Los fondos del Museo del Ejército en el Palacio de las Cigüeñas por J. Antonio Ramos y Oscar de S.

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Los fondos del Museo del Ejército en el Palacio de

Las Cigüeñas

José Antonio Ramos Rubio Óscar de San Macario Sánchez


Dedicatoria A todo el personal del CEFOT 1 que ha colaborado en la redacción de este libro, al Instituto de Historia y Cultura Militar del Ejército de Tierra y a la Jefatura de Publicaciones del CEGET, sin cuya aportación no hubiera sido posible la publicación del mismo.


ÍNDICE Prólogo  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  4 Introducción  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  5 I. La Casa de los Cáceres-Ovando. Aportaciones histórico-artísticas

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II. Los fondos del Museo del Ejército en el Palacio de los Cáceres-Ovando o Palacio de Las Cigüeñas  . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .  17


PRÓLOGO

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l Museo del Ejército tiene depositado en el Centro de Formación de Tropa núm. 1 (Cáceres) un legado histórico y cultural que las generaciones que nos antecedieron han venido reuniendo con ilusión, entrega y permanente esfuerzo, para conservar y dar a conocer los testimonios, los símbolos y recuerdos, las armas y equipos, los documentos e imágenes que ilustran los hechos y tradiciones de nuestro Ejército y que forman parte de la propia Historia de España. Fiel a esa vocación de mostrar su Historia, el Instituto de Historia y Cultura Militar del Ejército de Tierra, junto al Centro de Formación de Tropa núm. 1, han querido publicar el libro que presentamos al lector, tarea que no hubiese sido posible sin el generoso apoyo de sus autores, José Antonio Ramos y Óscar de San Macario, que han acogido con decidido entusiasmo la idea, y a los que desde aquí expresamos nuestro profundo reconocimiento, al que estamos seguros se sumarán los lectores cuando disfruten de este libro. Los autores nos presentan en esta publicación un estudio detallado y minucioso de todas las piezas que componen la muestra que el Museo del Ejército tiene depositada en el CEFOT 1 y que se encuentran expuestas en la Casa de los Cáceres-Ovando, conocida en la ciudad como «Palacio de las Cigüeñas». Las piezas expuestas reflejan el rico patrimonio del Museo del Ejército y han sido escogidas con minuciosidad para que reflejen su extraordinaria variedad y calidad, de forma que constituyan una invitación para conocer más profundamente una parte del mencionado Museo que se expone en este palacio. Seguramente pocos objetos habrá que simbolicen de forma tan eficaz y sugestiva la cultura como un libro, incluso cuando los potentes recursos de los medios modernos ponen a nuestro alcance la adquisición del conocimiento y el ejercicio de las facultades intelectuales del hombre. Por eso, el libro que ahora presentamos quiere subrayar ese propósito de difundir una de las colecciones más importantes de las que pueden disfrutar tanto los aficionados y coleccionistas como el público en general, pretendiendo de forma especial que las nuevas generaciones de la sociedad española conozcan lo que, en definitiva, es su propio patrimonio histórico, ofreciendo esta muestra de la extraordinaria riqueza y variedad de su magnífico acervo.

Enrique Martín Bernardi Coronel de Infantería Cáceres

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INTRODUCCIÓN

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l Instituto de Historia y Cultura Militar y el Centro de Formación de Tropa núm. 1, fieles a su compromiso de divulgación de las colecciones que poseen, con el objetivo de conseguir la difusión y conocimiento de los fondos del Museo del Ejército, sacan a la luz esta publicación con el deseo y la intención de facilitar tanto a los investigadores como a los estudiosos y turistas su acceso a la colección de armas, material militar y otros objetos que tienen a disposición del público en general en la exposición de la Casa de los Cáceres-Ovando, conocida popularmente como Palacio de las Cigüeñas, así como un estudio de las vicisitudes históricas por las que pasó el Ejército de Tierra en su establecimiento en la ciudad de Cáceres. En este edificio se exponen piezas pertenecientes al Museo del Ejército, siendo depositario de un impresionante legado histórico y cultural que las generaciones que nos antecedieron han venido reuniendo con ilusión, entrega y permanente esfuerzo, para conservar y dar a conocer los testimonios, símbolos y recuerdos, las armas y equipos que ilustran los hechos y tradiciones de nuestros ejércitos y que forman parte de la historia de España. Seguramente pocos objetos existirán que simbolicen de forma tan eficaz y sugestiva la cultura. Por eso, pretendemos que el gran público, y de forma especial las nuevas generaciones, conozcan lo que, en definitiva, es su propio patrimonio histórico, el legado transmitido por quienes nos precedieron. En esta obra se ha realizado un catálogo histórico-descriptivo de las armas que se exponen en esta interesantísima muestra, algunas de ellas bellamente decoradas, incluyendo breves reseñas o marcas, armas históricas y armas reglamentarias que se utilizaron en el Ejército en distintas contiendas. Por supuesto, se ha incluido también un estudio del edificio donde se encuentra ubicado el museo, la enorme importancia que tuvo Diego de Cáceres Ovando y su familia en el devenir histórico de Cáceres y frey Nicolás de Ovando en el Nuevo Mundo, figuras señeras de la historia de Extremadura que vivieron en este palacio. Se trata de una colección extensa en comparación con las que poseen otros museos militares, muy interesante por la calidad e interés de algunas de las piezas. Este libro servirá también de guía en la fascinación por las armas por coleccionistas y estudiosos. Perfección técnica y delicadeza en su fabricación convierten algunas en auténticas piezas de museo, que es lo que acaban siendo cuando, pasado el tiempo, un objeto pierde su utilidad y su vigencia para pasar a ser un mero objeto de contemplación. Es el caso de las armas de la colección que se exponen en esta exposición. Al contemplarlas, prevalece en ellas ese valor histórico-artístico que hace que el arte se imponga al acero y a su aspecto bélico. Además, como elemento psicológico, las armas se han convertido a veces en símbolo de la virilidad, incluso para determinar cierto nivel social. El simple placer de disfrutar

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de lo bello ha llevado también al hombre a decorar delicadamente sus armas, como queriendo paliar en parte la finalidad para la cual han sido fabricadas. El amor por las armas bien fabricadas y bellamente decoradas no ha desaparecido, son muchos los coleccionistas que participan en la búsqueda de piezas raras o contemplan con admiración las que se muestran en exposiciones como la que hoy nos ocupa. También el público que acude diariamente al museo del Palacio de las Cigüeñas siente una gran curiosidad por estas armas que, consideradas todas ellas piezas históricas y algunas únicas en el mundo, consiguen trasladarnos al pasado y, al mismo tiempo, nos permiten apreciar la evolución tecnológica que han sufrido, así como los distintos modelos fabricados. Por tanto, una parte de este libro va dirigida tanto al estudioso de las armas como al simple aficionado y coleccionista, que tanto han contribuido a que muchas piezas interesantes hayan perdurado hasta nuestros días. Esta nueva aportación sobre la Casa de los Cáceres-Ovando y sobre las armas que se pueden admirar en este centro museístico servirá sin duda para poner más cerca del investigador, aficionado y visitante los magníficos fondos con que cuenta el Ministerio de Defensa. Queremos agradecer a don Alejo Leal la foto de la contraportada, y por supuesto a toda la dirección del Centro de Formación de Tropa núm. 1 su apoyo como institución, puesto que sin su ayuda no hubiese sido posible la publicación del presente libro,

Los autores

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I. LA CASA DE LOS CÁCERES-OVANDO. APORTACIONES HISTÓRICO-ARTÍSTICAS

Edificio conocido también como de «Las Cigüeñas», está situado en la zona más elevada de la ciudad intramuros, en la plaza de San Pablo, ocupando parte del solar en el que estuvo el alcázar árabe. Este palacio fue mandado construir por el capitán Diego de Cáceres Ovando, hijo de Hernán Blázquez Mogollón y de Teresa Alonso de Ovando. La prosperidad que adquirió esta familia en el siglo xv se pone de manifiesto por las numerosas empresas constructivas que realizarán miembros de su familia en Cáceres y en su tierra, tal es el caso de los castillos de las Arguijuelas. Don Diego de Cáceres se formó en la carrera de las armas en la casa del infante don Juan, rey de Navarra y después de Aragón. Estuvo al servicio del infante Alfonso, y al morir este, pasó al servicio de Enrique IV, logrando congratularse con el rey a cambio de algunos servicios militares. Cuando murió el rey, tomó partido por forma de Isabel, opción que le favorecerá por el propio desarrollo de la historia, por lo que logrará de los Reyes Católicos varios privilegios. Las buenas relaciones que mantuvo con los diversos monarcas han quedado reflejadas en documentos que nos vienen bien para el estudio cronológico de este palacio. El documento más antiguo data del año 1466, cuando el infante don Alfonso confirma la cesión que hace el maestre de Alcántara, don Gómez de Solís, a Diego de Cáceres del palacio de los Reyes para que pueda fundar su casa en las ruinas del viejo Alcázar1. Posteriormente, el rey Enrique IV le concede proseguir las obras, que finalizarían en el año 1473, y en la misma cédula en la que los Reyes Católicos ordenan que sean desmochadas las torres cacereñas, se premian los servicios del capitán Diego de Ovando al permitirle que construya su casa como 1

En carta de don Alfonso fechada en marzo de 1466 se puede leer: «Don Gutierre de Solís hizo grazia e donación para e perfecta e non revocable a Diego de Cáceres del palacio que se dize de los reyes, que está situado en los solares del Alcázar viejo». Otra parte del solar la compró el judío Salamén Barchilón. Vid. Bueno Flores, A.: Cáceres, historia escrita en piedra, Badajoz, 2006, p. 83.

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estime, por lo que el capitán no dudará en levantar una airosa torre en unos ángulos del edificio. Su famosa torre es la única que fue autorizada a que se construyera con almenaje, por orden de la reina Isabel la Católica, y por tanto conserva sus almenas, pues todos los palacios, que como he dicho antes eran auténticas fortalezas, las tenían para su defensa2. Escudo de los Ovando (cruz de Calatrava con veneras) y Mogollón (dos osos)

Solo se consintió una torre, la del capitán Diego de Cáceres Ovando, por su amistad y vasallaje a los reyes.

Los Ovando se asentaron en Cáceres en el siglo xiv, procedentes de Galicia, figurando entre las familias nobles3. El noble más importante fue el capitán Diego de Cáceres Ovando, al cual pasó el apellido, y finalmente, a sus hijos, quienes antepusieron el segundo apellido. Por tanto, este patronímico lo tomaron los hijos del capitán Diego de Cáceres de su abuela paterna, doña Leonor Alfón de Ovando, continuando con él todos sus descendientes4. Diego de Cáceres Ovando nació en Cáceres hacia 1425. Fue el segundo hijo de Fernán Blázquez y Leonor Alfón de Ovando. Prestó servicio con el maestre de Alcántara don Gutierre de Sotomayor, al cual se enfrentó, por lo que tuvo que huir de Cáceres. En Aragón entró al servicio del infante don Juan, rey de Navarra y Aragón; en aquellas tierras le conocían como «el de Cáceres», y por eso lo incorpora a su apellido. Cuando murió don Gutierre de Sotomayor en el año 1454, regresó a Cáceres. El infante don Alfonso le concedió el título de capitán. El rey Enrique IV le encomendó, en el año 1473, la lucha contra el clavero don Alonso de Monroy. Una vez fallecido el monarca, Diego de Cáceres fue uno de los principales representantes de los monarcas católicos en Cáceres, concediéndole autoridad sobre la Orden de Alcántara, incluso su esposa doña Isabel Flores fue dama de la reina Isabel la Católica. Don Diego murió en el año 1487 siendo alcaide de la fortaleza de Monleón; sus restos descansaron en el convento de San Francisco, y finalmente en la iglesia de San Mateo, junto al altar mayor, al lado de la epístola.

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Sección A. Privilegios y Cartas Reales A. I. 4. Archivo Municipal de Cáceres.

