y era hijo de Antonio de la Calle Silos, labrador y propietario, y de Severina González Carrón1266; desde luego perteneció a una de las familias más acomodadas de Tejeda, pues su abuelo, Plácido de la Calle, era el alcalde de la localidad el año que nació Anastasio (Bailly-Baillière, 1879: 572), y sabemos que sus padres lo colocaron desde su infancia para que aprendiese el oficio con un afamado orive natural de Ceclavín que ya conocemos, Canuto del Río Serrano, del que ya sabemos que se había asentado en Navalmoral de la Mata. Anastasio de la Calle no sólo aprendió el oficio de Canuto del Río, sino que además se casó con la hija de éste, Mercedes del Río Granado, que también era hermana del orive Francisco del Río Granado. Es probable que durante unos pocos años el matrimonio permaneciera en Navalmoral, acaso trabajando conjuntamente con Francisco del Río, pero pronto marcharon a Plasencia, donde a los pocos meses de afincarse nació su hijo mayor, Anastasio, que creemos que fallecería durante su infancia, y en 1907 nació el segundo de los hijos, Ricardo. No obstante, y dada la cercanía existente entre Plasencia y Tejeda, sabemos que Ricardo fue bautizado en el pueblo de la familia paterna el 19 de abril de 1907, constando en su partida de bautismo que el padre era de “de profesión orive”1267 y residente en Plasencia. En el Padrón de vecinos de 1912, Anastasio declaraba llevar viviendo nueve años en Plasencia, en el número veintiuno de la calle Valdegamas, y en aquellos momentos convivía con la familia su hermano menor, Ricardo de la Calle González, estudiante soltero de veinticinco años de edad1268. Anastasio debió tener tienda abierta, pues la tradición oral conservada en la familia sitúa el establecimiento en la primera casa de la calle Talavera, haciendo esquina con la Plaza Mayor1269, pero sus noticias se disipan tras ese padrón de 1912, y todo invita a pensar que la familia se trasladó a Santa Marta de Magasca, donde en 1932 aparecen censados los padres, Anastasio y Mercedes, así como el hijo, Ricardo de la Calle, que se hizo maestro, y también el hermano de Mercedes, Francisco, que seguía entonces ejerciendo como orive. El hijo, Ricardo de la Calle del Río, estudió Magisterio y posteriormente siguió la carrera militar, pero aprendió de su padre el oficio, centrándose más bien en la relojería. Instalado en Madrid, su hijo, Ricardo de la Calle Colino, se hizo relojero de profesión aprendiendo de los libros que había dejado su padre al fallecer cuando el pequeño sólo tenía cinco años; con el tiempo abrió negocio en Madrid y en Mejorada del Campo, ejerciendo como relojero durante décadas, hasta su jubilación, todavía reciente, pero también se ha dedicado a la tarea de compostura de joyería, siguiendo la tradición familiar de su abuelo y de su bisabuelo1270. En todo caso, sabemos que en algún momento el matrimonio de la Calle González retornó a Tejeda, donde falleció Anastasio el 27 de febrero de 1945, a los sesenta y seis años, a consecuencia de una insuficiencia cardiaca1271. 1265 1266 1267 1268 1269 1270 1271

AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1905. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. Archivo parroquial de San Miguel en Tejeda. Libro de Bautizados nº 8. Fol. 91. Archivo parroquial de San Miguel en Tejeda. Libro de Bautizados nº 10. Fol. 245v. AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1912. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. Testimonio transmitido a D. Demetrio González Núñez por su nieta Dña. Rosa González de la Calle. Testimonio de D. Ricardo de la Calle Colino. Archivo parroquial de San Miguel en Tejeda. Libro de Difuntos nº 6. Fol. 311. 308