3

Muñoz de San Pedro, Miguel: «El capitán Diego de Cáceres Ovando, paladín extremeño de los Reyes Católicos», Revista de Estudios Extremeños, T. XXV. Badajoz, 1951, p. 588. Según el conde de Canilleros, ya por aquel entonces estaban vinculados a la Orden de Alcántara, aunque aún no ostentaban cargos de relevancia.

4

Lamb, Úrsula: Frey Nicolás de Ovando, gobernador de las Indias (1501-1509), Santo Domingo, Sociedad de Bibliófilos Dominicanos, 1977, p. 8. Mayoralgo y Lodo, José Miguel: «El castillo de la Arguijuela de Abajo», Boletín de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes 6, Cáceres, 1995, p. 76.


Los Ovando —en concreto, Diego de Cáceres Ovando— fueron considerados los más fieles servidores de la reina Isabel durante la guerra de Sucesión de Enrique IV. También la reina contó con Juan de Sande en Plasencia y Luis de Chaves en Trujillo: con los tres caballeros tenía asegurada toda Extremadura5. Al ganar la guerra de Sucesión, la reina Isabel premió con prebendas a aquellos nobles que la apoyaron. En un manuscrito original, custodiado en el Archivo General de Simancas, aparecen reflejados los privilegios que recibió la familia. Como es sabido, se le otorgó el privilegio de construir la torre que luego se llamará de «las Cigüeñas» —por la cantidad de estas aves que anidaban—, pese a una disposición que databa de 1477 que instaba a desmochar todas las torres señoriales de Cáceres6. Sin embargo, no solo obtuvo compensaciones políticas y honoríficas, sino también económicas. Exactamente, la reina concedió por Real Provisión, otorgada en Medina del Campo el 14 de marzo de 1482, 250.000 maravedís a perpetuidad, «para él y sus sucesores», sobre las rentas reales de la ciudad de Salamanca7. Sin embargo, el capitán Diego de Cáceres debió pedir a la soberana que, para facilitar su cobro, se situasen sobre la entonces villa de Cáceres. Efectivamente, por Real Provisión del 26 de enero de 1487 se otorgó la misma cantidad, pero en esta ocasión situada «en las rentas de las nuestras alcabalas, tercias y otras rentas y pechos y derechos a nos pertenecientes de la dicha villa de Cáceres»8. Asimismo se establecía que la cuantía la percibiría en tres partes, correspondientes a los tres tercios de cada año. Este privilegio fue confirmado, sucesivamente, el 5 de junio de 1508 y el 23 de febrero de 1563. La torre citada se encuentra en el denominado Palacio de las Cigüeñas, que en la actualidad pertenece al Ejército de Tierra, en la plaza de San Pablo. La fachada del Palacio de los Cáceres-Ovando es de estilo gótico, construida en mampostería, con algunos paramentos de sillería de granito, compuesta por un sencillo arco de medio punto con dovelas sobre el que hay una ventana de arco conopial, todo ello enmarcado por alfiz, conforme a la   Citado en Rubio, fray Vicente O.P.: «El pleito Ovando-Tapia refleja el ambiente de Santo Domingo al iniciarse el siglo XVI», El Caribe, 8 de noviembre de 1990. Santo Domingo, p. 10.

5

Citado en Mayoralgo y Lodo: «El castillo...», op. cit., p. 76.

6

Privilegios otorgados a Diego de Cáceres Ovando el 26 de enero de 1487. AGS, Escribanía-RentasMercedes 233, N. 42.

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Ibídem.

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tradicional disposición de finales del siglo xv, y dos escudos que flanquean la ventana pertenecientes a los Ovando-Mogollón9. A los lados, en el primer piso, encontramos dos ajimeces de arcos túmidos y mainel en mármol gris. Del interior destaca su patio señorial, de dos pisos, con columnas de sección ovalada y arcos rebajados construidos en granito en planta baja, mientras que en la superior estos arcos son geminados y con una interesante disposición de clave colgante. Desde el patio parte una escalera que da acceso a la torre y que se abre en abanico alrededor de una pilastra gótica. El espacio de la escalera se cubre con bóveda de ladrillo. Se conservan algunos restos de pintura mural con temas vegetales y figurativos muy estilizados en la galería alta y en algunos lienzos del primer piso de la torre. Concretamente, las pinturas al fresco mencionadas, que forman un zócalo decorativo en la segunda planta de la torre, las componen una banda ancha limitada por un encintado rojo y blanco, en la que se desarrolla sobre un fondo negro simétricos roleos con cardina gótica en el que se insertan personajes de medio cuerpo, rematada por una crestería de color amarillo con piñas de florones rematando el friso10. En esta planta se ubican las habitaciones que conforman el espacio destinado a vivienda del comandante militar, destacando el mobiliario de estilo castellano, característico de mediados del siglo xx. En sus paredes cuelgan acuarelas con representaciones de tipos populares cacereños (año 1959), y en el salón principal, tres tapices, lienzos pintados con escenas rodeadas de orlas, dos de ellos reproducciones de cuadros de Esteban Murillo. Destacan tres cuadros al óleo sobre lienzo con los retratos de hombres preclaros protagonistas de la conquista americana: Diego de Almagro, Francisco Pizarro y Álvaro Núñez Cabeza de Vaca, de Luis Felipe Usabal y Hernández (1876-1937), pintor e ilustrador valenciano y académico de San Carlos. El artista firma sus obras indistintamente en los ángulos inferior izquierdo o derecho de los cuadros: «USABAL», y en la parte inferior aparece una inscripción que identifica al personaje. Estos retratos estuvieron expuestos 9

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Vid. el interesante trabajo publicado recientemente. Mogollón Cano-Cortés, P., Terrón Reynolds, M. T., Fernández Rincón, J. C.: El Palacio de las Cigüeñas de Cáceres. Patrimonio, Arte e Historia, Badajoz, 2013.   Ibídem.

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en el Museo Brooklyn de Nueva York en el mes de junio de 193211. El pintor español presentó una colección de cuadros sencillamente maravillosa. Son «Los conquistadores» de Usabal: Diego de Almagro, Pedro de Alvarado, Vasco Núñez de Balboa, Núñez Cabeza de Vaca, Pedro Álvarez Cabral, Juan Sebastián Elcano, Cristóbal Colón, Vázquez de Coronado, Hernán Cortés, Juan de la Cosa, Fernando de Magallanes, Menéndez de Avilés, Alonso de Ojeda, Francisco de Orellana, Martín Alonso Pinzón, Vicente Yáñez Pinzón, Francisco Pizarro, Ponce de León, Pedro de Valdivia; además de Don Quijote, Junípero Serra, Miguel de Cervantes y un autorretrato. Volviendo a la edificación lo que realmente destaca del conjunto es su alta torre con almenas en voladizo sobre canecillos. En sus lados se alinean dos crujías que constituyen las fachadas principales; en la meridional se abre la fachada principal, con las características ventanas geminadas con arcos túmidos. El edificio ha sido restaurado en varias ocasiones en los siglos xix y xx12. En el Catálogo Monumental de Mélida se recoge gráficamente la transformación que sufrió el remate de la torre en el año 191813, en la fotografía de la torre se observa que los tres merlones originales habían sido sustituidos por uno escalonado de gran tamaño, ocupando el frente del prisma que da a la actual fachada principal. Este remate fue sustituido al recuperar de nuevo las almenas en el proyecto realizado por el arquitecto Francisco Calvo en 192314. Concretamente, en la década de 1940 para acoger la sede del Gobierno Militar y, la última, efectuada en 1968 bajo la dirección de González Valcárcel15. Entre los años 1960 y 197516, fechas importantes para el urbanismo cacereño, la ciudad monumental conoce una actuación que   Fernández Arias, A.: «Los conquistadores del pintor español Usabal dan una nota vibrante de españolismo en Nueva York, al triunfar indiscutiblemente», ABC, edición de Madrid, 19 de junio de 1932, pp. 6-8.

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Teixidó Domínguez, M.ª J.: «El palacio de los Cáceres-Ovando: Un ejemplo pionero de restauración en estilo en el Conjunto Monumental de Cáceres». Revista Norba-Arte, vol. XXVIII-XXIX, 2008-2009, pp. 249-265. Pizarro Gómez, F. J.: Paisajes urbanos de Extremadura: Cáceres. Cáceres, Cicón ediciones, 2002.

12

Melida, J. R.: Catálogo Monumental de España, Provincia de Cáceres (1914-1916), Lámina LXXXVIII, Madrid, 1924, p. 133.

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El dibujo se reproduce en Teixidó Domínguez, op. cit., p. 256. Cit. Mogollón Cano-Cortés, P., et al., op. cit., p. 35.

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Mogollón Cano-Cortés, P. : La restauración monumental durante la posguerra en Extremadura y la Dirección General de Bellas Artes (1940-1957). Cáceres, Universidad de Extremadura, 2011, p. 33.

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Ministerio de Defensa. Archivo Intermedio Militar Centro de Valencia. Archivo Cabracén, Fondo Comandancia de Obras de Malre Centro. E.-6161-99. Carpeta AE.-4, «Presupuesto justificativo de derribo edificio ubicado en el patio Gobierno Militar en Cáceres», 1969. Ministerio de Defensa. Archivo Intermedio Militar Centro de Valencia. Archivo Cabracén, Fondo Comandancia de Obras de Malre Centro. E.-6188-188. Carpeta AI.-4, «Presupuesto de obras de adaptación de un edificio para oficinas del Gobierno Militar en Cáceres», 1973. Ministerio de Defensa. Archivo Intermedio Militar Centro de Valencia. Archivo Cabracén, Fondo Comandancia de Obras de Malre Centro. E.-6245-104. Carpeta AK.-5, «Presupuesto de obras de reparación de tejados y cielos rasos en el Gobierno Militar en Cáceres», 1975.

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habría de marcar su futuro: el Plan de Puesta en Valor, que se lleva a cabo durante la alcaldía de don Alfonso Díaz de Bustamante y por el citado arquitecto don José Manuel González Valcárcel, que fue arquitecto conservador de la ciudad monumental de Cáceres. La actuación del arquitecto comprendió un conjunto de actuaciones que afectaron al núcleo arquitectónico cacereño intramuros. Esta selección indica el carácter monumentalista con el que se abordó el macroproyecto de actuación en edificios singulares. La intervención de González Valcárcel, como él mismo manifestó, consistió básicamente en devolver al barrio monumental y sus edificios su otra entidad y primitiva traza; para ello, las operaciones fundamentalmente se dirigieron a las fachadas y algunos patios, con la supresión de los revocos con imitación de piedra, la apertura de vanos primitivos y la supresión de los añadidos modernos17. También se enterraron las líneas eléctricas y telefónicas que discurrían por las fachadas de los edificios, y se suprimieron canalones y bajantes, rematando la operación con una iluminación que buscó efectos de contraste con el mismo afán escenográfico que las actuaciones arquitectónicas18. De los hijos del matrimonio de don Diego de Cáceres Ovando con doña Isabel Flores debemos destacar, por su importante participación en el Nuevo Mundo, a frey Nicolás de Ovando. Nació en Brozas (Cáceres) en 146019. Su madre era de la familia de los Flores, de la población de Brozas, conservándose aún el edificio que fue palacio de esta familia. La madre de Nicolás vino a dar a luz en casa de sus padres, don Rodrigo Flores y María Esteban de Paredes, ya que se había casado en este pueblo en 1444 con el citado capitán Diego de Cáceres. Nicolás fue el segundo de los hijos varones

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Lozano Bartolozzi, M. M.: «La descontextualización, planteamiento problemático en la recuperación monumental. Aplicación al caso de Cáceres». Oeste, Colegio de Arquitectos, nº 5, Cáceres, 1989.

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Vid. Pizarro Gómez, F. J.: op. cit., p. 137.

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Mientras que Eugenio Escobar defendía la fecha de 1448, el Conde de Canilleros y, siguiendo a este último, Úrsula Lamb, sostuvieron la de 1451. Estamos más de acuerdo con José Miguel de Mayoralgo y Lodo, que sitúa el matrimonio del capitán Diego de Cáceres e Isabel Flores más tardíamente, retrasando su nacimiento a 1460. Escobar Prieto, Eugenio: «Don Nicolás de Ovando», Revista de Extremadura 3, Cáceres, 1901, p. 262; Muñoz de San Pedro, Miguel: Francisco de Lizaur, hidalgo indiano de principios del siglo XVI. Madrid, Real Academia de la Historia, 1948, p. 33. Lamb, op. cit.., p. 12. Consideramos que no nació en Brozas, sino en Cáceres. El propio Gonzalo Fernández de Oviedo, que conoció personalmente al Comendador Mayor cuando era preceptor del Príncipe don Juan, afirmó que «fue natural de la ciudad de Cáceres en Extremadura y de allí era solariego caballero hijosdalgo...». Lamb, Úrsula: «Una biografía contemporánea y una carta de frey Nicolás de Ovando, gobernador de las Indias», Revista de Estudios Extremeños, T. XXV, 2, Badajoz, 1951, p. 698.


del capitán20, tras su hermano Diego, y después, tuvieron a Fernando, a Rodrigo y a María. En este orden figuran en el testamento y fundación de mayorazgo del capitán Diego de Cáceres, fechado en Monleón el 2 de febrero de 148721. Frey Nicolás de Ovando fue el primer gobernador de la isla la Española (hoy República Dominicana y Haití), de todas las costas y tierra firme de las Indias Occidentales, sustituyendo a Cristóbal Colón en su gobierno22. El palacio de los Cáceres Ovando pertenece en la actualidad al Ejército de Tierra, por lo que se expone en sus salas una excelente colección de armas y objetos militares. Este edificio ha sufrido varias restauraciones en el siglo xx, pero aún conserva en bastante buen estado su carácter original. Es un conjunto regular, de planta rectangular, como los de mampostería, en la que se intercalan los ángulos, la fachada y los vanos, de sillería regular. La fachada principal tiene una amplia puerta en el espacio central, formada por un arco de medio punto dibujado con dovelas de cantería planas, y sobre ella se perfila un quebrado alfiz que remata en el alero de la fachada y que marca una ventana que se abre en arco conopial y sendos escudos partidos con las armas de los Ovando (cruz de Calatrava con veneras) y las de los Mogollón (dos osos). A los lados abren dos ventanas, una a cada lado del alfiz, que repiten esquemas frecuentes en las realizaciones medievales de la ciudad, son ventanas geminadas y están formadas por arcos túmidos. En el ángulo que da a la callejuela que separa este edificio de la parroquia de San Mateo se levanta una torre prismática coronada por almenas. La torre es maciza, se eleva en un laberinto de alturas y compite con la de la iglesia vecina de San Mateo, destacando por su altura y por el nombre que la   Mayoralgo y Lodo, J. M. de: La Casa de Ovando (estudio histórico-genealógico), Real Academia de Extremadura, Cáceres, 1991. Es el estudio más interesante y más documentado sobre Nicolás de Ovando. Otros estudios anteriores nos han presentado datos erróneos. Ruiz Martínez, Cándido: «Gobierno de frey Nicolás de Ovando en La Española». Conferencia pronunciada en el Ateneo de Madrid el 8 de mayo de 1892, Madrid, 1892, p. 7. Escobar Prieto, op. cit., p. 262.

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En este manuscrito se legaba el mayorazgo al primogénito Diego, mientras que en relación a los cuatro hermanos restantes se decía lo siguiente: «Dejo por mis legítimos herederos al Comendador de Lares, y a Fernando de Ovando y a Rodrigo de Ovando y a doña María de Ovando, mis hijos, para que hayan y hereden todos mis bienes, así dineros como raíces...». Muñoz de San Pedro, op. cit., p. 634.

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Los Reyes Católicos expidieron su nombramiento como gobernador de las Indias, estando en la ciudad de Granada el 3 de septiembre de 1501. Cárdenas Benítez, Pilar: «Las instrucciones de gobierno de frey Nicolás de Ovando», XXII Coloquios de Historia de Extremadura, Trujillo, 1993, pp. 83-91; Real Cédula a Diego Colón, Burgos, 23 de febrero de 1512. AGI, Indiferente General 418, L. 3, ff. 249v-252.

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distingue: de las Cigüeñas. Arriba la corona, recuadrándola, una cornisa muy sobresaliente apoyada en estribos de piedra labrada, cinco en sus planos, y uno más recio en cada esquinero. Sobre esta cornisa se montan las almenas, que adoptan dos modalidades de conformación. En el frente que da a la plaza de San Pablo, se alza una almena ancha y cuadrada, y en los esquineros se perfilan en semejante modelo. En cambio, en los demás lados de la cornisa, las almenas son menos voluminosas, varían en cada plano y remontadas por prismas cuadrangulares. En el interior del palacio, el vestíbulo se abre cubierto por dos grandes bóvedas hermanadas por un arco que se apoya en los muros enfrentados de la estancia. En este vestíbulo destaca un poyo de piedra granítica, al que se accede por dos breves escalones, que sirvió en otro tiempo para facilitar que los caballeros armados montasen en su cabalgadura, para lo cual habían de ser superados con un apropiado juego de cinturones, y elevados por medio de garrucha que pende de una fuerte escuadra de madera embutida en el muro. La utilidad de estos elementos se denominaba alza de caballeros, dado que la rigidez de las armaduras de que iban recubiertos les impedía hacerlo por sí. Ya montados con estas ayudas, tomaban la rodela, la espada y la lanza.

Fotografías del interior del aljibe existente en el patio del palacio

Los arcos son escarzanos y apoyan en columnas góticas, muy rebajados en el primer piso, siendo dobles en la planta superior que se cierra con una cristalera emplomada apoyada sobre pretil. En un rincón del patio se puede admirar una escultura zoomorfa de piedra que fue traída a este lugar desde el campamento Santa Ana, localizada en el año 1973 en un conjunto de lomas que se conocen con el nombre de la «Aldihuela» o «Aldehuela», a 5 km al sur de la ciudad de Cáceres23. Se trata de una escultura en piedra de factura ibérica y de cronología posible en la bisagra de los siglos I a. C. y I d. C., que se viene a sumar a las ya existentes con representaciones de un león localizadas desde 23

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García-Hoz Rosales, M. C. y Martínez Peñarroya, J.: «Nueva escultura zoomorfa en Cáceres», Revista de Arqueología 109, mayo 1990. Expósito, J. L.: «El león de Santa Ana. El Palacio de las Cigüeñas de Cáceres exhibe una escultura zoomorfa de la Edad del Hierro», Revista Española de Defensa 281, febrero de 2012, p. 66.


Úbeda la Vieja (Jaén) hasta Jerez de la Frontera (Cádiz), que jalonan todo el valle del Guadalquivir. Además de estos dos, aparecen ejemplares aislados en Magacela y Mérida. Conocida es la abundancia de zoomorfos en la provincia de Cáceres, que junto a las de Toledo, Ávila, Salamanca, Segovia y Zamora, constituyen el núcleo de hallazgos de esta especie, aunque predominan las representaciones de toros, cerdos y jabalíes24. Pero en este caso que nos ocupa la representación es la de un león, y está exenta, con cabeza ladeada y gran desarrollo de la melena, además de orejas redondeadas y poderosas garras; en fin, una de las piezas más significativas en el panorama de la escultura zoomorfa cacereña25. Del patio arranca una escalera con peldaños de piedra de una sola pieza que se abre alrededor de una pilastra en la que aparece un león tenante que aprisiona entre sus garras el doble escudo que cartela los atributos nobiliarios de los fundadores, los Ovando-Mogollón. En un lateral de este gran patio losado de maciza piedra granítica, destaca un brocal de un pozo y un depósito de agua que se extiende por todo el patio, de la misma época de construcción del palacio.

Vista del Palacio de las Cigüeñas desde la plaza de las Veletas

Las estancias superiores están destinadas a vivienda. Por el interior de la altiva torre, en tramos acomodados a la rigidez de su cuadrado, asciende una escalera de piedra hasta la bandeja que explana la cornisa. Para darle   Arias, P., López, M. y Sánchez, J.: «La cultura de los Verracos», Revista de Arqueología 28, Madrid, 1983, pp, 18-27.

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González Cordero, A.; Alvarado Gonzalo, M. de y Barroso Gutiérrez, F.: «Esculturas zoomorfas de la provincia de Cáceres». Anas I, Mérida, 1988, pp. 19-33.

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luz, en los planos de la torre se abren regulares ventanas rematadas en arco, sin ordenación simétrica, porque se acomodan a los espacios que en cada caso conviene iluminar para hacer viable la subida. Tipológicamente el edificio repite los elementos constructivos tradicionales localizados en buena parte de las realizaciones medievales cacereñas. No obstante, este palacio destaca por las líneas constructivas equilibradas, la regularidad en la planta y la presencia de una torre defensiva sin desmochar, debido a que el edificio se levanta de nueva planta en la segunda mitad del siglo xv, sin tener que acomodarse a la imposición de obras anteriores, ya que el Alcázar se encontraba en ruinas.

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II. LOS FONDOS DEL MUSEO DEL EJÉRCITO EN EL PALACIO DE LOS CÁCERES-OVANDO o PALACIO DE LAS CIGÜEÑAS

El depósito del Museo del Ejército en Cáceres está compuesto de las piezas que llegaron en el año 1951 y que figuran en la Orden Ministerial 306/11055 de 30 de junio de 2011, que autorizaba la prórroga de salida temporal, en calidad de depósito, de 287 piezas procedentes de los fondos del Museo del Ejército (Toledo) para su exhibición en el Centro de Formación de Tropa núm. 1 de Cáceres; publicada la renovación en la Orden Ministerial del 14 de julio de 2011 en el Boletín Oficial del Ministerio de Defensa26. Dicho depósito está formado por una variedad de armas de fuego, armas blancas, algunos objetos como horquillas, una prensa de libros del siglo xix, un tambor del Tercio de Flandes, antorchas del siglo xv, un alzador de caballeros y tres óleos sobre lienzo del pintor valenciano Luis Felipe de Usabal. ZAGUÁN La puerta de entrada está compuesta por un arco de medio punto con grandes sillares de piedra. Según entramos nos encontramos con el zaguán, destacando el denominado poyo, que es una plataforma de piedra a la que se sube por dos escalones y está colocado debajo de una garrucha de donde pende un alzador de caballero sobre horquilla, aparejo que servía para subir a los caballeros con las armaduras encima de los caballos. (foto 1) 1.- Zaguán o cuerpo de guardia Al lado, una alabarda y una rodela de caballero armado del siglo xv (foto 2), que es un escudo lenticular embrazado (fijación al brazo por correas y un asa) de entre 5060 cm de diámetro. Propio de infantes en formación o, también, para duelos. Su uso a través del tiempo es constante: desde la Edad Antigua (ejército romano) hasta la Edad Moderna (siglo xvii). Se utilizaba sobre todo para luchar con espada (cualquier tipología ligera, incluyendo la espada de 2.- Rodela y alabarda punta y corte [en inglés, Sidesword)]. La alabarda fue creada exclusivamente para la guerra en la Edad Media. Es una mezcla de lanza, hacha por un lado y, por el lado opuesto, una punza o ganchos. Fue introducida en Europa en torno al año 1300 por los alemanes y los escandinavos, aunque su popularidad   Se autorizaba el depósito de estas obras por un período de cinco años prorrogables, desde el 15 de julio de 2011 hasta el 15 de julio de 2016.

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llegó de manos de los mercenarios suizos. El uso de esta arma en batallas de infantería, que se saldaron con victorias enfrentándose a tropas con caballería pesada, reformó la composición de los ejércitos y volvió a darle una importancia vital a la infantería. En el zaguán también se exponen dos bayonetas (una con su vaina), además de un casco francés y un proyectil de mortero de 55 mm.