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I Ya al final de la primera década del siglo XIX empiezan a trabajar los hijos de Juan Jiménez Módenes, Jacinto y Luis. Como ya hemos señalado, Jacinto Jiménez Módenes nació en Plasencia, concretamente el 17 de julio de 18891272, y en el Padrón de vecinos de 1905, con sólo quince años, aparece como aprendiz de platero viviendo bajo la tutela paterna en el número diez del Rincón de San Esteban1273; cuatro años después ya se le menciona como platero viviendo en el mismo domicilio con su madre viuda1274, pues su padre había fallecido en ese período. Como ya hemos mencionado, durante los años inmediatamente posteriores a la muerte de Juan Jiménez Módenes sigue apareciendo éste en la contribución industrial en lugar de sus hijos, que eran quienes realmente estaban ejerciendo como orives; así, calificado como “oribe” es como aparece Jacinto en el censo electoral de 1915 con morada en el Rincón de San Esteban1275. Como platero se le menciona también al referir su matrimonio, que tuvo lugar el 10 de agosto de 1917 en Béjar (Salamanca) con Esperanza Garrido Rodilla, que era natural de Casas del Monte; sin embargo, hasta 1924 no aparece Jacinto Jiménez Módenes dado de alta como comerciante en joyas, con domicilio, como decimos, en el Rincón de San Esteban1276; el Padrón de vecinos del año 1920 señala, no obstante, los números 3 y 5 de la Plaza Mayor, entonces llamada de la Reina Victoria, como residencia de la familia de Jacinto Jiménez Módenes, ya por entonces casado y padre de una hija de un año llamada Isabel, conviviendo además con ellos una sirvienta natural de Santibáñez1277. Acaso la residencia familiar estaba en la Plaza Mayor y el negocio en el Rincón de San Esteban, o viceversa, pues en esos mismos años la documentación fiscal reitera la referencia de Jacinto Jiménez Módenes en esta última localización. Así, encontramos la última de estas referencias a Jacinto en la contribución industrial de 19301278, perdiéndose después de eso la pista de nuestro orive, que tampoco es mencionado en el Padrón de vecinos de 1933; lo más probable es que se marchase de Plasencia o falleciera. En cuanto al hermano menor, Luis Jiménez Módenes, nació el 19 de agosto de 1893 en Plasencia1279; en el Padrón de vecinos de 1909 ya se le menciona como platero a pesar de sus apenas quince años, una vez que había fallecido su padre Juan Jiménez Módenes1280. Sin embargo, más preciso es el padrón de 1912, donde se especifica que Luis Jiménez Módenes, de dieciocho años de edad, es “oficial de platero”1281, trabajando con toda probabilidad con su hermano Jacinto, que a esos efectos sería el maestro, con taller en el Rincón de San Esteban, como hemos mencionado. Luis Jiménez Módenes no figura en la contribución industrial de Plasencia hasta el año 1916, como fabricante y vendedor de “joyas varias”, pero apreciamos que ambos hermanos debieron trabajar siempre juntos turnándose en el registro industrial, pues nunca aparecen los dos al mismo tiempo; Jacinto aparece en 1915 y de 1924 a 1930, mientras Luis lo hace de 1916 a 1923. Sabemos que Luis Jiménez Módenes se casó el 24 de octubre de 1918 con Visitación Criado Valcárcel, que no era placentina, sino natural

1272 Archivo parroquial de San Esteban en Plasencia. Libro de Bautizados nº 8, 1877-1892. Fol. 223v. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1273 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1905. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 1274 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1909. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 1275 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1915. Plasencia. Sigª: 5626. 1276 AHMP. Contribución Industrial. Matrícula. Año 1924-25. Ref.: Rentas y exacciones. 1277 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1920. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 1278 AHMP. Contribución Industrial. Matrícula. Año 1930. Ref.: Rentas y exacciones. 1279 Archivo parroquial de San Esteban en Plasencia. Libro de Bautizados nº 9, 1893-1907. Fol. 15v. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1280 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1909. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 1281 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1912. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 309