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Colgadas en las paredes podemos apreciar armas de fuego de distintas épocas. Dos rifles de chispa (foto 3), del siglo xix. Fusiles del francés fusil, arma de fuego portátil de cañón largo, que dispara balas de largo alcance. Creada con propósitos ofensivos, es el arma individual más utilizada en los ejércitos desde finales del siglo xvii. Se acostumbraba a fijarle una bayoneta para la lucha cuerpo a cuerpo. El nombre de «fusil» se origina 3.- Rifles de chispa en la evolución del mosquete al empleo del pedernal, abandonando la mecha. A medida que se disminuye la longitud de los fusiles varían en su denominación, estando en segundo lugar la carabina. En España también se emplea la palabra mosquetón para las armas de cerrojo más cortas que el fusil, como el mosquetón modelo Coruña. Esta acepción se ha vuelto correcta por el uso, aunque un mosquetón es en realidad un arma de un solo tiro y de cañón liso, como los empleados, por ejemplo, en las guerras napoleónicas. El mecanismo de disparo existente hasta el primer tercio del siglo xix era la llave de pedernal, que consistía en un martillo con un fragmento de pedernal en su extremo que, al accionar el gatillo del arma, golpeaba una cazoleta de acero, encendiendo una pequeña cantidad de pólvora colocada en un orificio al final del cañón que transmitía así la deflagración a la pólvora para impulsar la bala en el interior del cañón del arma. Concretamente, uno de los rifles lleva grabado en la culata «4528», y el otro, «Euscadun Placencia Guipúzcoa 8892». La muy noble y leal villa de Placencia de las Armas (en euskera, Soraluze, y oficialmente, Soraluze-Placencia de las Armas) es un municipio de la provincia de Guipúzcoa, Comunidad Autónoma Vasca (España). La villa de Placencia de las Armas ha estado vinculada desde su fundación a la fabricación de armas de todo tipo. En su fundación, en 1343, recibe el nombre de Placencia de Soraluze, al que en el siglo xv se le añade «de las Armas» en referencia a su principal industria. En esta villa se instaló la Real Fábrica de Cañones, que dejó de funcionar a mediados del siglo xx. En el siglo xvi se desarrolló enormemente la industria armera en Placencia, de tal forma que la población dejó de ser conocida como Placencia de Soraluce o Placencia a secas y pasó a ser conocida como Placencia de las Armas. Hasta que —como ya hemos explicado— el último cuarto del


siglo XX la industria armera ha permanecido en la base de la economía de la localidad y en la actualidad el pueblo mantiene esa denominación fruto de su actividad económica histórica. Igualmente, en este mismo espacio museístico se exponen varias pistolas de chispa (foto 4). La pistola ha empleado básicamente hasta el siglo xix los mismos mecanismos de disparo que los mosquetes y fusiles antiguos: mecanismo de rueda en los siglos xvi y xvii, de pedernal en el xviii y en los inicios del xix y de percusión al aparecer este tipo de mecanismo a principios del xix. Todas estas pistolas requerían la recarga de su munición manualmente después de cada disparo. La 4.- Pistolas de chispa munición se introducía por la boca del cañón (arma de avancarga) y consistía en pólvora, proyectil y taco de papel (que servía de tapón para mantener comprimidos los dos anteriores dentro del cañón y se presionaba con un adminículo denominado baqueta). Este método de recarga era muy lento y, generalmente, los combatientes desenfundaban sus sables o espadas después de disparar, ya que las circunstancias no permitían recargar nuevamente la pistola. Concretamente, la pistola de chispa que encabeza el muestrario es del siglo xvii. La exposición nos muestra un mosquete, un trabuco y un arcabuz español del siglo xvi (foto 5); concretamente, el mosquete es del siglo xvi y el trabuco del xv y lleva grabado «Elías». El trabuco es un arma de fuego de avancarga, de grueso calibre, con un cañón corto y usualmente acampanado. Es un predecesor de la escopeta, adaptado para servicio militar y defensivo. El arcabuz es una antigua arma larga de fuego de avancarga, antecesor del mosquete. Su uso estuvo extendido en la infantería europea de los siglos xv al xvii. A pesar de su longitud, el disparo era de corto alcance (apenas unos 50 metros efectivos), pero letal, en esa distancia podía perforar armaduras. Era 5.- Mosquete y trabucos fácil de manejar y desplazó rápidamente el uso de la ballesta, que desapareció a mediados del xvi. Si se comparan sus prestaciones en combate con los arcos y ballestas, era imprecisa y de menor alcance, pero más poderosa, intimidadora y requería mucha menos destreza para manejarla con eficacia. Aunque el empleo del arcabuz estaba difundido antes de la invención del mosquete (su evolución), fue contemporáneo y rival en uso de esta segunda arma, la cual lo desplazó lentamente, desapareciendo casi por completo en el siglo XVIII.

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En el zaguán se exhiben dos moquetes de posición y uno de muralla (foto 6). El mosquete es un arma de fuego de infantería empleada desde el siglo xv hasta el xix, que se caracteriza por cargarse por el cañón (avancarga) y porque el mecanismo de disparo puede ser de mecha o de pedernal. Surgió como evolución del arcabuz y su cañón mide hasta metro y medio. Recibe el nombre «de posición» por su sistema de apoyo, distinto de los arcabuces de esta colección, que precisan una horquilla. El arcabuz y el mosquete tuvieron a lo largo de su vida distintos tipos de llave para iniciar el disparo, especialmente la de mecha en el 6.- Mosquetes de posición y uno de muralla siglo xvi hasta difundirse la de chispa ya en el xvii. La llave de mecha aparece a mediados del xv (la primera ilustración en la que aparece es de 1475), y se generalizó en el xvi tanto para arcabuces como para mosquetes. Dado su bajo coste y simplicidad predominó en toda Europa hasta la segunda mitad del siglo XVII, a pesar de la aparición de otros mecanismos más avanzados, como la llave de rueda y las primeras llaves de chispa. Concretamente, en esta exposición tenemos un muestrario interesante de un mosquete de posición del siglo xvi y otro que lleva grabado «MRE RTE DE CHARLEVILL 1833»; un mosquete de muralla del siglo xv.

7.- Fusiles

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También la exposición nos presenta tres fusiles del siglo xix (foto 7); uno de ellos lleva grabado «N 40 1864» y en otro podemos leer «N 639 AÑO 1859 BAQUETA Nº 1155». La carabina es un arma compuesta por las mismas piezas que un fusil, pero de menores dimensiones. En el siglo xix, las carabinas eran las armas empleadas por la tropa de caballería. Los soldados de a pie usaban un arma de fuego de mayor tamaño y potencia de fuego, mientras que la caballería necesitaba de un arma más ligera y más pequeña.

Varios modelos interesantísimos de lanzas se exhiben en esta colección, tanto en el zaguán como en la subida de la escalera desde el patio a los pisos superiores. Es un arma de asta compuesta de distintos materiales, como madera o metal, en una de cuyas extremidades tiene una hoja afilada o puntiaguda de distintos materiales, según el uso y época, o incluso del mismo que el propio mástil. En la exposición encontramos gran variedad: bidente, lanza enastada con una cuchilla en forma de media luna; bisarma (del francés guisarme), lanza de moharra mixta compuesta por una parte


tajante y otra punzante; corcesca, que es una lanza variante de la partesana con aletas en forma de arpón; de cuchillo de brecha, que es la forma más primitiva de hoja enastada de un solo filo y angosto; guja o archa, enastada con cuchilla ancha, en forma de espada curva o gran cuchillo; pica, lanza muy larga, para formaciones militares, cuya asta mide más de 4 m de norma; mediapica, variante menor de la pica, moharra lanceolada, con asta de la 8.- Zona de exposición, armas de fuego ylanzas altura de un hombre alto, se la llama también lanza de armas; así como varias jabalinas, que es el arma arrojadiza por excelencia. También destacamos en el zaguán tres antorchas del siglo xv, un proyectil lanzagranadas, un proyectil de mortero de 50 mm y dos proyectiles de artillería de 7,5 cm del siglo xx. En el zaguán está la Sala Histórica del desaparecido Regimiento de Ametralladoras Argel núm. 27, vinculado a la ciudad durante más de 25 años y que sirvió de base para la creación del actual Centro de Formación de Tropa núm. 1 (CEFOT 1). El patio es de estilo gótico del siglo xv, rodeado de arcos que apoyan de forma inverosímil, resultando un conjunto recio, característico de una fortaleza importante. En este patio se encuentra un pozo y, a un lado del mismo, la Sala del Teniente General Cervera, dedicada actualmente a exposiciones itinerantes (foto 9). SALA ARGEL 27 Un interesantísimo panel nos relata la historia del Regimiento Argel 27, que tiene su origen en el Tercio Provincial de Segovia que fue fundado en el año 1694, en tiempos del rey Carlos II, y adquirió la denominación de Provincial para distinguirlo de los creados anteriormente, organizándose con oficiales veteranos, siendo su primer maestre de campo don Francisco de Luna y Cárcamo. Su primera guarnición estuvo ubicada en Zaragoza, y allí se conoció popularmente como Tercio de los Blancos, porque el uniforme era de color plateado.

9.- Sala Rgto. Argel 27

Posteriormente fue trasladado a África, hasta el año 1697, y con posterioridad al norte de Italia, a la ciudad de Pescara (donde fue retenido), y más tarde, uno de sus batallones fue trasladado a Portugal, capitulando este en Alcántara en el año 1705. Un año después, se organizó un segundo batallón con el nombre Regimiento de Segovia, que se añade al que capituló en Portugal,

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y posteriormente, en 1707, partiendo de estos dos batallones se suma al Regimiento de Segovia el Regimiento de Toro, que de forma separada participarían en la guerra de Sucesión. En 1715 se disuelve el de Segovia, mientras que el de Toro se refunde con el Regimiento de Portugal. En el año 1919, con motivo de la reorganización de las Divisiones de Infantería, se crea en Cáceres el Regimiento de Infantería Segovia 75, consiguiendo así dar antigüedad y notoriedad al Tercio creado en 1694. Durante la Segunda República, en el año 1931, se fusiona con el Batallón de Montaña Gomera-Hierro 11, pasando a conocerse como Regimiento de Infantería 21. Cuatro años después cambiaría su nombre por el de Regimiento de Infantería de Argel 27, y se encuadra en la División 12, hasta que en 1959, una vez vuelto de Ifni, toma la denominación de Agrupación de Infantería Argel 27, encuadrado ahora en la División 11. 10.- Escudo de armas del Regimiento Argel 27 En el año 1960 se convierte en el Regimiento de Ametralladoras de Infantería Argel 27, hasta que se disuelve y se transforma en el Regimiento de Infantería Argel 27 Plana Mayor Reducida, en la ciudad de Sevilla, lugar en el que permanece hasta su disolución definitiva en el año 1985. En esta sala se expone el escudo de armas del Regimiento Argel 27 (foto 10), representado por el acueducto de Segovia, y se describe: en campo de plata, un acueducto en su color, timbrado de corona real. Tuvo como patrono a san Frutos, por ser este el de la ciudad de Segovia.

11.- Banderines del Regimiento de Argel

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12.- Vajilla de muestra o prueba

También se exponen guiones y banderines (foto 11) pertenecientes al Regimiento citado, así como piezas de un traje de gala del Regimiento de Infantería de Argel 27, y una vajilla completa formada por una bandeja, dos salseras, una sopera y una fuente de listados en alpaca (foto 12), denominada


«de muestra o prueba», donde se servía la comida del día que era probada primeramente por el jefe de la unidad para que diera el visto bueno antes de servirla a todo el acuartelamiento. Además de las fotografías de los coroneles del Regimiento, se muestra un mural con los primeros jefes que lo dirigieron desde su creación en 1694 (don Francisco de Luna y Cárcamo) (foto 13). Sobre la puerta de salida se expone un sable de caballería ligera con su vaina (foto 14), de entre 1830-1860, con guarnición de latón plateado, formada por un aro guardamano que remata en el pomo, y un galluelo de forma espatulada fuertemente virado hacia la hoja. La guarda está compuesta por tres ramas, que engarzan con el aro a la altura del pomo. Tiene puño con gallones de una virola, hoja recta y filo corrido al exterior.

13.- Primeros jefes que dirigieron el Regimiento de Argel desde su creación en 1694

14.- Sable de infantería ligera

Por encima de la portada se ha colocado una placa de homenaje, realizada en mármol negro y blanco, a los integrantes del Regimiento de Argel que prestaron sus servicios en Marruecos durante 1921 y 1922, la cual está decorada con la corona de laurel, atributo de los triunfadores. También se exhiben, en pequeñas urnas, un cáliz de uso litúrgico y un misal. Al fondo de la sala, adosada a la pared, hay una placa de mármol que mantiene el recuerdo de los propietarios del Palacio, los marqueses de Camarena la Real. También se exhiben dos pequeños cañones y algunas prendas de indumentaria cedidas por mandos militares. Una placa de mármol recoge la siguiente inscripción: «Este Regimiento dio en / vidas y sangre por España / Marruecos 1921-1924 / 36 muertos y 166 heridos / Guerra Civil / 1936-1939 / 1.532 muertos y 4.123 heridos / Recuerda a tus héroes». De las paredes de esta sala cuelgan, asimismo, fotografías que retratan a varios mandos vinculados al Regimiento de Argel. Volviendo al patio, en un lateral del mismo se encuentra la escalera principal que conduce a los pisos superiores. Los escalones, de cantería, forman una figura de abanico alrededor de un pilar gótico, rematado con un león cuyas garras aprisionan el doble escudo de los Ovando-Mogollón. En un

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lateral de la escalera se expone una armadura completa de caballero del siglo xvi (foto 15), procedente de una unidad histórica del Ejército. La armadura es una protección total o parcial del cuerpo del combatiente, por lo que se encuadra, junto al escudo y el casco, dentro de las llamadas armas defensivas. Durante el reinado de Carlos V se instaló una fábrica de armaduras, con alta capacidad de producción, en Tolosa, aunque existían otros 15.- Armadura completa de caballero centros en Barcelona, Valladolid, Pamplona y Sevilla. Con la aparición de las armas de fuego, arcabuces y mosquetes, los días de auge del arnés, debido a su seguridad, estaban contados, ya que para impedir la penetración de la bala, el grosor de las placas debía ser mayor. Esto aumentaba el peso —algunas alcanzaban más de 40 kg—, como ocurría en las llamadas a prueba de pelota, fabricadas con tres chapas superpuestas: la más interna era de hierro dulce, y las otras dos, de acero, batidas a martillo. El aumento del poder de penetración de las armas portátiles de fuego supuso la decadencia del arnés, que se redujo al morrión, el peto y el espaldar, durante el siglo xvii, piezas aún conservadas por algunas unidades de caballería del siglo xix. Durante el xx, la armadura solo estuvo presente en algunas unidades en la uniformidad de gala.

16.- Lanza tipo tridente

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Junto a la armadura encontramos alabardas y lanzas de distintos tipos de acabados e importancia. De hecho, se conserva una lanza de la época de Fernando VII con el grabado «Fernando 7º 1833» y dos lanzas de la época de Isabel II con el grabado «Año de 1849 e Isabel 2ª RI Fábrica de Toledo»; así como algunas lanzas tipo tridente (foto 16), que es una lanza u horca de tres pequeñas puntas.

El origen de la palabra tridente proviene del latín tridentis, de tri (tres) y dente (dientes). El ejército la utilizó como arma arrojadiza, incluyendo para estos casos un estabilizador cruzado para facilitar su vuelo. La alabarda (foto 17) es un arma enastada de astil de madera de unos dos metros de longitud y que tiene en su «cabeza de armas» una punta de lanza como peto superior, una cuchilla transversal con forma de hoja de hacha por un lado, y otro peto de punza o de enganchar más pequeño por su opuesto. Fue utilizada con gran éxito como arma de infantería desde el final de la Edad Media hasta el siglo xvii. El uso de esta arma en batallas de infantería, que se saldaron con victorias enfrentándose a tropas con caballería pesada, reformó la composición de los ejércitos y volvió a darle una importancia vital a la infantería.


Fue su fama tan merecida que muchas tropas o cuerpos de élite de la nobleza la portaban en versiones ostentosas, habiendo algunos cuerpos militares que la siguen utilizando en estos días en actos públicos y desfiles militares como arma ceremonial. En la actualidad, los Reales Guardias Alabarderos Españoles la usan no solo ceremonialmente, sino que también son entrenados para emplearla como arma de combate. El soldado que se armaba 17.- Colección de alabardas con una alabarda se llamaba alabardero. Y ahora se llama así al soldado que realiza guardia de honor a los Reyes de España. Es un cuerpo de élite de la Guardia Real Española, que son directos custodios de la Familia Real, a la que dan guardia y protección a pie. También en el descanso de la escalera se conservan dos espadas tipo mandoble (fotos 18 y 19). Es una espada de gran peso (de hasta 4 kg) y grandes dimensiones (entre 2 y 2,5 m de largo), debe ser manejada con ambas manos para hacerlo con velocidad. Es un arma de los siglos xv y xvi, empleada en combate a pie, pensada para atacar eficazmente las armaduras de placas y cotas de malla, provocando en ocasiones fracturas o hematomas graves y sin necesidad de perforar la armadura. Su objetivo principal consistía en romper las filas de chiqueros acorazados para permitir una ofensiva mayor, como las cargas de caballería.

18.- Espada tipo mandoble

19.- Espada tipo mandoble

El primer piso se abre al exterior mediante dos ajimeces de arco de herradura apuntados de estilo mudéjar. Desde esta planta, por un lateral, se accede a la Torre del Homenaje, obra del siglo xv, con una altura de 25 m y de 5 m de anchura, construida a base de sillería granítica en las esquinas. Volviendo al patio central, que articula los espacios disponibles, y próxima a la escalera que conduce a los pisos superiores, está la Sala CIR (centro de instrucción de reclutas).

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SALA CIR En esta sala se exponen emblemas, banderas, divisas y botones de uniformes antiguos y modernos; además de un uniforme de instrucción y otro de paseo, ambos de los años setenta, y guiones y banderines pertenecientes al CIR (foto 20). También libros militares curiosos e interesantes, como por ejemplo: las Ordenanzas del Ejército, edición de 1947; el Código Penal Militar (LO 13/1985); las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas de 1984; un Reglamento de Actos y Honores Militares; unas Normas Comunes a todas las Armas y Cuerpos militares, edición de 1984; un curioso Devocionario del soldado del año 1967; los primeros libros del CIR, y una cartilla militar del año 1968. Debemos destacar dos vitrinas artísticas que exponen sendas banderas. Una de ellas, datada en 1850, es de madera y cristal. Presenta cuatro columnas en los ángulos, rematadas con estructuras circulares que semejan hachones con llamas. En su zona superior, un copete muestra un medallón sostenido por dos figuras antropomorfas; en el medallón se representa el busto del rey Fernando el Santo, según una inscripción: «Fernando III el Santo es el Patrón». En el afán inferior del frente, una puerta muestra el águila bicéfala con el collar del Toisón y las columnas de Hércules. La otra vitrina, vertical, de madera, cristal y metal dorado, estuvo expuesta en la Exposición Universal de Barcelona del año 1929.

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Un panel expone los inicios del CIR. Desde 1971 se celebraba en el centro el «Día del 20.- Guion de mando del CIMOV Familiar» para hacer partícipes a los familiares de los avances realizados por los reclutas. En este panel se presentan fotografías de las distintas actividades llevadas a cabo en el CIR, como el acto a los caídos o la instrucción. Otro de los paneles incluye la Formación de Tropa en Cáceres, su cronología y datos sobre los CIR, que surgen en los años sesenta como medio para impartir la instrucción básica militar a los nuevos reemplazos que entraban en quintas. La finca Alcor de Santa Ana y de Don Juan fue adquirida en 1950 por el Ministerio de la Guerra para uso de campo de tiro e instrucción del Regimiento Argel 27 de Cáceres, del Regimiento Órdenes Militares de Plasencia y de la Unidad de Artillería de Mérida. El 9 de diciembre del año 1964 (DO 278) se crea el CIR núm. 3, compuesto inicialmente de una plana mayor en el cuartel Infanta Isabel y cuatro batallones de instrucción: el I y el II en dicho cuartel (desplazándose


diariamente para su instrucción al campamento de Santa Ana) y el III y el IV en el cuartel de la Constancia, ubicado en la ciudad de Plasencia. En el año 1986 se lleva a cabo un Plan de Modernización del Ejército (Plan META), que modifica la organización de las regiones militares. La instrucción de los reclutas pasó a ser responsabilidad de las grandes unidades del Ejército. El CIR Centro se mantuvo para instruir al personal de los organismos, no encuadrados en grandes unidades, pertenecientes a la Región Militar Centro. En el año 1997, el Plan Norte, cambia la denominación de CIR a CIMOV (centro de instrucción y movilización), para la instrucción básica y formación de nuevos soldados. En el año 2001, por Orden 562/16005/01, el CIMOV 1 pasa a depender de la Dirección de Enseñanza del Ejército, y se constituye en centro de formación que desarrolla los nuevos planes de estudio para la tropa profesional establecidos por la OM 42/2000. En el año 2010, por diversas adaptaciones orgánicas en el Ejército de Tierra, el CIMOV 1 cambió su denominación a CEFOT 1, tomando nombre de su cometido principal: centro de formación de tropa. En otro panel explicativo sobre la bandera de España se recoge el acto de juramento o promesa a la bandera, los datos históricos sobre la concesión de la bandera por la OM 50/91, de 19 de junio (BOD 125). El día 17 de octubre de 1992 se celebró el solemne acto de entrega de la enseña nacional al CIR Centro, donada por la ciudad de Cáceres y entregada por el entonces alcalde don Carlos Sánchez Polo, siendo la madrina doña María del Carmen Rodríguez Zamora. El siguiente panel expone los actos institucionales que se han celebrado en Cáceres, difundidos por el Aula Militar de Cultura, fundada en 1992 para difundir la cultura de la Defensa y sus valores en la provincia de Cáceres. Desde entonces se vienen realizando conferencias, exposiciones, conciertos y marchas, en torno a un hecho relevante que se conmemora cada año. En dicho panel se destacan, entre otros actos llevados a cabo en Cáceres: la visita de S. M. el rey Felipe VI (entonces Príncipe de Asturias) el 5 de enero de 1995; la entrega de la medalla de oro de la ciudad al CIR Centro el 28 de febrero de 1995; la visita de S. M. el rey Juan Carlos I el 7 de julio de 1996; la conmemoración del 40.º aniversario de la creación del CIR (2004), o la del 25.º aniversario de Cáceres como Ciudad Patrimonio de la Humanidad (2011). Encontramos a continuación un panel que expone detalladamente La Formación, desde la llegada de los primeros reclutas al CIR de Cáceres, el 2 de marzo de 1965; la finalidad y duración de la instrucción de los reclutas, exponiendo didácticamente datos sobre el servicio militar obligatorio, así como la posterior tropa profesional en su ámbito de enseñanza, con una clara finalidad de mostrar su programa de instrucción.

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ZONA EXPOSITIVA - PATIO En el patio se expone una interesante colección de armas blancas: sables y espadas de distinta tipología. Entre la distintas versiones de armas blancas, tenemos una interesante espada de ceñir (foto 21) para oficial, con guarnición enriquecida con abundante decoración grabada, formada por una venera de guarda en cuya parte central figura una cruz, pomo esférico con perilla que presenta motivos vegetales y grabadas las armas de España. Es un arma del año 1906 y procede de la fábrica de armas de Toledo, según reza en una inscripción en la hoja: «Fabca de Toledo 1906». La hoja es recta, con dos filos corridos y grabada con la inscripción citada en su primer tercio. Es interesante destacar que este ejemplar se corresponde con los últimos modelos antes de la entrada en vigor de los reglamentarios para oficiales de la Administración Militar, que fue aprobado por RO de 11 de septiembre de 1907. Paradójicamente, en muestra de la farragosa y exasperante burocracia española, cuando este modelo fue incluido en el Reglamento de Uniformidad del Cuerpo —el 10 de octubre de 1908, en tiempos del Gobierno Maura—, resultó que hacía ya ¡quince meses! que la Administración Militar había dejado de ser un solo Cuerpo para transformarse en dos: los de Intendencia e Intervención, decisión gubernativa —del Gobierno Canalejas— rubricada por el RD de 31 de agosto de 1911. En medio de semejantes demoras e inesperadas «refundaciones», no es extraño que el entonces ya pujante Servicio de Ingenieros-Telegrafistas optase por incluir esta elegante espada de ceñir para sus mandos. Un siglo después de que la moda francesa impusiera el uso de una espada más corta, de hoja más fina, nace la denominada espada de ceñir, que va a conocer infinidad de modelos en sus casi 100 años de supervivencia. El Romanticismo hace volver las grandes fiestas sociales que la nobleza ofrece en sus palacios. Los vistosos uniformes, los funcionarios del Gobierno y el Cuerpo de Ingeniería. El complemento de esta uniformidad es la 21.- Espada de ceñir y espada de guarnición aportación de un arma, que da un matiz de doble concha más varonil a sus portadores. Se hace, pues, necesaria en sustitución de otras armas que no estorben a la hora de bailar un elegante vals y que se debe portar muy ceñida al cuerpo para que no estorbe en los movimientos, y de ahí recibe el nombre.