Juan Manuel Valadés Sierra de Arroyo de la Luz; en 1920 tenían un hijo de sólo cuatro meses llamado Luis Esteban, y convivían con una sirvienta natural de Santibáñez el Bajo, como la de su hermano, en el número trece de la calle Colón1282, pero en el Padrón de vecinos de 1933 ya no aparece la familia en este domicilio, y ya sabemos que desde 1923 desaparecen también las referencias de Luis en la contribución industrial, por lo que no sabemos si se ausentó de Plasencia; en todo caso, consta que en 1922 tenía un negocio de platería en la capital de la provincia1283, pero después no tenemos más noticias suyas. En 1908 detectamos la presencia en la ciudad del Jerte de un platero que debió estar muy poco tiempo, y que llevaba un apellido portugués que nos es bien conocido, sin que en esta ocasión podamos adscribirle a ninguno de los que conocemos que también lo llevaron; nos referimos a Cándido Vieira Martín, que en el referido año moraba en el número treinta de la calle Corredera de Plasencia y el 29 de junio enterraba a su pequeño hijo de veintidós meses1284. Realmente Cándido debía estar de paso o llevar muy poco tiempo en Plasencia, pues su hijo había nacido en Cáceres menos de dos años antes. Sabemos que el platero Cándido Vieira Martín era natural de Descargamaría, donde había nacido hacia 1880, hijo de José Vieira Martín y de Nicasia Martín Vegas. Creemos que esta familia Vieira puede tener un origen portugués, pero más remoto que el de los orives que ya hemos visto en otras localidades cacereñas, y no tenemos la seguridad de que fuesen plateros por tradición familiar; así, el padre de Cándido, José Vieira Martín, había nacido en marzo de 1850 en Santibáñez el Alto1285 y sus abuelos paternos eran también extremeños, de Torre de Don Miguel, donde nacieron a principios del siglo XIX. El censo electoral de 1911 menciona otro orive del que creemos que debió estar temporalmente en Plasencia, pero no parece que permaneciera largo tiempo en la ciudad ni llegara a ejercer su profesión de manera sostenida. Se trata de Juan María Peralta, del que sabemos muy poco; únicamente se le menciona como orive en el citado censo, apareciendo todavía en el de 1915, como residente en la calle Padilla1286, pero no hemos encontrado ninguna otra noticia suya, de manera que debe tratarse de alguien que no tuvo éxito en su intento de establecerse en la ciudad y terminara marchándose por la fuerte competencia, o tal vez falleciese, ya que en la última referencia a que hemos aludido ya tenía 56 años. En esta época es cuando encontramos por vez primera orives que tienen su morada o su taller fuera de las calles principales de la ciudad; hasta ese momento, los plateros y orives han residido en la zona más céntrica y, por aquellos tiempos, más comercial de Plasencia, la Plaza Mayor o las calles del Sol, Talavera, Trujillo, Zapatería, Pedro Isidro, Rincón de San Esteban o Sancho Polo, consideradas entre las veinticinco más importantes (Sendín, 1996: 47), pero ahora ya se asientan en zonas del ensanche, como las calles Colón o Alejandro Matías. Ello nos da idea, por un lado del progresivo crecimiento de la ciudad, pero por el otro de la pérdida de importancia social y centralidad económica de la profesión de los orives y plateros, especialmente de los más modestos, que no tienen acceso a la zona más céntrica ya ocupada por los establecimientos más antiguos e importantes. En el Padrón de vecinos de 1920 se menciona también a Joaquín Ramos Moreno, al que se define de profesión “orive”, natural de Torrejoncillo y que manifestó llevaba diez años residiendo en la capital del Jerte, lo que supondría que estaba allí desde 1910, a pesar de que su nombre no aparece en las matrículas 1282 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1920. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 1283 Un anuncio publicitario de este negocio se insertó en el Vol. I, nº 3 de Hispania. Revista mensual de Letras, Artes y Ciencias, que se publicó brevemente en Cáceres. 1284 Archivo parroquial de Santa María en Plasencia. Libro de Difuntos, 1896-1913. Fol. 157v. Partida 33. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1285 ADCC. Parroquia de San Pedro Apóstol en Santibáñez el Alto. Libro de Bautizados nº 3. Fol. 263. 1286 ADPC. Rectificaciones del Censo electoral de 1911 y 1915. Plasencia. Sigª: 5618 y 5626. 310


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

Fig. 112. Plasencia. Mercado de los Martes en la Plaza Mayor. Al fondo, relojería de Adolfo Sequeira.