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Paralela a esta espada, se expone una de guarnición de doble concha (foto 21), con las armas de España y una inscripción grabada en la hoja: «Real Cuerpo Colegiado de Caballeros Hijosdalgos de la Nobleza de Madrid».


Tres espadines se exponen en panoplias en el patio (foto 22), dos de ellos con guarnición de latón y abundante decoración vegetal, presentando dos filos corridos, probablemente correspondientes a los años 1870-1880. El tercer espadín, el central, tiene en el filo recto una interesante decoración grabada vegetal. Es un espadín de ceñir para oficial de Infantería con guarnición de latón dorado, formado por una venera de guarda y un ara guardamano que forma galluelo de cabeza de canino al extremo; lleva grabado: «Fábrica de Toledo 1883» y «Eduardo». El puño, del mismo material, 22.- Espadines simulando torzal, y el pomo, en forma de jarrón, con perilla. Los orígenes del espadín los encontramos en el siglo xvii; fue un arma nacida en Francia, de donde se extendió al resto de los países europeos durante el xviii, cuando constituyó la espada de vestir de la época. Las primeras hojas espadín fueron del tipo colichemarde, anchas en su primer tercio y progresivamente más estrechas hacia la punta. Posteriormente, se adoptó la hoja vaciada de sección triangular, cuya guarnición solía estar formada por una placa, continua o bilobulada, sobre la que descansaban las patillas, un solo gavilán perpendicular a la empuñadura y guardamano, unido al pomo, que a veces estaba sustituido por una cadenilla. El acabado es pavonado o, por el contrario, bruñido; a menudo, la empuñadura, totalmente metálica, estaba salpicada de resaltes que imitaban pedrería, o llevaban engastadas piezas de vidrio tallado. En otros casos, la empuñadura llevaba un torzal metálico o estaba construida en porcelana o asta. Posteriormente, la guarnición evolucionó hasta estar constituida por dos conchas de tamaños desiguales, de reducidas dimensiones, que formaban una sola pieza con gavilán y guardamano. En el siglo xix el espadín fue cayendo en desuso como acompañante del traje de vestir civil, por lo que quedó relegado a la corte, la diplomacia y los trajes de gala, militares o de asociaciones civiles. Interesantes tipologías de sables y espadas se exponen en el patio. Otro conjunto (foto 23) lo forman un espadín con guarnición de latón dorado formada por una cruz de gavilanes en cuya terminación está ricamente cincelada la flor de lis, la hoja es recta, con dos filos corridos a tres mesas. Le siguen tres sables, del siglo xix. El sable expuesto junto al lado de la espada de ceñir tiene guarnición de latón, formada por cazoleta completa con aro guardamano y galluelo. Tiene hoja con dos filos corridos, carente de decoración. El sable siguiente presenta guarnición de latón plateado, formada por aro guardamano que remata en el pomo, y un galluelo de forma espatulada virado hacia la hoja. La guarda está compuesta por tres ramas, que engarzan con el aro a la altura del pomo.

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Hoja recta, en el filo podemos apreciar la siguiente descripción: «Fca. de Toledo 1873». El siguiente sable tiene guarnición de latón y aro guardamano provisto de tres ramas. Tiene la hoja grabada con diversos motivos decorativos y el puño de madera, forrado de piel con alambre. Otro espadín con arriaz recto formado por cruz de gavilanes cortos, ricamente grabados como trigos vegetales, y puño del mismo material, 23.- Sables y espadines también grabado, y presentando el núm. 18 en el escusón central, correspondiente al batallón de Infantería al que perteneció, con grabado: «Fábrica de Toledo 1817». La hoja, con filo corrido al exterior. Los ejércitos europeos fueron bien pertrechados con sables desde finales del siglo xviii; el uso del sable se extendió durante el xix y, al igual que ocurrió con la espada, quedó como reliquia del uniforme de gala de los ejércitos del xx. Esta arma favorece la penetración en el corte de filo, debido a la hoja curvada de acero, que presenta generalmente un vaceo a cada lado. Las armas blancas militares españolas, sables y espadas, durante el siglo xviii, comenzaron a estar inspiradas, tras el triunfo de Felipe V, en los modelos franceses. Esta influencia se vio mucho más acrecentada a raíz de la invasión napoleónica, perdurando hasta la segunda mitad del xix. También es importante destacar que, a finales de la década de los cincuenta del siglo xix, comenzó la influencia de la línea prusiana hasta el año 1895. Durante esta época, las armas poseían guarnición de hierro, con forma de taza, de una sola pieza, con una abertura longitudinal cerca del pomo, a través de la cual se hacía pasar el fiador, moda que años después sería modificada. Un mismo conjunto lo forman tres espadines del siglo xix en una panoplia (foto 24), uno con guarnición de arriaz recto y gavilanes rectos y dos con guarnición de arriaz recto y gavilanes caídos. Esta denominación responde a la disposición recta de los brazos de la cruz que conforman la guarda, en nuestro caso, con la salvedad de presentar en dos espadas dichos brazos con una ligera caída hacia la hoja. Esta morfología determina su clasificación genérica, siendo esta, por tanto, espadas con guarnición de arriaz recto y brazos ligeramente curvados hacia la hoja. Uno de los espadines lleva grabado: «Artª Fabª de Toledo 1882».

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Esta categoría de guarniciones nos traslada a la época medieval, siendo quizás una de las más antiguas formas de proteger la mano frente a los golpes del adversario. En esta morfología, los brazos o gavilanes curvados evolucionan desde las primeras muestras de cruz recta, en los siglos vii y viii, hasta el momento de máximo esplendor, en los siglos xii y xiii, cuando


los brazos de dicha cruz, manteniendo aún su posición recta, ganarán en longitud frente a los modelos antecesores, que tenían los plazos más cortos. Y ya hacia finales del xiv y durante el xv aparecerá la curvatura de dichos brazos hacia la hoja, respondiendo de esta manera a las nuevas formas que la moda de los inicios de la época renacentista, unida a las nuevas tendencias y técnicas de uso a nivel esgrimístico, van a dictar a partir de entonces.

24.- Espadines

Las tres espadas presentan una guarnición realizada en hierro acerado, mediante un proceso conocido como de forja, es decir, mediante el batido y martillado del metal a altas temperaturas. Como ya hemos explicado, su forma es la de una guarnición de arriaz recto, concretamente la que se encuentra a la izquierda del conjunto, y de arriaz recto con los brazos curvados hacia la hoja las otras dos espadas. Las tres empuñaduras presentan una forma fusiforme, la guarnición central es recorrida por un canal helicoidal cuya función es la de alojar un cordón de alambre que va enredándose en la empuñadura. El uso de textiles como forro de recubrimiento o torzal que recubre el puño está documentado desde épocas medievales; no así el recubrimiento de torzal de alambre, que comienza usarse desde finales del siglo xv hasta el xviii, directamente sobre la madera, por norma general. Las otras dos espadas están realizadas en una sola pieza. Las dos espadas de los extremos presentan en la cruz una abundante decoración cincelada a base de escudete apuntado hacia la hoja, denominado escusón. Otros dos grupos lo forman seis espadas de arriaz recto, expuestas en dos panoplias. Tres de ellas (foto 25), posiblemente —por sus características tipológicas y técnicas— procedentes de la Fábrica de Artillería de Toledo: las laterales, correspondientes al año 1909, y la central, a los años comprendidos entre 1870-1880. La central, bellamente grabada con una decoración vegetal en su hoja, es recta, con bigotera, y presenta lomo redondo al interior y filo corrido al exterior. Tiene guarnición de latón, formada por cruz de gavilanes rectos y puño ricamente grabado.

25.- Espadas de arriaz recto

Las laterales son muy parecidas, guarnición de latón, formada por cruz de gavilanes rectos que parten de un escusón central, en el que figuran, a un lado, las armas de infantería de la época —dos fusiles cruzados con una corneta, bajo corona real y entre los ramos de laurel—, y de otro lado, el

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escudo de España. El puño es de madera de ébano, torneado y formando gallones. Está alambrado con torzal de latón. El pomo, trilobulado, provisto de perilla. La hoja es recta, con bigotera, y con dos filos corridos hasta la punta, a tres mesas. En el siguiente grupo (foto 26), la espada central, obra procedente de la Fábrica de Armas de Toledo, fabricada en 1861, es una espada de ceñir para oficial. Tiene guarnición de latón dorado, compuesta por cruz de gavilanes rectos con un león en el escusón. En el puño figura el emblema del cuerpo y corona real. El pomo, trilobulado, provisto de perilla. La hoja es recta, con bigotera, y tiene dos filos corridos hasta la punta. La espada que figura a la izquierda es de ceñir modelo 1870 para un oficial de Infantería, procede de la Fábrica de Toledo. Lleva guarnición de latón, formada por cruz de gavilanes rectos, ricamente decorados, al igual que el puño, con motivos decorativos vegetales. Tiene hoja recta, con bigotera y los 26.- Espadas de arriaz recto filos corridos a tres mesas. La espada de la derecha es de guarnición de latón, formada por cruz de gavilanes rectos y parten de un escusón central, en el que figuran, a un lado, las armas de infantería de la época —dos fusiles cruzados con una corneta, bajo corona real y entre dos ramos de laurel—, y al otro lado, el escudo de España. El puño es de madera de ébano, torneado y formando gallones. Está alambrado con torzal de latón. El pomo, trilobulado, provisto de perilla y decorado con el monograma de Alfonso XIII. 27.- Cimitarra y espada La hoja es recta. En otra panoplia se expone una cimitarra y una espada cruzada del siglo (foto 27). La cimitarra, con guarnición de latón dorado, formada por una cruz de gavilanes rectos y cortos rematados en perilla y puño de madera rematado en curva. La hoja es recta, persa, presentando una abundante decoración grabada con labores vegetales, obra del siglo xvi. La espada, con emblema de generales del ejército español, presenta guarnición de arriaz curvado, puño de madera y hoja recta, llevando la grabación: «Fabricado en Toledo 1844». xix

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Otro conjunto está formado por tres sables de guarnición de lazo (foto 28) del siglo xix, presentando el primero de ellos, situado a la izquierda, un grabado: «Fábrica de Toledo 1873», y el central, otro grabado: «Fábrica de Toledo 1873». Nos encontramos ante ejemplares característicos del


grupo de las denominadas espadas con guarnición de lazo, en las que la guarda la conforman tres puentes de tamaño decreciente, el mayor de los cuales o superior está unido mediante una rama a la parte media del aro guardamano, con el fin de ofrecer mayor protección sobre el dorso de la mano. Si observamos la morfología de este tipo de guarda, podemos apreciar que dichos puentes presentan menor diámetro, resultando con ello una guarda más recogida sobre la mano. Su guarnición está realizada en hierro, y muestra una tipología que responde claramente a la denominación espada con guarnición de lazo (foto 29). Tiene un importante puño de forma fusiforme o ahusada, y una hoja, ambas de considerables proporciones y cuya arquitectura, recta, de dos filos corridos hasta la punta, se ajusta plenamente al concepto de espada rota. Está dotada de un importante recazo de forma rectangular en el que figura una marca grabada, mediante la técnica de grabado al aguafuerte. Algunas de las espadas de guarnición de lazo expuestas en el patio presentan inscripción grabada en la hoja: «Artillería Fábrica de Toledo, año 1850», «Fca de Toledo 1867». Sobre una de las puertas de acceso a otra dependencia se expone una curiosa flecha de bambú con punta de hierro.