de contribución de industrial de esos años, siendo bastante probable que trabajase por cuenta ajena. Joaquín Ramos Moreno había nacido en Torrejoncillo el 16 de agosto de 18741287, allí aprendió el oficio y se casó con Fidela Moreno Sánchez, pero le encontramos ejerciendo el oficio de orive en Torrejoncillo hasta el año 19111288, por lo que hay que retrasar un año su marcha a Plasencia. En todo caso, sabemos que en 1920 Joaquín Ramos, con cuarenta y cinco años, vivía y trabajaba en Plasencia, en el número cuarenta de la calle Alejandro Matías con cuatro hijos de entre tres meses y ocho años, todos ellos nacidos en Plasencia1289. En el Padrón de 1933 la familia seguía viviendo en el mismo lugar, si bien Joaquín Ramos ya no es calificado como orive, sino como “industrial”1290, lo que da a entender que probablemente había abierto un negocio de joyería con venta al público, pero carecemos de datos que nos permitan afirmarlo, pues las referencias a Joaquín desaparecen en la documentación posterior. Mencionaremos también a otro platero de escasísima presencia en la ciudad, Felipe García Pérez; de él sabemos que nació en Casatejada el 13 de septiembre de 1904, hijo de Joaquín García Gómez, también natural de Casatejada, y de María Luisa Pérez Moraleja1291. Es probable que el padre, que procedía 1287 Archivo parroquial de San Andrés en Torrejoncillo. Libro de Bautizados nº 18. Fol. 266v. Partida 134. 1288 AMT. Matrícula de la Contribución Industrial. Año 1911. Leg.: 183. 1289 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1920. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 1290 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1933. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 1291 Archivo parroquial de San Pedro Advíncula de Casatejada. Libro de Bautizados nº 18. 1898-1908. Fol. 219. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 311


Juan Manuel Valadés Sierra de una familia originaria de Torrent (Valencia) o alguien en la familia de Felipe, fuese platero, pues con sólo quince años éste aparece calificado con este oficio en el Padrón de 1920, pero vivía en el hospicio local, sito en el número treinta y seis de la calle Marqués de la Constancia1292. Parece ser que los padres de Felipe fallecieron y éste tuvo que quedar al cuidado de la institución, pero su estancia en Plasencia sólo fue temporal, pues sabemos que después marchó a París (Francia), en cuya iglesia del Patronato Español de Saint Denis se casaba en el año 1932 con Servilia Arroyo, natural de Hernández de Cerrato (Palencia), sin que tengamos posteriores noticias suyas. Entre 1923 y 1925 nos encontramos con Miguel Santos, que aparece como vendedor de joyas en la Plaza Mayor1293, pero posteriormente todas las referencias documentales le mencionan como comerciante en “relojes ordinarios”1294, con negocio siempre en la Plaza, por lo que optamos por no considerarlo como orive fabricante de joyas, sino como relojero. Lo mismo sucede con Francisco Pescador, natural de Valladolid, que aparece en la matrícula industrial de 1923 a 1925 como “protésico dental y platero compositor”1295 afincado en el número seis de la calle Marqués de Mirabel, aunque posteriormente va a aparecer siempre como relojero hasta su fallecimiento el 7 de enero de 19291296. Y es que por estos años en ciudades como Plasencia o Cáceres empieza a ser difícilmente distinguible la joyería de la relojería, pues no pocos negocios incorporan ambos productos en su oferta; del mismo modo, varias joyerías acostumbran a comercializar exclusivamente producciones ajenas, fabricadas en Madrid, Córdoba o Salamanca dejando de tener fabricación propia. El primer tercio del siglo XX finaliza en Plasencia con la presencia de Modesto Barco Corbacho (1907-1980), un orive ceclavinero que ya hemos mencionado con anterioridad; de 1933 a 1934 está asentado en la calle Mirabel1297, y a partir de 1936 en la calle Valdegamas como platero en portal1298; en 1945 tenía su residencia familiar en la calle Maldonado1299. Como sabemos, Modesto Barco había nacido el 4 de noviembre de 1907 y era hijo del orive Argimiro Barco y Simona Corbacho Amores1300; permaneció en Ceclavín al menos hasta 19321301, pero dos años después ya estaba en Plasencia, en esta ciudad llegó a prosperar mucho, abriendo una gran tienda de joyería en la calle Talavera haciendo esquina con la Plaza Mayor, al parecer el mismo lugar en que Anastasio de la Calle había tenido su negocio. De hecho, Modesto se asoció con el relojero Francisco Luengo, ofreciendo en su establecimiento tanto los artículos de joyería que confeccionaba el orive como los relojes que montaba y reparaba Luengo, además de los productos que traían de fuera; durante años explotaron el negocio, pero corría el año 1949 cuando un buen día aparecieron por el establecimiento de Barco y Luengo representantes de las conocidas perlas Majórica, que le hicieron a Modesto una oferta de trabajo; se trataba de incorporar la filigrana al trabajo de joyería para el engarce de las perlas que comercializaba la empresa, y necesitaban un orive experimentado para ello. La oferta incluía un traslado de toda la familia de Modesto Barco a la isla de Mallorca, donde la empresa ponía a disposición de ellos un chalé en Manacor, de modo que allá 1292 AHMP. Padrón Municipal de Plasencia. Año 1920. Ref.: Estadística. Padrones de habitantes. 1293 AHMP. Contribución Industrial. Matrícula. Años 1923 y 1924-25. Ref.: Rentas y exacciones. 1294 AHMP. Contribución Industrial. Matrícula. Años 1932. Ref.: Rentas y exacciones. 1295 AHMP. Contribución Industrial. Matrícula. Años 1923 y 1924-25. Ref.: Rentas y exacciones. 1296 Archivo parroquial de San Martín en Plasencia. Libro de Difuntos nº 8. 1897-1933. Fol. 206v. Partida 3. Copia microfilmada en Centro Universitario Santa Ana de Almendralejo. 1297 AHMP. Contribución Industrial. Matrícula. Años 1933 y 1934. Ref.: Rentas y exacciones. 1298 AHMP. Contribución Industrial. Matrícula. Año 1936. Ref.: Rentas y exacciones. 1299 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1945. Plasencia. Sigª: 5647. 1300 Archivo parroquial de Santa María del Olmo en Ceclavín. Libro de Bautizados nº 37. Fol. 106. Partida 237. 1301 ADPC. Rectificación del Censo electoral de 1932. Ceclavín. Sigª: 5645. 312