28.- Sables

29.- Sables

En una panoplia se exponen cuatro machetes y un sable que centra el conjunto (foto 30). Dos machetes son del siglo xix, presentando la misma tipología y conservándose en uno de ellos la inscripción en la hoja que nos indica su procedencia: «Fca de Toledo 1871». Presentan ambos machetes guarnición de hierro, formada por cruz de gavilanes cortos rematados en labor circular aplanada y ligeramente vueltos en sentidos opuestos. Tiene el puño de hierro, con cachas cuadrilladas y sujetas mediante dos tornillos pasantes. El pomo es de hierro. La hoja, con bigotera, con filo corrido al exterior que se hace doble en la punta y presenta curvatura. Un ligero vaceo por ambos planos recorre los dos primeros tercios de la hoja. Otro de los machetes expuestos procede de la Real Fábrica de Toledo, conserva la inscripción en la hoja: «Rl Fa d Tº ano de 1836». Es de arriaz recto, formado por una cruz de gavilanes rectos que parten de un gran escusón donde figuran seis bolaños dispuestos en forma piramidal.

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30.- Machetes y un sable

Tiene el puño decorado con escamas, y el pomo achatado y decorado en el que figura una bombeta por ambas caras y hoja recta. El sable presenta en la hoja la inscripción: «Fábrica de Toledo, 1828». Tiene guarnición de hierro, con un aro guardamano provisto de tres ramas y galluelo ligeramente doblado hacia la hoja. Puño de madera, recubierto de piel y alambre de cobre; monterilla simple. La hoja es recta, con filo corrido al interior.

En la siguiente panoplia (foto 31) se expone un sable con las mismas características estilísticas que el anterior, incluyendo en la hoja la inscripción: «Fca de Toledo 1879». Le acompañan dos espadas. La de la derecha con la grabación: «Fca de Toledo 1873». Tiene guarnición de latón, formada por aro guardamano con la corona real grabada y dos ramas que conforman la guarda. Puño de madera, recubierto de piel y con alambres 31.- Sable y dos espadas de ceñir trenzados. Monterilla rematada en un pomo decorado y con forma de sombrerete. Hoja recta, con canal hasta la punta. La de la izquierda es una espada de ceñir modelo 1867 para oficial de infantería, con guarnición de latón dorado, formada por una venera de guarda decorada con motivos vegetales y un aro guardamano que forma galluelo de cabeza de canino al extremo. El puño, del mismo material, simulando torzal, y el pomo, en forma de jarrón, con perilla. Hoja recta, de dos filos corridos.

32.- Espada de ceñir y sables

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33.- Machetes

En otra panoplia (foto 32) se exponen tres sables con guarnición de lazo, una espada de ceñir con la grabación «Toledo 1872», y un sable provisto de cacerola completa con aro guardamano y provista de galluelo; pomo


de hierro con perilla, empuñadura provista de estrías horizontales y hoja recta con la grabación: «Artª Fabª de Toledo 1902». Los otros tres sables, con guarnición de lazo, también procedentes de la Fábrica de Toledo, tienen características estilísticas semejantes, dos de ellos con inscripción que fecha las piezas en el año 1839. Poseen guarnición de hierro, formada por un aro guardamano que remata en el pomo, y un duelo de forma espatulada virado hacia la hoja. La guarda está compuesta por tres ramas, que engarzan con el aro a la altura del pomo. Tiene puño de madera con gallones y virola, y hoja recta. Por último, en otra panoplia del patio se exponen tres machetes (foto 33). En uno se especifica grabado el año: «1862». Los tres son armas blancas pertenecientes al siglo xix, aunque consideramos que en el central se ha incorporado recientemente el puño de madera a la hoja. Los dos machetes laterales son semejantes, presentan guarnición de latón dorado formada por cruz de gavilanes cortos y rectos rematados en bellotas labradas y puño labrado y rematado en decoración. La hoja es recta, con ligera curvatura en la punta, y está realizada en acero. SALA MORA En esta sala se expone en vitrinas un interesante número de armas blancas y de fuego, así como algunas bayonetas de los siglos xix-xx, una con el grabado «Fábrica de Toledo» (foto 34). 34.- Bayonetas En una vitrina se muestra un curioso sable de un brigadier francés (foto 35), que presenta hoja de acero muy curva con guarnición de aro de bronce dorado. La vaina es dorada, con dos abrazaderas y sus anillas correspondientes, repujada artísticamente con motivos vegetales dorados y calados sobre pavón, y en dos cartelas se representa un águila parada sobre un nopal, devorando una serpiente, y la palabra «Libertad», que hace referencia al escudo nacional de México. 35.- Sable Dos de los símbolos más relevantes de la mexicanidad provienen del remoto pasado indígena: la palabra náhuatl México, que significa «lugar en el ombligo de la Luna», y el emblema conformado por un águila, una serpiente, un nopal y una piedra o peña. La representación, comúnmente aceptada como la más antigua del emblema fundacional mexicano, está en el monolito del teocalli de la Guerra Sagrada (Museo Nacional de Antropología e Historia).

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En una misma vitrina se exponen espadas y machetes (foto 36). Una espada del siglo xviii, guarnición de latón dorado, formada por cazoleta completa con aro guardamano y galluelo, tiene el puño de metal, con dos cachas de madera cuadrillada y pomo con perilla. Hoja recta, de dos filos corridos. La siguiente es una espada del xvii. Es un bello ejemplar de los denominados de taza calada. Su guarnición, en acero. Desde el mismo escusón se prolonga el aro guardamano. Todo el conjunto formado por aro y bigotes ricamente decorados mediante la técnica del cincelado, mostrando diversa suerte de arabescos y volutas. La taza, de tamaño medio en cuanto a profundidad, es del mismo metal y se encuentra toda ella ricamente calada, formando diversas volutas que encierran motivos florales, alternando con follajes y distintos elementos de origen vegetal. La guarnición de la espada se 36.- Espadas completa con la existencia de un puño de nácar bellamente torneado. Centrándonos en la hoja triangular de la espada nos encontramos, ante todo, con una hoja provista de recazo y de dos filos corridos hasta la punta. Se exhibe un machete artillero con hoja Solingen. Artísticamente decorado en el pomo con la terminación de una cabeza de guerrero, conserva el grabado «W.K.C Solingen Prima Qualita». Un machete reglamentario 877 C, grabado «G.. ANA Teniente Rey 26», decorado el pomo con una cabeza de águila. Es un machete largo, reglamentario para su uso por el ejército español en la guerra de Cuba, último tercio del siglo xix. Pieza de calidad con las partes metálicas de la guarnición en alpaca. Hoja larga de Solingen de calidad, que se conserva en buen estado, con la ligera salvedad de unas suaves manchas negras; en conjunto podemos clasificar a la pieza como muy bien conservada, incluso las cachas de la empuñadura carecen de desperfectos, conservando los tornillos originales con su cuadradillo. Es, como indicamos, una pieza de calidad. La hoja está grabada: «Machete reglamentario Nº 877 C». Y otro machete, rematado el pomo con una cabeza de elefante y hoja de acero fino, grabado «Collins Co. Hartford», legítimo de Estados Unidos. Es importante destacar que la mayoría de las armas blancas expuestas en esta exposición proceden de la Fábrica de Toledo, ciudad muy asociada a la forja de espadas y cuchillos27. Dos hechos marcan la forja de armas en Toledo: su enclave geográfico, al pasar por ella una de las principales vías romanas, 27

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Las primeras citas de la ciudad de Toledo en las que ya se elogiaba la calidad de las armas blancas forjadas aquí las encontramos en el historiador griego Polibio (230-120 a. C.) y en el poeta romano Gracio Falisco durante los primeros años de la era cristiana. Esta industria de la espadería tomó cuerpo con la romanización.


que atravesando los Pirineos cruza la Península en diagonal, pasando por la ciudad hacia Lisboa; y la explotación romana de las minas de hierro a 50 km de Toledo, en San Pablo de los Montes. A pesar de que la producción más importante fue durante la invasión árabe y, sobre todo, durante los siglos xvi al xviii, la mayoría de las armas que se exponen en el Palacio de las Cigüeñas de Cáceres corresponden al segundo tercio del xix, con la llegada al trono de Isabel II. La Fábrica de Armas de Toledo y los talleres de la ciudad no fueron ajenos a la gran demanda existente, y produjeron ejemplares que podemos considerar de excelente calidad. Esta fábrica tuvo siempre el detalle de firmar y fechar sus obras. En las vitrinas se presentan varias armas blancas procedentes de la Fábrica de Toledo. Concretamente un importante número de espadas con guarnición de doble concha (fotos 37 y 38), correspondientes a los siglos xviii y xix. Presentan características comunes, como guarnición de latón, formada por aro guardamano y dos veneras o doble concha que conforman la guarda y contraguarda, decoradas como activos vegetales, y en la guarda, el escudo de España bajo corona real, entre ramos de roble. Algunas poseen un galluelo rematado en cabeza de canino. El puño está realizado del mismo material simulando torzal, y el pomo en forma de jarrón labrado con motivos decorativos vegetales. Algunas espadas llevan inscripción grabada en la hoja: «Fca de Toledo 1866», «Fábrica de Toledo, 1868». La hoja es recta, con lomos redondos al interior y exterior en tercio fuerte, para seguir dos filos corridos a tres mesas. Algunas espadas llevan en su hoja grabadas las armas de España.

37.- Espadas con guarnición de doble concha

38.- Espadas con guarnición de doble concha

Para buscar el origen de las espadas con guarnición de doble concha debemos remontarnos a las guarniciones de puentes paralelos, propias de los inicios del siglo xvii, a las cuales se las dotaba de unas pequeñas placas en la parte inferior, de forma que, cerrando dichos puentes, se evitaba que la punta enemiga penetrase en nuestra guarnición, sobre todo en los golpes de estocada. Esta forma de cerrar la guarnición mediante una pequeña placa se usó también en guarniciones de lazo, en las cuales dicha protección se aplicaba sobre el último puente de la guarda con el mismo fin que las anteriores. El desarrollo de las guarniciones va a sufrir distintas tendencias evolutivas en función de la situación geográfica. Nos interesa en España

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y su zona de influencia, donde dicha evolución dictará una guarnición ligeramente más tardía, en la cual las conchas van a situarse de forma más cerrada, formando prácticamente dos casquetes unidos entre sí, por medio de una serie de lazadas y volutas que enlazarán a su vez con los gavilanes y el aro guardamano, las denominadas guarniciones de doble concha a la española, usadas tanto en el ámbito civil como en el militar. Como consecuencia de la necesidad de espadas robustas y escaso coste de producción, impuesta por las guerras que azotaban España a mediados y finales del siglo xvii, con las que dotar a las tropas, surge un concepto basado en la antigua guarnición de conchas a la española, que seguirá evolucionando independientemente. En esta nueva tipología, la guarnición se va a simplificar al máximo, buscando por un lado la robustez de un arma en campaña, lejos de las técnicas esgrimísticas de los gentilhombres de la Corte, y por otro la austeridad de costes de producción, al tratarse de un arma enfocada para el uso de la tropa. La nueva guarnición contará, pues, con la clásica cruz de gavilanes, los cuales disminuirán su longitud y comenzarán a colgarse en sentidos opuestos, dotada de aro guardamano y bigotes o patilla. Dos conchas, una mayor y otra menor, de gran robustez, formarán en este caso la guarda y la contraguarda, realizadas de una sola pieza de acero y sujetas a los bigotes merced a una fuerte pletina que, soldadas a estos últimos, afianza el conjunto mediante tornillos.

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Todos los componentes de la nueva guarnición gozarán de una gran robustez, cualidad que va a paliar la ausencia de ramas de lazada y volutas, que aportaban rigidez a la antigua configuración de doble concha a la española. Esta nueva guarnición surge a mediados y finales del siglo xvii, y aunque su origen es español, pronto sería adoptada por otros ejércitos como armamento de tropa, principalmente de caballería. En España, su regulación definitiva tuvo lugar en el año 1728, intentando de esta forma agrupar en un solo modelo regulado algún tipo de espada usado desde la segunda mitad del siglo xvii. En la Real Ordenanza de 12 de julio de 1728 se cita concretamente la 39.- Espadas forma que a partir de entonces deberá tener dicha espada. Posteriormente comenzaría a conocerse habitualmente como guarnición de doble concha o boca de caballo, por la similitud que ambas conchas abiertas pudieron ofrecer con la boca del equino. Este modelo de guarnición fue también conocido de una forma coloquial con el nombre de «Bilbo». Explicación que encontramos en el modo en que son conocidas las tipologías españolas de doble concha en Inglaterra, como consecuencia de la exportación de espadas procedentes de Bilbao hacia la citada isla durante los siglos xvi y xvii.


No obstante, las espadas que se exponen en la Sala Mora corresponden a los siglos xviii y xix (foto 39). En otra vitrina se exponen sables y espadas de lazo (foto 40). Dos de ellos responden a las mismas características tipológicas, aunque fueron realizados en años distintos: «Fª deToledo 1860» y «Fca de Toledo 1873». Guarnición de latón, formada por aro guardamano provisto de tres ramas y galluelo hacia la hoja. Puño de madera recubierto de piel y alambre de cobre, y una virola, monterilla simple. La hoja es recta. En esta misma vitrina se expone otro sable que presenta guarnición de latón dorado con aro guardamano de cuatro ramas que engarzan con el aro a la altura del pomo y galluelo y monterilla corrida que rematan el pomo; en la guarda presenta grabada un ancla bajo corona real. El puño está forrado con piel. Tiene una hoja con gran curvatura y muy decorada. Y, junto a este sable, otro que presenta guarnición de latón dorado con aro guardamano de dos ramas y galluelo. Tiene el puño de madera, recubierto de piel. Monterilla corrida. Hoja curva con filo corrido al exterior que se hace doble en la misma.

40.- Espadas

41.- Espadas

Espadas (foto 41) se exponen en una vitrina y se caracterizan por su singularidad. Dos de ellas presentan guarnición de hierro, formada por cazoleta completa cruzada con aro guardamano y sin galluelo. Ambas tienen la hoja recta, una con lomo cuadrado al interior y filo corrido el exterior, que se hace doble en la pala. Posee un ancho vaceo hasta el primer tercio de la hoja. También se 42.- Cuchillo de montería y dagas expone una espada española modelo Tizona del siglo xv fabricada en Alemania, grabado «FHN Solingen». Tiene el puño de madera, recubierto de torzal de hierro y virola. Hoja recta con un canal hasta la mitad de la misma. Otra espada presenta guarnición de hierro compuesta por una cruz de gavilanes girados hacia la hoja, la cual es recta, de filo corrido y canal hasta la mitad. Tiene el puño de madera, es una espada del siglo xvi y presenta grabado el nombre «De Jesús». En la zona frontal de las vitrinas citadas se exponen cuchillos y dagas. Concretamente, en una de ellas se expone un cuchillo de montería y dos dagas

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(foto 42). El cuchillo de montería con remate es del siglo xix y presenta cruz de gavilanes rectos rematados en labores circulares, y está soberbiamente decorado en su hoja con tréboles y otros motivos decorativos florales. Las dos dagas pertenecen a las denominadas de guarnición de vela cerrada. Dicha guarnición está formada por una cruz de gavilanes rectos y rematados en una pequeña labor esférica. Estos gavilanes parten de un núcleo central a través del cual, y gracias a un orificio rectangular, se introduce la espiga de la hoja la guarda pertenece al grupo de las denominadas «velas», así que está formada por una pletina de importante grosor, y de 43.- Cuchillos y puñales forma triangular, ricamente decorada con la letra «M». La guarnición se completa con la presencia de un pomo levemente achatado en el casquete superior y en el resto una superficie plana donde se remacha la espiga. La hoja responde a una arquitectura de uso zurdo.

44.- Cuchillos y puñales

En la Sala Mora se expone una excelente colección de cuchillos, dagas, puñales y machetes. Podemos destacar un cuchillo de finales del siglo xviii, de latón y acero al carbono, un cuchillo albaceteño del xix, así como un puñal de latón y acero al carbono del xviii, y en la misma vitrina, puñales españoles de los siglos xvii y xix, uno de ellos lleva grabado «Toledo 1859» (foto 43).

En el resto de vitrinas nos encontramos con una peculiar e interesante colección de puñales, cuchillos bayoneta del siglo xix, un puñal español con un grabado «1797», otros 45.- Puñales puñales españoles de los siglos xvi-xvii, dagas del xix y un machete con la inscripción en la hoja: «Fª de Toledo 1866», de arriaz recto y escusón donde figuran seis bolaños dispuestos en forma piramidal (fotos 44 y 45).

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En dos grandes vitrinas se exhiben puñales de los siglos xvii y xviii, dagas, cuchillos —alguno de fabricación oriental—, una gumía marroquí del xix, un arma blanca del xix llamada «Cuernos del Fakir», un kindal del xix, y el resto son piezas fechables en los siglos xvii y xix, como un cuchillo sastaguino, puñales flamígeros y cuchillo de montería, llamado de remate, con grabado de la Real Fábrica de Toledo de 1887 (fotos 46 y 47).


46.- Dagas y cuchillos

47.- Puñales, dagas y cuchillos

Otras vitrinas acogen varias armas de fuego, concretamente un mosquete de posición con grabado «2A y Munp de Tulle» —Tulle se ubica en el estado francés de Limousin—, un trabuco del siglo xv y un arcabuz (foto 48), y tercerolas Remington (foto 49) del xix —(año 1871)—, con ejemplos de tercerola de palanca característica de los modelos empleados por algunas unidades especiales, procedente posiblemente de la fábrica de armas de Oviedo, que funcionó con gran actividad entre los años 1891-1892, con culote sólido, en sustitución de los fabricados hasta entonces para el armamento de los fusiles Berdan y del revólver modelo 1884, cuyo culote era plegado y reforzado interiormente. Al ser sólido el culote, se aumentaba enormemente la resistencia del cartucho, lo que evitaba que se rasgase, como ocurría a menudo con los plegados, al ser pequeña su resistencia. Hemos de tener en cuenta que España fue un país en continua lucha durante todo el siglo xix, empeñado en guerras coloniales y en la propia Península, convencionales o civiles. Esto le originó una necesidad de mantener un ejército en constante pie de guerra, lo mejor pertrechado posible, lo que hizo que fueran nombradas comisiones militares para mantener el armamento de su ejército dentro de los más avanzados sistemas.

48.- Mosquete, trabuco y arcabuz

49.- Tercerolas Remington

Así pues, los fabricantes ofrecían sus últimos diseños para que fueran probados tanto en el banco de pruebas como en el campo de batalla, esperando del resultado una ventajosa venta de sus armas o la patente que las amparaba. Todo esto originó que España adquiriese pronto el más moderno armamento que se le ofrecía, y fue uno de los países en darse cuenta de las ventajas

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que ofrecían las armas de retrocarga. El cambio de armamento de todo un ejército es cosa que lleva tiempo y resulta caro, depende de la economía y de la capacidad industrial del país. España, en el siglo xix, tenía una economía muy mermada. Las continuas luchas en ultramar, África, la pérdida de las colonias y las guerras civiles habían dejado el tesoro público rápidamente en ruina, incapacitado de acometer una empresa como era la de modernizar su armamento adquiriéndolo a otros países. Sin embargo, contaba con abundante y buena armería especializada en la manufactura de armamento militar, concentrada en su mayoría en las provincias vascas y consistente en una infinidad de talleres independientes unos de otros, que, de una manera artesanal, se dedicaban a la fabricación de armas, tanto civiles como militares, aunque el Gobierno contaba con las fábricas de Oviedo y Trubia, dirigidas y explotadas únicamente por el ejército. El sistema Remington, modelo 1871, era sencillo, robusto y eficaz. Fue patentado por el americano Leonard Geiger, a quien le fue adquirida la patente por la Remington, que 50.- Pistolas de chispa después de perfeccionar el sistema se lanzó a su producción en serie. En España llegó pronto la noticia de las cualidades de este nuevo tipo de armamento para su empleo por el ejército. Inmediatamente se puso en dotación tras los trámites burocráticos correspondientes a la fabricación y, en consecuencia, antes de 1871 se comienza la fabricación de armas. Simultáneamente, se gestiona en la casa americana Remington la adquisición de varios fusiles y carabinas para dotar con toda rapidez al ejército de ultramar, de Cuba y Filipinas, quedando destinadas las armas que salen de la fábrica de armas de Oviedo a dotar a las unidades peninsulares. Las exportaciones de armas americanas sistema Remington para España fueron bastantes numerosas, aunque no se puede precisar la cifra exacta. Las diferencias entre el modelo americano y el fabricado en España son tan pocas que no merece la pena detallarlas.

51.- Revólveres y una pistola de chispa

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52.- Pistolas de chispa


En una vitrina se exponen cuatro pistolas de chispa (foto 50): una española con incrustaciones doradas, interesantísima pieza del siglo xvi; le siguen otras dos pistolas españolas con llave de chispa de la primera mitad del xix; y una pistola de chispa de menor tamaño, para caballería de línea, modelo correspondiente a la primera mitad del xix, de ánima lisa. La pistola de chispa o pistola de llave de chispa recibe este nombre por su mecanismo de disparo, que consistía en un martillo que sujetaba una piedra de sílex o pedernal (que podía llegar a durar hasta 50 disparos, dependiendo de su calidad) que, al pulsar el gatillo, percutía sobre una hoja metálica llamada rastrillo y generaba una chispa. Esta entraba en la cazoleta llena de pólvora y hacía que se efectuase el disparo en su deflagración. Este sistema se usaba en varios tipos de armas de fuego, sin embargo, lo más común era encontrarlo en pistolas cuya longitud no sobrepasaba los 50 cm (con unos 30 cm de cañón). Al lado, en una vitrina, otra colección de tres revólveres y una pistola de chispa (foto 51). Encontramos un revólver de cuatro disparos, otro de cinco disparos, una pistola de chispa y un revólver del siglo xix, que es un tipo de arma corta que se caracteriza por llevar la munición dispuesta en un tambor o cilindro. Normalmente se utiliza el término pistola para designar a las armas de fuego cortas semiautomáticas, que suelen llevar la munición alojada en un cargador.

53.- Pistolas de chispa

En las vitrinas frontales se exponen pistolas de chispa (foto 52). Concretamente, una de ellas contiene un grabado, pieza de Patricio Llidarte, y otra con el grabado «Lepage Falrls a París 12 rue d´Inghifa». Al lado observamos otras pistolas de chispa. La individual es del siglo xvii y las otras, una de dos cañones y otra del xix (foto 53).

54.- Pistolas de chispa

55.- Pistolas de chispa y pistola de herradura

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Hemos de destacar cuatro pistolas de chispa más antiguas (foto 54), correspondientes al siglo xvi, expuestas en una vitrina frontal. En otra vitrina se exponen tres pistolas de chispa y tres pistolas, una con el grabado «Elías», y una pistola de herradura (foto 55). En definitiva, un espacio museístico donde se expone parte de los fondos del Museo del Ejército, que está vivo, en plena actividad, buscando insistentemente el ir a más, avanzar y conectar con el gran público, el coleccionista, el turista, el amante del apasionante mundo de las armas blancas y de fuego. El CEFOT 1 (Centro de Formación de Tropa 1), en su intención de difundir la cultura de la defensa y fomentar su integración dentro de la sociedad civil en general y de la cacereña en particular, mantendrá siempre abiertas las puertas de este singular, entrañable y humilde museo para todas las personas que deseen acercarse y adentrarse en la historia de las armas antiguas, disfrutando a la vez de un espacio histórico-artístico que forma parte del tesoro de Cáceres, ciudad Patrimonio de la Humanidad.

En Cáceres, en el mes de octubre de 2014

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