Los orives. Orfebrería de filigrana en la provincia de Cáceres. Siglos XIX y XX. Vol. I se fueron todos; para ello, Luengo tuvo que quedarse con la parte de joyería del negocio placentino, pasando a trabajar ambas facetas del comercio y permaneciendo así durante unas décadas hasta que en los años ochenta del siglo pasado se retiró y le vendió el establecimiento y todo el edificio a su sobrino Juan Luengo García; éste continuó con la marcha del negocio y ahí continúa hoy día, en el mismo sitio en que, por tanto, sabemos que ha funcionado la platería desde al menos 1903. En cuanto al periplo mallorquín de Modesto Barco, pronto se dio cuenta de que las condiciones ofrecidas no se cumplían como él esperaba y terminó por establecerse por su cuenta en Palma de Mallorca, allí abrió una pequeña joyería en la calle Santa Bárbara, contando con varios empleados, pero al cabo de un tiempo en que no estaba satisfecho con la marcha del negocio cerró el establecimiento y siguió trabajando en casa y por encargo. Entre los artículos que más y mejor trabajó Modesto Barco en Mallorca se encuenFig. 113. Modesto Barco Corbacho. tra el cordoncillo mallorquín, no demasiado distinto de la cadena de lentejuelas ceclavinera, que por aquella época prácticamente había dejado de fabricarse y que él recuperó, así como las típicas sortijas de pedida ibicencas, que llevan una flor con una cadeneta, un corazón y una llave; de esta pieza parece que realizó centenares que le eran encargadas debido a su gran maestría, y además de eso siguió trabajando la filigrana que había aprendido de su padre en Ceclavín. De sus hijos, sólo el menor, Modesto Barco Cerrato (1939-2015), aprendió el oficio y llegó a trabajar, estando empleado en la afamada joyería Viñets, de Ibiza, pero la grave crisis de la joyería en la década de 1960, causada por una fuerte subida del precio del oro, retrajo mucho la demanda y Modesto Barco Cerrato tuvo que abandonar la profesión, dedicándose a la hostelería; Modesto Barco Corbacho, el gran orive ceclavinero que estuvo afincado en Plasencia, falleció en Palma de Mallorca el 30 de junio de 19801302. Con la marcha de Modesto Barco a Mallorca se cierra un ciclo en Plasencia, el de los orives de filigrana que dieron fama a la orfebrería cacereña en el siglo XIX. Como hemos podido ver, en una ciudad que tenía una amplia y fructífera tradición de plateros, poco a poco y sobre todo desde 1860 empiezan a asentarse orives de filigrana venidos de los lugares que en aquellos momentos habían adquirido justa fama por su producción, desde Portugal a Zarza la Mayor pasando por Ceclavín o Torrejoncillo. Estos artistas modernizaron, popularizaron y cambiaron el panorama de la joyería placentina hasta los primeros decenios del siglo XX; bajo su influencia la capital del Jerte no fue nunca un centro relevante en la filigrana, pues la aventajaban el propio Ceclavín, Zarza la Mayor o incluso Torrejoncillo, por ello no nos encontramos con más de cuatro o cinco orives trabajando al mismo tiempo, salvo en 1910, que había siete de ellos asentados en diferentes lugares de la ciudad. Tras el estallido de la guerra civil esa situación cambió radicalmente y fue progresivamente desapareciendo la producción de la filigrana, siendo sustituida por productos venidos de otros lugares o realizados con 1302

Testimonio de su nuera, Dña. Isabel Bauzá. 313


Juan Manuel Valadés Sierra

Fig. 114. Plasencia. Joyería Luengo, que ocupa actualmente el local donde tuvo su negocio Modesto Barco Corbacho

técnicas diferentes, como la microfusión, que acabaron definitivamente con el arte de los orives en la ciudad del Jerte. El censo electoral de 1955 refleja la existencia de los joyeros José Emilio Ramos Esteban y Ascensión Ramos Fernández, de 22 y 30 años respectivamente, residentes en la calle Alejandro Matías el primero y Cruces la segunda1303, probablemente emparentados entre sí y con el orive que ya vimos Joaquín Ramos Moreno. Así mismo, en el citado censo electoral del año 1955 leemos la existencia de un orive llamado Eduardo Gómez Ballesteros, soltero de 27 años y residente en el número 29 de la calle Rosal de Ayala que diez años más tarde ya se había casado y vivía en la calle Ramón y Cajal y tenía su negocio en la calle Alejandro Matías. Así mismo, sabemos también de la presencia de Valentín Jiménez Escudero, un joyero que a sus 35 años seguía soltero y vivía en el número 48 de la calle Eulogio González. En realidad Valentín formaba parte de una familia de plateros y relojeros, formada también por Rafael, Modesto y Justo Jiménez Escudero, quienes en 1965 tenían sus respectivos domicilios de la calle José Antonio, Barrio Bajo de San Juan y P. Llanos1304. Con estos profesionales, que eran más vendedores y componedores que fabricantes de alhajas, finaliza el arte de la orfebrería de filigrana en Plasencia. En el cuadro siguiente fijamos las fechas en que cada uno de los profesionales desarrolló su oficio en la ciudad.

1303 1304

ADPC. Censo electoral de 1955. Sigª 5656. ADPC. Censo electoral de 1965. Sigª 5770. 314


Los orives. OrfebrerĂ­a de filigrana en la provincia de CĂĄceres. Siglos XIX y XX. Vol. I

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Este libro se terminĂł de imprimir el dĂ­a 12 de marzo de 2019 en los Talleres de la Imprenta Tecnigraf de Badajoz






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